Disrupciones
Disrupciones
E HIPERACTIVIDAD (TDAH)
Bogota D.C.
02 de Junio de 2016
1. Orígenes y desarrollo
A mediados del 1877, Irelan describió el caso de un varón de 7 años, el cual lo caracteriza
como un niño de comportamiento destructivo y antisocial. Ese mismo año Bourneville,
describió a varios niños como inestables con una inquietud física y psicológica fuera de lo
común, sumandole a todas estas características un pequeño retraso mental. Clouston en
1892 definiría como estados de “defectuosa inhibición” al exceso de actividad, lo que
produciría enfermedad impulsiva, enfermedad motivacional e impulso incontrolable.
A comienzos del siglo XX, Demoor encontraría cierto grupo de niños los cuales consideraba
muy emotivos, al verlos que se movían constantemente. Sería el primero en enfocarse en la
dificultad de atención de los niños. Después de él, llegaría en 1902, uno de los principales
teóricos del TDAH que sería George Still, el cual agrupó a 20 niños con síntomas similares
a lo que hoy llamaríamos TDAH, con conductas violentas, inquietos, revoltosos, destructivos
y con poca atención. En lo único que falló fue en el hecho de señalar el trastorno como un
defecto patológico en el control moral. Posterior a Still vendrían varios científicos que
relacionarían estos patrones en los niños con problemas cerebrales, como lo fueron
Hohman en 1922 , que consideraría estas conductas como secuela de la encefalitis
epidémica, y como Kahn y Cohen en 1934, que relacionarían estas características con una
disfunción troncoencefálica como origen de la disfunción psíquica de los niños.
Ulteriormente, Laufer y Dentroff en el año 1957 proponen referirse a esta anomalía como
trastorno impulsivo hipercinético. En 1962, Clements y Peters cambian este término por el
DCM (Disfunción Cerebral Mínima) el cual abarcaría dos grupos principales de niños, los
que padecían de hiperactividad y los que padecían de dispersión atencional, basándose
principalmente en teorías neuroquímicas y neurofisiológicas. Cinco años después, el grupo
internacional de Oxford en Neurología Infantil acoge el término “Síndrome de disfunción
cerebral mínima”, para clasificar a los pacientes que tenían hiperactividad, deterioro
perceptivo motor, dispraxia, trastornos de atención, impulsividad, déficit de memoria y
alteración de aprendizaje.
El TDAH ha sido estudiado por múltiples autores con diferentes enfoques psicológicos, que
han contribuido bastante al entendimiento de este trastorno de manera permanente. A
continuación se expondrán los más representativos para el TDAH en la actualidad.
Barkley(2006)
La hipótesis del control inhibitorio propuesta por Barkley sostiene que hay una falla en el
control para inhibir la respuestas y una interrupción del control cuando el sujeto lo hace
deliberadamente, causando múltiples problemas en procesos cognitivos como el caso de la
internalización del lenguaje porque tienen problemas a nivel de la memoria de trabajo
verbal. En el sentimiento del yo, el cual es memoria de trabajo no verbal, esta mala
inhibición también causa problemas en la planificación y solución de problemas. También se
pueden dar fallas en la autorregulación, motivación y el control emocional.
Estos autores proponen la hipótesis de la regulación del estado, la cual tiene una propuesta
similar a la de control inhibitorio a grandes rasgos. Esta se enfoca más en la regulación del
estado del esfuerzo y de la motivación del sujeto. Esto se ve en tareas de demanda baja o
lenta donde la respuesta del sujeto es más factible y en tareas de “hacer-no hacer”
haciendo referencia al problema de los sujetos con TDAH de sostener la atención, mantener
estado de vigilancia y tener planeación para resolver problemas
Para empezar presentaremos la hipótesis del neurotransmisor único. Postula que puede ser
la dopamina, la noradrenalina o la serotonina la causante de los síntomas del TDAH. Todos
estos se han investigado por separado suministrando medicamentos que estimulan la
producción de estos neurotransmisores y posteriormente analizando sus efectos
conductuales en pacientes con TDAH. Aparentemente en la estimulación de la dopamina
se disminuyen considerablemente los síntomas de retrasos o problemas psicomotores. De
este mismo modo cuando se administran medicamentos como la d-anfetamina la cual
estimula la noradrenalina, disminuye bastantes síntomas del TDAH. Cuando se suministran
medicamentos que inhiben esta, los síntomas aumentan y son más difícil de controlar, lo
mismo sucede con la serotonina pero en menor medida. Estos resultados obtenidos llevan
a una discusión entre los profesionales que estudian el TDAH porque varios no aceptan que
exista un neurotransmisor único. Entonces surge la teoría de la alteración catecolaminérgica
múltiple con efectos interactivos, la cual postula que la teoría de neurotransmisor único no
se puede seguir sosteniendo por más tiempo, ya que varios estudios de biología molecular
sugieren que los neurotransmisores se distribuyen de manera más difusa, además la
actividad funcional y bioquímica de los neurotransmisores varía dependiendo de muchos
factores como la fuerza iónica, los receptores en otras neuronas, etc.
