Interpretación Del Acto Jurídico
Interpretación Del Acto Jurídico
Interpretación Del Acto Jurídico
Valdivia, C. (2003), sostiene que “la interpretación es una actividad humana tan
antigua como la traducción; se puede afirmar que existe desde que el género
humano tuvo uso de palabra puesto que siempre fueron necesarios los
intermediarios entre pueblos de culturas e idiomas distintos para facilitar la
comunicación a todos los niveles”. (p.1).
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En el campo del Derecho, se interpretan para entender su sentido y alcance, tanto
las normas legislativas, como las normas consuetudinarias las jurisprudencias, las
negociales y las que están contenidas en los principios generales del Derecho.
No se debe identificar prueba con interpretación. La prueba se orienta a verificar,
probar, que un hecho real ha acaecido, en cambio, por la interpretación se trata de
entender el significado y alcance de las normas jurídicas o de los hechos y actos
jurídicos. Demostraba la existencia de una ley o de un acto o negocio jurídico, se fija
su sentido y alcance mediante la interpretación.
La interpretación comprende la globalidad de la actividad jurídica, constituye un dato
ineludible de la experiencia jurídica. Sin interpretación no hay derecho.
La interpretación jurídica es realizada: por los jueces y los árbitros con miras a la
solución de un conflicto jurídico; por los legisladores que tienen que interpretar una
norma de jerarquía superior que le señala los limites formales y materiales dentro de
los cuales pueden crear otra norma de menor jerarquía; por abogados al dar un
consejo profesional, emitir un informe, o al ejercer la defensa ante los tribunales; por
los juristas que a nivel teórico se plantean cuestiones que intentan resolverlas
mediante el derecho; y, también, por cualquier individuo particular antes de tomar
una decisión con efectos jurídicos. Todos ellos intentan aclarar el sentido de la norma
jurídica. El acto jurídico también es una norma jurídica particular que necesita ser
interpretada por descubrir su significado.
Es decir, se puede definir como una operación sobre el discurso mediante la cual el
intérprete efectúa la transmisión del sentido del discurso de la lengua original
formulándolo en la lengua terminal.
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1.2. La interpretación del acto jurídico
De la definición antes anotada, se debe precisar que, en esencia, la interpretación es
una cuestión de hecho, por cuanto, para buscar el verdadero sentido o alcance de lo
que resultase poco claro, se debe remitir al contexto mismo del acto jurídico
celebrado, en especial; a la manifestación de voluntad esgrimida, por ello, no puede
ser catalogado como una cuestión de derecho.
La interpretación del acto jurídico puede presentar según los casos dificultades
mayores o menores, pero es siempre necesaria. La interpretación del ser humano y
del lenguaje hace que la reproducción de la voluntad mediante la declaración no esté
libre de confusión y dudas, por lo que la interpretación deviene en un quehacer
necesario para aclarar las dudas y establecer su significado. Es inexacta la máxima
tradicional que afirma in claris non fit interpretario, pues ya el decir que el tenor literal
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de un texto es tan inequívoco que hace superflua toda interpretación, descansa
sobre una interpretación.
Así como la interpretación de la ley consiste en entender n solo su expresión literal,
sino sobre todo su espíritu, así también la interpretación del acto jurídico (norma
jurídica formal) se funda sobre la necesidad de establecer reconstruyendo a través
del análisis de las declaraciones de voluntad y circunstancias que rodean a esta el
sentido de la regulación de los intereses privados.
Salvador, C. (1985) sostiene que “Toda ley debe expresar un pensamiento en forma
tal que valga como norma. Quien interprete, pues, una ley, debe analizar el
pensamiento contenido en la ley, debe investigar el contenido de la ley.
Interpretación es lo primero: reconstrucción del contenido de la ley. El intérprete debe
colocarse en el punto de vista del legislador y producir así artificialmente su
pensamiento.” (p.456)
En la fase arcaica del Derecho romano dominada por el formalismo ritual, la técnica
interpretativa se limitó al control de la conformidad de los actos concretos a los
esquemas típicos impuestos por los mores o por las leyes.
Torres, A. (1998) manifiesta que “según el ius civile, los actos jurídicos valen por su
forma exterior consistente en el pronunciamiento de palabras solemnes o en el
cumplimiento de gestos rituales”, (p.551)
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Es decir, no tenía relevancia jurídica lo que no estaba expresado en lo ritual.
