Instantes y Azares 15
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Instantes y Azares 15
escrituras
nietzscheanas
Directora
Mónica B. Cragnolini
Comité Asesor: Massimo Cacciari (Università di Venezia, Italia), Juan Luis Vermal (Universitat
de les Illes Ballears, España), Enrique Lynch (Universidad de Barcelona, España), Andrés
Sánchez Pascual (Universidad de Barcelona, España), José Jara (Universidad de Valparaíso,
Chile), Manuel Barrios Casares (Universidad de Sevilla, España), Luis de Santiago Guervós (Uni-
versidad de Málaga, España), Rosa Coll (Universidad Pedagógica Nacional, México), Lucía
Piossek (Universidad Nacional de Tucumán, Argentina), Esther Díaz, Cristina Ambrosini (Uni-
versidad Nacional de Lanús, Argentina), Jorge E. Dotti (Universidad de Buenos Aires, Argen-
tina), Gregorio Kaminsky (Universidad de Buenos Aires y Universidad Nacional de Río Negro,
Argentina), Marta López Gil (Universidad de Buenos Aires, Argentina), Ricardo Maliandi ( ) y
María Josefina Regnasco (Universidad Abierta Interamericana, Argentina).
Comité de Redacción: Noelia Billi, German Di Iorio, Mariano Dorr, Evelyn Galiazo, María Teresa
García Bravo, Paula Fleisner, Juan Pablo Sabino y Ana Sorin.
EDITORIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
COLABORADORES DE ESTE NÚMERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
El huevo de la serpiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Isidro Herrera
Política y feminismo o sobre cómo se llega a ser lo que (no) se es. Una . . . . . . . 113
lectura cruzada de las filosofías de Friedrich Nietzsche y Judith Butler
Malena Nijensohn
Feminismo y deconstrucción
RESEÑAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
EDITORIAL
MBC
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1. Se trata de los proyectos Foncyt- ANPCYT PICT 2013-2016, 1297, “Comunidades de vida: lo
pre-personal, lo animal, lo neutro”, UBACYT F 046, 2013-2015, “Las nociones nietzscheanas de
vida y de animalidad: su incidencia en los debates biopolíticos contemporáneos. II La vida sacri-
ficada” Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA y PIP-CONICET 0204, 2014-2017, “El trán-
sito del “quién” al “qué”: lo viviente en la filosofía postnietzscheana contemporánea”, de los que
forman parte los investigadores que escriben en el Dossier. Todos estos proyectos se localizan en
el Instituto de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
9
Janeiro, 7 Letras, 2009) y Nietzsche e a alegria do trágico (Rio de Janeiro, 7
Letras, 2014).
ABSTRACT: Although Nietzsche does not mention French philosopher and psychologist
Théodule Ribot in his writings, there are some similarities between them: a proposal for
a new psychology, (a non metaphysical psychophysiology); the continuity among physi-
cal, biological (physiology) and psychological (morality and culture) phenomena; the
multiplicity of the body, the will and the “ego”; health considered as the presence of a
center of coordination, etc. This paper aims to pose a new psychology or a psychophy-
siology which would overcome the metaphysical psychology, id est, that rejects the inves-
tigation of the soul and its faculties. However, there is an ultimate difference between
Nietzsche and Ribot: while French psychophysiology is a morphology of nervous states
(physical-chemical processes, ergo material processes), Nietzschean psycho-physiology
is a morphology of the will to power, which is a power growth process, and thus neither
bodily nor spiritual.
Keywords: Metaphysics / Psychophysiology / Will to power
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* Este artículo fue publicado como “Nietzsche e Théodule Ribot: Psicologia e superação da
metafísica” en la revista Natureza Humana, vol. 12, nº 2, 2010.
Recibido 10-02-16 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 15-35 – Aceptado:15-03-2016
Wilson Antonio Frezzatti Jr.
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1. Cf. S. Nicolas, Histoire de la psychologie française: naissance d ‘une nouvelle science, Paris, In
Press, 2002, pp. 103-118, y L. Dugas, Le philosophe Théodule Ribot, Paris, Payot, 1924, pp. 16-32.
2. KSA 5, p. 289.
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3. KSA 6, p. 371.
4. KSA 6, p. 355.
5. Cf. P. Wotling, La pensée du sous-sol: Statut et structure de la psychologie dans la philosophie
de Nietzsche, Paris, Allia, pp. 15-17.
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6. Cf. C. Andler, Nietzsche - sa vie et sa pensée, Paris, Gallimard, 1958, v. II, pp. 532-537.
7. Cf. I. Haaz, Les conceptions du corps chez Ribot et Nietzsche à partir des Fragments
posthumes de Revue philosophique de la France et de l’ étranger et de la Recherche-Nietzsche,
Paris, L’Harmattan, 2002.
8. Cf. H. E. Lampl, “Flair du libre. Friedrich Nietzsche und Théodule Ribot”, Nietzsche-
Studien, vol. 18, 1989, pp. 573-586.
9. Cf. W. Kaufmann, “Nietzsche als der erste grosse Psychologe”, Nietzsche-Studien, vol. 7, 1978, p. 261.
10. Cf. P. Wotling, op. cit.
11. Cf. M. Cowan, “‘Nichts ist so sehr Zeitgemäss als Willensschwäche’: Nietzsche and the
psychology of the will”, Nietzsche-Studien, vol. 34, 2005, pp. 48-74.
12. Cf. M. Gauchet, L’inconscient cérébral, Paris, Seuil, 1992.
13. Cf. M.-L. Haase, “Friedrich Nietzsche liest Francis Galton”, Nietzsche-Studien, vol. 18,
1989, pp. 633-658.
14. Cf. H. E. Lampl, “Ex Oblivione: das Féré-Palimpsest”, Nietzsche-Studien, vol. 15, 1986, pp. 225-264.
15. Cf. B. Wahrig-Schmidt, “‘Irgendwie, jedenfalls psysiologisch’ Friedrich Nietzsche, Alexandre
Herzen (fils) und Charles Féré 1888”, Nietzsche-Studien, vol. 17, 1988, pp. 434-464.
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16. Cf. S. Brotbeck, “The one and the many in Nietzsche”, Nietzsche-Studien, vol. 19, 1990, pp.
143-175. Los artículos de Peirce fueron publicados en la Revue Philosophique de la France et
de l’ étranger, vol. VI, 1878, pp. 553-569 y vol. VII, 1879, pp. 39-57.
17. Cf. H. Treiber, “Zur Genealogie einer ‘science positive de la morale en Allemagne’: Die Gerburt
der ‘r(é)ealistischen Moralwissenschaft’ aus der Idee einer monistischen Naturkonzeption”,
Nietzsche-Studien, vol. 22, 1993, pp. 165-221.
18. Cf. C. Richter, Nietzsche et les théories biologiques contemporaines, Paris, Mercure de
France, 21911.
19. Cf. W. von Rahden, “Eduard von Hartmann ‘und’ Nietzsche: Zur Strategie der verzögerten
Konterkritik Hartmanns an Nietzsche”, Nietzsche-Studien, vol. 13, 1984, pp. 481-502.
20. Cf. I. Haaz, op. cit., p. 158 y S. Brotbeck, op. cit., p. 146.
21. KSB 5, p. 268. El profesor Robertson es el primer editor de la revista Mind. En la carta,
Nietzsche dice que colaboran en la revista todos los grandes filósofos (“Spencer, Tylor, Maine,
Darwin, etc., etc.”) y cuenta el interés del inglés por el libro de Rée, su gusto por Wagner y la
promesa de que, si Nietzsche y Rée fuesen a Londres, serían presentados a todos los autores
célebres. Se sabe muy poco del encuentro de Nietzsche con Robertson. Según Haaz, tal vez
hayan leído y discutido “Esbozo biográfico de un niño” (A biographical sketch of an infant) de
Charles Darwin (cf. Haaz, op. cit., p. 81, n. 176). Ribot hace referencia a ese texto, publicado
en Mind de julio de 1877 (cf. T. Ribot, La psychologie allemande contemporaine (école
expérimentale), Paris, Librairie Germer Baillière, 1879, pp. 117-118).
22. KSB 5, p. 266.
Haaz indica que los fragmentos póstumos de 1879 a 1885 son importantes
para entender las críticas que Nietzsche hace contra el darwinismo y su recep-
ción de las teorías biológicas y psicológicas del siglo XIX23. Entre las innumera-
bles lecturas, el autor destaca la Revue philosophique de la France et de l’
étranger de Ribot que, más allá de las informaciones específicas de psicología y
fisiología, habría preparado al filósofo alemán para la recepción de otras teorías
científicas, por ejemplo, la lucha entre las partes del organismo de Wilhelm
Roux24. El autor afirma que el filósofo alemán probablemente leyó Las enfer-
medades de la memoria (Les maladies de la mémoire, 1881), Las enfermeda-
des de la voluntad (Les maladies de la volonté, 1883) y Las enfermedades de
la personalidad (Les maladies de la personnalité, 1885) de Ribot, si bien reco-
noce las dificultades para establecer con certeza las lecturas que Nietzsche
había hecho del psicólogo francés y de su revista. Lo que sabemos ciertamente
es que Nietzsche conocía la Revue philosophique y que tenía en su biblioteca
(y probablemente leyó) muchos libros de los principales autores que aparecían
con frecuencia en las páginas de la revista, entre ellos: Ribot, Alexander Bain,
Alexander Herzen (hijo), Alfred Espinas, Alfred Fouillé, A. B. Morel, Louis
Büchner, Thomas Carlyle, Charles Féré, Charles Richet, Friedrich Eduard
Beneke, Eduard von Hartmann, Émile Durkheim, Eugen Dühring, Gustav
Theodor Fechner, Francis Galton, Friedrich Albert Lange, Georg Heinrich
Schneider, Hermann von Helmholtz, Gustave Le Bon, Herbert Spencer,
Hyppolite Taine, Franz Brentano, Joseph Delboeuf, John Hughlings Jackson,
Jean-Marie Guyau, Johannes von Kries, Émile Littré, Cesare Lombroso, Karl
Wilhelm von Naegeli, Paolo Mantegazza, Paul Rée y Wilhelm Wundt. Es inne-
gable la semejanza entre ciertas nociones nietzscheanas y las encontradas en
las obras de Ribot y en los textos publicados en la Revue25.
El mayor problema en relación a la fuente nietzscheana de esos autores es
que Nietzsche leyó y/o tenía en su biblioteca varios libros de muchos de esos
autores y de otros ligados a la psicología y a la fisiología: Alfred Espinas, Des
sociétés animales (en la traducción alemana de 1879); Alfred Fouillé, La
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23. Cf. I. Haaz, op. cit., p. 7.
24.cf. ibid., pp. 37 y 79-149. Según Richter, Nietzsche leyó La lucha de las partes en el
organismo (Der Kampf der Teile im Organismus, 1881) de Roux, y Problemas biológicos
(Biologishe Probleme zugleich als Versuch zur Entwicklung einer rationalen Ethik, 1882) de
W. H. Rolph, poco después de las lecturas de G. H. Schneider, La voluntad animal (1880) y La
voluntad humana (1882) (cf. C. Richter, op. cit., pp. 36-37).
25. Creemos que las semejanzas no están solamente en las obras de Ribot citadas por Haaz y en
los textos de éste en el periódico, sino también en las primeras obras del psicólogo francés: La
psicología inglesa contemporánea (La psychologie anglaise contemporaine, 1870), La
herencia: estudio psicológico sobre sus fenómenos, sus leyes, sus causas, sus consecuencias (L’
hérédité: étude psychologique sur ses phénomènes, ses lois, ses causes, ses conséquences, 1873)
(tesis de doctorado en francés) y La psicología alemana contemporánea (La psychologie
allemande contemporaine, 1879).
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29. En el siglo XIX, la Universidad de la Sorbonne era la principal formadora de profesores de
Filosofía para la enseñanza media (Lycées) y para las facultades (Facultés). La tesis de doctorado en
francés de Ribot (Hérédité, 1873) es la primera que trata de temas de psicología científica, y fue
defendida en esa universidad, en la que fue aprobada con elogios, pero también con restricciones a
ciertas partes del contenido. Desde 1880, Ribot intenta establecer un curso de psicología
experimental en la Universidad de la Sorbonne, pero sufre resistencias ya que, en aquella época, la
universidad se encontraba dominada por lo que el psicólogo francés denomina “antigua piscología”
(psicología espiritualista y cousinista). En 1885 consigue dar un curso, pero no tiene éxito para
repetirlo otros años. Con todo, en el Collège de France, institución independiente de la universidad,
Ribot recibe apoyo de su director Ernest Renan, que sustituyó la cátedra de “Derecho de naturaleza
y de gentes” (Droit de la nature et des gens) del filósofo Adolphe Franck (espiritualista y alumno de
Cousin) por la de “Psicología experimental y comparada” (Psychologie expérimentale et comparée).
El cambio fue hecho en un contexto de reformas universitarias y en medio de un intenso
movimiento político en el Collège y en el medio universitario. El nombre “experimental y
comparada” fue utilizado en lugar de “fisiológica” para evitar las asociaciones de este último término
con el positivismo y el materialismo, además de facilitar la disputa con otros candidatos en el
concurso de cátedra. A pesar de la creación de la enseñanza oficial de psicología en el Collège de
France, Ribot, que era psicólogo teórico y filósofo, no pretendía establecer un laboratorio. El psico-
fisiologista Étienne-Henry Beaunis creó el primer laboratorio francés de psicología en la Sorbonne
en 1889. En 1885, Ribot y Charcot crean la Société de Psychologie Physiologique y Beaunis fue uno
de los miembros fundadores (cf. S. Nicolas, op. cit., pp. 126-139).
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30. Cf. T. Ribot, La psychologie anglaise contemporaine (école expérimentale), Paris, Librairie
Philosophique de Ladrange, 1870.
31. Cf. T. Ribot, La psychologie allemande contemporaine (école expérimentale), ed. cit.
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32. Cf. I. Haaz, op. cit., pp. 111.
33. Cf. S. Nicolas, op. cit.
nomía. Era también una disputa por la demarcación entre filosofía, psicolo-
gía y fisiología.
Théodule Ribot, en la introducción a La psicología inglesa contemporánea
(1870), hace una distinción entre la psicología y la filosofía, siendo la prime-
ra una nueva psicología y la segunda inseparable de una antigua psicología,
es decir, de la metafísica. La distinción es sostenida por la noción positivista
de evolución: en su origen, la filosofía era una ciencia universal que tenía por
objeto el Todo y no existían ciencias independientes y diferentes: “Ella [la filo-
sofía] parece esos organismos rudimentarios en los cuales la división fisiológi-
ca del trabajo aún no se ha producido”34. De la misma forma que en los
embriones, la tendencia natural al progreso hace que las ciencias se diferen-
cien y separen de la filosofía: matemática, física, lenguaje, moral. Pero la psi-
cología todavía lucha contra la metafísica por su independencia. A pesar de
los trabajos de Aristóteles, la fisiología nunca fue dependiente de la filosofía:
como la química, la fisiología nació de las técnicas. Para el progreso de la cien-
cia es necesario especializarse y esa especialización no tiene límites visibles.
La palabra filosofía, para Ribot, es confusa35. Efectivamente, ella es una
mezcla incoherente de cuatro o cinco ciencias. La filosofía pretende tener
significado preciso, objeto bien determinado y límites puestos por la expe-
riencia pero, contrariamente a las ciencias positivas, todo eso no es fácil de
determinar. Para el sentido común, la filosofía es el estudio del alma: lógica
(facultad de raciocinio), moral (facultad de querer y obrar conforme a una
ley) y Dios (causa primera de todas las cosas). Sin embargo, las ciencias ya
han asumido parte de esos estudios, con excepción del tema de Dios. De este
modo, ¿la filosofía solo trata de la parte del alma de la que las ciencias no se
ocupan? Las ciencias particulares, cuando se separan de la filosofía, dejan
de lado una serie de cuestiones no respondidas. Comienzan por azar y no
saben adónde van a llegar, pero saben qué son. Para tornarse independien-
te, del mismo modo en que la moral no debe preguntar qué es el bien en sí,
la psicología no debe preguntar qué es el alma. La condición fundamental de
la existencia y del progreso de las ciencias es no buscar las causas prime-
ras36. El futuro de la filosofía consiste en ser metafísica y nada más: especu-
laciones generales del espíritu humano sobre los primeros principios y las
razones últimas de todas las cosas. Su objeto es aquello que las ciencias no
pueden conocer, o aquello de lo que se abstienen de discutir. Solo así conti-
nuará siendo universal. La filosofía puede también abordar otra cuestión sin
respuesta científica: de dónde nace la ciencia y hacia dónde va.
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34. Cf. T. Ribot, La psychologie anglaise contemporaine (école expérimentale), ed. cit., p. 1.
35. Cf. ibid., pp. 6-10.
36. Cf. ibid., p. 11.
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37. Cf. ibid., p. 14.
38. Cf. ibid., pp. 19-22.
39. Cf. ibid., pp. 22-23.
40. Cf. ibid., pp. 27-30.
41. Cf. ibid., pp. 31-34.
niños y de los salvajes, sólo es posible a través del abordaje exterior, por medio
de hechos materiales que los traducen: nadie tiene acceso directo a la con-
ciencia que les da origen. Los desórdenes mórbidos son fundamentales para
ese acceso objetivo y sin las nociones de progreso, evolución o desarrollo no
se puede estudiar a los seres vivos. Según Ribot, la doctrina de Heráclito fue
confirmada por las ciencias naturales y por la historia después de veinte
siglos. De este modo, una verdadera piscología debe abarcar todos los fenóme-
nos psicológicos. Con esto, pierde su carácter abstracto que la hacía semejan-
te a la lógica. Ella constata lo que es y no prescribe lo que debe ser, es decir,
no es una moral.
En La psicología alemana contemporánea, Ribot continúa criticando a la
antigua psicología metafísica y defendiendo la autonomía de la psicología
experimental42. Ahora, sin embargo, el énfasis está puesto en el aspecto fisio-
lógico experimental de la nueva disciplina. Al investigar el alma y otras abs-
tracciones de ese género, la vieja psicología refina tanto los detalles que aca-
ba operando solamente con y sobre palabras y conceptos, la realidad desapa-
rece. Las preocupaciones metafísicas y el abuso del método subjetivo y de las
abstracciones paralizan a los mejores espíritus. La fisiología convierte a los
fenómenos psicológicos en más objetivos, pues todo estado psíquico está aso-
ciado a un estado nervioso. El principio básico de la psicología fisiológica
(psychologie physiologique) es que “todo estado psicológico determinado
está ligado a uno o varios acontecimientos físicos determinados que conoce-
mos bien en muchos casos, poco o mal en otros”43.
Ese principio hace posible la experimentación que investiga fenómenos en
lugar de esencias abstractas y facultades imaginarias. La psicología se relaciona,
de este modo, con la vida y sus mecanismos. El método experimental riguroso
permite estudiar las variaciones del fenómeno de la conciencia en lugar de la
propia conciencia, ya que este último estudio es metafísico y no científico. La
experimentación permite que la psicología progrese: ésta pasa de la fase descrip-
tiva a la fase explicativa, ya que a ella no le alcanza con ser una historia natural,
debe ser una ciencia natural. La psicología experimental alemana no hace des-
cripciones y Ribot, aunque señala que el término había sido muy mal utilizado,
considera que aquí su uso es adecuado para caracterizarla: la psicología alema-
na es una psychologie physiologique, ya que coloca a los fenómenos psíquicos
en condiciones determinadas y estudia sus variaciones44.
Esa dependencia no significa que la psicología sea absorbida por la fisiolo-
gía. En la concepción positivista del psicólogo francés, una ciencia superior
––––––––––
42. Cf. T. Ribot, La psychologie allemande contemporaine (école expérimentale), ed. cit., pp. I-
XXXIII.
43. Cf. ibid., p. XI.
44. Cf. ibid., p. XIX.
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45. Cf. ibid., pp. XXVI-XXVIII.
46. Respetamos los términos utilizados por los propios autores. En el caso de Ribot y de los
psicólogos positivistas franceses, psicofisiología; en el caso de Nietzsche, fisio-psicología
(Physio-Psychologie, cf. KSA 5, p. 38).
––––––––––
47. Aún así Ribot relaciona la metafísica con la experiencia: “La Revue le reserva [a la
Metafísica] un lugar, porque ella no profesa el empirismo puro; pero, a los propios metafísicos,
ella exigirá los hechos, instando a que ninguna parte puede pasar de la experiencia y que, donde
ella falta, existen solamente argucias lógicas, creaciones imaginarias o efusiones místicas”
(Revue philosophique, vol. I, 1876, p. 3).
48. KSA 8, p. 355.
––––––––––
49. En Herencia, Ribot afirma con Lyell que la evolución no implica necesariamente progreso.
La ley de la evolución da cuenta del progreso y de la degradación. Esta última es la producción
de estructuras inferiores causada por la mejor adaptación a las condiciones de existencia por un
organismo inferior (cf. T. Ribot, L’hérédité: Étude psychologique sur ses phénomènes, ses lois,
ses causes, ses conséquences, Paris, Librairie Philosophique de Ladrange, 1873, p. 399).
50. Cf. KSA 5, p. 38.
51. Cf. idem.
52. Error, como Nietzsche lo define en Ecce homo, Prefacio § 3, es la creencia en el ideal (cf. KSA
6, p. 259). Para el filósofo alemán, en Crepúsculo de los ídolos, “Los cuatro grandes errores”,
existe un error psicológico básico: la mala comprensión de la causalidad (cf. KSA 6, pp. 88-97).
Los psicólogos, tal como son posibles sólo a partir del siglo XIX: ya no más
esos curiosos [Eckensteher] que observan a tres o cuatro pasos delante de
ellos y se contentan casi con investigarse a ellos mismos. Nosotros, los psicó-
logos del futuro, estamos poco inclinados a la auto-observación: tomamos
casi como señal de degeneración el hecho de que un instrumento “busque
conocerse a sí mismo”54.
En otros pasajes, Nietzsche también critica a la psicología de su tiempo. En
Más allá del bien y del mal, § 47, al referirse al sentimiento religioso como una
enfermedad nerviosa causada por la soledad, el ayuno y la continencia sexual,
considera que la psicología tradicional (bisherige Psychologie) zozobra al expli-
car la transformación del “hombre malo” en santo justamente por fundamen-
tarse en el antagonismo de los valores morales, por proyectar esa dualidad
metafísica en la efectividad55. Y eso es, en el fondo, un error de interpretación,
una falla filológica. La “obtusa psicología antigua” (die tölpelhalfte Psychologie
von Ehedem) nos impide entender la crueldad y la relación entre sufrimiento y
placer56. En el Fragmento Póstumo 25 [185] de la primavera de 1884
(“Psychologie”), leemos: “Rever todo lo que se aprendió sobre ‘interior’ y ‘exte-
rior’” 57. La doctrina de la voluntad de poder revela los opuestos interior/exte-
rior como una dualidad metafísica y lo mismo ocurre en Ribot: la continuidad
de los fenómenos hace frente a nuestra noción arraigada de afuera y de aden-
––––––––––
53. KSA 3, p. 594.
54. KSA 13, p. 230.
55. Cf. KSA 5, p. 69.
56. Cf. KSA 5, p. 166.
57. KSA 11, p. 64.
tro58. Nietzsche es aún más contundente en otro Fragmento Póstumo (15 [13]
de la primavera de 1888):
Nosotros abolimos casi todas las nociones de las cuales dependía has-
ta ahora la historia de la psicología [Geschichte der Psychologie] – ¡no
hablamos de filosofía! –
negamos que exista una voluntad (no hablamos de libre arbitrio)
negamos la conciencia, en tanto “unidad” y en tanto facultad;
negamos que haya “pensamiento” ( ya que nos falta lo que piensa y lo
que es pensado)
negamos que haya entre los pensamientos una causalidad real como
cree la lógica.59
––––––––––
58. Cf. T. Ribot, La psychologie anglaise contemporaine (école expérimentale), ed. cit., p. 414
y L’hérédité:..., ed. cit., p. 355.
59. KSA 13, p. 414.
60. Cf. Fragmento póstumo 15 [30] primavera 1888, KSA 13, p. 425.
61. Cf. KSA 13, pp. 300-301.
Conclusión
––––––––––
62. Cf. T. Ribot, L’hérédité:..., ed. cit., pp. 395-400.
63. NF 15 [105] primavera 1888, KSA 13, p. 468.
64. NF 15 [106] primavera 1888, KSA 13, p. 468. Nietzsche se refiere a la teoría de la influencia
del medio sobre el individuo, la que él cree atraviesa el evolucionismo darwiniano y spenceriano (cf.
