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Holanda 2013
La lucha contra el mar
Diario de un viaje a Holanda en autocaravana, a fin de conocer la lucha de sus
gentes contra el agua y los azotes del Mar del Norte. Un país del que nos
cautivará su envidiable calidad de vida.
Eva Verdaguer
EvaV
11/09/2013
Holanda 2013 2
INTRODUCCIÓN 4
MENCIONES 4
BIBLIOGRAFÍA 5
CARTOGRAFÍA 6
BICICLETAS 6
PELUDOS 7
CRUCE DEL HOUTRIBDIJK, VISITA AL MUSEO DEL PATRIMONIO DE LAS NUEVAS TIERRAS (NIEUW LAND
ERFGOEDMUSEUM) EN LELYSTAD, EX - ISLA DE SCHOKLAND 113
DOMINGO 25 DE AGOSTO: KAMPEREILAND – LEMMER (84 KM) 121
GIETHOORN, PERNOCTA EN MARINA DE TACOZIJL 121
LUNES 26 DE AGOSTO: LEMMER - SNEEK (80 KM) 130
SLOTEN, STAVOREN, HINDELOOPEN, Y LA MEJOR PERNOCTA DEL VIAJE (DE TIJNJEHOEVE) 130
MARTES 27 DE AGOSTO: SNEEK - LEEUWARDEN (164 KM) 141
CENTRO DE REHABILITACIÓN DE FOCAS LENIE 'T HART EN PIETERBUREN 141
MIÉRCOLES 28 DE AGOSTO: LEEUWARDEN - KWADIJK (153 KM) 151
EDAM, ALMUERZO EN “DE WITTE SWAEN”, MARKEN Y ÚLTIMA PERNOCTA EN TIERRAS HOLANDESAS 151
JUEVES 29 DE AGOSTO: KWADIJK - DÜSSELDORF (308 KM) 163
MERCADO DE QUESO DE HOORN, PERNOCTA EN EL RECINTO DEL CARAVAN SALON DE DÜSSELDORF 163
VIERNES 30 DE AGOSTO: DÜSSELDORF (0 KM) 170
CARAVAN SALON DE DÜSSELDORF 170
SÁBADO 31 DE AGOSTO: DÜSSELDORF (0 KM) 174
CARAVAN SALON DE DÜSSELDORF 174
DOMINGO 1 DE SEPTIEMBRE: DÜSSELDORF - PRÜM (151 KM) 179
CARAVAN SALON DE DÜSSELDORF, INCIO DEL REGRESO 179
LUNES 2 DE SEPTIEMBRE: PRÜM – COUCOURDE-DERBIERES (MONTÉLIMAR) (728 KM) 181
ETAPA REGRESO 181
MARTES 3 DE SEPTIEMBRE: COUCOURDE-DERBIERES (MONTÉLIMAR) - CENTELLES (488 KM) 183
ALMUERZO EN LA PERLE GRUISSANAISE Y LLEGADA A CASA 183
Introducción
Tenemos parcialmente trazado el viaje de verano hacia un destino que nos ilusiona. De
repente, y no es la primera vez que nos sucede, un documental televisivo nos conmina a
cambiar de planes. No podemos resistirnos a admirar “in situ” la titánica lucha del pueblo
neerlandés contra los azotes del Mar del Norte.
Países Bajos. Una cuarta parte del territorio por debajo del nivel del mar. Según reza una de las
guías que leeré, “Dios hizo el mundo y los holandeses hicieron Holanda”. O tal como se
planteaba el ingeniero Cornelis Lely, autor del plan para construir el Afsluitdijk que cerraría el
Mar del Sur para convertirlo en un lago interior, “¿por qué los países deben enviar soldados a
morir en el frente en disputa por el territorio, cuando pueden ganarse nuevas tierras al mar?”.
Definido el leitmotiv y eje central del viaje que nos debe llevar a Holanda (aunque el nombre
de Holanda corresponde únicamente a dos de las provincias del pequeño y poblado país),
añadiremos al rutómetro visitas a algunos parques de atracciones, museos, mercados de
queso y subasta de flores. Dejando (como siempre) con tristeza otros lugares en el tintero. No
disponemos de días para más.
Menciones
A Ingo, por abrir un hilo en el foro de ACPasión que acabó por ser punto de encuentro para
muchos de los que preparábamos un viaje a Holanda para el 2013.
A nuwanda, con quien cruzamos datos durante los preparativos y casi coincidimos en ruta, de
no ser por un cambio de última hora en nuestra fecha de salida.
Al Capitán Tan, con sus numerosísimas y valiosas aportaciones y respuestas, que siempre han
transmitido sus impresiones positivas acerca del país, su tranquilidad, su encanto fotográfico,
etc... Coincidimos plenamente en su modo de sentirlo.
Alpebret, quien nos llevó a Lelystad, una visita absolutamente enriquecedora para nuestro
objetivo. Pudimos saber acerca de la obra de Cornelis Lely, de quien tomó el nombre la ciudad,
construida sobre un pólder reclamado al mar.
Karmelo, que viajó unos días antes y nos facilitó los valiosos apuntes acerca del waterbus que
nos permitió llegar cómodamente por agua a Rotterdam, y también acerca del restaurante de
la Biblioteca de Amsterdam. Nos fue muy útil consultar vuestro mapa con chinchetas mientras
íbamos confeccionando el nuestro.
A Vietnam, por sus recomendaciones para el museo Corpus (nos quedamos con las ganas, por
no haber reservado) y para el hospital de focas de Pieterburen (nos encantó).
A Anxeneta, por su mención y foto de Westkapelle. Sin ninguna duda, lo mejor del viaje para
David.
A betibrown por la recomendación para el camping Duinrell, uno de los puntos fuertes del viaje
para las niñas.
Al amigo Carlosk75 y Esther, por compartir en seguida con nosotros sus impresiones y fotos,
realizadas durante un anterior viaje suyo.
Bibliografía
Son mis primeros preparativos sin libros de papel: He consultado dos guías en formato e-book.
Me ha supuesto algunas ventajas: Facilidad para saltar de un lugar a otro mediante enlaces y
regresar al punto de origen, diccionario de inglés integrado en el lector, poco peso al llevar
ambas guías (y de paso otros varios libros…) en la mochila, además de comodidad para volver
a la última página leída, subrayado sin necesidad de usar un marcador, y posibilidad de leer sin
necesitar las manos para sostener el libro abierto por la página en curso.
Por el contrario, los mapas y las fotografías pierden calidad y atractivo, lo que me resulta
secundario: Suelo basarme en guías con poca imagen y mucho texto, me interesan las
opiniones de los autores acerca de los distintos lugares.
Si la guía me lleva a interesarme por algún lugar concreto, busco mapas e imágenes en
Internet. A veces, al buscar información acerca de algún lugar no muy trillado, he dado con
algún relato que me ha permitido saber de otros lugares igualmente interesantes. Es un largo
proceso que se retro-alimenta, disfruto con ello durante meses.
Guías consultadas:
- “Rick Steves' Amsterdam, Bruges & Brussels”: Me ha cautivado el estilo del autor, su
forma de aconsejar, su humor, sus muy detallados tours guiados, su mapa de
Amsterdam en palabras, etc. La guía no sólo cubre Amsterdam, sino también otros
lugares que un turista americano podría visitar realizando excursiones desde dicha
ciudad. Buscaré otras guías suyas para destinos futuros, sin duda.
- “The Rough Guide to the Netherlands”: Desde la primera guía Rough Guide que nos
acompañara a Islandia en el año 2.007 soy lectora incondicional suya.
- Revista “Condé Nast Traveller”. Monográfico número 74 dedicado a Holanda.
Recomendación de nuwanda poco antes de partir. Agradable lectura para la mesita de
noche, con muchas imágenes para deleitarse.
Cartografía
Al inicio de los preparativos señalizo puntos de interés en un mapa de Google, para después
importarlos mediante el programa Tyre, con el que los enlazo y ordeno en forma de itinerario,
descartando algunos de ellos. Finalmente, descargo el itinerario al navegador (TomTom).
Este año no hemos actualizado la cartografía del TomTom, pero sí los PDIs de áreas de
autocaravanas y de campings (Archies).
Este año tampoco hemos adquirido ningún mapa en papel. En alguna ocasión puntual durante
el viaje hemos echado un vistazo a un mapa general de Europa.
Bicicletas
El destino es sin ninguna duda el paraíso para las bicicletas, con una infinita red de caminos
reservados para ellas, y goza de una orografía totalmente llana.
En muchos lugares las bicicletas tienen prioridad absoluta, incluso por delante de los peatones
(tal como leí en una guía, las bicicletas y los tranvías son los peligros silenciosos que acechan al
peatón por las calles de Amsterdam).
La destreza de los ciclistas lo dice todo acerca de las muchas horas de práctica sobre dos
ruedas: algunos hablan por teléfono, teclean en el mismo, se cobijan bajo un paraguas en caso
EvaV | Holanda 2013
Holanda 2013 7
de lluvia mientras siguen pedaleando con normalidad, o tiran de otra bicicleta vacía con una
mano.
Es posible ver todo tipo de bicicletas, siempre con sus alforjas colgadas: Las hay con arcón en la
zona delantera para el transporte de material, la compra, niños o mascotas. Padres y madres
llevan una o dos sillas acopladas con uno o dos niños, con la sillita de paseo plegada y sujeta
también a la bicicleta. Incluso llegamos a ver una bicicleta con remolque, en el que viajaban 3
niños. En nuestro vecindario es imposible llevar a 3 niños a la escuela sin un monovolumen de
gran tamaño…
Pese a ello, y también a los muchos y acertados consejos leídos acerca de la conveniencia y
oportunidad de llevarlas, no embarcamos las 4 bicicletas a bordo, pues Mateo no nos habría
seguido. Sólo nos acompañan las dos de las niñas, de forma que puntualmente podrán
disfrutar de ellas.
Peludos
Es nuestro primer viaje de 3 semanas con los dos peludos: Al ya experto y sosegado viajero
Mateo se le ha unido el joven y enérgico Knut.
El nuevo reto que se nos plantea es acomodar sus sacos de pienso en la autocaravana: 27
kilitos de nada.
Desde hace unos meses les alimentamos mediante dieta casera, dándoles pienso solamente en
el 30% de las comidas. Pero va a ser complicado continuar con la dieta casera, por lo que nos
llevamos pienso para todos estos días. Especialmente en el caso de Mateo no queremos
arriesgarnos: sigue una dieta renal y no es fácil adquirir pienso para él en un lugar que no
conocemos.
O sea que decido vaciar medio arcón para resolver el problema. En esta operación de limpieza
aparecen múltiples reliquias del pasado: comida caducada de hace unos añitos, estocs
excesivos de vajilla de un solo uso o de toallitas húmedas, detergente para ropa, etc.
Salgo del trabajo, a las 14:00 horas. Llego a casa, almorzamos todos juntos y conseguimos
arrancar a las 16:03, con 124.615 km. en el cuentakilómetros. La autocaravana está fresquita
en el aparcamiento, el termómetro marca 23,3ºC. Me toca conducir en el tramo inaugural.
Nuestra primera parada es en el supermercado Esclat, no muy lejos de casa. Repostamos para
salir con el depósito lleno, y Xènia compra unos chicles.
En este primer tramo de viaje nos acompaña la radio, la música de RAC 105.
Elegimos pasar por los túneles de Bracons. Cruzamos la frontera francesa a las 18:20, con una
temperatura exterior de 32ºC.
En el primer peaje francés empezamos a ver una monumental retención en sentido contrario
al nuestro. Parece como si Europa entera estuviera haciendo cola allí, en el último peaje
francés. La retención continúa unos 23 km. (hasta Perpignan), en algunos tramos de forma
discontinua.
todas formas no llegaríamos a tiempo para comprar ostras en La Perle Gruissanaise, que viene
siendo nuestra parada de rigor.
Así es que nos dejamos llevar, salimos en Narbonne, cruzamos Vinassan, pasamos frente a un
área de autocaravanas y tras 4 km. llegamos al camping …que está cerrado por reformas.
Buscamos otro camping cerca. Hay uno a 10 minutos. La carretera es estrecha y tortuosa,
discurre por entre unos campos de calabazas. Llegamos a otro lugar donde hace unos 40 años
debió haber un camping. La sensación es de ahogo, las carreteras son muy estrechas y nos
tememos que en cualquier momento una rama o algún obstáculo nos impidan continuar. Y
tras 40 minutos de infructuosas vueltas, decidimos regresar al área de Vinassan.
Es un área de pago, 8 € por 24 horas, con agua y electricidad. Pero la maquinita no admite
ninguna de nuestras tarjetas de crédito / débito. Por suerte, un autocaravanista francés sale en
nuestro socorro y nos comenta que lo mismo le ha sucedido al autocaravanista anterior. Se
ofrece a pagar con su tarjeta, nosotros se lo pagamos en efectivo y le damos una botella de
cava, en agradecimiento por su gesto, que nos ha resultado providencial.
El lugar es un parque enorme, con unos árboles impresionantes. Se está muy fresquito, nos
parece haber llegado al paraíso. Además al estar tan cerca de Narbonne, puede ser un nuevo
lugar de referencia para nuestros viajes hacia el norte.
Cenamos algo de picar. Luego les damos la cena a los perros, mientras David y yo nos tomamos
un Duerme Bien con carquinyoli.
Enfrente del área hay un aparcamiento de turismos donde se congrega un grupo de jóvenes.
Están de botellón de sábado noche, esperamos que se disuelvan pronto y podamos descansar.
Si fuera por nosotros dormiríamos al fresco, sentados en las sillas.
El botellón se disuelve antes de que nos metamos en la cama, dormimos con todas las
ventanas abiertas. Aunque el lugar es muy tranquilo y refresca, duermo mal. Mateo también,
hasta que adivino que tiene sed. Knut se mete debajo de nuestra cama y no dice nada en toda
la noche.
Peajes: 3,45+12,90 €
Area Vinassan: 8 €
Al rato veo a David, ha salido a tomar unas fotografías. Nos unimos a él en nuestro paseo
matinal. Vinassan es una población muy tranquila, con algún rincón fotogénico, y estamos a la
vuelta de la esquina de un quiosco y una panadería. David y yo nos decimos que esta área es
un muy buen hallazgo.
Los árboles del área son frondosos, antaño este recinto debió ser un parque o un gran jardín
de alguna casa señorial, a juzgar por dos hileras de árboles que todavía se distinguen, como si
marcaran un camino o entrada.
Desayunamos en la mesa exterior, tal como vemos que hacen 2 de las otras 3 autocaravanas
que han pernoctado aquí.
Al pan con tomate o mermelada le sumamos una delicatesen de excepción: un bizcocho con
pepitas de chocolate, ¡hecho por Delia¡ Gracias, guapetona, está riquísimo y el marco le
acompaña como se merece. Tanto por ser un bonito lugar, como por ser nuestro primer
desayuno de vacaciones.
Hacemos buen uso de la conexión a la electricidad: Xènia nos prepara un par de riquísimos
cafés en la cafetera Nespresso. De esta forma el café supone otra importante mejora
cualitativa respecto a años anteriores.
Sobre las 14:00 horas, tras un par de turnos de conducción nos detenemos para almorzar. Hoy
toca pica-pica dominical. Y de postre, melón fresquito (quedaba medio en la nevera de casa, y
tuvo que acompañarnos).
En la zona de aparcamiento hay hierba y muchos árboles. Aunque no sabríamos decir a ciencia
cierta si en este área hemos parado anteriormente o simplemente hay varias que se parecen
entre sí.
Las niñas se vaporizan agua en unas duchas exteriores (en las que algunos niños acaban
empapados y me pregunto cómo harán para subir a sus vehículos), pasean a Mateo y Knut y
finalmente retomamos ruta a las 15:20.
Todavía nos separan 1.005 km. de nuestro primer destino holandés.
Nos apetece cenar y desayunar al fresco, dormir tranquilos con las ventanas abiertas, y tener
un poco de esparcimiento, tras la ración de asfalto que nos hemos dado hoy. Por ello le hemos
pedido al TomTom que nos busque un camping cercano a una salida de autopista (PDIs de
Archie), y hemos optado por una granja. Sobre las 20:00 horas tomamos la salida Langres Sud,
nos dirigimos al camping de la Ferme de la Croisée.
El lugar es grande y acogedor. Hay gallinas y caballos. Tan tarde ya, pero todavía están segando
el trigo de un campo que tenemos enfrente, y lo harán hasta las 23:00 horas
aproximadamente.
Las parcelas están dispuestas en círculos concéntricos, separadas por setos, y una vez
instalados prácticamente no vemos a más vecinos que a los de al lado. Al llegar hemos visto
muchas matrículas holandesas.
Ya instalados, me pongo pantalón largo (¡qué feliz me hace esta temperatura!). Cenaremos
fuera.
