Textos Gestalt
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terapia Gestalt
Introducción:
El neurótico es aquella persona sobre la cual la sociedad actúa con demasiada fuerza, o
aquél que trata de influir de forma destructiva sobre los demás sin respetar su
individualidad. Su neurosis es una maniobra defensiva u ofensiva para protegerse de la
amenaza de ser aplastado por un mundo avasallador, lo que acaba convirtiéndose en su
técnica para mantener el equilibrio de la mejor manera que sabe y que aprendió, ya fuera
por identificación o por rebeldía.
Perls (1975) indica que hay cuatro mecanismos neuróticos que operan en las perturbaciones
del límite de contacto:
La introyección
La proyección
La confluencia
La retroflexión
Posteriormente se han añadido otros tres para explicar otras formas de funcionar neuróticas.
El egotismo
La deflexión
La profexión
A continuación, una vez descritos estos 7 mecanismos neuróticos, vamos a añadir dos más
provenientes del psicoanálisis (de Sigmund Freud), como son:
La racionalización
La negación
La introyección
Sin embargo, todos estos conceptos o valores tienen que ser digeridos para convertirse en
propios, en partes nuestras integradas y que formen parte de nuestra personalidad. Pero si
sencillamente aceptamos todo sin críticas, si aceptamos las palabras de los otros, ya sea por
deber o por ser de buen gusto o educación, entonces permanecen pesadamente en nosotros
como los alimentos sin digerir; continúan siendo cuerpos extraños aunque estén en nuestras
mentes y en nuestras conductas. A estos modos de actuar: actitudes, ideas, juicios o
evaluaciones sin digerir se los llama introyectos, y el mecanismo mediante el cual estos
cuerpos extraños se agregan a la personalidad se llama introyección.
A veces este proceso de tragar todo entero tiene cierta utilidad. Tenemos el caso del
estudiante que la noche anterior a un examen traga conocimientos apresuradamente para
sacar una nota aceptable. Pero si piensa que ha aprendido algo de su estudio forzado es una
ilusión, ya que si se le pregunta seis meses más tarde no recordará nada de ello, porque
habrá olvidado, podríamos decir, casi todo, en ese tiempo.
Esto queda demostrado de manera bien patente en la actual crisis de conciencia, de ruptura
de valores, sin que sean sustituidos por otros más congruentes y que sean suficientemente
satisfactorios para la forma de vida de cada individuo. Creemos que la proliferación de
sectas religiosas, grupos, terapias, etc., tanto en EE.UU. como en otros países desarrollados,
se debe precisamente a este hecho y a la necesidad de algunas personas de encontrar algo
que llene sus vidas o que les dé sentido.
Hay algunos ejercicios muy útiles para ver nuestra capacidad de introyectar o asimilar.
Consisten en tomarnos el tiempo suficiente para darnos cuenta de cómo comemos, cómo
leemos, etc. ¿Comemos apresuradamente, a grandes bocados, o despacio y masticando bien
los alimentos? ¿Existe alguna relación entre la forma de comer y la forma de leer? ¿Se traga
uno todo lo que lee o aprende? Este darnos cuenta de estas dos funciones tan cotidianas nos
puede ayudar a descubrir nuestras actitudes principales ante la vida.
La proyección
Pero la proyección existe en formas menos extremas. Tenemos que distinguir entre
proyección y mera suposición, que sería el caso del jugador de ajedrez que trata de ponerse
en el lugar del otro para tratar de ver cuál será la siguiente jugada de su contrincante. En
este caso, aunque hay una proyección de lo que él piensa que hará el otro, sabe que eso es
sólo una suposición y no algo que se va a dar tal y como él piensa e imagina.
Podemos distinguir dos tipos de proyecciones: las proyecciones negativas, que son los
aspectos o características que no me gustan de los demás y que no me gustan de mí, que no
acepto como mías y las rechazo insistentemente, y las proyecciones positivas, que son
características que me gustan de los demás porque creo que no las tengo.
La confluencia
Los niños recién nacidos viven en confluencia. No distinguen entre dentro y fuera, ni entre
ellos y los otros. Este estado se da en las situaciones de éxtasis o concentración extrema en
la gente adulta. No existen límites entre el yo y los otros, entre la persona y el ambiente.
Si los hijos se oponen esta manipulación, si no se identifican con las exigencias de sus
padres, se encontrarán con su rechazo y con el temor a la alienación: "Tú no eres mi hijo",
"Yo no quiero a un niño tan travieso", "Si fueras como tu padre o tu madre" y otras
expresiones similares. La consecuencia negativa es el miedo a ser.
Mientras no se toleren las diferencias y mientras cada nación o cada persona exija que todas
las demás tengan que ser o actuar según un patrón o un punto de vista, el conflicto y la
confusión perdurarán. Y mientras las diferencias no sean aceptadas, serán perseguidas.
Cuando, precisamente, son las diferencias entre los seres humanos las que nos enriquecen y
nos aportan conocimientos y experiencias nuevas.
La retroflexión
Como hemos visto en los epígrafes anteriores, el introyector hace lo que los demás quieren
que haga. El proyector hace a los demás lo que él acusa a los demás de hacerle a él. La
persona que está en confluencia patológica con los demás no sabe quién le hace qué cosa a
quién. Y el retroflector se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a los otros.
De esta situación se pueden derivar dos tipos de conducta posteriormente. Una, en la que el
niño aprende a conseguir lo que quiere manejando manipuladoramente el ambiente, y otra
en la que se reprime o inhibe, y lo que empezó siendo un conflicto con el ambiente se
convierte en un conflicto entre una parte de sí mismo que necesita algo y otra parte que no
lo permite. Estaría funcionando la pelea constante entre el perro de arriba y el perro de
abajo, entre el opresor y el oprimido.
La retroflexión incluye también aquello que uno quiso de los demás, como adulación,
comprensión, amor o ternura, y no se atrevió a pedir, porque en alguna ocasión fue
desvalorizado, ridiculizado o avergonzado.
Hay tres formas muy importantes de retroflexión: una es la compulsión, en la que uno se
obliga de tal modo que se cree que la obligación viene de fuera hacia adentro. Hay veces en
que esta obligación sí que viene de fuera, pero el compulsivo está permanentemente
obligándose y obligando a los otros. Cuando una persona se obliga a hacer algo en terapia,
le sugerimos que vea "Qué le haría y cómo le haría a otro para que hiciera lo que ella se
siente obligada a hacer". Cuando se dice: "Yo debo hacer tal o cual cosa", le preguntamos:
¿Quién es el que dice que "yo debo hacer tal o cual cosa"? Con esta pregunta hacemos que
el paciente busque el origen de tal o cual imposición, o el sujeto que primero impuso esa
obligación. Esto nos va a permitir desvelar las figuras de su época infantil ante las que él se
sometió para evitar su enfado y castigo o para ser aceptado y querido por esas figuras.
Estos cuatro mecanismos descritos más arriba, constituyen neurosis únicamente cuando son
inadecuados y crónicos. Todos son útiles y necesarios en aquellas ocasiones que implican
peligro. La introyección es buena cuando, por ejemplo, se trata de examinarse de una
asignatura que ni nos gusta, ni nos sirve, pero que tenemos que aprobar porque forma parte
de los estudios que queremos realizar. La proyección, en situaciones en las que uno necesita
planificar y anticipar, puede ser muy provechosa y creativa. Uno se coloca en la situación y
así, de algún modo, se mejora el proyecto.
La retroflexión es buena cuando uno tiene impulsos asesinos hacia alguien o sentimientos
excesivamente destructivos, que si se llevaran a la acción producirían efectos devastadores
para el entorno y para la misma persona. La confluencia es positiva cuando es necesaria
para la cohesión de grupos y aunar criterios. Sin embargo, estos mecanismos utilizados
indiscriminadamente son negativos, entre otras razones porque impiden que nos demos
cuenta de nuestras necesidades, o que nos veamos a nosotros mismos en relación con el
entorno en particular y con el mundo en general.
El egotismo
Este mecanismo fue descrito por P. Goodman (1951) en Gestalt Therapy Excitement and
Growth in the Human Personality. Su función principal es la de aumentar y fortalecer la
frontera del contacto mediante el engrandecimiento narcisista del ego. Hay un incremento
defensivo del yo, en detrimento de otro o de los otros. Está muy próximo al narcisismo,
porque el egotista antepone sus necesidades a las del entorno, y a veces puede pecar de
cierta psicopatía.
A través del proceso terapéutico la persona tiene que aprender a discrimina el amor a sí
misma franco y necesario, sin perder de vista las necesidades de otro, y sin que unas estén
en detrimento de las otras, tratando de compatibilizar ambas en función de las prioridades
de cada momento. Unas veces priorizaré mis necesidades, y otras las del entorno, según
sienta qué es lo mejor para mí en cada momento.
Para lo cual a veces tendré que renunciar a satisfacer mis necesidades, o simplemente
retrasarlas en el tiempo o en la forma. En definitiva, cuando no sea posible satisfacer mis
necesidades porque están en oposición con el entorno, habrá que realizar acuerdos y estar
atentos a las prioridades, para evitar así consecuencias más negativas que las de no
satisfacer la necesidad del momento.
La deflexión
Este concepto fue introducido por el matrimonio Polster, para sustituir a otro más antiguo,
la desensibilización, que describen Fagan y Sheperd (1973) en Teoría y técnica en
psicoterapia gestalt.
La proflexión
Es decir, halagamos para ser halagados, somos agradables y simpático las personas que no
conocemos para ser tratadas de la misma manera por ellas. Con este mecanismo tratamos
de frenar supuestas agresiones o descalificaciones, a la vez que propiciamos que nos
acepten y sean amables con nosotros. Es una forma de seducción más o menos encubierta,
que trata de evitar confrontaciones negativas. Lo negativo de este mecanismo es que evita
que el contacto se produzca de forma natural y espontánea, y hace que se realice de manera
sinuosa e indirecta.
La negación
Se encuentra este mecanismo en todas las neurosis, pero de manera más evidente en las
psicosis, porque forma parte de la escisión.
La negación nos sirve para evitar el dolor y el sufrimiento de la frustración Si hay una parte
nuestra que nos parece reprobable y no aceptable, e incluso no la aceptamos en los demás,
para creernos que esa característica no es nuestra utilizamos este mecanismo defensivo.
Negamos características, emociones o partes de nuestra forma de ser. Así pensamos que
vamos a ser mejor aceptados, reconocidos y queridos que si nos mostramos con nuestras
acciones o formas de ser que nosotros mismos no admitimos. Su origen está en la infancia y
se formó cuando alguno de los progenitores rechazó alguna característica del niño, llegando
incluso a castigarle por mostrarla.
La racionalización
También: puede hacer de otras maneras. Todo depende del tipo de racionalización. Por
ejemplo, alguien le dice a otra persona: "He ido a buscarte porque me apetece salir
contigo", cuando en el fondo quizá lo que sucedía era que el aburrimiento fue lo que le
impulsó a llamarle y querer salir, y que en ese momento era la única persona disponible.
Tesina de María Cruz García de Enterría Carande, dirigida por Carmen Vázquez
Bandín del Centro de Terapia y Psicología de Madrid.
Abril-mayo, 2001
"Sobrevendrán otras contradicciones, son la materia misma de la vida, pero, cada vez, en
lugar de dejarse hundir y desequilibrar por los polos contrarios del huracán, habrá que
ahondar para comprender, alcanzar la Realidad más allá de los velos que la disfrazan y, con
la Unidad, recobrar la paz. Una paz que no durará mucho, pero ahora tenemos el
instrumento para enfrentarnos a eso. Las contradicciones ya no son un muro contra el que
nos rompemos la cabeza, sino una etapa en el camino de la realización, un desafío que nos
obliga a ir más lejos y, al hacerlo, a profundizar más en nosotros, a acercarnos poco a poco
al Uno".
Presentación
Los motivos que pueden empujar a una persona a trabajar sobre un tema determinado
pueden ser mucho y muy variados. Los de índole personal son, a fin de cuentas, los
definitivos. El deseo de aclarar algún punto, alguna discusión, algunas confusiones es el
que apoya con más fuerza la decisión de entrar en la cuestión a fondo, analizar, confrontar,
dialogarlo con uno mismo y con los demás hasta que se va viendo claro, haciéndose la luz
donde antes había oscuridad.
Yo tengo mis razones personales para entrar en el campo de las polaridades. Desde hace
mucho tiempo supe que, en mí, había -hay- una zona de sombra, una parte negada de mi
misma, algo que no miraba y que, cuando se colocaba por si sola (o a veces con la
colaboración de otros) delante de mí, yo miraba hacia otra parte para no verla. Durante un
tiempo, no supe darle nombre, más adelante avancé hipótesis simplemente para nombrar
esa realidad vital con la que tantas veces me encontraba: dualidad, ambivalencia, sombra…
Junto a mí veía, vivía esa misma realidad en otras personas, cercanas o no tanto. A algunas
las veía sufrir por esa causa, a otras las veía conscientes de su zona de sombra pero, en
cierta manera, en paz con ellas mismas; otros la negaban, tal vez la ignoraban, unos
pasivamente, otros con ignorancia voluntaria. Seguí dándole los mismos nombres:
ambivalencia, tal vez incoherencia, sombra.
Durante toda mi vida, por otra parte, he leído muchísimo y principalmente obras literarias a
las que he dedicado años de vida profesional. Al enfrentarme con esa "realidad metafórica"
de la vida humana que son las obras literarias, las mejores, tropecé siempre o casi siempre
con la lucha perenne del hombre con su propia contradicción íntima, con esa búsqueda de sí
mismo que le lleva por caminos tortuosos, abocados en principio al triunfo, pero que
acaban tantas veces en el fracaso porque la armonía buscada no se alcanza.
Y más adelante, durante mi etapa de Formación en Terapia Gestalt, aprendí a llamar a las
contradicciones de los hombres en su proceso vital de otra manera creo que más exacta:
Polaridades. Ese tema apareció entonces planteándome interrogantes teóricos. Incluso esos
cuestionamientos se hicieron más apremiantes cuando, ante mis preguntas, un conocido
terapeuta y teórico de la Terapia Gestalt negó la conveniencia de trabajar con las
polaridades, puesto que la Terapia Gestalt era esencialmente unificadora y no tendría
sentido subrayar dualidades o divisiones en el trabajo terapéutico. Mi perplejidad no me
hizo renunciar a mi convicción: "Pero es que las polaridades están ahí, en mí, en ti, en
todos". Y aquella respuesta no hizo más que intensificar mi curiosidad por el tema, en
medio de mi confusión.
Esta Tesina es un esbozo de ese intento, quizá demasiado ambicioso, pero honesto en la
búsqueda de cómo apoyarme a mí y cómo apoyar a los que encuentro, como terapeuta
gestalt, en ese mismo itinerario hacia la integración y la unificación de la VIDA. Pero es
más que nada un intento teorizador realizado a la manera que conozco: perseguir el
significado del término polaridad a lo largo de unos cuantos terrenos humanísticos
(entendiendo este adjetivo en sentido muy amplio), los que pienso que tienen más
conexión, a mi modo de ver, con la Teoría y la Terapia Gestalt, y ver cómo se ha usado ese
término en ellos. Y a continuación -a través de la recopilación de datos – pasar a un intento
de estudio de cómo la Terapia Gestalt se ha acercado a él, si lo ha aceptado o no, cómo lo
ha manejado, qué sentido teórico y práctico le ha conferido. Si algo consigo , me gustaría
que fuera, al menos, un inicio de respuesta al interrogante básico que ahora me planteo
como hipótesis de trabajo: ¿existen las polaridades en la base psíquica del ser humano y se
puede trabajar para integrarlas con los recursos teóricos y prácticos que nos brinda la
Terapia Gestalt?
Agradecimientos. Antes de acabar esta Presentación, quiero dar las gracias a cuantos me
han ayudado a elaborarla: mis compañeros de Formación acabada en 1998, el grupo del 2º
Nivel de Formación del cual soy tutora actualmente, mis clientes y, sobre todo, a todos
cuantos trabajan en el Centro de Terapia y Psicología -CTP, de forma especial al "equipo"
y, en primer lugar, a Carmen Vázquez Bandín. El apoyo, el ánimo, la confianza y la
amistad que, cada uno a su estilo, me han ido dando fueron la mejor ayuda para pensar,
idear, empezar a escribir, proseguir y acabar esta Tesina.
También tengo mucho, tanto, que agradecer a Mar, a Cruz, a Soledad, a Carmen. Y a mi
familia.
La técnica de las "sillas calientes", tan utilizada por Fritz Perls, sobre todo en su última
etapa, ha sido quizá el método preferido en la práctica y en la teoría durante bastante
tiempo por Terapeutas Gestálticos.
No tenemos más que recordar los trabajos de Perls que están reproducidos, además de en
películas y vídeos, en sus libros, ya citados, Sueños y existencia. Terapia Gestáltica y El
enfoque gestáltico. Testimonios de terapia. Muchos de los trabajos de Perls que lemos en
estas obras son sesiones en las que se utiliza preferentemente el método de las "sillas
calientes" para tratar de resolver algún problema de oposición entre dos facetas de la
personalidad de los clientes.
Reflexionando sobre esa técnica a la vista de los ejemplos que ahí se aducen, pienso en
algún momento que el método de las "sillas calientes" puede llegar a acentuar la polaridad
y no favorecer, en principio, la integración. Tengo mis dudas de si, como dice Claudio
Naranjo, "la oportunidad de hacer una persona entera a partir de la división, se hace
cierta"131, y, de acuerdo con lo que dice el mismo autor, me inclino a crer que las "sillas
calientes" son más útiles para deshacer algunas proyecciones.
"Eso es un óptimo método para los talleres demostrativos, pero no se puede conducir de ese
modo una terapia entera; y sin embargo, hay gente que lo hace. Pienso que es muy
limitador, además de ser perjudicial"132.
Sin embargo, el propio F.S. Perls había apuntado, en sus primeros escritos, a uno de los
métodos más eficaces para trabajar con las Polaridades; la terapia individual:
"…se coloca al paciente cara a cara con aquella parte de sí mismo que trata de evitar. Esta
conducta activa, colocar un espejo mental frente al paciente, tiende a una síntesis, una
integración -reanudar el contacto con las partes aisladas de su personalidad"133.
Y más adelante, con una mayor contundencia, se expresa por medio de la utilización de
cursivas en este párrafo:
"La conciencia y la capacidad para soportar emciones no deseadas son la conditio sine qua
non para una curación con éxito; se descargarán estas emociones cuando hayan llegado a
ser funciones del Ego. Este proceso, y no el proceso de recordar, constituye la vía regia a la
salud."134
Las "partes aisladas" de nuestra personalidad pueden identificarse con ese polo negado o
ignorado que, al seguir presente aunque evitemos mirarlo, provoca "emociones no
deseadas", y todo esto lo estaba diciendo Perls desde su mentalidad de entonces más , o casi
únicamente, inclinada a trabajar en terapia individual.
En un trabajo de 1959 -posterior a Gestalt Therapy, por tanto- que ya examinamos más
atrás135, Perls insistía en que el darse cuenta llevaba a esa ampliación de nuestra
consciencia y, gracias a ella,
"nos consideramos como lo que somos, vivos, aquí, distintos y similares a otros y al resto
de la creación. Nos sitúa en una posición a partir de la cual podemos contactar, traspasar los
límites, observar las diferencias, encontrar la resolución".136
Esta importancia concedida por Fritz Perls al darse cuenta -una de las mayores deudas de la
psicoterapia con la Terapia Gestalt y con su fundador- está recogida, en el nivel práctico,
por John O.Stevens en su libro El darse cuenta137 en una pluralidad de ejercicios, muchos
de los cuales tienen que ver,directa o indirectamente, con el trabajo con las Polaridades.
Por ejemplo, el ejercicio "Tengo miedo – Me gustaría" (pp. 86-88) que lleva a identificarse
de una manera total con la experiencia de nuestros sentimientos negados porque son
incómodos o dolorosos, para nosotros sobre todo. Más específico es el ejercicio "Niño
bueno -Niño malo" (p.178), que el autor, una vez explicado, comenta así:
"Hay otras muchas polaridades, o juegos de opuestos, que pueden ser aplicados
eficazmente del mismo modo: padre – hijo, blanco – negro, fuerte – débil, maestro –
alumno…"138
Otra discípula directa de Perls (como lo fue John Stevens), Patricia Baumgardner, recoge
también la enseñanza de Perls sobre las Polaridades comentando un trabajo de Fritz con un
matrimonio:
"Respondió que cada uno de nosotros tiene dentro polaridades opuestas y que no estamos
en contacto con una de esas polaridades. Con frecuencia proyectamos esa otra polaridad
hacia alguien más. Fritz vio también que invariablemente escogemos como pareja
matrimonial a alguien que representa cualesquiera opuestos o polaridades con las que no
estamos en contacto con nosotros mismos".
En este trabajo, Perls hace dialogar primero a un miembro de la pareja consigo mismo y
sólo al final, cuando él ha llegado a reconocer su polaridad, es cuando establece el diálogo
entre los dos. Fritz lo comenta al final así:
"…A fin de cuentas, todos los conflictos, todas las divisiones, surgen de una polaridad
exacta. Aquí tenemos la polaridad de arriba-abajo. Tener los pies plantados en el suelo o
tener los vuelos de la fantasía.[…] Antes tuvimos la división entre la persona de arriba y la
persona de abajo. No hemos tocado la enorme importancia entre derecha e izquierda, pero
vemos, una y otra vez, que la gente encuentra polaridades, y entonces podemos encontrar
los centros de esas polaridades. Este es uno de los medios de la integración".139
A pesar de las afirmaciones demasiado rotundas de Perls, se puede seguir admirando aquí
su seria preocupación terapéutica por la integración. Este párrafo me ha recordado el
trabajo, más creativo, de Joseph Zinker con las polaridades en el matrimonio (el suyo
propio):
Ese proceso de exploración lleva a analizar, por ambas partes, "en qué formas él o ella
manifiesta por medio de sus actos la polaridad de aquello que se le acusa" (p.173), a través
de un diálogo cuidadoso (en lo posible) en el que, cada uno, trata de oir realmente al otro y
comprobar la certeza de lo que ha oído por medio de la expresión de lo que cre haber
escuchado, método de comprobación bastante fácil que evita generar otro conflicto de
incomprensión mutua en ese momento terapéutico. Acusado y acusador deben asumir las
proyecciones de sus polaridades que allí aparecen y, al final, "cada persona revela sus
sentimientos acerca del proceso por el que acaba de pasar". Probablemente es en esa
revelación de sentimientos donde se puede dar con más éxito la integración de la polaridad
personal dentro de la polaridad de la pareja.
