Estrategias Narrativas en Cien Años de Soledad

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ESTRATEGIAS NARRATIVAS EN CIEN AÑOS DE SOLEDAD

(Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez. Historia de un deicidio)

¿Cómo dota García Márquez a su mundo imaginario de ese enorme poder de persuasión? Ha
logrado imponer a la realidad ficticia una coherencia interna equivalente a la de la realidad
real. Aunque distinta de esta, está organizada según leyes y procesos que son formalmente
semejantes a los que gobiernan la vida real. Esta similitud formal da congruencia, verosimilitud,
autenticidad a la realidad ficticia.
Los grandes procedimientos de la estrategia narrativa de esta novela son:
-la exageración
-la enumeración
-la repetición
-las cualidades trastocadas.

La exageración
Aumentar las propiedades de los seres, los objetos y las situaciones es un procedimiento de
escritura tanto como de estructura. Por ejemplo, en el cap. primero, los gitanos llevan a
Macondo nuevos “inventos”. El primero es el imán, un elemento cuyas propiedades y límites
conocemos bien. En la realidad ficticia estas propiedades han crecido de manera brutal:

“las calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de sus sitios, y las maderas crujían por
la desesperación de los clavos y de los tornillos tratando de desenclavarse.”

Otro de los inventos es una dentadura postiza, que es presentada como “el más fabuloso
hallazgo de los nasciancenos”. La dentadura convierte a un gitano de “encías destruidas por el
escorbuto, mejillas fláccidas y labios marchitos” en un Melquíades “juvenil, repuesto,
desarrugado”. Los espectadores “se estremecieron de pavor ante aquella prueba terminante de
los poderes sobrenaturales”.

Este procedimiento es usado con tanta frecuencia que se vuelve característica de la realidad
ficticia: objetos y seres de la realidad real aparecen en una versión tan agigantada que sufren
un cambio y se convierten en imaginarios. La constante repetición del procedimiento tiene la
virtud de hacerlo invisible. Lo exagerado lo es porque rompe los límites de la realidad. Pero si
en un mundo todo es exagerado, la noción misma de exageración desaparece.
Este procedimiento permite crear un mundo “fantástico” sin poner ante el lector a
seres intrínsecamente imaginarios, como un unicornio o un centauro: objetos familiares,
capaces de despertar su credulidad, son transformados mediante el aumento de sus
propiedades en mágicos o milagrosos.

[…] No tiene nada de particular que una niña invite a su casa a unas amigas, pero Meme invita
a “cuatro monjas y sesenta y ocho compañeras de clase” (p. 223) Inmediatamente después de
llevar la situación a este límite “imposible”, el narrador, con una escritura precisa, enumera
todas las complicaciones reales y objetivas que engendra esta desmesura:

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“La noche de su llegada las estudiantes se embrollaron de tal modo tratando de ir al excusado
antes de acostarse, que a la una de la madrugada todavía estaban entrando las últimas.
Fernanda compró entonces setenta y dos bacinillas, pero sólo consiguió convertir en un
problema matinal el problema nocturno, porque desde el amanecer había frente al excusado
una larga fila de muchachas, cada una con su bacinilla en la mando, esperando turno para
lavarla.”

Este ejemplo se repite casi siempre que un asunto ha sido llevado a la exageración: una vez
arrastrado un objeto, por el aumento de sus propiedades, hasta un límite imaginario, el
narrador retrocede y describe los efectos que tiene, dentro de lo real objetivo, la situación
“aumentada”.