(foto Aina)
David asa (sacamos fuera el hornillo de camping-gaz) una butifarra y unos bistecs que cogí
ayer precipitadamente del congelador de casa (esta vez casi no he comprado nada de comida
para el viaje, ya iremos comprando sobre la marcha), mientras yo preparo una sopita.
Hoy dormiremos tranquilos y frescos, rodeados por campos. Aunque se percibe el rumor de
coches de la muy cercana autopista.
Me levanto poco después de las 8:00. Fuera se está fresquito, hay 16ºC. Aunque el sol en
seguida se encarga de calentar el ambiente.
Pasamos por las duchas del camping. Son nuevas, pero al construirlas no les han provisto de
pendiente y están inundadas, aunque por supuesto nos valen.
Nos da el sol de lleno sobre el trozo de parcela en el que tenemos la mesa y las sillas para el
desayuno. David desplaza la autocaravana, de forma que podamos aprovechar la sombra que
proyecta.
Vaciamos y llenamos aguas (hay zona de servicio específica para autocaravanas) y salimos del
camping a las 11:12, con 28ºC de temperatura exterior y 125.483 km. en el cuentakilómetros.
Somos casi los últimos en irnos, la mayoría de campistas también estaban de paso y ya se han
marchado. Pese a levantarnos sobre las 8, salvo contadas excepciones muchos días levaremos
anclas entre las 10 y las 11 de la mañana (es decir, tarde). Para nosotros estos ratos tranquilos
del desayuno son un componente muy importante de las vacaciones, y con el paso de los años
cada vez nos cuesta más renunciar a ellos.
Quisiéramos repostar antes de entrar en la autopista, pero nos metemos en una gasolinera
que resulta ser exclusiva para camiones y el surtidor no nos suministra combustible. No
queremos dar más vueltas, entramos en la autopista.
El turno de conducción de David termina en Metz. Este tramo de autopista es gratuito y no hay
áreas ni gasolineras. Un poco antes de llegar a Luxemburgo podemos hacer el relevo.
Le pido al TomTom que nos guíe hasta alguna gasolinera luxemburguesa fuera de la autopista.
En el depósito sólo cabrán 26 litros de combustible, pero aprovechamos la ocasión para
repostar a un muy buen precio. La tienda de la gasolinera está bien surtida, y compro unas
ensaladas frescas para el almuerzo (de lechuga y pollo para David y para mí, de pasta para las
niñas).
Nos detenemos en la primera área de la autopista, que está abarrotada y resulta un tanto
claustrofóbica. Un auténtico hormiguero sin encanto alguno. El aparcamiento es asfaltado y
está bastante sucio. Mientras David y las niñas ponen la mesa, yo paseo a los perros. Nos
tomamos las ensaladas (que están riquísimas) y retomamos ruta.
Sigo al volante. Es la peor hora. La digestión... Y por si fuera poco, el copiloto va dando
cabezazos. A menudo nos reímos sobre lo que le habrán puesto a esa soporífera butaca, que
duerme a todo aquél que se sienta en ella …
Cruzo Bélgica bajo la lluvia. La temperatura exterior cae a 15ºC. En un área hago una parada
para vestirme con pantalón largo.
El TomTom nos mete en Liege, en algún tramo vamos siguiendo el curso de un canal.
Finalmente entramos en Holanda. El cambio entre los dos países es perfectamente perceptible
al volante, hemos entrado en un país más próspero, el asfalto de la autopista holandesa está
en perfecto estado, y da gusto ver lo arregladas que están las empresas que se sitúan a su
vera.
Se hace tarde. Tenía intención de pernoctar en un camping cerca de Arnhem, que dispone de
establos y escuela de equitación, y habría hecho las delicias de las niñas (luego veremos
muchísimos caballos por todo el país, lo que nos llamará la atención). Pero unos 35 minutos
antes de llegar a nuestro destino, decidimos pararnos. A estas horas ya todos los minutos que
añadimos nos pesan: Son algo más de las 19:00 y corremos el riesgo de que si llegamos
demasiado tarde no nos cojan.
El lugar por el que optamos es una granja que funciona como mini-camping, el "Bij de 3
Linden” en Alverna, cerca de Nijmegen.
Salimos de la autopista y por primera vez nos metemos por los caminos locales holandeses. El
carril bici va paralelo a la carretera. Percibimos y envidiamos la calidad de vida de los vecinos
de la zona, con esos espacios tan agradables y tranquilos para ir en bicicleta, pasear, ir a
caballo, etc.
El camping tiene una máquina de vending en la entrada, en la que se pueden comprar ¡ huevos
de sus gallinas, y patatas ¡
Entro en el patio interior, llamo a un timbre, y sale un chico para hacernos el check-in.
Nos instalamos en la impecable pradera. Tiene una veintena de plazas, de las que
aproximadamente la mitad están ocupadas por caravanas fijas. Hoy lunes están casi todas
vacías, el lugar es muy tranquilo.
En seguida echo el contenido de un par de sobres de Rösti (ese gran invento suizo cuyo olor
reconforta al instante) en nuestro nuevo wok de asa removible. Mientras, David saca al
exterior el camping-gaz y asa la carne en la parrilla.
Hoy disfrutamos del atardecer. El cielo se tiñe de tonos de naranja y de rosa. Las niñas,
después de pasear a los perros, van a hacerse unas fotos a la zona de juegos (donde hay una
cama elástica). David y yo brindamos con cava por haber llegado a Holanda.
Cenamos, les damos la cena a Mateo y Knut, y ocurre algo inédito: las niñas se ofrecen para
lavar los platos en el lavadero del camping, mientras yo escribo estas líneas. En estos
momentos todavía no seré consciente de ello, pero acaba de germinar otro importantísimo
cambio cualitativo durante estas vacaciones. Se hacen mayores …
Les damos un paseo a los perros, a lo largo de un tramo del carril bici, ¡ y a descansar ¡
Saco a los peludos a pasear por el espléndido carril bici que discurre junto al camping.
Luego voy a las duchas: Casi se llevarán el premio a las mejores de estas vacaciones: Son
espaciosas y hay agua abundante. Es un auténtico placer, me resisto a salir de debajo del
chorro de agua.
El tiempo está indeciso. A ratos parece que va a lloviznar, otros ratos luce el sol. Y sopla viento.
A ver en qué quedará todo ello.
Las niñas lavan los platos y David prepara unos deliciosos Nespresso mientras escribo estas
líneas.
Peino a Mateo y Knut, mientras David y las niñas van a la máquina expendedora de huevos.
Compran dos decenas (consumimos 8 al día en la dieta de los peludos). Nos resulta curioso
que se puedan comprar por decenas (10 unidades) en lugar de docenas (12 unidades) tal y
como estamos acostumbrados. Si bien los paquetes pequeños son de media docena (6
huevos), más fácilmente empaquetables que si fueran de 5.
Debo pensar que el país en el que se diseñó el frigorífico de casa también se contarían los
huevos por decenas. Eso explicaría ese (hasta ahora curioso para mí) hueco para 10 huevos,
donde nunca caben las dos últimas unidades del paquete ...
Salimos del camping a las 11:20, con 18,9ºC de temperatura y 126.043 km en el marcador.
Nos detenemos en Nijmegen a fin de repostar combustible antes de entrar en la autopista. Nos
sorprende el hecho que el surtidor, entre otros muchos idiomas, hable catalán.
Llegamos al Openluchtmuseum.
Había leído en la guía de Rick Steves acerca de la existencia de 3 museos al aire libre en
Holanda. En todos ellos es posible admirar casas antiguas, granjas y fábricas, que han sido
trasladadas desde distintos lugares y épocas, correspondientes a los últimos doscientos años
de historia. Permiten conocer las costumbres y tradiciones del pasado, relativas a la vida diaria
de las gentes “corrientes” del país. Se trata de los museos de Zaanse Schans, el
Zuiderzeemuseum de Enkhuizen y el Openluchtmuseum de Arnhem. El autor recomienda visitar
este último (dado que no sería habitual visitar más de uno), pese a ser el menos frecuentado
de los tres por el mero hecho de estar más alejado de Amsterdam.
Y aquí estamos. En el museo elegido, y al principio de las vacaciones. Esperamos que nos sirva
como introducción a la forma actual del país, a lo que veremos en ruta durante los siguientes
días.
Nos disponemos a bajar de la autocaravana. En ese preciso momento se pone a llover. A ratos
ya había estado haciéndolo durante el trayecto por carretera.
No sabemos si la lluvia será muy persistente. David se equipa con su paraguas grande, nosotras
tres con los plegables.
Les pongo los chubasqueros a Mateo y a Knut. Nosotros nos ponemos las chaquetas
paravientos y botas de montaña.
Cuando ya casi estamos llegando a las cajas de la entrada, empieza lo que se nos antoja el
diluvio universal.
David retrocede hasta la autocaravana, para traernos el resto de paraguas grandes.
Cuando regresan él y paraguas, la intensidad ha disminuido levemente.
Entramos en el parque.
Tomamos el tren que lo circunvala. Admite perros (sólo les está vetada la entrada a los
edificios, pero son bienvenidos en el parque). Nos quedamos en la plataforma de entrada. Voy
mucho más pendiente de Mateo y Knut (que hay que decir que están muy formales), que de
las estaciones.
El revisor, un señor vestido de época, habla inglés y nos va haciendo un resumen de las visitas
más remarcables a realizar desde cada estación: en una hay una iglesia en la que se celebran
unas 50 bodas auténticas cada año. En otra hay una fábrica de quesos, en otra una cervecería…
Damos una vuelta completa en tren y nos apeamos en la misma estación en la que habíamos
subido.
Ha cesado de llover, nos quitamos ropa de abrigo y empezamos la visita a diversas granjas (a
ratos nuevamente bajo la lluvia).
En una de las granjas muelen semillas de lino para producir aceite. El molino estuvo movido
por un caballo (hoy en día el caballo es “virtual”, una filmación superpuesta). Los actores en el
rol de molineros nos cuentan cómo una vez exprimidas las semillas, amasan las cáscaras
restantes y con ellas producen unos panes que usarán como alimento para los animales. Y nos
dan varias piezas o “panes” para Mateo y Knut, ¡realmente les chifla!. Lo usaremos a modo de
premio durante el viaje, y todavía nos quedarán algunos trocitos una vez lleguemos a casa…¡un
souvenir holandés para ellos!
Pasamos junto a un jardín que fue concebido de forma que tuviera flores desde primavera
hasta otoño, pensando en las abejas. Alberga algunas colmenas.
Visitamos un barracón correspondiente a un campamento “Maluku” (habitantes de las
Moluccas, posteriormente independizadas como parte de Indonesia).
Nos resulta curioso contemplar también una caravana estática en la que una familia pasó sus
vacaciones año tras año.
EvaV | Holanda 2013
Holanda 2013 25
Son las 16:00 horas y no hemos almorzado, nos sentamos en el bar. Las niñas se deciden por
unas pannekoeken (tortitas o crêpes), con crema de castaña. David y yo optamos por unos
poffertje (rosquillas fritas cubiertas de azúcar) con licor (yo) o mermelada (él).
(foto Xènia)
Tras la merienda queda muy poco rato para ver el parque (del que inevitablemente dejamos
una gran parte pendiente de ver, es realmente enorme).
Entramos en la casa de un pescador, y en un taller en el que se construían barcas, pero son las
17:00 horas y ya todo empieza a cerrar sus puertas.
Una vez instalados, voy a pasear a Mateo y Knut. Al poco rato aparecemos en uno de los
aparcamientos del parque de atracciones. Constato que estamos realmente cerca del mismo.
Me parece que nos va a resultar muy conveniente permanecer dos noches en este lugar.
Tras la cena las niñas se van a lavar los platos y se preparan un Cola-Cao (otra nueva
costumbre instaurada en este viaje).
Ha refrescado mucho. David está encantado.
Escribo estas líneas mientras todo el mundo duerme (y alguno incluso ronca…).
Esta noche llueve bastante y en algún momento se va la electricidad. Lo que hace que el sueño
sea todavía más reparador.
Huevos: 3
Diesel: 1,399 €/l, 50,43€, 36,05 litros, 126.048 km. (consumo promedio de la etapa, 11,6 l/100
km).
Merienda: 34,05
Entradas Openluchtmuseum: 56,65
Camping Bern Hoeve, 2 noches: 50,80
Las niñas y yo nos vamos a las duchas. Funcionan con una moneda de 50 céntimos por cada 4
minutos de agua.
Desayunamos fuera. Después Xènia y Aina lavan los platos, mientras yo doy otro paseo a los
peludos.
Hemos optado por quedarnos otra noche más en este camping, y con ello hemos renunciado a
la visita nocturna a Gouda: Mañana es jueves, y por la mañana tenemos previsto asistir a su
mercado semanal de quesos. Podríamos habernos trasladado hoy a Gouda, tras la visita al
parque.
Al quedarnos esta noche aquí, podemos disponer de la parcela todo el día, sin andar
pendientes de horarios. Y dejar a Mateo y a Knut en la autocaravana, ya que el parque no
admite perros. Yo regresaré al camping a media jornada, para ver cómo están y sacarles a
pasear. Al final de la jornada incluso podremos quedarnos a ver el espectáculo Aquanura, sin
prisas.
El parque dispone de jaulas para perros (no hemos llegado a investigar cuántas, ni de qué
tamaño), pero creemos que ellos estarán infinitamente más cómodos en su casa (con ruedas,
pero su casa al fin y al cabo), con su cuenco de agua, el enfriador, uno acompañando al otro.
Así es que conectamos el VIESA y les dejamos entretenidos con un falso hueso de piel de
ternera. Seguramente les durará unos pocos instantes, pero nos lo ponen fácil y se dejan
sobornar…
Ya estamos en el aparcamiento de uno de los hoteles del parque cuando de repente caigo en
la cuenta que al cerrar la puerta de la autocaravana se me ha olvidado bajar el cuenco de agua
de la encimera para colocarlo en el suelo. David y Xènia regresan a la autocaravana, mientras
que Aina y yo aguardamos en el lugar, con las mochilas de todos.
El camino de acceso al parque en el que estamos tiene buen aspecto, la jardinería se ve muy
cuidada y nos decimos que de momento el nivel es equiparable al de Disney en París. Que es
nuestra referencia para comparar.
Curiosamente hay quien denomina al parque de Efteling el Disney de los Países Bajos. Aunque
también hay quien dice que Efteling sigue siendo genuinamente holandés y no ha sucumbido
al mercantilismo de Disney. Paradójicamente, durante mucho tiempo circuló un rumor (luego
desmentido) relativo a que durante un viaje a Europa en los años 50, Walt Disney se habría
inspirado en Efteling para la construcción de Disneyland en California (inaugurado tres años
después que Efteling, en 1955). En cualquier caso, la relación entre ambos parques es buena,
incluso Disney pidió consejo a Efteling relativo a la adaptación del parque americano a los
gustos europeos, cuando decidieron abrir en París.
Cruzamos la espectacular entrada. Pido que me pongan un sello en la mano para poder salir y
volver a entrar dentro de unas horas, cuando me toque ir a atender a los perros. Llevamos un
par de walkies para coordinarnos cuando nos separemos.
(Cajero automático)
Las niñas son quienes han preparado esta visita: Hace unas semanas les comenté que en un
solo día no podrían ver todo el parque, por lo que en casa estuvieron estudiando la página web
del mismo y consensuaron qué atracciones querían probar, y en qué orden. Así es que la
jornada de hoy la dirigen ellas.
Primero vamos al Vogel Rok. Yo no me atrevo a subir (pese a que no es de las más fuertes del
parque) y les espero fuera con las 4 mochilas. Nunca he sido nada valiente con todo aquello
que huela a montañas rusas ni loopings.
Después nos dirigimos al Halve Maen (media luna), un enorme columpio en forma de barco
pirata, aunque ahora ya no está caracterizado como tal. Xènia cree que es el mayor de Europa,
y efectivamente en algún momento el barco ha figurado en el libro Guinness como el mayor
barco oscilante ya no de Europa, sino del mundo, con un recorrido de 20 metros en altura y de
25 en balanceo, y una velocidad de 54 km/h, sólo apta para gentes valientes …Subimos Xènia y
yo. Por suerte cuando nos toca el turno ya están ocupadas todas las plazas de los extremos
(donde hubiera querido ir Xènia). Para mí es más que suficiente, en cada bajada noto cómo
sube el estómago …
(¿Dónde está Wally? Hay que buscar una chaqueta Red Family y una cara de susto …)
A continuación toca ir a “De Vliegende Hollander” (o el holandés volador, aunque Xènia y Aina
lo llaman la casa del pirata). Desde fuera veo que es una montaña rusa que termina en un
espectacular aterrizaje sobre el agua y prefiero abstenerme de tanta emoción. Hay bastante
cola, y esta espera se me hace muy larga. Me quedo guardando las 4 mochilas, por lo que
estoy prácticamente inmovilizada, sentada en un banco (y tengo suerte, dentro de un rato hay
todavía más gente por la zona y no queda un hueco en el que sentarse). De fondo suena una
musiquilla infinita que acaba por taladrarme, a fuerza de repeticiones.
