Annette Fields - Big Bad Boss
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Winny de Puh
Historias de Winny de Puh
ePub r1.0
Titivillus 22.09.16
Título original: Winnie-the-Pooh
Traducción: Isabel Gortázar
A.A. Milne, 1926
Ilustraciones: E.H. Shepard
traducido por
ISABEL GORTÁZAR
PARA ELLA
e la mano venimos
Christopher Robin y yo
regalarte este libro.
¿Dices que te sorprende?
¿Dices que te gusta?
¿Dices que es justo lo que querías?
Pues es tuyo,
porque te queremos.
INTRODUCCIÓN
Si por casualidad
has leído algún
otro libro de
Christopher
Robin, tal vez
recuerdes que
solía tener un
cisne (¿o era el
cisne el que tenía
a Christopher Robin?) y que el cisne se
llamaba Puh. De esto hace mucho tiempo
y, cuando nos despedimos, nos llevamos
el nombre porque pensamos que el cisne
ya no lo iba a necesitar. Más tarde,
cuando el Oso Eduardo dijo que quería
tener un nombre especial, Christopher
Robin dijo inmediatamente, sin pararse
a pensar, que se llamaría Winny de Puh,
y así ha sido. De modo que, una vez
explicada la parte de Puh, paso a
explicar el resto.
No se puede estar mucho tiempo en
Londres sin ir al zoológico. Hay gente
que recorre el zoológico empezando por
el principio, donde pone ENTRADA, y
pasa a todo correr por delante de las
jaulas hasta que llega al sitio donde
pone SALIDA. Pero la gente que más
nos gusta es la que va directamente a ver
a su animal favorito. Por eso, cuando
Christopher Robin visita el zoológico va
a donde están los Osos Polares, le dice
unas palabras al oído al tercer guardián
empezando por la izquierda, y se abren
unas puertas, y recorremos unos pasillos
oscuros, y subimos unas escaleras
empinadas hasta que llegamos a una
jaula especial, y la jaula se abre y sale
una cosa parda y peluda y, con un grito
feliz de “¡Oso querido!”, Christopher
Robin se lanza en sus brazos. El nombre
de este Oso es Winny, lo cual demuestra
que es un buen nombre para osos; lo
malo es que no nos acordamos de si
Winny se llama así por Puh o Puh por
Winny. Hubo un tiempo en que lo
sabíamos, pero se nos ha olvidado…
Había escrito hasta aquí cuando
Porquete dijo con su voz chillona:
—Y yo, ¿qué?
—Querido Porquete —le dije—,
todo este libro habla de ti.
—¡Y también de Puh! —chilló.
Ya veis el problema. Está celoso
porque opina que Puh ha conseguido
tener una Gran Introducción para él solo.
Puh, naturalmente, es el favorito; eso no
lo niega nadie, pero Porquete también
tiene algunas ventajas, porque, por
ejemplo, no se puede llevar a Puh al
colegio sin que se note; en cambio,
Porquete es tan pequeño que cabe en el
bolsillo, donde resulta muy
reconfortante encontrarlo cuando uno no
está seguro de si siete por dos son doce
o veinticuatro. A veces incluso puede
sacar la nariz y echar una buena ojeada
al tintero, lo cual hace que sea más
instruido que Puh, aunque a Puh eso no
le importa.
—Hay quien tiene cerebro y quien
no lo tiene —dice—, y no hay que darle
más vueltas.
Y ahora todos los otros están
gritando: «Y nosotros, ¿qué?». Así que
será mejor dejar de escribir
introducciones y empezar el libro de una
vez.
A.A. M.
Para Christopher Robin Seeley, por
innumerables razones (Isabel Gortázar).
CAPÍTULO I
En el cual conocemos a
Winny de Puh y a unas
abejas
***
Érase una vez, hace mucho tiempo,
más o menos el viernes pasado, un Oso
que se llamaba Winny de Puh y que
vivía solo en el Bosque, bajo el nombre
de Sanders.
(—¿Qué significa “bajo el
nombre”? —preguntó Christopher
Robin.
—Significa que tenía el nombre
sobre la puerta, escrito en letras de
oro, y que vivía debajo.
—Winny de Puh no estaba seguro
—dijo Christopher Robin.
—Ahora ya lo sé —dijo una voz
ronca.
—Entonces sigo —dije yo).
Un día que salió a pasear, llegó a un
claro en medio del Bosque y encontró un
gran roble.
Inmediatamente oyó un fuerte
zumbido que venía de lo alto del árbol.
Winny de Puh se sentó al pie del árbol,
puso la cabeza entre las zarpas y empezó
a pensar.
Es algo milagroso
cuán goloso
es un oso.
El oso es siempre fiel
a su tarro de miel.
—¡Hurra! —gritaste.
—¿No es estupendo? —gritó Winny
de Puh—. Dime qué te parezco.
—Pareces un Oso agarrado a un
globo —dijiste.
—¿Seguro? —preguntó Puh muy
angustiado—. ¿Seguro que no parezco
una nubecilla negra en el cielo azul?
—No mucho.
