María encontró una nuez de oro en el bosque y un duende le exigió que se la devolviera. María propuso un trato: si el duende adivinaba cuántos pliegues tenía la nuez, se la quedaría, pero si fallaba, ella la usaría para ayudar a los niños pobres. El duende acertó la cantidad de pliegues, pero al ver a María tan triste se apiadó y le permitió quedársela. María usó la nuez para alimentar a los pobres durante el invierno y desde entonces la llam
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María encontró una nuez de oro en el bosque y un duende le exigió que se la devolviera. María propuso un trato: si el duende adivinaba cuántos pliegues tenía la nuez, se la quedaría, pero si fallaba, ella la usaría para ayudar a los niños pobres. El duende acertó la cantidad de pliegues, pero al ver a María tan triste se apiadó y le permitió quedársela. María usó la nuez para alimentar a los pobres durante el invierno y desde entonces la llam
María encontró una nuez de oro en el bosque y un duende le exigió que se la devolviera. María propuso un trato: si el duende adivinaba cuántos pliegues tenía la nuez, se la quedaría, pero si fallaba, ella la usaría para ayudar a los niños pobres. El duende acertó la cantidad de pliegues, pero al ver a María tan triste se apiadó y le permitió quedársela. María usó la nuez para alimentar a los pobres durante el invierno y desde entonces la llam
María encontró una nuez de oro en el bosque y un duende le exigió que se la devolviera. María propuso un trato: si el duende adivinaba cuántos pliegues tenía la nuez, se la quedaría, pero si fallaba, ella la usaría para ayudar a los niños pobres. El duende acertó la cantidad de pliegues, pero al ver a María tan triste se apiadó y le permitió quedársela. María usó la nuez para alimentar a los pobres durante el invierno y desde entonces la llam
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lágrimas en los ojos, María la entregó al duendecillo, quien al verla
La Nuez De Oro tan afligida, ablandó su corazón y le dijo: “Quédatela, noble
muchacha, porque no hay nada tan hermoso como ayudar a los Había una vez una niña de nombre María, que tenía los cabellos demás”. negros como la noche. La hermosa María gustaba de pasear por el bosque y conversar con los animales. Cierto día, encontró en el suelo Y así fue como María pudo regresar a casa con la nuez de oro, una nuez de oro. alimentar a los pobres de la ciudad y proveerles de abrigos para protegerse del crudo invierno. Desde entonces, todos comenzaron a “Un momento, niñata. Devuélveme esa nuez, llamarle tiernamente “Nuez de Oro”, pues los niños bondadosos pues me pertenece a mí y nadie más”. Al siempre ganan el favor y el cariño de las personas. buscar el lugar de dónde provenía la voz, la niña descubrió un pequeño duende que agitaba sus brazos desde las ramas de un árbol.
El duendecillo vestía de gorro verde y zapatillas carmelitas y
puntiagudas. Sus ojos verdes y grandes miraban a la niña fijamente mientras repetía una y otra vez: “Venga, te he dicho que me regreses esa nuez de oro que es mía, niña”.
“Te la daré si me contestas cuántos
pliegues tiene esta nuez en su piel. Si fallas, la venderé y ayudaré a los niños pobres que no tienen nada FIN que comer”, contestó la valiente niña enfrentando la mirada del duende. “Mil y un pliegues” contestó la criatura mágica frotándose las manos.
La pequeña María, no tuvo entonces más remedio que contar los
pliegues en la nuez, y efectivamente, el duende no se había equivocado. Mil y una arrugas exactas, tenía aquella nuez de oro. Con