Cuando La Tristeza Me Abate
Cuando La Tristeza Me Abate
Cuando La Tristeza Me Abate
¿Por qué te abates, alma mía, y {por qué} te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez {por} la salvación de su
presencia. Dios mío, mi alma está en mí deprimida; por eso me acuerdo
de ti desde la tierra del Jordán, y {desde} las cumbres del Hermón,
desde el monte Mizar.
Durante todo ese tiempo el corazón de Job estuvo afligido y triste ante
las difíciles circunstancias de su vida. La aflicción produce grandes
pérdidas, el fruto se pierde, recordemos aquí que aflicción también
significa miseria, vemos que Job lo perdió casi todo.
Nos enseña que la aflicción trae quebranto, trabajo arduo sin buenos
resultados, fruto estéril. Dice además que “cayeron, y no hubo quien los
ayudase” esto es tropiezos en el camino, impedimentos para avanzar, y
soledad en la que nadie ayuda.
Nota: El contexto de los pasajes que hemos leído nos muestra cómo
salir de ese estado de aflicción, y romper las cadenas de la tristeza:
“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me
aborrezco, y me arrepiento en polvo y en ceniza”
Es Dios quien libera, es quien saca a sus hijos del pozo o de la cárcel de
aflicción y rompe sus prisiones (la palabra prisiones se traduce del
hebreo “mosér” quien además significa: atadura, castigo, cadena). Es
Cristo quien rompe las cadenas, pues él vino a traer libertad a los
cautivos.
“Y llamó José el nombre del primogénito Manasés; porque Dios (dijo él)
me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y el
nombre del segundo lo llamó Efraín; porque Dios (dijo él) me hizo
fértil en la tierra de mi aflicción.”