—Bueno, a lo mejor desde aquí
arriba se ve distinto y, como te decía,
con las abejas nunca se sabe.
No había viento que pudiera
acercarle al árbol, así que allí se quedó
quieto. Podía ver la miel, podía oler la
miel, pero no podía alcanzar la miel.
Al cabo de un rato te volvió a
llamar.
—¡Christopher Robin! —dijo en un
fuerte susurro.
—¿Qué?
—Me parece que las abejas
sospechan algo.
—¿Algo de qué?
—No sé. Pero estoy seguro de que
sospechan.
—A lo mejor creen que vas a
quitarles la miel.
—A lo mejor es eso; con las abejas
nunca se sabe.
Se hizo otro silencio y en seguida
volvió a llamarte.
—¡Christopher Robin!
—¿Sí?
—¿Tienes un paraguas en casa?
—Creo que sí.
—Te agradecería que lo trajeras
aquí y te pasearas con él arriba y abajo,
diciendo: “Vaya, vaya, parece que va a
llover”. Creo que, si hicieras eso,
ayudaría muchísimo a engañar a las
abejas.
—¿Tú crees?
—Estoy seguro. Así que lo probable
es que la miel sea también de mala
clase, ¿no te parece?
—Si tú lo dices…
—Sí; por lo tanto voy a bajar.
—¿Cómo? —le preguntaste tú.
Winny de Puh no había pensado en
esto. Si soltaba la cuerda, se caería de
golpe y eso no le hacía ninguna gracia.
Así que pensó durante un buen rato y
luego dijo:
—Christopher Robin, tienes que
disparar al globo con tu rifle. ¿Tienes
aquí tu rifle?
—Claro que lo tengo —le dijiste—.
Pero si hago eso romperé el globo.
—Y si no lo haces —dijo Puh—,
tendré que soltar la cuerda y me romperé
yo.
Dicho así comprendiste que la cosa
no tenía remedio, de modo que apuntaste
cuidadosamente al globo y disparaste.
—¡Ay! —dijo Puh.
—¿He fallado?
—Yo no diría que has fallado —dijo
Puh—. Pero no le has dado al globo.
—Lo siento —dijiste y volviste a
disparar y esta vez sí le diste al globo;
el aire empezó a salir despacito y Winny
de Puh bajó flotando hasta el suelo.
Pero los brazos se le habían
quedado tan tiesos de sujetarse a la
cuerda del globo durante tanto tiempo,
que no pudo bajarlos en una semana, y
cada vez que se le paraba una mosca en
la nariz tenía que soplar para que se
fuera. Y ahora que lo pienso (pero no
estoy seguro), ese fue el motivo por el
que siempre se le llamó Puh.
***
—¿Y ahí se acaba el cuento? —
preguntó Christopher Robin.
—Ahí se acaba este cuento. Pero hay
otros.
—¿De Puh y de Mí?
—Y de Porquete y Conejo y todos
los demás. ¿No te acuerdas?
—Sí, me acuerdo, pero luego,
cuando me quiero acordar, se me olvida.
—El día que Puh y Porquete
quisieron cazar un Pelifante…
—Pero no lo cazaron, ¿verdad?
—No.
—Puh no es capaz porque no tiene ni
pizca de cerebro. ¿Sabes si yo lo cacé?
—Bueno, eso forma parte del
cuento.
Christopher Robin asintió con la
cabeza.
—Ya recuerdo —dijo—, pero Puh
ha olvidado todo, así que le gustaría que
se lo vuelvas a contar porque entonces
es como un cuento nuevo y eso es mucho
mejor que acordarse.
—Tienes toda la razón —dije.
Christopher Robin suspiró
profundamente, agarró a su oso por una
pata y lo arrastró hasta la puerta. Desde
el umbral se volvió y preguntó:
—¿Vas a subir a ver cómo me baño?
—A lo mejor —dije yo.
—¿Verdad que no le hice daño
cuando le disparé?
—En absoluto.
Asintió con la cabeza y salió. Un
momento después oí a Winny de Puh
(plom, plom, plom) subiendo las
escaleras detrás de él.
CAPÍTULO II
En el cual Puh va de
visita y se encuentra en
un aprieto
Tra-la-la-lá,
Tra-la-la-lá,
Chin-pum-pum,
Patapum.
El rabo se perdió
Fue Puh quien lo encontró.
A la hora de almorzar
Puh lo salió a buscar.
CAPÍTULO V
En el cual Porquete se
encuentra un Pelifante
***
—¿Y yo no le regalé nada? —
preguntó Christopher Robin muy triste.
—Claro que sí —le dije—. Le
llevaste… ¿ya no te acuerdas de lo que
le llevaste?
—Una caja de pinturas para pintar
cosas.
CAPÍTULO VII
En el cual Kanga y Baby
Ruh llegan al Bosque y
Porquete toma un baño
1. OBSERVACIONES GENERALES.
Kanga corre más que cualquiera de
Nosotros, incluido Yo.
2. MÁS OBSERVACIONES GENERALES.
Kanga nunca pierde de vista a Baby
Ruh excepto cuando lo lleva
guardado en el bolsillo.
