La Nuez de Oro

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lágrimas en los ojos, María la entregó al duendecillo, quien al verla

La Nuez De Oro tan afligida, ablandó su corazón y le dijo: “Quédatela, noble


muchacha, porque no hay nada tan hermoso como ayudar a los
Había una vez una niña de nombre María, que tenía los cabellos
demás”.
negros como la noche. La hermosa María gustaba de pasear por el
bosque y conversar con los animales. Cierto día, encontró en el suelo Y así fue como María pudo regresar a casa con la nuez de oro,
una nuez de oro. alimentar a los pobres de la ciudad y proveerles de abrigos para
protegerse del crudo invierno. Desde entonces, todos comenzaron a
“Un momento, niñata. Devuélveme esa nuez,
llamarle tiernamente “Nuez de Oro”, pues los niños bondadosos
pues me pertenece a mí y nadie más”. Al
siempre ganan el favor y el cariño de las personas.
buscar el lugar de dónde provenía la voz, la
niña descubrió un pequeño duende que
agitaba sus brazos desde las ramas de un
árbol.

El duendecillo vestía de gorro verde y zapatillas carmelitas y


puntiagudas. Sus ojos verdes y grandes miraban a la niña fijamente
mientras repetía una y otra vez: “Venga, te he dicho que me regreses
esa nuez de oro que es mía, niña”.

“Te la daré si me contestas cuántos


pliegues tiene esta nuez en su piel.
Si fallas, la venderé y ayudaré a los
niños pobres que no tienen nada FIN
que comer”, contestó la valiente
niña enfrentando la mirada del
duende. “Mil y un pliegues”
contestó la criatura mágica
frotándose las manos.

La pequeña María, no tuvo entonces más remedio que contar los


pliegues en la nuez, y efectivamente, el duende no se había
equivocado. Mil y una arrugas exactas, tenía aquella nuez de oro. Con

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