Beltran Anglada, Vicente - Los Ángeles en La Vida Social Humana
Beltran Anglada, Vicente - Los Ángeles en La Vida Social Humana
Beltran Anglada, Vicente - Los Ángeles en La Vida Social Humana
PORTADA E ILUSTRACIONES
La imagen que ilustra la portada, así como las figuras del interior de este libro, el tercer volumen
del tríptico “UN TRATADO ESOTERICO SOBRE LOS ANGELES”, han sido realizadas por el
inspirado pintor JOSEPH GUMÍ i CARDONA, quien une a la requerida e imprescindible habilidad
técnica la valiosa facultad de percepción de los mundos invisibles.
Las demás imágenes son visiones del propio artista, percibidas en niveles ocultos y representadas
vívidamente a través de la habilidad técnica. PERCEPCIÓN OCULTA y HABILIDAD TÉCNICA son
las constantes en las obras del señor GUMÍ a quien, desde aquí, agradezco muy profundamente
su deferencia al ilustrar todos mis libros acerca de los ANGELES, insistiendo una vez más que las
figuras representativas del mundo oculto, tal como él las plasma en sus dibujos e ilustraciones, se
ajustan perfectamente a las que yo suelo percibir en el devenir de mis investigaciones esotéricas.
PREFACIO
Este es el tercer volumen de Un Tratado Esotérico Sobre los Angeles ( 1). En el primero
estudiamos las fuerzas ocultas de la Naturaleza, iniciando un recorrido cósmico que partiendo de
la labor universal de los grandes Logos creadores y de las excelsas Entidades Angélicas, se
introducía en las interesantes temáticas de las Jerarquías Angélicas del Universo, de las
vinculaciones humano-dévicas con un estudio de la ciencia de la invocación y del contacto
angélico, de la intervención de estos excelsos moradores de los mundos invisibles en la vida social
del hombre, del misterio implícito en la generación angélica y el destino de perfección de los
Angeles, para culminar la investigación con unas ideas acerca del Angel Solar, el Yo espiritual del
ser humano, y la actividad de los Angeles en la evolución de los sentidos superiores de la
humanidad y su participación activa en los fenómenos denominados parapsicológicos.
Tal estudio permitió sentar las bases para el segundo volumen, el cual fue titulado muy
intencionadamente La Estructuración Dévica de las Formas, ya que toda su temática oscilaba
alrededor de las formas dévicas o angélicas de la Naturaleza, desde las de las humildes, aunque
importantes, entidades llamadas esotéricamente "elementales constructores", hasta las gloriosas
Existencias Angélicas cuya misión o destino es dirigir desde niveles universales más asequibles a
la razón humana la evolución de los Planos, de los Reinos, de las Razas y de todas las especies
vivientes dentro de los ámbitos de nuestro Sistema Solar. Una de las principales motivaciones de
este segundo libro fue el presentar por primera vez quizás en el devenir de los estudios esotéricos,
unas ideas sobre el principio místico del lenguaje de los Devas y su directa relación, vía la ley
augusta de los sonidos creadores, con el lenguaje que utilizan los hombres de la Tierra. Objetivo
muy importante también de La Estructuración Dévica de las Formas fue el estudio de las formas
1
Los dos anteriores fueron publicados por Editorial Eyras (Madrid).
psíquicas creadas en el ambiente planetario por las ceremonias mágicas o litúrgicas efectuadas
por todas las congregaciones religiosas del mundo, las Ordenes secretas de carácter iniciático y
las escuelas esotéricas de entrenamiento espiritual.
Este tercer libro, titulado Los Angeles en la Vida Social Humana, viene a ser como una
síntesis de los dos anteriores, aunque haciendo un énfasis especial en la necesidad urgente de
que los seres humanos de cierta comprensión espiritual establezcan contacto inteligente con los
Moradores del Espacio, designación esotérica de los Devas en su multiplicidad de especies y
jerarquías, con vistas a una síntesis de poder espiritual la cual tendrá lugar si los discípulos,
aspirantes y hombres y mujeres de buena voluntad del mundo realizan los necesarios esfuerzos y
se ajustan a las correspondientes disciplinas, a últimos de este siglo o a principios del otro.
A nuestro entender, la importancia de los tres libros que constituyen este Tratado radica en
el hecho de que vienen a rellenar un hueco vacío dentro del estudio esotérico de los fenómenos
que se realizan en el éter y cuya causa permanece aún ignorada por la ciencia de nuestros días,
tales como la electricidad, la conciencia inteligente del átomo inmerso en una gran comunidad de
elementos químicos o las motivaciones ocultas de las manifestaciones parapsicológicas.
Por todos estos motivos consideramos que este Tratado -si bien insuficiente todavía para
abarcar las inmensas profundidades del maravilloso mundo dévico- serviría al menos para ofrecer
una mejor noción del permanente milagro que se realiza en las infinitas oquedades de los éteres
universales y planetarios para llevar la magna obra de la evolución, así como estimular a los
sinceros aspirantes espirituales del mundo para que dediquen parte de su vida y de sus esfuerzos
a establecer un vinculo de amorosa unión con el mundo oculto de los Angeles, sabiendo de
antemano que Estos están aguardando con inmensa simpatía y comprensión, el inicio de estos
sinceros y particulares intentos para ofrecer a cambio la inapreciable dádiva de su espiritual
inspiración.
INTRODUCCION
Una de las incógnitas que surge en la mente del hombre inteligente es quizás la que tiene
que ver con aquello que corrientemente solemos llamar fatalidad, hado o destino. Se nos dijo
esotéricamente desde siempre que el destino corresponde a la actividad de los Señores del
Karma. En unos capítulos de este tercer volumen de Un tratado Esotérico sobre los Angeles,
hemos intentado desbrozar algo esta incógnita utilizando el principio de analogía y la intuición
superior, lo cual nos obligó a realizar un gran esfuerzo espiritual y no simplemente intelectual para
poder remontarnos en conciencia a ciertos niveles de expresión causal y poder extraer de allí
algunos significativos argumentos que esclarecían sin duda los orígenes del destino humano,
planetario y universal, una idea absolutamente abstracta pero que el investigador esotérico se ve
obligado a presentar en forma racional y científica. Algunos de los secretos relacionados con esta
idea espiritual del karma tienen que ver con la revelación oculta de los Angeles y debemos
confesar con gran honestidad, que en el desarrollo de la misma tuvimos el inmenso privilegio de
ser ayudados y recibir inspiración directa de algunos de Estos excelsos moradores del mundo
oculto. En ciertos pasajes de este Tratado hicimos referencia ya a alguna de estas experiencias
particulares de contacto angélico, tratando de presentar a los Angeles como nuestros hermanos de
los reinos invisibles de la Naturaleza, supremos artífices en el arte de la construcción de formas en
todos los planos del Universo y rebosantes de simpatía y buena voluntad hacia los seres
humanos. A través de tales contactos tuvimos siempre una visión mucho más certera y científica
de lo que en términos esotéricos llamamos procesos místicos, misterios universales, secretos
alquímicos, magia organizada y fraternidad cósmica.
Bien, quizás esto lo hayamos dicho ya en otras ocasiones o en otras fases de nuestro
estudio, pero interesa observar que la repetición de las mismas cosas no obedece a un
equivocado sentido de redundancia o a algún olvido de parte nuestra, sino que la utilizamos como
un vehículo de necesidad para que la comprensión de ciertas ideas ocultas se vaya definiendo a
través de una multiplicidad de ideas afines, concretas y ya previamente establecidas en nuestra
mente. Recomendamos, por tanto, una profunda atención a cada uno de los temas presentados
en este Tratado con la serena convicción de que en alguno de ellos hallarán Uds. un punto
importante o de esencial interés por medio del cual y sin utilizar otros medios que los del simple
discernimiento, podrán abarcar una serie impresionante de significados espirituales y quizás
también el aliciente máximo para poder establecer -a igual que lo hicimos nosotros- un contacto
verdaderamente significativo e importante con el mundo maravilloso de los Devas. Si tales
previsiones son ciertas y hallan Uds. en la totalidad del libro algunos de estos puntos
ascensionales que los eleve por encima de Uds. mismos y los conecte con la realidad espiritual
oculta en todos y cada uno de los seres vivientes, nos sentiremos realmente felices y
verdaderamente satisfechos, ya que nuestro interés esotérico y más acendrado anhelo es
contribuir de alguna manera al despertar de las almas suficientemente preparadas para dar el
siguiente paso dentro de la ordenación jerárquica de la vida, aquel que conduce a las cúspides
máximas del ser y permite penetrar vía el cuerpo causal en la gran corriente iniciática.
Parte del gran legado kármico de este Tratado persigue esta suprema meta y conscientes
de la virtualidad de esta obra jerárquica, sólo pedimos atención y persistencia en el estudio y un
gran amor por las grandes corrientes de vida divina que procedentes del mundo oculto, deben
penetrar silenciosamente en nuestro corazón desvaneciendo las huellas de un pasado corrupto y
haciendo cesar definitivamente los tormentos del deseo esclavizado. Tal es en esencia el supremo
objetivo que persiguen los Angeles y los hombres inteligentes, sabiendo ocultamente que todos
estamos vinculados por idénticos motivos divinos de universal perfección.
PRIMERA PARTE
Capítulo I
GEOMETRIA ESOTERICA
Creemos que por vez primera, quizás, en los estudios esotéricos, se intenta enlazar la
idea del karma solar, planetario y humano con la posición geométrica de los astros en el
firmamento. En nuestro caso particular, consideramos al planeta Tierra como centro de nuestras
percepciones y al Universo entero como un inmenso campo de perspectiva. Yendo al fondo mismo
de esta cuestión podríamos decir que la posición que ocupe un cuerpo en el espacio en relación
con otros repercute en su propia estructura molecular. Posiciones similares en el orden
estrictamente geométrico engendrarán así parecidas estructuras atómicas y la forma de un
elemento químico cualquiera variará sensiblemente según sea la posición que ocupe dentro de su
conjunto molecular y sus líneas geométricas de relación con otros grupos de elementos químicos.
Hay pues una vinculación en el orden geométrico de acuerdo con determinadas posiciones
adoptadas en el espacio por los cuerpos celestes o por los simples elementos químicos, siguiendo
la absoluta ley de afinidades, cósmicas, universales, planetarias, humanas y moleculares. Es
posible organizar así la vida manifestada, con todo cuanto ello presupone, de acuerdo con
conceptos estructurales y disposiciones posicionales y geométricas. De ahí nace precisamente la
idea de “las redes espaciales”, una verdadera creación angélica, las cuales al parecer y en orden a
la filosofía de la forma o de la geometría esotérica, cubren el entero Universo y según sus
combinaciones estructurales, vistas siempre desde el ángulo de la propia perspectiva, determinan
ciertos definidos aspectos psicológicos en relación con los centros de visión o de observación.
Podríamos hablar asimismo, tal como era la concepción de los grandes Iniciados Druidas,
de una geometría de los órganos dentro del cuerpo físico de los seres humanos y de la misión
kármica de cada grupo de células o moléculas en relación con el lugar geométrico que ocupen
dentro de la totalidad del organismo.
Así, pues, la clave de la expresión universal se halla en la geometría del espacio, es decir,
en la forma geométrica de un cuerpo y en el lugar geométrico que circunstancialmente pueda
ocupar en el espacio con respecto a la compleja estructura geométrica dentro de la cual su cuerpo
con su particularizada forma se halla incluido. Y podríamos deducir, además, dentro de un
inacabable cuadro de analogías, que el destino de cualquier ser, sea cual sea la naturaleza de su
especie o su jerarquía espiritual, viene inexorablemente condicionado por la forma de su cuerpo
físico y por la posición geométrica que adopte dentro de la estructura social de la cual forma parte.
Esto puede significar también -si nuestras suposiciones son ciertas- que el Karma como Ley de la
Naturaleza es un resultado de la FORMA que adopten y de la POSICION que ocupen,
geométricamente hablando, la pluralidad infinita de vidas y de conciencias sujetas al devenir
incesante de la evolución. La misma ley y el mismo orden rigen el comportamiento psicológico del
ser humano, habida cuenta que éste, sea cual sea su posición social y evolución interna, ocupa un
lugar geométrico definido en el seno de la sociedad humana o contexto social del cual forma parte,
siendo precisamente este LUGAR el que le condiciona kármicamente y le obliga a adoptar frente a
la vida y a las circunstancias, un comportamiento psicológico definido con una serie de reacciones
muy singulares y particularizadas frente al ambiente familiar, social y comunal dentro del cual vive
inmerso. Así, de la misma manera que existe una geometría del espacio hay que admitir muy
lógicamente también que hay una geometría esotérica que rige el comportamiento humano en
todas sus fases de desarrollo durante el proceso de la evolución psicológica.
La geometría esotérica tiene que ver mucho, por tanto, con lo que nuestros estudios
ocultos llamamos ciencia de los centros, la cual cuida del desarrollo y cumplimiento de los chacras
alojados en el doble etérico del ser humano, los cuales son puertas de entrada en el cuerpo físico
de todas las posibles energías universales. Habrá así, lógicamente, una geometría particular de
los centros de fuerza o chacras, adoptando cada uno visto clarividentemente, una forma
geométrica específica de acuerdo con el número de pétalos desarrollados, la cual estará
relacionada con ciertos centros cósmicos de los cuales copiará o absorberá aquella definida forma
geométrica. No será en vano pues que el centro MULADHARA de la base de la columna vertebral
adopte la forma geométrica de la Cruz con cuatro pétalos desarrollados, que el chacra ANAHATA
del corazón tenga la forma geométrica o mística de un loto con doce pétalos o que el centro
SAHASRARA, el de la cúspide de la cabeza, aparezca como una montaña de fuego dentro de la
cual puede apreciarse un loto indescriptible conteniendo mil pétalos... Las energías cósmicas
procedentes de centros estelares más allá de la medida de nuestro entendimiento se proyectan
sobre todos los centros vivos de la Naturaleza, condicionando sus expresiones y dotándolos de
una forma geométrica determinada, sea la que se refiere a un Plano del Universo, a un Reino de la
Naturaleza, a una Raza humana o a una definida especie dentro del insondable marco de la
Creación.
Hay que tener en cuenta, por tanto, que toda unidad psicológica condicionante de no
importa qué tipo de forma geométrica, viene condicionada a su vez por la posición que ocupe
dentro de cualquier estructura molecular o social, la cual es un resultado de la unión y relación de
un incalculable número de unidades geométricas -en realidad minúsculas vidas dévicas- cada una
de las cuales con su particular idiosincrasia, temperamento y carácter psicológico -si podemos
decirlo así- cuyas reacciones totales dan fe de una estructura determinada, sea atómica,
molecular, psicológica o espiritual. Variará lógicamente la calidad de los elementos básicos o
unidades geométricas de vida definidas esotéricamente como elementales constructores en uno u
otro nivel. Son, en realidad, la vida de Dios en movimiento incesante de traslación, en tanto que la
forma geométrica de una determinada estructura tiende, por inercia o por su lento movimiento de
asimilación de las energías, a la ley de gravitación, cuya cualidad apreciable desde el ángulo
oculto es el movimiento de rotación de los astros. Los dos movimientos antes descritos adoptan
también en el espacio una forma geométrica idéntica: la ESPIRAL, lo único que variará en el orden
universal es que el movimiento de rotación engendra una espiral que va de la superficie o del
espacio hacia adentro, el centro, en tanto que el movimiento de traslación, por el contrario, se
proyecta desde el centro hacia el espacio exterior. La creación de un Universo físico, de un
planeta, de un ser humano o de un chacra etérico se inicia siempre con la nebulosa cuya forma
ESPIRAL gravita hacia un centro espiritual de síntesis, siguiendo un proceso centrípeta de
gravitación y origina con este movimiento circular que va de la superficie al centro la fase de
substanciación del éter, llevada a cabo por los Devas, a la cual ya nos hemos referido varias veces
durante el curso de este Tratado y que progresivamente y después que la fuerza gravitatoria del
centro, el SOL, se ha escindido en otros varios centros gravitatorios menores, los PLANETAS, con
idéntico movimiento en espiral hacia dentro, se convierte en un Sistema solar. Cada uno de los
planetas son unos centros, chacras o expresiones geométricas de las cualidades que el Logos
solar trata de revelar a través de las mismas.
Hay por tanto en todo Universo -si es que son ciertas para el Cosmos absoluto las leyes
de analogía que rigen para nuestro Sistema solar- dos movimientos principales: el de rotación de
cada astro alrededor de sí mismo creando un centro gravitatorio particular y con ello un tipo
definido de expresión psicológica y singularidad geométrica y otro de traslación alrededor de un
centro de atracción mayor, llámesele Sol, Constelación o Galaxia que le crea un sentido más o
menos acentuado de dependencia cósmica. En el aspecto psicológico la fuerza centrípeta o de
rotación sobre sí crea el sentimiento de separatividad o de egoísmo, por el contrario, la fuerza
centrífuga o de expansión hacia un centro mayor fuera de la propia gravitación despierta,
promueve y desarrolla el sentimiento de unidad y de altruismo y aproxima íntimamente al astro a
su centro de atracción mayor en donde misteriosamente intuye, presiente o adivina el Espíritu de
Síntesis que está en la base potencial del Cosmos absoluto. Parecerá extraño, quizás, que
hablemos de cualidades psicológicas al referirnos a los astros que pueblan el infinito firmamento.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que en la fase primaria u original de cada cosa se halla
una motivación oculta, un tremendo impulso dinámico e inteligente que impele a la manifestación.
Ahora bien, considérese que tal impulso dinámico e inteligente no procede de la materia
substanciada mediante la cual todas las cosas fueron hechas, sino de un Espíritu creador que
reúne en Sí todas las cualidades psicológicas de voluntad, sabiduría e inteligencia a un grado
superlativo de exaltación, al cual no pueden acceder nuestros más elevados sentidos espirituales,
pero cuya irresistible tendencia es la MANIFESTACION CICLICA. La Forma geométrica se hace
eco de tal espíritu de expresión psicológica y surgen así del Espacio absoluto todos los cuerpos
universales, desde el más pequeño y humilde asteroide a la más absoluta y trascendente Galaxia.
Bien, esta idea podrá parecer quizás demasiado abstracta. Aplíquese, no obstante, el principio de
analogía; analícense los dos movimientos universales conocidos como rotación y traslación;
inténtese penetrar en sus remotas causas originales y se tendrá una idea concreta e intelectual de
las trascendentes realidades cósmicas, una ventana abierta a las insondables profundidades del
infinito Espacio, la cual puede mostrarle al audaz investigador esotérico las causas supremas de la
vida manifestada, así como los orígenes psicológicos del ser humano.
Cuando analizamos la relación existente entre la Vida espiritual y la Forma material, entre
la Voluntad de Ser y el Propósito de Realizar, observamos los fenómenos producidos en el espacio
por las dos fuerzas básicas que rigen el orden cíclico del Cosmos; hacia adentro, hacia el alma
espiritual o ser inmanente se halla el secreto psicológico de rotación o de gravitación; hacia afuera,
en dirección al Ser trascendente que llamamos Dios, se halla el misterio psicológico de traslación
o de expansión cíclica. Esotéricamente -y siempre debo hacer esta obligada aclaración- se percibe
un espacio geométrico que es externo y otro espacio psicológico que es interno. Las condiciones
que rigen el Espacio -considerado como una Entidad- son idénticas en los dos casos, pero cuando
hablamos de un espacio geométrico introducimos en nuestro estudio el factor tiempo, el cual
condiciona desde el centro gravitatorio de todo cuerpo de substancia las cualidades psicológicas
que sólo con el tiempo pueden manifestarse y llegar a su plena madurez y perfección. Llegará sin
embargo un momento en la vida de todo ser viviente en que el tiempo y el espacio se equilibrarán
adecuadamente y constituirán un fenómeno único de conciencia, de unidad o de síntesis. Es en
aquel momento solemne en la vida de la Naturaleza, de un Reino, de una Raza, de una Especie o
de un ser humano que se cumplirá un destino establecido de perfección y se realizará plenamente
un ARQUETIPO, depositario de una Idea de Dios y contenedor de ciertas elevadas cualidades de
Sí mismo. ¿Cómo ha sido posible tal prodigio? ¿Cómo se ha realizado tal milagro? Todo en la
Naturaleza es un prodigio, todo es un milagro. Pero ha sido realmente la ley del esfuerzo fustigado
por el sentido infinito de una gran Necesidad Cósmica de expansión vital el que ha hecho posible
que se creara una síntesis, que se conquistara una Verdad y se diera testimonio objetivo de una
Ley. El principio de analogía hace el resto mostrándole al investigador esotérico en forma concreta,
clara y objetiva la incalculable serie de procesos concatenados procedentes de las dos infinitas
vertientes de la Vida, subjetiva y espiritual una y objetiva y material la otra, pero que igual que dos
afluentes del mismo río convergen en la majestad infinita del insondable Océano de la existencia
universal. El espacio geométrico y el espacio psicológico se han unido y reconciliado después de
inmensos periodos de lucha y de conflicto y ya jamás podrán marchar por separado, al menos
desde la consideración o punto de vista racional del hombre. Esta idea podría apuntar
seguramente hacia metas más elevadas todavía, como por ejemplo, la indagación de las causas
supremas de esta acción unificadora de síntesis dentro de la cual lo inmanente y lo trascendente,
la gravitación hacia adentro y la expansión hacia afuera, la fuerza centrípeta y la fuerza centrífuga,
el ideal y el ARQUETIPO, tiempo y espacio, etc. han llegado a un augusto Centro de Cumplimiento
universal.
Ahora bien, los factores cósmicos o los intermediarios divinos que han prestado su
colaboración en la magna obra de realizar un ARQUETIPO, es decir, los Angeles o Devas,
realizaron su misión equilibrante entre la Vida y la Forma liberando del seno profundo de los
espacios lntermoleculares o de las profundidades misteriosas de los éteres universales, las
energías cósmicas que producen perfección y armonía. Por ejemplo, en el centro místico de los
movimientos de rotación y de traslación de cualquier cuerpo celeste hay un ESPACIO eternamente
virgen, libre absolutamente de karma, dentro del cual no opera fuerza gravitatoria alguna, pero que
es la causa promotora del equilibrio universal. Y si extremando la idea imaginamos, tal como lo
hemos hecho ya en otras varias ocasiones, que tales espacios interespaciales o intermoleculares
no están vacíos, sino que están habitados y dinamizados por una especie particular de vida, muy
diferente de la nuestra quizás, pero dotada de una increíble y extraordinaria capacidad de síntesis,
el Reino Dévico o Angélico, tendremos en nuestras manos el elemento supremamente vital que
nos faltaba para poder explicar razonablemente el misterio creador del Equilibrio universal,
abarcando la totalidad de la Creación divina.
El Arquetipo.
Todas las formas de la Naturaleza poseen un Alma que las dota de conciencia y de un
impulso vital, dinámico e irresistible que las orienta hacia un definido propósito de redención o, si
Uds. lo prefieren, de perfección. Sin embargo, la redención y la perfección no constituyen metas
rígidas o estáticas, sino que son antesalas de mayores conocimientos y realizaciones. Por lo tanto,
cuando hablemos de Arquetipos en relación con las formas geométricas hacemos referencia a un
estadio de perfección orientado siempre a nuevas y más esplendentes perfecciones. De ahí que la
perfección que no constituye un fin en sí misma sino que es un eterno movimiento hacia más
elevadas realidades, no está condicionada a meta definida alguna, ya que una vez la Naturaleza
ha realizado el milagro de un Arquetipo, en el nivel, plano, reino o especie que sea, abre
automáticamente la perspectiva de nuevos y más esplendentes Arquetipos o Modelos a realizar.
Capítulo II
c. Los seres muy evolucionados y los Iniciados fabrican sus imaginaciones partiendo de
la figura geométrica del círculo, la forma arquetípica del Sistema solar.
Si analizamos los tres tipos de imaginación humana con la actividad dévica o angélica,
tendremos la siguiente relación:
El estudio de cada uno de estos ambientes o efectos psíquicos creados por la entidad
humana, nos deparará una idea más concreta del significado intimo de la imaginación y de sus
consecuencias en la evolución planetaria en su conjunto.
Veamos:
El Religioso, el Educativo que ayuda a desarrollar la conciencia humana ....................... 2do Rayo
El Filósofo, que responde a la ley oculta de las formas subjetivas de la Vida .................. 3er Rayo
El Artista, que cultiva la belleza como base de la armonía ............................................... 4to Rayo
El Científico, que experimenta concretamente en las cosas objetivas de la Naturaleza ... 5to Rayo
El Devoto, o místico, que en todas las cosas de la Naturaleza ve la mano del Señor ...... 6to Rayo
Tengamos presente, al examinar estas definiciones, que cada Rayo es una entidad Dévica
que pone en movimiento una corriente definida de Vida universal y que esta corriente de Vida es,
al propio tiempo, la expresión psicológica de alguno de los Siete Logos planetarios, Señores de los
siete planetas sagrados, los cuales personifican en tiempo y espacio una u otra de las Siete
Cualidades Espirituales del Logos Solar, considerando a ESTE, pese a su excelsa naturaleza
cósmica, como una Entidad Psicológica en proceso de evolución. Será lógico admitir así, por
analogía, que las energías dévicas de los Siete Rayos afectan muy particularmente a la huma-
nidad definiendo los tipos psicológicos humanos, de la misma manera que éstos afectan la
cualidad distintiva de sus particulares imaginaciones. El hecho de que nuestro Tratado tenga que
ver muy especialmente con las vidas angélicas, impide extendernos demasiado acerca de otras
muy importantes peculiaridades de los Rayos. Para nuestras investigaciones nos será más
necesario establecer una directa relación entre las Siete Jerarquías Angélicas del Universo,
portadoras de las energías de los Rayos, e identificarlas con las cualidades psicológicas de cada
tipo de imaginación humana, para determinar finalmente la gran hegemonía que existe entre los
Angeles y los hombres y establecer, de esta manera, las bases de una gran fraternidad de
relaciones entre las dos corrientes místicas de la evolución solar y planetaria. Tales bases
deberían sustentarse lógicamente en los siguientes puntos:
De ahí el conocido axioma esotérico: El Karma o destino es una creación del hombre.
2
Los Siete Rayos son corrientes de vida encarnando las cualidades características de la Divinidad, expresadas por medio
de Siete Logos planetarios y a través de los Siete Planos de la Naturaleza.
El estudio analítico de estos puntos deberá aproximarnos cada vez más al mundo de los
Devas y reconocer como válida y substancial la constante psicológica que guía nuestro Tratado,
en el sentido de considerar que la energía sigue a la imaginación, de la misma manera que
anteriormente afirmábamos también que la energía sigue al pensamiento, aunque estableciendo la
diferenciación de que el pensamiento organizador y culto de la humanidad es el factor dinámico
que debería conducir la imaginación por el sendero de la rectitud, del orden y de la realización
espiritual.
b. Por radiación cromática, es decir, por los efectos del color en la creación de los
ambientes particulares y sociales del mundo.
Como veremos, nos hallamos aquí de nuevo con los tres vértices del gran Triángulo de la
Creación Universal, la cual se basa en:
que hemos ido considerando en varias fases de nuestra investigación oculta. El sistema hermético
de establecer analogías nos permitirá seguir adelante con este Tratado Esotérico sobre los
Angeles y percibir cada vez más claramente en nuestras vidas individuales, la acción espiritual del
Señor del Universo.
La acción particular del hombre en el lugar que ocupa kármicamente en la vasta esfera de
la Creación está matizada por el poder espontáneo de la imaginación, por la cualidad del Rayo
distintivo de su evolución espiritual y por la calidad del ambiente que sea capaz de crear a su
inmediato alrededor y que, de una u otra manera, constituye su aportación -buena o mala- dentro
del contexto social del que forma parte, familiar, local, grupal, etc. El ser humano, sea cual sea su
particular evolución, contribuirá siempre con sus expresivas realidades a crear el ambiente social
del mundo, en todos momentos será un creador capacitado por sus innatas aptitudes y
capacidades imaginativas para embellecer la vida en términos de realización, o para afearla y
destruirla de acuerdo con las motivaciones provenientes de su arraigada naturaleza inferior.
c. La importancia de una misión social -considerada desde el ángulo oculto- que aquellos
dos seres humanos tienen el deber de realizar.
Cada uno de estos tres factores arranca de un tronco común que bien podríamos definir
como el karma de la humanidad, al cual cada ser humano agrega su pequeña parte. Uno de los
aspectos más substanciales del proceso kármico es el matrimonio en el mundo físico, basado en
el sentimiento de amor y no en los inútiles convencionalismos humanos. Este sentimiento genera
espontáneamente el ambiente familiar ideal. Siendo así, resulta interesante observar desde el
ángulo oculto la concatenación de hechos que lleva a dos seres a unir sus vidas en matrimonio y a
generar hijos los cuales, a su vez, serán continuadores de idénticos procesos de vida social.
Con respecto a la intervención angélica o dévica en la elaboración de las circunstancias
que rodean aquel hecho principal, deberemos tener en cuenta constantemente su capacidad de
crear situaciones sociales de acuerdo con estados de conciencia humanos y la manera impersonal
y armónica mediante la cual ajustan los estados de conciencia o imaginaciones y un proyecto vital
previamente señalado por los Señores del Karma después de una cuidadosa lectura de los
registros akásicos de la Naturaleza. Las huestes angélicas en multiplicidad de jerarquías y
funciones cumplen con su deber secundario de elaborar situaciones sociales de acuerdo con
aquella voluntad kármica que acatan implícitamente, pero que sólo los Angeles superiores son
capaces de comprender. En otras partes de este Tratado se ha hecho referencia a una categoría
especial de Angeles que rigen la plasmación de los Arquetipos -o formas ideales de las razas,
especies y Reinos de la Naturaleza. Pues bien, dependiendo de éstos y en una categoría muy
específica también, hay unos Devas que registran en sus vidas los arquetipos de los hechos y de
los ambientes sociales de la humanidad y que mediante un proceso de ajuste realmente
incomprensible para nosotros, dignifican en una considerable parte las relaciones humanas entre
jóvenes de ambos sexos preparando sus conciencias para aquel tipo de ambiente familiar que
preludie un matrimonio perfecto, establecido de acuerdo con el principio del amor y de la recta
convivencia.
Con respecto a la calidad de la misión especial que ambos seres humanos deben realizar,
la visión exacta de la misma y la capacidad de llevarla a cabo dependerán naturalmente de la
evolución espiritual de los mismos, de la calidad de sus estados de conciencia y de su perfecta
adaptabilidad a la manera de ser del otro. Debemos decir al respecto que esta calidad espiritual
llevada al matrimonio y al plan familiar son tan importantes desde el ángulo de apreciación de la
Jerarquía planetaria, que desde hace unos años se ha tratado de vincular el karma individual de
muchos discípulos espirituales del mundo a fin de que coincidiendo en el tiempo, bajo la forma
física de hombre y de mujer, pudieran efectuar uniones matrimoniales correctas que constituyesen
un estímulo oculto en el orden social y ayudaran, con su ejemplo, a la creación de unos nuevos
vínculos familiares más de acuerdo con la sensibilidad espiritual de la Nueva Era.
En anteriores capítulos de este Tratado nos habíamos referido ya a los Angeles de las
Profesiones. Desde tiempos inmemoriales tales Angeles han regido un karma específico de la
humanidad, el que tiene que ver con la forma como un ser humano desarrolla sus facultades en el
plano físico en el sentido del trabajo o de las actividades cotidianas de carácter lucrativo o aquellas
otras realizadas como placer o deleite. Algunas de tales facultades provienen del recuerdo
subconsciente de vidas pasadas y vienen suministradas por la vibración de los átomos
permanentes, físico, emocional o mental; otras se corresponden con ciertas declinaciones
astrológicas y manifestadas como habilidades técnicas, en una u otra profesión. Otras, finalmente,
son el resultado de un duro esfuerzo contra las tendencias innatas en la lucha por adquirir ciertas
habilidades o capacidades profesionales y, desde el ángulo esotérico, constituyen la línea de
máxima resistencia impuesta a un ser humano en el devenir de su destino kármico.
He ahí, pues, que las facilidades o dificultades que pueda encontrar un ser humano en el
ejercicio de una profesión determinada es el resultado de ciertas previsiones cósmicas de carácter
kármico que han de cumplirse radicalmente en la vida social de la humanidad. Es verdaderamente
contrastante contemplar al ser humano en el ejercicio de una profesión determinada mediante la
cual debe ganarse el sustento, desde el ángulo esotérico. El ambiente psíquico que crea a su
alrededor una persona que está a gusto con su trabajo, porque se trata de una declinación
astrológica favorable o porque está ampliamente capacitada para ejercerla, contrasta nota-
blemente con el de aquella otra que trabaja a disgusto y sin estímulo alguno de carácter interno. Si
consideramos íntimamente ambos casos, nos daremos cuenta de cómo actúan en todos los
niveles los Señores del Karma a través de la actividad de los Angeles de las Profesiones,
facilitando la tarea a algunos y dificultando enormemente la de otros, para llegar a la consecuencia
de que existe algo en la vida de todo ser humano que le facilita o, por el contrario le dificulta, el
éxito en el logro de la estabilidad personal, social y económica.