W. A. Frezzatti Jr., Nietzsche contra Darwin, 2ª ed. ampliada y revisada, São Paulo, Loyola, 2014,
pp. 98-100 y 104-106). Herbert Spencer es una de las grandes presencias en los textos de Ribot, cf.,
por ejemplo, T. Ribot, La psychologie anglaise contemporaine (école expérimentale), ed. cit., pp.
161-168 (sección “Herbert Spencer”) y L’hérédité:..., ed. cit., pp. 529-534.
––––––––––
65. KSA 12, p. 32. Esas palabras están estrechamente ligadas a las teorías de Ribot. El concepto
de división del trabajo se refiere a la coordinación de los reflejos y es muy importante para la
constitución de las sociedades animales de Espinas (cf. A. Espinas, Des sociétés animales, Paris,
Félix Alcan, 31924, pp. 414-415). En los Fragmentos Póstumos 14 [201] (KSA 13, p. 385) y [221]
primavera 1888 (KSA 13, pp. 394-395), Nietzsche utiliza la noción de división del trabajo para
entender las castas indias. El filósofo alemán justifica, en 40 [21] agosto-setiembre 1885, por qué
utilizar el cuerpo y la fisiología: “Partir del cuerpo y de la fisiología: ¿por qué? – Obtenemos así
una representación [Vorstellung] exacta de la especie de nuestra unidad subjetiva, hecha de un
grupo de regentes al frente de una colectividad, ni ‘almas’ ni ‘fuerzas vitales’, nosotros compren-
demos cómo esos regentes dependen de aquellos a los que comandan, y cómo las condiciones de
jerarquía y de división del trabajo hacen posible la existencia de los seres participantes y del todo;
cómo las unidades vivas nacen y mueren sin cesar y cómo la eternidad no es un atributo del ‘suje-
to’de la misma especie, todos sienten, quieren y piensan -” (KSA 11, pp. 638-639).
66. KSA 3, pp. 575-577.
Estamos sugiriendo, entonces, que Nietzsche tal vez pensase que los psi-
cólogos franceses todavía no eran lo suficientemente antimetafísicos. Las
doctrinas de la voluntad de poder y del eterno retorno son intentos de elimi-
nar los resquicios metafísicos de la ciencia, de allí su carácter más estético
que científico: ellas no describen el mundo como él es, sino que dan signifi-
cado al mundo. Esa eliminación pasa por la superación de las dualidades de
cualidades opuestas absolutas: bien/mal, verdad/falsedad, alma/cuerpo, psi-
cológico/fisiológico, cultural/biológico, etc. El desarrollo de la lucha de los
impulsos por más poder no es un progreso o una evolución, un movimiento
teleológico. Nietzsche no reduce lo psicológico (o lo mental, o lo moral) a lo
fisiológico (a lo corporal, a lo material), no existen cosas o seres, apenas el
devenir, un flujo continuo de movimiento, interpretado como una tendencia
general de aumento de poder.
––––––––––
1.La cuestión de la universalidad que podría encontrarse en lo más íntimo y peculiar de cada
individuo, abordada por Nietzsche en Ecce Homo, es un problema que hace años instiga mis
reflexiones. Traté esa cuestión en mi libro Nietzsche e a liberdade, Rio de Janeiro, 7 Letras,
2008, al analizar la problemática del eterno retorno vinculada a la afirmación de aquello que es
más propio y genuíno en cada ser humano, precisamente en la instancia en que se enfrenta con
la eterna repetición de todos los hechos. También presenté algunas observaciones sobre ese pro-
blema en otros trabajos anteriores. En este artículo presento reflexiones vinculadas a pensa-
mientos y vivencias de los últimos años, que me permitieron ahondar, a partir de las tesis nietzs-
cheanas, aquello que podría ser entendido como la universalidad de lo más singular.
Recibido 16-07-2015 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849,
ISSN (en línea): 1853-2144, pp. 37-51 – 10-08-2015
Miguel Angel de Barrenechea
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2. Parménides instaura la más rigurosa separación entre saber filosófico universal y mera opi-
nión individual, al afirmar que sólo podemos conocer racionalmente el ser, que es eterno, ilimi-
tado e inmutable; en su concepción metafísica, el único camino posible de acceso al verdadero
saber, la ciencia, episteme, es exclusivamente racional; ya lo singular, lo individual, aquello que
depende de los sentidos, consiste en el efímero camino de la ilusión, la senda de lo aparente:
mera opinión, doxa, carente de cualquier validez universal, y de cualquier justificación episte-
mológica. Esa perspectiva que condena la experiencia y el pensar singular de cada viviente y lo
reduce a mera opinión queda claramente delineada en el VI Aforismo de su conocido Poema:
“(...) primeramente te conmino a que te alejes de este camino de investigación [el de intentar
conocer el no-ser], pero mucho más de aquel camino en el cual los mortales, que nada saben,
andan errantes, esos bicéfalos, la confusión en sus corazones da testimonio de un espíritu que
se confunde (...)”. Parménides, en E. Carneiro Leão (Org.), Os pensadores originários,
Petrópolis/Rio de Janeiro, Vozes, 1991.
3. Platón adopta una tesis sobre la universalidad del discurso filosófico muy semejante a la de
Parménides; para el pensador ateniense, lo individual, lo que es inherente a la visión propia y
singular de cada ser humano nunca podría constituir la genuina ciencia, episteme; al depender
de los datos efímeros, oriundos de los sentidos, apenas muestra sombras de la realidad, vagas
opiniones, doxa, desprovistas de cualquier universalidad o garantía de validez objetiva. Esa tesis
sobre el discurso filosófico, sustentada en toda la obra de Platón, aparece de forma nítida, por
ejemplo, en la famosa alegoria de la caverna, del libro VII, de La república. Cf. Platón, La repú-
blica (se utiliza la versión al portugués de Maria Helena da Rocha Pereira, Lisboa, Calouste
Gulbenkian, 1996, VII, 514a/541b) pp. 317-362.
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4. En La república se destaca el carácter “divino” del filosofar: “Pero la facultad de pensar es,
como parece, de um carácter más divino que todo (...)”. Cf. Platón, op. cit., VII, 518d, p. 323.
5. La función educativa, en La república, llevará a los hombres hacia el camino de elevación a
la verdad, a la genuina ciencia: “Es nuestra función (...) forzar a los habitantes mejor dotados a
dedicarse a la ciencia que anteriormente calificamos como la mayor, a ver el Bien y a aprender
en aquel ascenso (...)”. Platón, op. cit., 519c/d, p. 325.
6. “(...) la razón debe seguir un camino en sus investigaciones, en la medida en que tenemos
un cuerpo y nuestra alma estaría absorbida en esta corrupción, jamás tendremos el objeto de
nuestros deseos, (...) la verdad (...)”. Cf. Platón, Fedon, Curitiba, Hemus, 2002, pp. 66a/66e.
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7. Halevy es uno de los intérpretes que sustenta que Ecce homo es un libro donde se manifes-
taría claramente la locura de Nietzsche; esa obra no sería nada más que el resultado de la enfer-
medad y el delirio: “Después de El Anticristo, Ecce homo. Ciertamente, el delírio lo domina”.
D. Halevy, Nietzsche: uma biografia, Rio de Janeiro, Campus, 1989, p. 379.
8. Nietzsche critica profundamente a los filósofos que pretenden encapsular el universo en un
conjunto de fórmulas, en un sistema que englobe, en un encadenamiento riguroso de proposi-
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ciones, todo saber sobre el mundo: “¡Cuidado con los sistematizadores!- Existe un espectáculo
teatral de los sistematizadores (...)”. KSA III, p. 228 (Aurora, §318). Empleo la edición de las
obras de Nietzsche: Sämtliche Werke. Kritische Studienausgabe, ed. G. Colli y M.Montinari, 15
vols., Berlin-New York / München: W. de Gruytrer / dtv, 1967-77. También consulté la traduc-
ción al portugués de R. R. Torres Filho. Obras incompletas. São Paulo, Abril Cultural, 1974
(Coleção Os Pensadores). Las traducciones al español son de mi autoría.
9. “Previendo que dentro de poco debo dirigirme a la humanidad con la más seria exigencia que
jamás le fue planteada, me parece indispensable decir quién soy. ... ¡Escuchenme! Porque yo
soy asi y así. Sobre todo,¡ no me confundan!” , KSA VI, p. 257 (Ecce homo, “Prólogo”, §1).
10. “Conozco mi destino. Un día, mi nombre estará vinculado al recuerdo de algo tremendo- de
una crisis como jamás existió sobre la tierra, de la más profunda colisión de conciencias, de una
decisión conjurada contra todo lo que fue valorado, santificado, necesario. ¡Yo no soy un hom-
bre, soy dinamita!” , KSA VI, p. 365 (Ecce homo, “Por qué soy un destino”, §1).
Ecce homo, “He aquí el hombre”, es la frase elegida como título del último
libro de Nietzsche. Creo que estamos frente a algo mucho más amplio que la
autobiografía de un autor filosófico. Es posible ver una profunda reflexión
sobre toda conducta humana, cuyo objetivo es valorizar la singularidad de cada
hombre. El relato nietzscheano –como narrativa de su trayectoria vital– se dife-
rencia claramente de todas las concepciones normativas, cuyo objetivo era
imponerse a todos los hombres, sin restricciones, de forma coercitiva. Frente a
la pretendida universalidad de la moral, erigida como pilar de valores fijos,
inmutables, Nietzsche propone la realización de sí mismo. Frente a la metafí-
sica y a las religiones occidentales que postularon como meta de la vida huma-
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11. “Y (...) existieron moralistas consecuentes, que querían que el ser humano fuera de otra for-
ma (...) virtuoso, lo querían a su imagen (...) santificado: por eso negaron el mundo. Necedad para
nada pequeña”, KSA VI, p. 87 (Crepúsculo de los ídolos, “La moral como contranaturaleza”, §6).
12. Nietzsche cuestiona la existencia de una naturaleza en el hombre y en las denominadas
“cosas” o “substancias” del “mundo externo”. El hombre es apenas flujo, juego de fuerzas que
cambian sin cesar. El lenguaje, con fines operativos, construye entidades “objetivas” y una
supuesta identidad humana. Analicé esta cuestión anteriormente: “El lenguaje está poblado de
palabras que postulan uma pretendida esencia del hombre. (...) Em el discurso nietzscheano,
las palabras aparecen generalmente entre comillas, haciendo hincapié em su carácter ficcional,
en su vaciedad de nociones sin referente”. (Cf. Nietzsche e a liberdade, Rio de Janeiro, 7 Letras,
2008, p. 52).
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13. Cfr. KSA VI, pp. 278-281 (Ecce homo, “Por qué soy tan inteligente”, §1).
14. Analizar las cuestiones filosóficas como síntomas vitales, como manifestaciones de enferme-
dad o salud es una estrategia interpretativa que ya encontramos al comienzo de la obra nietzs-
cheana, desde 1872-3, cuando caracteriza su interpretación fisiológica de la cultura como la
tarea de “médico de la civilización”. Como afirma Wötling: “Desde sus primeros textos, el pro-
yecto filosófico es determinado nítidamente: efectivamente, en las notas del invierno 1872-3 él
define por primera vez la tarea específica del filósofo a través del modelo médico: ‘El filósofo
como médico de la civilización’”. P. Wotling, Nietzsche et le problème de la civilization, Paris,
PUF, 1995, p. 111-112.
15. Cfr. KSA V, pp. 11-13 (Mas allá del bien y del mal, “Prefacio”).
16. Introduje estas cuestiones anteriormente, cuando aludí al problema de la ciencia y de la verdad,
como es formulado en La república, Libro VII y en Fedón. Para mayores detalles ver notas 4, 5 y 6.
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17. KSA V, p. 89 (Crepúsculo de los ídolos, “Los cuatro grandes errores”, §2).
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18. S. P. Rocha sustenta que todo proceso educativo, en Occidente, parte del presupuesto de que
habría una esencia humana “educable”; así la educación tendría como objetivo actualizar una
esencia pre-existente en el interior de todo ser humano; ella muestra un camino bien diferen-
te, propuesto por Nietzsche al adoptar la fórmula de Píndaro, “Llega a ser el que tú eres”, que
sería el de transformación permanente, ya que no hay ninguna esencia humana, ninguna iden-
tidad subjetiva, mas un flujo, una dinámica de fuerzas que muestra que toda formação consis-
te en articularse con el proceso de transformación permanente que anima nuestras vidas: nada
se mantiene, mudamos a cada momento, ser es siempre llegar-a-ser. Cf. S. P. Rocha, “Tornar-se
quem se é: educação como formação, educação como transformação”, en: M. A. de
Barrenechea et al (Orgs.), Nietzsche e os gregos, Rio de Janeiro, DP&A, 2006, pp. 267-278.
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19. KSA VI, pp. 293-294 (Ecce homo, “Por qué soy tan inteligente”, §9).
20. KSA VI, pp. 282-283 (Ibid, §2).
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21. KSA VI, p. 257 (Ibid, “Prólogo”, §1).
22. Idem.
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23. Cfr. KSA VI, pp. 278-281 (La genealogía de la moral, «Tratado Primero », §13).
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24. KSA VI, p. 86 (El crepúsculo de los ídolos, “La moral como contranaturaleza”, §5)
25. Cf. I. Kant, Crítica da razão prática, trad. Artur Morão, Lisboa, Edições 70, 1997, Livro I,
7, “Lei fundamental da razão pura prática”, p. 42.
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26. KSA VI, p. 322 (Ecce homo, “Humano, demasiado humano”, §1).
27. KSA VI, pp. 373-374 (Ecce homo, “Por qué soy una fatalidad”, §8).
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28. KSA VI, pp. 295-297 (Idem, “Por qué soy tan inteligente”, §10).
Jean-Luc Nancy
Universidad de Estrasburgo
[email protected]
Abstract: This text is the Spanish translation of the preface to the US edition of Nancy’s
La communauté désavouée, originally published in France in 2014. It is a rethinking of
the discussion held thirty years ago with Maurice Blanchot concerning the concept of
community, in light of the deepening of the loss of meaning of the political due to the
failure of the so-called “real” communism and the democratic façade behind which
operates the world’s economic power. The author suggests calling into question the
exceptional dimension in which Blanchot lays out the “community”, for it would open the
way for a non-political, hyperpolitical or metapolitical foundation of the political instance.
Keywords: community / Blanchot / political foundation
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* La traducción y publicación de este prólogo ha sido autorizada por su autor. La obra de Nancy, La
communauté désavouée fue publicada en Francia en 2014. De acuerdo al Trésor de la Langue
Française informatisé (TLFi), el término désavouée es el participio del verbo désavouer, que cubre
dos campos semánticos principales. Por una parte, el rechazo a brindar la aprobación a algo o a reco-
nocerlo como verdadero. En este sentido, puede vertirse al español como “desaprobar”, “condenar”,
“revocar”, “denegar” y “rechazar”, entre otros. Un segundo sentido ejerce un pequeño pero decisivo
desplazamiento: se trata del rechazo a reconocer algo como propio. De esta acepción, se desprenden
las traducciones como “desmentir”, “renegar”, “desdecir(se)”, “retractar(se)”. Si bien en la p. 128 de
La communauté désavouée Nancy indica que su “désavouer” no se opone al “avouer” (“confesar”)
que anida en la comunidad “inavouable” (inconfesable) de Blanchot, sino que refiere al primero de
los sentidos aquí invocados, el término no escapa a la oscilación y, teniendo en cuenta quién la escri-
be, no pretende hacerlo. Al elegir una traducción posible para este término difícil, que titula una
intervención difícil en el campo intelectual al que Nancy pertenece, nos hemos decidido por el tér-
mino “desmentida” esperando sólo que éste sostenga algo de ambas acepciones mencionadas. Para
la fecha de publicación de este texto, el libro de Nancy ha sido traducido al español dos veces: La
comunidad revocada, tr. Luis Felipe Alarcón, Buenos Aires, Mardulce, 2016 y La comunidad desca-
lificada, tr. Cristina de Peretti y Cristina Rodríguez Marciel, Madrid, Avarigani, 2015. [N. de la T.]
Recibido 10-02-15 - Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 55-59 - Aceptado 10-05-15
Jean-Luc Nancy
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* Nancy se refiere al título de dos obras de Pierre Clastres: La Société contre l’ État. Recherches
d’anthropologie politique
***
No diré más nada acerca de ello para presentar las circunstancias en que
se originan los textos sucesivos que han dado lugar al presente libro. Philip
Armstrong lo hace de manera excelente en su introducción. Sólo añado toda
mi gratitud por su trabajo de traducción, tan preciso, atento y exigente
–valiente, podría decirse también, ante un texto que resulta muy complejo,
incluso tortuoso por el hecho de comentar, en toda su extensión, otro texto
que, a su vez…
EL HUEVO DE LA SERPIENTE
The Serpent’s Egg
Isidro Herrera
[email protected]
Abstract: This article critically discusses Michel Surya’s L’autre Blanchot. L’écriture
de jour, l’ écriture de nuit (2015), which proposes a reading of Blanchot’s political texts
from the ‘30s in order to judge their influence on the philosopher’s later work and
thought. The aim of this paper is not to defend Blanchot from the accusations (of fas-
cism, anti-Semitism, collaborationism, etc.) made by Surya, but to demonstrate his lack
of textual rigor and the consequent distortion of Blanchot’s articles carried out by Surya.
Keywords: writing / friendship / falsehood
Recibido 21-08-2015 - Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15 16 (2016), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 61-78 Aceptado 20-09-15
Isidro Herrera
Hay que leer, leer con detalle. No otro ha de ser nuestro imperativo. Única-
mente añadiremos que, dado que esta recomendación se transmite dentro de
un texto, éste, el texto que la contiene, debe ser leído también con el mismo
detalle, con la misma precisión, con el mismo rigor. Debe ser sometido tam-
bién a la misma exigencia –la exigencia de pensar consecuentemente lo que
él dice, lo que en él hay. Leerlo escrupulosamente –esto es exactamente lo
que estamos obligados a hacer con el libro de Michel Surya. Leer lo que él
quiere leer. Empezando por su título: L’autre Blanchot. L’écriture de jour, l’
écriture de nuit. Titulo enojoso, degradante incluso, en el que, por muy ino-
centemente que quisiéramos entenderlo, percibimos de inmediato una cen-
sura, moral en primer lugar. Título que no se presta a equívocos, tanto en lo
que se refiere a su sentido como a su intención: está visiblemente encamina-
do a sugerir una doblez, no sólo de la escritura, sino del propio Blanchot, con-
tumaz en el “disimulo”, todo el tiempo frente a todos sus amigos:
Parce qu’il n’y a pas jusqu’à ses “amis” (et on sait en quelle estime il
tenait pourtant l’ amitié) à qui Blanchot n’ait réussi à dissimuler “l’
autre” qu’il avait longtemps été.2
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1. M. Surya, L’autre Blanchot. L’écriture de jour, l’ écriture de nuit, París, Gallimard, 2015, p.
16. A partir de ahora citado como LAB y el número de página. “Hay que ser precisos, natural-
mente, o los juicios volverían a comenzar. Y entrar en los textos. Dicho de otro modo, leerlos
con detalle” (la traducción es siempre mía, IH).
2. LAB, p. 17: “Porque hasta a sus ‘amigos’ (y sabemos en qué estima tenía la amistad) a los que
Blanchot ha logrado disimular al ‘otro’ que durante mucho tiempo fue”.
Que tal sugerencia de doblez le pueda parecer a alguien una infamia sería
irrelevante frente al hecho notorio de que las palabras del título de ese libro
estarían repitiendo literalmente palabras del propio Blanchot. No siendo por
lo demás cuestión saber de dónde han sido tomadas, porque Michel Surya
en numerosas ocasiones cita su lugar de procedencia: la carta de Maurice
Blanchot a Roger Laporte del 22 de diciembre de 1984, publicada por Jean-
Luc Nancy en Maurice Blanchot. Passion politique3. Una parte importante
de la argumentación de Michel Surya se apoya en lo que esa carta dice (“cette
lettre a été pour moi déterminante”4).
Así, pues, no hagamos como aquel Maestro Ciruela (que “no sabía leer y
puso escuela”), leamos esa carta y el modo en que Michel Surya emplea sus
términos con la atención que él mismo nos solicita. Nada, por otro lado, más
fácil. Ya sabemos que de ella procedería la expresión que contiene el título
de su libro (“l’ écriture de jour, l’ écriture de nuit”), la cual en su interior
aparece mencionada abundantísimamente, muchas veces con mordacidad,
casi siempre con la intención de señalar una duplicidad que no se quedaría
en la escritura, sino que alcanzaría al propio Blanchot: Blanchot de día,
Blanchot de noche, uno y otro opuestos en todo, decente uno, vergonzante
el otro. Pero, atención, ¿son exactamente ésas las palabras de Blanchot?
Ciertamente, no: ni en esa carta ni en ningún otro lugar en ninguno de sus
libros publicados Blanchot nunca dice l’ écriture de jour o l’ écriture de nuit,
sino l’ écriture du jour y l’ écriture de la nuit.5
¿Da lo mismo? No. La diferencia entre las dos expresiones no es menor ni
es irrelevante. En cuanto a saber si se trata de una errata, de un error, de un
lapsus, de un descuido o de una modificación intencionada, no hay manera
de comprobarlo y no añade nada al fondo del asunto. Únicamente tenemos
que las palabras más citadas del libro de Michel Surya (empezando por su
título), y que constantemente se le atribuyen a Blanchot, no son palabras de
Blanchot. De modo que muy mal podremos, como se nos pide, pensar lo
dicho, desde el momento en que nunca leemos verdaderamente eso que ha
sido dicho. Porque cualquiera que tome en serio la gramática se dará cuen-
ta de que no dice lo mismo la locución adverbial (de día, de noche) que el
sintagma en genitivo (del día, de la noche), del que es bien sabido que apor-
ta una riqueza admirable por su capacidad de ser alternativamente leído
como genitivo objetivo o genitivo subjetivo. No dice lo mismo “la escritura de
día, la escritura de noche”, que “la escritura del día, la escritura de la
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3. J.-L. Nancy, Maurice Blanchot. Passion politique, París, Galilée, 2011, pp. 45-62.
4. “Esta carta ha sido para mí determinante”. Entrevista a Michel Surya, “Quand Blanchot sou-
tenait Pétain”, Le Nouvel Observateur, París, 30 de marzo de 2014.
5. J.-L. Nancy, ed. cit., p. 58. No cabe además ninguna duda, puesto que el libro de Nancy repro-
duce en facsímil la carta dactilografiada por el propio Blanchot.
noche”: “de día”, “de noche” serían apenas marcas temporales, circunstan-
ciales, sujetas sin duda a interpretación, pero muy lejos de todo lo que la
expresión original de Blanchot puede y quiere decir, que afecta a la génesis
de la cosa misma:
J’ai laissé de côté ce qui durant ce temps (sans doute depuis 1930)
avait été ma vraie vie, c’est-à-dire l’ écriture, le mouvement de l’ écri-
ture, son obscure recherche, son aventure essentiellement nocturne
(d’autant plus que, comme Kafka, il ne me restait que la nuit pour écri-
re). En ce sens, j’ai été exposé à une véritable dichotomie: l’ écriture
du jour au service de tel ou tel (ne pas oublier que j’écrivais alors aus-
si pour un archéologue renommé qui avait besoin de l’ aide d’un écri-
vant) et l’ écriture de la nuit qui me rendait étranger à toute autre exi-
gence qu’elle-même, tout en changeant mon identité ou en l’ orientant
vers un inconnu insaisissable et angoissant. S’il y a eu faute de ma
part, c’est sans doute dans ce partage.6
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6. J.-L. Nancy, ed. cit., p. 61: “He dejado de lado lo que durante este tiempo (sin duda desde 1930)
había sido mi verdadera vida, es decir, la escritura, el movimiento de la escritura, su oscura bus-
ca, su aventura esencialmente nocturna (sobre todo teniendo en cuenta que, como a Kafka, sólo
me quedaba la noche para escribir). En este sentido, he estado expuesto a una verdadera dicoto-
mía: la escritura del día al servicio de tal o cual (no hay que olvidar que entonces escribía también
para un arqueólogo famoso que necesitaba la ayuda de un escritor) y la escritura de la noche que
me volvía extraño a cualquier otra exigencia que no fuera ella misma, cambiando al mismo tiem-
po mi identidad u orientándola hacia algo desconocido inaprensible y angustioso. Si hubo falta por
mi parte, está sin duda en este compartimiento”. Llama la atención que en un programa de
France Culture, titulado Politiques de Maurice Blanchot, emitido el 23 de mayo de 2015, Alain
Finkielkraut, se supone que con el libro en la mano, comience leyendo este fragmento y diciendo
con toda claridad “escritura de día” y “escritura de noche”, obviamente repetido por Michel Surya.