(de fondo Joris en de Draak, y en primer plano la zambullida del Vliegende Hollander)
La siguiente atracción elegida es Joris en de Draak (Jorge y el dragón). Otra montaña rusa, ésta
de madera, y aparentemente bastante vertiginosa. Hay que hacer otra cola importante, que se
divide en dos, pues hay dos recorridos distintos. Xènia y Aina se quedan esperando (otra
novedad, la primera vez que ellas suben solas sin que las acompañemos ni David ni yo; ¡se
hacen mayores!). Nosotros nos vamos a una terraza, a tomarnos unas “frites” bajo una
sombrilla.
Nos separamos: Yo voy a la autocaravana a pasear a Mateo y Knut, y David y las niñas se
dirigen al Piraña (circuito por rápidos de agua) y al Bobbaan (un bobsleigh).
Xènia y Aina comentan que ya han probado las atracciones que más les interesaban a priori,
por lo que ahora desean repetir alguna.
Volvemos otra vez al Vliegende Hollander. Esta vez subiremos los cuatro, me animo a ir con
ellos. El primer tramo es un recorrido a pie, un tanto oscuro, por lo que sería la casa del pirata,
ambientada con todo lujo de detalles. Finalmente se llega a la zona de embarque. Se sube a
unas barcas, pero en seguida se complica el recorrido, para desvelarse como una montaña
rusa (con sus pertinentes sacudidas a las cervicales), que acaba saliendo al exterior y
aterrizando con aparatosa zambullida en una laguna (aunque no nos habríamos mojado, de no
ser por el agua encharcada en el suelo de la barca).
Xènia y Aina repiten en Joris en de Draak. Esta vez prueban el otro recorrido, de los dos que
tiene.
Estamos junto a otra montaña rusa, la Python, que cuenta con cuatro loopings. Se oyen los
gritos de la gente de forma continuada, durante el escaso rato que dura el frenético recorrido.
Xènia querría subir, pero no sola. Se ha quedado con las ganas esta mañana y vuelve a
quedarse con las ganas ahora. David no se anima, Aina tampoco (todavía…¡todo llegará!: es
cuestión de meses, supongo). Y a mí no hace falta ni que me mire …
Cambiamos de zona, para ir al Avonturen Doolhof (laberinto aventura). Las niñas lo recorren
mientras David y yo nos sentamos en una oportuna terraza y nos tomamos una cerveza y Coke.
Xènia y Aina continúan en Monsieur Cannibale (ollas giratorias) y un par de veces en el ya
visitado esta mañana Vogel Rok.
Mateo y Knut se han portado muy bien. Xènia y Aina les dan un paseo mientras yo preparo un
puré.
Mañana queremos salir temprano. Tenemos 1:15 horas de recorrido por carretera hasta
Gouda. Hacemos todos los preparativos hoy: Xènia y yo lavamos unos calcetines mientras
David vacía el químico. Hemos consumido un 25% de agua del depósito de limpias, que
rellenamos a bidones. No vaciamos grises.
Cenamos.
Palomitas: 3,90
Barritas chocolate: 2,80
Entradas: 146
Patatas, colas, cervezas, Liptons: 11,20+7,60+6,20+2
Duchas: 3
Hoy debemos madrugar, nos levantamos a las 07:00. Saco a Mateo y a Knut a dar un paseo.
En el programa de hoy figuran dos de los tópicos genuinamente holandeses: Quesos y molinos.
Salimos del camping a las 8:18, con 14,3ºC de temperatura exterior y 126.183 km. en el
marcador.
Durante la confección del rutómetro tuve dudas relativas a qué mercados de queso visitar. Los
más frecuentados probablemente sean los de Edam y Alkmaar. Pero el queso de Gouda es
muy conocido en casa, pese a que el que compramos habitualmente en el supermercado, de
producción industrial y sin ningún tipo de maduración, poco o nada tenga que ver con su
versión original, infinitamente más rica. Creí que habría que dedicar una visita a Gouda,
máxime teniendo en cuenta que casi sin proponérnoslo íbamos a estar en el lugar apropiado el
día apropiado (jueves). Sin por ello renunciar a asistir también a alguno de los otros mercados
de queso, cuya fecha nos cuadrase.
Así es que nos ponemos en marcha, hacia las coordenadas correspondientes al aparcamiento
“Klein America” de Gouda, referenciado por algunos foreros. Precisamente la esquina de la
que había tomado los datos está cerrada por obras y nos cuesta algún rodeo dar con la única
entrada que permanece abierta. A pesar de que está todo patas arriba, el aparcamiento se
puede usar perfectamente, hay bastantes autocaravanas, y todavía caben muchas más. No
alcanzamos a ver dónde se paga, y deducimos que quizás durante las obras no haya que
hacerlo. Lo que puede no ser cierto.
Nos dirigimos a pie al centro de la ciudad. En seguida llegamos al mercado del queso.
Lo visitamos por turnos. Hay tanta gente, que parece complicado meterse en el ajo con los dos
perros. Alternativamente uno de nosotros se queda con Mateo y Knut: los tenemos sujetos por
la correa a una farola. Rodeados de tanta multitud y comida esparcida por el suelo, se vuelven
locos y tiran con todas sus fuerzas en busca de eso tan rico que huele tan bien. Es difícil y
agotador llevarlos atados en corto en estos momentos.
De modo que nos convertimos en un segundo foco de atracción, son bastantes las personas
que nos preguntan detalles sobre ellos y les hacen fotos.
En muchísimas ocasiones nos cruzamos con una familia que pasea con un impresionante
leonberger. Nos hacemos fotos cruzadas de los perros. El suyo es un macho de 4 años de edad,
precioso. Aunque Knut y él no tienen buena química: se ladran y se gruñen, cada uno
marcando su territorio con decisión. Por suerte Mateo no se suma a la fiesta y permanece en
silencio. Suele ser así. A Mateo las amigas de Xènia le llaman “el señor Mateo”, por su
tranquilidad y seriedad.
Las grandes ruedas o piezas de 12 kg. de queso han llegado al mercado en carros tirados por
caballos. Se está desarrollando una subasta de quesos. Hay mucha gente mirando alrededor,
EvaV | Holanda 2013
Holanda 2013 37
pero es perfectamente posible asomar la cabeza y ver la escena, sin necesidad de haber
tomado posiciones antes del inicio de la subasta. Es decir, sin haber madrugado
especialmente.
Una chica ataviada con traje típico holandés reparte porciones de queso de Gouda entre los
presentes.
Damos una vuelta por los puestos del mercado, alrededor del vistoso ayuntamiento. En uno de
ellos compramos bollería surtida (hoy casi no hemos desayunado y nos sienta de maravilla).
Empieza a llover.
Tenemos intención adquirir algo de queso: dejamos a David al cuidado de los peludos. Las
niñas y yo nos metemos, paraguas en mano, entre el bullicio de la gente que se congrega en
los puestos de queso. Elegimos un trozo de Gouda viejo (muy sabroso), un trozo de Gouda con
tomate, y otro trozo de Gouda con hierbas.
Entramos en una tienda de deportes, nos viene como anillo al dedo: Aina ha pegado un
considerable estirón en estos últimos meses, y su chaqueta paravientos le queda
manifiestamente corta de mangas. A su vez a Xènia ya le queda un poco justa la suya. Así es
que compramos una chaqueta para Xènia, y Aina hereda la de su hermana mayor.
Pasamos frente al escaparate de una muy bien surtida tienda de quesos. Toda una tentación.
Entro a mirar (difícil no hacerlo, con lo bien colocado que está el género) y me decido por unos
quesos de color rojo intenso (con tomate), verde intenso (con basilisco) y naranja intenso, un
poco picante. Las niñas además eligen un trozo de queso mucho más fresco y cremoso.
El hambre apremia. Como no podía ser de otra forma, nuestro menú consiste en surtido de
quesos. Xènia corta porciones de todos los colores y Aina vuelve a envolver los quesos para
guardarlos. Repetimos el proceso durante algunas rondas más.
Nos disponemos para la visita. Las niñas recorrerán el camino en bicicleta. David y yo iremos a
pie con los peludos. Amenaza lluvia. Pero por suerte ya no volverá a llover por hoy.
El ambiente es bochornoso, afortunadamente el camino es absolutamente llano.
Esos 19 molinos auténticos, juntos, forman una curiosa visión. Que habría sido todavía más
especial, de haber elegido un sábado por la tarde para esta cita, pues todos ellos habrían
estado funcionando.
No iremos alcentro de visitantes, aunque parece interesante. Se ha hecho algo tarde y estamos
agotados.
Nos conformamos con pasear por el camino y hacer fotos, muchas fotos. A ratos nos cruzamos
con las niñas, que van y vienen en las bicicletas.
Empezamos a atisbar la lucha de este país por evitar que el agua inunde sus tierras. Antaño
estos molinos funcionaron como bombas de achique de agua, para drenar las tierras situadas
por debajo del nivel del mar. Se drenaron algunos lagos y marismas. El agua era reconducida
hacía los ríos (bordeados por diques) a través de una red de canales.
Mateo y Knut tienen mucha sed, les damos agua y también beben del canal.
El camping es una gran extensión verde, junto a unos pequeños canales. Tiene relativamente
pocas parcelas, de gran tamaño. Iremos viendo que es algo habitual en este país.
Nos instalamos, ponemos el suelo de Bolon. Las niñas juegan a pelota, yo peino a los perros.
Cenamos fuera. Tenemos sopa y tortilla pre-cocinada (lejos de casa sabe exquisita).
Las niñas se van a lavar los platos. Después David y Xènia pasean a Mateo y Knut, mientras yo
escribo estas líneas.
Quesos: 11,50+21,80+5,05
Desayuno: 7
Chaqueta paravientos Xènia: 60
Parking Kinderdijk: 7,50
Camping: 27
Salgo a dar un paseo a Mateo y a Knut por el dique que separa el río del polder. Es un
montículo cubierto de hierba, desde lo alto del cual disfrutamos de buenas vistas: Hacia un
lado barcos en movimiento, playas en los recodos del río, patos nadando. Hacia el otro, el
polder, recorrido por una red de muchos y pequeños canales. Y en el polder, el camping.
De regreso veo al dueño del camping encaramado a un andamio. Está pintando la fachada de
la casa, ¡menuda energí ¡
Tras el paseo, vamos a las duchas. Son obra nueva y están hechas con un gusto exquisito.
Disponen de jabón, ambientador, e incluso un cesto con revistas para leer, en la zona de
tocador.
Desayunamos y vaciamos grises antes de salir. Hay zona prevista para ello. Son las 11:06,
tenemos 22,2ºC de temperatura exterior y 126.317 km. en el marcador.
Tal como nos había anticipado Karmelo, todavía no hemos visto ninguna gran superficie de
alimentación al borde de la carretera. Ayer le preguntamos al dueño del camping dónde
podríamos encontrar algún supermercado cerca de aquí. Por lo que, siguiendo sus
indicaciones, nos dirigimos al pueblo situado a 1 km. aguas arriba. En la calle principal (no en la
carretera) hay un SPAR. Aparcamos no muy lejos, en un lugar a la sombra. Dejamos a Mateo y
Knut en la autocaravana. Necesitamos comprar un poco de todo.
Llegado el momento de pagar, no admiten tarjetas de crédito. Ahora recordamos que algo así
ya nos había pasado alguna otra vez. Por suerte hay un cajero automático justo al lado. David
en seguida regresa con el dinero en efectivo.
El supermercado tiene wifi. Así es que mientras entre David y yo colocamos la compra, Xènia y
Aina se quedan en la entrada del súper, conectadas a Internet.
Reanudamos ruta. A veces nos paramos para fotografiar el dique, el río, y el polder que queda
por debajo de la carretera, con sus casas y jardines exquisitamente cuidados.
Pagamos el billete del waterbus a bordo, en efectivo. El viaje es muy agradable. Luce el sol y
corre el aire. Estamos en la cubierta exterior de popa, donde viajan las bicicletas.
Compro los billetes para la excursión que debe mostrarnos el puerto de Rotterdam (Europoort)
desde el agua. Hay dos tipos de viaje, uno más largo que no admite perros, y otro más corto,
que sí los admite.
El de Rotterdam es el tercer puerto más importante del mundo, después de los de Shanghai y
Singapur (y por lo tanto el primero de Europa), y el primer puerto petrolífero del mundo.
Razón que es motivo de esta visita.
Subimos a bordo. Nos sentamos en la cubierta exterior de proa, debajo del puente. En cuanto
empezamos a navegar corre un viento acanalado que desaloja a bastantes turistas de esta
zona. Con los dos perros no nos resulta demasiado fácil movernos entre la gente. Nos
ponemos las chaquetas paravientos y nos mantenemos en el mismo lugar.
En algún momento pasamos por un punto señalizado como “1007”: Nos separan 1007 km. del
lago de Konstanz en Suiza, río Rhin arriba. Es curioso, el año pasado visitamos precisamente el
nacimiento del río en el Tomasee, Suiza.
Algunas cifras: La profundidad del puerto oscila entre los 8 y los 24 metros.
Después de haber navegado durante 8 km. todavía nos separan 25 km. del Mar del Norte. Al
que no se llega en esta excursión.
Navegamos junto a zonas automatizadas de containers con grúas, y por diques de reparación
de barcos.
Ya de vuelta pasamos por delante del SS Rotterdam, un barco que realizaba la travesía
oceánica hasta New York. Actualmente reconvertido en hotel, restaurante y centro de
convenciones.
Aunque ya es tarde, decidimos continuar con el plan previsto inicialmente e ir al dique que
cierra el estuario del Escalda Oriental u Oosterschelde, del que nos separa hora y media de
camino. Mala suerte, la salida de la autopista que debemos tomar en plena circunvalación de
Rotterdam está cortada por accidente (el puente que cruza sobre el río, para ser exactos) y nos
vemos obligados a retroceder 7 km. en busca de alternativa.
Cuando llegamos al Delta Park, situado en la isla artificial Neeltje-Jans, éste ya está cerrado (¡
lógico !), pero todavía podemos disfrutar de un precioso atardecer y hacemos muchas fotos.
Esta es una de las razones que nos ha traído hasta Holanda: poder admirar esta gran obra del
hombre para protegerse de los embistes del mar. Aunque sin cerrar el mar interior del todo, a
fin de preservar sus condiciones de hábitat de agua salada y su pesca (batalla que se ganó a
base de protestas públicas). De los 9 km. que el dique tiene de longitud total, 4 km. disponen
de compuertas que permanecen abiertas y sólo se cierran en caso de condiciones adversas.
Una placa conmemorativa que nosotros no llegamos a ver reza “Aquí la marea es regulada por
el viento, la luna, y nosotros (los holandeses)”
Nos llama la atención, y no será la última vez, la gran cantidad de conejos que viven en la
arena, cerca del mar, y que están tomando el fresco, espantándose (lo que les delata) al paso
de nuestro vehículo.
Me habría gustado llegar hasta el faro de Westkapelle, para contemplar el Mar del Norte
desde allí (me sedujeron las fotos de Anxeneta). Pero todavía quedan 40 minutos de
conducción y ahora ya sí es negra noche. Así es que en la primera ocasión que se presenta
salgo de la ruta, en cuanto veo anunciado un aparcamiento que da acceso a una playa.
Resulta ser un aparcamiento solitario (por lo menos ahora, de noche), gratuito entre las 19:00
y las 9:00 horas.
Aparcamos la autocaravana. David y yo vamos a dar un paseo por los alrededores. Unas
escaleras permiten subir al dique y seguir un camino que lleva a la playa. Está muy oscuro y no
continuamos.
Cenamos un poco de atún con aceitunas (hoy no puede ser fuera) y nos disponemos a dormir,
cuando llega otra autocaravana que, tras dudarlo, también se queda a pernoctar en este lugar.
Supermercado: 128,08 €
Diesel: 1,449 €/litro, 35,86 litros, 51,96 €, 126332 km.
Waterbus Alblasserdam-Rotterdam (i/v): 22+22 €
Excursión Puerto Rotterdam: 38,85
Cambio el cassette del químico por el de recambio, y doy un paso a Mateo y Knut. Hay
bastante gente haciendo footing por la zona.
Nos vamos sin desayunar, queremos buscar un lugar desde el que se vea el mar,
definitivamente nos gustaría llegar a Westkapelle.
Salimos a las 9:14, con 126.452 km. en el marcador y 19,7ºC de temperatura exterior.
Resulta ser una decisión completamente acertada. Deben ser pocos los lugares de Holanda
desde los que sea posible contemplar el mar desde dentro del coche. Siempre hay un dique
que separa el mar de tierra.
Pero en este caso un tramo de carretera cruza por encima del dique y pasa al otro lado, junto
al mar. La visión nos seduce. Tanto del faro, como del Mar del Norte, cuyas olas rompen aquí.
