PUEBLOS RIOJANOS MESA REVUELTA
LA VILLA DE VIGUERA
DIFGO rn
Ala villa en que naci ¥ en cuyo
suelo desceasan mis padres.
Tiempes remetes
La remota historia de la villa de Viguera se desconoce.
Sdbese que es poblacién antigua, cuyo nombre de Vecharia
0 Vicaria se lee en varios diplomas, denotando que, en algun
tiempo, fué residencia del Vicario o Gobernador del pais (1).
No repugna la generalizada creencia que atribuye su origen a
época de la dominacién romana, tanto por su ideal emplaza-
miento logistico, como por situarse cerca de la via que desde
Cesaraugusta, remoniande e! Ebro por Caiegurris y Varera,
cruzaba la Rioja (2), de !a que partia un ramal = sobre el que se
ubicaba esta villa— que inicidndose en Vareia llegaba a Numan-
cia, y entroncando con el que salia de Balsio también en la
orilla del Ebro, un poco més abajo (5) hacfan de esta ciudad
la posicién clave en cien ki!Gmetros de zona montafiosa, cuya
conquista tan grandes esfuerzos y humillaciones supusieron
para la orgullosa altivez de Roma (4). Autores hay que el
(1) Pascual Medoz. Diccionario Geogrdfico-Estadistico-Histérico
de Espeiia y sus Posesiones de Uliramar. Madrid 180. Tomo XVI. pag. 88.
(2) Claudio Sanchez Albornoz. /tinerario de la Conquista por los
Musulmenes. Cuodernos de Historia de Espefie. Buenos Aires 1948.
Vol. X, Page. 64-66.
(3) Don Blas Taracene duda si Be/sio no correspondis al actual em-
plazamiento de Mallén (Principe de Viana, nims. XLIV y XLV. alo Xil,
pag. 212).
(4) Adolfo Schultes Historia de Numancia. Editorial Barna, S A.
pég. 18.— 522 —
arranque de ese segundo camino lo situan en Agoncillo, y,
pasando por Murillo, Leza y Soto, fijan la conjuncién con
el de Vareia al pie del Puerto de Piqueras (1). El hecho
es que por Viguera, Almarza y Numancia corria una via que co-
municaba las tierras del Duero con el valle del Ebro (2). Aun,
en nuestros dias, una empinada y etm ;edrada calle viguerefia,
se conoce con la denominacién de «La Calzada».
A un kilémetro al Norte de Albelda, en el camino de Albe-
rite, que antes fué esta via-- villa en donde atin se conserva una
piedra milliar y en poder de sus vecinos fragmentos cerdmicos
de la época- en el lugar llamado «Las Tapias», se han hallado
restos de una capilla funeraria visigoda; y en «Los Tollos», a
dos kilometros al Sur, cn direccién de Nalda, restos de grandes
habitaciones con fragmentos de teias y baldosas romanas (3).
Excavando a un metro de profundidad hallose « un edificio, cu-
yos muros miden sesenta centimetros de espesor y estén cons-
truidos con piedras de rio sin escuadrar, fuertemente trabadas
con mortero .. El tipo de la planta de este pobre edificio pre-
Senta aparente filiacién bizantina y una remota semejanza con
o!ro més suntuoso y también visigodo, la iglesia de Santa
Comba de Bande, en Orense, obra del siglo Vil, a cuya centu-
tia debemos atribuir esta humildisima de Albelda» (3). La
ermita de San Esteban, recientemente dcscubierta en jurisdic-
cién de la villa de Viguere, atin sin catalogar sino de tan
remotos tiempos, acusa uua indudable y venerable antigiiedad.
Deminacién drabe y Reconquista
Ningun rastro que se relacione con el pasado de la villa de
Viguera hallamos hasta el afio 781 en que, después de la cam-
pafia de Zaragoza, Abderramdn ! pudo efectuar una gran correria
desde Calahorra hasta Viguera, subiendo luego a Pamplona (4).
Lo que si es seguro es que, pese a su proximidad a la Rioja Alta
—en la que por su alejamiento de Tudela y Zaragoza fué mas
ligero el peso de la dominacion musulmana que en la Rioja Baja —
(1) Jutién Cantera Orive La Batalla de Clavijo. Vitoria 1944, pag. 69.
(2) Claudio Sénchez Albornoz. La auténtica Batalla de Clavijo.
Cuadernos de referencia. Vol. 9, pag 125-126
(8) Blas Taracena. Excavaciones en las Provincias de Soria y Lo-
grofio. Memoria de la Junta Superior de Excavaciones y Antigiledades.
N.° 86, 1927. Pagi BO4l y 45.
(4) Julién Cantera, ob. cif, pg. 112.— 825 —
Puerta de los Cameros y de la Sierra de la Demanda—donde fue
ésta casi nula—Viguera permanecié en manos moras mas de dos
siglos, hasta el afio 923 (1). Y no solamente en manos arabes,
sino de las conspicuas y distinguidas de la familia de los Beni-
Cassi, representados por Mohamed Ben Lope, conocido por
Abdhalla o Ababdella.
Dicho Abdhalla o Ababdella se volvié contra sus tfos y pri-
mos, con el fin de obtener la amistad de los cordobeses, y did
comienzo a la lucha, iniciada, porque, en el invierno compren-
dido entre los afios 882 y 883, su tio Zimael ben Muza y su pri-
mo Zimael ben Fortin, levantaron un ejército a distancia de siete
millas, entaLlando batalla en lugares asperos y dificiles, que
aprovechados por Ababdella origin la huida de aquellos. Ben
Fortin cay6 del caballo y a! punto fué preso. Lo propio ocurrid
a Ben Muza al intentar el socorro de su sobrino, y a muchos
principales de los Beni-Cassi, mientras el resto del ejército se
daba a la fuga. Conseguida la victoria, Ababdella deié aherro-
jados a los Zimaeles en el Castillo de Viguera (2). De dicho
Castillo dice el moro Rasis en su Cronica (3): «Ey ha y una
villa que aman Calahorra et otra que ha nombre Ndjara et otra
que ha nombre Locayra ( mas abajo dice Bucaria y es Viguera,
que los arabes escribian Biquera ) que es Castillo mui fuerte et
yaze en un rio entre dos Sierras que lo cubren ». Hoy no que-
da nada de él, salvo el imponente y dificilmente accesible macizo
rocoso que le sirvid de base, contra el que nada han podido las
fuerzas, coincidentes en afanes destructores, del hombre y de la
naturaleza.
No nos consta cémo Viguera vino al dominio de uno de los
Condes de Castilla que fueron victimas —as{ reza el texto—de la
tirania de Ordofio Il de Leén, quien la sujeté después y la entre-
g6 al Rey de Navarra en cumplimiento del convenio que hicieron
cuando su derrota de Valdejunquera (4). Procuraremos des-
entrafiar el episodio para juzgar esta opinién :
Sucedié que Sancho Garcia Abarca, Rey de Navarra, des-
pués de haber dilatado maravillosamente los términos de su
reciente Reino, encomendo la direccién del Estado a su hijo
Garcia y, retirado al Monasterio de Leire, contemplaba las dia-
(1) Julién Cantera, ob. cit.. pag. 89.
(2) Chron. Albendense, 71-72. Vid. Julian Cantera opus cif., pag. 110.
(8 Pascua! Gayangos. Memoria sobre /a Cronica del Moro Rasis
Madrid, 1850. Vid. J. Cantera, opus cit., pag. 95.
(4) Pascual Madoz. Opus cif. Tomo XVI. pég 59.