Qué Es La Defensa Posesoria Extrajudicial
Qué Es La Defensa Posesoria Extrajudicial
Qué Es La Defensa Posesoria Extrajudicial
extrajudicial?
POR
FIORELLA PASTRANA ESPINAL
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JUNIO 28, 2017
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Sumario: I. Introducción, II. Nociones fundamentales y derecho
comparado, III. Regulación actual en el Perú.
I. Introducción
En nuestro país, la posesión como hecho jurídico y como derecho subjetivo, cuenta
con diversos medios de protección. Como hemos visto, una de las finalidades de las
normas destinadas a proteger la posesión es que el poseedor logre mantener su statu
quo posesorio; es decir, que ninguna persona puede perturbarlo o despojarlo de la
posesión del bien haciendo uso de la fuerza privada. Y esto porque la posesión
cumple una función social muy importante respecto al mantenimiento de la paz, la
convivencia pacífica y el orden público.
De este modo, solo el juez y por causas jurídicamente sustentadas, puede determinar
si el poseedor tiene derecho a mantener el bien en su poder u ordenar que el bien
deba ser entregado a otro con mejor derecho a poseer. Por tal motivo, en caso se
presente la situación adversa, el ordenamiento jurídico autoriza al poseedor a ejercer
la legítima defensa y repeler la fuerza que se emplee contra él, ejerciendo así la
autotutela para impedir el acto de despojo.
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Por su parte, de acuerdo a nuestro sistema jurídico, la tutela de la posesión se divide
en dos mecanismos especiales de protección: Por un lado se encuentra el ejercicio de
la defensa posesoria extrajudicial o autotutela posesoria(artículo 920º
del Código) y por otro, se protege la posesión a través de acciones posesorias judiciales
tales como los interdictos , ya sea de retener o de recobrar (artículo 921º del CC, 603º del
CPC y 606º del CPC). En ambos casos, el propósito del legislador ha sido otorgar al
poseedor mecanismos céleres para la conservación y recuperación de la posesión.
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La mayoría de Códigos contemporáneos prescinde de regular la “autotutela
posesoria” pues asimilan el uso de la fuerza por parte de un privado al ejercicio de la
legítima defensa. En este sentido, “los demás códigos civiles al poseer una laguna
normativa integran su ordenamiento aplicando analógicamente el principio de
legítima defensa en los casos en que se requiere el uso de la autotutela posesoria. Es
el caso del Código Civil Francés de 1804, el Código civil italiano de 1942 y las demás
codificaciones latinoamericana, salvo la argentina” [3] . Entre los Códigos que regulan
expresamente esta institución jurídica se encuentran: el BGB alemán, el Código
Civil Suizo, el Código Civil Argentino, el Código Civil Español y nuestro Código
Civil de 1984.
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Por su parte, el Code Napoleónico de 1804 no contempla tampoco esta categoría
jurídica y tan solo reconoce por excepción la legítima defensa en materia posesoria.
Como exponen Ripert y Boulanger, en la sección de acciones posesorias sobre la
protección judicial de la posesión: “la ley otorga al poseedor de un inmueble
acciones particulares, llamadas acciones posesorias, que le sirven para hacerse
mantener en la posesión, cuando ésta es perturbada y para recuperar la posesión
cuando esta se ha perdido”[6]. De la misma manera, Marcel Planiol reafirma que,
“la ley le da al poseedor acciones particulares llamadas posesorias, que le sirven
para hacerse mantener en la posesión cuando sea perturbado en ella y recobrarla
cuando la ha perdido. Estas acciones tienen el carácter de acciones reales y son de la
competencia de los jueces de paz”.[7] De esta manera, tampoco en el derecho civil
francés se hace alusión alguna sobre la defensa posesoria extrajudicial.