En el Derecho clásico romano la interpretación es típica y objetiva en cambio en el
Derecho de Justinianeo, se aceptan métodos interpretativos orientados a indagar la
voluntad del agente que crean el acto jurídico.
Las fuentes romanas contienen una serie de criterios de interpretación del acto
jurídico, enunciados por los juristas en ocasiones de pronunciar soluciones para
casos prácticos, criterios generales que fueron recogidos por el derecho justinianeo,
que ha elaborado en términos racionales una teoría de la interpretación.
El libro segundo del código civil contiene algunas de esas normas de interpretación.
Los criterios interpretativos verán según que el acto sea unilateral en el cual la
valoración está limitada a las declaraciones de u solo sujeto, o bilateral o plurilateral,
en el que la investigación se orienta a la común intención de las partes; son distintos
en los actos onerosos respecto de los gratuitos; en los actos inter vivos contrapuntos
a los actos mortis causa.
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exterioriza la voluntad y esta es el contenido, lo exteriorizado comunicado mediante la
declaración.
El acto jurídico se forma con la voluntad declarada. Sin embargo, sucede con
frecuencia que sin querer (error, dolo, violencia, intimidación, la interpretación del
lenguaje que puede traicionar la voluntad del agente, etc.) o queriendo (se aparenta
declarar como verdad una falsedad) el agente declara algo que no corresponde a u
voluntad. Esta divergencia entre la voluntad y la declaración ha sido resuelta haciendo
prevalecer unas veces a la voluntad (la teoría de la voluntad o subjetiva) y otra a la
declaración (teoría de la declaración u objetiva). Esto ha originado la creación del
sistema subjetivo de interpretación, basado en la teoría de la voluntad, que considera
que se debe indagar sobre la voluntad real del agente y no detenerse en la
declaración, y el sistema objetivo de interpretación, fundado en la teoría de la
declaración, para el cual lo que se interpreta es la declaración y no la voluntad interna
del agente.
El sistema subjetivo está consagrado en los artículos 1136 a 1164 del código civil
francés de1804; el objetivo en el artículo 157 del código alemán de 1900; el código
civil italiano de 1942 sigue un sistema mixto (artículo 1362 al 1371)
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Sánchez, E. (2007), sostiene que “…en la búsqueda de la voluntad real del
agente, el intérprete no debe considerar solamente la declaración, sino que
debe valorar el contexto social, el comportamiento de las partes previo,
simultaneo y posterior a la declaración del acto jurídico, la finalidad perseguida
por las partes y todas las circunstancias que conduzcan a establecer la
voluntad real.” (p.17)
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significado univoco, según el común modo de entender de las gentes, pero que
las partes concordantemente lo hayan entendido con un significado diverso.
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Asimismo, debemos precisar que originalmente el Código Civil alemán BGB,
estuvo impregnado de un criterio netamente subjetivista recogiendo el modelo
francés plasmado en la categoría de la voluntad, sin embargo, con
posterioridad, por la corriente de la misma doctrina alemana, se optó a la teoría
objetiva o de la declaración.
Como se podrá apreciar, las dos teorías citadas, resultan ser antagónicas entre
sí, razón por la cual aparecieron otras dos teorías que tratan de conciliar a las
señaladas, pero a la postre lo que originaron fue una bifurcación aún más
notable entre ellas; trayendo una irremediable inconcibilidad, estas teorías son
la teoría de la responsabilidad y la teoría de la confianza o buena fe. (Cusi,A,
2015).
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1.4.5. Sistema Mixto
Como hemos visto en los sistemas anteriores el objeto y las posibles
orientaciones de la actividad interpretativa del acto jurídico depende de que este
sea considerado como un acto de voluntad, o bien de identificarlo con la mera
declaración exterior. Si el elemento esencial del acto jurídico es la voluntad, el
objeto de la interpretación es la voluntad negocial, por tanto, toda la actividad
interpretativa debe orientarse valiéndose de todos los medios permitidos, a la
búsqueda del interno querer, como hecho psíquico, del agente. Una concepción
como esta no satisface, porque descuida la exigencia de una tutela razonable de
la confianza depositada en la declaración por el destinatario de la misma y en
general por los terceros.
Para superar los errores del sistema subjetivo y del objetivo, la interpretación debe
orientarse a determinar el significado más correcto del acto, considerando su
función de eficacia como un instrumento de autorregulación de intereses privados.