Pero es absolutamente sorprendente que Jean-Luc Nancy, el editor de ese texto, no sólo no los
corrija, sino que él mismo utilice en varias ocasiones las mismas expresiones.
Mais en même temps elle [la mencionada dicotomía entre ambas escri-
turas] a hâté une sorte de conversion de moi-même en m’ouvrant à l’
attente et à la compréhension des changements bouleversants qui se
préparaient.8
––––––––––
7. En uno de los primeros fragmentos de Le pas au-delà (p. 9) se dice esencialmente lo mismo
acerca del papel del día y de la noche con respecto a la escritura –pero en 1973.
8. J.-L. Nancy, ed. cit., p. 61: “Pero al mismo tiempo ella aceleró una especie de conversión de mí
mismo abriéndome a la espera y a la comprensión de los cambios perturbadores que se preparaban”.
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9. M. Blanchot, Le pas au-delà, París, Gallimard, 1973, p. 9: “Lo que confusamente habría que
llamar la vida”.
10. J.-L. Nancy, ed. cit., p. 65: “Usted habla de la ‘conversión’, que habría sido la de M. B., del
fascismo a cierto comunismo”.
11. M. Surya, “Quand Blanchot soutenait Pétain”, Le Nouvel Observateur, París, 30 de marzo de 2014.
12. “Me esfuerzo en pensar su relación con el pasado, nunca admitida, aún menos articulada,
donde por el contrario se trata del disimulo y a veces de la mentira”.
––––––––––
13. Michel Surya juzga: “La question de savoir si Blanchot fut ou non “fasciste”, ou s’il fut
‘seulement’ d’extrême droite, semble du coup superflue. Une telle phrase est incontestable-
ment fasciste”, LAB, p. 46.
––––––––––
14. La acusación de Michel Surya no se dirige solamente a Blanchot: “On s’accorda alors, bon
an mal an, sur le fait qu’il n’était certes pas contestable que Blanchot avait, hélas, été d’extrê-
me droite, mais ce fut pour mieux contester encore qu’il avait été, aussi, comme si cela n’était
pas inévitable, comme si cela n’allait pas ensemble ou de soi, antisémite”, LAB, p. 19.
15. Es lo que se lee en la entrada de la citada entrevista realizada a Michel Surya, que hemos
de suponer que desde su título hasta su punto final tiene el visto bueno del entrevistado.
16. “Inevitable”, según Michel Surya: “Au moins, ne pas donner raison à Pétain, à son ‘haut
service’ rendu à la France, et, avec lui, à Vichy, à la révolution nationale, à la politique de
collaboration, à la discrimination raciale à venir, inévitable”, LAB, p. 64.
del propio Blanchot, que en su obra nos ha entregado con notable constan-
cia tanto el pensamiento como la escritura de la amistad.
Seguimos así dándole la máxima importancia al sintagma en genitivo (la
escritura de la amistad). Por lo demás, ni siquiera la apelación a la amistad
que hacen Lignes y Michel Surya nos parece sincera, sino más bien una
estrategia discursiva encaminada a fortalecer el propio argumento, dotándole
de una nobleza y de una superioridad moral incuestionables. “Amicus Plato
sed magis amica veritas”, se dice que decía Aristóteles con una intención
semejante. Apelación incluso inadecuada y alteradora, en cuanto que intro-
duce una dinámica detestable, no sólo en cuanto a la obra o el pensamiento
de Blanchot, sino con respecto a cualquier obra o pensamiento de cualquier
autor, obligados a moverse en el nocivo espacio de la dialéctica amigo/enemi-
go17. Escritura de la amistad, donde se trataría de dar la amistad por escrito,
en la escritura, como objeto de la escritura; al tiempo que sería la propia amis-
tad quien se pone en la escritura, hace o produce la escritura como su verda-
dera generadora (de ahí la importancia del genitivo). Dejando sin opción a
que se exprese su exacto contrario: la escritura del resentimiento. Como un
veneno, el resentimiento impide la respuesta de la escritura de la amistad.
¿Qué justificaría estas graves palabras –“la mentira de Blanchot”–? Se nos
responde tajantemente: “los hechos”. Sin embargo, en el caso que nos ocupa,
apelar a “hechos” significa señalar textos, seleccionarlos, leerlos, fijarlos en su
contexto y enfrentarlos entre sí, para comprobar si lo que dicen los pone de
acuerdo o si al cotejarlos se despeja tal contradicción que de ella se pueda
desprender la voluntad de ocultar la verdad. El objeto del engaño nunca
habría sido el ocultamiento de unos textos de carácter ultranacionalista cuya
––––––––––
17. Michel Surya no sólo asume por entero esta dicotomía que distingue al amigo y al enemigo,
sino que la utiliza para justificarse, e incluso para apoyar sus propias conclusiones. De hecho,
parece sugerir que la devoción y el respeto de sus amigos han sido los instrumentos más efica-
ces para encubrir, junto a él mismo, aquello que Blanchot habría querido dejar en la sombra:
“Ils [los amigos de Blanchot] étaient de bonne foi […] Pour cette raison d’abord que Lignes n’au-
rait voulu tomber d’accord avec les ‘ennemis’ de Blanchot, quand bien même ceux-ci eussent-
ils en cela eu raison”, LAB, pp. 16-17:“Ellos eran de buena fe. Por este primer motivo Lignes no
habría querido estar de acuerdo con los ‘enemigos’ de Blanchot, cuando incluso éstos hubieran
tenido razón”. En su afán por perdonarles la vida a los amigos de Blanchot, Michel Surya olvi-
da que no fueron los “enemigos” de Blanchot quienes en primer lugar publicaron, no sólo una
lista muy completa de los artículos de Blanchot publicados en los años treinta, sino cuatro de
ellos muy representativos de su pensamiento de esos años. Esto fue en la revista Gramma, nº 5,
en 1976 (con el acuerdo de Blanchot), es decir, seis años antes que el artículo de Jeffrey
Melhman, publicado en Tel Quel en 1982. En el mismo número de Gramma, los artículos de
los años 30 de Blanchot iban acompañados por un notable trabajo de Mike Holland y Patrick
Rousseau: “Topographie-parcours d’une (contre-)révolution”, el primero que se ocupa específi-
camente y en su contexto del pensamiento de Blanchot en esos años, sin ninguna referencia a
su evolución posterior, es decir, sin enfrentar a Blanchot consigo mismo.
––––––––––
18. Según se desprende de la entrevista de Le Nouvel Observateur, Michel Surya los tiene por
recientemente conocidos. No es así. Aparecen citados y comentados in extenso por Michael
Holland en “D’un retour au tournant”, dentro de las actas del Coloquio de Cerisy, celebrado del
2 al 9 de julio de 2007, publicadas por Éditions Parangon, Lyon, en 2009 con el título de Blanchot
dans son siècle. Michael Holland profundiza de una manera muy convincente en las motivacio-
nes intelectuales que pueden haber guiado a Blanchot en la redacción de esos editoriales.
19. J.-L. Nancy, ed. cit. “Mi decisión fue tomada entonces inmediatamente. Era el rechazo.
Rechazo naturalmente frente al ocupante, pero rechazo no menos obstinado con respecto a
Vichy que a mi parecer representaba lo más degradante que había”.
20. LAB, p. 53: “Al respecto de lo cual Blanchot engaña deliberadamente a Laporte”.
21. LAB, p. 53: “Nunca se estimará lo suficiente el servicio que rinde el mariscal al situarse en
un punto de vista superior, al tomar sobre sí una decisión de la que el solo hecho de haberla
aceptado apartaría toda idea envilecedora”.
cera del periódico como su director. Indiscutible, excepto por una circuns-
tancia, por el “hecho” de que Blanchot, propiamente hablando sólo circuns-
tancialmente figura como director de la revista, siéndolo efectivamente Paul
Lévy, amigo, judío, que en esos momentos intentaba salir de Francia hacia
Marruecos. Por eso, durante tres semanas, Blanchot ocupa su puesto22.
Sólo tres semanas y por compromiso, aunque el “hecho” seguiría siendo el
mismo, puesto que los artículos que se le reprochan a Blanchot se publicaron
en el momento en que él ejercía como director y en principio podrían y debe-
rían haber sido redactados por Blanchot. Sin embargo, hay dos pormenores
que hay que tomar en consideración: 1. Que, sin ninguna duda, el control de
la censura sobre todo lo que se publicase en ese momento tenía que ser bru-
tal (de modo que, si se quería mantener la revista habría que hacer unas con-
cesiones también brutales, como, por ejemplo, escribir para la censura antes
que para los lectores); 2. Que, más allá de lo que Blanchot pensara acerca de
Pétain, su papel de director de circunstancias le obligaba a mantener la línea
editorial del periódico y publicar aquello que el propio Paul Lévy, con su nom-
bre o no, hubiera publicado (incluso cabe pensar que Blanchot hubiera escri-
to lo que hipotéticamente su amigo hubiera escrito). Amén de que se debe dar
por descontado el hecho de que el Blanchot de 1937 que deja el periodismo
político no puede ser el mismo que el Blanchot de 1940 en la Francia ocupa-
da, el cual, suponiendo que siguiera defendiendo la idea de una “revolución
nacional”, no podía ver seriamente en Pétain y en su acto de claudicación el
punto de partida de dicha revolución. El “hecho” es que si Blanchot hubiera
querido dar su apoyo nominal al nuevo régimen, nada se lo hubiera impedi-
do, puesto que todo estaba a su favor; el “hecho” es que no lo hizo. El “hecho”
es que más tarde, sin la presión de los acontecimientos, Blanchot ha explica-
do más de una vez por qué no lo hizo23, quedándonos a nosotros la tarea (y
la responsabilidad) de valorar si lo que dice es cierto o no.
––––––––––
22. Hay que añadir que, pasadas esas tres semanas, Paul Lévy regresa para seguir al frente de
la revista. Sin embargo, por su condición de judío, es obligado a cerrarla al mes siguiente. Michel
Surya parece olvidar que, dado que Paul Lévy obviamente se sentía en peligro, Blanchot, al
aceptar sustituirlo en la dirección de la revista, se vería igualmente amenazado. De hecho, un
año después, tras la publicación de Thomas l’ obscur, su amistad con el judío Paul Lévy fue invo-
cada en las críticas negativas que recibió el libro.
23. Curiosamente, Michel Surya incluye en su libro un testimonio que no aparecía en su artí-
culo publicado en Lignes, citando una carta “inédita” de Blanchot, del 22 de mayo de 1982 (es
decir, dos años y medio antes que la enviada a Roger Laporte), dirigida a un “destinatario” que
no es nombrado nunca, cuya procedencia tampoco se cita (?), donde se expresa aún más tajan-
temente al respecto: “Lorsque je sortis de là [de la Sesión del Parlamento de Vichy], je savais
qu’en dehors du nazisme, il n’y aurait rien de pire que le pétainisme”, LAB, pp. 54-55: “Cuando
salí de allí, sabía que, aparte del nazismo, no habría nada peor que el pétainismo”. Esto signifi-
ca que desde la fecha de esta carta Blanchot habría declarado expresamente al menos en seis
ocasiones que su rechazo del régimen de Pétain fue inmediato.
––––––––––
24. Como si se tratara del huevo de la serpiente, mucho nos tememos que la insistencia de
Michel Surya en que el verdadero problema radica en “la consecuencia del pensamiento” quie-
re llegar hasta el nacionalismo francés del presente. Desde luego, a un lector poco informado,
si no se le advierte, no le costará nada hacer una identificación entre el nacionalismo de “extre-
ma derecha” de Blanchot en los años 30 y el Front National de nuestros días.
25. En la última página de su libro, Michel Surya da los nombres de aquéllos a los que les ha
solicitado comentarios u objeciones sobre el contenido de su libro. Astucia. Responsabilidad
compartida.
––––––––––
26. “Esta reflexión le toma la palabra al propio Blanchot, que escribía, a propósito del compro-
miso nazi de Heidegger: “Ha habido corrupción de escritura, abuso, distorsión y retorcimiento
del lenguaje. Sobre él pesara de ahora en adelante una sospecha””.
27. “Les intellectuels en question” se publicó como artículo en 1984, en Le Débat. Más tarde
apareció en forma de libro en las Éditions Fourbies en 1996, y ahora es posible leerlo en La con-
dition critique, París, Gallimard, 2010, pp. 390-416.
––––––––––
28. Ibid., p. 392: “Cuanta más importancia se concede al pensamiento de Heidegger, más nece-
sario es intentar aclarar el sentido del compromiso político de 1933-1934. Se puede, por hablar
rigurosamente, comprender que Heidegger, para hacer un favor a la Universidad, haya aceptado
convertirse en rector. Hasta se puede ir más lejos y no conceder demasiada importancia a su
adhesión al partido de Hitler, adhesión de pura forma y destinada a facilitar las obligaciones
administrativas de su nueva función. Pero inexplicables e indefendibles son las proclamas políti-
cas de Heidegger por las cuales se pone de acuerdo con Hitler, ya sea para exaltar el nacionalso-
cialismo y sus mitos exaltando al “héroe” Schlageter, ya sea llamando a votar por el Führer y por
su referéndum (con el fin de dejar la S.D.N.), ya sea animando a sus estudiantes a responder
favorablemente al Servicio del Trabajo –y eso en su lenguaje filosófico propio que pone, descara-
damente, al servicio de las peores causas y que se encuentra así desacreditado por el uso que
hace de él. He aquí, para mí, la responsabilidad más grave: hay corrupción de escritura, abuso,
distorsión y retorcimiento del lenguaje. Sobre esto pesará de ahora en adelante una sospecha”.
29. M. Blanchot, L’entretien infini, París, Gallimard, 1969, p. 210: “Destinado a recomendar un
voto decisivo a favor del nacional-socialismo, ha puesto al servicio de Hitler el mismo lenguaje
––––––––––
y la misma escritura mediante los cuales, en un gran momento de la historia del pensamiento,
habíamos sido invitados a la interrogación designada como la más alta, la que podía venirnos del
Ser y del Tiempo”.
30. Recuérdese a este respecto que la citada entrevista de Michel Surya en Le Nouvel Observateur
se titulaba “Quand Blanchot soutenait Pétain” [Cuando Blanchot apoyaba a Pétain] y que en ella
desde sus primeras líneas se alude a las “mentiras” de Blanchot, así como que de éste se dice que
“ha sido también en su tiempo un ferviente partidario de Pétain”. Es de suponer que todas estas
afirmaciones, que no se presentan como literales de Michel Surya, fácilmente atribuibles a la
canalla periodística, se publican, sin embargo, con su conocimiento y con su acuerdo.
31. Lo que podría haber hecho sin dificultad y sin escándalo, puesto que la mayor parte de sus
antiguos camaradas maurrasianos se había alineado con Pétain.
32. Del mismo modo que es su mismo lenguaje el que le obligaría a volver a manifestarse polí-
ticamente, expresando su rechazo “absoluto, categórico”, en 1958, poniendo, esta vez sí, su len-
guaje al servicio de una causa política. Por primera vez, puesto que su rechazo anterior –a
Pétain, en 1940–, a falta de lenguaje para hacerlo, se había expresado en silencio.
––––––––––
33. M. Blanchot, Écrits politiques. 1953-1993, París, Gallimard, 2008, p. 123: “Es verdadera-
mente ese lenguaje lo que él ha comprometido y quizás pervertido. Si se hubiera hecho lisa y
llanamente propagandista del nazismo en el lenguaje vulgar de los nazis, a mi parecer sería
mucho menos grave, su responsabilidad no superaría la de un desfallecimiento de carácter o
una aberración del entendimiento. Eso al menos recuerda en qué ámbito en primer lugar se
sitúa nuestra responsabilidad de ‘filósofo’: en el ámbito de su lenguaje.” El texto citado no tie-
ne fecha, pero la más probable es el año 1963.
––––––––––
34. J.-L. Nancy, “À propos de Blanchot”, L’Œil de bœuf, nº 14/15, Bourg la Reine, 1998, p. 55:
“Políticamente irrisoria: algunas fórmulas antisemitas de Blanchot en los años 30 (pronuncia-
das al lado de otras fórmulas, categóricas, en oposición al nazismo y a su persecución de los judí-
os) caen dentro de una concesión, condenable sin ninguna duda, a una vulgaridad de la época
que dice mucho del mismo antisemitismo, pero que no dicen más sobre Blanchot que lo que
dicen sobre Flaubert, sobre Baudelaire o sobre Kant sus declaraciones antisemitas”.
35. M. Surya, Georges Bataille, la mort à l’ œuvre. París, Séguier, 1987, p. 320: “La imposible
comunión de dos o de varios hombres, paradójicamente, es la única comunicable, es lo que,
veinte años después de la muerte de Bataille, Blanchot dice en términos –admirables– fieles a
los de su amigo”.
––––––––––
36. M. Surya, Georges Bataille, la mort à l’ œuvre. París, Gallimard, 2012, p. 363: “La imposi-
ble comunión de dos o de varios hombres, paradójicamente, es la única comunicable, es lo que,
veinte años después de la muerte de Bataille, Blanchot dice en términos admirables desde el
punto de vista de los motivos que animan tardíamente la obra de Blanchot; lo menos bataillea-
nos posible, pese a las apariencias –pese a que toman su autoridad de él”.
Marcelo Raffin
Universidad de Buenos Aires / CONICET
[email protected]
Resumen: Este artículo analiza el dispositivo de la prisión en su relación con los proble-
mas del surgimiento del “alma” o subjetividad moderna y de la producción de la verdad
en la investigación “Vigilar y castigar”. A tal fin, tomando como eje el análisis de la prisión
en esa investigación, se aboca a desarrollar la manera en que, en la visión de Foucault, se
plantea el surgimiento de la subjetividad moderna a partir de la especial relación entre
vida y cuerpo, así como la cuestión de la verdad como política de la verdad, indisoluble-
mente ligada a ella. El análisis que propongo conduce a inscribir esos desarrollos en el
marco más general tanto de las investigaciones genealógicas foucaulteanas sobre la pri-
sión y el dispositivo de sexualidad, de los años 1970, como en la perspectiva de la larga
duración de la “obra” completa del filósofo.
Palabras clave: prisión / subjetividad / verdad
Abstract: This article analyzes the device of the prison in its relationship with the problems of
the appearance of the modern “soul” or subjectivity and the production of truth in the research
“Discipline and punish”. To that end, considering the central role played by the analysis of the
prison in that research, it develops the way in which, in Foucault’s vision, the appearance of the
modern subjectivity is presented following the special relationship between life and body and the
question of truth as policy of truth, inextricably linked to it. This analysis leads to place these
developments in the general framework of the Foucauldian genealogical research works on the
prison and the device of sexuality of the 1970’s as well as in the perspective of the long term of
the complete “work” of the philosopher.
Keywords: prison / subjectivity / truth
––––––––––
* Este artículo retoma parte de los desarrollos de las siguientes intervenciones en foros académicos, que presenté
durante 2015, año de conmemoración de los cuarenta años de la publicación de Vigilar y castigar. Nacimiento
de la prisión: “Vida, política de la verdad e historia: derivas del proyecto “Vigilar y castigar” en la “obra” de Michel
Foucault”, conferencia que pronuncié en la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la Universidad
Nacional de San Juan (Argentina), organizada por el Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación y el
Instituto de Filosofía de esa universidad, el 26 de junio; “Implicancias de la inversión de un sintagma platónico:
el surgimiento del “alma” moderna en la investigación ‘Vigilar y castigar’”, en las Jornadas Internacionales
“Discurso y poder: Foucault, las ciencias sociales y lo jurídico”. A 40 años de la publicación de “Vigilar y cas-
tigar”, organizadas por la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), Remedios de Escalada, Provincia de Buenos
Aires, del 1° al 3 de julio de 2015; y Las cuestiones de la verdad y la subjetividad en el proyecto «Vigilar y castigar»”,
en el Coloquio Internacional Michel Foucault 2015 “Reinvenciones de Foucault”, organizado por los
Departamentos de Letras y de Derecho de la Pontifícia Universidade Católica do Rio de Janeiro (PUC-Rio), con
el auspicio del Collège International de Philosophie, Río de Janeiro, del 18 al 20 de agosto de 2015.
Recibido 10-11-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 79-94 – Aceptado 10-12-2015
Marcelo Raffin
Introducción
––––––––––
1. M. Foucault, “Punir est la chose la plus difficile qui soit”, en Dits et écrits 1954-1988, vol. IV:
1980-1988 (éd. ét. sous la dir. de D. Defert et F. Ewald avec la coll. de J. Lagrange), Paris,
Gallimard, 1994, n° 301, p. 208, publicada originariamente como entrevista con A. Spire con el
mismo título, en Témoignage chrétien, n° 1942, el 28 de septiembre de 1981, p. 30. La entrevis-
ta retoma algunas de las declaraciones que Foucault había hecho unos días antes en un artículo
publicado en el diario francés Libération a propósito del mismo tema. Cfr. M. Foucault, “Contre
les peines de substitution”, en Dits et écrits 1954-1988, v. 4 1980-1988, ed. cit., n° 300, pp. 205-
207, publicado originariamente con el mismo título en Libération, n° 108, el 18 de septiembre de
1981, p. 5. Toda vez que no se indique lo contrario, la traducción es propia.
––––––––––
2. Recuérdese que en francés, la expresión “âge classique” remite a ese periodo histórico, en
parte superpuesto a lo que en castellano se denomina el “periodo neoclásico” (en especial, en
términos artísticos) aunque la expresión en Foucault refiere también a lo que culturalmente se
denomina el barroco.
3. Cfr., en particular, “Derecho de muerte y poder sobre la vida”, capítulo V de La Voluntad de
saber, tomo I de Historia de la sexualidad, Defender la sociedad (“Il faut défendre la socié-
té”), curso del Collège de France de 1975-1976, y Seguridad, territorio, población, curso del
Collège de France de 1977-1978 (en particular, las tres primeras lecciones, de enero de 1978).
––––––––––
4. Cfr. M. Foucault, “La vérité et les formes juridiques” en: Dits et écrits 1954-1988, vol. II 1970-1975,
n° 139, ed. cit., p. 541. Allí Foucault afirma: “Las prácticas judiciales (la manera en que, entre los
hombres, se arbitran los daños y las responsabilidades, el modo en que, en la historia de Occidente,
se concibió y la definió la manera en que podían ser juzgados los hombres en función de los errores
que habían cometido, la manera en que se impone a determinados individuos la reparación de algu-
nas de sus acciones y el castigo de otras, todas esas reglas o, si ustedes quieren, todas esas prácticas
regulares, naturalmente, pero también modificadas sin cesar a lo largo de la historia) me parecen una
de las formas por las cuales nuestra sociedad definió tipos diferentes de subjetividad, formas de saber
y, en consecuencia, relaciones entre el hombre y la verdad que merecen ser estudiadas. Esta es pues
la visión general del tema que pretendo desarrollar: las formas jurídicas, y por consiguiente, su evo-
lución en el campo del derecho penal en tanto lugar de origen de un número determinado de for-
mas de verdad. Trataré de mostrarles cómo ciertas formas de verdad pueden ser definidas a partir
de la práctica penal”.
––––––––––
5. Para comprender mejor las nociones foucaulteanas sobre el poder y el saber en los términos
en los que las formula en este momento de su investigación, sería necesario leer en conjunto lo
que el filósofo afirma sobre estos conceptos en las dos grandes genealogías de los años 1970 y
en los cursos de La sociedad punitiva, El poder psiquiátrico, Los anormales y Defender la
sociedad. En todo caso, lo que expongo a continuación en el texto principal contempla los ele-
mentos básicos de esas nociones en todas las fuentes que acabo de mencionar puesto que, en
ellas, se repiten una serie de elementos que se van articulando entre sí.