Analizando este trabajo práctico propuesto por Zinker, relacionándolo con otros que
acabamos de ver, nos volvemos a encontrar con que esas polaridades, como decía Wheler,
se dan precisamente en el proceso de contacto (la palabra contacto, fijémonos, ha salido con
frecuencia en las páginas que llevamos escritas de esta Parte III), y por ello es en el
contacto donde se podrán resolver, allí donde emerge el Self integrado o por integrar…
"…vamos a abordar la operación del self como el desarrollo permanente de los procesos de
integración de dos polos de la experiencia del self, interior y exterior, en una totalidad
significativa y evolutiva".141
Si recurrimos ahora a lo que el libro "fundacional" dice sobre "cómo trabajar con las
polaridades", hemos de acudir a la parte escrita por Hefferline, a partir de los ejercicios que
él realizaba con sus estudiantes de Psicología en la Facultad para apoyar de esa forma lo
que, en el plano teórico, estaban elaborando Perls y Godman. Pero conviene tener presente
lo que Taylor Stoehr dice de esa parte del libro:
"Muchos terapeutas gestálticos que usan el libro desde 1951, como herramienta didáctica o
texto sagrado, han tomado a la ligera la primera sección "hágalo usted mismo", donde los
conceptos principales se presentan en un lenguaje simple, originalmente ideado para
orientar a los estudiantes de psicología de Hefferline que realizaron los experimentos como
una serie de tareas. Aparte del orden impuesto por su formato -la secuencia de ejercicios
uno por uno-, el enfoque de esta sección del libro no difiere demasiado del de Ego, hambre
y agresión, donde se aprecia una mezcla similar de hipótesis, experimentos y comentarios"
[Y unas páginas más adelante, refiriéndose también a algunos de los ejercicios de esa parte
de Gestalt Therapy, afirma:] "Todo esto es Perls puro."142
Los ejercicios que plantea, pues, la parte práctica de Gestalt Therapy se deben a la directa
inspiración de Perls cuando todavía estaba en la línea apuntada en su primer libro; y se nota
en que los trabajos que proponen son más "mentales" o de contenido que de contacto. Por
ejemplo, el Experimento 2: "Percibir las fuerzas contrarias", que podemos relacionar
perfectamente con una técnica de trabajo con Polaridades, se plantea así:
"Demos ahora el primer paso de este experimento: Pensad en una pareja de opuestos en la
cual ninguno de los dos miembros tenga un significado si no es gracias a la existencia real o
implícita de su opuesto".143
"Cuando comencé a invertir la posición de las letras, me puse nervioso. Me aumentaron los
latidos del corazón y los ojos se me pusieron llorosos. En el momento en que estaba
simplemente tratando de imaginar las letras al revés, pensé que mis ojos se habían cansado.
Entonces intenté escribirlas yo al revés, para mirarlas después; pero después de esto los
ojos continuaron llorando tan copiosamente que no conseguía ver el papel. ¡Era cosa de
locos! Pero ¿qué queréis conseguir con este experimento?" (p.321).
Otro experimento tiene que ver con los sueños, pero no los que se tienen cuando dormimos,
sino con el "soñar despiertos", los ensueños. Hefferline apunta que analizarlos puede servir
para darnos cuenta de los deseos complementarios de nuestra realidad.:
El mismo método se sigue a lo largo de todas las páginas dedicadas a estos ejercicios o
experimentos, y en los dedicados a la Retroflexión, la Introyección y la Proyección se
pueden rastrear también algunos relacionados con las Polaridades. Lo que se echa de menos
en todos ellos es lo apuntado hace un momento: una relación terapéutica, una relación
dialogal. Un lugar y una presencia en las que "la terapia sea una emergencia segura", como
dice el propio libro que estamos examinando.
"Un cliente llega a la consulta y dice:"Tenía mucho miedo de venir hoy". Yo propongo
explorar la otra polaridad:"¡Trata de ver qué es lo que deseabas también al venir aquí hoy!";
frunce el ceño, piensa durante algunos segundos, después su cara se ilumina. Sí, acaba de
experimentar que es cierto tener a la vez miedo y ganas, y este descubrimiento aporta un
equilibrio interior, una especie de contrapeso que le permite no dar un paso en falso".144
Para concluir este apartado, quisiera completar el párrafo de Georges Pierret, tan gráfico de
un modo directo y personal, con un texto teórico y más complejo y lleno de sugerencias
sobre el tema de las Polaridades y / en la terapia Gestalt:
En este último apartado de la Parte i de este trabajo, voy a fijarme solamente en unos pocos
Teóricos de la Gestalt que han dejado una huella importante en toda la teoría y la práctica
que ha venido después de Gestalt Therapy.
Todos aquellos que han leído -despacio- este libro han tenido que modificar en gran parte
su pensamiento sobre la Teoría de la Terapia Gestalt (dejando a salvo siempre, eso sí, unos
cuantos principios básicos planteados naturalmente por Fritz y Laura Perls antes de 1951).
Pero quienes más han acusado la influencia de ese libro han sido precisamente aquellos que
escribieron obras, también fundamentales sobre la Terapia Gestalt, tratando de organizar de
una manera práctica y comprensible y útil todo cuanto habían dicho los "fundadores".
Alguno de estos teóricos podrían tal vez ser incluidos en esa categoría de "fundadores",
pero atendiendo a la cronología, quizá debamos considerarlos como los discípulos de la
primera generación y maestros también de los que han venido después.
"El filósofo S.Friedlaender estimuló en Perls otro fecundo curso de pensamiento a través de
su concepto de la indiferencia creativa. Esto último sugirió a Perls, ante todo, la inevitable
diferenciación de los opuestos, o polaridades, que está en la base y enriquece toda idea. Ver
sólo un aspecto de un concepto o de un suceso es, en cierto sentido, una gestalt incompleta
que carece del contraste o trasfondo contextual. En realidad es imposible comprender del
todo ciertos conceptos sin una polaridad que suministre una distinción. La noche, por
ejemplo, existe solamente porque existe la existencia contrastante del día. En segundo
lugar, la indiferencia creativa implica la prospectiva imparcial según la cual los opuestos
son igualmente esenciales para formar la dimensión psicológica del individuo"111.
En este extenso párrafo, los Polster sintetizaban no sólo lo que Perls había dicho en Yo,
hambre y agresión, sino lo que ellos mismos habían desarrollado más ampliamente en su
obra teórica y básica, publicada en 1973, después der años de experiencia de los que había
sido discípulos diorectso de Fritz Perls. me refiero a Terapia Guestáltica. Perfiles de teoría
y práctica112 en el que dedican al tema de las Polaridades casi todo el capítulo 3:
"Resistencia y superación". Observan agudamente que "el sujeto perturbado está dividido
dentro de sí mismo, no ya contra sí mismo (p.68; cursivas en el original), con lo cual, en mi
opinión, dejan a un lado el enfrentamiento entre "perro de arriba y perro de abajo".
Su insitencia va más bien en devolver el poder a las partes negadas del sí mismo por medio
de lo que ellos llaman "el sentido de un reflejo primario hacia la síntesis, dondequiera que
las identidades elementales entre en contacto" (p.71).
En la órbita del libro de Perls y Godman, apuntalan la idea de que las polaridades están en
el "campo" y, añaden:
Naturalmente, siguen la línea del proceso de integración que llevará, casi inevitablemente, a
que el individuo crezca:
"El crecimiento depende de que se renueven las posibilidades de contacto entre los diversos
aspectos del individuo, posibilidades que han sido eliminadas por ideas erróneas acerca de
la incompatibilidad"114.
Y como un eco de tantas frases de Perls y Godman, hablan también de la excitación que
conlleva la ordenación e integración de dos cualidades opuestas, y añaden con la lucidez y
el optimismo que caracteriza a este matrimonio de terapeutas y maestros de Terapeutas
Gestálticos: " El movimiento hacia la integración moviliza ese excitamiento y la parte
afectada no pierde su todavía poderosa energía" (p.77).
Joel Latner
En el mismo año 1973, otro de los gestálticos del Instituto de Cleveland, Joel Latner,
publicaba un libro con un extenso título: El Libro de la Terapia Gestalt -guía holística de la
teoría, principios y técnicas de la terapia gestalt según las enseñanzas de Frederick S.Perls y
otros… El editor de la segunda versión española, F.Huneus, decía en el Prólogo que el libro
"es una buena rendición de los fundamentos del método que aparecieron en el clásico
Gestalt Therapy… de F.S.Perls, R.F. Hefferline y P.Godman. En cierto sentido, es una
versión más fácil de asimilar y comprender que la segunda parte ("Novedad, Excitación y
Crecimiento") del libro mencionado arriba"115
Después de este prometedor párrafo, vemos que Latner vuelve a los planteamientos de Perls
sobre el dualismo del conjunto de realidades externas y sentimientos internos del ser
humano, con la afirmación, ya conocida (y bien cierta, por otra parte), de que las
polaridades tienen sus más profundas raíces en el funcionamiento del organismo y de ahí
afirma la idea, un tanto confusa en mi opinión, de que "la formación de la gestalt es en sí
misma la organización de un conjunto en los polos de figura y campo" (p.46).
"Cuanto mayor sea el contraste, dice Jung, mayor es el potencial. La energía intensa solo
procede de tensiones proporcionalmente grandes entre los opuestos"117.
Para Latner "el pensamiento dialéctico es una concepción holística de las diferencias"
(p.47). Al ler los párrafos dedicados a las polaridades y los opuestos, no podemos menos
que tener presente las ideas de Perls en sus escritos personales más que en las elaboradas en
colaboración con Godman, lo cual me hace recordar unas palabras de Gordon Wheler en la
Introducción a su Gestalt reconsiderada, en las que hace notar que Latner sostenía que el
manuscrito original de Gestalt Therapy, estaba bastante más elaborado por Perls y era más
semejante a la versión definitiva de lo que Godman estaba dispuesto a admitir.118
Sin embargo, sí notamos en las palabras de Latner sobre las polaridades que coloca a estas
en el ciclo de contacto y, aunque no lo expresa directamente, también en relación con los
mecanismos de defensa.
Joseph Zinker
También terapeuta gestáltico del Instituto de Cleveland en donde se formaron los que ya
hemos visto como la primera generación posterior a Perls, Godman, From, Laura Perls, y
que destacaron por haber sido los que empezaron a desarrollar teóricamente cuanto Perls, a
su modo, y Gestalt Therapy al suyo plantearon como primicias de la Terapia Gestalt.
Joseph Zinker es, de modo especial, el teórico de la creatividad en su relación con la
Terapia Gestalt.
Todo estos temas los plantea Zinker hablando de límites, de frontera, de polaridades
egosintónicas o egodistónicas; es decir, de conflictos. Los define de dos tipos:
intrapersonales e interpersonales y siempre en relación con las polaridades. Si son
conflictos intrapersonales, parece sugerir que las polaridades aparecerán con más evidencia
en la introyección y en la retroflexión. Si son interpersonales
sucede [que] un individuo reprime su conciencia de alguna zona de su propio ser y luego la
proyecta sobre otro: es más fácil ver lo malo de otro que lo propio. […] Las polaridades que
se proyectan pueden ser oscuras, desconocidas y perturbadoras (yodistónicas), o bien
oscuras, desconocidas y sustentadoras (yosintónicas)."122
Todas las respuestas polares que nos damos a nosotros mismos en las experiencias de
contacto, es decir, cuando negamos uno de los polos y sólo dejamos aparecer el otro, son
respuestas pobres , repetitivas, y, en cambio,
"Para crecer como persona y tener con los otros experiencias de conflicto más productivas
[…] debo poner al descubierto esa parte de mí mismo de la que me desentiendo.[…]
necesito entrar en contacto con esa parte de mí mismo que no asumo. Este es el paso
preliminar: ponerme en contacto con la forma en que mantengo en secreto algo de mí
mismo"123.
Veremos en la Parte iI algunas de las formas que Zinker utiliza para trabajar creativamente
con las "polaridades y conflictos" y cómo buscar el contacto con esa parte "secreta y
misteriosa" (¿negada?) de y para nosotros mismos; pero, como él dice, "se trata, en todos
los casos, de una cuestión de totalidad, integridad, entereza, unidad, orden, estructura"
(p.157); de lograr el equilibrio, en la expresión total de nosotros mismos, entre la
espontaneidad y el sano y necesario control.
Gordon Wheler
Terapeuta y docente, es ya de la tercera o tal vez cuarta generación de los teóricos y
clínicos gestálticos procedentes del Instituto de Cleveland.
Mientras en Perls habíamos visto, a través del léxico (que traduce muy claramente las ideas
del que lo utiliza), su preocupación por los opuestos, en Laura Perls por la integración, en
Gestalt Therapy por una combinación de estos dos campos semánticos, aunque dando un
paso más en la teoría del campo y la Teoría del Self, en los Polster, en Latner y en Zinker
hemos visto cómo seguían esas líneas de pensamiento en torno al tema que nos ocupa con
bastante fidelidad, aunque alargándolas y ampliándolas creativamente.
Ahora Gordon Wheler, por su parte y tal como indica el subtítulo de su libro, se centra en el
contacto y la resistencia e, inevitablemente, vuelve a encontrarse con la polaridad. No sólo
cuando revisa las teorías del primer Perls, sino también lo que llama "el modelo
Perls/Godman" y la propia "actividad de la escuela de Cleveland" a la que él mismo
pertenece.124 De ahí, que las palabras polos, polaridad, oposición, integración, etc., estén
muy presentes en los primeros capítulos de "reconsideración" de las teorías gestálticas que
estudia. Cuando plantea, en los tres capítulos restantes, sus propias ideas que corrigen y
completan las anteriores, insiste en los dos conceptos que le interesan, la resistencia y el
contacto, y enseguida aparece también la palabra polaridad, pero siempre utilizada en un
contexto ampliamente positivo, como algo que puede tener un sentido importante en el
proceso de contacto.
"No tiene sentido, por ejemplo, definir la "introyección" como una "resistencia al contacto",
exactamente como tampoco tiene sentido decir que, necesariamente y por definición, es una
"resistencia al contacto" su función polarmente opuesta, la "masticación", por usar la
polaridad perlsiana. La una o la otra pueden ser usadas para "resistir" […] a la particular
figura de contacto del momento, o para reforzarla y elevarla, según sean las metas o el
estilo del particular organismo/entorno que está en cuestión en un momento dado. Pero es
difícil imaginar un contacto que no incluya siempre algún elemento de ambas"125.
Esa inclusión de elementos polares en el proceso queda reforzada en las páginas que siguen
cuando, después de esquematizar el modelo de las relaciones entre contacto y resistencia de
Perls/Godman, Wheler propone un esquema nuevo en el que claramente se ve que las
polaridades no se dan entre contacto y resistencia, sino dentro del propio y unificador
proceso de contacto. La via para la integración de las polaridades queda así marcada con
nitidez. Dos páginas más adelante, el autor da una lista parcial126 de las acciones que Perls,
en 1947, mencionaba como "evitaciones" o "resistencias", lista en la que aparecen esas
resistencias enfrentadas a sus opuestos. Al concluirla, Wheler comenta:
"Es obvio que la columna de la derecha es una lista de posibles polos o funciones opuestas
al término "resistencia" como lo ha entendido Perls. Decimos "polos posibles", porque
también estos términos podrían tener, naturalmente, una considerable variedad de
"opuestos", según el modo en que se conciban en un contexto dado. Repetimos de nuevo
que, en cada caso, ambos términos, ambos polos (u otros polos), podrían ser la
"resistencia", mientras que todos, en distintas circunstancias y con distintos fines, pueden
ser esenciales precisamente para el contacto, ese que, según Perls en cambio, se
obstaculizaría".127
Este planteamiento (que el propio Wheler llama "enfoque polar") se desarrolla ágilmente en
las páginas que siguen, incluso a través del análisis de dos casos clínicos. Y finalmente se
sintetizan en la "Conclusión" del libro en la que el autor condensa así sus ideas:
En los últimos tiempos, los escritos teóricos sobre la Terapia Gestalt se suceden, y existe,
además, una consciencia muy clara de que esta orientación psicoterapéutica necesita
proverse de unas bases teóricas claras y fuertes (igual que una "figura" nueva sobre un
"fondo" antiguo ya conocido) para que, entre otras cosas, la Formación de los nuevos
terapeutas gestálticos sea el mejor apoyo para su futura tarea. Pero durante bastantes años,
desde que los Perls empezaron, en los años 40 del siglo XX, a poner en marcha su nueva
orientación terapéutica, los escritos teóricos fueron más bien escasos.
Ese "centro de confianza" y esas "dudas" se habían concretado, cuatro años más tarde, en su
primer libro, Yo, hambre y agresión, cuyo subtítulo, muy explícito (y no mantenido en la
traducción y edición en español), de "Revisión de la teoría de Freud y de su método", decía
muy claramente qué le había empujado a escribirlo. En la redacción de la obra, intervino de
forma importante su mujer, Laura, aunque el reconocimiento de este hecho pasó por varias
fases en el modo de expresarse sobre ello por parte de Perls…
Si a través del índice temático70 de Yo, hambre y agresión hacemos un recuento de las
veces que aparece la palabra polaridad y sus derivados podemos decepcionarnos: polaridad,
así, en singular, no aparece ni una sola vez; en plural, polaridades, sólo está utilizada una
vez; polarización y polarizar cuatro veces, dos cada una. Polo está utilizada sólo cinco
veces, y contrapolo una, aunque se entiende por el contexto que se está refiriendo
sencillamente al polo opuesto de la vergüenza71.
Sin embargo, sus sinónimos, los que habíamos analizado en la Introducción, tienen una
presencia mucho más abundante: opuestos, se utiliza cuarenta y cinco veces, y todas las
palabras relacionadas con ambivalencia se dan un total de once veces., exactamente las
mismas que los vocablos relacionados con la palabra polo. Este pequeño análisis de
presencias lexicográficas de las que habíamos llamado palabras-clave nos lleva al campo
semántico de la oposición y notamos que es uno de los preferidos por la escritura de F.S.
Perls, ya que sus términos aparecen un total de sesenta y siete veces.
Si seguimos un poco más adelante, atendiendo al reparto de esas presencias vemos que en
el capítulo I, cuyo título es "El pensamiento diferencial", encontramos dieciséis veces
términos del campo semántico que estamos examinando; a lo largo de los restantes
capítulos de esta Primera Parte de Yo, hambre y agresión y de la Segunda, hay un reparto
menos concentrado de los vocablos que nos interesan, y en la Tercera Parte, dedicada toda
ella a la Terapia de la Concentración (el primer nombre que los Perls pensaron dar a lo
que después fue la Terapia de la Gestalt), vuelven a aparecer en otras doce ocasiones; un
total, pues, de veintiocho veces. Es decir, un porcentaje elevado, el 41%, de apariciones de
palabras relacionadas con lo opuesto, con la polaridad, acumuladas en las partes del libro
que indican, primero, un planteamiento del problema esencial y, segundo, una camino para
resolver el problema.
Sin meterme en honduras lingüísticas que no vienen al caso, creo posible que la aparición
reiterada de estos vocablos en esos dos momentos diga algo sobre el interés de Perls por
trabajar con polos extremos de la personalidad, aunque de una forma muy diferente a como
lo había planteado Freud.72 Precisamente la palabra ambivalencia y los sintagmas
relacionados con ella, los encontramos con mayor frecuencia en los capítulos en que más se
menciona a Freud y su psicoanálisis y cuyos títulos son también reveladores: VII. "El bien
y el mal", y VIII. "La neurosis".
Dejando a un lado las cuestiones de vocabulario, por muy significativas que puedan ser, en
el primer capítulo, "El pensamiento diferencial", lemos este párrafo bien explícito sobre la
idea de Perls acerca de las Polaridades y en clara conexión con lo que habíamos señalado
en los planteamientos previos en torno a este tema:
"Tras abrir el sistema motivacional más allá de Eros (sexo) y Tánatos (agresión/muerte) al
incluir el hambre, pasaba a postular una infinita serie de motivaciones que fluyen una hacia
la otra, de un momento al siguiente. Destacaba la importancia del tiempo presente y
criticaba a Freud por preocuparse por el pasado y a Alfred Adler por insistir demasiado en
el futuro. Su conciencia de las polarizaciónes ( los opuestos) lo indujo a señalar zonas que
los psicoanalistas (disecadores de la mente) descuidaban, tales como el cuerpo y la síntesis
(la importancia de nuevas experiencias).74
Apoyándose en uno de los "teóricos del holismo más esotéricos"75, Salomo Friedlaender,
Perls busca la solución para el problema de las polaridades en la afirmación de que
"todo evento se relaciona con un punto cero, a partir del cual se realiza una diferenciación
en opuestos. Estos opuestos manifiestan, en su concepto específico, una gran afinidad entre
sí. Al permanecer atentos al centro, podemos adquirir una capacidad creativa para ver
ambas partes de un suceso y completar una mitad incompleta. Al evitar una visión
unilateral logramos una comprensión mucho más profunda de la estructura y función del
organismo"76.
Pivotando sobre estas afirmaciones, que desarrolla en ese primer capítulo, Perls va
desarrollando muchas de las ideas que serán , en lo sucesivo, como leit motifs de su teoría y
que, en buena parte, han nacido de su conciencia de la polaridad del organismo. Así el
concepto de "aquí y ahora", tan estrechamente vinculado a la teoría y la práctica de la
Terapia Gestalt, está ya apuntado con claridad en el primer libro de Perls en un contexto
relacionado con las polaridades:
"Hay otro punto en el psicoanálisis clásico que no puede resistir el escrutinio del
pensamiento dialéctico -el complejo "arqueológico" de Freud, su interés unilateral por el
pasado. No es posible ni objetividad ni comprensión real de la actuación de la dinámica de
la vida sin tomar en cuenta el polo opuesto, esto, el futuro y, sobre todo, el presente como
punto cero de pasado y futuro. […] El presente es el punto cero, siempre en movimiento, de
los opuestos pasado y futuro"77.