Desde esta perspectiva, la interpretación debe orientarse directamente al
contenido del acto, el mismo que constituye el punto de partida del objeto de la
valoración que el derecho hace de la autorregulación de los intereses privados;
por consiguiente, el contenido del acto jurídico debe ser revelado en su pleno
significado, según una valoración comprensiva y equilibrada de los intereses de
las partes. La voluntad de las partes, que representa la fuente de la voluntad
negocial, de un lado, y el comportamiento de ellas, como el conjunto de actos
exteriores con los cuales se realiza el contenido, del otro solamente pueden
adquirir relevancia, según esta correcta perspectiva, como los elementos, si bien
de peso determinante, los cuales se vendrá a parar cuando se trata de resolver
los diversos problemas relativos a la indagación sobre el significado del acto.
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1.5. Naturaleza de las Normas Interpretativas.
La doctrina moderna predominante reconoce que las normas sobre interpretación del
acto son de carácter imperativo, cuyos criterios deben ser interpretados
ineludiblemente por el intérprete con el fin de dar soluciones a diversas cuestiones
que se presenten con relación a la determinación del sentido y alcance del acto.
En resumen, las normas sobre interpretación del acto jurídico son imperativas, para
los magistrados y para cualquier otro tercero, pero las partes solamente son
imperativas si no hay acuerdo unánime diferente, las partes en ejercicio de su
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autonomía de voluntad, pueden darle la significación que deseen sobre lo que han
celebrado, con tal que no atenten con normas imperativas (no interpretativas) el
orden público o las buenas costumbres.
Es aquella realizada por los mismos por los mismos celebrantes del acto jurídico,
donde, frente a ambigüedad o poca claridad de alguna de partes conformantes del
mismo, proceden realizar la interpretación, y de llegar a entrañar el verdadero
sentido o alcance, plasmado en un documento posteriores que vendrá hacer el
acto interpretativo y pasará a formar parte del acto jurídico que se a interpreta. La
interpretación auténtica de los actos jurídicos unilaterales, plurilaterales son
interpretados auténticamente con la manifestación de voluntad de todos los que
son parte en ellos. La interpretación auténtica de los actos jurídicos unilaterales es
realizada mediante la manifestación unilateral del otorgante.
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La interpretación auténtica de los actos de autonomía privada es realizada
mediante otro acto de autonomía privada, por lo que el intérprete puede separarse
de los criterios hermenéuticos legales, lo que no está permitido a los magistrados
y a los terceros. Así lo sostiene Betti (1990), al afirmar que en el estricto ámbito de
la autonomía privada del autor de la declaración unilateral mortis causa y las
partes en el negocio bilateral son dos dueños de regular sus intereses como crean
más conveniente, incluso con relación a un problema de inteligibilidad” (p.206).
Es decir, es la practicada por los jueces y tribunales para emitir sus decisiones
(sentencias y demás resoluciones motivadas jurídicamente) en las cuales esta
interpretación queda plasmada. Para Couture ésta es la preferida de quienes han
trabajado en este campo de la teoría general del derecho
En efecto, es mediante la que realizan los jueces que la Interpretación tiene vida
práctica, pues su carácter obligatorio la hace trascender directamente en la vida
en sociedad. En la medida que provenga de instancias más elevadas la
interpretación judicial, sentada en los precedentes, tenderá a influenciar con
mayor autoridad y frecuencia.
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emite en los términos y condiciones legalmente exigidos. Así, en nuestro país, es
el Art. 384° del Código Procesal Civil (C.P.C.) el que designa a la correcta
interpretación del derecho como uno de los fines esenciales del Recurso de
Casación, el Art. 386° inc. 1 Es el que incorpora a la “interpretación errónea de
una norma de derecho material, así como de la doctrina jurisprudencial” como una
de las causales que permiten interponer el Recurso de Casación y es el Art. 400°
11 el que prevé cuáles son los requisitos y condiciones para que el precedente allí
sentado sea considerado como doctrina jurisprudencial que vincule a los demás
órganos jurisdiccionales del Estado.
En este caso, cuando no hay acuerdo para que las partes realicen la
interpretación, o existiendo no se llega a ninguna solución respecto a la
interpretación, es factible que se recurra al poder judicial, pues será el órgano
jurisdiccional el que interprete el acto jurídico que resulta ser poco claro. La
interpretación que se realice será plasmada en la sentencia que dicte el respectivo
juez. Estando frente a una resolución judicial, el caso de ser firme o que constituya
una cosa juzgada, será vinculante esta determinación para los celebrantes del
acto jurídico o cualquier tercero que tenga interés respecto al mismo. Con el fin de
resolver el conflicto de intereses sometido a su decisión.
