Cultura
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CULTURA DE MASAS
2
INTRODUCCIÓN
“Hay un hecho que para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea
de la hora del presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío
social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia
existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la
más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas cabe padecer. Esta crisis ha
sobrevenido más de una vez en la historia. Su fisonomía y sus consecuencias son
conocidas. También se conoce su nombre. Se llama la rebelión de las masas”. 1
Con este fragmento, Ortega y Gasset inicia su célebre ensayo “La Rebelión de las Masas”.
El filósofo español sostiene que el concepto de masa no es un concepto cuantitativo
y visual como sí lo es el de muchedumbre, sino que por el contrario es un concepto
sociológico y como tal es altamente complejo.
Cómo él, muchos fueron los pensadores que se abocaron a la difícil tarea de buscar una
definición más o menos objetiva de la palabra masa. Pero, por una u otra circunstancia,
terminaron por cargarle un alto contenido ideológico, dándole al término un significado
positivo o, por el contrario, inscribiéndolo en la galería de términos malditos.2
En este contexto, Alvin Toffler, en su obra “La tercera Ola”, afirma que la sociedad
industrial de la Segunda Ola, se caracteriza por dos fenómenos: la cultura de masas y la
sociedad de consumo. Ambos conceptos se encuentran íntimamente ligados y afectan todos
los aspectos de la vida humana. De ahí, la importancia que adquiere la real comprensión de
estos fenómenos.
El presente trabajo tiene por objeto precisamente dar claridad conceptual a estos términos,
sus relaciones y, sobre todo, ver su influencia en la sociedad actual pos- industrial, teniendo
siempre como referencia el texto de Toffler.
Una masa no es lo mismo que una multitud. Los espectadores en un juego de fútbol son una
multitud; los que observan el juego en casa por televisión son una masa. Hoult define una
masa como un número relativamente grande de personas, especialmente dispersas y
1
Ortega y Gasset, La rebelión de las Masas, Ed Planeta- De Agostini, Barcelona, 1993, págs. 41,42.
2
Gonzales- Anleo, Para comprender la sociología, Ed. Verbo Divino, Navarra, 1996, pág. 197
3
anónimas, que reaccionan a uno o más de los mismos estímulos, pero actúan
individualmente sin considerarse unos a otros.3
Rocke la definió, por su parte, como “Individuos fuera de su comunidad, expuestos a una
caótica falta de relacionas de cualquier tipo, convertidos en rebaños nómadas, y perdidos
hasta el punto de que ya no saben adónde pertenecen ni cual es su puesto en la sociedad, y
que se divorcian más y más de sus lazos familiares, de su ocupación, de su vecindad, de su
naturaleza y de la sociedad global”4.
Afirma que la sociedad es siempre unidad dinámica de dos factores: minorías y masas. Las
minorías son individuos o grupos de individuos especialmente cualificados. La masa es el
conjunto de personas no especialmente cualificadas. Es el hombre en cuanto no se
diferencia de otros hombres, sino que se repite en sí un tipo genérico. Masa es todo aquel
que no se valora así mismo por razones especiales, sino que se siente “como todo el
mundo” y, sin embargo no se angustia, se siente a sabor al sentirse idéntico a los demás.6
En una buena ordenación de las cosas públicas, la masa es la que no actúa por sí misma.
Necesita referir su vida a una instancia superior, constituida por las minorías excelentes.
Pretender la masa actuar por sí misma es, pues, rebelarse contra su propio destino. Por eso,
Ortega y Gasset, habla de “La Rebelión de las Masas”. Vivimos bajo el brutal imperio de
las masas, el cual representa una vertiente favorable en cuanto significa un fabuloso
aumento de vitalidad y posibilidades, es decir, una subida de todo el nivel histórico. Pero
esta rebelión no es del todo positiva, sino todo lo contrario.
En nuestro tiempo, según palabras del filósofo español, domina el hombre-masa, es él quien
decide. Pero el hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyecto y va a la deriva.
Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes. Ahora
bien, si el hombre-masa sigue dueño de Europa y es quien decide, bastarán 30 años para
que nuestro continente retroceda a la barbarie. Porque la Rebelión de las Masas no es más
que “la invasión vertical de los bárbaros”. 7
Pero, Ortega y Gasset va más allá cuando afirma que el Estado contemporáneo, si bien es el
producto más visible y notorio de la civilización, es, a la vez, el mayor peligro, porque
3
Horton & Hunt, Sociología, Mc Graw- Hill, México, 1992, pág. 521.
4
Gonzales- Anleo, obra citada, pág. 198.
5
Gonzales- Anleo, obra citada, pag. 200.
6
Ortega y Gasset, obra citada, pág. 45.
7
Ortega y Gasset, obra citada, pág. 77.
4
Estado contemporáneo y masa coinciden en ser anónimos. El hombre-masa ve en el estado
un poder anónimo y como él se siente a sí mismo anónimo - vulgo-, cree que el estado es
cosa suya. Y, así, ante cualquier dificultad, conflicto o problema, el hombre masa tenderá a
exigir que inmediatamente lo asuma el estado, que se encargue directamente de resolverlo
con sus gigantescos e incontrolables medios. Este es el mayor peligro que hoy amenaza a la
civilización. La estatificación de la vida, el intervencionismo del estado, la absorción de
toda espontaneidad social por el estado.
Pero, las masas no surgen por generación espontánea, sino, por el contrario, son múltiples
los factores que coadyuvaron a su origen. Ortega y Gasset nos plantea que tres principios
han hecho posible esta nueva realidad: la democracia liberal, la experimentación científica
y el industrialismo. Toffler, con otros términos, afirma lo mismo. Frente a este interrogante,
el capítulo siguiente, buscará dar una respuesta aproximada sobre el nacimiento de este
nuevo habitante del mundo industrial: el hombre-masa.
Toffler, en “La Tercera Ola”, nos dice que la Revolución Industrial, la cual la ubica entre el
1650 y el 1750, dio comienzo a la Segunda Ola y con ella a un nuevo fenómeno jamás
conocido en la historia del hombre: La cultura de masas. La cultura de masas es, entonces,
el rasgo característico de la estructura cultural de la civilización industrial y surge como
consecuencia de ésta.
Sin entrar en mayores detalles de cómo estos elementos se interrelacionan(lo cual será el
punto central del próximo capítulo), cabe destacar que fue precisamente la relación de estos
5
ordenes: la tecnósfera, la sociosfera y la infosfera, según la terminología de Toffler, la que
posibilitó el nacimiento del hombre-masa y con él, de su producto: la cultura de masas.
Ortega y Gasset asiente la hipótesis de Toffler, aunque utiliza otros términos y es, incluso,
más preciso a la hora de determinar los factores que originaron este mundo dominado por
las masas.
Por masa se entiende a una clase o modo de ser hombre que se da en todas las clases
sociales, que por lo mismo representa a nuestro tiempo y sobre el cual predomina e impera.
Pero resulta que el hombre de la ciencia actual es el prototipo del hombre-masa, la ciencia
misma, a raíz de la civilización, lo convierte automáticamente en hombre-masa; es decir,
hace de él un primitivo, un bárbaro moderno.
Sin embargo, el especialista “sabe” muy bien su mínimo rincón de universo, pero ignora de
raíz todo el resto. La ciencia modero, fruto y símbolo de la civilización actual, da acogida al
hombre intelectualmente medio y le permite operar con éxito. La razón de ello está en la
mecanización. Una buena parte de las cosas que hay que hacer en Física y en la Biología es
faena mecánica de pensamiento, que puede ser ejecutada por cualquiera, o poco menos.
El especialista es un ignorante-sabio pues significa que es un señor, el cual se comportará
en todas las cuestiones que ignora, no como un ignorante, sino con toda la petulancia de
quien en su cuestión especial es un sabio.