––––––––––
6. Cfr. M. Foucault, Surveiller et punir, Paris, Gallimard, 1997, p. 36.
7. Cfr. M. Foucault, Les anormaux. Cours au Collège de France, 1974-1975, Paris,
Seuil/Gallimard, 1999. En la primera lección, del 8 de enero de 1975, Foucault afirma que pre-
tende estudiar “esta emergencia del poder de normalización, la manera como se formó, la
manera con la cual se instaló, sin que nunca se apoyase en una sola institución sino mediante
el juego que estableció entre diferentes instituciones, [que] extendió su soberanía en nuestra
sociedad”, ed. cit., p. 24.
vigilancia, sino también de la disciplina, para la cual será necesario crear los
patrones ideales a partir de los cuales se dirimirán las regiones de la norma-
lidad y la anormalidad. Así, surgirá la norma y el sujeto normal y el anormal.
Ahora bien, tal como lo subrayé, no podemos dejar de incluir en la concep-
ción de Vigilar y castigar, los objetivos políticos que también alimentaron la
obra (que no pueden, de todas formas, en mi opinión, desligarse del análisis
académico que propone Foucault). Hacia el final del primer capítulo,
Foucault los resume en el último párrafo, al señalar que ha sido sobre todo
la época presente la que le ha enseñado que los castigos en general y la pri-
sión corresponden a una tecnología política del cuerpo. Las rebeliones de
presos que se producen constantemente en el mundo en todas partes, tradu-
cen no solo una protesta y un reclamo contra las condiciones inhumanas del
internamiento (el frío, el hambre, el hacinamiento, los golpes, etc.), sino
también contra las prisiones “modelo”, los tranquilizantes, el aislamiento y
el servicio médico y educativo, en una palabra, contra el “cuerpo” mismo de
la prisión. Lo que está en juego en todas estas rebeliones, destaca Foucault,
es una protesta contra la materialidad de la prisión en tanto instrumento y
vector de poder. Pero junto a estas declaraciones, que explicitan una toma de
posición explícita de del filósofo respecto de la prisión, es necesario tener en
cuenta, tal como adelanté, la creación y el trabajo llevado a cabo por el Grupo
de Información sobre las Prisiones (GIP), fundado por Foucault en febrero
de 1971 junto al director de la revista Esprit, Jean-Marie Domenach, y al his-
toriador Pierre Vidal-Naquet, y del que participaron otros intelectuales fran-
ceses como Jean-Paul Sartre, Gilles Deleuze, Jean-Pierre Faye, pero también
periodistas, actores, trabajadores sociales, escritores, abogados, entre otros,
en el marco de la fuerte movilización en torno del encarcelamiento de mili-
tantes de izquierda en Francia8. La “toma de la palabra de mayo” de 1968,
según la célebre fórmula de Michel de Certeau, había guardado silencio res-
pecto de las prisiones. Pero, tal como señala Philippe Artières, las moviliza-
ciones de los años 1970 reparan, en parte, ese olvido y hacen de la institu-
ción penitenciaria y, más ampliamente, del ejercicio de la justicia, un objeto
de lucha y de debates, es decir, contribuyen a sacar a la luz una suerte de
––––––––––
8. Sobre este punto, Judith Revel explica que el nacimiento del GIP tiene lugar en un contexto doble:
“por un lado, durante el transcurso del año anterior, un cierto número de militantes de la Izquierda
Proletaria [IP] habían sido encarcelados luego de que la IP hubiera sido disuelta por el ministro del
interior Raymond Marcelin: los detenidos habían llevado adelante entonces dos huelgas de hambre
sucesivas para reclamar el estatuto de detenidos políticos y protestar contra sus condiciones de
detención y habían recibido el apoyo de intelectuales, profesores y estudiantes; por el otro, en el seno
de esta movilización, algunos toman conciencia de la necesidad más amplia de extender la movili-
zación sobre la información al conjunto de la población penitenciaria”, en J. Revel, “Groupe d’infor-
mation sur les prisons (GIP)”, Dictionnaire Foucault, Paris, Ellipses, 2008, pp. 64-65.
––––––––––
9. Cfr. Ph. Artières, A. Jaubert, y É. Kagan, Michel Foucault, une journée particulière, Lyon,
AEdelsa, 2004, p. 36.
10. M. Foucault, “Sur les prisons”, en Dits et écrits 1975-1988, vol. II, ed. cit., n° 87, p. 176,
publicado originariamente en J’accuse, n° 3, 15 de marzo de 1971, p. 26.
11. Cfr. J. Revel, “Groupe d’information...”, ed. cit., pp. 65-66.
12. Cfr. ibid., p. 67.
––––––––––
13. Cfr. M. Foucault, “La vérité et les formes juridiques”, ed. cit., p. 539.
14. Es aquí donde Foucault presenta su tesis de las formas de la verdad y de la subjetividad liga-
das a las formas jurídicas, que da título a las conferencias de 1973, ya mencionada: “Entre las
prácticas sociales en las que el análisis histórico permite localizar la emergencia de nuevas for-
mas de subjetividad, las prácticas jurídicas o, más precisamente, las prácticas judiciales, son las
más importantes”, ibid., p. 540.
15. M. Foucault, Surveiller et punir, ed. cit., p. 31.
––––––––––
16. Ibid., p. 38.
17. Cfr. idem.
18. Al explicar el funcionamiento del “panóptico” como figura de tecnología política, Foucault aclara
que el poder externo que a través de él se ejerce, puede aligerar su peso físico puesto que tiende a lo
incorpóreo y, sobre todo, “da al espíritu poder sobre el espíritu’”. Cfr. ibid., pp. 236 y 240. Agradezco
a Pablo Méndez el señalamiento de estas observaciones de su interpretación de Vigilar y castigar.
de 1973, donde, entre otras ideas, identifica la escritura como uno de los
requisitos indispensables de ese poder. De esta suerte, Foucault afirma que
a partir de los siglos XVII y XVIII, en los ejércitos, las escuelas, los centros de
aprendizaje, el sistema policial o judicial, etc., de las sociedades que analiza,
la escritura opera como una especie de “plasma gráfico” sobre los cuerpos,
los gestos, los comportamientos y los discursos, que los registra, los codifica
y los esquematiza, produciendo entonces una fuerte relación, directa y con-
tinua, entre la escritura y los cuerpos cuyo efecto será lo que puede denomi-
narse la “individualización esquemática y centralizada”19. También ese plas-
ma gráfico puede comprenderse, en mi opinión, en la línea de un sucedáneo
incorpóreo del cuerpo producido por los dispositivos disciplinarios.
Ahora bien, lo que está en juego en la correlación que Foucault instaura
entre prácticas sociales, dominios de saber y sujetos producidos, no es solo
la producción de la subjetividad, sino, además, de la verdad, o mejor dicho,
de una “política de la verdad”, que pone en cuestión fuertemente la idea
socrático-platónica de la verdad como única y excluyente. Retomando los
planteos desarrollados en la primera conferencia de La verdad y las formas
jurídicas, Foucault afirma que la verdad misma tiene una historia, desdobla-
da en dos: una historia interna y una historia externa o exterior. La primera
es la historia de una verdad que se corrige partiendo de sus propios princi-
pios de regulación, la historia de la verdad tal como se hace en o a partir de
la historia de las ciencias; la segunda refiere a los lugares en la sociedad (al
menos en la sociedad occidental) diferentes del ámbito de la ciencia propia-
mente dicha, donde se forma la verdad y se define cierto número de reglas
de juego a partir de las cuales vemos nacer ciertas formas de subjetividad,
ciertos dominios de objeto y ciertos tipos de saber20. Es aquí donde Foucault
plantea el cuestionamiento del concepto de origen-fuente (Ursprung) como
fundamento del conocimiento y de la verdad (como fundamento en sí tout
court, se podría decir) a partir de la noción nietzscheana de invención
(Erfindung) para desprender de ella la desaparición del sujeto soberano,
propio de la tradición de la filosofía moderna.
––––––––––
19. Cfr. M. Foucault, Le pouvoir psychiatrique. Cours au Collège de France, 1973-1974, Paris,
Gallimard/Seuil, 2003, pp. 50-51.
20. Cfr. M. Foucault, “La vérité et les formes juridiques”, ed. cit., p. 541.
Epílogo
Castigar es lo más difícil que hay. Es bueno que una sociedad como la
nuestra se plantee preguntas sobre todos los aspectos del castigo tal
como se practica en todas partes: en el ejército, en la escuela, en la
fábrica. […] Que algunos de los grandes problemas morales –como éste–
reaparezcan en el campo político, que actualmente se presente un nue-
vo y serio desafío de la moral a la política, me parece bien esta revancha
sobre todos los cinismos. Y me parece bien que estas cuestiones (lo
vimos con las prisiones, lo vimos con los inmigrantes, lo vimos con la
relación entre los sexos) se hayan planteado en una interferencia con-
tinua entre un trabajo intelectual y movimientos colectivos. Lo lamen-
to por aquellos que se quejan de no ver nada a su alrededor que valga
––––––––––
21. Cabe destacar, sin embargo, que Foucault se ocupó del problema de la verdad a lo largo de
toda su obra, desde sus primeras investigaciones. Me permito hacer esta aclaración con el fin
de que no se interprete que el filósofo “descubre” el problema de la verdad en los años 1970 o
durante sus últimos cursos (donde cobra particular relevancia), sino que el acento que pongo
en esos momentos responde a la explicitación que hace del problema de la verdad respecto de
sus investigaciones (pasadas y por venir).
la pena ser visto; están ciegos. Muchas cosas cambiaron desde hace
veinte años y allí donde es esencial que las cosas cambien: en el pensa-
miento, que es la manera con la que los humanos afrontan lo real.22
De este modo, creo que Foucault apunta al corazón mismo del problema,
ya no solo de la prisión, sino más bien del castigo y de la pena legal. Se tra-
ta, antes bien de una aporía, es decir, de un problema frente al cual nunca
podremos encontrar una solución que nos deje completa o definitivamente
satisfechos pero frente al que, de todas formas, debemos tomar posición, o
mejor dicho, que nos impulsa a tomar posición porque, de lo contrario, no
podríamos sostener una convivencia más o menos pacífica, en la que se pue-
da dominar hasta un punto tolerable, la violencia o se pueda alcanzar algún
grado de justicia. Por eso, dice Foucault, apostar a castigos y penas diferen-
tes a la pena de muerte o a la prisión, es comprometerse con un camino de
inquietud, es obligarse a permanecer alerta, es hacer de la penalidad un
lugar de reflexión incesante, de investigación y de experiencia, de transfor-
mación. Foucault refuerza estas ideas, al concluir, unos días antes, en el artí-
culo que publica en Libération, sobre la misma cuestión, que “es bueno, por
razones éticas y políticas, que la potencia que ejerce el derecho de castigar,
se inquiete siempre por este extraño poder y no se sienta nunca demasiado
segura de sí misma”23.
––––––––––
22. M. Foucault, “Punir est la chose la plus difficile qui soit”, ed. cit., p. 210.
23. M. Foucault, “Contre les peines de substitution”, ed. cit., p. 207.
PRÓLOGO
Entre las autoras que aquí nos reunimos hay poetas, filósofas, escritoras,
activistas, docentes, feministas y lesbianas (en variadas combinaciones).
Todas nosotras intentamos contribuir al desarrollo crítico y a la producción
de teorías y escrituras preocupadas por ampliar los límites de nuestra actua-
lidad contemporánea. Es este impulso, y el anhelo de construir un mundo
más hospitalario y menos injusto, el que motiva el presente número de la
revista. Y es justamente por ello que quiero agradecer a las autoras por sus
colaboraciones escriturales y teóricas. A ustedes me unen lazos de solidari-
dad, amistad y lucha que se fortalecen en este encuentro textual. Quiero
también expresar mi gratitud con Noelia Billi, quien ha compartido conmi-
go sus saberes, paciencia y experticia en la producción de un número mono-
gráfico, y a Mónica Cragnolini quien, una vez más, me ha abierto una posi-
bilidad de pensamiento y escritura.
Virginia Cano
Resumen: Este artículo busca explorar algunas de las poderosas conexiones que
pueden establecerse entre el pensamiento nietzscheano y la epistemología feminista,
específicamente en torno a las ideas de visión y conocimiento. En primer lugar, se
revisan los trabajos críticos de Sandra Harding y Donna Haraway sobre el objetivismo
científico, formulados en relación a las figuras de punto de vista y conocimiento
situado. En segundo lugar, a partir de la recuperación de algunos pasajes y fragmen-
tos de Nietzsche, se intenta construir una interpretación en la que la epistemología
feminista pueda ser pensada como perspectivista en términos nietzscheanos.
Palabras clave: Epistemología feminista / Perspectivismo / Haraway
Abstract: This article tries to explore some of the strong connections between nietzs-
chean perspectivism and feminist epistemology. Specially regarding the concepts of
vision and knowledge. First we will analyze the critical work of Sandra Harding and
Donna Hathaway regarding scientific objectivism, which have been formulated
making focus in the topics of the point of view and situated knowledges. Secondly we
will attempt to build, using some of Nietzsches’s passages and fragments, an inter-
pretation in which feminist epistemology could be considered as perspectivism in
Nietzsche’s terms.
Keywords: Feminist epistemology / Perspectivism / Haraway
––––––––––
1. Cfr. A. Oliva Portolés, La pregunta por el sujeto en la teoría feminista. El debate filosófico
actual., Madrid, Editorial Complutense, 2009, pp. 29-33.
Recibido 23-02-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 101-112 – Aceptado 3-6-15
Ma. Julieta Silva Massacese
––––––––––
2. P. Paton (ed.), Nietzsche, Feminism and Political Theory, New York, Routledge, 2015.
––––––––––
3. Cfr. E. Hosbawn, “Brujos y aprendices: las ciencias naturales” en: Historia del siglo XX,
Buenos Aires, Crítica, 3ª. reimpr. 1999, pp. 516–550.
––––––––––
4. Cfr. C. Hughes, Key concepts in feminism theory and research, Trowbridge, SAGE
Publications, 2002, pp. 160-161.
5. C. Adán, Feminismo y conocimiento, trad. I. A. Villamarín, A Coruña, Spiralia Ensayo, 2006, p. 129.
––––––––––
6. S. Harding, Whose Science? Whose Knowledge?, Ithaca, Cornell University Press, 1991, p. 123.
7. S. Harding, The “Racial” Economy of Science: Toward a Democratic Future, Bloomington,
Indiana University Press, 1993, p. 61, traducido y citado en Adán, C., Feminismo y conocimien-
to, ed. cit., p. 142.
––––––––––
8. C. Adán, Feminismo y conocimiento, ed. cit., pp. 142-144.
9. D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres: La reinvención de la naturaleza, trad. M. Talens,
Madrid, Ediciones Cátedra, 1995.
10. D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres..., trad. cit., p. 329.
11. Ibid., p. 335.
––––––––––
12. Ibid., p. 329
13. D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres..., trad. cit. pp. 323-324.
14. Ibid., p. 325.
riza por la desencarnación a través de una posición moral que busca borrar
sus rastros:
––––––––––
15. D. Haraway, Testigo_Modesto@Segundo_Milenio. HombreHembra©@_Conoce_Oncoratón®,
trad. H. Torres, Barcelona, Editorial UOC, 2004.
16. D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres..., trad. cit., p. 329.
17. Ibid., p. 321.
––––––––––
18. Ibid., p. 335.
19. Ibid., p. 328.
20. Ibid., p. 341.
Excursus nietzscheano
––––––––––
21. D. Haraway, Testigo_Modesto..., trad. cit., p. 55.
22. D. Conway, “Das Weib an Sich. The slave revolt in epistemology” en: P. Paton (ed.), ed. cit., p.144.
23. F. Nietzsche, Genealogía de la moral, trad. A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza editorial,
pp. 154-155.
24. F. Nietzsche, Genealogía de la moral, trad. cit., p. 199.
Sí, pienso eso de Nietzsche como estilista a quién amo; muy diferente
a mí, pero también alguien muy instructivo, como una cualidad de
ingenio. Muy diferente de la mía. La mía es mucho más cómica que la
de Nietzsche. Pero ese particular tipo de ironía en Nietzsche, ese par-
ticular tipo de ingenio, está absolutamente en el corazón de lo que está
haciendo. No es un vehículo, y pienso que lo mismo es más o menos
cierto para mí: el humor no es un vehículo.29
––––––––––
25. Ibid., pp. 154-155.
26. Ibid., p. 159.
27. F. Nietzsche, “Fragmentos Póstumos, Otoño de 1885-Otoño de 1886” en: Fragmentos pós-
tumos (1885-1889), Volumen IV, trad. J. L. Vermal y J.B. Llinares, Madrid, Tecnos, 2006, NF 2
[155], p. 124.
28. F. Nietzsche, “Fragmentos Póstumos, Final de 1886- Primavera de 1887:7 [54]” en:
Fragmentos póstumos..., trad. cit., fragmento 7 [60], p. 222.
29. J. Schneider, “Conversations with Donna Haraway” en: Donna Haraway, Live Theory,
London, Continuum, 2005, p. 143. Traducción propia.
no científicos y unos pocos filósofos que se lo creen todo”30. Puede que sea
el sentido del humor otra de las cosas que distancian a Haraway de Harding:
mientras en Harding aún permance algún anhelo de imparcialidad, fondo y
sustrato, Haraway lanza una risotada (nietzscheana) frente al anhelo de
pureza que se encuentra ya desestimado31.
––––––––––
30. D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres..., trad. cit., pp. 315-316.
31. “El tipo de feminismo de Haraway transmite una sensibilidad posmoderna en gran parte
porque ha abandonado la búsqueda de un punto de vista epistémicamente puro, fundacional-
mente inocente.” Traducción propia. D. Conway, “Das Weib an Sich. The slave revolt in episte-
mology” en: P. Paton (ed.), ed. cit.,
Malena Nijensohn
IIEGE (FFyL – UBA) y CINIG (UNLP)
[email protected]
Abstract: The paper analyse theoretical rapport from Nietzsche to Butler as well as
from Butler to Nietzsche, concerning the subject of the constitution of subjectivities.
To which extent can we say that Butler inherits the deconstruction of modern sub-
jectivity accomplished by Nietzsche? It is possible to genderize Nietzsche’s thinking,
by reading it in terms of Butler? And it is possible to think in something like
Nietzsche’s contributions to some of the problems considered by Butler? We first
develop the critic of the German philosopher to the modern notion of subjectivity;
secondly, we focus on Butler’s interpretation of that critic to introduce her concep-
tion of “performativity”; we finally dedicate to the examination of the link between
subjectivity and politics and whether the category of “subject” is still necessary to
address the possibility of agency and subversion set up by Butler.
Key words: subjectivity / feminism / politics
Recibido 20-02-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 113-126 – Aceptado 5-5-15
Malena Nijensohn
En el presente artículo nos proponemos analizar los lazos teóricos que se pue-
den trazar tanto de Nietzsche a Butler como Butler a Nietzsche1, en lo concer-
niente a la temática de la constitución de subjetividades o, en palabras nietzs-
cheanas, sobre “cómo se llegar a ser lo que se es”. Las preguntas que guían la
investigación son las siguientes: ¿en qué medida podemos decir que Butler es
heredera de la deconstrucción de la subjetividad moderna efectuada por
Nietzsche? ¿Es posible generizar el pensamiento nietzscheano, leyéndolo en
clave butleriana? ¿Y es posible pensar en algo así como los aportes nietzschea-
nos a ciertas problemáticas planteadas por la obra de Butler? Para abordar estas
cuestiones, el trabajo se divide en tres secciones: en primer lugar, desarrollamos
la crítica del filósofo alemán a la noción moderna de subjetividad y dejamos
establecida su noción de “máscara” como “ficción provisoria”; en segundo
lugar, nos abocamos a la interpretación butleriana de dicha crítica para introdu-
cir su concepción de “performatividad”; finalmente, en un tercer momento,
nos dedicamos a examinar el vínculo entre subjetividad y política, en particular,
las consecuencias políticas que se siguen de la “Muerte del Sujeto” así como la
pregunta por la necesidad –o no– de tal categoría para abordar la posibilidad de
la agencia y la subversión planteada por la propia Butler.
––––––––––
1. Cfr. V. Cano, “No se nace lesbiana, se llega a serlo: (Re)escrituras del contrato social”, Labrys.
Estudos feministas, N° 19 Brasil, Enero/Junio 2011: “Tanto el filósofo alemán como Foucault y
Butler se enmarcan en lo que podríamos denominar una ‘política del ser como interpretación’.
En estas coordenadas político-metafísicas se asentarán hospitalariamente sus distintas propues-
tas filosóficas, rescatando como vía de liberación, resistencia o subversión, la labor genealógica
a partir de la cual es posible desnaturalizar aquellas categorías y conceptos que organizan bio-
políticamente nuestra existencia.”
Aquí aparecen dos cuestiones conjugadas sobre las que querríamos repa-
rar. En primer lugar, una necesidad humana de que haya algo estático y per-
manente que opere como sustrato del movimiento. Se separa una sustancia
metafísica, considerada como aquello que no experimenta el cambio ni el
movimiento, como algo sostenible en el tiempo, de todo aquello que es pro-
ceso y, por lo tanto, sí se modifica. Al separar al agente de su hacer, se pos-
tula al primero como previo a sus acciones e independiente de las mismas
(en el sentido de que no es, en lo sustancial, modificado por ellas, puesto que
permanece como el sustrato que da lugar a dichas acciones). En segundo
lugar, hallamos un lenguaje que opera con categorías solidarias con tal
esquema al distinguir entre un sujeto y algo que se predica de dicho sujeto.
Se fija la creencia en «la causa y el efecto» puesto que se considera que el
agente es la causa de su accionar. El lenguaje da forma a esta distinción al
diferenciar en los juicios un sujeto y un predicado o, en otras palabras, una
causa y un efecto. Este lenguaje nos lleva a interpretar psicológicamente los
sucesos de modo tal que busquemos intenciones en todas las acciones, pues
no podemos concebir una acción que no sea el resultado de una intención y
de la voluntad de un agente. Así se funda la creencia en que todo hacer es
la consecuencia de nuestra voluntad y que el «yo» funciona siempre como la
causa de nuestras acciones3. Finalmente, el agente concebido como causa se
transforma en el concepto de «sujeto».
En este sentido, para Nietzsche, el sujeto es concebido como el hypokhéi-
menon, i.e. como el centro unificador sustancial de pluralidades accidenta-
les que conviven en la subjetividad sin verse comprometido él mismo en la
multiplicidad del cambio. Las diversas acciones quedan subsumidas a un
único sustrato, a la vez que son remitidas a un polo unitivo y el sujeto pier-
de de este modo su carácter deviniente.
––––––––––
2. F. Nietzsche, NF 1885-1887, 2[139], Sämtliche Werke. Kritische Studienausgabe in 15
Bänden, Herausgegeben von G. Colli und M. Montinari, Berlin/New York, Deutscher
Taschenbuch Verlag und Walter de Gruyter, 1999 (en adelante: KSA).12, p. 136, trad.
Fragmentos Póstumos, Volumen IV (1885-1889), ed. D. Sánchez Meca, trad. J. L. Vermal y J. B.
Llinares, Madrid, Tecnos, 2006, p. 120.
3. Ibid., 9 [98], p. 391, trad. cit, p. 264: “Los postulados lógico-metafísicos, la creencia en la
substancia, el accidente, el atributo, etc. tiene su fuerza de persuasión en el hábito de conside-
rar todo nuestro hacer como consecuencia de nuestra voluntad: ¿de manera tal que el yo, como
substancia, no entra en la multiplicidad del cambio? ¿Pero la voluntad no existe?”
Este dualismo entre sustrato y accidentes puede ser pensado como la cla-
ve para comprender la interpretación occidental de la corporalidad y el dua-
lismo razón-cuerpo. La Razón ha sido concebida como unitaria y universal
mientras que los cuerpos, plurales y múltiples, han sido pensados como el
lugar de la finitud, del devenir y de la caducidad, el locus donde radica nues-
tra heteronomía y nuestra falta de libertad. En este sentido, las interpreta-
ciones decadentes han devaluado el lugar de lo sensible y han priorizado lo
racional. De allí que hayan considerado la voz unitaria de la conciencia como
el sustrato bajo el cual quedan subsumidos los accidentes de la corporalidad.
Dicho dualismo es fuertemente criticado por Nietzsche. En contraposición
a las reflexiones que postulan que somos alma y cuerpo, nuestro filósofo sos-
tiene que somos íntegramente cuerpo y que el alma es solamente una pala-
bra para designar algo en el cuerpo.
––––––––––
4. F. Nietzsche, Za, “Von den Verächtern des Leibes”, KSA 4, p. 39, trad. Así habló Zaratustra,
trad. A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 2006, p. 64.
