Trabajo Final Literatura Contemporánea
Trabajo Final Literatura Contemporánea
Trabajo Final Literatura Contemporánea
Facultad de Humanidades
Departamento de Letras
Camila Rinaldi
2017
2
Absorbiendo al narrador
El foco de este trabajo de análisis estará puesto en la categoría de autor -figura que
abarca y absorbe la clásica voz del narrador - en la literatura contemporánea, anclándonos
en la producción autobiográfica de la escritora belga francesa Amelie Nothomb. La
propuesta tomará un recorte que posee como punto de partida La metafísica de los tubos
(2000) y como punto de llegada Petronille (2014), teniendo en cuenta, además las demás
producciones como continuum autobiográfico.
Amélie Nothomb es a partir de sus textos, por ende, no hay historicidad a priori de
su producción. Establecemos un pacto con esta figura para poder anclarnos en el ejercicio
de su escritura performativa y los mecanismos de veridicción por dentro y en los límites
del texto con el fin de construir una lógica que nos ayude a entender su corpus literario
biográfico.
Decidimos tomar este riesgo como lectores, no porque establezcamos que así sea,
como si fuese estrategia de lectores modelos, sino porque los modos de verificar que
Nothomb como estrategia textual y Nothomb como autora empírica no son exactamente las
mismas figuras son escasos e incluso nulos.
En cuanto al acto escritural, Oscar Tacca en Las voces de la novela, explicita dos
tipos en el narrador1 de primera persona; al que yo prefiero llamar autor. Una de ellas es la
escritura fenómenica, que es ese hacerse cargo del discurso, es el discurso en el que
podemos observar el tiempo y el espacio determinado de escritura. Amélie Nothomb no
sólo asume todo su discurso, o su acto de escritura sino que – como lo especifica Tacca –
consigna las circunstancias del relato:
Tacca habla de la coherencia interna del texto que asume este narrador
fenoménico, en la cual que existir una correlación de lo que dice durante todo el relato para
no caer en incongruencia. No obstante, con Nothomb no es necesario ponernos a observar
la incongruencia textual, porque parecería tenerlo muy en claro a la hora de escribir. Sus
discursos autobiográficos se conciben como un todo no sólo dentro de las obras en
particular, sino en la relación entre obras.
Esta figura del autor que se hace cargo del acto de escribir, me permite pensar en la
performatividad en su concepción derridiana, en donde la escritura se concibe como un
medio de comunicación. Derrida (1971) advierte que los análisis de Austin exigen un
«valor de contexto en permanencia», y que de este contexto depende la larga lista de
fracasos que afectan al acontecimiento performativo (pág. 17). Entre estos elementos
esenciales para el acto performativo se destaca la presencia del sujeto hablante, lo que
dejaría a la escritura (ausencia) fuera del acto feliz.
1
Tacca, en este capítulo, decide hablar de la voz del narrador, y no de la de autor, igualmente creo que su
teoría acerca del acto escritural se adapta a la categoría analizada.
5
Coincidiendo con Derrida en que el único acceso a una obra es a través de las
palabras de la obra y en que sólo podemos saber aquello que las obras dicen; dejando de
lado la propuesta de Austin – sin desmerecerla – la figura de Nothomb es la de un autor
puramente performativo que escribe y hace al mismo tiempo. Resulta imposible eliminar
de los discursos la idea de acción, de sujeto, de cuerpo y de historia (Scarano, 2007), así
«como no es posible la dicotomía del pensar y el hacer (todo pensamiento es acto y todo
acto entraña pensamiento) hay aquí una fuerte unidad entre pensar, hacer y registrar.»
(Tacca: 19 pág. 130) De esto se trata la escritura fenoménica a la que nos acostumbra
Nothomb en sus registros autoficcionales, de escribir y registrar, de poner en palabras la
acción, o más bien de la performatividad de la escritura de la que nos habla Derrida.
Y Dios vio que aquello era bueno. Por nada del mundo se le habría
ocurrido crear algo. La nada era más que suficiente: lo colmaba. Dios tenía los
ojos perpetuamente abiertos y fijos. Si hubieran estado cerrados, nada habría
cambiado. No había nada que ver y Dios nada miraba (Nothomb: 2003, pág. 6)
— ¡Soy yo! ¡Yo soy la que vive! ¡Yo soy la que habla! No soy «él» ni
«éste», ¡soy yo! Ya no tendrás que decir «él» para hablar de ti, tendrás que decir
«yo». Y soy tu mejor amigo: el placer es mío. Fue entonces cuando nací a la
edad de dos años y medio, en febrero de 1970, en las montañas del Kansai y en
el pueblo de Shukugawa, ante la mirada de mi abuela paterna, por obra y gracia
del chocolate blanco. La voz, que desde entonces nunca he dejado de oír, seguía
hablando dentro de mi cabeza (Nothomb: 2003, pág. 59)
6
Dice «yo» y asume la palabra a través del pronombre; lo que Laura Scarano (2007)
afirma como «la literatura como acto, más que como mero discurso […] nueva agenda de
problemas apasionante»> (pág. 73), se vuelve completamente performativa.