Si se contempla este panorama desde el ángulo de vista puramente externo, hay motivos
suficientes para sentirse terriblemente oprimido al considerar estas tremendas diferenciaciones
humanas en orden a oportunidades, capacidades y actividades contradictorias en el aspecto social
de las profesiones y habrá muchos que pensarán sin duda que Dios no es la Justicia, tal como
pregonan aún distinción alguna todas las religiones del planeta, y que habrá suficientes motivos
para dudar de su Bondad infinita al contemplar el deprimente panorama de las injusticias humanas
que pueden ser observadas desde el ángulo de vista social. Esta concepción externa de la vida ha
dado lugar a través del tiempo al fenómeno de conciencia reconocido como ateísmo y las
personas que piensan de esta manera tienen su absoluta razón ya que al percibir las cosas desde
el plano de las apariencias objetivas y externas, no pueden concebir a una Divinidad de Justicia
que otorga a unos lo que les quita a los otros.
Sin embargo, desde el ángulo oculto, las cosas varían enormemente ya que no sólo se
acepta el principio de las causas subyacentes y le reconoce al ser humano un tremendo poder de
decidir y de actuar y aún de crear situaciones individuales, familiares y comunales, sino que
recorriendo la línea desconocida y secreta del pasado humano que no todo el mundo puede
recordar, se puede percibir la memoria oculta de las almas y se asiste, a veces, al curioso
espectáculo de ver que el mendigo de hoy fue rico anteriormente y no supo aprovechar
dignamente el poder de sus riquezas, que el ignorante que vemos aprender con dificultad los
conocimientos prácticos impartidos en la infancia, fue en un remoto pasado un inteligente hombre
de ciencia que utilizó egoístamente y sólo para beneficio propio sus notables conocimientos
científicos y que un hombre que en el devenir de su vida profesional es un fracasado fue también
en procesos anteriores de vida un notable ejecutor profesional al cual le son aparentemente
negadas en el presente ciertas habilidades técnicas, a fin de que desarrolle otras nobles capacida -
des de acción profesional y social.
Bien, quizás se diga que estas razones son pueriles y que en sí mismas no constituyen
argumentos válidos para persuadir a un convencido ateísta. Nosotros, en todo caso, no intentamos
convencer a nadie, sólo estamos emitiendo ideas. Esotéricamente hemos investigado el pasado
de muchas almas y personalmente estamos convencidos de la justicia del Karma, siendo el Karma
desde otro ángulo de apreciación la Mano del Señor trazando el destino del Universo, sin
preocuparse demasiado -y esta afirmación no niega en absoluto nuestro convencimiento de Su
Bondad y Justicia infinitas- de lo que ocurre en el seno de la sociedad humana. Es la misma santa
indiferencia que adoptamos nosotros en relación con los insignificantes átomos que constituyen
nuestro organismo físico. Esta indiferencia no es sin embargo falta de amor o de justicia en
nuestro ánimo con respecto a nuestro conjunto celular, ya que nadie mejor que nosotros está
interesado en que nuestro cuerpo en la totalidad de sus funciones fisiológicas se comporte lo más
armónica y correctamente que sea posible. Estamos seguros de que si el átomo tiene conciencia
-tal como se asegura ocultamente- más de una vez se sentirá ateísta con respecto a nosotros.
Las imaginaciones que surgen de los estados de conciencia humana en torno a las
profesiones ejercidas, constituyen técnicamente los ambientes profesionales, o lo que
esotéricamente definimos como el espíritu de una profesión. Tal espíritu, en su totalidad, es un
Angel capacitado técnica, psíquica y astrológicamente para realizar un arquetipo de perfección a
través de los seres humanos más hábiles y capacitados. Así, cualquiera que sea el tipo de
profesión que un hombre ejerza en la vida y por adecuadamente que la ejercite, siempre será
susceptible esta profesión de un mejoramiento técnico o de una creciente perfección en sus
cualidades expresivas. Tal es, en efecto, la labor de los Angeles de las Profesiones y su obra en la
vida social de la humanidad a través del tiempo, la vemos reflejada en la creación de los Gremios,
hermandades y comunidades humanas basadas en idéntica profesión y sabiamente dirigidas
desde los niveles ocultos por los Espíritus de las Profesiones.
Habida cuenta de que todo tipo de ambiente social, ya sea particular, familiar, profesional,
grupal o nacional, es un producto de la imaginación humana expresada en forma de estados de
conciencia, podríamos afirmar con todo sentido de lógica, que cada nación de la Tierra es
psíquicamente y desde el ángulo del ambiente social, la suma de los estados de conciencia de
todos sus ciudadanos, pudiendo colegir también de acuerdo con esta idea que habrá una Entidad
psíquica de carácter dévico, que utilizando creadoramente las elaboraciones físicas, psíquicas y
mentales de todos los ciudadanos de aquel país, determinará lo que técnicamente definimos como
su Espíritu Nacional, es decir, su idiosincrasia particular, su singularidad psicológica, su manera
típica de pensar y de enfrentar situaciones, así como la riqueza o pobreza del lenguaje que condi -
ciona su grado de civilización y de cultura. De manera muy sutil y de acuerdo con unas
significaciones ocultas que escapan por completo a nuestra ponderación mental, el Deva protector
de un país -si podemos clasificarle de esta manera- es responsable también de la forma
geométrica del territorio dentro del cual se circunscribe o crea sus fronteras, de la riqueza o
pobreza del suelo nacional, de sus productos agrícolas o ganaderos y del desarrollo de la ciencia y
de la industria en relación con otros territorios y naciones, no siendo tampoco ajeno dicho Deva a
la estructuración de la forma de política o de gobierno que rige la vida de sus ciudadanos, los
cuales, desde el ángulo oculto y de acuerdo con la ley del karma son la representación genuina de
las verdaderas necesidades de los pueblos. Esta afirmación aparecerá sin duda como muy dura y
arbitraria al superficial examen y quizás creerá el lector que estamos justificando de una u otra
manera la actitud de los gobiernos despóticos, crueles o deshonestos con respecto a las naciones
que por el dictado de una ley cíclica y kármica les ha tocado gobernar. No se trata de esto
naturalmente, por cuanto todo ser inteligente y de buena voluntad reconoce de manera clara e
incontrovertible la acción correcta o incorrecta, moral o inmoral dado que posee lo suficientemente
desarrollado el sentido cualificativo del Bien y del Mal. Sin embargo, debo reiterar una vez más
que el investigador esotérico suele ver las causas ocultas de los ordinarios acontecimientos
externos y si bien por ética y acrisolados sentidos humanos experimenta una irresistible tendencia
hacia el Bien y lucha con todas sus fuerzas para establecer sus leyes aquí en la Tierra, reconoce
igualmente que en la vida de un ser humano, de una comunidad o de cualquier país, se está
cumpliendo inexorablemente un destino de Justicia que los hombres deben tratar constantemente
de reorientar, de comprender y de mejorar en todas las fases de su cumplimiento y desarrollo. El
investigador esotérico acepta naturalmente frente a cualquier hecho y circunstancia la actitud
impersonal que surge al considerar sus raíces kármicas, pero aún y admitiendo el destino de
justicia que ha de cumplirse, su sensibilidad interna y su sentimiento íntimo de comprensión
humana profundamente arraigados en su corazón, se entregará con todas sus fuerzas y
capacidades a la noble tarea de remediar los males provocados por la incorrecta manera de
gobernar un país, un sentimiento que surge triunfante de su corazón por efecto de sus contactos
internos con SHAMBALLA, morada del Señor del Mundo y el verdadero centro de la Justicia y del
Bien planetario. Bien, estas derivaciones, como comprenderán, son consubstanciales con la idea
básica de llegar al fondo de una investigación oculta, que ha de llevarnos necesariamente a
considerar la vida evolutiva de su Angel regente y a las misteriosas relaciones de Este con el Gran
Señor planetario dentro de cuya aura magnética se mueven, viven y tienen su razón de ser todas
las naciones de la Tierra.
Deberemos admitir también, de acuerdo con lo que acabamos de decir, que habrá una
extensa, singular y cualitativa jerarquía oculta entre los numerosísimos Angeles que personifican
las voluntades de los ciudadanos de cualquier país, en orden a su desarrollo evolutivo y
constituyen lo que técnicamente hemos definido como su espíritu nacional, el carácter peculiar y
psicológico de las gentes que habitan normalmente en sus más o menos extensos territorios. El
ambiente psíquico de un país -lo hemos dicho ya en otras varias ocasiones- es eminentemente
subjetivo, pero su efectos considerados desde el ángulo de la substancia etérica que manipulan
los devas son tan objetivos, que toda persona medianamente sensible es capaz de captar el
espíritu nacional de un país cuando por cualquier razón ha debido desplazarse al extranjero. Este
efecto es también notorio, aunque en grado menor, cuando en virtud de un viaje por el interior del
país propio le es posible contactar el espíritu comarcal o territorial de las ciudades y pueblos que lo
componen, con sus particulares tipismos psicológicos, artísticos y culturales, así como el especial
matiz con que cada porción de territorio diversifica las inflexiones o sonidos del lenguaje común o
idioma propio. Estas particularidades tienen naturalmente sus raíces en el alma oculta de los
pueblos o Deva familiar que los integra, cuya misión especial es captar todos y cada uno de los
estados de conciencia de los individuos que constituyen tales comunidades nacionales, regionales
o comarcales y darles adecuada forma psíquica, creando así los ambientes característicos de las
naciones y pueblos de la Tierra.
Podemos hablar por tanto de ALMA -en su sentido más estricto y oculto- cuando hagamos
referencia a las comunidades humanas, pues allí donde se halle un cierto número de
individualidades capaces de pensar y de sentir y con capacidades para emitir y proyectar estados
de conciencia, allí se hallará sin duda el correspondiente Deva familiar, regional o nacional que
cuidará de crear las necesarias condiciones psíquicas para que aquel contexto subjetivo se haga
objetivo, íntimo y familiar.
El Alma Territorial
Bien, el tema del alma de los pueblos es complejo aunque profundamente excitante, pues
nos da una idea muy ajustada de lo que hay que entender por karma o destino nacional. En todo
caso, Alma indica conciencia, dirección inteligente y capacidad de síntesis y no hay parcela alguna
de la superficie o del interior del planeta, por pequeña que sea, en donde el investigador esotérico
no pueda contactar un alma, es decir, a un pequeño o Gran Deva que en la multiplicidad de sus
funciones no sea un representante directo de la justicia de los Señores del Karma. Podríamos
hablar así de los pequeños ambientes de la Tierra, creados por las congregaciones psíquicas o las
comunidades sociales de las abejas y hormigas y otros animales profunda y misteriosamente
comunitarios y de los grandes ambientes planetarios, universales y cósmicos. En su fondo
hallaremos siempre la actividad maravillosa de un Deva o de un increíble número de Devas cuya
misión es crear Alma o manifestación de Alma, con vistas al desarrollo de un misterioso Plan
evolutivo. Podríamos hablar, asimismo, de la participación psíquica de los animales domésticos en
la creación de los ambientes familiares de los seres humanos, de la misma manera en que yendo
más al fondo de la cuestión podríamos incluir a ciertos Devas muy próximos a la gran familia
humana, los cuales intervienen muy activamente en la estructuración de los ambientes familiares
por cuanto manipulan creadoramente los estados de conciencia de los integrantes de cada familia
y según el grado y calidad del potencial psíquico que desarrollen, matizarán o colorearán aquellos
ambientes. Podríamos afirmar al respecto que los Devas familiares son a la familia lo que los
Espíritus nacionales son para una pequeña o gran nación. La analogía siempre será perfecta en
todos sus detalles ya que igual es arriba que abajo e igual es abajo que arriba. Extremando la idea
cabria igualmente asegurar que existen ambientes territoriales, es decir, aquellos que cualifican
todos y cada uno de los lugares de la Tierra, los cuales dependen de la evolución de sus
particulares Angeles regentes o Espíritus nacionales, pero que pueden ser conectados si se posee
la adecuada sensibilidad psíquica para registrarlos. Estos ambientes territoriales son creados por
los devas de la tierra, del agua, del fuego y del aire en su interdependiente actividad de
substanciar o de darle forma psíquica a las reacciones comunales de las miríadas de especies
minerales, vegetales y animales que evolucionan por doquier y constituyen, desde el ángulo
esotérico, la faz oculta o mística de la Tierra.
Sobre este punto deberíamos ser enormemente críticos y ver hasta qué punto la
inclinación del eje de la Tierra en relación con la eclíptica o movimiento alrededor del Sol, afecta el
karma de ciertas regiones o áreas del planeta, favoreciendo a unas y perjudicando a otras,
siempre desde el ángulo de apreciación humana, como ocurre por ejemplo en la evolución de las
especies vivientes, incluidos los seres humanos, en las zonas tórridas, templadas o glaciales,
cuyas condiciones de vida serán tanto más difíciles cuanto más afectadas estén por los ángulos
de inclinación terrestre en relación con el astro solar. Bien, éstas pueden ser unas ideas muy
interesantes y dignas de tener en cuenta al tratar los ambientes territoriales del planeta, inhóspitos
unos, acogedores y hasta singularmente benignos otros, lo cual -aparte de la idea implícita del
Karma gravitando sobre aquellos territorios- nos muestra la singularidad de ciertos Devas regentes
de los mismos y que cubriéndolos con su manto de luz etérica, como se dice esotéricamente,
confeccionan las condiciones ambientales y psíquicas que constituyen sus particulares almas
territoriales.
Capítulo III
Todo tipo de substancia, material o inmaterial -entendiendo por inmaterial en este caso el
aspecto subjetivo de la Naturaleza- está constituido por átomos, cuya densidad dependerá
siempre de las necesidades de evolución de la substancia que constituye cada uno de los siete
planos del sistema solar. La base estructural de toda substancia, sea cual sea su grado de
evolución, es el átomo de hidrógeno. Este átomo, unidad fundamental en química ya que, como es
sabido, consta solamente de un protón y un electrón, tiene la particularidad -esotéricamente
reconocida- de contener dieciocho infinitesimales unidades atómicas visibles únicamente a la
investigación clarividente, llamados ocultamente ANUS o átomos ultérrimos, cuya esencia es
monádica y es la primera manifestación química del principio de vida en el Universo.
Contando siempre con la facultad clarividente, se percibe que la manifestación primera del
átomo, o del conjunto de átomos de hidrógeno, tiene lugar en el cuarto subplano del físico, o
primer subplano etérico, constituyendo el punto de paso de la substancia etérica superior al nivel
físico más denso. En dicho cuarto subplano, los dieciocho átomos ultérrimos se diferencian
constituyendo un protón y un electrón, es decir, que se convierten en un conjunto átmico formado
por nueve ANUS positivos y otros tantos negativos. Podría decirse así, que las energías positiva y
negativa que constituyen toda la substancia material suministrada por la Vida oculta planetaria a
través de su vehículo etérico, son una combinación de energía solar y de energía planetaria,
procedente la primera de FOHAT, o Fuego creador del Universo, y siendo la segunda una
emanación directa del Fuego de KUNDALINI, encerrado en las entrañas misteriosas de la Tierra.
El ANU, tanto si se le considera un átomo ultérrimo de tipo cósmico, como de carácter físico,
representa siempre una fusión dentro de la substancia material, de estos dos Fuegos de base.
El plano MENTAL está constituido por elementos atómicos conteniendo cada uno 12
ANUS, estando directamente relacionado este húmero con la gran Rueda del Zodíaco y con los 12
Trabajos de Hércules, el discípulo Iniciado. Los elementos atómicos y moleculares del plano
ASTRAL contienen 15 ANUS, siendo precisamente este número el que corresponde a la
sensibilidad psíquica latente en todas las cosas existentes, a los deseos y sentimientos humanos y
al sexto Rayo, el de la devoción a la obra de la Divinidad, numéricamente relacionado con la
simplificación dígita del número de ANUS: 15 ó 1 + 5 = 6.
Al incidir el átomo astral así constituido en el plano FISICO, le son añadidos otros 3 ANUS,
completando así los 18 que corresponden al átomo de hidrógeno, es decir, un ANU para cada sub-
plano o nivel hasta llegar al cuarto subplano etérico e iniciarse aquí la química universal de
convertir en gaseosa la substancia etérica proveniente de los planos más elevados del sistema
solar.
La Escalera de Jacob de los elementos químicos pasa pues por el átomo de hidrógeno, ya
sea para construir los átomos pesados que culminarán en el laurencio o para sutilizarse al extremo
de constituir los átomos ultérrimos cósmicos del plano ADICO, el de la Vida inmaculada de la
propia Divinidad.
necesariamente por los 18 ANUS que a cada uno de ellos debería corresponderle. Existe, al parecer, una regla muy
esotérica -iniciática podríamos decir- que regula el número de ANUS que constituyen el núcleo central de cualquier
elemento químico, los protones o los oscilentes electrones. En todo caso, el ANU continua siendo la fuerza viva, coherente
y determinante que se halla en la base substancial o química del Universo.
5
Basta considerar en relación con esta idea, que el cuarto plano del sistema solar, el búdico, está íntimamente vinculado
con el cuarto éter del plano físico del que surgirá eventualmente, por un proceso de substanciación, el átomo dé hidróge-
no., Está vinculado asimismo con el cuarto reino de la Naturaleza, el reino humano. No será difícil establecer por analogía
el por qué los 9 ANUS del plano búdico constituyen realmente la base del axioma esotérico... “el 9 es el número del
hombre”.
La línea maestra de este tratado esotérico sobre los Angeles pasa, como Uds. habrán
podido advertir, por un término que yo he considerado clave para la comprensión del Propósito
divino en la vida de la Naturaleza. Se trata de la palabra substanciación, la cual, después de una
meditación profunda sobre lo dicho en el apartado anterior, adquirirá un tremendo valor de
síntesis, pues toda la actividad dévica analizada en el proceso místico de substanciación, a partir
de la más indescriptible y absoluta diafanidad y transparencia atómica, o sea, a partir del átomo
ádico sin agregado alguno de ANUS cósmicos, hasta la creación de los elementos más pesados
en el orden material de la creación, que constituyen el Reino Mineral, la Osamenta del planeta, tal
como ocultamente se le denomina, es una suma o acumulación constante de ANUS ultérrimos
físicos al contenido molecular de cualquier tipo de substancia. El éter del espacio es
esencialmente una carga eléctrica que se va repartiendo equitativamente por todos los planos del
Universo, constituyendo la estructura geométrica y química del mismo. La unidad eléctrica de base
en el Universo será, sin duda, la que resulte del equilibrio dentro del átomo esencial o divino, es
decir, dentro del ANU cósmico, el cual, como unidad atómica de base, consta de tres elementos,
uno dinámico o positivo, otro aparentemente estático o negativo y en el centro de ambos surge el
tercer elemento, de carácter inmensamente ígneo y de deslumbrantes resplandores, operando en
el centro de aquellos en virtud de las leyes universales del equilibrio. De ahí que se le asigne al
ANU, ya sea en su naturaleza cósmica o en su aspecto meramente físico, no solamente
cuantitativo como creador de toda la substancia química del Universo, sino también un valor
cualitativo como causa oculta de la electricidad, universal y planetaria, pudiendo ser comprendido
así el origen común de la materia y de la energía, siendo aparentemente el permanente equilibrio
que existe entre ambas aquella Fuente de Poder que llamamos Jerarquía Angélica del Universo,
una Fuerza que determina al parecer la expresión natural de todas las formas creadas. Así,
extremando al máximo nuestro sentido critico de valores y utilizando al propio tiempo el principio
hermético de analogía, nos será posible considerar quizás que el equilibrio dentro de un átomo
ultérrimo, o ANU físico, o dentro de cualquier otro centro de equilibrio universal, o ANU cósmico,
en la vida de la Naturaleza, es la representación de un diminuto e imperceptible deva o de un
glorioso Arcángel, cuyas naturales misiones serán, sin duda, el producir luz, radiación,
magnetismo o aquella energía base de expansión de la Vida divina en el Universo que llamamos
técnicamente electricidad, viniendo determinada la calidad de la jerarquía angélica por la
diafanidad, intensidad y transparencia de las energías que irradien del centro equilibrio del que
dimanen o al que de una u otra manera vitalicen. El trabajo de substanciación del ANU cósmico
primordial hasta convertirlo en un átomo de hidrógeno físico y la tarea acumulativa de los átomos
de hidrógeno hasta constituir la materia más pesada, es una misión encomendada a los devas y
podríamos decir, esotéricamente, que en el centro de cada uno, de los elementos químicos
conocidos, se halla una minúscula e inadvertida entidad dévica, cuya luminosa vida mantiene en
equilibrio el contenido molecular o atómico de cualquier forma creada y es responsable de la
calidad de sus radiaciones.
Vista esta idea desde el ángulo cósmico, nuestro Universo y aún el Propio planeta
aparecerán como centros de equilibrio creados por la intervención de ciertas Entidades angélicas,
las cuales, pese a Su indescriptible evolución cumplen una función similar a la de las
Pequeñísimas e insospechables vidas dévicas que mantienen en equilibrio estable la infinitesimal
estructura de un átomo físico Ultérrimo... Por estas y por otras todavía más ocultas razones, el
proceso substanciador del éter, tal como veíamos en las primeras enunciaciones de este tratado,
tiene un carácter eminentemente angélico, pudiendo afirmarse que las entidades dévicas -en
todas sus huestes y jerarquías- irán perdiendo progresivamente su significado meramente místico
para introducirse en las áreas de la investigación científica, singularmente en aquellas
mayormente relacionadas con las maravillosas combinaciones geométricas observadas en el
interior de todos y cada uno de los elementos químicos que constituyen los compuestos
moleculares, por cuanto se comprobará que cada forma geométrica -sea cual sea su disposición-
está directamente relacionada con la vida de un grupo específico de devas, cuyas vibraciones,
reflejadas desde ignoradas regiones subjetivas, crean aquel particular tipo de figuras geométricas,
esferoidales, cónicas, piramidales, cilíndricas, etc., las cuales, armoniosamente entrelazadas,
constituyen la característica definida de cualquier grupo de elementos químicos, tal como puede
ser percibido con ayuda de los modernos microscopios electrónicos. Así, al Conocido aforismo
platónico Dios geometriza..., podría serle añadida otra afirmación esotérica igualmente verídica y
categórica .. .mediante la energía creativa de los Angeles. El axioma tendría entonces, además de
su carácter eminentemente filosófico, una expresión afirmativa de naturaleza científica.
Estas conclusiones de carácter universal, a las que nos hemos ido aproximando siguiendo
un proceso sistemático de analogía, podrían depararnos una visión mucho más completa del
mundo físico que nos rodea, llegando a la consideración de que todo cuanto existe en la
Naturaleza, sea cual sea su forma, cualidad, reino o especie, no es más que un agregado de
átomos de hidrógeno en diversas y complejas fases de substanciación, entendiendo que las
formas materiales se caracterizan por orden de densidad..., viniendo condicionadas por el número
de átomos de hidrógeno que componen el núcleo atómico de cualquier elemento químico. Vemos
así que entre el átomo más ligero, o de hidrógeno, con un sólo protón y un solo electrón, y el más
pesado, el laurencio, con una carga de 103 átomos de hidrógeno, se extiende toda la gama de
elementos químicos conocidos hasta ahora, constituyendo mediante sus diferentes pesos
atómicos y estructuras geométricas definidas el universo material, el indescriptible e inmenso
depósito substancial del cual cada vida y cada unidad de conciencia extraen el contenido
molecular que ha de constituir su forma física. Hay que admitir, por tanto, que toda expresión de
vida vendrá absolutamente condicionada por la calidad de los elementos químicos y compuestos
moleculares que entran en la composición de la forma, organismo o vehículo que ha de utilizarse
durante el proceso evolutivo o kármico, teniendo en cuenta que los vehículos o mecanismos de
expresión del ser humano -el cual lógicamente ha de constituir el centro de nuestra atención- son
cuatro:
Cada uno de estos mecanismos de manifestación cíclica está compuesto por conjuntos
moleculares de elementos químicos, que van aumentando de densidad a medida que el impulso
espiritual a través del alma o conciencia va descendiendo desde los subplanos superiores del
plano físico a los inferiores, aglutinando materia cada más densa según sea la calidad de los
vehículos expresivos, los cuales se caracterizan, tal como veíamos anteriormente al analizar el
aspecto universal del proceso, por la cantidad de ANUS que son absorbidos en cada plano a
medida que la fuerza del alma va incorporándose en la materia. Una pequeña tabla de analogía el
sentido de cuanto hemos venido estudiando en este apartado:
Cósmicos Físicos
Capítulo IV
El tema del cuerpo etérico, o doble etérico, tal como se le reconoce también en los
tratados esotéricos, es de gran interés para el cualificado investigador de las ciencias ocultas, ya
que es a través del mismo que las energías solares y planetarias se proyectan sobre todos los
cuerpos físicos de la Naturaleza y les infunden vida, calor y movimiento. Todas las energías del
Universo son etéricas, es decir ígneas (1) y vienen impregnadas de las peculiaridades distintivas
del Logos Solar. Al incidir estas energías sobre nuestro planeta evocan una respuesta de parte del
Logos planetario, Quien, después de apropiarse de su contenido vital para dinamizar su Esquema
Terrestre, les infunde sus propias y distintivas cualidades y las transmite al planeta, creando
asimismo las condiciones adecuadas de vida, calor y movimiento. Existen pues en la Tierra, y
probablemente en algunos otros planetas de este Sistema solar, tres tipos específicos de energía
como base de su particular vida orgánica y celular. La una tiene carácter solar ya que procede del
Sol, centro de vida del Universo, la otra es de tipo lunar y la tercera, que surge del equilibrio entre
las dos primeras, es una particular emanación del propio Logos terrestre y puede definírsela por
tanto como energía planetaria.
Buscando la analogía, podríamos decir que sobre el vehículo etérico del ser humano
convergen asimismo dos tipos de energía, solar una y lunar la otra, constituyendo la primera un
enlace con lo espiritual y respondiendo la otra a los imperativos de la existencia material. Del
centro de ambas actividades o energías en acción surge la expresión natural del yo psicológico o
personalidad humana, siendo esta energía la correspondencia analógica de la que manipula el
Logos planetario. A esta energía etérica personificada o particularizada se hace precisamente
referencia cuando hablamos del cuerpo etérico humano, el cual constituye un bien definido campo
magnético que le permite establecer contacto con el campo magnético de todos los demás seres
humanos, creando la vastísima esfera de relaciones sociales que condiciona su íntima y personal
evolución. Así, el entero campo de expresión de la vida en todas sus infinitas zonas de proyección
es ETERICO, variando únicamente las condiciones que determinan que el cuerpo etérico o campo
magnético que rodea y compenetra a todos los seres y a todas las cosas, sea más sutil o más
denso, dependiendo su cualidad vibratoria del grado de evolución alcanzado. Explicada la idea del
cuerpo etérico y del aura magnética que establece alrededor del cuerpo físico denso podríamos
establecer ahora la siguiente tabla de analogía:
CUERPO ETÉRICO
Vista esta analogía de acuerdo con los razonamientos precedentes, vamos a identificar
ahora a las tres jerarquías de DEVAS etéricos cuya misión es acumular, canalizar y distribuir las
energías que en su totalidad constituyen el vehículo etérico de los seres humanos:
a. Una jerarquía dévica de evolución superior a la humana, tiene la misión de acumular
las energías etéricas de vida procedentes del Sol. Tales Devas, a la vista del
observador esotérico cualificado, aparecen como destellos ígneos de un intensísimo,
esplendente y brillante color dorado. Así, en literatura esotérica tales Devas son
definidos como los Señores de la Luz Dorada y también como los custodios del Prana
Solar. (6)
b. Otra categoría de Devas etéricos, asimismo de gran evolución, tienen como propósito
de sus vidas asimilar las energías solares y después de bañar con ellas -si podemos
decirlo así- las cualidades íntimas del Logos planetario, las proyectan sobre el aura
etérica del hombre y le infunden calor vital, una expresión del fuego solar al incidir
sobre el campo magnético de cualquier cuerpo planetario. A la visión del observador
esotérico tales Devas aparecen bajo distintos matices del color violeta, cuyo brillo y
luminosidad varían de acuerdo con su propia evolución y según sea el desarrollo
espiritual de los seres humanos con los cuales entran en contacto. Tales Devas
constituyen ocultamente el aura de salud del hombre y crean definidamente el campo
magnético o circulo de expansión etérica dentro del cual realiza éste el proceso de su
evolución física.
La vida, el calor y el movimiento reflejan en los niveles etéricos del Sistema las cualidades
íntimas y esenciales que provienen del Espíritu, del Alma y de la Personalidad humana, siendo el
vehículo etérico del hombre el centro de incidencia de todas las energías planetarias, solares y
extrasolares que constituyen el vastísimo Esquema de Evolución de todos y cada uno de los
Reinos de la Naturaleza en proceso de encarnación cíclica.
Ahora bien, nuestra consideración esotérica acerca de los devas lunares deja abierta en
las mentes el gran interrogante que más de una vez habrá intrigado a los sinceros investigadores
del mundo oculto... ¿Qué es de la Luna en el momento presente? La Luna, tal como se sabe, es
un astro muerto, siendo la prueba de ello -al menos dentro de las concepciones lógicas que
surgen de la utilización del principio de analogía- que carece de rotación, siendo el movimiento de
rotación un misterio que será resuelto en el curso de cierta iniciación planetaria. Una de las ideas
que han podido ser captadas a través de la laboriosa serie de investigaciones esotéricas, es que la
Luna carece de rotación o de movimiento individual e independiente porque en el centro de su
masa de materia no hay FUEGO que la vitalice y dinamice, tal como ocurre con los demás
cuerpos planetarios del Sistema en donde el Kundalini solar -el tercer aspecto ígneo de la
Divinidad- hace sentir su dinámica presión. Así, pues, el hecho de que la Luna sea un cuerpo
muerto la sitúa en nuestros comentarios esotéricos, siempre de acuerdo con el inapelable juicio
critico de la analogía, en la posición de cualquier cuerpo orgánico muerto en la vida de la
Naturaleza, es decir, que se halla en pleno proceso de desintegración. Tal desintegración -a igual
que ocurre con todos los demás cuerpos físicos en ese estado- emite unas radiaciones negativas
que afectan poderosamente su entorno, siendo nuestro planeta Tierra el más afectado por ellas,
en orden a su proximidad y también por efecto de una misteriosa vinculación kármica.
Existen, como Uds. saben, ciertas previsiones planetarias desarrolladas por las naciones
más cultas y civilizadas o con mayores medios técnicos a su alcance, acerca de lo que podríamos
definir saneamiento de la ecología terrestre. Poco se realiza, sin embargo, en orden a lo que
podríamos definir como ecología extraterrestre, la cual deberá ocupar un lugar preferente dentro
de la atención mundial en el devenir de las próximas décadas, a medida que la Tierra se haga más
sensible a las influencias cósmicas. Ahora bien, el problema que plantea nuestro satélite la Luna,
siguiendo las directrices de una adecuada ecología extraterrestre, es de orden inmediato y no
admite dilaciones. Hay unas definidas influencias negativas de la Luna sobre nuestro planeta, las
cuales, observadas desde el ángulo esotérico, producen los siguientes resultados:
d. Estimulan la actividad de los obscuros devas grises del planeta, cuya misión es
estructurar los vehículos físicos de las formas animales más densas en la vida de la
Naturaleza, algunas de las cuales realizan su evolución en las regiones más
profundas e inaccesibles de los océanos o en ciertos ignorados niveles geológicos del
planeta. Estas formas de vida animal, gigantescos peces y monstruosos reptiles,
completamente trascendidas desde el ángulo de la evolución del Logos planetario,
constituyen un obstáculo evidente para la buena marcha de la evolución total en la
vida de la Naturaleza.
e. Intensifican la corriente vibratoria que une a los devas lunares de más densa vibración
con los devas planetarios de las sombras, responsables del miedo psicológico a lo
desconocido, a la obscuridad, al proceso natural de la muerte y de las dudas humanas
con respecto a la inmortalidad del alma.
f. Establecen y mantienen una constante sintonía entre las radiaciones negativas que se
nutren de las substancias etéricas producidas por efecto de la desintegración lunar y
las que provienen de los devas inferiores del propio planeta, los cuales se alimentan
de la densa substancia etérica procedente de los cuerpos y organismos físicos
fallecidos y en proceso de putrefacción o descomposición, dentro de las áreas físicas
de la Naturaleza.
Capítulo V
Los Devas Dorados son aspectos consubstanciales con la Vida del Sol y rigen el proceso
mágico mediante el cual la Vida del Logos se transmite al Universo. En relación con nuestro
planeta, y seguramente con todos los planetas de nuestro Sistema Solar, tales Devas actúan:
a. Como transmisores de las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente PRANA
Los Devas Dorados, llamados místicamente Los Señores de la Vida, constituyen tres
corrientes vitales que surgiendo del centro del Sol se transmiten a todo el contenido del Universo.
