Arsenio DACOSTA, Los Linajes de Bizkaia en La Baja Edad Media, Poder, Parentesco y Conflicto
Arsenio DACOSTA, Los Linajes de Bizkaia en La Baja Edad Media, Poder, Parentesco y Conflicto
Arsenio DACOSTA, Los Linajes de Bizkaia en La Baja Edad Media, Poder, Parentesco y Conflicto
Arsenio Dacosta
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 387
Generales
op. cit.: obra citada
ibid.: misma referencia y obra citada en nota anterior
cit.: cita
cfr.: véase
et al.: y otros autores
p.: página o páginas
f.º: folio o folios
ed.: editor
s.: siguientes (referido a páginas y folios)
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A.G. SIMANCAS: Archivo General de Simancas.
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RIEV: Revista Internacional de Estudios Vascos. (2.ª época). Desde 1983. Eusko
Ikaskuntza. San Sebastián.
Cuadernos de Sección: Eusko Ikaskuntza. Sociedad de Estudios Vascos. Cuadernos
de Sección. Historia-Geografía. Desde 1983. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián.
brsvap: Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. 1.ª época.
BRSVAP: Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. (2.ª épo-
ca). Desde 1945. Real Sociedad Vascongada de Amigos del País. San Sebas-
tián. (En la actualidad se ha recuperado el nombre de Bascongada para la aso-
ciación y sus publicaciones).
BEHSS: Boletín de Estudios Históricos de San Sebastián.
GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya: GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel; ARÍZA-
GA, Beatriz; RÍOS, María Luz; VAL, María Isabel del. Vizcaya en la Edad Me-
dia: evolución demográfica, económica, social y política de la Comunidad
vizcaína medieval. Haranburu. San Sebastián. 1985. 4 vols.
16 Índice
Advertencia inicial
De teoría y métodos
1992, p. 114.
18 Arsenio Dacosta
sobre la lucha de bandos «in media res» con el fin de desvelar su mecanismo «en su momen-
to de mayor violencia, para ver cuáles son los elementos que lo integran» (CARO BAROJA, Ju-
lio. Linajes y Bandos. A propósito de la nueva edición de las «Bienandanzas e Fortunas».
Diputación de Vizcaya. Bilbao. 1956. Reeditado como «Linajes y Bandos». En Vasconiana.
Obras completas Vascas de Julio Caro Baroja. III. Txertoa. San Sebastián. 1986, pp. 19-20).
7 «sobre la base y a través de una batería de discriminantes y de identificantes, de aná-
1977, p. 989.
9 CARO BAROJA, Julio. Los vascos y la Historia a través de Garibay. (Ensayo de una
biografía antropológica). Txertoa. San Sebastián. 1973, p. 360. Con la misma intención
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 19
pero con mucha menos gracia se expresa Alain GUERREAU en su El feudalismo. Un hori-
zonte teórico. Crítica. Barcelona. 1980[1978], pp. 169-170.
10 DÍEZ DE SALAZAR, Luis Miguel. «El Derecho y las instituciones públicas en Euskalerria
14 Una síntesis desde esta perspectiva en SARASA, Esteban. «El feudalismo en Aragón:
una hipótesis de trabajo y compresión para la época medieval». En Homenaje a José Ma-
ría Lacarra. Tomo II. Anejo 3 de «Príncipe deViana». 1986, pp. 669-686; y más reciente-
mente en VALDEÓN, Julio. El feudalismo. Historia 16. Madrid. 1992.
15 GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, pp. 14 s.
16 Sobre estos aspectos, cfr. El debate Brenner. Estructura de clases agraria y desarro-
Brenner. En nuestro país lo ha reformulado y adaptado con éxito Pablo SÁNCHEZ LEÓN,
«Aspectos de un teoría de la competencia señorial: organización patrimonial, redistribu-
ción de recursos y cambio social». En Hispania. 185 (1993), pp. 885-905.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 21
18 Es bien sabido que como unidad política, el «País Vasco» nace en la Segunda Repú-
y del 15 de diciembre de 1994 referentes a los nombres oficiales de los municipios de los
Territorios Históricos.
22 Arsenio Dacosta
22 Un documento judicial durangués de 1445 habla de un vecino que era «omme fijo-
dalgo de padre e de ahuelo» (AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 5, pp. 41-55). Otro
—una orden real expedida en 1485 en Córdoba habla también de «ome fijodalgo de padre e
abuelo de solar conosçido» (publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 61,
p. 417).
23 GERBET, Marie-Claude. Les noblesses espagnoles au Moyen Age. XIe-XVe siècle. Ar-
analítica y desde la de los propios actores, algo que ya reclamaba Julio CARO BAROJA («Li-
najes y Bandos». En Vasconiana…, pp. 13-61).
27 FERNÁNDEZ DE PINEDO, Emiliano; BILBAO, Luis María. «En torno al problema del po-
Bernardino de Siena, las jóvenes casaderas en Milán hacia 1425 eran unas 20.000, lo que
nos empuja a valorar con cierto relativismo los datos comentados (HEERS, Jacques. El clan
familiar en la Edad Media. Labor. Barcelona. 1978[1974], p. 75.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 25
hacia el 1500 respecto del total estimado. Sus conclusiones, empero, no nos ayudan mucho
ya que oscilan entre el 10% de media en Castilla y más del 50% en el norte peninsular
(«La population noble dans le Royaume de Castille vers 1500. La repartition geographique
de ses differentes composantes». En Anales de Historia Antigua y Medieval. 20 (1977-1979),
pp. 78-99, en especial, p. 86.
32 Uno de los mayores expertos aporta un dato revelador que, aunque referido a Gipuzkoa
y a los primeros tiempos del Antiguo Régimen, nos pone en una perspectiva más interesante
que la meramente numérica. Según Francisco Borja de AGUINAGALDE, la clase dirigente en
esta provincia se «concentra progresivamente en torno a aproximadamente 250 familias», es
decir, algo menos del doble de lo documentado para Bizkaia durante la baja Edad Media
(AGUINAGALDE, Francisco Borja de. Guía para la reconstrucción de familias en Gipuzkoa
(s. XV-XIX). Diputación Foral de Gipuzkoa. San Sebastián. 1994, p. 19).
26 Arsenio Dacosta
33 Sobre estas cuestiones véanse las apreciaciones de Rafael SÁNCHEZ SAUS («Los orí-
Las fuentes
36 Nos referimos a algunos estudios de Sabino AGUIRRE GANDARIAS, con especial gra-
vedad en el caso de su biografía del cronista Lope García en la que, pese a la precisa re-
construcción que hace de su genealogía, no culmina ésta gráficamente, lo cual supone una
gran dificultad para seguir su análisis (Lope García de Salazar, primer historiador de Biz-
kaia. Bilbao. 1994). Por el contrario, este mismo autor sí lo hace en su breve estudio que
sobre el linaje de Arteaga publicó en Hidalguía. 247 (1994), pp. 799-826.
37 GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, III, apéndice. Les falta el árbol referido a los
39 Las viejas crónicas vizcaínas ya hablan de catástrofes de esta índole y otros docu-
mentos incluso de quema intencionada de archivos. Sobre todo ello ya volveremos, aunque
hay que citar las referencias que dan al respecto autores clásicos como Juan Eustaquio
DELMAS (Guía histórico-descriptiva del viajero en el Señorío de Vizcaya. (A. Rodríguez,
ed.). Biblioteca Vascongada Villar. Bilbao. 1965[1864], p. 121); Teófilo GUIARD (Historia
de la Noble Villa de Bilbao. Tomo I (1300-1600). La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao.
1971[1905], p. 88); y más recientemente las notas que aporta Javier ENRÍQUEZ sobre el des-
tino de archivos como Bermeo, Guernica y Ermua (destruidos en las guerras de los dos úl-
timos siglos), Miravalles y Bilbao (afectados por las inundaciones de 1483) y otros de los
que apenas queda documentación como Munguía, Lanestosa, Larrabezúa, Villaro, Rigoitia
y Guerricáiz («Presentación». En Colección documental de los archivos municipales de
Guerricáiz, Larrabezúa, Miravalles, Ochandiano, Ondárroa y Villaro. Colección Fuentes
Documentales Medievales del País Vasco, n.º 31. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. 1991,
p. i s). Aparte de ésos, tenemos noticia de algunos archivos interesantes que están perdidos
o desperdigados: Archivo de la Basílica-Catedral de Bilbao (posiblemente en el Diocesano
de Derio), Archivo de Lezama-Leguizamón, Archivo del patronato de Begoña (según Ma-
ñaricúa perdidos casi en su totalidad en las últimas guerras carlistas, aunque Labayru con-
sultó el segundo de los citados para su Historia General (cfr. MAÑARICÚA NUERE, Andrés
Eliseo de. Santa María de Begoña en la historia espiritual de Vizcaya. La Editorial Vizcaí-
na. Bilbao. 1950, p. 26).
40 ENRÍQUEZ, Javier. «Introducción». En Colección documental del Archivo Municipal
octubre de 1826, prácticas que continuaron al menos hasta 1882 («De Historia. El Archivo
de la Chancillería de Valladolid». En Boletín de la Comisión de Monumentos de Vizcaya.
1-IV (1909), pp. 34-35).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 33
42 Entre las críticas —que suscribimos en su mayor parte— creemos que hay una especial-
mente valiosa dado que quien la hace es una lingüista. Efectivamente, Carmen ISASI encuentra
que las ediciones, pese a su afán de fidelidad al documento, no evitan «la lectura directa de las
fuentes», a lo que añade otra queja, la inexistencia de «unos preliminares suficientemente ex-
plícitos sobre los criterios de edición y tratamiento de las grafías» («Aproximación a la docu-
mentación vizcaína de los siglos XV y XVI». En Mundaiz. 45 (1993), p. 13).
43 Las dos primeras crónicas de Vizcaya. Estudio, textos críticos y apéndices. Caja de
sea necesaria una nueva edición mucho más depurada y libre de errores
de transcripción.45 Lope García de Salazar es uno de los cronistas bajo-
medievales más interesantes y, pese a ello, sus fuentes, apenas han sido
explotadas. Sin embargo, las obras de este cronista banderizo, señor de
San Martín de Muñatones (Muskiz), protagonista de muchos de los he-
chos que narra, es valiosa por muchas razones. La primera, porque nos
muestran el punto de vista de un pariente mayor tanto en lo referente a
la Historia como a las luchas de bandos.46 La segunda, la credibilidad y
«veracidad» de buena parte de su contenido, aspecto que ya se ha puesto
de manifiesto en alguna ocasión.47 Efectivamente, podemos afirmar que
Lope García es «veraz» y, de hecho, los genealogistas lo tienen por fia-
ble en su terreno, algo que hemos podido comprobar sobradamente.48
Sin embargo, hay que advertir que esta «veracidad» implica una poco
inocente versión de algunos hechos que narra.
El tercer bloque documental en el que nos apoyamos es la documenta-
ción de archivo, especialmente el de la Real Chancillería de Valladolid. En
realidad, nuestra búsqueda la iniciamos en el Archivo Foral de Bizkaia
pero lamentablemente éste apenas conserva documentación medieval. Di-
ferentes catástrofes han dado al traste con casi toda la documentación fo-
ral anterior a la segunda mitad del siglo XVI. Esto limita enormemente el
conocimiento del funcionamiento del sistema judicial y político del seño-
río de Bizkaia. Lo que hay que lamentar, sobre todo, es la pérdida de
documentación que presumiblemente aclararía asuntos de nuestro inte-
rés como el proceso de institucionalización de los bandos a principios
del XVI. Aparte de los fondos propios del corregimiento (desde 1530) y
diputación (el primer libro de acuerdos que se conserva es de 1558), hoy
se encuentran allí los del antiguo archivo de la Casa de Juntas de Guerni-
ca y los archivos municipales de casi toda la provincia, a excepción de
45 GARCÍA DE SALAZAR, Lope. Las bienandanzas y fortunas. Códice del siglo XV. (A. Ro-
dríguez Herrero, ed). Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1967[1476]. 4 vols. Sabino
AGUIRRE GANDARIAS, el más reciente biógrafo del cronista, ha hecho igualmente un regis-
tro de todos los códices en los que se contiene esta crónica (Lope García de Salazar, pri-
mer historiador de Bizkaia. Diputación Foral de Bizkaia. Bilbao. 1994). En cuanto a los
errores de edición y transcripción, cfr. VAQUERO, Mercedes. «Literatura popular en un
episodio del «Libro de las Bienandanzas e fortunas» de Lope García de Salazar». En Le-
tras de Deusto. 20 (1990), p. 191.
46 Cfr. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, p. 27.
47 «¿Qué crédito merece la obra histórica de Lope? No puede pedírsele alardes de críti-
ca. Lo que corre en su tiempo, verdad o leyenda, lo admite. (…) El valor histórico de la obra
de Lope García de Salazar crece cuando se aproxima a sus días, cuando trata de aconteci-
mientos que él mismo ha vivido (…) Su estilo frío e impersonal, aun cuando narre hechos
propios, da sensación de veracidad» (MAÑARICÚA, Historiografía de Vizcaya…, pp. 64-65).
48 PARDO DE GUEVARA, «¿Hacia una nueva ciencia genealógica?…». En Medievalismo. 2
(1992), p. 172, n. 9.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 35
49 Para ello también contábamos con la guía que proporcionan los índices elaborados
por Alfredo BASANTA DE LA RIVA (Nobleza vizcaína. Estudio genealógico de pleitos sobre
vizcainía y mayorazgos del Señorío. Junta de Cultura Vasca. Valladolid. 1928; y Catálogo
genealógico de vizcainías. (Adición a la obra «Nobleza Vizcaína»). Tipografía de Archi-
vos. Madrid. 1934. 2 vols).
50 Iñaki BAZÁN, con unos objetivos bien diferentes a los nuestros, prefirió el análisis de
una muestra alterna de dichas ejecutorias ya que prefería «una documentación homogénea,
masiva, de fácil manejo y […] no fuera excesivamente voluminosa» para su encuesta sobre
Delincuencia y criminalidad en el País Vasco en la transición de la Edad Media a la Mo-
derna (Gobierno Vasco. Vitoria. 1995, p. 14).
51 La consulta realizada en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid ha sido la
siguiente en orden a sección, sala y signatura: Sala de Vizcaya, pleitos civiles: caja 1884,
exp. 3 a caja 1886, exp. 1; caja 293, exp. 1 a caja 295, exp. 1; leg. 120, exp 3; leg. 1248,
exp. 12; leg. 886, n.º 7; caja 1651, exp. 2; caja 614, exp. 3; leg. 701, exp 2; leg. 621, exp. 10;
leg. 29, exp. 3; leg. 187, exp. 8; caja 264, exp. 1; caja 2914, exp. 14; caja 1737, exp. 1; caja 359,
exp. 1; caja 5612, exp. 2; caja 1853, exp. 3; caja 264, exp. 1; leg. 1326, exp. 11;
caja 5739, exp. 2; caja 166, exp. 3; caja 5691, exp. 1; caja 5612, exp. 3; caja 869,
exp. 2; caja 5611, exp. 4; cajas 1737-1738, exp. 1; caja 223, exp. 1; caja 2914, exp. 14;
caja 615, exp. 3; caja 84, exp. 1; caja 1797, exp. 6; caja 108, exp. 1 y 2; caja 632, exp. 1;
caja 1910, exp. 4; caja 308, exp. 1; caja 63, exp. 1; caja 2889, exp. 1; caja 2853, exp. 17;
leg. 135, exp. 8; caja 1811, exp. 1; caja 1651, exp. 2 a caja 1653, exp. 4; caja 1894, exp. 5;
caja 3164, exp. 16; caja 2835, exp. 5; caja 122, exp. 2.; caja 462, exp. 5; leg. 153, exp. 6;
caja 2049, exp. 6; leg. 1262, exp. 4; leg. 51, exp. 5; leg. 1264, exp. 1; leg. 820, exp. 3; leg. 153,
exp. 4; leg. 203, exp. 11; leg. 58, exp. 5; leg. 92, exp. 1 y exp. 4; leg. 1273, exp. 13;
leg. 2814, exp. 14; caja 1323, exp. 18; caja 1867, exp. 13; leg. 102, exp. 9; leg. 117, exp. 2;
caja 2016, exp. 3; caja 892, exp. 2; caja 92, exp. 2; caja 5861, exp. 16; leg. 38, exp. 13;
leg. 32, exp. 10; caja 2873, exp. 4; caja 215, exp. 2; caja 598, exp. 1; caja 599, exp. 2; leg. 552,
exp. 1; leg. 1257, exp. 3; leg. 216, exp. 1; leg. 161, exp. 1; leg. 1292, exp. 15; leg. 1293,
exp. 6; leg. 553, exp. 1; caja 73, exp. 4; leg. 1255, exp. 23; leg. 826, exp. 11; leg. 871, exp. 1;
leg. 217, exp. 12; caja 217, exp. 5; leg. 562, exp. 17; leg. 879, exp. 4; leg. 31, exp. 11; leg. 143,
exp. 6; leg. 118, exp. 4; leg. 51, exp. 3; leg. 153, exp. 2; leg. 67, exp. 3; y leg. 780, exp. 10;
Sala de Vizcaya, pleitos criminales: cajas 701 y 702; Sección Pleitos Civiles, Escribanía Que-
vedo, fenecidos: caja 1344, exp. 1 a caja 1345, exp. 1; Secc. Pleitos Civiles, Escribanía Pé-
rez-Alonso, fenecidos, caja 1345, exp. 1.
36 Arsenio Dacosta
52 Un ejemplo. En uno de los pleitos, una de las partes —la más débil— argumenta que
si el pleito se está sosteniendo aún es porque el otro «hiziese grandes proçesos, aunque no
tuviere neçesidad, porque al final les condenaría en costas» (A.R. CHANCILLERÍA VA-
LLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Criminales, cajas 701 y 702, 1.ª pieza, sin foliación).
53 BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…, p. 15.
54 Los manuscritos consultados en dicha sección y biblioteca tienen la siguientes signa-
turas: Mss. 13065, ff.º 100-103; Mss. 9880, ff.º 195-206; Mss. 18700/36; Mss. 19698/44;
Mss. 5733; Mss. 20211/98; Mss. 20211/99; Mss. 5790; Mss. 6691; Mss. 7569; Mss. 2775;
Mss. 3416-7; Mss. 11760; Mss. 11470; Mss. 10476; Mss. 608; Mss. 11594; Mss. 9291.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 37
relación con el presente trabajo, cabe citar el avance realizado por Con-
suelo Villacorta de su esperada edición crítica del Libro de las Bienan-
danças e Fortunas de Lope García de Salazar.
Después de 1997, dentro de lo puramente historiográfico, es de des-
tacar la publicación de dos magníficas tesis doctorales referidas al te-
rritorio guipuzcoano. Una, la de María Soledad Tena, analiza entre
otros asuntos la conformación de las élites villanas en San Sebastián y
en las villas vecinas. La otra, de José Antonio Marín, versa sobre lina-
jes, más concretamente, sobre el de san Ignacio de Loyola, cabeza de
bando de la Provincia de Gipuzkoa. Ambas han venido a completar el
trabajo de Achón sobre los Báñez de Artazubiaga y el concejo de Mon-
dragón, publicado poco tiempo antes.
Este halagüeño panorama para Gipuzkoa se completa con la abun-
dante producción generada en torno al Departamento de Historia Me-
dieval, Moderna y de América de la Universidad del País Vasco y a los
proyectos de investigación coordinados por José Ramón Díaz de Dura-
na, Ernesto García Fernández, y Rosario Porres. Dicha producción,
además de recoger los frutos de la investigación sobre Álava, se ha
centrado en el territorio guipuzcoano y en los temas que aquí se abor-
dan. El grupo de medievalistas de Vitoria tuvo el acierto de reunir en
un symposium celebrado en diciembre de 1997 las más recientes in-
vestigaciones y reflexiones sobre la lucha de bandos y la «universal
hidalguía» en el ámbito vasco. Dicho encuentro, cuyos resultados se
publicaron en 1998, ha servido de recapitulación y de sólida base para
los estudios futuros. Una labor paralela e igualmente interesante es la
que se ha desarrollado desde las Universidades de Cantabria y Pública
de Navarra para sus respectivos ámbitos territoriales.
En cuanto al Señorío de Bizkaia, cabe mencionar el estudio inédito
de Robert Muro sobre la Colegiata de Cenarruza, cuya publicación ayu-
daría a comprender mejor la relación entre la mentalidad hidalga y la re-
ligiosidad bajomedieval. Contamos también con un artículo de Iñaki Ba-
zán sobre la torre de Berna, centrado específicamente en el asunto de la
violencia a partir de sucesos de naturaleza banderiza y justiciera. Tam-
bién incluimos nuestras modestas aportaciones al objeto de estudio y
que, en su mayor parte, amplían aspectos no suficientemente desarrolla-
dos en nuestra tesis doctoral o que han despertado nuestro interés a par-
tir de entonces.
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renta y competencia económica». En Studia Historica. Historia Medieval. 15
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a través de una “vida ejemplar”». En Edades. Revista de Historia. 4 (1998),
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40 Arsenio Dacosta
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42 Arsenio Dacosta
Agradecimientos
e ideológicas en el País Vasco (ss. XIV-XV), financiado por el M.º de Ciencia y Tecnología,
ref. BHA2000-0884.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 43
García de Salazar (1399-1481): Estudio sobre su vida y obra, como fuente para el conoci-
miento de la cultura tradicional. Columbia University. 1939, publicada parcialmente en
«La cultura tradicional en la obra de Lope García de Salazar». En Eusko Jakintza. 2-3
(1948), pp. 229-264.
2 CARO BAROJA, «Linajes y bandos». En Vasconiana…, p. 41.
3 GARCÍA FERNÁNDEZ, Ernesto. «Guerras y enfrentamientos armados: las luchas banderizas
vascas». En Besaide. Los ejércitos. Fundación Sancho el Sabio. Vitoria. 1996, pp. 59-104,
p. 69.
46 Arsenio Dacosta
munes —muchos, errores de transcripción—, cfr. «La cultura tradicional…». En Eusko Ja-
kintza. 2 (1948), pp. 257 s.
6 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 96.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 47
cas en España al final de la Edad Media. M.º de Asuntos Exteriores. París. 1991, pp. 15-27.
12 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., II, p. 17; cit. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras
crónicas, p. 31. Este último autor parece apostar por el carácter autodidacta y vocacional
de Lope García (op. cit., pp. 300-301).
48 Arsenio Dacosta
13 El famoso noble era, además, tío de la señora de Bizkaia, doña Juana, esposa de don
Tello.
14
MACKAY, «Los bandos: aspectos culturales». En Bandos y querellas dinásticas…, p. 19.
15
GONZÁLEZ CRESPO, Esther. Elevación de un linaje nobiliario castellano. Universidad
Complutense. Madrid. 1981, pp. 288-291, n. 529.
16 Cfr. EICKHOFF, Georg. «Íñigo López de Loyola entre “armas y letras”. Libro y lectura
mand Colin. París. 1994, pp. 216-217; citando un estudio de UTRILLA UTRILLA, Juan F.
«Una biblioteca nobiliar aragonesa de mediados del siglo XV». En Aragón en la Edad Me-
dia. VII. Estudios de Economía y Sociedad. Universidad. Zaragoza. 1987, pp. 177-197.
18 AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 133.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 49
dejó Lope García de Salazar. Julio Caro Baroja, por su parte, afirma que
en la Navarra de los siglo XIV y XV se leían «textos clásicos medievales»
y, sobre todo, «literatura caballeresca», aunque destaca que «el dominio
del vasco como idioma familiar más usual», y que posiblemente la lectura
en lengua castellana no era una práctica muy extendida.19 La lectura, en
todo caso, contiene una dimensión social y, al mismo tiempo, puede cons-
tituir una prerrogativa política. No disponemos de muchos testimonios al
respecto, pero quizá uno significativo sirva de muestra, ya que atañe a
uno de los principales linajes de Bizkaia: el de Butrón. Aunque no tene-
mos constancia de que no fueran analfabetos, sabemos que los Butrón te-
nían a su servicio al menos a un criado que hacía las funciones de escriba.
Se trata de Pero Sánchez de Turiso quien, a principios del siglo XV, era
garante de un «padrón» de las deudas y deudores del solar.20 Este indivi-
duo aparece mencionado en el testamento de 1407 de Gonzalo Gómez de
Villela —o Butrón— y de su esposa doña Elvira Sánchez de Zamudio
junto a otro escribano, Martín Martínez de Iturburu, quien, por lo visto,
debe al solar cierta cantidad de dinero. Sin embargo, es evidente que los
Butrón eran vascoparlantes ya que cuando se menciona a los testigos de
este testamento se utiliza la significativa expresión de «llamados e roga-
dos por cheburucos». Este término, calco del castellano «cabezaleros»,
conlleva igualmente una especial relación de confianza con los Butrón.
Años después, en 1416, los parientes mayores de solar, un Butrón y una
Múgica, dictan su testamento en favor de sus hijos.21 La esposa se refiere
a su «padre e madre de mí la dicha doña María Alfonsa» y a la herencia
que éstos les habían «dado e mandado e firmado en tienpo en que uno ca-
samos». «Firmar» equivale aquí a asegurar. En los mismos «palaçios de
Butrón», un descendiente de aquéllos, pariente mayor de ambos solares
de Butrón y Múgica, decide dar una «carta de donaçión e dote e arras» a
su hermana doña Mayora de Butrón y a su esposo Rodrigo de Madaria-
ga.22 Como en los casos anteriores, destaca la presencia de escribanos en
el solar de Butrón, así como dos acepciones posibles para el término «fir-
mar», esto es, como hecho físico y como hecho jurídico. Como veremos
en otro capítulo, según avanza el siglo XV, se multiplican las referencias a
miembros de linajes hidalgos ocupando las escribanías de las villas, oficio
fundamental por razones que no vienen ahora al caso. Intereses políticos,
estrategias para los segundones y nuevas pautas culturales contribuyen a
hacer de la del escribano una carrera en auge. Jon Juaristi sostiene una de
19 CARO BAROJA, Julio. Ritos y mitos equívocos. Istmo. Madrid. 1974, p. 209.
20 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 18, pp. 230-235.
21 LABAYRU, Historia General…, III, pp. 55-59.
22 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1651,
sus obras sobre este argumento y un único ejemplo nos basta para confir-
mar su validez para una cronología anterior: en el testamento de Martín
Ruiz de Arancibia, pariente mayor de Ondárroa, se ordena al primogénito
Hortuño que envíe a su hermano Juan «al estudio a que sea letrado».23
Esta última constante acerca de los linajes subalternos nos sirve de
pretexto para introducir una sugerente hipótesis de Alfonso de Otazu
acerca de la existencia de relaciones vasalláticas entre los linajes banderi-
zos del Bidasoa, aunque las mismas carezcan de «ciertas relaciones for-
males».24 Todo ello coincide plenamente con las conclusiones de Marc
Bloch, autor que destacó la importancia del vasallaje como un «parentes-
co suplementario», llamado por algunos «parentesco artificial».25 A nues-
tro modo de ver es ésta, y no la visión más estricta del vasallaje, la que
realmente se acerca a definir su esencia. Aún así, es posible documentar
un amplio uso de formulismos vasalláticos en la Bizkaia bajomedieval.
Para empezar está el mismo término «vasallo», casi siempre en rela-
ción con el rey. El lazo que une al monarca castellano en la baja Edad
Media con sus vasallos vizcaínos es profundo. En caso contrario, e inde-
pendientemente de las contraprestaciones que conllevara un pleito home-
naje al rey, resulta difícil explicar que Pedro de Avendaño se comprometa
a servir a Enrique IV en 1460 «contra todas las personas del mundo».26
Como veremos, la propia noción política del Señorío se fundamenta
como un pacto de naturaleza feudal entre el señor y los hidalgos vizcaí-
nos en el año de 1356. El 21 de junio, los hidalgos y procuradores de las
villas vizcaínas se reúnen en Bilbao ante don Tello, doña Juana, y Juan
Rodríguez, representante de Pedro I. El después llamado «Cruel» pide y
logra de los vizcaínos representados una carta de deservimiento contra
sus señores si éstos no permanecían en la fidelidad del rey. A continua-
ción, todos los presentes realizan un pleito-homenaje al representante de
Pedro I.27 Un segundo ejemplo, del verano de 1468, se encuentra en la
exp. 16, f.º 24v. Este testamento —conservado en copia— data de 1508. Sobre la sustitu-
ción de los cuadros administrativos de origen cristiano-nuevo por «vizcaínos», cfr. JUARISTI,
Jon. Vestigios de Babel. Para una arqueología de los nacionalismos españoles. Siglo XXI.
Madrid. 1992.
24 OTAZU Y LLANA, Alfonso de. «Los banderizos del Bidasoa (1350-1582)». En BRAH. 172
Consejos, leg. 11939. Lo editó Antonio Adán de Yarza de Larrategui, más conocido por Anto-
nio NAVARRO DE LARRATEGUI (Epítome de los Señores de Vizcaya. Emprenta de Tarin. Turín.
1620). Después de él lo han hecho ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 15, pp. 134-138;
LABAYRU, Historia General…, II, pp. 374-377; GUIARD, Historia… de Bilbao…, I, pp. 64 s., y
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 51
recientemente en AVO. GRAL. SEÑORÍO DE VIZCAYA, n.º 2, pp. 13-20. Lo citan numero-
sos autores, pero merece la pena mencionar por su antigüedad (circa 1760) a Pedro de FONTE-
CHA SALAZAR y su Escudo de la más constante fee y lealtad de Vizcaya. Juan E. Delmas. Bil-
bao. 1866, pp. 59-60. LABAYRU, por su parte sugiere que la confección de este curioso
documento se debe a Juan de Avendaño, privado de don Tello y principal pariente mayor del
Señorío, quien posiblemente, había sido «seducido» en la corte de Pedro I para servir los inte-
reses de éste (cfr. LABAYRU, op. cit., II, p. 374).
28 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 25, pp. 354-355.
29 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., ap. 70, p. 426.
30 AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., p. 77.
52 Arsenio Dacosta
que se inscribe en un contexto social y cronológico muy concreto. Cfr. BARRIOS, Estruc-
turas agrarias y de poder…, II, pp. 134 s; y PÉREZ DE TUDELA, Infanzones y caballeros…,
pp. 440-443.
34 AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 16, p. 130.
35 BONNASSIE, Pierre. Vocabulario básico de la historia medieval. Crítica. Barcelona.
tít. XXI, ley 4: «Cómo los caballeros deben haber en sí quatro virtudes principales».
37 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 322.
38 Según Marie Claude GERBET la «honra» es la base de la mentalidad nobiliaria, mani-
39 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 18, pp. 230 y 232, res-
na el «Cantar de Urrexola» como manifestación más banderiza que caballeresca (cfr. GUE-
RRA, Oñacinos y gambínos…, p. 205).
42 Anales Breves de Vizcaya. (S. Aguirre, ed). En Las dos primeras crónicas de Vizca-
ya. Estudio, textos críticos y apéndices. Caja de Ahorros Vizcaína. Bilbao. 1987, p. 153;
mención recogida después por GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortu-
nas…, IV, pp. 205-206. Sin embargo, este mismo recoge otro relato acerca de una pelea
ocurrida hacia 1270 en el «campo de la lid» de Bilbao (op. cit., IV, p. 179).
54 Arsenio Dacosta
43 MARTÍNEZ GORRIARÁN, Carlos. Casa, Provincia, Rey. Para una historia de la cultura
del poder en el País Vasco. Alberdania. Irún. 1993, p. 61. Hay que advertir que en el ma-
nuscrito «Mieres» del Libro de las Bienandanças Mondragón aparece escrito como «Mon-
te Aragón», aunque no parece ser ésta la etimología del topónimo (GARCÍA DE SALAZAR,
Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 214). Bermeo también parece competir por
conservar su título de «caput Biscaiae»: desde 1475 tendrá problemas para ello dado que
los Reyes Católicos otorgarán a la villa de Bilbao el título de «Noble Villa» (GUIARD, His-
toria… de Bilbao…, I, pp. 183-184). Creemos que en este sentido debe interpretarse tam-
bién el hecho de que la villa de Durango consiguiera deshacerse a mediados del XIV del Vi-
llanueva que arrastraba desde su fundación, y conservara su flamante Tavira de Durango
hasta el XVII (cfr. ZAVALA, Vicente. La Villa de Durango. Bilbao Bizkaia Kutxa. Bilbao.
1994, p. 16).
44 Algo semejante argumenta Fernando LOJO PIÑEIRO para las lizas en la Galicia del XV
tal, cfr. HEERS, Jacques. El clan familiar en la Edad Media. Labor. Barcelona. 1978[1974],
pp. 121 s.
55 Existe un catálogo sistemático en diez volúmenes realizado por Javier de YBARRA Y
BERGÉ (Escudos de Vizcaya. Bilbao. 1967-1968), complemento a la obra que años antes
realizara este autor en colaboración con Pedro de GARMENDIA (Torres de Vizcaya. CSIC.
Madrid. 1946. 3 vols). Marie-Claude GERBET informa de que la heráldica comienza a codi-
ficarse y extenderse en la Península al final de la Edad Media, volviéndose más simbólica
y siendo ligada estrechamente al solar (Les noblesses espagnoles…, p. 211).
56 GARCÍA DE SALAZAR, Crónica de Vizcaya…, p. 56.
57 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., p. 68.
58 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 113-115.
56 Arsenio Dacosta
mayor parte de los linajes del Señorío hará que estos elementos pronto
pasen a expresar la rivalidad entre ellos. Algunos ejemplos del XVI, pese
a la presunta liquidación de las guerras banderizas, expresan de forma
cruda estos antagonismos. El primero, recogido por Micaela Portilla, se
refiere al escudo de los Ospina de Ugarte: dos lobos empinados en el
tronco de un árbol al acecho de una cabra puesta en su copa, cabra que
alude a la heráldica de los Anuncibay, sus enemigos.59 En comparación
con su divisa, el escudo de este linaje apenas tiene importancia:
59 PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, p. 59. Mikel AZURMENDI destaca que «la metá-
fora animal parece haber sido (…) la clave fundamental del autoconocimiento entre las
gentes de los pueblos sin escritura» (Nombrar, embrujar. (Para una historia del someti-
miento de la cultura oral en el País Vasco). Alberdania. Irún. 1993, p. 39).
60 PORTILLA, op. cit., I, p. 96.
61 Sobre la presencia de este género en la historiografía ibérica, cfr. ORCÁSTEGUI, Car-
62 Harvey L. SHARRER recoge las menciones más significativas, aunque no todas las
que aparecen en la obra principal de Lope García de Salazar; sí menciona un ejemplo se-
mejante al de Leguizamón en Asturias, esto es, el linaje de Valdés entre cuyos miembros
encontramos un Tristán, un Perrot y un Galaz (op. cit., pp. 81-82). No obstante, este autor
olvida mencionar a un tal Lançarote Peçaneo un almirante genovés de mediados del XIV
(GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, p. 226). Otros autores
que destacan o citan nombres artúricos en esta fuente o en la región: BASANTA, Nobleza…,
pp. 182-183; CARO BAROJA, El señor inquisidor y otras vidas por oficio. Alianza. Madrid.
1970[1968], p. 133; PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, p. 109; y RAMÍREZ VAQUERO,
Eloísa. Solidaridades nobiliarias y conflictos políticos en Navarra, 1387-1464. Gobierno
de Navarra. 1990, p. 57. Existen glosarios completos para la Península Ibérica realizados
por William J. ENTWISTLE (The Arthurian Legend in the Literatures of the Spanish Penin-
sula. Nueva York. 1975[1925]) y por el propio SHARRER (A Critical Bibliography of His-
panic Arthurian Material. Grant and Cutler. Londres. 1981).
63 En el caso del pariente mayor de los Múgica-Butrón, se le acusa, entre otras brutali-
dades, de haber «corrompido y desflorado hasta ciento cincuenta doncellas, niñas, pues la
mayor tendría catorce o quince años» (A.G. Simancas, Registro General del Sello, 1480-X,
f.º 228; cit. GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, p. 291; también en BAZÁN, Delincuen-
cia y criminalidad…, p. 320).
64 Fuero de las Encartaciones, tít. 31. Iñaki BAZÁN destaca la falta de rigor en la apli-
cía tuvo al menos diez «mançebas», ocho de las cuales son identificadas onomásticamente.
58 Arsenio Dacosta
66 Para lo que sigue, esto es, el linaje como «comunidad espiritual» que comparte ente-
rramientos y patronazgos («iglesias del clan»), cfr. HEERS, El clan familiar…, pp. 276-278.
67 SORAZU, Emeterio. «Mentalidades y comportamientos religiosos del hombre vasco
pez de Haro, señores de Bizkaia (RUIZ MALDONADO, Margarita. Escultura funeraria del si-
glo XIII. Los sepulcros de los López de Haro. Universidad. Salamanca. 1992).
71 GARCÍA DE SALAZAR, Crónica de Vizcaya, p. 85. También recoge la noticia de sus
antepasados los Calderón, que se hacían enterrar en «el monesterio de Errera», cerca de
Miranda (op. cit., IV, p. 71). En lo referente al hospital, y su «raçión e vestidos e otras co-
sas» cfr. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, pp. 67 s; y ap. 13, p. 335.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 59
Buena prueba del valor dado a estos espacios es cierto pleito de 1509
entre dos hidalgos bilbaínos, Sancho de Arbolancha y Flores de Arteaga
por quitar escudos y armas de su linaje colocados en una iglesia de la vi-
lla.72 Ciertamente las iglesias vizcaínas eran algo más que un simple es-
pacio de espiritualidad, como demuestra el fenómeno del patronazgo.
Aquí interesa destacar que una idéntica jerarquización a la existente en la
sociedad se da en las iglesias vizcaínas, rasgo que, por otro lado, es co-
mún a toda Europa. Dicho en palabras de Mikel Azurmendi, «una magis-
tral operación metafórica» que garantiza la preeminencia de los nobles
respecto del conjunto de la comunidad.73 Una metáfora que, en el caso de
la aristocracia castellana bajomedieval, se transforma en una «voluntad
de durar» cuya manifestación más evidente son las capillas.74
Junto al enterramiento, otro elemento característico de la religiosidad
hidalga, aquí y en el resto de Castilla, son los testamentos. Como se ha
destacado recientemente, los testamentos cuidan de una redistribución
material de los bienes del solar, pero también funcionan como elementos
simbólicos para todos los miembros del mismo.75 El testamento de Gon-
zalo Gómez de Butrón, de 1407, sirve para ilustrar ciertos usos religiosos
que habían calado también en Bizkaia. Por ejemplo, el pariente mayor
ordena que se le entierre con el hábito franciscano en San Pedro de Mun-
guía, en la capilla de San Juan, donde está enterrado su padre (recuérdese
que aún usaban del apellido Villela y que la ruptura con éstos no se dará
hasta unos años después). El texto también dedica una buena parte a las
mandas pías, como la «oblada e candela» que reclama para su memoria
durante cinco años, así como «novenarios», «aniversarios», «trentena-
rios» y demás rezos en las iglesias de Munguía y Getxo. Además, él y su
mujer mandan entregar cantidades variables de maravedís (entre cin-
cuenta y cien) a las de Lemoniz, Barrika, Plencia, Erandio y Kortezubi.
Otros veinte maravedís son destinados a la Orden de la Trinidad, y otros
tantos para la de Santa Clara, para que envíen un «home romero a la Casa
Santa de Jherusalén» a pedir por el alma de Juan Sánchez de Villela, y
exp. 11.
73 AZURMENDI, Nombrar, embrujar…, p. 27.
74 MOLENAT, Jean Pierre. «La volonté de durer: majorats et capellanies dans la pratique
vés de su clientela. Un ejemplo concreto de fines del siglo XIV». En Hispania. 185 (1993),
p. 882.
60 Arsenio Dacosta
tante, algunos bienes muebles e inmuebles (cfr. LABAYRU, Historia General…, III, pp. 55-59).
79 AVO. MUN. DURANGO. Tomo III, n.º 215, p. 909.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 61
80 GARCÍA FERNÁNDEZ, Ernesto. «Alonso de Mella y los herejes de Durango en el siglo XV».
En Religiosidad y sociedad en el País Vasco (s. XIV-XV). Univ. del País Vasco. Bilbao.
1994, pp. 83-115.
81 LIBRO DE ACUERDOS Y DECRETOS DE BILBAO, n.º 2, p. 277.
82 LIBRO DE ACUERDOS Y DECRETOS DE BILBAO, n.º 2, pp. 198-199.
83 GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, III, pp. 115-118. Estos autores también dan
fe de los insultos que se proferían los vizcaínos, haciéndose eco de la legislación foral (op.
cit., III, p. 116). Iñaki BAZÁN hace un estudio completísimo de los insultos desde el punto
de vista del delito de la injuria (Delincuencia y criminalidad…, pp. 253-274).
84 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 270.
85 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 289.
86 Recientemente Ernesto GARCÍA FERNÁNDEZ ha estudiado el tema tomando como base
88 Anales Breves…, p. 135. Sabino AGUIRRE, editor del texto, relaciona el milagro con las
inundaciones ocurridas un mes antes en el Nervión. También advierte que, por entonces, era
patrono de esta iglesia el señor de Ayala (op. cit., p. 135, n. 86, 1). Juan Eustaquio DELMAS co-
menta un caso de piedad similar hacia 1550 en Rigoita, donde fue hallado un cadáver momifi-
cado al que se dió el significativo nombre de «Cuerpo Santo» (Guía histórico-descriptiva del
viajero en el Señorío de Vizcaya. (A. Rodríguez, ed.). Villar. Bilbao. 1965[1864], p. 151).
89 MAÑARICÚA, Santa María de Begoña…, p. 145. Sabino AGUIRRE habla de una ruta
jacobea vizcaína en el siglo X («Primera aproximación a las relaciones de Bizkaia con Eu-
ropa durante la Edad Media (hasta 1476)». En II Congreso Mundial Vasco. Txertoa. San
Sebastián. 1988, p. 49). Este último autor, en su principal obra, menciona que Juana de Bu-
trón, esposa del cronista de Salazar, viajó a Compostela antes de 1469 (Lope García de Sa-
lazar…, p. 213). La colaboración de Juan URÍA en Las peregrinaciones a Santiago de
Compostela es, que sepamos, lo mejor hasta la fecha (Gobierno de Navarra. Pamplona.
1993[1949], II, pp. 506-514). Sobre el camino jacobeo en Bizkaia, también conocemos el
liviano trabajo de Esteban de CALLE ITURRINO, Rutas jacobeas de Vizcaya. Santa Casa de
Misericordia. Bilbao. 1963; y, aunque éste no lo hayamos consultado, también tenemos
noticias de algunos trabajos realizados con motivo de la exposición Los caminos de Santia-
go por Euskadi. Eusko Jaularitza-Gobierno Vasco. Vitoria. 1991.
90 MENDIETA, Francisco de. Quarta Parte de los Annales de Vizcaya. Hijos de J. Baro-
pintió e incluso viajó hasta la Corte para lograr una carta de revocación de la constitución
del mayorazgo familiar, lo cual, ciertamente, no le sirvió de gran cosa (op. cit., p. 199).
Tampoco parece que sea el único caso en esta familia. Según PÉREZ DE AZAGRA un sobrino
de éste, hijo de Juan Moro de Salazar, se hará fraile agustino recibiendo el nombre de An-
drés y muriendo hacia 1557 (Reseña genealógica…, p. 208).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 63
1469 como testigo; cfr. BASANTA, Nobleza Vizcaína…, p. 366; y AGUIRRE GANDARIAS,
Lope García de Salazar…, p. 208.
93 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 340-341; cit.