5. Ibid., p. 40, trad. cit., p. 65.
6. Cfr. V. Cano, “La crítica nietzscheana al dualismo: el cuerpo como ‘centro de gravedad’”, en F.
Luna, V. Cano y J. Ferreyra, Antropología Filosófica II, Ficha de cátedra, Buenos Aires,
Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras –UBA, 2008, pp. 21-39: “En este sentido, cuerpo
y yo, cuerpo y razón, cuerpo y espíritu, ya no comportan un dualismo u oposición sino que pasan a
ser comprendidos en términos de una unidad. Es el cuerpo, como gran razón, el que en su confi-
guración de fuerzas vehiculiza la aparición del yo, el espíritu o el alma. Desde esta perspectiva, el
yo no es distinto del cuerpo, sino uno de los modos de cristalizarse de dicha corporalidad.”
116
Política y feminismo o sobre cómo se llega a ser lo que (no) se es.
Tal como señala Wolfgang Müller-Lauter, “[e]n realidad no hay nada fijo,
nada constante, sino solo el flujo del incesante devenir y descomposición”10;
sin embargo, “nos encontramos ya siempre en una realidad “lógicamente”
ordenada. […] El que la lógica sea inadecuada con respecto a la realidad de
ningún modo la hace dispensable”11. La creación de los conceptos «sujeto»,
«yo», etc., es necesaria. Esto no significa, nos advierte Nietzsche, que seamos
capaces de fijar un mundo verdadero o que dichos conceptos representen
sustancias existentes por sí mismas. Muy por el contrario, significa que sólo
creando un mundo simplificado, en el que podamos subsumir ciertas dife-
rencias bajo un concepto, es posible nuestra existencia. De no ser capaces de
hacer esto, nos convertiríamos en aquel memorioso personaje borgeano que
todo lo recuerda12, en seres incapaces de abstraer y de pensar, más aún, en
seres incapaces de vivir.
––––––––––
7. Cfr. F. Nietzsche, NF 1885-1887, 9[108], p. 398, trad. cit, p. 268: “El «sujeto» es ciertamente
sólo una ficción.”
8. Ibid., 1[87], p. 32, trad. cit., p. 57: “El «yo» (¡que no es idéntico a la administración unitaria
de nuestro ser!) sólo es en realidad una síntesis conceptual.”
9. M. Cragnolini, “La constitución de la subjetividad en Nietzsche. Metáforas de la identidad”
en: Moradas Nietzscheanas. Del sí mismo, del otro y del “entre”, Buenos Aires, La Cebra, 2006,
p. 30.
10. W. Müller-Lauter, “Apparent Contradictions and Real Contradictions of the Will to Power”
en: Nietzsche. His philosophy of Contradictions and the Contradictions of His Philosophy,
trad. del alemán D. J. Parent, USA, University of Illinois Press, 1971, p. 8 (la traducción es mía).
11. Ibid., p. 9 (la traducción es mía).
12. Nos referimos, naturalmente, a Funes el memorioso, a quien “[n]o solo le costaba compren-
der que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y
diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo
nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente). Su propia cara en el espejo, sus pro-
pias manos, lo sorprendían cada vez.” (J. L. Borges, “Funes el memorioso” en: Artificios, en:
Obras completas 1923-1972, Buenos Aires, Emecé, 1974, p. 490).
––––––––––
13. F. Nietzsche, NF 1885-1887, 6 [11], p. 237, trad. cit., p. 181.
14. Cfr. M. Cragnolini, Nietzsche. Camino y demora, Buenos aires, EUDEBA, 1998, p. 79: “[…]
Nietzsche no está rechazando el carácter racional de las categorías, es más, lo está justificando
en virtud de nuestra necesidad de orden y seguridad. Lo que Nietzsche rechaza es el olvido del
origen, porque este olvido es el que permite generar un mundo trascendente y absolutizar lo que
sólo es una necesidad, transformando a la razón en una facultad cuyas raíces se nutren en ese
suelo metafísico antes mencionado. Lo que hay que recordar es que, si el mundo se nos apare-
ce como lógico, es porque lo hemos ‘logicizado’.”
––––––––––
15. Cfr. L. Sabsay, “Políticas de lo performativo: lenguaje, teoría queer y subjetividad” en: III
Jornadas de Jóvenes investigadores. Instituto Gino Germani, FSOC, Buenos Aires, 29 y 30 de
Septiembre de 2005: “Su posición [la de Butler], en cambio, es que la identidad de la persona,
el núcleo de la subjetividad está ya atravesado por el género. En otras palabras, que el género es
constitutivo de la categoría de subjetividad, ya que alineado con el sexo, da pautas de coheren-
cia y continuidad que son definitorias de la categoría de persona, y de sujeto […]”
16. J. Butler, El género en disputa, trad. M. A. Muñoz, Barcelona, Paidós, 2007, p. 71.
17. Ibid., p. 72.
18. Cfr. A. Rich, “La heterosexualidad obligatoria y la existencia lesbiana” en: Marysa Navarro
y Catherine Stimpson (comp.), Sexualidad, género y roles, Buenos Aires, F.C.E., 1999, pp. 159-
210. Allí la autora ya utiliza la noción de “heterosexualidad obligatoria” para referirse a una ins-
titución social que determina la heterosexualidad no como una decisión libre por parte de los
sujetos, sino como una normativa impuesta. Butler es heredera de estos planteos, así como de
los de su precursora M. Wittig, según la cual la heterosexualidad constituye un pacto social que
rige la explotación y opresión de las mujeres. Cfr. M. Wittig, El pensamiento heterosexual y
otros ensayos, trad. J. Sáez y P. Vidarte, Madrid, Egales, 2010.
entre sexo, género, y deseo. Este régimen forja sujetos cuyas identidades se
construyen a partir de un “dato” aparentemente biológico (dimorfismo sexual:
la genitalidad pensada en términos del par dicotómico macho-hembra) que
determinaría nuestro género (bajo el esquema binario: o bien masculino, o
bien femenino) y nuestra orientación sexual (bajo la norma de complementa-
riedad del sexo opuesto). Al mismo tiempo, este régimen considera que, en la
dirección contraria, el deseo y las prácticas son la expresión del género, y el
género es la expresión del sexo. Sin embargo, esta matriz de inteligibilidad,
aunque pretenda autofundamentarse como natural, no lo es. En primer lugar
es imposible considerar lo biológico en sí mismo, independientemente de la
interpretación genérica (como si la continuidad entre sexo, género y deseo
estuviera dada naturalmente). Es la matriz cultural la que determina la inteli-
gibilidad de las identidades de género, establece qué tipos de “identidades”
pueden existir, aquellas en las cuales hallamos continuidad, y qué tipo de
“identidades” no deben existir, aquellas en las que el género no se desarrolla
como una consecuencia del sexo, o bien en las que el deseo y sus prácticas no
mantienen una relación de expresión con el sexo ni el género.
Correlativamente, nos encontramos con seres “incoherentes” y “discontinuos”
que dislocan y trastocan las normas de género. Lo curioso entonces con res-
pecto a aquellas “identidades discontinuas e incoherentes” que no pueden
existir es que, si bien son prohibidas por la matriz de inteligibilidad, son a un
tiempo creadas por aquellas mismas leyes, pues sólo se pueden concebir en
relación a las reglas de continuidad y coherencia. Las vidas que quedan por
fuera de este ideal regulativo resultan ininteligibles (o menos inteligibles) y son
consideradas como “no humanas”, “deshumanizadas” (o “menos humanas”)
en contraposición a las “vidas humanas”, es decir, a aquellas que responden a
los ideales regulatorios. La norma produce de este modo tanto su adentro
como su afuera, y el afuera es constitutivo del adentro. Dicho de otro modo, el
campo de lo deshumanizado es aquello contra lo cual se conforma lo humano.
Ahora bien, si las identidades sexo-generizadas no son algo dado natural-
mente, sino que son constituidas culturalmente por una matriz de inteligibi-
lidad, ¿cómo es que dicha matriz constituye las subjetividades? El género, si
no es una expresión natural del sexo, ¿qué es?
b. El género es performativo
Hemos arribado en el apartado anterior a la conclusión de que el género
no es natural, sino que es producido por la matriz de inteligibilidad hetero-
normativa. Como dirá Butler, el género resulta ser performativo19, en la
medida en que produce la identidad que se supone que es.
––––––––––
19 Butler retoma la noción de “performatividad” lingüística de dos autores: el primero es John
L. Austin, quien en unas conferencias publicadas bajo el título Cómo hacer cosas con palabras
––––––––––
desarrolla las tesis inaugurales en torno a la idea que aquí nos ocupa, y el segundo es Jacques
Derrida, quien retoma los análisis austinianos para proponer una reformulación del concepto
de “performatividad”. No nos detenemos en el trazado de estas herencias sino que nos aboca-
mos directamente a la concepción que Butler desarrolla del concepto. 20. J. Butler, El género
en disputa, trad. cit., p. 84.
21. Ibid., p. 85.
22. Cfr. M. L. Femenías, Judith Butler: Introducción a su lectura, Buenos Aires, Catálogos,
2003, p. 51: “En efecto, para ella el sexo-género es un producto (lo producido), una parodia.
No debe ser ni descriptivo, ni expresivo, ni prescriptivo. Tampoco debe beneficiarse del supues-
to de estabilidad de lo natural. Butler prefiere, en consecuencia, definir la sexualidad y el sexo
en términos culturales, invirtiendo el orden habitual en que se entiende la causalidad. Para ella,
las construcciones (narrativas) genéricas constituyen los sexos y no a la inversa. En palabras de
Foucault, la función determina el sexo y no a la inversa. Por tanto, no hay identidad de género
por debajo de las expresiones performativas de género”.
––––––––––
23. En la línea foucaultiana, pero agregando la tecnología propia del género, Butler sostiene que,
puesto que el género no preexiste a la reglamentación, regular el género no consiste simplemen-
te en someterlo a la fuerza exterior de un reglamento, sino que el género tiene que ser com-
prendido en términos de las normas que son incorporadas en cualquier actor social. La norma
opera como un principio de normalización de la práctica social y en ese sentido aparece siem-
pre de forma implícita.
24. Consideramos menester aclarar que, si bien en cada iteración se abre un espacio de resig-
nificación, esto no significa sin embargo que en cada citación de la norma se la esté subvirtien-
do. Muy por el contrario, la mayoría de las veces la reforzamos. Lo que quisiéramos señalar es
que es la estructura misma de la iteración la que ofrece la posibilidad de su propia modifica-
ción, sin que esto acontezca fácticamente en la mayoría de los casos.
25. J. Butler, Cuerpos que importan, trad. A. Bixio, Buenos Aires, Paidós, 2010, p. 29.
––––––––––
26. Cfr. M. L. Femenías, Judith Butler: Introducción a su lectura, ed. cit., p. 84: “En Butler, por
su parte, la repetición se da estilizada como actos en el tiempo que admiten la posibilidad de
ruptura o repetición subversiva del estilo. De este modo, abren la posibilidad de transformar el
género y de cuestionar su estatuto cosificado. Tales actuaciones no replican la economía mas-
culina de la identidad, sino que producen desvíos e inadvertidamente movilizan posibilidades
de sujetos que no sólo exceden los límites de inteligibilidad cultural sino que los expanden”.
27. J. Butler, Cuerpos que importan, trad. cit., p. 28.
28. J. Butler, El género en disputa, trad. cit., p. 47.
Así, lo que Butler muestra es que no hay un sujeto “mujer” previo a la ley,
que espera ser representado por ella. Al contrario, como hemos demostrado
a lo largo de todo el artículo, es la ley misma la que produce sus sujetos. El
término “mujer” no estaría indicando una base universal que se funda en
una identidad universal. Aquí surge entonces la pregunta acerca de la nece-
sidad de construir un sujeto del feminismo. Para Butler es necesario liberar
a la teoría feminista de la obligación de construir una base única o constan-
te, dado que si se la funda sobre la noción reificada de “mujer” como sujeto,
se debilitan sus propios objetivos29.
En una entrevista realizada por Patrícia Soley-Beltran y Paul B. Preciado
que se titula “Abrir posibilidades. Una Conversación con Judith Butler”,
Butler señala que a pesar de que se la considere una post-feminista, ella cree
que su pensamiento y sus compromisos son todavía feministas. Si bien efec-
túa una crítica al feminismo de la identidad, pues no considera que el géne-
ro sea una serie de significados estables o naturales sino un producto de cier-
tas prácticas que puede ser alterado, no por ello deja de estar interesada en
los modos de afiliación y alianza o, más aún, en la agencia feminista.
Para Butler es necesario mantener el movimiento feminista en lucha, dado
que todavía quedan muchas desigualdades en términos de acceso económi-
co, de problemáticas sociales y de derechos otorgados. Sin embargo, cuando
le preguntan por el sujeto del feminismo, responde que para que el feminis-
mo prospere debe dejar de preguntarse por el sujeto. Aunque se pueda tener
un programa político fuerte a favor de la igualdad de género, el feminismo
debe incorporar, a sus ojos, las demandas de, por ejemplo, los movimientos
transgénero o la teoría queer.
––––––––––
29. Cfr. M. L. Femenías, Sobre sujeto y género. (Re)Lecturas feministas desde Beauvoir a
Butler, Rosario, Prehistoria Ediciones, 2012, p. 119: “El supuesto de un sujeto estable y univer-
sal del feminismo, inevitablemente normativizado, genera –a juicio de Butler- múltiples exclu-
siones, al punto de que enfrenta a las mujeres con el feminismo que dice representarlas.”
30. J. Butler, “Abrir posibilidades. Una conversación con Judith Butler”, entrevista realizada por P.
Soley-Bertran y B. Preciado, Lectora, Nº 13, pp. 217-239. ISSN: 1136-5781 D.L. 395-1995, p. 220.
––––––––––
31. Utilizamos aquí el concepto de “subjetividad” para tomar distancia de la concepción moder-
na del “sujeto”. Para la noción moderna de sujeto, ver: M. Heidegger, “La época de la imagen
del mundo” en: Caminos de Bosque, trad. H. Cortés y A. Leyte, Madrid, Alianza, 2005, pp. 63-
90. La noción de “subjetividad” nos permite corrernos de la metafísica de la sustancia para ubi-
carnos en una ontología tensionante que concibe a los sujetos como constructos que están a su
vez determinados por las condiciones en las que son producidos.
Renata Prati
FFyL, UBA (Argentina)
[email protected]
Abstract: The goal of this article is to reflect upon the connections between decons-
truction and feminism. There are no clear or fixed starting points, nor a predefined
corpus of texts to work on in this investigation. This is both the weakness and the
strength of deconstruction and feminism: their changing, volatile, diffused character.
I have chosen to focus on those texts Derrida has written in collaboration or in dia-
logue with female writers, philosophers and thinkers. On this textual basis, I shall
inquire into whether it is possible to speak of both feminist and Derridean ethics and
politics, if there is, there was, or there can be an enriching exchange between both of
these realms of thought and praxis that can help us politically understand our time.
Key Words: deconstruction / feminism / otherness / politics
Recibido 15-03-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 127-139 – Aceptado 25-07-15
Renata Prati
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1. J. Derrida en C. de Peretti, “Entrevista a Jacques Derrida”, Política y Sociedad, n°3, Madrid,
1989, p. 106.
2. B. Peeters, Derrida, trad. G. Villalba, Buenos Aires, F.C.E., p. 509.
este caso, a la mujer, de los límites trazados entre uno y otro género. A la vez,
sería un error grave identificar a la deconstrucción con un mero movimien-
to crítico y destructivo: el movimiento afirmativo, quizás más ligado al amor,
es tan importante como el movimiento destructivo, solicitador; se sostiene
en la afirmación del otro en tanto otro, y en ese sentido podemos decir que
“la deconstrucción ‘se sostiene’ en la afirmatividad del amor”3. También apa-
rece en los textos derridianos la posibilidad de considerar positivamente la
despersonalización o la neutralización operada por la de-sujeción de los
poderes, en un movimiento quizás de revalorización de lo que la tradición
había rechazado. Podemos adelantar, en esta dirección, que las figuras posi-
tivas propuestas por Derrida tienen que ver sobre todo con la multiplicidad
y el movimiento: mientras que la sujeción del falogocentrismo se definía por
la estabilización de un solo lugar para la mujer o para el varón, una decons-
trucción y desujeción de estos poderes sucede cuando los lugares se mueven,
las voces se confunden, se vuelven plurales, cuando los límites estancos
entre los sexos se vuelven porosos, móviles.
Creo, de todas maneras, que es posible acercar estas dos vertientes, reunir-
las en un mismo espacio semántico, el campo semántico del lugar: esto es,
una conceptualización de la política como una lucha ante todo topológica,
una cuestión de espaciamiento, de desplazamientos y de viajes. Este punto
de vista permite reunir tanto la desestabilización de las identidades como la
recreación de las mismas, la alteración como afán deconstructivo con la pre-
ocupación ética por la venida o la invención de la alteridad. Es importante
enfatizar, por lo demás, que no sólo se trata de que sea posible reunir estas
dos posibles lecturas, sino que es necesario reunirlas, pensarlas juntas para
entender más cabalmente la propuesta o el deseo de la deconstrucción:
“tener lugar allí donde no tiene lugar, allí donde el lugar no es ni natural ni
originario ni dado”4. Que haya, sí, lugar para la mujer, pero que ese lugar ya
no sea, no pueda ser, ni natural ni originario ni dado, que ya no sea su úni-
co lugar, que tener lugar no excluya cambiar de lugar y cambiar los lugares.
La esperanza que anima entonces este trabajo es que una lectura conjun-
ta, en diálogo, de deconstrucción y feminismo permita enriquecer nuestra
comprensión no sólo de su relación, sino también de una y de otro.
Permitiría, en el caso de la deconstrucción, superar la división en el trabajo
derridiano ocasionada por la postulación de un supuesto giro ético y político
y, en el caso del feminismo, permitiría quizás encontrar puntos en común,
posibilidades de diálogo, entre dos amplias tradiciones en disputa que pode-
––––––––––
3. M. B. Cragnolini, “Prólogo. Por amor a Derrida” en: M. B. Cragnolini (comp.), Por amor a
Derrida, Buenos Aires, La Cebra, p. 7.
4. J. Derrida, “El derecho a la filosofía desde el punto de vista cosmopolita”, trad. P. Vidarte,
Endóxa, n°12, vol. 2, Madrid, 1999, p. 177.
1. Alteración
––––––––––
5. S. Agacinski, La metafísica de los sexos. Masculino/femenino en las fuentes del cristianismo,
trad. E. del Amo, Madrid, Akal, 2007, p. 7.
––––––––––
6. J. Butler, “Actos performativos y constitución del género”, trad. M. Lourties, Debate feminis-
ta, n° 18, pp. 296-314, México, 1998.
7. Ibid., p. 314.
––––––––––
8. J. Derrida, Espolones. Los estilos de Nietzsche, Madrid, Pre-textos, 1977, p. 38.
9. J. Derrida y C. V. McDonald, “Coreografías”, Lectora, n° 14, 2008, p. 159.
10. Idem.
11. Cfr. C. Malabou, “El sentido de lo femenino: sobre la admiración y la diferencia sexual”,
Lectora, n° 15, 2009, pp. 281-299.
12. G. Bennington, “Derridabase” en: G. Bennington y J. Derrida, Jacques Derrida, trad. M. L.
Rodríguez Tapia, Madrid, Cátedra, 2004, p. 225.
13. J. Derrida y C. V. McDonald, “Coreografías”, trad. cit., p. 160.
intente detener la historia, el tiempo sigue siendo siempre aquello que pasa;
por más que se logren condensaciones más resistentes, congelamientos más
duraderos en las relaciones de poder, éstas siguen siendo relaciones, y como
tales, son esencialmente inestables.
2. Alteridad
––––––––––
14. Idem., p. 161.
15. C. Malabou, “The parting of ways. Drift, arrival, catastrophe” en: C. Malabou y J. Derrida,
Counterpath. Traveling with Jacques Derrida, trad. D. Wills, California, Stanford University
Press, p. 2. La traducción al español es mía.
16. C. Malabou, op. cit., p. 4
––––––––––
17. J. Derrida, “Corrrespondence. Letters and Postcards (Extracts)” en: Counterpath. Traveling
with Jacques Derrida, op. cit., p. 36.
18. J. Derrida y E. Roudinesco, Y mañana, qué..., trad. V. Goldstein, Buenos Aires, F.C.E., 2002, p. 95.
19. J. Derrida, “Fourmis” en: A. Aneja et al., Lectures de la différence sexuelle Textes réunis et
présentés par Mara Negrón, París, Des Femmes, 1994, p. 98. La traducción es mía.
20. H. Cixous, “Sorties”, citada en: H. Cixous y J. Derrida, Lengua por venir/Langue à venir.
Seminario de Barcelona, ed. y trad. M. Segarra, Barcelona, Icaria, 2004, p. 28.
––––––––––
21. J. Derrida en: ibid., p. 103
22. J. Derrida en: J. Derrida y E. Roudinesco, Y mañana, qué..., trad. cit. p. 79.
23. H. Cixous en: Lengua por venir, trad. cit., p. 109.
24. H. Cixous, El amor del lobo y otros remordimientos, trad. M. Serrat Crespo, Madrid, Arena,
2009, pp. 23-24.
3. Posición
Cuando hablo de política como una cuestión topológica pretendo que esa
conceptualización me ayude a entender en qué sentido la deconstrucción
puede ser política, cómo se puede concebir la política y especialmente la
política feminista, pero no me refiero a una topología entendida en la direc-
ción de la territorialidad. Hablo de lugares no sólo en el sentido de lugares
materiales, de coordenadas geográficas, de tierras y raíces (aunque también
está presente ese sentido en la medida en que somos seres encarnados y
nuestro cuerpo ocupa un lugar). No me limito a este sentido de lugar, pues-
to que implicaría una vuelta hacia una política estrecha, fija, atada a un terri-
torio, una identidad, una cultura, una nacionalidad, en definitiva, sería una
––––––––––
25. J. Derrida, Politicas de la amistad, seguido de El oído de Heidegger, trad. P. Peñalver y F.
Vidarte, Madrid, Trotta, p. 143.
26. J. Derrida en: Lengua por venir, trad. cit., p. 104.
––––––––––
27. J. Derrida en: J. Derrida y E. Roudinesco, Y mañana qué..., trad. cit., p. 31.
28. A. Berger, “Sexuar las diferancias”, Lectora, n° 14, 2008, p. 175.
29. Idem.
30. J. Limón, bailarín y coreógrafo estadounidense.
cos, impersonales, que exceden lo que cada uno puede esperar de sus accio-
nes– desde un sentido renovado de responsabilidad, desde una ética que se
haga cargo de la vulnerabilidad. Esta vulnerabilidad está dada y es insupri-
mible, desde que somos seres encarnados y expuestos a nuestra propias con-
tradicciones e inestabilidades, a ser interpelados por la alteridad, a ser inva-
didos en la misma seguridad de nuestro hogar más propio. Toda casa tiene
puertas y ventanas, y toda hospitalidad limitada, jurídica, económica, es sus-
ceptible de ser desestabilizada e incluso forzada.
4. Habitabilidad
––––––––––
31. A. Ronell, citada en: B. Peeters, Derrida, trad. cit., p. 546.
––––––––––
32. J. Derrida y C. V. McDonald, “Coreografías”, trad. cit., p. 163.
33. J. Derrida y C. Paoletti, “A corazón abierto”, trad. C. de Peretti y F. Vidarte, edición digital
de Derrida en castellano. Disponible en www.jacquesderrida.com.ar (Fecha de consulta:
12/08/2012)
Gabriela Balcarce
(UBA/CONICET)
[email protected]
Abstract: In the present paper we focus on the analysis of three figures, namely, the
writing-women, the animal-woman and the machine-women as keys for the decons-
truction of our phallocentric and humanist practices and discourses. The woman
here is another of the figures of otherness that destabilize the coded field of dichoto-
mous differences and dismantles the Platonic hierarchy inherited in the West: wri-
ting as supplement of Logos or Verb (as opposed to logocentrism), animality as a
counterpart to the Cartesian subjectum, and the cyborg as a hybrid that pollutes the
distinction Nature-Technique.