Estas Jerarquías de Devas se extienden desde los grandes Angeles vinculados con el aspecto
Voluntad, o Vida del Logos, hasta los pequeñísimos devas expresados como partículas doradas
que refulgen en la atmósfera y forman parte del aura de vitabilidad del Creador en cualquier zona
libre del Espacio. En cualquier caso, tales Jerarquías nos dan una idea exacta de lo que hay que
entender por vitalidad, o PRANA. El PRANA, como esencia de vida, se halla presente en todas as
áreas del Universo, abarcando la extensión de los Planos, de los Reinos, de las Razas y de todas
las especies vivientes. Constituye lo que en términos ocultos llamamos la simiente viva de la
evolución, siendo tal denominación muy exacta, habida cuenta de que sin vida la evolución sería
imposible. Las cualidades expresivas de los Planos son asimismo una manifestación de PRANA
solar; así, cuando hablamos de PRANA, no lo hacemos única y exclusivamente en el sentido de
vitalidad, sino que le asignamos también un significado muy íntimo de cualidad, reconociendo que
la calidad del PRANA estará lógicamente en correspondencia con el nivel en donde se manifieste,
pudiendo hablarse en tal sentido de PRANA monádico, átmico, búdico, mental, astral y etérico-
físico, cualificado para introducirse ocultamente dentro de todos los cuerpos y vitalizar y mantener
coherentemente todas las formas que en tales niveles tienen necesidad de un cauce de expresión,
ya que, como esotéricamente se sabe, todos los Planos del Universo, no importa cuan elevados
sean, son OBJETIVOS, perceptibles y densos para las unidades de conciencia que en ellos viven,
se mueven y tienen el ser. Esta afirmación puede indicar que habrá Angeles dorados, o Señores
de Vida, cumpliendo su especial cometido en todas las regiones del Espacio, abarcando todas las
áreas de la Creación que en cada Plano de la Naturaleza manifiesta y cualifica la ley de Jerarquía,
siendo esta idea de jerarquía, ya sea dévica o humana, la que nos explica razonablemente el
proceso dinámico que en oleadas sucesivas de Vida va llenando el Universo de cualidades cada
vez más íntimas y trascendentes del Logos solar.
Ahora bien, la manera como las Entidades Dévicas Solares realizan su trabajo dependerá,
sin duda, de las especiales características de las zonas estelares en donde deben desarrollar sus
actividades. Los tres tonos de color dorado que cualifican a estos Devas: el dorado ígneo y
refulgente, imposible de ser percibido por los seres humanos, el color dorado amarillo y el color
dorado blanco proyectados sobre la Tierra procedentes del Sol, son símbolos de Jerarquía y de
poder angélico. Indican, por tanto, grados de acercamiento de estos exaltados Devas al centro
místico y espiritual de donde emanan todos los rayos solares. Veamos estas distinciones dévicas y
sus relaciones en la expansión de la Vida del Logos, en el Universo y en el Planeta:
Estas relaciones, como Uds. podrán observar, tienen que ver absolutamente con todo cuanto
hemos venido diciendo durante el curso de este Tratado. Así nos será fácilmente comprensible
que cada una de estas tres categorías de Devas dorados cumple una misión muy definida en la
vida del Universo. Tal como vimos anteriormente su misión esencial es irradiar, extendiendo su
campo de proyección sobre zonas definidas del Espacio y sobre parcelas expresivas muy bien
cualificadas del Universo físico, el Cuerpo del Logos solar. Los Planos de la Naturaleza, por
ejemplo, están particularmente cualificados y vivificados desde el ángulo oculto por una u otra de
estas Jerarquías Dévicas Solares. Como un dato más a ser añadido al contexto de nuestras
investigaciones, podríamos citar estas zonas de influencia, con lo cual nuestra idea acerca de
peculiaridades expresivas de esas Entidades solares o pránicas, verá notablemente enriquecida.
Veamos:
Adico 1º
Devas Dorados-Igneo ............................. Monádico 2º
Átmico 3º
Mental 5º
Devas Dorado-Blanco .............................. Astral 6º
Físico 7º
Esta clasificación nos ilustrará en el sentido de reconocer que la actividad de los Devas
Dorados se extiende, por analogía, a los subplanos de cada uno de los Siete Planos del Universo
numéricamente relacionados. Por ejemplo, los Devas Dorado-Igneo influirán también muy
particularmente sobre los subplanos primero, segundo y tercero de todos los Planos, por cuanto su
campo expresivo se extiende a los Planos primero, segundo y tercero, etc. Otra relevante actividad
de los Devas Dorados en general será, sin duda, la de ser los Agentes inductores del PRANA solar
sobre el aura planetaria, por lo que bien pueden ser denominados asimismo Impulsores del
PRANA planetario. Veamos más detalladamente esta actividad de los Devas Dorados.
La irradiación del PRANA que surge del centro místico del Sol abarca el entero sistema
universal. Así, cada planeta absorbe el que le es necesario para el correcto desarrollo de sus
necesidades físicas y psíquicas y el sobrante de estas energías constituye lo que podríamos
definir como su campo magnético. Los Devas dorados son los conductores de estas energías
pránicas, cuya cualidad, intensidad y características variarán notablemente al incidir en el aura
etérica de cada uno de los planetas del Universo, habida cuenta que dicha aura refleja junto con el
sobrante de energía pránica solar, ciertas cualidades intimas de los propios Logos planetarios.
Esto quiere significar, desde el ángulo oculto, que dentro del aura etérica de cualquier planeta y en
cada una de sus particulares irradiaciones magnéticas, se expresarán simultáneamente devas
dorados conductores del PRANA solar y otro tipo de Devas que son conductores de la propia
energía planetaria. El grupo más importante de estos conductores de la energía pránica del
planeta lo constituyen los Devas color violeta, Señores del Magnetismo Terrestre. Es por el
convencimiento de esta verdad que en algunos pasajes de este Tratado se les ha mencionado en
el sentido de que siendo impulsores de la salud de los cuerpos físicos dentro de la Naturaleza
planetaria, la invocación de su poder por parte de los seres humanos facilitaría en gran manera la
tarea científica de hallar adecuado remedio a todas las enfermedades físicas de la Raza y
despejada definitivamente la incógnita de la Ciencia médica frente a las enfermedades
consideradas todavía como incurables, tales como el cáncer, la diabetes, el reumatismo, etc. Los
Devas violeta planetarios y los Devas dorados procedentes del Sol tienen en sus rayos un poder
que de acuerdo con las previsiones jerárquicas, debe vencer a la enfermedad y a la propia muerte.
La evolución de la Raza, el incremento del sentimiento de buena voluntad --un poder espiritual
cuyo dinamismo afecta a los éteres e invoca a los Angeles superiores-- y el establecimiento de
correctas relaciones humanas, cuya expresión en los éteres es limpiar el campo magnético de la
Tierra y con él los ambientes sociales de la humanidad, es una tarea kármica de gran envergadura
que debería iniciarse cuanto más pronto mejor, recordando aquí la aseveración de un gran Iniciado
de la Jerarquía: “Las épocas florecientes, las civilizaciones de carácter superior y las culturas más
amplias, dignas e incluyentes no vienen únicamente a la Tierra en virtud de las posiciones cíclicas
de los astros, sino mayormente porque los seres humanos se esforzaron sinceramente en
conquistarlas”. Las palabras de este Adepto nos indican claramente que la conocida frase esoté -
rica proveniente de la más lejana antigüedad los astros inclinan pero no obligan, se fundamenta en
las posibilidades creadoras innatas en el corazón del hombre, es decir, en lo que podríamos
calificar de determinismo espiritual, un poder captado de la propia Divinidad y acatado por los
Angeles, siendo por tanto la creación que nace de esta determinación una actividad humano-
dévica. Hay que tener en cuenta al respecto que el Reino humano y el Reino dévico constituyen
los principios masculino y femenino de cualquier tipo de creación, aquí en la Tierra y en no importa
qué planeta de nuestro Sistema solar y son, por tanto, los cualificadores de todos los poderes
existentes, cuya base sea el Propósito divino encarnado por los seres humanos. La expresión de
este Propósito en la vida de la Naturaleza es la capacidad de respuesta de los Devas. Tal como
puede leerse en los antiquísimos textos de El Libro de los Iniciados: “No puede existir Vida
organizada ni Vida consciente allí donde no hayan hombres ni Devas...” ¿Nos dice algo esta
afirmación? En estas palabras se halla precisamente la respuesta a la gran interrogante del ser
humano: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, en el sentido de considerar que la
humanidad, el Cuarto Reino de la Naturaleza, es el eje de la evolución planetaria tal como ya
apuntábamos en otras partes de este Tratado, significando que el término HUMANIDAD,
considerado desde el ángulo de la Jerarquía, abarca la multiplicidad de humanidades que viven,
se mueven y tienen su razón de ser en no importa qué astro dentro del Cosmos absoluto. Siempre
desde al ángulo jerárquico, podría afirmarse que existen humanidades, es decir, entes inteligentes
constituyendo diversas jerarquías espirituales, en el centro místico de la evolución de cualquier
planeta dentro del Universo y aun mas allá del Universo. Y, consecuentemente con esta verdad y
para completarla, tenemos a los Devas, a los alter egos -si podemos decirlo así- de los seres
humanos, cuyas cualidades de sensibilidad y especiales características son altamente necesarias
para poder ser efectuadas en el Eter del Espacio las necesarias modificaciones que preceden al
ACTO CREADOR. Deberemos insistir necesariamente sobre este punto y afirmar constantemente
que los hombres y los Devas son el eje de la polaridad planetaria. La naturaleza de las Mónadas
humanas, o Cuarta Jerarquía Creadora, es masculina y la de las Mónadas dévicas, o Sexta
Jerarquía Creadora, es femenina. Ambas Jerarquías constituyen en su mancomunada actividad y
en la gloria de sus Reinos respectivos, la Voluntad y el Propósito Inteligente de la Divinidad,
manifestadas bajo las leyes de la Polaridad que rigen el proceso infinito de la Creación. Esta
polaridad, observada en su mágico despliegue de oportunidades espirituales y habiendo llegado a
su punto más elevado de síntesis, contiene el secreto del ser ANDROGINO mitad hombre, mitad
deva que unificará el karma de los dos Reinos y llevará el planeta a un grado muy exaltado de
perfección.. .(7)
Bien, siguiendo con esta idea, vamos a considerar ahora otro sujeto de profundo interés
esotérico. Tiene que ver con lo que ocultamente llamamos refracción de los rayos solares y que
tanto limita la plena expansión de los Devas dorados. Se trata, tal como Uds. habrán podido
imaginar, con la oblicuidad manifiesta de los ángulos de visión humanos con respecto a cualquier
campo de perspectiva. Sabemos ocultamente que la inclinación del eje de la Tierra y su
distanciamiento del punto vernal, regido astrológicamente por la Constelación de Aries, se debe
principalmente al escaso grado de fusión o de integración alcanzado por la humanidad con
respecto al mundo dévico. Lo lejos que se hallan todavía entre sí estas poderosísimas corrientes
de Vida determina que en el devenir de los ciclos mayores del Sistema, los que definen a los
grandes YUGAS del Universo, el eje de la Tierra se halle en perpetua declinación y oblicuamente
dirigida su superficie al sentido de los rayos que provienen del centro místico del Sol, dando lugar
a aquello que en términos esotéricos definimos como MAYA, ESPEJISMO e ILUSION, es decir,
que el ángulo de declinación del eje de la Tierra con respecto a la eclíptica produce, tal como
dijimos ya en otra parte de este Tratado, el karma de nuestro planeta. Según se nos dice
ocultamente esta inclinación irá siendo corregida en virtud de sucesivas iniciaciones cósmicas de
nuestro Logos planetario, el Cual cifra Sus esperanzas -si podemos utilizar una locución tan
aparentemente contradictoria- en la reconciliación del Reino humano con la Sexta Jerarquía
creadora de los Angeles, ya que tal reconciliación o fusión determinará una afluencia tal de
energía cósmica sobre el planeta, que producirá la liberación de una considerable porción de
karma, con las naturales consecuencias de que el planeta pierda peso y de que acelere su
movimiento de rotación, por lo cual será mucho más regular y uniforme el movimiento de traslación
por el espacio sideral y determinando, finalmente, que el eje planetario adopte progresivamente
una posición perpendicular con respecto al plano de la eclíptica, con la desaparición paulatina del
movimiento de retrogradación o de precesión de los Equinoccios. Bien, estos datos aun cuando
parecen ir muy particularmente dirigidos a los amantes de la Ciencia astrológica, están muy
íntimamente relacionados con nuestro estudio sobre los Devas y constituyen, por tanto,
aclaraciones acerca del mismo para todos los sinceros investigadores esotéricos y aspirantes
espirituales deseosos de conocimiento superior.
7
A su conversión en un planeta sagrado.
El dinamismo vital con el que impregnan los Devas dorados los éteres de nuestro mundo
constituye lo que técnicamente definimos como atmósfera planetaria, a la cual dotan de los
elementos activos que permiten la respiración de los seres humanos, de todas las especies
animales y de todo el conjunto planetario. La respiración es un misterio iniciático al que
oportunamente accederán todos los seres humanos. Contiene el secreto de los movimientos de
Sístoles y Diástoles del Corazón solar y con el tiempo será demostrado que la respiración,
correctamente practicada, puede prolongar la vida del hombre sobre la Tierra durante largos ciclos
de tiempo.
Existen, naturalmente, unas razones muy esotéricas que avalan la precedente afirmación,
entre ellas la de que los pequeños devas dorados que dinamizan la atmósfera planetaria pueden
penetrar en los pulmones de los seres humanos y permanecer allí largo tiempo como elementos
de vida y no surgir rápidamente al exterior, tal como ocurre habitualmente, sin darle tiempo al
PRANA vital de los Devas dorados para que ejerzan sobre el organismo su benéfica acción.
Interesa, por tanto, que el hombre aprenda a respirar correctamente, aunque las técnicas que
preceden a tales entrenamientos respiratorios son de orden espiritual y sólo las facilitan las
escuelas esotéricas, vinculadas de una u otra manera, con la gran Logia Blanca del planeta o
Jerarquía planetaria. Según hemos podido constatar ocultamente, la respiración correcta es
suave, profunda y rítmica, y según sea la evolución espiritual de los seres humanos, los Devas
dorados, o devas pránicos, invocados por la Ciencia de la Respiración, técnicamente descrita
como PRANAYAMA, cumplirán adecuadamente su cometido de dotar a los organismos humanos
de la suficiente dosis de vitalidad y dinamismo que les permita curar las enfermedades y vencer a
la muerte.
Al hablar de RITMOS, debemos hacer referencia a los tres más importantes que cualifican
las respiraciones humanas y a los Devas que intervienen en el desarrollo de los mismos:
El Ritmo respiratorio lunar está relacionado con los movimientos cíclicos de nuestro
satélite y expresados, desde nuestro ángulo perceptivo, por las cuatro fases de la luna nueva,
cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante. Estas fases lunares imprimen un ritmo respiratorio
definido en la vida de la Naturaleza, el cual es el adoptado corrientemente por la mayoría de los
seres humanos. Este Ritmo se caracteriza por respiraciones cortas y sin pausas entre la actividad
de inhalación y la de exhalación.
El Ritmo respiratorio planetario tiene también cuatro fases: noche, día, aurora y
crepúsculo, pero su exteriorización o actividad en el hombre le induce a efectuar ciertas fases o
intervalos entre el proceso de inhalación y el de exhalación, las mismas que van de la noche al día
cualificando las auroras o las que van del día a la noche y dan lugar a los crepúsculos. En la
expresión de este Ritmo respiratorio de introducción de PRANA en los pulmones, intervienen muy
activamente los devas color violeta, llamados también devas de la salud, por cuanto contribuyen
muy poderosamente a energetizar el aura humana y dotar al hombre de un dinámico y refulgente
campo magnético. Le permiten asimismo establecer contacto con cierta categoría de Devas
dorados, los cuales suelen infiltrarse en el organismo físico durante las pausas o intervalos de la
respiración y preparan dentro del cuerpo, sin que el hombre se dé cuenta, el conjunto celular para
posteriores recepciones de vida dévica superior.
El Ritmo respiratorio solar tiene que ver con las cuatro etapas definidas como las
estaciones del año, es decir, la primavera, el verano, el otoño y el invierno. Las personas sujetas a
este Ritmo son de naturaleza profundamente espiritual y tanto sus inhalaciones como sus
exhalaciones son profundas y extensas con pausas entre ellas asimismo largas y prolongadas.
Los Devas dorados que intervienen en el proceso, no sólo son los más evolucionados procedentes
del Sol que se introducen en el aura etérica de la Tierra, sino que son también los que purifican el
aura etérica y campo magnético de los seres humanos a quienes la Jerarquía espiritual del
planeta, a través de sus correspondientes ASHRAMAS, está preparando para la Iniciación.
Al llegar a este punto, y continuando con la progresión de las etapas místicas que
preparan a los seres humanos para estas elevadas zonas de integración espiritual, habrá que
hacer referencia, siquiera brevemente, a un Ritmo respiratorio que podríamos calificar de Ritmo
Zodiacal, ya que está vinculado con las doce Constelaciones que rigen nuestro Cielo sideral y con
la actividad de los Devas de tremenda evolución cósmica que sólo cuidan de los Ritmos
espirituales de los Seres más avanzados del planeta. Según se nos dice ocultamente, algunas de
sus Jerarquías intervienen en la confección de los vehículos superiores de los Adeptos y de otros
Seres espirituales todavía más elevados en evolución y jerarquía. Establecer contacto con tales
esplendentes Devas exige una integración espiritual de índole solar y haber accedido durante el
devenir de la existencia física al estado supremo de SAMADHI, cuyo ritmo, desde el ángulo
respiratorio es tan extraordinariamente prolongado que prácticamente ha desaparecido la
necesidad de respirar, es decir, de inhalar PRANA. El ser excepcional que ha Iogrado elevarse a
ese estado tiene poder sobre los Devas dorados del Sol y, a igual que Cristo, puede curar las
enfermedades físicas y psíquicas sólo por la irradiación de su campo magnético, sin necesidad de
recurrir a la imposición de manos.
Se nos dice también esotéricamente que por medio del establecimiento consciente de
ciertos Ritmos respiratorios, el ser humano suficientemente integrado en el orden espiritual puede
vencer las leyes de gravitación, remontarse a voluntad por el espacio, viajar por los éteres,
liberarse de las necesidades humanas de comer y de beber -sin que la salud de su cuerpo se
resienta- y establecer contacto con los Devas superiores. Pero, tal como hemos dicho
anteriormente, los Ritmos superiores que han de liberar al hombre de sus necesidades kármicas,
deben ser aprendidos en las duras pruebas de la vida, en el sacrificio del yo y en el servicio a los
demás, sin olvidar nunca que en el devenir de este proceso de integración los Devas estarán
siempre a su lado beneficiándole del extraordinario poder de síntesis que se desprende de sus
auras radiantes.
El fenómeno de irradiación tiene que ver con el aura de salud de los Reinos de la
Naturaleza y con la expansión natural del sobrante de energía pránica en forma de campo
magnético. De ahí que las personas de salud delicada carecen casi por completo de campo
magnético, debido a que el PRANA emanante de los Devas solares debe circunscribirse
únicamente a las necesidades físicas de supervivencia, no poseyendo así capacidad alguna de
irradiación de la energía. Cuando el caso es extremo, es decir, cuando no sólo no existe sobrante
sino que incluso falta energía aún para las necesidades físicas de base, cuales son la respiración,
la circulación de la sangre, la asimilación de los alimentos, etc., entonces las células del cuerpo
ávidas de energía para satisfacer las demás necesidades del organismo, se hacen parasitarias o
vampíricas. El vampirismo en tal caso indica únicamente la apropiación inconsciente de prana vital
perteneciente a otros organismos, por parte de las personas con un evidente déficit de energía
pránica. Indica, por tanto, que existen alguna lesiones íntimas de carácter etérico que impiden la
entrada de la energía dévica solar a través de los cuerpos etéricos o que las correspondientes
glándulas endocrinas y plexos nerviosos se hallan obstruidos o deteriorados y no pueden transmi-
tir a los órganos del cuerpo físico el PRANA necesario para su natural supervivencia. En ambos
casos, la incapacidad de que penetre el PRANA en el organismo y que por efecto de ello los
Devas dorados no puedan cumplir su natural cometido, hace que aquellos cuerpos se hagan
vampíricos o que perdido el estimulo de vida sobrevenga el fenómeno de la muerte... En el caso
contrario, es decir, en el de los individuos de salud desbordante, cuyo cuerpo etérico está
perfectamente organizado y lleno de dinamismo vital, la irradiación del sobrante de energía
origina un extenso y radiente campo magnético, colaborando inconscientemente en la labor de los
Devas dorados en la actividad de infundir PRANA vital en los ambientes planetarios.
Sin embargo, y siguiendo una tónica general impuesta por la propia Ley de evolución, la
irradiación de energía pránica a través del campo magnético de los seres humanos afecta
poderosamente a un tipo de Devas de color violáceo misteriosamente vinculados con la evolución
del Reino animal, singularmente con las especies muy desarrolladas dentro del mismo, tales como
nuestros animales domésticos, los cuales se benefician del contacto humano y -tal como
ocultamente sabemos- se están preparando para la Individualización. Los Devas violáceos
constituyen el enlace magnético de ambos Reinos y observados clarividentemente se les ve
agrupados por jerarquías, cuyo color se extiende desde el matiz violáceo hasta el gris obscuro y
les define como pertenecientes a Almas grupo más o menos evolucionadas dentro del Reino
animal. En todo caso, puede ser comprendida la relación que existe por doquier en la vida de la
Naturaleza, atravesando los Reinos, las Razas y las especies, gracias a la participación del mundo
dévico, cuyas jerarquías se extienden desde el Centro místico del Sol hasta el más humilde de los
átomos ultérrimos... Será fácilmente asimilable entonces la idea de que el Reino animal cumple, a
su vez, una misión muy similar a la de los seres humanos con respecto a la evolución del Reino
vegetal a través de las huestes algo menos evolucionadas de los devas violáceos, pero no por
esto menos útiles dentro del Plan general de la evolución. Igual actividad será desarrollada
inconscientemente por el Reino vegetal en relación con el Reino mineral, ya que las vidas dévicas
-prescindiendo de sus particulares evoluciones- se hallan por doquier transmitiendo ENERGIA y
manteniendo unida la cadena magnética que une el conjunto universal con la Vida infinita del
Creador.
Capítulo VI
8
No hay que olvidar que el primer ser en el proceso de la Creación que adopta la Forma o Figura del Arquetipo solar, es el
ser humano.
Bien, estas relaciones merecen un comentario algo más extenso, habida cuenta que las
actividades desarrolladas por cada uno los tres Centros planetarios están muy íntimamente
vinculados entre sí y constituyen en realidad un solo Centro de expansión universal. Podríamos
decir así que la Jerarquía Espiritual o Gran Fraternidad, tiene a su cargo el desarrollo del aspecto
alma o conciencia en todos los Reinos de la Naturaleza y que Devas de todas las jerarquías
imaginables cooperan en este trabajo de infundir Conciencia en la Vida de la Forma. Otra de las
consideraciones a tener en cuenta es que la Vida de SHAMBALLA lo llena todo y que, por tanto, la
actividad de la Jerarquía espiritual es cualificar esta Vida omniabarcante de SHAMBALLA de
acuerdo con las necesidades de la evolución del planeta, planeando el futuro de acuer do con las
exigencias del presente y avizorando las etapas que corresponde actualizar de acuerdo con la ley
cósmica de los ciclos, las corrientes de energías astrológicas y la evolución alcanzada por cada
Reino, Raza o Especie. He ahí otra trinidad que conviene tener en cuenta de acuerdo con el
principio de analogía, debido a que de manera muy sutil los Reinos de la Naturaleza en su
totalidad dependen directamente de SHAMBALLA, que las Razas humanas están conectadas con
la obra de la Jerarquía y que todas las especies vivientes en los Reinos sub-humanos están
misteriosamente enlazados con la vida evolutiva de la Humanidad. Esta, según se desprende de
una profunda y sostenida investigación de sus móviles más ocultos y trascendentes, es el centro
de la evolución planetaria. Esta es una razón muy obvia si tenemos en cuenta que la humanidad
es el Cuarto Reino de la Naturaleza y que ocupa el cuarto lugar en la evolución de un Sistema
Septenario como el de nuestro Universo. Veamos estas relaciones:
Con este término se intenta representar a una nueva Jerarquía espiritual, cuyas
cualidades están mucho más allá y por encima de la comprensión de los hombres más inteligentes
de la humanidad y del término corrientemente asignado a los Miembros de la Gran Fraternidad
Blanca. Estos Agentes, ya sean de estirpe dévica o de naturaleza humana, están capacitados para
manejar el Fuego Eléctrico de la Divinidad, el cual es esencialmente VIDA o ESPIRITU. Trabajan
en íntimo contacto con el Señor del Mundo y con los Angeles directores de la evolución de los
Reinos. Su misión es mantener en ininterrumpida circulación la corriente de Vida que emana del
gran Corazón Solar espiritual y penetra en cada uno de los Planos del Universo por medio de los
Siete Grandes Arcángeles, distribuyéndola luego para la absorción y manipulación de los Angeles
regentes de los Reinos. Un tipo especial de AGNISHVATTAS distribuyen a su vez este Fuego en
dirección al Reino humano desarrollando la mente de los hombres y otros devas menores, aunque
mucho más evolucionados que los individuos corrientes de la Raza humana, dinamizan la
corriente de vida que incide en las especies de cada uno de los tres primeros Reinos, utilizando lo
que en términos esotéricos definimos como esencia elemental y abarca la enorme vastedad de
unidades de vida de los Reinos mineral, vegetal y animal. La labor de los grandes Devas
cualificados como Agentes de SHAMBALLA consiste en introducir el propósito de la Vida solar en
cada una de las unidades de vida de nuestro esquema terrestre. Constituyen considerables
legiones de Angeles de distintos grados de evolución, pero marcados todos ellos por la impronta
espiritual del Señor del Mundo y llenos del Designio ígneo del Logos Solar de introducir Su Vida en
cada uno de los seres que viven, se mueven y tienen el ser en los dilatados confines de Su
omniabarcante Esquema evolutivo. El resultado de sus actividades es la continuidad de la
corriente de Vida circulando por todo el Universo y, particularizándola, por nuestro esquema
planetario. Tal como dijimos anteriormente, el Centro cualificador de la Vida solar espiritual de
nuestro planeta es el Logos regente del mismo, encarnado en Aquel esplendente e indescriptible
Ser que en los estudios esotéricos es definido como SANAT KUMARA, o Señor del Mundo. Este
glorioso Ser es el Gobernante absoluto del planeta Tierra. De EL dependen todos los Centros
planetarios y todas las jerarquías, angélicas y humanas, que realizan su evolución dentro del
formidable esquema terrestre. Sus decisiones obedecen al Mandato Solar y sólo al Logos de
nuestro Universo ha de rendir cuentas -si así podemos decirlo- de Sus decisiones y gobierno de
nuestro mundo. Las jerarquías angélicas y humanas que en su totalidad hemos descrito como los
Agentes de SHAMBALLA cumplen sus obligaciones según la calidad de su rango o estirpe.
Forman parte de la sociedad ultrasecreta que ocultamente llamamos el Concilio de SHAMBALLA,
en donde el Señor del Mundo y Sus Agentes y Colaboradores terrestres y ex traterrestres se
reúnen para examinar conjuntamente los Planes de la Evolución y las necesidades de fuerza solar
para cada ciclo evolutivo afectando a Reinos, razas y especies. Tales necesidades, vistas con la
percepción ultradimensional de SANAT KUMARA y de los Agentes místicos de SHAMBALLA,
toman la forma de un Plan organizado, marcando ciertos jalones u objetivos determinados de
acuerdo con el ciclo evolutivo particular del planeta Tierra y las necesidades de integración con las
grandes Decisiones solares.
La Jerarquía espiritual del planeta está formada asimismo por unidades de vida angélica y
humana a las cuales se las denomina ocultamente los Grandes Mediadores, ya que su particular
misión si bien difiere en el desarrollo de las distintas actividades asignadas a hombres y a Devas,
coinciden en el santo propósito de que cada unidad de vida en el seno de la Naturaleza tome
conciencia de su estado y condición y aprenda a alinearse conscientemente con el grupo mayor
del cual forman parte. Lógicamente, el grupo mayor y más incluyente para la humanidad será la
Jerarquía espiritual o Gran Fraternidad Blanca y el que corresponde a los tres primeros Reinos de
la Naturaleza, el mineral, el vegetal y el animal será la humanidad. Existe, en todo caso, una
función mediadora constante en la evolución del Universo, del planeta o del hombre. Ya en otras
partes de este Tratado hicimos referencia a un ANTAKARANA, o puente de arco iris, por el cual las
unidades de vida de una especie se transportaban a otra superior, de la misma manera que el ser
humano creaba conscientemente el Antakarana o puente de luz que enlazaba su yo inferior con el
Angel solar en el plano causal. Este puente de luz tiene carácter universal y constituye el enlace
de todas las unidades de vida de! Sistema solar con el Propósito de Realización del Logos. Lo
único que habrá que añadir aquí para que la idea aparezca con mayor claridad, es que los Angeles
superiores de la Jerarquía, los cualificados Adeptos de la misma, trabajan armoniosamente al
unísono para construir este Puente de Unión, que podríamos definir como del Propósito o
Intención de Dios, el Logos, con respecto a la vida de la Naturaleza que es su campo de
expresión. Así, cada Angel y cada Adepto, utilizando el concurso de miríadas de unidades dévicas
de orden subalterno, infunden la luz del propósito iluminado en las almas de los seres humanos y
de los Reinos inferiores del planeta y dinamizan o exaltan en la intimidad de sus vidas el anhelo
permanente de perfección. Una infinita cadena de Luz partiendo del Reino mineral y llegando al
ser humano puede ser percibido así por el investigador esotérico, atravesando la vida de los
Reinos vegetal y animal. Otra cadena de Luz, todavía mayor y más brillante, se eleva del Reino
humano en dirección a la Jerarquía la Cual ha sido descrita con mucha justicia el Quinto Reino de
la Naturaleza, el Reino de los Cielos. Esta cadena de luz, encarnando el propósito de liberación de
Dios y el deseo de perfección humana, llega a su más exaltado grado de sutilización, cualidad,
resplandor y belleza en las fases de evolución técnicamente definidas como Sendero del
Discipulado consciente y Sendero de la Iniciación, ya que en el devenir de los mismos las almas
humanas penetran conscientemente en los Planes de la Jerarquía y empiezan a ser participes del
Propósito de Dios.
a. El Angel de la Muerte.
b. El Angel de la Justicia.
c. El Angel de los Registros Akásicos.
d. El Angel de la Liberación.
Son lógicamente también Agentes de SHAMBALLA, pero Su obra, a igual que la del Señor
del Mundo, tiene un Designio Solar y abarca la grandiosidad infinita del contenido universal, con
sus planos, reinos, humanidades y especies vivientes...
Cada uno de los Señores del Karma tiene bajo Sus órdenes innumerables huestes de
Devas de todos los grados de evolución, realizando sus actividades de acuerdo a ciertos
propósitos definidos y a la presión de determinados Rayos de poder, los cuales, a su vez, atraen
hacia los Señores del Karma potentísimas e inexplicables corrientes astrológicas procedentes del
espacio cósmico. Sin embargo, los Impulsores del Plan dentro del planeta Tierra, Adeptos y
Angeles, constituyen la gran Corporación de las Almas Iluminadas que dirigen todas las energías
universales, la de los Señores del Karma incluidas, hacia el desarrollo del Alma o de la Conciencia
en la integridad absoluta de los Reinos de la Naturaleza, de las Razas humanas y de todas las
especies que tienen su vida y su razón de ser en cada uno de los Reinos.
Tal como hemos venido diciendo en páginas anteriores, el Reino humano, el Cuarto dentro
de la evolución espiritual de la Tierra, es el Centro de la vida planetaria, debido precisamente al
número CUATRO que le distingue, personifica y cualifica en orden a la evolución de la Naturaleza
entera. Tal como decía un Maestro de la Jerarquía en el pasado siglo a un grupo de discípulos: “La
Cadena infinita de la Luz y de los Conocedores pasa por el Reino humano, como la circulación de
la sangre pasa por el corazón “. La descripción no puede ser más afirmativa ni más categórica. La
función del CUARTO Reino, el reino humano, es tremendamente importante debido a la posición
que ocupa dentro de un esquema septenario de evolución universal y cabe preguntarse, después
de analizar críticamente la obra del hombre aquí en la Tierra, si el ser humano ha respondido
plenamente a las exigencias kármicas de su especial cometido como eje de evolución de los
Reinos y, en caso contrario, determinar cuales han sido las causas de su aparente fracaso. Bien,
no hay que argumentar demasiado sobre tales extremos, teniendo en cuenta el grado de evolución
de los seres humanos en la presente Cuarta Ronda y sus dificultades por mantenerse dignamente
en el centro de la evolución planetaria, siguiendo el imperativo del CUARTO Rayo que cualifica al
CUARTO Reino y debe llevarle a la Luz de la Revelación y de la integración espiritual por medio
de las crisis y las tensiones psicológicas que surgen inevitablemente del conflicto de la
separatividad, del egoísmo del yo y del apego a las cosas materiales.
El Reino humano, la humanidad en su conjunto, está evolucionando por fases, por grados
o niveles de integración espiritual y la esperanza de la evolución y del cumplimiento planetario se
halla depositada actualmente en los discípulos mundiales, los cuales constituyen CUATRO
grandes grupos, conectado cada uno con una jerarquía específica de Devas AGNISHVATTAS.
Veamos:
c. Los Discípulos Aceptados realizan una idéntica actividad sobre las unidades de vida
del Reino animal menos evolucionadas.