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Un claro ejemplo, la opinión de un jurista sobre la significación y alcance de un
acto jurídico. No tiene carácter vinculatorio para las partes ni para el intérprete,
aunque si puede tener influencia moral sobre terceros, especialmente sobre los
magistrados, según el grado de prestigio del intérprete.
Esta interpretación podrá ser ilustrativa o referencial y, de ser el caso, servirá para
efectos de que en su momento oportuno el juez o el árbitro, o las partes tengan a
bien considerarlo.
Es aquella realizada por el árbitro, ante quien se somete el acto jurídico que
resulta ser poco claro, confuso o ambiguo para su interpretación pertinente. El
documento que contenga el acto interpretativo vendrá a ser el laudo arbitral, el
que por cierto es vinculante para los que por cierto es vinculante para los que se
someten a esta clase de interpretación.
Torres (1998), expone que “es una actividad encaminada, mediante un proceso
de comprensión, a establecer el sentido y alcance de la manifestación o
manifestaciones de voluntad (declaraciones y comportamientos), resolviendo así
las dudas sobre su existencia y las desinteligencias sobre su contenido. Es
primordialmente una cuestión de hecho, debido a que se circunscribe al contexto
en que fue celebrado el acto jurídico y, se interpretan tomando como marco de
referencia ello” (p.684).
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En síntesis, es una actividad encaminada mediante un proceso de compresión,
establecer el sentido y alcance de la manifestación o manifestaciones de voluntad,
resolviendo así las dudas sobre su existencia y las desinteligencias sobre su
contenido.
1.8.2. La Calificación del acto jurídico
Consiste en determinar su naturaleza jurídica, expresada en un nomen iuris
(arrendamiento, hospedaje, etc.), lo que viene a constituir la premisa
indispensable para determinar las normas jurídicas que le son aplicables. Por la
calificaron se identifica el abstracto tipo legal en cuyo supuesto normativo se ha
subsumir el acto jurídico concreto.
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La integración radica en establecer lazos de normatividad cuando existan vacíos o
lagunas que se puede encontrar en el ordenamiento jurídico, teniendo como
alcance o valor la plenitud del Derecho.
Por ejemplo, si los contratantes no han dicho nada sobre el saneamiento por
evicción o por vicios ocultos del bien transferido en propiedad, posesión o uso, se
aplican las normas relativas a esta materia contenidas en el Código Civil, arts.
1848 y ss. Por la interpretación se atribuye su significación y alcance al acto
jurídico, en cambio, por la integración se llena los vacíos que presenta para
establecer todos sus defectos, puesto que el acto negocial obliga a las partes no
solo en cuanto se haya expresado en él, sino también en todos sus efectos que se
deriven de la ley.
Al establecerse, mediante la interpretación, el alcance del acto jurídico que han
fijados los efectos que las manifestaciones de las partes han introducido en el
contenido del acto, a estos efectos derivados de la manifestación de voluntad,
mediante la integración, se agregan los otros efectos dispuestos por la ley o
también por la costumbre en los casos en que la ley se remita a ella.
Los que han tomado la decisión de celebrar un acto jurídico plasman su deseo es
una manifestación de voluntad, cuyas estipulaciones regirán sus derechos y
obligaciones. Estas estipulaciones pueden ser claras denotando la voluntad real de
las partes o pueden ser ambiguas, contradictorias, oscuras, de modo que no reflejan
el sentido y alcance que las partes quisieron dar a sus declaraciones. Lo que dice la
declaración de voluntad puede ser muy claro, pero lo que quisieron decir las partes
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puede no estarlo, por ello, la idea de que las expresiones claras no necesitan ser
interpretadas ha caído en descrédito.
La buena fe no admite que se haga prevalecer con indagación subjetiva que puede
conducir a sustituir la voluntad de las partes por una voluntad ficticia producto de la
apreciación conjetural del intérprete ni tampoco permite la supremacía de la teoría
objetiva que puede llevar a amparar el error, el dolo, la usura, el abuso de la parte
fuerte sobre la débil, sino que propicia una averiguación intermedia entre esos dos
extremos.
