La Indivision Expo
La Indivision Expo
La Indivision Expo
PERUANO
1) Introducción
Los artículos 844-845 de nuestro Código Civil regulan la indivisión regidos por las
disposiciones relativas a la copropiedad, en virtud del conocimiento que desde el
momento del deceso del causante que deja varios herederos la herencia será
trasmitida a estos últimos, por tal sentido en el supuesto de que el testador no hizo
una partición testamentaria habrá la necesidad de establecer un régimen transitorio
que permita el uso y disfrute de los bienes indivisos, así como su administración sin
perjuicio de los herederos que lo integran, hasta el momento de la división y
adjudicación.
Sin duda la indivisión es una situación jurídica debatida en extenso por la doctrina
misma en función a su tratamiento en los distintos ordenamientos legales. Siendo
importante señalar que, en el caso de nuestra legislación, el Código Procesal Civil ya
ha advertido que merece una consideración jurídica singular, a la que denomina
"patrimonio autónomo", por lo que consecuentemente resulta necesario apuntar las
principales diferencias respecto de la copropiedad, término utilizado en nuestro
régimen jurídico.
Por ello, en virtud a las pautas en párrafos precedentes, con el desarrollo del presente
ensayo buscamos esclarecer lineamientos que deberán ser de consideración para
una regulación adecuada del tema de indivisión en nuestro ordenamiento jurídico,
así como de esbozar una definición acertada que se derive de sus características y
naturaleza jurídica propia.
2. Indivisión - ¿Comunidad patrimonial o copropiedad?
En esta misma vía de pensamiento, Fornieles señala que cuando los bienes que
componen la masa pertenecen a varios herederos, todos quedan propietarios en
común de ella, lo que genera una comunidad hereditaria o estado de indivisión
(Fornieles, 1950, pp.276-278).
Por otra parte, la copropiedad puede recaer sobre bienes, en cambio la herencia
como explica Valencia Zea, representa un conjunto o totalidad de derechos
subjetivos patrimoniales. Por tanto, según este autor en ningún caso la herencia es
un cuerpo cierto, no cosa corporal. Tampoco es una cosa compuesta, ni cosa
universal propiamente dicha, de que son ejemplo una biblioteca, un rebaño, etc.
(Valencia, 1977, pp.404-407).
Borda explica que la testamentaria o sucesión no es otra cosa que una comunidad,
que será condominio cuando se trate de Derechos Reales, y titularidad compartida
en los demás. Agrega el autor, que “debe atenderse que el condominio solamente
afecta las cosas y nunca los bienes incorporales. Cada sucesor es propietario
proindiviso de los bienes comunes de la herencia, en proporción a la parte a la que
tenga derecho; salvo que, tratándose de una sucesión testamentaria, el causante
haya dejado hecha la partición…” (Borda, 1991, p. 195)
En tal sentido debe señalarse que antes de la partición lo que existe en una sucesión
con varios sucesores, es comunidad patrimonial, y no copropiedad. A lo que
Lohmann distingue entre comunidad hereditaria y comunidad patrimonial, señalando
que la primera se encuentra exclusivamente integrada por los herederos que
efectivamente acepten la herencia, mientras que la segunda coexiste con la
comunidad hereditaria y comprende a herederos y legatarios, siempre que haya
concurrencia de derechos o titularidad compartida de los mismos sujetos, sobre el
mismo complejo sucesorio (Lohmann, 2002, pp.139- 140).
Según lo prescrito por el art. 844º del CC, debe indicarse que se trata de una norma
limitada a la comunidad hereditaria y no a la comunidad patrimonial, ya que ésta se
refiere solo a herederos, entendiendo por tales a los que efectivamente sucedan al
causante por causa de muerte y con vocación universal. Asimismo, la norma señala
que cada heredero es copropietario de los bienes de la herencia, en proporción a la
cuota que tenga derecho a heredar; afirmación poco convincente puesto que
efectivamente los herederos tienen derecho a una cuota parte de la herencia,
entendida como patrimonio dejado por el causante, pero no necesariamente sobre
todos y cada uno de los bienes que la componen.