La obra de los Señores del Karma en la vida de la Naturaleza halla a través de estos
cuatro grupos y la correspondiente hueste de Devas afines, unos puntos de contacto para poder
influir en la vida de los Reinos. No es necesario advertir que cada uno de los grupos de Discípulos
es un centro de inspiración para todos los seres humanos los cuales, en determinadas fases o
períodos de sus vidas, deberán convertirse a su vez en discípulos en una u otra de las
clasificaciones antes descritas.
Ahora bien, el propósito del Señor del Mundo a través de la Jerarquía incide en la vida de
la humanidad, produciendo un despertar gradual de la conciencia humana. Esta conciencia, como
Uds. saben, repite en su vida evolutiva los tres aspectos universales de Vida, Cualidad y
Apariencia a través de su mente organizada, su naturaleza astral y su cuerpo físico. Así la mente
humana deberá ser consciente un día del Centro místico de SHAMBALLA; la naturaleza astral se
convertirá a su vez en el Amor de la JERARQUIA y el aspecto objetivo o corporal tendrá que
reflejar también en tiempo y espacio la obra de la Divinidad reflejando perfectamente el Arquetipo
de Belleza de la Creación. Es obvio comentar que en el desarrollo de esta triple actividad de la
conciencia intervendrán tres tipos específicos de Devas: AGNISCHAITAS (plano físico),
AGNISURYAS (plano astral) y AGNISHVATTAS (plano mental). La analogía, convenientemente
interpretada nos llevará siempre a inevitables puntos de coincidencia.
Cada uno de los tres sectores de vida organizada del planeta en orden a la evolución de la
humanidad, técnicamente definidos como vida material, cualidad emocional y mente organizada,
persigue un Arquetipo de perfección. Tales son estos Arquetipos:
Esta excelsa Entidad planetaria tiene a su cargo la evolución y desarrollo de las Razas
humanas conforme van apareciendo en la vida del planeta. Puede decirse así que cada Raza, con
sus correspondientes siete subrazas, están a cargo de un MANU. Tiene bajo sus órdenes un
considerable número de Devas AGNISCHAITAS, con la misión de preparar y construir en materia
etérica el cuerpo físico de cada nueva subraza a la búsqueda del tipo racial que mejor
corresponda a las intenciones y proyectos del Manú. Una vez que ESTE ha dado el visto bueno -si
podemos decirlo así- a algún Arquetipo racial o subracial, se le materializa bajo forma fí sica densa
utilizando los correspondientes factores mendelianos más afines, es decir, a través de cuerpos
físicos que de una u otra manera alcanzaron cierta perfección en belleza y atributos semejantes a
aquellos mediante los cuales el MANU de una Raza trata de expresar una nueva forma física
humana y un más noble carácter racial.
Estos Devas, AGNISCHAITAS, trabajan bajo las órdenes inmediatas del MANU de la
Raza, siendo siete las Razas humanas que han de aparecer durante el proceso de evolución de
un planeta y varios los MANUS, o Señores raciales que, en la vida de la humanidad deberán dar
cumplimiento al Plan general del Creador. Es obvio, también, que el destino de una Raza y la
programación de sus naturales atributos, es una obra genuinamente espiritual cuyos planes y
propósitos están en la mente de los MANUS, siendo virtualmente Su cometido idear el Arquetipo
final de una Raza y preparar a tal fin siete Arquetipos menores, los cuales vendrán a ser como
peldaños de la Gran Escalera que conduce al esplendor definitivo de aquella Raza, con la
expresión física que representa el Arquetipo racial plenamente constituido y desarrollado.
Es lógico pensar también, después de las afirmaciones anteriores, que habrá un grupo
específico de Devas de alta evolución espiritual trabajando directamente bajo la dirección del
MANU, cuyo trabajo consiste en preparar en materia etérica los diseños del Arquetipo racial tal
como los planea el Señor de la Raza y siete los grupos de Devas constructores, asimismo muy
evolucionados, que construyen en materia más densa, sólida o substancial los diseños o bocetos
que someten a su consideración los Devas que trabajan con los Arquetipos ideados por el MANU
de la Raza. Hay que reconocer asimismo que la obra de los Devas raciales en sus múltiples
divisiones, se verá recompensada en cada nueva edad y en cada nuevo ciclo de vida por la
experiencia vital del MANU y de los Devas de las Razas precedentes, cuya memoria permanente
registrada en los éteres akásicos permite corregir fallos, construir nuevos compuestos moleculares
e imprimir más sensibilidad a las células corporales de los vehículos físicos anteriores, preparando
así el luminoso camino del Arquetipo racial de la séptima subraza de la Séptima Raza que
aparecerá sobre la Tierra representando en cuerpo físico y bajo apariencia objetiva la gracia,
belleza y armonía de una suprema Decisión solar.
Al igual que ocurre con la obra del Señor MANU, la tarea asignada al Señor
BODHISATTVA mueve a la acción a siete categorías de Devas en los distintos subplanos del
Plano astral, comandados por esplendentes Angeles AGNISURYAS, teniendo como meta de sus
actividades la dignificación del alma humana y el contacto espiritual con los excelsos y misteriosos
Devas del Plano búdico, cuyas Vidas están llenas de Amor por todo lo creado y son los impulsores
en la vida planetaria de la llama infinita de la Gran Fraternidad Cósmica, de la cual nuestro Logos
Solar es uno de los grandes exponentes en virtud del Segundo Rayo de Amor que cualifica Su
Vida radiante y del cual surgen Sus infinitas e indescriptibles creaciones.
Resulta evidente, pues, de acuerdo con todo cuanto acabamos de decir, que Devas de
todas las jerarquías dentro de los tres grupos principales que trabajan en estrecho contacto con la
humanidad, es decir, de los AGNISCHAITAS, los AGNISURYAS y los AGNISHVATTAS, actúan
conjuntada y muy estrechamente para producir el HOMBRE NUEVO al cual hizo referencia el
Iniciado Pablo de Tarso. Las leyes infinitas de la evolución gravitando sobre todo lo creado, y muy
especialmente sobre la humanidad, han hecho posible el acercamiento dévico al mundo de los
hombres. Las incontables legiones de Devas de distinta evolución, especialidad, hueste o
jerarquía, han dotado a la Naturaleza de todos sus maravillosos encantos. Sin embargo, la obra
más bella e infinitamente más importante dentro de la evolución cíclica de los Reinos, la Humani -
dad, se halla todavía en sus primeras fases de desarrollo espiritual y los Arquetipos de Verdad,
Bondad y Belleza, que deben ser revelados en virtud del trabajo particular de los Grandes Señores
Planetarios, el MANU, el BODHISATTVA y el MAHACHOHAN, están todavía en proceso de
estructuración. Según se nos dice ocultamente los Ojos del Logos Solar están fijos sobre la Tierra,
ya que debido al lugar que el esquema terrestre ocupa dentro del Sistema universal, es muy
importante que este pequeño planeta en donde vivimos, nos movemos y tenemos el ser, se alinee
definidamente con los Planes del Gran Señor Solar y aprenda la trascendente lección del
acercamiento cósmico, cuyo recuerdo intuitivo se halla oculto en el corazón de todo ser humano y
constituye el anclaje perenne de la Vida de Dios en la vida mística de la humanidad.
Capítulo VII
Durante el curso de nuestras investigaciones ocultas sobre los Devas, hemos podido
constatar en múltiples ocasiones el extraordinario poder psíquico que manejan y las asombrosas
demostraciones de su dominio de los éteres cualificados que constituyen los planos de la
Naturaleza. Les hemos visto crear en la atmósfera de la Tierra todos los fenómenos de carácter
eléctrico conocidos, como el viento, la lluvia, las tormentas, los huracanes, los rayos, Los truenos,
etc. Otros de carácter ígneo, como los terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, etc., tan
impresionantes desde el ángulo kármico, ya que suelen producir grandes destrucciones
geológicas, profundas alteraciones del suelo terrestre y una serie impredecible de víctimas
humanas con sus espantosas consecuencias en el orden social y comunal, son vistos siempre con
temor por los seres humanos. Sin embargo, las expresiones más poderosas de los Devas se
hallan indudablemente en los niveles psíquicos, en donde la substancia etérica es más sutil y les
es más fácilmente manejable. Importante labor es la que le aguarda al investigador esotérico
cuando trata de clasificar y ordenar en forma concreta las múltiples actividades dévicas en los
mundos llamados subjetivos o invisibles. A nuestra humilde labor de investigación de los
fenómenos ocultos producidos por los Devas le hemos señalado una meta, no muy ambiciosa
quizás, pero ciertamente muy positiva y necesaria dentro de nuestro trabajo. Esta meta,
singularmente concreta, ya que ante todo debe ser práctica, debe abarcar las áreas conocidas del
ser humano, es decir, de la mente, de la sensibilidad psíquica y del cuerpo físico, aunque
estableciendo una serie de relaciones con lo cósmico sin las cuales nuestro estudio resultaría
incompleto. En otras partes de este Tratado nos hemos referido ya a la labor de construcción de
los tres vehículos de manifestación del alma humana, en la que intervenían mancomunadamente
la voluntad de ser y el intento constante de realizar, correspondiendo la primera al hombre y el
segundo al deva constructor. La misión de construir es la actividad característica de los devas; es
por tal razón que se les denomina esotéricamente los constructores del mundo invisible.
Así, lo que nos interesa estudiar cada vez más profundamente de ahora en adelante es el
sistema de relaciones, maravilloso y sublime, establecido entre los Angeles y los hombres, así
como las infinitas modificaciones del éter, la substancia energetizada mediante la cual el Logos
creador vivifica, dinamiza y perfecciona su Cuerpo de expresión, el Universo. Podríamos asignarle
racionalmente el término jerarquía a estas modificaciones del éter universal en relación con los
Devas y reconocer al propio tiempo -por analogía- que cada una de tales jerarquías deberá estar
en armonía o sintónica vibración:
a. Con los Reinos de la Naturaleza y sus infinitas vidas, especies y razas en evolución
cíclica.
b. Con los estados de conciencia humanos, es decir, con los pensamientos, deseos,
actitudes psicológicas y actividades diversas desarrolladas por el hombre y de cuya
base se originan los ambientes sociales del mundo, con sus múltiples niveles de
expresión.
c. Con los diversos Rayos, en número de siete, que constituyen las corrientes de energía
logoica que dan vida al Universo.
d. Con las corrientes astrológicas que proceden del espacio solar y extrasolar, creando
las oportunidades cíclicas de la evolución humana, planetaria, solar y cósmica, las
cuales obedecen a las leyes infinitas de relación o comunicación, base sustancial del
Cosmos.
f. Con los hechos kármicos que se producen en el planeta y constituyen la simiente viva
para etapas posteriores de evolución humana.
Estos, como se sabe, son siete, de acuerdo con la clasificación septenaria del Universo.
Veamos: el Reino Mineral, el Vegetal, el Animal, el Humano y el Superhumano, técnicamente
descrito como el Reino de los Cielos. No interesa de momento especular sobre los dos Reinos
superiores al Superhumano, los cuales se hallan ubicados en niveles del Universo inaccesibles por
completo a la razón más exaltada del hombre. Lo que sí nos interesa fundamentalmente es
reconocer el hecho esotérico de que los Reinos de la Naturaleza están integrados en órbitas
evolutivas distintas que van desde el plano Adico, o divino, al plano físico, extendiéndose así de
plano en plano las Jerarquías dévicas o angélicas que cuidan de su evolución. Habrá que repetir al
respecto lo dicho en anteriores ocasiones, es decir, que cada plano está regido por un Arcángel de
gran magnificencia y poder y que cada subplano está bajo la supervisión y guía de un exaltado
Angel, de la categoría de los Chohanes de Rayo, unos Adeptos que han alcanzado la sexta
Iniciación planetaria y la segunda Iniciación solar. Cada Reino, a su vez y dependiendo de la
jurisdicción de los Angeles de determinado subplano, está regido también por un cualificado Angel,
el cual está especialmente dedicado a la obra de perfección de dicho Reino dentro del cual
efectúan su evolución multiplicidad de especies, cada una de ellas con sus propios guías y
regentes dévicos, cuya integración espiritual dependerá lógicamente de las necesidades
evolutivas de aquellas. En fin, el proceso de substanciación, estructuración y guía particular de los
Reinos obedece a la actividad angélica, no pudiendo ser registradas otras fuentes de actividad que
la de estos excelsos moradores de los mundos invisibles y la colaboración constante y decidida de
aquellos Adeptos que, una vez recibida la quinta Iniciación planetaria, decidieron permanecer en el
planeta y trabajar en estrecha y fraternal colaboración con los grandes Regentes del mundo
dévico.
Quizás sea ilustrativo advertir que los Angeles que guían la evolución de las distintas
especies dentro de los Reinos inferiores al humano, lo hacen a través de sus respectivas Almas-
grupo, siendo éstas, tal como vimos en el primer volumen de este Tratado, una especie de esferas
psíquicas dentro de las cuales viven, se mueven y tienen el ser -utilizando aquí una muy gráfica
idea- todas las unidades de vida monádica que realizan su evolución en una u otra de las múltiples
especies de estos Reinos.
Tal como vimos en páginas anteriores, al referirnos a las formas psíquicas o Egregores
creados por la actividad mancomunada de los devas y los seres humanos, hay una substancia
etérica en el ámbito planetario que sirve de vehículo de comunicación entre todos y cada uno de
los niveles de expresión mental, psíquica y etérico-física con sus consecuencias objetivas de
estructuración de los ambientes sociales del mundo. Los artífices de esta obra objetiva en los
éteres espaciales son los devas en sus múltiples divisiones, especies y familias dentro de la
infinita prodigalidad de su maravilloso mundo. Trabajan siempre según el proceso científico de
condensación de las energías mentales y psíquicas que surgen de los estados de conciencia
humanos y construyen con esta substancia materializada las condiciones precisas -kármicamente
registradas- que originan los ambientes planetarios, desde el estrictamente individual al social o
comunal más incluyente. De esta manera puede ser fácilmente equiparada la acción dévica en lo
que respecta a un ambiente familiar, profesional o comunal, cuyas expresiones concretas
analizábamos en el segundo volumen de este Tratado, con las grandes líneas maestras de
carácter cósmico que crean la civilización, la cultura, la especial idiosincrasia psicológica y el
peculiar y característico lenguaje de todas las naciones de la Tierra.
Estos, como esotéricamente se sabe, son siete corrientes de Vida emanantes de aquel
Centro cósmico místicamente definido como el Corazón del Sol. Lo que quizás no sea tan
conocido por el lector de los temas esotéricos u ocultos es que estas corrientes de energía son la
expresión de una u otra de las Siete cualidades espirituales que definen la conciencia psicológica
de nuestro Logos Solar, es decir: la Resolución o Voluntad de Ser, la Unión por el poder del Amor,
la Comprensión del alcance cósmico del Universo, el Sentimiento infinito de Belleza, el Sentido
permanente de Investigación, la Devoción exquisita e indescriptible hacia el Trabajo creador y la
Magia de Cumplimiento o Espíritu de Realización de la Obra Universal. Estas siete cualidades
logoicas se expresan a través de los llamados planetas sagrados, cuyos Logos alcanzaron la
quinta Iniciación cósmica. Tales son dichos planetas expresados según el orden de los Rayos y de
las cualidades expuestas: Vulcano, Júpiter, Saturno, Mercurio, Venus, Neptuno y Urano.
Participando de las cualidades del tercer Rayo, como Saturno, tenemos a nuestro planeta Tierra,
cuyo Logos planetario está atravesando actualmente las crisis que preceden a la Cuarta Iniciación
cósmica, de las del sexto Rayo, como Neptuno, al planeta Marte y de las del primer Rayo, como
Vulcano, al planeta Plutón. Otros dos planetas no descubiertos todavía, pertenecientes a los
Rayos segundo y cuarto, añadidos a los diez antes descritos totalizan los doce planetas, los
cuales, enlazados con las doce Constelaciones del Zodíaco, deberán ser sagrados o perfectos
-desde el ángulo del Logos- al finalizar este presente MAHAMANVANTARA, o ciclo de actividad
logoica o solar. Ahora bien, desde el ángulo de vista de este Tratado, hay que considerar que las
corrientes de Vida universal que emanan del Corazón del Sol, o Siete Rayos, son proyectadas o
transmitidas a la totalidad del Esquema de Evolución Solar por los Grandes Arcángeles o
Supremas Entidades Dévicas del Sistema, constituyendo sendos canales de distribución de la
Conciencia Divina al coincidir o crear impacto sobre la vida evolutiva de los planetas sagrados y
sobre la conciencia de sus respectivos Logos planetarios, así como sobre cada uno de los Planos
del Universo y de los Reinos y sobre cada una de las razas y especies que en aquellos realizan su
evolución. Veamos, por tanto, cómo la Vida del Señor del Universo llega a nosotros en virtud del
excelso poder expansivo de los grandes Mahadevas, los Cuales utilizan para su desplazamiento
por los espacios infinitos corrientes de energía etérica, siendo el Eter -definido en lenguaje
jerárquico- la Sangre de los Dioses y los Angeles, en sus distintas funciones, los agentes
misteriosos que le comunican a esta Sangre la vitalidad, el calor y el dinamismo de sus Vidas
radiantes, a fin de que el gran contenido universal subsista y pueda desarrollar en forma constante
y progresiva su proceso evolutivo.
Estas corrientes de Vida, a igual que los Siete Rayos, son las comunicadoras celestes de
las cualidades características de los grandes Centros estelares, universales y cósmicos que
oscilan en estrecha e indisoluble relación por las profundidades infinitas del Espacio absoluto.
Estas corrientes de Vida extrasolares o cósmicas vienen transportadas -si podemos decirlo así-
desde los más ignorados y remotos confines del Cosmos por otras huestes dévicas de
trascendente evolución cuya misión es vincular Vidas y Conciencias y establecer relaciones. Por
tal motivo son definidos jerárquicamente Los Grandes Comunicadores del Espacio. Por su
mediación existe un lazo permanente de unión entre los planetas, los Universos, las
Constelaciones y las Galaxias, constituyendo lo que en algunas partes de este Tratado hemos
definido como Fraternidad Cósmica o Ambiente Social de los Dioses.
Las corrientes astrológicas son las comunicadoras de las virtudes de los astros y a través
de las huestes dévicas llegan a penetrar en los ambientes planetarios y en la vida de los seres
humanos, condicionando su evolución y su comportamiento psicológico y deparándoles las
oportunidades kármicas de sus vidas espirituales. La incidencia de estas energías celestes,
virtualmente capacidades psicológicas o estados de conciencia de los Logos, canalizadas por los
Devas sobre los seres humanos y sobre la Vida sicológica de los astros, es denominada
técnicamente Ciencia Astrológica. Los hombres del futuro, más evolucionados que nosotros,
conocerán sin duda la sutilidad de unas corrientes de energía de tal extraordinaria sutilidad y
tensión espiritual que les pondrán en comunicación con unas Entidades Angélicas o Celestes de
tal excelsa y desconocida magnitud que Sus Vidas radiantes son para los seres humanos más
avanzados sólo vagas intuiciones o románticos sueños que tratan de expresarse en lo más
profundo y remoto de sus conciencias.
Tal como dijimos en otras partes de este Tratado, estos vehículos de manifestación son la
mente, el cuerpo astral y el cuerpo físico, sirviendo de vehículo de relación entre ellos el llamado
cuerpo etérico o doble etérico, habida cuenta de que es un duplicado perfecto del cuerpo físico
denso y siendo su composición -tal como su denominación así lo indica- la energía etérica y su
expresividad más concreta y definida el dinamismo vital que determina la cohesión atómica del
cuerpo físico y su sentido de permanencia temporal. Es necesario observar que estos tres cuerpos
físico, astral y mental -coordinados por el vehículo etérico- llamados esotéricamente los vehículos
cíclicos o periódicos del Alma son construidos por los devas etéricos, astrales y mentales
siguiendo las leyes evolutivas de la Naturaleza y el proceso kármico señalado por la evolución
espiritual del Alma. Esta idea será mejor comprendida si se tiene en cuenta que cada Plano de la
Naturaleza tiene siete subplanos y que hay diversidad de especies o familias dévicas en cada uno
de ellos que llevan a cabo el proceso de substanciación del Eter para construir las formas o los
vehículos adecuados para cada estado de conciencia de los hombres. La calidad de los vehículos
obedecerá lógicamente pues a la evolución espiritual del Alma, así como también y por analogía a
la sutilidad de las entidades dévicas que construyen sus vehículos o mecanismos de expresión. Es
necesario captar esta idea de sintonía de vibraciones entre los estados de conciencia humanos y
el grado de sutilidad de los Angeles o Devas constructores, ya que puede ser aplicada
enteramente y por analogía al Gran Océano de Vida Cósmica.
En uno de los capítulos del primer volumen de este Tratado esotérico sobre los Angeles,
hablamos hecho referencia a un axioma esotérico procedente de los Archivos de la Gran Logia
Planetaria, cuya formulación venía a dar este sentido: “Hay un hombre para cada Angel y un Angel
para cada hombre”, un axioma que puede ser aplicado en su integridad a todos los Hombres
celestiales, guías y directores de planetas, universos y galaxias. Estas excelsas Entidades
Logoicas, de incomprensible evolución para nuestra mente humana, precisan a igual que nosotros
de vehículos periódicos o cíclicos de expresión, siendo éstos las colosales estructuras cósmicas
que expresan sus cualidades íntimas, sus energías particulares de Rayo y sus peculiares o
característicos estados de conciencia. Habrá que aceptarse así obviamente la existencia de una
increíble Dinastía o Jerarquía de Angeles de incalculable y desconocida evolución que construyen
con la misteriosa Esencia de sus Vidas los Vehículos de Manifestación cíclica de aquellas
soberbias Voluntades de Expresión Logoica. Así parece ser si nos atenemos -tal como es de rigor
en nuestros estudios esotéricos- al principio de analogía hermético “igual es arriba que abajo”,
que, al parecer, rige para el Cosmos absoluto.
Veamos:
Hay que suponer, de acuerdo con la analogía, que la identidad de tales Universos será
únicamente posible por medio de la actividad Angélica que vive, se mueve y tiene el ser en los
niveles cósmicos. Por lo tanto, del conjunto de tales afirmaciones debería surgir una idea de
síntesis que abarcase dentro de su infinito contexto las vidas microcósmicas y las más
esplendentes Entidades macrocósmicas, es decir, que al afirmar que devas constructores
procedentes del éter construyen los vehículos o mecanismos de expresión del Alma humana,
estamos afirmando también que tremendas Potestades Angélicas de inconcebible evolución
estructuran los soberbios Universos cíclicos que son los Vehículos de manifestación de los Logos
Creadores dentro de la expansión multidimensional del Espacio infinito.
Los detalles cósmicos correspondientes a esos contactos realizados por los Hombres
Celestiales y las excelsas Entidades Mahadévicas, están más allá y por encima de nuestra
comprensión y entendimiento. Sin embargo, utilizando como siempre la analogía e investigando
profundamente la labor oculta y silenciosa de los devas constructores de los vehículos de
expresión del Alma humana, tendremos siquiera una vaga noción de la labor omniabarcante
realizada por los poderosísimos Arcángeles del Sistema.
Tales hechos son una expresión de lo que en lenguaje esotérico definimos como las
oportunidades cíclicas de la evolución, constituyendo una compleja aunque maravillosa red de
acontecimientos misteriosamente relacionados que se transmiten vida tras vida, creando el
engarce magnético de la historia del pasado con los hechos del presente y siendo trasladados
luego al futuro en forma de oportunidades de redención y liberación. El desarrollo de los hechos y
la calidad de la historia planetaria son consubstanciales con la evolución del ser humano, siendo la
humanidad en su conjunto el eje mágico alrededor del cual gira la evolución total del planeta, ya
que se halla situada en el centro de los tres Reinos inferiores, el mineral, el vegetal y el animal y
los tres superiores. De ahí la importancia del Reino humano y del karma de la humanidad, un
recipiente mágico del misterio de revelación que deberá convertir al hombre en un dios en la vida
de la Naturaleza y en un transmisor del gran legado cósmico del que es depositario, pues él, a
igual que los Hombres Celestiales, posee los átomos permanentes, uno para cada vehículo de
manifestación, mediante los cuales puede registrar todos los hechos y acontecimientos que
suceden dentro y fuera de sí y proyectarlos al futuro en forma de recuerdos o memorias vivas de
todas las experiencias psicológicas individuales y comunales realizadas en el devenir de su vida
kármica, siendo los Angeles del Recuerdo, Agentes del Gran Señor Kármico denominado
esotéricamente la MEMORIA COSMICA, los encargados de grabar con caracteres indelebles en la
vida del Alma humana todos los hechos y acontecimientos que constituyen sus experiencias en el
tiempo.
Las personas que habitualmente registran tales fenómenos parapsicológicos, es decir, los
médiums, clarividentes, clariaudientes y sensitivos de tipo astral, debido a su excesiva polaridad
psíquica, no tienen una idea muy concreta de lo que realmente sucede en los mundos invisibles;
ellas se limitan simplemente a registrar impresiones y no están debidamente capacitadas para
suministrar datos concretos ni observaciones inteligentes acerca de tales fenómenos. Ha llegado
el momento, por tanto, de introducir el tercer elemento dévico en las averiguaciones científicas de
los verdaderos investigadores dentro del campo de la Parapsicología, ya que tal conocimiento les
llevará en forma directa y segura a la resolución de la causa productora de todos los fenómenos
psíquicos, sea cual sea su importancia, capaces de afectar el éter y la sensibilidad emocional de
los seres humanos. El fraguado de cualquier fenómeno paranormal o parapsicológico, tanto el que
tiene que ver con la creación del ectoplasma, con los ruidos astrales dentro de los hogares, con la
actividad de los llamados duendes o con la manifestación objetiva del cascarón astral de un ser
desencarnado, ha sido convenientemente explicado en otras partes de este Tratado. Conviene
9
Ver volumen primero de este Tratado, “Las fuerzas Ocultas de la Naturaleza
insistir, sin embargo, sobre un hecho fundamental y es el de que el plexo solar de los seres
humanos, singularmente de los muy psíquicos, es un recipiente de substancia astral no liberada la
cual, en determinadas ocasiones y de acuerdo con los estados de conciencia inferiores, toma
contacto con devas de escasa evolución del plano astral y provoca fenómenos psíquicos diversos.
Un rapto de cólera o una violenta tensión emocional pueden determinar a veces el fenómeno de
materialización física de alguna definida y no muy agradable forma astral. Ha habido en este caso
una potente reacción de los éteres y una dinámica expresión de aquel estado de conciencia
negativo bajo la expresión objetiva de un deva o de un elemental constructor de naturaleza
evolutiva muy primaria. Podríamos afirmar desde el ángulo esotérico, que los fenómenos
psíquicos en su casi totalidad son un resultado de la intercomunicación humano-dévica, realizada
en los bajos niveles del plano astral con una respuesta ectoplásmica del Espacio, ya que,
esotéricamente, cualquier modalidad de ECTOPLASMA, no es otra cosa que éter cualificado
capaz de adoptar todo tipo de formas psíquicas en respuesta a cada uno de los estados de
conciencia del Alma humana y como una réplica substancial de todo cuanto ocurre -psíquicamente
hablando- en la vida de la Naturaleza y de los Reinos en evolución.
SEGUNDA PARTE
Capítulo VIII
El tema de los Señores del Karma ha constituido un apasionante misterio espiritual para el
investigador esotérico de todos los tiempos. Sin embargo, el impenetrable secreto que envuelve la
excelsa Vida de los Señores del Karma sólo será revelado en el devenir de ciertas trascendentes
Iniciaciones recibidas en los más altos niveles del Sistema solar. Así, lo que vamos a intentar
mayormente en este apartado de nuestro estudio, será revelar los misterios menores acerca de la
vida y cualidades e estos misteriosos Agentes del Bien Universal y el trabajo que realizan dentro
del Circulo-no-se-pasa del Universo. Una parte del secreto que puede ser revelado cerca de los
Señores del Karma es que son Entidades Angélicas de elevadísima e indescriptible perfección
espiritual cuya evolución se realiza en desconocidos niveles del Plano mental cósmico, que actúan
en forma interdependiente y que cada uno de Ellos rige un sector definido dentro del Sistema solar
y en la vida de la Naturaleza, realizando Su labor por medio de una infinita y prodigiosa cantidad
de Devas de distinta jerarquía, quienes ejercen definidamente su poder desde los niveles
arrúpicos o sin forma hasta las más objetivas formas de vida de los reinos inferiores, siguiendo
cuatro objetivos específicos que constituyen la esencia particular de Sus vidas y de Sus especiales
misiones:
a. El Angel de la Muerte.
b. El Angel de la Justicia.
c. El Angel de los Archivos Akásicos.
d. El Angel de la Liberación.
Según se nos dice ocultamente, estas cuatro actividades o estos particulares aspectos de
la energía divina se manifiestan por la extensión infinita del Cosmos presidiendo los ciclos
inmortales del Tiempo, ya se refieren a los períodos de actividad logoica, llamados esotéricamente
MAHAMANVANTARAS, o aquellos otros en que habiendo cesado los períodos de actividad, la
conciencia del Logos con su inmenso contenido de memorias y experiencias, se sumerge en la
Noche Silenciosa de los Tiempos, en aquel indescriptible Vacío cósmico que en nuestros estudios
esotéricos definimos como EL GRAN PRALAYA. En las inmensas oquedades de aquel Vacío
infinito el Logos, el GUERRERO, deja de luchar y experimenta la PAZ y el DESCANSO que
sobrevienen después de todo ciclo de actividad, de lucha y de trabajo.
Podríamos afirmar que los cuatro impulsos básicos de la evolución o actividades de los
Señores del Karma en la vida del Universo, generan todos los aspectos cíclicos planetarios,
siendo los más asequibles a nosotros y los que mayormente han de atraer nuestro interés.
a. El movimiento de rotación terrestre con sus cuatro fases: día, noche, aurora y
crepúsculo.
b. El movimiento de la Tierra alrededor del Sol con las cuatro estaciones del año:
primavera, verano, otoño e invierno.
c. Los cuatro puntos cardinales del planeta: Norte, Sur, Este y Oeste.
d. Los cuatro YUGAS o edades planetarias: KALI YUGA, DWAPARA YUGA, TRETA
YUGA y SATYA YUGA, es decir, la edad de hierro, la edad de bronce, la edad de plata
y la edad de oro.
e. Las cuatro edades en la vida del ser humano: niñez, juventud, edad madura y vejez.
a. EL ANGEL DE LA MUERTE
b. EL ANGEL DE LA JUSTICIA
Por poco que profundicemos en la analogía, nos será posible establecer una relación muy
directa entre el MAHACHOHAN de nuestra Jerarquía planetaria, llamado el Señor de la
Civilización, con la actividad de la Memoria Cósmica dentro de la línea de actividad del tercer Rayo
y utilizando seguramente como centro de canalización de recuerdos al planeta Saturno dentro de
nuestro Sistema planetario.
d. EL ANGEL DE LA LIBERACION
La obra de este Señor del Karma puede ser sintetizada en las palabras renovación y
creación, ya que todas Sus actividades en la vida del Universo es introducir las energías del
Cumplimiento universal en todas las cosas creadas y en todos y cada uno de los seres vivientes,
preparando las condiciones precisas para que Sus grandes Hermanos, el Señor de la Muerte, el
de la Justicia y el de los Registros Akásicos puedan establecer la ley, el orden y la legalidad dentro
del Sistema solar. Veamos cómo se realiza el proceso:
Ante todo hay que suponer como base de la Creación y de sus posibles repercusiones en
el orden evolutivo, la existencia de un tremendo e indescriptible impulso dinámico proveniente de
la Voluntad de Cumplimiento de la Divinidad que surge de las misteriosas entrañas universales y
se sumerge en la vida de todo ser y de toda cosa -sea cual sea su magnitud o jerarquía- creando
las condiciones precisas para que el Señor de los Archivos registre el proceso. Seguidamente
interviene la Voluntad del Señor de la Justicia quien busca la perfección de todas las formas
creadas e impone un RITMO de acuerdo con la evolución de las conciencias que utilizan aquellas
formas para manifestarse. Cuando este Ritmo es descompensado, cuando falta el requerido
equilibrio o existe una acusada resistencia en el seno de la forma aparece el Señor de la Muerte,
el cual destruye con sus dardos de fuego -tal como místicamente se dice- aquellas estructuras
incapaces de seguir el Ritmo exigido por la Ley compensatoria de la Justicia y le entrega al Señor
de la Liberación los cuerpos y las almas de las unidades de vida que no pudieron resistir el
impulso sagrado del dinamismo cósmico y entonces este Gran Señor, utilizando unos métodos de
vibración adecuados renueva aquellas formas y, tal como se dice en antiquísimos escritos
esotéricos, quema en los Altares del Corazón Silencioso del Logos todos los gérmenes de
limitación existentes creando para las Formas un Sendero de Redención y para las almas otro
paralelo ocultamente definido como de renovación y liberación. En tanto que este proceso de
redención y liberación va teniendo lugar, el Señor de los Registros toma nota de todo el proceso a
través de dos jerarquías de Angeles Solares desconocidos todavía en nuestros estudios
esotéricos, por cuanto sus formas y cualidades dévicas no han entrado todavía en el campo de
percepción de los investigadores del mundo oculto. Una de tales jerarquías utiliza el distintivo azul
índigo del segundo Rayo y la otra el distintivo violeta radiante del séptimo. Ambas jerarquías
colaboran con el Gran Señor de la Liberación determinando la progresiva redención y liberación de
todos los seres y de todas las formas. Utilizando creadoramente la analogía podríamos considerar
que este Señor del Karma actualiza las energías más íntimas -si podemos expresarlo así- del
Logos de nuestro Universo y las exterioriza por medio del séptimo Rayo, utilizando aparentemente
al planeta Urano como centro de proyección de Su vida en el Universo.