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Bien relaciona en el tiempo Landa Arroyo, C. (2003) sostiene que” el desarrollo
de los derechos fundamentales con la interpretación, pero no debemos pasar
por alto que ello se debió a que tal desarrollo se plasmó en normas jurídicas
destinadas a ser aplicadas, en la incorporación normativa de derechos
constitucionales subjetivos que quedaban sujetos a aplicación por los órganos
encargados de administrar justicia constitucional.” (p. 215)
1.10.2. Método
Del Art. 138° de la Constitución se establece que los jueces preferirán la
aplicación de la norma constitucional frente a cualquier otra norma en caso de
incompatibilidad. El método de interpretación constitucional presupone,
entonces, que toda interpretación implementada conforme a los criterios y
teorías ya desarrollados, se somete a lo establecido en la Constitución, es
decir, deberá siempre preferirse la interpretación que sea conforme o más
conforme a la Constitución.
Así, si por su alcance (ya sea por ser restrictiva o extensiva) o por su fuente o
por su método, se llega a una interpretación que termine transgrediendo alguna
norma del texto constitucional, no quedará más remedio que recurrir a la
interpretación que en cada caso quede como alternativa, siempre, claro está,
que la elegida se someta a lo previsto en la Constitución.
1.10.3. Principios
Los Principios de Interpretación constitucional.
Estos Principios que, entre otros autores cita el Dr. Aníbal Torres Vásquez,
comúnmente son:
a) Principio de unidad de la Constitución: Por este Principio, la
Constitución se interpreta como un todo o una unidad, sin considerar sus
disposiciones como normas aisladas
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c) Principio de la funcionalidad: Por el que se busca el respeto a las
competencias de los distintos órganos, conforme al diseño preestablecido
por la Constitución. Así, ningún órgano estatal invadirá el ámbito
competencial de otro, lográndose de esta manera un trabajo coordinado y
en armonía.
Art. 168 del Código civil. - El acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con
lo que se haya expresado en él y según el principio de la buena fe.
El acto jurídico como norma particular que es, constituye una realidad
morfológica y sintáctica que el intérprete debe analizar desde el punto de
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vista gramatical o literal para captar su significación y alcance. Si luego de
ser interpretado resulta que los términos utilizados son claros en cuanto
revelan sin lugar a dudas la voluntad real del agente, se estará al sentido
literal de las estipulaciones.
También nos manifiesta que, “la impropiedad de las palabras usadas por el
agente o agentes, la variación del significado con el tiempo y los lugares, los
varios significados que puede tener una misma palabra, la sinonimia y la
polisemia, son características de todo lenguaje; toda expresión lingüística,
debido a razones semánticas o sintácticas, es susceptible de tener varios
significados. Las partes que celebren un acto jurídico pueden atribuir a las
palabras su significado corriente o un sentido que no tienen o que es
contrario al indicado. Muchas veces no hay uniformidad de criterios sobre el
sentido de una palabra, ni en el uso social, ni en el ámbito jurídico.
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Las expresiones usadas en la celebración de un acto jurídico pueden
aparecer claras y univocas, sin embargo, la verdadera intención de las
partes no siempre puede coincidir con lo expresado.
En resumen, si los términos del acto jurídico son claros y no dejan dudas
sobre la voluntad del agente o agentes que lo celebran se estará dando el
sentido literal de sus estipulaciones, Si se prueba que la declaración no
responde a la voluntad, prevalecerá esta sobre aquella, Para determinar la
voluntad del agente o agentes se debe apreciar su comportamiento total,
considerando las practicas establecidas entre ellos si las hay, las
negociaciones preliminares, aun el comportamiento posterior a la celebración
del acto jurídico y todas las circunstancias pertinentes del caso.
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funda, sobre la base de principios generales, entre ellos el de la buena fe.
Como principio general la buena fe es la aplicación de otro principio
general “alterum non laedere” al cual está vinculado. Los principios
generales, entre ellos la buena fe fundamentan o sustentan todo el
ordenamiento jurídico.
En segunda acepción, la buena fe es un principio general de integración
del ordenamiento jurídico. A falta de ley o de costumbres, los vacios que
presenta el ordenamiento jurídico se integran con los principios generales
en lo que figura la buena fe.