Martín de Arteaga (GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, III, p. 140); fray Francisco de
Arbolancha (LIBRO DE ACUERDOS Y DECRETOS DE BILBAO, n.º 1, p. 174); Mari
Alfonsa de Butrón, clarisa en Medina (LABAYRU, Historia General…, III, pp. 55-59). So-
bre los conventos franciscanos de Orduña y Abando informan VIDAL-ABARCA y GARCÍA DE
CORTÁZAR, respectivamente (Los Herrán…, p. 39; y «Sociedad y poder en la Bilbao me-
dieval». En Bilbao, artea eta historia. Bilbao, arte e historia. Diputación Foral de Bizkaia.
Bilbao. 1990. Tomo I, pp. 22-23).
96 Un ejemplo es la de Santa Ana de Tavira entre cuyos cofrades «perrochianos» y como
97 El linaje es el de los Asoaga, más concretamente doña Juana Ibáñez, quien procede a
su fundación entre mayo y agosto de 1368 (LABAYRU, Historia General…, II, p. 416; ITU-
RRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 62, pp. 246-247; COL. DOC. MONASTERIOS DE
SANTO DOMINGO, n.º 12, pp. 27-28; n.º 13, pp. 29-31 y n.º 15, p. 33). En cuanto a lo de
la atribución de antigüedad, parece ser el segundo, disfrutando de la advocación a la Vir-
gen antes de cambiar a Santo Domingo (cfr. OCAMICA Y GOITISOLO, Francisco de. La villa
de Lequeitio (ensayo histórico). Diputación de Vizcaya. Bilbao. 1965, pp. 85 s, quien sigue
a Iturriza). Con todo, no convendría exagerar la exaltación piadosa de los vizcaínos en de-
trimento de sus intereses más mundanos: en 1402 algún miembro de este mismo linaje liti-
gará contra una de las dominicas sobre cierta tierra que le había sido vendida (COL. DOC.
MONASTERIOS DE SANTO DOMINGO, n.º 32, pp. 61-62).
98 Cfr. GARCÍA DE CORTÁZAR, «Sociedad y poder en la Bilbao medieval». En Bilbao,
artea eta historia…, I, p. 23. Los puntos de vista de este último autor sobre sobre los beate-
rios y los conventos vizcaínos pueden verse ampliados en Bizcaya…, III, pp. 133-146.
99 Santos o guerreros, todos están movidos por la misma noción del «valer más». Un
101 Anales Breves de Vizcaya, pp. 109-192. Para las características y posible autoría de
Barakaldo otorgado por la comunidad de este valle en favor de Gómez González de Butrón
y del cronista Lope García de Salazar. En una operación metonímica muy reveladora, la
comunidad, dirigida por los linajes señeros del lugar, argumenta que sus derechos de patro-
nazgo no derivan de su naturaleza de comunidad política, sino del hecho de que toda ella
constituya un linaje simbólico unido por unos ancestros (publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope
García de Salazar…, doc. 9, pp. 323-325).
66 Arsenio Dacosta
105 Sobre la personalidad de este personaje, aparte de la biografía elaborada por Sabino
114 Reforma del Fuero de 1506, p. 195. Sobre el origen y extensión de la «hidalguía
universal» en Gipuzkoa, cfr. FERNÁNDEZ ALBADALEJO, Pablo; PORTILLO, José María. «Hi-
dalguía, fueros y constitución política: el caso de Guipúzcoa». En Hidalgos et Hidalguía
dans l’Espagne des XVIe-XVIIIe siècles. CNRS. París. 1989, pp. 149-165.
115 ELÍAS DE TEJADA, Francisco de. La Provincia de Guipúzcoa. Minotauro. Madrid.
1964, p. 59; cit. MONREAL ZÍA, Gregorio. «Anotaciones sobre el pensamiento político tra-
dicional vasco en el siglo XVI». En AHDE. 50 (1980), pp. 982-983.
116 OTAZU, El «igualitarismo» vasco…, pp. 14 y 117.
117 GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel. La sociedad rural en la España medieval. Si-
desarrollada por Julio CARO BAROJA en De arquetipos y leyendas. Dos tratados introducto-
rios. Círculo de Lectores. Madrid. 1989, pp. 24-100.
121 Aunque paralelo, el caso guipuzcoano tiene marcadas diferencias con el vizcaíno,
do afirma que «ni estas cosas se refieren con la autoridad y crédito que sería de razón»
(cit. MONREAL, «Anotaciones sobre el pensamiento político tradicional vasco…». En
AHDE. 50 (1980), p. 1003). Sin embargo, el afán de historicidad sobre esta leyenda no se
apagó hasta mucho más tarde. Casi ya en este siglo encontramos a un autor de simpatías
abiertamente foralistas insistiendo, empero, en que había que «eliminar del catálogo de los
señores de Bizcaya el pretendido Jaun Zuria» (LABAYRU, Historia General…, I, p. 394).
El fondo de este mito, pese a todo, no es difícil encontrarlo hoy bajo otros contemporáneos
como han defendido Juan A RANZADI (Milenarismo vasco. (Edad de Oro, etnia y
nativismo). Taurus. Madrid. 1981) y Jon JUARISTI (Vestigios de Babel).
70 Arsenio Dacosta
123 Existen numerosas ediciones y traducciones del Livro dos linhagens, de Pedro de
ya». En Amigos del País, hoy. Adiskideen Elkartea, gaur. Trabajos de ingreso presentados
por los Amigos de Número de la RSBAP, Comisión de Vizcaya, años 1981 y 1982. RSBAP.
Bilbao. 1982, vol I, p. 245.
125 GARCÍA DE SALAZAR, Crónica de Vizcaya, p. 35.
126 En especial su La leyenda de Jaun Zuria (Caja de Ahorros Vizcaína. Bilbao. 1980).
Del mismo autor, El linaje de Aitor. La invención de la tradición vasca. Taurus. Madrid.
1987, pp. 49-50.
127 Este elemento fantástico de remitir los orígenes antes de los mismos orígenes en-
cuentra otra formulación radical en el entorno de la Casa de Velasco: «Antes que Dios fue-
ra Dios/ y los peñascos, peñascos/ los Quirós eran Quirós/ y los Velascos, Velascos» (cit.
PÉREZ-BUSTAMANTE, Rogelio. «El dominio señorial del linaje de Velasco en la Cantabria
Oriental, 1300-1440». En Ilustraciones Cántabras. Estudios históricos en homenaje a Pa-
tricio Guerin Belts. Santander. 1989, p. 135).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 71
128 BARCELOS, Nobiliario…, tít. IX, p. 69; GARCÍA DE SALAZAR, Crónica de Vizcaya, p. 35.
129 SCHMITT, Historia de la superstición, p. 104.
130 SHARRER, The Legendary History of Britain…, pp. 58 s; JUARISTI, La leyenda de
p. 330; JUARISTI, La leyenda de Jaun Zuria, pp. 16 y 20. Por contra, Lorenzo de Padilla pa-
rece que negó explícitamente el origen británico de Jaun Zuria, quizá a causa de su anglo-
fobia (cfr. JUARISTI, op. cit., pp. 41-42).
132 La presencia de lo sobrenatural es clara en el relato de Barcelos, pero pierde fuelle
tan complejo como Lope García no podía contentarse con tomar y adap-
tar uno o dos modelos previos. Su biógrafo, Sabino Aguirre, recoge algu-
nas variantes que incluyen el ciclo artúrico, el troyano, el éxodo provoca-
do por la destrucción de Jerusalén y, cómo no, la leyenda de don Rodrigo
y la Pérdida de España.133 La sutil filiación de todos estos orígenes con
el de Jaun Zuria, y la coincidencia de estos motivos con la peculiar ma-
nera de entender el tiempo histórico entre los hidalgos vizcaínos, nos re-
mite a la noción de inmemorialidad, esencial en el imaginario hidalgo. El
cambio semántico operado en la versión salazariega tiene muchísimos
matices que sientan las bases de la futura mitología política del Señorío.
Puede afirmarse sin demasiado riesgo que el fundamento del tubalismo
del siglo XVI tiene su fundamento y uno de sus modelos precisamente
aquí. Pero lo verdaderamente importante es el valor contemporáneo que
Lope García dé al pacto mítico entre el primer señor y los vizcaínos de
Arrigorriaga. De hecho, las condiciones del pacto sólo se hacen explíci-
tas a la conclusión de la batalla. Antes de ésta, y como recoge la versión
«portuguesa», dichas condiciones quedan implícitas en el pacto.134 Esta-
blecer de forma explícita el mismo no tenía para Barcelos ninguna fun-
ción en su relato, por cuanto el éxito de la misión y el cumplimiento del
acuerdo son una misma cosa. El hecho de que el cronista banderizo in-
troduzca esta novedad está, sin duda, en relación con la necesidad de ac-
tualización y circunstanciación de la versión de Barcelos. O lo que es lo
mismo, de una leyenda genealógica del linaje de los señores, a las condi-
ciones políticas del siglo XV vizcaíno.135 No en vano, la relación formal
entre el señor y los vizcaínos, aunque se conserve, tiene unos fundamen-
tos totalmente distintos que se van haciendo más y más diferentes según
vaya afianzándose el modelo de estado moderno de la Corona castellana.
Tomándolo casi de forma literal del Fuero Viejo (1452-1463), la descrip-
ción de dicho pacto mítico rompe el ritmo dramático pero, como bien se-
ñaló Mañaricúa, le da una dimensión política de no poca importancia.136
133 AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, p. 25. Los mejores estudios so-
bre este tema son, a nuestro modo de ver, el de Marcelino MENÉNDEZ PELAYO («Observa-
ciones preliminares». En Obras de Lope de Vega. XVI. Crónicas y leyendas dramáticas de
España. B.A.E. vol. 195 (Madrid, reimpr. de 1966), pp. 19-23) y el más completo de Ra-
món MENÉNDEZ PIDAL (Floresta de Leyendas heroicas españolas. Rodrigo, el último godo.
Tomo I. La Edad Media. Eds. La Lectura. Madrid. 1925, p. 14). Véase nuestra modesta
aportación en DACOSTA, Arsenio. «¡Pelayo vive! Un arquetipo político en el horizonte
ideológico del reino asturleonés». En Espacio. Tiempo. Forma. 10 (1997), pp. 89-135.
134 BARCELOS, Nobiliario…, p. 69.
135 ARANZADI, El milenarismo vasco…, pp. 317-335.
136 MAÑARICÚA, Andrés E. de. «Orígenes del Señorío de Vizcaya». En Edad Media y
Señoríos: el Señorío de Vizcaya. Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1972, p. 21; y del
mismo, Vizcaya, siglos VIII al XI…, p. 147. Las dos versiones de Lope GARCÍA DE SALAZAR
en Crónica de Vizcaya, pp. 36-37, y Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 8-9.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 73
«este don Diego Lopes ovo mucha contienda con los viscaýnos. E por-
que no les quería guardar sus libertades juntáronse X U omes en Guer-
nica. E tomaron a sus mujeres e fijos, e salieron de Vizcaya para yr po-
blar por do fallesen logar franco».140
137 Así lo cree Francisco SESMERO («Los primeros Señores de Vizcaya. Historia y Leyen-
da». En Edad Media y Señoríos: el Señorío de Vizcaya. Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao.
1972, p. 70), aunque también califique estas «leyendas» como «una patraña» (op. cit., p. 66).
138 Jesús LALINDE ABADÍA sospecha que Lope García de Salazar debía «conocer la leyenda
de los Fueros de Sobrarbe (…) transportando conceptualmente» la misma a través del prólo-
go del Fuero General de Navarra («El sistema normativo vizcaíno». En Congreso de Estu-
dios Históricos «Vizcaya en la Edad Media». Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. 1986, p. 144).
139 La expresión es de AGUIRRE GANDARIAS, Sabino. «Bizkaia medieval en defensa de
segunda corresponde a José Ángel GARCÍA DE CORTÁZAR («La creación de los perfiles físi-
cos e institucionales del Señorío de Vizcaya en el siglo XIII». En Les Espagnes médiévales.
Aspects économiques et sociaux. Mélanges offerts à Jean Gautier Dalché. Les Belles Let-
tres-Univ. de Nice. Niza. 1983, pp. 10-11).
74 Arsenio Dacosta
literario del motivo del éxodo podría encontrarse en los textos bíblicos
que tan bien conocía el cronista y otros muchos vizcaínos por formar
parte de la tradición literaria cristiana y de una tradición oral paralela a
ésta.142 Por otro lado, su estructura interna coincide con fórmulas paradó-
jicas típicas de la tradición cristiana, más concretamente con los relatos
aleccionadores —como éste— que constituyen una forma definida como
«mito-narración».143 La lección que debe aprender el señor es sencilla:
en ellos también reside la soberanía. Este mismo principio regula otro
fragmento legendario conectado con los anteriores por su forma arcai-
zante. Según el relato, al morir el quinto señor de Bizkaia sin hijos legíti-
mos en edad adulta, «los vyzcaýnos no quisieron tomar por Señores a
dos fijos pequeños legítimos» optando por Íñigo Esquerra. En compensa-
ción se dará a los dos niños sendos señoríos, los de Orozco y Llodio, «e
por eso se apartaron estos dos valles de Vizcaya como lo son agora».144
Estos relatos legendarios están en estrecha interconexión con algunas
disposiciones forales que regulaban, por ejemplo, los patronazgos, la vi-
sita pastoral y el pase foral. Los dos primeros aspectos son muy conoci-
dos y sobre ellos volveremos más tarde. Efectivamente, en 1390 los hi-
dalgos presentan un alegato en las Cortes en el que defienden su derecho
a disfrutar en exclusiva de los patronazgos laicos, aun a costa de que el
obispo tuviera negada la entrada en el Señorío.145 La ley 224 del Fuero
Viejo repite lo mejor de estos argumentos, una suerte de invención del
propio pasado: «los christianos ganaron toda esta tierra a los moros».146
la cronística general castellana (cfr. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 272).
Sobre la compleja interacción entre cultura clerical escrita y tradiciones folklóricas orales
en la Edad Media han sido estudiadas por Jacques LE GOFF y Jean-Claude SCHMITT («Cul-
ture clérical et traditions folkloriques dans la civilisation mérovingienne». En Pour un autre
Moyen Âge. Temps, travail et culture en Occident. Gallimard. París. 1977[1967], 223-235;
y «Le tradizioni folkloriche nella cultura medievale». En Religione, floklore e societá…,
1988[1981], pp. 28-49, respectivamente).
143 Así lo cree Angus MACKAY, «Los bandos: aspectos culturales». En Bandos y quere-
Fuero no dize verdad pues Vizcaya nunca fue ganada por los moros» (FUENTES JURÍDI-
CAS MEDIEVALES… (1342-1506), p. 183. Gregorio MONREAL destaca que la insumisión a
Roma y a los árabes será uno de los temas político-historiográficos más atendidos en el XVI
(«Anotaciones sobre el pensamiento político tradicional vasco…». En AHDE. 50 (1980),
pp. 996-999). Un buen historiador de la tierra, Carmelo de ECHEGARAY, cayó de nuevo en este
tema con una excusa erudita que no justifica la hipótesis de partida de su trabajo «¿Llegaron
los árabes a Guernica?» (En riev. 4 (1910), pp. 42-47). Sobre la mitomanía vasca moderna
acerca de la «limpieza de sangre», cfr. MARTÍNEZ GORRIARÁN, Casa, Provincia, Rey…, p. 14.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 75
147 Fuero Viejo, tít. 15; Fuero Nuevo, tít. 1, ley 11. Acerca de la relación entre el señor
y los vizcaínos existe otro mito que debe ser post-medieval, el de la jura del señor con el
pie descalzo; ni las fuentes consultadas ni los mejores expertos dicen nada al respecto. Un
testimonio del mito, dentro de una obra de corte «cantabrista» puede consultarse en cierta
obra de fines del XVI o principios del XVII editada por Luis MURUGARREN: «El libro de los
linajes». En BRSVAP. 44 (1988), pp. 161-176; en especial, p. 170 s, donde se habla «De la
costumbre de jurar el Señor de Vizcaya sus fueros el un pie descalço», que según el autor
anónimo de la obrita, provenía de los «Pelasgos».
148 ELÍAS DE TEJADA, Francisco. El Señorío de Vizcaya (hasta 1812). Minotauro. Ma-
riografía vasca, José Antonio de LLORENTE, también se manifestaba al respecto en sus No-
ticias históricas…, II, p. 407.
150 GONZÁLEZ ALONSO, Benjamín. El corregidor castellano (1348-1808). Instituto de
Estudios Administrativos. Madrid. 1970, p. 26; y, del mismo, «La fórmula “Obedézcase
pero no se cumpla” en el Derecho castellano de la Baja Edad Media». En AHDE. 50
(1980), pp. 485-486.
151 GONZÁLEZ ALONSO, «La fórmula “Obedézcase pero no se cumpla”…», p. 487.
152 Resulta curioso observar que este sentimiento es el mismo que se encuentra en el
153 Una buena síntesis al respecto, tomando como base las disposiciones legales contra
hace referencia a los orígenes del linaje de Angulo. Sobre las peculiaridades de este goti-
cismo vía marítima, cfr. el irregular estudio de Jon BILBAO («Sobre la leyenda de Jaun Zu-
ría…». En Amigos del País, hoy…, pp. 247-253); y, sobre todo, el sugerente libro de Julio
César SANTOYO (Irlandeses y vascos (evolución histórica de una leyenda), pp. 30 s). Según
demuestra este último, el mito tenía una antigua tradición, aunque posiblemente sufre una
reactivación en la Guyena del siglo XII. Antes que él Francisco de HORMAECHE ya había
dado cuenta del problema de forma mucho más breve: «Así es que desde tiempo inmemo-
rial en la guerra y en la paz se han tratado de hermanos los irlandeses y vizcaínos» (Ori-
gen de los Vizcaínos. Amigos del Libro Vasco. Echévarri. 1985[1852], pp. 21-22). Tam-
bién se ocupa brevemente del asunto Josu Iñaki ERKOREKA. Análisis histórico-institucional
de las cofradías de mareantes del País Vasco. San Sebastián. 1992, p. 13.
156 TRUEBA LA QUINTANA, Antonio Manuel María de. «Prólogo». En Las bienandanças
y fortunas… Reproducción del Códice existente en la Real Academia de la Historia. (M. Ca-
marón, ed.). Gabriel Sánchez. Madrid. 1884, pp. IV-V; y BILBAO, Luis María; FERNÁNDEZ,
Emiliano. «En torno al problema del poblamiento y la población vascongada en la Edad
Media». En Las formas de poblamiento en el Señorío de Vizcaya durante la Edad Media.
Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1978, p. 310.
157 AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 19.
158 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 111; cit. AGUIRRE
GANDARIAS, op. cit., p. 19. Las referencias de los otros linajes en: Libro de las Bienandanças e
Fortunas…, IV, pp. 40, 53, 111, 122, 137 y 142. Como informa un especialista, el Nobiliario
Alavés de Juan de Vitoria atribuye al linaje de «Anguleses o Angleses o Angulo» un origen bri-
tánico, de «un caballero inglés de Anglia» (cit. SANTOYO, Irlandeses y vascos…, p. 99).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 77
Para Isabel Beceiro, el uso del ancestro «godo» en nuestro autor «tiene un
sentido más claramente nobiliar», frente al uso político-dinástico más ha-
bitual en Castilla, lo cual podría estar indicándonos «una situación de
transición hacia la Edad Moderna, donde la reivindicación de lo visigótico
parece tener más peso».159 Fuera de la posible «modernidad» de Lope
García de Salazar, es sabido que el goticismo era un argumento utilizado
en toda Castilla para defender las preeminencias de los grupos aristocráti-
cos; mitomanía que se introdujo en el norte y en Navarra a partir de ahí.
Como Julio Caro recuerda, este goticismo está latente hasta en el prólogo
del Fuero General de Navarra.160
En todo ello no es difícil ver el terreno abonado para el adveni-
miento posterior del Tubalismo y el Cantabrismo, el primero como for-
ma culta del mito del «héroe extranjero», y el segundo como manifes-
tación de un peculiar goticismo diferencial norteño. El vehículo para su
difusión habría sido el género literario más exitoso de la Edad Media,
la «materia de Bretaña», género caballeresco en el que se puede encon-
trar un completo catálogo de motivos susceptibles de la más feraz fabu-
lación: dragones, paraísos insulares, bosques cortesanos, el Grial, etc.
Todo este conjunto de mitemas, reordenados en el XVI con un sentido
más coherente, llevaron a formulaciones radicales de la nobleza origi-
naria de los vizcaínos y de los vascos en general cuyo valor fuera de
los territorios forales era puesto en tela de juicio constantemente. 161
Lope García de Salazar, con sus lecciones sobre el pacto original, la so-
beranía hidalga y la noble sangre de los linajes, sirve de cimiento para
formulaciones foralistas posteriores. Algunas de ellas tan radicales
como la del bachiller Zaldibia o Arias Villalobos —para los que los re-
yes de Castilla eran nobles por ser vascos— o su coetáneo Lope de
Aguirre quien desde la locura y lo más profundo de la selva amazónica
se atrevió a desafiar de tú a tú al monarca más poderoso de la Tierra.162
Esta imagen del mundo desvela los rasgos de la clase hidalga vizcaína
como colectivo socialmente superior, étnicamente diferenciado, y en
(cit. OTAZU, El «igualitarismo» vasco…, p. 126). Sobre Zaldibia, cfr. MARTÍNEZ GORRIA-
RÁN, Casa, Provincia, Rey…, pp. 66-67. La figura de Lope de Aguirre y su «desnatura-
miento» en CARO BAROJA, El señor inquisidor…, pp. 109-111.
78 Arsenio Dacosta
interesante el del linaje de Yarza, entre cuyas «marcas» figura un significativo «Adán». La
primera mención histórica a un Adán de Yarza es de 1281, en una cédula de Lope Díaz de
Haro, señor de Bizkaia (publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas de Vizca-
ya…, ap. 1, pp. 199-201).
164 Andrés de MAÑARICÚA señala tres ciclos míticos característicos del XVI: a) la batalla
ción entre Hermandad y Diputación, Fuero y Tierra, villas e hidalgos, cfr. ACHÓN, «“Valer
más” o “valer igual”: estrategias banderizas y corporativas…». En El Pueblo Vasco en el
Renacimiento…, pp. 69 s.
166 Más concretamente su Libro del linaje de los señores de Ayala escrito en 1371 (cit.
167 Isabel BECEIRO propone, como más difundidos en Castilla, los temas genealógicos
propiamente autóctonos, según veremos a continuación (op. cit., pp. 340 s). Para Europa
en general, cfr. HEERS, El clan familiar…, p. 120.
168 Buena prueba de ello es el hecho de que el escudo del reino de Galicia, adoptado a fi-
nes del XV, tenga origen inglés, según plantea Faustino MENÉNDEZ PIDAL. «El origen inglés
de las armas de Galicia». En Galicia en la Edad Media. Sociedad Española de Estudios Me-
dievales. Madrid. 1990, pp. 15-24. Por otra parte, es sabido que Lope García de Salazar co-
nocía las peculiaridades estacionales del norte de Europa, más concretamente, el invierno
polar, que cita en el Libro de las Bienandanças e Fortunas…, I, p. 40. Sabino AGUIRRE
apuesta por una doble vía de conocimiento: la literario-historiográfica, y quizá también a
través de «los marinos vascos o extraños» (Lope García de Salazar…, p. 273, n. 56).
169 SCHMITT, Historia de la superstición, p. 102.
170 Cfr. BARCELOS, Nobiliario…, p. 71.
171 Un catálogo de los mismos en BECEIRO, «La conciencia de los antepasados…». En
vallero que vino a poblar allí donde se llama Leguiçamo» (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de
las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 82). Motivo mencionado también por Isabel BECEI-
RO (op. cit., p. 343). En cuanto a Alvar Sánchez Minaya, Mercedes VAQUERO ha destacado
su presencia en más pasajes de las Bienandanças tomados éstos directamente del Romance-
ro o de alguna otra fuente («Literatura popular en un episodio del «Libro de las Bienandan-
zas e fortunas» de Lope García de Salazar». En Letras de Deusto. 20 (1990), p. 192, n. 2).
175 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 94.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 81
con Martín Ruys, su agüelo, seyendo de XXV años, vino allí un moro giante en Ververía
que era mucho corpudo e espantable, a demandar campo a pie uno por otro, e no le to-
mando ninguno aquella empresa, vino este Lope Garsía ante el rey, e su agüelo con él, e
pidióle merced de aquella batalla con aquel moro, e al rey plogo mucho dello (…). E en-
trados en el canpo como convenía a tal fecho, ovieron a pie fuerte batalla, en que les turó
de la terçia fasta las vísperas. E que Lope García ovo ventura de lo matar por fuerça e ar-
didesa con la gracia de Dios e cortóle la caveça» (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bie-
nandanças e Fortunas…, IV, p. 113; cfr. Crónica de Vizcaya, p. 70).
179 Nos referimos a la leyenda de don Teodosio de Goñi, remedo de la de san Juan el
Hospitalario (cfr. CARO BAROJA, Ritos y mitos equívocos, p. 207). Sobre la estrecha fronte-
ra entre literatura y oralidad, lengua latina y vernácula, tradición culta y folklore, cfr.
BLOCH, La sociedad feudal…, p. 116.
82 Arsenio Dacosta
180 Isabel BECEIRO ha demostrado, por ejemplo, que las fuentes de las obras de corte
85 y 86.
185 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 92; cit. AGUI-
RRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 31. El suceso lo cuenta también LÓPEZ DE
AYALA, Crónica del rey don Pedro, pp. 36 s.
84 Arsenio Dacosta
186 Este último ejemplo afecta a la torre que tenían los Arteaga en Mendata. Según Sabi-
no AGUIRRE, la adopción de este bonito nombre para el solar se produjo como consecuencia
de haber sido Pedro de Arteaga, hijo de Martín Ruiz [sic], alcaide del castillo de Montalbán
hacia 1441 (cit. AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje de Arteaga…». En Hidalguía. 247 (1994),
p. 807). Al no citarse las fuentes no podemos confirmar ni la atribución del parentesco ni el
lugar al que se refiere el servicio. En lo referente a esto último, podría tratarse del Montal-
bán de Córdoba o, más posiblemente, del «castillo de Montalván cerca de Toledo», refu-
gio de María de Padilla en alguna ocasión (cfr. LÓPEZ DE AYALA, Crónica del rey don Pe-
dro, p. 67).
187 Isabel BECEIRO detectó no hace mucho esta evidencia: «La mayoría de los linajes
189 Insisten en ello MARTÍNEZ GORRIARÁN, Casa, Provincia, Rey…, p. 113; y AZURMEN-
p. 126).
191 El término aparece con este significado en una mención a «Furtund Galindis, here-
72 y 74. Sin embargo no son las únicas: «mejor logares señalados e los más antiguos de
Viscaya (…) fueron quatro que avían rentas e divisas e labradores» (GARCÍA DE SALAZAR,
op. cit., IV, 80). En el caso de los Aguirre zamudianos aparece un matiz interesante: «ay en
este linaje buenos parientes de su sangre e buenas rentas» (op. cit., IV, 86).
195 AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País Vasco…, p. 294.
86 Arsenio Dacosta
196 AROCENA, op. cit., p. 294. También destaca la presencia del «honor» y la «estima»,
cide en lo mismo cuando dice que «se generaliza la práctica del mayorazgo, idónea para
conservar la potencia de los linajes» (Casa, Provincia, Rey…, p. 131).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 87
y del pariente mayor era una cosa, y la práctica otra bien distinta. Re-
cientemente se ha hablado de un ethos y un telos banderizo pero nos
preguntamos si el calificativo está bien empleado.200 Es decir, ¿existe
per se una mentalidad banderiza o ésta sólo es la manifestación crítica
del «más valer»?
200
MARTÍNEZ GORRIARÁN, Casa, Provincia, Rey…, p. 45.
201
Cfr. JUARISTI, «El testamento del Jaun de Itzea». En Revista de Occidente. 184
(1996), p. 39.
202 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 180.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 89
207 AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País Vasco…, p. 36.
MARTÍNEZ GORRIARÁN, por su parte, destaca igualmente esta «virtud guerrera» y reclama
que su significado sea «estudiado con mucho mayor detenimiento» (Casa, Provincia,
Rey…, p. 41).
208 En la Revista Crítica de Historia y Literatura Española, Portuguesa, etc. 1 (1896),
mejor edición de dichos cantares, aunque son también de reseñar la que hiciera Juan Carlos de
GUERRA («Los Cantares». En Oñacinos y gamboínos. Rol de banderizos…, pp. 203-234), o
el de Juan GOROSTIAGA BILBAO (Épica y lírica vizcaína antigua. Bilbao. 1952).
211 Julio CARO BAROJA habla incluso de «poetisas» o improvisadoras vascas de los si-
glos XV y XVI, pero nosotros encontramos difícil suscribir esta perspectiva («Linajes y Ban-
dos». En Vasconiana…, p. 43).
212 Edit. MITXELENA, Koldo. Textos arcaicos vascos, p. 91. La traducción es del propio
Esteban de Garibay.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 91
216 La expresión es de Ch. GAUVARD («De grace especial». Crime, état et société en
France à la fin du Moyen Age. París. 1991, II, p. 705; cit. BAZÁN, Delincuencia y crimina-
lidad…, p. 248). Este último autor, Iñaki BAZÁN, señala el paradigma de las luchas entre
los Ayalas y los Callejas en Vitoria, que toman como excusa la honra (op. cit., p. 247).
217 En una de sus obras Jon JUARISTI da un significado del goticismo de Lope García un
tanto forzado: «conseguir una asimilación de los linajes vascongados a la nobleza de Casti-
lla» (Vestigios de Babel…, p. 16). A nuestro modo de ver, Lope García de Salazar es cons-
ciente de esas diferencias, pero ello no significa que considere menor su nobleza.
218 CARO BAROJA, El señor inquisidor…, p. 119.
219 «así como matar ome sobre tregua o ligarlo o forzar moza virgen o qualquier otra
cosa que sea» (Fuero de las Encartaciones, tít. 31); «que el Señor no proçediese contra
ningún fijodalgo de suyo (…) sino por muerte de ome estranjero andante» (GARCÍA DE SA-
LAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 9).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 93
món Sopena. Barcelona. 1963, voz «AVENDAÑO». Las primeras andanzas de los araucanos
fueron glosadas curiosamente por otro vizcaíno, Alonso de ERCILLA en su Araucana (pri-
mera ed. Madrid, 1555). En cuanto a las actividades «conquistadoras» de los Avendaño,
existe el precedente de su presencia en las Canarias en el siglo XIV (cfr. FERREIRA, «Unos
mareantes…», en II Congreso Mundial…, p. 334; y AZNAR VALLEJO, Eduardo. Viajes y
descubrimientos en la Edad Media. Síntesis. Madrid. 1994, pp. 55).
2
La renta de los linajes hidalgos:
el «más valer» económico
1 «Notas sobre los niveles estamentales más elevados de la estratificación social en Gui-
púzcoa en 1450-1550. La zona del Bajo Urola». En Homenaje a J. Ignacio Tellechea Idígoras.
I. Boletín de Estudios Históricos sobre San Sebastián. 16-17 (I) (1982-1983), pp. 304-340.
2 Historia del Condado de Oñate y señorío de los Guevara (s. XI-XVI). Aproximación al
estudio del régimen señorial de Castilla. Diputación Foral de Guipúzcoa. San Sebastián.
1985. 2 vols.
3 Vizcaya en la Edad Media: evolución demográfica, económica, social y política de
la Comunidad vizcaína medieval. Haranburu. San Sebastián. 1985. 4 vols (en adelante
Bizcaya…).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 97
agrario, pesquero, industrial, mercantil, etc. Salvo esta tercera, las otras
propuestas de análisis están fuertemente condicionadas por la organiza-
ción fiscal y jurisdiccional del Señorío.
Una de las autoras de este estudio, María Isabel del Val Valdivieso,
realiza pocos años después una nueva clasificación en dos grandes gru-
pos: «rentas de carácter tradicional» y «rentas de carácter menos tradi-
cional».4 Entre las primeras se cuentan las derivadas de la propiedad te-
rritorial, derechos sobre montes y aguas, y derechos de carácter
jurisdiccional. Entra las segundas se cuentan las ferrerías, las mercedes
regias o nobiliarias, los patronazgos, el desempeño de cargos u oficios,
y las rentas derivadas de las actividades urbanas.5 La visión vuelve a ser
global, como en el caso de la síntesis titulada Bizcaya o en la propuesta
de Aguinagalde, esquema este último con el que tiene algunos puntos en
común. Sin embargo, lo que verdaderamente la caracteriza es la hipóte-
sis general del estudio, esto es, la crisis de rentas de los linajes hidalgos
y la diversificación de sus estrategias económicas para superarla.
Ya en los años 90, María Soledad Tena aborda la misma cuestión
clasificando los ingresos de los banderizos guipuzcoanos en derivados
de la renta de la tierra, ferrerías, intereses mercantiles, rentas consegui-
das a través de los concejos, patronazgos y ganadería.6 Después, esta
misma autora estudia el más importante linaje medieval de San Sebas-
tián, el de Mans-Engómez, desde una perspectiva dinámica.7 Allí tam-
bién es posible encontrar una clasificación de rentas implícita que nos
permitimos reproducir de la siguiente forma: bienes inmobiliarios, bie-
nes agrarios, ejercicio de cargos del concejo, ferrerías, y dedicación co-
mercial. Como vemos, ambos esquemas vienen a coincidir variando tan
sólo en lo que a las especificidades del linaje donostiarra se refiere. El
modelo es claramente sectorial y su principal aportación es ilustrar los
beneficios del uso y abuso de los poderes del concejo villano.
En 1994 aparece otra obra fundamental para lo que aquí tratamos:
la biografía de Lope García de Salazar según Sabino Aguirre. Al estu-
diar el linaje de Salazar y, en especial, las fuentes de renta del mismo a
la muerte del cronista, las divide en «concepto del vino», «rentas rústi-
cas del bloque solariego», «bloque monasterial», «tercer bloque rústico
Mundial Vasco. Congreso de Historia de Euskal Herria. Tomo II. Instituciones, Economía
y Sociedad (siglos VIII-XV). Txertoa. San Sebastián. 1988, p. 209-228.
5 Op. cit., pp. 214-215. Sobre los patronazgos laicos, véase, de la misma autora, «El
de Gipuzkoa: los Báñez y Mondragón, siglos XIII-XVI. Diputación Foral de Gipuzkoa. San
Sebastián. 1995, en especial, pp. 133 y 258.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 99
10 MONREAL ZÍA, Gregorio. Las instituciones públicas del señorío de Vizcaya (hasta el
11 Aunque nos ocuparemos de este asunto en otro lugar, valga este simple y rápido re-
del bue de março»; y por último, consta una referencia al «dynero del me-
rino que yo he de haver por Sant Miguel».13
Lo primero que llama la atención es el fenómeno constatado en
otros solares vizcaínos en torno al solar. Efectivamente, existe una es-
pecie de concentración productiva en torno al mismo cuya principal ca-
racterística es la complementariedad social y económica de dichos ele-
mentos. El hecho de que junto al palacio se hallen la ferrería, el
monasterio, el cadalso y el manzanal es suficientemente expresivo. No
se trata tan sólo de una explotación directa por parte del señor de Olar-
te; una especie de reserva señorial a la vizcaína en la que Diego Fer-
nández podía oír el golpe de los martillos sobre el hierro candente al
tiempo que contemplaba los manzanos en flor. La existencia de marti-
niegas y la desasosegante mención al cadalso no hacen más que poner
de manifiesto que la expresión estanca de las categorías analíticas de
economía, sociedad o política tienen un valor muy relativo en la Euro-
pa preindustrial.
En cualquier caso, el testamento permite reproducir un esquema
concéntrico de organización productiva y de extracción de renta sien-
do el solar el punto central, lo mismo que el pariente mayor es la en-
carnación del «más valer» dentro de su propio linaje. La ferrería del
solar introduce a la de Usabel. El patronazgo sobre San Bartolomé, las
divisas monasteriales de este solar en Orozko y valles vecinos. La ex-
plotación del manzano tiene su correspondiente en la mención a vein-
tidós «solares y heredades». Los Olarte completan sus fuentes de ren-
ta, como tantos otros linajes de la región, con el ejercicio de un oficio
judicial. O como en este caso dos, aunque lo destacable aquí es su na-
turaleza señorial. Junto a esto, sobresale un silencio, las referencias al
ganado que, por otro lado, tuvo que ser abundante en estas comarcas.
En cualquier caso, no interesan aquí ni la importancia de la ganadería
ni la organización interna de la casería o heredad, sino la naturaleza de
las fuentes de renta de los linajes. Para ello, vamos a seguir un segun-
do ejemplo muy significativo, conectado con el anterior tanto por la
cronología como por la sensación de coincidencia perfecta entre am-
bos esquemas. Como vamos a ver el caso de los Butrón es casi idénti-
co al de los Olarte: sólo cambia la escala.
Hacia 1415, con la muerte de Juan Alonso de Múgica, se culmina
la fusión casi definitiva entre dos de los más poderosos linajes de Biz-
kaia, los Butrón de Uribe y los Múgica de Busturia y Aramayona en las
personas de Gonzalo Gómez de Villela o Butrón y su esposa María
Alonso de Múgica. Los padres del primero ya habían signado su testa-
mento en 1401 y lo volvían a hacer de forma definitiva en 1407. Pero
como es sabido Gonzalo Gómez, hijo del pariente mayor del mismo
nombre, no sobrevivirá mucho a su padre y, en previsión de lo inevita-
ble, signa su propio testamento en 1416. Los tres testamentos de los
Butrón nos van a servir para establecer un esquema somero de la di-
mensión económica de este linaje en el sector agropecuario, dado lo
pormenorizado de alguna de sus mandas, así como interesantes referen-
cias a esa indocumentada riqueza vizcaína, la ganadería.
El primero de los documentos, con fecha de 14 de noviembre de
1401, sin ser estrictamente un testamento, establece una neta división
de los bienes de Gonzalo Gómez de Butrón y Elvira Sánchez de Zamu-
dio entre sus dos herederos, varón y hembra: Gonzalo Gómez y María
Estíbaliz. A ésta le dejan todo lo que tienen desde «como toma el varco
de Portogalete fasta la cibdad de Burgos», incluyendo las casas que te-
nían en la «calle de la Plumería» de Burgos y todo lo de Valmaseda.14
El resto, que lamentablemente no se especifica, queda para Gonzalo
Gómez de Butrón. La mención es interesante por la distribución espa-
cial de los bienes que establece, marcando la divisoria en el meridiano
de Portugalete que, sin duda, coincide con la oblicua ría de Bilbao.
También informa de bienes inmobiliarios en villas que destacan en es-
tos años en el comercio internacional de lana y hierro, como son Bur-
gos y Valmaseda, respectivamente.
Seis años después, en la primavera de 1407, este mismo matrimo-
nio signa un testamento formal. La causa es la previsión de la muerte
de Gonzalo Gómez, «caballero y vasallo del rey», quien declara encon-
trarse enfermo «pero sano del entendimiento». Antes de las mandas
pías y de la lista de beneficiarios, Gonzalo Gómez no se olvida de sus
deudores, que no son pocos y entre los que destacan las menciones a
deudas de hierro y acero que son sin duda pedidos de sus ferrerías que
suman en total 1.800 quintales de hierro, esto es, unas 90 toneladas.15
Pero es el núcleo del testamento lo que aquí interesa ya que la base del
mismo es indudablemente agraria y se sitúa en la línea del testamento
14 Documento publicado por Sabino AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras cróni-
cas…, ap. 17, pp. 227-230. Hay que mencionar la excepción que se hace de unas casas en
la calle de San Llorente de Burgos que se reservan para obras pías, así como a la torre de
«cal y canto» con sus huertas anejas en la Calle Vieja de Valmaseda que recibe el herma-
no, y que podemos identificar como un reducto banderizo en la villa.
15 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 18, pp. 230-235. La
mayor parte de la deuda —casi el 90%— se concentra a partes iguales en manos de tres
individuos: Juan Feo, criado de Mendoza, el prestamero Juan Hurtado de Mendoza, y el
consuegro del Butrón Juan Alonso de Múgica. Recordemos que, según DÍEZ DE SALAZAR
la producción anual de hierro labrado de una ferrería media ideal era de 1.250 quintales,
esto es 62,5 toneladas (Ferrerías de Guipúzcoa (siglos XIV-XVI). Aspectos históricos e
institucionales de la industria siderometalúrgica vasca. Haranburu. San Sebastián. 1983, I,
p. 486).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 103
pp. 55-59.
20 Publ. LABAYRU, op. cit., III, pp. 55-59.
21 Publ. LABAYRU, op. cit., III, pp. 55-59.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 105
la economía de la región, cfr. DÍAZ DE DURANA Y ORTIZ DE URBINA, José Ramón. «La recu-
peración del siglo XV en el nordeste de la Corona de Castilla». En Studia Historica. Histo-
ria Medieval. 8 (1990), pp. 87 s.
106 Arsenio Dacosta
monte y robledal de Ilinchategui «que compramos a Juan Pérez de Ibarra», la compra he-
cha en Lanariu al cirujano Juan de Echevarría, 7/8 de un chantel de Larretegui, 3/4 de un
chantel en Larretegui, otro chantel poblado de castaños y robles sobre Ansotegui, otros chan-
teles en Sodupe con robles y castaños, otro «entre los calçes y el río de Ansotegui», otro
chantel situado entre los de Pero Ibáñez de Aulestia y Juan Martínez de Ibarguren, tierras y
robledales en Arbizazar, 1/4 de los montes de Arexmurúa, la compra que hizo Pero Ochoa
del Castillo en Arexmurúa a un vecino, la mitad de las «egurças que hemos en la casa de
Ibarluçea» y Arexmurúa, medio chantel en Alzorbe, la tierra que compraron en Ocoloqui
por 20 quintales de hierro y 10 coronas, el manzanal y monte en Ocoloqui, el robledal
«cabo» Ibarrate, el manzanal de Loperregui «que al presente tyene doña Mayora de Barro-
eta para su vyda con los robres e castaños que tenemos fasta el rýo público», otra tierra y
nocedal en Lopetegui, un tercio de la tierra y robledal en Ansotegui, una tierra con un roble
grande junto al puente de Anchía, otro chantel en Erdoza y otro más en en Gorostidi (COL.
DOC. MARQUINA (1355-1516), n.º 13, pp. 74-82).
26 En el Diccionario Retana de autoridades de la lengua vasca aparece como «porción
27 Las distintas acepciones son: 1. cédula, billete; 2. finca o heredad muy pequeña;
3. porción grande de leñas cortadas y preparadas para hacer carbón; 4. tabla, cuadro o
porción determinada de un campo labrado; 5. lote de terreno; y 6. palo grande que colocan
sobre un carro cargado de carbón (AZKUE, Resurrección María de. Diccionario Vasco-Es-
pañol-Francés. Bilbao-París. 1906. 2 vols; voz «TS ANTEL». Este término, inequívocamente
medieval, tiene un pariente en el «chapitel» que se documenta en la Tafalla del siglo XIV y
que tiene como significado un «servicio público perteneciente a la Corona» o, más exacta-
mente, aquellos bienes del realengo existentes en la villa (JIMENO JURIO, José María. Voca-
bulario histórico navarro (Villa de Tafalla). Altaffaylla Kultur Taldea. Tafalla. 1987, p. 82).
28 MÚGICA BERREONDO, Plácido. Diccionario Vasco-Castellano. Mensajero. Bilbao.
1981. 2 vols, voz «EGURTZE». También cita este y otros ejemplos con una acepción idéntica
Carmen ISASI, op. cit., p. 16.
29 En 1404 el concejo de Lequeitio requiere al prestamero de Bizkaia, para que no se
repartan las «egurbideas» de sus montes entre los ferrones de Aulestia y Guizaburuaga
(AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 46, pp. 106-108). El otro ejemplo en
LABAYRU, Historia General…, III, p. 391. Carmen ISASI sólo cita los ejemplos que apare-
cen en la documentación de Lequeitio (cfr. «Aproximación a la documentación vizcaí-
na…». En Mundaiz. 45 (1993), p. 17).