Bien, el examen profundo de cuanto acabamos de exponer podrá depararnos quizás una
visión algo más completa acerca del misterio que desde tiempos inmemoriales encubrió la vida de
los Señores del Karma. Sin que queramos ser muy rigurosos al respecto, podríamos asegurar que
la actividad conjunta de estos benditos y excelsos Seres viene representada simbólicamente bajo
la forma geométrica de la CRUZ, atravesando el Universo y cada uno de los planetas que lo
constituyen. Los cuatro puntos cardinales de la Tierra y los movimientos de rotación y traslación de
los astros, así como el misterio íntimo de la vida humana cualificando el cuaternario místico de su
vida evolutiva constituido por el cuerpo físico, el doble etérico, el vehículo emocional y la mente
discernidora son aspectos místicos de la CRUZ kármica. Lo mismo podríamos decir, siempre en
relación con nuestro planeta, acerca del CUARTO RAYO que rige la totalidad del CUARTO
REINO, nuestra humanidad terrestre, expresiones constantes de esta CRUZ, la cual puede ser
observada todavía más concretamente en los cuatro pétalos que componen el Chacra
MULADHARA, símbolos de la lucha y del sacrificio kármico operando sobre la conciencia humana
y desde donde se inicia -si nos atenemos al juicio de los sabios y conocedores del mundo oculto-
el verdadero destino del hombre.
Capítulo IX
Los aspectos principales del karma en la vida del ser humano son cuatro:
a. El Nacimiento
b. La Enfermedad
c. La Vejez
d. La Muerte
Es lógico suponer que estos cuatro aspectos estarán condicionados por la actividad
particular de uno u otro de los Señores del Karma. Si establecemos una analogía con lo dicho en
el capítulo anterior podremos entresacar de la misma la siguiente relación:
a. Las condiciones que presiden el Nacimiento de un ser humano a la vida física son
inteligentemente preparadas por el Señor de la Liberación, siguiendo las directrices señaladas por
Sus dos Hermanos, el Angel de la Justicia y el Angel de los Registros Akásicos. El Angel de la
Muerte, respetuosamente aparte, debe aguardar todavía “la hora cíclica” en que la forma sea
totalmente innecesaria por falta de fluidez y de adaptación al proceso de la vida, para cumplir con
su función destructora.
El Señor de la Liberación preside el acto cíclico del nacimiento rigiendo los períodos
solemnes que se extienden desde el instante de la concepción hasta el momento cumbre del
alumbramiento. “La salida a la luz” de la forma física gestada en los momentos de obscuridad
dentro del claustro materno, constituye un acto de liberación de la propia forma y es la
representación en la vida de la materia, de aquella otra liberación, o entrada en el Reino de la Luz,
que esotéricamente llamamos INICIACION, confirmándose plenamente y en todos los sentidos el
principio hermético de analogía ... igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba, cuya
relación se prolonga desde las bases materiales de la existencia hasta las más elevadas cumbres
espirituales, jalonando de luz el proceso que desde tiempos inmemoriales se conoce con el
término místico de SENDERO.
Los actos cíclicos que presagian o anuncian un nuevo nacimiento en la vida de cualquier
alma humana son cuidadosamente cronometrados -por decirlo de alguna manera- por el Angel de
los Registros Akásicos, el Cual somete la panorámica completa de la vida individual a la atención
infinita del Angel de la Justicia y Este, contemplando el pasado del alma y habiendo pesado
convenientemente su corazón (Los Misterios de Osiris), y extraído del mismo las tres energías
resultantes del proceso de recapitulación del alma -efectuado durante el proceso cíclico de la
muerte del cuerpo de manifestación en un estadio de vida anterior- emite Su justo veredicto y
pronuncia el ¡HÁGASE!, un Mántram al que responden los Devas cuyo pasado -no me atrevo a
llamarle karma- viene entretejido de muchos y muy estrechos contactos con el alma que va a
encarnar. A partir de este momento suceden cinco cosas:
2. Le son confiados los tres Mántram o las Tres Místicas Voces -tal como esotéricamente
se dice- que han de confiarle el secreto de su nuevo nacimiento, una Voz para el
cuerpo mental, otra para el cuerpo emocional y la tercera para el cuerpo físico. La
pronunciación de estos tres Mántrams abren los éteres del espacio y de su
inmaculado seno surgen los tres Devas, o los tres Elementales constructores, que
deberán construir los tres cuerpos de manifestación del alma.
3. Una VOZ resuena entonces procedente del plano cósmico emitida por el Señor de la
Liberación, proyectándola sobre el cuerpo causal del alma. El Angel solar a su vez y al
conjuro de este Mántram, emite otro muy directo y particular y lo transmite al alma en
proceso de encarnación física.
4. El alma oye esta llamada y a igual que sucede en la creación de un nuevo Universo
pronuncia el Mántram de mística aquiescencia: “Cúmplase Señor Tu Voluntad”.
Simultáneamente, corrientes etéricas de tres tipos vibratorios se arremolinan alrededor
de los tres átomos permanentes (10) y se inicia el proceso de substanciación del éter
correspondiente a cada uno de los vehículos de manifestación, teniendo lugar
entonces lo que en términos místicos llamamos el misterio de la concepción. A partir
de este momento el alma entra en un estado indefinible de quietud y se sumerge en
un mundo de incomprensible silencio -una especie de sueño del alma- y deja que los
tres Elementales constructores vayan realizando su obra. El Elemental físico se
introduce entonces en las entrañas de la mujer que va a ser la madre física del alma
que va a encarnar, llevando consigo el tesoro inapreciable del átomo permanente
físico que el Señor de los Registros le había confiado y alrededor de este centro de
energía cósmica, conteniendo todas las memorias del alma, empieza su obra de
construcción del cuerpo físico utilizando los éteres más convenientes para la futura
evolución del alma.
5. Una vez que el cuerpo físico ha sido convenientemente estructurado, la Voz del Angel
Solar resuena nuevamente desde el plano causal, despierta al alma sumida en sueño
y le indica el momento exacto y trascendente del nacimiento. Este se efectúa bajo la
dirección del Angel liberador el Cual contempla el espacio sideral, ve la posición de las
estrellas y con una sabiduría infinita que está más allá de la comprensión humana,
10
Véase pág. 136 de “LAS FUERZAS OCULTAS DE LA NATURALEZA” capítulo ‘Los Angeles y los Atomos Permanentes”.
Editorial EYRAS.
pronuncia el último y definitivo Mántram: HÁGASE LA LUZ y a este conjuro mágico
una misteriosa corriente de vida divina impulsa cuerpo y alma hacia el exterior, se
produce el alumbramiento y un nuevo ser nace a la vida de la experiencia en los tres
mundos del esfuerzo humano. El tiempo y el espacio y su obra mancomunada, la
conciencia, se han fundido de nuevo para revelar el íntimo secreto de la Vida de Dios
latente en lo más profundo del corazón de toda existencia manifestada.
Una vez que el alma aceptó el reto de los acontecimientos posteriores a su nacimiento en
su contacto con el ser causal, ya nada detendrá el impulso de la ley de Cumplimiento y el Karma
deberá cumplirse. La expresión de tal impulso viene determinada por aquellos factores que
esotéricamente podríamos definir como presiones siderales, es decir, las influencias astrológicas
procedentes de las Constelaciones Zodiacales y del propio Sistema solar. Las enfermedades
físicas y las dolencias psíquicas obedecen así al dictado de una Ley justa y equitativa, aceptada
conscientemente la mayoría de las veces por las almas cuando han logrado acopiar una gran
reserva de luz espiritual en sus vidas y pueden reorientar el destino marcado por las estrellas,
después de haber efectuado grandes y supremos reajustes dentro de sí, ya como aspirantes o
como discípulos aceptados, bajo la experta dirección de algún Iniciado de la gran Jerarquía
planetaria.
Nada diremos en este apartado acerca del origen kármico de las enfermedades contraidas
por el género humano y transportadas a la humanidad actual procedentes de la evolución cíclica
de las primeras Razas, ni tampoco entraremos en detalles acerca de las formas psíquicas de las
enfermedades, ya que estas ideas fueron expuestas en el primer volumen de este Tratado.
Deberemos insistir, sin embargo, en el hecho de que nuestra atmósfera planetaria está llena
todavía de residuos kármicos cuya activa permanencia en los niveles etéricos demuestra la
incapacidad humana de sanear su campo magnético psíquico y de invocar convenientemente a
los Angeles color violeta de la Curación Física de Enfermedades, y a los excelsos Devas azules
que poseen el inapreciable secreto de la armonía psíquica.
Como Uds. saben, cuatro son las edades cíclicas que condicionan la existencia física del
hombre: niñez, juventud, edad madura y vejez, las cuales son una analogía perfecta, aunque en
miniatura, de las cuatro edades planetarias descritas como Kali Yuga, Dwapara, Treta Yuga y
Satya Yuga, es decir, la edad de hierro, la edad de bronce, la edad de plata y la edad de oro.
Ahora bien, todas las edades cíclicas vienen regidas por una porción determinada de tiempo.
Utilizando la analogía hermética sobre la cual se apoya la totalidad de este Tratado, aparecen
estos cuatro ciclos de tiempo en la vida de la humanidad como un todo:
0 - 18 - 36 - 54 – 72,
cuyas sumas, ya sean parciales o totales, nos darán siempre el número 9, ya que el 9 es el
número del hombre, tal como esotéricamente es reconocido. Veamos ahora su distribución:
Como Uds. habrán podido observar, los cuatro ciclos que esotéricamente se han tomado
como base de estas analogías son de 18 años, (13) una cantidad que no ha sido tomada
caprichosamente o al azar, sino que tiene como fundamento el principio vital de la energía
suministrado por los procesos físicos de la respiración y de la circulación de la sangre. Tal como
científicamente es reconocido, el ser humano efectúa 18 respiraciones por minuto y a cada
respiración corresponden cuatro pulsaciones o latidos del corazón, dándonos por tanto 18 x 4 = 72
pulsaciones por minuto. Si continuamos por esta línea de analogía considerando un día completo
de la vida de un hombre en orden a sus respiraciones, tendremos:
12
Recuerden que estas cifras se refieren a la humanidad considerada en su conjunto y no se refieren al ser humano en su
aspecto particular.
13
Es curiosa esta analogía, teniendo en cuenta los dieciocho ANUS que componen la estructura del átomo de hidrógeno.
siendo esta cantidad en años la correspondencia exacta de un ciclo menor de Brahma, es decir,
un Día de nuestro Logos planetario, el periodo de tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta
completa bajo la esfera sideral regida por las Doce Constelaciones del Zodiaco, en su movimiento
de retrogradación o de precesión de los Equinoccios.
Prosiguiendo nuestro estudio, vemos que desde el momento del nacimiento a la vida física
hasta llegar a la edad de treinta y seis años, el alma fue acumulando substancia energética
alrededor del cuerpo físico o natural, pero a partir de aquí debe empezar a devolverle a la
Naturaleza, en forma lenta y paulatina, toda la materia energetizada por los Devas con la cual
llegó a establecer la medida física del karma. Se abre entonces el llamado proceso de
RESTITUCION en el devenir del cual el complejo celular gastado por el noble servicio al yo
espiritual en encarnación física, empieza a rechazar las energías de renovación y a encerrarse
cada vez más en sí mismo hasta constituir un bloque cristalizado que progresivamente se hace
inservible para las necesidades de evolución del alma, la cual no tiene otro objetivo en aquella
fase de existencia que la liberación de la forma física y la entrada en el mundo subjetivo de las
almas.
He ahí, pues, que para el alma en encarnación física -un proceso que se repetirá sin
embargo en los otros cuerpos de manifestación cíclica, el astral y el mental- hay dos grandes
procesos que constituyen el principio de su propia esencia evolutiva, primero, el de
INTEGRACION o ACUMULACION de energía concretizada proveniente de los correspondientes
éteres; segundo, el de RESTITUCION de dicha energía y tiene por objetivo la redención de la
forma y la liberación del alma. La vejez es el fenómeno natural de esta lenta desintegración que ha
de devolverle a la Madre Naturaleza todos los elementos vitales con que ésta dotó al alma para
fines de manifestación.
Todo este proceso dual está regido por el Señor de la Liberación, pero cuando la materia
se ha hecho completamente inservible para las necesidades del alma, somete el trabajo final al
Señor de la Muerte, el Cual destruye la forma y restituye todos los elementos integradores de los
distintos vehículos a su Fuente natural de procedencia: el ETER DEL ESPACIO.
representando cada una un aspecto particular en la vida del alma la cual, en el momento mismo
en que uno de aquellos Angeles del Silencio rompe el cordón plateado que la unía al cuerpo,
penetra en el cuarto subplano del plano físico, llamado esotéricamente subetérico, e inicia allí un
proceso increíblemente rápido de memorización o recapitulación de todos los hechos realizados
en la existencia física, apreciados en sus más mínimos detalles y constituyendo un fenómeno
único y trascendental de conciencia provocado por el Yo superior o Angel Solar desde el plano
causal, o mental abstracto. Una vez esta recapitulación ha sido plenamente realizada, el alma deja
de ver a su vehículo de materia y se refugia en el segundo nivel del plano astral, ( 14) en donde
pasará un cierto tiempo dedicado a lo que esotérica y místicamente se denomina examen de
conciencia. Este periodo de tiempo, considerado de acuerdo con nuestro concepto tridimensional
del tiempo, puede ser corto o largo, desde días o meses hasta muchos cientos de años,
dependiendo en todo caso de la evolución espiritual alcanzada por el. alma. Ahí, en este nivel,
tiene lugar también una segunda recapitulación enteramente astral y consiste en recapitular o
memorizar todos los acontecimientos astrales vividos por el alma a través de los deseos,
emociones y sentimientos durante el proceso de la encarnación física.
14
El sexto, a partir de arriba.
Una vez efectuada esta segunda recapitulación y realizado el requerido examen de
conciencia, el alma penetra en el plano mental y efectúa en el subplano correspondiente la tercera
y última recapitulación, mucho más breve que las dos anteriores, y penetra en el Devachán.
EL KAMALOKA Y EL DEVACHAN(15)
Con estos dos nombres el investigador esotérico trata de representar dos estados
particulares de conciencia que ha de enfrentar el alma después de haberse liberado de las
ataduras del cuerpo físico. El KAMALOKA -técnicamente hablando- es el propio plano astral,
haciendo referencia muy concreta a aquel subplano especifico dentro del mismo cuyas vibraciones
están más en sintonía con la evolución del alma. Hay un proceso de recapitulación de hechos
astrales que se realiza corrientemente tal como vimos en páginas anteriores en el segundo
subplano del plano astral. Sin embargo, las almas más evolucionadas realizan este proceso
obligado de recapitulación en subplanos superiores del KAMALOKA, siendo mucho más breve
también el período de permanencia en este plano, un periodo que variará sensiblemente de
acuerdo con la calidad de las energías espirituales acumuladas por el alma en su cuerpo causal.
Hay así, independientemente de la evolución espiritual de las almas, un proceso de vivencia astral
dedicado a sublimar estados psicológicos, utilizando la técnica del examen de conciencia y la
capacidad íntima que poseen las almas de utilizar creadoramente todas las experiencias del
tiempo para fines redentivos. En todos los casos, una irresistible tendencia mueve las almas a la
ascensión de los niveles superiores del plano astral, realizándose de esta manera una especie de
filtración o sublimación de las tendencias groseras contenidas en el cuerpo astral al pasar de uno
a otro subplano, con lo cual el alma se siente cada vez más libre y cualificada para adaptarse a
más nobles estados de conciencia y a una mayor sutilización de las cualidades atesoradas en su
interior, como frutos de la experiencia espiritual. Los Devas habitantes de cada uno de los
subplanos del plano astral, ofrecen gustosamente su fraternal colaboración a los intentos del alma
de purificarse astralmente con vista a la redención y sublimación de la materia astral, acumulada
en su cuerpo psíquico, y afectando la mayor o menor sensibilidad espiritual del mismo.
Cuando la vida del alma ha demostrado una incapacidad manifiesta de ascender a otros
subplanos superiores del plano astral, es decir, que ha quedado normal y naturalmente
estacionada, recibe entonces un impacto de luz causal y se siente impelida hacia el plano mental,
quedando ubicada en el subplano de este plano en sintonía perfecta con el subplano que ocupaba
el alma en el plano astral. Debido a que los estados de conciencia experimentados por el alma en
el plano mental después del proceso de la muerte son interdependientes con los vividos
astralmente, hay una relación muy estrecha y directa entre el KAMALOKA, esotéricamente
descrito como lugar de deseo, y el DEVACHAN, que significa esotéricamente conciencia dévica o
de bienaventuranza Podemos decir así, que cada alma posee su propio kamaloka y su particular
devachán, configurados por todos y cada uno de sus estados de conciencia en el devenir de la
existencia kármica y constituyendo las bases universales sobre las cuales los seres humanos
levantan la noble estructura de su realización espiritual.
Capítulo X
15
Véase el libro del mismo autor, ‘LA JERAR QUIA, LOS ANGELES SOLARES YLA HUMANIDAD”. Editorial Kier, Buenos
Aires.
Sin embargo, y tal como esotéricamente sabemos, el espacio es una abstracción, siendo
el tiempo un fenómeno que se realiza en el interior de la conciencia humana cuando trata de
objetivizar el espacio a través de los movimientos de rotación y de traslación de nuestro planeta
Tierra, unos movimientos que al parecer son comunes a todos los cuerpos celestes.. Precediendo
a la manifestación cíclica de cualquier Universo o de cualquier planeta hay, aparentemente, una
Determinación Cósmica que crea en el espacio las condiciones precisas mediante las cuales los
Logos creadores podrán surgir objetivamente a la manifestación. Tal como analizamos en el
volumen primero de este Tratado, tales condiciones vienen fijadas por aquel supremo sentido de
elección del campo de las manifestaciones por parte de una Voluntad suprema, de la cual no se
habla mucho en los estudios esotéricos, pero que es una expresión de la actividad misteriosa de
los Señores del Karma. Estos ANGELES, supremos representantes de la Ley cósmica de armonía,
tienen en conjunto coma símbolo la figura geométrica de la CRUZ, a la cual y casi sin distinción
alguna han rendido adoración las religiones y filosofías del mundo desde el principio de los
tiempos... La imagen de la CRUZ toma básicamente su importancia, y de manera incomprensible
forma parte, de los misterios iniciáticos, porque los Señores del Karma preceden a la
manifestación cíclica de cualquier Universo situándose, esotéricamente hablando, arriba y abajo y
a derecha e izquierda de un punto en el espacio que bien podríamos calificar de ATENCION
suprema del Logos, constituyendo las bases del Cuaternario Cósmico a través del cual la Vida del
Logos creador, el Krishna universal, tendrá oportunidad de dar vida, conciencia y una forma
objetiva a Arjuna, intérprete de las decisiones de Krishna y seguidor incansable del Destino que de
acuerdo con experiencias precedentes del Logos, le señalarán sabiamente los Señores del Karma.
Creemos sinceramente que los conceptos que acabamos de emitir contienen significados
dignos de una profunda atención, pues de acuerdo con el sistema de investigación esotérica que
va de lo universal a lo particular y aplicando convenientemente la analogía, la actividad de los
Señores del Karma en la vida humana podría ser correctamente clarificada.
Trazada la Cruz en los Cielos, tal como místicamente se dice, la Vida de Dios se infunde
en la Materia y el Corazón Solar empieza a latir. Las mágicas contracciones y dilataciones de
estos latidos, las sístoles y diástoles de este inmenso Corazón originan en tiempo y espacio los
fenómenos característicos conocidos científicamente como ROTACION y TRASLACION. Tales
son las analogías de estos universales movimientos:
CORAZON SOLAR
Tales analogías pueden ser íntegramente aplicadas al planeta y al hombre, así como
místicamente también a todos los centros de vida menores que viven, se mueven y tienen el ser
dentro del dilatado círculo del Universo.
Volviendo a la función primordial de los Señores del Karma, podríamos decir que las
Aspas de la Cruz constituyen los límites de expansión de la rueda del Universo, creando el
misterioso Círculo-no-se-pasa del mismo, es decir, sus fronteras naturales dentro de las cuales el
Logos solar deberá realizar su íntima y particular evolución y salvaguardar los intereses
espirituales de Su Vida, el Tesoro infinito de Su Conciencia inmortal. El movimiento de
DIASTOLES en la infinita dilatación del Corazón solar lleva las energías de la Vida a todo el
contenido universal; el movimiento de SISTOLES lleva las cualidades de la forma al centro mágico
del Corazón. En el entrejuego de las energías de la Vida y de la Forma se halla el secreto de la
Electricidad, ese misterio al cual tantas veces nos hemos referido durante el curso de este
Tratado. El altruismo del Espíritu y el egoísmo de la Materia manifestadas como energía contienen
el secreto inmenso de la Creación, ya sea de un Universo o de un simple átomo. Es la ley de la
Dualidad que rige el principio de la Manifestación cíclica.
Otra de las ideas que hay que considerar en relación con los Señores del Karma es la que
hace referencia a la imagen mística de la CRUZ gravitando en forma de DESTINO sobre la vida de
todos los seres vivientes, pudiendo afirmarse desde el ángulo esotérico y de acuerdo con el
principio de analogía, que el KARMA, como esencia de MUERTE, JUSTICIA, MEMORIA y
LIBERACION está presente en la manifestación de todo lo creado, dirigiendo con sabiduría infinita
la evolución del Universo, de los planetas, de los planos de la Naturaleza, de las Razas humanas,
de los Reinos y de las especies. Hay, por tanto, un sentido de dirección tan justo y equitativo en
todas las cosas de la vida que bien podríamos calificarle como de supremamente fraternal. Este
sentimiento íntimo de fraternidad actúa por doquier, en el aire, en el fuego, en el agua, en la tierra,
en el éter primordial, cualificando la vida de los elementos naturales, los cuales, de manera
maravillosa, constituyen las palancas de presión de los Señores del Karma en la vida de la
Naturaleza física, aunque actuando asimismo en todos los niveles de evolución en el Universo y
sobre todos los estados de conciencia divina, manifestados bajo no importa qué tipo de forma
objetiva o subjetiva, en la extensión de todo lo creado.
Los Señores del Karma son la Ley que preside y ordena la ejecución de cualquier hecho y
circunstancia en la vida de la Naturaleza. Los Arcángeles supremos que rigen los planos del
Universo, los Angeles superiores que rigen la vida evolutiva de los Reinos y los exaltados Devas
que se hallan en la raíz mística de la existencia de los hombres, son Agentes de los Señores del
Karma, los brazos ejecutores de la Ley, siendo su labor tan supremamente impersonal y fraternal
que examinada su actividad desde el ángulo esotérico le demuestran al alma que la paz, la
plenitud, el orden y la justicia no son simples y engañosas palabras, sino una REALIDAD
profundamente objetiva que puede ser revelada en cualquier momento de la vida si se desarrolla
un profundo sentido de atención hacia todo cuanto nos rodea, sea la vida armónica de la
Naturaleza con sus perfectos y ajustados ritmos o la ininterrumpida sucesión de hechos y
acontecimientos. que tienen lugar durante el curso de nuestra vida.
La sombra de Su Cruz -tal como puede leerse en El Libro de los Iniciados- se extiende
sobre el Espacio, ocupando cada Señor del Karma el brazo de la Cruz que le corresponde
creando así, de manera maravillosa, los Cuatro Puntos Cardinales que fijarán la posición y
orientación del futuro Universo en relación con los demás Universos y Sistemas estelares
inmersos dentro del Espacio Cósmico. Parte esencial y fundamental de la evolución universal es la
orientación y posición exacta que de acuerdo con las sabias previsiones de los Señores del
Karma, debe ocupar cada Sistema Solar dentro del maravilloso Plan cósmico de conjunto.
La evolución particular de cada Logos, fatalmente vinculada con este plan cósmico de
conjunto, se realizará entonces a partir del centro de la Cruz de los Señores del Karma en donde
previamente fue introducido el Atomo Permanente Físico del Logos que místicamente encarnó y
constituirá el centro vital del Corazón. La primera noción de Vida universal dentro del Esquema o
Destino Logoico preparado por los Señores del Karma, son los movimientos de Sístoles y
Diástoles del Corazón Solar, originando el primero la Ley de Gravitación molecular y el segundo la
de Expansión Cíclica, estando limitada dicha expansión por la extensión en los espacios infinitos
de los Brazos de la Cruz de los Señores del Karma, los cuales señalan y definen perfectamente
las fronteras o círculo-no-se-pasa de cualquier Sistema solar y de cualquier planeta dentro de no
importa qué tipo de Universo.
Según me pareció intuir más adelante -y esta idea la dejo a la inteligente consideración de
Uds. - los Dardos de Fuego que utiliza el Señor de la Muerte de nuestro Esquema Solar provienen
de la Constelación de LEO, estando relacionada esta constelación con aquel Centro Logoico
Monádico que llamamos esotéricamente EL SOL CENTRAL ESPIRITUAL.
El Señor de la Justicia es representado habitualmente armada su mano derecha con una
espada de fuego y sosteniendo en la izquierda una balanza. De este símbolo muy arcaico -ya que
proviene de un lejanísimo pasado- han sido extraídos multiplicidad de símbolos menores
apropiados para expresar las ideas de Cumplimiento y de Justicia, las cuales son
consubstanciales con el ejercicio de la Ley serena y equitativa que debe regir el Cosmos absoluto.
Desdichadamente para la humanidad estas simbologías -correctamente establecidas a veces-
jamás llegaron a plasmarse en auténticas realidades, por cuyo motivo cuando se habla de Ley y
de Justicia aquí en la Tierra sólo se hace una muy pálida e insignificante referencia a la Ley de
Equilibrio Universal que simboliza la Balanza y, por tanto, poco o nada tienen que ver con la
auténtica justicia con que es utilizada la Espada del Cumplimiento cósmico.
“Si elevaras tu conciencia a un plano auténticamente superior, por encima del plano causal
-me decía JESAZEL- percibirías el verdadero significado de la Ley de Justicia en la cual sólo
existe Amor y Comprensión y no el odio y la ignorancia con que suelen aplicar los hombres el
Sentido de la Ley compensatoria de los Actos. La imagen simbólica de la ley tradicional, Espada y
Balanza, quedaría reducida al símbolo perfecto de la Bendición Cósmica mediante la cual el Señor
de la Justicia, indescriptiblemente amoroso y sereno, NO premia NI castiga, sino que se limita a
ajustar los actos con aquellos patrones arquetípicos que toda alma lleva consigo al nacer y que
constituyen la raíz espiritual de sus mejores actos. Si se aparta de estos patrones, marcados por el
fuego divino en su interior más profundo, se aparta de la Ley, si los sigue acata la Ley y acepto
noblemente su destino. El Angel de la Justicia es el Centro mismo de la conciencia humana y
forma misteriosamente parte de su destino cósmico. Así, la ayudará siempre para que sea
consciente de la Ley y se apreste constantemente a cumplirla.”
Las energías cósmicas que se canalizan a través del Angel kármico de la Justicia con
destino a nuestro Universo, proceden aparentemente de la Constelación de LIBRA y se distribuyen
por medio del planeta Venus (16).
El Señor de los Archivos, vista su proyección en los niveles etéricos, aparece a la vista
del observador clarividente sosteniendo un libro en el cual están registrados todos los hechos y
acontecimientos pasados, presentes y futuros de nuestro Universo. Sin embargo -y tal como
oportunamente me señaló JESAZEL- este símbolo sólo debe ser aceptado de acuerdo con el
significado intelectual de un libro, el cual siempre es un contenedor de recuerdos. Rebasada la
medida conceptual de la mente y liberado el cerebro de los efectos tridimensionales del tiempo, la
imagen del Señor de los Registros en su función natural de MEMORIA COSMICA, aparece como
una impresionante Entidad Angélica envuelta completamente por una indescriptible y brillantísima
aura color amarillo oro, abarcando la totalidad del Espacio. Su actividad, tal como Su nombre
indica, es registrar y archivar todos los hechos, acontecimientos y circunstancias que suceden
dentro y fuera de los límites temporales del espacio, es decir, tanto objetivos como subjetivos
dentro del omniabarcante seno creador, constituyendo así -vean, por favor, la importancia
trascendente de las memorias acumuladas en el tiempo- el fenómeno de la conciencia, ya sea la
de un Logos, de un Angel, de un hombre o de un humilde insecto. La conciencia psicológica, la
propia luz de la inteligencia, el sentido del amor y el poder de la voluntad no podrían existir
indudablemente si no hubiese en su base un conjunto de memorias perfectamente archivadas, en
el Cosmos y en el corazón de todos los seres vivientes, que a cada cual da lo suyo y le presta un
significativo carácter de evolución y, por tanto, de jerarquía espiritual.
Cada cual será, pues, según sea la calidad de sus recuerdos. Se trata de un principio de
selección natural que todas las almas sin distinción alguna efectúan en el devenir de sus
16
El planeta Júpiter interviene también muy activamente en La expansi6n de estas energías.
particulares vivencias y nadie será mejor o peor que lo que sus íntimas memorias que justifiquen,
utilizándolas en forma de conciencia para proyectarse incesantemente hacia el futuro a la eterna
búsqueda de la propia perfección. El Señor de los Registros archiva así todos los actos realizados
en la vida, todos los pensamientos y todas las emociones, construyendo con ellos la base sobre la
cual se estructura la civilización, la historia y la cultura de los pueblos y de las humanidades. La
conciencia instintiva o de rebaño, común al reino animal, es asimismo el resultado de una
acumulación de hechos y experiencias realizadas en el interior del alma grupo de este Reino o
dentro del alma grupo de las especies que conjuntamente lo integran. La conciencia colectiva de
los reinos vegetal y animal en cada una de sus múltiples especies expresa también la actividad del
Señor de los Registros, el Cual regula de esta manera las leyes de la evolución universal y
planetaria. Extendamos esta asombrosa actividad de registro y archivo del Señor de la Memoria
Cósmica al Espacio absoluto y tendremos en nuestro poder la clave de la analogía, que nos
permitirá justificar el conocido axioma hermético Igual es arriba que abajo...
De todas las consecuencias expuestas en este capítulo no sería aventurado decir que el
Centro de proyección de las energías del Señor de la Liberación con respecto a nuestro Universo
es la Constelación de SAGITARIO, cuyo símbolo es el jinete sagrado arrojando la flecha de las
grandes decisiones al mundo del Espíritu, siendo Júpiter, el Hijo predilecto del Logos -según rezan
antiguos Comentarios esotéricos- el planeta que regula el movimiento de la Liberación dentro de
nuestro Sistema solar, secundado por Urano, a quien en lenguaje oculto se Le denomina El Señor
del Cumplimiento.
Capítulo XI
En nuestro Universo de segundo Rayo se expresa una ley compensatoria entre el Bien y
el Mal que esotéricamente definimos como de Síntesis y se manifiesta en forma de equilibrio. La
Síntesis, en todas sus expresiones objetivas o subjetivas, certifica constantemente el sentido de
este equilibrio natural. Podríamos decir así, de acuerdo con las líneas que seguimos en este
Tratado, que el armonioso entendimiento y comprensión entre dos de las más conocidas
corrientes de vida evolutiva dentro del Universo, la angélica y la humana, producirá a su debido
tiempo una síntesis espiritual que dará nacimiento a una nueva raza de hombres cuyas caracte -
rísticas etnológicas serán de tal naturaleza que se confundirán con las formas sutiles de los
Angeles superiores, produciendo sutilidad física, sentido de transparencia, carencia de sexo,
profunda luminosidad y magnética radiación... El afortunado ser a quien le ha sido posible percibir
a un elevado Deva de la categoría de los AGNISHVATTAS o establecer contacto consciente con
su propio Angel Solar, sabrá por anticipado la gloria que les aguarda a los seres humanos en el
devenir de ulteriores edades evolutivas, cuando trascendidas las etapas correspondientes a los
cuerpos físico, astral y mental, puedan funcionar libremente en sus vehículos búdicos. Tal
eventualidad, por alejada que parezca es, sin embargo, sólo un pequeño ciclo dentro del gran
Camino Cósmico que ha de recorrer el ser humano hasta convertirse en un ser Andrógino, con la
pureza indescriptible del Angel superior y la conciencia cósmica que como ser humano purificado
le corresponde.