Key words: deconstruction / writing-woman / animal-woman / machine-woman
––––––––––
1. J. Derrida, Seminario La bestia y el soberano, vol. I, Clase I, Buenos Aires, Manantial, 2010, p.36.
Recibido 21-02-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 141-150 – Aceptado 21-07-15
Gabriela Balcarce
Introducción
––––––––––
2. G. Spivak, “El desplazamiento del discurso de la mujer”, Debate feminista, Vol. 9, marzo 1994, p.150.
3. G. W. F. Hegel, Principios de la Filosofía del Derecho, Buenos Aires, Sudamericana, 2004, p.32.
4. J. Derrida, Espolones, Valencia, Pre-textos, 1981, p.34.
5. J. Derrida, De la Gramatología, México, Siglo XXI, 1985, p.10.
Mujer-escritura
Promiscuidad peligrosa, nefasta complicidad entre el
reflejo y lo reflejado que se deja narcicísticamente
seducir. En este juego de la representación el punto de
origen se vuelve inasible […]. No hay un origen simple.
Puesto que lo que es reflejado se desdobla en sí mismo y
no sólo porque se le adicione su imagen.
J. Derrida, De la gramatología6
––––––––––
6. J. Derrida, De la gramatología, ed. cit., p.48.
7. J. Derrida, De la gramatología, ed.cit., p.46
8. Ibid.
9. F. Rosenzweig, La estrella de la redención, Sígueme, Salamanca, 1997, pp.146-7.
––––––––––
10. J. Derrida, De la gramatología, ed. cit., p.46.
11. Cf. J. Derrida, De la gramatología, ed. cit., p.81 y ss.
12. “La huella es, en efecto, el origen absoluto del sentido en general. Lo cual equivale a decir que
no hay origen absoluto del sentido en general” (J. Derrida, De la Gramatología, ed. cit., p.84).
13. J. Derrida, De la gramatología, ed.cit., p.46.
Mujer-animal
Si hay que mantenerse a distancia de la operación feme-
nina (de la actio in distans), lo que no se resuelve con
una apropiación simplemente […], es porque “la mujer”
quizás no sea nada, la identidad determinable de una
figura que se anuncia a distancia, a distancia de otra cosa,
y susceptible de alejamientos y aproximaciones. Quizás,
como no-identidad, no-figura, simulacro, el abismo de la
distancia, el distanciamiento de la distancia, el corte del
espaciamiento, la distancia misma si además pudiera
decirse, lo que es imposible, la distancia ella misma.
J. Derrida, Espolones16
––––––––––
14. Clausura del saber tanto en lo que concierne a una dialéctica del saber, donde habría un esta-
dio final de superación –Aufhebung pero también Überwindung-. El saber se clausura en la auto-
conciencia, en el espíritu absoluto, en la filosofía hegeliana, en el Estado Prusiano. Pero también
clausura en el sentido de totalidad del saber, hegemonía del saber. Clausura de lo otro. “...el porve-
nir sólo puede anticiparse bajo la forma del peligro absoluto...” (De la Gramatología, ed. cit., p.10).
15. J. Derrida, La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989, nota al pie n° 80, p.210.
16. Cf. E. Lévinas, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad, Valencia, Sígueme, 1999.
…la limitrofía. Éste es, por lo tanto, el tema. No sólo porque se trata-
rá de lo que se desarrolla y crece en el límite, alrededor del límite,
manteniéndose con el límite sino de lo que alimenta el límite, lo gene-
ra, lo hace crecer y lo complica.18
––––––––––
17. J. Derrida, Espolones, ed.cit., p.34.
18. Cf. Heidegger, M., “La época de la imagen del mundo” en: Caminos de bosque, Leyte,
Madrid, Alianza, 1995.
––––––––––
19. J. Derrida, El animal que luego estoy si(gui)endo, Madrid, Trotta, 2008, p.46.
20. Es muy interesante el juego que se puede hacer –y que Derrida, de alguna manera, señala su
posibilidad– entre, por un lado, la elección del género literario de la obra Meditaciones, el eviden-
te gesto retórico de la de la primera persona –que algunos sólo han evaluado como un recurso bien
eficaz para generar la empatía como herramienta argumentativa– y la temática del testimonio, que
a juicio de Derrida, siempre remite a la autobiografía y, por tanto, a la posibilidad de la reflexión,
del momento de una respuesta, del círculo de una ipseidad donde “digo o escribo lo que soy, vivo,
veo, siento, oigo, toco, pienso...” (El animal, p. 96). Casi los mismos verbos que encontramos en
la segunda Meditación y que Descartes incluye produciendo una efecto bastante sorpresivo en el
lector, para luego articular metafísicamente lo que en el ejemplo de la cera será la justificación
epistemológica de la prioridad de lo racional por sobre lo material, lo corporal y lo fáctico.
Entonces, “toda autobiografía se presenta como un testimonio (...); y viceversa, todo testimonio se
presenta como una verdad autobiográfica.” El animal no es más que el objeto especular para un
hombre que dice “yo soy” “y no se le ocurre, ni siquiera se le ocurre, reflejarse en una imagen del
animal al que mira pero no lo mira (Cf. J. Derrida, El animal, ed. cit., p.89).
Mujer-máquina
El cyborg elude el paso de la unidad original, de identificación
con la naturaleza en el sentido occidental. Se trata de una
promesa ilegítima que puede conducir a la subversión de su
teleología en forma de guerra de las galaxias.
D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres24
––––––––––
21. J. Derrida, El animal, ed.cit., p.90.
22. J. Derrida, El animal, ed. cit., p.99.
23. Ibid., p.101.
24. J. Derrida, Espolones, ed. cit., p.37.
25. D. Haraway, “Manifiesto para cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo socialista a finales del siglo
XX”, en: Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, Madrid, Cátedra, 1991, p.3.
Conclusiones
––––––––––
26. D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres, ed. cit., pp.253-254.
27. Cf. D. Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres, ed.cit., p.227.
28. Ibid, p.227.
29. Ibid., p.257.
30. J. Derrida, De la gramatología, ed. cit., p.82
–que realmente sería nada–, mil nadas, que, justamente porque son
múltiples, son algo.31
Hay un Algo que, desde la niebla, sigue resonando, algo inexorable e insu-
primible32, porque “ahora, contra esta totalidad que abarca el Todo como una
unidad, se ha amotinado una unidad que ahí estaba encerrada, y ha porfiado
hasta conseguir retirarse como singularidad, como vida singular […]”33 y tes-
timonia la no-identidad entre ser y pensar. La filosofía tradicional, realizando
esta identificación entre ser y pensar a partir del postulado del “todo pensa-
ble”, no puede más que rechazar de plano una nada que no puede pensar.
El comienzo del filosofar debe enfrentarse con la finitud de la existencia,
con la finitud, por tanto, de los conceptos, de los sentidos de la práctica cada
vez única y singular, abandonando la pretensión de conceptualización defi-
nitiva, originaria, natural, incuestionable. La reivindicación de la facticidad
–en la defensa de cierto materialismo que aquí podríamos soslayar– sería
también el inicio de un recorrido que nos llevaría, quizás, a la posibilidad de
pensar otro nexo entre idealidad y materialidad y, por tanto, un lugar para la
libertad (de aquello que queremos entender por ella) en estos recorridos e
indagaciones epistémicas y epistemológicas.
Las fronteras se ponen en abismo, allí donde la dialéctica debería operar
exitosamente. Porque la modalidad del ejercicio deconstructivo-constituyen-
te de lo material no parece responder a la lógica de una apropiación defini-
tiva sino, antes bien, a la apertura histórica de toda idealidad bajo la garan-
tía de su caducidad. Huella de huellas obliteradas, espectrales en el corte
sincrónico de lo que mujer hoy resuena en nuestras prácticas y técnicas de
nuestro cuidado de sí, de ese modo en que construimos y repetimos de modo
tan deforme nuestra subjetividad. En la dilación infinita de la búsqueda de
un fondo sustancial. Es quizás, sobre ese fondo abismal que compartimos,
desde donde la labor de desmontaje y de pensamiento debe permanecer en
cierta manera presente.
––––––––––
31. F. Rosenzweig, La Estrella, ed.cit, p.136.
32. Cf. J. Derrida, “Psyche: Invenciones del otro”, trad. M. Rodés de Clérico y W. Neira Blanco
en: AA.VV., Diseminario: La desconstrucción, otro descubrimiento de América, Montevideo, XYZ
Ediciones, 1987, pp. 49-106.
33.F. Rosenzweig, La estrella, ed. cit., p.44.
34.F. Rosenzweig, La estrella, ed. cit., p.44.
35. Ibid, p. 51.
Esther Díaz
Universidad de Lanus (Argentina)
[email protected]
Recibido 01-02-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 151-161 – Aceptado 27-04-15
Esther Díaz
otro, con los otros. Lo erótico es posesión, atención, placer. No es difícil adver-
tir que se vinculan mutuamente. Imaginemos la relación entre eros y política
como caras de la misma moneda. Y aunque esta moneda es polifacética, el
presente análisis comienza como si fuera una moneda común y corriente, es
decir, solamente con anverso y reverso. Primero se considera el anverso: lo
erótico-macho ante la resistencia-mujer y luego el reverso: lo político-macho
imponiendo su propia configuración de erotismo. Las categorías de análisis de
estas breves consideraciones se inspiran en la arqueología y la genealogía de
Michel Foucault quien –a su vez– se asume deudor de Friedrich Nietzsche y
su original modo de interpelar a la historia. Al establecer las premisas para sus
propias investigaciones dice Foucault:
Erotismo y resistencia
Cuenta la leyenda que Mirra, la hija del rey de Siria, deseaba apasionada-
mente a su padre. Y como el incesto está exento de culpa entre los dioses del
Olimpo, Afrodita socorrió a la enamorada princesa. Mirra, por esos misterios
que solo las divinidades conocen, logró poseer a su padre muchas noches sin
que él se diera cuenta de nada.
Pero al cabo de dos semanas –quizás por escrúpulo moral, quizás por ago-
tamiento sexual– el rey clamó a los dioses por el “abuso” del que había sido
objeto. Y como no todos los seres superiores son tan permisivos como
Afrodita, aparecieron agentes de las fuerzas celestiales que castigaron a
––––––––––
1. M. Foucault, La verdad y las formas jurídicas, trad. E. Lynch, Barcelona, Gedisa, 1980, p. 19.
––––––––––
2. P. Grimal, “Adonis”, en Diccionario de mitología griega y latina, trad. F. Pallaroils, Buenos
Aires, Paidós, 1997, PP. 7-9.
3. Cfr. R. Sennet, Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental, trad. César
Vidal, Madrid, Alianza, 1997. Extraigo de este texto algunas descripciones sobre las fiestas
“transgresoras” de las mujeres griegas clásicas.
4. Cfr. Platón, Fedro, 276b.
Muchachas
Citerea, ha muerto el tierno Adonis; ay, ¿qué haremos?
Afrodita
Golpeaos, muchachas, y rasgad vuestros vestidos.5
––––––––––
5. Safo, [Fr. 140 (a) P], en Safo, Poemas y fragmentos, trad. Juan Manuel Rodríguez Tobal, edi-
ción bilingüe, Madrid, Hiperión, 1997, p. 141.
Si tú vienes a la romería
A pedir que tu vientre se abra,
No te pongas un velo de luto,
Sino dulce camisa de Holanda.
Vete sola detrás de los muros,
Donde están las higueras cerradas,
Y soporta mi cuerpo de tierra
Hasta el blanco gemido del alba.6
––––––––––
6. F. García Lorca, Yerma, Barcelona, Aymá, 1973, p.86.
Política y dominación
––––––––––
7. La comunidad judía argentina contemporánea a la Zwi Migdal estaba tan alarmada por las
acciones mafiosas de ese grupo de correligionarios que, entre otras medidas, no permitía sepe-
lios de miembros de la organización criminal en sus cementerios, por considerarlos “impuros”.
En función de ello los mafiosos construyeron un cementerio para prostitutas, rufianes y demás
miembros de la organización Swi Migdal en la hoy ciudad de Avellaneda, provincia de Buenos
Aires. El cementerio subsiste aunque saqueado y clausurado.
––––––––––
8. Para una reflexión sobre el tango vinculado con el machismo remito a la investigación de mi
autoría “La ciudad música”, en E. Díaz, Buenos Aires, una mirada filosófica, Buenos Aires,
Biblos, 2001. El presente artículo retoma motivos investigados para dicho libro, en el que se tra-
bajan, entre otros temas relacionados con la ciudad, abundantes alusiones a la relación mujer-
sometimiento socio-cultural.
––––––––––
9. Cfr. D. Guy, El sexo peligroso. La prostitución legal en Buenos Aires, 1875-1955, trad. Martha
Eguía, Buenos Aires, Sudamericana, 1991. Este libro ha sido una de las principales fuentes de
información para la perspectiva prostibularia del presente artículo.
––––––––––
10. Cfr. J. Salessi, Médicos, maleantes y maricas. Higiene, criminología y homosexualidad en la
construcción de la nación Argentina. (Buenos Aires: 1871-1914), Buenos Aires, Beatriz Viterbo
Editora, 1995. El texto de Salessi es un referente ineludible para el estudio de la manipulación
biopolítica en la construcción de la “argentinidad” en general y de todo lo relacionado con las
sexualidades no hegemónicas en particular, con especial atención a la Argentina.
11. “Del buen retiro a la Alameda/los gustos locos me vengo a hacer. /Muchachos míos téngalo
listo que con la mano gusto os daré. /Con paragüitas y cascabeles/y hasta con guantes yo os haré,
/y si tú quieres, chinito mío, /por darte gusto la embocaré. /Si con la boca yo te incomodo /y por
la espalda la quieres dar, /no tengas miedo, chinito mío, /no tengo pliegues ya por detrás. /Si con
la boca yo te incomodo/y por atrás me quieres amar, /no tengas miedo chinito mío, /que pronto
mucho vas a gozar.” Publicado por Francisco de Veyga, en su Informe sobre “Inversión profesio-
nal” (1910), citado por J. Salessi, ed. cit.
––––––––––
12. Cfr. J.J. Sebreli, “Historia secreta de la homosexualidad en Buenos Aires”, en Escritos sobre
escritos, ciudad bajo ciudades, Buenos Aires, Sudamericana, 1977, p. 280.
13. Ibid.
Finalmente
Virginia Cano
IIEGE-UBA/CONICET (Argentina)
[email protected]
Abstract: In this text, my intention is –along with valeria flores and Judith Butler–
to analyze the ethical, political, and sex-dissident effectiveness of the (im)proper
name policies displayed throughout our lesbian community. In order to do so, and fol-
lowing the North American philosopher, I will commit firstly to clarify the way in
which the heteronormative matrix delimitates the normative field of our ontology,
placing us, the lesbians (among others), in the vulnerable margins of social intelligi-
bility. Secondly, and based on flores’ developments, I will analyze the way in which
the institutional heterosexuality has the language and the ways of nomination as
some of its basic disciplining technologies. Within this framework, I will try to place
“our technologies” as a surviving and linguistic, ethical and political resistance strat-
egy against the heteronormativity.
Keywords: (im)proper name policies / heteronormativity / lesbians / nosotr@s
Recibido 01-04-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 163-174 – Aceptado 17-06-15
Virginia Cano
––––––––––
1. M. Corbalán, “La primera militancia es en el lenguaje” entrevista en: Suplemento Tinta China, N˚80,
Octubre de 2011. Disponible en: http://potenciatortillera.blogspot.com.ar/search?q=Tinta+china
2. v. flores, “Afán de boca libre” en: http://escritoshereticos.blogspot.com.ar/2009/06/afan-de-
boca-libre.html
3. Utilizamos el término “nosotr@s” con “@” para, en primer lugar, inscribir la desestabiliza-
ción que este colectivo provoca en la economía de la masculinidad/feminidad y, en segundo tér-
mino, para conservar la inscripción de la marca –siempre situada- del femenino. Esto no supo-
ne desatender a la pluralidad de feminidades y masculinidades que conforman ese nosotr@s
tortillero. En todo caso, es un intento por señalar la inscripción femenina que la sociedad ha
hecho recaer sobre nosotr@s, y que much@s hemos declinado y re-inventado de varias mane-
ras, a la vez que signa el carácter singular de este colectivo que se pone a distancia tanto de la
generalización masculina del “nosotros”, como del egológico y solitario “yo” individual. Por su
parte, en otros pasajes de este artículo, utilizaremos también el término “nosotrxs” para referir-
nos tanto a un colectivo como a unxs sujetoxs que exceden (y hacen alianza con) la comunidad
lesbiana, inscribiendo ortográficamente el desborde de una ontología de género(s) que está sig-
nada por la dictomomía (exclusiva y excluyente) del par antagónico femenino-masculino.
4. valeria flores afirma respecto de la inscripción del nombre en minúsculas que ello constituye
“una estrategia de minorización del nombre propio, de problematización de las convenciones
gramaticales, de dislocar la jerarquía de las letras, una apuesta al texto antes que a la firma de
la autora, percibir el nombre como un espasmo de una ficción llamada ‘yo’, una yo deslengua-
do que funciona como eco de muchas voces (...)” interruqciones. Ensayos de poética activista,
Neuquén, La Mondonga Dark, 2013, p. 2. Como desarrollaremos en este artículo, los modos de
auto-nominarnos y de inscribirnos en un colectivo (político, ético, teórico) constituyen un
enclave fundamental para el desarrollo de nuestras políticas de la resistencia y disidencia
sexual, cuir (e inscribimos también aquí una apropiación local de los estudios queer, especial-
mente los de J. Butler que recuperaremos en este texto) y tortillera.
––––––––––
5. J. Butler, El género en disputa, trad. M. A. Muñoz, Barcelona, Paidós, 2007.
6. Foucault desarrolla en las dos versiones de su escrito “¿Qué es la ilustración?” la figura de la
“ontología del presente”, a la que también denomina “ontología de la actualidad” y “ontología
de nosotros mismos”. Recuperando y reinterpretando el texto homónimo kantiano, el francés
sostiene que “hay que considerar la ontología crítica de nosotros mismos no por cierto como un
teoría, una doctrina, ni siquiera un cuerpo permanente de saber que se acumula; hay que con-
cebirla como una actitud, un ethos, una vía filosófica donde la crítica de lo que somos es a la
vez análisis histórico de los límites que se nos plantea y prueba su franqueamiento posible” (M.
Foucault, “¿Qué es la ilustración? (1983)” en: ¿Qué es la ilustración?, trad. J. Varela y F. Alvarez-
Uría, Madrid, Ediciones de La Piqueta, 1996, pp. 110-111.
greden dicha normatividad y suscitan, por tanto, no una cálida acogida, sino el
rechazo hacia la vulnerabilidad de los que no son (bienvenidxs):
Las normas de género –a las que Butler define siguiendo a Foucault como
“principios de inteligibilidad”– son las que instituyen y demarcan (junto a otra
pluralidad de normas raciales, de clase social, etc.) el campo posible de nues-
tra ontología, así como nuestra inscripción “más o menos vivible” dentro de
sus coordenadas. Estos principios de legibilidad socio-culturales determinan el
horizonte del ser (humano) en el cual será posible (o no) emerger como
sujetxs (más o menos) legítimxs. Foucault ya había advertido que las normas,
en tanto “principios de inteligibilidad”, no sólo operan para tipificar y clasificar
a los individuos, sino que también detentan un poder correctivo y coercitivo11.
“Generizando” esta misma línea argumentativa, Butler dirá que la inteligibili-
dad socio-cultural actual está permeada por las normas del género. En nues-
tro contexto histórico, parte de nuestra humanidad, y de nuestra in-humani-
dad, se juega en esta identificación/identificabilidad (individual y social) que
nos atraviesa por la grilla de género y del sexo. Dichas presuposiciones norma-
tivas determinan un ideal regulativo que distribuye a los cuerpos y a los suje-
tos en la escala que va de lo (plenamente) humano a lo menos humano (o in-
humano). Así, “las normas que gobiernan [por ejemplo] una anatomía huma-
na idealizada, trabajan por tanto en la producción de un sentido diferencial
entre quien es humano y quien no, cuales vidas son vivibles y cuáles no”12.
Con este poder prescriptivo y diferencial, las normas no sólo determinan el
ámbito y experiencias de “lo vivible”, determinando aquello que Butler deno-
mina la “habitabilidad”, sino que también instituyen las zonas oscuras don-
––––––––––
10. J. Butler, El género en disputa, trad. cit., pp. 28-29.
11. En la “Clase del 15 de enero de 1975”, Foucault afirma que “la norma, por consiguiente, es
portadora de una pretensión de poder. No es simplemente, y ni siquiera, un principio de inteli-
gibilidad; es un elemento a partir del cual puede fundarse y legitimarse cierto ejercicio del
poder” Los anormales, trad. H. Pons, Buenos Aires, F.C.E., 2006, p 57.
12. J. Butler, Undoing Gender, ed. cit., p., 4. La trad. es nuestra.
––––––––––
13. Fue Adrienne Rich quien en su texto “Heterosexualidad compulsiva y existencia lesbiana”
(1980) señalase el carácter institucional y político del régimen heterosexual. Allí, sostiene la
autora que “la institución de la heterosexualidad obligatoria [actúa] como la base de la domina-
ción masculina” organizando las relaciones sociales en un sistema sexo-género. Por su parte,
Monique Wittig afirma que “el cuerpo del contrato social consiste en vivir en la heterosexuali-
dad” (“A propósito del contrato social” (1989) en: El pensamiento heterosexual y otros ensayos,
Madrid, Egals, 2010, p. 66), consolidando la idea que ya en 1980 desarrollase en torno a la
matriz o “pensamiento heterosexual” según el cual “el carácter obligatorio del ‘tu-será-hetero-
sexual-o-no-serás” determina el modo en que se organiza nuestra sociedad contemporánea.
(“El pensamiento heterosexual” en Op. Cit., p. 52).
14. J. Butler, El género en disputa, trad. cit., p. 80. Esta relación de causalidad-expresividad se
“completa” con la idea de prácticas sexuales, las cuales deberían ser expresión de nuestro deseo
(heterosexual) que a su vez debería ser expresión del género, y éste del sexo. En sentido inver-
so, el sexo sería la causa del género, y éste del deseo y de las prácticas sexuales.
––––––––––
15. M. Wittig, “No se nace mujer” en: El pensamiento heterosexual y otros ensayos, trad. cit., p. 43.
16. Cabe señalar que Butler recupera en varias ocasiones los planteos de Wittig en torno a la exis-
tencia y el cuerpo lesbiano. Cfr. “Variaciones sobre sexo y género. Beauvoir, Wittig y Foucault” en: M.
Lamas (Comp), El género. La construcción cultural de la diferencia sexual, México, Miguel Ángel
Porrúa, 2013, pp. 303-326 y El género en disputa, trad. cit. especialmente en “Lenguaje, poder y
estrategias de desplazamiento” y “Actos corporales subversivos”, pp. 85-99 y 224-253. En estos texto
Butler se distancia de –y discute con– algunas de las consideraciones de Wittig en la medida en que
considera, a diferencia de lo sostenido por la francesa, las lesbianas (ni tampoco los varones homo-
sexuales) se ubican “más allá” de las categorías de sexo y de género. En todo caso, desplazan y trans-
greden, o incluso subvierten performativamente las normas o ideales de género. “Aunque numero-
sos teóricos han sugerido que la sexualidad lesbiana está fuera de la economía del falogocentrismo,
esta posición ha sido contrarrestada críticamente por la idea de que la sexualidad lesbiana está tan
construida como cualquier otra forma de sexualidad dentro de los regímenes sexuales contemporá-
neos “ (J. Butler, Cuerpos que importan, trad. A. Bixio, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 135).
––––––––––
17. M. Corbalán, “El silencio caníbal”, presentación leída en La celebración de las amantes.
Jornadas de orgullo y disidencia lesbiana, Córdoba, 2012. Disponible en: https://drive.google.com/
file/d/0BwhIfQse-ZpXYkR4Q1ppNmhuR2s/view?pli=1.
18. v. flores, “La palabra como territorio político” en: interruqciones. Ensayos de poética acti-
vista, ed. cit., pp. 78-79.
señala, y aísla a la vez que reúne, a los sujetxs que encarnan modos “desvia-
dos” de la norma. En este marco se sitúa el análisis butleriano de la dinámi-
ca del insulto y de la posibilidad de su reapropiación19.