30 GARCÍA DE CORTÁZAR et al.., Bizcaya…, II, pp. 79-86.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 109
mentarla en 1487 gracias a un pleito del Archivo de la Real Chancillería (Sala de Vizcaya,
Pleitos Civiles, caja 615, exp. 3).
49 El documento menciona las «carnesçerías» del linaje en este lugar, y por documen-
tación más tardía —de 1509— sabemos que tenían además un «tablero» (esto es, un so-
portal destinado a tienda), más una tienda propiedad de Galas y Mencia de Leguizamón
(LIBRO DE ACUERDOS Y DECRETOS DE BILBAO, n.º 1, pp. 97, 99).
50 Se trata de las «casas que dicen de los rementeros», que posiblemente estuvieran
anejas a cierto cubo de Galas de Leguizamón ubicado en el mismo lugar unos años des-
pués (LIBRO DE ACUERDOS Y DECRETOS DE BILBAO, n.º 1, pp. 127-128).
51 Sabemos igualmente que este linaje —posiblemente alguna de sus ramas— poseyó
durante todo el siglo XV el alcázar viejo de Bilbao, junto a la iglesia de San Antón (LIBRO
DE ACUERDOS Y DECRETOS DE BILBAO, n.º 2, p. 290).
3
Vasallos, clientes y atreguados
Ese mismo año, Fortún Ortiz Calderón figura en el séquito de doña Men-
cia López de Haro, hermana del señor de Bizkaia y esposa de Sancho II
Capelo de Portugal, en cuyo servicio permanece aún en 1257 cuando, ya
viuda, venda sus arras portuguesas.4 Este mismo personaje —u otro ho-
mónimo— aparece entre ambas fechas beneficiándose del avance en la
conquista de Andalucía ya que aparece en el Repartimiento de Sevilla de
1253.5 Dos documentos de fines del XIII, anteriores a la muerte del intri-
gante Lope Díaz de Haro, nos informan de la milicia del señor de Bizkaia
compuesta, cómo no, de fieles vizcaínos. Desde Estella, el 13 de octubre
de 1281, Lope Díaz de Haro se compromete a servir al rey de Francia con
trescientos caballeros a cambio de una pensión de catorce mil libras torne-
sas. Junto a él, y como testigos, están presentes sus «caballeros» Sancho
Sánchez de Zumelzu, Juan Galíndez de Múgica, Rodrigo Ibáñez de Leza-
ma, Ochoa de Villela, Adán de Yarza, Juan Martínez de Basurto, Rodrigo
Ochoa de Lezama, Ochoa de Zamudio y otros.6 Tres años después, el Se-
ñor otorga desde Vitoria ciertos privilegios fiscales a Orduña y, de nuevo,
encontramos junto a él a su «alférez» Juan Sánchez de Salcedo, a «don»
Ochoa de Zamudio, a «don» Fortún Galíndez de Zamudio y al «alcalde
de Vizcaya» Rodrigo Ibáñez de Zamudio.7 Estas menciones nos remiten a
un momento de máximo poderío e influencia de la Casa de Haro en Casti-
lla pero, también, a pautas de comportamiento típicamente feudal en rela-
ción a sus vasallos de Bizkaia.8
La fidelidad vasallática estaba muy extendida entre la familia seño-
rial y los principales linajes hidalgos. Un ejemplo temprano y bien do-
cumentado es el caso singular que protagoniza Juan Sánchez Marroquín,
«que era (…) mucho privado de la señora doña María de Vizcaya, e
poderoso e enparentado en la Encartaçión».9 Es evidente que el servi-
cio a los señores está en relación directa con el poder y el estatus del li-
naje, lo cual le da una dimensión más prosaica a la relación vasallática.
Hacia finales de 1317 este personaje será nombrado «Justiçia» o meri-
no de Gipuzkoa, oficio entregado al señor consorte de Bizkaia y por
nea de los anteriores es de de Fortún Sánchez de Zamudio, primero de los Susunaga quien
en 1275 gana del señor de Bizkaia «los mortueros de Randio, que valían mucho» (GARCÍA
DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 178).
8 Esta vinculación, como es lógico, no sólo alcanza a los varones de los linajes hidal-
gos; Lope GARCÍA DE SALAZAR sitúa en esas fechas o en las décadas inmediatamente poste-
riores la existencia de «mançebas» y «bastardos» del señor en Bizkaia entre miembros de
los Loizaga o los Leguizamón (op. cit., IV, pp. 126 y 82, respectivamente).
9 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 107 y 253, respectivamente.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 115
en el cerco de Algeciras (LUCAS, «D. Diego López de Haro V: noticias sobre su testamen-
to…». En Estudios Vizcaínos. 7-8 (1973), pp. 295-296). Los Arancibia también pueden en-
trar en la categoría de vasallos del señor de Bizkaia (cfr. LABAYRU, Historia General…, II,
ap. 21, pp. 807-810). Los mejor documentados son aquéllos que se sucedieron en el oficio
de prestamero de Bizkaia; un listado en LABAYRU, Historia General…, II, p. 682; y un aná-
lisis de la evolución de este cargo en MONREAL, Las instituciones públicas…, pp. 149-152.
13 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, p. 191.
14 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., III, p. 192; y IV, p. 18.
15 Según Fernando de YBARRA, Alfonso XI se alojará en 1333 en la torre de Arbolan-
cha (Visitas y estancias regias en Vizcaya. Separata de Reales Sitios. Madrid. 1971, p. 58;
sin citar fuente). Diez años después les encontramos en el entorno de Juan Núñez de Lara,
señor de Bizkaia (cfr. LABAYRU, Historia General…, ap. 24, pp. 813-814).
16 «Lope García, que vivía con don Juan Nuñes, Señor de Viscaya, e era mucho cavido
ferencias a su actividad política en ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 66, pp. 256-258;
y LABAYRU, Historia General…, II, ap. 25, pp. 814-815.
116 Arsenio Dacosta
«el Malo» es glosado por Lope García con estas palabras: «fazía mu-
chas osadías en Vizcaya e no preçiaba nada al Señor», razón por la
que don Tello ordena su ejecución.19 Pese a ello, parece que la presta-
mería y la fidelidad del solar de Avendaño se mantuvo ya que años des-
pués encontramos al hermano segundón del «Malo», Juan de San Juan,
como señor de su solar y, también, como prestamero de don Tello.20
A partir de 1379, año en que el señor de Bizkaia, el infante don
Juan, se convierte en rey de Castilla, los vizcaínos comienzan a servir a
la Corona. No extrañan, por ello, los elogios que hace el rey de la per-
sona de Gómez González de Villela o de Butrón, «el Viejo», en 1388:
«nuestro basallo quanto afán e travajo havedes pasado por nuestro ser-
vicio e quanta liveralidad e servicio en bos fallamos en todas las cosas
que cumplen a nuestro servicio por esto, e por bos galardonar (…)».21
19 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, p. 221; y IV, p. 181.
20 AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 10, p. 73. Rogelio PÉREZ-BUSTA-
MANTE menciona la presencia de Lope Díaz de Rojas al frente de la prestamería de Bizkaia
(El gobierno y la administración territorial…, tomo I, p. 340).
21 ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 32, pp. 180-183. Esteban de GARIBAY recoge
algunas referencias de soldadas y tropas del ámbito vasco al servicio del rey castellano desde
que Ramón Bonifaz preparara la conquista de Sevilla (Compendio Historial…, II, p. 190 s).
22 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 92; cit. AGUI-
del reinado de Enrique IV, por ello no es de extrañar que hacia 1461
Pedro de Avendaño reafirme su juramento prometiendo servir al rey
«contra todas las personas del mundo», enfática fórmula empleada
unos años antes en circunstancias similares por nobles de la categoría
de Pedro de Estúñiga y Pedro Fernández de Velasco.25 El periodo si-
guiente, el de los Reyes Católicos, es el de la culminación institucional
de dicho vasallaje como veremos. Sin embargo, las mismas fórmulas de
vasallaje revelan el enorme paso cualitativo, la sumisión absoluta de los
hidalgos a sus reyes en este periodo. Ya no hay hesitación; cuando la
reina visite el Señorío en 1483 y se dirija a Durango, los hidalgos viz-
caínos la verán así:
«e allí venía su alteza, una linda magestad, que nuestro señor Ihesu
Christo criara por maravillosa forma de fermosura e nobleza e virtuo-
sa, untada de toda vertud».26
25 La primera cita en LABAYRU, Historia General…, III, p. 238. La segunda puede en-
contrarse en una confederación firmada por ambos condes en 1443 (publ. GONZÁLEZ CRES-
PO, Esther. Elevación de un linaje nobiliario castellano. Universidad Complutense. Ma-
drid. 1981, ap. 66, pp. 306-313).
26 AVO. MUN. DURANGO. Tomo II, n.º 64, pp. 353-355.
27 Ibid. ZABALA ALLICA informa —sin citar su fuente— que la reina se había acogido
30 COL. DOC. ELORRIO (1013-1519), n.º 21, pp. 85-87. Este aspecto es constante en
todo el periodo; los mismos Reyes Católicos aparecen preocupados por estas manufacturas
y por la fabricación de artillería, muchas de las cuales provenían de Markina (GARCÍA DE
CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, p. 128).
31 Sobre este asunto, cfr. GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, p. 124. Philippe
tropas situadas en Antequera «por mengua de viandas, que no podían aver, espeçialmente
cierto peonaje de Vizcaya e de las montañas, e començabase a partir» (edición de J. de
Mata Carriazo, p. 127, la negrita es nuestra). A nuestro modo de ver, esta actitud está en
relación con los límites forales del servicio militar de los vizcaínos (véase nota anterior).
33 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, pp. 295 y IV,
pp. 50 y 299; cit. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 39. También perece
allí el cántabro Pero González de Agüero, «el mozo», cuyo linaje tiene contactos en las En-
cartaciones (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., III, p. 295).
34 Cfr. DELMAS, Guía Histórico-descriptiva…, p. 59; y MAÑARICÚA, «El monasterio
35 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 259. Ese mis-
mo año, cerca del Moncayo, muere en un enfrentamiento entre tropas castellanas y nava-
rras un hijo bastardo de Juan Alonso de Múgica, de nombre Avendaño, que servía a las ór-
denes del prestamero Hurtado de Mendoza (op. cit., III, p. 328).
36 También participan parientes mayores guipuzcoanos como Juan López de Lazcano y
Martín Ruiz de Gamboa. La toma se salda con la muerte del pariente mayor de Butrón y la
prisión de su hijo Gómez González. Cfr. Crónica de Juan II (Rosell, ed), II, p. 474 y GAR-
CÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, pp. 328-329. También in-
forman GARIBAY, Compendio Historial…, III, pp. 382-383, y IV, p. 454; del mismo, Ilus-
traciones genealógicas…, pp. 30-31; y PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, p. 331.
37 La primera referencia es a «García de la Puente de Valmaseda e Nuño de la Puente
de Gorieso e otros» que sirven en la Rioja bajo las órdenes de Pedro Fernández de Velasco
contra los hombres del señor de Briones, «mosén Pierris de Perlaça» (G ARCÍA DE
SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, p. 333). La segunda se encuentra
en la misma obra, p. 337. También veíamos en el primer capítulo la participación de un nú-
mero importante de capitanes vizcaínos en la conquista de Navarra en 1512, procesados en
1513 por los abusos quizá cometidos allí (cfr. AGUIRRE, «La oficialidad del euskera…». En
Anuario del Seminario de Filología «Julio de Urquijo». 26 (1992), pp. 263 s).
120 Arsenio Dacosta
38 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, p. 206; cit. PORTI-
LLA, Torres y casas fuertes…, I, p. 66.
39 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., III, pp. 323-324; y IV, p. 50; cit. PORTILLA, op. cit., II,
p. 1041.
40 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., III, p. 307; cit. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de
Salazar…, p. 94.
41 LABAYRU, Historia General…, III, pp. 657-658; cit. GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Biz-
44 Enfermedad que identifica Sabino AGUIRRE con las «fiebres tercianas» (op. cit., p. 168).
También muere el guipuzcoano Ladrón de Balda (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., III,
pp. 336-337). Si hemos de creer lo que el cronista cuenta de sí mismo, sólo él abandonará
Jimena de la Frontera antes de 1460 al encontrarse enfermo. Efectivamente, parece que
Lope García huye hacia su solar de San Martín. Llegado allí, los corregidores y hermanda-
des de Gipuzkoa, Bizkaia y Asturias de Santillana irán junto con Juan Hurtado de Mendo-
za a apresarlo. Su hijo Lope, el que morirá en Torrellas, consigue in extremis una merced
regia y la pena queda en suspenso. Sabino AGUIRRE afirma que, el resto del periodo de des-
tierro, lo pasará en Castro o Sámano (op. cit., pp. 168-170 y 205).
45 Según la mejor síntesis sobre la Bizkaia medieval, entre el rey y los hidalgos «el víncu-
lo del vasallaje mantuvo su fuerza» (GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, p. 124).
122 Arsenio Dacosta
unas nuevas relaciones entre el rey y sus vasallos vizcaínos, sobre todo
a partir del reinado de Juan II. Como sabemos, el modelo triunfa plena-
mente bajo los Reyes Católicos, y no es casual dados los profundos
cambios sociales e institucionales operados en Bizkaia en el último ter-
cio del XV.
El servicio militar a la Corona, lejos de fórmulas más espontáneas y
personalizadas, pasa a regularizarse.46 Aquí, se mantiene el factor indi-
vidual por cuanto cada juro de lanzas implica una relación de vasallaje
entre el hidalgo beneficiario y el monarca. Sin embargo, en consonan-
cia con las transformaciones en la concepción de la soberanía bajome-
dieval, la universalización del sistema favorece la aparición de una no-
ción corporativa de vasallo vizcaíno. Además, el propio servicio va
sufriendo mutaciones internas como consecuencia de los cambios ante-
dichos. El servicio de lanzas, inicialmente pensado desde la más estric-
ta literalidad de las relaciones feudo-vasalláticas, va adquiriendo a lo
largo del XV un carácter diferente.47 Aunque aún se esté lejos de un ab-
sentismo de los parientes mayores hacen su aparición las primeras ex-
cepciones.48
Sobre la evolución del servicio militar de la baja nobleza norteña
no hay muchos estudios sistemáticos. Desde una perspectiva monográ-
fica contamos con el estudio realizado por Jon Andoni Fernández de
Larrea sobre la Navarra bajomedieval, en el que se ponen de manifiesto
algunos significativos tramos de dicha evolución. Así, se afirma que a
mediados del XIV «comenzaron a darse en Navarra los primeros pasos
hacia la modificación del sistema de reclutamiento de las fuerzas arma-
das del reino».49 A nuestro modo de ver, éste es el fenómeno que se da
en Bizkaia en época Trastámara. El marco general de la transformación
viene dado por el cambio de titularidad del Señorío y por la reacción de
los hidalgos vizcaínos ante la presunta crisis.50 Las consecuencias in-
mediatas están en la reutilización de la estancada fiscalidad regia de
Bizkaia y en las nuevas necesidades bélicas del periodo. La hueste regia
noble dans le Royaume de Castille vers 1500. La repartition geographique de ses differen-
tes composantes». En Anales de Historia Antigua y Medieval. 20 (1977-1979), pp. 78-99.
49 FERNÁNDEZ DE LARREA ROJAS, Jon Andoni. Guerra y sociedad en Navarra durante
fender dicha hipótesis pero haciendo la advertencia de que «en realidad, tal aseveración no
se apoya en dato cuantitativo alguno» (Álava en la baja Edad Media…, pp. 303-304).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 123
Según informa Micaela Portilla, son dos mil los hombres solicitados
para la guerra de Navarra hacia 1512, de los cuales mil irían a las órde-
nes del ballestero mayor Martín Ruiz de Avendaño y otros tantos al
mando de Gómez de Butrón.53 Aparte del significativo respeto por la
vieja división de los bandos vizcaínos, la noticia es importante por el
elevado número del contingente comparando éste con con la nómina de
vasallos mareantes de 1489. Un interesante documento contemporáneo
confirma la cantidad, «que son más de dos mill hombres que se solía
hazer».54 Esta mención, que se encuentra en un memorial de Ochoa de
Salazar, nos indica que en torno a esta cifra se situaba la milicia regular
correspondiente al servicio de lanzas a principios del XVI . 55 Según
avanza el siglo XV, los reyes van a redefinir el valor de las rentas que
nominalmente les correspondían como señores de Bizkaia asignando a
cada una, según su cuantía y otros criterios, un valor correspondiente
en lanzas y ballesteros con los que el vasallo beneficiario debería ser-
vir. Si esta tendencia es correcta, hemos de pensar que los Reyes Cató-
licos la llevaron a su máxima expresión, logrando aprovechar verdade-
ramente las inútiles rentas del Pedido de Vizcaya.
Aparte del servicio regular existieron otras formas de servicio mili-
tar en el Señorío. Hay servicios especiales para lo que son requeridos
los vizcaínos en ocasiones, como la armada de la Archiduquesa forma-
da en 1494 por quinientos hombres y para la que, por ejemplo, es re-
quisada una nao de los Arbieto. 56 También está el corso y servicios
análogos pero aquí nos vamos a referir a un servicio militar colectivo,
los llamamientos generales, como forma de manifestación de la «terri-
torialización del vínculo» entre el rey y los vizcaínos.57 A veces, los
llamamientos sólo afectaban a los parientes mayores, aunque esto im-
plicara lógicamente a sus deudos. Tal es el caso de Gómez de Butrón,
Pedro de Avendaño, Ochoa de Salazar, Fortún García de Arteaga, Tris-
tán de Leguizamón y Juan de Arbolancha que, también en 1494, son lla-
mados a la Corte junto al resto de los «caballeros hidalgos» del reino.58
el reino de Navarra en julio de 1362 constituyan las «cifras más altas durante la Baja Edad
Media» (FERNÁNDEZ DE LARREA, Guerra y sociedad en Navarra…, p. 67).
56 VIDAL-ABARCA, Los Herrán…, p. 22. Sobre el reclutamiento para el viaje de la in-
fanta doña Juana, cfr. GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, p. 126.
57 La noción de «territorialización del vínculo» en GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizca-
ya…, IV, p. 125. Por su parte FERNÁNDEZ DE LARREA comenta la noción de reclutamiento
obligatorio de los navarros en los textos forales del XIV, aunque dicho sistema se organice
en parte sobre el servicio militar de los beneficiarios de los feudos (Guerra y sociedad en
Navarra…, pp. 37-43).
58 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 70, p. 426.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 125
Sin embargo, son más significativos los generales dado el carácter cos-
tero del Señorío y las constantes guerras con el reino de Francia o con la
Guyena inglesa.59 Así ocurre en el verano de 1468, cuando Enrique IV
convoca a todos los vizcaínos y guipuzcoanos para proteger los puertos
de los franceses.60 La protección de las costas era uno de los asuntos
que aparece en el citado memorial de Ochoa de Salazar y, en este senti-
do, debe entenderse el alarde que se realiza en el Arenal de la villa de
Lequeitio el 8 de septiembre de 1496 con un total de ciento veinte
hombres.61 Esta cifra parece coincidir, salvando la escala, con la que se
desprende de un alarde bilbaíno convocado en 1525 en el que se cuen-
tan casi ochocientos hombres armados.62 Pese a ello, no convendría
confundir el alarde como «revista de hombres y armas» de extensión y
objetivos fundamentalmente locales, con la contribución de las villas a
las milicias regias.63 Un documento del año 1486 indica que los conce-
jos vizcaínos mandaban de forma regular un número determinado de
ballesteros a esas milicias. Se trata de una carta de licencia de trece ba-
llesteros de la villa de Portugalete que estuvieron sirviendo al rey y que
tenían como capitanes a Juan Sánchez de Pando y a Juan de Pando.64
Estos y otros apellidos que se mencionan no son linajudos, pero aque-
llos que hemos logrado identificar positivamente, como Pando o So-
babardún, tampoco son propiamente de la villa, sino de Somorrostro.
Habrá que pensar, por tanto, que se trata de tropas «mercenarias», esto
es, ajenas a la villa y posiblemente próximas al entorno del preboste de
la misma, a la sazón, señor de San Martín y pariente mayor de los Sala-
zar. Este uso de tropas ajenas por parte de los concejos se confirma en
cierta carta de pago que otorga Martín Ruiz de Avendaño en octubre de
1487 por el dinero que recibió del concejo de Villaro en pago por reali-
zar el servicio que correspondía a esta villa en la guerra de Granada.65
en las villas vascas del periodo (cfr. GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, pp. 126-127).
64 LIBRO DE DECRETOS Y ACTAS…, n.º 178, pp. 141-142.
65 AVO. MUN. DURANGO. Tomo II, n.º 73, p. 389.
126 Arsenio Dacosta
biliario castellano… Madrid. 1981. De la misma autora: «Los Velasco en el horizonte do-
minical de la nobleza castellana según el Libro de las Behetrías». En Anuario de Estudios
Medievales. 14 (1984), pp. 323-343; y «El patrimonio de los Velasco a través de «El libro
de las Behetrías». Contribución al estudio de la fiscalidad señorial». En AEM. 16 (1986),
pp. 239-250. También JULAR, «Dominios señoriales y relaciones clientelares…». En His-
pania. 192 (1996), pp. 137-171.
70 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 40.
71 «e deste cavallero suçedió otro (…) que fue poblar a Vijues, que es çerca de Medi-
na» (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 40). Un estado de la cuestión acerca del origen
del linaje en GONZÁLEZ CRESPO, Elevación de un linaje…, pp. 8-23.
72 Para la definición de «mercedes enriqueñas» cfr. VALDEÓN BARUQUE, Julio. Enrique II
Fernández de Velasco la posesión de los lugares de behetrías de las casas de Bizkaia (Haro)
y Lara que había disfrutado su padre (PEÑA; TELLO, Inventario del Archivo de los Duques
de Frías…, n.º 2222, p. 369; cit. GONZÁLEZ CRESPO, Elevación de un linaje…, p. 196).
76 ORTIZ; PÉREZ-BUSTAMANTE, Cantabria en la Baja Edad Media…, pp. 78-81. Un re-
sumen de la penetración velasquina en Cantabria en DÍEZ HERRERA, «La Baja Edad Me-
dia», en Historia de Cantabria…, pp. 507-509; y PÉREZ-BUSTAMANTE, «El dominio seño-
rial…». En Ilustraciones Cántabras…, pp. 141-146.
77 HEROS, Historia de Valmaseda…, II, pp. 65-76; cit. LABAYRU, Historia General…, II,
pp. 513-514. Aparece igualmente mencionado en PEÑA; TELLO, Inventario del Archivo de
los Duques de Frías…, n.º 1931, pp. 315-317; y, por supuesto, por GONZÁLEZ CRESPO, Ele-
vación de un linaje…, pp. 241-242.
78 VALMASEDA… Y LA ALJAMA…, pp. 185-186, y 187-189; HEROS, Historia de
Valmaseda…, II, pp. 106-107, y 108; cit. LABAYRU, Historia General…, II, p. 514; y MON-
REAL, Las Instituciones públicas…, p. 44, n. 158. GONZÁLEZ CRESPO interpreta la manumi-
sión de estos lugares como una «noble y generosa acción» para con el rey (cfr. Elevación
de un linaje…, p. 242).
79 P ÉREZ -B USTAMANTE , «El dominio señorial…». En Ilustraciones Cántabras…,
pp. 142-146.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 129
80 PEÑA; TELLO, Inventario del Archivo de los Duques de Frías…, n.º 1931, pp. 315-317;
cfr. GONZÁLEZ CRESPO, Elevación de un linaje…, pp. 239-240, y p. 331. Esta última autora
simplemente recurre al inventario antedicho describiendo las menciones que allí aparecen.
El lugar de Retuerto, pese a las comillas que le otorga, no es identificado con el Retuerto
de Bizkaia, que posiblemente sea el correcto. Algo similar le ocurre a Ciérvana, que no pa-
rece ser otra que la Zierbena vizcaína. Algunas de las referencias citadas por esta autora
son precisamante las que publica y comenta Rogelio PÉREZ-BUSTAMANTE (cfr. «El dominio
señorial…». En Ilustraciones Cántabras…, pp. 142 s). En cuanto a la identificación de
Galdames presenta algunos problemas dada la existencia de un topónimo similar en el Li-
bro Becerro de las Behetrías, XIV, 50.
81 Resulta revelador observar que este listado de compras coincide con la relación de lina-
jes atreguados a los Velasco en esta zona. Sin afán de sistematizar, los linajes de Güemes,
Layseca, Vivanco, Palacio, Liendo y Escalante (cfr. GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienan-
danças e Fortunas…, IV, pp. 140-148; YBARRA y GARMENDIA, Torres de Vizcaya…, p. 55; y
PÉREZ-BUSTAMANTE, «El dominio señorial…». En Ilustraciones Cántabras…, pp. 142 s).
82 Archivo Ducal de Frías, Sección Velasco, leg. 161; cit. por FRANCO SILVA, Alfonso.
como medio excelente para controlar la Encartación» (Las instituciones públicas…, p. 44).
84 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 256-257.
85 Sobre las propiedades, los dominios señoriales y el ejercicio de la prestamería por parte
de los Porres en el siglo XIV, cfr. JULAR, «Dominios señoriales y relaciones clientelares…». En
Hispania. 192 (1996), pp. 159-165. Esta autora constata la gradación en el servicio de la pres-
tamería desde el rey hasta Lope García de Porres vía Velasco y Sarmiento (op. cit., p. 165).
Un Arce con el mismo nombre había sido hacia 1385 «governador de Juan de Velasco», se-
gún informa GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 299.
130 Arsenio Dacosta
acción del entorno del monarca —en especial los Infantes de Aragón—
parece estar detrás del asunto: el adelantado mayor de Castilla no
duda en escoger como nuevos merinos a los cabecillas de la subleva-
ción.86 El linaje de Velasco no tarda en reaccionar y convoca a sus
deudos bajo el mando de Sancho Sánchez de Velasco y Pedro Ruiz
Sarmiento, hermano y primo del fallecido, respectivamente.87 Lo
interesante para nosotros es describir la formación de dos bandos en
torno a los Velasco y sus oponentes y, sobre todo, la presencia de li-
najes vizcaínos en ambos. En el primero, se cuentan «los Giles todos,
e algunos Negretes, e de Salasar, e los Anguleses, e Velascos de
Mena, e los Gamboanos, e Juan de Avendaño», éste último pariente
mayor de su linaje y bando en Bizkaia.88 Por los sublevados, aparte
de linajes como Agüero, Vallejo y Solórzano, se presentan los vizcaí-
nos Gonzalo Gómez de Butrón, su hijo el futuro fray Juan de Múgi-
ca, Ochoa de Salazar, Ordoño de Zamudio, «e la gente de la Casa de
Ayala». 89 Además de dos bandos, destaca la existencia de diversas
clientelas, alguna superpuesta. Está claro el núcleo velasquino y sus
agregados, linajes de toda la región. Por otro, destaca la mención a la
«gente de la Casa de Ayala» que actúa de forma unitaria. La presen-
cia de linajes trasmeranos y vizcaínos en ambos bandos no necesita
mayor comentario. Lo que sí lo requiere es la mención a linajes que,
tradicionalmente, habían pertenecido a la clientela de los Velasco. Es
el caso de los Porres o los Arce, «clientelas beneficiadas» en el siglo XIV
y opositoras unas décadas después.90 Para el caso de los Agüero, an-
tiguos deudos de los Velasco ahora enfrentados a ellos, Lope García
de Salazar nos ofrece una explicación interesante. En las Bienan-
danças se cuenta que Pedro González de Agüero —cuarto de este
nombre— tiene que huir a Bayona a causa de cierta muerte, por lo
que «dexó sus parientes e solar e rentas en encomienda del dicho Juan
de Velasco».91 Hasta aquí todo marcha por los cauces habituales de la
relación clientelar, pero el problema surge al volver Pedro González
86 El «conde don Diego Gomes de Sendoval que era adelantado de Castilla puso meri-
nos por sí a los susodichos Juan de Arse y Lope García e otros en toda Castilla-Vieja»
(GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 257).
87 Parece que la relación Velasco-Sarmiento venía del enlace entre María de Velasco y
Diego Pérez Sarmiento ocurrido en tiempos de Pedro I (cfr. JULAR, «Dominios señoriales
y relaciones clientelares…». En Hispania. 192 (1996), pp. 156-158).
88 El título del capítulo es muy expresivo: «De las gentes que se juntaron en Medina,
en favor de la casa de Velasco e de las cosas que allí pasaron en todas estas asonadas»
(GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 257).
89 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 257; cit. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de
y encontrarse con que «Juan de Velasco avía tomado a todos sus es-
cuderos que eran del solar de Agüero (…), por se aseñorear en Tras-
miera».92 Los hechos son suficientemente expresivos: el patrono ha
roto la relación clientelar. El enfrentamiento entre el pariente mayor
desposeído y sus antiguos patronos tomará graves proporciones al
utilizar Juan de Velasco al corregidor Gómez Arias contra su antiguo
deudo. Entre 1401 y 1405 se datan algunos enfrentamientos, y esta
enemistad la heredará el hijo del Agüero que, no en vano, será ajusti-
ciado en 1434 por orden de los Velasco.93 Este testimonio tiene el va-
lor de ilustrar la formación y disolución de clientelas nobiliarias en
una escala media y alta y, sobre todo, el hecho de que para «aseño-
rearse en Trasmiera» los Velasco tenían que sumar y mantener clien-
telas eficaces. Aparte de los precedentes señalados, el «levantamiento
de las behetrías» de 1421 contra los Velasco debió tener su funda-
mento en otros semejantes y, en definitiva, en el debilitamiento de
los lazos de su clientela. En cualquier caso, y pese a estar detrás del
asunto, el rey establecerá treguas en Castilla-Vieja con un resultado
favorable para los Velasco.94 Las bases de su poder no pocas: la titu-
laridad de las merindades, distintos derechos señoriales, abundantes
bienes dominicales y rentas regias enajenadas. Como ha demostrado
Cristina Jular, sin la articulación de estos elementos a través de los
mecanismos de redistribución del poder y de la renta feudal, el poder
de los Velasco en la zona queda realmente sin explicar.95 De poco sir-
ve saber cuáles eran sus privilegios formales si desconocemos cómo
los aplicaban realmente, cuál era el valor social de los mismos. Las
clientelas son, pues, la correa de transmisión del complejo motor se-
ñorial velasquino.
El interés de los futuros Condestables por nuestro Señorío está cla-
ro pero aquí interesa la articulación de la clientela velasquina en Biz-
kaia, especialmente, a partir de 1448. En esa fecha, los Velasco encuen-
tran una inmejorable excusa para interferir en Bizkaia. La causa es
desatada por un linaje encartado de su clientela, enemigo de los Sala-
zar; por más señas, los Marroquín que,
vantar una barrera más por la libertad vizcaína» (Lope García de Salazar…, p. 90).
96 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, 323.
132 Arsenio Dacosta
llega como consecuencia de la comisión del doctor Ulloa, alcalde de Corte, que la impon-
drá por tres meses.
101 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, 325. Un comentario descriptivo de todos estos pa-
después en la villa de Frías que, donada al Conde de Haro, parece resistirse a su señorío
(GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 325).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 133
103 En 1462, desde Medina de Pomar, aunque como Condestable de Castilla y por or-
den del rey, Pedro Fernández de Velasco ordena a los cogedores de alcabalas de Valmase-
da, Orduña y la merindad de Castilla-Vieja que paguen lo que había sido recaudado (VAL-
MASEDA… Y LA ALJAMA…, p. 206). También sabemos que en fecha indeterminada,
los Velasco habían conseguido un juro de heredad de 8.800 mrs. sobre la renta de las ferre-
rías de Bizkaia, como demuestra cierta confirmación del traspaso de estos derechos a las
alcabalas de Salas fechada el 20 de julio de 1458 (cfr. PEÑA; TELLO, Inventario del Archivo
de los Duques de Frías…, n.º 1687, p. 276). En 1464 encontramos de nuevo a un Velasco,
Fernán Sánchez, como titular de un situado de 10.000 mrs en el pedido de Orduña trocado
a doña Constanza de Ayala por las aldeas de Herramélluri y Berberana (AVO. MUN. OR-
DUÑA, RUZÁBAL Y BELANDIA. TOMO II, n.º 40, pp. 403-405; cit. AYERBE, Historia
del condado de Oñate…, I, p. 254, que lo data un año después).
104 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, 340 y 341, res-
pectivamente.
105 GARCÍA DE SALAZAR dice expresamente: «poner en su logar al dotor (…) con provi-
sión que del rey abía ganado por muchos dineros e avido su acuerdo con ellos» (op. cit., IV,
p. 340).
106 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 341.
107 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 342.
134 Arsenio Dacosta
lo hace Orduña con los Ayala.108 Pero esta Casa no se rendirá y, a tra-
vés del mecanismo de la compra, logra acceder a un pequeño territorio
vizcaíno: el señorío de Villaverde de Trucíos. Antes mencionábamos
algunas compras —posiblemente torres— hechas en las Encartaciones
al calor de la ampliación dominical de los Velasco en Trasmiera. Entre
1403 y 1418, documentamos compras en los valles de Barakaldo, Zier-
bena, Galdames, Sopuerta, Salcedo, Gordejuela y en Valmaseda.109 Cu-
riosamente, Villaverde de Trucíos viene a llenar el hueco que este rosa-
rio de compras dejaba y que permitía abrir una vía de contacto directa
entre Laredo y Valmaseda sin necesidad de utilizar la ruta costera de
Somorrostro.110 En la actualidad no hay coincidencia en lo que a la fe-
cha de la venta se refiere, aunque lo más probable es que fuera en di-
ciembre de 1440.111 El señorío de Villaverde había sido entregado a los
Avellaneda por Juan I para premiar los servicios prestados en Portugal, y,
después, había pasado de la rama primogénita a la bastarda encabezada
108 Las tres villas son, además, ejemplo de las peculiaridades jurisdiccionales de la
zona. Es sabido que Castro y algunos otros lugares de Sámano mantendrán una vinculación
institucional peculiar con el señorío de Bizkaia. Buen ejemplo de ello es el acta de revoca-
cion de la hermandad de las villas de Bizkaia y Castro Urdiales con la Tierra Llana y las
Encartaciones dada por Enrique IV el 16 de diciembre de 1467 (AVO. MUN. LEQUEITIO.
Tomo I (1325-1474), n.º 79, pp. 205-208).
109 PEÑA; TELLO, Inventario del Archivo de los Duques de Frías…, n.º 1931, pp. 315-317;
Velasco. De forma somera diremos que de su comprador pasará por mayorazgo a su hijo
menor Antonio de Velasco en 1458. Dado que éste se hará franciscano, Villaverde quedará
de nuevo vinculado a la rama principal de los Velasco (cfr. GONZÁLEZ CRESPO, La eleva-
ción de un linaje…, p. 342).
116 SAN SEBASTIÁN, «Venta del lugar…». En Vizcaya en la Edad Media…, p. 332. La
afirmación es correcta, pero quizá no advierte que el documento de venta del valle está con-
cebido por y para los beneficiarios de los derechos señoriales, y no para los vecinos del valle.
117 SAN SEBASTIÁN, «Venta del lugar…». En Vizcaya en la Edad Media…, p. 332 y
n. 15 y 16.
118 GONZÁLEZ CEMBELLÍN, «Sobre la fecha…». En Letras de Deusto. 28 (1984), p. 228.
136 Arsenio Dacosta
119 GUIARD, Historia del Consulado de Bilbao…, I, pp. 190-191; cit. MONREAL, Las
se funda mayorazgo en favor de su hijo Pedro quedando incluidas en el mismo sus posesio-
nes en Trasmiera y las Encartaciones (AVO. MUNICIPAL VALMASEDA (1372-1518),
n.º 14, pp. 64-66. El original parece encontrarse en el Archivo de los Duques de Frías (Sec-
ción Velasco, leg. 1, n.º 6); cfr. PEÑA; TELLO, Inventario del Archivo de los Duques de
Frías…, n.º 1400, p. 228. Sobre los otros mayorazgos fundados cfr. GONZÁLEZ CRESPO,
Elevación de un linaje…, pp. 336-342).
122 VALERA, Diego de. Memorial de diversas hazañas. (J.M. de Mata Carriazo, ed). Es-
123 GUIARD, Historia… de Bilbao…, I, pp. 190-191; cit. GARCÍA DE CORTÁZAR et al.,
Guerra de las Comunidades favorecerá al Condestable, a quien vemos pleitear contra la an-
teiglesia de Barakaldo en 1533 por importantes derechos señoriales y jurisdiccionales so-
bre este valle, ejercidos, cómo no, desde sus «torres de Luchana» (cfr. MONREAL, Las ins-
tituciones públicas…, p. 209).
125 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, doc. 7, pp. 321-322.
126 Sobre el acceso de este último linaje a la prestamería, cfr. GARCÍA DE SALAZAR, Cróni-
realidad lo editado por Gandarias son dos documentos fechados por él en 1468 y 1473,
de contenido similar aunque distinto remitente (Pedro y Bernardino de Velasco, respecti-
vamente). Sin embargo, esta datación tiene el problema de que el documento más mo-
derno —de 1473— se encuentra inserto en el más antiguo —de 1468— algo que el pro-
pio editor señala en la transcripción al anotar un interrogante sobre la lectura de esta
fecha (op. cit., p. 357). Siguiendo la indicación archivística dada por el editor, consulta-
mos el original (una copia simple de la Biblioteca Nacional de Madrid, sección Manus-
critos, sign. Mss 5790, f.º 35 s), en el que puede verse claramente que la fecha es «sesen-
ta» y no «setenta».
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 139
fechos que acaeçieron entre tales señores pertenesçen a los coronistas que escriben los fe-
chos de los reyes» (Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 225). José de ARA-
LAR indica que Mosén Diego de Valera, médico, diplomático y cronista castellano era
«hijo de Alonso Chirino» (La victoria de Munguía…, p. 45). Hemos seguido la pista a
este personaje y queremos identificarlo con el doctor Alonso García Cherino o Chirino,
más conocido por «doctor Guadalajara», fiscal real, miembro del Consejo y, he aquí lo más
importante, Juez Mayor de Bizkaia hacia 1430 (TORREÁNAZ, Historia de los Consejos…, I,
p. 175).
140 Arsenio Dacosta
SEÑORÍO DE VIZCAYA, n.º 10, pp. 58-61. Cit. ARALAR, La victoria de Munguía…,
pp. 47-48, quien la data a 19 de junio. Estas opiniones son suscritas también por Sabino
AGUIRRE, Lope García de Salazar…, pp. 401-402.
139 Sobre el ascenso de la casa de Manrique y su vinculación al adelantamiento mayor
quien destacaba «el rencor de los de Moxica y Avendaño, que no perdonaron a don Pedro
de Velasco que los hubiese metido en razón y desterrado de sus solares» (En Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos. Julio-diciembre (1903), p. 131. Cit. ARALAR (La victoria
de Munguía…, p. 69) quien, por cierto, tilda a San Pelayo de «escritor españolista».
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 141
141 Sabino AGUIRRE afirma que «le apoyaron algunos linajes gamboínos como los Bi-
llela de Mungia, irreconciliables enemigos de los Butron, Martín Ruiz de Barroeta de Mar-
kina y otros varios linajes de la merindad arratiana de Pedro de Abendaño» (Lope García
de Salazar…, p. 220). Dado que el autor no cita sus fuentes de información, tomamos con
reserva la información salvo en lo referente a los Villela (cfr. infra).
142 Así lo testifica en 1487 Rodrigo, abad de Arteaga. En términos prácticamente idén-
ticos se expresa Juan Sáez de Andraca, testigo presentado por Plencia. Fortuño de Zearreta,
vecino de Barrika —territorio Butrón— destaca la presencia tanto de «castillanos como
viscaynos» en el asalto de la villa. Martín, abad de Barrika, denuncia que «la gente del se-
ñor Condestable despojaron a este testigo la ropa y çinta de plata que llevaba». Juan de
Zalendis también concreta algunos hurtos, como el del «collar de plata que tenya una
ymagen de nuestra Señora que estaba en la yglesia» (COL. DOC. PLENCIA (1299-1516),
doc. B, n.º 6, pp. 52-53, 49-50, 42, 39 y 43, respectivamente).
143 VALERA, Memorial de diversas hazanas, p. 185.
144 Cfr. PORTILLA, Torres y casas fuertes…, II, p. 1037.
145 Cfr. ARALAR, La victoria de Munguía…, pp. 178-190. Esta obra contiene además
una serie de disertaciones políticas —de orientación nacionalista— a partir del análisis re-
trospectivo de dicha batalla, cfr. op. cit., pp. 191-238, con títulos tan ilustrativos como «Sig-
nificado político de la batalla de Munguía (…) el primer triunfo de Euzkadi, como pueblo,
por su libertad gubernativa», o como «Los vascos salvan su independencia cuando se
afianza en Europa el absolutismo real».
142 Arsenio Dacosta
146 En un sentido estricto, el gran vencedor en Munguía resultó ser quien menos se ju-
GANDARIAS, donde se le dedica un capítulo entero (Lope García de Salazar…, pp. 211-234).
149 AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., pp. 217-219. Así lo demuestra además una fórmula
diplomática de 1473: «Ochoa de Salasar, vasallo del rey nuestro señor e criado de don
Pedro Ferrandes de Velasco condestable de Castilla» (publ. AGUIRRE GANDARIAS, op. cit.,
ap. 32, pp. 366-369). Un caso similar es el de cierta rama de los Muñatones, parientes de los
Salazar, que acabarán igualmente en el servicio del Conde de Haro hacia el año de 1500
(cfr. IRAZOLA Y ELORDUY, Jesusa de. «Los Muñatones en Briviesca». En Estudios Vizcaí-
nos. 6 (1972), p. 399).
150 Respectivamente en AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 146; y
GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 281, 323 y 381-382.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 143
LABAYRU, op. cit., II, p. 119). La cita textual está tomada de GARCÍA DE SALAZAR, op. cit.,
IV, p. 127. Una generación después, un ascendiente de Lope García de Salazar representa
un papel similar con Sancho Pérez de Ayala, alias «Motila». AGUIRRE GANDARIAS destaca
el asunto —lo data entre 1329 y 1334— ya que Lope García de Salazar «el Prestamero»
actúa como testamentario de Sancho Pérez de Ayala, pese a haber apoyado a Sancho Gar-
cía de Murga en su candidatura al señorío ayalés (Lope García de Salazar…, pp. 28-29).
154 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 140.
155 LABAYRU, Historia General…, II, p. 243; MARTÍNEZ DÍEZ, Álava Medieval…, I, p. 267.
156 Sobre el periodo altomedieval de Ayala, cfr. las obras de los malogrados Jesús de
GALÍNDEZ (La M.N. y M.L. Tierra de Ayala. Madrid. 1933, pp. 9 s); y Gregorio de BALPAR-
DA (Historia Crítica…, II, pp. 264-271). Sobre los titulares de este señorío, en especial el
famoso Canciller, pueden consultarse las biografías del Marqués de LOZOYA y Luis SUÁ-
REZ FERNÁNDEZ (Introducción a la biografía del Canciller Ayala. Bilbao. 1950; y El canci-
ller Ayala y su tiempo (1332-1407). Vitoria. 1962, respectivamente).
157 Cfr. DÍAZ DE DURANA, Álava en la baja Edad Media…, p. 325. Juan I confirma esta
merced en 1379 (publ. MOXÓ, Salvador de. «El privilegio real y los orígenes del medie-
valismo científico en España. Apéndice documental». En Revista de Archivos, Bibliotecas
y Museos. 67 (1959), pp. 443-445 (doc. 3); cit. VALDEÓN, Enrique II…, p. 295). Gregorio
MONREAL informa de la compra de los valle de Orozko y Okendo hacia 1332 al quedar va-
cante el señorío de Ayala. La compra la realiza Leonor de Guzmán, favorita de Alfonso XI,
por lo que se integran los mismos en el realengo (Las instituciones públicas…, p. 298).