Cuando el hombre llega a ese estado que bien podemos calificar de Síntesis, se convierte
en un Agente universal o planetario del Bien Cósmico. Sin embargo, cuando hablamos del Bien o
del Mal cósmicos, no hacemos sino extender a una superior escala o medida lo que humanamente
entendemos por bien y por mal con los inevitables riesgos de confusión mental que ello
presupone. Nuestras distinciones obedecen naturalmente al sentido de lo que psicológicamente
nos produce placer o bienestar o, por el contrario, desazón, angustia y sufrimiento. Lógicamente,
al tratar de extender estas condiciones psicológicas al Cosmos absoluto nos encontraremos
siempre con la inevitable barrera de los desconocidos éteres espaciales, cuyas inexploradas
regiones constituyen todavía un misterio para nuestra humana comprensión, por cuyo motivo se
nos advierte esotéricamente de la necesidad de utilizar la clave hermética de la analogía, aquella
que se erige como el principio intuitivo del conocimiento, en el sentido de que si el hombre es
hecho realmente a imagen y semejanza del Creador es obvio que al profundizar rectamente en sí
mismo ha de descubrir un día el secreto iniciático que encubre el alto Misterio del Bien y del Mal y
las causas ocultas que determinan ambos efectos. Siguiendo adelante con este principio de
analogía, podríamos considerar el Cosmos como una gigantesca y sobrecogedora ampliación del
ser humano perfecto y teniendo una cierta idea de la perfección, tal como la evolución de nuestra
mente nos la da a entender, no nos será difícil establecer estas relaciones cósmicas con solo
considerar que el principio de analogía corre paralelo al del principio de semejanza que, al parecer,
existe como una constante divina en la extensión infinita de todo lo creado.
El lector habrá apreciado, sin duda, que en algunos pasajes de nuestro estudio hemos
utilizado el término Mal Cósmico en el sentido de que la Perfección absoluta no existe en lugar
alguno del Cosmos, ya que de haberla el Espacio, el Universo, el Cosmos en su totalidad, etc.,
serían un inmenso e indescriptible PRALAYA, un insondable VACIO en donde habría sido
reabsorbida para siempre jamás la OBRA perenne de la Creación con sus infinitos y corres-
pondientes MANVANTARAS. En la línea de esta idea cabe señalar que todo proceso evolutivo,
sea cual sea su importancia y trascendencia, obedece a razones kármicas, viniendo cualificado
todo Karma por la Ley de Necesidad que obliga a todo Logos creador a REENCARNAR
cíclicamente en los insondables Espacios que guardan el secreto del Cosmos manifestado. Habrá
que imaginar, por tanto, que existen Logos creadores de todas las Jerarquías posibles dentro del
cuadro de lo que esotéricamente hemos aprendido, planetarios, universales, cósmicos y
galácticos, cualificando cada uno de Ellos con su particular tipo de evolución y naturaleza
expresiva ciertas definidas zonas del Espacio infinito. Esta analogía nos lleva consecuentemente a
la consideración de excelsas Potestades Angélicas de evolución análoga a la de tales Logos que,
a igual que las que consideramos como factores esenciales en la estructuración química de
nuestro planeta, cooperan con Aquellos en la substanciación etérica de Sus inconcebibles
Sistemas Estelares. Aparecerá claro también, y siempre hemos depositado mucho énfasis sobre
este punto, que dichos Sistemas constituyen inmensas e inauditas familias cósmicas, inmersas en
impresionantes ambientes sociales, sujetas a igual que nosotros a la Ley de Fraternidad la cual, al
parecer, es el factor aglutinante -en el más oculto de los sentidos- que mantiene la cohesión y el
equilibrio de todos los mundos oscilantes...
En este orden de cosas deberemos admitir también que en las infinitas extensiones del
Espacio -vean, por favor, cuan limitados son los términos que debemos utilizar- existen ZONAS de
tensión o de distensión de carácter magnético, cuyas representaciones objetivas tal como
aparecen ante nuestra mente tridimensional, pueden aparecer como canalizadoras del Bien o del
Mal cósmico, lo mismo que hacemos habitualmente al referirnos a nuestros ambientes cuando nos
son agradables y simpáticos o cuando, por el contrario, los conceptuamos de desagradables y
repelentes.
Ahora bien, al llegar a este punto deberemos considerar si la analogía que utilizamos
frente al estudio del inconmensurable Cosmos es válida y representa algún tipo de realidad, o si es
inadecuada e imperfecta debido a que nuestra mente es incapaz todavía de utilizar creadoramente
aquella analogía por efecto de la falta de desarrollo de nuestros sentidos superiores. Deberemos
decir sobre tal extremo, que no disponemos de otra medida que la de nuestro actual entendimiento
y que es a través del mismo que nos esforzamos por acercamos honestamente a la Verdad...
Esta honestidad nos librará, sin duda, de la limitación de ciertos interrogantes científicos
que todavía hoy, casi en las postrimerías del siglo XX, están preguntándose si existe vida y
conciencia en otros mundos o en otros Universos. Sobre este punto, reconocerán Uds. que la
investigación esotérica va mucho más allá del intento científico, ya que como inicio de sus
investigaciones acepta el hecho de que la Vida lo llena todo, que no existen vacíos en el Cosmos y
que la Conciencia y tipo de Forma de cada Universo, obedecen a una sublime mecánica en el
centro de la cual se agitan unos misteriosos Agentes invisibles que utilizan los formidables
impulsos creadores surgidos de no importa qué centro Logoico de tensión creadora, para construir
los andamiajes y las estructuras de materia cósmica surgidas de aquellos Centros que objetivarán,
substanciarán o darán forma a todos los planetas, a todos los Universos y a todas las Galaxias.
Si las ideas que acabamos de exponer han sido adecuadamente interpretadas, se llegará
fácilmente a la conclusión de que en las inmensas soledades cósmicas y en los divinos Espacios
intermoleculares de donde extraen los Logos su inconcebible potencia creadora, existe una
constante lucha -o quizás sería mejor decir un permanente intento de reconciliación- entre el Bien
y el Mal, siendo tales actividades las precursoras de todo posible Universo ya que las Leyes de la
Polaridad constituyen, como anteriormente señalamos, el eje mágico de la evolución alrededor del
cual giran todas las expresiones de Vida cósmica, desde el inicio de una Nebulosa en substancia
etérica de la más sublime sutilidad, hasta que el misterio alquímico de la substanciación angélica
la convierte en un maravilloso Universo dotado de todas las infinitas cualidades de la Vida. Así, el
orden universal sigue su marcha y el impulso creador eternamente renovado extrae del seno
profundo del Espacio todo tipo de Eter cualificado que convenientemente estructurado por las
Entidades Angélicas siguiendo un riguroso método de proporción y sabias medidas que son la
esencia de sus vidas entregadas a la perfección de la Forma, se convertirá en el adecuado Cáliz
que ha de contener el Verbo de la Experiencia, de la Visión y de la Revela ción de un Logos
creador.
Desde el ángulo de vista angélico, que es el que nos interesa captar y tratar de
comprender, la lucha entre el Bien y el Mal tal como aparece ante nuestra humana visión, se
aprecia como un claro intento de unión y reconciliación del Espíritu y la Materia, siendo los
Angeles los misteriosos Agentes de tal intento. Toda su obra, desde el inicio del Sistema solar por
medio de una Nebulosa hasta la consumación del último Manvántara, es de armonía y equilibrio,
ya que su objetivo es la Forma perfecta. Desde un buen principio y utilizando la mecánica de una
inteligencia más allá de nuestro alcance, elaboran la materia, la dignifican con sus vidas de
armonía y le infunden un orden de proporción y de crecimiento que regirá las sabias medidas,
justas y equilibradas a las cuales deberán ajustarse todas las formas expresivas de la Naturaleza.
Estas sabias medidas que rigen la perfecta proporción de todas y cada una de las cosas creadas,
fueron antaño un secreto iniciático que los grandes artistas del pasado lograron conquistar y las
legaron al mundo de la construcción y del arte creador bajo la denominación técnica de medidas
áureas o medidas solares. Estas medidas áureas que rigen las proporciones justas y correctas de
todos los cuerpos físicos de la Naturaleza constituyen misteriosamente la conciencia de los Devas
y es por medio de ellas que construyen las formas perfectas que admiramos por doquier,
singularmente en el Reino vegetal en donde Dios, nuestro Logos solar, ha depositado por razones
intimas de carácter cósmico Su especial preferencia. La perfección angélica, vista desde el ángulo
más profundamente esotérico, viene determinada por la evolución de las medidas áureas que
utilizan en su trabajo de construir formas de Materia para el Espíritu creador, pudiendo asegurar
que tal perfección culmina siempre con la plasmación o realización de los llamados ARQUETIPOS,
es decir, la encarnación perfecta de la Idea de Dios con respecto a un Plano de la Naturaleza, a un
definido Reino, a una Raza humana, a una determinada especie dentro de un Reino o a un ser
humano que alcanzó la liberación... El ARQUETIPO es, por tanto, el Centro místico del Intento
creador, el vórtice de energía dinámica que preside el proceso incesante de la evolución. Realizar
el Arquetipo presupone tanto para los Angeles como para los hombres el objetivo místico de la
propia perfección; los hombres por la comprensión perfecta de las ideas sublimes encerradas en la
Mente de Dios y constituyendo Misterios iniciáticos; los Angeles, porque supieron interpretar
adecuadamente la forma de administrar tales Misterios y fueron capaces de construir en
consecuencia la Estructura molecular idónea, sabiamente calculada y maravillosamente dispuesta
para poder albergar aquel Cuerpo de Misterios que el hombre introducía en su interior. De esta
manera, siempre veremos surgir del glorioso intento creador incontenibles huestes angélicas
llevando escritas en sus radiantes auras magnéticas de sublime vibración las suaves medidas
áureas a las cuales ajustan perennemente su acción en el tiempo las indescriptibles perfeccio nes
cósmicas.
Es al llegar a este punto de comprensión que la Vida del Universo, del planeta, de la
Naturaleza o del hombre empieza a adquirir su verdadero significado y a considerar que la
analogía -que es la medida proporcional por excelencia en orden al conocimiento superior- le
deparará siempre al ser humano de espíritu investigador la clave mística del reconocimiento
integral de todas las cosas. La Vida del Universo que es un concepto total en el sentido del
conocimiento esotérico, se manifiesta como una Realidad cuya medida espiritual e inmaculado
sentido de la proporción se hallan presentes en todas y cada una de las cosas de la Naturaleza,
siendo todas ellas perfectas pues perfectas son -de acuerdo con su particular y bien definida
misión- las fuerzas naturales o dévicas que siguiendo las directrices de las medidas y
proporciones solares, construyen los elementos moleculares mediante los cuales son
estructurados los Universos... La perfección de los estados de conciencia de los hombres y los
exaltados impulsos de mística reverencia de sus almas espirituales, contemplados por un Deva de
exaltada evolución, aparecerán siempre como suaves medidas de proporción cósmica. Por ello,
cuando en escritos anteriores habíamos afirmado que el hombre es la medida de la Creación, no
hacíamos sino preludiar estas otras afirmaciones sobre la proporción cósmica de esta medida y
presentar a la humanidad como uno de los objetivos principales de la atención de Dios en esta
presente fase de cumplimiento universal en lo que al planeta Tierra se refiere.
A medida que avanzamos en nuestro estudio esotérico sobre los Angeles, más grande es
nuestra convicción de que la Trinidad compuesta por los aspectos de Vida, Conciencia y Forma se
hallan presentes por doquier, no sólo en lo objetivo, concreto y tangible, sino también en los
misteriosos mundos subjetivos en donde nuestros sentidos físicos no tienen todavía un pleno
acceso, pero en donde nuestra mente investigadora que se ha hecho vulnerable a las sutilidades
íntimas del Espacio, descubre un insospechable orbe lleno de las más complejas, bellas e
inimitables formas. Llegamos a descubrir también, en alas de nuestro sentido investigador, áreas
insospechables de vida y de conciencia bajo aspectos y figuras de entidades psicológicas y
psíquicas, en aquellas místicas regiones consideradas hasta aquí como sutiles abstracciones
filosóficas, es decir, las contenedoras o recipientes del Espacio y del Tiempo. Desde el momento
en que hemos descubierto este nuevo y maravilloso mundo, lleno de mágicas influencias celestes
flotando incesantemente a nuestro alrededor y hemos establecido un cierto e inteligente contacto
con las fuerzas dévicas o angélicas de la Naturaleza, las más filosóficas abstracciones aparecen
ante nuestra observación como actividades psicológicas y realidades científicas en todos los
niveles posibles de vida y existencia en el dilatado campo expresivo de la Naturaleza.
a. El Espacio
b. El Tiempo
c. El factor Luz, mediante el cual Espacio y Tiempo pueden ser relacionados.
Al llegar a esta conclusión, la idea más importante a considerar de acuerdo con nuestras
investigaciones sobre el mundo dévico. es la inevitable relación Espacio - Luz - Tiempo con
respecto a la producción de los ambientes sociales que se hallan en la base de las distintas
civilizaciones y culturas de la humanidad y constituyen los aspectos fundamentales de la historia.
Desde tal ángulo de vista podríamos llegar a una analogía de síntesis. Por ejemplo:
Tal como hemos dicho en otras varias ocasiones, el hombre piensa y, consciente o
inconscientemente, CREA y el Angel segrega de Sí la energía que corresponde al pensamiento
humano; así, de acuerdo con la cualidad del mismo pacientemente ELABORA y CONSTRUYE las
condiciones precisas de la existencia organizada de la humanidad. No existe, por tanto,
Separatividad entre ambos mundos, el angélico y el humano, pues el sentido del axioma oculto ..la
energía sigue al pensamiento es de orden cósmico y no existe impulso alguno de vida en el
planeta o en el Universo que no halle en cualquier tipo de Deva la oportunidad infinita de
manifestarse. Y esto no reza solamente para los Reinos inferiores de la Naturaleza y para la
humanidad, sino también para los Reinos superiores, pues la historia es la misma, aunque escrita
con distintos caracteres, en la Vida inconmensurable del Creador. El aspecto práctico de esta
conclusión es que todos contribuimos con nuestros pensamientos, emociones y humanas
actitudes a escribir la historia del tiempo, pero sólo los sabios conocedores serán capaces de
recubrir sus imperecederas páginas con las doradas túnicas de la experiencia espiritual. Hay,
pues, grandes responsabilidades en el orden individual y social, así como oportunidades múltiples
de realización si se es consciente de la obra mística de la Naturaleza que la vida de los Angeles
nos está constantemente señalando. Es sólo cuestión de abrir los ojos para ver y afinar
cuidadosamente el oído para oír, pues todo está hecho ya de acuerdo con los grandes patrones
históricos y Arquetipos sublimes vibrantes en los mundos ocultos, desde donde los Angeles, las
energías espirituales que siguen y persiguen los pensamientos de los hombres, aguardan con
infinita paciencia que la voluntad humana sea fuerte y audaz y decida penetrar con mente clara y
corazón puro en sus divinos retiros e inconcebibles santuarios...
Capítulo XII.
Una de las grandes dificultades que tendrá que enfrentar el estudiante de Astrología de
nuestros días es la que hace referencia a lo que esotéricamente se define como personificación de
las energías procedentes de cada una de las Constelaciones del Zodíaco, bañadas místicamente
en la luz del sol y transportadas o proyectadas sobre nuestro planeta por los misteriosos agentes
del éter que dinamizan los espacios universales. De la misma manera que la luz del sol se
proyecta sobre la Tierra en virtud de un acto de Decisión solar, las energías de las Constelaciones
Zodiacales vienen proyectadas por las grandes Decisiones Cósmicas engendradas en los ocultos
e indescriptibles centros místicos de donde se origina la vida que anima dichas Constelaciones,
pudiendo afirmarse que las corrientes de energía astrológica son actos de Voluntad, de Amor o de
Inteligencia engendrados por los potentísimos e incomprensibles Logos que utilizan aquellas
Constelaciones como Cuerpos de Manifestación. El tema visto así, de improviso, aparece como
difícilmente comprensible dada la aterradora majestad de sus cósmicas repercusiones, pero si
aplicamos correctamente la analogía veremos cómo la idea aparece clara y sencillamente a
nuestro análisis intelectual. Bastará para ello confeccionar mentalmente un simple cuadro de
analogía de acuerdo a cuanto esotéricamente sabemos sobre la ley de evolución, es decir, a la ley
de jerarquía espiritual que rige para el cosmos absoluto. En nuestro estudio esotérico sobre los
Angeles hemos podido comprobar que a cada estado de conciencia humana corresponde una
corriente de energía dévica, o sea, que la sensibilidad angélica y su capacidad de crear corrientes
de energía eléctrica alrededor del campo magnético humano (su Aura etérica), deben
corresponderse forzosamente con las actitudes mentales, emocionales y físicas de los seres
humanos. Es partiendo de esta base que nos fue posible hablar de los ambientes sociales,
familiares e individuales dentro de la humanidad. Así, pues, la analogía entre el Angel y el Hombre,
creciendo en majestad y potencia, puede deparamos una visión muy objetiva de lo que podríamos
denominar científicamente corrientes astrológicas, ya se refieran a los astros, a los Sistemas
solares o a las propias Constelaciones que, en su mutua interdependencia, constituyen una Gala-
xia. Siguiendo con este orden de ideas podríamos decir que cada Constelación, vista en su
conjunto, no es sino el Cuerno objetivo de una Individualidad Psicológica de carácter cósmico cuya
Conciencia, expresando cualidades definidas, se manifiesta -si podemos decirlo así- como un
movimiento en el Espacio mediante el cual son invocadas potentísimas Entidades Angélicas, las
Cuales convierten aquel movimiento en energía y la transportan -vía el éter- a las más alejadas
regiones del Cosmos absoluto. El principio hermético la energía sigue al pensamiento puede ser
íntegramente aplicado aquí, facilitando el trabajo de nuestra mente investigadora. El Gran Iniciado
HERMES TRISMEGISTUS les llamó a estas potentísimas Entidades Angélicas “los Gobernadores
del Mundo”, concretando la actividad de Aquéllas que más asidua y particularmente toman
contacto con nuestro planeta Tierra.
Al analizar la definición bíblica de los Siete Espíritus ante el Trono del Señor (El Logos
Solar) refiriéndose a los Siete Logos planetarios, Señores de Rayo, Regentes de los Siete
planetas sagrados de nuestro Universo, es decir, de Vulcano, Mercurio, Venus, Júpiter, Saturno,
Urano y Neptuno, adivinamos que se hace también una directa referencia a los Siete esplendentes
Arcángeles relacionados muy íntimamente con la vida mística de aquéllos. Tales Entidades
Angélicas podrían ser análogamente descritas así, de acuerdo con su relación íntima con el
planeta sagrado del que dimanan o del cual -por decirlo de alguna más significativa mane ra-
extraen sus energías:
ANGEL PLANETA
Hay que tener en cuenta al respecto que la terminación “el”, asignada a todo Angel
superior, es un símbolo del omnipotente poder de la Divinidad que le asignó un nombre o un
atributo creador a cada Angel, a cada ser humano y a cada elemento vivo en el seno infinito de la
Naturaleza. Así, si utilizáramos la raíz latina en la denominación de los poderosos Mahadevas que
rigen las energías que surgen de las Constelaciones del Zodíaco, los denominaríamos así: Ariel,
Tauriel, Cancriel, Leoniel, Virginiel, Libriel, Escorpiel, Capriel, Acuariel y Pisciel, en vez de la raíz
hebraica que los denomina así:
Aries Malquidiel
Tauro Armodel
Géminis Ambriel
Cáncer Muriel
Leo Verquiel
Virgo Hamaliel
Libra Zuriel
Escorpio Barquiel
Sagitario Aduaquiel
Capricornio Hanael
Acuario Gambiel
Piscis Batquiel
Pero prescindiendo de tales denominaciones que sólo deben ser tenidas en cuenta desde
el ángulo lingüístico, lo interesante para nosotros es tratar de captar el significado íntimo de las
corrientes astrológicas que desde todas las partes del cielo se precipitan sobre nuestro planeta, ya
que lo más importante desde el ángulo esotérico es cómo captar adecuadamente tales energías y
cómo canalizarlas individualmente para crear correctos ambientes sociales, lo cual únicamente
será posible si nuestra vida personal es tan correcta que pueda servir de adecuado cauce a
aquellas corrientes de energía astrológica, algunas de las cuales hacen vibrar los éteres del
espacio a unas notas de tal elevada frecuencia que sólo pueden ser canalizadas perfectamente
por los grandes Angeles planetarios o por los altos Iniciados de la Jerarquía. Sin embargo, a los
seres humanos de una cierta evolución les cabe la suerte -si podemos decirlo así- de acogerse
consciente o inconscientemente a las influencias angélicas o astrológicas que rigen los ciclos
menores del tiempo, llamados esotéricamente tatwas, y también los que se derivan del movimiento
de rotación de la Tierra, es decir, del día, de la noche, de las auroras y de los crepúsculos, así
como de los del movimiento de traslación del planeta alrededor del sol que originan las cuatro
estaciones del año... Por todas estas coincidencias que influyen poderosamente en el destino
humano, cabe admitir la importancia del conocimiento del mundo dévico en relación con la vida de
la Naturaleza y de la sabia definición del gran iniciado HERMES TRISMEGISTUS, que les
asignaba a los Angeles la denominación de gobernadores del mundo.
Ahora bien, de acuerdo con la descripción esotérica hasta aquí realizada para definir las
distintas jerarquías angélicas que operan en y a través de nuestro Universo, habrá que hacerse un
énfasis especial a las jerarquías que actúan más allá del círculo-no-se-pasa del Sistema solar por
cuanto personifican las energías que provienen de las Doce Constelaciones Zodiacales que
constituyen nuestro cielo sideral y que a través de los grandes Angeles planetarios convergen en
la vida evolutiva del planeta a través de las fuerzas ocultas que rigen el complejo molecular de los
elementos químicos de la Naturaleza, es decir, los elementales constructores del aire, del fuego,
del agua y de la tierra, llamados esotéricamente en nuestro Tratado, sílfides, salamandras,
ondinas y gnomos... Un atento examen del diagrama que sigue nos informará acerca de las
relaciones astrológicas que existen entre las grandes Constelaciones, los Angeles, los planetas y
la vida oculta de la Naturaleza a través de los pequeños gobernantes de los elementos,
reconocidos esotéricamente como elementales constructores: (ver pág. 153)
Este diagrama va orientado hacia la comprensión espiritual del hombre corriente. El orden
de los planetas regentes variaría si nos atuviésemos a la evolución de los discípulos mundiales y
de los Iniciados del planeta. Sin embargo, esperamos que el orden expuesto sea suficiente por
ahora, ya que no es nuestro empeño en este Tratado esotérico sobre los Angeles abordar
directamente el estudio astrológico, sino que intentamos únicamente establecer analogías para
facilitar nuestra investigación sobre la vida de los Devas.
El aspirante espiritual debe estudiar el ocultismo desde el ángulo de vista de las causas
motivadoras de los acontecimientos planetarios y prestar menos atención a las conclusiones
exotéricas basadas en objetividades intelectuales, muy dignas de tener en cuenta, pero del todo
punto insuficientes para poder adueñarse del secreto dévico o angélico que rige el mundo de las
causas de todos los fenómenos naturales pero, paradójicamente, deberá experimentar, tan
exotéricamente como le sea posible -si puede ser comprendida exactamente esta locución- las
verdades esotéricas sometidas a su atención acerca de las causas de toda manifestación objetiva
de la Naturaleza y de los ambientes sociales de la humanidad, a fin de poder localizar en el éter a
las gloriosas Entidades dévicas cuya misión es personificar las energías logoicas que surgen de
todos los puntos del Espacio absoluto y sirven de Vehículos de comunicación entre Sí de todas
aquellas Entidades Logoicas cuyo destino inviolable es extenderse en magnitud y profundidad por
las infinitas regiones cósmicas. Siendo así, la misión del aspirante espiritual, cuya participación en
la vida evolutiva de la Naturaleza ha de ser cada vez más consciente y efectiva, será sin duda
también la de crecer en magnitud y profundidad dentro de los ámbitos planetarios en donde vive,
se mueve y tiene el ser, lo cual sólo será posible si se deja influenciar creadoramente por la fuerza
mágica de los Angeles y se somete voluntariamente a la actividad moldeadora que Ellos ejercen
sobre los hombres y sobre las comunidades sociales de acuerdo con la presión de los
majestuosos Arquetipos causales diseñados por la propia Divinidad. De acuerdo con esta idea
podríamos decir que el mejor de los consejos que puede serle impartido al aspirante espiritual
-hacia el cual van especialmente dirigidos estos comentarios- es que se deje guiar serenamente
por las corrientes astrológicas que rigen su destino kármico más bien que el pretender conocer
intelectualmente los signos astrológicos que lo rigen. Así avanzará más rápidamente hacia la
consumación de su vida kármica ya que, tal como dice el Maestro, mejor es vivir que conocer.
Como se verá por poco que se profundice en estas palabras, no se niega en absoluto la
efectividad del conocimiento intelectual relacionado con la forma y principal integrador de la mente
razonadora, sino que se le pospone únicamente para dar lugar a la cualidad vivencial del Espíritu,
el cual está más allá y por encima de todo posible razonamiento. Es decir, y siendo todavía más
concretos, en el primer caso y a través de las vías del conocimiento natural sabemos que existen
los Angeles, pero en el segundo establecemos contacto con sus inmortales Vidas y nos dejamos
guiar por las luminosas expresiones de sus Presencias radiantes. La entrada en el Sendero oculto
como regla obligada de nuestro propósito espiritual, es el resultado cierto –nos demos o no cuenta
de ello- de alguna experiencia vivida de carácter angélico. Tal experiencia ha impresionado sin
embargo tan potente y fúlgidamente nuestra memoria que ya jamás podremos olvidarla y es
aquella luz subjetiva e intuitiva la que lenta aunque persistentemente nos va introduciendo en el
Camino iniciático...
Este tema será continuación del anterior, pero concretándolo a aspectos más objetivos y
más fácilmente asimilables para la mente intelectual de los aspirantes espirituales. Al definir a la
Astrología como una Ciencia de Comunicación o de relación entre Angeles y Hombres, tenemos
en cuenta el significado místico del contacto espiritual existente desde siempre por decisiones de
la propia Divinidad y que, por ello, escapa totalmente a nuestros comentarios. Intentamos
únicamente añadirle un mayor sentido potencial , asignándoles a los hombres sentido creador y a
los Angeles cualidades constructoras. Así, el sentido del axioma esotérico la Energía sigue al
Pensamiento, puede ser utilizado igualmente en la locución corrientes de energía ambiental o
cuando extendiendo enormemente el significado oculto de la misma hacemos uso de la frase
corrientes de vida astrológica. En ambos casos se expresa idéntica idea de COPARTICIPACION,
ya sea entre Entidades Logoicas y poderosos Arcángeles o entre entidades humanas y Angeles
familiares. Lo único que hay que señalar naturalmente es la abismal distancia, medida en términos
de evolución, que separa un trascendente Arcángel que teje los acontecimientos que constituyen
el destino creador de un Logos, Señor de un Universo, de una constelación o de una Galaxia, de
aquel Deva familiar que utilizando los materiales que le suministra la vida espiritual y oculta de un
ser humano, le crea los acontecimientos ambientales que configuran y modelan su destino.
Por lo tanto, cuando hablamos de la Astrología como una vía natural de. comunicación
entre Angeles y hombres en virtud de las energías de los astros, no hacemos sino concretar el
proceso en términos fácilmente comprensibles para la mente intelectual. Utilizando la clave de la
analogía nos será útil considerar la relación que existe entre:
Esta relación, entresacada de las leyes de la analogía, si bien no completa, nos permitirá
extender considerablemente nuestro horizonte mental en torno a nuestro estudio esotérico sobre
los Angeles ya que tales Entidades, a partir de los Doce Mahadevas de las Constelaciones del
Zodíaco que presiden nuestro cielo sideral, están presentes como energías personificadas en
todas y cada una de las analogías antes descritas, pues si bien es evidente su actividad bajo la
forma de los grandes Mahadevas que personifican o encaman las corrientes de energía que
surgen del centro místico de cada Constelación, no lo es menos en el sentido de considerar que
todas las analogías con base en el número DOCE se corresponden precisamente con la actividad
dévica y con el número de perfección del Reino de los Angeles.
Vemos así, en la relación oculta entre el Zodíaco sideral y los doce planetas sagrados, una
posibilidad de largo alcance para la Vida de nuestro Logos solar, ya que si bien en la actualidad
son sólo siete los planetas sagrados, tal como vimos en páginas precedentes de este Tratado, hay
que tener en cuenta que existen otros tres planetas no sagrados: la Tierra, Marte y Plutón, a los
cuales habrá que añadir otros dos todavía no descubiertos, pero que ya empiezan a surgir del éter
-tal como esotéricamente se dice- totalizando doce planetas, relacionados místicamente con cada
una de las doce Constelaciones y que serán sagrados al final de nuestro sistema solar, cuando
nuestro Logos haya logrado la perfección del Arquetipo solar o angélico que corresponde al
Universo actual.
Según se nos dice esotéricamente hay una misteriosa relación entre los doce planetas
sagrados con los doce satélites de Júpiter el cual, a través de cada uno de ellos, canaliza
misteriosamente las energías de las doce Constelaciones. Hay que advertir al respecto que Júpiter
es un planeta sagrado vinculado con las energías del segundo Rayo, el mismo que rige la Vida de
nuestro Logos solar y que su relación con ESTE es similar a la que unía místicamente la vida de
Juan, el discípulo más amado, con la de Cristo, el Representante de las energías del segundo
Rayo de AMOR en nuestro planeta. Hay que tratar de ver en toda posible analogía una base de
realidad, que no es meramente simbólica sino que intenta precisamente expresar verdades
universales. Los doce hijos de Jacob, las doce Tribus de Israel y las doce Puertas de la Ciudad
Celeste (Jerusalén), son analogías muy significativas de las Doce Constelaciones, aunque
concretizadas en los aspectos bíblicos de pueblo elegido, teniendo en cuenta, sin embargo, que
toda la humanidad y no únicamente el pueblo judío es el pueblo elegido por la Divinidad, siendo
Jerusalén, la Tierra Prometida, un símbolo del Centro místico de SHAMBALLA y las doce puertas
que dan acceso a este Centro Celeste son las corrientes astrológicas del Zodíaco que el ser
humano perfecto ha de dominar antes de poder penetrar en el recinto secreto de SHAMBALLA, el
Centro en donde la Voluntad de Dios (el Logos solar) es conocida...
Tiene entonces una realidad plenamente objetiva el mito de los doce trabajos de Hércules,
siendo Hércules la personificación del Iniciado que obtuvo la perfección en cada uno de los doce
signos del Zodíaco y en cada uno de los Siete Rayos: 12+7=19, 1 + 9 = 10, número que, como
Uds. saben, es el de la perfección humana. Siendo más concretos todavía, deberíamos decir que
cada uno de los trabajos de Hércules se realiza en el corazón del Iniciado a través de cada uno de
los doce pétalos del chacra cardíaco, un trabajo que repercute en el chacra coronario, en cuyo
centro espiritual y en el momento cúspide de la quinta Iniciación resplandece la estrella mística de
doce puntas de un indescriptible blanco inmaculado, representación infinita en la vida del hombre
perfecto de la perfección del Logos Solar, cuyo Centro Cardíaco de Doce resplandecientes Pétalos
está constituido por todos los Hércules planetarios, o Maestros de Compasión y Sabiduría de
todas las humanidades de este Sistema Solar, que alcanzaron la perfección en cada uno de los
Doce Signos del Zodíaco.
Las ideas precedentes tratan, como Uds. habrán podido comprobar, con la ley universal
de los ciclos, es decir, con los períodos de actividad con que son divididos dentro de la inmensidad
del espacio los momentos augustos del tiempo. Este último se basa, dentro de un plano
tridimensional, en los movimientos de rotación y de traslación de los astros, siendo mayores
naturalmente los ciclos de tiempo correspondientes a las inmensas orbitaciones de los grandes
sistemas. No hay una correspondencia exacta, por tanto, entre el movimiento de rotación y de
traslación de nuestro planeta y el de otro planeta, mayor o menor, dentro de nuestro Universo,
desde el ángulo de vista del tiempo, ya que será tanto más extenso el recorrido u orbitación de
cualquier planeta o astro celeste cuanto más alejado se halle de su centro solar, por lo cual casi
resultará imposible conceptuar la magnitud de los ciclos del tiempo cuando los condicionemos a
los gigantescos centros solares, galácticos o cósmicos que se mueven dentro de la extensión
infinita del Espacio absoluto. La relación Espacio-Tiempo parece ser, sin embargo, la medida
natural de la evolución en lo que a la ley de ciclos respecta, siendo el Espacio la gran Matriz
Cósmica de todas las formas universales y el Tiempo el factor condicionante del Espacio, cuando
movidos por las Leyes infinitas de la Necesidad Kármica se sienten atraídos los Logos creadores
hacia los periodos cíclicos de la Manifestación.
Pese al contenido abstracto de estas ideas nos será posible, sin embargo, llegar a la
conclusión de que la noción de tiempo es muy relativa, ya que se halla condicionada siempre a las
mayores o menores magnitudes de las orbitaciones cíclicas de los astros. Hay que considerar no
obstante -y esta es una conclusión definidamente esotérica- que cuanto mayor sea una orbitación
mayor será asimismo la efusión de energía proveniente de cualquier centro solar, siendo mayores
y más potentes, por tanto, las Energías Angélicas cuyas excelsas Vidas galvanizan los éteres
espaciales dentro de los cuales tienen lugar aquellas tremendas orbitaciones, estando muy
estrechamente vinculada la ley espiritual de Jerarquía con la magnitud de una orbitación, de la
misma manera que la expansión del campo magnético humano en el orden espiritual dependerá
de la evolución de la conciencia, situada constantemente en el centro de la tensión espacio-tiempo
la cual, una vez superada a través de las leyes de la evolución se convertirá en equilibrio, es decir,
en la armonía integral que se produce cuando la conciencia se ha liberado de toda posible
polaridad en el devenir de su vida individual.