2. Sistemas Conceptuales
Existen diferentes modelos explicativos que intentan asociar las múltiples manifestaciones
cognitivas ligadas al TDAH. Así, se puede concebir tales modelos: de acuerdo a la forma de
explicar la asociación entre las diferentes manifestaciones cognitivas (caracterización
conductual del trastorno) y de acuerdo al modo de relacionar éstas con sus soportes
fisiopatológicos (caracterización etiológica). Desde la primera concepción se encuentran los
modelos de déficit único y los modelos de déficit múltiple. Desde la segunda, se encuentran
los modelos basados en la hipótesis cognitiva y los basados en la hipótesis emocional.
Dado que el rendimiento de los pacientes frente a pruebas destinadas a medir la inhibición
no se correlaciona con el rendimiento alcanzado en pruebas destinadas a medir la aversión
al retraso en la recompensa (Casey et. al. 2002), se ha sugerido que ambos déficit son
características independientes en el TDAH y que juntos permiten clasificar correctamente al
90% de pacientes.
En éste modelo, el TDAH se contempla más como una disfunción ejecutiva que como un
déficit de atención, lo cual sería un daño colateral del déficit. De los seis tipos de atención,
sólo se concentra en la atención sostenida, debido que no es un problema de focalización
sino de persistencia en las acciones.
En los cuadros clínicos del trastorno, las alteraciones del circuito estriadotalamocortical no
serían suficientes para tener el trastorno porque el 50% de los pacientes con diagnóstico
clínico de TDAH que no presenta déficit ejecutivo. Según la etiología, no serían
necesariamente parte central en la etiopatogenia del síndrome, sino epifenómenos
asociados a la expresión clínica de la sintomatología y a la remisión de ésta.
Supone que para lograr los objetivos es necesaria la activación y movilización de ‘energía
mental’, para adecuando los esfuerzos mentales a las demandas del entorno y así optimizar
la respuesta.
Según Sergeant y cols. (2005), las personas con TDAH dependen en mayor medida de los
controles del refuerzo externo para obtener su máximo rendimiento, así como normalizan su
rendimiento cuando se les refuerza frecuente e inmediatamante, y además muestran una
menor respuesta psicofisiológica periférica (tasa cardiaca y conductancia de la piel) ante la
recompensa que las personas sin el trastorno.
Es característico de sujetos con TDAH preferir obtener una gratificación inmediata aunque
pequeña, que una con mayor magnitud y alcance, pero demorada. Lo anterior significa una
dificultad para anticipar la recompensa y para reducir el tiempo de demora; y se sustenta en
una reducción en la activación del estriado ventral y de la amígdala.
El modelo planteado por Sonuga-Barke toma en cuenta esta consideración y explica que
existe una independencia entre las alteraciones en el circuito ejecutivo, modulado por
terminaciones dopaminérgicas mesocorticales y nigroestriatales, y el circuito de regulación
emocional-motivacional del comportamiento, modulado por terminaciones dopaminérgicas
mesolímbicas. En el modelo propuesto por Nigg y Cassey se señala también una
independencia entre el circuito frontoestriatal asociado a funciones ejecutivas superiores, el
circuito frontocerebelar asociado a la percepción y valoración del tiempo, y en el circuito
frontoamigadloestriado asociado a la regulación emocional (motivacional) del
comportamiento. Ambos modelos sitúan estos circuitos neurales mediante loops
estriadotalamocorticales, los cuales constituyen vías para la comunicación bidireccional
entre la corteza y los centros subcorticales. Estas vías cumplen funciones motoras,
sensoriales, asociativas y límbicas.