3. POR LO TANTO. Si vamos a capturar
a Baby Ruh, tenemos que salir con
mucha ventaja, porque Kanga corre
más que cualquiera de Nosotros,
incluido Yo. (Ver 1).
4. UNA CONSIDERACIÓN. Si Ruh sale
del bolsillo de Kanga y Porquete se
mete en su lugar, Kanga no se dará
cuenta, ya que Porquete es un
Animal Muy Pequeño.
5. Como Ruh.
6. Pero Kanga tendría que estar
distraída mirando a otra parte para
no ver cómo Porquete se mete en su
bolsillo.
7. Ver 2.
8. OTRA CONSIDERACIÓN. Si Puh
estuviera hablándole muy deprisa,
Kanga tal vez miraría a otra parte.
9. Y entonces yo podría llevarme a
Ruh.
10. Corriendo.
11. Y Kanga no descubriría el
Cambiazo hasta Después.
Los viernes…
PoLO NorTE
DiscoVIErto Por PUh
PUh Lo ENCUENTRÓ
¡SOCORRO!
PORQUETE (YO)
Y en el otro lado:
***
Cuando empezó la lluvia Puh estaba
durmiendo. Llovió y llovió y llovió, y él
durmió y durmió y durmió. Estaba
cansadísimo. Ya recordáis cómo había
descubierto el Polo Norte; bueno, pues
estaba tan orgulloso de su hazaña que
fue a preguntar a Christopher Robin si
había otros Polos que un Oso de Poco
Cerebro pudiera descubrir.
—Hay un Polo Sur —dijo
Christopher Robin—, y supongo que
tiene que haber un Polo Este y un Polo
Oeste, aunque nadie habla de ellos.
Puh se puso muy nervioso con esta
noticia y sugirió que se organizara una
Expedición para descubrir el Polo Este,
pero Christopher Robin tenía unas cosas
que hacer con Kanga, y Puh se tuvo que
ir solo a descubrir el Polo Este. No
recuerdo si al final lo descubrió o no,
pero estaba tan cansado cuando llegó a
casa que se quedó dormido en la silla
mientras cenaba. Y durmió y durmió y
durmió.
De repente, se puso a soñar. Estaba
en el Polo Este y hacía un frío terrible;
el Polo estaba cubierto por la nieve y el
hielo más fríos del mundo. Había
encontrado una colmena para
guarecerse, pero no le cabían las patas,
así que las tenía a la intemperie. Y una
bandada de Frusbos Salvajes, típicos
del Polo Este, le picoteaban las piernas,
tratando de hacer nidos entre su
pelambre. Y cuanto más picoteaban, más
frío le entraba en las patas. De pronto se
despertó sobresaltado y se encontró
sentado en la silla con los pies en el
agua y su casa inundada.
Chapoteó hasta la puerta y miró
afuera…
—Esto es grave —dijo Puh—.
Tengo que pensar en organizar un
Rescate.
Así que cogió el tarro más grande de
miel y lo rescató llevándolo a la rama
más alta del árbol. Luego bajó de nuevo
y rescató otro tarro… y cuando el
Rescate llegó a su fin, Puh se encontró
sentado en su rama, con los pies
colgando, y diez tarros de miel, en fila,
junto a él.
CANCIÓN EXPLICATORIA
¡Tres hurras por Puh!
(¿Por quién?)
Por Puh…
(¿Qué dices que hizo?)
¡Rescatar a Ruh!
¡Viva Winny el Oso,
que salvó al mocoso!
Cantemos la hazaña
de Winny el coloso.
(¿A quién te refieres?)
Me refiero al Oso,
que en un periquete
rescató a Porquete.
(¿Puh lo rescató?)
Winny lo salvó.
Puh es un elemento
de enorme talento.
(¿Qué dices que tiene?)
Lo que más conviene,
y aunque creo que
no sabe nadar,
en un cachivache
consiguió flotar.
Así que cantemos
la gloria de Puh.
(¿De Ruh?)
No, de Puh.
El Oso estupendo,
el Oso tremendo.
Puh el Descubridor
del Gran Polo Norte
que está clavado
bien señalizado.
Donde Puh lo halló,
allí lo clavó.
¡Tres hurras por Puh!
(¿Hablas de ese Oso?)
¡Hablo del grandioso!
Sus lances sin par
vuélveme a contar.
***
—¿Y qué pasó? —preguntó
Christopher Robin.
—¿Cuándo?
—A la mañana siguiente.
—No sé.
—¿Podrías enterarte y contárnoslo a
Puh y a mí otro día?
—Si tienes mucho interés…
—Puh tiene mucho interés.
Suspiró profundamente, agarró a su
Oso por una pata y echó a andar
arrastrando tras de sí a Winny de Puh.
Ya en la puerta se volvió y dijo:
—¿Subirás a ver cómo me baño?
—A lo mejor —dije.
—La caja de lápices de Puh, ¿era
mejor que la mía?
—Era exactamente igual —dije.
Asintió con la cabeza y salió… Unos
segundos más tarde pude oír a Winny-
de-Puh (pum, pum, pum) subiendo las
escaleras con la cabeza.