La energía producida por las orbitaciones de los cuerpos celestes al rasgar los espacios
siderales, tendrá una medida constante para cada astro, siendo proporcional la energía a la
magnitud de las orbitaciones, o sea, que a mayor orbitación mayor cantidad generada de energía.
La cualidad de dicha energía vendrá determinada naturalmente por la ley de Jerarquía, de la cual
cada Logos es un exaltado exponente. Otros conceptos. que pueden ser extraídos en relación con
estas ideas que vamos exponiendo tendrán que ver con Las vinculaciones astrológicas existentes
entre todos y cada uno de Los Sistemas estelares en movimiento de expansión cíclica y con las
cualidades de las energías, o corrientes de Vida dévica de Rayo, que surgen de cada centro
logoico de creación.
Contemplado el Universo desde este ángulo de vista aparecerá surcado, sin duda, por una
infinita gama de energías, matizadas por la luz, la nota o el sonido que emiten los Logos de cada
esquema solar y transportadas por los Angeles, de todas las jerarquías posibles, a través del
espacio absoluto, estando marcado cada Angel por la impronta o sello específico de tales
corrientes de energía, definidas esotéricamente como de FRICCION ya que, al parecer, tienen que
ver directamente con el Fuego creador de la Divinidad de cada esquema y radicando ahí, en esta
idea, una explicación científica de las causas de la electricidad tal como la conocemos en nuestro
planeta. Bien, como Uds. verán, deberemos extremar mucho nuestro sentido de la analogía sobre
este punto, ya que se trata ni más ni menos que de comprender la ley mística de Los contactos
establecidos, vía el espacio, por todos los Logos creadores y grandes Arcángeles dentro de la
infinita majestad del Cosmos.
Deberemos suponer también, de acuerdo con estos nuevos conceptos que vamos
emitiendo, que las auras angélicas o vestidura etérica de que se apropian las distintas y
numerosas jerarquías de Angeles en el Cosmos como símbolo de poder y majestad, variarán
sensiblemente en color, radiación y poder de acuerdo con la evolución del Centro Logoico de
donde procedan y también según sea la magnitud de la orbitación de este centro solar en relación
con otros centros solares y la intensidad de las fricciones que originan en su desplazamiento por el
espacio. El sonido que producirá el éter del espacio al ser rasgado equivaldrá a una nota o sonido
cósmico y el fuego que surja por efecto de las intensas fricciones originará para cada Universo un
tipo peculiar de energía, electricidad o corriente astrológica que los astrólogos del futuro deberán
tener en cuenta, considerándola no como una simple energía estelar, sino como un tremendo
poder psicológico que les dará la clave del karma de nuestro planeta. Podríamos añadir también
-siempre de acuerdo con la analogía- que si a igual que un exaltado RISHI pudiésemos
contemplar el Universo desde su elevada atalaya cósmica, percibiríamos en el fuego de la fricción
un color definido de acuerdo con las cualidades espirituales que surgen de los centros logoicos,
oiríamos un sonido, el mántram universal que repiten incesantemente las jerarquías angélicas y
observaríamos una forma geométrica, la del Arquetipo que cada Logos creador tiene el Dharma de
realizar y llevar a la perfección. El tema, si bien profundamente sugestivo es también
extremadamente complejo y la analogía no será suficiente quizás para poder darnos una idea de
estos ángulos de percepción tan vastos... Deberemos confiar mucho, por tanto, en la capacidad
intuitiva de nuestra conciencia y en la profundidad y persistencia de nuestras investigaciones. De
todas maneras, se halla ahí, en esta idea, una explicación esotérica de aquel fenómeno cósmico
definido ocultamente como Música de las Esferas, la cual sólo puede ser oída por los grandes
Iniciados del Sistema. Los oídos mortales del ser humano sólo pueden escuchar algunas de las
notas de aquella mágica sinfonía, las cuales se traducen en la música que nos cautiva, sensibiliza
y deleita. Volviendo a la idea cósmica que nos ocupa, podríamos decir que de la misma manera
que el perfume precede siempre a la flor, la música de un planeta precede asimismo
constantemente el paso de su cuerpo celeste por el espacio y los oídos logoicos de todas las
comunidades cósmicas podrán detectarle y deleitarse -si podemos decirlo así- de la Melodía que
producen los Angeles de aquel cuerpo celeste y determinan su cósmica identificación, ya que
aquella melodía en su integridad constituye el NOMBRE augusto del Logos que lo rige y
representa. De ahí la importancia asignada esotéricamente al Nombre, ya se refiera a los hombres
o a los Devas, por cuanto en el Nombre subyace el secreto iniciático del Reconocimiento espiritual
y las bases íntimas de la universal perfección. El tema del Nombre y su importancia iniciática fue
estudiado en el segundo libro de este Tratado. Nos abstendremos por tanto de insistir sobre el
mismo. Sin embargo, y ya para terminar, quisiéramos establecer unas nuevas analogías las cuales
podrán ayudamos en el devenir de futuras investigaciones:
b. EL SONIDO:
CUALIDAD El Mántram en relación con el Nombre, pronunciado por los
Devas en sus infinitas jerarquías, para producir tensión
creadora y expresar las cualidades implícitas en la
pronunciación del Nombre.
Estos tres factores, aplicados a la vida de nuestro Universo, darían lugar a lo que
esotéricamente definimos como Espíritu, Alma y Cuerpo. En relación con el hombre corriente esta
triple manifestación se expresaría como mente, sensibilidad y cuerpo físico y con respecto al orden
general de la existencia, tal como se expresa en nuestro planeta, surgirían como siempre los tres
aspectos vitales tantas veces repetidos en las páginas de este Tratado, es decir:
a. Sonido
b. Color
c. Forma Geométrica
una constante cósmica, eternamente invariable que igual puede ser aplicada al más elevado
Universo como al más diminuto de los átomos. El principio de analogía, inteligentemente aplicado,
nos dará siempre la clave esotérica o mística de cualquier estudio o de cualquier idea, por
elevadas que sean sus implicaciones.
Los Angeles de la Naturaleza, es decir, estas potencias ocultas que presiden el orden de
la evolución en nuestro planeta Tierra, se mueven en espacios de cinco dimensiones, habida
cuenta que los sentidos que tiene que desarrollar nuestra humanidad en cada Plano de la
Naturaleza son solamente cinco en la actual Ronda planetaria y en lo que al ser humano respecta.
Sabemos, sin embargo, que hay Angeles de exaltada evolución formando parte de nuestra
Jerarquía planetaria que se mueven en espacios multidimensionales, tales como los que rigen los
Planos de la Naturaleza o los que ordenan el proceso de integración de los Reinos, las razas y las
especies. En lo que a la gran familia humana se refiere, sólo podemos hablar de los Angeles
familiares, de gran evolución espiritual, que viven en muy estrecho contacto con los seres huma-
nos constituyendo misteriosamente las bases de sus culturas, civilizaciones y ambientes sociales,
siendo uno de sus principales cometidos facilitarles el desarrollo de los cinco sentidos de
percepción en cada uno de sus cuerpos sutiles.
Nuestro planeta, como todos los planetas del Sistema solar, es esencialmente septenario
aunque en su presente estado de evolución esté desarrollando únicamente una quinta fase de la
Voluntad todopoderosa de la Divinidad, y es por esta razón que el número básico ó sagrado que
corresponde indistintamente al Reino humano y a la evolución dévica es el CINCO, estando
representado simbólicamente el primero en la forma geométrica del pentágono con la figura de un
hombre en el centro y la segunda en la estrella de cinco puntas que brilla esplendorosamente en la
radiante cabeza de los Angeles AGNISHVATTAS. El número cinco es, por tanto, el número de la
integración que corresponde a la humanidad y al mundo dévico, prescindiendo por completo de si
en las filas de la humanidad o en las de las jerarquías angélicas existan excelsas Entidades de tal
elevado desarrollo espiritual que posean siete sentidos en plena actividad, hayan alcanzado siete
iniciaciones o que se muevan en espacios ultradimensionales para medir los cuales nuestra mente
actual carece por completo de datos y referencias.
Podemos decir también que todas las naciones de la Tierra, a igual que cada Continente,
están ocultamente dirigidas por un Angel de elevada jerarquía a quien se le asigna esotéricamente
el nombre de espíritu nacional. Las características particulares, idiosincrasia y temperamento de
los ciudadanos de un país obedecen a ciertas improntas de carácter angélico que le prestan a esta
nación su propio e inconfundible sello. Si nos diésemos cuenta de estas motivaciones subjetivas,
llegaríamos a distinguir posiblemente las causas profundas de ese espíritu nacional y nuestro
grado de afinidad con el mismo, lo cual significaría que nos habríamos puesto en contacto con el
poderoso Deva que rige los destinos de un país, reconociendo su directa participación en la
elaboración de su lenguaje, tipo racial, temperamento físico y complejo psicológico y teniendo en
cuenta, además, que dicho Deva canaliza las corrientes astrológicas de los astros que inciden
sobre su particular territorio y condicionan su karma nacional, el cual viene condicionado también
por las reacciones psíquicas de cada uno de sus ciudadanos a aquellas impresiones astrológicas
o cíclicas. El lenguaje constituye el elemento integrador de un país a través del numerosísimo
cortejo de devas menores, cuya misión es escuchar los distintos sonidos que se elevan de la gran
masa de sus ciudadanos y según las peculiares reacciones que suscitan en el éter del Espacio,
van construyendo lo que podríamos definir como la arquitectura del lenguaje.
Tal como dijimos en otra parte de este Tratado, la civilización, la cultura y la ética de las
naciones se refleja en la riqueza expresiva de su lenguaje como medio de relación y participación
en las tareas encomendadas a cada uno de los ciudadanos de un país, así como en su capacidad
de adaptarlo a las necesidades de comunicación internacional, siendo esta necesidad de
comunicación un intento de carácter espiritual programado por el Señor del Mundo para una Era
no muy lejana de la nuestra actual, para cuya realización será preciso que las naciones más
poderosas de la Tierra, olvidando viejos antagonismos e intereses, se pongan de acuerdo sobre la
base común de un idioma internacional basado en las necesidades humanas y en el espíritu de
buena voluntad. Estamos plenamente seguros que los grandes Devas familiares aportarían sus
profundos conocimientos sobre los sonidos humanos para que dicho lenguaje tuviese eficacia,
fuese de fácil adaptación y encarnase un mágico sentido de unión y creatividad.
Lo dicho para las naciones puede ser íntegramente aplicado a los territorios menores que
llamamos comarcas, regiones o localidades, siendo de notar que dentro de los límites o fronteras
de cada nación la Tierra existe una notable variedad de carácteres y temperamentos, así como
inflexiones específicas y muy particularizadas dentro del mismo lenguaje o sistema de expresión
que le prestan singulares y determinadas diferenciaciones. Veamos, por tanto, cuan difícil le será a
la humanidad llegar a un correcto entendimiento en el orden general planetario cuando tantas y
tan diversas variantes existen dentro de las propias fronteras de un país...
Cada espacio terrestre, sea nacional, comarcal o territorial viene regido por sus
particulares Devas, los cuales tienen una inexplicable y misteriosa conciencia de su misión. Así,
cada lugar de la Tierra, desde el más amable y acogedor hasta el más árido e inhóspito, está
ocultamente regido por sus correspondientes entidades dévicas las cuales están haciendo llegar
su influencia o radio de actividad magnética a los lugares más ocultos e impenetrables por medio
de los elementales constructores a los que hicimos amplia referencia en otras partes de este
Tratado. Un hermoso paisaje lleno de verdor y cálido ensueño, lo mismo que el árido y reseco
desierto, están ocultamente dinamizados por los Devas, sea cual sea su estirpe o jerarquía,
cumpliendo su misión de acuerdo con el karma planetario, pudiendo afirmarse que a medida que
la humanidad vaya avanzando en su evolución serán más acogedoras y menos hostiles las
condiciones climatológicas y los ambientes sociales del planeta. No habrán entonces zonas
inhóspitas, desiertas, yermas o áridas como las de las cercanías de los polos o del ecuador. Las
pequeñas voluntades de los hombres, que son parte de la Voluntad de Dios, harán posible que el
eje de la Tierra enderezca su posición con respecto al plano horizontal de su eclíptica y se
produzca por efecto de ello un estado de armonía general que le depare al conjunto planetario un
clima de físico bienestar y ambientes sociales fraternales y correctos para todos los hijos de los
hombres.
No estamos traficando con sueños ni nos atraen las visiones exageradamente místicas en
las líneas descriptivas de este Tratado. No hacemos sino repetir con diferentes palabras lo dicho y
repetido por los grandes Iniciados de nuestro planeta: “. . .La Naturaleza cumplirá su misión de
armonía cuando el hombre haya cumplido la suya de paz, fraternidad y justicia”.
Capítulo XIII
EGREGORES
Con este triple legado kármico de substanciados EGREGORES enfrenta la humanidad del
presente el proceso de su espiritual evolución, debiendo ser debidamente señalado que la Nueva
Era, a la cual nos referimos tan frecuentemente, será de una tremenda lucha contra los
EGREGORES que en distintos niveles y bajo una prodigiosa diversidad de matices constituyen las
bases de nuestra civilización actual. Habida cuenta de que este Tratado Esotérico sobre los
Angeles ha de constituir una obra genuinamente práctica que trascienda el propio conocimiento de
las ideas tratadas, hemos creído oportuno profundizar lo más posible en este tema de los
EGREGORES, a fin de que el aspirante espiritual de nuestros días y aún el propio discípulo en
entrenamiento esotérico, puedan utilizar los conocimientos impartidos en forma práctica y
eficiente, contribuyendo de alguna manera a la obra de la Jerarquía planetaria en Su intento de
limpiar los ambientes planetarios para que el Avatar de la Nueva Era pueda crear sin dificultades el
Camino de Luz que lo acercará a la Tierra y al corazón de los seres humanos de buena voluntad.
¿Qué es un EGREGOR?
Los lectores que hayan analizado el segundo volumen de este Tratado Esotérico sobre los
Angeles, recordarán sin duda cuanto allí fue dicho acerca de los EGREGORES existentes en
todos los planos o niveles de manifestación humana y tendrán quizás una certera noción de las
dificultades que ha de entrañar su destrucción, aún reconociendo que son de carácter negativo,
debido a que la conciencia de los seres humanos -salvo contadas excepciones- se halla
plenamente identificada con tales EGREGORES y le resulta tremendamente difícil y hasta penoso
luchar contra ellos ya que parecen formar parte del propio equipo individual y su destrucción
motiva a veces verdadera aflicción y dolor. La contraparte superior y sublime de ese estado de
tensión, dolor y lucha por destruir los EGREGORES se halla en el ARHAT, el Gran Iniciado, que ha
de destruir su Cuerpo causal o Cuerpo de Luz con el cual estuvo ínti mamente vinculado durante
millones de años, antes de poder penetrar en el Misterio infinito de la Quinta Iniciación y
convertirse en un Adepto, Maestro de Compasión y Sabiduría.
Los distintos tipos de EGREGORES cualifican la vida de los individuos y de los grupos,
quienes han producido una gigantesca acumulación de energía por efecto de sus ordinarios y
habituales estados de conciencia y la forma de tales EGREGORES, construida por una
impresionante cantidad de devas afines, se convierte en el condicionamiento kármico que sofoca
las nobles cualidades espirituales de la humanidad. Hemos visto durante el curso de este Tratado
cómo la acumulación incesante de energía psíquica creaba una ingente cantidad de
EGREGORES los cuales, agrupados por orden de densidad o de cualidad vibratoria, se reunían
en dos grandes e incluyentes grupos constituyendo aquellas dos potentísimas y misteriosas
Entidades que esotéricamente definimos como el GUARDIAN DEL UMBRAL y el ANGEL DE LA
PRESENCIA, nefasta y altamente negativa la primera por ser el receptáculo de todas las
expresiones inferiores de la humanidad y apetecible y correcta la segunda, por cuanto encarna los
mejores anhelos y aspiraciones espirituales de los seres humanos. La lucha de los aspirantes
inteligentes y de buena voluntad y de los discípulos en entrenamiento espiritual se realiza en el
centro de estos dos potentísimos EGREGORES raciales, de ahí el principio místico de todas las
religiones que afanosamente predican la paz, el orden, la serenidad y el equilibrio, ya que es en el
centro mismo de toda dualidad o separatividad humana donde la lucha adquiere caracteres de
verdadera epopeya y el relato de esta lucha constituye, de una u otra manera, el Cuerpo de
Misterios de aquellas religiones o comunidades espirituales.
Tal como hemos dicho en otras varias ocasiones, un EGREGOR es una masa de energía
psíquica dotada de una forma objetiva en el plano donde habitualmente se manifiesta. Esta forma
ofrece la particularidad de adaptarse a las expresiones de la personalidad psicológica humana,
cuando ésta experimenta ciertos estados de conciencia, tales como el odio, la envidia, el miedo o
la desesperación o, por el contrario, la benevolencia, el afecto, la compasión, la decisión o el valor.
La acumulación de las energías psíquicas exigiendo una forma -he ahí una locución que merece
un cuidadoso estudio- halla en los distintos éteres del espacio cualificado que rodea y compenetra
a nuestro planeta, la respuesta justa y adecuada. La actividad de ciertos devas constructores en
los distintos niveles de expresión psíquica, produce y determina aquellas formas y una vez
creadas se introducen en las mismas constituyendo lo que podríamos denominar esotéricamente
un centro de conciencia. Vemos, por tanto, que cualquier tipo de EGREGOR es una acumulación
de energía psíquica en algún definido nivel, dotada de una forma distintiva y cualificada y
mantenida coherentemente en el éter por la voluntad instintiva de un centro de conciencia dévico.
Hemos hecho referencia a las tendencias naturales de la raza humana, porque en esta
frase se halla implícito el valor de los términos historia, civilización y cultura con su inmenso caudal
de conocimiento y riqueza de experiencia. Los EGREGORES construidos por las distintas
humanidades deberían lógicamente ser destruidos una vez cumplida su finalidad de abrir o cerrar
ciclos evolutivos y liberar así a la ingente cantidad de devas substanciadores que los
estructuraron. Sin embargo, y por desdicha de la humanidad, no sucede así y los viejos
EGREGORES continúan activos y pletóricos de poder en los niveles psíquicos, impidiendo la
marcha natural de la evolución. Una de las razones principales por la que fue escrito este Tratado
fue el intento jerárquico de presentar un cuadro lo más completo posible de las condiciones
positivas o negativas del espacio planetario, surcado por una inmensa e increíble hueste de
EGREGORES, correctos unos porque constituyen proyecciones de energía espiritual, incorrectos
otros por encarnar tendencias egoístas de la humanidad y constituyendo centros nefastos de
energía material que atrae las voluntades humanas a los aspectos negativos de la existencia.
Existe, por tanto, una prodigiosa vastedad de EGREGORES negativos, los cuales ocupan
zonas definidas en el aura magnética planetaria, constituyendo centros receptores y al propio
tiempo proyectores de aquellas energías que en términos esotéricos llamamos lunares y están en
sintonía con las cualidades negativas desarrolladas por los seres humanos en el devenir de sus
vidas kármicas. Tal como tuvimos ocasión de estudiar en capítulos específicos de este Tratado, las
virtudes y los defectos humanos estaban convenientemente ordenados y clasificados de acuerdo
con dos grupos principales; aquellos que en mística cristiana son denominados los siete pecados
y las siete virtudes capitales. Los pecados capitales son poderosas entidades psíquicas o
EGREGORES dotados de una gran consistencia objetiva y substancial, capaces de impresionar la
visión del clarividente astral y atormentar frecuentemente con sus nocivas influencias a las
personas sensitivas o sujetas a trastornos nerviosos, al paso que galvanizan los éteres planetarios
con sus densas radiaciones produciendo lo que corrientemente llamamos malos ambientes. Las
siete virtudes espirituales, o las llaves del Espíritu Santo para abrir las puertas del Alma, tal como
las denomina asimismo la tradición mística, constituyen las fuerzas del equilibrio al contrarrestar
las energías de los EGREGORES negativos con las de los EGREGORES positivos creados por
las buenas intenciones y recta conducta de los hombres y promotores por ello de los buenos
ambientes sociales.
Pese a que desde el limitado ángulo de visión de los seres humanos aparecen los Angeles
bajo un carácter típicamente religioso y místico, lo cierto es que su actividad en la vida de la
Naturaleza es netamente científica, utilizando para ello un extraordinario dinamismo que está más
allá de nuestra comprensión y unos incomprensibles métodos que podríamos calificar, sin
embargo, de rigurosamente científicos y profundamente técnicos. Algunos cualificados
investigadores del mundo oculto -dentro de los cuales nos incluimos humildemente nosotros- han
llegado a la conclusión, después de unos previos contactos con ciertos excelsos moradores del
reino dévico, que lo que en términos corrientes llamamos ciencia de los hombres con sus
prodigiosas conquistas en el aspecto técnico, no es sino un pálido reflejo de la actividad de los
Angeles en la vida de la Naturaleza. Ellos utilizan los verdaderos cauces científicos para producir
todos los fenómenos llamados naturales, sean acuosos, geológicos, eléctricos, psíquicos, etc., en
la extensión de la vida planetaria. La explicación correcta de tales fenómenos, pese a su aparente
simplicidad, constituye un secreto iniciático, reservado inicialmente a los investigadores del mundo
oculto, pero que irá siendo revelado gradualmente en forma de ciencia natural en las Escuelas
superiores y en las Universidades de todos los países realmente cultos y civilizados. Se nos dice
esotéricamente que al final de este siglo XX, serán muchos los seres humanos que habrán logrado
participar conscientemente de este legado tradicional iniciático, estableciendo contacto consciente
con diversas jerarquías dévicas de las cuales recibirán instrucción superior. Estos seres humanos
serán las simientes de la Nueva Era, la sal de la tierra a la que se refirió Cristo y la levadura de la
nueva humanidad. Serán auténticamente mentales, pero su corazón amoroso rebosará una
perfecta comprensión de las necesidades humanas y de los métodos correctos de solucionarlas.
No poseerán orgullo espiritual, muy propio de los discípulos de la Era de Piscis, sino que sus
conocimientos esotéricos vendrán impregnados de verdadera sabiduría, constituyendo desde el
ángulo espiritual el camino de Luz que recorrerá el Avatar para introducirse en el aura de la Tierra.
Estos esforzados paladines del bien universal crearán en el éter lo que podríamos calificar
de EGREGORES de la Nueva Era. -dados por una gran cantidad de hombres y mujeres de buena
voluntad del mundo, mantendrán en sus mentes y corazones las luminosas imágenes del ideal
redentor y permitirán que Devas constructores de elevada jerarquía espiritual los substancien en el
éter y den progresivamente forma a los luminosos y vibrantes EGREGORES que deberán presidir
el nuevo ciclo de ordenación espiritual del mundo. Los grandes Angeles de los planos superiores
del Sistema hallarán en estos EGREGORES los adecuados cauces de proyección de la energía
cósmica procedente de las poderosas estrellas de la Constelación de Acuario, cuya actividad
empieza a manifestarse ya en ciertas regiones psíquicas de la humanidad. La realidad de tales
hechos es tan profunda y significativa que difícilmente podrá alcanzar la mente del hombre
corriente hasta pasados lo menos tres siglos dentro de la ordenación cíclica de la Era de Acuario.
Sin embargo, los aspirantes de cierta elevación espiritual y los cualificados discípulos mundiales
SON YA CONSCIENTES de tales hechos y colaboran -más o menos eficientemente- con los gran-
des Angeles en la elaboración de los nuevos EGREGORES cíclicos. Una nueva ordenación o ciclo
de vida está siendo planificada desde los niveles jerárquicos con destino a la humanidad para que
sirva de apertura para los nuevos tiempos.
3. La tercera y última etapa corresponde a los Angeles superiores, los Cuales utilizarán
dichos EGREGORES como canales de distribución de las nuevas y poderosísimas
energías entrantes.
El tema de los EGREGORES es muy importante por cuanto trata muy directamente de las
creaciones humanas en el mundo oculto, así como de la importancia de las mismas en lo que se
refiere a la estructura de los ambientes psíquicos de la humanidad que determinan el grado de
civilización y cultura de los pueblos de la Tierra y escriben las páginas de su historia. Sin embargo,
coexistiendo con los EGREGORES existen también en los mundos invisibles o niveles ocultos de
la Naturaleza otras formas psíquicas no creadas por la humanidad, pero que en su conjunto
contribuyen a fomentar los buenos o malos ambientes y son, por tanto, elementos subjetivos que
colorean con sus particulares influencias la evolución espiritual de los seres humanos. Algunas de
tales formas fueron estudiadas anteriormente en otras páginas de este Tratado, pero conviene
insistir sobre las mismas, por cuanto su identificación y la distinción que logremos establecer entre
ellas y las formas psíquicas de los EGREGORES, nos ayudarán en gran manera cuando tratemos
de contactar conscientemente a las Entidades angélicas que pueblan los distintos éteres
planetarios y muy especialmente a nuestro Angel Solar o Yo espiritual. Veamos algunas de las
formas psíquicas no creadas por la humanidad.
b. Las formas astrales creadas por arte de Magia por personas viviendo en el plano
físico, utilizando el poder de la voluntad y la capacidad imaginativa sobre las entidades
dévicas de escasa evolución que pueblan el aura etérica del planeta. Estas formas
psíquicas suelen desvanecerse pronto, aunque pueden persistir durante largos
períodos de tiempo, lógicamente en tanto perdure el lazo magnético establecido entre
el poder mental de la persona creadora de aquellas formas y la vida de los devas que
ayudaron a construirlas.
d. Todas las formas psíquicas construidas por ciertas devas de mayor evolución
con capacidades de adoptar en el éter la figura humana o la de cualquier animal.
Estas formas varían en orden al mayor o menor desarrollo de la voluntad ejecutora de
tales formas, a menudo de carácter instintivo, cuya evolución dévica de tipo bastante
primario se realiza a través de esta facultad natural de imitación o de asimilación de
cualquier tipo de forma en la vida de la Naturaleza.
La distinción entre este grupo de formas psíquicas que acabamos de clasificar en orden a
nuestro trabajo de investigación esotérica y las formas psíquicas de los EGREGORES, no es en
ninguna manera fácil; por el contrario, es singularmente difícil y, tal como hemos dicho
anteriormente, constituye un campo de prueba para la habilidad de los discípulos sujetos a
entrenamiento iniciático. Las formas de los elementales constructores o devas de las formas, tales
como los gnomos o espíritus de la tierra, los silfos, las ondinas, las hadas, etc., en su multiplicidad
de especies, grupos y familias constituyen un campo apasionante de estudio para el investigador
esotérico, el cual debe aprender a distinguir sus formas etéricas de entre la gran profusión de
EGREGORES psíquicos que moran en los varios niveles del espacio etérico del planeta, debiendo
ser advertido que algunos de tales EGREGORES, nacidos del contacto de los seres humanos de
refinada evolución con Angeles superiores, aparecen a la vista del observador bajo la forma de
resplandecientes Devas, siendo verdaderamente difícil distinguir unas formas de otras,
constituyendo precisamente esta dificultad una prueba definitiva para el aspirante a la Iniciación.
Capítulo XIV
SINTESIS EXPERIMENTAL
Después de leer cuanto ha sido dicho en este Tratado, quizás se pregunte el lector si el
autor ha basado sus comentarios en conocimientos adquiridos previamente, o bien si ha
desarrollado sus ideas de acuerdo con sus propias experiencias dentro del mundo oculto. Debo
decir al respecto que si bien en el pasado adquirí bastante información acerca de la interesante
temática de los mundos invisibles, jamás llegué a sentirme plenamente satisfecho de tal literatura,
no porque ésta careciese de valor, sino porque siempre creí que sólo la propia experiencia podría
calmar mi ardiente sed de conocimiento interno. A esta experiencia dediqué pues todos mis esfuer-
zos individuales, pudiendo afirmar que los tres libros que constituyen Un Tratado Esotérico sobre
los Angeles son el fruto de un trabajo de investigación personal, llevado adelante venciendo todas
las dificultades que hallé en mi camino como efectos del karma y las propias que son inherentes a
los esfuerzos de la búsqueda. La gentil ayuda dévica que recibí durante el curso de mis
investigaciones y que acepté con cálido agradecimiento, forman indudablemente parte de este
proceso místico de introducción en el mundo oculto. Esta síntesis que someto a la consideración
de Uds. es un bloque arrancado de la cantera de mi propia experiencia. En ella soy sincero y sólo
trato de que el ánimo de Uds. se sienta arrebolado por idéntico entusiasmo que el que me impulsó
a penetrar audazmente en los secretos de la vida oculta. Esta síntesis abarca mis primeras
experiencias o contactos con las fuerzas elementales de la Naturaleza, hasta los grandes
contactos realizados en niveles. superiores con Angeles de gran evolución espiritual, quienes se
dignaron introducirme conscientemente en los misterios de sus maravillosos mundos de armonía.
Los lectores de libros esotéricos de nuestra época están más interesados -creo yo- en
descubrir el secreto de la energía que se halla oculto en lo más profundo del corazón silente de la
Naturaleza, que en el tradicional objetivo de presentar formas de energía, aunque el estudio de
tales formas forme parte de las investigaciones esotéricas del mundo oculto. Recogí -permítanme
esta afirmación- el sagrado relato místico y tradicional de las formas dévicas, pero añadiéndoles el
significado dinámico de la acción, mediante el cual puede apreciarse la suprema analogía de
dichas formas con sus muy bien determinadas y cualificadas misiones en el orden creativo de la
Naturaleza. He podido establecer así una clara distinción entre energía y forma con respecto a las
infinitas vidas dévicas que en multiplicidad de huestes y jerarquías crean el Universo, tratando de
percibir y de comprender la profunda y desconocida actividad dinámica que surge de los éteres
misteriosos del Espacio para construir adecuadas formas para todos y cada uno de los Reinos de
la Naturaleza. He podido comprobar que para cada grupo de Devas realizando determinada
misión en la vida de los Reinos, existen unas reglas definidas en lo que a su particular trabajo
hace referencia. Podríamos decir que para cada jerarquía dévica rige lo que en términos humanos
llamamos la responsabilidad. A mayor jerarquía mayores compromisos y exigencias, así como
mayor belleza y sutilidad en la línea de las actividades dévicas, habiendo aparentemente una
enorme semejanza entre este sentido natural de responsabilidad impuesta por la ley de jerarquía
dévica y la ley del karma que rige para los seres humanos. Pero, por encima de todas las
consideraciones jerárquicas del mundo dévico, existe el permanente estímulo de la ley universal
de Necesidad que mueve todas las actividades de los Devas y les mantiene gozosamente, dentro
de sus grupos respectivos, para construir todas las formas que precisan las unidades de vida de
todas las especies dentro de cada uno de los Reinos de la Naturaleza. Así, al observar
atentamente el desarrollo del trabajo realizado por un elemental constructor y el de un Deva de
superior gradación dentro del mundo dévico, fui consciente también de la armonía existente entre
todas las cosas objetivas de la vida y el incesante devenir de sus profundas motivaciones ocultas.
Los nexos de unión o las fronteras silenciosas que separan ambos mundos, el externo y el
interno, son tan sutiles que necesariamente me vi obligado a sutilizar mis vehículos de percepción
interna en una elevada medida. Así pude librarme de muchos de los errores de visión y de las
consiguientes distorsiones mentales que de ellos se derivan. Traté, en fin, de establecer unas
claras analogías entre la minúscula existencia dévica manifestada como un puntito de luz en el
centro místico del átomo ultérrimo, primera expresión de vida atómica o química en la vida del
Universo y el gigantesco ATOMO que llamamos Sistema Solar. Si bien la expresión cíclica o
campo de experiencia entre ambos extremos varía inconcebiblemente en espacio, tiempo y
conciencia, el sentido y el propósito de la manifestación son idénticos en uno y otro caso. Esta
realidad marca y define perfectamente las leyes de la analogía, cuya utilización correcta e
inteligente por parte de los científicos del mundo, aportará datos concluyentes y objetivos sobre la
realidad del mundo oculto y de la causa suprema de la ENERGIA, manifestada bajo multiplicidad
de formas en la vida de la Naturaleza.
Uds. se preguntarán seguramente también, y esta es una pregunta que yo considero muy
lógica, cómo le fue posible al investigador establecer contacto directo con las formas angélicas de
manifestación tal como fueron descritas en este Tratado. Bien, esta pregunta puede ser
contestada con toda honestidad y sencillez desde una doble vertiente; la primera es que el autor
posee una gran sensibilidad psíquica y una mente muy analítica y la segunda -tal como lo he
afirmado en algunas otras partes de este libro -porque ciertos Devas de gran evolución se
dignaron aprovechar aquella sensibilidad psíquica para introducirme en el maravilloso campo de la
evolución angélica, intensificando mis capacidades de observación interna y grabando en mi
memoria cerebral todos los datos de interés esotérico que mi mente apercibida iba registrando.