Por tal motivo, la norma y la doctrina alemana son las más autorizadas para el
estudio de esta categoría jurídica. De allí que la consulta de los formantes
integrantes de este sistema resulte imprescindible para abordar esta institución. De
acuerdo al BGB alemán:
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El poseedor tiene, contra los actos de autoridad propia prohibida, el derecho de
defensa de la posesión y el de recuperación de la posesión. […]El derecho de
defensa de la posesión lo tiene el poseedor, contra la privación o la inquietación
inminente; este derecho lleva implícitamente el derecho general a la legítima
defensa. Habiéndose consumado el despojo del bien, el poseedor tiene derecho a
recobrar la posesión, a volver a apoderarse de ella a la fuerza. […]La medida en
que es admisible el empleo de la fuerza se determina, tanto para la defensa como
para la recuperación, por las necesidades del caso; lo que excede, es contra
derecho.[8]
1. El derecho a defenderse: es lícito que el poseedor rechace por la fuerza los actos
arbitrarios e ilícitos de otros, sin embargo, no puede excederse en su defensa más
allá de lo necesario.
2. El derecho de reacción equivalente: se configura cuando el ataque ha cesado sin
haberse evitado el despojo, de manera que el ordenamiento jurídico autoriza el
contraataque del poseedor desposeído, siempre que se realice en forma inmediata y,
al igual que en el caso anterior, sin utilizar una violencia excesiva de acuerdo con
las circunstancias.
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Por lo tanto, el ordenamiento jurídico habilita al poseedor el ejercicio de la
autotutela posesoria y con ello el uso de la fuerza privada, siempre y cuando se
realice como reacción inmediata y proporcional al ataque ajeno, tanto frente a
los actos perturbatorios como a los actos de despojo, en las formas y dentro de los
límites de la legítima defensa. De lo expuesto anteriormente, podemos concluir
como rasgos esenciales de la defensa posesoria los siguientes:
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obre con toda la rapidez posible según un criterio objetivo”[11]. En este sentido,
asumir un criterio subjetivo, que dependa del fuero interno del poseedor, conllevaría
una inminente inseguridad, pues la prueba del conocimiento o no por parte del
poseedor respecto al acto de despojo es una prueba diabólica, generándose un mayor
desorden y litigiosidad al respecto. Por su parte, el criterio objetivo “sin intervalo
de tiempo”, permite al poseedor accionar su defensa de acuerdo a las
circunstancias del caso concreto, pero no en relación a su creencia sino al hecho
mismo de la desposesión, dando mayor seguridad jurídica y previsibilidad.
“El poseedor puede repeler por la fuerza que se emplee contra él y recobrar el
bien, sin intervalo de tiempo, si fuera desposeído, pero en ambos casos debe
abstenerse de las vías de hecho no justificadas por las circunstancias”.
Esta norma reproduce literalmente el artículo 830º del Código derogado y está
dedicada a la defensa extrajudicial de la posesión. [..] dicha defensa figura en el
artículo 86º de la Ponencia y fue formulada en base al artículo 926º del Código
Suizo; del artículo 2470º del Código Argentino y del artículo 859º del B.G.B
alemán. […]En ella se establece específicamente que se puede ejercitar contra
cualquier acto de usurpación o de turbación, que protege la posesión mobiliaria
o inmobiliaria y que este derecho de defensa se extiende también al servidor de la
posesión, normas éstas que no figuran en el artículo en comentario y a las que se
debe llegar por vía interpretativa por la excesiva parquedad del legislador.[12]
El 12 de julio del 2014 se publicó la Ley Nº 30230 , cuya finalidad era establecer
medidas tributarias, simplificación de procedimientos y permisos para la promoción
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y dinamización de la inversión privada en el país. Por su parte la norma citada
realiza una modificación al artículo 920º del Código Civil, referido a la defensa
posesoria extrajudicial, en su Capítulo VII, el mismo que versa sobre “las disposiciones
para la recuperación extrajudicial de la propiedad estatal”. No obstante, el tema de dicho
capítulo, la modificación interfiere en el ámbito privado, pues varía la regulación del
mecanismo de autotutela posesoria privada como parte del contenido del derecho de
posesión, al aplicarse a bienes de propiedad de particulares y no solo a bienes del Estado.