Por último, en cuanto a esta función- autor, es preciso hacer referencia a lo que
Foucault llamó el nombre propio del autor, y al cual problematizó:
Aceptamos como nombre propio a Amélie Nothomb, que se desliza a través de los
textos y fuera de ellos y tiene posee doble referencialidad: al sujeto enunciador y al sujeto
empírico.
Muchos críticos son los que afirman la explosión del yo narrador partir del
romanticismo, momento en el cual la literatura afirma cada vez más lo que podríamos
llamar la voluntad de veridicción (Campillo, 1992). Sarlo y Altamirano (2001) lo sitúan
desde las Confesiones de Rousseau:
En Foucault el término al cual aludimos, sin ser utilizado en toda su obra, remite a
momentos distintos. En un plano colectivo, la veridicción designa las condiciones
concretas de posibilidad de producción de la verdad, al insertarla en la trama del espacio
social e histórico. En un plano individual, la veridicción remite a los efectos del decir-
verdadero sobre aquél que habla y sobre los otros, y a las prácticas de sí que resultan de
ello. El que nos interesa aquí es el término en el plano individual, que designaría el lugar
de enunciación del discurso, es decir las prácticas del yo y la veracidad de su discurso.
8
En el texto y el extratexto
Al haber hablado del autor modelo al principio del análisis, también se ha tenido en
cuenta que es noción implica las huellas textuales tanto como el universo que se esconde
detrás del texto (Eco: 1987, pág. 11), es decir, los elementos que cooperan como
constituyentes de esta veridicción.
Los afuera del texto, los lugares a los que la semiótica post-estructural llamó
intertextos, en Nothomb se construyen no sólo en el texto, sino en lo que Gérard Genette
llamó el paratexto. El paratexto, desde su posición es lo que hace que el texto se transforme
en libro y se proponga como tal a sus lectores y al público en general (Genette, 1987).
Además de los elementos verbales propios del texto (prefacios, epígrafes, notas), Genette
incluye también las manifestaciones icónicas o ilustraciones. Resulta importante resaltarlo
porque son elementos a los que Nothomb recurre acentuadamente.
Sabemos que Nothomb es escritora no solo por su éxito editorial, es ella misma
quien se encarga de contárnoslo Ni de Eva ni de Adan:
Desde el extratexto, podríamos encontrar pequeñas entrevistas que le han hecho, sin
embargo, en todas ellas la autora no hace más que afirmar lo que dicen sus textos y la
veracidad de ellos. De hecho, si ella a través de la escritura afirma que fue un tubo y Dios y
que Dios era belga (Metafísica de los Tubos: 2000, pág. 25) o que fue Zaratustra (Ni de
Eva ni de Adán: 2009, págs. 193-4) ¿por qué no creérselo? Incluso en una de las pocas
entrevistas que ha dado afirma:
Unos años antes, tuve que posar para Jean Baptiste Mondino, probablemente el
mayor artista que me haya fotografiado jamás. Al ver que insistía en ofrecerle expresiones
varias – alegría, sorpresa, muecas -, se detuvo con humor y me increpó:
Si seguimos indagando, se podrá ver que, por ejemplo, la foto que aparece en la
portada de Metafísica de los tubos es autoría de Daniéle Nothomb (pág. 5) o la de
Biografía del Hambre de Lisbeth Salas Soto (pág. 6); o incluso que «las trenzas» de las
que nos habla en El sabotaje amoroso aparecen plasmadas en la ilustración de su tapa.
Siguiendo en los límites de sus novelas, en las solapas de los libros en las cuales
suelen incorporarse las biografías de los autores se encontrará su biografía a la cual
aceptamos como cierta:
2
Entrevista hecha por Enric González para la revista “El Mundo”, 27 de junio de 2017. En:
http://www.elmundo.es/papel/cultura/2017/06/27/5952497d468aeb9f198b45df.html
3
El resaltado es mío.
4
En: http://www.tomasabraham.com.ar/cajadig/caja1-1.html
11
Este pequeño fragmento menciona dos lugares de los que podemos encontrar
referencialidad en la mayoría de sus textos. En Japón pasó su infancia y es verificable en
Metafísica de los Tubos, y China aparece también en Sabotaje amoroso. Así, las formas de
veridicción que podríamos encontrar fuera de un texto, normalmente, en Nothomb las
encontramos directamente en el encuentro de ellos o en los lindes de los mismos.
12
Nuevas formas
Las estructuras que se instalaron por muchos años en la literatura occidental, nos
hicieron pensar en un modelo fragmentado y limitado, en el cual, aceptábamos que la
función narrador era la voz hablante de cada novela, dejando de lado al sujeto enunciador
verdadero de la obra, encasillándolo en la poesía, o incluso, proponiendo su muerte.
Por estas nuevas escenas, hay que re-plantear las categorías que nos han hecho
sentir cómodos durante tanto tiempo y que hoy desfondan y quizá, poder entender la
literatura contemporánea desde las orillas donde había quedado el sujeto con todas sus
perplejidades.
13
Corpus
Bibliografía
Eco, U. (1992-3) Seis paseos por los bosques narrativos. Editorial Lumen:
Universidad de Harvard.