El trabajo con las emociones, que es otro rasgo distintivo de la Terapia Gestalt, está
planteado con la referencia constante a las emociones positivas y a las negativas:
"El carácter desagradable de las emociones negativas implica el deseo de evitar esas
mismas emociones que, sin embargo, no pueden transformarse en sus opuestos agradables
cuando no permitimos -por medio de la descarga- su cambio de una excesiva tensión a una
tensión soportable y ulteriormenta hasta el punto cero orgánico. […] La timidez es un
estadio prediferente de la vergüenza, cuyo contrapolo es el orgullo. En estas emociones -
como en el egocentrismo- la personalidad tiende a convertirse en la figura frente al fondo
de su contorno".78
Aunque toda la teoría gestáltica sobre los mecanismos de adaptación todavía no la tenía
Perls completamente elaborada (habrá que esperar a 1951…), no cabe duda de que sus
intuiciones le habían llevado ya muy adelante en ese camino. Cuando escribe sobre las
"resistencias", afirma:
"No se pueden destruir las resistencias; y en todo caso no es algo malo, sino más bien
energías valiosas de nuestra personalidad -nocivas tan solo cuando se aplican mal. No
podemos ser justos con nuestros pacientes mientras no percibimos la dialéctica de la
resistencia. El opuesto dialéctico de la resistencia es la asistencia.[…]…debe recordarse
que sin tener en cuenta la visión del paciente de sus resistencias como asistencias no
podemos tratarlas con éxito".79
En el capítulo sobre "La neurosis" habla, sin mencionarlos de la misma forma con que
ahora los utilizamos habitualmente, de la Confluencia y el Egotismo en un contexto
claramente referido a los mecanismos de adaptación o de defensa, puesto que está
comentando el libro de Anna Freud, The Ego and its defence mechanism. Perls reflexiona:
Con este mismo planteamiento conectado con su teoría sobre opuestos y polarizaciones,
Perls habla también de la Proyección:
"La persona que está inclinada a proyectar se parece al que está sentado en una casa con
espejos en todas las paredes. Dondequiera que mira piensa que ve el mundo a través del
cristal, mientras que en realidad sólo ve reflejos de las partes no aceptadas de su propia
personalidad. […] Sin embargo, no siempre es el mundo exterior el que sirve como pantalla
para las proyecciones; pueden también darse dentro de la personalidad. […] Los rasgos
atacados corresponden a las proyecciones, a las partes alienadas de la personalidad
paranoide. De esta forma, las proyecciones son medios muy apropiados para evitar la
solución de la actitud ambivalente."81
Al hablar de la introyección, Perls acude a una explicación relacionada con el folklore y los
cuentos en los que se ve, a través de su simbolismo, los introyectos que los cuentos de
hadas trataban de liberar:
" En este caso una parte activa de la personalidad del niño interfiere con otra que, de esta
forma, se hace pasiva y sufre. Una retroflexión genuina se basa siempre en una escisión de
la personalidad como esa y está compuesta de una parte activa (A) y una pasiva(B)."83
Actividad y pasividad son evidentemente polos opuestos que necesitan, como cualquier otra
polaridad, integrarse. Me parece interesante notar que, cuando Perls va a hablar de
integración en la parte dedicada al "Metabolismo mental", acuda a ejemplos que, a través
de Paul Federn, le llevan al concepto de Frontera, allí donde aparecen claras las funciones
del self (del Ego, dice todavía Perls en Yo, hambre y agresión), donde se dan los
mecanismos de adaptación para aceptar o no el contacto, para facilitar la construcción y
destrucción de gestalts y donde, de nuevo, aparece, según Perls, una polaridad básica:
"Siempre y cuando una frontera comienza a existir, se siente como contacto y como
aislamiento. De ordinario no existe ni contacto ni aislamiento, mientras que existe
confluencia pero no frontera. Esta confluencia es interferida por libido y agresión, amistad
y hostilidad, sentido de familiaridad o de extrañeza, o como quiera que se pretenda llamar a
las energías que forman la frontera"84.
Conocemos pocos trabajos escritos por F.S. Perls en los años primeros de su estancia en
Estados Unidos, pero esos pocos nos dan idea de un hombre que estaba reflexionando más
a fondo sobre todo lo que había expresado en su primera obra, madurando lentamente una
teoría que, hasta unos años más tarde y no elaborada totalmente por él, no vería la luz en
forma de un libro que es ya, casi, una obra definitiva sobre la Terapia Gestalt. Me estoy
refiriendo a Gestalt Therapy: Excitement and Growth in the Human Personality (1951).
Pero el manuscrito que Perls entregó a Paul Godman85 para que redactara lo que a él le
resultaba difícil (quizá, entre otras razones, por su todavía incompleto dominio del inglés),
posiblemente estaba escrito sobre los esbozos que nos han llegado a través de algunas,
pocas transcripciones de conferencias que pronunció entre 1946 y 1950.
"La dicotomía de la personalidad humana puede ser abordada desde tres ángulos distintos:
desde el punto de vista de la estructura dualística de la personalidad, de la conducta
dualística, y del lenguaje dualístico"88.
En todo este trabajo observamos que la palabra más repetida es dualismo y sus derivadas y,
analizando texto y contexto, comprobamos que es otra palabra que pertenece al campo
semántico de la oposición ya conocido en los escritos de Perls.
Los extremos, los polos, están marcados aquí con el sema contextual de potencialidades, las
que pueden llevar a la persona al "logro de aquel grado de integración que facilita su propio
desarrollo" (p.57), merced al paso, al proceso, que va de una personalidad deliberada a otra
espontánea.
Relata casos con los que se ha encontrado en su consulta y deja así ver, en la práctica, cómo
trabajar con las personalidades que no aceptan una parte de su propio ser con el que
rechazan el contacto que, insiste, es "la apreciación de las diferencias", o "significa
aceptación de diferencias" (pp. 67 y 71). La introyección, la proyección y la retroflexión
están también tratadas desde esta perspectiva de integración de las dualidades de la persona.
Acudir a los planteamientos que el psicoanálisis hizo sobre el tema de las polaridades se
debe a este párrafo de F.S.Perls:
"Muchos amigos critican mi relación polémica con Freud. "Tienes tanto que decir; tu
posición está firmemente cimentada en la realidad. ¿Por qué esta agresividad continuada
hacia Freud? Déjalo tranquilo y dedícate a tus cosas". No puedo hacerlo. Sus teorías y su
influencia son demasiado importantes para mí. Mi admiración, mi extravío y mi
vengatividad son muy fuertes. Su sufrimiento y su coraje me tocan profundamente. Me
asombra lo mucho que logró, estando prácticamente solo con las herramientas mentales
inadecuadas que fueron la psicología asociacionista y la filosofía mecanicista. Estoy
profundamente agradecido de lo mucho que me desarrollé oponiéndome a él".33
En páginas anteriores ya se citó un texto de 1915 de Sigmund Freud, tomado de "Los
instintos y sus destinos". En el mismo párrafo, podemos ler:
"El hecho de que en tal época ulterior del desarrollo de un impulso instintivo se observa,
junto a cada movimiento instintivo, su contrario (pasivo), merece ser expresamente
acentuado con el nombre de ambivalencia, acertadamente introducido por Bleuler"34.
" Quizá nos aproximemos más a la comprensión de las múltiples antítesis del amor
reflexionando que la vida anímica es dominada en general por tres polarizaciones; esto es
por las tres antítesis siguientes: Sujeto (yo)- Objeto (mundo exterior); Placer – Displacer;
Actividad – Pasividad . […] Sintetizando, podemos decir que los destinos de los instintos
consisten esencialmente en que los impulsos instintivos son sometidos a la influencia de las
tres grandes polarizaciones que dominan la vida anímica. De estas tres polarizaciones
podríamos decir que la de "actividad-pasividad" es la biológica; la de "yo-mundo exterior"
la de la realidad; y la de "placer-displacer", la polaridad económica"35.
Si analizamos el índice temático de las Obras de Freud encontramos, con mucha más
frecuencia que el término polaridad, su sinónimo ambivalencia; o también el término par
antitético; pero leyendo los contextos en donde aparece alguno de estos términos, sobre
todo el preferido (ambivalencia), encontramos lo que podríamos entender como la teoría de
la polaridad en Freud. Por ejemplo:
"Realmente, tal subsistencia de los contrarios sólo es posible bajo especiales condiciones
psicológicas y con la colaboración de lo inconsciente. El amor no ha podido extinguir el
odio, sino tan sólo rechazarlo a lo inconsciente, instancia psíquica en la cual se encuentra a
salvo de la acción de la conciencia y puede subsistir sin mengua alguna e incluso sin crecer.
En tales circunstancias, el amor consciente suele alcanzar, a su vez, por reacción, especial
intensidad para poder llevar a cabo constantemente y sin descanso la tarea de mantener en
la represión a su contrario. Esta singular constelación de la vida amorosa parece tener su
condición en una disociación muy temprana, acaecida en el periodo prehistórico infantil, de
los dos elementos antitéticos, con represión de uno de ellos, generalmente el odio. [Para
esta constelación de sentimientos ha hallado luego Bleuler el nombre de
"ambivalencia"]"36.
Freud analiza también las oposiciones básicas en otra obra más temprana todavía, "Tres
ensayos sobre la teoría de la sexualidad" (1905), mostrando así su temprano interés por el
tema de los sentimientos opuestos, como algo que fue
"La función insuficientemente diferenciada y la actitud poco desarrollada son nuestra parte
en sombra. Aquellas disposiciones primordiales […] que por razones morales, éticas u otras
cualesquiera , se mantienen reprimidas por hallarse en contradicción con nuestros
principios conscientes. […] …a todo individuo síguele una sombra, y cuanto menos se
halle ésta materializada en su vida corriente, tanto más oscura y densa será"39.
Otro discípulo de Freud, y esta vez muy querido por el fundador del Psicoanálisis, Sándor
Ferenczi, escribió en su Diario, quizá teniendo en mente, a la vez, las ideas de Freud y de
Jung:
"De todos modos, no es disparatado sustentar el punto de vista del dualismo: los
incontables ejemplos de bipolaridad, ambivalencia, ambitendencia que encontramos
dondequiera sugieren que es justificado considerar el todo de la naturaleza no sólo desde el
punto de vista del principio del egoísmo, sino igualmente desde el del altruismo a partir de
orientaciones querenciales contrapuestas. Todo esto sería sólo una modificación, al parecer
mínima, de la hipótesis de Freud sobre las querencias de vida y de muerte. Cubriría lo
mismo con otros nombres. Una querencia de validación y una querencia de allanamiento
constituyen juntas la existencia, es decir, la vida en el universo como un todo"40.
A la zaga de los primeros teóricos y clínicos del psicoanálisis, se han ido sucediendo otros
escritos que, a partir de la práctica psicoanalítica, por muy revisada y renovada que haya
sido, han seguido constatando la existencia de la polaridad básica del ser humano. Muy
cerca de Freud todavía, Melanie Klein analizó, especialmente con niños, la dialéctica de los
objetos "buenos" y "malos" que deriva de la oposición freudiana entre pulsión de vida y
pulsión de muerte41.
El objeto puede ser el pecho de la madre que unas veces será el "pecho bueno protector" y
otras el "pecho malo perseguidor", según satisfaga o no las necesidades del niño. De ahí (de
la parte al todo) procede la oposición que vivirá con angustia el niño: la de la "mamá buena
o hada" y la "mamá mala o bruja", que sólo lentamente irá integrando, cuando vaya
llegando a la madurez infantil en un ambiente cálido, o ayudado por la psicoterapia42.
En el capítulo 7, habla del proceso de maduración del yo, las "Ocho edades del hombre", y
lo plantea por medio de polaridades:
Polaridad en la madurez.44
"las cualidades sintónicas nos sostienen mientras nos amenazan los elementos más
distónicos que nos depara la vida, deberíamos reconocer el hecho de que las circunstancias
pueden situar lo distónico en una posición más dominante. La vejez es inevitablemente una
de esas circunstancias"45.
Pero Erikson, y con él su mujer, piensa que, si desde el principio existe el polo de la
"confianza básica" y "nos ha acompañado como una fuerza permanente", podrá
completarse el ciclo vital.46 Exactamente igual, pienso yo, que, en el círculo o en la curva
gestáltica, llega el momento de la retirada y la gestalt queda cerrada, conclusa, y completa.
"…este pensamiento que llamamos salvaje […] pretende ser simultáneamente analítico y
sintético, ir hasta su término extremo en una y en otra dirección, permaneciendo, a la vez,
en capacidad de ejercer una mediación entre estos dos polos".
"Lo propio del pensamiento salvaje es ser intemporal; quiere captar el mundo, a la vez,
como totalidad sincrónica y diacrónica, y el conocimiento que toma se parece al que
ofrecen, de una habitación, espejos fijados a muros opuestos y que se reflejan el uno al otro
(así como los objetos colocados en el espacio que los separa), pero sin ser rigurosamente
paralelos. […] En este sentido, se le ha podido definir como pensamiento analógico".
[Mientras que el pensamiento domesticado es una ] "razón ocupada totalmente en reducir
las separaciones y en disolver las diferencias, la que puede ser, con todo derechos, llamada
`analítica´ ".12
Lévi-Strauss parece completar su pensamiento cuando afirma que " la verdad del hombre
reside en el sistema de sus diferencias y de sus propiedades comunes" ya que los patrones
del pensamiento básico del hombre son bipolares puesto que "es totalizador".13
Dando un salto de varios años, pero sin salir del campo de la Antropología, me interesa
ahora recurrir a otro autor que ha sido uno de los más entusiastas propagadores del
estructuralismo lingüístico y literario y que ahora, una vez pasada la moda de lo que de
moda estuvo del estructuralismo (cuya base, como bien sabemos, pudo estar también en los
primeros teóricos de la Psicología de la Gestalt) en los años medios del siglo XX, se lanza a
escribir, sin olvidar sus raíces científicas, una obra interesante que subtitula Ensayo de
antropología general…Me estoy refiriendo a Tzvetan Todorov, lingüista, teórico de la
literatura y poderoso ensayista que lo mismo se asoma a los entresijos de la "literatura
fantástica" que a la poética del Decameron de Boccacio. En 1995 publicó en Francia la obra
a que aludo, La vie en commune (Paris, Ed. du Seuil) en la que, sin aludir para nada a la
Teoría de la Gestalt pero coincidiendo sorprendentemente con ella en muchas de sus
reflexiones, podemos encontrar de nuevo observaciones que nos sirven para acercarnos al
tema de las Polaridades desde nuestro punto de vista.
En varios lugares de su obra, Todorov alude a los dos polos del psiquismo humano, a las
necesidades duales del hombre debatiéndose entre la autonomía y la sociabilidad y
buscando cómo integrarlas; o escribe párrafos que nos traen a la memoria algunos de Lévi-
Straus citados más arriba:
Todorov analiza en páginas muy inteligentes esta condición polar del hombre y, sobre todo,
del hombre en relación con los otros ya que, para él, sólo existimos por la mirada del otro,
nuestro ser se realiza en la relación, incluso en la soledad que no es contradictoria respecto
de las relaciones interpersonales, sino otro modo de vivirlas. La síntesis de ese pensamiento
es así:
" El ser humano está hecho de las relaciones que mantiene con sus semejantes y es, al
mismo tiempo, capaz de intervenir completamente solo en el mundo; es doble, no uno".16
Esta condición polar, en el interior de cada hombre está apuntada también, y con mucha
profundidad, en otras culturas y civilizaciones. La china es un ejemplo claro de esto cuando
tiene siempre en cuenta la energía dual de la persona: Ying= lo femenino; Yang= lo
masculino. Y sigue adelante en el explanamiento de lo que esas energías significan en la
persona: Ying= belleza, dulzura, tierra, luna, el cuadrado; Yang= verdad, sol, cielo,
movimiento, el círculo. El Libro del Tao (que F.S.Perls conoció bien, por otra parte…)
busca el equilibrio entre esas polaridades.
Toda esta dualidad, esta polaridad, la sintetizaba, en el ámbito estrictamente referido al ser
humano, un filósofo empirista, psicólogo y pedagogo con gran influencia en la
Antropología: y, notémoslo, en el pensamiento de Paul Godman18:
"Los seres humanos no somos en primera instancia pensadores, sino agentes y pacientes,
sufrientes y gozadores…" (John Dewey, Problemas del hombre,1946)19.
Tanto la lectura como la práctica de la Terapia Gestalt, aparte de mis insights mirándome a
mí misma o mirando a los que me rodean, me han ido llevando a esa convicción que
supongo traspace en cada una de las páginas que anteceden: las polaridades están en todo
ser humano.
"Claro que tenemos deseos que van en direcciones diferentes, y elegir uno es diferir el otro.
Hay que hacer ajustes creativos para poder hacer las dos cosas. El deseo, en el fondo, será
el mismo, pero el campo ha tomado una forma diferente" 129.
En el momento en que decía esto, el Terapeuta hablaba de las polaridades como si siempre
fueran deseos: Tal vez se debiera a mi modo confuso de exponer una duda en torno a un
tema que a él no parecía gustarle.
Yo le había dicho que, en una compañera de Formación, había visto una polaridad cuando
había expresado su deseo de ser terapeuta y, a la vez, su temor a no saber/poder serlo y, por
lo tanto, su renuncia a serlo… Para él, en cambio, eso se reducía a una ambivalencia fruto
de un deseo, ser terapeuta, y de un introyecto: "no sirvo/ no puedo". Un deseo y un
introyecto, decía, sí pueden funcionar juntos, pero no un deseo y un no-deseo.
Dándome cuenta más tarde de que estaba metiéndome en terrenos teóricos exclusivamente,
quise confrontar lo que yo pensaba y leía sobre polaridades con los hechos concretos, las
experiencias. Esta intención me llevó a comparar mis pensamientos, en cierta medida
teóricos, con lo que había visto como "observadora" de un taller del Primer nivel de
Formación, grupo al que suponía menos "maleado" para dejar aflorar las polaridades o lo
que fueran.
Ese taller se celebró en mayo de 1996 y el empeño en estar atenta a todo lo que pasaba me
distrajo en más de un momento de lo que pretendía que fuera un trabajo sobre polaridades,
percibidas en un grupo en el que yo no tenía porqué sentirme implicada. De todas maneras,
mi propia atención a lo que allí sucedía terminó por implicarme, sobre todo por las
sensaciones, sentimientos y pensamientos que se fueron suscitando en mí. En un grupo
gestáltico parece que no es posible permanecer como mero espectador objetivo…
Había una dificultad: el día de la "observación", el grupo no iba a trabajar con Polaridades,
sino con "Sueños, Cuentos, Cartas…"130 Pero también en los sueños aparecen las
polaridades, la experiencia me lo dice, pensaba yo.
En uno de los sueños trabajados en aquel taller, me llamó la atención que dentro de él
aparecía una tinaja de barro y, al ir trabajándolo, se transformó en un tibor, supongo que de
porcelana. (En mi recuerdo aparecieron unos tibores chinos de la casa de mi abuela).
¿Polaridad?: barro / porcelana; lo artesano, lo elemental, lo primitivo, sin adornos externos /
lo artificioso, lo complejo en la elaboración, lo muy civilizado, con decoración externa…
Fueron visualizaciones polares y el resto del trabajo también fue en una línea polar: cheque
/ monedas; al hablar con el cheque, D. decía:"no tienes vida, no se te oye…" Y a las
monedas:"vida, ruido, brillo…" Al final del trabajo, D. se da cuenta de otra polaridad que
vive con respecto a su madre: dependencia / independencia.
Cuando habla M., su voz es temblorosa, llorosa; cuando habla el zorro, la voz es fuerte,
decidida. La Terapeuta pone de relieve ese contraste. No percibo que M. haya integrado
"organísmicamente" los matices polares de este sueño.
En los trabajos de los estudiantes con la Terapeuta, capto una relación entre cliente /
terapeuta que puede ser otra polaridad: el cliente tiene potencial, pero no sabe que lo tiene y
no sabe usarlo.
El terapeuta tiene potencial y sabe que lo tiene y lo dirige y sabe usarlo… La terapia
psicológica, entonces, debe llevar también a la integración de esa polaridad que se establece
entre cliente y terapeuta y, sobre todo, a integrar la polaridad del cliente entre tener
potencial y, a la vez, no saber que lo tiene ni cómo usarlo.
En el trabajo de C., percibo una polaridad en la que, con toda claridad, se ve el polo
introyectado porque, a pesar de su edad, es una niña dolida (= la realidad "existencial" de
C. por todo lo que ha vivido) y, a la vez, es una adulta comprensiva (= la realidad "moral"
[introyecto] de C. por todo lo que le han dicho, exigido…).
Hubo un trabajo "duro" entre A. y T. que me hizo observar una polaridad de tipo más
personal entre ellas, lo que Zinker llamaría un "conflicto interpersonal" derivado a menudo
del conflicto intrapersonal.
Por ejemplo, P. afirma que su polaridad es ser desorganizada en sus tareas caseras cuando
está sola / organizada si tiene alguien en quien apoyarse. Para ella la polaridad estaba entre
su organización / desorganización en el trabajo.
Como terapeuta "en prácticas", he trabajado alguna vez por medio de la elección que el
cliente hace de uno de sus polos mientras me cede el otro a mí. Dialogamos desde cada uno
de esos dos polos hasta que, paulatinamente, el cliente va reconociendo su polo "negado" -
casi siempre con una sonrisa- y quitándome a mí la palabra para interactuar ya consigo
mismo.
Todas estas maneras de trabajar, naturalmente, pueden utilizarse para cualquier otro
problema o tensión psicológica. Sin embargo, me ha parecido oportuno aportar estas
experiencias personales tenidas en cuenta desde mi atención al tema de las Polaridades
como una manera de contrastarlas con el examen que voy a intentar a contincuación de
otros métodos que han planteado, para el trabajo concreto con las Polaridades, otros
Terapeutas Gestálticos que han hablado de ello en sus escritos.
Introducción
Si queremos hacer mínima justicia al espíritu y la esencia de la terapia gestalt, debemos
distinguir claramente las reglas de las órdenes. La filosofía implícita en las reglas es
proporcionarnos medios eficaces para unificar el pensamiento y el sentimiento; tienen por
designio ayudarnos a sacar a luz las resistencias, a promover una mayor toma de
conciencia; a facilitar, en fin, el proceso de maduración.
La idea del ahora, del momento inmediato, del contenido y estructura de la experiencia
actual, es uno de los principios más vigorosos, fecundos y escurridizos de la terapia gestalt.
Ateniéndome a mi experiencia personal, debo decir que en varias oportunidades me he
sentido intrigado, enfurecido, frustrado y alborozado por todo lo que lleva implícito la idea,
en apariencia simple, de «ser en el ahora».
¡Y qué experiencia fascinante es ayudar a los demás a percatarte de las múltiples maneras
mediante las cuales evitan adquirir por sí mismos esa conciencia auténtica e inmediata! Con
el fin de fomentar la conciencia del ahora, sugerimos a la gente que se comunique en
tiempo presente. «¿De qué tiene conciencia en este momento?», «¿Qué está pasando
ahora?», «¿Qué está sintiendo en este instante?» La pregunta: «¿Cuál es su ahora?» es
eficaz para terapeutas y para pacientes.
Sería inexacto afirmar que el material histórico y el pasado carecen de interés. Cuando se
cree que guarda afinidad con aspectos importantes de la estructura de personalidad actual,
se aborda activamente ese material. No obstante, la forma más efectiva de incorporar a la
personalidad el material del pasado es traerlo —del modo más completo posible— al
presente. Se evitan así los amables «sobreísmos» intelectualizados y se procura
insistentemente que todo el material ejerza el impacto de lo inmediato.
Cuando el paciente alude a sucesos de ayer, de la semana pasada o del año anterior,
rápidamente le decimos que «se ubique» allí con su fantasía y represente el drama en
términos actuales. Nos afanamos por señalar al paciente con qué presteza abandona el
ahora. Discernimos su necesidad de hacer intervenir en el diálogo a personas ausentes, la
acuciante nostalgia que lo lleva a rememorar el pasado, su tendencia a ocupar su mente con
temores y fantasías acerca del futuro.
Yo y tú
Con este principio, procuramos expresar en la forma más clara y concreta posible la idea de
que la verdadera comunicación incluye tanto al emisor como al receptor. A menudo, los
sujetos actúan como si el destinatario de sus palabras fuese el cielorraso o el aire. Al
preguntárseles «¿A quién le está diciendo eso?», se los obliga a enfrentar su renuencia a
enviar el mensaje directamente al receptor, al otro.