158 Cfr. DÍAZ DE DURANA, Álava en la baja Edad Media…, p. 325.
159 Cfr. DÍAZ DE DURANA, op. cit., p. 324.
160 FLORANES, Rafael de. Extensión del Estado de Ayala, ms. de la Biblioteca de la Real
Academia de la Historia (cit. BALPARDA, Historia Crítica…, II, p. 124, n. 115). El señorío
de los señores de Ayala sobre Urkabustaiz y «las aldeas del valle de Urduña», en GARCÍA
DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 37. Sobre Arrastaria también
puede consultarse la obra de LANDÁZURI quien defiende que en 1380 los Ayala la vinculan
a su señorío y no vuelve al realengo hasta 1457 (Historia Civil…, I, pp. 87-88).
161 A 22 de septiembre de 1394. En FUENTES JURÍDICAS MEDIEVALES… (1342-
1506), p. 76; cit. ORELLA UNZÚE, José Luis. «El Régimen municipal en Vizcaya en los si-
glos XIII y XIV. El Señorío la Villa de Orduña». En Lurralde, 3 (1980), p. 205, quien fecha
el documento en diciembre.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 145
162 Sobre Llodio véase la síntesis de Ernesto GARCÍA FERNÁNDEZ: «El valle de Llodio a
fines de la Edad Media (c. 1400-1507)». En Sancho el Sabio. 5 (1995), pp. 225-257.
163 Al menos es así en 1471, año de cierto compromiso entre la villa de Orduña y la junta
Valmaseda, Orduña y la merindad de Castilla-Vieja que paguen lo que había sido recaudado
(VALMASEDA… Y LA ALJAMA…, pp. 199-204; cit. RODRÍGUEZ HERRERO, Ángel. «Nota
[al estudio «Orduña, la ciudad del Señorío»]». En Estudios Vizcaínos. 4 (1971), pp. 361-362).
165 Prueba de la demanda sobre estas mercedes está precisamente la permuta —ya cita-
da— entre doña Constanza de Ayala y Fernán Sánchez de Velasco en 1464 que incluía
diez mil maravedís situados en el pedido de Orduña (AVO. MUN. ORDUÑA, RUZÁBAL
Y BELANDIA. TOMO II, n.º 40, pp. 403-405). Sin embargo, no sólo son las villas las
destinatarias de la presión señorial; como informa Ernesto GARCÍA, el mariscal Pedro de
Ayala durante las dos últimas décadas del XV sostiene además enfrentamientos judiciales
con «los señores de Salinillas de Buradón, el señor de la casa de Olarte (Orozco), su propia
madre Doña María Sarmiento y los vecinos de Arrastaria, Urcabustaiz, Salvatierra y Ber-
nedo» (cfr. «El valle de Llodio…». En Sancho el Sabio. 5 (1995), p. 238).
166 AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 8, pp. 53-57.
167 Cfr. GARCÍA REY, «La famosa priora Teresa de Ayala…». En BRAH. 96 (1930), p. 733;
170 Cesiones o fundaciones de capellanías dotadas igualmente con mrs. de juros de Or-
duña en 1423, 1432 y 1455 (cfr. Avo. Monasterio Quejana, apart. B, leg. 3, n.º 2; cit. DÍAZ
DE DURANA, Álava en la baja Edad Media…, p. 315; AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510).
TOMO I, n.º 6, pp. 29-31; n.º 8, pp. 45-61).
171 Sobre los conflictos ganaderos y por límites, cfr. AVO. MUN. ORDUÑA, RUZÁBAL
Y BELANDIA. TOMO II, n.º 46, pp. 492-495. Para los conflictos de jurisdicción con el
concejo de Orduña, cfr. Avo. Municipal de Arrastaria (Délica); cfr. URIARTE, José Eugenio
de. Historia de Nuestra Señora de Orduña, la Antigua. Viuda de E. Calle. Bilbao. 1883,
p. 157 (notas); e ITURRATE, José. «La Colegiata de San Andrés…». En Boletín de la Insti-
tución «Sancho el Sabio». 21 (1977), pp. 12-13; también en AVO. MUN. ORDUÑA,
RUZÁBAL Y BELANDIA. TOMO II, n.º 38, 41 y 57; SALAZAR ARECHALDE, La Comuni-
dad de Aldeas de la villa de Orduña…, doc. 3 y 4, pp. 124-135; y GARAYO URRUELA, Jesús
María. «Sierra Salvada: conflictos entre alaveses, burgaleses y vizcaínos». En Cuadernos
de Sección. Historia-Geografía. 17 (1990), pp. 55-86.
172 En virtud de este oficio, Fernán Pérez de Ayala participarán junto con Gonzalo
Moro y Juan Velázquez de Cuéllar en las treguas realizadas con Inglaterra en 1414
(RYMER, Foedera…, IX, pp. 134-135; cit. SUÁREZ, Navegación y comercio…, p. 91, n. 41).
173 Así figura en un libro de asientos de Juan II en el que se atribuyen a Pero López de Aya-
la 6.000 maravedís por la tenencia del castillo de Orduña (publ. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis. «Un
libro de asientos de Juan II». En Hispania. 68 (1957), pp. 349-350; 353, y 366; cit. PÉREZ-BUS-
TAMANTE, Rogelio. El gobierno y la administración territorial de los reinos de la Corona de
Castilla (1230-1474). Universidad Autónoma. Madrid. 1976, I, p. 341). Otra relación de merce-
des, ésta de 1463, en AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 53, pp. 301-303.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 147
caya. Bilbao. 1957, p. 28; y ORELLA, «El Régimen municipal en Vizcaya…». En Lurralde. 3
(1980), p. 204.
175 SARASOLA, op. cit., pp. 28-29.
176 SARASOLA, op. cit., pp. 29-30.
177 El primer documento ha sido publicado en CARTULARIO REAL DE ENRIQUE IV…,
n.º 50, pp. 101-102; y DOC. REAL. GUIPÚZCOA…, n.º 33, pp. 91-93. La segunda re-
ferencia puede encontrarse en SARASOLA, op. cit., pp. 31-32.
178 En 1473 Enrique IV expide una cédula real por la que concede los oficios de justi-
cia y jurisdicción sobre Orduña y su tierra al merino mayor de Gipuzkoa, Garci López de
Ayala (publ. PÉREZ-BUSTAMANTE, El gobierno y la administración territorial de Castilla, II,
ap. 570, p. 260).
179 SARASOLA, op. cit., p. 33 y pp. 37-38.
180 SARASOLA, op. cit., p. 41 y pp. 47-48.
148 Arsenio Dacosta
181 SARASOLA, op. cit., pp. 51-52. Sobre la reacción del concejo durante todo el proceso,
su disolución, sus reuniones clandestinas y las ordenanzas que dictan, cfr. GONZÁLEZ CEM-
BELLÍN, «Orduña en la Edad Media…». En Cuadernos de Sección. Historia-Geografía. 15
(1990), pp. 69-70.
182 SARASOLA, op. cit., pp. 56-68. La renuncia se lleva a cabo el 4 de julio de 1481 en
Ampudia en forma de «dicho pleyto omenaje como caballero omen hijodalgo», siendo
Juan Sánchez de Arbolancha, vizcaíno y también «omen fijodalgo», quien toma juramento
al mariscal Ayala (AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 16, p. 130).
183 SARASOLA, op. cit., pp. 71-80.
184 AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 11, pp. 79-91.
185 AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 13, p. 113.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 149
186 Una posibilidad es a través de un entronque con la casa de Haro, según sugiere Es-
Ferrerías sólo citamos las ediciones más recientes: DÍEZ DE SALAZAR, «Fueros de ferre-
rías…». En AHDE. 59 (1989), pp. 621-628; y FUENTES JURÍDICAS… FUEROS…, n.º 4,
pp. 94-100.
189 Publ. OJANGUREN, «Testamento de Diego Fernández de Olarte…». En Estudios Viz-
197 Más concretamente en la jura de los fueros por Fernando el Católico (cfr. AVO.
GRAL. SEÑORÍO DE VIZCAYA, doc. 15, p. 71; cit. MONREAL, Las instituciones públi-
cas…, p. 300). En el pleito de 1487, sin ir mas lejos, encontramos de nuevo a Pero Ortiz y
Diego de Anuncibay como procuradores del valle. Un año después, estos dos miembros
del linaje de Anuncibay son acusados de asesinar a un tal Ochoa de Galdea, lo cual bien
podría ser una maniobra del Mariscal Ayala para descabezar la representación legal y polí-
tica del valle de Llodio (AVO. CHANCILLERÍA VAL. Sala de Vizcaya, leg. 2916-3).
198 GARCÍA FERNÁNDEZ, «El valle de Llodio…». En Sancho el Sabio. 5 (1995), pp. 234-235,
y 225, n. 2, respectivamente.
199 GARCÍA FERNÁNDEZ, op. cit., pp. 233 s. Según este autor también se produce aquí
los obispos de Calahorra y Burgos a fines del XII que parece que se saldaron en favor del
obispo riojano (cfr. MAÑARICÚA, «El monasterio de… Oña…». En Estudios de Deusto. 1
(1955), p. 191). Como es sabido, los problemas a este respecto serán constantes en el pe-
riodo, como ocurre en 1429, año en que el obispo de Calahorra llega a una concordia con
los arciprestazgos de Uribe, Busturia-Lequeitio, Orozko, Arratia y Durango-Tavira, a cam-
bio de renunciar al cobro de los subsidios episcopales en Bizkaia (cfr. VAL VALDIVIESO,
«Vizcaya frente al obispo…». En Ciudades Episcopales…, p. 85).
202 Publ. AGUIRRE, Las dos primeras crónicas…, ap. 12, pp. 214-215.
203 BALPARDA, Historia Crítica…, II, p. 124. Lo de la oposición está tomado de AGUI-
204 «morió este Ochoa de Muñatones (…) sobre la çiudad de Lisbona de pestilençia
(…). E porque no dexava fijo ganó Pero Lopes de Ayala la tierra quél tenía del rey» (GAR-
CÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, III, pp. 295 y IV, pp. 111 y 299).
205 El monasterio de Arrigorriaga ya aparece en la «Nómina de las iglesias» de 1383. En
cuanto al convento de Burceña, cfr. ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 27, pp. 171-173;
cit. LABAYRU, Historia General…, II, ap. 16, pp. 796-797, que equivoca la onomástica del
Conde y lo data un siglo antes quizá por tomar la referencia del Diccionario geográfico-
histórico de España…, I, p. 147, donde aparece con la misma cronología.
206 FLORANES, Rafael de. Extensión del Estado de Ayala, ms. de la Biblioteca de la Real
Academia de la Historia (cit. BALPARDA, Historia Crítica…, II, p. 124, n. 115). Pese a ello,
no es mala hipótesis. Teófilo GUIARD habla de cierto conflicto entre Bilbao y las anteiglesias
de Arrigorriaga, Barakaldo y Abando en 1458, justamente los tres lugares que Floranes y
Balparda atribuyen a los Ayala en Bizkaia (Historia de… Bilbao…, I, p. 190 y p. 225).
207 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, doc. 9, pp. 323-325.
208 Esta hipótesis de trabajo sobre la existencia de clientes «compartidos» la tomamos de
210 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 93. Este autor
amplía la información sobre los Manrique en op. cit., IV, pp. 44-46, y en aquellos pasajes
que se refieren al intento velasquino de 1471 en el que es sabido que el Conde de Treviño
ejercerá el liderazgo de la oposición.
211 SÁNCHEZ LEÓN, «Aspectos de una teoría de la competencia…». En Hispania. 185
215 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 18, pp. 346-347.
216 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 18, pp. 62-95 y n.º 19, p. 67.
217 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 247-248.
218 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 53, pp. 282-311; en especial, p. 292, según
testimonios de 1478.
219 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 220 y 343;
cit. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 75. Este autor opina que el copista
Mieres se equivocó y donde el manuscrito dice «Marqués de Santayllana» debe decir
«Mariscal Ayala» (op. cit., p. 186). Esta rectificación no tiene fundamento dado que ese
mismo año se realiza un pleito-homenaje entre los Múgica y los Hurtado de Mendoza, ade-
más del hecho de que las tropas de ambos militen en el mismo bando durante la batalla de
Elorrio.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 155
220 Este último es acusado de ser «uno de los prinçipales parientes del dicho solar e li-
naje de Çaldívar e enemigo capital dél» (el concejo de Tavira) (AVO. MUN. DURANGO.
Tomo I, n.º 43, pp. 229-230, y p. 242). El de Zárate por su parte, alegaba que si se había
involucrado era por ser «tal pariente del dicho Juan de Ybarra (uno de los muertos) como
se llama», sin que realmente lo fuera (op. cit., p. 231).
221 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 43, pp. 229-230.
222 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 43, pp. 225-253. En verano de 1478, muerto
225 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 25, pp. 354-355. Sobre
que ocupa los años 1493-1494, según publican Jesús Ángel SOLÓRZANO y Lorena FERNÁN-
DEZ (Conflictos jurisdiccionales entre la villa de Santander y el marquesado de Santillana
en el siglo XV. Fundación Marcelino Botín. Santander. 1996). El asunto ha sido estudiado
también por Rogelio PÉREZ-BUSTAMANTE, aunque este estudio no lo hayamos podido con-
sultar («La resistencia de la villa de Santander al dominio señorial. Concesión y revocación
de la villa por el rey Enrique IV al II Marqués de Santillana (1466-1472)». En Altamira. 39
(1975), pp. 1-60).
227 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 409-410; cit.
230 José Ramón DÍAZ DE DURANA informa sobre los señoríos de esta Casa en la región y
sus rentas (cfr. Álava en la baja Edad Media…, pp. 306-311). Algunos documentos que re-
velan las posesiones dominicales de los Hurtado de Mendoza en el alfoz de Salvatierra pue-
den consultarse en ARCHIVO MUNICIPAL DE SALVATIERRA… (1256-1549), n.º 154,
p. 44; y n.º 172, p. 48.
231 Sobre los Estúñiga, cfr. VILLALOBOS Y MARTÍNEZ-PONTRÉMULI, María Luisa de.
232 «E después se perdió esta villa de Viana por mal recabdo, que la ganó el Condesta-
con los linajes elevados, sino con aquellos cuerpos intermedios activos en la política del te-
rritorio englobador del señorío» («La participación de un noble en el poder local a través de
su clientela. Un ejemplo concreto de fines del siglo XIV». En Hispania. 185 (1993), p. 874).
234 María Luisa de VILLALOBOS ya advertía que los primeros Estúñiga castellanos «van
a aparecer, a veces, no con el nombre de Estúñiga sino con el “de las Cuevas” (…)», algo
que también sabía Lope García de Salazar («Los Estúñiga. La penetración en Castilla…».
En Cuadernos de Historia. Anexos de la Revista Hispania. 6 (1975), p. 332).
235 AYERBE, Historia del condado de Oñate…, I, p. 584, n. 17. Además sabemos que
hacia 1465 los señores de Ayala serán tutores del heredero de los Guevara de Oñate (cfr.
AYERBE, op. cit., I, p. 254).
236 Cfr. OTAZU, «Los banderizos del Bidasoa…». En BRAH. 172 (1975), p. 452.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 159
zar…, pp. 103-104. Para una actualización teórica, cfr. SÁNCHEZ LEÓN, op. cit., p. 887.
241 Para el estudio de la terminología referida a los clientes del linaje nos inspiramos en
el modelo de análisis de Jacques HEERS sobre los «seguaci», «masnadieri» y demás indivi-
duos de los bandos («partis») de las ciudades italianas de la baja Edad Media (Les partis et
la vie politique…, pp. 102 s).
160 Arsenio Dacosta
«los fisieron amigos e los fisieron abraçar en uno e darse las manos. E
pusiéronlos tregua de dies años so pena de cada dose mill doblas, que
pagase cualquier que quebrantase la dicha tregua».259
Otras veces —las más— el término sólo expresa una tregua simple,
esto es, un paréntesis en el conflicto. En ocasiones, son los linajes a
través de sus propios mecanismos, los que llegan a esta pausa, como en
1441, cuando la esposa de Fortún García de Arteaga, hermana de Gómez
255 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 2914,
exp. 14.
256 La expresión «parientes y amigos» es corriente en toda Europa. Jacques HEERS
pone algún ejemplo, como el del uso que hacen de ella «los magistrados de Metz desde
el siglo XIII, [para los que] designaba a los parientes del clan familiar» (El clan familiar…,
pp. 91-92). Sobre esta expresión en Castilla: BECEIRO; CÓRDOBA, Parentesco, poder y men-
talidad…, p. 302.
257 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 10, p. 119
258 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 33, pp. 261-262.
259 Anales Breves de Vizcaya, pp. 177-178; cit. AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje de Ar-
similares en los años 1463 y 1468 (CARTULARIO REAL DE ENRIQUE IV…, n.º 70,
pp. 133-134, y n.º 76, p. 142). En la última de las fechas reseñadas, en 1457, Enrique IV
prohibe lo mismo de forma expresa a Íñigo de Guevara, señor de Oñate, y a Juan Alonso
de Múgica, señor de Aramayona, sin que surta demasiado efecto: ese mismo año se pro-
duzca el famoso destierro de los parientes mayores a la frontera como consecuencia del no
menos famoso desafío de aquéllos a ciertas villas e hidalgos de Gipuzkoa (CARTULARIO
REAL DE ENRIQUE IV…, n.º 16, pp. 43-45; n.º 28, pp. 67-68; y DOC. REAL.
GUIPÚZCOA…, n.º 14, pp. 48-49). Medidas semejantes se dan por toda Europa en la baja
Edad Media (cfr. HEERS, op. cit., pp. 94-95).
264 Anales Breves de Vizcaya, pp. 178-179.
265 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 10, pp. 75 y 100. Un ejemplo similar, aun-
que con otros protagonistas, en COL. DOC. MARQUINA (1355-1516), n.º 22, pp. 113-119.
164 Arsenio Dacosta
266 Entre sus principales características no estarían sólo las funciones, sino otros facto-
vasco…, p. 470. Algo similar ocurre según Emmanuel LE ROY LADURIE que en uno de sus
famosos estudios encuentra «siempre esta mescolanza de vínculos de parentela y de asala-
riado fundamental para comprender el «proletariado» campesino de esta época, que es fa-
miliar tanto que alienado» (Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324. Taurus. Madrid.
1988[1975], p. 117).
268 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 369 y 315,
respectivamente.
269 ATIENZA, «Pater familias, señor y patrón…». En Relaciones de poder…, p. 412.
270 AVO. MUN. DE PORTUGALETE, n.º 11, pp. 49-50.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 165
275 Como ya tuvimos ocasión de destacar, la cifra resulta disparatada en relación con la
población vizcaína del momento (cfr. DACOSTA, Arsenio. «Reseñas». En Studia Historica.
Historia Medieval. 12 (1994), pp. 210-213). Una breve muestra comparativa puede reve-
larnos la imposibilidad de estos guarismos. Según Jacques HEERS, una familia genovesa
del Quattrocento, los Fieschi, «podían reclutar 4000 montañeses armados» (con los que
pusieron en jaque al gobierno urbano); mientras que el Marqués de Finale, también geno-
vés, podía reclutar cerca del doble con ayuda de los Doria y los Spínola (HEERS, El clan fa-
miliar…, pp. 202-203). Resulta evidente que ni Somorrostro es Génova, ni los Salazar es-
taban dotados de un nivel de poder y riqueza semejante.
276 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 38, pp. 374-37
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 167
1 Cfr. HEERS, Jacques. El clan familiar en la Edad Media. Labor. Barcelona. 1978,
p. 287.
2 GARCÍA FERNÁNDEZ, Ernesto. «Guerras y enfrentamientos armados: las luchas banderizas
vascas». En Besaide. Los ejércitos. Fundación Sancho el Sabio. Vitoria. 1996, pp. 59-104.
p. 72.
3 Señala este papel QUINTANILLA RASO, María Concepción. «Estructuras sociales y fa-
miliares y papel político de la nobleza cordobesa (siglos XIV y XV)». En En la España Me-
dieval. III. Estudios en memoria del profesor don Salvador de Moxó. Universidad Complu-
tense. Madrid. 1982. II, pp. 338-340.
170 Arsenio Dacosta
4 Cfr. FIRPO, Arturo R. «L’idéologie du lignage et les images de la famille dans les
los albores del Antiguo Régimen a los primeros tiempos medievales («De la Antigüedad a
la Edad Media: familia amplia y familia estricta». En Estudios sobre historia medieval.
Edicions Alfons el Magnànim. Valencia. 1987[1979], p. 25).
6 GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel. «Ordenamientos jurídicos y estructura social del
Señorío de Vizcaya (siglos XII-XV)». En Historia del Pueblo Vasco. Erein. San Sebastián.
1978, p. 260.
7 VAL VALDIVIESO, María Isabel del. «El marco urbano vizcaíno al finalizar la Edad Me-
dia». En Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología. 50 (1984), pp. 240-241 y
n. 4.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 171
lidaridad familiar por otra de naturaleza distinta, como la vecinal o la de oficio («La solida-
ridad familiar en Vizcaya en el siglo XV». En Congreso de Estudios Históricos «Vizcaya
en la Edad Media». Bilbao. 1984. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. 1986, p. 333).
11 AVOS. MUN. DE GUERRICAIZ, LARRABEZÚA…, n.º 18, pp. 176, 174-177,
12 María Adán, pese a llevar el apellido Careaga, es hermana de María López de Lico-
na; mientras que Martín Pérez de Careaga aparece como suegro de Martín Pérez de Licona
(AVOS. MUN. DE GUERRICAIZ, LARRABEZÚA…, n.º 18, pp. 176 y 227).
13 AVOS. MUN. DE GUERRICAIZ, LARRABEZÚA…, n.º 18, pp. 162, 167, 173,
172, 174, 177, 218, 226 y 227-228, respectivamente. Para la difusión de este linaje lequei-
tarra por la costa guipuzcoana, cfr. AGUIRRE GANDARIAS, Sabino. «Los parientes maternos
de Íñigo, los Likona medievales en el tránsito a la Edad Moderna». En Simposio Íñigo de
Loyola. Loyola 91. San Sebastián. 1990, ejemplar mecanografiado, pp.13-16.
14 Cfr. MONSALVO ANTÓN, José María. «Parentesco y sistema concejil. Observaciones
sobre la funcionalidad política de los linajes urbanos en Castilla y León (siglos XIII-XV)».
En Hispania. 185 (1993), p. 947.
15 HEERS, El clan familiar…, pp. 227-230.
16 «mejor logares señalados e los más antiguos de Viscaya (…) fueron éstos que se si-
guen: el solar de Urquiça (…)» (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortu-
nas, IV, p. 80).
17 Juan Pérez de Ayanguiz, hijo segundo del señor de Ayanguiz, «vino poblar en Ville-
la muchos tiempos antes que la villa de Mungía fuese poblada» (GARCÍA DE SALAZAR, op.
cit., IV, p. 88). Fortún García de Avendaño, pariente del anterior, heredó de su padre el so-
lar de Arteaga, el cual «pobló (…), e juntó parientes e rentas» (op. cit., IV, p. 91). No en
vano, Sabino AGUIRRE ha dicho de este último personaje que es «el verdadero fundador de
este linaje» («El linaje de Arteaga en la Bizkaia bajo medieval». En Hidalguía. 247 (1994),
p. 801).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 173
18 Publ. GUERRA, Juan Carlos de. «Oñacinos y Gamboínos. Algunos documentos inédi-
tos referentes a la época de los bandos en el País Vasco». En riev. 26 (1935), pp. 319-320.
En un mismo sentido, aparece otro término ambiguo para designar esta misma realidad, el
de «casa», de adopción tardía en Bizkaia. Para los profesores BECEIRO y CÓRDOBA este tér-
mino es el que «hace mayor fortuna» durante la baja Edad Media (Parentesco, poder y
mentalidad. La nobleza castellana, siglos XII-XV. CSIC. Madrid. 1990, p. 89). En Bizkaia la
primera referencia que encontramos es de principios del XVI, y las siguientes siempre se re-
fieren a las comarcas más orientales del Señorío (cfr. CENARRUZA. EL PLEITO DE
OTAOLA, n.º 15, p. 138; n.º 22, p. 229; y n.º 23, p. 276; y A.R. CHANCILLERÍA DE
VALLADOLID, Sala de Vizcaya, pleitos civiles, caja 3614, exp. 16).
19 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, p. 77.
20 TENA GARCÍA, María Soledad. Enfrentamientos entre la Hermandad de Guipúzcoa y
mayor fidelidad de las mujeres al uso del patronímico, la carencia de apellido de linaje en-
tre los estratos inferiores de la hidalguía, y ciertas diferencias en función de la escala de
nobleza en cuanto al uso de los apellidos (cfr. GERBET, La noblesse…, pp. 244 s). Posible-
mente, las carencias informativas ya denunciadas y, sobre todo, la relativa homogeneidad
del estrato nobiliar vizcaíno invalida dichas tendencias. En cuanto a la «fidelidad» de las
mujeres del linaje por los patronímicos encontramos que su uso es escaso en Bizkaia.
174 Arsenio Dacosta
la Lengua (21.ª ed). En cambio, sí aparece este sentido bajo la voz «papel»: «Cargo o fun-
ción que uno desempeña en una situación o en la vida». Una definición en BOCK, P.K. In-
troducción a la moderna antropología cultural. F.C.E. Madrid. 1977[1969], p. 123.
26 FOX, Robin. Sistemas de parentesco y matrimonio. Alianza. Madrid. 1980[1967], p. 226.
27 GUERREAU-JALABERT, Anita. «Sur les structures de parenté dans l’Europe médiéva-
otro de los términos que sirven para expresar un término capital en la filiación, «leinu»
(«linaje»), proviene precisamente del latín «lineo» (op. cit., p. 22).
34 Como el gaélico «cneow» (cfr. GOODY, op. cit., pp. 191-192 y 371).
176 Arsenio Dacosta
35 GARCÍA DE SALAZAR, Crónica de Vizcaya, p. 34. Cfr. CARO BAROJA, op. cit., p. 21.
(alcaldes de fuero), por alvalá de 1442, que Martino Martines su avuelo tenía por quanto
es finado» (edit. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 40, p. 277).
38 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, pp. 104-105, y 433.
39 Anales Breves de Vizcaya, p. 161.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 177
4.2.1. El reclutamiento
El pariente mayor es quien ejerce la máxima autoridad en el seno
del linaje. Esta suerte de pater familias —generalmente un varón—
controla formalmente la producción, el consumo y la reproducción del
linaje en todos sus ámbitos.43 Dicha definición, en la Castilla medieval,
se sostiene en la noción romana de patria potestas, como recogen las
Partidas.44 Para Bizkaia, algún autor ha destacado cómo la legislación
foral permite un cierto desbordamiento de las atribuciones de los pa-
rientes mayores hacia el «conjunto de la población de la Tierra Lla-
na».45 Sin embargo, este aspecto no interesa ahora, sino justamente el
contrario, esto es, cómo se articulan las relaciones en el interior del li-
naje a partir del pariente mayor.
A lo largo del estudio hemos ido advirtiendo que el primogénito va-
rón es, por definición, el destinatario del liderazgo del linaje. Esto es,
Adrián. «El sistema familiar y sucesorio de Vizcaya en el marco del Derecho Medieval».
En Vizcaya en la Edad Media… Bilbao. 1986, p. 163.
41 Esta relación la destacan BECEIRO y CÓRDOBA para la aristocracia castellana del pe-
riodo, donde los sobrinos son acogidos en las mesnadas de los tíos, mientras que las sobri-
nas pasan a formar parte del grupo de criadas (Parentesco, poder y mentalidad…, p. 283).
42 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, p. 237.
43 ATIENZA HERNÁNDEZ, Ignacio. «Pater familias, señor y patrón: oeconómica, clien-
46 A Ordoño de Zamudio, heredero por defecto, también lo «tomaron los parientes por
mayor» (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, p. 95). En cuanto
a los Lezama, cfr. op. cit., IV, p. 77. Ignacio AROCENA interpreta este útlimo ejemplo como
una simple elección de pariente mayor («Los banderizos vascos». En BRSVAP. 25 (1969),
p. 280).
47 En efecto, la profesora del VAL VALDIVIESO ha señalado la evolución de dicha so-
lidaridad familiar dentro de una tendencia general de persistencia, cuya causa principal es
la función de «amparo familiar» que aún resulta necesaria para los miembros de los linajes
(«La solidaridad familiar en Vizcaya…». En Vizcaya en la Edad Media…, pp. 334 s).
48 Lamentablemente, el autor aporta como prueba un ejemplo referido al linaje Lezama
en el que «la mujer es excluida del oficio de pariente mayor (…) por ser incapaz de mane-
jar las armas» (INSAUSTI, Sebastián de. «El apelativo «Parientes Mayores» y los desafíos».
En BRSVAP. 30 (1974), p. 7. Lo recoge igualmente AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En
Historia General del País Vasco…, p. 13).
49 Cfr. BECEIRO; CÓRDOBA, Parentesco, poder y mentalidad…, p. 90.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 179
atribuidas a dicha señora y a una cronología tardomedieval (cfr. CARO BAROJA, «Linajes y
bandos». En Vasconiana…, p. 29). Sobre «el espíritu no pasivo de la mujer», cfr. op. cit.,
p. 43. Por su parte, Jack GOODY señala equivocadamente que «en el País Vasco, donde el
heredero de la propiedad es el hijo mayor, independientemente de su sexo, encontramos a
la mujer fuerte en lugar de sumisa» (La evolución del matrimonio…, p. 54).
56 CENARRUZA. EL PLEITO DE OTAOLA, n.º 15, p. 138.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 181
Nuevo; cfr. CELAYA IBARRA, Adrián, «El Derecho privado en Vizcaya y la concepción del
Fuero de 1452». En La sociedad vasca rural y urbana en el marco de la crisis de los siglos XIV
y XV. Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1975, pp. 316-317.
182 Arsenio Dacosta
forma ideal concebida o recogida por los legisladores vizcaínos era to-
mar a dos parientes del menor, «uno de las partes de el padre e otro de
partes de la madre», aunque otra disposición deja abierto el número de
tutores.61 Sin embargo, parece que la tutoría era ejercida de forma efec-
tiva por la madre o por algún varón, en este caso, quizá el pariente ma-
yor de otro linaje afín o emparentado.62 Este último caso, muy corriente,
se presenta como la sustitución práctica y simbólica del hombre muerto
y del niño (un no-hombre).63 En 1500, a la muerte de Pedro de Avenda-
ño, su hija Francisca, menor de edad, queda bajo la tutela de Bernardino
de Velasco, su tío, quien ejerce sus atribuciones hasta la muerte de su
tutelada tras lo cual los derechos pasan a las líneas segundogénitas.64
En este caso, el tutor parece cumplir escrupulosamente con su función
pero, cuando esta circunstancia no se da, el resultado puede ser nefasto
para el heredero revelando una compleja trama de intereses en torno a
sus derechos. A Francisco Adán de Yarza, menor de edad y preboste de
Lequeitio, le ocurre esto último, abriéndose una pugna entre los tutores
y el concejo de la villa por el control de la prebestad.65
Pese a todo, la organización del solar, la mentalidad linajística y al-
gunos mecanismos correctores contribuyeron a limitar estos conflic-
tos.66 Por otro lado, parece que, de forma general, tíos y parientes ges-
tionaron fielmente los bienes de sus tutelados. En ocasiones, los tutores
se ven envueltos en luchas no deseadas por conservar dichos bienes y
derechos. Esta circunstancia es narrada en Las bienandanças a modo
extrañar, visto el caso de Juan de Salinas, tutor de Diego Sánchez de Asúa, que se ve obli-
gado a litigar contra el tío de éste, el escribano Ochoa Sánchez de Asúa, por la posesión de
la «casa, casería e vienes e ruedas de Asúa» hacia 1510 (A.R. CHANCILLERÍA VALLA-
DOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1797, exp. 6, f.º 4v). Algo semejante le ocu-
rre unos años después a Pedro Martínez de Olarte, «curador» de Diego de Arbolancha, en
un pleito que sostiene por el mayorazgo de Arbolancha (A.R. CHANCILLERÍA VALLA-
DOLID, Pleitos de Vizcaya, leg. 120, exp 3, f.º 8r).
64 PORTILLA, Torres y casas fuertes…, II, p. 1045.
65 A.G. SIMANCAS, Registro General del Sello, 1488-XI, fol. 260; 1489-I, fol. 394;
pensamos en un cierto control indirecto por parte de los parientes. Algo así ocurre entre
1513 y 1514 con algunos parientes del menor Juan Ruiz de Muncharaz que pleitean contra
su tío y tutor Martín Ibáñez de Salcedo a causa de la enajenación de una ferrería (A.R.
CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 5612, exp. 2).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 183
67 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, p. 177. Cfr. MITXE-
LENA, Textos arcaicos vascos, p. 62.
68 Fuero Viejo, tít. 135.
69 BECEIRO; CÓRDOBA, Poder, parentesco y mentalidad…, p. 282. Los casos de arroga-
ción son más bien raros en Bizkaia. El más claro es posiblemente legendario: el supervi-
viente de los Avendaños alaveses será tutelado por Sancho de Galdácano, quien a su muerte
entregará a su prohijado sus heredades en Arratia, según una de las versiones transmitidas
por Lope GARCÍA DE SALAZAR (Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, p. 90).
70 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 93.
71 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 95.
184 Arsenio Dacosta
VAL VALDIVIESO, «La solidaridad familiar…». En Vizcaya en la Edad Media, pp. 334-335.
77 GERBET, La noblesse…, p. 306.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 185
te, el número de criados asociados al linaje nobiliar (La noblesse…, p. 329). Jacques HEERS
siguiendo sus propios estudios y los de David Herlihy sobre las fuentes fiscales italianas,
tampoco llega a una conclusión definitiva pero habla de decenas de miembros, eso sí, para
linajes de la aristocracia urbana: el «clan» de los Spínola tendría hacia 1463 aproximada-
mente 600 miembros (El clan familiar…, p. 111).
88 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, pp. 187 y 271.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 187
89 AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País Vasco…, p. 22.
Para los Guecho, cfr. GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 200-201, y 210).
90 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 289-290.
91 CARTULARIO REAL DE ENRIQUE IV…, n.º 33, p. 75; y MURUGARREN, Luis. «Tres
PORTILLA conocía el documento a través de las noticias que sobre el mismo da Labayru
(cfr. Torres y casas fuertes…, II, p. 1043).
93 AROCENA, «Los banderizos vascos». En BRSVAP. 25 (1969), p. 280.
188 Arsenio Dacosta
94 Rafael SÁNCHEZ SAUS hace una clasificación de los distintos tipos de descendencia
tras que el problema de la terminología lo destaca GERBET (La noblesse…, pp. 311-312).
108 CENARRUZA. EL PLEITO DE OTAOLA, n.º 1, pp. 4-5.
109 CENARRUZA. EL PLEITO DE OTAOLA, n.º 20, p. 213.
110 Sobre la educación de los niños en el seno de los linajes nobles, cfr. BECEIRO; CÓR-
DOBA, op. cit., pp. 109-125 y 207-208. Sobre la afectividad entre el noble y sus «criados»,
cfr. GERBET, Les noblesses…, p. 172.
111 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas, IV, pp. 182-183.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 191
112 Entre los testigos es significativo encontrar a un hermano del pariente mayor, Ochoa
abad, y a un Muncharaz, Juan Ruiz (AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 41, pp. 196-197).
113 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 82, pp. 442-443.
114 Edit. LABAYRU, Historia General…, II, ap. 25, pp. 814-818.
192 Arsenio Dacosta
115 Cfr. SÁNCHEZ SAUS, Caballería y linaje en la Sevilla medieval…, pp. 96-97.
116 En primer lugar, está la fórmula «il buruko», un tipo de testamento oral destinado
exclusivamente a los lugares apartados para el que bastan tres testigos de entre los cuales
uno podía ser mujer. Un segundo tipo, propio de lugares poblados, requiere cinco testigos
para que el testamento o las mandas orales sean válidos. Para la tercera fórmula, por escri-
to y ante escribano público, basta con tres testigos. Sobre estos aspectos y otros más técni-
cos, cfr. CELAYA, «El Derecho privado en Vizcaya…». En La sociedad vasca rural y urba-
na…, pp. 320 s. Sobre los cabezaleros, cfr. Fuero Viejo, tít. 127.
117 El Fuero Viejo regula el caso de ventas sin llamamiento, aunque el retracto se res-
pero lo son aún más aquéllos que litigan por la herencia directa, co-
nocida comúnmente por «legítima».118 Regía al respecto en toda Cas-
tilla un mismo sistema a fines de la Edad Media. Incluso en los testa-
mentos escritos, el que disponía estaba obligado a destinar la mayor
parte del patrimonio a heredar a sus descendientes —la «reserva» con
la «legítima», que luego veremos—, aunque se le permite disponer li-
bremente de una sustanciosa parte del patirmonio desvinculado, el
«quinto».119 Esta parte, como el propio Fuero Viejo indica, se dedica
por lo general «para el alma», aunque no son de descartar otros usos,
como compensaciones a criados y bastardos, complemento de la «legí-
tima» a algún heredero desfavorecido, dotes, etc. 120 El tema es muy
complejo ya que, aparte de estos distintos niveles entrecruzados de de-
rechos, está la cuestión de la naturaleza de los bienes a heredar —mue-
bles/raíces— o, peor aún, la existencia de vinculaciones superpuestas
en el patrimonio. Ignacio Arocena ya daba cuenta de este último pro-
blema distinguiendo entre «patrimonio simple» (aquél que sólo tenía
una «unidad patrimonial») y «complejo» (varias de esas «unidades» o
herencias vinculadas).121 Esta particularidad típicamente castellana li-
bró a no pocos segundogénitos de la alta aristocracia de un destino
poco favorecedor ya que, en este nivel. la acumulación de mayoraz-
gos y herencias vinculadas era materialmente posible. El mecanismo
pasaba necesariamente por la transmisión divergente de los bienes, es
decir, se heredaba a los descendientes directos independientemente de
su sexo. El paradigma se encuentra en el testamento de Gonzalo Gó-
mez de Butrón, «el Viejo», dictado en 1401. En una nítida declaración
de objetivos, el pariente mayor declara que su intención es dejar
«partidos sus vienes por ser desviado y tollido el desacuerdo que po-
dría nasçer e venir entre aquellos que an esperanza de heredar los
bienes».122
Sin embargo, este tipo de herencia abierta a sexos y respetuosa con
todas las posiciones de la descendencia, no permanece inmutable. Cier-
to es que la extensión del mayorazgo se da como un hecho y esto viene
a significar un cambio radical, pero contamos, además, con un indicio
sa, que se querella hacia 1512 contra los albaceas de Martin de Marquina. Ella alega ser
«parienta e tronquera» del fallecido (COL. DOC. MARQUINA (1355-1516), n.º 41,
pp. 208-210). No entran aquí, como es lógico, las disputas «por partidas de erencia»
que no siguen los cauces legales como ocurre con los Loizaga y los Arenaza, cerca de San
Pedro de Galdames (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas…, IV,
pp. 370-371).
119 Cfr. GERBET, La noblesse…, pp. 213-214.
120 Fuero Viejo, tít. 125.
121 AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País Vasco…, p. 14.
122 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 17, p. 227.
194 Arsenio Dacosta
123 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 106; cit. AROCENA, op. cit., p. 15.
124 Cfr. GERBET, La noblesse…, p. 334.
125 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas…, IV, p. 120.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 195
ésta exterior o interior. Sin poder asegurarlo, creemos que ésta fue la
más extendida siendo su principal destino las villas vizcaínas. Bilbao, se-
guido de Valmaseda, Orduña y Lequeitio parecen los polos de atracción
más importantes. El comercio, las actividades marítimas, la milicia y la
administración van a ser las dedicaciones preferentes de estos emigra-
dos.126 En el siglo XVI, Bizkaia y Castilla se quedarán pequeñas para
estos segundones que, por otra parte, llevan siglos mercadeando con
Flandes, Francia o Inglaterra. Bajo la nueva era, los vizcaínos —hidal-
gos y numerosos— tendrán una presencia especialmente intensa en
América. Un segundo destino, la ocupación de solares secundarios, de-
penderá, en gran medida, de las estrategias del pariente mayor del lina-
je principal.
Sin embargo, éstos no son los únicos «destinos del segundón». El
testamento de Martín Ruiz de Arancibia, dictado en 1508, ilustra algu-
na otra alternativa corriente. Este pariente mayor deja el mayorazgo a
su primogénito, conminándole, a través de indicaciones expresas, a ve-
lar por el futuro de sus hermanos. Con respecto a su hermano Juan, se
le ordena que «le enbíe al estudio a que sea letrado»; mientras que
para sus hermanas María y Catalina, el primogénito tendrá que dispo-
ner sendas dotes destinadas a su casamiento.127 Como es sabido, la cor-
te de los primeros Austrias estará plagada de letrados y escribanos
«vizcaínos» que, según Juaristi, vinieron a desplazar al cuerpo adminis-
trativo anterior formado mayoritariamente por cristianos nuevos. A fi-
nales del siglo XV se consolida un nuevo destino para los segundones:
la entrada en religión, alternativa común para varones y mujeres. Para
los primeros se reserva la posibilidades de realizar una carrera eclesiás-
tica. En cuanto a las mujeres, éstas se verán las más de las veces reclui-
das en beaterios y conventos urbanos.
Pese a las alternativas, la vinculación de bienes en el primogénito
supone, generalmente, la exclusión práctica de los segundones. A veces,
dicha exclusión se manifiesta de forma descarnada, absoluta. Ocurre en
1508, cuando el pariente mayor de los Arancibia vincule todos los bie-
nes al primogénito a través de una donatio propter nuptias que, expresa-
mente, deja «apartados de toda mi faz» al resto de herederos.128 La po-
bre compensación troncal que les otorga —un robledal y un manzanal—
no debió satisfacer más que al heredero principal, sentando las bases
126 Éste es el mismo destino que destaca Jacques HEERS para aquellos nobles genoveses
129 «lo otro porque ni en el condado de Biscaya nin en la probinçia de Guipuscoa don-
de están sytuados los dichos vienes (no) puede vender y enagenar e disponer (de ellos)»
(A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja. 3164,
exp. 16, f.º 10r y 20v, respectivamente).
130 G ERBET , La noblesse…, p. 203. En este mismo sentido S ÁNCHEZ S AUS , op. cit.,
p. 55.
131 En lo referente a estos aspectos, seguimos las indicaciones de Marie-Claude GERBET
en sus distintos trabajos (La noblesse…, pp. 214-220; y Les noblesses…, pp. 211-213).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 197
titular para segregar o enajenar parte o todo el patrimonio (Mayorazgo. Propiedad feu-
dal en Castilla. 1369-1836. Siglo XXI. Madrid. 1989[1974], p. 22). Sin embargo el
término se extiende a la «institución» que representa, esto es, la manifestación concre-
ta de un «vínculo» (AGUINAGALDE, Guía para la reconstrucción…, p. 50), o adquiere
algún otro matiz. Éste es nuestro caso, ya que la definición de Clavero creemos que
puede ser enriquecida desde otro punto de vista; a saber, la vinculación no sólo es un
criterio legal restrictivo, también es una estrategia positiva desde el punto de vista del
primogénito.
133 GERBET, La noblesse…, p. 225. Sobre este aspecto en relación a la legítima, cfr.
(1986), pp. 921-929. Sobre el «mayorazgo arcaico» véase CLAVERO, Mayorazgo…, p. 52.
