Oswald Wirth El Ideal Iniciatico
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Paul Chacornac
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
ÍNDICE
PRÓLOGO 3
CAPÍTULO I AÑOS DE INFANCIA Y DE ADOLESCENCIA 7
CAPÍTULO II EN BUSCA DE “LA PALABRA PERDIDA” 14
CAPÍTULO III “EX ORIENTE LUX” 19
CAPÍTULO IV PRIMEROS COMBATES 29
CAPÍTULO V MEDITACIÓN SILENCIOSA 33
CAPÍTULO VI LAS LLAMADAS DE ORIENTE 35
CAPÍTULO VII REBELIÓN CONTRA EL MUNDO MODERNO 51
CAPÍTULO VIII EN EL PAIS DE LA ESFINGE 60
CAPÍTULO IX EL ANUNCIADOR 68
CAPÍTULO X EL “SERVIDOR DEL ÚNICO” 75
CAPÍTULO XI DESPUÉS DE LA PARTIDA DEL SEMBRADOR 80
2
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
PRÓLOGO
3
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Casi nos sentimos tentados de excusarnos por haberla emprendido, pues una
biografía de René Guénon puede, con razón, sorprender a sus lectores habituales y a los
amigos que le conocieron.
En efecto René Guénon dijo muchas veces que en el ámbito tradicional, el único que
tenía importancia a sus ojos, las individualidades no contaban.
Pero nada podemos contra el hecho de que en el mundo en que vivimos, a falta de
poder escribir la historia, se construyan leyendas con intenciones que pueden ser muy
diferentes a la realidad y hasta opuestas.
Por lo que hemos creído obrar en nombre de la verdad, aunque de manera harto
modesta, estableciendo o restableciendo hechos que se refieren a la obra de René
Guénon. Será en el mundo de los hechos reales en el que nos mantendremos. Es decir,
que no se encontrará aquí un “psicoanálisis de René Guénon” como se suele decir hoy
día. Explicar una obra literaria o filosófica, a través de un temperamento o un carácter,
sin duda podrá a veces justificarse. No sería serio en una obra tan desindividualizada
como es la de Guénon; ante un hombre que se negaba a tener una ideología personal y
que jamás reivindicó otro mérito que el de ser el portavoz discreto y concienzudo de una
tradición inmemorial que trasciende todo pensamiento y todo sentimiento humanos.
Lo que, sin duda, es más extraordinario en René Guénon, es la desaparición total de
su individualidad ante la doctrina que formula.
Hemos recogido un cierto número de hechos, de textos impresos, de
correspondencias privadas, de testimonios directos de personas que conocieron a
Guénon. Muchos otros se nos han escapado y algunos entre los más importantes se
escaparán para siempre de la investigación del historiador.
No hemos intentado disimular estas lagunas; cuando no hemos sabido algo lo hemos
dicho y cuando nos parecía que podíamos formular una hipótesis la hemos presentado
como tal.
También hay en nuestro trabajo lagunas voluntarias pero se convendrá y se
comprenderá que no puede ser de otra manera cuando se escribe sobre una época tan
cercana a los acontecimientos que se relatan. No podíamos citar a terceras personas sin
su autorización y no podía ni siquiera plantearse el pedirla.
Sobre todo en el período del comienzo de 1929 hasta el final de ese año, se podría
haber dicho más de lo que se ha dicho, sobre todo en lo que se refiere a las esperanzas y
decepciones vividas por Guénon relativas a ciertas prolongaciones de su obra. Pero no
hubiera sido nada agradable para algunas personas y ciertamente Guénon no lo hubiera
deseado. Incluso en el terreno de los hechos, hay omisiones de las cuales no nos
decidiremos a hablar a menos que nos obliguen manifestaciones importantes.
4
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Debemos abordar ahora una cuestión personal. Nos excusamos por ello, pero no
vemos el modo de evitarlo.
Quizás algunas personas no hayan olvidado que publicamos en 1926 un libro
titulado “Eliphas Levi”, renovador del ocultismo y podrían extrañarse que hagamos hoy
la biografía de René Guénon, el cual en un momento dado había proyectado escribir;
“Un Erreur Occultiste” como continuación a sus obras de crítica; “Le Theosofisme” y
“L’Erreur Spirite”. No sentimos ningún escrúpulo al reconocer que si seguimos
encontrando atractiva la figura de Eliphas Levi, no por ello volveríamos a escribir
nuestro libro de la misma manera… Si Dios nos da vida publicaremos una nueva
edición, trayendo a colación las puestas a punto necesarias.
¿Quién podría asombrarse de esto?, pues, ¿de qué serviría vivir y envejecer si no se
aprendiera nada? Nosotros creemos haber aprendido un poco desde un tercio de siglo…
gracias a Guénon hemos revisado muchas cosas.
Nos parece sin embargo que los admiradores de Guénon y sobre todo los más
jóvenes son a veces un poco demasiado severos con todo lo que le precedió; nos parece
que olvidan lo difícil que era en el Occidente moderno, antes de Guénon, adquirir
nociones exactas sobre el esoterismo, la iniciación y las ciencias tradicionales; nos
parece que olvidan también cuántos esfuerzos debieron hacer y cuántas inquietudes
pasaron, los que en la mitad del siglo XIX tuvieron un presentimiento de un más allá del
exoterismo.
En un artículo reciente sobre “Les idées traditionelles au temps des grandes
illusions”, Mme. Marie-Paule Bernard recordaba oportunamente; “Con la introducción
del Dogme et Rituel de la Haute Magie de Eliphas Levi, en 1861, que bajo el nombre de
“filosofía oculta” se reafirmaba la unidad fundamental de las tradiciones,
simultáneamente aparece entonces la concepción de esoterismo en sus dos aspectos de
iniciación sacerdotal y de iniciación real.
“A través del velo de todas las alegorías hieráticas y misteriosas de los antiguos
dogmas, a través de las tinieblas y las extrañas pruebas por las que había que pasar en
todas las iniciaciones antiguas, bajo el sello de todas las escrituras sagradas, en las
ruinas de Nínive y de Tebas, bajo las desgastadas piedras de los antiguos templos y en el
rostro ennegrecido de las esfinges de Asiria o de Egipto, en las pinturas maravillosas o
monstruosas que explican a los creyentes de la India las páginas sagradas de los Vedas,
en los extraños emblemas de nuestros viejos libros de alquimia, durante las ceremonias
de recepción que se practican en todas las sociedades misteriosas, se encuentran por
todas partes las mismas huellas y en todas partes están cuidadosamente escondidas.
La filosofía oculta parece haber sido la madrina o la nodriza de todas las religiones,
la palanca secreta de todas las fuerzas intelectuales, la llave de todas las oscuridades
5
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
divinas y la reina absoluta de todas las épocas donde estaba reservada a la educación de
sacerdotes y de reyes”1.
Sin duda con respecto a esta tradición esotérica que él, al igual que Cornelio
Agrippa, llama “filosofía oculta”, Eliphas Levi no ha entrevisto el aspecto metafísico;
sin duda dio demasiada importancia a ciertas ciencias tradicionales secundarias pero no
por ello resulta menos bella o menos significativa la página. Mme. Marie-Paule Bernard
añadía al margen; “Para los lectores que se asombren de vernos citar aquí a Eliphas
Levi, les recomendaremos lo que escribía René Guénon con respecto a este autor:
“Eliphas Levi sería el primero en desautorizar a sus presuntos sucesores, a los cuales él
era sin duda muy superior intelectualmente, a pesar de estar lejos de ser lo profundo que
quería parecer y teniendo la equivocación de ver las cosas a través de la mentalidad de
un revolucionario de 1848. Si nos hemos entretenido un poco discutiendo su opinión, es
porque sabemos cuán grande fue su influencia, incluso sobre los que no le entendieron y
porque creemos que es bueno fijar los límites en los cuales su competencia puede ser
reconocida.”
René Guénon dejó por lo tanto bien claro que él no creía que Eliphas Levi fuese
totalmente solidario con el movimiento ocultista nacido hacia el final del siglo XIX y
también que le reconocía una cierta “competencia” que debe sin duda atribuirse al
mundo intermedio.
Vamos a intentar, para concluir, hacer resaltar en qué medida fue Guénon el
continuador de una corriente de pensamiento poco conocida en el siglo XIX y en qué
medida su “aportación” fue verdaderamente “nueva” para el Occidente moderno.
Veremos que la parte que le corresponde es lo bastante grande y lo bastante bonita,
para que se pueda, al mismo tiempo que se rinde a René Guénon una admiración sin
reservas, no dejar de reconocer los méritos de investigadores sinceros, quizás menos
dotados y en todo caso menos afortunados que él.
1
Etudes Traditionnelles, dic. 1956, p. 337-339.
6
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO I
2
Este linaje no tiene nada que ver con el de los Guénon de Livorno, como algunos han creído.
3
Saumur se llamó en un principio Saulmeur, después Saumeur, que según algunos quiere decir: “bajo
el muro”; según otros “salvo el muro” (Salous murus).
4
Ch. Baussan: L’Anjou. París, Arthaud, 1946, p. 31.
5
Ch. Baussan. Ob.cit., pp. 88-95.
7
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
6
Jean Mornet, Autour de René Guénon Extr. Bullet, des Anciens Elèves du Lycée de Blois. 1955.
7
Corresp. de René Guénon avec P. Gentry, 1929.
8
Esta etimología es tanto más exacta cuanto que el Blesois estaba cubierto de vastos y sombríos
bosques: el primer escudo de la villa llevaba un lobo por emblema. Caplat. Petite Histoire de Blois, Blois
1947, p. 8.
9
Según la copia del certificado de Bautismo de la Iglesia de Saint-Saturnin, 25 de abril de 1951.
10
F. Bournon. Blois, Chambord et les Châteaux du Blesois. París 1908, p. 73.
8
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
9
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
hijo. Y como fuera institutriz de una escuela de Blois, le inculcó los primeros
rudimentos de estudio.
Durante este tiempo su crecimiento fue rápido y hacia la edad de 11 años era ya
esbelto y alto.
René Guénon hizo su primera comunión el 7 de junio de 1897, en la iglesia de San
Nicolás. Este iglesia, la más bonita de la región de Blois, es un notable edificio gótico
del siglo XII. En aquella época era no solamente la iglesia y abadía benedictina de St.
Laumer sino también una de las etapas de la ruta Jacobea 16 Incluso se dice que sus
constructores se inspiraron en la célebre Catedral de Chartres para alguna de sus partes.
Fue en la apertura de curso del octubre de 1898 con apenas 12 años, cuando René
Guénon entró en el colegio de Maria Auxiliadora, que por cierto debió recordarle la
capilla de su bautizo. El colegio era un establecimiento religioso de enseñanza de
segundo grado, dirigida por curas seculares. Los cursos se daban en común con los del
pequeño seminario. Estaba en la calle Franciade, en la parte más alta de la ciudad de
Blois. En aquella época el colegio estaba dirigido por el Canónigo Orain. La notable
inteligencia que poseía le hizo comprender rápidamente y digerir el bagaje necesario
para convertirse en un destacadísimo alumno y fue muy a menudo el primero de la
clase. Estuvo en este colegio desde octubre de 1898 y se fue de allí estando en segundo
grado por causa del siguiente incidente.
“Era, nos dice el Canónigo Boiteau, un alumno brillante, siempre el primero de su
clase. Desgraciadamente, en segundo se produjo un incidente poco corriente. Fue
clasificado segundo en una composición de francés, por su profesor Simón Davancourt.
Su padre fue a quejarse al profesor, quien le propuso para justificarse, cosa que no se
hace jamás, que leyera la copia del primer alumno y la de su hijo y le declaró que si
admitía que la copia del primero era mejor que la de su hijo, él lo clasificaría el último o
viceversa. El padre tuvo que reconocer que, efectivamente, el primero merecía
verdaderamente el primer lugar. Entonces el profesor clasificó a René Guénon el último
y su padre, ofendido, ingresó a su hijo en otro colegio. El colegio Augustín Thierry 17.
Ahora bien, esta decisión fue tomada por M. Guénon, padre, a resultas de una algarada
que él mismo describe en una carta dirigida al Canónigo Orain, director del colegio, el
20 de noviembre de 1901:
“Creo mi deber informarle a Vd. que ayer tarde y durante más de una hora y además
en plena calle, el Señor S. (profesor) ha hecho a mi hijo una escena que lo ha puesto
16
Dr. Lesueur. Suir. cit. pp. 57 y 59.
17
Carta de l’Abbé E. Boitard, profesor del colegio de N-D. des Aydes, 18 abril 1951. El Abbe Boitard
murió el 13 de Abril de 1952.
10
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
enfermo. Llegando a casa, mi hijo ha tenido que meterse en cama con fiebre alta.
Tememos que sobrevengan complicaciones y estamos muy inquietos.”
Entra, por lo tanto, Guénon en el colegio de AgustínThierry, en Enero 1902, como
alumno de retórica18.
“El colegio estaba agradablemente situado a orillas del Loire, con una vista
magnífica sobre el caudaloso río que ya en Blois adquiere toda su gloria y su dulzura.
Los edificios no eran otros que los de la antigua abadía de N. D. du Bourg-Moyer (de la
orden de S. Agustín) y los locales en la época que estuvo el joven Guénon de alumno
pecaban de una vetustez que contrastaba con el aspecto seductor del exterior.
Entre los recuerdos interesantes del viejo establecimiento escolar (que ha sido
completamente destruido junto con sus archivos por un incendio durante el bombardeo
de junio de 1940) es notable la capilla (dos naves abovedadas del siglo XIII) y que fue
antaño el estudio en donde Augustin Thierry vivió las primeras emociones del
historiador. Aún llamaba la atención por aquella época, en el gran salón de la
administración, un hermoso retrato representando al antiguo rector Louis de Saussaye,
que ha dado su nombre al muelle que rodea el establecimiento”19.
Al cabo de pocos meses René Guénon era ya considerado por sus profesores como
un excelente alumno, bajo todos los puntos de vista; bien dotado y trabajador.
Desgraciadamente, su salud siempre precaria le impedía a menudo seguir los cursos
del colegio; sin embargo, a costa de grandes esfuerzos, consiguió presentarse en el
Concurso General para versión latina.
El año siguiente, 1903 estando en filosofía, R. Guénon fue el mismo alumno
inteligente y reflexivo que nunca cesó de estar a la cabeza de su clase. De nuevo tomó
parte en el Concurso General de Ciencias y Filosofía y obtuvo un accésit en Física. En
esta ocasión la Sociedad de Ciencias y Letras de Blois, le concedió un premio.