En una tercera acepción, que es la que interesa a este estudio, la buena
fe constituye una regla de interpretación del acto jurídico. Solo si los
agentes del acto jurídico actúan conforme al principio de vivir
honestamente pueden calcular las consecuencias de sus actos y,
consecuentemente, están obligados a cumplir el acto jurídico completa y
oportunamente; en cambio. El actuar deshonesto de una de las partes
determina que la otra no quede obligada, porque en vez de acuerdo, para
perfeccionar el acto jurídico de que se trate, solamente hay desacuerdo.
El agente que ha obrado de buena fe no puede quedar obligado por la
mala fe del otro.
Aspecto Activo: Preside la vida de todo acto jurídico, desde la fase pre-
negocial hasta el post-negocial y el aspecto pasivo de la buena fe, es
decir, protege al destinatario de la declaración de la voluntad en su
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creencia sobre el sentido de la declaración, siempre que haya obrado con
diligencia, atendiendo a las circunstancias del caso. Hay que suponer que
el destinatario de la declaración solo entiendo o pudo entender lo que a
través de la declaración conoció o pudo conocer, en tanto no se pruebe
que conocía que la intención del declarante era otra, en cuyo caso
prevalecerá la voluntad real sobre la declarada.
Resigno citado por Torres (1998) manifiesta que, “la buena fe constituye
una regla favorable y no contraria, a una interpretación subjetiva bien
entendida. En conformidad con ella se actúa una serie de caos en los
cuales, de otro modo, por la falta de un criterio de composición de los
conflictos sobre el significado de contrato, se tendría que recurrir a un
criterio de interpretación extrínseco al acto, sacrificando eventualmente,
por la mala fe de una de las partes, la común real determinación de
ambas.” (p.510)
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forma diligente y prudente, según el modo normal y propio de la gente
honesta y decente que no busca crear confusiones para sacar provecho de
ellas.” (p.510)
Art. 169 del Código Civil. - Las cláusulas de los actos jurídicos se interpretan las
unas por medio de otras, atribuyéndose a las dudosas el sentido que resulte del
conjunto de todas.
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dentro del conjunto del acto jurídico, para dicha finalidad, es decir, para
encontrar el sentido de cada una de las clausulas es necesario examinarlas
todas pero sin darse a las clausulas una dependencia tal como para que el acto
jurídico deba caer, si una de la clausulas fuera nula y que pese a intentarlo no
armoniza con las otras será necesario sacrificarla.” (p.180)
Romero (2013) argumenta que, “se aplica cuando el acto jurídico contiene
clausulas contradictorias que le crea incertidumbre. La confusión se supera
aplicando las reglas del citado dispositivo, una clausula no puede tomarse con
un significado anárquico, si no a la luz de la unidad de la unidad ontológica que
pertenece el negocio, todas las clausulas deben de interpretarse vinculando
unas con otras, para encontrar el sentido integral del acto.” (p.321)
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evitándose así las contradicciones; si en el caso de que existieran clausulas
contradictorias, mediante la interpretación habrá que armonizarlas, si eso no es
posible, la cláusula contraria se separa para así mantener el acto jurídico.
Artículo 170 del código civil. - Las expresiones que tengan varios sentidos
deben de entenderse en el más adecuado a la naturaleza y al objeto del acto.
Romero (2013) expresa que, “no solo se tiene en cuenta la finalidad y objeto
del acto, sino también su naturaleza, cuando el código hace referencia a la
naturaleza lo que el intérprete debe de tener en cuenta es la especie negocial
a la que se puede adscribir; en lo que concierte al objeto se refiere a la
finalidad del acto, es decir, al objetivo que el agente se propuso regular, de
manera que la tarea del interprete consistirá en determinar cuál es la
naturaleza del acto y que objetivos o finalidades se busca con el acto jurídico
celebrado.” (p.322)
Los sujetos realizan actos jurídicos para que produzcan efectos y no para que
no los produzcan. En otros términos, la finalidad que persiguen con la
realización del acto jurídico es la obtención de algún resultado práctico, algún
fin económico o social, el mismo que cuando es perseguido por dos o más
partes es necesaria la reciproca lealtad entre ellas para alcanzarlo.
Artículo 1401 del código civil. - Las estipulaciones inciertas en las clausulas
generales de contratación o en formularios redactados por una de las partes,
se interpretan, en caso de duda, en favor de la otra.