198 Arsenio Dacosta
138 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 22, p. 38; cit. GARCÍA FERNÁN-
DEZ, Ernesto. «Finanzas y fiscalidad de la villa de Lequeitio (1325-1516)». En AEM. 22
(1992), p. 714, n. 5.
139 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1651,
143 AGUINAGALDE, por ejemplo, señala que «Mayorazgo y Vínculo son en principio tér-
minos sinónimos y así se utilizan en general» (Guía para la reconstrucción…, p. 50); mien-
tras que el propio CLAVERO señala que «antes de designar una institución determinada, sig-
nificó simplemente un orden de sustitución vía primogenitura» (Mayorazgo…, p. 22).
144 GERBET, La noblesse…, pp. 217-218. Javier ENRÍQUEZ y sus compañeros afirma que
el mayorazgo fue «importado sin duda de Castilla» («Crisis feudal y nuevo orden social
(Vizcaya, siglo XV)». En Espacio, Tiempo y Forma. 2 (1989), pp. 121-135).
145 Cfr. CLAVERO, Mayorazgo…, pp. 21-22.
146 Cfr. GERBET, La noblesse…, p. 219; y, de la misma autora, «Majorat, stratégie fami-
liale et pouvoir royal en Castille d’après quelques exemples pris en Extrémadure à la fin du
Moyen Âge». En Mélanges offerts à Jean Gautier Dalché. Niza. 1983, pp. 257-276.
147 Dicho «mayorazgo» se constituye en época señorial y Gregorio MONREAL retrasa su
existencia a los tiempos de Diego López de Haro y Alfonso VIII (Las instituciones públi-
cas…, p. 37). Han tratado igualmente el tema: GARCÍA DE CORTÁZAR («La creación de los
perfiles físicos e institucionales del Señorío de Vizcaya en el siglo XIII». En Mélanges offerts
à Jean Gautier Dalché…, pp. 2-5); LANDÁZURI (Historia Civil…, I, pp. 84 s.); SARASOLA
(La ciudad de Orduña…, pp. 15-17). Bartolomé Clavero niega que este ejemplo sea un
mayorazgo —esto es, un modo de propiedad feudal—, sino un «mayorazgo antiguo» o
«arcaico» (CLAVERO, Mayorazgo…, pp. 95-96). En otra parte, este mismo autor cita la opi-
nión de Francisco de CÁRDENAS para el que el «mayorazgo de Vizcaya (…) fue la primera
forma de aquella institución» (Ensayo sobre la historia de la propiedad territorial en Espa-
ña…, II, pp. 128-129).
200 Arsenio Dacosta
148 Entre los autores que hablan de él como mayorazgo están PÉREZ DE AZAGRA (Rese-
de que esto no es así. En diciembre de 1431 Gómez González de Butrón obtiene una confir-
mación de la herencia de los Múgica que indica la inexistencia de una licencia propiamente
dicha (cit. GARIBAY, Grandezas…, pp. 32-33; cit. ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II,
n.º 32, p. 183).
151 De don Alfredo BASANTA DE LA RIVA conservamos dos índices de documentación
vizcaína en la Real Chancillería de Valladolid, archivo en el que trabajó muchos años: No-
bleza vizcaína. Estudio genealógico de pleitos sobre vizcainía y mayorazgos del Señorío
(Junta de Cultura Vasca. Valladolid. 1928), y Catálogo genealógico de vizcainías. Adición
a la obra «Nobleza Vizcaína» (Tipografía de Archivos. Madrid. 1934. 2 vols).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 201
152 Fuentes: BASANTA, Nobleza Vizcaína…, p. 375; MARTÍNEZ RUIZ, «Los mayorazgos
a finales del reinado de Juan II, aunque se trata de una referencia no del todo segura.
En Extremadura se documentan 51 fundaciones de mayorazgo desde 1387 (GERBET, La
noblesse…, pp. 226-229). El número de mayorazgos fundados en Sevilla en la se-
gunda mitad del XV viene a coincidir con el de Bizkaia: son 21 (SÁNCHEZ SAUS, op. cit.,
pp. 60-61).
154 GERBET recuerda que, hasta las Leyes de Toro (1505), no existirán cláusulas que
GARCÍA DE CORTÁZAR et al. editan un pequeño fragmento en Bizcaya, IV, ap. 7, pp. 243-252.
156 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Pleitos de Vizcaya, leg. 120, exp 3, f.º 10r-v;
162 Cfr. GOODY, op. cit., pp. 214 s; y GUERREAU-JALABERT, op. cit., p. 1034.
163 GUERREAU-JALABERT, op. cit., p. 1033.
164 La elección de cónyuge «no es totalmente libre ya que se encuentra rígidamente li-
mitada por el medio social y, en buena medida, por el entorno geográfico del linaje corres-
pondiente» (SÁNCHEZ SAUS, op. cit., p. 90). En Bizkaia sólo se constatan algunos casos ais-
lados que luego veremos (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas…, IV,
p. 109; cit. BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…, p. 277, n. 392).
165 GERBET, Les noblesses…, pp. 205-207.
166 BECEIRO; CÓRDOBA, Parentesco, poder y mentalidad…, pp. 197-212. DÍAZ MARTÍN
nos habla de los esponsales entre don Tello y doña Juana de Lara, futuros señores de Biz-
kaia, establecidos cuando aún eran unos niños («Don Tello, señor de Aguilar y de Vizca-
ya (1337-1370)». En Publicaciones de la Institución «Tello Téllez de Meneses». 47
(1982), pp. 275-276).
204 Arsenio Dacosta
167 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas…, IV, pp. 268-269.
168 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 25, pp. 354-355. Estos
esponsales son citados por BECEIRO y CÓRDOBA como ejemplo de confederación nobiliar a
través de la alianza matrimonial (Parentesco, poder y mentalidad…, p. 314).
169 Cfr. MENDIETA, Quarta Parte… Annales Vizcaya…, p. 24.
170 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas…, IV, p. 268; cit. AGUI-
173 GERBET, La noblesse…, pp. 167-171. Sobre el axuvar, las arras, y otros sistemas simi-
lares muy extendidos en la alta Edad Media, cfr. BECEIRO; CÓRDOBA, op. cit., pp. 181-187; y
GOODY, La evolución del matrimonio…, pp. 173-178.
174 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas…, IV, p. 125.
175 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 148.
176 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 99.
177 CARO BAROJA, «Sobre la familia vasca». En Estudios sobre la vida tradicional…,
p. 152. Esta figura, llamada morgengabe en los países germánicos («regalo de la mañana»
siguiente a la boda) ha sido vista como un tipo de «precio de la novia» en compensación
por la pérdida simbólica de la virginidad y como forma de protección para las viudas (cfr.
BECEIRO; CÓRDOBA, Parentesco, poder y mentalidad…, p. 173).
206 Arsenio Dacosta
178 Les entregan el solar de Echávarri y el de Garay, aparte del patronazgo de Santa
María de Begoña especificando sus componentes y término (publ. LABAYRU, Historia Ge-
neral…, II, ap. 35, pp. 860-862).
179 BECEIRO; CÓRDOBA, Parentesco, poder y mentalidad…, p. 184. El caso más explí-
cito de dote directa en la región, que sirve además de prueba de la extorsión de clase
practicada por la nobleza, es la que requieren los condes de Treviño a las villas de Ver-
gara, Azpeitia y Azcoitia en 1473 para que acudan a don Íñigo de Guevara con los
34.000 mrs que en 5 años tendían que entregarle en concepto de dote (AVO. MUN. AZ-
KOITIA, n.º 39, p. 121).
180 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1651,
183 Otra pequeña muestra. Gonzalo de Butrón, al casarse con la hija de Luis de Leguiza-
món hereda el solar y la iglesia de Begoña (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 88). A me-
diados del siglo XIV, Martín Ruiz de Arteaga se casa con la hija de Martín García de Areilza
heredando así el cargo de preboste de esa villa (op. cit., IV, p. 91). En 1464, Martín Pérez de
Licona recibe a la muerte de su suegro Juan García de Areilza, un juro de heredad (cit.
AGUIRRE GANDARIAS, «Los parientes maternos…». En Simposio Íñigo de Loyola…, p. 4).
184 AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País Vasco…, p. 13.
185 Cfr. GOODY, La evolución del matrimonio…, p. 349.
186 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1811,
exp. 1.
187 Intercambian el solar de Aranguren de Salcedo y el monasterio de San Llorente de
Bermejillo (Salcedo) por los ochavos de los puertos y monasterios de San Julián de Mus-
kiz y San Román de Ciérvana (AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 126).
188 Sobre los aspectos jurídicos del régimen de gananciales en el Fuero Viejo y Nuevo,
cfr. CELAYA, «El Derecho privado en Vizcaya…». En La sociedad vasca rural y urbana…,
pp. 319 s.
208 Arsenio Dacosta
Navarra, 1387-1464. Gobierno de Navarra. Pamplona. 1990, p. 59. Sobre los «conciertos
de ayuda mutua» entre parientes nobles en la Castilla bajomedieval, cfr. BECEIRO; CÓRDOBA,
Parentesco, poder y mentalidad…, p. 302.
190 GERBET, Les noblesses…, p. 205.
191 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e fortunas…, IV, p. 399.
192 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 187-188.
193 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 25, pp. 354-355; cit. BE-
203 Sobre alianzas cruzadas o enlaces dobles, cfr. BECEIRO; CÓRDOBA, op. cit., p. 146.
204 En especial la de los Salazar con los Salcedo Mayor (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV,
pp. 268-269).
205 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 367.
206 EVANS-PRITCHARD, E.E. Los Nuer. Anagrama. Barcelona. 1977[1940]; cit. GONZÁ-
207 FOX, Sistemas de parentesco y matrimonio, p. 119. Como habrá podido observarse,
servan el de «escisión» para las ramas de linaje que no se desvinculan totalmente del linaje
ascendiente (FOX, op. cit., p. 118). Creemos que este matiz es innecesario ya que, como
bien dice la profesora GERBET, «la rupture de facto (est) probablement inévitable à la lon-
gue» (La noblesse…, p. 212). Rafael SÁNCHEZ SAUS se refiere a la «reproducción de los li-
najes» hablando indistintamente de «nuevas líneas y ramas» como «garantía de sus creci-
miento y de su perpetuación» (Caballería y linaje en la Sevilla medieval…, p. 65).
212 Arsenio Dacosta
de estas columnas acaben entre 1450 y 1475, época en la que Lope Gar-
cía de Salazar redactó sus dos crónicas. En cuanto al límite temporal su-
perior, éste viene condicionado por la información que comienza a perder
fiabilidad hacia 1320 o 1340. Como puede comprobarse en los dos esque-
mas resumen, no son muchos los linajes que es posible remitir con seguri-
dad a estas cronologías. Para el territorio de la Bizkaia nuclear tenemos
tan sólo a los de Leguizamón, Villela y Avendaño; no en vano, los dos úl-
timos son la fuente de la que manan algunos de los linajes más importan-
tes del siglo XV. En cuanto a la parte occidental del Señorío, la cuestión es
distinta dado el mayor conocimiento que tiene el cronista de San Martín
de la comarca y sus linajes (muchos de ellos sus ascendientes). Vemos
que la frontera del 1300 es traspasada aunque significativamente sólo lo
hagan la Casa de Salcedo (vinculada a la de Ayala), los Salazar (rama de
Castilla-Vieja y Valdegovía) y los Muñatones (los únicos propiamente
vizcaínos). Algo posterior, de la primera mitad del XIV, es el surgimiento
de algunos otros linajes, en especial el de Zamudio y el de Marroquín.
El primero de los esquemas gráficos podría resumirse en cuatro gran-
des bloques; de derecha a izquierda: Muñatones-Salazar, Marroquines,
Zamudianos-Salcedanos y Susunaga-Asúa. El primero culmina en el li-
naje de Salazar, en el propio cronista, pero tiene una evolución larga y
compleja. Por un lado, derivan de un linaje antiguo de la costa de las En-
cartaciones, el de Muñatones, emparentado y enriquecido a su vez por el
de Marroquín de Montermoso. Del de Muñatones surgirá una rama radi-
cada en el valle de Sopuerta que los Salazar utilizarán como cabeza de
puente en dicho valle. En cuanto a los Salazar, provienen de una rama
bastarda del linaje homónimo de Castilla-Vieja y Valdegovía que, en
apenas tres generaciones de implantación en Somorrostro, consiguen la
fusión con los Muñatones. El segundo grupo, el de Marroquín, es uno de
los más antiguos y deriva directamente de la Casa de Ayala. Radicados al
sur de las Encartaciones, los Marroquines dispondrán de diversos solares
semi-independientes e, incluso, una rama bastarda se establecerá en Sá-
mano. A fines de la Edad Media sus contornos están muy desdibujados
como consecuencia de las sucesivas fisiones. Pese a ello, como emparen-
tados que están, mantendrán una cierta unidad de acción desde el valle
de Salcedo y el oriente cántabro, circunstancia que supondrá uno de los
caballos de batalla de los Salazar. El tercer grupo, el Zamudiano, tiene su
origen en un linaje antiguo como es el de Zamudio y que, al igual que los
Marroquines, está abocado a fisiones continuas. Este linaje estaba radica-
do en origen en la merindad de Uribe, no lejos de Bilbao, y después am-
plía su radio de acción al sur de las Encartaciones. De él derivan directa-
mente linajes como Susunaga, los dos Salcedos y, en parte, el de las
Ribas. El linaje de Susunaga formará al filo del 1400 un grupo particular
con los Asúa en la margen derecha de la ría del Nervión, mientras que el
resto se establecerá en el valle del mismo nombre.
214
Arsenio Dacosta
212 Marie-Claude GERBET habla explícitamente de los factores que se dan en la ruptura
213 Efectivamente, Eloísa RAMÍREZ encuentra trazas de una «nobleza nueva» a fines
del XIV, con el cambio de dinastía y, sobre todo, de política. La clave del asunto está en la
privanza con el rey y en la sanción legal de un restringido grupo de fieles llamados «ricos-
hombres» (Solidaridades nobiliarias y conflictos políticos…, pp. 48 s).
214 Cfr. FOX, Sistemas de parentesco y matrimonio, p. 114.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media
Todos estos ejemplos encajan con las ideas expuestas acerca del
«destino del segundón», una oportunidad para algunos Leiba, Mendo-
za, Murga y Barroeta desapoderados frente a sus respectivos jefes de li-
naje. Por contra, los linajes receptores se benefician del apoyo de un lina-
je, por lo general, más importante que el suyo.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 221
215 Un proceso similar es el que parece operarse en el norte de Italia en fechas semejan-
tes. Jacques HEERS habla, de hecho de la «expansión de los clanes» al menos desde el
1300. Por contra, cita las medidas tomadas por Andrea Doria en 1528 para reducir el nú-
mero de alberghi —linajes nobles— de 32 a 28 (El clan familiar…, pp. 105-106).
5
Los linajes en el medio político vizcaíno
1 Cfr. BALPARDA, Historia Crítica…, II, p. 199; y GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel.
«La creación de los perfiles físicos e institucionales del Señorío de Vizcaya en el siglo XIII».
En Les Espagnes médiévales. Aspects économiques et sociaux. Mélanges offerts à Jean
Gautier Dalché. Niza. 1983, pp. 8-9.
2 MOXÓ, Salvador de. «El Señorío de Vizcaya: planteamiento para el estudio compara-
tivo del régimen señorial hispánico en la Edad Media». En Edad Media y Señoríos: el Se-
ñorío de Vizcaya. Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1972, pp. 125-137. El profesor
GARCÍA DE CORTÁZAR también ha insistido en los puntos en común con señoríos apartados
como Molina, Albarracín y Cameros, entre otros (op. cit., p. 5).
3 GARCÍA DE CORTÁZAR, Fernando; MONTERO, Manuel. Historia de Vizcaya. Tomo I.
Los orígenes, la Edad Media, el Antiguo Régimen. Txertoa. San Sebastián. 1980, p. 30. Los
apectos jurídicos en GARCÍA GALLO, «El régimen público del Señorío…». En Vizcaya en la
224 Arsenio Dacosta
Edad Media, p. 95. Insiste sobre ello desde el punto de vista de la obligaciones vasalláticas
con el señor, GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel. «Ordenamientos jurídicos y estructura so-
cial del Señorío de Vizcaya (siglos XII-XV)». En Historia del Pueblo Vasco. Erein. San Se-
bastián. 1978, p. 258.
4 Señala este aspecto, GUIARD, Historia… de Bilbao…, I, pp. 18-19.
5 Cfr. ARÍZAGA BOLUMBURU, Beatriz. El nacimiento de las villas guipuzcoanas en
los siglos XIII y XIV. Morfología y funciones urbanas. San Sebastián. 1978, pp. 103 s; y
TENA, «Ámbitos jurisdiccionales en el País Vasco…». En Pueblos, Naciones y Estados…,
pp. 32 s.
6 MARTÍNEZ DÍEZ, Álava Medieval, II, pp. 163 s; DÍAZ DE DURANA, Álava en la baja
Edad Media…, pp. 377 s; y DÍAZ, Onésimo; RAYÓN, Pedro. «Estudio comparativo de dos
corporaciones representativas en el tránsito de la Edad Media a la Moderna: las Cortes de
Castilla y las Juntas Generales de la Hermandad alavesa». En Cuadernos de Sección. De-
recho. Jornadas sobre Cortes, Juntas y Parlamentos. 6 (1989), pp. 321-330.
7 M ARTÍNEZ R UIZ , Julián. «Los mayorazgos del conde fundador». En BRSVAP. 1
ción eclesiástica en Bizkaia, Izurza y Abadiño (cfr. CILLÁN APALATEGUI, Antonio. «La juris-
dicción eclesiástica en el cuaderno de Juan Núñez de Lara». En BRSVAP. 44 (1983), p. 458).
13 Cfr. BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…, pp. 356 s. Para las atribuciones de la
Fuero Viejo, ORELLA, «Conflictos de jurisdicción…». En RIEV. 31 (1986), tomo II, p. 797.
Fuera de estos textos, las menciones más extremas al arcipreste las tenemos a mediados
del XIV y en 1468. El primero es un registro sin fecha de las procuraciones del obispo de
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 227
nes entre el Estado y la Iglesia…, p. 16; GUIARD, Historia… de Bilbao…, I, p. 414; MAÑA-
RICÚA, Santa María de Begoña…, p. 184; y más recientemente VAL VALDIVIESO, «Vizcaya
frente al obispo…». En … Ciudades Episcopales, pp. 85 s.
16 LABAYRU, Historia General…, II, pp. 681-685.
17 Sobre este tema, véase PÉREZ-BUSTAMANTE, Rogelio. El gobierno y la administra-
virtud del parentesco de María de Mendoza con Diego López de Salcedo, su abuelo, de quien
pasará al esposo de aquélla, Juan Hurtado, señor de Mendívil y la Ribera (HENAO, Averigua-
ciones…, libro I, capt. 45, p. 251, n. 2, autor que lo toma del genealogista Sandoval).
228 Arsenio Dacosta
con la aparición del corregidor.19 Por otro lado, es sabido que esta casa
señorial cumplirá mínimamente su función a través del ejercicio deva-
luado e interesado del oficio por parte de linajes banderizos locales (Zá-
rate y Guinea). El absentismo, la corrupción y proliferación de lugarte-
nientes, las irregularidades en el cobro de rentas y, en general, el
incumplimiento de las funciones del prestamero, llevarán a la reforma
de esta institución en 1526; hecho que será contestado por su titular —el
Conde de Orgaz— con un pleito que proseguirán sus descendientes.20 El
resto de su historia será la tantos oficios sin función, cargos vacíos de
sentido pero con interés como fuente de renta y, sobre todo, como ins-
trumentos de injerencia señorial.21
El corregidor viene a llenar un vacío de poder en el Señorío, en el
contexto de las reformas diseñadas por la Corona para todo el reino.22
En principio, las atribuciones de los corregidores no estuvieron muy
definidas aunque pronto se fijarán sus funciones en los terrenos judi-
cial, policial, administrativo e, incluso, político.23 Sin embargo, esta
simplificación no parece corresponderse con la complejidad del ejer-
cicio fáctico del poder, advertencia sistemáticamente olvidada en el es-
tudio del corregidor vizcaíno.24 Efectivamente, el ejercicio del corregi-
miento en Bizkaia está plagado de puntos oscuros. Un testimonio de
primera mano es el pasaje de Lope García de Salazar en el que nos
cuenta de que manera él mismo se opone al nombramiento de Juan
Hurtado de Mendoza como corregidor de Bizkaia en 1451. El pariente
más general, puede contarse con las apreciaciones de Francisco TOMÁS Y VALIENTE («Ori-
gen bajomedieval de la patrimonialización y la enajenación de oficios públicos en Castilla».
En Actas del I Symposium de Historia de la Administración. Madrid. 1970, p. 132).
22 Sobre los primeros momentos del «régimen de corregidores», cfr. MITRE, Emilio. La
verdaderos «ladrillos»: AREITIO Y MENDIOLEA, Darío de. El Gobierno universal del Seño-
río de Vizcaya. Cargos y personas que lo desempeñaron. Juntas, Regimientos y Diputa-
ción. Junta de Cultura de Vizcaya. Bilbao. 1943; y ORTEGA GALINDO DE SALCEDO, Julio.
Los Caballeros Corregidores del Señorío de Vizcaya (siglos XVII-XVIII). Librería Arturo.
Bilbao. 1965.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 229
mayor, tras ser tanteado por el lugarteniente de aquél, afirma que para
acceder a tal oficio, el candidato «ha de ser letrado, e del río Ebro
arriba», requisitos razonados no en virtud de la legislación foral —que
efectivamente lo contempla— sino por el deseo de que «no sea par-
cial».25 El hecho mismo de que el prestamero mayor pretendiera con-
vertirse en corregidor —lo era ya de Gipuzkoa—, demuestra que el
primero de los cargos no satisfacía las expectativas del noble castella-
no a la hora de hacerse con el control del Señorío. También es revela-
dor el hecho de que el Condestable utilice veinte años después —1471—
el mismo mecanismo para acceder al corregimiento en otro intento fa-
llido. Compartiendo la evidencia de que es un agente regio e incluso
una «institución foral», el corregidor también es algo más. 26 Como ya
hemos mencionado, era necesario que fuera letrado, de Allende Ebro,
que depositara fianzas y que, al finalizar su mandato, se sometiera a
un «juicio de residencia». El nombramiento era, por supuesto, regio y
su ámbito de actuación alcanzaba todo el Señorío. Este mandato terri-
torial incluía el ejercicio de la «alcaldía mayor» en todas las villas. 27
De hecho, la primera mención documental al corregidor está vinculada
exclusivamente a una villa de estatuto muy particular, Orduña. 28 El
primer corregidor propiamente dicho es Juan Alfonso de Castro Donato
quien figura como «nuestro corregidor en Viscaya» en enero de 1381.29
Sin embargo, el más conocido de los corregidores vizcaínos será el
doctor Gonzalo Moro quien, el 24 de febrero de 1394, comienza a
ejercer sus funciones facultado por Enrique III para hacer una herman-
dad en Bizkaia y pacificar el Señorío. 30 Todos los autores parecen
coincidir en la alta aceptación lograda por este experimentado agente
25 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 327; cit. ECHE-
GARAY, Las provincias vascongadas a fines de la Edad Media, 32.
26 ORTEGA GALINDO DE SALCEDO, Los Caballeros corregidores…, p. 111.
27 LABAYRU, Historia General…, II, pp. 701 s; BALPARDA, Gregorio. «Las Hermanda-
(AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 23, pp. 196-200). Sobre este alcalde,
cfr. ORELLA UNZÚE, José Luis. «El Régimen municipal en Vizcaya en los siglos XIII y XIV.
El Señorío la Villa de Orduña». En Lurralde. 3 (1980), p. 214; y GONZÁLEZ CEMBELLÍN,
Juan Manuel. «El régimen municipal en la ciudad de Orduña a fines de la Edad Media».
En Congreso de Estudios Históricos «Vizcaya en la Edad Media». Bilbao. 1984. Eusko
Ikaskuntza. San Sebastián. 1986, pp. 383-386. Sobre el corregidor en las villas alavesas,
DÍAZ DE DURANA, Vitoria a fines de la Edad Media…, 123 s.
29 Precisamente en la confirmación de las ordenanzas de Orduña de 1373 referidas a
LAZAR, op. cit., IV, pp. 183-185; MITRE, La extensión del régimen…, pp. 31-32.
230 Arsenio Dacosta
31 Ocho años antes había representado al rey en el Tratado de Estella (Cfr. SUÁREZ,
Monumentos de Vizcaya. 4-III (1912), pp. 167-172; AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I
(1325-1474), n.º 64, pp. 161-163. El documento se refiere al doctor Gonzalo Moro como
«corregidor y veedor que fue por espacio de cinquenta años e más» (op. cit., p. 161).
33 Las referencias a los actos del corregidor se encuentran en: FUENTES JURÍDICAS ME-
DIEVALES… (1342-1056), pp. 54, 75-76; AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474),
n.º 38, pp. 81-82, n.º 45, pp. 103-105, n.º 49, pp. 113-115, n.º 57, pp. 139-142; FUENTES
JURÍDICAS… FUEROS DE LAS ENCARTACIONES…, n.º 1, p. 3; GARCÍA DE SALAZAR,
op. cit., IV, 188-193, 196, 254-255, 269-270, 272, 301, 303-304, 376-377; AVO. MUN.
LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 27, p. 58; n.º 43, pp. 94-96; n.º 44, pp. 97-102; BIL-
BAO, «Ordenanzas originales…». En La Gran Enciclopedia Vasca. 8 (1974), pp. 307-308;
CONCEJO DE SEGURA (1290-1500), n.º 89, p. 190; SUÁREZ, Navegación y comercio en
el Golfo de Vizcaya…, pp. 86, 89, 91 y 97; A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala
de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1651, exp. 2, ff.º 131-133; MONASTERIOS DE SANTO
DOMINGO… Y SANTA ANA…, n.º 35, p. 67.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 231
34 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 57, pp. 138-142; cit. GUIARD,
ción». En COL. DOC. ELORRIO…, p. xii. GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienan-
danças e Fortunas…, IV, pp. 370-371, 384-386; AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Sa-
lazar…, p. 94.
38 Anales Breves de Vizcaya, p. 147, y LABAYRU, Historia General…, III, p. 594.
39 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 201.
40 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 60, pp. 145-146.
41 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 4, pp. 132, 136, 148, 156. Lo menciona
ORELLA como corregidor, aunque sus argumentos presentan algunos problemas de cronolo-
gía («Introducción». En COL. DOC. ELORRIO… San Sebastián. 1988, p. xii).
232 Arsenio Dacosta
42 Anales Breves de Vizcaya, pp. 174, 181; GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, 215-216;
corregidor Juan II y éste muere el 21 de julio de 1454; por tanto la fecha tiene que ser ante-
rior. Sin embargo, Pero González de Santo Domingo aún está vivo el 13 de abril de ese
año (AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 4, pp. 15-40). Otro documento lo hace muer-
to el 8 de enero de 1455, pero su fallecimiento tuvo que ser necesariamente anterior al mes
de julio (AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 5, p. 54).
47 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 326-327; AREI-
TIO, El Gobierno Universal…, p. 283 bis; LABAYRU, Historia General…, II, pp. 704-711.
48 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 327.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 233
práctica del mismo se refiere. Sin embargo, tres años después, un docu-
mento menciona que la quitación del sueldo de corregidor aún estaba a
nombre de Juan Hurtado de Mendoza.49 No podemos decir cómo se ejer-
ció la corregiduría durante esos cuatro años ya que parece que el nombra-
miento no se aceptó en Bizkaia («defendiéronle el dicho corregimiento»).
El cronista de Salazar, como protagonista de los hechos, cuenta que se ex-
pulsó al Mendoza de las Juntas de Guernica y, ya muerto Juan II, los re-
presentantes antes mencionados llevaron «este pleito» ante Enrique IV.50
Lo cierto es que no sabemos bien quién ocupó el cargo mientras tan-
to. Iturriza no menciona el asunto y Labayru añade a su lista a un tal
Juan de Olarte que no está suficientemente documentado.51 Lope García
también menciona a otro corregidor para 1455, pero posiblemente se tra-
ta de un error.52 No será hasta el 4 de abril de 1457 cuando aparezca un
corregidor seguro. Se trata de Gonzalo Ruiz de Ulloa, nombrado por En-
rique IV mientras éste se encontraba en Vitoria.53 Éste venía a sustituir a
Juan Hurtado de Mendoza y lo encontraremos actuando en los pleitos de
las carnicerías de Durango entre 1460 y 1462.54 A finales de ese último
año, su nombramiento es revocado en favor de Lope de Mendoza, pa-
riente del prestamero mayor y «mi vasallo e mi capitán mayor de las mis
artillerías e pertrechos de guerra».55 Desde noviembre del 62 hasta fina-
les de agosto del 63, tenemos documentado a Lope de Mendoza como
corregidor. Lope García de Salazar informa por su parte que tanto él
como su esposa murieron en Bilbao «de su dolençia».56 En cualquier
49 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, ap. 18, pp. 346-347.
50 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 329.
51 AREITIO, El Gobierno universal…, p. 283 bis; LABAYRU, Historia General…, II,
pp. 704-711.
52 Probablemente, Lope GARCÍA DE SALAZAR se refiere a Juan García de Santo Domin-
go, corregidor diez años después (Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 283).
53 Le concede una quitación anual de 48.000 maravedís (publ. AGUIRRE GANDARIAS,
pp. 350-351. ORELLA añade al respecto que «Al corregidor Doctor Gonzalo Ruiz de Ulloa
ya datado por Iturriza para 1456, nuestra documentación lo data en 1462. A la vuelta de
Lope García de Salazar de su destierro, el corregidor fue separado de su oficio, en 1462, y
con él su lugarteniente de corregidor en la tierra y merindad de Durango, Juan Yvannes de
Asteyça» («Introducción». En COL. DOC. ELORRIO… , p. xii). Sin embargo, las fechas
que da este autor no coinciden con los hechos: el destierro se levanta en 1460, cuando aún
es corregidor Ulloa y Lope García, incumpliendo su condena, llevaba por lo menos dos
años más en Bizkaia (cfr. AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., pp. 168-170 y 205).
56 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 339. En la edi-
ción que utilizamos del Libro de las Bienandanças está datado erróneamente, en 1452,
aunque posiblemente se trata de un error de copia o de edición dado que el epígrafe corres-
pondiente se refiere al año 1465.
234 Arsenio Dacosta
57 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 11, pp. 161-168; n.º 12, pp. 168-169.
58 FUENTES JURÍDICAS MEDIEVALES… (1342-1056), pp. 77-78.
59 ORELLA, «Introducción». En COL. DOC. ELORRIO…, p. xvii.
60 BARRENA OSORO, Elena. Ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa. Documentos
«está ynibido e rebocado por cartas del señor rey pensando atraher a
su opinión a las dichas villas y tierra llana (…) disen que ha fecho e
fase, so color e título de justiçia, muchos grandes dapnos e fuerças se-
yendo persona pribada e non teniendo juridiçión alguna».65
65 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 35, pp. 164-167; cit. ORELLA, «Introduc-
ción». En COL. DOC. ELORRIO…, p. xv. Efectivamente, todo esto era cierto ya que el
propio rey afirma poco después que «vos, el dicho liçençiado, fuistes ynhibido por mí del
corregimiento dese dicho mi Señorío» (AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 36, p. 175).
66 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 266.
67 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 43, pp. 225-253. No es el único, también fi-
Tomo I (1325-1474), n.º 88, pp. 249-252; n.º 89, pp. 252-256; AVO. MUN. DURANGO.
Tomo I, n.º 42, pp. 223-224) y enero de 1471 (AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 47,
pp. 261-263).
70 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 48, pp. 264-270; cit. ORELLA, «Introduc-
bierno Universal…, p. 283 bis. Sobre los corregidores de esta época, cfr. ENRÍQUEZ, Javier;
ENRÍQUEZ, José Carlos; SESMERO, Enriqueta. «Política real y control municipal en Vizcaya
durante el reinado de los Reyes Católicos». En Cuadernos de Sección. Historia-Geografía.
Tokiko historiaz lehen ihardunaldiak. Primeras Jornadas de Historia Local: Poder Local.
15 (1990), pp. 29-39; y SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis. «Las relaciones de la Corona con el País
Vasco a finales del siglo XV». En El Pueblo Vasco en el Renacimiento (1491-1521). Men-
sajero. Bilbao. 1994, pp. 267-282. Sobre las funciones del tribunal del corregidor a fines
del XV y principios del XVI, cfr. BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…, pp. 97 s.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 237
75 LABAYRU, Historia General…, II, pp. 702 s. Gregorio MONREAL no se ocupa de la fi-
gura del corregidor, aunque sí de su lugarteniente en las Encartaciones (cfr. Las institucio-
nes públicas…, pp. 250 s).
76 Marcha «dexando allí (en Bilbao) su teniente» (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las
aumenta a seis hasta el Fuero Viejo, donde ya se recogen ocho (Historia General…, II,
pp. 689 s). Hay diversas teorías acerca del origen de las merindades vizcaínas; la más
plausible es la de MONREAL quien, aparte de recordar que no existen menciones documen-
tales anteriores al siglo XIV, relaciona esta estructura territorial con las que aparecen en
Castilla en la alta Edad Media (Las instituciones públicas…, pp. 144 s). Lope GARCÍA DE
SALAZAR remite su origen a antes de la batalla de Arrigorriaga en una clara argumentación
atemporal y tautológica (Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 7-9). Por último,
es de reseñar la hipótesis de José Luis BANÚS quien creía que «la división en merindades
(…) tiene su raiz en la realidad de los clanes» («Los banderizos. Interpretación étnica y geo-
política». En La sociedad vasca rural y urbana en el marco de la crisis de los siglos XIV y XV.
Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1975, p. 73).
238 Arsenio Dacosta
de esto, los mayores problemas del cargo son, sin duda, la confusión y
superposición de funciones con otros.79 Su ámbito de actuación era la
merindad, definida ésta tanto como «división político-territorial» como
«subdivisión jurisdiccional».80
En lo que a las merindades de la Tierra Llana se refiere la figura
más representativa es el alcalde de fuero, juez en primera instancia y
consejero del corregidor en el siglo XV. Distribuidos de manera irre-
gular —tres para Busturia y Zornoza, y dos para Arratia, Bedia y Uri-
be— los alcaldes de fuero sufren una evolución similar a la de los
merinos: sus funciones se van limitando según se imponga el corregi-
dor de Bizkaia. Es factible suponer que fueran en un principio las
principales autoridades en este nivel con amplias funciones de tipo
político y judicial. Sin embargo, poco a poco, aquéllas se reducen
hasta que en el Fuero Nuevo quedan limitadas a la jurisdicción civil
en primera instancia y a la vista de asuntos relacionados con los pa-
tronazgos.81
Junto al alcalde de fuero, en la merindad también actúa otro alcal-
de, el de ferrerías. La diferencia, como es sabido, es que este juez tiene
limitada su jurisdicción al sector ferrón y, posiblemente, su labor prin-
cipal es la de intermediación.82 Sin embargo, son constantes las inje-
rencias de estos oficiales en la jurisdicción ordinaria y viceversa, aun-
que esto último tuviera justificación en aspectos criminales o a un
determinado nivel procesal.83 Por otro lado, está el hecho de que este
oficio sólo lo pueden ejercer los propietarios de las ferrerías o, lo que
es lo mismo, lo deja en manos de los linajes hidalgos.
Si seguimos descendiendo en la escala territorial, nos encontramos
con que las merindades están subdivididas a su vez en jurisdicciones
más pequeñas, las llamadas anteiglesias.84 Éstas aparecen en la Biz-
kaia nuclear, Marquina, en Durango y, en cierta forma, en las Encarta-
ciones. Los dos primeros territorios suman a fines del XV un total de
setenta y dos anteiglesias, a las que habría que sumar en torno a una
docena más en Durango, aunque éste es un caso especial. 85 En cuanto
79
En el siglo XVII aparecerá otro: la proliferación de subdelegados del merino (LABAY-
RU, Historia General…, II, p. 691). Sobre las funciones de los merinos a principios del XVI
cfr. BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…, p. 105.
80 GARCÍA DE CORTÁZAR, Vizcaya en el siglo XV…, p. 54.
81 LABAYRU, Historia General…, II, pp. 714-717.
82 TENA, «Ámbitos jurisdiccionales…». En Pueblos, Naciones y Estados…, p. 53.
83 LABAYRU, Historia General…, II, pp. 719 s.
84 MONREAL, Las instituciones públicas…, p. 204.
85 Aparte de alguna que otra especificidad, destaca el tema de las juntas de merindad,
de las que sólo tenemos testimonios seguros para la de Durango. Este hecho le resulta
«sospechoso» al profesor MONREAL, ya que posiblemente remite a un hecho diferencial
marcado en el Duranguesado (Las instituciones públicas…, pp. 167-168).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 239
nen la jurisdicción civil y criminal, frente a los de Carranza, Sopuerta, Galdames, Trucíos
y Tres Concejos del Valle de Somorrostro que sólo tenían la civil. El concejo de Arcenta-
les, según informa Gregorio MONREAL, carecía de alcalde (Las instituciones públicas…,
p. 240).
87 Sólo en el siglo XV, cabe destacar la presencia del señorío de Villaverde, la segrega-
ción de Barakaldo así como las jurisdicciones correspondientes a las tres villas encartadas.
El panorama es aún más complejo en el Antiguo Régimen, cuando las Encartaciones se or-
ganicen en «repúblicas unidas» (hasta la línea formada por Galdames y Zalla), y «repúbli-
cas no unidas» (de Sopuerta hacia occidente). Cfr. MONREAL, op. cit., pp. 262 s. Sobre el
señorío de Villaverde ya hemos hablado con ocasión del análisis de la presencia velasquina
en Bizkaia y de las rentas señoriales de los linajes. En cuanto a la segregación de Barakaldo,
ya dijimos que según GARCÍA DE SALAZAR se produjo en tiempos de don Tello, pasando a
formar parte de la merindad de Uribe (Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 122;
cit. MONREAL, Las instituciones públicas…, pp. 207-209). Esta peculiaridad favorecerá los
intentos de apropiación de la estratégica anteiglesia por parte de los Ayala y los Velasco,
para acabar cayendo en 1439 en un dominio colegiado entre los parientes mayores de Bu-
trón y Salazar.
88 MONREAL, Las instituciones públicas…, pp. 176 s.
89 La mejor fuente de información que poseemos es la colección de cartas de procura-
ción de villas y anteiglesias para asistir a la junta general convocada en marzo de 1456.
Conservamos más de cincuenta a las que hay que sumar las actas de reunión de muchas an-
teiglesias para nombrar a sus respectivos procuradores (AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV,
n.º 19, pp. 291-394).
240 Arsenio Dacosta
poder en la Bilbao medieval». En Bilbao, artea eta historia. Bilbao, arte e historia. Dipu-
tación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1990. Tomo I, pp. 21-34. MONREAL también lo trata, así
como otros conflictos de jurisdicción entre villas y anteiglesias en Guernica, Bermeo, Por-
tugalete y Marquina ya en el XVI (Las instituciones públicas…, pp. 99 s). Las raíces de es-
tos procesos son anteriores y pueden encontrarse precedentes en los conflictos por térmi-
nos y aprovechamientos de comunales bien documentados desde principios del XV para,
por ejemplo, Lequeitio y las anteiglesias circundantes. Una síntesis general sobre este últi-
mo aspecto puede encontrarse en RÍOS RODRÍGUEZ, María Luz. «La apropiación de comu-
nales en el Señorío de Vizcaya (siglos XIV y XV)». En II Congreso Mundial Vasco. Txer-
toa. San Sebastián. 1988, pp. 385-397.
93 Cfr. MONREAL, Las instituciones públicas…, pp. 61-78; GARCÍA DE CORTÁZAR et al.,
Bizcaya…, IV, pp. 36 s; y GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel. «Villas vizcaínas como formas
ordenadoras del poblamiento y la población». En Las formas de poblamiento en el Señorío
de Vizcaya durante la Edad Media… Diputación Foral de Vizcaya. Bilbao. 1978, pp. 67-128.
94 Las últimas villas son fundadas en 1376, esto es, antes de que el príncipe Juan se
tienen una organización similar a la del resto de los concejos del reino,
ya sean éstos de realengo o de señorío.95 El profesor García de Cortázar
ha dispuesto las principales líneas de la evolución en la organización
política de las mismas en cuatro fases bien definidas y periodizadas
hasta la llegada del regimiento.96
A esta última fase nos vamos a remitir a la hora de revelar quién
ejerce las atribuciones jurisdiccionales en las villas. Para empezar, hay
que recordar la figura del preboste, posiblemente tan antigua como la
del merino o del prestamero.97 Ya hemos analizado esta figura por lo
que no volveremos sobre ella salvo para advertir que se trata del máxi-
mo representante del señor en las villas dotado de amplias funciones, y
que éstas van mermando al tiempo que el concejo se constituye como
verdadero motor político de la comunidad villana.98 Sin embargo, para
una cronología bajomedieval es el alcalde quien ejerce las máximas atri-
buciones de justicia ordinaria en la villa.99 No obstante, el poder del al-
calde está mediatizado y fiscalizado por el concejo, entendido éste como
asamblea de vecinos progresivamente restringida a una «cámara» o grupo
selecto formado por los regidores y el resto de los oficiales de la villa.100
95 El profesor LADERO propuso una diferencia entre ambos tipos de villas no por un
mayor «arcaísmo», sino por una «cuestión de dimensiones y nivel político» («Sobre las re-
laciones entre señores y concejos: Niebla y Medina Sidonia en 1493». En Estudios de His-
toria Medieval en homenaje a Luis Suárez Fernández. Universidad de Valladolid. 1991,
pp. 288-289). Sin dudar que esto ocurra en los ejemplos que él analiza, parece claro que no
es una generalidad extrapolable al resto de la Corona, ya que existen otras villas señoriales
como Alba de Tormes que funcionan como cualquier concejo de realengo (MONSALVO, El
sistema político concejil. El ejemplo del señorío medieval de Alba de Tormes y su concejo
de villa y tierra. Universidad. Salamanca. 1988). Acerca de la noción de concejo urbano,
es de considerar también la definición que da el profesor BARRIOS, Estructuras agrarias y
de poder…, II, pp. 154 s.
96 GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, pp. 37-48. El «concejo abierto» se ha
idealizado un tanto para toda Castilla y, en el caso de Bizkaia, para los de Orduña y Le-
queitio (ORELLA, «El Régimen municipal…». En Lurralde. 3 (1980), pp. 208-209; y
ENRÍQUEZ, Javier; ENRÍQUEZ, José Carlos; SESMERO, Enriqueta. «Crisis feudal y nuevo
orden social (Vizcaya, siglo XV)». En Espacio, Tiempo y Forma. 2 (1989), p. 133, respecti-
vamente). Sin embargo, María Isabel del VAL nos recuerda que «no hay que olvidar que en
muchos casos ese sentido de la colectividad no es tal, que las comunidades urbanas apare-
cen claramente divididas (…) y que la solidaridad (…) tiene que ser impuesta por la fuerza
de las ordenanzas y bajo penas pecuniarias» («El marco urbano vizcaíno al finalizar la
Edad Media». En Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología. 50 (1984),
p. 255).
97 Realiza esta comparación LABAYRU, Historia General…, II, p. 693.
98 Sobre sus funciones y emolumentos, cfr. LABAYRU, op. cit., II, pp. 693-696.
99 BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…, pp. 85-96. Para los alcaldes de Bilbao y Or-
duña, véanse respectivamente, GUIARD, Historia… de… Bilbao, I, p. 47; y ORELLA, «El
Régimen municipal…». En Lurralde. 3 (1980), pp. 215-216.
100 Un sistema muy semejante al que se da en Vitoria en el mismo periodo; cfr. DÍAZ DE
nir a los representantes de las calles de la villa y de las aldeas de su alfoz en el concejo, cfr.