Habiendo obtenido el título de bachiller el 2 de agosto de 1902 en su primera parte,
consiguió el 15 de julio de 1903 ser bachiller en filosofía, con la mención de “bastante
bien”20.
Empezó a estudiar matemáticas elementales en 1904 y en seguida demostró
“aptitudes excepcionales” en esta rama del saber universitario, recibiendo el más alto
premio del colegio: la medalla ofrecida por la Asociación de Antiguos Alumnos21.
18
Jean Mornet. Guénon à Blois Estracto del Bullet, de l‘Asotiation d’Anciens Elèves du liceé de
Blois, 1954, p. 2.
19
Carta de M. Bière, antiguo economista del colegio.
20
Declaraciones suministradas por el servicio del Baccalaureat, en París.
21
Todas las indicaciones que conciernen al colegio Agustin Thierry han sido extraídas del libro
escolar de René Guénon.
11
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
22
Jean Mornet, art .cit. p. 3.
23
Los informes proporcionados por Mr. le Provisseur del lycée Jacques-Decour, antiguo colegio
Rollin.
24
Esta asociación ya no existe.
12
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Era el antiguo palacio Chesniseau, construido a principios del siglo XVIII (1730),
“cuyos jardines se extendían en aquella época hasta el muelle de Orleans, sobre el que
se abría otra entrada, entre dos pequeños pabellones. En este palacio estuvo el
arzobispado en 1840. Y es allí donde, en 1848, fue llevado Monseñor Affre, después de
fallecer el 25 de junio ante una de las barricadas del faubourg St. Germain.
“La fachada que da a la calle St. Louis en l’Ille es extraordinaria por su puerta de
salientes de sinuosos labrados, su gran balcón de hierro dentado, sostenido por dos
ménsulas con dragones y mascarones y su frontispicio Louis XV, del más puro estilo
rococó. Al fondo de un gran patio enlosado 25, se puede ver una especie de pórtico muy
decorativo con, en el centro, un medio rosetón fulgurante de rayos, que parece o figura
un sol”26.
A la derecha, un edificio que hace saliente sobre el patio, está muy desfavorecido
por una serie de escalones, llamados “escalera F”, escalera estrecha y sombría,
extrañamente perfilada. Y allí, en el tercer piso, se encontraba al fondo de un sombrío
pasillo el pequeño apartamento que René Guénon habitó durante más de 25 años y que
ya entonces tenía el perfume un poco polvoriento de las meditaciones de otra época. Se
entraba por un estrecho vestíbulo, sobre el que se abrían dos puertas: la de una cocina
espaciosa y la de una habitación que hacia a la vez de comedor y de recibidor. Después
seguidos, dos dormitorios. Grandes ventanales dando al patio interior, proporcionaban
luz al apartamento. Y si la cocina y la sala se alumbraran con gas, las habitaciones de
dormir, por la noche, sólo tenían la luz de lámparas de velas.
Por aquella época, René Guénon había llegado a ese período de la vida en que
frecuentemente el espíritu ya no se satisface sólo con estudios clásicos. Creyó como
muchos antes y después de él, encontrar un ensanchamiento de su horizonte espiritual,
volviéndose hacia las doctrinas neo-espiritualistas, tan en boga en aquella época.
25
Este patio interior estaba ocupado en 1906 por los hornos de la galletería Brateau, hoy
desaparecida.
26
G. Pillement, Les Hôtels de l‘île Saint-Louis, París 1951, p. 17.
13
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO II
1
Papus, L ‘Occultisme et son état actuel, en L‘Initiation, Mayo de 1907, p. 110.
14
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
15
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
puesto que ha impedido que otros después que él se comprometieran en esos caminos
sin salida o al menos que perdiesen su tiempo.
A los que más tarde le reprochaban esta actitud, él contestaría: “Si hemos tenido en
una cierta época, que meternos en esos ambientes, es por razones que sólo a nosotros
conciernen”5.
He aquí, por lo tanto, en términos claros y precisos, lo que él pensaba del
movimiento neo-espiritualista, con respecto a sus diversas escuelas:
“Es imposible asociar doctrinas tan dispares como son todas las que se alinean bajo
el nombre de espiritualismo; todos estos elementos no podrán jamás constituir un
edificio estable. La equivocación de la mayor parte de estas doctrinas pseudo-
espiritualistas, es el de no ser más que materialismo transpuesto a otro plano y de querer
aplicar al patrimonio del espíritu los métodos que la ciencia ordinaria emplea para el
estudio del mundo hílico. Estos métodos elementales no darán jamás a conocer otra cosa
que simples fenómenos sobre los que es imposible edificar una teoría metafísica
cualquiera, pues un principio universal no puede inferirse de hechos particulares.
Por otro lado, la pretensión de adquirir conocimientos del mundo espiritual por
medios materiales, es evidentemente absurda; solamente en nosotros mismos podemos
encontrar los principios de este conocimiento y no en cosas exteriores”6.
Habiéndose convencido que las organizaciones ocultistas no detentaban ninguna
enseñanza seria y dirigían a sus miembros a un falso espiritualismo incoherente y
desprovisto de base tradicional, René Guénon pensó en agrupar los elementos más
interesantes de estas organizaciones.
Una extraña circunstancia le brindó la ocasión. Justamente al comenzar 1908, varios
miembros de la Orden Martinista, reunidos en un hotel del n° 17 de la calle de Canettes,
cerca de Saint-Sulpice, obtuvieron ciertas comunicaciones por “escritura directa”.
Ahora bien cierto día recibieron la orden de reunir a Guénon. En las comunicaciones
que siguieron, tanto en la calle Canette, como en la calle Saint-Louis-en-l’Ile, “la
entidad” que se manifestaba instaba a los asistentes a fundar una “Orden del Temple” de
la cual Guénon debía ser el jefe.
A propósito de esto veamos lo que nos dirá más tarde Guénon, sobre el valor de
mensajes análogos:
“Una comunicación expresando hechos realmente desconocidos por todos los
asistentes, puede sin embargo provenir del “subconsciente” de uno de ellos, pues a este
4
Se encuentran en los números de enero 1909 de L’Initiation, dos nomenclaturas de actividades
mensuales de la Escuela Hermética, firmadas R.G.S I. Fue su única colaboración a esta revista.
5
Le Voile d’Isis, Mayo de 1932, p. 351.
6
La Gnose et les écoles spiritualistes, en la Gnose, diciembre de 1909, p. 20.
16
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
respecto se está muy lejos por lo general de conocer todas las posibilidades del ser
humano; cada uno de nosotros puede estar en conexión a través de esa parte oscura de sí
mismo, con seres y cosas de las que nunca haya tenido conocimiento en el sentido
corriente de esa expresión y se pueden establecer innombrables ramificaciones a las
cuales es imposible asignar límites definidos7.
La renovada Orden del Temple comprendía teóricamente 7 grados, que eran:
Caballero del Templo, Príncipe de la Nueva Jerusalén, Rosa-Cruz Egipcio, Caballero de
Guardia de la Torre Interior, Adepto Hermético, Kadosh Templario, Gran Comendador
del Temple. Sin embargo los rituales de estos grados nunca fueron divulgados.
Añadamos sin embargo que la “Orden del Temple”, que no tuvo más que una existencia
efímera, habría podido constituir un grupo de estudios, del genero de los cuales, el autor
de Oriente y Occidente, debía más tarde contemplar la posibilidad.
La fundación de la “Orden del Temple” fue el origen de las diferencias entre Guénon
y sus amigos, por una parte y de Papus y Teder, por la otra 8. Los primeros fueron
excluidos de diversas organizaciones controladas por los segundos.
Después de su ruptura con las organizaciones ocultistas, Guénon fue admitido en la
“Logia Thebah”, dependiente de la Gran Logia de Francia, Rito Escocés Antiguo y
Aceptado9.
Debía permanecer en activo en esta disciplina hasta la guerra de 1914, que puso “en
sueños” las logias. Después de la guerra, completamente absorto en su trabajo público,
no volvió a emprender ninguna otra actividad, sin cesar por ello de interesarse en la
Masonería y de tener relaciones con miembros de diferentes obediencias.
Sin embargo hizo sobre esta organización iniciática auténtica las siguientes
salvedades: “La Masonería ha padecido una degeneración; el comienzo de esta
degeneración es la transformación de la Masonería operativa en Masonería especulativa,
pero no podemos hablar aquí de discontinuidad; aun habiendo habido “cisma”, la
filiación no fue interrumpida por eso y continúa a pesar de todo; la incomprensión de
sus adheridos y hasta de sus dirigentes no altera en nada el valor de sus ritos y ritos de
los cuales ella continúa siendo depositaria”10.
7
L’Erreur Spirite París, p. 105.
8
Hiram, febrero de 1909, p. 6.
9
En enero de 1913, la revista Le Symbolisme publicó una conferencia de René Guénon, pronunciada
en la Logia Thebah, bajo el título de L ‘Enseignement Initiatique.
10
Etudes Traditionnelles, junio de 1937, p. 234.
17
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
11
Se leerá con curiosidad Les Souvenirs Occultistes de J. Doinel publicado en Le reveil gnostique,
marzo y abril de 1908, sobre la renovación de la Iglesia gnóstica.
18
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO III
1
Le Voile d’Isis, mayo de 1926.
2
Ver La métaphisique Islamique, en Le Voile d’Isis, febrero de 1930.
19
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
3
Aperçus sur l’ésotérisme Chrétien, París 1954, p. 50, nota I.
4
Sin embargo Champrenaud, personalmente, no publicó nada en esa revista y Matgioi, solamente
publicó uno.
20
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
5
La Gnose fue editada por la “Librairie du Merveilleux”, que dirigían P. Dujols y A. Thomas. Esta
librería estaba situada en el 76 de la calle de Rennes. Se accedía a ella a través de una verja de hierro
forjado, que daba a un gran patio interior adoquinado que comunicaba con un edificio que contenía la
librería, situada en el primer piso. Eran las dependencias del antiguo hotel de Chemilly.
6
Este artículo ha sido reproducido en Etudes Traditionnelles, junio del 1951.
7
A. Thomas (Marnés) pereció en la guerra de 1914-18.
8
Aunque este trabajo esté inacabado, lo hemos publicado en los números de enero, febrero y marzo
de 1952 de Etudes Traditionnelles.
21
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
9
Ver en Le Voile d’Isis, abril y agosto de 1910, los dos artículos que Sédir ha consagrado al Hindú y
al Chino que lo contactaron.
10
Son testigo sus obras sobre les Incantations y Le Fakirisme Hindou et ses Yogas.
11
P. Sédir et les doctrines Hindoues en Le Voile d’Isis, abril de 1926, p. 240.
22
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
orientalistas europeos o americanos, que sin duda han trabajado a veces con asiáticos
pero sin pedirles otra cosa que una ayuda destinada a facilitarles un trabajo que quedaba
mayormente en la clasificación libresca y concebida según los métodos de erudición
occidental.”
Ahora bien, sabemos de forma cierta que el texto de este artículo fue comunicado a
René Guénon, antes de su publicación. El Señor Preau había escrito en primer lugar y
según informes anteriores, que era debido a la enseñanza oral de los orientales a lo que
Guénon debía sus conocimientos de las doctrinas de la India y del esoterismo islámico.
Al texto que se le había comunicado, Guénon añadió de su puño y letra “…y del
Taoísmo” completando y confirmando a la vez lo que el Señor Préau había escrito.
Guénon había tenido por lo tanto Maestro o Maestros Hindúes. Nos ha sido
imposible obtener la menor precisión sobre la identidad de ese o esos personajes y todo
lo que se puede decir con certeza; es que se trataba en todo caso de un o de unos
representantes de la Escuela Vedanta Advaita, lo que no excluye que hubieran otras.
Lo que nos parece no menos cierto, es que por la razón arriba indicada, su contacto
con René Guénon no pudo ser posterior a 1908 o a lo más tardar a principios de 1909.
Incontestablemente es ese contacto lo que determinó la vocación de René Guénon y
es ese conocimiento recibido de fuente hindú lo que marcará más profundamente su
obra, por determinante que fuera en otros aspectos, otro contacto en su vida individual.
En lo que concierne al Taoísmo, está permitido formular otra conjetura. Parece
ciertamente que un primer conocimiento de la metafísica extremo-oriental le llegó a
Guénon por el canal de Matgioi y está permitido suponer que la enseñanza oral fue
comunicada aquí, por el hijo menor del “Maestro de Sentencias”, el tong-sang Luat, el
cual vivió en Francia un cierto tiempo y contribuyó a la traducción de los textos chinos
que figuran en La Vía Racional y La Vía Metafísica.
También podemos decir y sin embargo sin poder precisar más, que Guénon, por el
lado Taoísta, recibió “más” de lo que había recibido Albert de Pouvourville.
Por lo que se refiere al Sufismo, estamos un poco más informados en cuanto a las
fuentes y los datos más importantes. No parece dudoso que el primer contacto de
Guénon en ese dominio fue el encuentro con ese personaje que escribió en La Gnose
bajo el nombre islámico de Abdul-Hadi, (el servidor del guía). Siendo el nombre de
Abdul-Hadi uno de los 99 nombres atributivos de Allah.
El nombre profano de Abdul-Hadi era John Gustaf Agueli. Nació el 24 de mayo
1869, en Sala, pequeña ciudad sueca en la Vastamanland a 29 kms. de Estocolmo. Era
hijo de un veterinario.12
12
Los elementos de esta vida están extraídos del cuaderno de M. A. Westholm Jean Agueli 1869-
1917. Göteborg 1957 y del libro de M. Axel Gauffin, Ivan Agueli, Stockholm 1940.
23
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
24
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
14
“Los términos rama Shadhilita” indican una rama de la organización iniciática (Tariqah), fundada
en el siglo VII de la Egira por el Sheikh Abdul-Hasan ash Shâdili, una de las más grandes figuras
espirituales del Islam” (M. Valsan, l‘Islam et la fonction de Réne Guénon, en Etudes Traditionnelles,
enero, febrero de 1953, p. 36).
15
“El término Mudhat Mâlaki indica una de las cuatro escuelas jurídicas sobre las que se basa el
orden exotérico del Islam” (M. Valsan, idem).
25
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
de interrumpir toda relación con los italianos. Más tarde, en 1916, hablará de su
“venerado Sheik, Sidi Hosafi del Cairo, donde él tiene hechos algunos pequeños
trabajos sobre el Islam exotérico y esotérico”.
Vuelto a Francia a principios de 1909, se pelea violentamente con Marie Huot, que
va a recibirlo al muelle de Marsella y se refugia en Ginebra, pero no por mucho tiempo,
puesto que vuelve un mes después a París y se reconcilia con su amiga. Es por esta
época cuando empieza a quejarse de sordera.