6
En consecuencia, hay mayor número de “hombres de ciencia” que nunca, pero hay muchos
menos “hombres cultos” que, por ejemplo, hacia 1750(fecha de inicio de la Segunda Ola
según Toffler). 8
Finalmente, La Rebelión de las Masas puede ser tránsito a una nueva y sin par organización
de la humanidad, pero también puede ser una catástrofe.
Alvin Toffler es mucho menos pesimista en su obra. De hecho, la tesis central de “La
Tercera Ola” es que la humanidad se encuentra ante una suerte de transición crítica hacia
una nueva forma de civilización que, no obstante ser de incierto desenlace final, ofrece un
potencial lleno de esperanza. Llama a esta crisis la tercera ola en función de que ha habido
otras crisis (olas en su lenguaje) que trajeron transformaciones profundas de la vida social.
Pero, ante esta vertiginosa velocidad del cambio, es necesario poder caracterizar la sociedad
que le dio origen a este estadio de transición. Ésta es la civilización industrial de la segunda
Ola y su característica primordial es la cultura de masas.
La cultura, o lo que habitualmente entendemos por cultura, la vida privada, los estilos
personales, las ideas, los sueños e ilusiones empezaron a ser fabricados a escala masiva. Y
vendidos en el mercado. Este fenómeno es la cultura de masas, muy diferentes a la cultura
popular.”9
8
Ortega y Gasset, obra citada, pág. 128.
9
Gonzales- Anleo, obra citada, pág. 203,204.
La cultura popular es justamente lo que dice que es, cultura(el término operativo) que tiene amplia llegada y
es disfrutada por grandes cantidades de personas. Comprende las artes públicas, géneros convencionales y
otras obras producidas por los medios de comunicación, pero también la conducta colectiva y diversos
aspectos de la vida cotidiana, y de este modo incluye pasatiempos, modas y otros fenómenos que no son
específicamente mediados pero son influidos con frecuencia por los medios de comunicación, o están
conectados con ellos.
7
Esto trajo como consecuencia el predominio del mercado en la vida del hombre. “La vida
se mercantilizó”10. Pero “la muchedumbre” (según Ortega y Gasset) lanzada al mundo por
la civilización industrial, necesitaba de más y variados productos.
Y para dar respuesta a esta nueva masa demandante, aparece la línea de montaje y con ella,
producción en serie, dentro de la factoría y gracias a la nueva energía fósil. Como relata
Toffler: “De los centros industriales fueron saliendo millones y millones de productos
idénticos, camisas, zapatos, automóviles, relojes, juguetes, jabón, champú, cámaras
fotográficas, ametralladoras y motores eléctricos”.11
Esta nueva civilización industrial se sostenía sobre seis principios interrelacionados que
programaban el comportamiento de millones de personas. Estos principios, surgidos
naturalmente de la escisión entre producción y consumo, eran:
1) UNIFORMIZACIÓN: Las sociedades industriales crean millones de productos
idénticos para consumidores idénticos. Este concepto afectó todos los aspectos de la
vida cotidiana(Cultura de masa).
2) ESPECIALIZACIÓN: Debido a la complejidad que adquiría el mundo del trabajo, fue
necesario la aparición de los especialistas, conocedores de una pequeña proporción del
universo cognocitivo (Ver Ortega y Gasset). Esta especialización fue acompañada por
una creciente profesionalización, lo cual influyó en el tipo de educación. Ésta era
supuestamente “producida” por el maestro de la escuela y “consumida” por el alumno.
3) SINCRONIZACIÓN: Por razones de costo y tiempo, la producción fabril requería de
una mayor sincronización. Surge la línea de montaje y con ella la producción en serie.
4) CONCENTRACIÓN: El auge del mercado dio origen al principio de concentración,
principio que afectó todos los aspectos de la vida social. La concentración de la toma de
decisiones(del poder) propició el nacimiento del Estado Grande y con él, de su
deformación, el Estatismo. De la concentración geográfica surge el fenómeno de
urbanización.
