San Francisco de Asís Transito (Liturgia)
San Francisco de Asís Transito (Liturgia)
San Francisco de Asís Transito (Liturgia)
Canto de entrada
SALUDO DE CELEBRANTE
Antes de compartir la Palabra, reconozcamos ante Dios y ante los hermanos, en unos
instantes de silencio, aquello que hace que nuestras manos y nuestra vida no se
entregue incondicionalmente, aquello que en nosotros no es minoridad, ni servicio
(silencio)
- Por las veces que nuestras manos no están abiertas, ni acarician, ni adoptan un gesto
de entrega. Señor, ten piedad
- Por las veces que nuestras manos se cierran y se convierten en puños que golpean,
amenazan y dañan. Cristo, ten piedad
- Por las veces que nuestras manos no ofrecen amistad sincera, ni consuelan las
penas, ni se aferran a otras con fuerza derribando los muros del odio. Señor, ten piedad
LECTURA BÍBLICA
Monición
En esta segunda carta a Timoteo, San Pablo nos comunica, que hemos sido llamados a trabajar
por el Evangelio: con tesón y sin dejarnos desanimar, por los sufrimientos o vicisitudes que se
nos puedan presentar. Dios nos da gratuitamente la salvación, por medio de nuestro Redentor
Jesucristo, quien vino a resplandecer la vida y la inmortalidad. Escuchemos atentamente:
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Salvador, que ha destruido la muerte y ha hecho resplandecer en su Evangelio la vida y la
inmortalidad.
Este es el mensaje para el que fui hecho predicador, apóstol y maestro, y por el que ahora
padezco esta nueva prueba. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he puesto mi
confianza y estoy convencido de que tiene poder para guardarme hasta aquel día lo que
deposité en sus manos.
Toma como norma la sana doctrina que has oído de mí sobre la fe y el amor según Cristo
Jesús. Conserva el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Ya sabes que todos los de Asia me han abandonado, entre ellos Figelo y Hermógenes. Que el
Señor bendiga a la familia de Onesíforo, pues a menudo vino a confortarme y no se avergonzó
de mis cadenas. Apenas llegó a Roma, se puso a buscarme hasta que me encontró. El Señor le
conceda que alcance misericordia ante el Señor aquel día; tú conoces mejor que nadie los
servicios que me prestó en Efeso.
Palabra de Dios.
SALMODIA
(Salmo 133)
Antífona: “Ved que dulzura, que delicia convivir los hermanos unidos.”
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ALELUYA
“Felices los que escuchan la Palabra de dios y la practican”.
EVANGELIO
Monición
La muerte de Francisco fue una evocación casi litúrgica de la Pascua de Jesús. Al sentir su
inminencia hizo leer a uno de los hermanos presentes el relato de la Pasión de Jesús según San
Juan. Escuchemos con atención algunos pasajes de este conmovedor relato.
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de salir de este
mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó
hasta el extremo. Estaban comiendo la cena y el diablo ya había depositado en el corazón de
Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle. Jesús, por su parte, sabía que el
Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que había salido de Dios y que a Dios
volvía. Entonces se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Echó
agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos; y luego se los secaba con la
toalla que se había atado.
Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo:
¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen
bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer
como he hecho yo.
En verdad les digo: El servidor no es más que su patrón y el enviado no es más que el que lo
envía. Pues bien, ustedes ya saben estas cosas: felices si las ponen en práctica.
Hijos míos, yo estaré con ustedes por muy poco tiempo. Me buscarán, y como ya dije a los
judíos, ahora se lo digo a ustedes: donde yo voy, ustedes no pueden venir.
Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse
unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos, en
que se amen unos otros.» Palabra del Señor.
Homilía
CEREMONIA DE TRANSITO
Monición
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Vamos a recordar con gozo la “hora en que nuestro Padre san Francisco voló al Cielo”, su
transito. Esta celebración conserva su pleno sentido, cualquiera que sea la hora o el momento
en que se haga, para seguir renovando en nosotros los valores evangélicos y hasta humanos de
aquella muerte, preciosa realmente a los ojos de Dios y de los hombres.
Por favor prender sus velas.
Canto franciscano:
Monición
Cuando Francisco presintió ya próxima su muerte reaccionó exclamando gozoso: “Bienvenida sea mi
hermana muerte”. De hecho, la muerte fue para el, no el final, sino la Pascua, el paso o “transito” de
este mundo al Padre.
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Cumplidos, por fin, en Francisco todos los misterios, liberada su alma de las ataduras
de la carne y sumergida en el abismo de la divina claridad, se durmió en el Señor este
varón bienaventurado.
Monición
La memoria de la muerte feliz de Francisco suscita en nosotros regocijo y esperanza; Francisco quiso
proclamar también ese regocijo y esa esperanza al pedir que le cantaran el salmo 141 en el momento de
su muerte, palabras que nosotros queremos repetir ahora que aún nos debatimos en los peligros de esta
vida.
(Lector continúa)
Antífona: “Oh alma santísima, en cuyo transito salen a tu encuentro los ciudadanos del
cielo, se regocija el coro de los Ángeles y la Trinidad gloriosa te invita diciendo: Quédate
con nosotros para siempre”.
SALMO 141
“Oh alma santísima, en cuyo transito salen a tu encuentro los ciudadanos del cielo, se
regocija el coro de los Ángeles y la Trinidad gloriosa te invita diciendo: Quédate con
nosotros para siempre.”
Monición
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A este Francisco, elevado para siempre a la gloria del cielo, dirigimos nuestro saludo reverente
y cariñoso, y nos unimos a las generaciones franciscanas de todos los siglos, proclamando su
misma invocación tradicional:
“¡Salve, oh padre santo, luz de la Patria celeste, modelo de los Menores, espejo de virtud,
camino de la justicia, norma de vida! Condúcenos de este destierro terrenal al Reino de
los Cielos”
Oh Maestro,
concédeme que yo no busque ser consolado, sino consolar.
Ser comprendido, sino comprender.
Ser amado, sino amar.
Amen.
ORACIÓN UNIVERSAL
Padre, sabes que nos sentimos necesitados de tu ayuda y de tu protección. Por ello te
dirigimos nuestras oraciones.
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1. Para que tu Iglesia no olvide que no vino a ser servida sino a servir. Oremos
2. Para que nuestras manos sean fraternas, acojan, abracen y apoyen a los demás,
especialmente a los más necesitados. Oremos
3. Para que nuestra comunidad cristiana sirva con generosidad en todos los ámbitos
de su misión. Oremos
4. Para que aprendamos de Francisco a ser menores con los otros, en la humildad y
en la actitud de servicio. Oremos
5. Por nuestro mundo, para que no falten hombres y mujeres que entreguen su vida
gratuitamente en servicio a los demás. Oremos
6. Para que nuestra comunidad parroquial viva la fraternidad franciscana como una
riqueza que se nos ha dado para vivirla y anunciarla. Oremos
Oración: Acoge Padre las oraciones que te dirigimos y todas aquellas que llevamos
en nuestro corazón. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, el cual vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén
BENDICIÓN FINAL