Gracias al avance que ha tenido la tecnología en los últimos tiempos, desde las
Neurociencias se ha venido estudiando el TDAH, y se han llegado a obtener resultados que
brindan un mejor entendimiento del tema.
En primer lugar reconocer correctamente las emociones que están experimentando otros y
regular nuestras propias emociones son habilidades cruciales a la hora de interactuar
socialmente . Los estados emocionales y las intenciones se hacen visibles a través de
señales como las expresiones faciales. Así, la habilidad para interpretar y responder a estas
señales constituyen un componente importante para desarrollar relaciones interpersonales.
Por otro lado, la habilidad para regular las emociones es crucial no sólo para un buen
funcionamiento social sino también para el bienestar general.
Otros estudios con resonancia magnética funcional dan un paso más al observar un
funcionamiento anómalo del sistema de recompensa en adolescentes y adultos con TDAH,
respectivamente. En las investigaciones se encontró en las personas con TDAH una
activación reducida del estriado ventral durante la anticipación de la recompensa.
Instrumentos diagnósticos
Los otros 4 criterios corresponden a la presentación de los síntomas antes de los 12 años,
dada en dos o más contextos, habiendo disminución en el rendimiento social. Estos
síntomas no deben ser producidos exclusivamente durante el curso de otro trastorno.
En sus orígenes, el DSM-I (1962) caracterizó el trastorno como una Disfunción cerebral
mínima (Minimal Brain Dysfunction). El DSM-II (1968) se cambió la definición a Síndrome
hipercinético infantil (Hyperkinetic Syndrome of Childhood). Gracias al trabajo de Virginia
Douglas, en el DSM-III (1980) se cambió el nombre del trastorno a TDAH y se especifica si
cuenta o no con hiperactividad (ADHD/ADD), sin embargo, en la versión revisada se omite
esta distinción y se incluye en la categoría de Desórdenes Disruptivos del Desarrollo.
En el DSM-IV-TM (1994) se distinguen los tipos de presentación del trastorno (inatento,
hiperactivo y combinado) aunque los criterios diagnósticos no cambiaron mucho. En el
DSM-IV-TR (2000) se incluye una cuarta categoría sintomática de TDAH no especificada.
Los cambios en el actual DSM-V. (2013), tienen que ver con la amplitud del espectro
diagnóstico. La presencia requerida de 5 (no 6) síntomas para pacientes mayores de 17
años y orientada según la APA a tratar con justicia casos de TDAH continuados en la
adultos. Y la presencia requerida de algunos síntomas antes de los 12 años (no 7 años).
Sin embargo, al acrecentarse el número de diagnósticos dados, aumentó el número de
prescripciones farmacológicas (de alto riesgo) y de casos de abuso, más dados en
adolescentes y adultos (35% de universitarios sobre 10% de escolares) (Wilens, 2008).
Cuestionario de Conners
Consta de diferentes versiones: una para padres (abreviada con 48 preguntas y larga con
93), una para profesores (corta con 28 y larga con 39 preguntas), y un autoinforme que es
complementario para niños mayores de 12 años. Éste cuestionario determina si es
necesario un estudio a profundidad.
En la escala de padres los niños que obtienen una puntuación de 15 o superior requieren un
estudio en profundidad porque posiblemente sean hiperactivos. Para las niñas, la
puntuación es de 13 o superior. En la escala de profesores, una puntuación de 17 o superior
para los niños y de 13 o superior para las niñas hace sospechar la existencia de una posible
TDAH.
La aplicación del cuestionario para padres, por ejemplo, dura entre 15 y 20 min. y evalúa los
siguientes factores clínicos: alteraciones de conducta, miedo, ansiedad,
inquietud-impulsividad, inmadurez-problemas de aprendizaje, problemas psicosomáticos,
obsesión, conductas antisociales e hiperactividad. Es uno de los instrumentos más
utilizados. Existen versiones validadas para niños de diferentes países incluido Colombia.
Es una escala que trabaja 4 dimensiones: el auto-informe (disponible para niños mayores
de 8 años), la valoración de los padres o tutores, la historia de desarrollo y el seguimiento
del rendimiento escolar. Al igual que la escala de Conners, existen versiones para padres,
profesores y autoinforme. A diferencia de ésta, la escala BASC determina con precisión la
presencia de TDAH.