De este modo, suele solicitársele al paciente que mencione el nombre de la otra persona —
al comienzo de cada oración, en caso necesario—. Se le pide que tome conciencia de la
diferencia entre «hablarle» a su interlocutor y «hablar» delante de él. Se lo insta a que
compruebe si su voz y sus palabras alcanzan realmente al otro. ¿Lo toca realmente con sus
palabras? ¿En qué medida está dispuesto a tocarlo con sus palabras? ¿Comienza a darse
cuenta, acaso, que su evitación fóbica de la relación con los demás y del contacto genuino
con ellos se pone de manifiesto también en los mecanismos de su voz y en su conducta
verbal?
Hay otras técnicas semánticos. Si el paciente dice «No puedo hacerlo», el terapeuta le
solicitará que diga «No lo haré»; si acepta esta formulación y la utiliza, le preguntará: «Y
ahora, ¿qué siente?».
El continuo de conciencia tiene inagotables aplicaciones, pero es ante todo un modo eficaz
de conducir al individuo hacia los firmes cimientos de sus experiencias y de apartarlo de las
interminables verbalizaciones, explicaciones, interpretaciones. La conciencia de los
sentimientos corporales y de las sensaciones y percepciones constituye nuestro saber más
seguro —tal vez el único saber seguro que poseemos—. Depositar confianza en la
información que proporciona la toma de conciencia es la mejor manera de poner en práctica
el refrán de Perls: «Abandona tu mente y recobra tus sentidos».
El empleo del continuo de conciencia es, para el terapeuta gestaltista, el mejor modo de
hacer que el paciente coloque menos el acento en el porqué de la conducta (interpretación
psicoanalítica) y más en el qué y el cómo de la conducta (psicoterapia experiencial):
P: Tengo miedo.
T: ¿Cómo experimentas ese miedo?
P: No puedo verte con claridad. Me transpiran las manos…
No murmurar
Como sucede con muchas técnicas guestálticas, la regla de no murmurar tiene el propósito
de promover sentimientos e impedir la evitación de sentimientos. Se define la murmuración
como todo aquello que se dice acerca de un individuo que está presente y a quien se puede
hablar en forma directa. Por ejemplo, supóngase que el terapeuta está tratando a dos
pacientes llamados Bill y Ann:
Bill (al terapeuta): El problema con Ann es que siempre me está molestando.
T: Estás murmurando, díselo a Ann.
Bill (volviéndose hacia Ann): Siempre me estás molestando.
Solemos entregarnos a las murmuraciones sobre las personas cuando no hemos podido
manejar directamente los sentimientos que despertaron en nosotros. La regla de no
murmurar es otra de las técnicas guestálticas que facilita la confrontación directa de los
sentimientos.
Formulación de preguntas
La terapia gestalt presta mucha atención a la necesidad del paciente de formular preguntas.
Es evidente que quien formula una pregunta nos está diciendo: «Dame, dime…».
Deben distinguirse las preguntas genuinas de las falsas; estas últimas son las que tienen
como objetivo manipular o sobornar al interlocutor para que vea o haga las cosas de cierta
manera. En cambio, las preguntas de la forma «¿Cómo lo haces tú» y «¿Tienes conciencia
de que …?» suministran un apoyo auténtico.
No es, desde luego, accidental que algunas de las técnicas principales de la terapia gestalt
tomen la forma de un juego. Se trata, a todas luces, de una metacomunicación de Perls, que
pone de relieve una de las muchas facetas de su filosofía acerca del funcionamiento de la
personalidad.
Aplicando este punto de vista a cualquier relación bipersonal (el amor, el matrimonio, la
amistad), no saldremos a la búsqueda de un compañero o compañera que «no juegue
técnicas», sino que buscaremos una persona que practique técnicas que se acomoden bien a
los nuestros.
Técnicas de diálogo
Por supuesto, la misma técnica de diálogo puede aplicarse para cualquier escisión
significativa dentro de la personalidad (el agresivo contra el pasivo, el «buen muchacho»
contra el villano, el masculino contra el femenino, etc.). En ocasiones, puede aplicárselo
incluso a diversas partes del cuerpo: la mano derecha contra la izquierda, la parte superior
del cuerpo contra la parte inferior. También puede desarrollarse el diálogo entre el paciente
y alguna persona significativa para él: el sujeto se dirige a ella como si estuviera presente,
imagina cuál sería su respuesta, le contesta a su vez, y así sucesivamente.
Hacer la ronda
A veces el terapeuta puede encontrar conveniente que uno de los pacientes, que se ha
referido a un tema en particular o ha expresado determinado sentimiento, repita eso mismo
frente a cada uno de los integrantes del grupo. Si un paciente afirmó: «No soporto a
ninguna de las personas que hay en este cuarto», el terapeuta podrá decirle: «Muy bien, haz
la ronda. Repite esas palabras ante cada uno de nosotros, añadiendo alguna observación
vinculada con tus sentimientos en cada caso».
Asuntos pendientes
Como es obvio, en el campo de las relaciones interpersonales todos tenemos una lista
interminable de asuntos pendientes —p. ej., con nuestros padres, hermanos y amigos—.
Perls sostiene que los resentimientos son los más comunes e importantes.
Lo que a primera vista parece un procedimiento mecánico y aun intrascendente revela muy
pronto tener gran significado.
«Tengo un secreto»
Esta técnica permite investigar los sentimientos de culpa y vergüenza. Cada persona debe
pensar en un secreto personal celosamente guardado, pidiéndosele que no comparta con los
demás el secreto en sí pero imagine (proyecte) de qué manera, a su juicio, reaccionarán los
otros frente a él.
Luego puede solicitársele que se jacte ante los demás de poseer un terrible secreto;
comienza entonces a salir a luz el vínculo inconsciente con el secreto como logro preciado.
Antítesis
Uno de los caminos de que dispone el terapeuta gestaltista para aproximarse a ciertos
síntomas o dificultades es ayudar al paciente a que advierta que la conducta manifiesta
suele ser la antítesis de los impulsos subyacentes o latentes. Se usa entonces la técnica de la
antítesis.
Por ejemplo, al sujeto que dice sufrir inhibiciones o una timidez excesiva se le hace
representar el papel de exhibicionista; al internarse en ese terreno tan lleno de ansiedad para
él, toma contacto con una parte de sí mismo que había permanecido sumergida durante
mucho tiempo. O bien, si el sujeto desea tratar su extrema sensibilidad a las críticas, se le
hará representar el papel de escucha atento a todo lo que se le dice —en especial las
críticas— sin necesidad de defenderse o de contraatacar. O, si se trata de un individuo que
no hace valer sus méritos y que se muestra demasiado delicado con la gente, se le pedirá
que haga el papel de una persona egoísta y malvada.
El ritmo de contacto y apartamiento
Como consecuencia de su interés por la totalidad de los procesos vitales, por los fenómenos
de figura y fondo, la terapia gestalt hace hincapié en la índole polar del funcionamiento
vital. La capacidad de amar se ve obstaculizada por la incapacidad para resistir la ira; el
descanso es necesario para restaurar energías; una mano no es una palma abierta ni un puño
cerrado, pero puede abrirse o cerrarse.
Tras describir el panorama que se le ofrece y lo que siente en tales circunstancias, se le pide
que abra los ojos y «vuelva al grupo». Se retoma entonces la tarea tal como se la venía
desarrollando; por lo general, el paciente suministra nuevo material en estos casos, dado
que el apartamiento le ha permitido recuperar energías.
El enfoque guestáltico nos propone que aceptemos la necesidad del apartamiento en todas
las situaciones en las que la atención o el interés disminuyen, pero permaneciendo
conscientes del rumbo que toma nuestra atención.
«Ensayo teatral»
«Exageración»
Esta técnica está íntimamente vinculada al principio del continuo de conciencia y nos
brinda un medio adicional de comprender el lenguaje del cuerpo. En muchas ocasiones, un
movimiento o ademán involuntario del paciente parece constituir una comunicación
significativa pero tales movimientos pueden ser incompletos o no alcanzar un total
desarrollo —una mano que describe un semicírculo, tal vez, o un ligero golpe con la pierna
sobre el suelo—. Se le solicitará entonces que exagere y repita el ademán, tratando por lo
general de que se ponga más de manifiesto su significado interno. A veces se le pedirá que
convierta su movimiento en un paso de baile, de modo que entregue más de sí mismo en
una expresión integrada.
Se emplea una técnica similar para la conducta puramente verbal, en lo que bieh podría
llamarse la «técnica de la repetición».
«Técnica de la repetición»
Si un paciente hace alguna declaración importante pero pasa apresuradamente a otro tema o
revela de alguna manera que no ha absorbido plenamente su impacto, se le pedirá que la
repita —varias veces, en caso necesario, y, sí resulta conveniente, con voz cada vez más
fuerte—. Pronto habrá comenzado a escucharse atentamente a sí mismo, en lugar de emitir
palabras simplemente.
Al escuchar u observar al paciente, el terapeuta puede llegar a la conclusión de que hay una
cierta actitud o mensaje implícitos. Le dirá entonces: «¿Me permites que te dé una oración?
Repítela, a ver cómo te queda a ti, y dísela a varios de los aquí presentes».
Le propone entonces su oración y el paciente prueba a ver cuál es su reacción frente a ella.
Como regla, el terapeuta no ofrece meras interpretaciones. Es evidente que en esta técnica
hay un fuerte elemento interpretativo, pero el paciente debe hacer suya la experiencia a
través de una participación activa.
Los cónyuges, sentados uno frente al otro, hablan por turno comenzando su exposición con:
«Tengo resentimientos contra ti porque.. .». El tema del resentimiento puede ir seguido del
tema de la estima: «Te estimo porque . ..». Luego el tema de la malignidad: «Actúo en
forma maligna contra tí cuando…» o el de la condescendencia: «Actúo en forma
condescendiente contigo cuando .. .».
Tenemos, por último, el tema del descubrimiento. Cada uno de los cónyuges describe
alternadamente al otro en oraciones que comienzan: «Veo en ti…». En muchas
circunstancias, este proceso de descubrimiento implica ver realmente por primera vez a la
otra persona. Perls señala que el problema más difícil del matrimonio consiste en que se
está enamorado de un concepto y no de un individuo; por ende, debemos aprender a
distinguir entre nuestra imagen fantaseada y la persona de carne y hueso.
Para terminar, es oportuno mencionar un enfoque que, si bien no entra en la categoría de las
reglas ni en la de las técnicas, merece que lo incluyamos en este lugar. Se trata de un
importante gambito de la terapia gestalt, que simboliza gran parte de la filosofía básica de
Perls. Podríamos llamarlo el principio de «permanecer en los estados de ánimo propios».
Se apela a esta técnica en momentos claves, cuando el paciente hace referencia a un
sentimiento o estado anímico o mental desagradable y del que tiene gran urgencia por
liberarse. Supongamos que ha llegado a un punto en el que se siente vacío, o confundido, o
frustrado o descorazonado. El terapeuta le dice: «¿Puedes permanecer en ese estado de
ánimo?».
En este sentido, es interesante recordar el título del primer libro de Perls: Ego, hunger and
aggression (Yo, hambre y agresión). Fue un título cuidadosamente escogido, con el fin de
transmitir el siguiente mensaje: debemos adoptar, con respecto a las experiencias
psicológicas y emocionales, la misma actitud activa y desafiante que empleamos para
nuestra sana alimentación.
Para una comida sana, empezamos por morder el alimento, luego lo masticamos, lo
trituramos y lo licuamos, más tarde lo tragamos, lo digerimos, lo incorporamos a nuestro
metabolismo y lo asimilamos. De este modo, el alimento pasa a ser parte real de nosotros.
I. Salud y crecimiento
1. Del individuo a la sociedad
Desde un punto de vista biológico, la salud puede ser considerada como la ausencia de
síntomas ("la salud es el silencio de los órganos"), y esa concepción subyace en la práctica
cotidiana de la mayoría de nuestros médicos (no hablo de las medicinas que se llaman
"diferentes", que se basan en una concepción del hombre llamada "holística").
Aquí todo es sencillo, el bienestar físico es la norma, totalmente subjetiva por otra parte, y
la demanda al médico se hace únicamente desde el terreno corporal, sin ser conscientes
ninguno de los dos de que se trata de algo bastante diferente.
Goodman considera por otra parte que la teoría freudiana lleva al paciente a una sumisión
ciega a la sociedad en nombre del principio de realidad. Efectivamente, la realidad en este
sentido está representada como orden inmutable, abocada a perpetuarse como tal, y la salud
para la persona será por lo tanto adaptarse a ella. El que no se adapte será considerado
como neurótico, ya que se plantea la realidad como tope para las pulsiones.
Lo que vive nuestra época con las alteraciones y el caos que conocemos va en contra de la
tesis de una permanencia de las instituciones, de la relación de fuerzas presente, de los
valores.
El hombre sano está llamado a ajustarse para la conservación de sus propias funciones, pero
también a tener influencia sobre el medio en que vive y a transformarlo para poder
actualizar en él sus potencialidades, su "naturaleza humana".
"Nos podemos preguntar bajo qué ángulo hay que considerar esta naturaleza humana; ¿hay
que buscarla en la espontaneidad del niño, en las acciones de los héroes, en la cultura de los
grandes períodos clásicos, en la vida de la gente corriente, en el amor de los amantes, en las
reacciones milagrosas de algunas personas frente al peligro?".
(PHG, 6, 12; p. 373).
Lo que propone Goodman no es en ultimo término una psicoterapia que, siendo una
herramienta de transformación, bastaría para cambiar el mundo cambiando a los individuos,
sino una psicoterapia que se conjugara con la política, pues los cambios que esta última
crease complementarían el cambio psicológico.
Puesto que el organismo se define por su capacidad para crecer a través de los ajustes
creadores a la vez que se conserva a sí mismo, permaneceremos alrededor de estos dos
polos: crecimiento y conservación.
El hombre sano será aquel que es capaz de crear, de ir siempre hacia una mayor novedad,
en aquello que contacta y en aquello que produce, que va a ser capaz de ampliar su campo
de experiencia y de continuar constituyéndose a sí mismo como individuo cada vez más
apto para generar creación, para modificar su entorno.
Va a ser capaz de crear su vida, capaz de ir cada vez más hacia los otros, convirtiéndose
cada vez más en sí mismo. Pero también va a saber dialectizar estas polaridades: demasiado
ajuste lleva a la neurosis, demasiada creación lleva a la psicosis.
Esta descripción de la salud asociada al crecimiento nos lleva a plantearnos el tema de los
límites que puede encontrar el crecimiento: el crecimiento biológico está limitado, y se
invierte en un proceso de degradación para llegar hasta la muerte.
No obstante, se puede pensar, por lo que respecta al crecimiento psicológico, que podría
consistir en formar gestalts cada vez más claras, más fuertes, más energetizadas, cada vez
con más gracia.
Pero cuando se. considera la fuerza de la pulsión, por retomar el concepto psicoanalítico
que hace referencia a una ola que viene del fondo, de la función Ello, para proporcionar la
excitación necesaria para la formación de la figura, se sabe que ésta disminuye durante la
vejez. Se sabe también que la tendencia natural se dirige hacia la rigidez de la función
personalidad y no hacia su flexibilidad.
"Queremos tener un cuidado religioso de nuestra realidad, por sagrado que sea lo que nos
ha sido dado para esta vida y quizás para ninguna otra, que contemple la verdad desde más
cerca" (Yo y Tú, p. 132).
Buber denuncia el misticismo como "disfrute de Dios en una vida que la dualidad desgarra"
y por lo tanto la vida espiritual como un fin en sí mismo o una panacea que nos serviría
para acariciar una vez más nuestros sueños de crecimiento ilimitado. Existir en la presencia,
nada más.
El punto de vista monista de Goodman no está muy alejado de éste. Todo su enfoque,
inspirado en la Gestalt o en el Tao, consiste en sacar al hombre de la dualidad, en ‘re-ligar’
lo que parece estar en oposición, el hombre en sí mismo, y el hombre y la Naturaleza.
En saber morir y saber renacer, en borrar su Yo para dejar flotar al Self. Actuar con
desapego para dedicarse al presente, abandonar la esperanza y el pesar.
Otra aclaración que tendríamos la tentación de hacer, en relación con lo que dice Buber
("un individuo verdadero es más auténticamente él mismo cuando está en relación con el
otro"), es la que nos ha dado Edgar Morin como paradigma de la complejidad: en la
epistemología contemporánea, una nueva concepción de la realidad sujeto-objeto emerge
de su relación compleja:
"Al mismo tiempo que el sistema auto-organizador se destaca del entorno y se distingue de
él, por su autonomía y su individualidad, también se liga cada vez más a él cuanto más
crecen la apertura y el intercambio que acompañan a todo progreso de la complejidad: es
auto-eco-organizador (Ibid. p. 46).
El desarrollo se concibe aquí como una apertura cada vez más acrecentada al entorno, lo
opuesto al cierre y a la autosuficiencia".
Podríamos decir que estamos en crecimiento cuando dejamos cada vez más sitio a lo que no
es nosotros, mientras continuamos organizándonos, complejificándonos, densificándonos.
Esto se hace por medio de una sucesión de duelos que empiezan en la infancia y que acaban
en la aceptación de la muerte.Entramos aquí en una paradoja que nos enfrentaría con la
necesidad de tener menos, de perder, para ir hacia más. De dejarse fluir.
Esto recuerda la cita bíblica: "Si el grano de trigo enterrado en la tierra no muere, es inútil;
pero si muere, da mucho fruto".
Esto recuerda también la paradoja del desapego del Tao: es "a la vez lo contrario del apego
y del desapego; del apego porque este es una fijación neurótica a una realidad considerada
como inmutable; del desapego porque es, a la inversa, la manifestación de una ausencia de
contacto real con el mundo". (B. Vincent, p. 172).
Es también lo que se encuentra a lo largo del proceso terapéutico, que es de alguna manera
un proceso de duelo, hasta el duelo final de la imagen idealizada del terapeuta-objeto, y la
emergencia progresiva de un Self que permite al organismo contactar con la novedad.
Pero más allá del tema del crecimiento, quizás se podría hablar de sentido; quizás también
de trascendencia. Trascender las antinomias tales como la vida y la muerte, pero también
todas aquellas que hemos encontrado durante la lectura de Buber y de Goodman.
Una paradoja que hemos subrayado como tal y que nos parece fundamental es la de
actividad/pasividad, que se enmarca en lo que hemos descrito como el modo medio. Es un
estado en el que, como dice J. Latner que lo ha descrito muy bien:
"No estamos actuando. Tampoco padecemos una acción. No estamos ni activos ni pasivos,
sino las dos cosas a la vez y no obstante ni una ni otra".
(La Terapia Gestalt, teoría y práctica, p. 25).
La dificultad que nos hace entender esta realidad como una paradoja viene, según
Goodman, de una "enfermedad del lenguaje", y traduce lo que está en el centro de nuestra
"neurosis", una concepción dualista del mundo:
"Los fenómenos se pueden describir en un lenguaje que separa los acontecimientos entre
sujetos y objetos, asociándolos solamente en el modo activo, pasivo e intransitivo. Lo que
creamos y lo que existe debe ser descrito de tal manera que los sujetos y los objetos actúen
unos sobre otros de manera lineal, unos después de otros; o si no, no deben asociarse en
absoluto; simplemente, las cosas ocurrirían.
Podemos hablar de lo que queremos, de lo que vamos a hacer, del resultado de nuestros
actos voluntarios y de las cosas que ocurren sin nuestra participación. El sesgo viene dado
porque las herramientas de nuestro lenguaje son más apropiadas para hablar de las
interacciones entre entidades separadas que entre entidades relacionadas. Parecen meter a
los acontecimientos en un molde que pone el acento más en su separación que en su
integración". (Ibid, p. 26).
De este modo, ese movimiento que nos abre a la posibilidad de pasar del registro de la
relación sujeto/objeto a un modo de ser-con, inaugura lo que Buber ha descrito como el
paso del Yo-Ello al Yo-Tú .
Es "en modo medio" como podemos franquear esta falla que nos separa del otro como Tu,
que nos hace pasar de la consciousness o de la self-awareness (de uno mismo a uno mismo)
al "a dúo" (de uno mismo al otro), o del Conocimiento a la Relación. Al habitar la paradoja
actividad/pasividad, al trascender esta contradicción, es cuando estamos en el "modo
medio".
Es también el que nos pone en una actitud de desapego, como hemos subrayado antes.
Es el que nos permite escapar a las focalizaciones y a las fijaciones para volvernos aware
de los elementos del campo, que por su carácter de novedad, nos van a sacar del encierro
intrapsíquico o del impasse provocado por las polaridades.
Al igual que en el Tao, es "mantenerse fuera del camino", es decir, en términos gestálticos,
no poner obstáculo a las fuerzas de autorregulación, ni a las nuestras ni a las que no vienen
de nosotros, dejando de lado el carácter deliberado de las funciones del Yo para dejar actuar
libremente al Self.
fPoniéndose "en modo medio", el terapeuta tiene una cualidad de awareness tal que puede
percibir el buen momento para llevar a cabo la acción mínima que catalizará la formación
de la figura del paciente, y en consecuencia creará una nueva configuración del campo;
cualidad de presencia activa y de receptividad que le hará diluirse en el centro mismo de su
acto terapéutico.
"pensamos que dejando a las facultades actuar libremente, mientras se concentra por entero
en el problema actual, no se llega al caos ni a una fantasía loca, sino a una gestalt capaz de
resolver el problema real".
(PHG, II, p. 290).
Joél Latner (La Terapia Gestalt, teoría y práctica, p. 61), por otra parte, ha hablado del
modo medio como de una función del Self igual a las funciones Ello y Yo. Esta función
sería una combinación de estas dos funciones consideradas como polares pero que existen
siempre simultáneamente.
Por una parte, tenemos una individualidad irreductible, dotada de consciousness, que
permite al hombre una subjetividad que le hace saber quién es y saber que lo sabe, (en
relación con la función personalidad en Gestalt), y por otra parte una brecha, una apertura
hacia el otro y hacia el mundo también absolutamente irreductible, que nos pone de manera
ineludible — en un funcionamiento sano — en relación con lo que no somos, ya sea
conocido o desconocido (aware o no aware)
Asimismo, en los procesos que se nos han hecho patentes en los capítulos anteriores, un
funcionamiento sano atestigua el paso continuo de una función a otra mientras estamos
vivos: formación-destrucción de Gestalts, creación-conservación, agresión-asimilación,
funcionamiento Ello-funcionamiento Yo, son ejemplos de ello, pero aún hay muchos más.
Esto nos lleva a representar la salud — como objetivo de la psicoterapia, que es lo que nos
ocupa aquí, pero que va bastante más lejos —, como la facultad de habitar la paradoja, es
decir, de hacer coexistir elementos contradictorios dentro de un mismo conjunto estructural
y de apoyarse en esta contradicción para alzarse a otros niveles de lógica, de comprensión o
de funcionamiento, de producir sentido y organización a partir de dos principios
antagónicos.