ORELLA, «El Régimen municipal…». En Lurralde. 3 (1980), p. 217; GONZÁLEZ CEMBELLÍN,
«Orduña en la Edad Media…». En Primeras Jornadas de Historia Local: Poder Local. 15
(1990), pp. 66-67.
104 Relojeros, campaneros, veladores, «costojeros», etc. Un breve repaso a la composi-
ción del concejo de Orduña tras el «Cuaderno de 1373» y en 1467 en GONZÁLEZ CEMBE-
LLÍN, op. cit., pp. 64-68. El de Portugalete a fines del XV en ORELLA UNZÚE, José Luis. «In-
troducción». En Libro de Decretos y Actas de Portugalete (1480-1516). Eusko Ikaskuntza.
San Sebastián. 1988, pp. i-iii.
105 Para Lequeitio, cfr. ENRÍQUEZ; SESMERO, «Andanzas y desventuras…». En Lekei-
107 GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, pp. 48-50. El caso de Orduña es eviden-
te a juzgar por el análisis que realiza José Ignacio SALAZAR ARECHALDE de la apropiación
de los comunales por parte del concejo de la ciudad (La comunidad de aldeas de Orduña.
La Junta de Ruzábal (siglos XV-XIX). Ayuntamiento de Orduña. Bilbao. 1989, p. 402). La li-
mitación social al acceso de este mismo concejo a partir de 1499 la ha destacado GONZÁ-
LEZ CEMBELLÍN («Orduña en la Edad Media…». En Primeras Jornadas de Historia Local:
Poder Local. 15 (1990), pp. 71-72). El proceso es, en definitiva, el mismo que se sigue en
el resto de las villas de la región y del reino (cfr. DÍAZ DE DURANA, Vitoria a fines de la
Edad Media…, p. 138, quien destaca el efecto del capitulado de 1476 en este sentido).
108 Sobre los precedentes altomedievales de las Juntas Generales y los más fehacientes
del siglo XIV, cfr. BALPARDA, Gregorio. «Las Hermandades de Vizcaya y su organización
provincial». En Historia Crítica de Vizcaya y sus fueros. Junta de Cultura de Vizcaya. Ma-
drid. 1945[1933], p. 179; y MONREAL, Las instituciones públicas…, pp. 51-61.
109 LABAYRU, Historia General…, II, pp. 761 s.
110 LABAYRU, op. cit., II, pp. 729 s.
111 AREITIO, El Gobierno Universal…, pp. 1-2 bis.
112 Una síntesis en ENRÍQUEZ et al., «Política real y control municipal…». En Primeras
a la hermandad como «la institución más genuina de los territorios vascos peninsulares:
importada de Castilla, en ellos adquirirá caracteres propios y en ocasiones (Gipuzkoa y
Álava) se convertirá en el núcleo derivativo de su Derecho (…) e instituciones» (DÍEZ DE
SALAZAR, Luis Miguel. «El Derecho y las instituciones públicas en Euskalerria en la
Baja Edad Media (Balance o aproximación a las recientes aportaciones)». En II Congre-
so Mundial Vasco. Tomo II. Txertoa. San Sebastián. 1988, pp. 36-37). El hecho de tener
que descontar a Bizkaia de este axioma, obliga a tomar estas afirmaciones con cierta
cautela.
116 Sobre el fenómeno general de las hermandades en Castilla, puede verse un estado
de la cuestión muy completo hasta 1925 acompañado de referencias sobre los trabajos pos-
teriores de Súarez, García de Valdeavellano y Benito Ruano (GONZÁLEZ MÍNGUEZ, César.
Contribución al estudio de las Hermandades en el reinado de Fernando IV de Castilla. Di-
putación Foral de Álava. Vitoria. 1974, pp. 7-8, y n. 1). Con posterioridad son interesantes
las acotaciones de MORETA en Malhechores feudales…, p. 183, así como la propuesta de
José María MÍNGUEZ FERNÁNDEZ en «Las Hermandades Generales de los concejos en la
Corona de Castilla. Objetivos, estructura interna y contradicciones en sus manifestaciones
iniciales». En Concejos y ciudades en la Edad Media Hispánica. II Congreso de Estudios
Medievales. Fundación Sánchez-Albornoz. León. 1990, pp. 537-567.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 245
117 SUÁREZ, Luis. «La expansión marítima de los vascos a fines de la Edad Media». En
Páginas de Historia del País Vasco. Homenaje a D. José Miguel de Barandiarán. EUNSA.
Pamplona. 1980[1977], pp. 53 s.
118 ORELLA UNZÚE, José Luis. «La Hermandad de Vizcaya (1320-1498)». En Congreso
esta mención el mejor estudio que tenemos hasta la fecha: ECHEGARAY CORTA, Carmelo de.
«Las Hermandades de Vizcaya en 1394». En Boletín de la Comisión de Monumentos de Viz-
caya. 2 (1910), pp. 9-51. También es interesante el análisis de BALPARDA, «Las Hermanda-
des de Vizcaya…». En Historia Crítica…, pp. 175-183.
120 LABAYRU, Historia General…, II, p. 495. Gregorio MONREAL ya advierte de este proble-
ma en Las instituciones públicas…, pp. 88-89, n. 302. Además está el problema del ejercicio
del Señorío en ese año de 1329, ya que es uno en los que Alfonso XI lo ejerce o, al menos, así
lo hace constar en la documentación que expide su chancillería (OCEJA, Isabel. Documenta-
ción del monasterio de San Salvador de Oña (1319-1350). J.M. Garrido Garrido. Burgos. 1986,
n.º 623, pp. 193-194; MARTÍNEZ DÍEZ et al., Colección de documentos… de las Villas Guipuz-
coanas…, n.º 158, p. 165; n.º 160, pp. 166-167; n.º 161, p. 167; AVO. MUN. TOLOSA.
TOMO I (1256-1407), n.º 13, p. 30; y COL. DIPL. SALVATIERRA, n.º 94, pp. 156-158).
121 Sobre esta «hermandad» citada en el Capitulado, cfr. ECHEGARAY, «Las Hermanda-
«las Hermandades e los Alcaldes», recogida por Lope García de Salazar, referida al año 1372 y
sobre los Retuerto (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas, IV, p. 352).
246 Arsenio Dacosta
tivamente. Justo un mes antes, el 28 de septiembre, el rey da el permiso para ello (op. cit.,
p. 54), al tiempo que Gonzalo Moro tiene que dictaminar —el día 22— sobre la inclusión
de Llodio en la Hermandad de Bizkaia (op. cit., p. 76).
125 MONREAL, Las instituciones públicas…, p. 89. Este argumento convendría revisarlo
ya que Lope GARCÍA DE SALAZAR menciona que en 1415 existían «las Hermandades de
Viscaya e de la Encartaçión» (Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 194).
126 LABAYRU, Historia General…, II, p. 727; BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…,
p. 117.
127 AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País Vasco…, p. 69.
María Soledad TENA ha destacado lo mismo para la de Gipuzkoa e incluso para la de Biz-
kaia, de la que dice que «no fue en absoluto homogénea en su composición» y defiende
que se trata en numerosas ocasiones de un «instrumento de clase» («Ámbitos jurisdiccio-
nales en el País Vasco…». En Pueblos, Naciones y Estados…, p. 45; y, de la misma auto-
ra, «Enfrentamientos en el grupo social dirigente…». En Studia Historica. Historia Medie-
val. 8 (1990), p. 158).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 247
134 Por ejemplo, entre los cuadernos de 1394 dados para Bizkaia y Encartaciones, y las
los casos de hermandad en Gipuzkoa y Bizkaia según lo había hecho su padre en 1449
(ORELLA UNZÚE, José Luis. «Los orígenes de la Diputación de Guipúzcoa (1455-1483)».
En Homenaje a J. Ignacio Tellechea Idígoras. I. Boletín de Estudios Históricos sobre San
Sebastián. 16-17 (I) (1982-1983), ap. 1, pp. 251-255).
138 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 19, pp. 415-419.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 249
que se dió un capitulado que trata de reconstruir («La Hermandad de Vizcaya (1320-1498)».
En Vizcaya en la Edad Media, pp. 183-188); sin embargo, esto es algo que duda Jesús LA-
LINDE ABADÍA, para quien los supuestos «capitulados de hermandad» de 1342, 1394 y 1487
no son sino «mejoramientos de fuero» («El sistema normativo vizcaíno». En Congreso de
Estudios Históricos «Vizcaya en la Edad Media». Eusko Ikaskuntza. San Sebastián. 1986,
p. 128).
148 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 75, pp. 192-194.
149 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 33, pp. 151-155.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 251
150 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 79, pp. 205-209.
151 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 35, pp. 164-167.
152 ENRÍQUEZ et al., «Crisis feudal y nuevo…». En Espacio, Tiempo y Forma. 2 (1989),
p. 134.
153 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 36, pp. 170-183. El bolsero es Fortún Ortiz
TIO. Tomo I (1325-1474), n.º 88, pp. 249-252; n.º 97, pp. 269-270; AVO. MUN. DU-
RANGO. Tomo I, n.º 48, pp. 264-270; y GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e
Fortunas, IV, pp. 381-382.
252 Arsenio Dacosta
Ibarra e, incluso, Salazar.156 Por ello, no hay que dejarse engañar por
algún documento tardío como la jura de los fueros que realiza la prin-
cesa Isabel desde Aranda el 14 de octubre de 1473. El testimonio que
conservamos está dirigido al «alcalde, deputados, procuradores, escu-
deros e omes buenos de la Hermandad de las villas e tierra llana»
pero, posiblemente, este encabezamiento esté tomado de un documento
similar dirigido a la Hermandad de Gipuzkoa en la misma fecha.157
En Gipuzkoa, la Hermandad acaba por imponerse a los banderizos
y logra incluso identificarse con la estructura política de la Provincia.
Las oligarquías villanas habían tenido el protagonismo en este proceso
y serán, con matices, sus principales beneficiarias.158 Sin disfrutar del
éxito guipuzcoano, algo similar ocurre en Álava, donde el movimiento
antiseñorial que lideran las hermandades acaba beneficiando a «las oli-
garquías urbanas y los hidalgos de las pequeñas villas», en especial a
los de Vitoria.159 En cambio, la Hermandad fracasa en Bizkaia en to-
dos los sentidos: como instrumento de justicia, como órgano legislati-
vo, y como mecanismo de poder para las oligarquías villanas. Esto no
significa que dichas injerencias no se produjeran en el resto de las her-
mandades, sino que la de Bizkaia no fue capaz de integrar a estos hetero-
géneos componentes en un proyecto común.160 Inoperante ante el fenó-
meno de la violencia, la Hermandad de Bizkaia acabará por desaparecer al
tiempo que sus funciones son absorbidas totalmente por el corregidor y
sus subalternos; buena prueba de ello es el Fuero Nuevo (1526), donde
156 Para los cuatro primeros, véase la nota anterior. Para Pero Ruiz de Ibarra, banderizo
y pariente mayor de Elorrio, cfr. AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 49, pp. 270-272.
En cuanto a la última referencia, de agosto de 1474, cfr. AGUIRRE GANDARIAS, «Dos actas
inéditas…». En Cuadernos de Sección. Derecho. 6 (1989), pp. 227-229. Figuran como
«alcaldes de la hermandad del dicho condado» Fernando de Ocerín y Ochoa de Salazar, al
tiempo que, se menciona a los principales parientes mayores junto al corregidor. También
hay que decir que en estos años figuran otros que posiblemente pertenezcan a la otra, la de
orientación villana y coordinada por la Santa, como ocurre con Diego Martínez de Placen-
cia «alcalde de la Hermandad» en Bilbao en diciembre de 1471 (publ. AGUIRRE GANDA-
RIAS, Lope García de Salazar…, ap. 30, pp. 362-363; cit. DÍEZ DE SALAZAR, «El mayoraz-
go de los Salazar…». En BRSVAP. 39 (1983), p. 6).
157 AVO. GRAL. SEÑORÍO DE VIZCAYA, doc. 11, pp. 62 s.
158 TENA, Enfrentamientos entre la Hermandad…, pp. 121 s.
159 DÍAZ DE DURANA, Álava en la baja Edad Media…, p. 372. GONZÁLEZ MÍNGUEZ, por su
parte, relaciona la hermandad con la política de apoyo de los Reyes Católicos al mundo urba-
no («El movimiento hermandino en Álava». En En la España Medieval. II…, pp. 435-454.
160 El profesor DÍAZ DE DURANA señala para el caso alavés que muchas «ligas y moni-
podios» fueron integrados en la Hermandad (op. cit., pp. 362-363). También pudieron in-
fluir situaciones excepcionales —quizá agravios comparativos— como la de Elorrio en los
llamamientos de la Hermandad que, a diferencia de las otras villas, no tenía que contribuir
con el 10% de sus hombres, sino con la mitad de los hombres contados por fogueras (cfr.
ECHEGARAY, Carmelo de. «Sobre la historia de la villa de Elorrio». En De mi Tierra Vasca.
Miscelánea histórica y literaria. José Gros. Bilbao. 1917, pp. 84-85).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 253
misma crónica se establece un antiguo parentesco entre los Zárate y los señores de Ayala
(op. cit., IV, 138 y 252).
165 Contra esta hipótesis está la presencia de Fernando hasta 1450 según el anterior cro-
nista (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 138, 226 y 252).
166 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 247-248.
256 Arsenio Dacosta
167 La noticia la tomamos de Estanislao Jaime de LABAYRU quien dice haber consulta-
pp. 225-253; n.º 49, p. 272; y AGUIRRE GANDARIAS, «Dos actas inéditas…». En Cuadernos
de Sección. Derecho. 6 (1989), pp. 227-229).
169 Para Alfonso Sánchez de Aguilar, cfr. AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474),
n.º 65, pp. 165-166; n.º 68, pp. 170-171. Un documento de septiembre de 1457 también
hace referencia a un tal Alfonso Pérez de Benavente, escudero del tesorero Pero Gómez de
Sevilla, pero no parece posible identificar a éste con un verdadero lugarteniente (AVO.
MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 70, pp. 173-175).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 257
(1973), p. 327.
171 COSCOJALES, op. cit., pp. 332-335.
172 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 65, p. 165.
173 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 77, pp. 198-199.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 259
174 Muy de lejos les siguen los Arancibia (cuatro ferrerías, tres menciones), los Arteaga
(dos ferrerías, cuatro menciones) y los Leguizamón (tres ferrerías, cuatro menciones).
260 Arsenio Dacosta
18
16
14
12
10
0
BU MU YA ME ZA VI ZU IB AL AN BE Otros
tar noventa y siete alcaldes de fuero entre los años 1284 y 1474.175 Li-
mitada la muestra al periodo comprendido entre 1381 y 1474, esta cifra
se reduce a setenta y nueve personas.176 Considerando las vacantes pro-
ducidas, la patrimonialización de los oficios y los periodos de vacante,
la muestra es más que significativa. Como puede comprobarse en la lis-
ta que adjuntamos, de esas setenta y nueve menciones solamente ocho
no pertenecen a los linajes.177 A nuestro modo de ver, esta excepción se
explica por la sustitución de los alcaldes de fuero por los de hermandad
durante un periodo en el que ésta es organizada por Gonzalo Moro para
imponer el orden en el Señorío. El resto de los alcaldes de fuero docu-
mentados son hidalgos, hecho que nos dice mucho acerca de la toma de
decisiones políticas y judiciales en el nivel de la merindad y en las Jun-
tas Generales de Guernica.178 Aún así, esto no significa que los alcaldes
tal, dado que antes de 1381 sólo contamos con cinco referencias dispersas: de 1284, 1321,
1338 y dos de 1342 (cfr. AVO. MUN. ORDUÑA (1271-1510). TOMO I, n.º 10, p. 70; LA-
BAYRU, Historia General…, II, ap. 21, pp. 807-810; ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II,
n.º 16, pp. 138-141, n.º 59, pp. 242-243; AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474),
n.º 10, pp. 17-18, n.º 11, pp. 19-20; MARTÍNEZ DÍEZ et al., Colección de documentos… de
las Villas Guipuzcoanas…, n.º 207, p. 219; y FUENTES JURÍDICAS MEDIEVALES…
(1342-1056), p. 39).
176 Las referencias para la confección de la tabla y, en general de todo lo referente a los
titulares de las alcaldías de fuero, están en: A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala
de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1651, exp. 2, f.º 131-133; AVO. MUN. LEQUEITIO.
Tomo I (1325-1474), n.º 27, pp. 55-57; n.º 28, pp. 59-62, n.º 33, pp. 70-74, n.º 39, pp. 83-84,
n.º 43, pp. 94-96, n.º 44, pp. 97-102, n.º 45, pp. 103-105, n.º 46, pp. 106-108, n.º 49,
pp. 113-115, n.º 63, pp. 152-157, n.º 64, pp. 161-163, y n.º 80, pp. 209-220; LA COLE-
GIATA DE… CENARRUZA, n.º 9, p. 38, n.º 11, p. 43, n.º 12, p. 53; FUENTES JURÍDI-
CAS MEDIEVALES… (1342-1056), pp. 75-81, 189; MONASTERIOS DE SANTO DO-
MINGO… Y SANTA ANA…, n.º 35, p. 67; AVO. GRAL. SEÑORÍO DE VIZCAYA,
doc. 8, pp. 51-52, doc. 9, p. 53; AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 26, pp. 115-123,
n.º 42, pp. 202-211, n.º 46, pp. 258-260; AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 4,
pp. 15-40, n.º 10, pp. 69, 71, 74, 76, 95, 103, n.º 19, pp. 358-360, 368-383; AGUIRRE GAN-
DARIAS, «Dos actas inéditas…». En Cuadernos de Sección. Derecho. 6 (1989), pp. 227-229;
AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 40, p. 277; [OLASCOAGA], «Docu-
mento interesante». En Bol.Com.Mon.Vizcaya. 4-III (1912), pp. 167-172; ITURRIZA, Histo-
ria… de Vizcaya…, II, n.º 71, pp. 266-272; y, finalmente, GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV,
pp. 196, 207-209, 332-334.
177 Estas ocho menciones se corresponden con cuatro individuos que ejercen el cargo
ponden todas a hidalgos de los linajes de Zamudio, Lezama, Arancibia, Yarza, Leguiza-
món, Álbiz, Avendaño y Múgica, esto es, de los más destacados de Bizkaia.
262 Arsenio Dacosta
179 Es posible documentar a los Avendaño en 1342 copando dos de las cinco alcaldías
(Fortún García y Martín Ruiz de Avendaño, hermanos); cfr. MARTÍNEZ DÍEZ et al., Colec-
ción de documentos… de las Villas Guipuzcoanas…, n.º 207, p. 219. En cuanto a los Arte-
aga, no aparecen una sola vez.
180Anales Breves de Vizcaya, pp. 156-157.
181 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 195-196.
182 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 207.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 265
imparcial en esas luchas. Esto provoca situaciones como las que sufren
los Zugasti quienes, en 1443, son atacados por los Butrón y, en 1445,
por los Avendaño.183 La parcialidad de los Zugasti y del resto de los lina-
jes que ejercen las alcaldías de fuero queda patente en cierta disposición
real del 13 de abril de 1454, confirmación de otra anterior, por la que se
ordena a todos los justicias que se inhiban en el pleito sobre el derroca-
miento de la torre de Berna. El rey es explícito y junto a los parientes
mayores banderizos, menciona también a los cinco alcaldes de fuero.184
Otro síntoma de este uso parcial de los oficios de justicia en las
merindades es el recurso a los lugartenientes. Este sistema parece darse
entre linajes de cierto nivel —como los Butrón—, pero no así entre los
linajes que sí dependían directamente de los ingresos asociados a la
magistratura. De los once casos documentados el más significativo es
el más tardío, de 1463, ya que la lugartenencia es ejercida por un pa-
riente homónimo del titular.185 En definitiva, otra manifestación de que
el parentesco y el ejercicio del poder van indisolublemente unidos en
una sociedad donde el linaje es una forma básica de estructura social.
Al comenzar este análisis hacíamos mención de una excepción: la me-
rindad de Durango. Efectivamente, allí no existe un «alcalde de fuero»
como tal y sus funciones se reparten entre el lugarteniente de corregidor,
el lugarteniente de prestamero y un merino que se superponen en una mis-
ma jurisdicción. Sin embargo, tenemos la firme sospecha de que este me-
rino de Durango no tenía unas funciones tan limitadas como sus homólo-
gos de Uribe y Busturia y, posiblemente, conservaba más atribuciones de
las que, allá por la alta Edad Media, habían tenido ambos.186 El ejemplo
que nos permite sostener esta hipótesis no es otro que el titular de este
cargo a mediados del XV, esto es, el señor de Aramayona y pariente ma-
yor de los Múgica-Butrón, al menos, entre 1454 y 1462.187 Como merinos
de Durango, los señores de Aramayona ejercieron el cargo a través de sus
lugartenientes, a saber, Fernán Pérez de Zaldívar —«merino»— y Sancho
183 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 204, y Anales Breves de Vizcaya,, pp. 156-157,
respectivamente. El último suceso también es recogido por GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV,
pp. 208-209, aunque está datado en 1447.
184 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 4, pp. 15-40.
185 Se trata de Pero Martínez de Albiz, «alcalde del dicho señor rey en la dicha merin-
Gregorio MONREAL, aunque para la Edad Moderna (Las instituciones públicas…, pp. 284 s).
187 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 4, pp. 15-40.
266 Arsenio Dacosta
188 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 19, pp. 358-360. La persistencia de estos
linajes en el cargo, así como de los problemas derivados de este hecho, llega por lo menos
hasta el siglo XVII (cfr. MONREAL, Las instituciones públicas…, p. 285, n. 976). Con res-
pecto al «lugarteniente de alcalde» cabe pensar que su tribunal estuviera en algún punto
foral como Abadiño, Astola, Guerediaga y más posiblemente Gurutziaga (cfr. MONREAL,
op. cit., p. 284, n. 975, p. 286, y p. 286, n. 980, respectivamente).
189 Se trata de un mandamiento a Fernando de Berna prohibiéndole que siga reconstru-
yendo la citada torre en la primavera de 1463 (AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 10,
pp. 69, 71, 74, 76, 95 y 103).
190 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 42, pp. 202-211.
191 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 43, pp. 225-253.
192 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 46, pp. 258-260; y n.º 49, p. 272.
193 Hay varios ejemplos relativamente tempranos, ya que encontramos a los merinos de
194 ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 16, pp. 138-141; AVO. MUN. LEQUEI-
TIO. Tomo I (1325-1474), n.º 27, pp. 55-58, n.º 28, pp. 59-62, n.º 49, pp. 113-115; y LA
COLEGIATA DE… CENARRUZA, n.º 8, p. 35.
195 FUENTES JURÍDICAS MEDIEVALES… (1342-1056), p. 189; AVO. MUN. DU-
RANGO. Tomo IV, n.º 4, pp. 15-40; y n.º 19, pp. 332-334.
196 Se trata de una Junta General reunida en agosto de 1474 (AGUIRRE GANDARIAS,
dad dos) de 1338, menciona a un tal Ochoa López como merino que resulta imposible de
identificar (ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 59, pp. 242-243; y AVO. MUN. LE-
QUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 11, p. 19). Aparte, consta la existencia de otros «meri-
nos» que bien son de otros territorios bien pertenecen a jurisdicciones distintas dentro del
Señorío. Está Pedro Ortiz de Arteaga «merino» no lejos de Portugalete en 1380, según in-
forma Lope GARCÍA DE SALAZAR (Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 300). Otro
caso difícil de identificar es el de un tal Juan de Oreoaga mencionado como tal en un docu-
mento de 1404 de la villa de Lequeitio (AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474),
n.º 46, pp. 106-108). El resto de las conservadas, todas del XV, remiten a «merinos» de va-
lles y territorios como Ayala, Castro Urdiales (los Salazar), Gordejuela, y Orozko (los
Ugarte) (SALAZAR ARECHALDE, La Comunidad de Aldeas…, doc. 2, pp. 122-123; GARCÍA
DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 130-131 y 283; y AVOS. MUN. DE GUERRICAIZ, LA-
RRABEZÚA…, n.º 21, pp. 265-270, respectivamente).
268 Arsenio Dacosta
199 A la par que se realiza la Concordia en Vizcaya (1630) se producen intentos en En-
cartaciones para formar un único cuerpo político (cfr. MONREAL, Las instituciones públi-
cas…, pp. 262 s). Sobre los órganos de gobierno de las Encartaciones cfr. ITURRIZA, Epíto-
me de las Encartaciones…, p. 305 y MONREAL, op. cit., pp. 239 s. Sobre Galdames,
GONZÁLEZ OREJAS, Rafael. El Concejo de Galdames. BBK. Bilbao. 1993, p. 12.
200 Un documento del 18 de marzo de 1468 menciona las anteiglesias de San Torcaz de
Abadiño, San Agustín de Etxebarria, Santa María de Mallabia, San Andrés de Zaldibar, San
Juan de Berriz, Santa María de Mañaria, San Nicolás de Ençirta (Izurza), San Miguel de Iu-
rreta, y las «cofradías» antedichas (AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 26, pp. 115-123).
201 MONREAL, Las instituciones públicas…, pp. 333 y 355.
202 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 19, pp. 291-394.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 269
203 La tabla reproduce el orden de asiento y voto en las juntas del siglo XVIII (cfr.
MONREAL, op. cit., pp. 206-207). AREITIO da un orden distinto (cfr. Gobierno Universal…,
p. 188).
270 Arsenio Dacosta
MERINDAD DE MARQUINA
Asiento Anteiglesia Representant. Linajudos Linajes
MERINDAD DE ZORNOZA
Asiento Anteiglesia Representant. Linajudos Linajes
MERINDAD DE URIBE
Asiento Anteiglesia Representant. Linajudos Linajes
33 Barakaldo 1
34 San Vicente de Abando 7 3 Basurto, Anuncibay
35 Deusto 2
40 Santa María de Arrankudiaga 14 1 Zabala
41 Lezama 1
42 Arteaga (Zamudio) 1
43 Loiu 1
44 Sondika 1 1 Zangróniz
45 Erandio 1
46 Leioa 1
47 Guetxo 1
48 Berango 1
49 Sopelana 1 1 Zugasti
50-51 Urduliz y Barrika 1
52 Gorliz 1
53 Laukiz 1
54 Gatika 1
55 Lemoiz 1
56 Maruri 1
57 Bakio 1
58 San Martín de Meakaur 7 2 Mendieta, Zugasti
59 San Pedro de Mungia 9 2 Meñaca, Bérriz
60 San Andrés de Gamiz 7 3 Ibarra, Careaga
62 San Salvador de Fruiz 7 1 Ibarra
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 271
MERINDAD DE BEDIA
Asiento Anteiglesia Representant. Linajudos Linajes
MERINDAD DE ARRATIA
Asiento Anteiglesia Representant. Linajudos Linajes
MERINDAD DE DURANGO
Asiento Anteiglesia Representant. Linajudos Linajes
204 Así se demuestra en caso análogos de los años 1463, 1471 y 1474 (AVO. MUN.
LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 80, pp. 209-216; AVO. MUN. DURANGO. Tomo I,
n.º 48, pp. 264-270; y AGUIRRE GANDARIAS, «Dos actas inéditas…». En Cuadernos de Sec-
ción. Derecho. 6 (1989), pp. 227-229).
272 Arsenio Dacosta
hay que matizar doblemente esta apreciación. Para empezar, hay que
pensar que el proceso de hidalguización ya estaba muy avanzado a me-
diados del XV; con lo cual muchos —por no decir todos— los represen-
tantes políticos posiblemente lo fueron. En las centurias inmediatamen-
te posteriores es sabido que el candidato a una magistratura local en la
Tierra Llana tenía que ser «vecino, natural o propietario de la anteigle-
sias, vizcaino originario o hijodalgo, cristiano viejo», etc.205 Otra cosa
distinta es que este 80 o 90% de los representantes de la comunidad no
perteneciera a los linajes cabeceros del Señorío. Bien podría tratarse de
un simple problema demográfico, ya que no sabemos cuál era el núme-
ro total de miembros de los linajes respecto del resto de la población
del Señorío. Por otro lado, hay que valorar el hecho de que el ejercicio
del poder no tenga que manifiestarse necesaria y exclusivamente a tra-
vés de las instituciones locales; o dicho de otro modo, los linajes que
aquí estudiamos disponían de resortes de poder —coacción económica
y extraeconómica, prestigio social, redes de parentesco, etc.— difíciles
de rastrear en una documentación escasa y formalizada como es la de
las anteiglesias. Esta última hipótesis parece avalada por la naturaleza
de los linajes que sí participan en esta escala jurisdiccional. De los
treinta y seis apellidos linajudos que hemos podido encontrar, salvo
una única mención, todos se corresponden con linajes de dimensión lo-
cal o comarcal, muchos de los cuales tienen su solar principal en algu-
nas villas.206
En cuanto a las villas, vemos de forma paralela que los grandes lina-
jes están ausentes de sus órganos de poder, incluso en aquéllas donde te-
nían su solar principal o una de sus residencias habituales. Tal es el caso
de los Leguizamón, bilbaínos como los que más, pero ausentes del con-
cejo durante todo el periodo. Su presencia, lo mismo que la de otros li-
najes importantes en el resto de las villas, queda limitada a un significa-
tivo reducto al que ya nos referíamos: las prebestades. Es la naturaleza
de merced regia lo que permite que estos oficios queden para los más
importantes vasallos vizcaínos.207 La heredabilidad o patrimonialización
del mismo ayudaban a fijar estas presencias.208 Resulta significativo que
las únicas disputas entre prebostes sean, precisamente, las que ocupan
desde el tercer cuarto del siglo XV a los de Bilbao y Portugalete, o lo
pp. 195 s. Además, a partir del 1500, será frecuente que uno de estos importantes linajes
—para entonces Casa titulada— simultanee dos e incluso más prebostazgos (cfr. GARCÍA
DE CORTÁZAR, op. cit., pp. 284-285).
210 Fenómeno documentado para, al menos, el caso de Lequeitio (cfr. GARCÍA FERNÁN-
DEZ, Ernesto. «Lequeitio en la Edad Media a través de sus Ordenanzas Municipales del si-
glo XV». En BRSVAP. 48 (1992), pp. 271-272).
211 Para la villa guipuzcoana de Elgoíbar y las injerencias de los Gamboa, cfr. GOROSÁ-
mente firmes, a los que siguen algunos sobre Bilbao y Guernica. Para Orduña, cfr. ORELLA,
«El Régimen municipal en Vizcaya en los siglos XIII y XIV. El Señorío la Villa de Orduña».
En Lurralde, 3 (1980), pp. 163-245; y GONZÁLEZ CEMBELLÍN, «Orduña en la Edad Media.
274 Arsenio Dacosta
Del concejo abierto al concejo cerrado». En Primeras Jornadas de Historia Local: Poder
Local. 15 (1990), pp. 59-75. Para Lequeitio son recomendables los estudios de Ernesto
GARCÍA FERNÁNDEZ, «Lequeitio en la Edad Media a través de sus Ordenanzas Municipales
del siglo XV». En BRSVAP. 48 (1992), pp. 263-283; y «Finanzas y fiscalidad de la villa de
Lequeitio (1325-1516)». En AEM. 22 (1992), pp. 711-737. Para Guernica se cuenta con un
trabajo paralelo, el de Beatriz ARÍZAGA, M.ª Luz RÍOS y M.ª Isabel del VAL, «La villa de
Guernica en la Baja Edad Media a través de sus ordenanzas». En Cuadernos de Sección.
Historia. 8 (1986), pp. 169-234. Sobre Bilbao, cfr. GARCÍA DE CORTÁZAR, «Sociedad y po-
der en la Bilbao medieval». En Bilbao, artea eta historia…, I, pp. 33-34.
216 AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 19, pp. 67-95.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 275
DURANGO. Tomo IV, n.º 4, pp. 15-40; AVO. GRAL. SEÑORÍO DE VIZCAYA, n.º 15,
p. 71; AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 39, pp. 83-84, n.º 43, pp. 94-96;
n.º 45, pp. 103-105, n.º 49, pp. 113-115, n.º 52, p. 127, n.º 63, p. 157; A.R. CHANCI-
LLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1651, exp. 2, ff.º 131-133.
220 AVO. MUN. DURANGO. Tomo IV, n.º 19, pp. 296-297; y MONASTERIOS DE
Tomo II, n.º 60, p. 339. En 1487 Rodrigo de Zugasti asiste a la aprobación del Capitulado
de Chinchilla como alcalde de Larrabezúa, oficio que identificamos no con el alcalde de
fuero, sino con el de hermandad (AVO. GRAL. SEÑORÍO DE VIZCAYA, n.º 31, p. 161).
224 La expresión entrecomillada se debe a RAMÍREZ VAQUERO, Solidaridades familia-
res…, p. 62, que documenta esta misma tendencia en la Navarra del XV.
225 TENA, «Ámbitos jurisdiccionales…». En Pueblos, Naciones y Estados…, p. 37.
226 TOMÁS Y VALIENTE, op. cit., pp. 143-147.
227 TOMÁS Y VALIENTE, op. cit., p. 150.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 277
Bizkaia bajo los Lara y la utilizó para eliminar a sus adversarios.228 Los
alcaldes, prebostes y demás oficiales a escala local y comarcal tampoco
están exentos de estos mismos vicios. Así ocurre en 1446 entre los Le-
guizamón, uno de los cuales era alcalde, al cual sus parientes entregan
a un enemigo —Ochoa de Asúa— para que lo ejecutara «en la forca de
Arreagabaso».229 Detrás de todo ello están los intereses de los parientes
mayores o los del propio linaje en las fuentes de renta de la anteiglesia,
de la villa o de la merindad. Este hecho, consustancial al sistema políti-
co, se transforma en conflicto cuando la competencia entre linajes re-
sulta excluyente.230 Cierto es que el abuso de fuerza es una característi-
ca innata al sistema feudal; sin embargo, hemos de pensar que a ello
contribuía particularmente el sistema de lugartenencias y arrendamien-
tos de los oficios al provocar, por ejemplo, un exceso de celo en los
oficiales de justicia que debían una parte de sus ingresos al número y
calidad de sentencias dictadas.231
Visto todo lo anterior, sólo queda preguntarse acerca de aquellos
linajes que, radicados en las villas, parecen apostar por una vía dife-
rente. No cabe duda de que las oligarquías villanas supusieron un pi-
vote para las reformas de los Reyes Católicos, pero el cambio de la
espada por el libro de ordenanzas conllevó también la entrega de ins-
trumentos de dominación para aquéllas. Ésta es una de las razones de
la fusión de elites urbanas de origen no hidalgo con otros grupos privi-
legiados de rancio abolengo hasta formar una compleja y multifacética
oligarquía.232 Si atendemos al resultado final, no es difícil encontrar
que las oligarquías de las villas vascas están formadas esencialmente
por linajudos o por mercaderes fusionados con alguna de las familias
hidalgas. Hasta la solución del problema banderizo, las elites villanas
habían conseguido mantener una cierta independencia en aquellas vi-
llas que, desde el principio, no habían estado dominadas totalmente
por los linajes. La ciudad de Vitoria constituye un ejemplo nítido ya
que linajes como Álava, Iruña, Heali y Paternina ocupan reiterada-
mente la alcaldía desde la década de los ochenta. 233 Linajes tradicio-
nalmente urbanos, como los Arbolancha, reinventaban constantemente
estas oligarquías junto a las familias no nobles de mercaderes o al con-
tingente de segundones de linajes de muy distinto origen que poblaban
en Bilbao. Los ejemplos son innumerables y es raro el linajes de la
este sentido, podemos decir que los oficios son para todos los linajes
un instrumento más de poder. Sin embargo, puede que las similitudes
se terminen aquí. La coincidencia de intereses políticos y económicos
es la mejor prueba de su pertenencia a una misma clase pero, a un tiem-
po, constituye el origen de la —a veces feroz— competencia estable-
cida entre ellos a lo largo del siglo XV. En un caso y en otro, la proxi-
midad a la figura del corregidor asegurará el éxito de su permanencia
en los órganos locales y territoriales de poder.
6
Análisis de la violencia banderiza
1 «no sólo en Álava, Vizcaya y Guipuzcoa, sino también en Navarra, el país vasco-
francés, las montañas de Santander, Burgos, Asturias y Galicia» (CARO BAROJA, «Linajes y
bandos». En Vasconiana…, p. 20). El profesor GARCÍA DE CORTÁZAR ha realizado una
contextualización «a escala continental» («Sociedad y poder en la Bilbao medieval». En
Bilbao, arte e historia…, I, p. 33).
282 Arsenio Dacosta
tica de las ciudades castellanas (siglos XIV y XV)». En Bandos y querellas dinásticas en
España al final de la Edad Media. Actas del Coloquio celebrado en la Biblioteca Espa-
ñola de París los días 15 y 16 de mayo de 1987. M.º de Asuntos Exteriores. París. 1991,
p. 113.
3 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 68-69; cit.
BILBAO, «La cultura tradicional en la obra de Lope García de Salazar». En Eusko Jakintza. 2
(1948), pp. 255-256. El pasaje también ha permitido una interpretación «psico-religiosa»
dada la presencia del diablo en el conflicto antedicho: «El diablo que siempre se travaja en-
tre las gentes de poner omeçidas (…) porque çesasen en el servicio de Dios» (op. cit., IV,
p. 68; cit. ECHEGARAY, Las Provincias Vascongadas a fines…, p. 110).
4 Esteban de GARIBAY también hizo sus pinitos de etimologista al respecto: «porque de
virginal» que funda una «identidad estática vasca», Lope García de Salazar transmite «la vi-
sión sombría, rencorosa, desesperada, pero mucho más veraz» (JUARISTI, Jon. «El testa-
mento del Jaun de Itzea». En Revista de Occidente. 184 (1996), pp. 39-41).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 283
testamento del Jaun de Itzea». En Revista de Occidente. 184 (1996), pp. 38-39.
9 Lo sostuvo abiertamente BALPARDA en «Del hijodalgo al ciudadano». Historia Críti-
ca… Tomo Último, pp. 153-174. Recientemente ha incidido en ello BAZÁN, Delincuencia y
criminalidad…, p. 623.
10 GARIBAY, Compendio historial…, II, p. 304. GUERRA, Ilustraciones genealógicas…,
p. 90.
11 BECEIRO; CÓRDOBA, Parentesco, poder y mentalidad…, p. 308.
284 Arsenio Dacosta
12 Sobre lo primero, cfr. MAÑARICÚA, Santa María de Begoña…, pp. 125 s. Sobre la in-
pp. 79-80.
15 RAMÍREZ VAQUERO, Solidaridades nobiliarias…, pp. 211 s.
16 Este autor, tras valorar la posibilidad de un enfrentamiento internobiliar como el ga-
llego —alta/baja nobleza— propone que «la otra hipótesis podría apoyarse en los conflic-
tos castellanos» (FERNÁNDEZ DE PINEDO, Crecimiento económico y transformaciones socia-
les…, p. 52).
17 Sabino AGUIRRE propone esta segunda hipótesis mezclando conflictos tan diversos
En Historia del Pueblo Vasco, pp. 162-165; y TENA, Enfrentamientos entre la Herman-
dad…, p. 132.
20 VAL VALDIVIESO, «Reacción de la nobleza…». En En la España Medieval. 3 (1982),
p. 698.
21 VAL VALDIVIESO, op. cit., pp. 700-702.
22 MORETA VELAYOS, Salustiano. Malhechores-feudales. Violencia, Antagonismos y
En Rebeldes primitivos. Estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos sociales en
los siglos XIX y XX. Ariel. Barcelona. 1983[1959], pp. 27-28). Véase también, M ORETA,
Malhechores feudales…, pp. 29-30. En relación a nuestro tema, véase CARO BAROJA, «Li-
najes y bandos». En Vasconiana…, p. 58. Este autor trata el asunto de forma monográfica
en «El bandolerismo (hecho histórico y materia literaria)». En Realidad y fantasía en el
mundo criminal. CSIC. Madrid. 1986, p. 163.
286 Arsenio Dacosta
p. 698.
26 Véanse las puntualizaciones de Maurice DOBB al respecto en La transición del feu-
dalismo al capitalismo. (R. Hilton, ed). Crítica. Barcelona. 1987, p. 236. Incide sobre lo
mismo Carlos BARROS («Violencia y muerte del señor…». En Studia Historica. Historia
Medieval. 9 (1991), p. 120), quien a su vez sigue a Perry ANDERSON (El Estado absolutista.
Madrid. 1979, pp. 26-27).
27 CARO BAROJA hace un pequeño catálogo al respecto: destrucción de torres, tala y
p. 703.
29 DÍAZ DE DURANA, José Ramón. «La recuperación del siglo XV e el nordeste de la Co-
30 Alfonso de OTAZU afirma que entre las causas de la rivalidad entre banderizos en el
Bidasoa están los molinos, los patronazgos, las ferrerías, los privilegios y derechos regios
y la compentencia derivada de las villas que cada linaje patrocina («Los banderizos del Bi-
dasoa…». En BRAH. 172 (1975), pp. 436-440).
31 Se trata de una crítica de Béatrice LÉROY a la afirmación de Jon Andoni FERNÁNDEZ DE
LARREA acerca de la guerra como «respuesta nobiliaria a la crisis» (Le Royaume de Navarre.
Les hommes et le pouvoir. XIIIe-XVe siècle. J&D Éditions. Biarritz. 1995, p. 188, n. 3; y Guerra
y sociedad en Navarra durante la Edad Media. Universidad del País Vasco. Bilbao. 1992,
p. 75, respectivamente). Una crítica no del todo justa ya que el investigador alavés habla de caí-
da relativa de rentas, léase, falta de ingresos líquidos (FERNÁNDEZ DE LARREA, op. cit., p. 59).
32 El profesor DÍAZ DE DURANA señala que la población de los valles vascos de la zona
Rosa AYERBE criticó esta opinión por cuanto retrasó el desarrollo social y municipal, y po-
larizó la sociedad de su época (Historia del Condado de Oñate…, I, pp. 582-583, n. 15).
37 GARCÍA FERNÁNDEZ, «Guerras y enfrentamientos armados…». En Los Ejércitos. Be-
saide, pp. 83-84. Otro autor había señalado que muchas luchas banderizas estuvieron «lo-
calizadas» y que existió un grupo de linajes que no se inmiscuyó en ellas (BANÚS Y AGUI-
RRE, José Luis. «Los banderizos. Interpretación étnica y geopolítica». En La sociedad
vasca rural y urbana…, p. 75). La noción de «conflicto prolongado» es de Strausz-Hupé y
tiene el valor de atender a los controles que se ejercen sobre el conflicto con el fin de
«mantenerlo dentro de ciertos límites, en vez de resolverlo» (cfr. NORTH, «Conflicto: as-
pectos políticos». En Enciclopedia de las Ciencias Sociales…, p. 12).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 289
sentido, y como ya apuntaba uno de los expertos en este tema, «el es-
tudio minucioso de la localización geográfica de los solares banderi-
zos podría (…) aportar alguna luz (sobre) la caracterización de cada
bando».41
Efectivamente, el tema de las adscripciones banderizas dista mucho
de estar claro. El tópico reside en la contradicción fundamental entre
oñacinos y gamboínos, etiquetas que presentan numerosos problemas.
Tanto en este caso como en otros famosos —güelfos y gibelinos, bea-
monteses y agramonteses, etc.— un análisis detallado de los mismos
acaba revelando la inconsistencia de dichas denominaciones.42 Esta crí-
tica se puede realizar a dos niveles. El primero, el de los hechos, o lo
que es lo mismo el problema de los cambios de adscripción de bando.
