Este poema describe la transformación de una mujer cruel llamada Anajárete en mármol después de que se arrepintió de haber rechazado a su amante. El poeta explica cómo la belleza de Anajárete la llevó a ser despreciada y cómo su indiferencia hacia los sentimientos de su amante finalmente resultó en su propia destrucción cuando lo encontró muerto. El poema sirve como una advertencia sobre los peligros de la arrogancia y la falta de compasión.
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Este poema describe la transformación de una mujer cruel llamada Anajárete en mármol después de que se arrepintió de haber rechazado a su amante. El poeta explica cómo la belleza de Anajárete la llevó a ser despreciada y cómo su indiferencia hacia los sentimientos de su amante finalmente resultó en su propia destrucción cuando lo encontró muerto. El poema sirve como una advertencia sobre los peligros de la arrogancia y la falta de compasión.
Este poema describe la transformación de una mujer cruel llamada Anajárete en mármol después de que se arrepintió de haber rechazado a su amante. El poeta explica cómo la belleza de Anajárete la llevó a ser despreciada y cómo su indiferencia hacia los sentimientos de su amante finalmente resultó en su propia destrucción cuando lo encontró muerto. El poema sirve como una advertencia sobre los peligros de la arrogancia y la falta de compasión.
Este poema describe la transformación de una mujer cruel llamada Anajárete en mármol después de que se arrepintió de haber rechazado a su amante. El poeta explica cómo la belleza de Anajárete la llevó a ser despreciada y cómo su indiferencia hacia los sentimientos de su amante finalmente resultó en su propia destrucción cuando lo encontró muerto. El poema sirve como una advertencia sobre los peligros de la arrogancia y la falta de compasión.
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Garcilaso
de la Vega y agora en tal manera
vence el dolor a la razón perdida (1501-1536) que ponzoñosa fiera nunca fue aborrecida Canción V tanto como yo dél, ni tan temida.
ODE AD FLOREM GNIDI No fuiste tú engendrada ni producida de la dura tierra; no debe ser notada Si de mi baja lira que ingratamente yerra tanto pudiese el son que en un momento quien todo el otro error de sí destierra. aplacase la ira del animoso viento Hágate temerosa y la furia del mar y el movimiento, el caso de Anajárete, y cobarde, y en ásperas montañas que de ser desdeñosa con el süave canto enterneciese se arrepentió muy tarde, las fieras alimañas, y así su alma con su mármol arde. los árboles moviese y al son confusamente los trujiese: Estábase alegrando no pienses que cantado del mal ajeno el pecho empedernido seria de mí, hermosa flor de Gnido, cuando, abajo mirando, el fiero Marte airado, el cuerpo muerto vido a muerte convertido, del miserable amante allí tendido, de polvo y sangre y de sudor teñido, y al cuello el lazo atado ni aquellos capitanes con que desenlazó de la cadena en las sublimes ruedas colocados, el corazón cuitado, por quien los alemanes, y con su breve pena el fiero cuello atados, compró la eterna punición ajena. y los franceses van domesticados; mas solamente aquella Sentió allí convertirse fuerza de tu beldad seria cantada, en piedad amorosa el aspereza. y alguna vez con ella ¡Oh tarde arrepentirse! también seria notada ¡Oh última terneza! el aspereza de que estás armada, ¿Cómo te sucedió mayor dureza?
y cómo por ti sola Los ojos s’enclavaron y por tu gran valor y hermosura, en el tendido cuerpo que allí vieron; convertido en vïola, los huesos se tornaron llora su desventura más duros y crecieron el miserable amante en tu figura. y en sí toda la carne convertieron;
Hablo d’aquel cativo las entrañas heladas de quien tener se debe más cuidado, tornaron poco a poco en piedra dura; que ’stá muriendo vivo, por las venas cuitadas al remo condenado, la sangre su figura en la concha de Venus amarrado. iba desconociendo y su natura,
Por ti, como solía, hasta que finalmente, del áspero caballo no corrige en duro mármol vuelta y transformada, la furia y gallardía, hizo de sí la gente ni con freno la rige, no tan maravillada ni con vivas espuelas ya l’aflige; cuanto de aquella ingratitud vengada.
por ti con diestra mano No quieras tú, señora, no revuelve la espada presurosa, de Némesis airada las saetas y en el dudoso llano probar, por Dios, agora; huye la polvorosa baste que tus perfetas palestra como sierpe ponzoñosa; obras y hermosura a los poetas
por ti su blanda musa, den inmortal materia, en lugar de la cítera sonante, sin que también en verso lamentable tristes querellas usa celebren la miseria que con llanto abundante d’algún caso notable hacen bañar el rostro del amante; que por ti pase, triste, miserable.
por ti el mayor amigo l’es importuno, grave y enojoso: yo puedo ser testigo, que ya del peligroso naufragio fui su puerto y su reposo,