Pero se trataría también de identificar las polaridades y dialectizarlas, de encontrar una
unidad en la dualidad, de salir de las fragmentaciones y disolverlas, como se proponía hacer
Goodman con respecto a lo que él llamaba las "dicotomías neuróticas".
Volvemos a encontrarnos con esta hipótesis planteada por Goodman cuando habla del
conflicto; lo presenta como el elemento insoslayable por medio del cual evoluciona el
organismo sano hacia una solución creadora y llega a identificarse con la solución: en el
acto creador individual, obra de arte o teoría, es… enfrentar elementos dispares,
irreconciliables lo que lleva a menudo a la solución" (PHG, IX, 3, p. 417). En esta
perspectiva, la neurosis va a ser la pacificación prematura de los conflictos.
Para volver al tema del crecimiento, ya no se trata de ir hacia algún otro lugar incierto, sino
de hacer una creación original de este presente, con el sufrimiento que esto pueda
comportar y que no es más queda manifestación del conflicto, reconociendo que nosotros
no somos más que co-autores de esta creación, dejando lugar así para lo que es otro, que
puede ser un elemento del campo del que no somos aware, y que va a dar una
configuración distinta a este campo.
Reconocer los límites de nuestra voluntad y el papel de los factores contingentes que se nos
escapan nos sitúa en esa capacidad para acoger lo que ocurra; es lo que Buber y Goodman
dijeron al hablar de la gracia. Algo que jamás será conseguido ni poseído, siempre
encontrado y recibido.
La enfermedad, en tanto que "no salud", con lo que entraña en todos los aspectos de la
realidad humana, sería lo que pone obstáculos a la gracia, lo que interrumpe el proceso de
construcción/destrucción de la gestalt Yo-Tú y, como consecuencia, de toda gestalt, o más
aún, que destruye el equilibrio del "give and take"(dar y tomar), que Laura Perls (Apuntes
sobre la Psicología del Dar y el Recibir) describe como la libre correspondencia entre
abundancia y necesidad.
De esta concepción (que es la nuestra pero que se deduce fácilmente de todo lo expuesto
anteriormente) vamos a sacar un enfoque de la terapia que es, de hecho, la Terapia Gestalt
de Goodman esclarecida desde el interior por la visión poética y profética de Buber.
II. La terapia
1. Qué pretende la terapia
También es aprender a reconocer y a reconciliar las dualidades, desde las más pequeñas a
las que son esenciales, como la polaridad vida-muerte, o nacimiento-muerte, autonomía y
pertenencia. Podría ser comprender, salir de sus impasses aceptando que tiene consciencia
de ello para vivir una experiencia nueva.
Eso supondría llevar poco a poco al paciente a decir Yo frente a un Tú, hacerle reconocerse
en tanto que persona que dice "Yo soy", sentirse unido y unificador ante un terapeuta
reconocido al fin como persona.
Pasa por el desarrollo del awareness, Para esto, el terapeuta debe invitar continuamente al
paciente a estar en la frontera contacto, en la parte del campo donde contactará con el
entorno, "citarle" allí, y restar él mismo en este a dúo de la relación terapéutica donde van a
crearse nuevas gestalts.
Esto se puede hacer acompañando al paciente al encuentro de los elementos del fondo,
situaciones inacabadas, vivencias arcaicas por ejemplo.
Aunque hayamos mezclado íntimamente los dos enfoques para mostrar cómo se
corresponden, y cómo uno (el enfoque de Buber) podía revelarse como una poética o una
estética del otro (el de Goodman), vamos a tratar de mostrar lo que puede aportar el
llamado "enfoque dialogal"a la práctica de la Terapia Gestalt .
En primer lugar, al poner el acento sobre la primacía de la relación interhumana, Buber nos
ayuda a relocalizar el acto terapéutico en esta relación, a mantenernos constantemente ahí,
para apartarnos definitivamente de nuestra tendencia a centrarnos en el contenido
intrapsíquico que el otro, evidentemente por la misma tendencia, va a plantearnos.
Vamos a distinguir con más precisión dos aspectos de lo que es la aportación de Buber: El
encuentro Yo-Tú y la actitud dialogal. Uno corresponde, como hemos visto, al momento
del contacto final; la otra está presente durante todo el proceso contacto-retirada, podría
representar en el terapeuta el fondo del que va a emerger la figura del Yo-Tú.
2. El encuentro Yo – Tu en psicoterapia
Ante todo queremos precisar que éste no puede ser un fin en sí mismo, sino que puede
producirse, de manera imprevisible. Que la práctica cotidiana de la psicoterapia es más
"vulgar", y esto es un pequeño destello, como el instante de intuición bergsoniano, o el
"casi nada" de Jankelevitch.
"En cuanto al momento indecible, es algo que a veces vivo, que es una especie de maravilla
completa y que sucede justamente cuando hay una ruptura inmediata de los fenómenos
transferenciales y contratransferenciales, durante el cual vas a encontrar al otro en su ser
estando tú en el tuyo. Es tan sobrecogedor que, para mí, no hay palabras para hablar de ello,
es exclusivamente para vivirlo".
(Actas de jornadas de estudio de la SFG, 1984).
Concretamente, el encuentro puede ser fugaz y manifestarse por una mirada, una actitud, o
un guiño bajo la forma de una broma o de una sonrisa. Es una percatación global, intuitiva,
de dos seres vueltos el uno hacia el otro, de manera accidental o deliberada, es un
reconocimiento, una palabra dada y recibida, una actualización de la presencia.
El encuentro puede tener lugar sin que la consciencia de este encuentro sea compartida de
la misma manera.
Este momento del Yo-Tú sería, como afirma L. Jacobs, una forma específica del contacto,
al que se podría calificar de ontológico. O bien, en el sentido fenomenológico del término,
un horizonte, un encuentro que presentaría un carácter de trascendencia, ele rebasamiento
del instante, de uno mismo, hacia el que tenderíamos y que, por su interés estético y ético,
nos parece una referencia esencial, un momento de depuración de la relación en lo que tiene
de terapéutica.
Conviene permanecer atentos con respecto a la idealización que esto puede acarrear. Si
hacemos simplemente nuestro trabajo, con humildad y con los recursos y los límites que
caracterizan nuestra metodología, el resto vendrá por añadidura, si debe venir, y si ocurre,
será entonces útil reinsertarlo en el proceso terapéutico, ponerlo a su servicio, y no querer
atraparlo en sí mismo como un tesoro que pudiera desvanecerse, o como algo de lo que
después se pudiera presumir. En último término, valerse de ello supondría una falta de
pudor.
El terapeuta está ahí para su paciente y no para sí mismo; y no se trata de llevarle más
allá de donde él puede ir o desea ir. No obstante, el encuentro Yo-Tú puede facilitarse
cuando el paciente está a punto de llegar a él en el propio marco de la terapia.
El carácter del encuentro Yo-Tú en psicoterapia es muy especial cuando se compara con
otro tipo de relación. Buber le atribuye un carácter de reciprocidad: se refiere al hecho de
que "Yo afecto al Tú y Tú afecta al Yo".
Se puede ver en esto ante todo un carácter de mutualidad y de simultaneidad. Cada uno es
movido por el otro, no sale de ello indemne. For nuestra parte, hacemos de esta capacidad
del terapeuta para dejarse mover o transformar, una necesidad.
Esta reciprocidad no significa igualdad: el terapeuta está ahí para poner sus competencias al
servicio de su paciente, y por otro lado no espera de su paciente que se interese por él.
Como entorno privilegiado del paciente, simplemente está colocado en un campo de
interacción, en un sistema de intercambios.
Y se explica más tarde en un debate con C. Rogers (1957) donde se muestra muy reservado
con respecto a la asimilación que C. Rogers había hecho del Yo-Tú en su práctica.
Quizás esas reservas hubieran sido diferentes ante un terapeuta gestáltico, que no practica
una terapia "centrada en el cliente", sino una terapia centrada en la experiencia en la
frontera contacto.
Este encuentro sucede a menudo como premisa del final de la terapia, cuando el paciente se
percata de golpe de que hay una persona frente a él. La relación se desprende entonces de
aspectos transferenciales que hasta entonces habían impedido la formación de esta Gestalt.
Es entonces cuando el terapeuta debe dejar ver al paciente su propia actualidad por
completo (no hay que olvidar que este encuentro está fuera del tiempo, y el terapeuta se
puede desvelar, — y esto puede ser sin palabras —, sin decir necesariamente que se sitúa
con respecto a su propia historia).
"La psicoterapia dialogal implica que el terapeuta vaya siempre por delante en un ‘camino
estrecho’. Es decir, que no se apoye en las vastas alturas de un sistema hecho de certezas
sobre lo absoluto, sino en un camino estrecho, pedregoso, entre los abismos donde no existe
certeza alguna, ningún conocimiento enunciable, sino la seguridad de encontrar lo
desconocido"
(Buber, Between Man and Man, citado por Hycner, p. 17).
Existiría otro riesgo por parte del paciente: la posición Yo – Tú puede suscitar angustias en
él: angustia de pérdida de autonomía, o también angustia de abandono y de pérdida de
límites, del sentido de sí mismo, de fraccionamiento o de engullimiento. Le toca al
terapeuta sentir lo que el paciente es capaz de soportar, hacer bascular la relación al Yo-
Ello si éste manifiesta tales angustias.
El encuentro Yo-Tú en psicoterapia supone por lo tanto una posición especial que no le
hace perder su carácter único de diálogo. Es una posición en donde el terapeuta deja una
parte de sí mismo disponible y accesible como fondo, para servir de "cuerda" en este
ejercicio peligroso que se desencadena sin que se quiera, pero que se puede evitar o parar.
Hay otra ocasión en donde el encuentro Yo-Tú es posible entre paciente y terapeuta: es
cuando la persona ignora todo sobre la psicoterapia y nos toma ante todo como persona,
teniendo como "parapeto" el hecho de que te paga, de que no te volverá a ver nunca, y de
que eres alguien que, a priori, puede entenderlo todo, hasta las profundidades del ser. Esto
es también cierto en las terapias de larga duración y es un factor facilitador. Veremos un
ejemplo de esto en la práctica clínica.
Goodman escribe:
"Al trabajar sobre la unidad y la falta de unidad de esta estructura de la experiencia, aquí y
ahora, es posible reconstruir las relaciones dinámicas de la figura y del fondo hasta que se
acreciente el contacto, se aclare la consciencia, y se estimule el comportamiento.
Pero sobre todo, la realización de una gestalt fuerte es en sí misma curativa, ya que la figura
de contacto no es simplemente una señal, sino que es en sí misma la integración curativa de
la experiencia".
(PHG, I, 7, p. 273).
Por otra parte, se puede pensar que esta Gestalt fuerte deja una impronta en tanto que tal, y
facilita la aparición de otras gestalts: el Self se ha destrabado, y esa experiencia franquea un
camino para otras: como el niño cuando da sus primeros pasos toma consciencia de su
capacidad para andar y se servirá de esta experiencia que integra parámetros sensitivos y
motores, la persona va a ser más apta para formar otras Gestalts de este tipo. Podrá sentir
también que ha salido indemne, y enriquecida, de una experiencia que presentía y temía sin
conocerla, y a la que no se habría lanzado deliberadamente.
3- La actitud dialogal
Buber no limitó su reflexión sobre el diálogo al encuentro Yo-Tú, como atestiguan escritos
como Diálogo y Elementos de lo interhumano, sino que la amplió a "una actitud esencial de
los hombres unos frente a los otros", y cuyas relaciones no hacen más que representar.
Nosotros tampoco vamos a limitar la aportación que se hizo a la terapia por este primer
enfoque, y que no obstante saca su fuerza de la metáfora que nos brinda.
Lo que vamos a describir aquí es la posición existencial del terapeuta derivada de lo dicho
anteriormente. Hace referencia a la posición Yo-Tú , o más bien a su capacidad para
dialectizarla con la posición Yo-Ello del terapeuta. Es también el fondo cuando el Yo-Ello
es la figura.
Para poder entrar en una posición Yo-Tú, el terapeuta debe tener una buena gestalt de sí
mismo:
"Idealmente, el psicoterapeuta sería en primer lugar el que no tiene necesidad de que el otro
le cree, y aún menos de que le destruya. Al contrario que su paciente, el terapeuta sería una
Gestalt clara, fuerte y flexible a la vez, y no estaría a la búsqueda, por lo menos en esa
experiencia concreta, de su realización".
(J.M. Robine, Formas…, p. 78).
Esta Gestalt está formada tanto por el Yo de la pareja Yo-Ello como por el del Yo-Tú, y, en
mi opinión, el terapeuta entrará más fácilmente en una posición dialogal si no tiene
necesidad de confirmación, especialmente en el plano profesional.
En ese caso no está en una búsqueda de relación para sí mismo, y por otra parte no tiene la
tentación de enmascarar ninguna duda acerca de su competencia específica con una actitud
que sería de acogida, de escucha, de relación de ayuda, sin ser terapia.
El Yo del terapeuta en el Yo-Ello está hecho de su saber, sin saber hacer, la suma de
experiencias surgidas de la relación con el paciente que tiene ante él y con los que le han
precedido.
Esto es lo que fundamenta su practica, lo que le pone en una posición objetivante frente a
quien viene a pedirle ayuda. Esto es lo que lleva a ponerle palabras a sus actos, con la
intención de revelar algo de la persona y de la situación. Nutre la rejilla de lectura frente al
"caso" que tenemos delante. Nos permite comprender, sentirnos "eficaces". En la posición
Yo-Ello, la atención se lleva sobre tal o cual aspecto específico del campo.
Todo lo dicho puede quedar mas claro con la transcripción de una sesión, por ejemplo. Pero
lo que está en el registro del Yo-Tú se escapa a la transcripción y no se revela por el hecho
mismo de que no puede reactualizarse fuera de las sesiones. ¿Has tratado alguna vez de leer
o de ver la transcripción o incluso la grabación de la totalidad de una sesión, individual o de
grupo, a la que has asistido, aunque sea como observador? Todo esta allí pero no obstante
falta lo esencial.
Algunos autores nos van a ayudar para describir este paso, donde abandonamos el terreno
firme de las demostraciones, de las anticipaciones, de lo determinado, para ponernos ante lo
desconocido, y encontrar allí una libertad especial.
La presencia
"No es a partir del ser en general como él (otro) viene a mi encuentro. Todo lo que de el me
llega del ser en general sin duda se ofrece a mi comprensión y a mi posesión. Le
comprendo a partir de su historia, de su medio, de sus costumbres. Lo que escapa en él a mi
comprensión es él, el que es".
(E. Levinas, Entre Nous, p 22)
Se describe aquí la actitud dialogal desde otro ángulo, desde otro camino para encontrar al
otro, distinto del de la comprensión. Vamos a llamara este camino la presencia.
Sólo situándose en el diálogo con los elementos observados, sin buscar poder, sino una
relación de intercambio, de cocreación, sin certeza acerca de lo que va a ocurrir, se puede
acceder a una forma de realidad distinta. Y esta realidad es nueva cada vez y no agota
jamás la totalidad de las posibilidades.
Una psicoanalista, Mary Balmary, lo dice con sus palabras al hablar del "sujeto no creado":
"Encuentro liberador para el analista y para el analizado, acordarse de que lo que recibe es
sin definición, sin destino, sin semejanza. Que el analista no tiene nada que cumplir con él.
Que le pagan por un trabajo: no trabajar. El encuentro se sitúa en otro grado del mundo y
también más allá, en ese lugar donde ‘no estábamos antes de habernos reunido’.
El analista bien puede guardar en su memoria todo lo que decenios de investigación sobre
la enfermedad y la locura le han enseñado… Pero…no se puede confundir el sujeto con su
morada".
(El Origen Divino, p. 334).
La presencia necesita de una vacuidad interior — dejar flotar en el segundo plano lo que es
del Ello, no aferrarse a él — para recibir lo que viene del propio terapeuta y del paciente.
Eso significa abandonar posturas defensivas ante ciertas actitudes del paciente, como su
agresividad, su necesidad de tomar el poder. Aceptar sentir la herida, la irritación; sin
embargo la transparencia no es necesaria, salvo cuando puede ser útil al paciente, en la
medida en que le lleva a tomar consciencia de cómo sus posturas defensivas son
inadecuadas y a ensayar en otro registro.
Estar presente es exponerse, ir por delante de uno mismo, al descubierto, y también diluirse
para dejar crecer al otro en su Self y confirmarle. Es también aceptar serenamente no ser
más que un Ello para el paciente ante el que se está en una posición.
Estar presente es aceptar existir en una condición paradójica y avanzar a veces por ella
como un funámbulo sobre su cuerda, pero con la intima convicción de que es la posición
exacta.
Podemos decir al mismo tiempo que Beisser sobre lo que él describe como la teoría
paradójica del cambio, que el paciente se siente entonces invitado a convertirse en quien
es, en lugar de tratar de convertirse en quien no es.
El terapeuta, por su actitud paradójica, se encuentra allí donde el paciente no lo espera: esto
le coge a contrapelo, hay alguien ante él que le lleva a situarse en una posición diferente.
Como hemos subrayado, la actitud dialogal no pretende a cualquier precio poner a los
pacientes en una posición Yo-Tú, de la que por otra parte están la mayoría del tiempo
bastante lejos.
Comentario
Este compacto artículo circuló durante 1981 antes de su publicación en alemán en 1983.
Esta es su primera publicación oficial en inglés. En este artículo aún usaba el término "Yo-
Tú" para referirme al "momento Yo-Tú" (el "Tú" poético de Buber), a la "actitud Yo-Tú" y
a la "relación Yo-Tú". Posteriormente, adopté el estilo lingüístico recomendado por
Richard Hycner (1985) de usar el término "Yo-Tú" para referirse sólo al momento
culminante del Tú, y usar el término "dialogal" para referirse a la actitud y a la relación.
Por lo tanto, los términos "actitud Yo-Tú" y "relación Yo-Tú" de este artículo significan lo
mismo que los términos "actitud dialogal" y "relación dialogal" que uso en artículos
posteriores. En este artículo hay mucho material que no he discutido antes.
Antecedentes
La teoría de la terapia gestáltica es una teoría acerca de lo que constituye una buena
psicoterapia. Integra ideas, observaciones y técnicas de diversas fuentes; por lo tanto, el
lector encontrará muchos elementos que no son únicamente de la terapia gestáltica.
Aun cuando el lenguaje usado en los inicios de la literatura gestáltica es diferente al que se
usa en este artículo, y carecía de precisión, constituyó una forma inicial de terapia por
medio del diálogo. A veces se manejaba sin referencia directa a la palabra "diálogo"
(Enright, 1975; Kempler, 1965, 1966, 1967, 1968, 1973; F. Perls, 1947, ejemplos en pp. 82,
88, 185; F. Perls et al., 1951, pp. x-xi, 88; Polster, 1966; Polster y Polster, 1973; Shostrom,
1967; Simkin, 1962, 1976; Yontef, 1969, 1976). Había una falta de elaboración teórica, al
igual como ocurría con muchos conceptos de terapia gestáltica. En la práctica, la terapia
gestáltica exhibía la presencia del terapeuta, que es el comienzo de un tratamiento por
medio del diálogo. Esta presencia carecía a menudo de una explicación teórica clara. Por
supuesto que sin especificidad hay poca responsabilidad.
En la primera parte de este artículo, se discutirán los conceptos fundamentales para una
comprensión del diálogo en psicoterapia. En la segunda parte veremos las características de
la relación Yo-Tú.
1947, 1948, 1951, 1973; L. Perls, 1956; Polster y Polster, 1973; Zinker, 1977). Esta
literatura necesita desde hace mucho tiempo una discusión más técnica del Darse Cuenta
propiamente tal. Gestalt Therapy: Clinical Phenomenology (Yontef, 1976) comenzó esa
discusión. Aquí se ofrece un breve resumen como antecedente para nuestra discusión del
Principio Dos.
El Darse Cuenta es una forma de vivenciar. Es el proceso de estar en contacto alerta con el
evento más importante del campo individuo/ambiente, con total apoyo sensorio-motor,
emocional, cognitivo y energético. Un continuo e ininterrumpido continuum del Darse
Cuenta lleva a un ¡Aja!, la captura inmediata de la unidad obvia de elementos dispares en el
campo. Mediante el contacto del Darse Cuenta se crean totalidades nuevas y significativas.
Así, el Darse Cuenta es en sí mismo una integración del problema.
Corolario Uno: el Darse Cuenta es eficaz sólo cuando está basado en -v energizado
por la necesidad dominante actual del organismo.
Corolario Dos: el Darse Cuenta no está completo sin conocer directamente la
realidad de la situación y cómo está uno en ella. El Darse Cuenta va acompañado de
"pertenencia" -el proceso de conocer nuestro control sobre, elección de y
responsabilidad por nuestros propios sentimientos y conducta.
Corolario Tres: el Darse Cuenta está siempre Aquí y Ahora, y siempre cambiando,
evolucionando y trascendiéndose a sí mismo. El Darse Cuenta es sensorial.
Los individuos se regulan mediante hábitos (regulación bajo el umbral del Darse Cuenta) o
una opción consciente: el Darse Cuenta sirve para que el individuo se auto-regule por su
cuenta. La fenomenología es el método que la terapia gestáltica usa para aprender acerca
del proceso de Darse Cuenta. Nuestro objetivo es aprender lo suficiente de modo que el
Darse Cuenta se desarrolle adecuadamente para la Auto-Regulación Organísmica.
Esto exige disciplina, especialmente percibir lo que está presente, lo que ES, sin excluir
información en forma anticipada.
La actitud fenomenológica es reconocer y poner entre paréntesis (dejar de lado) los pre-
conceptos acerca de lo relevante. Una descripción fenomenológica integra la conducta
observada y las comunicaciones personales, vivenciales. La exploración fenomenológica
apunta a una descripción clara y detallada de lo que ES, desincentivando lo, que fue, será,
podría o debería ser.
A veces las personas no logran ver aquello que tienen justo al frente, no lo perciben.
Imaginan, discuten y se pierden en fantasías. La diferencia entre esta percepción filtrada y
una situación inmediata, actual, captada de lleno, la pueden apreciar mejor quienes han
luchado por una respuesta esotérica y en lugar de ello han encontrado la alegría de un
simple y obvio ¡Aja!
Contactar
Figura 1
Por medio del movimiento, la persona muestra parte de sí misma, según convenga a sus
necesidades y a las exigencias de la situación. Los otros aspectos permanecen en el
trasfondo. A medida que la situación cambia, parte del trasfondo pasa a ser relevante y es
cornpartida. Así, acercándose y alejándose del otro, hay una participación en el tiempo de
los diferentes aspectos del sí mismo. Sin movimiento, algunos aspectos del sí mismo se
convierten en un fondo fijo y no están disponibles, es decir, quedan aislados. La conexión,
por lo tanto, también queda fija. Esto llega a ser más un hábito que un proceso vivo. Sin
movimiento no hay Darse Cuenta, sólo hábito.