Sin duda es de relevancia distinguir el derecho a la herencia, de los derechos que
puedan estar contenidos en la masa hereditaria; como explica Valencia Zea, desde
muchos puntos de vista la masa herencial objeto de la comunidad hereditaria puede
considerarse como un patrimonio autónomo frente a los patrimonios particulares de
los coherederos. Sin embargo, en el derecho moderno esta regla no constituye otra
cosa sino una ficción reñida con la realidad. La comunidad herencial es un estado de
derecho que produce importantes efectos jurídicos que es imposible destruir
retroactivamente, por lo que considera la comunidad hereditaria como una masa
autónoma, como un patrimonio separado del patrimonio particular de cada uno de
los coherederos. En este punto, el Código Civil alemán configura la masa herencial
como una comunidad en mano común (Gesamthander gemeinschalt). “En el sentido
de que ningún heredero pude disponer de su participación en los objetos sinuglares”,
pero sí de su porción hereditaria en su totalidad (Valencia, 1977, pp. 398-401).
Por tanto no consideramos acertado el texto de la norma cuando señala que existe
una copropiedad o cualquier otro derecho sobre cada bien en particular, de los que
conforman la herencia, por lo que en nuestra opinión la norma debe ser interpretada
en el sentido de considerar que el derecho sobre la cuota parte de la herencia,
considerada como un patrimonio debe coincidir con los bienes que reciba; es decir
que el reconocimiento de los derechos de cada heredero debe encontrarse
directamente vinculado con el porcentaje de su participación en la masa hereditaria,
mas no debe ser entendida en sentido de que existe un derecho individual de cada
heredero sobre cada uno de los bienes de la masa hereditaria.
Este punto lo explica Valencia Zea refiriendo que el derecho herencial del heredero
se ejerce sobre el patrimonio herencial. Si existe un solo heredero solamente existirá
un derecho herencial; si existen varios, cada coheredero será titular de una cuota del
patrimonio total: la mitad, un tercio, etc. Indica el autor que lo interesante es que el
derecho se tiene sobre el patrimonio como un todo, y en ningún caso sobre los
efectos singulares de la herencia, puesto que la comunidad hereditaria no es una
suma de comunidades singulares (Valencia, 1977, pp. 404- 407).
El mismo autor señala que la comunidad hereditaria en ningún caso es una suma de
copropiedades o comunidades de cosa singular. Así, si dentro de una herencia
existen tres herederos, tan solo puede decirse que cada coheredero es titular de un
derecho herencial que equivale a la tercera parte de la herencia, pero no puede
afirmarse que es titular de la tercera parte de cada una de las propiedades que
integran la mencionada herencia (Valencia, 1977, pp. 404-407).
En tal sentido es necesario las siguientes precisiones; que van a ser indispensables
para la justificación de la definición plasmada:
c) La afirmación de que cada uno de los partícipes "es copropietario de los bienes
de la herencia" se sustenta en los puntos siguientes:
La referencia del artículo 844º del C.C., a la participación "en proporción a la cuota
que tenga derecho a heredar" cada partícipe, se entiende que dicha proporción, según
sean los casos será el resultado de lo que haya dispuesto el testador, de lo que
correspondiera por legítima, de los efectos divisorios por estirpes que se derivan de la
representación, de posibles exclusiones sucesorias por indignidad, de renuncias o
sustituciones, etc.