El agua tiene un sugerente tono verdoso, a pesar del día gris que luce ahora.
David y yo nos enfundamos las chaquetas paravientos y salimos con los perros a tomar unas
fotos. Sopla un viento fresco y constante. El olor del mar y el sonido de sus olas nos levantan el
espíritu.
Desayunamos en este lugar. Lamentamos no haber llegado anoche, habría sido una gran
pernocta. Nuevamente gracias por la recomendación, Anxeneta.
Tomamos algunas fotos más y nos desplazamos hacia una zona en la que hay una playa de
arena, con muchas autocaravanas y gente que se está bañando, pescando, hace volar cometas,
pasea en bicicleta o simplemente contempla el paisaje. El día se ha despejado. Es sábado, lo
que probablemente propicia que esté más concurrido que otros días.
Éste acabará siendo el rincón preferido de David en este viaje.
Continuamos ruta. Nos detenemos a repostar en una gasolinera en la que hemos visto buenos
precios. En ella coincidimos con un coche de época; David pide permiso al dueño para
fotografiarlo.
Llegamos al Corpus. Es un museo dedicado al cuerpo humano, en el que se viaja por el interior
del mismo. Nos parece una visita muy interesante, nos lo recomendó Vietnam. No llevo las
coordenadas muy precisas y nos cuesta un poco dar con él, pese a que lo hemos visto hace ya
un rato, se encuentra justo al borde de la autopista. Por suerte en cuanto nos aproximamos
empiezan a aparecer señales indicando el camino correcto.
Comemos unas patatas de bolsa. Paseo a los perros. Casi son las 15:00 y no hay tiempo para
una comida formal.
PERO …no hemos reservado. Es sábado, hay bastante concurrencia, y una vez en el museo nos
dicen que ya tienen todo ocupado por hoy, hasta las 19:00 horas.
Aina está decepcionada, esta visita le hacía mucha ilusión. En realidad a todos nos habría
gustado. Pero de quedarnos hasta las 19:00 romperíamos con todas las previsiones horarias
que llevamos. Así es que decidimos irnos al camping Duinrell. De esta forma aprovecharemos
la tarde.
La chica que nos atiende en la recepción del camping me advierte que éste no es un camping
normal. Lo sé, es un parque de atracciones. Quisiéramos pasar dos noches aquí, pese a no
tener reserva. Nos asignan una parcela en el NatuurKamperPlatz. Es una zona arbolada en la
que hay muchas tiendas de campaña, si bien nuestra parcela queda perfectamente delimitada
por árboles y arbustos.
Dejo a David con las tareas de instalación de la autocaravana, y acompaño a las niñas al parque
de atracciones. Damos una vuelta para que tengan una visión general, de modo que puedan
ubicar las atracciones y elegir las que les apetezca, y luego sean capaces de volver a la parcela.
El camping es un enorme complejo vacacional, se diría que una población dentro de otra.
Tiene centenares de parcelas y bungalows.
En el parque de atracciones hay mucha gente ajena al camping. Es posible el acceso, de pago,
para los visitantes de fuera. Nosotros tenemos el parque incluido en el precio de la parcela.
El lugar es la total antítesis de lo que nos seduce a David y a mí. Estaríamos encantados en
cualquier lugar idílico como el faro de Westkapelle, del que no nos hubiéramos marchado.
Pero reconocemos que aquí todo está dispuesto para aquél que quiera pasar 15 días con los
niños ocupados entre el parque de atracciones y las piscinas con toboganes, con la posibilidad
de alquilar bicicletas para ir a la playa o de paseo.
A las 18:00 horas el parque cierra y las niñas regresan. Pasan por las duchas, que tenemos
justo al lado. Resultan no estar demasiado bien. Máxime teniendo en cuenta el nivel de precios
del lugar: una ducha se encharca y la otra no tiene agua fría.
Preparamos la cena: filetes de cerdo que David asa fuera (sacamos el Camping-gaz) y Rösti.
Cenamos bajo el toldo, en algún momento han caído cuatro gotas, aunque sin más
trascendencia.
Las niñas lavan los platos después de la cena. Es la gran novedad de estas vacaciones, a la que
voy a terminar por acostumbrarme...Mientras, David y yo damos un paseo a los perros, y
aprovechamos para ver dónde está ubicado el supermercado.
Nos preparamos una infusión de “Duerme bien”. En mi caso, cubierta por una galleta de gofre
de caramelo (riquísima), que se deshace con el vapor de la infusión. Un auténtico pecado, que
ya conocía (lo compro de vez en cuando en tiendas especializadas en té), y que en Holanda, de
donde es originario el “invento”, se vende en los supermercados. Incluso en tamaño pequeño,
para el café…
Diesel: 1,369 €/l, 20,25€, 14,79 litros, 126.480 km. (9,99 litros / 100 km. en este repostaje)
Camping Duinrell, 2 noches: 134,28
Luego las acompaño a hacerse unas fotografías para el carnet del camping, que da derecho a
descuento en la piscina de toboganes, Tiki Bad. Pasamos por recepción para recortar y pegar
en el carnet las fotografías que hemos sacado en un fotomatón.
Las acompaño a la entrada de la piscina. Los menores de 12 años no pueden entrar si no van
acompañados de un adulto. Entran las dos.
El ticket abre tanto el torno de la entrada, como la taquilla donde dejarán sus cosas, y también
el torno de salida, por el que deberán pasar dentro de dos horas.
Todavía es temprano y hay poca gente, pese a ser domingo. Estoy segura de que disfrutarán
con su recién adquirida autonomía (también nosotros con la nuestra).
Pasamos por las duchas. Las correspondientes a nuestra zona no están muy bien para lo que
esperaríamos de un camping de este nivel. En cada caseta individual hay un espacio único con
WC, lavabo y ducha, sin cortinas que los separen. Nos ponemos las chanclas, y duchándonos
con cuidado cumplimos con nuestro objetivo, aunque justito.
Tras el almuerzo Xènia y Aina deciden cómo invertirán la tarde: Vuelven a la piscina.
David tropieza con una piedra mientras está sacando unas fotos y se cae. En el momento
tememos por su pie, mano y cámara. Esperamos que no tenga más que las magulladuras
propias del golpe.
Sacamos algunas fotos más. Son ya las 18:00 horas y las atracciones empiezan a cerrar sus
puertas. Nos encontramos con las niñas, recién salidas de la piscina.
Regresamos a la autocaravana, vaciamos las grises a baldes (estamos junto a los baños).
Las niñas se duchan mientras nos preparamos para cenar. Tenemos ensalada de lechuga y
zanahoria rallada. Además de pollo a la plancha con puré de manzana (otro descubrimiento
para Xènia y Aina) y patatas chips.
Mis flamantes ayudantes lavan los platos mientras David y yo recogemos toldo, suelo, etc.
para poder salir pronto mañana por la mañana.
Paseamos a los perros. David sufre una leve cojera debida al golpe. Espero que no empeore al
enfriarse la musculatura durante esta noche.
Vamos a la cama, que hay que descansar, para que mañana podamos madrugar…
Supermercado: 45,31+33,81
Fotos carnet: 5+4
Piscina Tiki Bad: 7+7
Nos levantamos a las 06:30 y arrancamos en ayunas. Las niñas se preparan un bocadillo de
Nocilla. Son las 7:39, tenemos 14,2ºC de temperatura exterior, y 126.662 km. en el marcador.
Nos dirigimos a la subasta de flores de Aalsmeer, donde llegamos poco antes de las 09:00. Se
recomienda no llegar demasiado tarde, antes de que haya finalizado la subasta.
La señora que nos expide los tickets (por cierto, Xènia ya paga como adulta en todas partes)
nos aconseja apresurarnos e ir hasta el final de la pasarela, para ver la subasta, dejando la
lectura de los paneles informativos que encontraremos a nuestro paso para después, de modo
que no perdamos tiempo.
Pero no podemos resistirnos, y no cesamos de tomar fotografías del hormiguero que tenemos
a nuestros pies, en plena efervescencia.
A nuestra derecha se encuentran las flores que hay para vender, agrupadas por lotes según sus
productores. Los carros que las mueven de un lado a otro se enganchan entre sí como vagones
de tren, y circulan a gran velocidad, serpenteando remolcados por una especie de segway
eléctrico. Hay tantos movimientos simultáneos, que suponemos que deben existir unas
estrictas normas de circulación, aunque no alcanzamos a descifrarlas. Ello explicaría que (para
nosotros de forma soprendente) no haya colisiones.
Al final de la pasarela se hallan los dos relojes de la subasta, y los graderíos de bancos donde se
sientan los compradores. En cada reloj un subastador marca un precio inicial, señala el lote de
flores, y en pantalla aparece la información relativa al mismo (cantidad mínima a comprar,
calidad, longitud del tallo, productor, especie, foto, país de procedencia, y una vez comparado
el lote aparecen también el nombre del comprador y el precio por unidad). Es una subasta a la
baja.
Los compradores esta noche han estado examinando muestras aleatorias de las flores, a fin de
ver su calidad.
Un tramo más adelante hay otros dos relojes de subasta, aunque en éstos no hay flores físicas,
sólo se muestra la información de los relojes. Es la virtualización, la misma que permite que se
realicen también compras por Internet.
A continuación el pasillo elevado gira en redondo, y lo que ahora nos queda a la derecha son
los carros de los compradores, donde se recogen las flores que éstos han ido comprando.
La magnitud de todo ello es absolutamente espectacular. Todo sucede muy aprisa, para
preservar la frescura de las flores.
Finalizada la visita regresamos a la autocaravana. Hasta las 13:30 horas no podremos entrar en
el camping Gaasper, por lo que disponemos de 3 horas de tiempo. Decidimos irnos a
desayunar a Zandvoort, población costera con muchas dunas, a cuya playa acuden los
habitantes de Amsterdam.
Pasamos muy cerca del aeropuerto de Schiphol, y vemos algún avión muy de cerca.
Ya en Zandvoort encontramos atasco para entrar en la población. Llegamos al lugar que unos
carteles indican como “playa sur”. En realidad estamos ante unas grandes dunas, y la playa se
adivina bastante más lejos. No nos aproximamos a ella. Me limito a meter una moneda en el
parquímetro y pasear a los perros. Luego desayunamos todos, perros inclusive.
Emprendemos el regreso, pasando por barrios con mansiones imponentes. Sin haberlo
previsto cruzamos por Haarlem, y finalmente llegamos al camping, donde diligentemente
están acomodando uno por uno a todos los vehículos que estamos haciendo cola para entrar.
Tenemos reserva para 5 noches. Quizás esta sea la causa, nos asignan una parcela enorme.
Vemos otras mucho más pequeñas. Un señor en bicicleta nos acompaña hasta la parcela. Nos
ruega que no coloquemos alfombras en el suelo, para preservar el buen estado del césped,
que está precioso.
Nos instalamos, nos comemos un plátano por cabeza (no hemos almorzado), y salimos raudos
hacia Amsterdam. No sin antes detenernos en la recepción del camping, donde compro 8
fichas para las duchas y 4 pases de transporte válidos para 96 horas.
La línea de metro que debía llevarnos hasta la estación central está en obras. Así es que
debemos coger un metro, transbordar a otra línea de metro, y finalmente tomar un bus
lanzadera que recorre el tramo de metro que no está operativo. En el primer tramo el metro
circula por algunos barrios marginales, con mucha inmigración, aunque apreciamos orden y
tranquilidad. Los perros están autorizados, no obstante a algunas personas (mayoritariamente
de color) no les gusta estar demasiado cerca suyo.
Ya en la estación central buscamos sin encontrarla la línea roja de cruceros del canal, que llevo
elegida desde casa. Empezamos a andar, pasamos por delante de la biblioteca, y llegamos al
museo Nemo.
Dejamos pasar el rato haciéndonos fotos ante unos barcos de vela, hasta el horario previsto
para la llegada del bus acuático, el de la línea roja.
El patrón no acaba de estar convencido de dejarnos subir a bordo con dos perros tan grandes,
pero acaba accediendo. Ellos se portan muy bien, se pasan todo el trayecto tumbados en el
suelo. En las paradas les hacemos levantar, para facilitar la entrada y salida de pasajeros sin
que se sientan intimidados por su presencia.
Nos encanta este primer contacto con la ciudad, es la hora dulce, todo está tomando un
precioso reflejo dorado, hay mucha vida al aire libre, las casas son preciosas. Dan ganas de
quedarse a vivir aquí, hay multitud de casas flotantes, algunas se ven francamente bien.
Por megafonía nos cuentan que los canales tienen 3 metros de profundidad: un metro de
agua, uno de barro y otro de …!bicicletas¡ Cada noche abren las compuertas de las exclusas
para limpiar el agua de los canales.
Esta línea de cruceros navega enlazando varios museos en su recorrido. Acabamos llegando de
nuevo a la estación central.
Tenemos hambre, son las 18:00 horas. Habríamos querido subir al restaurante de la biblioteca,
como relata Karmelo en su blog. Pero no admiten perros. Así es que nos quedamos en la
terraza de la calle, al aire libre. Nos tomamos unas bebidas y unas porciones de tarta.
Las niñas sí suben al restaurante de la biblioteca, a fin de contemplar las vistas y hacerse unas
fotos. Después las imitamos David y yo, vamos por turnos. Y finalmente, ellas repiten.
Conversamos con mucha gente a cuenta de los perros. Descubrimos que muchos han tenido
Boyeros de Berna, o bien conocen a alguien que los tiene.
Y finalmente regresamos al camping: Bus lanzadera 59, 2 estaciones de la línea de metro 54, y
unas cuantas de la línea 50.
Llegamos a la autocaravana a las 21:45. Cenamos sentados alrededor de la mesa exterior (nos
apetece mucho pisar césped tras tanto asfalto), unos patés, patatas y paella pre-cocinada. En
casi silencio, pues a las 22:00 debemos observarlo.
Y nos retiramos a dormir, después de este primer encuentro con Amsterdam. Para mañana nos
espera un día muy intenso.
Diesel: 1,335 €/litro, 31,06 litros, 41,47 €, 126.717 km (13,11 litros / 100 km. en este repostaje)
Entradas subasta flores Aalsmeer: 21,50
Parking Zandvoort: 1
Camping Gaasper (5 noches): 208,75
4 bonos 96 horas transporte: 84
Duchas camping (8 fichas): 6,40
Barca canales Amsterdam: 50
Refrescos y tarta: 15,15
Pasamos por las duchas del camping. Están razonablemente limpias, máxime teniendo en
cuenta la gran cantidad de personas a las que dan servicio. Este bloque sanitario está situado
precisamente junto a una zona atestada de tiendas de campaña, muy poblada.
Después de un delicioso Nespresso, les damos a Mateo y a Knut su desayuno, y preparamos las
mochilas con agua, ropa y, ¿cómo no? las entradas para el museo Van Gogh, que compré
anticipadamente por Internet para evitar las largas colas de espera. También pueden
comprarse en el camping, en una oficina de turismo, etc.
Aina en casa se estuvo preparando muy bien la visita al museo, y le hará de guía a David. Sus
entradas son para las 13:00 horas. Mientras, Xènia y yo les esperaremos fuera. Nos quedamos
al cuidado de Mateo y Knut. Nuestro turno es para dentro de dos horas
Nosotras aprovechamos para hacernos unas fotos (mejor dicho, para que yo le haga unas
“pocas” fotos a Xènia), primero bajo un arco en el que se lee “Amsterdam 2013”, luego frente
a las letras “I Amsterdam”, situadas en la parte trasera del Rijksmuseum, donde una multitud
de gente hace lo propio. Muchos no pierden ocasión para hacerse fotos con Mateo y Knut,
unos piden permiso y otros disimulan. Algunos nos preguntan por su raza.
(foto Eva)
Luego nos sentamos en una terraza próxima, donde nos tomamos unas salchichas de Frankfurt
y unos refrescos, que harán las veces de almuerzo.
Finalmente nos acomodamos en una enorme pradera. En el Kindle llevo un par de guías de
Holanda. Leemos el tour guiado al museo Van Gogh. Incluye la biografía de Vincen Van Gogh,
relacionando cada etapa de su atormentada vida con la correspondiente a su pintura. También
contiene un estudio bastante detallado de casi una veintena de cuadros.
Finalizada la lectura, nos colocamos en la cola correspondiente, en el mismo punto donde hace
un par de horas hemos dejado a David y Aina. En ese momento recibimos la llamada telefónica
de David, viene a relevarnos. Aina y él se llevan a los perros. Irán a almorzar a una terraza, bajo
el atento interés de los camareros por los peludos.
La cola no se mueve un solo milímetro hasta unos pocos minutos pasadas las 15:00 horas.
Entramos todos a la vez. Hay que dejar las mochilas en consigna y pasar por un detector de
metales.
Seguimos el orden de la visita tal y como lo hemos leído en la guía, aunque algunas pinturas se
hallan en lugares distintos a los previstos. Admiramos las obras más relevantes y pasamos un
poco más deprisa ante el resto.