Cuando se pierde el aspecto separador del contacto mutuo, tamién se pierde el momento de
confluencia y aparece el NOSOTROS, fusión -pérdida del límite-ego. Pero justo cuando la
persona que se aisla llena su pensamiento de confluencia, piensa con temor y nostalgia en la
soledad. Para mantener la confluencia, se debe aislar, desconocer y proyectar las fuerzas
que la ponen en peligro, que pueden impulsar el darse cuenta de una separación o brecha
(por ejemplo, rabia manifiesta). La persona se aferra y confía en el Otro, excluyendo la
mantención de una existencia independiente. No vivencia suficiente auto-apoyo para
permitir una relación autónoma.
1. 1. Dos personas son confluentes entre sí, con un muro de aislamiento que las separa
de los demás (véase Figura 2).
2. 2. Una persona destruye las diferencias de su otro significativo y logra la
confluencia. Cuando la confluencia se ve amenazada por las diferencias, la
autonomía y el contacto, la persona se aleja totalmente al aislamiento o termina la
relación.
El otro sentido en que la terapia gestáltica es existencial, se refiere a una actitud particular
frente a la relación, que es un rasgo definidor de la terapia gestáltica (Simkín, 1976). A
nivel filosófico, se llama Existencialismo Dialogal. A nivel de relación, se denomina
indistintamente Diálogo-Yo-Tú y Reunión o Encuentro Existencial. Martin Buber es un
elocuente y persuasivo propiciador del Existencialismo Dialogal (Friedman, 1976a, 1976b).
La literatura de la terapia gestáltica discute el contacto sin dejar claro que lo que se necesita
para una relación terapéutica exitosa es el tipo particular de contacto señalado por Buber. El
Yo-Tú como una forma mutua especial de encuentro interhumano es tal vez la forma de
contacto más altamente desarrollada (Jacobs, 1978). Este es el medio de relación a través
del cual se incrementa el Darse Cuenta y se restablece el crecimiento del paciente. Esta
actitud existencial hacia la relación y la actitud fenomenológica hacia la conciencia, no son
sino facetas de una totalidad más grande y única (Van Dusen, 1960).
El Yo es siempre el Yo del Yo-Tú o del Yo-Ello. El Yo del YoEllo se refiere a "él", "ella" o
"eso". La otra persona no es interpelada directamente como persona. El Yo del Yo-Tú se
refiere al "tú", la otra persona es interpelada directamente como persona. La actitud del Tú
significa que el otro es digno de respeto y no es tratado como un medio para otros fines.
Una persona puede unilateralmente tratar a otra con una actitud Yo-Tú, pero la forma más
elevada del YoTú es entre dos personas, cada una refiriéndose al "tú". Este "Tú" es el
evento de relación o "reunión" que permite al hombre convertirse en totalidad. En terapia
gestáltica, nos relacionamos con la actitud Yo-Tú, y esperamos que se desarrolle un Tú
mutuo y cornpleto.
El Yo-Tú es una forma de contacto. En el aislamiento no hay contacto, ni del tipo Yo-Tú ni
de otro. En la confluencia no hay contacto porque la igualdad elimina cualquier apreciación
de diferencias. En el Yo-Ello hay relación con el otro, pero como objeto de manipulación.
El otro no es interpelado como persona. Al aspecto particularmente humano y personal de
una persona, aún no se le permite conectarse con el de otra. Este es un contacto Yo-Ello
congelado, que no fluye hacia ni desde el Yo-Tú.
Una persona con la actitud Yo-Tú puede dirigirse a otra persona (Yo-Tú) sin tratarla como
objeto de manipulación (Yo-Ello), y sin embargo el Yo-Tú puede no estar completo -es
decir, un Yo-Tú mutuo aún no desarrollado. O bien el otro no confía lo suficiente, o ambos
tienen la actitud Yo-Tú, y aún no hay bastante apoyo para un Tú entre, es decir, no se logra
la reciprocidad. Este contacto se puede considerar también como un Yo-Ello que es un Yo-
Tú latente.
Terapeutas humanistas, de todas las tendencias, a menudo se relacionan con una mezcla de
Yo-Ello y Yo-Tú, creyendo a veces que están estrictamente en el Yo-Tú. A veces los
terapeutas tratan a los pacientes con una actitud Yo-Tú, pero no tienen claro que el evento
relacional del "Tú" aún no ha ocurrido.
Diferentes actitudes acerca de la relación en psicoterapia requieren una teoría del Darse
Cuenta y una metodología diferentes. Por ejemplo, un psicoanalista puede suponer que
dado que la motivación del paciente no analizado es inconsciente y actualmente no está
disponible, él no puede auto-regularse, es decir, ser capaz de elegir lo mejor para él. Esta
conducta objetiva al paciente como Ello. Requiere que el terapeuta se convierta en una
figura paternal y benevolente, y el tratamiento enfatiza la neurosis de transferencia más que
el YoTú. La tecnología correspondiente a esta actitud de relación es el uso extensivo de la
interpretación. Por lo tanto, el determinismo psíquico corresponde a la relación no-dialogal
de la postura de induccióntransferencial del analista.
Regulación "deberista"
Desde que nacen, los individuos se enfrentan a fuerzas socializantes externas, por ejemplo,
exigencias, ideales, patrones, etc. Estas normas extemas pueden ser automáticamente
rechazadas, consideradas y rechazadas/integradas, o automáticamente aceptadas y
asumidas. Esta última posibilidad es introyección o asumir sin asimilar. La regulación
deberista se basa en deberías introyectados e introyecciones. Los debería son afirmaciones
"obligatorias" que dicen al individuo cómo regular su conducta por medio de normas
externas, aisladas de las necesidades organísmicas y de la ponderación de las prioridades
internas. Los debería son entidades fijas más que procesos organísmicos, y carecen de
flexibilidad y sensibilidad. Cuando la persona inicia la regulación deberista, genera nuevos
debería que son impuestos en el sí mismo por el sí mismo, y no son un imperativo del sí
mismo total.
Por otro lado, cuando el individuo analiza, prueba, señala, elige y asimila los juicios de los
demás en los que él cree, y rechaza aquello que no se ajusta a él, se está regulando vía la
Auto-Regulación Organísmica. La Auto-Regulación Organísmica requiere que la persona
sea capaz de percibir tanto la realidad extema y sus necesidades, como las necesidades
internas, sentimientos y creencias, y luego saber holísticamente qué se ajusta a ella en el
ambiente. El "ajuste" requiere una conexión entre el verdadero sí mismo interno y el
aspecto externo del campo individuo/ambiente. Los terapeutas gestálticos trabajan para
lograr una regulación integrada basada en la síntesis dialéctica de exigencias en conflicto
(por ejemplo, sociales e impulsivas) llamada Auto-Regulación Organísmica. Esto
trasciende la dicotomía persona/ambiente.
La regulación deberista siempre crea una división dentro de la persona -es inherentemente
dualista. Esto se debe a que se basa en introyecciones no asimiladas, es decir, procesos
ajenos a la persona. La respuesta neurótica usual a los debería es una rebelión automática
habitual o disfrazada de conformidad. Respuestas patológicas más caracterológicas
incluyen sobre-actuación antisocial y total división de las fuerzas separadas. Todos los
mecanismos intrapersonales dualistas constituyen simultáneamente problemas de límites
del ego, ya que la persona se relaciona con un aspecto y lucha contra la relación con otro.
Un paciente busca el cambio no sólo para sanarse, sino también desde una perspectiva
deberista, auto-rechazante: "Debo ser mejor". Los debería son a menudo resistidos con un
"no quiero" disfrazado de un "no puedo". (El paciente se dice a sí mismo que no puede ser
mejor, pero en realidad no quiere). Se niega su fuerza y no se reconoce el sano poder de la
resistencia. Los debería no se examinan de acuerdo a lo que es, y no tienen valor para la
persona en su existencia actual. El poder negado, el "vacío" en el paciente, se atribuye al
terapeuta. El paciente que no se ama a sí mismo, espera que el terapeuta lo ame. Perls decía
que un buen barómetro diagnóstico para detectar los vacíos en el paciente, es descubrir lo
que él trata de obtener del terapeuta (Robert Resnick, comunicación personal). Cuando el
terapeuta desempeña el rol de agente de cambio o rescatador, representa un lado de la
batalla interna del paciente y así pierde la posibilidad de ayudarlo realmente a integrar la
división.
Auto-regulación oiganísmica
La asimilación requiere energía biológica (el término gestáltico es "agresión") dirigida por
el Darse Cuenta. Estos procesos son parte del límite interno/extemo. No son ni la
imposición de una regulación deberista externa en la persona, ni la imposición del
individuo en lo extemo (como en el narcisismo patológico o infantilismo). La respuesta
integrada es más bien una síntesis responsable de las fuerzas en conflicto reconocidas e
integradas.
La regulación debensta es como una entidad y ocurre una sola vez. La Auto-Regulación
Organísmica es un proceso que se renueva en forma constante. Es esencialmente un sistema
basado en la retroalimentación y el ajuste creativo continuo. Es un proceso biopsicosocial
que requiere un continuum del Darse Cuenta y atención constante a las nuevas necesidades
y recursos de cambio en sí mismo, en los demás y en la sociedad.
Polster establece dos principios de terapia gestáltica (Polster y Polster, 1973). Ambos son
aspectos de la Auto-Regulación Organísmica. (1) Lo que es, es. (2) Una cosa fluye de otra.
Destacamos lo que es, y seguimos el desarrollo de sucesivos primeros planos. El cambio
fluye entonces al reconocer lo que "es" más que al estimular "obligaciones". Este es el
proceso esencial de la exploración fenomenológica clínica.
Hay una diferencia decisiva entre imponer cambios con deberías, juicios a uno mismo, etc.
y cambiar mediante el aumento del Darse Cuenta y la auto-aceptación, es decir, mediante
un sentimiento de reconocimiento de cómo uno es. Así podemos conocemos y crecer con la
Auto-Regulación Organísmica, mientras que con el enfoque de agente de cambio, uno se
divide en fuerzas que presionan para adherirse a un ideal y en fuerzas que se resisten. El
trabajo de diálogo y de Darse Cuenta de la terapia gestáltica está diseñado para reforzar la
capacidad de Auto-Regulación Organísmica, y no para desarrollar un nuevo carácter en
conformidad a una norma de salud mental de la terapia gestáltica.
Los pacientes acuden a terapia pidiendo cambios, generalmente sobre la base dualista y
deberista de tratar de ser lo que no son. El paciente está dividido contra sí mismo y pide al
terapeuta que tome partido en el conflicto intrapsíquico. Muchos terapeutas aceptan tales
contratos, y hay informes de algunos resultados positivos, pero también ha habido mucha
frustración. La teoría del cambio de la terapia gestáltica establece que mientras más uno
trata ser lo que no es, más permanece igual (Beisser, 1970). El terapeuta que intenta el
cambio sobre esa base, opta por cambiar algún aspecto particular de un paciente, a expensas
de reforzar el proceso auto-divisorio que inhibe la Auto-Regulación Organísmica.
Intervención por medio de la interpretación: "En realidad deseas ser atendido y lo estás
negando".
Por otro lado, si el paciente estuviera deprimido, el terapeuta puede elegir una técnica en
que le solicita que se ponga de pie y haga algo. Ejemplo: terapeuta: "Ponte de pie. Ahora
imagina que tu esposa está aquí y te comunicas con ella sin palabras, con movimientos".
Sin un Darse Cuenta disciplinado, las técnicas son sólo exploraciones experimentales, el
terapeuta se convierte en agente de cambio, el paciente no desarrolla confianza en sus
propias herramientas para enfocar su Darse Cuenta, y los experimentos se convierten en
intentos de re-condicionamiento. A través del enfoque fenomenológico, el terapeuta puede
enseñar y permitir al paciente lograr insights, enfrentar asuntos inconclusos del pasado,
descubrir medios para reforzar lo que está actualmente al servicio del organismo, y re-
evaluar rasgos que la persona tuvo y ya no tiene.
La psicoterapia puede ser más eficaz en términos de aceptación e insight, realizando trabajo
fenomenológico directo para reconocer la resistencia y la evitación, por ejemplo, enseñando
al paciente a darse cuenta del proceso por medio del cual evita Darse Cuenta. Mediante el
enfoque fenomenológico y el diálogo abierto, el paciente puede llegar, en forma similar, a
darse cuenta de su proceso de relaciones en el presente, incluyendo la transferencia y otras
distorsiones paratácticas. En este contexto, el proceso significa que el paciente sabe
exactamente qué está haciendo y cómo. Al igual que en el psicoanálisis, se trabaja
directamente con la relación, pero usando enfoque fenomenológico y diálogo, en lugar de
promover una neurosis de transferencia que luego es interpretada por el terapeuta.
En terapia gestáltica, el foco está en lo que se debe explorar más que en lo que se debe
cambiar. El terapeuta gestáltico pone entre paréntesis y observa lo que es importante para la
regulación del paciente, teniendo fe en que el Darse Cuenta y el contacto conducirán al
crecimiento. La exploración vivencial se conduce neutralmente, explicando lo que es y
destacando lo que se debe llevar a primer plano para una Auto-Regulación Organísmica en
diálogo con el mundo. Este reconocimiento de lo que es, incluye aceptar que estar atascado,
infeliz, sin darse cuenta, frustrado, resistente, es. Es, y punto. La persona total es observada
y aceptada. Este es el soporte básico para realzar, restablecer o comenzar el diálogo de la
persona con el mundo.
Apuntar directamente al cambio, en vez de reconocer lo que es, y crecer desde ahí, viola la
actitud tanto dialogal como fenomenológica. La auto-aceptación y el pleno Darse Cuenta
apoyan un crecimiento organísmicamente determinado. Con frecuencia los pacientes se
trasladan prematuramente del reconocimiento de "cómo soy" al "qué puedo hacer al
respecto". Esta es una forma de renegar al tratar de cambiar uno mismo en forma dualista
(Yontef, 1976).
A veces un paciente cree falsamente que el terapeuta no lo acepta tal como es. A veces el
terapeuta se engaña a sí mismo creyendo que acepta al paciente tal como es, cuando en
realidad no es así. El trabajo de exploración debe incluir cómo terapeuta y paciente se
afectan entre sí y cómo ambos son afectados por cada nuevo Darse Cuenta. Si el trabajo de
Darse Cuenta es procesado por el individuo de manera tal que le provoque sentimientos de
no confirmación, depresión, etc., el paciente debe dialogar con el terapeuta y éste debe
facilitar la exploración sin defenderse.
Ser un buen terapeuta gestáltico depende de una sobreposición entre las necesidades
personales del terapeuta y los requerimientos de la tarea terapéutica del paciente. El
terapeuta cuya tendencia es expresarse al paciente y facilitar su autodeterminación y
respuestas asertivas, se sentirá mejor en terapia gestáltica que el terapeuta que necesita
controles deberistas o que desea rescatar al paciente.
Tanto las habilidades técnicas en la terapia como el contacto personal del terapeuta son
indispensables. Muchos han comentado las cualidades de contacto para una buena terapia.
La mayoría concuerda en que se necesita interés y comprensión del terapeuta, aun cuando
haya poco acuerdo acerca de qué constituye el interés y si debe o no ser exhibido
directamente. Por ejemplo, el psicoanalista clásico demuestra su interés de manera muy
diferente al terapeuta rogeriano clásico.
El diálogo exige que el terapeuta aborde al paciente con entusiasmo, en forma directa,
abierta e interesada. Pero siendo más específicos, ¿qué es el interés? Cualquier interés no es
sanador ni dialogal. El interés es una cualidad que pertenece a y sólo es eficaz como parte
del proceso de contactar. Es encontrarse con el otro realmente como persona. Es más que
tener un sentimiento o hacer algo por el paciente -es un proceso entre personas.
1. Inclusión
El terapeuta toma contacto con el paciente y al mismo tiempo se permite ser afectado por él
y por su experiencia. Trata de ver el mundo a través de los ojos del paciente. Buber se
refiere a uno de los elementos del Yo-Tú como inclusión, que es vivir en el polo del Otro
en la polaridad Yo-Tú, es decir, incluirse en el mundo del paciente (Buber, 1965a, 1965b).
Al practicar la inclusión, el terapeuta simultáneamente se relaciona con el paciente y reúne
información acerca de él.
Para entrar al mundo de otro sin deshonrarlo, un terapeuta fenomenológico pone entre
paréntesis, es decir, deja de lado sus perspectivas de vida y creencias acerca de lo que
constituye la información, apreciando igualmente la validez de otra realidad y de un
conjunto diferente de información.
Esta es una actitud tolerante, en la cual el terapeuta comprende y acepta a la otra persona
sin juzgar ni positiva ni negativamente sus actitudes y conducta.
2. Presencia
En la terapia dialogal, el terapeuta demuestra su interés con honestidad más que con
constante suavidad. No sólo permite al paciente ser quien es, se permite a sí mismo ser
quien es en respuesta. Esto es más que una cálida aceptación. El terapeuta gestáltico
además muestra sus dudas personales; expresa limitaciones, rabia y aburrimiento; comparte
observaciones de aspectos del paciente negados por éste, pero observados por el terapeuta
autónomo,- y sobre todo, tiene una perspectiva suficientemente separada que le da una
noción clara y precisa del carácter del paciente para guiar el trabajo.
Buber dice que aceptar al otro tal como es en un momento dado, es una condición necesaria
pero no suficiente para el éxito terapéutico. Un terapeuta exitoso además confirma a la
persona en su más pleno potencial (Friedman, 1976a, 1976b). Tal terapeuta trabaja más allá
de lo que el paciente manifiesta actualmente acerca de la persona que está llegando a ser.
La confirmación significa aceptación no sólo de lo que el paciente se da cuenta, sino
también de aspectos alienados/negados de su existencia. Esto necesita la autonomía y
presencia del terapeuta, así como su práctica de la inclusión. Un encuentro real de personas,
a veces significa dar algo no deseado, por ejemplo, retroalimentación precisa. Esta
presencia confirmadora a veces se mal interpreta como no aceptadora, como un rechazo a
cómo el paciente es en ese momento.
El terapeuta hace este contacto con la actitud Yo-Tú, y no con el espíritu de controlar,
condicionar, manipular, explotar al paciente con éstas u otras formas de Yo-Ello. El
compromiso con el diálogo significa una relación basada explícitamente en lo que se
vivencia, y respetando lo que vivencia el otro.
No podemos hacer buena terapia gestáltica sin el contacto YoTú. Pero la toma de contacto
no establece una relación.
Una relación se desarrolla cuando dos personas, cada una con existencia y necesidades
personales separadas, se contactan reconociendo y permitiendo las diferencias entre ellas.
Esto es más que la combinación de dos monólogos, son dos personas en un intercambio
significativo.
Un compromiso con el diálogo no sólo significa que cada uno expresa su sí mismo interno
al otro, siendo receptivo a su expresión; específicamente significa además permitir que el
resultado sea determinado por El Entre y no controlado por ninguno de los individuos.
Admitir el control solitario significa que cada uno es afectado por lo diferente del otro, y
hay un permiso para y una dedicación al proceso de diálogo. Este proceso dialogal es más
valorado en terapia gestáltica que cualquier otro resultado particular, y más valorado que el
control que pudiera asumir el terapeuta o el paciente.
Podemos "tomar" contacto mediante la fuerza de voluntad y mediante una elección. Pero en
un sentido más profundo, no podemos tomar contacto. El Contacto Mutuo es un evento
relacional que a veces ocurre cuando dos personas viven la actitud Yo-y-Tú y toman
contacto. El contacto mutuo está permitido.
Contrastar:
(1) "Tomar contacto", es decir, una persona "está ahí", en contacto y trabajando para
establecer una relación plena. El terapeuta puede estar alerta, compartiendo, asequible, al
margen de lo que haga el paciente.
(2) "Permitir contacto". Para esto se requieren dos y debe ocurrir mediante un acto de
gracia que va más allá de tomar contacto.
Cuando dos personas se muestran y expresan sus verdaderos sí mismos, en una actitud de
reciprocidad Yo-Tú, a veces se produce un libre flujo de energía afectiva entre ellas. Esto
se logra cuando ambas renuncian al control tanto de sí mismas como de la otra persona, y
permiten que ocurra el Tú. Buber dice que uno puede elegir actuar en forma afectuosa, pero
no puede elegir sentir amor, eso es algo que uno permite que ocurra.
Para lograr este evento relacional, ambas partes deben estar di: ponibles, dispuestas y ser
capaces de apoyar el contacto. En terapi; el Contacto Mutuo ocurre generalmente después
del trabajo prepar; torio -tomar contacto, aprender el enfoque fenomenológico, recom cer
las resistencias. Es lamentable que a veces dos personas se pe mitán ser quienes realmente
son, apoyando con honestidad t contacto, y no exista entre ellas el apoyo del Tú para el
Contact Mutuo. Parte importante de la responsabilidad profesional o de ott tipo, es saber
cuándo esto ocurre y aceptar los límites. Esto es part de rendirse a lo que ocurre entre.
No se puede saber con anticipación si el Tú se producirá. Viv mos vidas separadas,
"tomamos contacto", tenemos esperanzas. P( demos tomar contacto con una actitud que
permita profundizar < diálogo. Pero si intentamos que ocurra el Tú, en el propio proceso c
intentar nos tratamos a nosotros mismos y/o a los demás como u objeto manipulado o
idealizado. Por ejemplo, tratar de ser afectuos para que se produzca el Tú: se debe ocultar y
encubrir la rabia frustración del terapeuta. Si no se permite que estos procesos sea abiertos,
al igual como el afecto y suavidad, el contacto es entre de seres ideales llamados paciente y
terapeuta, y no entre dos person; reales. En la relación Yo-Tú a veces es necesaria la
confrontado (Buber, 1965a; Jacobs, 1978, p. 105). Después de estar presente, habe se
mostrado y arriesgado, entonces y sólo entonces es posible que s desarrolle el Tú entre las
personas.
4. No explotación
Se pueden distinguir al menos cuatro formas de explotación: A Una persona tratada como
un medio para un fin; B. Desigualdad ei el lenguaje (verticalidad); C. El terapeuta no
realiza plenamente si trabajo; D. No tener en cuenta el límite contextual apropiado.
A. Una persona tratada como un medio para un fin. El contacto Ye y-Tú no sólo significa
reconocer y contactar al otro como personí sino también reconocer que el otro es, al igual
que yo, un fin que val la pena en sí mismo.
Cuando una persona es tratada como una categoría, como u objeto a ser analizado, salvado,
transformado, dirigido, esa persona esl siendo tratada como un ello, como un medio para
satisfacer el ego di salvador, o algún objetivo o fin extemo (por ejemplo, salud menta
justicia social, etc.). La persona no es contactada. En terapia gestáltic cada persona, cada
encuentro, cada momento es tratado como un fi en sí mismo. Ya sea que la conducta de la
persona se juzgue coi sensualmente positiva o negativa, o que el encuentro lleve a ur
"sanación", todo es secundario frente a este énfasis de lo que es.