Quienes hemos experimentado en nuestras vidas la potencia disciplinado-
ra y normativa de la injuria, sabemos que esos mismos términos con los que
nos auto-identificamos han sido utilizados como correctivos lingüísticos,
como micro-penalidades sociales que buscan dejarnos desamparadxs o fuera
del resguardo de la legitimidad social. Tal y como lo señalaron las Radical
Lesbians en su manifieso “La mujer identificada como mujer”20, “lesbiana”
es la palabra que se utiliza socialmente para señalar una transgresión, un
“estar fuera de nuestro lugar”, un modo de vivir la masculinidad y/o la femi-
nidad de modo inadecuado para los ideales sexo-generizados de la matriz
heteronormativa. “Tortillera”, dicho en el modo del insulto, puede ser un
insumo técnico de la lengua normativa de la heterosexualidad obligatoria. Es
por ello que es necesario intervenir en estas políticas del nombre im/propio,
apropiándonos de la potencia productiva y tecnológica del lenguaje, así como
de la estrategia de inversión axiológica que supone asumir con orgullo una
identificación socialmente penalizada. A la hora de analizar cómo Desmontar
la lengua del mandato y criar la lengua del desacato, valeria flores sostiene:
––––––––––
19. Cf. J. Butler, “8. Acerca del término queer” en: Cuerpos que importan, trad. cit, pp. 313-339.
Aquí Butler analiza el modo en que la comunidad queer se ha reapropiado de modo colectivo
del termino queer, utilizado en el lenguaje hegemónico como un insulto o un injuria destinado
a penalizar y disciplinar a los sujetos. Es este mismo “pasaje” de la hetero-designación al agen-
ciamiento comunitario de los términos “torta”, “lesbiana”, “tortillera”, “marimacha” de nuestro
contexto local lo que nos proponemos analizar aquí. Sobre una apropiación local, sudamerica-
na del términoy la teoría queer, ver: v. flores, “Escrituras cuir. El texto bastardo” en: interruq-
ciones. Ensayos de poética activista, ed. cit., F. Rivas, “Diga ‘queer’ con la lengua afuera. Sobre
las confusiones del debate latinoamericano” en: CUDS (Editorxs), Por un feminismo sin muje-
res, Chile, Territorios sexuales, 2011, y V. Cano, “Todo lo que siempre quisiste saber sobre teo-
ría queer y no te animaste a preguntar: Entrevista a Virginia Cano” en: 400 golpes. Revista de
Filosofía, N˚2, Año 2, 2013.
20. Radicalesbians, “The Woman identified Woman” (1970) en: S. L. Hoagland and J. Penelope
(Eds), For Lesbians Only. A Separatis Anthology, Essex, Only Women Press, 1988, pp. 17-22.
Cabe señalar que no acordamos con muchas de las tesis y afirmaciones desplegadas en este
escrito, fundamentalmente con su espíritu fuertemente separatista, pero sí concordamos con el
señalamiento del uso correctivo del término “lesbiana” que se despliega en este manifiesto.
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21. v. flores, desmontar la lengua del mandato, criar la lengua del desacato. diálogo transfron-
terizo con Tomás Henríquez Murgas y Jorge Díaz Fuentes, Chile, Edición del Colectivo Utópico
de Disidencia Sexual, 2014, pp. 15-16.
22. v. flores, “Las purulencias del lenguaje” en Interruqciones. Ensayor de poética activista, ed.
cit., p. 70.
23. v. flores, “Labrys: el doble filo de la identidad” en Notas lesbianas. Reflexiones sobre la disi-
dencia sexual, Rosario, Hipólita ediciones, 2005, p. 80.
tivas con varones, y sólo con ellos, en el marco de la legitimidad del “hogar”.
Nombrándonos “tortas” es un modo de desertar de la casa del amo, de esa
lengua del mandato que nos arroja a las lesbianas y demás fugitivxs del hete-
ropatriarcado a las sombras de la ilegibilidad y la invisibilidad. En ese senti-
do, también es uno de los modos más potentes para cimentar una lengua
común, en el sentido de un êthos colectivo, como dijera Derrida, un modo
de hacer/se/r y de habitar en el mundo24. A contrapelo de la hetero-designa-
ción y la normalización de sus prácticas sexuales y genéricas, en oposición a
sus estrategias de silenciamiento y regulación sexo-afectiva, esta tecnología
de producción colectiva de un “nosotr@s” se revela como un arma necesa-
ria y una potente estrategia ético-política no exenta de riesgos y problemati-
cidad. Es por ello que flores nos advierte respecto de las categorías identita-
rias y los agenciamientos colectivos: “El relato del yo o del nosotrxs que arti-
culan siempre es problemático, es el temblor del sí y del no, el estremeci-
miento de una (contra)memoria y de un (des)olvido, de una incorporación
y una supresión, un índice de sí que duele y celebra”25.
El “nosotr@s” –en el que podemos inscribir un “yo” lesbiano– es siempre
problemático y debe permanecer como tal. Y este riesgo propio de las estra-
tegias de nominación o de las políticas del nombre (im)propio es algo que no
deberíamos olvidar. Celebrar su potencia implica ser conscientes del duelo
que el mismo realiza respecto de los poderes tanatocráticos sobre los que se
asienta todo lenguaje y su sobre su potencia de vida. Es por ello que ese
“nosotr@s” debe permanecer en una constante revisión crítica, tensionada
entre la afirmación de nuestras existencias y la negación de su sustanciali-
zación o esencialización. Disputar el campo ontológico en el que se institu-
yen y destituyen las normas de género exige de nosotrxs este riesgo y esta
precaución. Pues, como afirma Butler, “la resignificación de la sexualidad
gay y lesbiana a través de la abyección y contra la abyección es en sí misma
una reformulación y una proliferación inesperadas de lo simbólico mismo”26
que no podemos declinar ni desestimar. Pues sin esta disputa de nuestros
lenguajes y los modos de producción de vida que los mismos sostienen u obs-
taculizan, no será posible horadar el campo de lo posible ni renovar nuestro
“afán de boca libre”, para hacer im/propias las palabras de valeria flores.
––––––––––
24. Derrida afirma en La hospitalidad, ed. cit, que la lengua se puede entender en un sentido
restringido como el idioma, y también en un sentido amplio como la designación de un ethos
común, “el conjunto de una cultura, son los valores, las normas, las significaciones que habitan
la lengua” (pp. 131-133).
25. v. flores, Desmontar la lengua del mandato, criar la lengua del desacato, ed. cit., p. 16.
26. J. Butler, Cuerpos que importan, trad. cit., p. 167.
––––––––––
27. M. Wittig y S. Zeig, Borrador de un diccionario de las amantes, trad. C. Peri Rossi,
Barcelona, Editorial Lumen, 1981, p. 128.
28. Elijo esta expresión local “tortismo”, extraída del uso cotidiano de nuestra comunidad tor-
tillera, para inscribir –y re-traducir– en lenguaje conceptual y filosófico el modo en que nos
nombramos en la cotidianeidad de nuestras existencias lesbianas.
LA ESPINA EN LA CARNE1*
The Thorn in the Flesh
valeria flores
Abstract: This text seeks to think about writing in terms of a technology of inscrip-
tion and representation that plays a fundamental role during the development and
deconstruction of our textual, corporal, sexual, and activist policies. In that sense,
the word introduces itself as a political territory en which not only the heteronorma-
tive ideals that mould our bodies and our desires are disputed, but also the ways in
which we produce feminist and sexual dissent theory. Questioning our languages and
ways of naming ourselves will allow us to develop new and poetic minority languages
that set aside from the legal, transparent, institutionalized, and hygienist paradigm
that exerts its hegemony over the feminist and LGBT contemporaneous speech. It is
exactly within this experimental, erratic, and slippery path where the critical contem-
poraneous feminist and sexual dissent theories settle down.
Keywords: Writing policy / Language / Heteronormativity
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1. Re-escritura del texto presentado en las Jornadas Sexualidades Doctas: “Cuerpos en la
mira”, en el eje: “Expresiones estéticas y representaciones”, organizada por el Grupo de inves-
tigación “Haciendo cuerpos. Biopolítica y gestión de vidas humanas”, Facultad de Filosofía de
la Universidad Nacional de Córdoba, 6 y 7 de junio del 2013.
Recibido 01-04-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 175-182 – Aceptado 17-08-15
valeria flores
Así piensa la tarea de escribir Gloria Anzaldúa3, así propone una de las tantas
formas en que se ve afectada por la pasión escritural. Entonces es la espina en
mi carne la que me aúna a su llamado, a esa cita a doler, a gozar de esa fiesta
íntima y política de hacer sangrar el lenguaje. Escribir es una molestia que hace
huella de un oficio del extrañamiento, de la tarea de profanación de una jaula,
de la destreza de hendir las palabras. Pero ¿cómo se vuelve jaula el
cuerpo/nuestro cuerpo en la escritura? ¿cómo (nos) enjaulan los modos de
inteligibilidad de los cuerpos? ¿es la teoría una jaula de la corporalidad? ¿se
convierte el lenguaje de la teoría en una jaula para/de los cuerpos? ¿cuándo esa
tecnología de inscripción y representación que es la escritura se vuelve jaula?
Preguntas que ponen en la mira al lenguaje, el cuerpo, la representación y el
poder, y que seguirán empujando su imposibilidad de ser abordadas y contes-
tadas de manera definitiva, universal, unívoca. Políticas textuales, políticas
corporales, políticas de representación –o contrarepresentación– punzan la
carne del lenguaje. Pensar la palabra como territorio de intervención política y
creación poética. Esa ha sido una de las derivas de mi activismo. Sentir la espi-
na en la carne, faena de una sensibilidad política. Carne organizada según ide-
ales de regulación heteronormativa, de género, de raza, de estándar de norma-
lidad funcional, cual espinas que entierran y diseminan su violencia.
La escritura es un dispositivo estético en cuyo escenario se libran batallas
sobre el mundo sensible y sus modos de (in)inteligibilidad. Toda práctica
escritural acuña una experiencia estética al poner en juego maneras de divi-
dir y compartir lo sensible y lo inteligible4. La estética como “fábrica de lo sen-
sible”5 compone un régimen de sensibilidad que remite a la articulación entre
––––––––––
2. G. Anzaldúa, “Tlilli, Tlapalli. El camino de la tinta roja y negra”, Borderlands/La Frontera:
The New Mestiza, trad. Gabriela Herczeg. San Francisco: Aunt Lute Books, 1987, p. 65-76.
3. Activista y académica y chicana, lesbiana, feminista, escritora y poeta (1942-2004).
4. G. Frigerio y G. Diker (comps), Educar: (sobre)impresiones estéticas, Buenos Aires, del
estante ed., 2007, p. 10.
5 Expresión utilizada por J. Rancière en El reparto de lo sensible. Estética y política, Chile,
LOM ediciones, 2009.
––––––––––
6. Escritora francesa y teórica feminista (1935-2003), cuya obra ensayística y literaria fue fun-
damental para la teoría queer. Particularmente se interesaba por provocar el estallido del géne-
ro en el lenguaje y la escritura.
7. M. Negroni, “Prólogo” en: La morada imposible. Susana Thénon, Tomo I, Buenos Aires,
Corregidor, 2004, p. 13.
que proliferar, encierra y delimita, que insiste en ser unívoca y sin variacio-
nes, que aparece y desaparece sin conflictividades. Como una modulación
soporífera del lenguaje la espina es extirpada para suturar el dolor, un modo
de gestión de la amnesia social, de la anestesia política, de la narcosis afec-
tiva. De esta operatoria de supresión, también participa un cierto feminismo
esclerotizado en lenguajes traslúcidos, de tecnicismos y estados y ongs, pro-
moviendo la hostilidad hacia la improvisación, la ambivalencia, lo paradóji-
co, lo impensado, los desenlaces inciertos.
Pensar la palabra como territorio político es practicar la crítica de la mis-
midad de las hablas, aquellas meramente notificantes de los medios masivos
de comunicación y subordinadas a la tiranía instrumental de “un saber prác-
tico que censura los pliegues autorreflexivos de la escritura en cuya reserva
se trama la relación entre sujeto, lengua y malestar crítico”8. Las palabras
son relaciones, ilusiones de las que se ha olvidado esta condición, porque
desde su endurecimiento y petrificación funcionan como engranaje del com-
promiso tácito por mantener un orden y una jerarquía social. Las palabras
son archivos políticos de normas y resistencias, que albergan cuerpos y
deseos, identidades y prácticas, o más aún, que los expulsan, destierran o
aniquilan. De modo que las palabras operan como catálogos de posibilidades
de existencia, puntea Donna Haraway. Por lo tanto, ¿qué subversiones aco-
meter contra las axiomáticas del poder como lenguaje, que canonizan cier-
tos modos de leer, ciertos modos de escribir, ciertos modos de vida, ciertos
cuerpos como legibles, ciertas vidas como vivibles?
La irrupción de lo impensado, la agitación de algún elemento acallado u
omitido, la práctica del errar, del vagar y del equivocarse, invalida las herra-
mientas intelectuales y emocionales elaboradas en función de una estabili-
dad. Un acontecer que hace de la imprevisibilidad una amenaza bienvenida.
Sin embargo, los regímenes de decibilidad de los cuerpos y de los textos exi-
gen lecturas consumibles, digeribles, purgantes y pacificantes, que no
supongan interferencias ni incomodidades ni dificultades. Una escritura dis-
ciplinada en la funcionalidad y la utilidad, aquello que el lenguaje de la poe-
sía insiste en hacer fracasar9, tal como nos advertía Sarduy.
En esta atmósfera social ajustada al imperativo de que toda escritura “sea
entendible”, siempre brota la distinción entre los lenguajes que serían “más
reales” y otros “más ficcionales”, siendo los primeros los que regulan la legi-
timidad de la verdad. Hay intentos desde la teoría feminista crítica contem-
poránea y de la disidencia sexual de experimentar, cada vez más, re-escritu-
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8 N. Richard, Residuos y metáforas. Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la transición,
Santiago de Chile, Editorial Cuarto Propio, 1998, p.16.
9 Severo Sarduy citado por M. Negroni, “Prólogo” en: La morada imposible. Susana Thénon,
Tomo I, Buenos Aires, Corregidor, 2004, p 14.
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10. Texto de presentación del panel “Feminismo saturado: narrativas ficcionales y tecnologías de
género”, del Tercer Circuito Disidencia Sexual “No hay Respeto”, organizado por la Coordinadora
Universitaria por la Disidencia Sexual (CUDS), junio del 2011, Santiago de Chile.
11. G. Deleuze, Crítica y clínica, trad. Thomas Kauf, Barcelona, Anagrama, 1996, p.9.
––––––––––
12. b. hooks, et ál, Otras Inapropiables. Feminismos desde las Fronteras, Madrid, Traficantes
de Sueños, 2004.
––––––––––
13. A.M. Barrenechea y M. Negroni, La morada imposible. Susana Thénon, Tomo II, Buenos
Aires, Corregidor, 2005, p 222.
––––––––––
14. G. Anzaldúa, op. cit. p. 65-76.
15. “Violencia: El ardor, la energía, la fuerza manifestadas por las amazonas de todas las edades.
Las madres sintieron la necesidad un día de distorsionar esta palabra que conservó para siempre
un sentido de agresividad. De este modo, violencia y destrucción se volvieron sinónimos. Las
amazonas entonces fueron llamadas las Violentas a través de los siglos y se alegraron de ello”. M.
Wittig y S. Zeig, Borrador para un diccionario de las amantes, Barcelona, Lumen, 1981, p. 202.
16. S. Friera, “Una extranjera en la tierra”, Diario Página 12, 9 de diciembre de 2012. Disponible
en: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-27266-2012-12-09.html
––––––––––
1. F. Jesi, “Conoscibilità della festa” en: La festa. Antropologia, etnologia, folklore, Torino,
Rosenberg & Sellier, 1977, p. 15.
2. G. Agamben, L’ aperto. L’ uomo e l’ animale, Torino, Bollati Boringhieri, 2002, p. 34.
3. Idem.
4. “El horizonte sobre el cual se coloca el modelo maquina mitológica es el espacio donde medi-
mos esta perenne equidistancia de un centro no accesible, respecto al cual no somos indiferen-
tes, sino que somos estimulados a establecer la relación del ‘girar en círculo’” (F. Jesi, Mito,
Milano, Mondadori, 1980, p. 105).
Recibido 11-04-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 185-190 – Aceptado 27-08-15
Germán Osvaldo Prósperi
1. Visión binocular
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5. C. Galeno, “De usu partium corporis humani” en: Opere scelte, a cura di Ivan Garofalo y
Mario Vegetti, Torino, Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1978, p. 634.
6. D. Brewster, The Stereoscope. Its History, Theory, and Construction, London, John Murray
(Albemarle Street), 1856, p. 7.
––––––––––
7. G. B. della Porta, De refractione optices parte, Napoli, Iacobum Carlinum & Antonium
Pacem, 1593, p. 145.
2. El estereoscopio
––––––––––
8. Por razones de extensión, no podemos desarrollar este punto aquí. Baste tener presente que
la integración de las dos imágenes dispares no implica ninguna clase de Aufhebung en el senti-
do hegeliano.
9. D. Brewster, op. cit., p. 9.
medio camino entre las dos imágenes dispares. Por eso mismo el funciona-
miento de la máquina óptica no consiste más que en producir, como un efec-
to de relieve o de tridimensionalidad, lo humano. Por eso también, como en
Jesi y Agamben, la máquina óptica es necesariamente una máquina antropo-
lógica. Así como el estereoscopio produce una imagen o escena tridimensio-
nal a partir de dos imágenes dispares, así también la máquina óptica produ-
ce lo humano a partir de dos miradas o visiones dispares, la del ojo del alma
y la del ojo del cuerpo. La máquina óptica es, por eso mismo, estereoscópi-
ca. En este sentido, nos resulta imprescindible hacer referencia al célebre
artículo de Charles Wheatstone publicado el 1 de enero de 1838 en el
Volumen 128 de la Philosophical Transactions of the Royal Society of
London. Además de proponer el neologismo stereoscope10 para designar el
dispositivo óptico que había inventado, Wheatstone, en el mismo artículo,
nos ofrece un diagrama en el que se detallan las diversas partes que lo com-
ponen. El gráfico de Wheatstone es importante para nuestra investigación
en la medida en que representa la estructura de la máquina óptica.
Reproducimos el diagrama que propone el científico británico.
A y A’ son dos espejos planos insertados en un soporte de tal manera que cada
una de sus partes posteriores forme un ángulo de 90° con la del otro. C y C’ son
dos tableros deslizantes, a los cuales se añaden los tableros verticales D y D’ que
––––––––––
10. “En tanto deberé hacer referencias frecuentes a este instrumento, será conveniente darle un
nombre específico, propongo por lo tanto que sea llamado Estereoscopio, para indicar su propie-
dad de representar figuras sólidas” (Ch. Wheatstone, “Contributions to the Physiology of Vision.
On Some Remarkable, and Hitherto Unobserved, Phenomena of Binocular Vision”,
Philosophical Transactions of the Royal Society of London, vol. 128, 1 de enero de 1838, p. 374).
pueden ser movidos a diferentes distancias de los espejos. Las letras r y l desig-
nan un tornillo de madera. Cuando se gira el extremo p del tornillo hacia un
lado los dos tableros se aproximan, y al girarlo en la dirección contraria se ale-
jan. E y E’ son paneles, a los cuales se fijan las imágenes de tal manera que sus
líneas horizontales correspondientes se encuentren en el mismo nivel.
Al igual que hará Brewster algunos años después en su texto The
Stereoscope. Its History, Theory, and Construction (1856), así como en varios
artículos, Wheatstone parte del principio óptico según el cual “la mente perci-
be un objeto de tres dimensiones cuando dos imágenes dispares son proyecta-
das en las dos retinas.”11 El estereoscopio, como vimos, es un dispositivo que
produce, de modo artificial, esta imagen tridimensional. Las imágenes ubica-
das en los paneles deslizantes E y E’ designan los objetos propios de cada ojo:
el ojo del alma (ojo divino) y el ojo del cuerpo (ojo animal). El espacio que se
extiende entre el espejo A (en caso de que ubiquemos allí el ojo del cuerpo) y
el panel E designa el campo de visibilidad propio de la mirada corpórea; el
espacio que se extiende entre el espejo A’ y el panel E’, al contrario, el campo
de visibilidad propio de la mirada anímica o espiritual. El resultado de estas dos
imágenes y de estas dos miradas correspondientes a los dos paneles, uno visto
por el ojo derecho y otro por el izquierdo, sostiene Wheatstone, genera una
imagen tridimensional en relieve.
Nos interesa este aparato óptico, el estereoscopio, porque nos permite
comprender la estructura y el funcionamiento de nuestra categoría metodo-
lógica de máquina óptica. En nuestro caso, la máquina óptica es un disposi-
tivo histórico de visibilidad. Como en la arqueología foucaultiana, represen-
ta un campo trascendental de visibilidad, un a priori histórico, la condición
de posibilidad de que algo pueda ser visto en una determinada época. El pro-
ducto o el efecto de las dos imágenes dispares que integra y articula la
máquina óptica, en nuestro caso identificadas con la imagen vista por el ojo
del cuerpo (ojo animal) y con la imagen vista por el ojo del alma (ojo huma-
no o divino), es lo que la historia de la metafísica occidental ha llamado
homo sapiens. Cada época histórica crea sus propias imágenes de lo huma-
no. Ahora bien, la facultad o la potencia que a lo largo de la historia de la
metafísica ha funcionado como el pliegue o el hiato en el que se articulan las
diversas polaridades (inteligible/sensible, alma/cuerpo, espíritu/carne, etc.)
no es sino la imaginación o fantasía. Por tal motivo, lo humano, es decir el
efecto tridimensional producido por esa integración imaginaria o fantástica,
es por necesidad un fantasma o una imagen. La máquina óptica, por eso
mismo, es un dispositivo histórico-político fantástico e imaginario pero cuyo
efecto, paradójicamente, genera la realidad de lo humano, lo que cada for-
mación histórica identifica con la humanitas.
––––––––––
11. Ibid
German E. Di Iorio
Universidad de Buenos Aires
[email protected]
I. Muertes
––––––––––
1. J-L. Nancy, “Diferencias paralelas. Deleuze y Derrida” en: M. B. Cragnolini (comp.), Por
amor a Derrida, trad. D. Alvaro y J. L. Gastaldi, Buenos Aires, La Cebra, 2008, p. 250.
2. Tomo la expresión para referirme al texto de Deleuze de “La inmanencia absoluta”, artículo
de Giorgio Agamben publicado en 1996, que también puede considerarse una despedida al
modo que analizamos el texto de Derrida más abajo. Al respecto ver F. M. Gallego, “El concep-
to de ‘vida’ en el último escrito deleuziano: Hacia una revisión de la lectura agambeniana” en:
M. B. Cragnolini (comp.), Extraños modos de vida, Buenos Aires, La cebra, 2014, pp. 207-231.
3. G. Deleuze, “La inmanencia: una vida...” en: Dos regímenes de locos, trad. J. L. Pardo,
Valencia, Pre-Textos, 2008, p. 348.
Recibido 11-04-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 191-195 – Aceptado 17-06-15
German E. Di Iorio
––––––––––
4. J. Derrida, “Tendré que errar solo” en: Cada vez única, el fin del mundo (presentado por
Pascale-Anne Brault y Michael Nass), trad. M. Arranz, Valencia, Pre-Textos, 2005, p. 204.
5. Ibid., p. 206.
6. J. Derrida, Aprender por fin a vivir, trad. N. Bersihand, Buenos Aires, Amorrortu, 2006.
Traducción levemente modificada por Horacio Potel.
––––––––––
7. J-L. Nancy, “Derrida da capo” en: J. Derrida, Cada vez única..., trad. cit., p. 292.
8. J-L. Nancy, “Diferencias paralelas. Deleuze y Derrida”, trad. cit., n. 2.
9. Deleuze no se expresa al respecto, pero no hay razón para sospechar que no hubiera estado
buscando la entrevista como los otros dos.
10. Ibid., p. 252.
11. J. Derrida, “Primera sesión. 12 de diciembre de 2001” en: Seminario La bestia y el sobera-
no. Volumen I (2001-2002), trad. C. De Peretti y D. Rocha, Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 20.
Luego, en la página 34, lo reitera con mayor énfasis y especificidad.
Quizás cada uno abra hacia el otro al mismo tiempo que se distingue
absolutamente de él. Quizás cada uno de los dos ha oído al otro tanto
como se ha apartado de él, fuera del alcance de su voz. Quizás, inclu-
so, cada uno se ha oído a sí mismo en el otro, quizás se ha oído diferir
en el otro y ser llamado por el otro. [Las cursivas son nuestras]12
Todo parece indicar que las cercanías entre las filosofías de Deleuze y
Derrida determinaron una suerte de abismo insuperable. Desde sus prime-
ros escritos un tímido coqueteo diseminado ha dibujado una incómoda e
irresoluta aporía de la amistad. Con todo, un singular fenómeno se ha dado
en los últimos años, donde una aparente y singular convergencia está sien-
do cada vez más oída. Si en vida no hubo tacto, quizás son justamente sus
fantasmas quienes puedan dialogar entre sí. Después de todo, estamos ante
filosofías de la multiplicidad que se resisten a pares dicotómicos tales como
los de vivo/muerto o animal/humano13.