Uno de tales Devas -llamado ocultamente JESAZEL y a Quien dediqué especialmente el segundo
volumen de este Tratado- estuvo muy asiduamente conmigo durante casi todo el tiempo de mis
investigaciones. Tanto los demás Angeles que gentilmente me ayudaron, son de categoría
espiritual superior a la humana y poseen un tremendo y misterioso poder sobre los éteres
espaciales, como pude comprobar cuando materializaron en mi mente la forma de los espíritus de
la Naturaleza de ciertos Devas constructores y de determinadas Jerarquías dévicas de gran
evolución. Acerca de estas últimas, me advirtieron que me sería muy difícil poder intelectualmente
transcribirlas. “Es -me decían- como si trataras de explicar la paz, la música o el viento’ Se trataba
en realidad de definir unas formas para las cuales la mente intelectualizada del hombre no posee
todavía elementos de conciencia. Debo confesar pues muy honradamente que las descripciones
que realicé acerca de las Entidades Angélicas superiores en los textos del segundo volumen de
este Tratado, titulado muy significativamente La Estructuración Dévica de las Formas, fueron sólo
vagos recuerdos de una experiencia vivida en los niveles ocultos, evocados intuitivamente y
expresados utilizando el poder creativo de la imaginación. El propósito insigne que guía las
actividades de tales excelsas Entidades Dévicas quedó sin embargo lo suficientemente claro en mi
mente y a través de las percepciones continuadas del mundo oculto, fui siendo cada vez más
consciente de la directa intervención angélica en todos los acontecimientos históricos o kármicos
que tienen lugar en el devenir de la vida planetaria, utilizando la misteriosa red etérica que conecta
a todos los seres y a todas las cosas, más allá y por encima de la propia ley de jerarquía. A través
de esta red etérica que constituye el vehículo magnético y radiante del Logos planetario, todo
cuanto vive, se mueve y tiene el ser dentro del círculo-no-se-pasa del planeta, participa de un
karma o de un destino común.
El punto de vista de los Devas, como reino en evolución, es evidentemente muy distinto
del de los seres humanos. Por decirlo de alguna manera ellos ven las cosas realizadas, en tanto
que el ser humano siempre tiene la sensación de que las está realizando. Tal es a mi entender el
motivo por el cual ambas corrientes de vida, la dévica y la humana, no se hayan encontrado
todavía en el devenir de un sendero único plenamente compartido... No obstante, y tal como me
ha sido posible constatar, un gran número de seres humanos están capacitándose actualmente
para establecer contactos con el mundo dévico, aunque no sean plenamente conscientes de las
facultades que van desarrollando y consideren que sus visiones y percepciones no son sino
efectos psíquicos corrientes dentro del campo parapsicológico. Debo aclarar al respecto que todos
los efectos parapsicológicos susceptibles de ser contactados o registrados por los seres humanos,
en no importa qué nivel del mundo psíquico, son vibraciones en el éter, estando en su base la
actividad de los espíritus de la tierra, del agua, del aire o del fuego, muy hábiles en la producción
de todos los fenómenos psíquicos o paranormales, capaces de afectar la vista, el oído, el tacto, el
gusto o el olfato de las personas convenientemente sensibilizadas al mundo oculto y muy hábiles
también en la producción de las engañosas formas etéricas o ectoplásmicas, que tanto seducen a
la mayoría de los investigadores de los mundos invisibles. Podríamos afirmar que todos los
fenómenos psíquicos que se producen en el éter y afectan los sentidos ocultos del hombre han
existido siempre, cambiando únicamente de polaridad o de vibración a medida que la humanidad
iba evolucionando. Las unidades muy evolucionadas de la raza lemur, inspirados por los devas,
fueron capaces de producir efectos físicos en sus ambientes sociales de clan o de tribu y hoy día
podrían ser hallados todavía hechiceros de tribus perdidas en el interior de las selvas de Africa o
Australia, que pese a su rudimentario desarrollo mental son capaces de producir mediante
sortilegios mágicos, en realidad invocaciones de los elementales de la Naturaleza, aprendidos de
sus remotos antepasados y transmitidos de boca a oído -tal como rezan las más antiguas
tradiciones esotéricas- los fenómenos naturales del viento, del trueno o de la lluvia... Lo mismo
cabría decir en relación con seres humanos de nuestra época aunque de ascendencia netamente
atlante, los cuales son poseedores de altos secretos alquímicos y pueden provocar también
muchos de los llamados fenómenos naturales y de carácter psíquico, singularmente algunos que
están directamente relacionados con el secreto místico del Fuego. Según me explicó
oportunamente JESAZEL, “el secreto del Fuego y el misterio de la Electricidad, constituyen un
solo y único Misterio que deberá ser revelado a la humanidad en el devenir de la Nueva Era, ya
que su descubrimiento dará lugar a una serie impresionante de conquistas en el orden técnico,
cuya importancia no puede ser medida todavía por el cerebro tridimensional del hombre de
nuestros días.”
Al hablar de Electricidad, debo hacer referencia a mis afirmaciones en otras partes de este
Tratado en el sentido de que se trata de una Energía universal y planetaria cuya causa se halla en
la ley de polaridad, o diferencia de potencial psíquico o ígneo entre los llamados devas lunares y
los devas solares, los cuales en ciertas fases de equilibrio producen luz, calor o movimiento. El
misterio de este equilibrio se halla muy bellamente expuesto en los conocimientos esotéricos
acerca de los llamados planetas sagrados, o planetas luminosos, en donde los Angeles que rigen
la Materia y los que emanan del Espíritu creador han llegado a un perfecto equilibrio y
consecuentemente han dejado de luchar entre sí.
Puede que Uds. se hayan interrogado alguna vez acerca de cuales deberían ser los
requisitos mediante los cuales un ser humano podría establecer contacto con los Devas y con
todas las fuerzas ocultas de la Naturaleza. Bien, esta interrogante podría ser contestada desde un
ángulo puramente científico y psicológico, por ejemplo: “... tratando de ser conscientes de las
mismas.” Esta respuesta, que aparentemente no dice nada, lo está diciendo todo, habida
cuenta que el contacto dévico o angélico ha existido siempre, en todas las fases de la vida
evolutiva de la humanidad y en todos los niveles dentro de la inmensa complejidad y magnificencia
del mundo oculto que nos rodea y compenetra. El sentido intimo de la civilización, de la cultura y
de las tradiciones de todos los tiempos, revela siempre el contacto del hombre con las fuerzas
subjetivas e invisibles de la Naturaleza. Los Angeles, en su multiplicidad de jerarquías y funciones,
han constituido perennemente el centro de todos los mitos sagrados, leyendas misteriosas y
narraciones simbólicas del mundo. Desde los poderosos Arcángeles o Mahadevas, Señores de la
espiritual revelación, hasta los humildes devas elementales que cuidan de la construcción de los
átomos químicos, pasando por los Devas familiares, Genios o Daymons que inspiraron las obras
de los grandes filósofos y artistas del pasado, todo es CONTACTO, REVELACION e
INSPIRACION. Sólo hay que abrir los ojos e intentar percibir esta infinita prodigalidad dévica. El
segundo paso corresponde al esfuerzo por desarrollar conciencia dévica en nuestra vida de
aspirantes espirituales y evocar respuesta de los éteres inmortales. Para ello deberemos adquirir
un tipo de sensibilidad espiritual con respecto al entero contexto ambiental que nos envuelve. El
término comprensión, que es la antesala del amor humano, define muy claramente ese tipo de
sensibilidad, que permitirá modificar sensiblemente la conciencia psicológica hasta el punto de
suprimir todas las reacciones de tipo personal, corrientemente de carácter antagónico y, como
consecuencia, provocar una reacción psíquica de carácter dévico que creará un impacto en
nuestra conciencia y llenará de luz algún hueco de nuestro cerebro, permitiendo cierta liberación
de energía espiritual y desarrollando algún definido y cualificado grupo de cé lulas. El proceso
parece sencillo; sin embargo está lleno de dificultades y los hábitos egoístas de la personalidad
crearán, a no dudarlo, zonas de gran resistencia a las buenas intenciones del alma. Pero, habrá
que perseverar en el intento y hacer frente a todas las dificultades, sabiendo de antemano que el
contacto dévico nos hará conscientes de ocultos e ignorados niveles de armonía dentro del propio
ser y que los resultados obtenidos, ya en un buen principio de los intentos de acercamiento dévico,
mantendrá nuestro ánimo muy sereno, animoso y expectante y la voluntad muy firme y dispuesta a
enfrentar los incidentes psicológicos de la búsqueda.
Las primeras experiencias de contacto dévico afectarán quizás el sentido del olfato en
forma de vagos o penetrantes perfumes. También podrá percibirse auditivamente las notas de una
música tenue, suave y lejana o bien será posible registrar en los éteres ambientales una serie de
luces de varios colores que surgen inopinadamente dentro del campo subjetivo de nuestras
percepciones internas, para desaparecer asimismo raudamente, aunque deparándonos una sen-
sación psicológica de paz y de bienestar. Más adelante, las tomas de contacto serán más
concretas y objetivas, desde la vaga impresión de que Alguien está a nuestro lado ayudándonos
con su presencia, singularmente en momentos de grandes problemas y dificultades, hasta la visión
concreta y objetiva de los pequeños devas y espíritus elementales de la Naturaleza. Finalmente,
se abrirá por completo el campo de nuestras percepciones sutiles en el éter y seremos capaces de
percibir a los Devas familiares, quienes, con infinita cordialidad, nos introducirán en el extenso y
dilatado campo de las relaciones dévicas. En esta fase nos será posible, sin duda, establecer
contacto y entablar amistad con algún Deva superior, el cual nos hará conscientes, si a ello
estamos realmente dispuestos, de los misterios del Reino Dévico, con sus profundas enseñanzas
místicas sobre las leyes ocultas de la Naturaleza y los íntimos secretos y sagrados misterios que
preceden a la iniciación espiritual del ser humano.
Como Uds. habrán podido constatar, estoy refiriéndome a ciertas experiencias de carácter
íntimo aunque de efectos ambientales, pero cuya culminación en el orden oculto ha de ser el
establecimiento de unas relaciones conscientes con el mundo dévico. Quizás Uds. habrán tenido
alguna vez experiencias de ese tipo, en la niñez o en el devenir de ciertas etapas de sus vidas
cuya trascendencia motivó profundos cambios en sus conciencias. La manera imprevista como tal
proceso culminó en una solución correcta cuando ya todo parecía perdido, podría indicar quizás
que en el desarrollo de la misma intervinieron factores ocultos que llevaron a cabo por proce-
dimientos supranormales aquello que seguramente se hallaba más allá del alcance de nuestras
fuerzas o posibilidades. Podríamos decir al respecto que muchas de las soluciones atribuidas a la
acción humana nada o muy poco tienen que ver con la utilización de la voluntad o del libre
albedrío... El libre albedrío expresa frecuentemente una incapacidad manifiesta para solucionar
ciertos problemas vitales en el devenir de la existencia humana, debiendo ser aceptada entonces
la presencia oculta de una voluntad oculta completamente independiente de la del hombre, que
realiza por arte mágico -si es que podemos decirlo así- cuanto éste es incapaz de realizar. Sólo así
es posible que se cumpla normal y adecuadamente el karma del ser humano y el de la propia
humanidad. Y, naturalmente, dentro de los límites de esta comprensión habrá que aceptarse
asimismo como lógica la idea de que una infinita legión de entidades ocultas, llámeselas ángeles,
devas o simplemente energía divina, está cumpliendo el propósito de la Vida de Dios en la
Naturaleza con una total abstracción de los deseos y las voluntades de los hombres. De ahí
también que la perfección humana, que nace del augusto cumplimiento del destino kármico, no
sea sino un resultado de la compenetración inteligente del hombre con la actividad de los Devas,
que desde los niveles ocultos cuidan del cumplimiento de la Voluntad de Dios.
Cuando establecemos esta marcada distinción entre el libre albedrío humano y la voluntad
divina encarnada por los Devas, estamos introduciéndonos realmente en las verdaderas causas o
motivaciones de la historia, ya sea individual, comunal o planetaria. El centro de incidencia del
proceso es el Karma o Destino, es decir, la Ley de Causa y Efecto que rige el absoluto
cumplimiento de la Voluntad de Dios dentro de las fronteras o círculo-no-se-pasa del Universo. Lo
que hace el hombre mientras se halla en el pleno ejercicio de su libre albedrío, es ofrecer una
constante resistencia a la Voluntad rectora del Destino y a esta resistencia se la llama
corrientemente voluntad individual. Hay por tanto un larguísimo trayecto a recorrer en tanto que el
hombre no comprenda que su libre albedrío se opone constantemente a la voluntad divina y deci-
da inteligentemente variar la conducta o trayectoria de su vida. Las energías dévicas, como
fuentes de construcción, se hallan presentes por doquier constituyendo la motivación oculta de
todas las formas y sembrando dentro del corazón humano las eternas semillas de la comprensión
superior. Es precisamente esta comprensión la que ha de realizar dentro del sancta sanctorum del
corazón individual la trascendente alquimia de convertir el libre albedrío en voluntad perfecta,
siendo descrita ocultamente esta alquimia trascendente como INICIACION es decir, la capacidad
que tiene el hombre de prescindir conscientemente de su libre albedrío, o pequeña voluntad
humana, frente a la Voluntad todopoderosa de la Divinidad, con lo cual deja de sufrir y de sentirse
fatalmente atado a la Rueda del Destino con su interminable secuela de muertes y nacimientos.
En el centro del proceso superior que va del libre albedrío humano a la Voluntad divina, pasando
por las inevitables crisis de la Iniciación, hallaremos siempre que las ocultas motivaciones de tal
trascendente experiencia surgen de unas regiones desconocidas del éter a las que yo denomino
mundo dévico o reino angélico. Estas energías dévicas constituyen el eje misterioso alrededor del
cual gira la Rueda del Destino individual, planetario o solar movida por los Señores del Karma. La
Ley siempre es la misma, aunque crezca o decrezca la medida o los limites de contención de la
Vida dentro de la Forma. Así, un pequeño átomo tendrá un destino tan completo como el del
propio Universo, pese a la medida infinitesimal de su cauce o a lo reducido de su campo de
expresión. La Vida es la medida de todas las cosas, pero sabe limitarse en cada una de ellas en
orden al Plan universal diseñado por la propia Divinidad. Esta limitación da origen al principio de
Jerarquía espiritual dentro del Cosmos. De ahí que existan unas muy particulares e íntimas rela-
ciones entre Vida, Conciencia y Forma, términos tan frecuentemente utilizados en los libros
esotéricos. La Vida pertenece siempre a la Divinidad creadora, la Conciencia es el privilegio de la
Vida manifestada, y la Manifestación, con su infinita prodigalidad de Formas, corresponde a la
actividad de las jerarquías dévicas. Tal es aparentemente el orden de la Creación mediante el cual
el Espíritu humano manifestado como Vida se sumerge en el misterioso océano de la Materia para
ser cada vez más consciente del Propósito redentor que a través de cada una de las Formas de la
Naturaleza trata de revelarse. La Conciencia, por tanto, es la reacción o res puesta de la Vida al
contacto con la Forma material. Esta Forma material, a su vez, es una respuesta a los sagrados
impulsos de la Vida del Espíritu. Así, siempre existirán unos lazos indestructibles entre la
incalculable prodigalidad de conciencias en evolución -dentro y fuera del Universo- y la Vida
Divina, llena de propósitos redentores, que se introduce en la Materia para dignificarla y elevarla a
las sempiternas alturas del Espíritu. Por tal razón es altamente necesario que el ser humano, cuya
alma o conciencia se halla en el centro del equilibrio del Espíritu-Vida y de la Materia-Forma,
aprenda a dignificar sus compuestos materiales y a elevar la sintonía vibratoria de los mismos,
siguiendo unos propósitos redentores idénticos a los de la propia Divinidad, ya que no es un
simple tópico o una amable condescendencia la afirmación bíblica de que somos hechos a Su
imagen y semejanza.
Interesa profundamente, pues, iniciar ese trabajo redentor de la Materia asignado al Reino
humano estableciendo contacto con las Entidades dévicas, cuya misión es dotar de Formas cada
vez más dignas y bellas a las conciencias en evolución dentro del círculo-no-se-pasa del planeta y
del propio Universo. El secreto de la Forma, uno de los grandes misterios iniciáticos, revela que
cualquier partícula de materia ha de hacerse radioactiva para poder liberar las energías de la Vida
divina contenidas en su interior. Tal es la labor asignada al Reino dévico y a la humanidad
trabajando mancomunada y debidamente compenetrados. El resultado de esta fusión de
actividades tendrá como absoluta consecuencia la liberación del aciago destino que persigue a la
humanidad desde las más primitivas edades...
Podríamos asegurar que algunas de las grandes crisis humanas de los momentos
actuales son de reajuste con las nuevas energías dévicas, procedentes de las más elevadas
regiones siderales, en respuesta a las necesidades de evolución del propio Logos planetario y una
de cuyas principales consecuencias o resultados ha de ser el contacto consciente de los seres
humanos debidamente capacitados con elevadas jerarquías del Reino dévico.
Si la adquisición del sentimiento de Alegría dependiese de una técnica, diríamos que esta
técnica debería tener tres grandes vertientes: la invocación, el contacto y el control de las energías
provenientes del plano búdico. La invocación presupone emitir una nota de armonía en la vida
personal con el consecuente establecimiento de rectas relaciones humanas dentro del contexto
social en el que vivimos inmersos. El contacto es inevitable cuando la armonía personal se
exterioriza en forma de paz a través del aura etérica, creando un campo magnético puro y
radiante. Los Angeles familiares -a los cuales hemos hecho amplia referencia en otras partes de
este estudio- contemplan serenamente el proceso de irradiación que acompaña la vivencia
correcta del ser humano y pueden mostrarse objetivamente ante sus percepciones e incluso
ilustrarles sobre muchos de los misterios que encubren sus mundos de armonía, confiándole más
adelante, en ciertas iniciaciones y cuando los vehículos expresivos se han hecho perfectamente
moldeables a la influencia superior, el poder de controlar eficientemente utilizando substancia
búdica, las numerosísimas huestes de pequeños devas de la tierra, del agua, del aire y del fuego
que en su interacción constituyen la vida material en sus múltiples e incalculables combinaciones...
Técnicamente el hombre se convierte en un Mago.
Así, el agua no era para mí un simple compuesto químico, sino que era además el
recipiente místico que albergaba a unas vidas inteligentes que aparentemente y en mutuas y
desconocidas intercomunicaciones la construían. Aprendí, de esta manera, a aliar el agua con
unas bellas criaturas etéricas que esotéricamente se denominan ONDINAS. Lo mismo me ocurrió
al examinar ocultamente el aire, la tierra o el fuego, dándome cuenta de que en el seno de tales
elementos existía una insólita y palpitante vida que llenaba el espacio con su poder psíquico.
Comprendí progresivamente que estas vidas menores, las sílfides, las ondinas, las hadas, los
gnomos, etc. y la multiplicidad de invisibles y desconocidos espíritus de la Naturaleza, eran
expresiones psíquicas de un poder más elevado ya que, tal como siempre había presentido, la ley
de evolución contiene en sí el principio de jerarquía. Y es así, en forma suave y paulatina, como fui
consciente de unas fuerzas psíquicas infinitamente superiores que utilizaban asimismo el Eter del
Espacio como campo de expresión. Surgieron entonces ante mi exaltada y maravillada visión
extensas gamas de Devas, maestros en el arte de la construcción, dirigiendo una increíble hueste
de pequeñísimos obreros, los cuales con rara habilidad, creaban con sutilísimos hilos de luz
etérica todas las formas físicas de la Naturaleza y que descomponiendo aquella luz la dotaban de
color y de las inherentes cualidades físicas y psíquicas que constituían la razón de ser de sus
vidas, de su constitución y de su especie...
Ultimas consideraciones
La evolución de los Devas de todos los órdenes, en relación con la substancia material del
Universo y del planeta, es obvia y es apreciable en el devenir de cada nuevo ciclo de vida, en el
que la vibración interna del Morador del Cuerpo, ya se trate del Logos Solar, del Logos planetario o
del ser humano, ha alcanzado un nivel superior que exige una substancia material o lunar -si
podemos decirlo así- manejada por más excelsos y elevados Pitris. Variará por tanto
sensiblemente la calidad de las formas, ya que hay una evidente relación entre calidad o
vibración y substancia o forma. La analogía ha de ser perfecta en todos los casos y habrá que
admitirse lógicamente que los Devas que en su integridad confeccionan la substancia de un
esquema de evolución humano, planetario, solar o cósmico, deberán acceder -a igual que los
seres humanos y los Logos creadores- a algún tipo de INICIACION DEVICA en cualquier ignorado
nivel de la Naturaleza, de parte de los poderosos Arcángeles regentes de los Planos del Universo,
o de los Angeles superiores que rigen la evolución de los Reinos. El Misterio de Revelación de
tales Iniciaciones -si tenemos en cuenta las cualidades específicas de los Devas- será quizás el
desarrollo del sentido íntimo del OIDO para poder escuchar los múltiples e incesantes sonidos que
se elevan del mundo manifestado, de la misma manera que las Iniciaciones humanas tienen por
objeto desarrollar el sentido oculto de la VISTA, es decir, el dilatado grupo de percepciones que
han de convertir al Iniciado en un perfecto CONOCEDOR.
Tal como he dicho ya en varias ocasiones, y lo repito ahora por cuanto lo considero muy
importante desde el punto de vista del lector, durante el curso de las investigaciones ocultas que
culminaron en este Tratado, he logrado establecer contacto con algunos de superior evolución y
de reconocida inteligencia. Sus insinuaciones espirituales y el grato sabor de su contacto me
permitieron continuar el trabajo emprendido, singularmente porque gracias a Ellos tuve siempre
una protección segura cuando debía introducirme en ciertas regiones psíquicas en donde los
devas que intentaba contactar eran realmente peligrosos, debido a su intenso dinamismo
vibratorio y al poder ígneo de sus campos magnéticos o cuando trataba de penetrar en los niveles
etéricos ocupados por los elementales inferiores de la Naturaleza, señores de la tierra, del agua,
del aire o del fuego. La experiencia espiritual fue siempre aleccionadora y sé ahora que todas mis
motivaciones espirituales obedecían al interés jerárquico por esclarecer el tema, tan
profundamente místico y espiritual, relacionado con la misteriosa Vida de los devas. Veamos
ahora, algunas de las razones por las cuales el conocimiento del mundo dévico se hace necesario
e imprescindible para la evolución mental y profundidad esotérica de los aspirantes espirituales de
mundo:
a. Porque, tal como hemos venido diciendo en las páginas de este Tratado, los hombres
y los Devas son dos evoluciones o corrientes de Vida que corren paralelas y que, al
final de cierto ciclo de evolución planetaria, deberán coincidir en un punto infinito de su
mutuo desarrollo espiritual para crear el divino HERMAFRODITA o SER ANDROGINO,
mitad hombre -mitad Deva -si podemos decirlo así- que ha de culminar una gran etapa
mística e iniciática en la Vida de nuestro Logos planetario.
b. Porque el secreto de la existencia humana y el por qué de todas las formas existentes,
se halla escondido en el mundo de los Devas y es allí donde hay que descubrirlo.
d. Porque los Devas constructores de estos tres cuerpos en cada uno de los Planos
físico, astral y mental y sus correspondientes subplanos, están cualificados para
convertir los impulsos humanos o necesidades kármicas, en ambientes definidos
dentro del orden social y planetario, teniendo en cuenta que las líneas de mínima
resistencia o instintos procedentes de un lejanísimo pasado, constituyen el campo de
batalla del hombre y los incentivos dévicos de la propia perfección. Hay que tener en
cuenta al respecto que cada uno de los vehículos humanos es esencialmente un
Deva, asistido por una innumerable hueste de devas menores, algunos de ellos
18
El Angel Guardián. según expresión esotérica y mística.
minúsculos como los propios átomos, cuyo poder centralizador ha de ser conquistado
por el hombre. A estos Devas se les denomina esotéricamente ELEMENTALES
CONSTRUCTORES. Tenemos, por tanto, los Elementales físico, astral y mental,
poseyendo cada uno, tal como habremos dicho ya en otras partes de este estudio, un
tipo de conciencia separada que el ser humano ha de controlar, gobernar y dirigir. A
este trabajo continuado de gobierno y de control de tales Devas o Elementales
constructores, se le define oculta y místicamente con el nombre de SENDERO. Se
trata de un proceso de integración que puede llevarse a cabo mediante la práctica de
un oportuno y conveniente Yoga, de un sistema inteligente de meditación o por la
práctica asidua y continuada de la buena voluntad y el deseo de bien hacia los demás
en el devenir de las relaciones sociales. Tal trabajo de integración es un DHARMA de
naturaleza kármica y tiene por objeto redimir a las vidas menores que construyen
nuestros vehículos de necesidad y hacer evolucionar al Deva constructor por el
sistema universal de polarización magnética hacia centros superiores en donde la
Vida dévica es más radiante e incluyente.
e. Porque sin un conocimiento perfecto del mundo dévico no podríamos acceder a las
alturas de la intuición ni a la gloria de la inspiración espiritual. Uno de los secretos
conquistados del mundo de los Devas, utilizando la clave de la analogía, es el de que
la actividad del hombre por adueñarse del misterio universal de su propia vida pasa
por el Reino dévico, ya que son precisamente ciertos excelsos Devas solares los que
crean el estímulo de la vida espiritual y construyen con la luz inmortal de Sus vidas
radiantes aquel místico Puente de Arco Iris, denominado esotéricamente
ANTAKARANA. Este Puente conecta al hombre, el alma en encarnación cíclica, con
su Alma espiritual, Yo superior o Angel Solar. Toda la Vida de la Naturaleza, en
permanente expansión de posibilidades latentes, revela este principio infinito de
polarización de lo inferior con lo superior, ya se refiera a un átomo, a un ser humano, a
un planeta, a un Universo o a una Galaxia. Los Devas, en su multiplicidad de huestes
y jerarquías crean eternamente el ANTAKARANA de unión entre todos los principios
separados en la vida de la Naturaleza y producen fusión y reconciliación en el
insondable destino de todo lo creado. Gracias a los Devas existe un infinito e
ininterrumpible SUTRATMA, o Hilo de Vida y de Conciencia, que une todos los Planos,
Reinos, Razas y Especies enlazándolos a un Destino común de perfección y
reconciliación. Tal es el sentido incomprensible de FRATERNIDAD que une el corazón
de todo lo creado con el indescriptible Corazón solar.
f. Porque, tal como esotéricamente hemos aprendido, los hombres encarnan los
principios conscientes de la Divinidad, lo que podríamos denominar
AUTOCONCIENCIA o aspectos esenciales de Su Vida. Los Devas, a su vez,
representan la VIBRACION CONSTRUCTIVA de Su Naturaleza expresiva, es decir,
los atributos que corresponden a aquellos aspectos esenciales. Así, los tres aspectos
mayores de la CONCIENCIA y los cuatro atributos menores de la EXISTENCIA
constituyendo el Gran Septenario Solar, están eternamente unidos y vinculados. Esta
infinita relación de aspectos y atributos se extiende a la Naturaleza entera, a la Vida
de los Planos regidos por poderosísimos Arcángeles, a los Reinos con sus excelsos
Angeles regentes, a la Vida cíclica de los Rayos y a las Razas humanas con sus
correspondientes Manúes y Devas familiares... Tenemos el ejemplo claro y concreto
de esta realidad en el CUATERNARIO humano que expresa los cuatro atributos del
alma en encarnación cíclica o universal, el cuerpo físico, el vehículo etérico, la
naturaleza psíquica o astral y la mente organizadora y los aspectos espirituales del
Angel Solar, o Yo superior, que anda en el tercer subplano del Plano mental el poder
monádico de la Tríada espiritual constituida por Atma, Budhi y Manas.
Vamos a cerrar con unas breves notas el ciclo de este estudio oculto que hemos titulado
en su totalidad "Un Tratado Esotérico sobre los Angeles". Estamos seguros que durante el curso
del mismo muchos y muy sinceros aspirantes espirituales habrán logrado comprender más
claramente que antes los objetivos básicos que persigue la investigación esotérica, la cual debe
culminar virtualmente en la perfecta comprensión del mundo oculto y en el sentido anhelo de
aproximación a todas y cada una de las infinitas vidas, mayores y menores, que lo integran.
Creemos sinceramente también que después de leer este Tratado el aspirante espiritual se sentirá
más dispuesto para penetrar en las profundidades místicas de su ser, en un intento supremo de
descubrir en aquellas divinas interioridades el brillante hilo de Luz que enlaza mágica y
misteriosamente su vida individual con todas las corrientes de vida del Cosmos. La comprensión
exacta de la ley de Fraternidad y de sus eternas motivaciones en la vida del hombre es la meta
inmediata de todas las investigaciones ocultas, unas investigaciones que deberán culminar un día
en la experiencia trascendente de la liberación del alma. No hay tarea más noble en la vida de un
ser humano que el esforzarse por comprender a los demás, sabiendo que en ese término de los
demás han de ser incluidos nuestros hermanos los Angeles y todas las humanidades dentro y
fuera del Universo que, a igual que nosotros, viven, piensan y sienten y están llenas de
motivaciones ocultas hacia el Bien universal.
Se impone, por tanto, una serena reflexión acerca de las ideas contenidas en estos tres
libros, singularmente las que hacen una directa referencia a la fraternidad angélica, en la
seguridad de que la Verdad y el Testimonio inefable del Bien común penetrarán en el ánimo del
lector y lo liberarán del apego a las efímeras conquistas materiales, las cuales pertenecen al
tiempo y forman el polvo perecedero con que suelen revestir sus auras inmortales los hombres de
la Tierra.
INDICE
Portada e ilustraciones
Prefacio
Introducción
Primera Parte
Capítulo I
GEOMETRÍA ESOTERICA
La ciencia de los centros
El Reino Angélico, el centro de equilibrio entre Vida y forma
El Arquetipo
Capítulo II
LOS DEVAS Y LA IMAGINACIÓN HUMANA
Los Ambientes Individuales
Los Ambientes Familiares
Los Ambientes Profesionales
Los Ambientes Grupales
Los Ambientes Sociales Nacionales
El Alma Territorial
Capítulo III
EL MISTERIO DEL ATOMO DE HIDRÓGENO
La Actividad de los Angeles en el Proceso de Substanciación de los Átomos ultérrimos
Capítulo IV
LOS DEVAS Y EL CUERPO ETÉRICO HUMANO
Los Devas Lunares
Capítulo V
LA ACTIVIDAD DE LOS DEVAS DORADOS
Como trasmisores de las corrientes de vida del Sol, llamadas esotéricamente PRANA
Como Agentes Inductores o Trasmisores del PRANA planetario
Como dinámicos impulsores de los Ritmos de Respiración de los Seres humanos
Como Creadores de los Fenómenos de Irradiación Magnética en la Vida de los Reinos
Capítulo VI
LOS DEVAS Y EL TRABAJO DE LA JERARQUIA
Los Agentes de Shamballa
Los Impulsores del Plan
La Humanidad, el Centro místico de todos los Reinos
Los Tres Departamentos de Trabajo de la Jerarquía y la Obra de los Devas
El Departamento del Manú
El Departamento del Bodhisattva
El Departamento del Mahachohan
Capítulo VII
EL PODER PSÍQUICO DE LOS DEVAS
Sobre los Reinos de la Naturaleza
Sobre los Estados de Conciencia Humanos
Sobre los Siete Rayos
Sobre las Corrientes de Vida Astrológica
Sobre los Vehículos de Manifestación de la Entidad Causal, Alma o Angel Solar y su relación
cósmica
Sobre los Hechos Kármicos que tienen lugar en nuestro planeta
Sobre los Fenómenos Psíquicos
Definidos como Paranormales o Parapsicológicos
SEGUNDA PARTE
Capítulo VIII
LOS SEÑORES DEL KARMA
El Angel de la Muerte
El Angel de la Justicia
El Angel de los Registros Akásikos
El Angel de la Liberación
Capítulo IX
LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA EN LA VIDA DEL HOMBRE
El Nacimiento
La Enfermedad
La Vejez
La Muerte
El Kamaloka y el Devachán
Capítulo X
LA ACTIVIDAD DE LOS SEÑORES DEL KARMA EN LA VIDA DEL UNIVERSO
Los Símbolos de los Señores del Karma
El Señor de la Muerte
El Señor de la Justicia
El Señor de los Archivos
El Señor de la Liberación
Capítulo XI
LAS SEMILLAS DEL BIEN CÓSMICO
La Lucha del Bien y del Mal, la Base Mística de la Creación
El Misterio del Espacio y del Tiempo
Capítulo XII
LOS ANGELES Y LAS INFLUENCIAS ASTROLÓGICAS
Las Personificación Mística de las Energías
La Astrología, una Ciencia de Comunicación entre Angeles y Hombres
Los Ciclos de Vida Universal
La División Esotérica del Mundo por las Grandes Jerarquías Dévicas
Capítulo XIII
EGREGORES
¿Qué es un Egregor?
¿Cómo identificar un Egregor?
¿Cómo destruir los Egregores Negativos?
¿Cómo actúan los Angeles Superiores sobre los Egregores?
Otras consideraciones Ocultas sobre los Egregores
Capítulo XIV
SÍNTESIS EXPERIMENTAL
La Visión del Mundo Oculto
Las Condiciones Intimas del Contacto Angelico
Los Insignes Forjadores del Destino
El Sentimiento de Alegría y el Misterio de la Voz
El Tercer Elemento Vital
Ultimas Consideraciones
EPILOGO