5) MAXIMIZACIÓN: Es decir, el apasionamiento por las grandes dimensiones y el
desarrollo(aparece el concepto de Producto Bruto Interno-PBI-). Este principio, llevado
a la industria, significaba producir más con un menor costo y en un menor tiempo.
6) CENTRALIZACIÓN: El industrialismo requirió la centralización del poder, en todos
los niveles, desde las pequeñas compañías y las industrias, hasta el gobierno y la
economía. En este contexto, el gobierno fue asumiendo un creciente número de poderes
y responsabilidades y monopolizando cada vez más los centros de decisión. Además, la
centralización de la economía fue ayudada por un nuevo invento, producto de la
Segunda Ola: el Banco Central.
Surge, como consecuencia de esta compleja realidad, el hombre-masa, un hombre anónimo,
carente de conciencia individual, y psicológicamente caracterizado por tres rasgos a saber:
10
Alvin Toffler, La Tercera Ola, Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1993, pág. 58.
11
Alvin Toffler, obra citada, pág. 41.
12
Ortega y Gasset, obra citada, pág. 66.
8
1. Una impresión nativa de que la vida es sobrada y fácil, porque cuenta con un ámbito de
posibilidades fabulosamente mayor que nunca, por tanto, cada individuo medio
encuentra en sí una sensación de dominio y triunfo.
2. Lo anterior, lo invita a afirmarse a sí mismo tal cual es. Este contentamiento consigo le
lleva cerrarse para toda instancia exterior, a no escuchar, a no contar con los demás.
3. En consecuencia, intervendrá en todo imponiendo su vulgar opinión según su régimen
de “acción directa”.
Pero este hombre-masa necesitaba de instituciones para poder desarrollarse como tal.
Necesitaba formas radicalmente nuevas de organización social. Surgen, como
consecuencia, la familia nuclear, como modelo standard socialmente aprobado de todas las
sociedades industriales; la escuela de corte fabril y la corporación gigante, nacida como
consecuencia de la nueva tecnología y la producción en serie, las cuales se convirtieron en
las instituciones sociales definidoras de todas las sociedades de la Segunda Ola.
Por lo tanto, la función de la escuela en esta nueva sociedad industrial fue fundamental,
pues formaba a la nueva mano de obra.
“Todos ellos estampan mensajes idénticos en millones de cerebros, del mismo modo que la
fábrica crea productos idénticos para el uso de millones de hogares. Hechos estandarizados,
fabricados en serie, fluyen desde unas cuantas y concentradas factorías de imagen hacia
millones de consumidores. Sin este vasto y poderoso sistema para canalizar información, la
civilización industrial no habría podido tomar forma ni funcionar debidamente”. 13
9
Las grandes cadenas de radio, televisión y producción editorial dominan el mundo de
las comunicaciones, seleccionan, filtran y manipulan las ideas en función casi
exclusiva de su rentabilidad.
Siguiendo la lógica del máximo consumo, el producto cultural es sometido a una serie
muy cuidada de manipulaciones para hacerlo asequible y atractivo para el público
universal. Estas manipulaciones son fundamentalmente tres: el eclecticismo, que
inyecta a las revistas, películas, programas de radio y TV, una sabia y estudiada mezcla
de espiritualidad y erotismo, religión y deporte, humor, política, agresividad y
romanticismo; la homogeneización, es decir, la adopción de un estilo standard, de unas
formas simples y directas, bajo un denominador común y primario, apto para ser
asimilado por el hombre medio; el sincretismo, que pretende confundir lo imaginario
con lo real.
Ante estos productos culturales, el consumidor medio, el hombre común,
predominantemente mudo y pasivo, se han limitado por lo general a emitir respuestas
pavlovianas(estímulo-respuesta).
En su ensayo “El mundo Fantasmal de la TV”(incluido en Mass Culture: The Popular Arts
in America, publicado en 1957), Gunther Anders sostenía: “El consumo masivo moderno es
la suma de desempeños solitarios: cada consumidor, un trabajador empleado sin pago en la
producción del hombre-masa”. Al final, predice, sin querer decirlo, que los estadounidenses
perderán su capacidad de hablar. “Puesto que la caja receptora habla por nosotros, nos priva
gradualmente del poder del habla, transformándonos así en dependientes pasivos”.
