Historia de La Llegada de La Criminologia en Mexico
Historia de La Llegada de La Criminologia en Mexico
Historia de La Llegada de La Criminologia en Mexico
El asesino de Trotsky.
Ya con el título universitario, Alfonso recibió en su casa de la Colonia Roma
la visita de don Raúl Carrancá y Trujillo, connotado maestro de la Facultad
de Derecho y juez penal en Coyoacán. La madrugada de ese día León
Trotsky, el ex líder revolucionario ruso, había sufrido un atentado; y si se
confirmaba su muerte, aquello podría convertirse en un conflicto
internacional. El doctor Carrancá acudía al criminólogo para encargarle
una labor muy delicada: un estudio de la personalidad de Jacques Mornard,
el asesino. El estudio, realizado en colaboración con el doctor José Gómez
Robleda, es uno de los más completos que se han hecho a criminal alguno.
Sin embargo, aunque el diagnóstico final declaraba que aquel hombre era
un mitómano, y que no padecía ninguna enfermedad mental -lo que
permitió encarcelarlo-, Alfonso no quedó satisfecho. Habia demasiadas
interrogantes alrededor de Mornard como para considerar cerrado el casó.
En 1950, 10 años después de que el estudio de personalidad fuese
elaborado, el doctor demostró por cuenta propia, con documentos y
huellas dactilares conseguidos en España, que Mornard se llamaba en
realidad José Ramón Mercader; que no había nacido en Bélgica sino en
Barcelona, España, donde conoció al pintor David Alfaro Siqueiros durante
la guerra civil, y quien lo introdujera en los círculos revolucionarios mexicanos.
Aquel triunfo aumentaría no solo el reconocimiento que el criminólogo tenía
en México, sino en todo el mundo.
“En una ocasión -relata José Ramón Garmabella, periodista y biógrafo del
criminólogo- realicé un viaje a París en el que por casualidad me encontré
con él. Estaba molestísimo, mentando madres porque un gringo se le había
acercado para pedirle que le vendiera una pintura. Lo había confundido,
por su cabellera blanca, con Rufino Tamayo, personaje a quien el
criminólogo detestaba. ¡Cómo si yo fuera un pinta sandías! Rugía Quiroz”.
Mi querido Sherlock.
A partir de que la revista Time lo llamó “El Sherlock Holmes mexicano“, casi
todos cometieron la imprudencia de llamarlo así al menos una vez. Cuando
eso sucedía, él insistía molesto en que Holmes no sabía nada de
criminología, y que si había alguien a quien deberían comparar con
Sherlock era al detective de Tultenco, Valente Quintana, célebre por su
habilidad con los disfraces. Pero sería equivocado pensar que el doctor
denostaba a Sherlock. José Ramón Garmabella cuenta que el criminólogo
era un gran aficionado a la literatura policiaca y al cine negro. Su actor
favorito, dice, era James Cagney; en literatura, su favorito era el residente
de Baker Street. Incluso, en una especie de homenaje privado, incluso tenía
en su despacho una gorra de “sabueso”, de las que se usaban para
caracterizar a los detectives de la época victoriana. Garmabella cuenta
que le gustaba provocar a Quiroz cuando hablaban de literatura policiaca,
le decía que su personaje favorito era el Inspector Maigret, a lo que él
siempre contestaba: “no, nunca hubo otro detective como Holmes”.
Poco se sabe sobre la vida amorosa de Sherlock Holmes; y su versión
mexicana fue también muy discreto en cuanto a su vida sentimental. Hay
tres personajes femeninos que fueron clave en su vida: su tía Elisa, quien se
hizo cargo de él tras la muerte de sus padres; María Aparecido, una
criminóloga brasileña a la que desaparecieron durante los días de la
dictadura militar de Castelo Branco, en los 60, y a quien Quiroz no volvió a
ver por más que movió tierra y mar, y Yolanda de la Rocha, a quienes
muchos identificaban como su esposa, aunque lo cierto es que, al igual que
Holmes, nunca se casó.
Asesinos de mujeres.