Con la modificación del artículo 920º del Código Civil, efectuada por la Ley Nº 30230,
en adelante “la Ley”, el tenor de la norma ha quedado de la siguiente manera:
La Policía Nacional del Perú así como las Municipalidades respectivas, en el marco
de sus competencias previstas, en la Ley Orgánica de Municipalidades, deben
prestar el apoyo necesario a efectos de garantizar el estricto cumplimiento del
presente artículo, bajo responsabilidad.
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Con la dación de esta nueva Ley, se han realizado una serie de modificaciones a la
regulación de la defensa posesoria extrajudicial, donde la gran mayoría de ellas traen
consecuencias negativas, pues lejos de solucionar un problema y pese a sus “buenas
intenciones”, crean más conflictos de los que se proponen resolver, desnaturalizan
completamente la institución posesoria y tienen una redacción inexacta y ambigua
que genera confusiones en su aplicación práctica. Entre las principales
modificaciones realizadas podemos encontrar las siguientes:
Las nuevas reglas autorizan al poseedor repeler la fuerza que se emplee, no solo
contra él mismo sino, incluso, la que se ejerza sobre el bien.
Esto como es evidente genera un riesgo inmanente, pues como analizaremos más
adelante, el tiempo de reacción del poseedor se ha ampliado a un margen
complemente desproporcional y además, se ha consignado como deber de las
fuerzas públicas el colaborar activamente con dicha defensa posesoria, bajo
responsabilidad. Lo que contradice el carácter de excepcional del mecanismo de la
autotutela posesoria y la desnaturaliza por completo, provocando un efecto nocivo
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sobre el mantenimiento de la paz social, pues se deja de lado la proscripción del uso
de la violencia, el que parece ser se promueve con la promulgación de esta Ley.
De esta manera, se habilita la recuperación del bien por quien fue desposeído, hasta
por 15 días posteriores a la toma efectiva de conocimiento del acto de despojo; es
decir, se sigue un criterio subjetivo para el cómputo del plazo. La redacción original
de la norma era clara al señalar que la autotutela posesoria se ejercía sin intervalo de
tiempo; es decir, inmediatamente después de producido el acto de despojo o
perturbación, con lo que el criterio utilizado era objetivo, en concordancia con el
inicio del cómputo del plazo en los interdictos. Esto supone la posibilidad del
poseedor de organizarse durante dos semanas para realizar su defensa y efectuar la
recuperación del bien desposeído, un total despropósito.
De este modo, la autotutela posesoria puede ser realizada por el mismo poseedor
despojado o con ayuda de la fuerza pública. De acuerdo a la norma, bastará con la
sola declaración del poseedor para hacer uso de la fuerza con el objeto de recobrar el
bien, no necesitando mayor despliegue probatorio que acredite su derecho.
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la defensa posesoria cuando el ocupante o aquél que pretende realizar el despojo es
el propietario del inmueble o quien invoque serlo.
Una vez más se evidencia la predilección de la norma por la defensa del propietario
y de cierto modo, se vacía de contenido al mecanismo de autotutela posesoria, en
tanto frente al propietario queda sin posibilidad de ser ejercida, aun en el caso de
contar con legitimidad en la posesión.
Dejaremos para otra ocasión la formulación de las críticas que encontramos a esta
norma y por ende a la nueva regulación de la defensa posesoria extrajudicial. No
obstante, adelantamos no encontrarnos de acuerdo con su redacción.
[3] Idem.
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[7] PLANIOL, Marcel.Tratado práctico de derecho civil francés. La Habana:
Cultural, 1927, p. 394.
[10] LAMA, Héctor. “La defensa posesoria extrajudicial en el nuevo texto del
artículo 920º del Código Civil”. Gaceta Civil & Procesal Civil: Lima, 2014, p.18.
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