Los componentes de este instrumento ofrecen varios tipos de validez, que le permiten al
clínico medir la veracidad y la consistencia de los informantes. Son consistentes no sólo a
través de los diferentes sexos y edades, sino también entre los distintos formularios: los del
profesor, los de los padres y el autoinforme (Puerta, 2004).
Las escalas clínicas presentes en el cuestionario para padres y maestros son: problemas de
conducta, de aprendizaje y de atención, somatización, estrés social, atipicidad (tendencia a
comportarse de manera no convencional), ansiedad, depresión, aislamiento y agresión. Las
escalas adaptativas presentes son: adaptabilidad, habilidades sociales, habilidades en el
estudio y compañerismo.
Instrumentos cognitivos-conductuales.
En el diagnóstico conductual se han usado las siguientes pruebas, utilizadas para medir los
diferentes déficit cognitivos presentes en el TDAH:
Estudios hechos en Cali, Colombia (Bará-Jimenez et. al, 2003) obtuvieron resultados
experimentales muy similares a los realizados en Medellín (Pineda, D. et. al., 2000). Con
esto se valida la presencia de las dimensiones cognitivas y conductuales del TDAH con
independencia de los aspectos culturales y regionales del trastorno. Se encontró que niños
del tipo inatento presentan CI totales 7 y 15 puntos por debajo del resto de la población así
como con baja fluidez semántica; sin embargo, en la fluidez fonológica no se hallaron
diferencias significativas con el grupo de control. Los niños del tipo combinado presentan
una alteración en los mecanismos de atención sostenida y la presencia de impulsividad.
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rno-por-deficit-atencion-e-90393601
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Esta discusión tendrá como base principal las relaciones directas del Trastorno por déficit
de atención e Hiperactividad con el tema del lenguaje y el pensamiento. Lo usual es que los
niños con TDAH no tengan un cuadro clínico puro, ya que existe una amplia comorbilidad
con otros trastornos del lenguaje, la conducta motora o la afectividad: Más del 50% de la
población que sufre el trastorno sufre a su vez de algún trastorno relacionado con el
lenguaje y, en relación con el aprendizaje, un gran porcentaje de niños con TDAH presentan
un bajo rendimiento escolar.
Los niños con TDAH manifiestan constante dificultad en el uso pragmático y social del
lenguaje, que se manifiesta en sus habilidades para conversar. Esto tiene implicaciones en
el aprendizaje, más específicamente los problemas en lecto-escritura, ya que inicialmente
suele acompañarse en problemas de la adquisición del lenguaje, dificultades para retener la
información auditiva e importantes dificultades en la pronunciación y decodificación de las
palabras. Un estudio realizado por Cantwell y Baker en 1991 arrojó que de 300 niños con
problemas en el lenguaje, el 53% de los casos cumplian criterios para el TDAH, y en otro
estudio realizado por Cohen, Wallace, Barwick, Menna, Horodezky e Isaacson en el 2000 se
mostró que la asociación de TDAH y problemas de aprendizaje llegó a un valor significativo
del 63.6%. Esto nos da a entender que los Problemas de aprendizaje relacionados con el
TDAH tienen una relación directa con el desarrollo a través de los estadios de los niños en
la adquisición, comprensión y producción del lenguaje.
El origen de estas fallas sigue encontrando una explicación en el modelo cognitivo de las
funciones ejecutivas, debido a que los niños con tdah no logran llevar un hilo en la
conversación, porque no organizan la información (Vaquerizo, Estévez y Pozo, 2005). Se
puede decir que las funciones ejecutivas tienen una relación bidireccional con el lenguaje
desde el inicio del desarrollo, afectando en gran medida su componente pragmático, de
modo que existe excesiva expresión verbal durante las conversaciones cotidianas;
disminución de la expresión verbal en tareas de atención sostenida; dificultad para
comenzar, mantener y cambiar de tema durante la conversación; problemas de selección y
uso de las palabras en la transmisión de mensajes ambiguos; y dificultad para ajustar el
lenguaje hacia quien lo escucha. Las habilidades pragmáticas del lenguaje, guardan
profunda relación con la fluidez, lenguaje no verbal, capacidad de negociación, teoría de la
mente, lenguaje emocional y narrativa.
5. Conclusiones