La enumeración
Este método de organización consiste en agrupar los materiales de la realidad ficticia en
pequeñas unidades, en colectividades cerradas que poseen un cierto ritmo y musicalidad, de
modo que el lector, por virtud de esta dinamización, acabe admitiendo los objetos imaginarios
entre los reales. La realidad objetiva y la ficticia se igualan por obra del movimiento y de la
música. En Cien años de soledad, además, la enumeración suele acumular objetos que por su
rareza, tienen una cierta predisposición imaginaria.
Así, por ejemplo, en el primer capítulo se describe lo que le había ocurrido a
Melquíades durante su ausencia de Macondo:

“Sobrevivió a la pelagra en Persia, al escorbuto en el archipiélago de Malasia, a la lepra en


Alejandría, al beriberi en el Japón, a la peste bubónica en Madagascar, al terremoto de Sicilia y
a un naufragio multitudinario en el Estrecho de Magallanes.”

La imaginación dota a la realidad ficticia de un movimiento particular. Esta cascada rítmica


persigue (consigue) distraer: gracias a ella se debilitan las fronteras entre los objetos y unos y
otros se convierten en una sola materia. Las enumeraciones introducen en la realidad ficticia
el mayor número de objetos en el mínimo tiempo y espacio.

“El cuarto de Meme se llenó de almohadillas de piedra pómez para pulirse las uñas, rizadores
de cabellos, brilladores de dientes, colirios para languidecer la mirada, y tantos y tan
novedosos artefactos de belleza…”

En la novela, la enumeración, figura retórica recurrente, se utiliza según patrones constantes.


Los más comunes son de tres y seis miembros:

“un mensajero que atravesó la sierra, se extravió en pantanos desmesurados, remontó ríos
tormentosos y estuvo a punto de perecer bajo el azote de las fieras, la desesperación y la
peste.”

“Se vistió a tientas, oyendo en la oscuridad la reposada respiración de su hermano, la tos seca
de su padre en el cuarto vecino, el asma de las gallinas en el patio, el zumbido de los
mosquitos, el bombo de su corazón y el desmesurado bullicio del mundo.”

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Otro aspecto que dota de concreción a estas enumeraciones es precisar la cantidad de
elementos de cada categoría:

“Además del antiguo baúl de Fernanda con que la mandaron al colegio, llevaba dos roperos
verticales, cuatro maletas grandes, un talego para las sombrillas, ocho cajas de sombreros,
una jaula gigantesca con medio centenar de canarios y el velocípedo del marido desarmado
dentro de un estuche especial…”

La enumeración más corriente es la de tres miembros. Su pequeñez y su continua presencia la


hacen menos notoria, pero no menos eficaz:

“La buscó en el taller de hermanos, en los visillos de su casa, en la oficina de su padre, pero
solamente la encontró en la imagen que saturaba su propia y terrible soledad.”

“…con una furia perfectamente regulada y metódica, fue agarrando uno tras otro los tiestos de
begonias, las macetas de helecho, los potes de orégano y uno tras otro los fue despedazando
contra el suelo.”

También hay enumeraciones de tres elementos de pie quebrado:

“Había perdido en la espera la fuerza de los muslos, la dureza de los senos, el hábito de la
ternura, pero conservaba intacta la locura del corazón.”

La repetición
La repetición es una forma de enumeración en que ciertas voces regresan rítmicamente. Esta
función, reminiscente de prácticas mágicas, religiosas, contribuye a dotar a la realidad ficticia
de una naturaleza imaginaria.
Cuando José Arcadio regresa a Macondo:

“Tenía una medallita de la Virgen de los Remedios… Tenía el cuero curtido por la sal de la
intemperie… Tenía un cinturón dos veces más grueso que la cincha de un caballo…”

Lo que piensa Aureliano antes de ser fusilado:

“Pensaba en Úrsula… Pensaba en su hija de ocho meses… Pensaba en Santa Sofía de la


Piedad… Pensaba en su gente sin sentimentalismos…”

Las repeticiones pueden ser también más complejas y aparecer en una sola frase larga:

“Pensaba en ella al amanecer, cuando el hielo del corazón la despertaba en la cama solitaria, y
pensaba en ella cuando se jabonaba los senos marchitos y el vientre macilento, y cuando se
ponía los blancos pollerines y corpiños de olán de la vejez, y cuando se cambiaba de mano la
venda negra de la terrible expiación.”

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