Deberes Del Maestro
Deberes Del Maestro
Deberes Del Maestro
INTRODUCCION.
Cualquiera sea el origen de la leyenda de Hiram Abiff, es sin lugar
a dudas una obra maestra llena de simbolismos y enseñanzas, en cuanto a su
fuente de origen podría ser histórica, corresponder o inspirarse en algún pasaje
bíblico o desprender directamente de la mitología.
A fin de hacer más compleja esta narración es necesario incluir
tres personajes que compartían el mismo trabajo, en un nivel intermedio,
compañeros, incapaces de acceder a un nivel superior a través del trabajo regular
encarnando características negativas extremas como son: ignorancia, fanatismo y
ambición.
El maestro Hiram sucumbió bajo los golpes traicioneros de estos
tres malos compañeros imbuidos de malos pensamientos y principios. Basado en
ellos se puede plantear que nuestro DEBER primero como M.:M.: es combatir esta
trilogía oscura que mantienen al hombre en un estado de inferioridad y esclavitud
moral.
DESARROLLO.
El grado de Maestro Masón es el símbolo natural de la perfección
humana, que se consigue por medio del desarrollo personal y por el triunfo sobre
todas las debilidades humanas y representa la cúspide de las enseñanzas en el
simbolismo. El masón que por su dedicación al estudio suele alcanzar la meta de las
enseñanzas simbólicas, se entiende que ya se encuentra despejado de todas
aquellas DUDAS filosóficas respecto a sus errores, opiniones y alcances
intelectuales, porque supo comprender las lecciones que se le impartieron y por lo
consiguiente, se puede asegurar que el maestro sabe hacer un perfecto y consciente
uso de sus CUALIDADES MORALES, de sus VIRTUDES y de su INTELIGENCIA
para conocer a fondo sus DEBERES y desde luego poder hacer un empleo
adecuado de sus facultades para distinguir y apreciar su verdadera situación
SOCIAL y diferenciar el bien del mal. De esa manera puede recorrer sin dificultad el
camino que lo conduce hasta el servicio útil al Creador; a sus semejantes y a si
mismo.
2
Transformaciones Intramuros.
Las piedras son nuestras células las cuales después de SIETE AÑOS
Y MAS han debido pasar por la muerte de la carne y la aparición del espíritu que
corresponde a la energía permanente e inmortal y han quedado atrás las tres
tentaciones o sea, hemos sido capaces de desterrar la ignorancia, el fanatismo y la
ambición, lo cual está representado por los tres compañeros que quieren obtener
malamente la palabra del maestro.
La búsqueda, luego de dirigirse al cuerpo del maestro, se orienta
contra los asesinos, esto se hace en el doble sentido, primero para individualizarlos
pero además reconociendo en los tres enemigos un obstáculo que nos impide realizar
una labor más útil en bien de la Orden y la sociedad; hemos de perseguir y anular la
IGNORANCIA a través del estudio permanente en nuestra etapa o período de
aprendices, por medio de la introspección en nuestro desarrollo como Compañeros y
con la Instrucción en nuestra etapa de Maestros. Lo mismo debemos hacer con el
FANATISMO y la AMBICION, abriendo nuestro corazón a la tolerancia, por medio del
compás y la escuadra que nos entrega el buen juicio al juzgar situaciones y personas.
Con el conocimiento, comprensión y tolerancia que hemos adquirido en nuestro
desarrollo estaremos en condiciones de enfrentarnos con los tres asesinos y debemos
tener la capacidad para corregirlos y encauzarlos nuevamente dentro de los principios
de la Masonería. Una vez encontrados los asesinos debemos rescatar los principios
encarnados en el Maestro Hiram
La muerte simbólica del Maestro Hiram Abiff representa en la
Exaltación la muerte del Iniciado a sus errores, vicios , pasiones y tendencias negativas
para nacer en nosotros un “hombre nuevo”, en la luz de la verdad y en la práctica de la
virtud; la muerte del hombre esclavo para el nacimiento del hombre libre. La muerte de
la personalidad egoísta, o sea el hombre que se ha librado del dominio del mal.
El esfuerzo del Maestro debe estar focalizado en dominar los
instintos negativos -ignorancia, fanatismo, ambición- sin este dominio no hay
inmortalidad efectiva la cual está simbolizada por la acacia de Hiram Abiff. Debemos
bajar a la tumba del gran maestro Hiram Abiff, descender al infierno, ser capaces de
vencer el vicio con la virtud, el error con la verdad, el egoísmo con el amor y el
sacrificio. Solo ahí y después de esa transformación seremos capaces para acceder a
la Maestría.