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contra stipulatorem interpretanda sunt) que quiere decir que cuando en las
estipulaciones se duda que es lo que se haya hecho, las palabras han de ser
interpretadas en contra del estipulante; lo que está justificado por cuanto
exista una clausula debe de interpretarse en contra del estipulante ya que es
el que formula el esquema del contrato mientras que la otra parte solo se
limita a una manifestación adhesiva.” (p.516)
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Conforme al art. 1401, en caso de duda sobre su significado, las clausulas
generales de contratación y los contratos celebrados con formularios se
interpretan en contra del predisponente, o sea, en sentido más favorable al
adherente.
Torres (1998) explica que “el acto no comprende los objetos cobre los cuales
las partes no se han propuesto regularlos. Por ejemplo, si en una transacción
las partes establecen que como consecuencia del acuerdo a que han llegado,
en adelante no se podrán exigir entre ellas ninguna otra pretensión,
obviamente, las pretensiones a las cuales se han referido en la transacción son
solamente las concernientes a la cuestión controvertida, y no a las otras
relaciones que eventualmente surjan entre ellas.” (p.521)
Es decir, que por muy generales que sean los términos en que aparezcan
redactado un contrato, no comprenderá este más término sobre las cuales las
partes habían acordado anteriormente.
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Claro ejemplo de esto, nos explica Torres (1998), que, si en un contrato de
compraventa de bien inmueble se especifica que el bien vendido se encuentra
libre de cargas y gravámenes a favor de terceros, como hipoteca, embargos;
en la expresión “libre de cargas y gravámenes” debe entenderse
comprendidos, aun cuando no estén mencionado, otros derechos de terceros
como las servidumbres. (p.521)
Este tipo de interpretación no ha sido acogida por l Código civil, Torres (1998)
argumenta que, “se prefiere que el acto jurídico sea eficaz antes que ineficaz. En
la duda se prefiere que las clausulas o estipulaciones tengan algún efecto antes
que ninguno, por ejemplo, cuando el texto ambiguo tiene tanto un significado
según el cual el objeto del acto seria ilícito, como otro por el cual sería ilícito,
este segundo prevalece porque salva el acto jurídico de la nulidad, el significado
del acto jurídico determinado por la interpretación conservativa no puede ser
desmentida por la real voluntad del agente o agentes que lo otorgaron.” (p.522)
La razón del principio de conservación del acto jurídico reside en que las partes
con su celebración tienden siempre a conseguir algún resultado práctico social o
económico (salvo el caso de un acto jurídico no serio) y no para que no produzca
ningún resultado. De ahí que debe propenderse por la interpretación según la
cual el acto produzca efectos, antes que por aquella por la cual no tendría
ningún efecto. El resultado de la interpretación debe garantizar el resultado útil
del acto. Frente a la duda, el intérprete debe optar por la validez de tal modo que
subsista la eficacia del acto.
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de un tenor equivoco o contradictorio, deben interpretarse teniendo en cuenta la
practica observada en el lugar en el cual el contrato ha sido incluido.
Torres (1998) expresa que, “aquí se hace referencia en sustancia a los usos
interpretativos que la jurisprudencia italiana los ha definido como las practicas
generalmente observadas los mismos que pueden variar de un lugar a otro,
razón por la que la ley hace explicita referencia al lugar del contrato con arreglo
a la plaza; el criterio territorial del lugar de la conclusión del contrato no rige
cuando una de las partes es un empresario.” (p.523)
Cabe resaltar la diferencia de los usos normativos como fuente formal supletoria
de derecho que sirven para integrar las lagunas de la ley y otra los usos
interpretativos que son las estipulaciones o cláusulas de uso que se incorporan
en el acto jurídico.
Torres (1998) manifiesta, “sin duda se trata de la última ratio del proceso
interpretativo, a la cual se recurrirá si persiste la duda después de haber agotado
las otras vías de interpretación, si el acto es gratuito debe ser entendido en el
sentido menos gravosos para el deudor, por ejemplo, si se trata de una donación,
su significado se adecuará de tal forma que el donante haga el mínimo sacrificio.
En cambio, si el acto es oneroso se propondrá a que se realice una equitativa
armonización de los intereses de las partes; en una compra venta se buscara
establecer la equivalencia de las prestaciones, es decir que el precio corresponda,
ms o menos, al valor real de cambio que el bien vendido tiene en el mercado.
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Estos criterios de decisión aparecen en cierta medida como arbitrarios, se debe
procurar que la solución a la cual se llegue corresponda a la más verosímil
reconstrucción del significado del acto, según sea gratuito u oneroso.
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