Una hora y cuarto después estamos listas, vamos al aseo y a recoger las mochilas.
Salimos, nos reencontramos con David y Aina. Ahora es el turno del muy cercano Coster
Diamonds, museo perteneciente a una fábrica de talla de diamantes, donde también
entraremos en turnos de a dos.
(foto Xènia)
En la tienda hay algunas piezas de precios descomunales, con tallas espectaculares de
muchísimas caras. Poco a poco se suceden salas con piezas de precios más asequibles, hasta
llegar a la tienda de souvenirs.
Salimos del museo. Cruzamos la calle con cuidado, ya que tan pronto aparecen tranvías como
bicicletas. En Amsterdam son, según vamos advertidos por la guía, los auténticos peligros
silenciosos para el peatón despistado.
Las niñas (y después también David y yo) se hacen unas fotos en el cartel “I Amsterdam”.
Emprendemos a pie el regreso hacia la estación central, rehuyendo los apretones del tranvía
de esta mañana. Pero sobre todo, porque nos apetece apreciar los mil y un detalles y la
atmósfera de las calles y canales de Grachtengordel. Para mí, es el tópico de Amsterdam, su
esencia.
(foto Aina)
(foto Aina)
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Holanda 2013 83
Reanudamos camino junto al canal, observando no sin cierta envidia los barcos vivienda.
Nos llama la atención una curiosa tienda de semillas de cannabis. Aunque no debiera
sorprendernos, ésta es una ciudad abierta y liberal, ordenada y tolerante. Maravillosa.
Una vez en la autocaravana preparamos la mesa para cenar fuera: Tenemos ensalada con
zanahoria rallada, rollitos de carne a la plancha y patatas chips con apfelmus (ese gran invento
no sabría decir si alemán u holandés…).
Les damos su cena a Mateo y a Knut, enriqueciendo el pienso con unos huevos, ya que estos
días no les estamos dando dieta casera.
Voy a comprar pan, croissants y alguna cosa más al supermercado del camping.
Desayunamos en la mesa exterior. David y yo nos preparamos un rico café y Aina un Cola-Cao.
Mientras las niñas peinan a los perros y yo lavo los platos, David prepara las mochilas.
En el autobús 59 entablamos conversación, a cuenta de los perros, con una familia de Tel-Aviv.
Es su primer día en Amsterdam y nos consultan acerca de la parada correspondiente a la
estación central, que precisamente es la última de esta línea. Nos preguntan muchísimas cosas
sobre los perros. Quieren saber si podrían vivir en su país, donde soportan temperaturas de 30
grados centígrados con máximas de 40. Creemos que poder, seguramente podrían, pero de
forma sostenida nos parece un poco excesivo para los peludos. Nos despedimos de la familia
con gran cordialidad.
Eludimos tomar tranvías por lo llenos que van a estas horas. Nos aproximaremos a nuestro
destino a pie: No está lejos de la estación central y nos apetece el paseo.
Hoy visitaremos el museo Madame Tussauds. Concesión hecha a Xènia por no haber viajado a
Escocia, con parada en Londres, donde le había prometido visitar el famoso museo. Gracias,
Capitan Tan, por habernos revelado que en Amsterdam también había uno, precisamente
cuando empezábamos a preparar este viaje ¡
Igual que ayer, llevo compradas las entradas de antemano, para evitar colas. Aunque en éstas
no figura hora de visita, como sí sucedía ayer. También compré la guía del museo, incluida en
un paquete que me pareció ventajoso, formado por 4 entradas y 1 guía. Aunque
constataremos que la guía no nos aporta nada durante la visita. En todo caso, puede ser un
recuerdo tras la misma.
Debemos hacer algo de cola, aunque menos que si no lleváramos las entradas en mano. Se ha
acumulado el pasaje de un autocar, todos con entrada pre-pagada. El proceso de admisión es
lento, ya que en el vestíbulo nos van haciendo (por familia) una foto con Barak Obama.
En seguida nos codeamos con miembros de la Familia Real holandesa, políticos, actores,
cantantes, deportistas, científicos y artistas diversos.
Es divertido, se puede gesticular con ellos, tomar un café con George Clooney, pedalear ante
Lance Amstrong, hacerle un saque a Rafa Nadal, posar junto a Mona Lisa, o mantenerse en
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precario equilibrio al borde de la cornisa de un edificio, junto al hombre araña. Hay quien se
hace fotos con mucho acierto y mucha gracia.
Nos quedamos a cargo de Mateo y Knut. Muchísima gente les hace fotos abiertamente,
pidiendo permiso o no. Una de las personas que nos pregunta por ellos vive en Gales, aunque
ahora está desplazado, trabajando en Amsterdam. En casa le esperan su esposa y un Boyero
de Berna de la edad de Knut. Saca una foto de los perros y se va, suspirando por reencontrarse
con el suyo.
David y Xènia regresan, tras una sesión fotográfica tan extensa como previsible…
Ahora es el turno de la visita al Barrio Rojo. Guardamos las cámaras por precaución. Aunque
hemos leído que durante el día podemos hacer esta visita con total tranquilidad. Como así
será. Nada que las niñas no puedan asimilar, les hemos dado una explicación previa de lo que
van a ver.
Pasamos por delante de una condonería, por detrás de la iglesia vieja, y por unas callejuelas en
las que hay neones rojos y algunas chicas en los escaparates. Continuamos el recorrido por
delante de la iglesia, siguiendo las indicaciones hacia la estación central, antaño puerto de
Amsterdam, por lo que ésta era la zona portuaria.
Entramos en el barrio chino, que pese a no ser de las dimensiones del que visitamos en
Vancouver, tiene su encanto.
El camino de regreso lo hacemos por unas calles en las que Xènia vio ayer, desde el tranvía,
una sudadera que le gustaría como souvenir, en sustitución de la ya clásica camiseta que
habitualmente nos traemos como recuerdo. La acaba encontrando. Aina se suma a la “opción
sudadera”.
Continuamos andando por una calle muy comercial, en la que abundan las franquicias de ropa
y las tiendas de recuerdos. Compramos unas postales y finalmente llegamos a la estación.
…En pocos minutos no se oye un alma, ni humana ni perruna. Sólo quedan unas cuantas
“zetas” flotando en el ambiente.
Hoy desayunamos de pie, sin poner la mesa, ya que necesitamos de ese precioso tiempo para
poder realizar las varias visitas previstas para el día. Así es que nos tomamos los croissants,
cafés y cola-caos sin mucho protocolo.
El trayecto del bus 59 se nos hace muy largo. El conductor tiene que bajar varias veces a cerrar
la puerta del compartimento motor, que se abre en marcha.
Conversamos a cuenta de los perros con unos italianos, estos trayectos dan para mucho…
Ya en Central Station tomamos el tranvía 17. Por suerte no va tan repleto como el 2 anteayer.
Bajamos en Westmarket, para aproximarnos al Houseboat Museum, un barco amarrado al
canal Prinsengracht. Estuvo habitado hasta el año 1997 y ahora puede ser visitado.
Primero entramos Xènia y yo. Luego lo harán David y Aina, que ahora se quedan a cargo de
Knut y Mateo.
En la proa hay una sala y dos habitaciones donde podían dormir 2 adultos y 2 niños.
A continuación está la cocina, y luego el salón, en el que destaca una estufa de leña.
(foto Xènia)
EvaV | Holanda 2013
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En popa se exhiben algunas fotos de barcos vivienda en venta. Los hay de dos tipos. Unos son
barcos de hierro, que hay que llevar a revisar y acondicionar cada 3 años. Otros son de
hormigón y no necesitan revisiones.
El barco paga impuestos por estar amarrado, unos 500€ anuales. Además de los suministros:
agua, luz, teléfono, cloaca. Se pueden ver las canalizaciones de dichos suministros en el
exterior del barco.
En popa se proyectan unas diapositivas relativas a la vida en los barcos. Quedo impactada con
una imagen de los canales y barcos bajo la nieve.
Llevamos impresa la página de internet del museo, y gracias a ello nos obsequian con un par
de postales.
Realizada la visita, caminamos a lo largo del Prinsengracht para dirigirnos a la casa de Anne
Frank.
No perdemos ocasión de admirar otros barcos vivienda, las preciosas fachadas de los edificios
que dan al canal, y un curioso escenario que se está montando dentro del canal ¡
Llegamos a la casa de Anne Frank temprano. Tenemos entradas con hora concertada.
Hay que hacer tiempo. Leemos la visita guiada en mi e-book.
Xènia y yo nos vamos a almorzar a una terraza próxima. Los perros se colocan debajo de la
mesa y pasan totalmente inadvertidos.
Amenaza lluvia aunque no lo hará, solo chispea un poco.
Elegimos hamburguesa o croquetas según el gusto. También pedimos agua para los perros.
Cuando ya nos decidíamos a abandonar el lugar aparecen David y Aina y nos relevan en la
mesa. Es su turno de almuerzo, y el nuestro de visita.
Xènia y yo entramos en la Casa de Anne Frank por la puerta de tickets pre-pagados. Nos
ahorramos toda la cola, que es considerable. Le cuento al chico que controla las entradas que
somos una familia de 4 miembros y 2 perros. Que las otras dos personas ya han terminado su
visita y ahora se quedan con los perros en nuestro lugar. Le pregunto si podemos entrar
nosotros, aún siendo una hora antes de la hora prevista. Nos dice que sí.
Vemos un video introductorio, pasamos por las salas correspondientes a las oficinas y almacén
de Opekta, la empresa de Otto Frank, el padre de Anne.
Entramos por la puerta secreta que lleva a la casa anexa o habitaciones de atrás, donde
durante 25 meses permanecieron escondidas las 8 personas en pequeñas habitaciones, con las
ventanas cubiertas por cortinas negras, sin salir al exterior ni hacer ruido en las horas en las
que funcionaba el taller. Todo ello fue posible gracias a la ayuda de otras 4 personas, que les
suministraban comida y noticias del exterior.
Todo ello es una muy triste historia que remueve conciencias. Como guinda me quedo con la
frase en la que Anne desea que algún día todo esto termine, dejen de verla como judía, y la
vean como persona.
Al pasar por la tienda, compramos el diario de bolsillo en castellano. Tanto Aina como Xènia
quieren leerlo.
Nos reencontramos con David y Aina. Nos hacemos unas fotos frente a una estatua de Anne
Frank situada al otro lado de la West Church.
Continuamos andando hasta el canal Singel. Nos dirigimos al mercado flotante de flores.
Nos cruzamos con otro boyero de Berna. Aunque su dueño, al verme con los dos, no se
aproxima a nosotros, lo que es muy prudente dado el gentío.
Los puestos de flores todavía están abiertos. Son grandes, repletos de color, hay muchos
bulbos para plantar. Me llama la atención un “Cannabis Starter Kit”.
Las niñas se compran su último (seguro???) deseo (tienen dos concesiones anuales): Aina opta
por un bolso de Amsterdam, y Xènia por una camiseta.
Unos puestos más abajo ayudan a David a elegir nuestro nuevo imán de nevera, un precioso
conjunto de 3 casas de Amsterdam. Yo me quedo un tanto retirada de la escena, con Mateo y
Knut, sentada en un banco. El señor que está sentado en el banco contiguo me muestra fotos
de su boyero ¡!!
Tomamos un tranvía para volver a Central Station, donde continuamos en el bus lanzadera 59
y en los dos trayectos de metro.
Llegamos agotados al camping.
Cenamos sopa de guisantes y verduras (me encantan estas sopas preparadas holandesas),
junto con las salchichas recién caducadas y la salsa típica (están riquísimas, mañana debo
decírselo al encargado del supermercado), todo ello acompañado de ensalada.
Las niñas lavan los platos en el lavadero del camping, y nos preparamos unas infusiones o cola-
cao según el caso, antes de irnos a dormir.
Hemos alcanzado el Ecuador del viaje. Toca zafarrancho a bordo, cambio de sábanas y alguna
otra ropa de casa.
No iremos como cada día hasta Central Station. Bajaremos del autobús 59 en Waterlooplein,
antes de llegar al término de línea. Queremos visitar el Hollandsche Schouwburg, teatro
holandés, rebautizado como teatro judío durante la ocupación alemana.
Situado en un barrio con bastante población judía, acabó siendo centro de deportación de
judíos durante la segunda guerra mundial. Para muchos, ésta era la última etapa antes de ser
deportados a los campos de trabajo, preludio de los campos de exterminio.
Primero entramos Aina y yo. Hacemos un donativo y pasamos a la zona ahora vacía donde
estuvo el escenario, presidida actualmente por un obelisco memorial. Tal como describe la
guía, el lugar transmite muchos sentimientos con muy poco “decorado”.
Después entramos en una sala en cuyas paredes se han grabado los apellidos de las 6.000
familias correspondientes a los 104.000 judíos que fueron asesinados en Amsterdam y
alrededores.
(foto Aina)
Y finalmente subimos a la planta superior, donde se exponen fotografías y videos relativos a la
vida de los judíos durante aquel periodo, cuando se les obligaba a lucir una estrella amarilla a
modo de distintivo, y se les prohibía entrar en algunos comercios. Hasta que llegaron las
deportaciones y las cartas de despedida que algunos de ellos arrojaban desde los trenes de la
muerte.
Después entran David y Xènia. Mientras, Aina y yo esperamos fuera, contemplando el edificio
de enfrente, una guardería infantil cuyas cuidadoras salvaron a muchos niños judíos de una
muerte segura subiéndolos furtivamente en tranvías, aprovechando el momento en el que
algún camión les ocultaba de la mirada alemana.
Finalizada la visita, tomamos una combinación de dos tranvías, y llegamos sin esperarlo a un
gran mercado callejero situado en el barrio latino “De Pijp”. Con unos 260 puestos en los que
se vende tanto comida fresca como ropa, bisutería, flores o joyas. Se trata de uno de los
mercados callejeros más grandes de Europa (y el mayor de Holanda) según leeremos después,
con algo más de cien años de historia a sus espaldas.
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El edificio antiguamente había sido una iglesia. La barra está forrada de latas de conserva, y la
decoración es muy especial.
Aina pide unas costillas de ternera, Xènia unos calamares, y David y yo unos combinados con
todas las especialidades (rollo de primavera, alitas de pollo, salchichas, hamburguesas, humus,
salsas de yogur y berenjena, etc.). También pedimos agua para los perros.
Salimos muy contentos, hemos comido muy bien a un precio muy razonable.
Recorremos otro sector del mercado callejero, y en seguida llegamos a Heineken Experience,
nuestra siguiente visita.
El recorrido nos muestra el origen de la marca, las sucesivas generaciones de Heineken, los
ingredientes, los antiguos alambiques en los que fermentaba la cerveza, las cuadras con los
caballos que tiraban de los carros de reparto, una película interactiva realmente buena, y
varios juegos, hasta llegar a la degustación, que puede llevarse hasta la sala anexa para
disfrutarla mientras se contemplan diversos spots publicitarios de Heineken correspondientes
a los últimos años.
(foto Xènia)
Luego, más juegos electrónicos, una zona con tumbonas desde las que se pueden contemplar
en total relax algunos spots publicitarios más y de repente … miramos el reloj y ya son las
17:40 ¡!. Nos apresuramos en finalizar el recorrido, obviando el bar y su consumición gratuita,
a fin de que Aina y David puedan entrar.
Dejo a Xènia fuera con los dos perros mientras yo entro un momento a la tienda, ya que
desearía que mi camiseta de estas vacaciones fuese Heineken.
Ya con mi nueva camiseta bajo el brazo salgo de nuevo, y junto con Xènia cruzamos al otro
lado del canal. Nos sentamos en el césped y nos dedicamos a ver la vida pasar. Hay muchos
barcos listos para el paseo y cena nocturnos de hoy.
Cuando David y Aina finalizan con su turno de visita (David también sale con su camiseta nueva
bajo el brazo) nos dirigimos al ayuntamiento.
Cruzamos Rembrandtsplein y nos asombra la cantidad de gente que se congrega allí en esta
tarde-noche de viernes. No se parece en absoluto al ambiente que reinaba en el lugar cuando
hemos pasado por aquí este mediodía.
En los canales también hay mucho movimiento de embarcaciones. En uno de ellos hay una
fiesta no sabemos si de “barrio” o si tipo carnaval: una barcaza a modo de carroza disfrazada
lleva una gran paella de arroz a los comensales que aguardan en tarimas flotantes.
Continuamos a pie hasta el ayuntamiento y dejamos que caiga la noche, nos apetece tomar
fotografías de los canales con su iluminación nocturna.
Hay muchos barcos navegando, entre los que se cuentan despedidas de solteros, los que salen
a tomar algo, a cenar en el barco, los que llevan barbacoas de un solo uso a bordo, etc.
Las niñas y yo cenamos algo de empanada. Los perros también cenan. Todo ello con sigilo,
dentro de la autocaravana, pues ya son las 23:00 horas; la hora de silencio ha empezado a las
22:00.