Llegamos ahora al final de 1910. Abdul-Hadi colaboró con la revista 16. A principios
de 1911, antes de su regreso a Suecia, Abdul-Hadi conoce a Guénon-Palingenius que
está dirigiendo La Gnose. Los dos simpatizan inmediatamente y durante un año, de
diciembre 1910 a enero 1912, Abdul-Hadi había entregado a Guénon-Palingenius todos
los escritos que habían aparecido en La Gnose, siendo así que él no volvió a Francia
hasta 1912.
Fue durante este período cuando se operó un cambio en la vida privada de Guénon.
En las vacaciones de 1911, fue a Blois a ver a su madre y a su tía Mme. Duru, sus
únicos parientes desde la muerte de su padre. Su tía, que era ahora institutriz libre en
Montlivaut, no lejos de Blois, tenía por adjunta a una joven llena de cualidades,
originaria de Chinon, se llamaba Bherta Loury.
Nació en 1883 en Bougueil y era la señorita Loury la cuarta de siete hijos. Su familia
vivía en Tours y poseía una coqueta propiedad en Lémeré, no lejos de Chinon.
Muy alta, de agraciada figura, cultivada y música, la Señorita Loury supo gustar a
René Guénon, tanto que al año siguiente, el 11 de julio de 1912, se casaron civilmente
en el Ayuntamiento de Blois y una semana después con las amonestaciones publicadas
por el Arzobispo de Tours y Obispo de Blois se unieron religiosamente en matrimonio
en la pequeña iglesia de Saint-Hilaire, de Lémeré.17
Algunos meses después el matrimonio se vino a instalar a París, en un pequeño
apartamento de la calle Saint-Louis-en-l’Ile. Vivieron allí en una armonía perfecta,
absorbiéndoles a los dos la vida intelectual. Situamos también en 1912 la vuelta de
Guénon a la tradición islámica. Él mismo es el que ha indicado la fecha de manera
indirecta, en una dedicatoria de su libro Le Symbolisme de la Croix aparecido en 1931 y
que en la primera página lleva escrito; “A la venerada memoria de Es-Sheik Abder
16
Las traducciones de los tratados islámicos son: Le Cadeau, de Mohammed ibn Fazlalah el Hindi;
El Malâmatiyah, de Seyid Abu Abdur Rahman (reimpreso en Le Voile d’Isis, octubre de 1933); Traité de
l‘Unité, de Mohyiddin ibn Arabi, reimpreso en Le Voile d’Isis, enero, febrero de 1933); Les Categories de
l’initiation, del mismo autor (inacabado).
En cuanto a los artículos citemos; L‘universalité en Islam; L‘Islam et les religions
anthropomorphiques; L‘Identité Supreme dans l’ésotérisme Musulman. Les pages dediées au Soleil.
17
Extracto de registros de bodas, de Lémeré, según copia 14 noviembre 1933.
26
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Rahman Elish El-Kebir, a quien debo la primera idea de este libro. Mecr El Qahirah
1329-1349 H.” La primera de estas fechas corresponde a nuestro año 1912 y Guénon en
una carta debía precisar que esa fue la fecha de su entrada en el Islam.
Esto nos da lugar a pensar que René Guénon recibió poco después la “barakah” del
Sheik Elish, por el intermedio de Abdul-Hadi. Nos hemos preguntado a menudo por qué
René Guénon escogió el Islam por vía personal, cuando su obra hace más bien
referencia a la Tradición Hindú. A decir verdad se trata aquí de una cuestión que
realmente a nadie concierne y a la que nadie podría responder con certeza.
Sin embargo me es permitido mencionar a propósito de esto, consideraciones de
orden totalmente general. Por de pronto las modalidades de iniciación hindú están
ligadas a la institución de las castas; no se ve cómo un occidental, que por definición
posee un sistema sin castas, podría acceder a esa forma de iniciación.18
Por otro lado el ritual hindú no se presta de ninguna manera, a la vida occidental,
mientras que el ritual islámico, cualesquiera que sean las dificultades prácticas que
presente, no es sin embargo incompatible con la vida del occidente moderno.
Para volver a Abdul-Hadi diremos que durante todo el año 1913, recorrió toda la
región Turaní, pintando algunos paisajes de los bordes de la Loire y del Indre, así como
otros de los bordes de la Sena y el Oise, para después reemprender, en diciembre de
1931, el camino de Egipto a fin de pintar intensamente paisajes y cabezas de nativos,
durante el año 1914.
Por oscuras razones, las autoridades francesas, lo expulsaron en 1915. Se fue
entonces a España, a Barcelona, y allí animado siempre de un celo admirable por la
pintura no cesa de ejercer su arte.
Desgraciadamente, al haberse vuelto completamente sordo, muere aplastado por una
locomotora en los alrededores de Barcelona en 1917. Todos los cuadros que tenía fueron
enviados a su madre, por intermedio del agregado consular sueco. Estos cuadros figuran
actualmente, en gran parte, sea en el museo Nacional de Estocolmo, sea en el Museo de
Gottenborg.
18
Jean Herbert, a propósito de esto, escribe muy acertadamente… resaltamos para empezar que uno
no se arriesga a “convertirse” (al hinduismo), como sería el caso, si uno se siente atraído vivamente por el
Islam o el Budismo, por ejemplo. En efecto se puede nacer Hindú y se puede también perder esa calidad,
pero no puede uno “volverse” Hindú ni siquiera, volver a ser, si se ha dejado de ser —al igual que uno no
se puede convertir en negro.
Es cierto que desde hace unos años, ciertos monjes hindúes modernistas han querido copiar las
prácticas de conversión cristianas y musulmanas e inventar una especie de bautismo que comprende, creo,
un baño en el Ganges y la recitación de ciertas fórmulas sagradas. Pero esto es solamente para permitir a
los ex-hindúes que vuelvan al regazo. Y nadie se engaña en comprender que este subterfugio es en sí
mismo falaz. Yogas, Christianisme et Civilisation, Lyon, Derain, 1951, p. 20.
27
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
28
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO IV
PRIMEROS COMBATES
29
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Y es que Guénon pudo darse cuenta directa y personalmente del verdadero carácter
de la Masonería, que es la más importante supervivencia de las antiguas organizaciones
iniciáticas del mundo occidental. Pudo darse cuenta gracias a sus contactos orientales de
qué separaba a la masonería moderna de una organización iniciática completa, bajo el
doble aspecto de la doctrina y del método; comprendió los grandes desastres
ocasionados por las preocupaciones y actividades políticas de un gran número de
masones, lo que explicaba y justificaba hasta cierto punto, pero sólo hasta cierto punto,
la existencia de una anti-masonería.
A causa de su carácter iniciático, convenía devolver a la Masonería su verdadero
rostro, desfigurado por la mistificación taxiliana. A causa de su política y de su
modernismo, había que combatir a los masones contemporáneos, infieles a la vocación
iniciática, para que la Masonería pudiera volver a ser efectivamente lo que virtualmente
nunca ha dejado de ser.
Este es el trabajo que emprendió René Guénon en La France Antimaçonnique en el
curso de los años 1913 y 1914 y que fue interrumpido por la primera guerra mundial.
Anónimamente, después, bajo el pseudónimo de Le Sphinx publicó una serie de
importantes artículos sobre el Régimen Escocés Rectificado, sobre el poder oculto,
sobre la Estricta Observancia y los Superiores Desconocidos, sobre los Elegidos Coens,
trabajos llenos de opiniones inesperadas y que revelaban un conocimiento profundo de
la historia de la Orden Masónica.1
Durante su período de colaboración con la F.A.-M. y aun anteriormente, Guénon
estuvo en relación con un personaje muy enigmático que, en la misma revista, publicaba
una serie de artículos con juicios muy violentos sobre la Sociedad Teosófica, bajo la
firma de Swami Narad Math, que era un pseudónimo, siendo su verdadero nombre
Hiram Singh. Este personaje, hindú o Sikh, parece haber estado muy informado de las
actividades de diversas sociedades secretas tanto orientales como occidentales.
Tiempo después Guénon utilizó abundantemente para su trabajo sobre el
Teosofismo, la documentación reunida por Hiram Singh.
Nos gustaría citar aquí, a propósito de dicho personaje, una anécdota que creemos
poco conocida.
En uno de sus artículos el “Swami Narad Mani” hace alusión a una organización
mongola que sirve de “tapadera” a un centro espiritual importante. Designa esta
1
Su colaboración duró del 31 de julio de 1913 hasta el final de julio de 1914. Se supone que el primer
artículo que se le puede atribuir y que no esta firmado es el que trata de La Iniciación Masónica de F.
Bonaparte (núm. 31 de julio de 1913). Algunos de estos artículos han sido reproducidos en Etudes
Traditionnelles de 1952.
30
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
31
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO V
MEDITACIÓN SILENCIOSA
Al sobrevivir la guerra de 1914, René Guénon, que había sido dispensado del
servicio militar por la revisión médica que pasó en 1906, a causa de su deficiente salud,
continuó en la reserva.
Pequeño rentista que había visto fundirse sus ingresos, se vio obligado, para hacer
frente a sus necesidades materiales, a emplearse en la enseñanza, con lo que fue
profesor en algunos internados. Desde el año 1915 al 1916 ejerció como suplente en el
Colegio de Saint-Germain-en-Laye, pero después del año escolar se fue con su mujer a
Blois, pues su madre se hallaba muy enferma.
En efecto, después de una dolorosa enfermedad, la señora Guénon, murió el 8 de
marzo de 1917 y fue enterrada en el panteón familiar, en el faubourg de Vienne.
Seis meses después, el 27 de septiembre de 1917, Guénon fue nombrado profesor de
filosofía en Argelia, en Setif. Partió para allí a ocupar su puesto, con su mujer y su tía, la
Sra. Duru, a quien había hecho venir a París. Llegaron el 20 de octubre después de un
largo y fatigoso viaje y se instalaron cerca del colegio, en la calle Constantin. El clima
era sano pero la temperatura muy fría.
Comentó a uno de sus amigos “trabajo más aquí que en Saint-Germain, el año
pasado, pues hay escasez de profesores. Estoy obligado a dar además de mi clase de
filosofía, el francés de primero y el latín de primero y de segundo”.1
Creemos que durante su estancia en Setif debió perfeccionarse en lengua árabe,
cuyos elementos le habían sido dados por su amigo Abdul-Hadi, de cuya muerte atroz se
enteró en el mes de octubre, y debió de haber tenido contacto con ciertos jefes
tradicionales.
Por una curiosa coincidencia uno de sus amigos de Blois, el Doctor Lesueur había
sido nombrado Médico-Director del Hospital Civil de Hamman Rirha, a varios
centenares de kilómetros al este de Setif.
El Doctor Lesueur se había casado con una alumna de Mme. Duru y había así
conocido a la que se convirtió en Mme. Guénon, así se formaron estrechos lazos de
amistad entre los dos matrimonios. Cuando el Dr. Lesueur se enteró de que sus amigos
estaban en Setif, les invitó a ir a pasar una temporada de vacaciones, en 1918, en una
villa alquilada con ese propósito.
1
Carta de R.G. a P.G.
33
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
2
Jean Mornet, René Guénon à Blois, Art.cit., p.5.
3
Journal de Mlle. B…
34
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO VI
35
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
1
Uno de los redactores de Notre Temps, M.A. Monod-Hersen le reprochó haber sido encargado por
Roma para presentar las doctrinas hindúes bajo cierto aspecto.
36
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
tiempo por Hindúes, que nos han proporcionado además parte de nuestra
documentación”.2
Identificamos anteriormente a uno de los hindúes a que Guénon hace referencia
cuando hablamos del “Swami Narad Mani” y de su colaboración en La France Anti-
Maçonnique.
Con ocasión del teosofismo, el autor da numerosos datos sobre diversas
organizaciones occidentales con pretensiones iniciáticas, tales como el H.B. de L.
(Hermetic Brotherhood of Luxor), la Societas Rosacruciana in Anglia, la Golden Dawn,
etc.… Sobre la Antroposofía de Rudolf Steiner, la Eglise Vieille-Catholique y la
Masonería del Derecho Humano.
La obra acaba con un importante capítulo relativo al rol político de la Sociedad
Teosófica en la India que hoy día no tiene ningún interés retrospectivo, pero al cual
deberá el historiador dirigirse para comprender ciertos aspectos de la dominación
inglesa en ese país durante el último cuarto del siglo XIX y en la primera mitad del siglo
XX.
En el último capítulo consagrado a La cuestión de los Mahatmas, es decir los
“Maestros” de quienes la Sociedad Teosófica reivindica el patronato, Guénon cuenta, a
propósito de uno de ellos, una curiosa historia. Se trata del “Maestro R.” es decir del
Conde Rackoczi, que los teósofos identificaban al Conde de St-Germain y que suponían
habitaba normalmente en los Balkanes; “…en 1913, si no nos equivocamos, escribe
Guénon, se nos propuso ponernos en contacto con él (se trataba de un asunto con el que
el Teosofismo no tenía nada que ver); como esto no nos comprometía a nada, aceptamos
gustosamente, aunque no nos hacíamos demasiadas ilusiones sobre lo que saldría de
ello. El día que había sido fijado para el encuentro, (el cual no era un encuentro “en el
astral”) sólo acudió un miembro influyente de la Sociedad Teosófica, que llegando de
Londres donde debía hallarse entonces el “Maestro”, pretendía que éste no había podido
acompañarlo en su viaje y dio una excusa cualquiera para disculparlo. Desde entonces
ya no volvió a pasar nada y nos enteramos solamente de que la correspondencia dirigida
al “Maestro” estaba interceptada por la Señora Besant. Sin duda esto no prueba la
existencia del “Maestro” del que hablamos, así es que nos guardaremos bien de sacar la
menor conclusión sobre este incidente…”.
Los diversos protagonistas de esta historia han desaparecido y no existe, pues,
ningún inconveniente en revelar que el asunto en cuestión estaba conectado con la
constitución de Albania como Estado independiente y la candidatura del Príncipe de
Wied al trono del nuevo Estado, candidatura a la que se trataba de volver favorables a
las organizaciones sufíes entonces muy poderosas en el país.
2
2ª edición, p. 374.
