Arrepentimiento, Confesión y Restauracion

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SEMINARIO BIBLICO

UNION CRISTIANA EVANGELICA ARGENTINA


UCEA

Arrepentimiento, confesión, restauración.

Consejería Pastoral.

Panica Ariel
Arrepentimiento.

Nuestro Señor vino al mundo predicando a los hombres diciendo: “Arrepentíos y creed en el
evangelio”, (Marcos 1:15) “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo
4:17). La pregunta que nos hacemos es ¿Qué significa arrepentirse? ¿De qué debemos
arrepentirnos? ¿Por qué debemos arrepentirnos?...
El arrepentimiento en su vocablo griego que significa literalmente “Un cambio de mentalidad
o de propósito”. En otras palabras, el pecador tiene que cambiar de parecer con respecto al
pecado y a Dios. Es un cambio total, por lo menos hay tres elementos que constituyen el
arrepentimiento bíblico: El intelectual (mente), el emocional (corazón), y el practico
(voluntad). Aunque el énfasis principal en el arrepentimiento es el cambio de idea que lleva al
cambio de conducta, no se puede descartar el elemento emocional de contrición o
remordimiento. Hay una definición que sostengo y es esta: “El arrepentimiento para vida es
una gracia salvadora operada en el corazón del pecador por el Espíritu y la palabra de Dios,
por la cual nace en él un modo de ver, y un sentimiento no sólo de lo peligroso, sino también
de lo inmundo y odioso de sus pecados; y al apercibir la misericordia de Dios en Cristo para
aquellos que se han arrepentido, se aflige por sus pecados, los odia y se aparta de todos ellos a
Dios, proponiéndose y esforzándose constantemente en andar con el Señor en todos los
caminos de una nueva obediencia”1
Aquella persona que realmente se arrepintió esta afligido por sus pecados, mas cuyo aquel
arrepentido falso está preocupado principalmente por sus consecuencias, El primero se
arrepiente principalmente de que ha hecho una maldad, el último de que ha traído sobre sí una
maldad. Debemos examinarnos de nuestro arrepentimiento si fue verdadero como pablo nos
manda hacer en 2 corintios 7:10-11 Porque sin arrepentimiento no podemos alcanzar el perdón
de Dios. Y una vez alcanzado el perdón de Dios debemos seguir creciendo en nuestro
arrepentimiento a diario, y dicho crecimiento está vinculado a nuestra fe.
El mejor ejemplo a cerca del arrepentimiento verdadero es la de David en salmos 51.

1 Catecismo Mayor de Westminster, P 76.


Confesión:
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9
El término “Confesar” significa decir lo mismo que Dios dice acerca del pecado y reconocer
el punto de vista divino en relación con el pecado.
En vez de encubrir el pecado debemos de confesarlos, y creer en las promesas que se
encuentras en la Biblia, debemos vivir una vida de continua confesión, porque Dios ofrece
limpieza continua a los que confiesan.
Cuando pecamos, se crea una barrera entre nosotros y Dios, la cual interrumpe nuestra
comunión con Él. Es por ello que debemos confesar nuestros pecados, una vez que hayamos
confesado nuestros pecados, somos perdonados, nuestras ofensas son lavadas y nuestra
comunión con el Señor es restaurada. No debemos ignorar nuestros pecados o tratar de
encubrirlos. Proverbios 28:13 nos dice:
““El que encubre sus transgresiones no prosperará, más el que las confiesa y las abandona
obtendrá misericordia”.
Por lo menos considero que hay dos tipos de confesiones, uno que es en relación a Dios; y es
el punto que acabo de tocar y la otra con el ser humano, una proclamación de la de fe en Dios.
Restauración
El verbo correspondiente se traduce ‘restaurar’ en Hechos 1:6. El Diccionario Teológico del
Nuevo Testamento dice que este sustantivo tiene “el significado fundamental de volver a
colocar en una situación anterior, restauración” 2
La restauración es progresiva y efectiva. Una persona podría estar lejos de Dios, apartado de
sus caminos. Pero después de arrepentirse obtiene el perdón de Dios, pero su vida entra en esta
área de restauración. Bien podemos decir que es un trabajo interior que luego se refleja en el
exterior. Necesariamente necesitamos al espíritu de Dios quien nos ayuda a restaurar una vida
caída.

2 (edición de L. Coenen, vol. 4, pág. 36).

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