Nos retiramos extenuados a dormir. Hemos tenido que dejar algunas cosas en el tintero, pero
nos llevamos un muy buen recuerdo de esta ciudad animada, respetuosa y liberal.
Supermercado: 34,25
4 tickets 1 hora transporte: 4x2.80=11.20
Entrada Hollandsche Schouwburg (donativo): 10
Almuerzo en restaurant Bazar: 59.70
Entradas Heineken: 14+15+16+0
Camisetas Heineken: 24.95+19.95
Nos duchamos, toca lavado de cabeza. Los 5 minutos de la ficha son un tanto justos para
enjabonar y aclarar el pelo. Me pregunto cómo lo consiguen las niñas con sus melenas.
Paso por el supermercado, compro pan, croissants y alguna otra cosa más.
Desayunamos, peino a los perros. Las niñas les dan el desayuno y se los llevan a pasear
mientras David y yo nos tomamos el café y recogemos.
Vaciamos y llenamos aguas.
En recepción me devuelven el DNI y me facilitan la ficha para salir del camping.
Atrás dejamos Amsterdam y nuestros trayectos en metro y en el bus 59, que ya formaban
parte de nuestras rutinas más arraigadas, como si lleváramos una vida haciéndolo …
Vamos en dirección al dique de Houtribdijk, construido sobre el Zuiderzee. Con sus 27 km-
conecta Lelystad y Enkhuizen. He leído que al no ser de doble carril como su hermano mayor,
el Afsluitdijk (que cierra el IJsselmeer más al norte), ofrece mejor visibilidad y permite ser más
consciente de estar rodando sobre un dique que separa dos mares.
Circularemos por el dique en trayecto de ida y vuelta. No nos quedaremos en la orilla oeste
(Enkhuizen), puesto que queremos hacer coincidir la visita a esa zona con los días semanales
de algunos mercados de queso, ya regresaremos por allí dentro de unos días.
David conduce durante el trayecto de ida por el dique. Nos turnamos para el regreso, de forma
que él pueda tomar fotos.
Justo tras cruzar el puente levadizo que permite el paso de barcos hacia Lelystad, éste se
levanta. Estamos aparcados en las inmediaciones, observando las compuertas. Contemplamos
toda la maniobra del puente.
En el camino de regreso cruzamos por debajo de un canal navegable. Es uno de los aspectos
que más nos sorprende de este país, ver mástiles de veleros en los lugares más insospechados,
con frecuencia en lo que parece plena campiña (cruzada por canales, ¡ claro ¡).
De nuevo en Lelystad, nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, creyendo erróneamente que
en esa zona encontraremos el Museo del Patrimonio de las Nuevas Tierras (Nieuw Land
Erfgoedmuseum).
La ciudad es muy nueva. Tiene la misma edad que David y yo. Y nos sorprende su gran
extensión.
EvaV | Holanda 2013
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El museo se encuentra en las afueras, cerca del dique, junto al outlet Batavia Stad. Nos cuesta
un poco dar con la entrada al aparcamiento desde el punto del que venimos. Primero pasamos
junto a un aparcamiento de larga duración que se paga por días, para acabar llegando al
aparcamiento correspondiente al outlet, cuyo precio es de 3€ por jornada, y en el que
coincidimos con alguna otra autocaravana.
Son las 15:00 horas, queremos visitar el museo y todavía no hemos almorzado. Decidimos
dejar a los perros en la autocaravana. Si los lleváramos con nosotros no tendríamos tiempo
para visitar el museo en dos turnos de dos personas, mientras las otras dos almuerzan en
algún lugar, al cuidado de los perros.
En el suelo, frente a la entrada del museo, hay una impresionante pintura en 3D muy bien
ejecutada, con un espectacular efecto de perspectiva, en la que Aina y Xènia se hacen unas
cuantas fotos.
Entramos en el museo.
Vemos la versión inglesa de una película dedicada al ingeniero Cornelis Lely, quien diseñó los
trabajos del Afsluitdijk para cerrar el IJsselmeer, convirtiendo el mar del sur en un lago de agua
dulce, y de esta forma evitando las recurrentes inundaciones que se venían sufriendo.
Él no llegó a ver su proyecto finalizado, ya que se prorrogó durante 100 años, aunque sí lo vio
empezar.
El proyecto, además de incluir la construcción de los actuales diques de cierre del IJsselmeer,
también incluía la ganancia de nuevas tierras al mar construyendo nuevos polders.
Cornelis Lely sostenía que era mucho más pacífico ganarle esas tierras al mar que disputárselas
a otros países.
Las niñas se hacen fotos ante algunas vitrinas, y David y yo acabamos de ver el museo, aunque
no hay nada (salvo la película) traducido al inglés. Nos quedamos con las ganas de comprender
mucho más que lo que puedo intuir por algunas similitudes entre los idiomas holandés y
alemán.
Las niñas pasan mucho rato jugando en el teatro del mar, unos canales por los que hay
corriente, compuertas, sacos y piezas para construir diques. La imaginación al poder, para el
juego no necesitan para nada interpretar las instrucciones que están en perfecto holandés.
Para nosotros hay un antes y un después de esta visita. Nos ha resultado muy didáctica para
comprender la lucha titánica de estas gentes contra los azotes del mar, y la determinación con
la que han construido y diseñado su propio país mediante diques, polders y canales. Como leí
en una guía, Dios hizo el mundo y los holandeses, Holanda.
Al salir del museo damos una vuelta por el outlet. Es la primera vez que las niñas visitan uno,
por lo que se quedan sorprendidas al ver juntas tantas tiendas de ropa de marca.
Nos sentamos en una terraza situada a la salida del outlet, donde nos tomamos unas
hamburguesas o croquetas y unas cervezas o refrescos según el gusto.
Unas fotos más y regresamos a la autocaravana, donde los perros nos dedican un recibimiento
especial ¡!!
A la salida del outlet nos encontramos con la que creo que es la primera de muchas rotondas
genuinamente holandesas, que tienen una mediana entre los dos carriles, de forma que al
entrar hay que saber qué salida interesa, para tomar el carril correcto.
Conducimos por estas tierras reclamadas al mar, y nos parece asombroso que todo ello haya
sido diseñado a lapicero, sobre plano: Dónde colocar los canales, los pueblos, los campos, los
animales…
Continuamos hasta Schokland, una antigua isla que quedó integrada en el polder, y que figura
en la lista del Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO. Muestra la lucha del pueblo
holandés contra el mar.
Hemos llegado tarde y está cerrado. Caminamos un poco por las afueras, y aunque este
aparcamiento sería un buen lugar para la pernocta, desistimos de visitar este lugar mañana, ya
que tenemos otras visita estrella en el tintero.
Por lo que nos vamos en busca de algún mini-camping cercano. Que resulta ser el De
Kattewaard en Kampereiland. Les queda exactamente una plaza libre: El propietario saca su
autocaravana del terreno para que nosotros podamos entrar con la nuestra.
A los pocos minutos de nuestra llegada empieza a llover y a soplar el viento, por lo que
cenamos dentro de la autocaravana. Sin poder disfrutar de este entorno pastoril, con vacas,
caballos, cabras, gallinas, campos y canales.
Tras la cena, saco a pasear a los perros, aunque está muy oscuro en las afueras de la granja.
Los perros huelen otros animales (debo creer que domésticos), y yo no me extiendo
demasiado. Tampoco me siento cómoda merodeando a oscuras por las afueras de la casa.
Las niñas se van a lavar los platos. David y yo nos preparamos una infusión.
Tras una pequeña lucha con un montón de insectos que nos han invadido, nos retiramos a
dormir.
El VIESA cumple su función: llueve otra vez y no queremos que entren más bichos que los que
ya estamos a bordo …
Supermercado: 23.75+5.90+2.80
Merienda: 30.30
Aparcamiento Batavia Stad: 3
Entradas museo: 19.30
Camping: 20
No ha dejado de llover en toda la noche, pero no hemos oído ningún otro ruido, en particular
ningún motor de coche… Qué contraste con la estancia en Amsterdam, allí estábamos cerca de
alguna vía rápida, con tráfico a todas horas…
Salgo a dar un buen paseo a los perros. A un lado tenemos un prado con vacas, en el otro hay
dos ponis. Evito acercarme al prado con ovejas que hay más adelante (demasiado estímulo
para ellos) y tomo un desvío, así tendremos vacas a ambos lados. El entorno es bucólico. Ha
cesado de llover. El cielo todavía está gris, pero el paseo es muy agradable.
Le compro unos huevos de gallina a la dueña de la granja. Sólo le quedan 5. Me los llevo y
deposito en dinero en un frasco de cristal que ha dispuesto a este efecto para que nos auto-
sirvamos de huevos, mermeladas y otros productos caseros.
Cerca de las duchas hay un cercado con dos cabras chiquitinas. El lugar es hermoso. No deja de
sorprendernos la calidad de vida de este país.
Nos tomamos un café, las niñas lavan los platos y recogemos para irnos.
Salimos a las 12:00, con 17,3ºC de temperatura y 126.931 km. en el marcador.
Recorremos estas tierras llanas, enormes, ganadas al mar. Desde que somos conscientes de
que han sido “creadas” por la mano del hombre, admiramos el esfuerzo y determinación de las
gentes que han trabajado en ello.
Bajamos con los perros para ver qué ambiente hay, y de esta forma valorar si cogemos las bicis
o bien si debemos dejar a los perros en la autocaravana.
Nos asomamos a un canal con terrazas de bares y restaurantes, y muy transitado por barcas
eléctricas. Por el margen pasean bicicletas y gente a pie. Luce el sol. Es un espléndido mediodía
de domingo.
Decidimos entrar a pie por un callejón y llegamos a lo que nos parece un laberinto de canales,
casas con tejado de brezo, y jardines.
Parece un concurso, todo está tan cuidado que no parece real, sino parte de un decorado de
cartón piedra de algún parque de atracciones.
En una de las casas se alquilan barcas eléctricas, en las que cabríamos los seis. Nos decidimos,
y elegimos el circuito circular de dos horas, que permite recorrer el canal principal de
Giethoorn, y combinarlo con un circuito “naturaleza”.
Todas las barcas desfilamos en comitiva por el canal central, admirando las cuidadas casas
junto a las que vamos pasando, con unos impecables jardines.
A partir de un cierto punto el canal se descongestiona un poco, al separarse los distintos tipos
de circuitos.
Los perros se están muy quietos, aunque nada más subir a la barca nos hemos llevado un buen
susto cuando Knut se ha levantado bruscamente al ver uno de los muchos patos que hay en el
agua. Cualquier movimiento se nota mucho. A veces se incorporan, aunque por fortuna, sin
sobresaltos.
A ratos lleva la barca David, y a ratos Aina, que lo hace muy bien. Ambos viajan en popa.
Xènia va de “sirena” o mascarón de proa, con Mateo. Yo voy en mitad de la barca, con Knut.
Después de cruzar el lago entramos en un circuito balizado de canales por entre cañizares y
bosque.
Nos llama la atención ver dos barcas vendiendo helados en mitad del lago. Una de ellas lleva a
remolque unos cuantos kayacs. Claro, ¡mientras se están comiendo el helado, no pueden
remar¡
Volvemos a entrar en el canal principal, donde hay un tapón considerable. Las barcas vamos
chocando unas contra las otras sin poder evitarlo. Somos más embarcaciones de las que
cabemos.
Devolvemos la barca donde la hemos alquilado, y nos detenemos en una terraza para tomar
algo. Son las cuatro de la tarde y ya va siendo hora …
Van a ser croquetas, pasta, un bocadillo de queso caliente de cabra o unas patatas fritas, con
refrescos o cervezas según el caso, y unos cuencos de agua para los perros.
Giethoorn es muy turístico y está muy concurrido (además hoy es domingo), pero es precioso.
Es una visita ineludible.
Una de las casas está en venta. Es inevitable echar a volar la imaginación. ¿Qué negocio podría
establecerse aquí, en este lugar tan sugerente? ¿Barcas de alquiler?
Llegamos a la autocaravana y ponemos rumbo hacia el camping que tenía visto de antemano
(aunque no reservado) para hoy, la marina de Tacozijl. Un puerto deportivo con camping.
Dado que sólo pasaremos una noche, nos ofrecen una de las parcelas de la entrada, junto al
agua, por 15€. Podemos conectar a la electricidad y usar las duchas.
Además hay área de servicio para autocaravanas y un restaurante en el que encargo los
croissants para mañana por la mañana.
De vecina tenemos una autocaravana Hymer holandesa con un señor que en un par de
ocasiones les da unos trocitos de salchicha a Mateo y Knut.. ¡Él sí sabe cómo hacer amigos!
Las niñas van a dar una vuelta por la marina en bicicleta. Mientras, David y yo nos tomamos
unos berberechos en nuestra privilegiada “terraza” con vistas a las barcas y a las ocas.
Recogemos y nos vamos todos juntos a dar un paseo por el puerto deportivo. Knut ya sabe ir
de la correa junto a la bici de Xènia.
Contemplamos los veleros y las motoras amarrados, y nos decimos que nos gustaría vivir unas
vacaciones en velero. David y yo lo hemos podido experimentar con anterioridad, con nuestros
amigos Jordi y Marta. A las niñas les haría ilusión. En cuanto regresemos a casa se lo
propondremos. Quién sabe si podrían acabar por fraguar unas vacaciones combinadas, velero-
autocaravana.
Diesel: 126.965 km. / 1,389 €/l / 38,56€ / 27,76 litros. Consumo promedio en este repostaje:
11,19 litros / 100 km.
Huevos: 0,50
Alquiler barca eléctrica: 25
Almuerzo: 49,60
Camping Tacozijl: 15
Nos levantamos a las 08:00. Los sonidos de fondo corresponden a las ocas y a un puente
próximo que suena si lo cruzan camiones. No obstante, hemos dormido bien…aunque sobre
las 06:00 de la mañana las niñas han cerrado la ventana de la capuchina, en pleno concierto de
las ocas…
Pasamos por las duchas, de las mejores de este viaje. Pese a estar ubicadas dentro de un
módulo prefabricado.
Voy a buscar el pan y los croissants que dejé encargados ayer. Me sorprende que se dirijan a
mí en alemán. Prácticamente todas las matrículas de los vehículos que hay en la marina son
alemanas. Estamos a unos 115 km. de la frontera con Alemania, y ésta debe ser una buena
base para navegar por los lagos frisios. Hay barcos de alquiler. En algunos casos se alquilan
conjuntamente el bungalow con amarre, y el barco. Un mundo por descubrir…
Desayunamos fuera. Las niñas dan un paseo en bicicleta por la marina, mientras David y yo nos
tomamos el café y recogemos nuestra privilegiada terraza.
Vamos todos juntos a ver los barcos con luz de día, nos encantarían unas vacaciones en el mar.
Recogemos. Vaciamos y llenamos aguas y salimos del camping. Esta ha sido una fantástica
pernocta.
Salimos a las 12:25 horas, tenemos 18’5ºC de temperatura, y 127.015 km. en el marcador.
Nuestro primer destino es la población de Sloten. Aparcamos en las afueras, junto a algunos
barcos que sin lugar a dudas son vivienda (a juzgar por la cerámica que exhiben en las
ventanas). Paseamos hasta el centro. Hay algunas terrazas junto al canal, con bastante
ambiente.
Al final del canal se halla un fotogénico molino. Está siendo limpiado y restaurado. Una
preciosa imagen de este icono de Holanda por excelencia, pese a la grúa que ahora mismo está
trabajando en él. También están limpiando las fachadas de algunas casas.
David y yo entramos en la iglesia mientras los “niños” y las niñas aguardan fuera. Hay una
maqueta de la ciudad amurallada. Además de una Biblia antigua y un libro de plegarias en el
que se puede encargar una para el próximo oficio. Dejamos un donativo.
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Holanda 2013 133
Entramos en un supermercado, muy bien surtido. Tienen cápsulas de café para la cafetera
Nespresso (hace unos días que no veíamos), y un buen surtido de yogures, leche, galletas,
huevos, etc. Poca carne, quizás debido al hecho que hoy es lunes.
De nuevo parece como si las casas que se suceden por el camino participaran de un disputado
concurso para determinar cuál es la más hermosa. Pasarían por casas de muñecas…
Llegamos a Stavoren, población de tamaño bastante mayor que Sloten. Aparcamos cerca de la
estación y dejamos pagadas 2 horas de parquímetro.
Satisfechos, nos vamos a dar un paseo. Pasamos por la marina, también por la playa próxima a
la bocana de entrada del puerto, y frente a unas casas de nueva, curiosa, lujosa y moderna
construcción que tienen que gozar de unas espléndidas vistas sobre el IJsselmeer.
Continuamos andando, ahora por encima del dique que protege a la población de los posibles
azotes del mar. Pasamos junto a una playa repleta de bañistas. Es muy poco profunda: hay
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personas bastante alejadas de la orilla, a las que el agua todavía no les llega a cubrir del todo
las piernas.