Éstos, ya señalados por Esteban de Garibay, veremos que no son ni tan
frecuentes ni tan generalizados como pudiera parecer.43 El segundo ni-
vel al que nos referíamos es el de las fuentes. Un análisis pormenoriza-
do de Las Bienandanças en busca de ambas etiquetas revela un hecho
tremendamente significativo: apenas aparecen y, cuando lo hacen, es en
un contexto muy concreto. Ya vimos antes la referencia al origen de los
bandos oñacino y gamboíno y la interpretación legendaria al respecto.
Pues bien, si atendemos al epígrafe que antecede a dicho pasaje nos en-
contraremos con que Bizkaia es omitida del mismo. 44 Unas páginas
más adelante aparece de nuevo una referencia a oñacinos y gamboínos,
esta vez a los «que son en Guipúscoa e en Laborte».45 Un poco más allá
aparece, por fin, una referencia a Bizkaia pero, significativamente, ni
41 AROCENA, «Los Parientes Mayores y las guerras de bandos…». En Historia del Pue-
blo Vasco, p. 157. Este estudio puede decirse que existe, aunque sus conclusiones no están
bien fundamentadas (BANÚS, «Los banderizos. Interpretación étnica y geopolítica». En La
sociedad vasca rural y urbana…, pp. 78-79).
42 «Un recensement des termes employés dans les récits de caractère historique mon-
trerait, sans aucune doute, que les mots de «partis», de Guelfes et Gibelins sont plutôt l’ex-
ception» (HEERS, Les partis et la vie politique…, p. 28). Marie-Claude GERBET maneja en
una reciente síntesis la mejor bibliografía disponible, por lo que destaca la complejidad de
los bandos beamontés (Beaumont-Lizarazu-Luxa) y agramontés (Agramont-Ezpeleta-Ga-
rro-Peralta-Navarra) gracias al estudio de Eloísa Ramírez, pero en lo referente a Bizkaia se
queda en un parco «la Biscaye où, au XVe siècle, Oñacinos et Gamboas [sic] sé entredé-
chirent» (Les noblesses…, pp. 194 y 440, n. 40, respectivamente).
43 GARIBAY, Ilustraciones genealógicas…, p. 89. También BASAS FERNÁNDEZ, Manuel.
aquél. Por contra, hay que pensar que en un mundo donde la concien-
cia linajística es tan fuerte, resulta difícil que un pariente mayor viz-
caíno como Martín Ruiz de Avendaño —con su solar de nombre Ur-
quizu—, optara por una referencia política inspirada un otro solar de
nivel semejante e, incluso, inferior al suyo. De hecho, resulta signifi-
cativo que tras acabar en sus manos por vicisitudes genealógicas, el
solar de Gamboa se asigne al hijo segundogénito del pariente mayor
de Avendaño, Fernando de Gamboa. Por otro lado, la pugna principal
en el Señorío se establece entre dos linajes —Butrón y Avendaño— y
por intereses materiales muy concretos, de forma que las adscripcio-
nes a ambos son las que marcan la pauta del enfrentamiento internobi-
liar. En Bizkaia, bajo esta lucha no hay una soterrada contradicción
entre comerciantes y ganaderos que necesite ser expresada con los
nombres de «oñacinos» y «gamboínos». Son sólo linajes que, enfren-
tados por el «más valer», usan sus propios nombres sin necesidad de
recurrir a una referencia de origen guipuzcoano o alavés. Tan solo en
Durango parece existir una cierta conciencia «gamboína», lo cual, vis-
to que Bilbao no parece adoptar estas etiquetas, hemos de pensar que
se debe a la influencia de la cercana Gipuzkoa y del vecino condado
de Oñate. Esto nos lleva a concluir que, como etiquetas políticas que
son, éstas se usan en Bizkaia cuando hay que expresar la adscripción
de linajes o villas vizcaínos a alguna de estas parcialidades, en defini-
tiva, cuando el enfrentamiento sobrepasa el nivel doméstico. En cual-
quier caso, resulta significativo que la universalización de estas deno-
minaciones en Bizkaia coincida con la institucionalización de los
bandos ya entrado el siglo XVI.
Vistas las posiciones historiográficas sobre las luchas banderizas y
planteados algunos presupuestos sobre los que vamos a abordar su es-
tudio, conviene hacer algunas precisiones acerca de la problemática no-
ción de «bando», protagonista de las luchas que llevan su nombre.
España…, p. 15.
53 NADER, «Conflicto: aspectos antropológicos». En Enciclopedia de las Ciencias So-
ciales…, p. 22.
54 CARO BAROJA, La Historia y los vascos vistos por Garibay…, p. 267; cit. RAMÍREZ
distinta de «bando» como linaje amplio o «une sorte de clan familial» más antiguo y que
podría entenderse como un precedente directo del bando-linaje con un fuerte componente
agnático (ibid).
60 Op.cit., p. 443. Un autor que utiliza profusamente estas categorías es el profesor MON-
otra de sus obras es el de Trujillo y sus bandos; por un lado el Altamirano, que lleva la mi-
tad de los oficios, y por el otro, los bandos Bejarano y Añasco, con un cuarto respectiva-
mente (GERBET, La noblesse…, p. 441).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 295
«en la dicha villa, en los tienpos pasados avían seýdo quatro van-
dos, conbenía a saber: Urquiaga e Muncharas e Unda e Berris, los
quales diz que solían elegir e criar los ofiçios de alcaldía e regimiento
e fieldad e escribanías e jurados, por vandos e parçialidades, dos al-
caldes los dichos dos vandos en un año e otros dos de los otros dos
vandos en otro año, dos regidores e un escribano cada un vando en su
vez e un jurado cada un vando».64
pean esa hipótesis tan coherente de una rivalidad tajante entre los bandos y las villas» (AROCE-
NA, «Los banderizos vascos». En BRSVAP. 25 (1969), p. 301). El profesor GARCÍA DE CORTÁ-
ZAR lo ha planteado como una interrogante: «¿no cabe pensar en una sociedad de banderizos
que tiene interés por el comercio o una sociedad de mercaderes que se comporta banderiza-
mente?» («Sociedad y poder en la Bilbao medieval». En Bilbao, arte e historia…, I, p. 21).
71 TENA, «Enfrentamientos en el grupo social…». En Studia Historica. Historia Medie-
val. 8 (1990), p. 158; de la misma autora, Enfrentamientos entre la Hermandad…, pp. 70-71.
72 Las diferencias no sólo son de orden político; como ha señalado el profesor DÍAZ DE
familias, los linajes, quienes en esta época levantaron la guerra e hicieron la historia de Viz-
caya» (CIRIQUIÁIN-GAIZTARRO, Mariano. Monografía histórica de la Noble Villa y Puerto de
Portugalete. Junta de Cultura de la Exma. Diputación de Vizcaya. Bilbao. 1942, p. 29).
298 Arsenio Dacosta
76 Sobre los bandos-parcialidades, cfr. GERBET, La noblesse…, pp. 434 s; SUÁREZ FER-
NÁNDEZ, Luis. «Gestación de partidos políticos castellanos en el siglo XV». En Bandos y
querellas dinásticas en España…, pp. 31.
77 TENA, «Enfrentamientos en el grupo social dirigente…». En Studia Historica. Histo-
p. 44, n. 82.
79 Así se deduce del trabajo de María Isabel del VAL: «Vizcaya, que cuando ve interve-
nir en sus asuntos (…) al conde de Haro (…), temen salir de la jurisdicción real (…) y ante
este hecho prefieren abandonar al monarca y pasar a defender el bando de la princesa he-
redera» («Los bandos nobiliarios durante el reinado de Enrique IV». En Hispania. 35
(1975), p. 275; la cursiva es nuestra). Aun así, la Crónica Anónima de Enrique IV afirma
que en «Galizia e Vizcaya e Guipúzcoa tenían diversas opiniones» en tiempos de la gue-
rra civil entre Enrique IV y los partidarios del «rey Alfonso» aunque no podemos saber
hasta qué punto esta noticia es fiable dado el partidismo de esta obra (Crónica Anónima de
Enrique IV. (Sánchez-Parra, ed), p. 163).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 299
p. 155.
83 BECEIRO; CÓRDOBA, Parentesco, poder y mentalidad…, p. 316.
84 HEERS, Les partis et la vie politique…, p. 104.
85 El caso escocés, como el vizcaíno, es tremendamente significativo al respecto (cfr.
También menciona esta alianza, María Isabel del VAL que lo ve, ante todo, como una alian-
za política («Los bandos nobiliarios durante el reinado de Enrique IV». En Hispania. 35
(1975), p. 274).
87 Sobre este tipo de pactos «de amistad», cfr. GERBET, Les noblesses…, p. 174.
300 Arsenio Dacosta
lazos debieron ser muy fuertes aunque, lo mismo que en otras regiones
europeas, las relaciones políticas tuvieron que ir evolucionando a lo
largo del periodo y, en especial, de cara a los precedentes del mundo
Moderno.88
Esto en cuanto a la forma de constituirse dichos bandos. Sobre la
composición concreta de los mismos hay que señalar que, a diferencia
de otras instituciones sociales o políticas, no existen aquí ni «cuadros»
de dirección ni una «verdadera estructura».89 Como acabamos de ver,
lo más nutrido del bando se forma precisamente por vías que mantie-
nen una única relación jerárquica en el ámbito político, la que une al
pariente mayor con el resto de los miembros del linaje. Esto incide en
el hecho de que los bandos no son en el fondo sino «una compleja
amalgama de intereses y grupos no asimilables» en el que se unen des-
de el linaje principal hasta el último de los campesinos que participan
—por fuerza o por voluntad— en las luchas banderizas en una especie
de reproducción de la «organización feudal de la sociedad».90 María
Soledad Tena ha planteado una estructura de bando consistente en «pa-
rientes mayores», «parientes menores», e «hidalgos o infanzones»,
aunque esta hipótesis presenta el problema de que el término «parientes
menores» no aparece en las fuentes vizcaínas.91 De hecho, aunque tal
jerarquía se diera, no parece posible establecer una clasificación de los
linajes históricos en Bizkaia a partir de ella. ¿Dónde establecer el cor-
te? Si tomamos, por ejemplo, el caso de los «gamboínos» vizcaínos:
¿quiénes son los «parientes menores» entre ellos? Una posibilidad —la
única medianamente objetiva— sería entender que fuera de los Aven-
daño, todos los demás jefes de linaje con esta orientación eran «parien-
tes menores». Sin embargo, se nos hace difícil confirmar que Fortún
García de Arteaga o Fortún Sánchez de Villela se consideraran «meno-
res» en relación al de Avendaño. Por otro lado, la denominación de «hi-
dalgos» es genérica para todos los linajudos nobles, incluyendo a los
supuestos «parientes mayores» y «menores». Como hemos defendido a
lo largo de este trabajo, el término «pariente mayor» significa líder de
cial…». En Studia Historica. Historia Medieval. 8 (1990), pp. 143 s. El segundo de esta
misma autora, Enfrentamientos entre la Hermandad…, p. 10.
91 TENA, Enfrentamientos entre la Hermandad…, pp. 10-12.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 301
92 Esta misma autora habla de que dicha jerarquización está planteada en función de las
«variables nobleza-riqueza» (TENA, op. cit., p. 10). Según nuestro punto de vista, la «varia-
ble nobleza» no puede tener ese valor dado que todos los hidalgos son, en principio, igual-
mente nobles; algo que, a la vista de lo ya analizado, no parece posible dudar. En cuanto a
la «riqueza» es, sin duda, un factor mucho más acertado, pero no el único. Como siempre,
acabamos en el punto original, el «más valer», entendido éste como la expresión más ge-
nuina del poder como fenómeno omnímodo.
93 AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 113.
94 GERBET, Les noblesses…, p. 176.
95 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 180-181.
96 PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, p. 114; II, pp. 1044-1045, citando documenta-
era incondicional», sino también que «la adhesión de los linajes a uno y
otro bando parece ser tardía y con frecuencia poco segura».100 Ya sabe-
mos que la adscripción no era irrompible, aunque hemos de disentir en
lo referente a la fidelidad. En cuanto a la periodización precisa del fe-
nómeno, efectivamente parece tardío, aunque algunos autores lo remi-
ten al siglo XI e incluso antes.101 En realidad, aún no hay una periodiza-
ción precisa de las luchas de bandos, por lo que éste tiene que ser uno
de nuestros principales objetivos.102 En realidad, deberemos hablar de
los bandos como realidades «borrosas y cambiantes» definidos ante
todo por su «flexibilidad».103 A este respecto, podemos adelantar que la
estabilidad del bando está en relación con una multitud de factores que
radican, como no podía ser de otra forma, en su esencia constituyente:
el linaje.104
Dicha estabilidad dependerá, por tanto, de que los líderes de los
mismos cumplan tanto con las expectativas dentro del conflicto —efi-
cacia, cumplimiento de treguas, socorro a los aliados— como en la re-
distribución de beneficios y compensaciones. También tendrá que ver
el grado de entropía del mismo y esto, a su vez, con una jerarquiza-
ción débil o fuerte en el seno del bando. En relación a lo anterior, el
bando deberá mantenerse en un equilibrio de represión y compensa-
ción que es necesariamente precario.
100 AROCENA, «Los Parientes Mayores y las guerras de bandos…». En Historia del
linajes: 1.ª, de 1350 a 1400, con los linajes aún en el medio rural; 2.ª, 1400-1512, estableci-
miento en las villas y diversificación de rentas; y 3.ª, 1512-1688, de decadencia y sustitución
por las oligarquías villanas («Los banderizos del Bidasoa (1350-1582)». En BRAH. 172
(1975), pp. 476-490). Para lo que son los conflictos banderizos a escala provincial —Gipuz-
koa—, José Ángel ACHÓN ha propuesto cuatro fases: 1.ª, siglo XIII, los oñacinos contra las
villas de la frontera navarro-guipuzcoana; 2.ª, siglo XIV, conflicto a tres bandas: gamboí-
nos, oñacinos de villas y gamboínos de villas; 3.º, «presión gamboína y la oposición oñaci-
na» con la reacción de las villas; y 4.ª, unión de oñacinos y gamboínos contra las villas
(«“Valer más” o “valer igual”: estrategias banderizas…». En El Pueblo Vasco en el Rena-
cimiento…, p. 59). Un esquema menos tributario de la dicotomía bandos/villas es el que
plantea RAMÍREZ VAQUERO para Navarra, pero este ejemplo tampoco permite una compara-
ción útil con Bizkaia dado que el proceso de «banderización» se produce al calor de una
guerra civil a mediados del XV (Solidaridades nobiliarias…, pp. 309-348).
103 La primera expresión es de Marie-Claude GERBET (Les noblesses…, p. 175). La se-
gunda de Ignacio AROCENA («Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País
Vasco…, p. 18). Jon JUARISTI, por su parte, coincide en el fondo del asunto con distintos
calificativos para los bandos: «inestables y deslizantes por definición» («El testamento del
Jaun de Itzea». En Revista de Occidente. 184 (1996), p. 38).
104 Así lo expresa AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del País
Vasco…, p. 18.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 303
p. 183.
109 La licencia real para Ochoa de Salazar se concede el 30 de mayo de 1484 en aten-
ción a los argumentos aportados por aquél: la tradición, la protección personal («algunos
cavalleros e personas que le non quieren bien y por enemistad»), y su oficio («porque él
no puediese usar del dicho su ofiçio de pervostad») (publ. AGUIRRE GANDARIAS, Lope Gar-
cía de Salazar…, ap. 56, pp. 411-412). A este respecto Iñaki BAZÁN añade que «el argu-
mento principal que justificaba portar armas de manera generalizada fue la defensa de la
persona, propiedad y familia. Los cabeza de linajes tenían presente este valor defensivo o
disuasorio de las armas frente a los ataques que pudieran padecer de linajes enemigos (…).
Las armas, siguiendo la máxima del quién «valía más» (…) también desempeñaban un pa-
pel simbólico» (op. cit., p. 131, y con palabras semejantes en p. 185).
110 FREUND, Sociología del conflicto, p. 23.
304 Arsenio Dacosta
a «un recuesto por temor que allí los posiesen la lombarda» (GARCÍA DE SALAZAR, Libro
de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 203).
115 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 207. En una de las ocasiones mencionadas se
«adobada (…) en Plasencia», esto es, Plasencia de las Armas, hoy Soraluze) (cfr. BILBAO,
«La cultura tradicional en la obra de Lope García de Salazar». En Eusko Jakintza. 2
(1948), p. 240).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 305
118 LOJO, A violencia na Galicia do século XV, p. 17. Micaela PORTILLA refiriéndose a la
frontera alavesa de Bizkaia, afirma que las torres fueron «objetivos y reducto de lucha»
(Torres y casas fuertes…, I, p. 95).
119 Para las fases y modalidades de ataque y asalto a torres en esta época, puede consul-
tarse el manual clásico de Contamine o las descripciones de Fernando LOJO para el ejem-
plo gallego (A violencia na Galicia do século XV, pp. 17 s).
120 Para la torre como elemento militar y habitat señorial, cfr. HEERS, El clan fami-
derizos, la crónica habla de «casas fuertes e llanas que algo valían» o de estar «convatien-
do una casa» (GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 222).
En ambos casos podemos interpretar que no se trata de torres, pero sí de casas fortificadas
o preparadas para una defensa seria. Posiblemente —esto es solo una hipótesis— la mayor
parte de las casas hidalgas pertenecieron a este último tipo. Para el estudio de la geografía
de las torres vizcaínas no disponemos de una obra comparable a la que realizó Micaela
Portilla para Álava. Para orientarnos han sido útiles el mapa de GARCÍA DE CORTÁZAR
et al., Bizcaya…, III, pp. 280-283; y, sobre todo, el catálogo de Javier de YBARRA y Pedro
de GARMENDIA (Torres de Vizcaya. C.S.I.C. Madrid. 1946. 3 vols); completado más tarde
por el registro de escudos realizado por Javier de YBARRA (Escudos de Vizcaya. Bilbao.
1967-1968. 10 vols). Para una aproximación más actualizada al estado de estas torres, cfr.
ZABALA, Aingeru; et al.. Monumentos de Vizcaya. Diputación Foral de Bizkaia. Bilbao.
1987. 4 vols, y la interesante Guía de las torres de Vizcaya obra de Jesús Aitor GONZÁLEZ
GATO (Bilbao. 1995).
122 AROCENA, «Los banderizos vascos». En BRSVAP. 25 (1969), p. 159). En el mismo
feridos respectivamente a los Lezama y los Múgica. El Libro de las Bienandanças avala la
definición de «cadalso» como construcción de madera: «derribaronla por el suelo (la torre
y cadalso de Basurto) quemando las maderas e palaçio» (op. cit., IV, 222). Jon BILBAO no
repara en la diferencia funcional entre cadalso y casa-torre, aunque sí destaca la existencia
de otras fortificaciones ad hoc como las «barreras» (cfr. BILBAO, «La cultura tradicional
en la obra de Lope García de Salazar». En Eusko Jakintza. 2 (1948), pp. 233 y 239, respec-
tivamente).
128 AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 59.
129 GARCÍA FERNÁNDEZ, «Guerras y enfrentamientos…». En Los Ejércitos. Besaide, p. 70.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 307
130 ECHEGARAY, Las Provincias Vascongadas…, p. 191; y PORTILLA, op. cit., I, p. 112.
131 PORTILLA, Torres y casas fuertes…, II, pp. 1054-1056. Esta autora también comenta
medidas semejantes en otros territorios alaveses (op. cit., I, pp. 112 s).
132 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de bienandanças e fortunas…, IV, p. 193.
133 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, 222.
134 Cfr. AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje de Arteaga…». En Hidalguía. 247 (1994), p. 819.
135 Derrocamientos de cadalsos en Bizkaia y Encartaciones en GARCÍA DE SALAZAR, op.
137 También en relación a una torre, resulta curiosa la actitud de los Zaldívar ante un
ataque ya que ellos mismos «quemaron su casa porque no la tomasen los enemigos»
(GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 224).
138 Nos referimos, obviamente, a las guerras irmandiñas estudiadas por Isabel Beceiro
Pita y Carlos Barros (Fernando LOJO ofrece un cómodo resumen de las torres asaltadas y
derribadas en A violencia na Galicia do século XV, apéndices). Jacques HEERS destaca la
generalidad del fenómeno en Europa y la persistencia de las torres —en especial las urba-
nas— tras las medidas de derribo (El Clan familiar…, pp. 230-233).
139 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 240.
140 Otro pasaje similar lo encontramos antes de que se cuente la batalla de Munguía de
1471, ya que Diego Gómez Sarmiento entra en Bizkaia por el de Velasco y la recorre
triunfalmente «con gente de cavallo a sueldo» sin resistencia alguna porque «los oñesinos
no se atrevieron a pelear con ellos» (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 224).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 309
que podamos pensar que el uso de las armas era dominado por hidalgos y
no hidalgos, hay un grupo que posiblemente destacaba por su prepara-
ción militar: los lanceros y ballesteros del servicio del rey. Este cuerpo
de guerra está integrado, no en vano, por los hidalgos vizcaínos. Dedica-
dos en exclusiva a las armas y avezados en el combate gracias a su parti-
cipación en campañas granadinas o navarras, estos hombres tuvieron que
destacar entre el resto del contingente del linaje, aunque las fuentes no
son nada explícitas al respecto. En cuanto al número total de efectivos
poco hemos de decir ahora, aunque cabe reiterar la crítica hacia los análi-
sis que pretendan tomar literalmente las cifras dadas por Lope García de
Salazar —por ejemplo, los cuatro mil hombres que se atribuyen a los
Múgica en 1468—, cuando éstas se encuentran fuera de toda lógica.141
Antes de terminar con los aspectos «técnicos» de las luchas de ban-
dos, conviene hacer mención a la tipología de enfrentamientos banderi-
zos. La principal fuente para Bizkaia habla de «asaltos», «luchas»,
«muertes», «omecidas» y muchos más, aunque el más corriente es el de
«peleas». El problema no es tanto el de distinguir unos de otros en su
aparente indefinición, como el de ubicar estas acepciones en la menta-
lidad e intenciones del cronista. Otras fuentes similares de nuestra baja
Edad Media revelan, en consonancia con sus autores, nombres bien dis-
tintos para hechos que posiblemente fueron paralelos. 142 No basta,
pues, con cualquier generalidad apresurada: futuros estudios propios o
ajenos tendrán que abordar el análisis minucioso de las crónicas vizcaí-
nas en este sentido. Aún así, hay autores vascos que han propuesto tí-
midas taxonomías, como Ignacio Arocena o María Soledad Tena. 143
Igualmente interesante es la distinción —que ya hacía la legislación fo-
ral— de aquellas luchas en las que mediaba un desafío previo y forma-
lizado.144 Sin embargo, lo mismo que hemos renunciado a establecer
diferencias de fondo entre los escenarios posibles del conflicto, tampoco
prestaremos atención al grado de formalización del mismo, puesto que
rara vez parece seguir esta vía. Ni siquiera los pocos enfrentamientos
141 Cfr. por ejemplo AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia General del
País Vasco…, p. 37. Compárese ésta con la ofrecida por Carlos BARROS para el contingen-
te del Conde de Altamira en la batalla que lleva su nombre —1471— «punto álgido» de la
segunda guerra irmandiña: se trata sólo de 500 hombres («Violencia y muerte del se-
ñor…». En Studia Historica. Historia Medieval. 9 (1991), p. 151).
142 «nas fontes tamén se lles chama: “diferençias”, “desensiones”, “alborotos”, “desa-
mientras que la segunda divide las luchas en «batallas», «asaltos», «robos y saqueos» y «ven-
ganzas personales» tipo emboscada (AROCENA, «Linajes, Bandos y Villas». En Historia Ge-
neral del País Vasco…, pp. 38 s; y TENA, Enfrentamientos entre la Hermandad…, p. 35).
144 TENA, op. cit., pp. 49-50.
310 Arsenio Dacosta
146 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 388 s, para
las luchas desarrolladas en Cantabria. Las referidas las comarcas castellano-viejas y alave-
sas, cfr. op. cit., IV, pp. 229 s. Para una descripción somera de las luchas de bandos en
Castro véase PÉREZ-BUSTAMANTE, Historia de Castro Urdiales, pp. 110-115.
147 Las banderías guipuzcoanas en Las Bienandanças apenas ocupan cuatro folios y
medio del manuscrito de Mieres (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 167-174).
148 GERBET, Les noblesses…, p. 197.
149 PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, p. 103; y DÍAZ DE DURANA, Vitoria a fines de
para actuar contra ellos. Esto parece darse sólo en las villas más avanza-
das como Bilbao, Valmaseda, Tavira de Durango y Lequeitio. En el resto
de las villas, el concejo no tiene personalidad propia, es decir, se encuen-
tra manipulado abiertamente por uno o varios parientes mayores. Por otro
lado, mientras en las villas más importantes los bandos se articulan en tor-
no a complejas relaciones con un gran número de linajes implicados, en el
valle o en pequeñas villas la conflictividad se reduce a un número muy li-
mitado de linajes, generalmente dos y, rara vez, más del doble.
El conflicto fundamental establecido en este nivel es estructural
puesto que obedece al tipo de enfrentamiento definido como mecanismo
de dualidad competitiva propio de la aristocracia feudal. Hemos de pre-
sumir que su origen es antiguo sin que esto signifique que asumamos
literalmente las mixtificaciones contenidas en las Bienandanças al res-
pecto. Como tendremos ocasión de comprobar con el del inicio de las
hostilidades entre los Avendaño y los Butrón —las «primeras sangres»
de las que habla Lope García de Salazar— esto se produce con anterio-
ridad a la fecha que las fuentes cronísticas proponen. No vale, pues, re-
ducir el conflicto básico a una correspondencia dual; hay que explicar a
qué responde dicha competencia fuera de unos implícitos beneficios del
conflicto internobiliar como catalizador de conflictos sociales.
Aquí es donde entramos en la compleja casuística que ofrece el se-
ñorío de Bizkaia; una casuística sometida igualmente a las servidum-
bres de la estructura de las crónicas debido al distinto tratamiento que
reciben unos y otros espacios geográficos. Hay que hacer la salvedad
de que, en conjunto, la reconstrucción es factible, aunque algunos en-
frentamientos quedan oscurecidos por falta de menciones explícitas.
Ocurre por ejemplo con los Ibarra y los Marzana, dos linajes de la villa
y tierra de Elorrio que sabemos que mantenían una confrontación muy
violenta a juzgar por lo enconado de su manifestación en 1468: una
pugna entre ambos provocará la segunda gran batalla de banderizos, la
de Elorrio, de la que después nos ocuparemos.151 Algo semejante ocu-
rre con los Barroeta y los Ugarte de Marquina, enemigos irreconcilia-
bles en la merindad de ese nombre, algo que sabemos pese a no dispo-
ner de testimonios de enfrentamientos violentos entre ambos.152 Las
crónicas no nos dicen nada al respecto, pero sí un testimonio incluido en
un pleito de fines del siglo XV que afirma, no sin cierta intención, que:
tienpo puede aver, solía aver en esta merindad de Marquina entre los
solares de Ugarte e Barroeta muchas guerra e ruido e muertes de hon-
bres e que los dichos señores de Ugarte e Barroeta, en el dicho tienpo,
heran patrones de la dicha yglesia».153
que esta vez, la mano de los Yarza es más explícita: uno de ellos, San-
cho Adán, resulta ser el alcalde y procurador principal de la villa en la
lectura de la sentencia que hace el prestamero mayor.157 No nos debe
extrañar, por tanto, que en 1395 Adán de Yarza y su hijo maten a Pedro
Ortiz de Arancibia, su homólogo de Ondárroa «sobre porfidia e de pa-
labras».158 Pese a lo lapidario de la sentencia de Lope García, resulta
significativo observar que las bases del conflicto tienen otros funda-
mentos y una cronología anterior. Por otro lado, pese a la referencia a
la «mucha sangre vertida», sólo es posible documentar otro enfrenta-
miento violento entre ambos linajes y no muy posterior al de 1395. Se-
gún la misma fuente, en 1417 ambos linajes se enfrentan en un punto
intermedio «que es entre Liquitio e Ondarro» llamado «çerro de Man-
choran».159 La «pelea» dura todo el día y al final de la misma, pese a la
dudosa victoria de los Arancibia, el resultado refleja un equilibrio
asombroso: ocho muertos de los Yarza —dos de ellos hijos del pariente
mayor— por seis del otro lado —incluidos dos bastardos del solar de
Arancibia—. 160 Fuera de estos dos encontronazos no sabemos nada
más, lo que no significa que no se produjeran. Queremos pensar que la
generalización del conflicto a toda la merindad de Busturia, así como
la consolidación de los concejos de Lequeitio y Ondárroa, contribuye-
ron a suavizar este enfrentamiento internobiliario al tiempo que desta-
pan conflictos con otra orientación. Por citar sólo a los Yarza cabe re-
cordar que en diciembre de 1487 su pariente mayor, Francisco Adán,
recibe una carta de amparo de la Santa Sede sobre la posesión de los
diezmos de la iglesia de Santa María de Lequeitio y sus anejas, esto es,
las de las anteiglesias circundantes.161 Un conflicto abierto entre este
linaje y las distintas comunidades que operan en la zona, léase la villa
de Lequeitio y las anteiglesias vecinas, plagadas éstas de ferrones y de
pescadores organizados en cofradías.162
157 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 20, pp. 31-34.
158 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 183.
159 En la edición de Rodríguez Herrero «çerco» (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., p. 190).
160 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 190.
161 AVO. MUN. LEQUEITIO. Tomo II (1475-1495), n.º 133, p. 408; cit. GARCÍA FER-
ligada a más intereses que los propios: visto el crecimiento del poder
de los Marroquines Ochoa de Salazar, padre del cronista, da un giro
total a su política: «partiéronse las compañías entre estos linajes, por-
que las cosas de contra natura no pueden mucho durar», es decir, se
abandona la alianza de los Marroquín para apoyar a los hasta ahora
enemigos Salcedanos o Zamudianos.167 El caos ha llegado al valle de
Salcedo enfrentándose dos bandos apoyados por otros dos foráneos:
los Marroquines de Salcedo —asistidos por los de Gordejuela—, con-
tra los Zamudianos (Salcedo Mayor y Menor) apoyados por los Sa-
lazar. 168 Los años siguientes serán de luchas violentas, en especial,
durante los años treinta y cuarenta al calor de la injerencia de los Sa-
lazar.169 Entre 1442 y 1447 se produce la tercera guerra entre los Sala-
zar y los Marroquines y en ella participan activamente los Salcedanos.
Destaca especialmente la fidelidad de Pero Fernández de Salcedo a
los Salazar en sus planes expansivos tanto en el sur de las Encartacio-
nes como en Sopuerta, Castro y Sámano, ya que se mantendrá firme
hasta su muerte en 1446.170 Aquí es donde se inician las fisuras en el
seno del bando formado por los linajes de apellido Salcedo. Lope
Hurtado, descendiente del solar Mayor, regresa al valle —«vino (…) a
la tierra»—, junta a «los Çamudianos de su valía» y cambia de bando,
esto es, se pasa al de los Marroquines.171 La ruptura en este bloque se
hace necesaria: los de Salcedo Menor y otros linajes vinculados a los
Salazar se niegan a pactar con quienes consideran sus enemigos «na-
turales», los Marroquines, por lo que «por esta causa se siguió mucha
enemistad e fue mucho quebrantado el linaje de los Çamudianos».172
Se cierra así un proceso —que dejamos aquí de momento— en el que
el parentesco y las distintas opciones políticas dentro del linaje operan
como factores de confrontación y, en este caso, también de ruptura de
una antigua alianza entre parientes. El dudoso papel de los de Salcedo
Menor en la muerte de Íñigo Ortiz de Salcedo, su política de depen-
dencia hacia los Salazar, la caída de la Casa de Zamudio y el presumi-
ble apoyo de los Hurtado de Mendoza al reconstituido linaje de Salce-
do Mayor, acabaron con la alianza zamudiana o salcedana en Güeñes
180 Los Lezama habían sido alcaldes de fuero al menos durante el primer tercio del si-
glo XIV según sabemos por documentos publicados por LABAYRU, Historia General…, II,
ap. 21, pp. 807-810; ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, II, n.º 59, pp. 242-243; y AVO.
MUN. LEQUEITIO. Tomo I (1325-1474), n.º 11, p. 19.
181 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 196.
182 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 204.
183 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1867,
exp. 13.
322 Arsenio Dacosta
nos han llevado a suponer que quizá exista una correlación entre estas
diferencias y la cronología de los enfrentamientos, es decir, el nivel
«básico» obedecería a una fase previa mientras que el «complejo» sería
más tardío. Algo hay de eso, sin duda, pero esta correlación no es me-
cánica. Antes de volver sobre ello, debemos hacer un breve repaso a
los principales conflictos que operan en este nivel.
En el mapa que adjuntamos, hemos destacado siete zonas que, sin
coincidir con la estructura de la merindad, se sitúan sobre estos territo-
rios. La coincidencia no es total ya que, como es posible comprobar, la
zona más o menos controlada por los Avendaño incluye tres merinda-
des (Bedia, Zornoza y Arratia), al tiempo que la merindad de Marqui-
na formaba parte de la primera taxonomía. Como se recordará, allí, en
Marquina, el nivel de conflicto banderizo era considerado «básico»
puesto que eran dos los linajes que competían por la primacía en una
pugna que sólo hacía que reforzar el equilibrio de fuerzas entre ambos
y, de esta manera, su dominación final sobre los vecinos de Villavicio-
sa. Vemos por tanto que la merindad y el conflicto «complejo» no
coinciden exactamente pero es interesante indicar que requiere de una
escala territorial mayor que el «básico», de ahí las posibles coinciden-
cias. Ya no son dos o tres los contendientes y su lucha no obedece al
reparto de influencia y poder en las comunidades locales. Aquí se
mezclan los intereses locales con complejas alianzas entre linajes, los
conflictos de tipo «básico» con las estrategias de los más destacados
parientes mayores, los intereses económicos y familiares de todos
ellos, etc. El «más valer» de unos sobre otros ya no tiene una sola
cara, la del vecino-enemigo; ahora, los intereses de los parientes ma-
yores se coordinan entre sí o se desatan como causas de conflictos a
más de dos bandas.
Un caso paradigmático es el de los Salazar.184 Gracias a Sabino
Aguirre conocemos bien cómo se desarrolla la política banderiza de
este linaje en todas las Encartaciones e, incluso, en el valle de Bara-
kaldo. No vamos a insistir sobre el despegue de este solar en apenas
tres generaciones; lo cierto es que bajo Ochoa de Salazar y, sobre
todo, Lope García, el linaje alcanzará una posición de máxima preemi-
nencia en la orilla izquierda de la ría del Nervión. Desde su centro
neurálgico, el solar de San Martín de Muñatones, los parientes mayo-
res de Salazar dirigen sus acciones violentas hacia los territorios cir-
cundantes, en especial, Sámano, Sopuerta, Galdames y Somorrostro.
Las razones son de diverso orden; por ejemplo, en lo que se refiere a
la frontera con Cantabria, los Salazar protegen su retaguardia de sus
enemigos los Mioño, también conocidos como Marroquines de Sámano.
184 Para lo que sigue, cfr. AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, pp. 79 s.
324
Arsenio Dacosta
En realidad, estos últimos son una rama de sus más enconados enemi-
gos, los Marroquines de Salcedo, un linaje muy antiguo que había te-
nido su momento de gloria bajo María Díaz de Haro, esto es, a princi-
pios del siglo XIV. Formando más un bando que un linaje propiamente
dicho, los Marroquines tenían diversos solares por todo el valle de
Salcedo (Güeñes y Zalla), en la villa de Valmaseda (centro neurálgico
del sur de las Encartaciones) y, a través de Sopuerta y Trucíos, en Sá-
mano.185 El cerco a los Salazar es evidente, pero no podemos achacar
a éstos últimos una reacción meramente defensiva: su actitud en So-
puerta y Galdames, o en valles más alejados como Carranza, viene
dada en gran medida por los intereses mineros y ferrones en dicho te-
rritorio. Por otro lado, quizá estemos también ante una pugna por el
control de las salidas al mar y, con ello, por la comercialización de la
única riqueza de la zona: el hierro. La presencia de los Salazar en Cas-
tro Urdiales como merinos y banderizos, o el férreo control que man-
tienen en Somorrostro y Portugalete explican, en parte, que la pugna
sea tan dura con los linajes que no les son afectos en Sámano o en las
Encartaciones. No es nuestra intención repetir el minucioso trabajo de
Sabino Aguirre, por lo que tomaremos una muestra de la compleja
competencia establecida entre estos dos linajes/bandos —Salazar y
Marroquines— en todas las Encartaciones.
Hacia 1447 culmina la tercera «guerra» entre ambos, centrada en
Castro, Sámano y en el valle de Sopuerta.186 Diez años después la si-
tuación no ha hecho si no agravarse. El 21 de enero de 1457, desde Pa-
lencia, Enrique IV dispone sobre cierto pleito establecido por la villa
de Bilbao contra Lope García de Salazar y otros vecinos de Portugalete
y Somorrostro a propósito de los derechos de prebostazgo cobrados a
los bilbaínos indebidamente. Los bilbaínos, hartos de sus extorsiones,
les acusan de haber «enbiado amenasar a los dichos sus partes disien-
do que les farían cuanto mal e daño pudieren». Otro argumento en
contra de los Salazar es el haber «sojusgado a los vesinos de Castro de
Ordiales et lo pretenden faser en la villa de Valmaseda», así como diri-
gido los asaltos a los mercaderes que van por el camino real hacia La-
redo «donde se suelen juntar continuamente los mareantes con la flota
de España». De fondo, está el derecho a «sacar la vena de las mis ve-
neras de fierro que son en término de la dicha villa de Vilvao» o, mejor
dicho, a monopolizar dicho mercado regional. El portavoz de los de Sa-
lazar no niega los hechos —parece que son evidentes—, pero trata de
evitar la condena por «contumases» al no haberse presentado en la Cor-
te. La razón de no haberlo hecho, alegan, es que
187 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., ap. 17, pp. 340-346.
188 Ibid.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 327
pp. 55 s.
328 Arsenio Dacosta
cháraz y su hijo Pero Ruiz (publ. también AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras cróni-
cas…, ap. 26, p. 249). Parece que finalmente dicho desafío no se llevó a efecto, posible-
mente previa compensación a los de Lazcano y Yarza (cfr. AVO. MUN. DURANGO.
Tomo I, n.º 1, pp. 9-12).
330 Arsenio Dacosta
195 AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje de Arteaga…». En Hidalguía. 247 (1994), p. 804.
332 Arsenio Dacosta
antiguo, por lo menos de 1395, año en que según Lope García de Salazar
se inicia su «enemistad» como consecuencia de la muerte de Pedro Ortiz
de Arancibia a manos de Adán de Yarza y su hijo.196 La prueba definitiva
de la falta de correspondencia entre las parcialidades y estos linajes la
encontramos, paradójicamente, en una capitulación matrimonial que no
incluye a ninguno de ellos. Como ya comentábamos en otro capítulo, en
1446 Gómez González de Butrón y Martín Ruiz de Gamboa acuerdan ca-
sar a sus hijos Juana de Butrón y Martín Ruiz de Gamboa. En realidad es
un capitulado de treguas entre dos parientes mayores que representan
parcialidades opuestas. Ambos necesitan de esta alianza «antinatural»
para poner freno a los tres linajes que mantienen la merindad de Busturia
en una constante lucha, a saber,
«contra todos aquellos que hoy son e que de aquí adelante serán de las
tregoas de Arteaga e de los dichos solares de Yarza e Arancibia».197
El objetivo, está claro, son los Yarza quienes, como prebostes de Le-
queitio, fiscalizan buena parte del comercio marítimo de la zona, llegan-
do su influencia incluso a algunos puertos guipuzcoanos, lo mismo que
llegaba ya la de sus vecinos los Licona. En este sentido, es lógico que los
Arteaga y los Arancibia se enfrenten a ellos, pero ¿cómo explicar que
los Gamboa consideren que todos ellos son sus enemigos, sobre todo
estos últimos? Por estas mismas fechas, en 1443 más concretamente,
Lope García de Salazar nos relata la muerte del pariente mayor de los
Arancibia, Pedro Ortiz, en la «pelea de la casa de Arançibia». Lo inte-
resante de la cuestión es que el ataque lo protagonizan Martín Ruiz de
Gamboa —el mismo del pacto con los Butrón— «con gran gente de los
gamboanos». Gamboínos contra gamboínos a causa de un asunto apa-
rentemente doméstico que esconde una posible pugna entre los presuntos
203 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 187-188; cit.
AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 81; y del mismo autor, «El linaje de
Arteaga…». En Hidalguía. 247 (1994), p. 805. En este último trabajo data el asunto en
1410 y lo interpreta como una «ayuda a su suegra María Alonso de Butrón (…) contra el
propio Juan de Abendaño, su pariente de sangre y jefe gamboino de Bizkaia» (ibid).
204 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 189; cit.
AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 82; y del mismo, «El linaje de Artea-
ga…». En Hidalguía. 247 (1994), p. 802.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 335
205 GUERRA, Ilustraciones genealógicas…, pp. 88-89; y AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje
de los labradores censuarios con la Tesorería del Señorío a fines del XV (RODRÍGUEZ HE-
RRERO, Ángel (ed). «Proceso de los labradores de Vizcaya. Siglo XV». En Estudios Vizcaí-
nos. 7-8 (1973), pp. 305-342). En cuanto a los Arteaga, solo recordar que en 1434 Fortún
García de Arteaga cede de por vida un tercio de sus rentas situadas en los labradores de
«Canalangelina» (Kanala, Busturia) en beneficio de los frailes de Ízaro, aumentando así su
ascendiente sobre la villa de Bermeo (documento citado por AGUIRRE GANDARIAS, «El li-
naje de Arteaga…». En Hidalguía. 247 (1994), p. 806).
208 LABAYRU, Historia General…, III, ap. 5, pp. 594-610; cit. AGUIRRE GANDARIAS, «El
AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje de Arteaga…». En Hidalguía. 247 (1994), p. 807. Los
Anales Breves de Vizcaya datan este suceso el «postrimero día de abril», mientras que la
crónica de Lope García solo transmite un escueto «año del Señor de UCCCCXLIII» (Ana-
les Breves de Vizcaya, p. 151).
336 Arsenio Dacosta
210 Anales Breves de Vizcaya, p. 157; GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças
e Fortunas…, IV, p. 209; cit. AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje de Arteaga…». En Hidal-
guía. 247 (1994), p. 808. Los Anales Breves datan el suceso a «Lunes, dos días de agosto».
211 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 211.
212 Los sucesos de Bermeo parece que ocurrieron a finales de junio de 1446, más con-
cretamente del «día de Sant Juan», mientras que los de Guernica sucedieron quince días
después (Anales Breves de Vizcaya, pp. 162-163).
213 Anales Breves de Vizcaya, p. 163; y también, GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bie-
215 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 215. También
de Bizkaia.220 Dicho esto, hay que afirmar que pese, al carácter univer-
sal del conflicto, éste tiene un desarrollo especialmente intenso a lo lar-
go de las dos líneas imaginarias definidas por nosotros como «ejes de
interés» de los dos principales linajes del Señorío: el de Avendaño y el
de Butrón-Múgica. Uniendo los puntos extremos de dichos «ejes» en-
contraremos que la inmensa mayoría de los conflictos que enfrentan di-
rectamente a los linajes más importantes (los dos anteriores más los de
Salazar y Arteaga) se dan en dicha área que viene a coincidir con la me-
rindad de Uribe, la de Durango y la parte occidental de la de Busturia.
Como escenarios secundarios quedan Arratia, Marquina, Busturia orien-
tal y la mayor parte de las Encartaciones. En el mapa correspondiente
puede verse que, dentro de este escenario principal de conflicto, los
principales espacios en los que se llevan a cabo los combates son ciertas
villas. Aparte de Bilbao, las luchas banderizas entre los dos grandes
bandos vizcaínos se centran por orden de intensidad en Munguía, Larra-
bezúa, Guernica, Bermeo, Elorrio y Durango.
