Aprendizaje Estrategico
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Carles Monereo
Autonomous University of Barcelona. SINTE team Research
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Artículo adaptado de la publicación: Monereo, C. (2007) L’aprenentatge estratègic: F.A.Q..
Perspectiva Escolar, 312; 2-10.
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Website del autor: http://www.carlesmonereo.com
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Ser competente es algo más complejo. Consiste en poder activar un conjunto de
estrategias encadenadas para resolver una actividad propia de un determinado ámbito de
dominio o expertitud. Siguiendo con nuestro ejemplo, un nadador competente sabría
qué conjunto de estrategias tiene que poner en acción (plan inicial, regulación de la
respiración y de las brazadas, momentos de contención y explosión, etc.) para ganar una
carrera.
Tal como se puede deducir del punto anterior, para ser estratégico hace faltar tener un
propósito (objetivo) y unos conocimientos (conceptuales, procedimentales, actitudinales
y de las condiciones del contexto), y saberlos activar y regular para lograr la finalidad
perseguida. La investigación ha demostrado que se puede dominar un conocimiento
(por ejemplo el procedimiento para hacer un esquema), sin saber usarlo
estratégicamente, es decir sin saber en qué circunstancias puede ser conveniente
utilizarlo ni de qué modo hacerlo. Entonces el alumno lo utiliza de forma
descontextualizada, a “piñón fijo”. Por el contrario, dominar una estrategia requiere
poseer algunos conocimientos que permitan seleccionarla. Si los conocimientos son
elevados, el uso de estrategias no resultará tan decisivo, pero si son medios o bajos,
actuar estratégicamente, planificando, autorregulando y evaluando los propios procesos
mentales y las acciones empleadas, resultará bastante eficaz.
Las estrategias de aprendizaje tienen una finalidad primordial: hacer que el aprendizaje
no se detenga. El aprendizaje de estrategias posibilita, pues, que un estudiante llegue a
ser autónomo mientras aprende. Este hecho, en una sociedad marcada por la cantidad,
caducidad e incertidumbre de la información, resulta fundamental y es imprescindible
trasladar a los estudiantes la importancia de aprender a aprender, o dicho de otra forma,
de autorregular el propio proceso de aprendizaje cuando, por ejemplo, se escribe, se
resuelve un problema matemático, se toman apuntes, se sintetiza el capítulo de un libro
o se busca información en Internet.
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4. Programación (¿Qué estrategias de aprendizaje hace falta enseñar?)
Una de las cuestiones que más a menudo nos demandan los profesionales de la
enseñanza es: “¿…para esta edad, materia, curso, qué estrategias son las mejores?”.
Aunque parezca que se quiera escurrir el bulto, la respuesta no puede consistir en una
lista de estrategias, exacta e inequívoca. Se pueden listar los contenidos, es decir los
conceptos, procedimientos, incluso las actitudes más apropiadas para unas edades, un
curso y una materia, pero tenemos que recordar que las estrategias no se pueden aislar
del contexto problemático para el cual se ponen en juego. La respuesta, por tanto,
requeriría clarificar un aspecto previo: ¿cuales son los problemas de aprendizaje a los
que más habitualmente tienen que enfrontarse estos chicos de estas edades, en estos
cursos y materias? Y en segundo término, ¿en qué condiciones se suelen dar estos
problemas? Se trataría, pues, de formular un conjunto de problemas bien detallados, la
solución de los cuales requiriese unas determinadas estrategias, aquellas que queramos
potenciar.
6. Currículum (¿Qué contenidos hay que aprender como base para enseñar esas
estrategias?)
Existe una polémica, que se ha convertido en clásica, entre los defensores de enseñar
estrategias para aprender al margen de los contenidos propiamente curriculares (por
ejemplo con ejercicios extraídos de tests de inteligencia abstracta) y los que proponen
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hacerlo de manera “infusionada” con estos contenidos (como el té que se diluye en el
agua). La primera postura entiende la mente como un conjunto de músculos que se
pueden adiestrar con ejercicios diversos que los reforzarán y dejarán en condiciones
para afrontar todo tipo de problemas. La segunda postura concibe la mente como
gestora de representaciones y lenguajes especializados (nuestro amigo J. I. Pozo diría
que los docentes, sobre todo, enseñamos a los alumnos lenguajes como el
“matematiqués”, “el fisiqués” o el “historiqués”) y necesita estrategias específicas que
respeten las relaciones epistemológicas que mantienen los contenidos propios de cada
dominio. Que un alumno sepa hacer mapas de conceptos en historia no garantiza que lo
sepa transferir a química, porque las relaciones entre los conceptos químicos poco
tienen que ver con las que se establecen entre los conceptos históricos.
Actualmente, la idea de una mente que se pueda formar al margen de los contenidos
sobre los cuales piensa está bastante descartada y más bien se considera que cada
contenido preforma la estrategia (como un guante que adopta la forma de la mano que
contiene).
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Las otras fórmulas de organización resultaron menos eficaces, ya que el alumno tenia
serias dificultades para generalizar lo que había aprendido a otros contenidos
curriculares específicos.
Generalmente, estos métodos se sitúan en una secuencia instruccional formada por tres
fases: la presentación de la estrategia, su práctica guiada y, por último, su práctica
autónoma, tres momentos de la transferencia o cesión del control de la estrategia, desde
el profesor (ú otros posibles modelos : especialistas o compañeros más avanzados) a sus
alumnos. El alumno, mediante métodos como, por ejemplo, el modelado (presentación
de una manera de pensar un determinado problema), las pautas o guías de pensamiento
(conjunto de interrogantes que guían las decisiones) o la enseñanza recíproca (cada
alumno de un grupo cooperativo ejecuta una función imprescindible para resolver una
tasca), se va apropiando progresivamente de la estrategia, hasta que logra hacer un uso
independiente de ella.
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En los últimos tiempos las Tecnologías de la Información y la Comunicación están
tomando un importante protagonismo en esta parcela. Sus propiedades (demanda de
explicitación de procesos internos, posibilidades de análisis y elaboración colaborativa
de proyectos, facilidad en el uso de procedimientos para representar la información,
acceso inmediato a todo tipo de conocimientos, etc.), las convierten en medios
privilegiados para la enseñanza de estrategias de aprendizaje.
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10. Mantenimiento (¿Cómo se tienen que conservar y transferir las estrategias
aprendidas?)
Esta es, sin duda, la gran virtud de un aprendizaje estratégico; al haberse constituido a
través de la reflexión y el análisis consciente, resulta relativamente fácil su supervisión
y optimización, con la ventaja añadida de que su modificación y uso exitoso produce un
tipo de conocimiento especial y de gran valor educativo, un conocimiento condicional o
estratégico sobre cuando, como y por qué se tiene que utilizar esa estrategia.
Bibliografia
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Procedimientos en distintas áreas del curriculum:
Pozo, J.I. i Postigo, Y. (2000) Los procedimientos como contenidos escolares.
Barcelona: edebé.
Páginas WEB:
SINTE: http://www.sinte.es/joomla_cast/