Los terapeutas tienen muchos valores, como el deseo de progres social. Si durante la
terapia, la importancia de estos otros objetive no se considera secundaria frente a la
autodeterminación del paciei te, éste está siendo tratado como un ello. Cada persona tiene
su propía habilidad para elegir, su propia auto-regulación, sus propios valores. Los
terapeutas gestálticos respetan las opciones del paciente (y sus consecuencias positivas o
negativas), aunque no concuerden o no las admiren. Se aprecia que el terapeuta comparta
sus valores con el paciente cuando se hace en un contexto de diálogo y poniendo entre
paréntesis, y no con una actitud persuasiva o autoritaria. La terapia gestáltica se basa en la
convicción de que el crecimiento individual, el Darse Cuenta y la responsabilidad fluyen de
este contacto y que el progreso social se logra mejor realizando la terapia en el diálogo Yo-
Tú, y no reformando al paciente.
El terapeuta tampoco es sólo un medio para un fin, ya que también es una persona. Si el
terapeuta es sólo un medio para la autorealización intrapsíquica del paciente, se reducen la
relación personaa-persona y el ámbito del Darse Cuenta. Terapeuta y paciente se actualizan
verdaderamente en un contacto consciente entre ellos.
Hacer algo por o para el paciente dejándolo sin la herramienta para saber cómo hacerse
cargo de su crecimiento, es siempre vertical y en general también es psicológicamente
explotador. El paciente puede sentirse mejor debido a la intervención condescendiente
(vertical) del terapeuta, pero sin saber cómo lo logró, reforzando así la convicción de su
propia debilidad e irresponsabilidad. De esta forma, el sanador logra poder y status a
expensas del paciente.
Este enfoque horizontal afecta la forma en que se usan las técnicas. Llevar al paciente hacia
el objetivo con "técnicas gestálticas" es vertical y no terapia gestáltica. Esta manipulación
del paciente cambia los experimentos gestálticos de Darse Cuenta en programas, y reduce
la responsabilidad y apoyo del paciente (L. Perls, 1978). Es explotador en parte porque el
terapeuta se engrandece a expensas del paciente (por ejemplo, terapeuta carismático y
paciente agradecido).
No tener "deberías" es un aspecto de la actitud horizontal. Cada parte tiene valores, gustos
y aversiones, necesidades y deseos, y ambas son igualmente autodeterminantes y
responsables. Un terapeuta deberista actúa verticalmente. Un terapeuta que
encubiertamente cree que el paciente es responsable de satisfacer sus (las del terapeuta)
necesidades, cae en la actitud vertical. Un ejemplo es un terapeuta aburrido que atribuye
esto al paciente ("Tú eres aburrido") y espera que el paciente se convierta en una persona
más amena. Un terapeuta es no explotador y horizontal cuando expresa deseos importantes
para el trabajo terapéutico. Esta intervención requiere cautela de parte del terapeuta y gran
atención al nivel de apoyo del paciente y a su (del terapeuta) responsabilidad frente a sus
propias frustraciones.
El terapeuta gestáltico está abierto al encuentro para que el paciente pueda observar su
conducta, hablar acerca de la vida y sentimientos del terapeuta -si el paciente así lo desea.
Pero nuestro contrato es que el terapeuta utilice todos sus recursos durante un período de
tiempo para aumentar el Darse Cuenta del paciente. El terapeuta, al igual que el paciente,
puede crecer con esto, pero el contrato es centrarse en el paciente; aunque el contexto exige
que ciertas facetas del terapeuta estén en primer plano durante la psicoterapia, la terapia
gestáltica no exige una "división" entre terapeuta propiamente tal y terapeuta-persona. Una
división se puede mantener por la inercia o por una neurosis del paciente o del terapeuta.
En estos casos (donde puedo lograr poca o ninguna integración satisfactoria) o carezco de
la habilidad para demostrar en forma convincente la necesidad de cambio y reorientación, o
bien yo mismo no estoy suficientemente integrado para darme cuenta de la crucial
resistencia (Fritz Perls, 1948, p. 578).
¿Es verdad que la terapia debe terminar si el paciente puede ver al terapeuta con precisión?
Buber pensaba que sí (Buber, 1967, p. 173). En terapia gestáltica, hemos descubierto que al
cambiar de una orientación psicoanalítica a una fenomenológica, y de una base
transferencial a una dialogal, la terapia con frecuencia aumenta su eficacia a medida que el
paciente es capaz de relacionarse en el Yo-Tú. En terapia ocurre un mayor crecimiento
cuando al paciente se le perturba menos, y así puede contribuir más.
La actitud de Buber hacia la terapia presenta dos peligros. Tiende a asumir que la visión del
terapeuta es precisa y la del paciente no (Buber, 1970). Esto es válido sólo a veces.
También se corre el riesgo de convertir el Yo y Tú en un debería, es decir, en un objetivo
de la terapia. Nuestro objetivo en terapia gestáltica es el Darse Cuenta -incluyendo el Darse
Cuenta del Ello, del Tú, de cómo uno puede relacionarse de las dos maneras, teniendo por
lo tanto la habilidad para elegir. El Darse Cuenta permite elegir y relacionarse en el Yo y
Tú. Con este conocimiento se puede avanzar hacia un trabajo de Darse Cuenta más
profundo.
¿El uso de artimañas es una actitud explotadora (inauténtica)? O tal vez: ¿lo es no usarlas?
Yo creo que el terapeuta necesita poner todo su ser y recursos al servicio de la terapia. Es
igualmente explotador descartar un manejo técnico que aportaría algo al trabajo, o usar
"artimañas" para evitar el necesario encuentro personal.
Por ejemplo, los pacientes con tendencia a la vergüenza no pueden realizar un trabajo de
Darse Cuenta si están enfrentados a bromas, chistes o impertinencias (que ellos
experimentan como algo humillante, al mostrar lo absurdos e inadecuados que son). El
humor es un aspecto importante de la relación, pero el terapeuta que lo utiliza es
responsable de no hacerlo si conduce a un paciente a una mayor humillación. En esta
situación, el trabajo de diálogo y Darse Cuenta requiere discreción del terapeuta, para que
su libertad y creatividad no se conviertan en aspectos explotadores.
Parte del contrato implícito con un profesional es adherir a ciertas limitaciones externas. No
cumplirlas es una forma de explotación. Entre ellas están: cierto nivel de competencia,
conocimientos básicos generales, devoción por el bienestar del paciente y adhesión a un
código ético y a ciertos límites consensúales prescritos.
Las relaciones sexuales entre terapeuta y paciente son, al menos, dualistas. Están contra el
Código de Etica de la mayoría de las sociedades profesionales, y en California son además
penadas por la ley. Si el terapeuta se involucra auténticamente en el aspecto sexual, pierde
su perspectiva como terapeuta y asume la de amante. El paciente tiene derecho a suponer
que el terapeuta cumple las reglas del gremio, o bien informa al paciente de lo contrario al
comienzo. Además, el paciente tiene derecho a suponer que el profesional seguirá
cumpliendo (especialmente frente a la tentación) o dejará de ser terapeuta. A la luz de la
autoridad y del cansma, el paciente llega a una transferencia con el terapeuta, y en el
contexto social de la explotación sexual entre hombres y mujeres, es dudoso que los
terapeutas se puedan comprometer en una relación sexual no explotadora con los pacientes,
mucho menos hacerlo y ser percibidos como tales por éstos. La percepción explotadora que
el paciente tiene del terapeuta, correcta o incorrectamente, interfiere con la confianza
necesaria para conducir la terapia.
Por otro lado, si el terapeuta inicia relaciones sexuales porque "es bueno para el paciente",
está siendo mauténtico y por lo tanto contrario a la actitud dialogal sobre la cual se basa la
terapia gestáltica. mi opinión personal es que no se puede ser un terapeuta gestáltico
competente con un paciente con quien se tienen relaciones sexuales.
Resulta paradójico que, en cierto sentido, un contacto paciente/ terapeuta fuera de la terapia
pueda lograr una relación más plena, real y mutua; pero en otro sentido, la intimidad del
Yo-Tú y profundidad del Darse Cuenta sea menor si se trunca el florecimiento total de la
relación comercial, sexual, etc. El límite extemo puede facilitar una profundización de la
relación dentro de los límites. El crecimiento total de una planta a veces requiere poda o
cortes.
5. Vivir la relación
Contactar es vivir más que hablar acerca de vivir. Es hacer y vivenciar más que analizar. Es
tener una experiencia con el paciente en el presente. La sanación está en vivir en diálogo.
Los terapeutas gestálticos dejan salir toda la vivacidad que resulta del encuentro conjunto.
Contactar es relacionarse con lo inmediato y con la vida -ahora. Relacionarse es vivir más
que relatar historias. Es bailar, actuar, ejecutar, más que una enseñanza de pizarrón acerca
de bailar, actuar y ejecutar. Los terapeutas gestálticos se centran más en la experiencia que
en el concepto. Viven en el ahora más que hacer análisis del pasado. Llevan los aspectos
inconclusos del pasado al ahora con una serie de técnicas para que los podamos explorar,
probar, actuar, ver, y no sólo hablar de ellos.
Uno de mis alumnos tenía un paciente que estaba pasando p$ un impasse. En su imaginería,
el paciente se estaba ahogando —el afecto presente y no reprimido. Se sentía "loco" y
sobrecogido por estar más allá de sus limitaciones habituales. El supervisor analítico de este
alumno consideró la expresión del paciente como un desequilibrio, sin ver que en este caso
era una transición de la represión y la avtificialidad hacia al florecimiento pleno de la vida.
Resumen
La terapia gestáltica es un sistema psicoterapeutico que combina diálogo y fenomenología
en una metodología clínica unificada. Comprender la metodología exige comprender
ciertos conceptos discutidos más arriba: fenomenología, Darse Cuenta, contactar, relación
existencial, regulación organísmica y deberista, y terapia sin un agente de. cambio. Se
analizaron cinco características esenciales de la relación dialogal en terapia gestáltica. Se
requiere una mayor chibo ración, especialmente de errores comunes en la práctica.
Notas:
* Los humanos no poseen una existencia -son su existencia. Crean su existencia mediante
la acción -estando-en-el-mundo. Las personas son procesos -una persona es una "no cosa".
Las personas son sus acciones y experiencias. Sartre pensaba que no había una "naturaleza
humana" absoluta. Una persona no está determinada por ninguna idea a priori o esencia
platónica. Los objetos que existen en sí mismos (en soí) son producidos en la matriz -su
esencia. Las personas existen por sí mismas (pour soi) y determinan su propia existencia.
Sin embargo, hay un "núcleo" de la persona que se refiere al "verdadero ser". A esto a
veces se le llama "esencia", pero no necesita ser visto como un concepto absoluto, estático
y cosificado como la esencia platónica. Utilizo el término "núcleo" para referirme a las
creencias, pensamientos, sentimientos, conductas y sensaciones que unifican a la persona
como tal y que le dan un sentido de "así soy en mi esencia". Por lo tanto, el "núcleo" es el
aspecto más preciado y vulnerable de la persona. "Núcleo" se refiere a aquello que es
verdadero para el sí mismo como totalidad. El sí mismo es un proceso vivo y no una
entidad estática.
En todo caso, cualquiera que sea el lenguaje utilizado, el espacio de la relación terapéutica
constituye hoy un objeto de reflexión o de investigación que concierne a toda la psicología
clínica en cuanto tal. Con este espacio es con el que todas las orientaciones
psicoterapéuticas deben, de diversas formas, medirse. Su definición, la individuación de las
dimensiones y de los procesos que la caracterizan, abren perspectivas estimulantes para la
investigación y para la práctica clínica. Las cuestiones que nos planteamos hoy van más
allá de la herencia psicoanalítica e implican el reconocimiento de otro cambio: aquel que
hace de la relación terapéutica una experiencia humana dotada de sentido para los dos
sujetos que participan en ella. La Terapia Gestalt se sitúa plenamente en el interior de este
cambio y ha acelerado ya su realización con su teoría y con su práctica.
A este campo de reflexión quiero contribuir atrayendo la atención sobre un aspecto que mi
práctica de la Gestalt en el Centro Alia de Milán (Italia) me ha ayudado a desvelar y que ha
llegado a ser para mí una clave fundamental de la relación terapéutica: quiero hablar del
hecho de que
Una persona que pide ser ayudada y una persona que ayuda se constituyen como un campo
de experiencia perceptiva y sensorial en una primera fase, y que las dos contribuyen a
construir.
El encuentro tan particular entre dos personas en situación terapéutica pone en juego,
ciertamente, de una parte y de otra fantasías, imágenes, sentimientos y pensamientos. Pero
todos estos niveles de la "vida mental" son vividos y experimentados a través de la
percepción corporal; son "padecidos"(probados) en el sentido literal del término, que no
tiene en absoluto las connotaciones negativas de nuestra lengua corriente: patior, en latín, y
pathos, en griego, significan en su origen una intensidad particular del "sentir". En un
encuentro entre seres humanos, cada uno de los dos "padece" la relación a través de una
percepción inmediata de proximidad o de distancia, de atracción o de repulsión, de
posibilidad o de imposibilidad de contacto. Cada uno "siente" la relación con el otro a
través de señales que se manifiestan en el cuerpo y a través de una percepción global de la
cualidad del encuentro, una cualidad sensorial que puede ser definida de forma aproximada
como "color" o "tonalidad" de la relación.
Proximidad y distancia son, pues, experiencias de simpatía y de antipatía en sentido literal,
formas de sentir la relación que nos colocan, respectivamente en consonancia o en
disonancia con el otro. Naturalmente, en el eje que une estos dos polos extremos se pueden
encontrar todos los estadios intermedios y toda la gama de matices. En estas páginas me
ocuparé, por tanto, de este aspecto de la relación terapéutica y de la manera en que
proximidad y distancia, como percepciones inmediatas y globales, pueden convertirse en
instrumentos conscientes del trabajo de ayuda.
2.- Impresiones
Cada terapeuta y cada paciente, si hablara de su primera entrevista y de las siguientes,
podría atestiguar que ha experimentado "impresiones" inmediatas en relación con el otro,
como por ejemplo, una sensación natural de bienestar o de fastidio, de irritación, de calma,
de desconfianza… La "impresión" no indica solamente una construcción mental, sino que
corresponde a la experiencia directa de lo que esa palabra indica en sentido literal: algo que
"se imprime" en el cuerpo, alguna cosa del otro que deja una marca sobre nosotros, alguna
cosa de nosotros que "marca" el cuerpo del otro.
Simpatía y antipatía indican para mí, mucho más allá del sentido corriente de esos términos,
los polos de ese continuum experiencial sobre el que se sitúan todas las posibilidades
concretas del encuentro: sentir-con, sentir próximo, sentirse atraído por, o sentirse en
oposición, sentirse distante, sentirse rechazado por. Antes incluso de transformarse en
pensamientos y emociones, y frecuentemente más allá de intenciones conscientes, estas
experiencias son sensaciones "padecidas" en el cuerpo (o "gozadas" en el cuerpo, visto que
el verbo actual no ha conservado de los equivalentes griego y latino más que la connotación
negativa); "sentidas" en el cuerpo, diría yo más simplemente. Esta experiencia inmediata o
global surge de forma simultánea en los dos participantes de la relación y caracteriza la
tonalidad emocional e influye de forma significativa en la cualidad de los intercambios
conscientes.
Este "color" de la experiencia, cualquiera que sea, se manifiesta a nivel corporal, y lejos de
ser un obstáculo para el encuentro, constituye el terreno sobre el que se apoyan
continuamente las dimensiones más visibles y más elaboradas de la interacción
(emocionales, lingüísticas, expresivas). Definida de esta forma, la experiencia de simpatía
y/o de antipatía se desarrolla permanentemente entre terapeuta y paciente: esta cualidad de
proximidad o de distancia, con todas las posibilidades intermedias que la caracterizan, es la
resultante de un campo de datos perceptivos (visuales, auditivos, olfativos, propioceptivos)
en el cual los sujetos están inmersos, y que se seleccionan y se recogen en el aquí y ahora
para formar esta Gestalt que nos hace sentir más o menos cerca de una persona.
El simple hecho de ver hace ya presente a los interlocutores una enorme cantidad de
elementos, diferentes de los que suministra el intercambio verbal, y que se añaden al bagaje
de los datos aportados por la palabra y sus variaciones (silencio, ritmo, elementos
paraverbales). Cada uno de nosotros sabe que la posición de la cabeza, la expresión de la
cara, la postura de una persona nos hablan y contribuyen a la construcción de un "clima"
relacional. Del mismo modo, la forma del movimiento, su cualidad, su ritmo son elementos
elocuentes que introducen informaciones en el campo de la relación, confirman los datos
que recibimos de otras fuentes o bien los desmienten y, en todo caso, los enriquecen de
sentido y de matices particulares.
Sobre estos aspectos se desarrolla hoy la atención clínica en el seno de muchos enfoques
terapéuticos, incluso con el riesgo, frecuente, de transformarlas "comunicaciones no
verbales" en un puro inventario técnico y no en una dimensión de la experiencia vivida por
los sujetos. Una respiración oprimida o distendida, lágrimas o risas, olores singulares que
acompañan a las personas, no son solamente manifestaciones comunicativas, la expresión
de mensajes que cada uno envía al otro. En Terapia Gestalt, todo lo anterior son también los
elementos de un campo interactivo que cada uno de los interlocutores contribuye a
construir, incluso cuando se está en un grado de consciencia diferente. Las señales del
cuerpo son también las impresiones que cada uno produce sobre el otro y, en este sentido,
pueden llegar a ser para el terapeuta instrumentos conscientes de relación.
Para el terapeuta gestáltico, saber acoger las señales anejas y reconocerlas de su propio
cuerpo no puede ser solamente el resultado de una competencia técnica, sino también el
efecto de una implicación directa, de una capacidad de presencia que se elabora en el
interior de toda relación específica, en ese espacio particular o en ese tiempo único que
hacen de cada encuentro una experiencia. Asumiendo conscientemente su propia
proximidad o su propia distancia, su propia simpatía o antipatía, y dándoles físicamente la
posibilidad de experimentarse en el espacio-tiempo del encuentro, el terapeuta ayuda al
otro a encontrar, a su vez, su propio sitio.
En el trabajo de formación, los alumnos terapeutas aprenden en el curso de su
entrenamiento a utilizar conscientemente su "sentir", a través de la toma de conciencia y el
ejercicio de los canales de percepción, la atención a los mensajes propioceptivos y a las
dimensiones ligadas a los movimientos y al entorno. El terapeuta está así capacitado para
reconocer la cualidad "sensorial"del encuentro, ese punto particular sobre el eje
simpatía/antipatía donde él se coloca en un momento dado con relación a su interlocutor.
La capacidad del terapeuta de estar presente y de situarse poco a poco en la distancia que su
sensación le autoriza, favorece así la posibilidad para el paciente de ponerse
conscientemente en su sitio, de "sentir" a su vez; es decir, de asumir de forma explícita su
modo de "padecer" la relación. El paciente aprende a reconocer lo que experimenta, no sólo
a través de la experiencia inmediata de su propio "padecer" (pathia) (sim-, anti-, y ¡todos
los escalones intermedios entre esos dos polos!). Así podrá él, poco a poco, dar lugar a la
difícil experiencia de ser y de ser con.
Por eso es por lo que el terapeuta no teme la distancia, busca la simpatía, aunque tenga el
valor de recorrer con el paciente los territorios difíciles de la antipatía.
Otra manera de utilizar el grupo, y para nosotros la más frecuente ahora, es proponer
sesiones residenciales (en grupo) a personas que están ya implicadas en un proceso
terapéutico individual. En un cierto momento del recorrido, no siempre fácil, que lleva a la
consciencia, cuando los sufrimientos y los problemas que han empujado a la persona a la
terapia comienzan a cambiar de sentido, cuando la transformación no es solamente una
desconocida y es ya más una esperanza, se hace posible entrar en el espacio común e
intercambiar con los demás sus propias dificultades y descubrimientos.
El grupo funciona entonces como un espacio para poner a prueba las pequeñas
conquistas, para medir el riesgo de dar nuevos pasos, para afrontar progresivamente y con
respeto los miedos más arraigados.
En fin, el grupo ocupa un lugar central en nuestra práctica de formación. A través del
grupo, los alumnos que quieren formarse en Terapia Gestalt son invitados a explorar sus
motivaciones, a vivir su implicación afectiva, a confrontar las dificultades y los recursos de
su práctica profesional. El grupo es, en este caso, laboratorio y espejo, lugar de experiencia
y de reflexión, límite para la disciplina que el aprendizaje exige y resorte para la autonomía
a la cual la formación debe preparar.
Pero ¿cómo traducir en palabras las mil y una facetas, las innumerables solicitudes que la
experiencia del grupo produce? A riesgo de repetir lo que ha sido ya dicho y escrito…
Entro y les encuentro allí, en círculo. Los asientos que se han dispuesto con anterioridad
han diseñado la forma y el espacio. Se han agrupado en un lado, lo más lejos posible del
lugar donde ellos imaginan que yo me voy a sentar. Pero en lugar de eso, voy a instalarme
en el único asiento libre que queda entre otros dos asientos situados en la zona ocupada del
círculo. Mis vecinos se agitan un poco, me envían sonrisas intimidadas, se resignan a
tenerme a tan corta distancia. Los últimos participantes llegan entonces y se van a sentar en
los asientos libres. El círculo está completo. Hago circular mi mirada y, como si fuera la
primera vez, siento el mismo asombro, la misma cálida emoción, mezcla de atracción y
de miedo.
Una especie particular de silencio, absorto y denso, hace de este momento el espejo de
todos los umbrales. Suspensión en el tiempo antes de entrar más adentro. Después de las
palabras, de las cortesías, de las miradas abiertas o furtivas, de colocarse bien en el sitio, del
ruido de los cuerpos y los objetos, cae de golpe ese silencio, ese conglomerado instantáneo
de todos los pensamientos y de todos los gestos, ese vacío y esa plenitud en acto. Estamos
allí, todos y cada uno, y el círculo nos contiene, ese círculo que formamos nosotros
mismos. El círculo hace de nosotros un grupo, pero quizá no lo sabemos todavía. El círculo
o grupo es el crisálida que nos hará nacer.
Todo el mundo tiene la tendencia de no llevar al grupo más que una parte de sí mismo.
Estar en un grupo quiere decir, normalmente, hacer coincidir sólo la parte que estamos
dispuestos a poner en juego y a presentar: el conflicto o la armonía, el miedo o la
desconfianza, la enfermedad o su negación, el rol, el poder, la fantasía, el juego.
Todo el resto queda en la línea del fondo, quizá conscientemente escondido o mantenido
allá, quizá confusamente negado, rechazado, aplastado. El grupo está ahí y nos permite
escondernos en él, con nuestra pequeña brizna de vida, con toda la potencia inexpresada de
nuestra presencia. Está ahí, delante de nosotros, fuera de nosotros y ante nosotros, extraño y
acogedor al mismo tiempo. Nos hacemos en él un nido, camuflados por el hecho de estar
entre tantos otros.
Yo digo pocas palabras, un poco por seguir el rito y un poco para liberar mis ansiedades.
Después les invito a hablar, a decir lo que les ha traído hasta aquí, qué cuestiones, qué rutas
les han guiado. De algunos, ya lo sé; de otros, sólo el cuerpo me lo ha dicho ya. Ahora
estallan las palabras, distantes o próximas, rítmicas y equilibradas o discontinuas, palabras
y cuerpos en disonancia o en armonía.
