Barroco
Barroco
El Barroco fue un período de la historia en la cultura occidental originado por una nueva forma
de concebir el arte (el «estilo barroco») y que, partiendo desde diferentes contextos histórico-
culturales, produjo obras en numerosos campos artísticos: literatura, arquitectura, escultura,
pintura, música, ópera, danza, teatro, etc. Se manifestó principalmente en la Europa occidental,
aunque debido al colonialismo también se dio en numerosas colonias de las potencias europeas,
principalmente en Latinoamérica. Cronológicamente, abarcó todo el siglo XVII y principios del
XVIII, con mayor o menor prolongación en el tiempo dependiendo de cada país. Se suele situar
entre el Manierismo y el Rococó, en una época caracterizada por fuertes disputas religiosas
entre países católicos y protestantes, así como marcadas diferencias políticas entre los Estados
absolutistas y los parlamentarios, donde una incipiente burguesía empezaba a poner los
cimientos del capitalismo.
Como estilo artístico, el Barroco surgió a principios del siglo XVII (según otros autores a finales
del XVI) en Italia —período también conocido en este país como Seicento—, desde donde se
extendió hacia la mayor parte de Europa. Durante mucho tiempo (siglos XVIII y XIX) el término
«barroco» tuvo un sentido peyorativo, con el significado de recargado, engañoso, caprichoso,
hasta que fue posteriormente revalorizado a finales del siglo XIX por Jacob Burckhardt y, en el
XX, por Benedetto Croce y Eugenio d'Ors. Algunos historiadores dividen el Barroco en tres
períodos: «primitivo» (1580-1630), «maduro» o «pleno» (1630-1680) y «tardío» (1680-1750).2
Otra teoría lo deriva del sustantivo baroco, un silogismo de origen aristotélico proveniente de la
filosofía escolástica medieval, que señala una ambigüedad que, basada en un débil contenido
lógico, hace confundir lo verdadero con lo falso. Así, esta figura señala un tipo de razonamiento
pedante y artificioso, generalmente en tono sarcástico y no exento de polémica. En ese sentido
lo aplicó Francesco Milizia en su Dizionario delle belle arti del disegno (1797), donde expresa
que «barroco es el superlativo de bizarro, el exceso del ridículo».
El término «barroco» fue usado a partir del siglo XVIII con un sentido despectivo, para subrayar
el exceso de énfasis y abundancia de ornamentación, a diferencia de la racionalidad más clara y
sobria de la Ilustración. En ese tiempo, barroco era sinónimo de otros adjetivos como «absurdo»
o «grotesco».1 Los pensadores ilustrados vieron en las realizaciones artísticas del siglo anterior
una manipulación de los preceptos clasicistas, tan cercanos a su concepto racionalista de la
realidad, por lo que sus críticas al arte seiscentista convirtieron el término «barroco» en un
concepto peyorativo: en su Dictionnaire d'Architecture (1792), Antoine Chrysostome
Quatremère de Quincy define lo barroco como «un matiz de lo extravagante. Es, si se quiere, su
refinamiento o si se pudiese decir, su abuso. Lo que la severidad es a la sabiduría del gusto, el
barroco lo es a lo extraño, es decir, que es su superlativo. La idea de barroco entraña la del
ridículo llevado al exceso».
Posteriores estudios han dejado definitivamente asentado el concepto actual de Barroco, con
pequeñas salvedades, como la diferenciación efectuada por algunos historiadores entre
«barroco» y «barroquismo», siendo el primero la fase clásica, pura y primigenia, del arte del
siglo XVII, y el segundo una fase amanerada, recargada y exagerada, que confluiría con el Rococó
—en la misma medida que el manierismo sería la fase amanerada del Renacimiento—. En ese
sentido, Wilhelm Pinder (Das Problem der Generation in der Kunstgeschichte, 1926) sostiene
que estos estilos «generacionales» se suceden sobre la base de la formulación y posterior
deformación de unos determinados ideales culturales: así como el manierismo jugó con las
formas clásicas de un Renacimiento de corte humanista y clasicista, el barroquismo supone la
reformulación en clave formalista del sustrato ideológico barroco, basado principalmente en el
absolutismo y el contrarreformismo.
Por otro lado, frente al Barroco como un determinado período de la historia de la cultura, a
principios del siglo XX surgió una segunda acepción, la de «lo barroco» como una fase presente
en la evolución de todos los estilos artísticos.nota 1 Ya Nietzsche aseveró que «el estilo barroco
surge cada vez que muere un gran arte». El primero en otorgar un sentido estético transhistórico
al Barroco fue Heinrich Wölfflin (Kunstgeschichtliche Grundbegriffe, 1915), quien estableció un
principio general de alternancia entre clasicismo y barroco, que rige la evolución de los estilos
artísticos
El mejor alcalde, el Rey vuelve sobre la dignidad campesina: Don Tello, soberbio noble, abusa de
Elvira, prometida del campesino Sancho. Alfonso VII restaura su honra, casándola con don Tello,
a quien ajusticia, para desposar a la ya noble viuda, con Sancho.
El caballero de Olmedo (h. 1620-25), tragedia de raíz celestinesca, basada en un cantar popular:
Don Alonso muere a manos de don Rodrigo, celoso de perder a doña Inés.
Guillén de Castro fue un dramaturgo español, considerado como el más importante de fines del
siglo XVI y uno de los más señeros de la comedia nueva lopesca, desarrollada a partir de la
irrupción en el teatro de Lope de Vega. Sus obras, en especial Las mocedades del Cid
influenciaron a otros dramaturgos franceses posteriores.