Dejamos el mar, para regresar andando por el interior del pueblo, junto al canal,
contemplando los barcos amarrados. Mayoritariamente, veleros. Los de mayor tamaño,
clásicos de madera, tienen una gran pieza también de madera, sujeta al lateral. David deduce
que es una orza móvil, que se quita para entrar en los canales poco profundos, y se coloca para
navegar en mar abierto. De regreso en casa leo que precisamente se la conoce por orza
holandesa.
La población es encantadora, pero no queda ni un atisbo de vida en ella. Los turistas se han ido
y los restaurantes han cerrado.
Cada rincón es digno de una postal. No obstante, llevamos vistas tantas casas bellas y tantos
jardines perfectos, que parece difícil poder sorprendernos. No por ello dejamos de admirar
este país, donde vivir tiene que ser un placer.
Llegamos al dique. Un cercado nos separa de muchísimas ovejas, que están pastando. Los
perros las miran fijamente, con resignación… Las niñas se llevan a Knut hasta el agua.
Entramos en el camping un tanto tarde, ya son las ocho. Por suerte el propietario está
trabajando cerca de la entrada y nos ve llegar. Va a ser sólo una noche. Nos asigna una zona en
la entrada, situada frente a los veleros (el camping tiene puerto). No se trata de una parcela
del camping, sino de un rincón ajardinado en la zona de entrada. El lugar es inmejorable, el río
y el cielo están adquiriendo un sugerente tono anaranjado con el atardecer, y se oye el
inconfundible tintineo metálico de los mástiles de los veleros.
Las niñas salen a dar un paseo en bicicleta. David y yo nos tomamos una copa de Prosecco para
acompañar a unas almejas, mientras contemplamos las embarcaciones y el colorido panorama
que se despliega frente a nosotros.
Cuando las niñas regresan preparamos las 2 pizzas que hemos comprado esta mañana en el
supermercado.
Ellas dan un nuevo paseo en bici, mientras lavo platos.
Luego pasean a los perros, mientras David y yo nos tomamos una infusión, contemplando un
cielo ahora ya totalmente estrellado. Antes de retirarnos a dormir.
Esta será sin ninguna duda la mejor de las pernoctas de este viaje. Quizás no habría sido tan
especial de haber estado en una parcela del camping, pero desde luego en este rincón en el
que estamos emplazados, ¡hay mucha magia ¡
Nos levantamos a las 8:00. Fuera tenemos 11,6ºC de temperatura. Cada día desayunamos un
poco más fresquitos.
El cielo está despejado y el paisaje es idílico, parece difícil superarlo.
Desayunamos en la mesa exterior, contemplando las maniobras de algunos veleros, que usan
una pértiga o percha para llegar a la zona central del río. La profundidad del embarcadero del
camping es de sólo 1,2 m.
Nos tomamos el café, peinamos a los perros, las niñas les ponen las pipetas y les dan el
desayuno. La temperatura ha subido hasta los 17,1ºC.
Vaciamos el químico y salimos de este lugar que irradia tranquilidad y en el que nos apetecería
pasar más tiempo. Son las 11:39, estamos a 19,2ºC de temperatura y tenemos 127.095 km en
el marcador.
Los últimos kilómetros discurren por carreteras pequeñas, con curvas y cruces. Todo ello un
tanto laberíntico.
Había imaginado que el centro de rehabilitación de focas estaría en las afueras, pero se halla
en el mismo centro de la población. Lo que es comprensible una vez que sabemos que la
fundadora, Lenie 't Hart empezó cuidando focas en el patio trasero de su casa, sin ninguna
ayuda gubernamental. Aunque consiguió apoyos de donantes y voluntarios, que permitieron
convertir su casa en el actual centro: Un punto de investigación de renombre mundial, al que
acuden muchos veterinarios para especializarse.
Fuera del centro se encuentran aparcados las ambulancias y los vehículos de traslado de las
focas.
Leemos unos trípticos en los que se detalla el proceso de recuperación de las focas: Llegan al
centro y entran en cuarentena.
Hasta llegar a una tercera fase de recuperación, en la que deben ganar peso para poder ser
liberadas en un día inolvidable, que los cuidadores del centro han bautizado como “a beautiful
day”.
Algunas de las focas están heridas o débiles cuando son rescatadas. Otras muchas son
cachorros que se han asustado por diversas condiciones externas (el tiempo o la acción del
hombre al pasear por los bancos de arena del mar de Wadden) y se han separado de su madre,
sin poder reencontrarse con ella. Morirían sin la leche materna. En el centro se les alimenta
con papilla de arenques y grasa, junto con la medicación que necesiten, hasta que aprendan a
comer pescado entero, y finalmente sepan cogerlo ellas del fondo de la piscina, ganen peso y
puedan ser liberadas.
Nos impresiona especialmente el caso de las focas heridas al intentar escapar de trozos de
redes de pescadores. Se les enredan en el cuerpo y les acaban provocando profundas heridas,
normalmente alrededor del cuello.
En el exterior del centro hay unas cuantas piscinas de focas y un monumento realizado con 800
toneladas de redes de pescadores.
Vemos el pase en inglés de una película en la que se muestran las amenazas que sufren las
focas. Se muestra el ciclo completo, desde el momento en el que alguien da un aviso de foca
perdida en un puerto o playa, hasta que un voluntario se persona en el lugar y determina si el
animal necesita ayuda y si ésta se le puede ofrecer “in situ” o bien es necesario un trasladado
hasta el centro. El video culmina con las imágenes de la liberación de cuatro focas ya
recuperadas, bajo la atenta mirada de adoptantes y cuidadores. La escena no puede sino
tocarnos la fibra.
Al salir compramos unos paños de cocina para la familia y para nosotros (me gusta usarlos en
casa y recordar lugares visitados), además de unos peluches de foca para las niñas (el último
souvenir comprado en Amsterdam, tal y como ya podíamos imaginar, no fue el último...)
Al salir nos saluda una chica catalana, lleva 6 semanas en el centro como voluntaria. Ésta es su
última semana y está triste. Nos decimos que debe de ser un voluntariado muy gratificante e
intenso.
Almorzamos unas patatas con salsa y salimos en dirección a Lauwersoog, siguiendo las
indicaciones del rutómetro de Karmelo.
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Recorremos una carretera que discurre junto al gran dique en dirección hacia el oeste de la
población, y nos detenemos en un aparcamiento en el que hay unas escaleras que permiten
subir al dique y contemplar la bajada de la marea. Cada 6 horas se alternan marea alta y marea
baja.
Un mapa ilustra qué parte del terreno es agua o barro según la marea. Es impresionante.
Una gran cantidad de aves se encuentran posadas sobre el barro.
Al fondo se distinguen algunas de las islas frisias del mar de Wadden.
El viaje empieza a llegar a su término, y hemos dejado en el tintero muchos lugares que bien
merecerían una visita, pero no tenemos tiempo para todo. Como son el Hoge Veluwe National
Park, Delft, Maastricht, Alkmaar (mercado de quesos los viernes), Bourtange, Volendam, los
jardines de Ada Hofman, Orvelte, la isla de Texel o alguna otra isla frisia ...Y actividades como el
andar por el barro (wadlopen) durante la marea baja en las marismas del mar de Wadden.
Pero nos gusta llevar un ritmo un tanto relajado y todo ello bien se merece otro viaje aparte.
Unas cuantas fotos después, ponemos rumbo a nuestro próximo destino para mañana, Edam.
Con intención de pararnos en algún mini-camping que esté en ruta, a ser posible junto al agua.
Nos detenemos en el camping “De Kleine Wielen”, cerca de Leeuwarden. Pinta muy bien. Pero
al ir a registrarnos, nos avisan de que tienen a 700 estudiantes acampados y no iba a ser una
noche muy tranquila…
Así es que continuamos hasta el siguiente camping, el “Taniaburg”, donde llegamos rozando
las 20:00 horas. Podemos quedarnos, aunque nos asignan un lugar junto a la entrada, detrás
de un muro al otro lado de los contenedores de basura. El lugar no nos gusta y nos movemos
unos metros para separarnos de ese muro. No todos los días se tiene la suerte que tuvimos
ayer…. Colocamos el suelo de Bolon y cenamos fuera: Ensalada con zanahoria rallada (todavía
tenemos zanahorias que traspasamos desde la nevera de casa), sopa de champiñones
(holandesa, riquísima), albóndigas (a Aina no le gusta la rica sopa holandesa), y tostadas con
patés.
Nos levantamos a las 7:30. No queremos perdernos el mercado del queso de Edam.
David y yo nos tomamos unos cafés Nespresso y picoteamos algo a modo de desayuno.
Saco a los perros a pasear. El camping está junto a un camino reservado a bicicletas, enlaza con
el centro de Leeuwarden. A estas horas ya hay bastantes en circulación.
Imagino que los campos que nos rodean deben estar repletos de conejos. Mateo y Knut están
extremadamente interesados en los olores.
Les doy el desayuno a los perros y salimos del camping a las 8:46. Estamos a 18,1ºC y tenemos
127.259 km en el marcador.
David y yo bajamos de la autocaravana y subimos a la torre mirador (a las niñas les da pereza).
Compramos una postal para auto-enviárnosla a casa.
Hay un monumento a los miles de obreros que participaron en la construcción del dique. Y
otro dedicado a Cornelis Lely, el ingeniero que lo diseñó, juntamente con tres vastos polders,
destinados a ser tierras seguras, no sometidas a las temibles inundaciones que asolaban la
zona. Me fascina el mapa en el que se ven esos polders como 3 manchas de color gris oscuro,
que se corresponden con tres grandísimas extensiones de tierra ganada al mar.
De Lely tomó el nombre la ciudad de Lelystad, y de él supimos durante nuestra visita al museo
de dicha ciudad. Una mente lúcida y clarividente, sin duda, que nos ha dejado huella en este
viaje.
Llegamos a la plaza donde debe celebrarse el mercado, pero en su lugar nos encontramos con
las tareas de montaje de unas atracciones de feria. La población está en fiestas. Lo que nos
confirma una señora: Pese a ser miércoles, hoy no hay mercado de queso en Edam. Es una
desilusión para nosotros, nos consuela pensar que todavía podremos ver otro mercado de
quesos mañana.
En la plaza hay una figura representando a unos mozos acarreando queso, y una tienda de
quesos totalmente dirigida a los turistas. No obstante, compramos dos piezas pequeñas de
queso (de cabra y natural), y unas galletas tapa-té, presentadas en un bote de lata, pintado
con los colores azul y blanco típicos de la cerámica china de Delft.
(foto Xènia)
Tras hacer algunas fotos más, empezamos a regresar hacia la autocaravana, por la orilla
opuesta del canal. Está a la sombra, lo que todos agradecemos, perros inclusive.
No se puede cruzar por el penúltimo puente. Lo están pintando y está cortado el paso. Cuando
ya llegamos al último puente, nos lo encontramos cerrado por obras. En realidad, en el puerto
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deportivo todavía hay un puente más, que nos habría permitido llegar hasta la autocaravana,
pero en este momento no lo sabemos.
Toca retroceder. Pedimos permiso para cruzar por el puente que están pintando. Nos
permiten pasar. Quedamos muy aliviados por no tener que retroceder todavía más.
En nuestro camino de regreso nos llama la atención la cantidad de enormes arañas que hay en
las vallas de las casas.
Siguiendo las recomendaciones de Xanquete queremos almorzar en el “De Witte Swaen” o “El
Cisne Blanco”, un establecimiento en el que sirven 60 tipos distintos de Pannenkoeken, una
especie de crêpe muy típica de la cocina holandesa.
Xènia opta por la pannenkoek de setas y queso, Aina por la de queso tibio de cabra con miel y
nueces, David por la húngara, y yo por la de la casa, que lleva frutos secos y jengibre.
Están exquisitas y no puedo terminarme la mía ¡!.
Da la casualidad que hay un par de mesas ocupadas también por catalanes: una familia con
gemelos de corta edad, un tanto inquietos, y una mesa con 4 chicos.
Nuestro próximo destino es Marken. Antaño fue una isla. Hoy en día es una hermosa
población, unida al país por un dique, y protegida del mar por otro dique.
Hay un aparcamiento en la entrada, donde debemos aparcar todos los vehículos no residentes
(excepto los autocares, que tienen otro aparcamiento enfrente). Pagamos 11,20 €. Nos
confirman que podemos salir y regresar al aparcamiento si así lo deseamos, mostrando el
ticket, que es válido hasta mañana a las 9 de la mañana.
Durante nuestro paseo por la población nos encontramos con algunos perros sueltos, y no
resulta muy agradable tener que controlar a dos perros del tamaño de los nuestros cada vez
que se aproxima otro sin dueño. En fin …
El pueblo entero parece un decorado, con casas de madera de color negro o verde, y
carpintería de puertas y ventanas en color blanco. Todo está perfectamente dispuesto. No
parece real. Nos decimos que con la compra de la casa deben incluirse unos botes de pintura
de ese color verde colectivo.
Al tiempo que hemos aparcado, lo han hecho también dos autocares con turistas españoles y
nos vamos encontrando con ellos en muchas callejuelas de la población.
El puerto es precioso. Hay barcos que zarpan hacia Volendam, pero no vamos a tomar
ninguno. Es un tanto tarde y preferimos pasear tranquilamente por Marken. En el puerto hay
muchas y animadas terrazas.
Continuamos paseando por estas agradables calles … esquivando a los gatos con los que nos
vamos encontrando y admirando los mil y un detalles de las ventanas de las casas.
Ya de regreso hacia el aparcamiento, pasamos por la casa de los zuecos, repleta de turistas.
Digna de ver, con muchísimos zuecos todavía sin pintar colgando del techo, además de una
muestra de los distintos modelos de zuecos correspondientes a las distintas provincias, zuecos
de domingo, zuecos gigantes, etc.
Están recogiendo virutas, en algún momento del día debe haber demostraciones.
Las niñas se hacen una foto en un zueco gigante a la entrada del local, al tiempo que muchos
turistas aprovechan para hacerse fotos con Mateo y Knut. Hablamos sobre los peludos con
unas chicas israelitas, y ya empieza a sorprendernos su interés por los boyeros (no son los
primeros israelitas con los que departimos acerca de los peludos…).
Ya en la autocaravana toca decidir qué haremos esta noche, pese a que ya hemos pagado por
este aparcamiento, en el que podríamos pernoctar…
Pero es nuestra última noche de este viaje en tierras holandesas y nos apetece un camping
tranquilo en el que descansar, donde haya césped, y de esta forma cenar fuera y ducharnos
cómodamente.
No elijo ningún camping próximo al IJsselmeer, me temo que puedan ser demasiado turísticos
y no admitan perros.
Nos dirigimos a Kwadijk, donde se encuentra el mini-camping Weidevogelzicht. Es una granja
muy tranquila, en la que nos toca una preciosa parcela sobre el césped. Estamos casi solos,
únicamente hemos visto a otra pareja.
Instalamos el suelo de Bolon, y sacamos la mesa y las sillas para cenar fuera.
Rellenamos el depósito de agua limpia a bidones, mañana ya buscaremos dónde vaciar las
grises.
Tenemos wifi, todos revisamos nuestro correo. Tengo un mensaje en el que Goretti me cuenta
que tiene un conocido del que acaba de saber que ha leído unos relatos de viaje que
casualmente son los míos ¡!! … aunque debo decirle a este lector que las botellas de cava ya no
nos duran dos días, y las niñas todavía no lo toman!. Gracias por leernos¡
Las niñas van a pasear a los perros mientras yo lavo los platos.
Nos disponemos a irnos a la cama.
De vez en cuando se oye un tren pasar al otro lado de la casa. No debemos estar muy lejos de
Amsterdam, a unos 25 km.
Pasamos por las duchas, el agua caliente funciona con monedas de 50 céntimos. Hay que
aprovechar la ocasión, ante la incógnita relativa a las facilidades de las que podamos disponer
durante las próximas noches.
Voy a pagar la estancia. Ayer cuando llegamos al camping nos atendió la hija de los dueños. No
sabía el precio exacto, y nos pidió que hoy liquidáramos la cuenta con sus padres. Quienes me
invitan a entrar en casa. Veo sus zuecos en la entrada, y hago lo propio, descalzarme. Me
invitan a pasar y ver a unos preciosos cachorros de 2 semanas y 3 días. Corresponden a una
camada de su perra, una border collie. Creo contar 6 cachorros, ¡seis preciosas bolas
peluditas¡.
El lugar es muy tranquilo, situado en pleno polder, rodeado de caballos y vacas. Envidiable.
Pasan trenes al otro lado de la casa, y aviones por encima de nuestras cabezas, aunque esta
noche no hemos oído ningún ruido en absoluto.
Ponemos la mesa para el desayuno bajo los árboles de la parcela de enfrente (está libre).
Desayunamos y nos tomamos el Nespresso.
Peino a los perros y recogemos para irnos.