Nuestro papel en el grupo llega muy pronto a sus límites, revela su inadecuación, nos
manifiesta los límites del juego desarrollado hasta entonces, se confronta a otros roles.
Estamos incómodos, a ratos el suelo se hunde bajo nuestros pies y tememos que nuestra
sólida fachada se desmorone, después de lo bien construida que parecía. ¿Tendremos fuerza
para reconstruirla?
Hay algunos que están dispuestos a ir más allá de las palabras que ya se han dicho, para
otros el esfuerzo ya ha sido demasiado grande; se retiran y se callan. Podrán quedarse con
nosotros o alejarse y volver más tarde, cuando quieran de nuevo ser parte activa. El grupo
permanece.
Y así es como el movimiento físico de la retirada, el espacio aislado que todo individuo
puede fabricarse en el interior del espacio común, permite la lenta acumulación de los
caminos, los ritmos variables de la simpatía y de la antipatía. Hasta el nacimiento, si es que
es de nacer de lo que la persona tiene necesidad.
Los modos de relación son las diferentes formas como me relaciono con mi entorno, pero
también se les conoce como modos de evitación, ya que también se utilizan para evitar el
contacto. Esto hace que cada uno de ellos tenga una parte funcional y una parte
disfuncional. Son pautas.
Información.
La Introyección: Es tragarnos las ideas, conceptos, dogmas, etc. sin masticarlos, sin
analizarlos ni cuestionarlos.
Cuando es funcional, ayuda a iniciar el aprendizaje social, se relaciona con nuestra
capacidad para confiar, capacidad de adaptación, cuando "me trago" lo nutriente,
facilita el aprendizaje.
Cuando es disfuncional, no hay autocrítica ni postura propia. En su forma más
disfuncional, son personas sin identidad ni criterio propio que hacen lo que creen
que se espera de ellas. Hacen lo que dicen los demás, dificultad para distinguir sus
propias ideas, sentimientos o pensamientos, su frontera es permeable y asume lo del
ambiente como suyo. Siempre preguntan a los otros qué deben hacer.
Culturalmente son los matriarcados y las religiones dogmáticas.
En terapia se trabaja con la capacidad de criticar, de analizar y de cuestionar.
Recuperar identidad y opinión personal. Puedo tener introyectos, pero no por eso ser
un introyector. Se cuestiona ¿dónde lo aprendiste?, ¿con quién?, ¿qué amenaza?, se
trabajan los quieros contra los debos para darse cuenta de lo que se hace sin estar de
acuerdo. Se trabajan sensaciones y pasar las ideas o creencias por el filtro de la
experiencia.
Relación (Límites)
Aislamiento: Es la tendencia a estar solo y a la autosuficiencia. La frontera es rígida e
impermeable. Hay autosuficiencia y pobre valoración de los de afuera.
En su forma funcional, nos sirve para poner límites, para lograr un auto apoyo y
para los momentos de meditación y reflexión.
En su forma disfuncional, no hay vínculo con los demás, solo hay "yo", no se les
valora, hay temor a ser dominado y por lo tanto un bloqueo a cualquier aportación
nutricia de los otros. No se puede permanecer en una relación por miedo al vínculo
o a ser dominado.
Culturalmente, es útil para algunos trabajos como investigación.
En terapia se trabaja en la búsqueda de semejanzas y similitudes. Se promueve la
valoración de los demás. Se busca de dónde surge el miedo al contacto (rechazo) y
se trabaja con la necesidad de afecto y relación. Se revisa la mirada, postura,
respiración y lenguaje corporal. Generalmente hay herida primaria de
sobreprotección. Es importante revisar si viene de alguna experiencia obsoleta, y
de ser así, actualizarla. Promover el darse cuenta de la zona externa, y el reconocer
cual es la amenaza o de qué, o quien se quiere estar aislado. Es necesario
concientizar e identificar el aislamiento, así como la necesidad de afecto y de
relación. Se revisan las rutinas.
Energía
Retroflexión: Me hago a mí mismo lo que quisiera hacer a los otros, o lo que quisiera que
los otros me hicieran a mí. Se detiene la energía, se contiene.
Atención (figura-fondo)
Fijación: Es un exceso de control, en donde no se toman riesgos y la frontera es rígida.
Solo se ve una figura. Los fijados hacen listas, tienen rituales e ideas obsesivas.
Mi irritación no obedecía – ahora caigo en la cuenta – a que esas frases las sintiese falsas,
sino porque parecía que bastaba decirlas para comprenderlas y sobre todo, para aplicarlas.
Mi experiencia es que "ponerme en los zapatos del otro" o cualquiera de esas indicaciones,
ha requerido de un importante esfuerzo adicional para prepararme, que ha implicado, entre
otras, condiciones tales como: cultivar el respeto al otro, adquirir conocimientos teóricos en
diversas áreas (Humanismo, Rogers, Fenomenología, etc.), y desde luego, una práctica
constante, frecuentemente difícil, de la Actitud Fenomenológica.
Sin esto me hubiera costado mucho más trabajo llegar a brindar comprensión empática a
mis clientes. Tengo, sin embargo que admitir, que lo logro algunos días sí y otros no, y que
hay clientes con los que se me dificulta, o simplemente no puedo ser empático. Dios sabrá
por qué.
1. El realismo, que sostiene que los objetos materiales existen independientemente que
la persona que los percibe.
2. El empirismo, que sostiene que la experiencia a través de los sentidos es la única
fuente de todo conocimiento.
3. El positivismo, que afirma que el método científico de las ciencias naturales es la
única vía válida para adquirir conocimiento; y que la ciencia busca hechos no
subjetividades.
Como dice Miguel Martínez "La idolatría del método [científico tradicional] proviene de
los grandes resultados que su uso ha proporcionado en el campo de las ciencias naturales;
pero estos beneficios no se pueden atribuir al método en sí, sino a su alto nivel de
adecuación al objeto de estudio de las ciencias naturales, que es más bien, pasivo y
estático" (1988. Pág. 16).
A través de las ciencias naturales obtenemos el conocimiento y la explicación del por qué
de los fenómenos naturales; pero, de las ciencias humanas, obtenemos comprensión e
interpretación del qué de los fenómenos que ocurren a la persona. (Dilthey, citado por
Martínez, 1988).
Esta diferencia es esencial, pues mientras en las ciencias naturales podemos frecuentemente
reducir los fenómenos a componentes explicables y mesurables, no así en el caso de los
fenómenos humanos, debido a su gran heterogeneidad y complejidad. Mientras en los
fenómenos mesurables podemos basarnos en medios y habilidades analíticas y racionales,
en las realidades humanas debemos utilizar toda nuestra humanidad para captar, más desde
la intuición que desde la razón, la totalidad de esas complejidades de los sentimientos y las
conductas humanas.
La investigación cualitativa
La investigación cualitativa es el enfoque científico para el estudio de los fenómenos
humanos. Lo hace "… estudiando la realidad en su contexto natural, tal y cómo sucede,
intentando sacar sentido, o interpretar los fenómenos de acuerdo con los significados que
tienen para las personas implicadas… El objetivo de la investigación cualitativa es la
comprensión, centrando la indagación en los hechos; mientras la investigación cuantitativa
fundamentará su búsqueda en las causas, persiguiendo el control y la explicación… desde
la investigación cualitativa se pretende la comprensión de las complejas interrelaciones que
se dan en la realidad". (Rodríguez Gómez et al. 1999. Págs. 32 y 34).
El método fenomenológico
El método fenomenológico es uno de los varios métodos llamados "cualitativos" de
investigación, nacidos del nuevo paradigma antes mencionado. Aparece como una protesta
al reduccionismo y simplificación que hacen las ciencias naturales de los fenómenos
humanos. "Ir hacia las cosas mismas" ha sido desde el principio su fundamento,
precisamente para comprenderlos e interpretarlos amplia y profundamente.
Las raíces de la Fenomenología se crean por Edmund Husserl (1859-1938) en los primeros
años del siglo XX. Actualmente la investigación fenomenológica se centra en el estudio de
lo que es particular en cada individuo (más que lo que es general), y en la profundización
de su subjetividad. La fenomenología es la investigación sistemática de la subjetividad.
(Rodríguez et al., 1999).
Es tener la experiencia, junto con él, de sus pensamientos, sentimientos, y sensaciones, por
contradictorios que sean; y comprender, de esta manera su mundo de significados y valores
personales. Es aprehender holísticamente al cliente como una estructura de elementos
interrelacionados, y de captar cómo opera ésta. De otra parte, el terapeuta debe vivir esta
experiencia como si fuera el cliente, pero sin dejar de ser él mismo, guardando la distancia
suficiente para estar en condiciones de ayudarlo.
Voy a referirme a algunos aspectos que deben estar presentes – a mi juicio – en una
capacitación para aplicar fenomenológicamente la comprensión empática. Creo que cada
uno de esos aspectos, y otros más que no se me ocurren por el momento, merecen la
ampliación de los conceptos y el diseño de ejercicios prácticos para su manejo. Por ahora
me interesa plantear algunas generalidades, con el propósito de apuntar hacia desarrollos
más detallados.
Reglas negativas.
Son las que se aplican para no ver más de lo que hay en el objeto, y no proyectar el mundo
interno del terapeuta:
1. Tratar de reducir al mínimo, hacer a un lado, hasta donde sea posible (poner en un
saco a un lado) todo lo subjetivo del terapeuta: deseos, objetivos prácticos,
sentimientos, actitudes personales…
2. Hacer a un lado, al menos mientras dura la observación, las posiciones teóricas, es
decir: conocimientos, teorías, hipótesis…
3. Excluir dentro de lo posible la tradición: las enseñanzas sobre el tema que se está
tratando, lo que se considera aceptado…
Reglas positivas.
Son las que se aplican para ver todo lo que sí hay que ver:
1. Ver todo lo dado, tratar de captar lo más posible de lo que se presenta 9 ante el
terapeuta. Tener cuidado de no sólo ver lo que te interesa o confirma tus ideas, sino
estar abierto a captar lo más posible.
2. Observar la gran variedad y complejidad de las partes. Captar la estructura y la
interacción de sus partes. Estar abierto a la complejidad, sin asustarte de no
entender; no reducir lo complejo a lo simple para "entender".
3. Repetir la observación tantas veces como sea necesario para conectarte
auténticamente con lo que observas. (Martínez, 1999)
"La puesta en práctica de estas reglas, como cualquier intento de una objetividad rigurosa,
es muy dificil, imposible de realizar con toda su pureza. Para lograr un buen nivel se
requiere un grado considerable de aptitud, entrenamiento y autocrítica… en esencia, la
observación fenomenológica, consiste en observar y registrar la realidad [del cliente] con
una profunda concentración… Abrir bien los ojos y mantenerlos bien abiertos, mirar y
escuchar con toda atención y poner todos los sentidos en el asunto" (Martínez, 1999. Pág.
174)
Esto implica una capacidad para darse cuenta de sus sensaciones, sentimientos y
pensamientos, antes y durante la sesión terapéutica, para identificar lo que le está
ocurriendo con su cliente, y evitar que haya filtros del terapeuta que obstaculicen la
relación.
De otra parte, esto también implica que el terapeuta se encuentre en un proceso constante
de trabajo personal que lo mantenga atento a sus asuntos, sobre todo a sus "tres demonios"
pendientes: introyectos, asuntos inconclusos, y conductas no actualizadas, con el fin de que
éstos no interfieran en su contacto con el cliente.
La Actitud Fenomenológica requiere que el terapeuta tenga una filosofía de respeto hacia
su cliente. Rogers indica que las actitudes que debe tener el terapeuta son tres: congruencia,
consideración positiva incondicional, y comprensión empática. A mi juicio, y basándome
en el mismo Rogers, son cuatro, porque estas tres deben estar precedidas necesariamente
por la posición filosófica del terapeuta respecto a los otras personas. A este respecto Rogers
se pregunta:
Y agrega "… una persona puede instrumentalizar su respeto hacia los otros solamente en la
medida en que ese respeto es una parte integrante de la estructura de su personalidad…"
(Pág. 34)
Como sabemos, en los últimos años se han hecho muchas investigaciones sobre la
diferenciación de algunas funciones de cada una de los hemisferios cerebrales. Las
conclusiones destacan que cada uno de ellos tiene algunas funciones que les son especiales
y propias.
Aprender a escuchar
El terapeuta escucha el relato de su cliente. Tiene que ser un escucha adiestrado para captar
no sólo la información explícita y gruesa, sino para percibir la información fina e implícita
entre la madeja del lenguaje utilizado.
Lo digital y lo analógico
El lenguaje tiene dos niveles: el digital y el analógico. El primero es el "qué" del mensaje, y
el lenguaje analógico, es el "cómo" del mismo. Dicho de otra manera, la parte digital es el
"contenido", y la analógica es el "significado" del mensaje.
Por eso mismo se dice que la comunicación digital son las palabras, y que la comunicación
analógica está dada por todo lo no-verbal, es decir: inflexión de la voz, secuencia, ritmo y
cadencia de las palabras mismas, etc. Es decir, por todo lo que expresa "la experiencia"
asociada a las palabras. El lenguaje digital tiene una sintaxis lógica precisa (la palabra) pero
es pobre para expresar significados; en tanto que el lenguaje analógico es rico en semántica,
en significados, pero es vago, impreciso, insuficiente en sintaxis.
Escuchando un relato
Cuando escucho un relato tengo que captar lo digital y lo analógico del relato:
Muchas veces las palabras utilizadas no corresponden con las experiencias. El terapeuta
debe buscar el verdadero significado de las palabras para comprender plenamente las
experiencias a que corresponden. (Cayrol, Alain et al, 1994)
Aprender a Observar
Aprender a observar es afinar nuestra capacidad visual. ¿Qué es lo que observo? Observo a
mi cliente, y cómo se desenvuelve en la entrevista terapéutica. Capto comportamientos
gruesos (macro) y comportamientos finos (micro).
Macro comportamientos.
La expresión facial en su conjunto ¿qué dice, que comunica? ¿Es una expresión
dura o amable o relajada? ¿Se modifica mientras habla, o se mantiene rígida? ¿Es
una cara flexible o muestra una máscara? ¿Es cara de "jugador de poker" o
transparente? ¿Hay algún cambio importante en el rostro mientras habla?
La coloración de la piel, ¿está pálida, o lo contrario, enrojecida? Los ojos ¿Cómo
son, grandes, chicos, expresivos u opacos, etc.? ¿Cómo están: claros o enrojecidos o
irritados? ¿La mirada muestra confianza y apertura o distancia, frialdad y
desconfianza? ¿Cómo se mueven los ojos, hacia donde se mueven, en dónde se fijan
más?
La boca ¿cómo son los labios, cómo se mueven, qué sucede con el resto de la cara
cuando se mueven, se producen arrugas en las comisuras..?
El cuello ¿cómo se encuentra, tenso o relajado? ¿Cómo se percibe ahí la
respiración?
Del abdomen interesa captar, sobre todo, la respiración en el pecho, y cualquier
cambio en el tono muscular.
De los brazos y piernas también podemos captar movimientos pequeños que
expresen cuestiones importantes: una pierna que se balancea constantemente, un
brazo que hace ademanes aparentemente violentos, etc.
De las manos importa captar todos sus movimientos porque son especialmente
expresivas de emociones escondidas: los dedos que tamborilean, las manos que se
restriegan entre sí de muy diversas formas, etc. una mano que expresa tranquilidad y
otra que muestra violencia, etc. (Cayrol, Main et al, 1994)
Y agrega: "El movimiento humanista existencial protesta contra estas tendencias [y las
alternativas están basadas en] una teoría fenomenológica de la conciencia, una… de la
relación dialogal y una… del proceso de causalidad no-lineal… un buen diagnóstico es
parte integral e indispensable de la terapia gestáltica." (pag. 367 y 368).
Categorizar, evaluar y diagnosticar son parte indispensable de una evaluación y todos los
terapeutas competentes lo hacen. Discriminamos acerca de los patrones generales, qué tipo
de persona es el paciente, cuales son los problemas y potenciales más importantes, cual será
el curso probable del tratamiento… signos de peligro… dado que todos los pacientes son
distintos, tomamos nota y nos vemos afectados por las diferencias que existen entre ellos.
(Pág. 370)
Diagnosticar, en este contexto, es, antes que nada, una cuidadosa investigación
fenomenológica de los siguientes puntos:
El objeto de esta etapa es relacionar los resultados obtenidos en la investigación, con otros
casos estudiados, con el fin de obtener conclusiones para el trabajo terapéutico. Esta
interpretación de resultados se da de manera distinta a la utilizada en el método científico
tradicional cuantitativo. En vez de tener las variables como medida, en el enfoque
fenomenológico, el significado de la experiencia es la verdadera medida. Para entender el
significado de una experiencia o de una conducta:
Debemos entender su significado funcional… [es decir] entender su relación con el todo…
Solo una descripción cuidadosa puede hacer explícita de manera adecuada, la forma en que
un acto de conducta ‘encaja’ en el contexto de una situación y así descubrir su significado.
Esta operación se opone… a la del análisis con que muchas veces se trata de ‘interpretar’
los datos. Tal análisis consiste en separar, dividir, aislar, atomizar y hasta biseccionar una
realidad… (Martínez, 1999. Pág. 184)
En conclusión
Creo que hay mucho por hacer. De una parte, es importante ampliar y depurar todos los
aspectos de la comprensión empática que deben abordarse desde la Actitud
Fenomenológica; es decir, los "qués". Por otro lado, es indispensable desarrollar los
ejercicios y prácticas para adiestrarnos para su aplicación; es decir, los "eómos". No suena
descabellado pensar en un curso teórico-práctico para aprender la Actitud Fenomenológica,
no sólo para la comprensión empática, sino para la aplicación a muchos otros aspectos
fundamentales del trabajo terapéutico.
Me parece que es una manera rica de trabajar con los sueños, que aporta importantes tomas
de conciencia y responsabilidad, que favorecen el proceso de integración de la persona en
su medio ambiente.
La Gestalt, desde esta perspectiva, propone una forma específica de trabajar con los sueños,
donde el enfoque de los recuerdos, los sentimientos, los símbolos, las acciones y los
síntomas es no interpretativo.
Consideramos á los sueños como un mensaje existencial que eventualmente puede ser
entendido y sin embargo no buscamos alcanzar tal comprensión pensando acerca de ellos;
comprender o entender se refiere a la experiencia directa de los contenidos simbólicos del
sueño, más que a una inferencia intelectual, de la misma manera que el percatarse es lo
opuesto a una introspección intelectual.
Perls dice (1989) que el sueño es un mensaje existencial. Es más que una situación
inconclusa, es más que un deseo insatisfecho, es más que una profecía. Es un mensaje de ti
para ti mismo. El sueño es posiblemente la expresión más espontánea del ser humano, una
obra de arte que nosotros cincelamos en nuestra vida.
Cada parte, cada situación en el sueño es una creación del soñante mismo. Por supuesto
algunos trozos provienen de la memoria o de la realidad, pero la pregunta importante es:
¿Qué es lo que hace que el soñante escoja esa parte específica? Ninguna elección en el
sueño es coincidencia… cada aspecto del sueño es una parte del soñador, pero una parte
que hasta cierto punto es repudiada y proyectada hacia otros objetos que aparecen como
símbolos.
El sueño es una excelente oportunidad para encontrar los "huecos en la personalidad" dice
Perls. Entender un sueño y sus significados es darse cuenta de cuándo y cómo se está
evitando lo obvio.
Cuando las personas solo producen recuerdos desdibujados de las imágenes de los sueños a
pesar de sus esfuerzos por revivencia ríos, indica la fuerza de la tendencia de la persona
para alienar el sueño de su propia experiencia.
En alguna medida ésta alienación está presente en todos los sueños así que la tarea de la
terapia Gestalt es asimilar su contenido y ayudar a la persona a hacerse responsable de sus
fuerzas no reconocidas o proyectadas como imágenes extrañas.
Trabajamos en torno al sueño aún en casos en los que la persona afirma no tener sueños, o
no recordarlos. En este trabajo ia persona expresa sus deseos, sus temores, sus fantasías -
con frecuencia catastróficas- en relación al sueño, y así van apareciendo resistencias,
evitaciones, etc. que al trabajar con ellas la persona hace importantes tomas de conciencia
que favorecen su integración.
La terapia Gestalt considera un sueño como una representación de nuestra existencia en el
momento en que se manifiesta. Incluye el comportamiento en el aquí y el ahora y la
totalidad de los elementos y acontecimientos que nos han llevado a ser lo que estamos
siendo.
Integrar los conflictos entre las diferentes partes de la persona que están
representadas en el sueño.
Identificar y tomar posesión de las características proyectadas.
En los sueños aparecen tanto los mensajes de las situaciones conflictivas, como los vacíos,
las necesidades, las situaciones inconclusas, las partes desintegradas de la personalidad, las
polaridades, los roles falsos que se juegan, la manera como se relacionan, lo que desea o
teme a través de sus proyecciones, la manera como se defiende, los bloqueos que existen en
su persona. Cualquier cosa que aparece o que falta en el sueño, está en la vida de la
persona. El sueño señala directamente lo que se evita para estar completo.
Reidentificación: En esta parte del proceso, el soñante que es el autor y el director del
sueño, se va convirtiendo en los distintos elementos del sueño y así tiene la oportunidad de
recuperar las partes alienadas o desposeídas de u persona e integrar conflictos.
Con todo esto la persona se va dando cuenta que todas las partes del sueño son ella misma.
Este es el trabajo terapéutico del sueño.
Cierre: Es el último paso. Es muy importante el cierre en este trabajo. No solo es recoger
el tiradero, es necesaria la recapitulación de la experiencia completa, la conciencia de la
asimilación de las vivencias que acaba de experimentar el cliente y así promover la
integración de la experiencia. Puede hacerse de distintas maneras: Habiéndole al sueño.
Expresando el mensaje existencia! que descubre. Terminando el sueño (cuando estaba
incompleto de inicio). Dejar que el sueño se exprese etc.
El cierre es la reafirmación, la recapitulación, la asimilación y la integración de la
experiencia.
Durante todo el trabajo son importantes las identificaciones con los diferentes elementos o
símbolos del sueño, con las características de cada uno según la experiencia del cliente. Es
la manera de recuperar las proyecciones y hacer contacto con las emociones y los
significados que para cada persona tienen los símbolos que han creado. Estas
Identificaciones es conveniente que sean lo más completas posible para que en el presente
evoquen las emociones y la experiencia que viven en el sueño.
Esta manera de trabajar con los sueños, me parece que es sumamente rica, completa y
nutriente. El trabajo con símbolos, facilita entrar a aspectos de la persona que al trabajarlos,
el proceso de integración se va dando de una manera muy completa.
Sin duda es una visión intrapsíquica, al estilo clásico de Fritz Perls y sus seguidores, que
me parece necesaria como parte del proceso de desarrollo, del trabajo personal, y de la
Integración de la persona.