De otra parte, siendo claro que libremente y sin autorización de sus coherederos, el
coheredero puede disponer de su cuota de participación sucesoria como un todo,
resulta claro que no puede disponer directamente de sus participaciones individuales
sobre los bienes, ni suponer que sus derechos se concretan en una cantidad cierta
o de un modo determinado en tales o cuales bienes individualizados equivalentes al
mismo porcentaje que tiene en la sucesión. Por ejemplo, el coheredero de un 25%
puede ceder sus derechos sucesorios a un cuarto de la sucesión, pero no le está
permitido ni transferir una cuarta parte de los bienes (art. 978º C.C.), ni transferir una
cuarta parte de cada uno de todos los bienes singulares. Se podrá replicar que el art
977º C.C. Faculta a cada propietario para disponer de su cuota ideal de copropiedad,
pero hay que considerar que eso será luego de que se sepa que, por efectos de la
partición, le ha sido adjudicado dicho bien en copropiedad. Mientras eso no ocurra,
el heredero tiene una cuota cierta en la sucesión, pero respecto de sus componentes
singulares solamente tiene una expectativa, o un derecho potencial, pues tales
componentes pueden o no serle adjudicados. Por eso se señala que el acto que se
realice sobre el bien sólo será válido si el bien respectivo le es adjudicado en todo o
parte.
j. Mientras subsista la indivisión sucesoria los bienes que sustituyen a aquellos que sean
transferidos quedan afectos de pleno derecho a las mismas circunstancias y derechos en que
se encontraban los bienes reemplazados
k. Finalmente cabe agregar quela copropiedad siempre puede ser reconstituida; mientras que
la comunidad patrimonial sucesoria una vez extinguida, no hay manera de recomponerla
Pues como ya se ha venido señalando que el derecho herencial de cada coheredero sobre
la masa hereditaria no puede configurarse con el mismo criterio que el derecho de cuota
de los copropietarios en la cosa común; hemos también indicado que el Código no distingue
la comunidad de la copropiedad por lo que debe deducirse para todos los efectos que
el Código intenta aplicar las mismas reglas de la copropiedad a la comunidad
hereditaria en atención a la nota común de existir un estado de indivisión, en ambos
casos. En tal sentido a efectos de no aplicar equivocadamente las normas
supletorias del Libro de Derechos Reales, debe tenerse en cuenta que la comunidad
hereditaria si bien guarda ciertas analogías con la copropiedad, es en realidad de
naturaleza diferente.
Esta norma se refiere a la adopción de decisión sobre el bien común indicando que
se adoptará por unanimidad, para disponer, gravar o arrendar el bien, ¿darlo en
comodato o introducir modificaciones en él; y por mayoría absoluta, para los actos
de administración ordinaria; siendo la única excepción a este principio sería la
establecida en el artículo 860º C.C., pues en el caso específico que es el de la venta
de los bienes para pagar su parte a los herederos, la decisión se podrá tomar por
mayoría. Asimismo, el art. 971 C.C. señala que los votos se computan por el valor
de las cuotas, en tal sentido los representantes sumarán entre sí los votos que le
hubieran correspondido a su representado
Cada copropietario tiene de servirse del bien común, mientras no altere su destino ni
perjudique el interés de los demás, y el derecho de usar el bien
Al respecto debe indicarse que cualquier coheredero puede reivindicar el bien común
y puede promover las acciones posesorias, los interdictos, las acciones de
desahucio, los avisos de despedida y las demás que determine la ley.
Esta norma se refiere al derecho de retracto del artículo 1599º, inciso 2 del C.C. que
le confiere al copropietario para subrogarse en el lugar del comprador, y en todas las
estipulaciones del contrato de compraventa, debiendo el retrayente reembolsar al
adquiriente el precio, los tributos y gastos pagados por éste y, en su caso los intereses
pactados (artículo 1592º C.C).
Finalmente debe indicarse que el artículo 976º C.C norma que no resulta aplicable
por estar referida al derecho de disfrute del bien que corresponderá a cada
copropietario y que los obliga a reembolsarse proporcionalmente los provechos
obtenidos del bien.