37
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
3
Por la misma época que se sitúa el affaire aquí citado, un texto de Guénon permite entrever cuán
extendida estaba su información sobre las cosas de Oriente;
“…en el mundo musulmán la secta de los Senoussis, actualmente por lo menos, no persigue más que
un objetivo exclusivamente político; es, en razón de esto mismo, generalmente mal entendida por las otras
organizaciones secretas, para las cuales el panislamismo no sería más que una afirmación puramente
doctrinal y que no permite que se acomode el “Djefr” a las miras ambiciosas de Alemania o de cualquier
otra potencia Europea. Si se quiere otro ejemplo en China, es bien evidente que las asociaciones
revolucionarias que sostuvieron al H Sun Yat Sen, de concierto con la Masonería y el Protestantismo
Anglo-Sajón, no podían tener relaciones de ninguna clase con las verdaderas sociedades iniciáticas, cuyo
carácter en todo Oriente es esencialmente tradicionalista, cosa rara tanto más cuanto está exento de todo
ritualismo exterior (Reflexiones a propósito del Poder Oculto, número del 11 de junio de 1914 de la
F.A.M.) Precisemos que el Djefr (o jafr) es una aplicación de la ciencia de las letras y de los números para
la previsión de acontecimientos futuros. El origen es tradicionalmente referido a Alí, el yerno del Profeta.
4
Es, se dice, la mujer de un brahmán quien instruyó a René Guénon.
38
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
5
Journal de Mlle. B…
6
Idem.
7
In Memorian René Guénon, E.T., n° especial de 1951, p. 342.
8
Souvenirs et perspectives de René Guénon, E.T. n° especial, 1951, p. 334-336.
39
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
tiempo acompañándome hasta el extremo oeste de la Cité y a veces hasta un poco más
lejos”.9
“En Pascua y en las vacaciones de verano, Guénon iba a Blois con su mujer, su tía y
su sobrina. Allí también trabajaba en su habitación. Iba a menudo a Lémeré, a la casa
solariega de su mujer “Le Portail” y allí se olvidaba por un tiempo de toda actividad
intelectual y filosófica”.10
Ahora estamos ya en 1923, va a aparecer su tercer libro. En un sentido, la
publicación de L‘Erreur Spirite responde a la misma preocupación que el
Theosophisme, teniendo los espiritistas la costumbre de atribuir a las tradiciones de
Oriente y particularmente al hinduismo, su doctrina de la reencarnación y su práctica de
evocación de los muertos.
Pero este libro era particularmente oportuno desde el punto de vista que llamaremos
de “salubridad pública”. Pues, en efecto, el espiritismo, nacido en América e importado
a Europa desde los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX, había adquirido de
resultas de la primera guerra mundial, un desarrollo considerable.
Muchos occidentales, heridos en sus afectos y despegados de su tradición o no
teniendo de ésta más que un conocimiento insuficiente, se habían puesto a buscar en las
prácticas espiritistas los consuelos que ya no sabían encontrar en su religión.
Muy bien informado de los peligros físicos y psíquicos que corren las personas que
se entregan a las prácticas espiritistas, Guénon creyó su deber tratar con detalle esta
cuestión, que se revelaba importante bajo dos puntos de visita.
El Erreur Spirite es una obra copiosa muy sólidamente documentada, como la
precedente; pero así como Le Theosophisme es casi únicamente un trabajo histórico y
crítico, el primero en cambio, contiene exposiciones doctrinales sobre cuestiones tanto
metafísicas como cosmológicas y también puntos de vista sobre el mundo sutil que no
habían sido nunca objeto de una exposición pública en la lengua occidental.
Los capítulos sobre La Explicación de los Fenómenos, Inmortalidad y
Sobrevivencia, La Comunicación con los Muertos, La Reencarnación, La Cuestión del
Satanismo se pueden catalogar entre las piezas maestras de la obra de Guénon.
Como era de esperar, la publicación de esta obra soliviantó las iras no solamente en
los ambientes espiritistas, sino también en los ambientes ocultistas y teosóficos, porque
sean cuales sean desde otros puntos de vista las divergencias entre espiritistas, ocultistas
y teósofos, la mayoría de estos últimos comparten con los espiritistas “la fe” en la
reencarnación, de cuya existencia Guénon demuestra la imposibilidad metafísica, así
9
Cf. Ce que j’ai connu de R. Guénon, en France-Asie, enero 1953.
10
Journal de Mlle. B…
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
11
Charles Nicoulaud, director de la revista Revue Internationale des Sociétés Secrètes, aunque
adversario de Guénon, no dirá menos a propósito de L‘Erreur Spirite, que es “una poderosa demostración
del absurdo de las pretensiones insostenibles emitidas por los propagadores del “espiritismo”, n° 10 junio
de 1923, p. 312.
12
Journal de Mlle. B…
41
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
13
Les Nouvelles Littéraires, 25 de mayo 1924.
14
“nota” de M.L.C., d’Amiens.
15
L’Abbé Gombault, miembro de la comisión de organizadores diocesanos de Blois, era también
laureado del Instituto Católico. Es el autor de algunas obras como Accord de la Bible et de la science
dans les données fournies par la cosmographie et la physique du globe, París 1894. L‘Avenir et
l’Hypnose, Paris 1984.
42
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
La guerra de 1914-1918 había llevado a ciertos espíritus más clarividentes que otros
a interrogarse sobre el valor de la civilización occidental y sobre su porvenir, así como
sobre el valor de la ciencia y la filosofía modernas. Entre los testimonios más
característicos de Francia, con respecto a esta inquietud, citamos a Le Stupide XIX
Siecle de León Daudet y Notre Temps de Gonzague Truc.
Mientras unos no veían —en el orden intelectual—, más salvación para occidente
que un retorno al Catolicismo y especialmente a la teología tomista, otros preconizaban
una llamada a las doctrinas filosóficas de Oriente, de las que se hacían una idea más o
menos exacta.
De todo ello resultaron polémicas sobre la cuestión de saber si Oriente bajo sus
aspectos religiosos, filosóficos y estéticos, podía ejercer una influencia apreciable sobre
Occidente y si esta influencia eventual debía ser tenida por benéfica o maléfica para
Occidente.
Fueron hechas varias encuestas por algunas revistas, principalmente por Les Cahiers
du Mois, que consagraron un gran volumen “Las llamadas de Oriente”. Fue en esta
atmósfera de intelectualidad donde René Guénon publicó Oriente y Occidente.
Aunque declarándose más consciente que nadie de toda la diferencia que separa
Oriente del Occidente moderno, el autor se afirma en un principio convencido de que un
acercamiento es a la vez posible y deseable.
Para él la condición necesaria y suficiente de este acercamiento residía en el
abandono por parte de Occidente de ideologías de diversos órdenes que desde el siglo
XVI han contribuido a la formación de la mentalidad moderna y han arruinado las bases
tradicionales sobre las que reposaba la Cristiandad Medieval. La primera parte de la
obra está consagrada a descubrir las “ilusiones occidentales” y a la crítica de esos ídolos
que tiene los occidentales modernos: el progreso, la ciencia y la vida.
En la segunda parte se enfocan las “posibilidades de acercamiento”. Estas consisten
en un acuerdo sobre los principios de una metafísica auténtica que aún se conserva en
Oriente y en la reconstitución de una elite intelectual occidental, que volvería a tomar
consciencia del valor del sentido profundo de su tradición —el Cristianismo— por un
estudio de doctrinas orientales extraídas de las fuentes mismas y no de los trabajos de
los orientalistas.
Estaba precisado que no se trataba en ningún modo de una “fusión” entre tradiciones
y civilizaciones diferentes, sino de un “entendimiento” que daría por resultado hacer
desaparecer los principales peligros que amenazan a la humanidad contemporánea.
La acogida que tuvo esta tesis inesperada fue muy diversa y a pesar de las
precauciones tomadas por el autor, algunos no dejaron de acusarle de ser el agente de
grupos orientales deseosos de pervertir la mentalidad cristiana.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Sin embargo, en los propios ambientes católicos, Léon Daudet, aportó el homenaje
de su adhesión, en términos enérgicos:
“No esperéis de mí un análisis crítico de Oriente y Occidente, que es en sí misma
una obra crítica, lo repito, de una excepcional penetración y donde abundan los nuevos
horizontes. La doble constatación que hace el Sr. Guénon y que todo hombre atento y
cultivado puede hacer con él, debe ser resumida así:
Por una vía diferente yo había llegado a una conclusión análoga en el examen del
Estúpido siglo XIX; pero mi ignorancia de la filosofía oriental —cuyo conocimiento tan
a fondo posee el Sr. Guénon—, no me había permitido levantar el terrible paralelismo
que él nos expone. De ahí resalta, sin que él lo exprese de un modo categórico, que
Occidente está amenazado más desde su interior, quiero decir por su propia debilidad
mental, que desde afuera, donde sin embargo su situación no es nada segura”.16
Más tarde, después de la publicación de Autoridad Espiritual y Poder Temporal,
Léon Daudet, por motivos fáciles de comprender dejará de hablar de la obra de Guénon,
pero a diferencia de otros, nunca tomó una actitud hostil respecto al hombre y a la obra.
No sabemos en qué fecha, Guénon conoció a Louis Charbonneau-Lassay arqueólogo
y simbolista cristiano que realizaba desde su casa familiar de Loudun un verdadero
trabajo de benedictino que ha dado lugar al Bestiaire du Christ, cuya mayor parte de
capítulos aparecieron en la revista Regnabit, dirigida por el R. P. Anizan. Charbonneau-
Lassay introdujo a Guénon en ese ambiente y durante los años 1925 a 1927 publicó en
esta revista numerosos artículos sobre el simbolismo cristiano, que por su espíritu debía
ayudar a los Católicos a una toma de consciencia del profundo sentido de su tradición.
Sin embargo, el último artículo de esta serie no apareció en Regnabit sino en Les Etudes
Traditionnelles de enero-febrero de 1949.
En la nota al principio de este artículo, Guénon escribía: “Este artículo que fue
escrito en otro tiempo para la Revista Regnabit, donde no pudo aparecer debido a la
hostilidad de ciertos medios neo-escolásticos que nos ha obligado a cesar nuestra
colaboración, y se sitúa más especialmente en la perspectiva de la tradición cristiana,
16
Action francaise, del 15 de julio 1924.
44
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
45
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
claro: “de todos los occidentales que se han dedicado a las doctrinas hindúes, sólo
Gúenon, dijeron, ha comprendido verdaderamente su sentido”.
Poco después Guénon publicaba con el editor Bosse, un pequeño volumen intitulado
El Esoterismo de Dante.
La existencia de un sentido oculto en la obra del Dante y sobre todo en La Divina
Comedia ya había sido sospechada a mediados del siglo XIX por dos eruditos de
espíritu muy distinto, Rossetti y Aroux. Manteniendo posiciones radicalmente opuestas
en materia religiosa, como igualmente en materia social, estaban sin embargo de
acuerdo en el fondo de la cuestión, a saber que el sentido oculto en la obra del Dante,
hacía aparecer a éste a la vez como herético y como revolucionario.
De sus tesis Guénon solamente retiene los elementos de información que ponen
fuera de duda la existencia de un sentido escondido o, más bien, de unos sentidos
ocultos, en los escritos del gran florentino, pero para precisar enseguida que, esoterismo
no equivale a “herejía” y que una doctrina reservada a una elite, puede superponerse a la
enseñanza dispensada a todos los fieles, sin oponerse a ella.
Lo mismo que en el terreno social, Dante no aparece de ningún modo como
revolucionario y “socialista” sino como profundamente tradicional, defendiendo la
concepción del Santo Imperio, la autoridad espiritual y el poder temporal, separados en
la Cristiandad, aunque puedan estar reunidos en otras formas tradicionales. Guénon
volverá sobre este tema en otra obra.
En ésta se aferra en demostrar que La Divina Comedia, traza en sus tres cantos un
proceso de realización iniciática y atesta el conocimiento del Dante de ciencias
tradicionales desconocidas por los modernos: la ciencia de los números, la teoría de los
ciclos cósmicos, la astrología sagrada.
Esta cuestión, tan importante, del esoterismo medieval solamente está aquí aflorada
y después no volverá a ello mas que ocasionalmente.
Esta reserva, en un terreno que es de un interés capital para los occidentales que es a
quien se dirige toda la obra guenoniana, como podrá verse, cuando el autor se extiende
ampliamente sobre las tradiciones orientales, esta reserva, decimos, puede parecer
sorprendente.
El señor Jean Reyor, en el prólogo a una obra póstuma de Guénon, ha dado una
explicación a la cual nos unimos plenamente;
“Esta reserva de René Guénon está ligada estrechamente al papel que él asigna en
Oriente y Occidente y en La Crisis del mundo Moderno a la elite Occidental. La
aportación de René Guénon consiste principalmente en una exposición sintética de
doctrinas metafísicas orientales, destinada a despertar en los occidentales
intelectualmente cualificados el deseo de encontrar y de volver a poner al día, en una
46
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
habían sido confiadas sobre el asunto de un reino subterráneo, designado por el nombre
de Agharti y donde vivía un personaje misterioso, designado bajo el nombre de “Rey
del Mundo” que dirigía los destinos de la humanidad.19
No era la primera vez que tales aseveraciones misteriosas eran hechas en Occidente.
En una obra póstuma publicada en 1910, pero escrita más de veinte años antes, La
Mission de l‘Inde, sobre la cual es difícil emitir un juicio seguro, Saint-Yves
d’Alveydre, daba la descripción de un centro iniciático subterráneo, bajo el nombre de
Agharta. El libro de Saint-Yves, había pasado bastante desapercibido fuera de los
ambientes ocultistas, (SaintYves fue conocido del gran público mucho después, durante
la guerra de 1939-45 a propósito de la Sinarquía), pero al mismo tiempo, por razones
políticas y a causa de la curiosidad que despiertan los relatos de viajes a países temidos
por misteriosos, la obra de Ossendowski conquistó un gran auditorio y suscitó
polémicas apasionadas. No faltaron las gentes que agitaron el espectro del peligro
amarillo y que asimilaron “El Rey del Mundo” al “Príncipe de este Mundo” del que
habla el Evangelio, es decir, el diablo mismo.
Guénon aprovechó la ocasión que se le ofrecía para precisar la teoría tradicional de
los centros espirituales y desarrollar la afirmación implicada en los relatos simbólicos de
diversas tradiciones, relativos a la existencia de un centro espiritual supremo, que
conservara a través de vicisitudes cíclicas, el depósito integral de la Tradición
Primordial, revelada a la humanidad desde el principio de los Tiempos y de las cuales
presentan adaptaciones, diversas tradiciones particulares.
Extrayendo de las tradiciones lamáicas e hindúes, en la Kábbala, en el Nuevo
Testamento, en las leyendas del Santo Grial y también en las antiguas tradiciones
griegas y latinas, Guénon traía pruebas de la creencia unánime y perpetua de la
existencia de tal Centro Espiritual que es como la garantía de la ortodoxia de diferentes
tradiciones y el “lugar geométrico” donde éstas comunican con la Consciencia de la
Verdad Unica.