Teodoro Adorno, presente en el mismo libro con el ensayo “la televisión y los patrones de
la cultura de masas”, sugiere que “la cultura popular ya no está limitada a ciertas formas
como las novelas o la música bailable, sino que se ha apoderado de todos los medios de
expresión artística”. Para Adorno, los medios de comunicación son todopoderosos.
Describe la cultura contemporánea de masas como repetitiva, insoportable y omnipresente
y sugiere que estos aspectos “tienden a desarrollar reacciones automatizadas y debilitan la
fuerza de resistencia individual”. Finalmente, agrega, la gente no sólo pierde su capacidad
para ver la realidad tal como es sino que también pierde su capacidad para experimentar la
vida.
15
Gonzales- Anleo, obra citada, pág. 210.
10
En la introducción al libro, titulada “La cultura de Masas en Estados Unidos”, Bernard
Rosenberg formula una lista de “cargos” contra la cultura popular, los medios de
comunicación de masas y la cultura de masas:
“En la cultura de masas, la gente se vuelve deshumanizada, insípida, llevada por la
ansiedad; es explotada, engañada, abandonada, envilecida y sus vidas son estandarizadas,
vulgarizadas y manipuladas por la cultura de masas, que es una amenaza a nuestra
autonomía, y esta situación es exacerbada por cosas como la ficción anémica, películas
vulgares, dramones patéticos, creando en el publico una angustiosa vida vacía de sentido y
trivializada, Así como la alienación la que lleva a esa horrorosa realidad, el hombre-masa.
Los teóricos referidos, “apocalípticos” según Umberto Eco, creía que la cultura popular y
los medios de comunicación generarían automáticamente cultura de masas y llevarían al
desarrollo del hombre-masa, los habitantes cretinizados, deshumanizados, caprichosos,
desindividualizados, de las sociedades de masas que los conducen al totalitarismo.
Esta teoría de que los medios no sólo afectan o dan forma sino que de hecho determinan la
conciencia de los individuos se acerca mucho a lo que se habitúa llamar la teoría
“hipodérmica” o la teoría de la “bala mágica”, teoría que ahora está ampliamente
desacreditada y considerada simplista. Se piensa que los mensajes de los medios son
interpretados esencialmente del mismo modo por todos y generan respuestas directas, más
o menos automáticas e inmediatas.
Ambas posturas tienen argumentos a favor y otros en contra y como todo extremo, no
conducen a ninguna verdad.
CONCLUSIÓN
16
Gonzales- Anleo, obra citada, pág. 210.
11
Ninguna palabra en la historia ha dado tanto para hablar, a favor o en contra, como la de
masa. Conjuntamente con el concepto de clase social, la palabra masa ha movilizado los
esfuerzos de un cúmulo de autores, quienes deseosos de definirla, han llenado bibliotecas
enteras en busca de su objetivo.
En un extremo más escéptico, lo ubicamos a Ortega y Gasset, para quien la ascensión de las
masas al pleno poderío social, puede traer una sola y única consecuencia: la barbarie y, con
ella, la destrucción de toda Europa.
Como podrá apreciarse, el concepto de masa no es ni bueno ni malo en sí mismo, sino que
su significado variará según la valoración que le den los distintos autores. (relativismo
cultural).
BIBLIOGRAFÍA
LA TERCERA OLA(1980)
12
Alvin Toffler
Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1993.
SOCIOLOGÍA
Paul B.Horton- Chester L. Hunt
Mc Graw- Hill, México, 1992.
INDICE
INTRODUCCIÓN............................................................................Pág. 3
13
CAPÍTULO I: “¿Qué es sociológicamente una masa?”...................Pág. 4
CONCLUSIÓN.................................................................................Pág. 14
BIBLIOGRAFÍA...............................................................................Pág. 15
14