Frente al melancólico desencuentro que hemos trabajado arriba, queremos
articular un posible y alegre encuentro entre Derrida y Deleuze a partir de
las huellas que ambos filósofos dejaron a propósito de la animalidad. De esta
manera, proponemos la mentada entrevista como una donación imposible
que, sin embargo, está de hecho aconteciendo a partir de estudios críticos de
los animales tales como los de Akira Mizuta Lippit, Cary Wolfe, Matthew
Calarco, Jean-Christophe Baily, Donna Haraway, etc. Claro está que ningunx
de ellxs se limita a yuxtaponer lo que dijo uno con lo del otro, que todxs des-
lizan una marcada preferencia por alguno de los dos y que, incluso, pueden
llegar a criticar duramente sus supuestos y limitaciones (como lo hizo
––––––––––
12. J-L. Nancy, “Diferencias paralelas. Deleuze y Derrida”, trad. cit., p. 262.
13. Para continuar con el análisis del vínculo entre estas dos dicotomías ver M. B. Cragnolini,
“Ecce animot, o del quién al qué. Tránsitos derridianos hacia la comunidad de los vivientes” en:
M. B. Cragnolini (comp.), Entre Nietzsche y Derrida, Buenos Aires, La Cebra, 2013, pp. 357-378.
––––––––––
14. Aunque tampoco es incompatible la filosofía nancyana con cuestiones de animalidad. Al res-
pecto véase C. Cozzarin, “Nosotros animales. Aproximaciones a una lectura zoopolítica entre
Derrida y Nancy”, Instantes y Azares, a. XIII, n° 13, primavera de 2013, pp. 185-205.
15. J. Derrida, “‘Hay que comer’ o el cálculo del sujeto (entrevista con J-L. Nancy)”, trad. V.
Gallo y N. Billi (revisada por M. Cragnolini), Pensamiento de los confines, n°17, diciembre de
2005, p. 168.
Sebastián Chun
Universidad de Buenos Aires/CONICET
[email protected]
El presente trabajo nace del pasaje que inaugura el análisis que llevará a
cabo Derrida, en Políticas de la amistad, del pensamiento político de
Schmitt. Allí leemos que la “decisión pasiva”, aquello “que el buen sentido
de toda filosofía no puede sino excluir como la locura o el sin-sentido”, es,
por un lado, “la consecuencia clásica, ineluctable, imperturbable, de un con-
cepto clásico de la decisión” pero, a la vez, resulta “rebelde a la concepción
decisionista de la soberanía o de la excepción”1. En otras palabras, para
Derrida, la decisión, como “productora” de acontecimiento, ajena a la ins-
tancia del sujeto, entendido como sustrato último, libre y voluntario al cual
remitirla, decisión pasiva, decisión del otro que no excluye mi responsabili-
dad, es el punto de llegada necesario a la hora de desplegar el concepto clá-
sico de decisión. Pero, al mismo tiempo, resulta ajena a los conceptos tam-
bién clásicos de soberanía o excepción. ¿Cuál es el sentido de este intrinca-
do pasaje que, a simple vista, podríamos calificar de aporético o contradicto-
rio? ¿Qué estrategia argumentativa nos permite establecer una heterogenei-
dad irreductible entre decisión y soberanía? ¿Es posible afirmar, a su vez,
una indisociabilidad fundamental entre ambos conceptos?
Inmediatamente surge la necesidad de dirigir estas preguntas hacia un tex-
to perteneciente a Canallas, cuya opacidad no ha impedido que se convierta
en fuente de reflexión para muchos de aquellos que en la actualidad se
encuentran trabajando sobre el pensamiento político de Derrida, frecuencia
que no hace más que aumentar su carácter enigmático2. El célebre pasaje es
aquel en el que Derrida señala una “distinción difícil o frágil [...] apenas posi-
ble aunque esencial, incluso indispensable”. La disociación que habría que
intentar es aquella que interrumpa el tránsito inmediato entre “soberanía” e
“incondicionalidad”. “Se requiere a priori cierta renuncia incondicional a la
soberanía”, afirma Derrida, renuncia que nos conducirá a pensar a la vez la
imprevisibilidad del acontecimiento y una fuerza débil, vulnerable, sin poder3.
––––––––––
1. J. Derrida, Políticas de la amistad, trad. P. Peñalver y F. Vidarte, Madrid, Trotta, 1998, pp. 87-88.
2. Por ejemplo en los artículos de Biset, Cragnolini y Peñalver Gómez compilados en A. P.,
Penchaszadeh y E. Biset (comps.), Derrida político, Bs. As., Colihue, 2013, pp. 47, 88 y 202.
3. J. Derrida, Canallas: dos ensayos sobre la razón, trad. C. de Peretti, Madrid, Trotta, 2005, p. 13.
Recibido 21-03-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 197-200 – Aceptado 17-06-15
Sebastián Chun
––––––––––
4. C. Schmitt, Teología política I en: Carl Schmitt, teólogo de la política, trad. A. Scherp,
México, FCE, 2001, p. 40.
II
––––––––––
5. J. Derrida, Incondicionalidad o soberanía. La Universidad a las fronteras de Europa, Colombia,
UniNómada, 2002. Disponible en: http://www.uninomada.co/inicio/images/Docs/derrida%20incon-
dicionalidad%20o%20soberana.pdf (Fecha de consulta: 09/03/2016)
6. Ibid., p. 17.
a la urgencia de una tarea, una labor deconstructiva que debe poner en cues-
tión toda determinación soberana. Por ello, sostiene Derrida que “la afirma-
ción de la que hablo sigue siendo un principio de resistencia o de disidencia:
sin poder pero sin debilidad, sin poder pero no sin fuerza, así sea una espe-
cie de fuerza de la debilidad”7.
III
––––––––––
7. Idem.
8. J. Derrida, Seminario: La bestia y el soberano I, trad. Cristina de Peretti y Delmiro Rocha,
Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 121.
Laura A. Scutari
Universidad de Buenos Aires
[email protected]
––––––––––
1. M. Calarco, “Otra insistencia del hombre. Prolegómenos a la cuestión del animal en Derrida
y su lectura de Heidegger”, Boletín del Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria,
Boletín nº 16, diciembre 2011, p. 2. Disponible en: http://www.celarg.org/int/arch_publi/calar-
co_animalidad.pdf (Fecha de consulta: 04/03/2014)
2. M. Heidegger, Carta sobre el Humanismo, trad. R. Gutiérrez Girardot, Madrid, Taurus, 1966, p. 20.
Recibido 06-04-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 201-204 – Aceptado 27-05-15
Laura A. Scutari
––––––––––
3. Ibid., p. 22.
4. Ibid., p. 7.
5. Idem.
6. Idem.
7. M. Calarco, “Otra insistencia del hombre…”, art. cit., p. 19.
8. M. Cragnolini, “Ecce Animot, o del quién al qué. Tránsitos derridianos hacia la comunidad
de los vivientes” en: M. Cragnolini (comp.), Entre Nietzsche y Derrida: vida, muerte, sobrevi-
da, Lanús, La Cebra, 2013, p. 368.
9. M. Heidegger, Los conceptos fundamentales de la metafísica. Mundo, finitud y soledad, trad.
A. Ciria, Madrid, Alianza, 2007, §42, p. 227.
––––––––––
10. J. Derrida, Del espíritu. Heidegger y la pregunta, trad. M. Arranz, Valencia, Pre-textos, 2000, p. 85.
11. M. Heidegger, Los conceptos fundamentales…, trad. cit., p. 321.
12. J. Derrida, “Hay que comer, o el cálculo del sujeto” (entrevista con J.-L. Nancy), trad. V.
Gallo y N. Billi, Pensamiento de los confines, nº 17, diciembre 2005, p. 22. Disponible en:
http://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/comer_bien.htm ( Fecha de consulta:
04/03/2014)
13. M. Heidegger, Ser y Tiempo, trad. J. Gaos, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,
2003, §49, pp. 269-272.
14. Ibid., p. 287.
15. Ibid., p. 290.
––––––––––
16. J. Derrida, “Hay que comer…”trad. cit., p. 26.
17. Ibid., p. 23.
Ana Sorin
Universidad de Buenos Aires – CIN
[email protected]
¿Cómo se da sitio al otro? Más aún, ¿debiera dársele? Pareciera ser lo que
hace colisionar la metáfora espacial entera, sus escalas y coordenadas, pare-
cieran diferir por naturaleza. Y no obstante, la encontrona insiste.
¿Bajo qué técnica y a través de qué contorsiones sintácticas se puede otor-
gar espacio a “aquello del orden de la alteridad” que temblamos al referir? Y
sobre todo a qué costos, si se nos ha dicho que el lenguaje es nada más que
efectos (de efectos de efectos) anudados. Subordinadas enrevesadas, el famo-
so sans, la tachadura y la irrupción de variados elementos gráficos extraños a
la ley de la escritura fonética: nada de eso ha alcanzado para sortear la meta-
física que sigue a aquella ley, aunque no sin motivos podría también interro-
garse esta misma voluntad de concreción como síntoma y carácter suyo.
“Ninguna filosofía responsable de su lenguaje puede renunciar a la ipsei-
dad en general, y menos que cualquier otra la filosofía o escatología de la
separación”1 nos dice Derrida en el escrito del epígrafe. Siguiendo esta lec-
ción quisiéramos investigar las críticas que Lévinas y Derrida hicieran, cada
uno al comienzo de sus itinerarios filosóficos, al privilegio otorgado a la pre-
sencia en la fenomenología husserliana. Nos interesa detectar la especifici-
dad de sus recursos en vistas, a su vez, a rastrear qué sentido inscriben a su
paso, qué espacios de movilidad otorgan u obturan y, más específicamente,
qué noción de alteridad hacen decantar.
––––––––––
1. J. Derrida, “Violencia y metafísica” en La escritura y la diferencia, trad. P. Peñalver,
Barcelona, Anthropos, p. 176.
Recibido 01-03-15 – Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 15-16 (2015), ISSN: 1666-2849, ISSN
(en línea): 1853-2144, pp. 205-208 – Aceptado 22-0-15
Ana Sorin
––––––––––
2. E. Husserl, Meditaciones cartesianas, trad. J. Gaos, México, Fondo de Cultura Económica,
1996, § 52.
3. Nos referimos a El problema de la génesis en la filosofía De Husserl, de 1954 (pero recién
publicado en la década del noventa), a Introducción al origen de la geometría de Husserl
(1962) y a La voz y el fenómeno (1967).
Es al precio de esta guerra del lenguaje contra él mismo como serán pen-
sados el sentido y la cuestión del origen. Se ve que esta guerra no es una
guerra entre otras. Polémica por la posibilidad del sentido y del mundo
que tiene su lugar en esta diferencia, que hemos visto que no puede habi-
tar el mundo, sino solamente el lenguaje, en su inquietud trascendental.
En verdad, lejos de habitarlo solamente, aquella es también su origen y su
morada. El lenguaje guarda la diferencia que guarda el lenguaje.4
––––––––––
4. J. Derrida, La voz y el fenómeno, trad. P. Peñalver, Valencia, Pre-textos, 1985, p. 51.
5. Ver E. Lévinas, “Signatura” en: Difícil libertad, trad. M. Mauer, Buenos Aires, Lilmod, 2004,
p. 392.
A pesar de que los tópicos sobre los cuales orbita la escritura de Jean-
Christophe Bailly sean de lo más amplios –filosofía, teatro, poesía, historía
del arte, relatos autobiográficos–, no nos encontramos ante uno de esos pen-
sadores de moda que gozan de traducciones casi instantáneas a las publica-
ciones de sus textos en el idioma original. Por el contrario, la obra de Bailly
es poco conocida dentro del español, contando a la fecha con menos de cin-
co libros en nuestra lengua.
En lo que respecta a La versant animal, traducido aquí como El animal
como pensamiento, estamos frente al segundo de los tres ensayos donde el
autor trabaja la cuestión de la “animalidad” de manera central. Este breve
escrito, precedido por Le Pays des animots y sucedido por Le Parti pris des
animaux (aunque Bailly también toca el tópico de manera explícita en otros
textos, como por ejemplo en Le Visible est le caché), corresponde a la colec-
ción “Le rayon des curiosités” dirigida por Suzanne Doppelt. A su vez, en esta
edición de Metales Pesados el texto principal está acompañado por un prólogo
de Aïcha Liviana Messina, titulado “El pensamiento del animal”, donde se
explicita brevemente la premisa sobre la que Bailly articula sus desarrollos:
dejar de enfocarse en pensar el animal como un objeto ordinario del mundo
(prejuicio que se mantendría incluso en propuestas filosóficamente radicales
como las de Heidegger y Lévinas), para atenerse a las torsiones que los anima-
les producen en el pensamiento a partir de su singular existencia. Esta trans-
valoración –que nos recuerda al planteo derrideano de dejar de meramente
mirar al animal para empezar a dejar que éste nos mire– es una invitación abis-
mal a nuevas formas de concebir el encuentro entre seres vivientes, recupe-
rando la sorpresa infantil que implica el existir con eso otro que no se puede
conocer. En otras palabras, el espacio por el que deambula la escritrua de
Bailly es “allí donde el animal es tomado en cuenta no como un objeto de estu-
dio, un motivo alegórico o un contraejemplo, allí donde se abre la sospecha de
que el animal es o podría ser él mismo algo así como un pensamiento” (p. 29).
En concreto, el libro está compuesto de 28 capítulos cortos que van de las
2 a las 6 carillas, sin títulos y con un orden que, salvo excepciones, no sigue
una lógica secuencial. Además, incluye cuatro imágenes sobre las que se
articulan al menos un capítulo para cada una: detalles de Descanso en la
huida a Egipto de Caravaggio y La muerte de Procris de Piero di Cosimo,
ambos cuadros analizados por separado y comparados entre sí; la fotografía
anónima Kafka estudiante, donde se ve al escritor judío y vegano acarician-
do la oreja de su movedizo perro; y la cebra del tomo I de la Encicopedia de
todos los animales, incluidos los minerales, proyecto dirigido por su falleci-
do amigo Gilles Aillaud en el que Bailly participó activamente. (Cabe men-
German E. Di Iorio
Paula Fleisner
Mónica B. Cragnolini
bajo en pos de la valorización del capital; y las luchas feministas, que dictan
la cartografía política, el compromiso militante y el campo teórico-pragmáti-
co de intervención, debate y efectualidad de la obra. Nos parece que dos
palabras aúnan a esos territorios en disputa: estrategia y autonomía, esto es,
apuesta por la auto-organización de las mujeres como “fuerza social autóno-
ma” para crear un nuevo mundo de posibles.
El texto se abre con dos epígrafes. El primero, de Friedrich Engels: “El fac-
tor decisivo en la historia es, a fin de cuentas, la producción y la reproduc-
ción de la vida inmediata”. Y el segundo, de la escritora bell hooks: “Esta
tarea […] la de transformar los hogares en comunidades de resistencia ha
sido globalmente compartida por las mujeres negras, especialmente las
mujeres negras que vivían en comunidades supremacistas blancas”. Si aquí
lo mencionamos es porque entendemos que en la articulación de esas dos
frases se patentiza el objetivo central: el cuestionamiento al trabajo domésti-
co “feminizado” y a la reproducción “esencializada” es la piedra de toque
para visibilizar, “de-generizar” y transformar el lugar de las mujeres (y tam-
bién del hombre) en el capitalismo, a partir de modificaciones en la vida coti-
diana que no sólo busquen reformar u oponerse contra lo establecido, sino
que hagan del mundo un “espacio de crianza, creatividad y cuidado” (p. 20).
Este escrito reúne trece artículos de Federici, desde 1975 hasta la actuali-
dad. Se halla dividido en tres partes, como correlato de los tres grupos que
lo protagonizan: las mujeres, las campesinas y las comuneras. Sobre las pri-
meras, el tema es pensar que el trabajo doméstico y reproductivo es la base
del capitalismo, pero que ha sido impuesto a las mujeres (como un rol sin
remuneración) para la acumulación cuantitativa del valor y por medio de la
descalificación de esos cuerpos a meras monedas vivientes al servicio de ges-
tar, amar, cuidar y educar la fuerza de trabajo. Las segundas son objeto de
análisis porque el capital es inseparable de una acumulación primitiva per-
manente que conduce a la expropiación de toda agricultura de subsistencia
y cooperación, obturando con ello la autonomía económica y social de esas
vidas forjadas en responsabilidad común. Y en el tercer grupo se ubican
todas aquellas que intentan construir (colectivamente) modos alternativos
de relaciones sociales y afectivas con un sentido emancipatorio.
En la primera parte, “Teorizar y politizar el trabajo doméstico”, la división
sexual del trabajo es entendida como el cimiento sobre el que se sostiene
toda la división social de la producción. Después, la autora cuestiona la
visión marxista del trabajo asalariado como motor del capitalismo, manifes-
tando que el trabajo no asalariado es el fundamento efectivo del capital (por
ejemplo, mujeres amas de casa, colonizados, esclavos, etc.). Por último se
tematiza al campo histórico bajo la forma de una “fabrica social”, para indi-
car que en el capitalismo todo plano de la vida está supeditado a la produc-
ción mercantil.
Emiliano Exposto
Para concluir, sólo nos queda agregar que Judith Butler: su filosofía a
debate se muestra útil tanto como una introducción al pensamiento de la
filósofa, así como una profundización o problematización de sus puntos teó-
ricos. Lo primero, debido a las precisas y elocuentes reposiciones de concep-
tos e ideas operadas por lxs autorxs; lo segundo, gracias a la lucidez de lxs
mismxs a la hora de despertar la crítica, de aventurar puentes posibles con
otrxs autorxs, o de socializar sus interpretaciones. Su lectura nos deja una
sensación de fervor militante, teórico y académico.
En una tercera parte hace un análisis más detallado de tres cuentos que
trabajan desde distintos lugares las temáticas LGBTTTI. Luego, en la cuarta
parte realiza una breve reflexión acerca de la invisibilización de las cuestio-
nes trans e intersex en la literatura LGBTTTI, marcando la excepción de los
tres cuentos de la parte anterior en donde hay un personaje transgénero o
bien se introducen figuras que representan la transgeneridad.
Durante todo el libro nos damos cuenta de la novedad del estudio, así como
de la complejidad de su exploración. Siguiendo la perspectiva de análisis fou-
caultiana, la autora reconoce que la constitución misma de los personajes que
componen las tramas de los cuentos LGBTTTI no es homogénea. En muchos
casos los textos no logran despegarse de lo heteronormativo, y desde allí cons-
truyen esa alteridad como “lo distinto”, aquello que hay que visibilizar.
Lo que se pone en juego en esta investigación es el tema de la representación.
Según Foucault, es a través del discurso que se configuran las relaciones de
poder, y son los relatos los que sostienen los patrones culturales, constituyendo
“normalidad” y creando modelos de vida. La autora pone el ejemplo de la escri-
tora Lestléa Newman, que en 1989 escribe Heather has two mommies. En el
epílogo del texto Newman relata que el motivo de la escritura no fue la militan-
cia o la política, sino la posibilidad de contar una historia que permitiera que
muchos hijos e hijas de familias homoparentales pudieran tener representa-
ción. Este deseo acompañó a la escritora desde su infancia, ya que no encon-
traba libros en donde se vieran reflejadas sus condiciones de vida cotidiana.
Nos quedamos con el hermoso mensaje que hay que seguir trabajando
para que la literatura deje de lado la moraleja y pueda crecer en su diversi-
dad. Asimismo, es necesario que los personajes de lesbianas, transexuales,
transgénero, intersex, gays y familias homoparentales dejen de ser el centro
de la narración para que, en palabras de Larralde, sean un elemento más
dentro de la narración y se puedan contar historias acerca de todas las rea-
lidades sexoafectivas que ocurren en el mundo, permitiendo imaginar y legi-
timar las distintas identidades de género.
(esta lectura no coincide con su división formal, que postula cuatro partes)
vuelven los nombres más transitados por Link (Aira, Baudelaire, Flaubert,
Carroll, Molloy, Bellatin, Pizarnik, Walsh, Borges, Bioy, Ocampo, Genet,
Lorca, Cortázar, Puig, Arlt, Barón Biza, Grüner y por supuesto, Copi), estos
ya no son convocados como autores, sino como pasos de vida, como éticas
que no se relacionan entre ellas por la lógica familiar (influencia, paternidad,
filiación) sino por la “lógica del contagio” y de la “contaminación”.
Para quien esté acostumbrado a las oscuridades y claridades de los textos
de Link, la mayor novedad estará en su habitual corte inicial: “Método”.
Pues allí se inscriben los resultados de una serie de investigaciones y de pro-
gramaciones curriculares (en la Universidad de Buenos Aires: esa antigua
fortaleza y la Universidad Nacional de Tres de Febrero: el puesto de vanguar-
dia) que Link y su equipo ha venido desarrollando durante los últimos años
bajo el nombre de “retorno de (a) la filología”. Este retorno implica dos ope-
raciones paralelas y complementarias. En primer lugar, una reconsideración
del lugar de enunciación. Frente a la Hispanoamérica y los planteos de la
República mundial de las Letras (Pascale Casanova) que suponen una mira-
da imperial, se propone una perspectiva comparativista y un vitalismo nietzs-
cheano que pasaría por Rojas (que, afirma Link, lo ha tomado de las
Consideraciones intempestivas, p. 85), Alfonso Reyes y Pedro Henríquez
Ureña y que, entre otras cosas, piensan el “espacio adecuado al comparatis-
mo como una línea de sutura entre dos culturas, o la falla entre dos placas
tectónicas, es decir, como la zona de contacto, contaminación o transcultu-
ración” (p. 93). Y que “vacila (filológicamente) ante el nombre de aquello
que, en última instancia, no tiene nombre, ni puede tenerlo: “¿América?
¿América hispánica? ¿Nuestra América?” (p. 106). Y en segundo lugar, este
no-tener-nombres del nombre, que Link lee en Werner Hamacher, y que
remite a lo que será llamado “posfilología” (p. 124), una práctica “entendida
ahora como posthistoricista, pospositivista e, incluso, como posdeconstructi-
va”. Se explica entonces (luego de plantear la ontología de las bases de datos,
y las filologías entendidas como prácticas de distancias respecto del texto
–más o menos distancia) que la posfilología toma como objeto no sólo el
pasado “sino también el ‘presente vivido’, que incluye todas las potencias del
ser” (Auerbach), y que se entiende como práctica de afectación al Tiempo y
a los tiempos respecto de este presente y del texto. Un “pausado del lengua-
je” (Hamacher), una “contracción temporo-espacial propia del detalle como
unidad analítica” (Warburg) o bien un “ralenti”, una lectura en cámara len-
ta (Barthes). Y sostiene Link que en ese ralentamiento aparecerá “lo infrale-
ve, lo que en la poesía y el arte vive todavía” (p. 125).
Finalmente, se ha dado libertad a cierto dispositivo que Link (auctor) sofre-
naba anteriormente, y que son ciertas inscripciones de Link (persona, scrip-
tor, y scribens: dimensiones que Barthes desarrolló en Sade, Fourier, Loyola,
Ariel Wasserman
Laura A. Scutari
Instantes y Azares
Gral. José G. Artigas 453
C1406ABE Ciudad de Buenos Aires
Argentina
8. Se ruega atender a las Normas para citar, para ello, remitirse a http:
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artículos que no respeten dichas normas serán devueltos a sus autores y no
serán incluidos en el proceso de evaluación.
Estudios críticos
Los estudios críticos son trabajos que pueden significar “avances” de una
línea de investigación en la que se está incursionando, trabajos filológicos en
torno a términos nietzscheanos y postnietzscheanos, confrontaciones de lec-
turas de diversos intérpretes en torno a un tema.
Dossier
Instantes y Azares. Escrituras Nietzscheanas publica en cada número un
Dossier que refleja los avances o informes de grupos de investigación con
temáticas afines a las problemáticas nietzscheanas y postnietzscheanas. El
Dossier surge básicamente de propuestas de la Dirección y del Comité de
Redacción de la revista.