La Masonería ha considerado que la concurrencia del fanatismo, la
ignorancia y la ambición constituyen en el hombre los peores horrores en su evolución,
al punto de esclavizarlo en su desarrollo.
Sabemos la tarea para vencerlos se logra mediante el desbastamiento
de la piedra bruta, luego su pulimento –estudio de las ciencias, artes y facultades
humanas- y luego estableciendo los lineamientos éticos y morales en la sociedad.
¿Qué sucede si en nosotros adquieren protagonismo los asesinos? ¿Qué significa
aquello?
La respuesta está dada por una interpretación sicológica de
esta parte de la leyenda, en que por muy ajeno que nos pueda parecer, somos
nosotros mismos quienes constituyen una amenaza constante para la Masonería, en
tanto somos seres imperfectos, que podemos variar –de un momento a otro- nuestro
objetivo, recordemos que los asesinos eran miembros aceptados en la construcción,
que nada hacía pensar su conspiración y sentimientos, correspondiendo –en aras de la
humildad y perfeccionamiento- entender que en nosotros hay un germen de Jubelas,
Jubelos y Jubelum y nuestra tarea es combatirlos, tomando las mismas herramientas
4
que fueron utilizadas en el crimen y que son símbolos que representan los tres grados
simbólicos (regla, escuadra y mazo) y por extensión practicando las virtudes.
Con todo, la postura del maestro frente a los asesinos está
dada por el ejercicio de sus deberes, que Oswald Wirth nos presenta como simples
máximas a partir de las cuales podemos debilitar la fuerza que puede llevar a la
destrucción de nosotros mismos y por extensión de nuestro taller: ser maestros de sí
mismos, profundizar, escuchar a otros, perder toda ilusión y ejercer la maestría, son el
punto de partida del trabajo del maestro.
El maestro se caracteriza por dominarse, tomando conciencia
de sí, de sus capacidades y de sus vicios, subyugándolos, limitando las pasiones, pero
dejándolas surgir cuando resulte necesario en beneficio común. Asumiendo la
obligación de dirigir, por eso no puede descansar en su insignia, mandil y banda, sino
que con mucha más fuerza debe entender que el estudio teórico debe dirigirse hacia la
acción a través de la emocionalidad, la empatía y el amor fraternal, escuchando a los
demás, como un deber primordial, para ver por debajo de la materialidad.
¡Conócete a ti mismo! corresponde a la sentencia socrática, la
cual constituye un mandato y una guía básica para cualquier intento en encontrar a
Hiram Abiff y sus enseñanzas. El auto examen junto a la retrospección nos permitirá
corregir nuestros defectos, porque los enemigos que más ha de temer el Maestro en
su lucha permanente por humanizarse son los internos, aquellas aristas que hemos
incorporado en nuestra antigua biografía. Estos defectos, enmarcados en principios
masónicos, sin lugar a dudas se transforman en cualidades positivas importantes
para un muy buen desarrollo de una sociedad.
Son estos principios los que se han modificado, cambiados o
simplemente abolidos, es así que el deseo de progresar, se convirtió por medio del
mal intelecto en ambición egoísta; el amor se tornó en fanatismo escandaloso y por
su ambición e ignorancia vehemente se perdió la fe y principios esenciales cayendo
en la ignorancia y el individualismo extremo.
En una visión de nuestra sociedad actual y
específicamente en nuestro país, son estos además de otros principios y cualidades
los que se han olvidado transformándonos en una “larga y estrecha piedra bruta”
con muchas y variadas asperezas. Pero somos nosotros los masones y
especialmente los maestros los que tenemos la obligación de reincorporar a la
sociedad chilena nuestros preceptos y así poder entregar a la generación actual y
futura un país masónicamente mejor.
El Maestro consciente de su fin inevitable y después de
haber pasado y bajado al infierno y haber sido capaz de transformar su materia,
después de un largo periodo de “SIETE AÑOS Y MAS”, ve aproximarse lo inevitable
con serena paz interior, sabiendo que ha cumplido con sus deberes morales y éticos,
dejando tras de sí la huella de su benéfica acción.
Esta es una etapa en que se transmuta y se erige en un
constructor eterno y permanente, opuesto a todo lo regresivo, a todo lo destructivo y
mezquino, a todas las tiranías, que usa todas las herramientas necesarias y levanta
5
Conclusiones.
S.:F.:U.:
Pedro Belaúnde B.
. Grado 3*
7
Bibliografía.