El libro de Guénon, El Rey del Mundo, apareció en 1927. Por más desconcertante y
extraño que resulte para los espíritus modernos, constituye una de las obras maestras
guenonianas, de la cual no se le puede disociar.
19
A propósito de Ossendowski, citaremos una anécdota que demuestra hasta qué punto un occidental
moderno está poco dispuesto a comprender y admitir que pueda haber una organización oculta en nuestro
mundo y fuerzas distintas a las estudiadas por la ciencia moderna. En el transcurso de una entrevista con
Guénon, que éste relató a uno de sus amigos, Ossendowski, declaró que si no se hubiera traído de su viaje
ciertos objetos y un carnet de notas, creería haber soñado. Y Ossendowski declaró: “¡lo hubiera
preferido!”
48
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
20
Le Roi du Monde, París, 1950, pp. 90-91.
21
M. Marco Pallis, en su estudio sobre René Guénon et le Boudhisme refiere informaciones recogidas
en Mongolia por el Profesor Georges Roerich, sobre el tema del reino de Shamballah, que confirman en
cuanto a lo esencial, lo que Guénon y Ossendowski, han escrito relativo al Agharta (n° especial de E.T.,
pp. 313-314).
49
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
22
Correspondence personelle, 26 octubre 1954.
50
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO VII
51
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
como está constituida desde el siglo XVI, el individualismo que desemboca en el caos
social. Es en definitiva, la descripción de una civilización que se ha vuelto
exclusivamente material y cuya expansión amenaza a la humanidad entera.
Las conclusiones, que recogen otra vez el tema central de Oriente y Occidente
relativo a la constitución de una verdadera elite intelectual —entendamos por ello una
elite habiendo encontrado a la vez el sentido profundo de su tradición y la noción de la
universalidad tradicional— aportando igualmente las precisiones importantes sobre el
significado y el alcance de la obra Guenoniana y que constituye una respuesta
perentoria a las críticas que acusan a Guénon de querer “orientalizar” al Occidente o
fundir su tradición en no se sabe que sincretismo.
Que el Occidente encuentre en sí mismo los medios de un retorno directo a su
tradición por un “despertar espontáneo de sus posibilidades latentes” o que ciertos
elementos occidentales realicen este “trabajo de restauración con la ayuda de un cierto
conocimiento de las doctrinas orientales” es siempre la restauración de la doctrina
propia a Occidente lo que constituye el motivo de la obra de Guénon. Vuelve a precisar
que la condición mejor para el objetivo en cuestión sería que la elite en formación
pudiera “coger un punto de apoyo en una organización occidental que tuviera ya una
existencia efectiva; ahora bien, parece ser que no hay ya en Occidente más que una sola
organización que posea carácter tradicional y que conserve una doctrina susceptible de
proveer al trabajo del que se trata una base apropiada: es la Iglesia Católica. Bastaría
con restituir a la doctrina de ésta, sin variar nada la forma religiosa bajo la cual se
presenta al exterior el sentido profundo que realmente tiene en sí misma, pero que sus
representantes actuales parecen ya hoy, no tener consciencia, ni tampoco de la unidad
esencial con las otras formas tradicionales; siendo las dos cosas por supuesto
inseparables una de otra. Sería el Catolicismo en el verdadero sentido de la palabra que,
etimológicamente expresa la idea de “universalidad”, lo que olvidan un poco demasiado
los que querrían hacer de ella solamente la denominación de una forma propia y
puramente occidental, sin ningún lazo efectivo con las otras formas tradicionales”.2
Digamos por fin lo que constituye un elemento importante en la biografía de nuestro
autor. Reproducimos una declaración de un tono bastante poco corriente en él:
“…aunque esto nos obligue a hablar de nosotros mismos, lo cual no está mucho
entre nuestras costumbres, debemos declarar formalmente: según nuestro conocimiento
no existe nadie que haya expuesto en Occidente ideas orientales auténticas salvo
nosotros mismos; y lo hemos hecho siempre exactamente como lo hubiera hecho
cualquier oriental que hubiera sido conducido por las circunstancias a hacerlo”.3
2
La Crise du Monde Moderne, París 1957, pp. 128-129.
3
La Crise du Monde Moderne, París 1957, p. 119.
52
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Nos parece que este texto permite rectificar el error de los que han querido ver el
origen de la obra de Guénon en las “conversaciones” de éste con Albert de
Pouvourville, León Champrenaud y Abdul Hadi.
Cuando Guénon escribía la frase arriba citada, es decir en 1927, “no solamente
Albert de Pouvourville estaba todavía vivo, sino que Guénon aún estaba en relación con
él y se reunían frecuentemente en casa de Gary de Lacroze.
“Se podrá reparar en que la frase de Guénon quiere decir que ni Matgioi, ni Léon
Champrenaud, ni Abdul Hadi pudieron ser para él “Maestros” en el sentido pleno y total
de esta palabra. Esto implica en Guénon, la convicción de que su conocimiento de la
doctrina tradicional, era extraído de una fuente más pura y más primordial que aquella
de donde la habían extraído Pouvourville, Champrenaud y Abdul Hadi.”4
La Crisis del Mundo Moderno es uno de los libros de Guénon que han conocido
mayor difusión. No nos resistiremos al placer de citar la frase lapidaria por la cual el
ilustre escritor alemán Leopold Ziegler formulaba su juicio “Aquí por fin lo temporal
está medido, contado y pesado con medidas eternas y se lo ha encontrado demasiado
ligero”.5
Hemos mencionado ya, que muchas veces, Guénon y su mujer acudían por la noche
a reuniones organizadas por uno u otro de sus amigos. Uno de estos era M. François
Bonjean, que vivía en un gran apartamento del Boulevard Pasteur y que tenía costumbre
de reunir en su casa los viernes por la noche, “a las personas que se interesaban en los
asuntos presentes o futuros de Oriente u Occidente.”
“…Salvo en raras excepciones, la compañía estaba formada por Musulmanes,
Hindúes y Israelitas y de Cristianos que no tenían más que un oscuro conocimiento de
su religión” y añadía, “estos jóvenes y brillantes orientales estaban fuertemente
occidentalizados”.
“Recuerdo que en esta época (estábamos en 1927) el objetivo de Guénon no era
Egipto, sino la India. Su conocimiento del sánscrito y el hinduismo, era mayor creo que
el del árabe clásico y el Islam. Consumado políglota, conocía además el latín, el griego
y el hebreo, el alemán, el italiano, el español, el ruso y el polaco. De esta manera podía
contestar a no importa cual de sus interlocutores en sus lenguas respectivas. “Todavía
veo a Guénon, alto, delgado, rezumando buena fe, hacer frente a sus contrincantes”. El
espectáculo de este occidental defendiendo con tesón los legados de Oriente, contra
orientales joviales, no era manco en grandeza y picante.
“Con una paciencia incansable, se esforzaba en convencer al auditorio de la
existencia, en varios puntos de Oriente, de centros habilitados para conducir a los
4
Jean Reyor, A propos des Maures de René Guénon, dans E.T. enero, febrero 1955.
5
René Guénon, en Deutsche Rundschau, sept. 1934.
53
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
6
Souvenirs et réflexions sur René Guénon en Revue de la Méditerranée, marzo-Abril 1951, p. 214-
220.
7
La dernière veille de la Nuit en n° especial, E.T., 1951, p. 351.
8
Journal de Mlle. B…
54
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
9
Desde 1929, René Guénon se quejaba de las peticiones de información: “Si esto continua acabaré
por no poderme salir de estas peticiones de información de todo tipo” decía.
55
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
56
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
10
Cf. Autorité spirituelle et pouvoir temporel, 2ª edición. edit. París, Vega, 1947 pp. 117-18.
11
La personalidad de San Bernardo interesa a la ciudad de Blois. En efecto Thibaud IV, Conde de
Blois, entró en 1551, como monje en la Abadia Clairvault, fundada por San Bernardo y era el protegido
del poderoso Conde.
12
Cf. Saint Bernard, 3ème. édit. París, Les Edit. Trad., 1951, p. 20.
13
Según el editor, Dorbon Aîné, la edición fue destruida durante la ocupación.
14
Bull, des Polaires, marzo 1931.
57
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
El libro de Zam Bhotiva, exponía además, de un modo enigmático, los principios del
método, cuyo funcionamiento no debía ser revelado, ni tampoco el contenido de ciertas
revelaciones que se decía haber obtenido por ese método.
Estas presuntas comunicaciones, no contenían nada que fuera válido y no pudiera ser
conocido de otro modo. El libro terminaba con el anuncio de la formación de un grupo
llamado los “Polares” destinado a preparar la venida de un misterioso personaje,
designado por “Aquel que espera”.
Guénon, que había aceptado en un momento dado conceder un prefacio a Asia
Misteriosa, lo retiró cuando constató la puerilidad y hasta el absurdo de ciertos
“oráculos” de “Fuerza Astral”. Habiéndose enterado que a pesar de ello se utilizaba su
nombre para atraer adeptos al susodicho grupo, Guénon procedió a una vigorosa
aclaración.
“De hecho hemos seguido un poco las manifestaciones del método adivinatorio
llamado “oráculo de fuerza astral”, en una época en que no se trataba de fundar un
grupo basado sobre las “enseñanzas” obtenidas por este medio, como allí había cosas
bastante enigmáticas, hemos intentado esclarecerlas planteando ciertas preguntas de
orden doctrinal, pero sólo hemos obtenido respuestas vagas e huidizas, hasta el día que
una nueva pregunta, por fin, ha traído, al cabo de un tiempo bastante largo, a pesar de
nuestra insistencia, un absurdo característico; a partir de entonces tuvimos ya la certeza
del valor iniciático de las hipotéticas inspiraciones, único punto interesante para
nosotros en toda esta historia.
“Fue precisamente, si recordamos bien, en el intervalo que transcurrió entre esta
última pregunta y la respuesta, que se habló por primera vez de constituir una sociedad
ridículamente denominada con el barroco nombre de “Polares”, (si es que se puede
hablar de “tradición polar” o hiperbórea, no se podría aplicar este nombre sin caer en el
ridículo, a personas que, además, no parecen conocer de esta tradición más que lo que
nosotros mismos hemos dicho en varios de nuestros trabajos.)
“Nos hemos negado a pesar de las muchas solicitudes no solamente a formar parte
de ella, sino además a apoyarla o aprobarla de cualquier forma, tanto más cuanto las
reglas dictadas por el “método” contenían increíbles puerilidades.
“En cuanto al “método”, se podrá uno dar fácilmente cuenta, que no hay nada como
ver en qué pueden convertirse los fragmentos de un conocimiento real serio entre las
manos de gentes que se han apoderado de él sin comprenderlo en absoluto.”15
Poco tiempo después se presentaron circunstancias que tuvieron una influencia
decisiva sobre toda la vida ulterior de René Guénon.
15
Le Voile d’Isis, jan. 1931, pp. 125-126.
58
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO VIII
EN EL PAIS DE LA ESFINGE
Hacia el año 1925, teníamos por clientes de la librería a M. y Mme. Dina. Hassan
Farid Dina, era un ingeniero egipcio; ella una americana, Marie W. Shilhito, hija del rey
de los ferrocarriles canadienses. Ambos eran extraordinariamente ricos, sobre todo ella
que disponía del usufructo de una fortuna considerable. Habitaban en invierno el castillo
de Bar-sur-Aube y en verano, la finca “Les Aveniers”, no lejos de Cruseilles, en la alta
Saboya.
El Señor Dina había emprendido con la colaboración de varios sabios franceses, a
sus expensas, el edificar sobre el monte Saleve, cerca de Cruseilles, a 1.300 m. de
altura, un observatorio que estaba destinado a ser el más potente del mundo.
Desgraciadamente dejó su obra inacabada, pues murió en junio de 1928, a borde un
paquebote que lo traía de la India. Nos ha dejado una obra titulada La Destinée, la Mort
et ses Hypotheses, la cual no está falta de interés.1
La Señora Vda. de Dina y René Guénon, se conocieron en nuestras oficinas del Quai
Saint-Michel, un día de principios de junio de 1929. La Sra. Dina interesose vivamente
por los trabajos de René Guénon, nuestro colaborador.
En septiembre de 1929 marcharon los dos para Alsacia, que visitaron durante dos
meses casi completos, luego fueron a descansar a “Les Aveniers”.
Guénon nos comunicó que su salud había mejorado muchísimo desde que había
salido, de París; a otro de sus amigos le envió estos comentarios simbólicos:
“He aquí extrañas circunstancias: estamos sobre el monte Saleve, cuyo nombre
parece también ser una forma de Montsalvat y justo al lado de éste está el monte Sion.
El nombre de Cruseilles es también notable; es a la vez “le creuset” (el crisol) en el
sentido totalmente hermético y “la creuzille” es decir la concha de los peregrinos”.2
Durante el viaje se decidió que Mme. Dina compraría a los diversos editores, los
libros de Guénon ya publicados, para centralizarlos en una sola empresa que
seguidamente editaría las obras posteriores.
El depósito de libros ya publicados fue confiado primero a la firma Did Didier y
Richard de Grenoble. Pero poco tiempo después Mme. Dina consideró la creación de
una librería y de una colección que publicaría además de las obras de Guénon, otros
1
París, Alean (P.U.F.), 1928.
2
Carta de R.G. a P.G.
59
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
60
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
61
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
5
Le Voile d’Isis, noviembre 1932, p. 734.
6
G. Boctor, L‘Egypte Nouvelle, 2 fevr. 1952.
62
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Enseguida proyectó hacer un viaje a Francia a fin de arreglar los asuntos que había
dejado pendientes en el momento de su partida en 1930, pero por varias razones este
proyecto que por el momento se pospuso, no se realizó jamás. Guénon no debía ya
volver nunca más ni a Francia ni a Europa.
Por aquella época en París, un oscuro literato publicó en Gringoire una especie de
“encuesta novelada” en la cual ponía a Guénon en cuestión de un modo
manifiestamente hostil.7 Por el contrario en Alemania el filósofo Leopold Ziegler, en la
revista Deutsche Rundschau en el número de Septiembre de 1934, señala la importancia
de la obra guenoniana. Igualmente en Philophische Hefte, publicada en Praga, Siegfried
Lang resume unos bastante largos pasajes de l’Introduction Generale aux Doctrines
Hindoues relativos a la noción de religión, al Budismo y el Yoga.8
En el mes de junio de 1935, Guénon desalquiló el apartamento de la calle Saint-
Louis-en l’Ile, dándose cuenta de la inutilidad de su vuelta a Francia. Todo lo que
contenía el apartamento fue desalojado por uno de sus amigos; libros y papeles fueron
expedidos por cajas a Alejandría y los muebles o vendidos o enviados a Blois.