Salimos a las 11:57, hay 18,1ºC de temperatura exterior y 127.412 km. en el marcador.
Nos dirigimos a Hoorn, que celebra su mercado semanal del queso los jueves.
Mañana todavía habríamos querido ir a ver otro mercado de queso: El de Alkmaar, que tiene
lugar los viernes. Pero unos días antes de iniciar las vacaciones decidimos asistir en su lugar a
la jornada inaugural, destinada a profesionales, del Caravan Salon de Düsseldorf. También es
en viernes …
Hoorn es una ciudad grande. Nos aproximamos al centro, en esta zona las plazas de
aparcamiento están reservadas a residentes. No hay forma de aparcar, o sea que optamos por
alejamos un poco y quedarnos en el primer aparcamiento que encontramos no señalizado
para residentes. Pagamos en el correspondiente parquímetro.
Vamos andando hacia el mercado del queso. Nos llama la atención que en el centro de la
población el mobiliario urbano está forrado por labores de calceta y ganchillo. Luego sabremos
que esta iniciativa se conoce como “Yarn Bombing” o “bombardeo de hilo”, un graffiti urbano
de tejido y punto de colores, pacífico y no intrusivo, aunque perseguido en bastantes lugares.
Desde luego la imagen es divertida y llama la atención.
Llegamos al mercado del queso justo a tiempo para ver el último round. Los porteadores,
vestidos de blanco, acarrean quesos saltando, diría incluso que casi bailando.
Finalizado el espectáculo acarrean por turnos a algunos niños, e incluso a ¡alguna madre! en
un ambiente festivo y amenizado por música en vivo.
Regresamos a pie por la calle Grote Noord, peatonal y flanqueada por tiendas en ambas
aceras. Recuerda a la Hauptstrasse de muchas poblaciones alemanas.
Y ha llegado el momento: toca cerrar el capítulo holandés. Nos dirigimos al Beemster polder.
En Beemster nos encontramos con muchas calles cortadas debido a la celebración de una
carrera de caballos.
Tras un rato dando infructuosas vueltas desistimos de visitar el museo agrícola y le pedimos al
TomTom que nos lleve a algún centro comercial. Permaneceremos 3 noches en el
aparcamiento del recinto ferial de Düsseldorf y antes queremos reabastecernos.
Reanudamos ruta. Al rato, nos detenemos para tomarnos el paté de verdel y el pescado, que
están riquísimos. Lo acompañamos de un Lambrusco italiano que resulta demasiado dulzón,
pero aún así cae en acto de servicio…
Y ahora sí, salimos de Holanda. Cruzamos la frontera alemana y llegamos al recinto ferial de
Düsseldorf.
No tenemos reserva. No nos pueden asignar ninguna de las 800 plazas provistas de
electricidad. Llegamos mal preparados: Sólo nos queda entre el 50-75% del depósito de agua
limpia, pese a haber rellenado anoche: Para nuestra sorpresa hoy el Viesa ha consumido
mucho agua, además de que se nos escapa agua por encima del techo si lo llevamos
funcionando en ruta. Por si fuera poco, con las prisas por llegar no hemos vaciado las grises,
confiando poder hacerlo aquí, y están al 50%.
El caso es que ahora no podemos llenar ni vaciar (el acceso al área de servicios se realiza desde
otro carril distinto al que he usado para entrar, y deberíamos salir y volver a entrar del recinto
para corregirlo). Nos va a tocar economizar con el consumo del agua durante estos 3 días.
La electricidad es lo que menos nos preocupa. Consumimos poca y la placa solar ya cargará de
día.
Nos asombra el frenético ritmo del proceso de entrada. Según vamos llegando (y somos
decenas, incluso más de un centenar, las autocaravanas que estamos entrando en este
momento) nos van colocando en hileras, manteniendo un buen espacio de separación entre
las mismas, de modo que prácticamente todo el mundo sacará mesa y sillas. El proceso
requiere de relativamente poco tiempo, hay mucho personal organizando la entrada y
expediendo tickets.
Después de cenar nos tomamos unas infusiones o leche con Cola-Cao según el gusto.
Recogemos mesa y sillas. Suponemos que debemos dejar el pasillo central despejado por si
alguna autocaravana necesita moverse.
Vamos a dar un paseo y también a ver cómo es el Caravan Center, donde están las duchas
(tienen muy buena pinta), la zona de llenado y vaciado de aguas, y donde a diario, a las 18:00
horas a partir de mañana, se celebrará un party-grill.
Ya íbamos advertidos de que el aparcamiento del Caravan Salon es casi tan espectacular como
la propia feria, y no es para menos. La cantidad de autocaravanas congregadas es enorme,
algunas quitan el hipo.
Providencialmente, han dejado de pasar aviones por encima de nuestras cabezas. Mientras
estábamos cenando lo hacían con mucha frecuencia y temíamos por ese ruido estruendoso
durante la noche.
Duchas: 4x0,50
Camping: 26,50
Aparcamiento Hoorn: 3
Lápiz de ojos: 8
Supermercado Lidl: 62,50
Pescado: 10,40
Diesel: 1,369 €/l, 40.11 €, 29,30 litros, 127.465 km. Consumo promedio de este
repostaje=13,89 litros / 100 km-
Aparcamiento Caravan Salon Düsseldorf 3 noches: 3x15
Saco los perros a pasear. Estamos aparcados junto a un campo que es ideal para este
menester.
Desayunamos en la mesa exterior. Hoy es el día de mi Santo y ¡hay sorpresa!: De regalo, una
taza holandesa en los típicos colores blanco y azul de Delft, que reproduce un molino de
viento. ¡Con la que en casa podré prepararme mis tés mañaneros!
Recogemos todo. Dejamos a los perros en la autocaravana. Aunque está permitido entrarles
en el recinto ferial, nos resultaría muy complicado visitar el salón con ellos dos.
Vamos hacia la parada de autobús. La navette gratuita nos lleva hasta el recinto ferial. No sé
valorar si éste se encuentra o no lejos del aparcamiento: con los quiebros que da el autobús, lo
parece.
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Entramos en la feria. Tenemos invitaciones para los cuatro. Hoy es el día dedicado a los
visitantes profesionales. De momento hay poca gente, todo está bastante tranquilo.
Hay muchísimos pabellones.
Hymer tiene todos sus modelos expuestos. Ya nos habían comentado lo mucho que apuesta
por este salón, aquí el fabricante juega en casa.
Curiosa resulta la visión de una autocaravana alzada sobre unos soportes en el mismo material
que se usa para construir la estructura del vehículo, lo que de forma muy gráfica ilustra su
robustez.
También llaman la atención Concorde, Niesmann+Bischoff, Morelo, los pick-up con cabina, … es
un mundo.
El salón cierra a las 18:00, aunque por turnos vamos regresando antes a la autocaravana y de
esta forma atendemos a los perros.
Paso por la ducha. Sin ninguna duda, son las mejores del viaje. Hay muchas, son espaciosas,
limpias, con un muy buen caudal de agua. Un auténtico placer.
Ponemos la mesa fuera para la cena. Tenemos puré de patatas, pescado rebozado y ensalada.
Rematamos con infusiones o leche con Cola-Cao según el gusto.
Vamos a dar un paseo con los perros, y nos preparamos para irnos a la cama.
Las aguas grises nos huelen terriblemente mal. Ahora caemos en la cuenta de que no las
hemos vaciado desde que estuvimos en la marina de Tacozijl, este lunes. David echa un chorro
de lejía por el desagüe del baño, a ver si neutralizamos el olor.
Es una barbaridad la cantidad de autocaravanas que están llegando ahora mismo. Es viernes
por la noche, y mañana sábado será el primer día dedicado al público en general. A diferencia
de ayer, que entramos todos en hilera e íbamos aparcando con absoluta fluidez, hoy hay que ir
rellenando huecos y hay momentos en los que la entrada está totalmente colapsada. También
se están ocupando los aparcamientos al otro lado de la carretera, con ello duplicando el
número de autocaravanas aparcadas respecto a la noche anterior.
Almuerzo: 17,50
Me levanto a las 07:30. Ya hace rato que me han despertado los primeros aviones.
Fuera tenemos 15,1ºC.
Saco a pasear a los perros. Nos encontramos con otros muchos dueños y perros haciendo lo
propio, lo que me incomoda un poco, ya que me resulta un esfuerzo importante controlar a los
dos si pasan otros perros cerca. Y debemos tomar un trozo de camino estrecho hasta llegar al
campo colindante. No queda otro remedio que pasar cerca unos de otros.
Precisamente hoy hay algo que no he hecho bien, ya que me quedo con el collar de Mateo en
las manos (se suelta un mosquetón mal colocado), mientras Mateo sale corriendo detrás de
otro perro, con el consiguiente susto de su propietario.
Me quedo quieta donde estoy, no quiero que Knut pueda soltarse y sumarse a la fiesta
(entonces sí la liaría …).
Mateo regresa en seguida. Buff ¡!! Vaya apuro que he pasado.
Mateo es bonachón y está acostumbrado a jugar con perros de tamaño medio-grande, pero
eso lo sé yo, lógicamente lo desconoce el dueño del otro perro (por suerte, era un perro del
tamaño apropiado para el juego). El otro dueño me dice algunas cosas en alemán, supongo
que no muy amables, a juzgar por el momento de tensión que hemos pasado y por su
semblante.
Mea culpa. Aunque ha sido fortuito. Desde que tengo dos perros casi nunca los suelto. Son
mucho más difíciles de controlar y predecir que uno solo. E iban atados y manteniendo las
distancias al cruzarnos con otros peludos, de no ser por el mosquetón mal colocado …
En fin, superado el momento del susto, desayunamos y nos vamos hacia la feria. Como ayer,
dejamos a los perros en la autocaravana.
Vemos accesorios (las niñas quieren conseguir un muñeco hinchable muy popular de esta
edición del salón).
Luego vamos a ver la Hymer B544. Tenemos una Hymer capuchina C544, y esta distribución
nos encanta, ya llevamos más de 8 años con ella.
Regresamos a la autocaravana con algunos accesorios nuevos, entre los que se cuenta un
carrito plegable de Berger que usaremos para trasladar el químico para vaciarlo, e ir a llenar
los bidones de agua de beber, sin tener que acarrearlos a mano de uno en uno hasta el
Caravan Center. ¡Es un gran progreso para nuestro confort!
Nos duchamos y nos sentamos fuera. Preparamos un pica-pica y una copa de cava, mientras
repasamos catálogos. Es el mejor momento del día. El descanso del guerrero.
Peino a los perros mientras Xènia prepara la cena: Arroz blanco y ensalada. David asa fuera
unos rollitos de carne a la plancha (usando el Camping-Gaz).
Rematamos con infusiones o leche con Cola-Cao según el caso.
Las niñas pasean a los perros mientras yo lavo los platos y David recoge mesa y sillas.
Por fin cesa el paso de aviones por encima nuestro, nos vamos a la cama.
Accesorios: 19,49
Almuerzo: 49,50
Nos levantamos a las 08:00. Fuera hay 9ºC. Es la mañana más fresca de las vacaciones.
Hay menos aviones sobrevolándonos, es domingo.
Tomamos la navette, donde coincidimos con Amparo y Alex, que nos cuentan algunas de sus
impresiones de Holanda (ellos también vienen de allí), y de lo que hemos visto en el salón. Nos
dan unas invitaciones para las niñas (nos faltaban dos, ¡muchas gracias ¡).
Nos dedicamos a la búsqueda de algún líquido para limpiar autocaravana y llantas. También
aprovechamos para recoger algunos catálogos de aquellos campings que nos llaman la
atención, además de ver algunas autocaravanas más, y accesorios. Y con ello nos despedimos
de esta edición del salón.
Tras un rato de conducción nos detenemos para repostar. La gasolinera dispone de una tienda
muy bien surtida, donde encontramos casi todo lo que teníamos anotado en la lista de la
compra. Incluso una baguette de pan.
Nos quedamos a pasar noche en el Waldcamping de Prüm, a unos 150 km. de Düsseldorf.
Llegamos al camping en el preciso momento en que se está marchando el encargado de la
recepción. Nos invita a entrar, ya liquidaremos cuentas mañana por la mañana, cuando reabra
la recepción a las 08:30.
Llenamos agua. Casi 100 litros, íbamos bajo mínimos tras los 3 días en Düsseldorf. También los
bidones de agua para beber. Nos conectamos a la electricidad. Pasamos por las duchas, y
cenamos en la mesa exterior, pese a que la temperatura ha caído bruscamente. Tenemos dos
pizzas (4 quesos y boloñesa), además de un espumoso brut francés que nos resulta delicioso.
Xènia les da la cena a los perros mientras yo preparo las infusiones y Cola-Caos. Después las
niñas pasean a los perros, mientras David recoge el mobiliario exterior y yo lavo los platos.
Saco a los perros a dar un paseo y desayunamos dentro de la autocaravana: queremos ganar
tiempo, aunque nos regalamos con un desayuno completo: Quesos, tostadas, crêpes para Aina
y Nespresso para nosotros.
Rellenamos agua (ayer el depósito no quedó del todo lleno), vaciamos el químico, etc.
Al pagar la estancia del camping, el señor que está atendiendo en la recepción se da cuenta de
que llevo la tarjeta ACSI y nos la admite sin yo preguntarlo (no había caído). Las niñas y los
perros pagan aparte.
Salimos a las 09:11 horas, con 9,1ºC de temperatura exterior y 127.871 km. en el marcador.
Vamos alternando tramos de uno y dos carriles en dirección Trier. Finalmente entramos en la
autopista que atraviesa Luxemburgo, y cruzamos la frontera francesa por Metz.
Cambiamos de conductor, ahora es el turno de David. Turno que finaliza con el almuerzo en un
área de autopista francesa: Melón con jamón y algún pretzel salado.
Mi relevo nos lleva hasta la circunvalación de Lyon, que el TomTom sigue obstinado en no
tomar, intentando meternos en el centro de la ciudad. Pero circunvalamos, dirección
Marseille.
El relevo de David nos deja en el camping, cercano a Montélimar. Se trata del camping Floral,
con vistas a la central nuclear. Aunque desde la parcela prácticamente no se ven las
chimeneas.
Tenemos sombra, instalamos el suelo de Bolon y el mobiliario exterior, y nos disponemos a
prepararnos una merienda-cena que nos compense de esta jornada de conducción. Consiste
en un pica-pica variado de salmón ahumado, tortilla de patatas, empanada, navajas, aceitunas.
Completado con un poco de carne que asamos fuera, a la plancha.
Unas infusiones y Cola-Caos, un breve paseo para tomar vistas del lugar y constatar que la
puerta exterior cierra a las 22:00 horas, incluso para los peatones. Por suerte (y casualidad) no
nos pilla fuera.
Y a descansar. Es la última noche de estas vacaciones y esto se acaba. Ahora que ya teníamos
práctica …En fin…
Dejamos el mobiliario fuera, para desayunar mañana.
Saco a los perros a dar un paseo y desayunamos fuera. El sol enseguida aprieta, se nota que ya
hemos llegado al Midi francés.
Cafetito Nespresso de rigor. Y a recoger, hoy toca hacerlo un poco más a conciencia: Dejamos
el suelo de Bolon bien barrido, así no habrá que desplegarlo en casa. Esta mañana no se ha
formado rocío y está seco.
Todos nuestros vecinos ya se han marchado, es un camping con muchos visitantes en tránsito.
Salimos a las 10:34, con 22,7ºC de temperatura exterior y 128.599 km. en el marcador.
Una ventaja de regresar en jornada laborable es que esta autopista soporta mucho menos
tráfico que en domingo.
En sentido contrario vemos pasar una comitiva de feria. En algunos casos alguna unidad está
compuesta por camión + remolque de atracción + caravana. Y a veces se ve pasar también un
remolque de taquilla.
A las 12:15 horas tenemos 31,3ºC de temperatura exterior. Por estos lares claramente
continúa siendo verano.
Pedimos ostras, mejillones (crudos), gambas (espectaculares) y caracoles de mar cocidos. Nos
lo tomamos en la terraza, con vistas al mar. Con un vino blanco fresquito. Un final perfecto
para las vacaciones.
Nos vamos satisfechos, no sin antes comprar tallarinas, caracoles y buey de mar. Será la cena
de esta noche en casa.
Poco después de salir de Gruissan nos detenemos en un puesto de frutas junto a la carretera.
Lo conocemos de otra ocasión. Nos encanta poder comprar fruta madurada al sol, sabe
excepcionalmente rica: compramos higos, albaricoques, melocotones paraguayos, tomates de
untar, uvas, melón, ajos y berenjenas.
Y finalmente llegamos a casa, a las 19:53, con 18,4ºC y 129. 087 km. en el marcador.
Con muchas imágenes nuevas que guardar en nuestra memoria … y unas cuantas lavadoras
que poner.
EL VIAJE EN CIFRAS
Días de viaje: 24
Kilómetros: 4.472