Pese a esta periodización inicial cuyos ritmos iremos viendo, hay
que advertir que las luchas banderizas en su máxima escala no son
desconocidas para fechas anteriores. De hecho, la constitución de la
Hermandad de Bizkaia de 1394 tiene como uno de sus objetivos so-
meter a los parientes mayores de Múgica, Butrón, Arteaga y Avenda-
ño porque
Uno de los más perseguidos fue Gonzalo Gómez de Butrón «el Vie-
jo», con especial encono por parte de uno de los alcaldes de hermandad,
Juan Sánchez de Villela, pese a ser parientes no demasiado lejanos.222
Este pasaje de las Bienandanzas tiene el valor de informarnos sobre la
actitud banderiza de los principales linajes y, también, sobre los funda-
mentos de la especial animadversión que mantendrán los solares de Bu-
trón y Villela a lo largo de la décimoquinta centuria. Fracasados los in-
tentos legales para impedir la constitución de la Hermandad, los de
223 Lope GARCÍA DE SALAZAR data el suceso en 1393, aunque esta fecha no parece posi-
ble dado que la Hermandad se constituye formalmente un año después; aunque también es
cierto que, desde la década de los ochenta como mínimo, existía un embrión previo de di-
cha institución en Bizkaia (op. cit., IV, p. 184).
224 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 185; cit. AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., p. 41.
225 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 254-255; cit. AYERBE, Historia del Condado
de Oñate…, I, pp. 164-165. En realidad Lope García lo fecha en 1412 pero esta fecha no es
posible dado que sabemos que Martín Ruiz de Avendaño murió en el cerco de Antequera
«sobre un passador con yerva» (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., III, p. 324), es decir, antes
de 1410.
226 Ibid.
227 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 395.
228 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 187-188; cit. GARIBAY, Grandezas…, p. 28.
342 Arsenio Dacosta
Juan de Avendaño ya que esta misma fuente menciona que el rey entregará cierta merced
«porque desbarató las dichas Hermandades» (Ibid).
236 De hecho uno de los muertos del bando de Butrón en las peleas de Munguía de
1414 fue Sancho de Martiartu, según informan los Anales Breves de Vizcaya, p. 142.
237 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 193.
344 Arsenio Dacosta
ausencia de los Butrón, dado que la consorte del linaje, Mari Alonso de
Múgica, destacaba en estas fechas como banderiza y como pariente ma-
yor en funciones. En vista de todo ello, nos atrevemos a formular una
conjetura al respecto: sin llegar a apoyar a la Hermandad, los de Butrón
se inhibieron en la lucha sostenida contra ella en orden a sus fideli-
dades con algunos miembros de la misma —los Martiartu— y, por otro
lado, debido a factores secundarios como la ausencia del pariente ma-
yor del linaje en Bizkaia o, incluso, el liderazgo confirmado de su re-
ciente enemigo el de Avendaño en la alianza del corregidor.
Los años que siguen a estos primeros enfrentamientos parecen haber
sido de relativa tregua entre los dos bandos vizcaínos, pero al mismo
tiempo, son los años de la «generalización» más evidente de los mis-
mos. De un lado, están las alianzas que los de Butrón y Múgica —prác-
ticamente fusionados— realizan con linajes de tan distinto signo como
los Salazar y los Arteaga.238 De otro lado, se constata la presencia de los
parientes mayores de los linajes cabeceros fuera del escenario principal
de enfrentamiento antes descrito. Son acciones que, aparentemente ais-
ladas, permiten confirmar la hipótesis que sostiene este análisis: la lu-
cha por la hegemonía en el Señorío tiene muchos y muy complejos
frentes, válidos siempre que dañen de forma directa o indirecta la pu-
janza del oponente. En septiembre de 1415, por ejemplo, Mari Alonso
de Múgica, consorte de Butrón, envía treinta hombres a Castro Urdia-
les en apoyo del bando y linaje de la Marca, atacado por los Marroqui-
nes de Sámano, de orientación gamboína o, mejor, «velasquina». 239
Muy poco tiempo después, el primero de octubre de ese mismo año,
Juan de Avendaño aparece involucrado en cierto desafío contra la villa
de Segura, en Gipuzkoa. En realidad, el testimonio que conservamos es
una carta de seguro dada por Juan de Avendaño en Valladolid, «así
como pariente mayor dellos e de los otros desafiadores». El asunto es
interesante por cuanto los que realizan el desafío no son escuderos del
solar vizcaíno de Urquizu o del señorío de Villarreal de Álava (princi-
pales bases de los Avendaño), sino miembros de las «treguas (…) de la
dicha doña María Lopes de Ganboa, mi madre».240
238 La alianza con los Arteaga data de 1410, mientras que la boda entre Juana de Bu-
parte, identifica a los «desafiadores» con el linaje de Echaburu, aunque del documento
consultado por nosotros no pueda deducirse esto («Los banderizos vascos». En BRSVAP. 25
(1969), pp. 301-302). Esto no significa que este estudioso estuviese equivocado ya que
toma la noticia, a su vez, de un autor de conocida reputación como es Juan Carlos de GUE-
RRA («Carta de seguro que dió Juan de Avendaño…». En Euskal-Erria. 73, pp. 96 s).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 345
«se reçela que vos los sobredichos o alguno de vos de fecho e contra
todo derecho, que ge la non queredes guardar ni cumplir».242
241 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 20, pp. 236-237.
242 Ibid. La merced original y la confirmación de 1433 se encuentran en la misma copia.
243 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 194-195.
346 Arsenio Dacosta
244 Diccionario de la Lengua Española, voz «GUÍA», acepción 21. En cuanto al topó-
nimo, no nos ha sido posible localizarlo y la identificación que hace el editor de la crónica
con el «Albiña» de Bilbao no parece adecuada.
245 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 194-195.
Hay problemas de datación respecto de estos hechos, los Anales Breves y Esteban de Gari-
bay los fechan en 1420 (Anales Breves de Vizcaya, pp. 143-144; GARIBAY, Grandezas…,
p. 30). Añade GUERRA —siguiendo a Garibay y éste a Lope García de Salazar— que tam-
bién fue quemado el cadalso de Juan de Múgica en la citada villa (Ilustraciones genealógi-
cas…, p. 90).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 347
246 Cfr. GARIBAY, Ilustraciones…, p. 30; cit. GUERRA, Ilustraciones genealógicas…, p. 89.
247 Como es sabido ya, en 1429, Juan de Avendaño, Fortún García de Arteaga, Gonzalo
Gómez de Butrón y Gómez González, su hijo, participan, entre otros, en el asalto a San Vi-
cente bajo el mando de Pedro Fernández de Velasco. Gonzalo Gómez de Butrón muere y
su hijo es hecho prisionero por los navarros, lo cual tiene lógicamente que ver con lo que
estabmos tratando, aunque no una influencia directa en las luchas banderizas (GARCÍA DE
SALAZAR, op. cit., III, pp. 328-329; GARIBAY, Compendio Historial…, III, pp. 382-383 y IV,
p. 454; GARIBAY, Ilustraciones genealógicas…, pp. 30-31. Se trata de una noticia tomada
de la Crónica de Juan II (C. Rosell, ed), p. 474; cit PORTILLA, Torres y casas fuertes…, II,
p. 1041).
248 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 257; cit.
AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, pp. 90-91. Sorprende de nuevo el cambio
de alianzas: recuérdese que los Butrón y los Múgica habían recurrido al de Velasco unos
años antes ante los abusos del lugarteniente de prestamero.
249 Anales Breves de Vizcaya, p. 144.
348 Arsenio Dacosta
250 Gracias a Sabino AGUIRRE sabemos los pormenores del asunto: Lope —el futuro
cronista— arrebatará el solar a su padre, todo lo cual explicaría este significativo silencio
(Lope García de Salazar…, pp. 89 s).
251 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 199; cit. POR-
ella por quemar salvo la yglesia e los palaçios que fueron de Gómez González de Butrón e
dos casillas de çapateros e (…) que se quemó en las dichas casas muchas alfajas e preseas
de casa e escripturas e prebylegios syn que los pudiesen remediar las escripturas e prebi-
lejos quel dicho conçejo tenía» (COL. DOC. PLENCIA (1299-1516), doc. B, n.º 6, p. 39).
Otras versiones del hecho hablan, además, de víctimas mortales (COL. DOC. PLENCIA
(1299-1516), doc. B, n.º 6, pp. 43 y 47).
253 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 205-206. La
razón de esta defeción se encuentra en una alianza de los Butrón con los Zugasti, quienes
no favorecen en cierta coyuntura los intereses de los Meñaca. Así, a través de un complejo
escalonamiento de acciones y omisiones, un linaje podía sentirse ofendido, notar que el pa-
riente mayor del bando no cumplía con sus funciones como redistribuidor de rentas y pro-
tección de sus intereses particulares y, en consecuencia, abandonarle.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 349
que, llegados a un punto muerto, los banderizos solían optar por fórmu-
las de tregua que, a veces, incluían el derribo consensuado de sus to-
rres. Tal es el caso, dado que la casa de «Vertequis» y una que tenían
los Avendaño en Zorroza, son echadas abajo.254
Pero el escenario agonal no sólo es la sempiterna Munguía. Como
podrá recordarse, la pugna se traslada al otro extremo de los «ejes de
interés» de ambos linajes, más concretamente, a sus señoríos de Ara-
mayona y Villarreal, convulsionados por los continuos ataques respec-
tivos. Esto supone una situación harto compleja: por un lado, la pérdida
de la torre principal de Aramayona —Barajoen— por parte de los Bu-
trón a quienes se la arrebatan dos linajes del valle que, a su vez, recu-
rren a Pedro de Avendaño. Los Múgica, por su parte, toman posiciones
en la vecina villa de Ochandiano, hasta entonces bajo el control de los
Avendaño, y lugar estratégico para controlar los movimientos de este
linaje desde Villarreal a sus posiciones en Bizkaia.
Un tercer frente se abre inusitadamente en 1440 en las cercanías de
Bilbao, en el Ibaizábal, donde los escuderos de Urquizu «fueron corri-
dos» por Galas de Leguizamón, Gonzalo de Butrón y los aliados de
éste de los solares de Asúa y Guecho.255 Luchas que continúan al año
siguiente, aunque con distintos protagonistas; esta vez entre los Zurba-
rán (que se apoyan en los Butrón) y los Basurto y Arbolancha (que re-
curren al de Avendaño).256 En realidad, se tiene la impresión de que los
Butrón y Avendaño actúan sólo como apoyos, es decir, son ajenos a lo
que verdaderamente se dirime en Bilbao y su hinterland. Esto no signi-
fica que no tuvieran intereses en la zona. Está, por ejemplo, el disponer
de un acceso libre y seguro a los muelles de la villa. O en el caso del de
Butrón, hay que recordar que es en estas fechas cuando, junto con los
Salazar, consiguen hacerse con el control del valle de Barakaldo, con lo
que ello supone de amenaza para la hegemonía comercial de Bilbao en
la ría del Nervión.257
En 1440 y 1441 se producen nuevos —y cada vez más graves— en-
frentamientos en uno de los puntos claves de este escenario: Uribe. El
18 de agosto de 1440 llegan a Larrabezúa las luchas entre Gómez Gon-
zález de Butrón y Pedro de Avendaño.258 Unos meses después la batalla
es en Munguía, donde se vuelve a infligir una derrota a los Butrón, más
humillante si cabe, dado que sus enemigos les arrebatan el «estandarte»
259 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas, IV, pp. 201-202; GARI-
BAY, Grandezas…, pp. 33-34; cit. GUERRA, Ilustraciones genealógicas…, p. 91.
260 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, p. 201; cit. AGUIRRE GANDARIAS, «El linaje de Ar-
262 Éste es un pasaje muy citado: SALAZAR Y CASTRO, Historia Genealógica de la Casa
de Lara…, p. 438; cit. LABAYRU, Historia General…, II, pp. 487-488, p. 488, n. 1; y III,
p. 113; cit. PORTILLA, Torres y casas fuertes de Álava…, II, p. 1042; cit. AGUIRRE GANDA-
RIAS, Lope García de Salazar…, p. 140, entre otros.
263 El destierro se ordena después de «çiertas pesquisas (…) por cabsa de los ruidos, e
267 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, pp. 202 y 204-205;
271 Anales Breves de Vizcaya, p. 153; y GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienan-
GARIBAY, Grandezas…, p. 35; cit. PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, pp. 332-333.
274 Anales Breves de Vizcaya, pp. 156-157; y GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 208-209.
ya vimos los Arteaga, Urquizu y Butrón, aparte de linajes de la villa y las comarcas circun-
dantes como Aróstegui, Areilza, Apioza, Ermendura y Meñaca (GARCÍA DE SALAZAR, op.
cit., IV, pp. 211-212). Lo de Durango es el asalto de la casa de Pedro Ruiz de Bérriz o de
Ibarra, en Arandia, por parte de los Múgica, hecho principal de una expedición de castigo
al Duranguesado en la que realizan otros robos y quemas (GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV,
p. 213).
276 GUERRA, «Oñacinos y Gamboínos…». En riev. 26 (1935), pp. 319-320; cit. PÉREZ
Como es sabido, desde fines del XIV los Gamboa y los Avendaño man-
tenían una estrecha vinculación familiar. Así, a principios del XV, exis-
te entre ambos un sólido apoyo mutuo, como el que proporciona repeti-
das veces Juan López de Gamboa a su nieto Juan de Avendaño.278 Sin
embargo, a la muerte de Fernando de Gamboa el liderazgo de ambas
casas es asumido por su sobrino Pedro de Avendaño pese a la existen-
cia de herederos directos del solar, lo cual provocará conflictos entre
ellos.279 De 1436 y 1437 nos han llegado testimonios de que la relación
entre Pedro de Avendaño y sus primos de Gamboa no era nada buena.
De hecho se trata de una lucha por el control de la tutela de estos últi-
mos, algo que reclama Pedro de Avendaño en la Corte contra doña Ma-
ría Ortiz, viuda de su tío Fernando, «la cual (…) ha seído muy sospe-
chosa en la dicha administraçión en tutela».280 Pedro de Avendaño,
ballestero mayor del rey, conseguirá una tutela que acabará perdiendo a
la larga junto con la amistad de sus parientes.281 Es por tanto en este
contexto de luchas familiares donde hay que inscribir el pacto de 1446
entre los Butrón y Gamboa, no demasiado lógico desde el punto de vis-
ta de los Gamboa si no incluimos el factor Avendaño, esto es, la necesi-
dad de rebajar la ominosa presencia de este pariente mayor vizcaíno en
Gipuzkoa.
Visto este estado de cosas, es lógico entender que 1447 sea un año
en el que se radicalicen las luchas banderizas, más concretamente con-
tra los Butrón-Múgica. Pedro de Avendaño y el concejo de Durango
cercan y derriban la torre de Berna «que era de los de Múgica e de Çal-
dívar», otro punto estratégico en la ruta entre Durango y las villas de la
costa situado justo en la raya de la merindad de Durango con la antei-
glesia de Amorebieta.282 Diez días después, la alianza gamboína forma-
da por la villa de Tavira y los Avendaño pelea en Guerediaga contra los
Zaldívar y los Unzueta, aliados de Múgica en la comarca, con resultado
favorable a estos últimos. Las acciones banderizas continúan en el mis-
mo eje algo más al sur, en la casa-fuerte de «Surinao», de los Butrón-
Múgica, quemada por algunos vecinos de Tavira. Este último hecho lo
278 En 1415, por ejemplo, acude a Ochandiano «con todo el poder de los Gamboýnos»
nando de Gamboa (Avendaño) y nieto de Juan López de Gamboa, del patronazgo del mo-
nasterio de santa María de Goyaz, en Gipuzkoa, aunque apenas era un niño (AGUIRRE GAN-
DARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 28, pp. 254-255).
280 AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 29, pp. 255-256.
281 El 20 de marzo de 1437 Pedro de Avendaño consigue la confirmación de la tutela
de sus primos, los hijos de Fernado de Gamboa, pese a la oposición de Juan Beltrán de
Rueda, señor de Achega, Lope López de Lormandi y otros (AGUIRRE GANDARIAS, Las dos
primeras crónicas…, ap. 31, pp. 258-259).
282 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas…, IV, p. 209.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 355
gravedad del asunto —la ocupación parcial de una villa tan importan-
te— los Avendaño y los Guevara —vecinos de Aramayona y Mondra-
gón— entran también en ella, lo que provoca los primeros combates.
Irreductibles en sus posiciones, ambos bandos llaman a sus parciales
de Gipuzkoa y Bizkaia. A diferencia de las «peleas domésticas» de
Bizkaia, aquí no era posible dar marcha atrás: ¿cómo retirarse de Mon-
dragón sin pasar por una humillación ante todos los linajes de la re-
gión? Es por ello que, pocos días después de la toma de posiciones, se
presentan en la villa Martín Ruiz de Olaso, Ladrón de Balda, Martín
Ruiz de Arteaga y otros gamboínos. Los Guevara dan un paso más al
darle «fuego a la villa en el varrio donde el dicho Gomes Gonçales es-
taba», incendio que se extiende por todo el caserío. 289 Es bueno adver-
tir, por tanto, que la quema de la villa es causada por los presuntos
protectores de la misma, los gamboínos, aunque esto también tiene su
lógica dado el conocido y permanente enfrentamiento entre los Gueva-
ra y la villa de Mondragón —la villa venía luchando por evitar el yugo
de los condes de Oñate—, un conflicto previo que nos hace pensar que
la dichosa quema fue algo más que un ataque a las posiciones de los
Butrón en la villa.290 Independientemente de las estrategias encontra-
das y cruzadas entre unos y otros, queremos destacar el carácter incon-
trolado y hasta casual del suceso, es decir, cómo una serie de hechos
más o menos fortuitos agravan las circunstancias y, más importante
aún, cómo la lógica del enfrentamiento escapa de las manos de sus ac-
tores mientras los mecanismos de resolución del conflicto —treguas,
intermediación, etc.— resultan ineficaces. De hecho, tras iniciarse el
incendio, Gómez González de Butrón es consciente de que se encuen-
tra en franca desventaja y tiene que salir de la villa como sea. Los re-
fuerzos de los Lazcano no llegan, por lo que recurre a uno de sus cerca-
dores, Martín Ruiz de Gamboa, ligado a él por la firma de esponsales.
Así, su yerno,
GUIPÚZCOA…, n.º 14, pp. 47-49; n.º 20, pp. 60-61; LIBRO VIEJO DE GUIPUZKOA…
TOMO I, título 5, pp. 18-19. Orden que se repite desde Úbeda el 25 de septiembre de
1458, cumpliéndose ya el destierro (CARTULARIO REAL DE ENRIQUE IV…, n.º 28,
pp. 67-70; DOC. REAL. GUIPÚZCOA…, n.º 20, pp. 59-62; LIBRO VIEJO DE GUIPUZ-
KOA… I, título 8, pp. 23-25).
360 Arsenio Dacosta
«se teme e reçela que algunas personas del dicho condado de Viscaya
por él estar absente de la dicha tierra e condado de Viscaya en la mi
Corte, por le fazer mal e daño, le quieren perturbar e inquietar la dicha
su posesión e le despojar e apoderar della e le perturbar los dichos fue-
ros e rentas que le pertenesçen».309
308 El pasaje es de la Crónica Anónima de Enrique IV. (M.P. Sánchez-Parra, ed), p. 67).
La orden de destierro en: CARTULARIO REAL DE ENRIQUE IV…, n.º 19, p. 47. Cfr.
G ARCÍA DE S ALAZAR , op. cit., III, pp. 336-337; G ARIBAY , Grandezas…, pp. 45-46;
YBARRA/GARMENDIA, Torres de Vizcaya…, p. 41. Sobre la sistematización del itinerario ju-
radero, cfr. GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, p. 91, n. 194.
309 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, Las dos primeras crónicas…, ap. 49, pp. 296-297.
310 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., ap. 50, pp. 298-299.
311 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas, IV, p. 217.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 361
312 CARTULARIO REAL DE ENRIQUE IV…, n.º 33, pp. 75-79; DOC. REAL.
GUIPÚZCOA…, n.º 23, pp. 67-73; y también en MURUGARREN, «Tres documentos origi-
nales de Enrique IV sobre…». En BRSVAP. 40 (1984), pp. 293-299 (doc. 2).
313 DOC. REAL. GUIPÚZCOA…, n.º 24, pp. 74-75; LABAYRU, Historia General…, III,
318 Poco antes de ser ajusticiado en 1470, uno de los asesinos de Martín Báñez apunta
(1982), p. 700). En 1501 es interesante observar que los jueces encargados del amojona-
miento entre Elorrio y la merindad de Durango pertenecen a estos dos linajes: el «señor»
Juan de Marzana, Juan López de Ibarra, y Juan López y Ochoa López de Bérriz (COL.
DOC. ELORRIO (1013-1519), n.º 23, pp. 132-133).
325 AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 184.
326 Una hija de Pedro de Zaldívar había casado con Juan Ruiz de Gamboa, según infor-
«no saviendo si fue por trayçión o por misterio de Dios, echaron [los
del bando de Múgica] a fuyr derrancadamente echando los paveses en
tierra a una ora más de IIIUD omes, no veyendo enemigo ninguno fue-
ra de la villa ni yr contra ellos».329
sas fuertes…, I, p. 334; y AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, pp. 184-189.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 365
en el famoso desafío que ya hemos tratado, aunque hay algunas ocasiones más (Torres y ca-
sas fuertes…, I, pp. 110-111).
336 AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, pp. 149 s.
366 Arsenio Dacosta
337 Publ. AGUIRRE GANDARIAS, op. cit., ap. 26, pp. 356-358.
338 GARCÍA DE SALAZAR, op. cit., IV, pp. 224-225. Por su parte, Diego ENRÍQUEZ DEL
CASTILLO dice que el rey «mandó por sus sentençia que (…) saliesen desterrados de entra-
mas provinçias e no tornasen a ellas hasta que fuese voluntad del rrey» (Crónica de Enri-
que IV. (A. Sánchez, ed), pp. 347-349).
339 ARALAR, José de (seud). La victoria de Munguía y la reconciliación de oñazinos y
ganboínos. Ekin. Buenos Aires. 1949. Sobre las conexiones entre estos hechos y la situa-
ción de la sucesión de la Corona castellana, cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, «Las relaciones de la
Corona con el País Vasco a finales del siglo XV». En Simposio de Historia… Ííñigo de Lo-
yola. Loyola 91. San Sebastián. 1990 (ejemplar mecanografiado), p. 5.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 367
a relatar los distintos pasos de esta campaña por cuanto sobrepasa el obje-
to de nuestro estudio, aunque hay dos series de hechos que interesa resal-
tar en este sentido. De un lado, la actitud de los vizcaínos en este asunto y,
de otro, la trascendencia de este hecho en la pacificación ulterior del Se-
ñorío. En cuanto a lo primero, cabe recordar someramente la resistencia
de los señores de Aramayona y Villarreal, decisiva para el fracaso final de
los Velasco, aunque éstos logren entrar hasta el corazón de Bizkaia. La fa-
mosa batalla de Munguía datada el 27 de abril de 1471 es también un su-
ceso importante sobre el que no insistiremos dado que es sobradamente
conocido y como dice una posible interpolación de las Bienandanzas, pa-
saremos a otro asunto «dexándolo todo a los dichos coronistas pues son
fechos que tocan a la Corona Real de Castilla».340 Dicho tema no es otro
que el de criticar la presunta unidad de todos los vizcaínos contra el de
Velasco ya que, aunque reduzcamos este gentilicio sólo a los linajudos,
tampoco así podemos hablar de unidad absoluta. Es cierto que la unión de
Juan Alonso de Múgica y Pedro de Avendaño colocaba a la mayor parte
de los linajes en un mismo bando, sin embargo, la publicación reciente de
alguna documentación inédita permite matizar esta apreciación general.
Ciertos interrogatorios conservados en el archivo de Plencia nos hablan
de un suceso desconocido, la quema de esta villa por las tropas del
Condestable antes de la famosa batalla. Recordemos que Plencia se en-
contraba bajo el poderío de los Butrón como consecuencia de la cercanía
del solar banderizo. Dichos testimonios son suficientemente expresivos,
por lo no resistimos la tentación de reproducir alguno:
«que son sus enemigos de naturaleza en espeçial los del dicho lynaje de
Vylela e porque en aquel dicho tienpo no solamente robarlos, más aún,
sy a los onbres fallaran non los dexaran syn matar, e asýen fasienda
como en las personas quanto mal pudieran».341
340 GARCÍA DE SALAZAR, Libro de las Bienandanças e Fortunas, IV, p. 225. Decimos
que se trata de una posible interpolación porque entre la batalla de Munguía —1471— y la
muerte de Lope García de Salazar —1476— sólo hay cinco años, y las crónicas a las que se
refiere el pasaje citado son posteriores. En todas las del reinado de Enrique IV aparecen estos
sucesos de forma más o menos extensa (Crónica Anónima de Enrique IV (M.P. Sánchez-
Parra, ed), pp. 331-336; ENRÍQUEZ DEL CASTILLO, Diego. Crónica de Enrique IV. (A. Sán-
chez, ed), pp. 368-369). Tratan el asunto de forma pormenorizada: GARIBAY, Compendio His-
torial…, II, pp. 566-567; LABAYRU, Historia General…, III, pp. 262 s; y, sobre todo, José de
ARALAR (La Victoria de Munguía y la reconciliación…). Más recientemente AROCENA, «Los
Parientes Mayores y las guerras de bandos…». En Historia del Pueblo Vasco, pp. 170 s.
341 Testimonio de Juan Sáez de Andraca, presentado por Plencia en 1487; cfr. COL.
342 Cfr. PORTILLA, op. cit., I, pp. 114 y 335; y GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…,
p. 291.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media
343 El climax de las luchas de bandos en Álava es señalado por la profesora AYERBE en
los años 1476-1477, lo cual viene a coincidir básicamente con lo que sabemos de Bizkaia
(«Los Guevara en Álava…». En Vitoria en la Edad Media…, pp. 372-373).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 371
De nuevo la vieja hipótesis que no pocos autores del país han sus-
crito, pese a que ésta no se sostenga tras un análisis riguroso de la rea-
lidad histórica.345 Los mismos autores que defienden esta hipótesis y
otros muchos más, también apoyan la posibilidad de que la violencia
banderiza termine como consecuencia de un profundo «cambio en la
vida social» o «un cambio de tono en el ambiente».346 En este sentido,
se habla de una «mejora de las condiciones de vida de la Corona de
Castilla» al calor de «un proceso de recuperación y crecimiento econó-
mico», o de la aparición de «nuevas fuerzas llenas de vitalidad: las es-
tructuras abiertas ante la nueva actividad mercantil».347 Lo cierto es
que ambas hipótesis se basan en un falso supuesto: creer que «villas» y
«bandos» son dos realidades equiparables y, peor aún, incompatibles.
Caro Baroja ya advertía de que «tal vez se ha exagerado el influjo paci-
ficador que tuvo en general la fundación de villas y la instalación de
municipios en la vida medieval».348
Los más recientes estudios sobre las oligarquías villanas están reve-
lando lo que don Julio intuía: éstos también se organizaron en bandos,
también cometieron violencias, se mezclaron con los linajes rurales y,
muchas veces, eran miembros de aquéllos. En definitiva, existe una
identidad de clase entre las oligarquías de las villas y el resto de los po-
derosos de estos territorios en la baja Edad Media.349 Bien es cierto que
comportamiento a través de la moralidad cristiana, aparte de una serie de medidas más tangi-
bles y eficaces de naturaleza política y policial (Delincuencia y criminalidad…, pp. 628 s).
347 Los primeros entrecomillados son de BAZÁN, op. cit., pp. 488-489; mientras que el
las experiencias llevadas a cabo por las autoridades en ciertas villas su-
pusieron un modelo a aplicar fuera de ellas, pero esto tampoco explica
el fin de las banderías.350
Por otro lado, las explicaciones unicausales presentan el problema
de su carencia de contenido factual. Tomemos, por ejemplo, el asunto de
la mejora de la condiciones de vida y del crecimiento económico.
¿Acaso explica esto el proceso de pacificación cuando hemos visto
que el fenómeno de la violencia surge como una manifestación de la
competencia internobiliar en ese mismo contexto? Hay que decir que
ni siquiera un fenómeno tan palpable como es el de la pacificación de
los bandos es una realidad sin matices. Para empezar, tenemos cons-
tancia de que se trata de un proceso en el que realmente no hubo «per-
dedores absolutos».351 Los estudios sobre las elites vascas en el Anti-
guo Régimen (Otazu, Fernández Albadalejo, Martínez Gorriarán, etc.),
han puesto de manifiesto que los parientes mayores no renunciarán al
ejercicio de un poder que consideran propio en virtud de su vasallaje
con el rey y como descendientes de los más antiguos solares.352 Por
otro lado, las mismas medidas antibanderizas tuvieron un alcance muy
limitado y, desde luego, no explican por sí solas el fenómeno.353 De
hecho, hay dudas razonables que permiten sospechar que la confronta-
ción internobiliar no desapareció sino que cambió de escenario. 354 A
nivel interpersonal, después de la tesis de Iñaki Bazán, ya no queda
duda de la persistencia de la violencia, aunque ésta fuera de naturaleza
distinta. Incluso así, se seguirán dando algunos episodios aislados que
350 Ocurre, en particular, con las disposiciones antibanderizas que, como las de Bil-
bao, tomaron como modelo las de Vitoria. Sin embargo, la aplicación de aquéllas en
ambas villas son muy diferentes ya que «el Capitulado vitoriano no dio lugar a una ins-
titucionalización de los bandos» (DÍAZ DE DURANA, Vitoria a fines de la Edad Media…,
p. 92).
351 ARANZADI, Auto de Terminación…, p. 71, citando a Fernández de Pinedo.
352 Cfr. ACHÓN, «“Valer más” o “valer igual”: estrategias banderizas y corporativas…».
recuerdan las viejas peleas banderizas. 355 Por todo lo expuesto, vamos
a plantear una serie de factores y mecanismos que coadyuvaron en di-
cho proceso de pacificación, sin que el orden de exposición guarde ne-
cesariamente relación con su importancia ni con su interrelación con
el resto de factores analizados.
Apenas ha sido valorado, por ejemplo, el hecho de que en estos
momentos se produzca un cambio generacional, es decir, que mueran
muchos de los protagonistas de las más violentas luchas banderizas
(1448-1468). Uno de los principales responsables de dichas violencias,
Pedro de Avendaño «el Viejo», muere hacia 1480 sustituyéndole al
frente del solar su nieto de mismo nombre. Otro recalcitrante banderi-
zo, el cronista Lope García, fallece en 1476 tras varios años de cautive-
rio al que es sometido por su hijo Juan Moro. Juan Alonso de Múgica
morirá durante el reinado de Isabel I, mientras Fortún García de Artea-
ga apenas sobrevivirá dos años a la reina.
Otro factor relevante es la adopción de una cultura jurídica de la con-
frontación entre los linajudos en relación directa con las reformas legis-
lativas y judiciales de los Reyes Católicos para toda la Corona de Casti-
lla. Es interesante observar cómo, al tiempo que se produce el cambio
generacional antedicho, se consolidan otras formas de resolución de con-
flictos entre unos hidalgos que, unos lustros atrás, no hubieran dudado en
atacarse de forma violenta. En 1480, por ejemplo, vemos a un joven Pe-
dro de Avendaño reclamando a Juan Alonso de Múgica el monasterio de
Santa María de Gatika y dos ferrerías en la merindad de Uribe pertene-
cientes al linaje de su esposa, el de Villela.356 ¿Una reclamación legal re-
ferida a Uribe, campo de batalla durante sesenta años entre estos tres li-
najes? Esta muestra nos parece más que suficiente, pero no es la única.
Siete años después, en la misma Munguía, los parientes del solar de Vi-
llela nombran como su procurador a Pedro de Avendaño, «su sennor e
pariente mayor», para que trate «yguala, conbençión, pacto i tran-
saçión» con los Salazar por un conflicto del que no sabemos mucho
más.357 Donde antes se degollaba, ahora se pacta o litiga, algo que no
obstante, no era ajeno a la cultura política de los linajes.358
Hemos hablado ya acerca de algunos mecanismos de tregua entre
los bandos que, de hecho, contribuían a crear lo que se ha denominado
355 Este autor documenta algunos enfrentamientos tardíos entre los Avendaño y los Belaos-
tegui en Zornoza (1498), Anuncibay contra Ugarte (1496), Salazar contra Bañales (1519);
«pero los tiempos habían cambiado y a ellos se había adaptado una mentalidad cara a la violen-
cia en la gran mayoría de la sociedad vasca» (BAZÁN, Delincuencia y criminalidad…, p. 207).
356 PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, p. 335; citando un documento del Archivo
los Ayala estaba más que justificada debido a los ataques que desde entonces hasta la de-
rrota de las Comunidades dirigirá esta Casa contra la ciudad y alfoz de Orduña. También
trata el asunto el profesor GARCÍA FERNÁNDEZ, «El valle de Llodio a fines de la Edad Me-
dia…». En Sancho el Sabio. 5 (1995), pp. 250 s.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 375
matado sin demasiado pudor desde que Lope García de Salazar hace
memoria, pero según avanza el siglo XV esta red se iba haciendo necesa-
riamente más y más espesa. En un mercado matrimonial tan estrecho
como el de la aristocracia vizcaína es de pensar que las luchas de ban-
dos no contribuyeron a facilitar la necesaria reproducción biológica de
los linajudos por vía legítima. Ya vimos que, en especial en el caso
de los hijos legítimos, se buscaba siempre el enlace más favorable posi-
ble. En un contexto de guerra permanente y con la mitad del mercado
nupcial cerrado, en principio, a causa de las adscripciones banderizas,
¿qué solución quedaba para aquellos linajes que ocupaban la pirámide
feudal de Bizkaia, esto es, el de Butrón y el de Avendaño?
Futuras investigaciones tendrán que volver sobre estos y otros fenó-
menos que pudieron contribuir a lograr la pacificación en un tiempo rela-
tivamente corto de tiempo. Esto quizá demuestre cierta capilaridad del
conflicto, pero lo cierto es que ese largo medio siglo que va de 1410 a
1468 es profuso en muertes y violencias de todo tipo. Pese a todo, cree-
mos que el protagonismo principal en todo el proceso lo tuvo la acción
gubernativa sobre los bandos. Este tipo de factor de pacificación tiene en
realidad multitud de manifestaciones, lo que quizá explique el éxito que
a la larga tienen sus medidas. No en vano, el rey-señor unía en sí el ma-
yor cúmulo de facultades soberanas que se traducían en aparatos de po-
der que, en caso de no estar disponibles, siempre podían ejercerse a tra-
vés de otros mecanismos alternativos. Sin entrar en este asunto, vamos
a ver algunas manifestaciones de ese poder o, mejor aún, las aplicaciones
del mismo a unas circunstancias muy determinadas a las que los monar-
cas finiseculares tuvieron que enfrentarse en Bizkaia y otras regiones.
Antes veíamos como el Conde de Treviño había articulado la unión
banderiza contra los Velasco. La victoria de Munguía situaba de facto a
este señor de origen alavés al frente del Señorío, ejerciendo labores gu-
bernativas pese a que no fuera uno de los validos del padre de la «Beltra-
neja». A él se debe, posiblemente, una de las primeras medidas que toma
Fernando el Católico sobre los bandos; medida que, no obstante, sólo nos
ha llegado a través de un testimonio indirecto. Así, sabemos que en 1475,
365 Este documento aparece mencionado en dos confirmaciones de 1476 y de 1490, esta
último pese a la protesta del concejo de Tavira (AVO. MUN. DURANGO. Tomo I, n.º 51,
pp. 276-278; AVO. MUN. DURANGO. Tomo II, n.º 81, p. 450, respectivamente).
376 Arsenio Dacosta
366 Este aspecto ya era esbozado por Julio CARO BAROJA (cfr. El señor inquisidor…,
p. 102). Por otro lado, éste era un fenómeno corriente en la época, pese al continuo trasla-
do de la corte bajomedieval castellana; está el caso gallego, donde los irmandiños no ha-
bían visto a un rey en generaciones (BARROS, Carlos. «¡Viva el Rey! Rey imaginario y re-
vuelta en la Galicia bajomedieval». En Studia Historica. Historia Medieval. 12 (1994),
pp. 83-101), o el de la ciudad de Sevilla, en la que «Juan II no pisará su suelo en los cua-
renta y ocho años de su largo e itinerante reinado» (SÁNCHEZ SAUS, «Los orígenes sociales
de la aristocracia sevillana…». En En la España Medieval. V. Estudios… Sánchez-Albor-
noz. II, p. 1120).
367 AVO. GRAL. SEÑORÍO DE VIZCAYA, n.º 15, p. 71; AVO. MUN. DE PORTU-
ante todo, capacidad para administrar justicia, los defensores del autoritarismo político,
como los Reyes Católicos, tenían que dejar bien claro a quién correspondía dicha función»
(GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV, p. 176).
371 ACHÓN, «“Valer más” o “valer igual”: estrategias banderizas y corporativas…». En
meno (AGUIRRE GANDARIAS, Lope García de Salazar…, p. 142). Nosotros tenemos dudas
al respecto ya que, fuera de una idea muy general de «crisis social», no entendemos que se
pueda relacionar directamente en este caso el conflicto antiseñorial y la radicalización de la
sensibilidad religiosa popular. Y es que los pobres herejes durangueses no tuvieron tiempo
de transformar su inquietud en un movimiento antiseñorial explícito: la documentación del
concejo de Tavira no olvida dónde fueron quemados algunos de ellos (cfr. AVO. MUN.
DURANGO. Tomo I, n.º 78, p. 430).
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 379
376 Cfr. PORTILLA, Torres y casas fuertes…, I, pp. 114 y 335; II, pp. 1044-1045 y 1150;
exp. 1; y en el mismo archivo y sección, otros pleitos semejantes, en caja 264, exp. 1, y
caja 2914, exp. 14.
380 Arsenio Dacosta
381 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 1651,
exp. 2.
382 ITURRIZA, Historia… de Vizcaya…, n.º 30, pp. 671-674.
383 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Criminales, ca-
jas 701 y 702.
384 A.R. CHANCILLERÍA VALLADOLID, Sala de Vizcaya, Pleitos Civiles, caja 5691,
exp. 1.
385 GUIARD, Historia de… Bilbao…, I, p. 77.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 381
386 «e echaron desterrados a los dichos parientes mayores por ciento tienpo de la pro-
vincia toda», dice en un pasaje Lope GARCÍA DE SALAZAR (Libro de las Bienandanças e
Fortunas…, IV, pp. 174-175). De forma semejante se expresan los Anales Breves de Viz-
caya, pp. 177 s, texto posiblemente redactado por algún miembro del concejo de Bilbao
poco después de mediado el siglo XV. También se ocupan del tema autores como ECHEGA-
RAY, Las Provincias Vascongadas…, pp. 149 s; y ORELLA, «La hermandad de Vizcaya…».
En Vizcaya en la Edad Media…, pp. 178 s).
387 ENRÍQUEZ; SESMERO, «Andanzas y desventuras de una villa…». En Lekeitio, p. 34.
388 Casos de abusos y corrupción en Anales Breves de Vizcaya, p. 178.
389 Anales Breves de Vizcaya, p. 174.
390 Se ofrecen cien doblas de oro, concretamente al bachiller Pero Alonso de Miranda,
«corregidor» de Bilbao lo cual, según nuestras categorías, roza el soborno, aunque los con-
temporáneos no lo entendieran así, evidentemente (cfr. GUERRA, «Oñacinos y Gamboí-
nos…». En riev. 26 (1935), pp. 321-324).
382 Arsenio Dacosta
391 VAL VALDIVIESO, «Sociedad y conflictos sociales en el País Vasco (siglos XIII al XV)».
Católica. Labor. Barcelona. 1989[1987], en especial, pp. 36 s). La segunda afirmación co-
rresponde a Marie-Claude GERBET, Les noblesses…, p. 457.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 383
así, es cierto que los nuevos agentes de los reyes fueron más eficaces que
sus predecesores, tanto los corregidores como otros más especializados.
Éste es el caso del licenciado Garci López de Chinchilla, un avezado ex-
perto en conflictos enquistados como el de Bizkaia o el de la Galicia
post-irmandiña, a donde había sido enviado en 1480.396 Pocos años des-
pués aparece en Bilbao con sus flamantes ordenanzas de 1483 inspiradas
en las de Vitoria —de 1476—, unas ordenanzas o capitulado —a petición
del concejo, todo sea dicho— destinados a acabar definitivamente con
los bandos. Aun así, este primer ensayo no tiene éxito ya que Chinchilla
tiene que a rehacerlas en 1487, para que de nuevo sean confirmadas en
1489. Se sentaban así las bases de la institucionalización de los bandos,
pero también del sometimiento de los concejos al corregidor y de la se-
gregación institucional del Señorío en dos bloques, villas y Tierra Lla-
na.397 Aún así, la institucionalización no quedará culminada hasta bien
entrado el reinado de Carlos V, aunque en otras villas como Elorrio el
proceso parece ya cerrado en 1492 de forma favorable a los dos principa-
les linajes banderizos.398 Como dice Marie-Claude Gerbet, hay que ha-
blar de un éxito a nivel general y de un fracaso a nivel local, y esto es
justamente lo que parece ocurrir en Bizkaia.399 Mientras en Bilbao se im-
pone un sistema electoral inspirado en los bandos pero desactivado en
este sentido, en Elorrio se identifican los bandos electorales con los lina-
jes banderizos sancionando así el reparto preexistente del poder. Es decir,
en el primer caso se normalizará el acceso a los cargos políticos a través
de un sistema restringido socialmente pero abierto a la participación de
todos los miembros de la oligarquía villana; por contra, el sistema de
Elorrio quedará sometido al arbitrio de los parientes mayores de dos lina-
jes predeterminados.400 En realidad, como el profesor Monsalvo ha apun-
tado, la institucionalización de los bandos hay que verla
«como un proceso, no como un programa político diseñado desde arriba
ni como un automatismo normativo uniformador. La institucionalización
sería un jalón en este proceso, de cronología no uniforme y cadencia no
lineal, pero coincidente como tendencia general desde el siglo XIV».401
pp. 97 s.
399 GERBET, La noblesse…, p. 457.
400 Una solución idéntica a las tomadas en Llodio y Ayala a principios del siglo XVI se-
gún informa el profesor GARCÍA FERNÁNDEZ, «El valle de Llodio a fines de la Edad Me-
dia…». En Sancho el Sabio. 5 (1995), p. 250; y «Guerras y enfrentamientos…». En Los
Ejércitos. Besaide, p. 101; respectivamente. Sobre la institucionalización en Ayala también
habla BAZÁN, «La territorialización de la justicia en el País Vasco a fines de la Edad Me-
dia». En Temas Medievales. 5 (1995), pp. 104-105.
401 MONSALVO, «Parentesco y sistema concejil…». En Hispania. 185 (1993), pp. 944-945.
384 Arsenio Dacosta
Orduña en 1485 la violencia entre los linajes posibilitó que el Corregidor de Vizcaya fuera
nombrado alcalde de la ciudad (…). En Durango en 1486 resultaba complicado evitar las
interferencias de los bandos de Urquiaga, Muncharaz, Unda y Bérriz sobre el concejo. En
Vitoria a fines del XV no se habían apagado totalmente los ecos del problema banderizo»
(GARCÍA FERNÁNDEZ, «Guerras y enfrentamientos armados…». En Los Ejércitos. Besaide,
p. 102).
404 Sobre el regimiento en Bizkaia, cfr. GARCÍA DE CORTÁZAR et al., Bizcaya…, IV,
pp. 50 s.
Los linajes de Bizkaia en la baja Edad Media 385
ISBN 84-8373-555-5
9 788483 735558