La llegada de estas cajas le obligó a irse de casa de su suegro, por ser ésta demasiado
pequeña para contener todas sus pertenencias. Se trasladó a vivir a la calle de El Azhar,
frente a los almacenes David Ades. Su suegro y su cuñada fueron a vivir allí con él y
con su mujer.
En el mismo año, durante el mes de julio, Guénon y su mujer se fueron de El Cairo
para ir a pasar un mes al borde del mar, en Alejandría, “a fin, dijo, de cambiar de aires”.
Estas fueron las únicas vacaciones que se permitió durante los últimos veinte años de su
vida.
Habiendo fallecido su suegro en mayo de 1937, volvió a trasladarse en julio para irse
esta vez a vivir a las afueras del Cairo; “en un lugar”, nos escribe, “donde no se oye
ningún ruido y donde uno no se expone a ser interrumpido constantemente por unos y
otros”.
El lugar soñado lo descubrió Guénon a diez minutos en coche del centro de El Cairo
en el faubourg de Doki, al oeste de la ciudad. En la esquina de una calle tranquila, la
calle Nawal. Era una casa blanca, escondida en la vegetación, con la apariencia de un
cottage sin coquetería ni pobreza. Desde allí se descubría a lo lejos, las dos grandes
pirámides, por encima de la línea sombría del palmeral.
7
Le Voile d’Isis, noviembre 1934, p. 425.
8
Le Voile d’Isis, noviembre 1934, p. 427.
63
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Guénon la llamó “Villa Fatma”, por amor a su mujer que se llamaba así. “Si su obra
impasible no revela nada, su caridad hace suponer que era en su vida, muy bueno y
afectuoso con sus amigos.”9
Se entraba en la villa atravesando una puerta de madera y un pequeño jardín
abrasado por el calor, donde sobrevivían algunas matas de buganvillas, después,
subiendo unos escalones, se entraba en la casa por una puerta con alero, en cuyo dintel
se podía leer esta frase en árabe; “Dios es la Majestad de Majestades.” Daban al
vestíbulo embaldosado todas las habitaciones de la villa, cuyas puertas estaban abiertas
pero con las persianas cuidadosamente cerradas, a causa del gran calor.
Guénon se había reservado dos habitaciones para su uso personal. Una era su
despacho, otra su oratorio.
En el centro de su despacho había una mesa escritorio con todo lo que comporta, su
silla de un estilo árabe rústico en madera negra, sobre la que se sentaba y a cada lado del
escritorio, un sillón de terciopelo, para los visitantes. Frente al escritorio dos altas
estanterías de madera blanca estaban llenas de sus carpetas, libros y revistas,
meticulosamente alineadas y etiquetadas. Detrás de él, en la pared, se podía leer en
árabe: “Cuanto más agradecido seas, tanto más serás colmado” Sobre el muro de la
derecha estaba escrito: “¿Qué es la victoria sino lo que viene de Dios?” Sobre el muro
de la izquierda se leía: “Allah es Allah y Mahoma su Profeta.”
Su oratorio comportaba además de su alfombra para las oraciones rituales, orientada
en dirección a la Meca, un panel sobre el que se podía leer una oración musulmana,
cuya traducción he aquí:
Una cosa que resultaba extraña en el país donde vivía, era el dormitorio. Había una
gran cama europea, a su lado se hallaba una mesa baja, incrustada de nácar. También
9
A. Allard L’Olivier. Synthèses, sept. 1951, p. 34.
64
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
había algunos muebles árabes, toscamente tallados, en madera negra y varios sillones de
terciopelo del mismo estilo de los del despacho.10
Guénon estaba feliz por haberse ido de la ciudad y ya no sentía la necesidad de
desplazarse. Habiendo huido de toda vanidad, se sumergía más y más en un severo
incógnito. Si su nombre francés era célebre en el mundo intelectual, para sus
correligionarios no era más que el Sheikh Abdel Wahed Yahia, un musulmán tradicional,
como muchos otros, bajo el fez y la chilaba. A partir de aquel momento, hasta sus
amigos en Francia ignoraban su nueva dirección, no teniendo más referencia para
comunicarse con él que la indicación del número de un apartado de correos.
Al poco tiempo y apenas instalado en la “Villa Fatma” fue presa de unas crisis de
reuma tales, que durante unos meses le fue imposible realizar el menor movimiento;
“Yo no sé”, dirá él más tarde, “si fue debido al cansancio del traslado o a otra cosa.” Lo
que sí es cierto, es que sus dolores eran intensos, cuando pasaba demasiado tiempo
escribiendo, por el contrario no sentía el menor cansancio andando, lo que le parecía
extraño.
Pero Guénon no había llegado al final de sus penas; en 1938, la gripe cayó sobre él y
le costó mucho vencerla.
Hacia la mitad de 1938 su salud se recuperó, pero a mediados de abril de 1939 tuvo
por segunda vez la gripe, en esta ocasión con un violento dolor de garganta que le causó
un extraño cansancio; después fue abatido por una grave crisis de reuma que lo
inmovilizó durante seis meses.
En esta época Guénon recibió la visita, dos o tres veces por semana, de un inglés
islamizado, instalado hacía poco en Egipto, el Sheikh Abu Bakr, que vivía en un
pequeño pueblo cerca de las Pirámides.
“Cuando fui a ver a René Guénon, nos escribe su visitante, estaba (en su oratorio)
echado en el suelo, sobre almohadones; su barba (que había dejado crecer), era blanca,
lo que le sentaba admirablemente, pero se la afeitó en la primavera de 1940, cuando se
levantó de su enfermedad por primera vez. Llevaba un anillo de oro, con el monosílabo
sagrado AUM, grabado sobre él” y añade la persona que nos escribe, “yo siempre
entendí que fue su gurú el que se lo dio. A su mujer le había dicho que era el Nombre de
Dios.”
En agosto de 1939, Guénon recibió una visita de algunos días de Mr. Frithoff
Schuon, que ya había ido a verle el año anterior y que debía escribir en un libro
aparecido después de la guerra y titulado De l’Unité Trascendante des Religions:
“Las verdades que acabamos de expresar aquí, no pertenecen como propias a
ninguna escuela ni a ningún individuo; si fuera de otra manera no serían verdades, pues
10
La mayor parte de estas referencias nos han sido suministradas por Mme. W.
65
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
éstas no pueden ser inventadas, sino que deben necesariamente ser conocidas en todas
las civilizaciones tradicionales integrales, tanto si la forma de esta tradición es religiosa
como en Occidente y el Próximo Oriente o puramente metafísica como en la India y
Extremo Oriente, en cuanto al Occidente moderno cuyo origen se halla en el olvido casi
total de estas verdades, éstas han sido formuladas —creemos, por primera vez, por
escrito y en libros— por René Guénon, que se constituyó en el intérprete, en una serie
de obras extraordinarias de la intelectualidad siempre viva de Oriente y más
particularmente de la India. Es, pues, del mayor interés tener conocimiento de estas
obras.”11
Entre otros amigos que fueron a Egipto para tener noticias de René Guénon,
citaremos a un americano islamizado, el Sheikh Abdel al Kaour y a una francesa Mme.
Valentine de Saint-Point, que habiendo entrado en el Islam, llevaba el nombre de
Rawheya Nour Eddin. Esta señora, sobrina-nieta de Lamartine que de 1907 a 1917 se
reveló como poetisa y novelista, había sido la anfitriona en París, en la avenida de
Tourville, hacia el año 1920 de un salón literario y cuatro años después por causas que
ignoramos, se retiró a tierras del Islam.
11
F. Schuon. De l’Unité trascendente des Religions, París 1948, pp. 12 y 13.v
66
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO IX
EL ANUNCIADOR
67
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
no apreciaba mucho ni a los unos ni a los otros. Sobre su rostro alargado a la española,
que parecía un retrato del Greco, sus ojos parecían sobreañadidos, testificando algo.
Demasiado grandes, parecían de procedencia extranjera, salidos de otro mundo y era
justamente así porque buscaban más allá.
“Pero sobre todo hay que decir cuánto y qué bien sabía Guénon escuchar”.
Escuchaba el silencio quizás más atentamente que lo demás… Su filosofía natural era la
del que interroga.
“Respeto, discreción; lo más oriental en su porte era una forma de cortesía que
traduce el temor a importunar. Esta manera de aparecer confuso, es una forma de pudor.
Pero René Guénon llevaba su calidad a su más alto grado, hasta hacer de ella una
especie de cortesía metafísica.
“Nada lo expresaba mejor que las bendiciones familiares con las que salpicaba su
conversación. Con sencillez daba así hasta en la mesa, un valor ritual a la repartición del
pan, al gesto que tenía para echarle la sal, a la ofrenda que os hacía al ofreceros un
pichón asado”.3
Cuando en marzo de 1945, volvimos a tomar contacto con Guénon, tuvimos el pesar
de enterarnos que de nuevo estaba enfermo, fatigado por una tos persistente, que
disminuía su capacidad de trabajo.
A principios de mayo de 1946, su mujer Fatma realizó la peregrinación a la Meca,
con su hija pequeña Khadija de un año y medio de edad. A su regreso adoptó la
denominación de “Hagga” Fatma. Guénon no pudo acompañarla por no ser egipcio. Por
aquella época nos narra con cierto humor el Dr. Abdel Halim Mahmoud, profesor de
teología en El Azhar, una curiosa aventura. Deseando vivamente conocer el Sheikh
Abdel Wahid Yahia, del cual le había hablado un amigo suyo en París, donde se
encontraba cuando preparaba su tesis de derecho, poco después de la ocupación, en
cuanto averiguó la dirección de Guénon en Doki, se dirigió a la Villa Fatma.
“Llamé a la puerta y pedí a la sirvienta que le rogara una entrevista para mí al
Sheikh y me dispuse a esperar el permiso para ser recibido. Al cabo de un momento vi
que salía la sirvienta y que aproximándome una silla de madera, me rogaba que
esperara.”
“Me senté delante de la puerta de la calle y esperé. Los minutos pasaban y la espera
se prolongaba: en cierto momento vi a la sirvienta que se acercaba; creí poder entrar
pero ella me rogó que me marchara y que volviera al día siguiente a las once.”
“Me fui con pena y asombro en mi ánimo, mi rostro teñido de confusión. Sin
embargo esta desventura había excitado en mí el deseo de ver al Sheikh, que ponía una
3
N. Bammate Visites a René Guénon, N.R.F. n° 30, 1955, p. 126-127.
68
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
silla en la calle para sus visitantes y que al cabo de un tiempo les rogaba que se fueran y
volvieran al día siguiente.”
“Me presenté pues, al día siguiente, a la cita, llamé a la puerta lleno de aprensión,
aspirando a entrar, pero no fui más afortunado que el día anterior; en vez de recibirme
me rogaron que escribiera lo que deseaba, diciéndome que se me contestaría.”
“Me fui pero sin escribir nada. ¿Para qué escribir y sobre qué? Los días pasaban y no
se borraba de mi ánimo ese asunto. ¿Quién era ese Sheikh?”
“Habiéndome dirigido un día a casa del director de la misión laica francesa en
Egipto, éste me preguntó si yo conocía a René Guénon; habiéndole contestado
negativamente, me empezó entonces a hablar del Sheikh Abdel Wahed Yahia. ¡Yo
entonces comprendí! Al contarle mi historia, me animó a perseverar en mi tentativa.
Pero, ¿cómo hacerlo?”
“Pero un día el correo me trajo una carta de un amigo, un profesor eminente, en la
cual me hacía saber que el Sr. Héctor Madero, ministro de Argentina en Egipto y que le
había ido a visitar a su despacho, le había pedido alguien con el cual él pudiera hablar
sobre filosofía musulmana y como fuera que este amigo mío había pensado en mí, me
rogaba que nos reuniéramos.”
“Este encuentro tuvo lugar y las primeras palabras del Sr. Madero fueron; ¿Conoce
Vd. al Sr. Guénon? Relaté una vez más mi historia y el embajador me dijo”;
“Ha llegado Vd. a un punto decisivo, que es el de conocer su dirección, lo que
representa una enorme victoria. Considere Vd. que los periodistas franceses, los suizos
y muchos otros vienen a Egipto, para entre otras misiones, buscar a Guénon, pero tienen
que volverse sin encontrar ni el más leve indicio, llenos de amargura, no habiendo
podido alcanzar su objetivo.”
“Ahora bien, lo que yo tanto he deseado se pudo realizar gracias al Sr. Madero, el
cual era amigo de Guénon.”
“Jamás olvidaré ese día, un domingo, en el cual llamamos a la puerta de “Villa
Fatma”. Después de una larga espera se presentó a nosotros un Sheikh de alta estatura,
cuyo luminoso semblante inspiraba veneración y expresaba dignidad y majestad; sus
ojos expelían rayos de inteligencia y sus rasgos bondad y piedad.”
“El Sheikh abrió la puerta él mismo, manteniéndose delante nuestro cara a cara;
habiéndole deseado el sâlam, nos devolvió el saludo. Nos preguntó entonces el objetivo
de nuestra visita, a lo que contestó el Sr. Madero, que al mismo tiempo le retransmitió el
saludo de uno de sus amigos. En cuanto se retransmitió el saludo de este amigo el
Sheikh nos hizo pasar. Durante la entrevista que siguió yo estuve decepcionado, pues el
Sheikh se mantuvo silencioso, sin pronunciar palabra. Afortunadamente el Dr. Madero
sostuvo la conversación, subrayando y alabando los puntos de vista del Sheikh. Después
69
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
nos retiramos, no sin haber pedido a nuestro huésped el poder volver a visitarlo. Esta
nueva entrevista tuvo lugar varios días después. Fue entonces cuando el Sheikh nos
habló y nos explicó su actitud; nos dijo que vivía retirado por temor a los indiscretos
que sólo deseaban perder el tiempo en conversaciones personales e insignificantes, pero
que había visto en nosotros un deseó sincero de conocimiento y fue así como
desaparecieron entre él y nosotros todos los obstáculos.”
Algún tiempo después de esto, lo arrastramos fuera de su nido y nos acompañó a la
Mezquita del Sultán Abu’l Ala.
Habiendo entrado en un grupo que recitaba el “dhikr”, René Guénon empezó a
murmurar ensimismado y a sacudirse; después sus palabras se tornaron audibles y sus
movimientos se intensificaron; por fin he aquí que se sumergió y abismó en el “dhikr”,
al cabo de un tiempo tuve que despertarlo, hasta que se sacudió violentamente con un
estremecimiento; recuerdo que pensé que regresaba de lugares remotos e ignorados”.4
Conocimos personalmente al Sr. Madero y damos las gracias vivamente al hijo del
Dr. Mahmüd que nos complació entregándonos un ejemplar de la contribución de su
padre a nuestro trabajo.
Desde 1929, René Guénon había colaborado regularmente en la revista Le Voile
d’Isis con extractos y artículos mensuales. La correspondencia que provocó la difusión
de su obra fue convirtiéndose progresivamente en más y más numerosa, de manera que
entre 1932 y la guerra de 1939, no le fue posible publicar ninguna otra obra nueva más.
Las relaciones entre Egipto y la mayoría de los países Europeos se rompieron a
causa de los acontecimientos de la segunda guerra mundial; René Guénon aprovechó el
rato que en otros tiempos le ocupaba su correspondencia y la colaboración en su revista,
que era desde 1935 Etudes Traditionnelles, para la puesta a punto de una serie de
volúmenes que se publicaron al finalizar las hostilidades; dos de estos trabajos se
cuentan entre los más importantes, por diferentes motivos.
El primer volumen apareció en 1945: El Reino de la Cantidad y los Signos de los
Tiempos. Este libro pertenece al mismo tiempo a las obras doctrinales y a los volúmenes
de crítica.
En su prólogo el autor constata que “Los acontecimientos no han hecho más que
confirmar completamente y sobre todo demasiado rápidamente”, los puntos de vista que
él exponía en La Crise du Monde Moderne relativos al desorden creciente que se
manifiesta en todos los dominios. “Pero”, dice, “no basta denunciar los errores” y “tan
útil como esto pueda ser; es aún más interesante y constructivo el explicarlos; es decir
buscar cómo y por qué se han producido”.
4
Dr. Abdel-Halim Mahmud. El Filosofo Musulman o Abdel Wahid Yahia, Le Caire, 1954. El único
trabajo existente en árabe, sobre René Guénon.
70
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
En esta búsqueda de las causas, el autor es llevado a exponer los datos de orden
cosmológico que no había tenido aún ocasión de abordar. Se encuentran al principio del
libro seis capítulos, que constituyen el indispensable complemento de las grandes obras
doctrinales; Qualité et Quantité, Materia signate quantitate, Mesura et Manifestion,
spatiale et space qualifié, les determinations quantitatives du Temps, Le Principe
d’individuation.
El resto de la obra está consagrado a la descripción de las modificaciones en la
esfera humana y cósmica desde los orígenes del presente ciclo hasta nuestra época, al
igual que a las de los acontecimientos del “fin de los tiempos” tal como resulta de las
indicaciones aportadas por diversas tradiciones. Por su título, como por su contenido,
este libro es una solemne advertencia a una humanidad en perdición.
La segunda obra capital aparecida después de la guerra, Apercus sur l’initiation,
expone las condiciones y los medios necesarios para pasar del dominio del
conocimiento teórico al de la realización espiritual.
A decir verdad, el contenido de este volumen no era enteramente nuevo en cuanto a
lo esencial, habiendo escrito René Guénon en Le Voile d’Isis y después en Etudes
Traditionnelles, una serie de artículos sobre la iniciación, escalonados entre 1932 y
1938.
En esta obra, el autor explica de qué naturaleza es la iniciación: que es
esencialmente la transmisión por ritos apropiados, de una influencia espiritual destinada
a permitir al ser que está actualmente en el estado humano alcanzar el estado espiritual,
que diversas tradiciones designan como el “estado edénico” y elevarse después a los
estados superiores del ser y, por fin, obtener lo que se puede llamar indistintamente
“liberación” o “estado de Identidad Suprema”.
René Guénon precisa aquí las condiciones de la iniciación y las características de las
organizaciones capaces de transmitirla y, de paso, marca la distinción entre la vía
iniciática y la vía mística.
Nos encontramos aquí con una obra verdaderamente única en la literatura de todos
los tiempos y de todas las tradiciones. Jamás hasta ahora, por lejos que nos remontemos
en la bibliografía universal, las cuestiones relativas a la iniciación habían sido objeto de
una exposición de conjunto de carácter público.
Hacía falta seguramente que la ignorancia relativa de este tema se hubiera vuelto
muy general, incluso en el seno de las organizaciones esotéricas repartidas por el mundo
occidental y hasta en ciertas partes de Oriente, para que una exposición pública de este
género se volviera posible y hasta necesaria. Recordemos aquí el adagio rabínico; “Más
vale profanar la Torah que olvidarla”.
71
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Sobre un punto particular pero importante, los Aperçus sur l‘initiation precisan la
posición de Guénon sobre la Masonería que define como la sola organización extendida
por el mundo occidental, que pueda junto con el “Compagnonnage” y la sobrevivencia
de ciertos grupos esotéricos cristianos de la edad media reivindicar “un origen
tradicional auténtico y una transmisión iniciática real”.
La tercera obra de esta nueva serie: Les Principes du Calcul Infinitesmal trata de un
asunto muy especial y que sin embargo permite al autor abordar la distinción metafísica
de lo infinito y de lo indefinido, generalmente tan desconocida por parte de los
matemáticos y los filósofos modernos.
He aquí una de las raras circunstancias en que Guénon ha tratado el desarrollo de
cierta ciencia y demostrado la diferencia entre una ciencia tradicional y una ciencia
profana, aplicadas al mismo dominio.
Y finalmente éste debía ser, no el último libro pero sí el último publicado en vida,
Guénon hizo aparecer en 1946, La Grande Triade, todo él casi “nuevo”, como el
precedente, incluso para los lectores de Etudes Traditionnelles.
El autor se refiere principalmente aquí a la tradición china, donde La Grande Triade
—que es también el título distintivo de una vasta organización Taoísta— se define:
Cielo-Hombre-Tierra. Es decir que nos hallamos aquí con una exposición de doctrina
cosmológica tanto como metafísica basada sobre el ternario examinado en Les Trois
Mondes.
A pesar de su título Taoísta, la obra hace ampliamente alusión a las doctrinas
herméticas y al simbolismo masónico que ocupará además cada vez más lugar en los
artículos que Guénon entrega a Etudes Traditionnelles hasta el momento en que su
mano ya no puede sostener más la pluma.
La Grande Triade, obra muy rica en información de toda clase, queda como el
último testimonio importante de la inmensa erudición del autor y de la maestría de su
espíritu de síntesis.
A finales del año 1946, Guénon, no pudiendo ya habitar la “Villa Fatma” como
hubiera deseado y quizás por razones que ignoramos, la alquiló y fue a vivir en pleno
centro del Cairo, en la calle Gam’a Abdine, cerca del palacio real.
El apartamento, pequeño y sombrío, daba sobre los jardines del Palacio y era
húmedo, a causa de los grandes árboles que bordeaban los jardines.
Sin embargo fue allí donde nació Lelia, su segunda hija, a principios de 1947. Fue
para él una alegría mezclada de decepción, pues había esperado el nacimiento de un
hijo. Leila tenía los ojos azules y el pelo rubio.
72
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO X
Desde hacía tiempo Guénon estaba buscando cómo poner en práctica un proyecto
que deseaba mucho y que era motivado por la preocupación que sentía por la seguridad
de su vida familiar.
Por ello el 23 de noviembre de 1948 dirigió, al ministerio del Interior Egipcio, al
departamento de nacionalización, la petición siguiente en árabe; he aquí su traducción:
Excelencia
No me quejo de nada. Egipto, al cual yo he escogido como patria me ha acogido
bien y jamás ha querido expulsarme de mi lugar de residencia.
Sin embargo cada vez que considero a mis dos hijas, desearía que fueran egipcias
de familia, (de hecho y de derecho).
Por su causa y la de mi digna esposa, considero un deber exponeros esta súplica,
concerniente a la petición por mí presentada con el objeto de obtener la nacionalidad
egipcia.
Le saluda etc…1
ABDEL WAHID YAHIA
1
L‘Egypte Nouvelle, 1 febrero 1952. Traducido por O. Nawar.
2
Dicen que Ahmed se parece de una manera asombrosa a su padre.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
A pesar de su estado de salud, Guénon estaba siempre afable y cortés con sus
visitantes. A un periodista belga que había venido a verle, para anunciarle “que gracias a
haber conocido su ideología había vuelto al Catolicismo”, le respondió que saber esto le
hacía muy feliz.”3
Otro visitante nos hace un relato conmovedor:
“Estaba yo frente a un hombre frágil, muy delgado, flaco como un arpa, hubiera
dicho Saadi, muy blanco con los ojos muy azules, vestido de una manera sencillísima,
con un galabieh y calzado con babuchas, extremadamente cortés aunque silencioso, tan
transparente que realmente parecía que ya estuviera en la otra orilla y yo miraba de vez
en cuando a nuestros pies, para ver si no fluía ya el río entre nosotros.”4
Para colmo de sus preocupaciones, a principios de noviembre de 1950 sus tres hijos
cayeron enfermos a la vez y hasta que no estuvieron curados, Guénon se negó a ser
atendido a tal extremo que el 25 del mismo mes le fue imposible toda actividad y a
partir de esa fecha, sus mejores amigos ya no recibieron más cartas de él.
Sin embargo René Guénon había sido atendido admirablemente por su amigo el Dr.
Katz, quien le había presentado al Sheikh Abou Bakr; sin embargo las únicas medicinas
que consintió en tomar (poco más o menos) eran recurso de una terapéutica natural,
pero no preventiva. El transcurso de los acontecimientos debía ver cómo se acentuaba
su depresión en general y aparecían trastornos que sin embargo, no podían ser
achacados a ninguna lesión de un órgano en concreto.
“Nuestro amigo” nos confesó el Dr. Katz, “se ha negado siempre formalmente a
cualquier análisis de laboratorio. Muchas veces le he rogado que consintiera pero no he
obtenido más que la negación más absoluta.”5
A mediados de diciembre de 1950 el Dr. Katz encontró a René Guénon de nuevo
postrado en la cama, con úlceras que se le habían extendido a la pierna derecha. ¿Se
trataba quizás de un envenenamiento de la sangre? En todo caso, estas úlceras
desaparecieron al cabo de ocho días, después de unas sencillísimas aplicaciones de
aceite de bacalao.
Pero algunos días después le apareció una dificultad en el habla. Pronunciaba
difícilmente algunas palabras y ejecutaba de manera desordenada ciertos movimientos.
Después, bruscamente, el 7 de enero de 1951, al anochecer, sobrevino el desenlace.
Por la mañana se había quejado de una especie de espasmo, de constricciones de la
laringe que le impedían ingerir alimentos. Poco después declaró que se sentía muy bien,
3
G. Boctor. L’Egypte Nouvelle, 16 enero 1953.
4
G. Remond. L’Egypte Nouvelle, 1 febrero 1952.
5
Correspondencia personal.
75
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
que era el final y en efecto ya no podía ingerir ninguna medicina. El Dr. Katz le dio
entonces unos tónicos cardíacos, pero sin grandes esperanzas.
En un momento dado “declaró a su mujer que deseaba que su gabinete de trabajo
continuara tal como estaba, con sus mismos muebles, porque, invisible, él seguiría
estando presente allí.”
Sobre las 18 horas, a pesar de las dificultades que tenía para respirar, conservaba
toda su lucidez. Hacia las 22 horas, ya no pronunciaba más que escasas palabras. Sin
embargo varias veces se incorporó en la cama exclamando: “El Nafass Khalass” (¡El
alma se va!).
El Dr. Katz se vio obligado a ausentarse y debía regresar a las dos de la mañana,
pero cuando volvió a dicha hora, René Guénon había ya expirado, a las 23 horas. Sus
últimas palabras fueron “Allah, Allah.”
“Reposaba en calma con las facciones distendidas, la crispación de las últimas horas
había desaparecido”.
Su mujer fue admirable en todos los sentidos durante el curso de su enfermedad,
velando noche y día; a pesar de estar encinta no se tomó ni un instante de reposo. Fue
para ella un desgarro indecible, dado el respeto y admiración que sentía por su marido.
En cuanto al Dr. Katz, no se supo explicar de qué murió René Guénon, sobre todo
porque ningún órgano estaba especialmente dañado, “si no es porque el alma se fue
misteriosamente”.
Los funerales, muy sencillos según la propia voluntad del desaparecido, tuvieron
lugar el 8 de enero de 1951, entre las diez y las doce de la mañana. Asistieron el Sheikh
Abou Bakr y Mme. Valentin de Saint-Point que se encontraba en la cabecera de René
Guénon, la noche de su muerte.6
El cuerpo transportado durante unos centenares de metros a hombros, fue luego
depositado sobre un furgón automóvil y llevado a la mezquita de Seyidna-Hussein, a
dos pasos de la Universidad de El Azhar, (esta mezquita fue en la que René Guénon
conoció a su futuro suegro.) Allí fue recitada la oración de los muertos; después de
nuevo a pie, el cuerpo volvió a ser transportado a hombros. La comitiva se dirigió al
cementerio de Darassa, cerca de la colina de Moqqatan, en un lugar llamado “El
Magawarine”.
René Guénon fue enterrado en el panteón de la familia de su mujer, el panteón
Mohammad Ibrahim y bajo la losa, “su cuerpo velado de lino, reposa sobre la arena, el
rostro vuelto hacia La Meca”.
6
La Señora de Saint-Point murió en el Cairo el 28 de marzo de 1953.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Así terminó esta vida simple y modesta, consagrada por entero al servicio de la
Verdad y despojada de todas las ambiciones que habitualmente solicitan a los hombres.
Aquí la vida se confunde con la obra. ¿Qué más bello elogio podría hacerse?7
En efecto no nos permitiremos —y sería totalmente vano— hacer conjeturas sobre el
grado de espiritualidad al cual hubiera podido llegar René Guénon. Por eso encontramos
lamentable que el Sr. Paul Serant, en un libro que no por esto deja de tener su mérito, se
haya permitido formular sobre este asunto una opinión negativa.
Que Guénon haya denunciado los errores del sentimentalismo, no hace “evidente”
que haya desconocido el amor bajo su forma más alta, que se podría llamar “la pasión
de las cosas divinas” y hasta no se puede estar más persuadido de lo contrario ante una
vida animada por la más elevada caridad: la caridad intelectual. Toda la vida y toda la
obra de René Guénon —su muerte también— son testigos de la presencia constante de
virtudes a las cuales el Cristianismo da el adjetivo de “teologales”, la Fe, la Esperanza y
la Caridad. ¿Quién podría creer que este “combatiente de Allah” no poseía la Fe, ni
alimentaba la Esperanza de ser reunido con El y de reanimar su Amor en el corazón de
los hombres?
Por lo tanto, ¿cómo puede osarse escribir “sin duda, al hombre como a la obra les
faltaba algo? ¿Y qué era eso, por cierto? Quizás el privilegio que consagra la victoria
del espíritu y que el hombre no adquiere jamás por sus propios méritos, estuvieran ellos
forjados mil veces al fuego del más puro conocimiento, este privilegio al que la
tradición occidental ha dado una vez por todas el nombre de santidad.” Convencidos de
nuestra impotencia en penetrar el secreto mas íntimo de un ser, nos guardaremos bien de
adelantar sobre René Guénon, una calificación cualquiera, pero a menos de limitar la
santidad a sus normas cristianas, ¿en virtud de qué autoridad o de que conocimiento
trascendente se permiten negarle este privilegio?
René Guénon no ha dejado obras inéditas, pero expresó el deseo de que fueran
reunidos en volúmenes los numerosos artículos aparecidos en diversas publicaciones y
que él no integró en las obras que ya tenía compuestas.
Dos volúmenes han aparecido ya: Initiation et Réalisation Spirituelle y Aperçus sur
l’ésotérisme Chrétien que completan respectivamente Les Aperçus sur l’Initiation y
L‘Esotérisme de Dante.
Queda la materia de varios otros volúmenes sobre la Masonería, el simbolismo
universal, la cosmología sagrada, el esoterismo islámico y ciertos aspectos del
hinduismo.
7
Algunos meses más tarde, el 17 de mayo 1951, nacía un niño, hijo póstumo de René Guénon, a
quien se le impuso el nombre de su padre; Abdel Wahed.
77
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Formulamos el voto de que estas obras sean pronto publicadas, para que los
investigadores puedan tomar conocimiento de la totalidad de una obra que no tiene
equivalente en ningún idioma.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
CAPÍTULO XI
Concluida la historia del hombre que fue conocido con los nombres de René Guénon
y de Abdel Wahed Yahia, otra historia continúa, la cual no está próxima a su fin, a
menos que no se realicen a corto plazo las más sombrías previsiones sobre la suerte del
mundo moderno: la historia de la obra de René Guénon.
Es sin duda demasiado temprano para predecir qué fruto dará su obra. La voz de
René Guénon, ¿será aquella que clama en el desierto, o bien tendrá una influencia
apreciable en el curso de la historia?
Hoy estaríamos tentados a contestar, ni una cosa ni otra, pero ¿quién puede saber
qué nos reserva el mañana?
Ciertamente no una voz en el desierto, pues siete años después de la desaparición de
este hombre, su obra conserva todo su poder de atracción; durante siete años, hombres
pertenecientes a corrientes tradicionales diferentes, han mantenido la revista “Etudes
Traditionnelles”, de la cual René Guénon fue el animador, inspirándose en los
principios mismos de la obra guenoniana; en fin, están todos aquellos que sin tener que
manifestarlo con escritos, han encontrado o reencontrado —y cada día encuentran o
reencuentran— gracias a la obra de Guénon, el camino de la Tradición. Pero estos,
relativamente numerosos con respecto a la débil difusión de los libros de Guénon, no
son más que una insignificante minoría esparcida por las cuatro esquinas del mundo.
De seguro, Guénon lo dijo, la cantidad en un principio importa poco. Sin embargo
durante este tiempo, la humanidad va descendiendo por la pendiente de la historia y
ciertas esperanzas se tornan cada vez más frágiles.
Guénon preconizaba el acercamiento entre un Occidente vuelto tradicional y un
Oriente que así había permanecido.
Pero, ¿qué vemos nosotros? Un Occidente dividido, sometido por todas partes a las
influencias anti-tradicionales y un Oriente cuyas estructuras tradicionales se disgregan y
que se está convirtiendo en tan “moderno” como Occidente.
Guénon preconizaba el restablecimiento de las relaciones normales entre la
autoridad espiritual y el poder temporal. Pero nosotros vemos por todas partes a las
autoridades espirituales padecer cada vez más —bajo una forma brutal o bajo una forma
insinuante— la presión de los poderes temporales.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
A decir verdad, Oriente y Occidente no tienen gran cosa que envidiarse —o que
reprocharse. Y si quizás aún puede entreverse la posibilidad de un acercamiento entre
uno y otro en un porvenir más o menos lejano, ¿no será por la unificación de la
humanidad bajo el espectro de la contratradición?
Debemos decirlo, si la obra de Guénon ha transformado literalmente la existencia de
un cierto número de occidentales, las advertencias hechas a las colectividades han
quedado sin eco. Citaremos dos ejemplos característicos que ponen en evidencia la
penetración de nuestro autor:
“Los occidentales, a pesar de la alta opinión que tienen de sí mismos y de su
civilización, sienten que el dominio del resto del mundo está muy lejos de estar
asegurado de una manera definitiva y puede estar a la merced de acontecimientos que
les son imposibles de prever y con mayor motivo impedir. Solamente, lo que no quieren
ver, es que la causa principal de los peligros que los amenazan reside en el carácter
mismo de la civilización europea; todo lo que no se apoya más que en el orden material
como es el caso, no puede tener más que un éxito pasajero; la variación, que es la ley de
ese dominio esencialmente inestable, puede tener las peores consecuencias en todos los
órdenes y esto con una rapidez tanto más fulgurante cuanto la velocidad adquirida es
más grande; el exceso mismo del progreso material, comporta el riesgo de que
desemboque en algún cataclismo.
Consideremos el incesante progreso de los medios de destrucción, del papel cada
vez más considerable que disfrutan en las guerras modernas, las perspectivas poco
tranquilizadoras que ciertos inventos abren para el porvenir y no se estará tentado de
negar una tal posibilidad y que además las máquinas que están expresamente destinadas
a matar no son el único peligro. Al punto al que las cosas han llegado, a partir de este
momento, no hace falta demasiada imaginación para representarse a Occidente
acabando destruyéndose a sí mismo, sea en una guerra gigantesca, de que la última no
da idea siquiera, o por los efectos imprevistos de algún producto que, manipulado
imprudentemente, será capaz de hacer saltar, no ya una fábrica o una ciudad, sino todo
un continente.
Pero todavía nos está permitido esperar que Europa y hasta América puedan
detenerse en este camino y se recobren antes de llegar a estos extremos.”8
Estas líneas fueron escritas en 1924, sin duda aun le hace falta menos imaginación al
hombre de 1957 para representarse lo que el autor veía en perspectiva… y que amenaza
por igual a Oriente que a Occidente. Pero ahora ya no nos está permitido esperar que
Europa y América se detengan en este camino por el cual está siendo arrastrado a su vez
el Oriente.
8
“Orient et Occident” ch. IV; “Terreurs chimeriques et dangers reels”.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
De esa misma obra citemos aun otras líneas de una singular actualidad y de la que
tanto los Orientales como los Occidentales habrían sacado gran provecho si les hubieran
prestado atención.
Después de haber ironizado un poco (quizás demasiado pronto) sobre el miedo al
“peligro amarillo” contra el cual el temperamento pacífico de los chinos, sería la mejor
garantía, Guénon escribía:
“Hay costumbre también de agitar a troche y moche el espectro del “panislamismo”;
aquí sin duda el miedo está menos absolutamente desprovisto de fundamento, pues los
pueblos musulmanes, que ocupan una situación intermedia entre Oriente y Occidente,
tienen a su vez ciertos rasgos de unos y de otros y tienen, desde luego, un espíritu
notablemente más combativo que el de los orientales puros; pero, en fin, no debemos
exagerar. El verdadero panislamismo es ante todo una afirmación de principio de un
carácter esencialmente doctrinal. Para que tome la forma de una reivindicación política,
hace falta que los europeos hayan cometido muchas torpezas; en todo caso no tiene nada
en común con un “nacionalismo” cualquiera, que es totalmente incompatible con los
conceptos fundamentales del Islam. En suma, en muchos casos (y pensamos sobre todo
en Africa del Norte), una política de “asociación”, bien comprendida, respetando
íntegramente la legislación islámica e implicando una renuncia definitiva a toda
tentativa de “asimilación”, bastaría probablemente para apartar el peligro si es que hay
peligro”.9
Ahí Guénon también nos resulta adivino y estos dos ejemplos bastan para dar a
entender cuán pocas son las posibilidades de salida para una obra como la de Guénon en
el orden colectivo.
Por el contrario, en el orden individual, hay varios centenares de hombres y mujeres
para quienes el encuentro con la obra de Guénon ha sido el acontecimiento mayor de
sus existencias… ¿Qué ha traído, pues, Guénon que resulte tan “nuevo” y tan
importante?
Describiendo su vida hemos ido señalando mientras lo hacíamos, en ocasión de la
publicación de sus libros, las ideas directrices de su obra.
En algunas de ellas continúa una corriente “tradicionalista” del siglo XIX, Fabre
d’Olivet y Joseph de Maistre en primer lugar, cuyos trabajos conoció y que cita algunas
veces, corriente de pensamiento que ha tenido bastantes otros representantes que
Guénon no ha tenido necesariamente que conocer, pero que sí forman como una cadena
que se une con la época de su juventud.
En un artículo que citamos precedentemente, Mme. Marie-Paul Bernard escribe:
9
“Orient et Occident” ch. IV.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
82
Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Pero aquel que ha leído bien a Guénon comprende que el primer paso en vistas a la
iniciación es el de integrarse a una tradición regular, en su aspecto exotérico o seguir sus
prescripciones con un rigor y un fervor acrecentados si es ya un exoterista practicante.
De esta forma, el que no obtenga la iniciación, por un motivo u otro, estará en
seguridad espiritual y trabajará con una consciencia más clara y una comprensión más
profunda para su propia “salvación”, que es la salida virtual de la ronda de las
existencias.
Gracias a la obra de René Guénon, un cierto número de occidentales, han vuelto a
encontrar el camino de la Tradición, generalmente bajo la forma del Catolicismo
Romano que es la tradición regular normal de Europa y de sus prolongamientos étnicos
(a excepción de Europa del Este, colocada bajo la regencia de las iglesias llamadas
ortodoxas). Y éste es un resultado cuya importancia no será jamás lo bastante subrayada
en nuestra época de descristianización. Pero muchas de estas personas se han
encontrado delante de una cruel perplejidad ante el problema de la iniciación.
No pretendemos resolver este problema, pues es la Vía la que escoge al Hombre y
no a la inversa, pero nos parece oportuno precisar cómo se plantea, si es verdad que un
problema bien planteado está a mitad resuelto. Guénon ha fijado los elementos de una
manera clara y no pensamos alterar su idea resumiéndolos como sigue:
1. La obra de Guénon se propone como meta la restauración del espíritu tradicional
integral en Occidente, esto de una manera más o menos extendida según que la
elite occidental haya podido o no, ejercer una influencia apreciable sobre el
ambiente.
2. Esta restauración supone, para algunos por lo menos, un conocimiento y una
comprensión del Cristianismo en sus aspectos más internos y más profundos.
3. Un conocimiento verdadero no podría ser únicamente teórico o especulativo.
4. El acceso al conocimiento efectivo, que también se puede designar como la
realización espiritual o la realización metafísica, supone:
a) la recepción de la iniciación virtual, por un rito que se superpone a los ritos
exotéricos de los cuales participan todos los fieles:
b) la comunicación de métodos apropiados para actualizar la virtualidad
conferida por la transmisión iniciática.
5. Un exoterismo es indispensable a cualquier hombre, aunque éste sea un iniciado.
6. La iglesia Católica es el soporte normal de una restauración del espíritu
tradicional integral en Occidente, por lo tanto el soporte normal de la vía
exotérica de una elite Occidental.
7. Poniendo aparte la sobrevivencia de iniciaciones cristianas en el seno de la
Iglesia latina, conservadas en medios muy restringidos y prácticamente
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Ante este cuadro nos parece que las soluciones teóricamente posibles son de un
numero limitado si se reconoce la autoridad de la obra de René Guénon, bajo todos sus
aspectos.
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Paul Chacornac, La vida simple de René Guénon
Para comenzar hace por supuesto falta que algunas personas tengan la clara
conciencia de lo que se ha de realizar y la firme voluntad de realizarlo. Y sin duda
algunos estarían en disposición de dar el primer paso ya desde ahora.13
Esta es, en todo caso, una preparación que está al alcance de todos: es la adquisición
de este conocimiento teórico extenso e inconmovible que Guénon ponía como
condición previa para toda tentativa de realización.
Precisemos: conocimiento de la obra de Guénon en su totalidad y conocimiento en la
medida compatible con la disciplina del secreto de lo que ha llegado hasta nosotros del
esoterismo occidental.
Para facilitar esta preparación indispensable sin dejar de otorgar su parte a las
doctrinas orientales, nos hemos dedicado desde la muerte de Guénon, en nuestra revista
Etudes Traditionnelles, a publicar traducciones y reimpresiones de textos esenciales del
esoterismo Cristiano y de la Kábbala, con la esperanza de que, como decía Jean Reyor:
“La cosecha pueda recogerse después de la muerte del Sembrador”.
Pueda nuestro modesto esfuerzo contribuir así a colmar los deseos de aquel a quien
se ha llamado, con razón, el mayor de los maestros intelectuales que el Occidente haya
conocido desde el final de la Edad Media.
existencia y disposiciones internas que son difíciles de reunir. Pero esta solución que no es susceptible de
generalizarse para todos los hombres dotados para ello, que todavía puedan existir en Occidente, no
contribuye en nada a la formación de una elite occidental relativamente importante y sólidamente
constituida, lo cual es sin embargo el objetivo primero de Guénon y la eventualidad más favorable, no
solamente para Occidente sino para la humanidad entera.
13
Los lectores que estén interesados en estas consideraciones, encontrarán precisiones y un mayor
desarrollo del tema en varios artículos del Señor Jean Reyor, aparecidos en “Etudes Traditionnelles” y en
los cuales nos hemos inspirado ampliamente en las últimas páginas del presente capítulo; “Esoterismo y
Exoterismo Cristianos” (n° abril-mayo, julio-agosto 1952; octubre-noviembre 1953; enero-febrero y
marzo 1954); “A propos d’un nouveau livre de René Guénon (n° junio y septiembre 1954) “Pour une
Maçonnerie Traditionnelle” (n° abril-mayo 1955); “Initiation et Moment Cosmique d’aprés l’oeuvre de
René Guénon (n° enero-febrero 1956).
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