En el caso de los coherederos, esta norma no podrá ser aplicada de modo estricto,
ya que durante la situación de indivisión los frutos pertenecerán a la comunidad, por
lo que, si los herederos recibieran frutos, no pueden imputárselos unilateralmente, ni
por convenio. Estos frutos incrementarán la masa hereditaria para efectos de deducir
los pasivos y obtener la masa hereditaria neta; y si bien los herederos suceden en
el pasivo y en el activo, es el neto obtenido el que finalmente será repartido entre los
herederos para su libre disposición.
¿Es posible que exista una empresa dentro del patrimonio hereditario del
causante?
Resulta interesante lo prescrito por el art. 846º del C.C. civil vigente, en razón de que
el Código Civil de 1936 solo se refería a actividades agrícolas o fabriles y no a
empresa. Torres y Torres Lara señaló, en su oportunidad, que el artículo 846º del
C.C. de 1984 había significado una innovación en la legislación sucesoria peruana
en varios aspectos, pues había introducido una nueva terminología al utilizar la
expresión "empresa" en sustitución de "explotación agrícola o fabril" que usaba el
Código Civil de 1936, y además se ha trasladado el centro de la protección
que era antes el heredero menor de edad, para encontrar un nuevo núcleo, que es
la protección de "la empresa en sí”, en vista del beneficio que ella genera no solo
para los menores, sino para todos los herederos y la comunidad en general
(TORRES Y TORRES, 1986, pp. 491-502).
Planteamos una postura contraria a las opiniones de quienes consideran que existe
un gran mérito al haberse incorporado la expresión "empresa"; amparada en nuestro
punto de vista que no es posible que exista una empresa dentro del patrimonio
hereditario del causante; pues la empresa entendida en su acepción más amplia
como organización o unidad productiva destinada a vender bienes o servicios con el
fin de obtener un provecho económico, podremos ultimar que en estricto no se es
propietario de una empresa, sino que se es titular de sus acciones, si hablamos de
una persona jurídica o se es propietario de los bienes destinados a la actividad
económica que realiza la empresa, incluyendo a las acciones que representen partes
alícuotas del capital.
En el supuesto de que una persona natural no puede ser propietaria de una empresa,
análogamente tampoco es posible que exista una empresa dentro de la herencia; por
lo que surgiría un nuevo dilema de considerar cómo es que nuestro ordenamiento
jurídico señala un plazo de indivisión. Pues bien, debemos entender que la intención
del legislador ha sido otorgar al testador la facultad de imponer la indivisión por cuatro
años respecto de todos aquellos bienes que se encuentren destinados a que la
empresa continúe cumpliendo con la actividad económica para la cual fue creada;
sin embargo esta consecuencia no resulta aplicable puesto que la indivisión de los
bienes destinados para la operatividad de la empresa no garantiza que los bienes
continúen siendo aplicados a la actividad empresarial, del mismo modo que la
indivisión de las acciones de las que el causante era titular tampoco garantiza que el
voto sea ejercitado de modo tal que permita la continuidad de la empresa.
Entonces s e puede tener un conjunto de acciones u otro tipo de bienes indivisos, sin
que ello garantice la continuidad de la actividad empresarial que en vida del causante
se realizaba.
Considerando que los individuos son limitadamente racionales y les puede resultar
costoso decidir entre continuar o no con la empresa, deriva en importancia que el
testador imponga la indivisión de los bienes de los cuales dependa la
permanencia de la misma y adicionalmente nombre un albacea con el encargo
específico de continuar con la actividad empresarial mientras dure la indivisión; solo
así logrará el testador que su voluntad de dar continuidad a la empresa luego de
su muerte, se cumpla. Si bien la indivisión impuesta es el primer paso para
garantizar la continuidad de la empresa, no logra por sí sola su objetivo.
Finalmente, referente al plazo coincidimos con lo señalado por L o h m a n n ,
resulta corto e implica una innecesaria restricción a las facultades dispositivas del
testador.
Pacto de indivisión
Rómulo Lanatta señalaba que el artículo 459º del C.C. de 1936, relativo al pacto de
indivisión entre los coherederos, se trataba simplemente de una comunidad de
bienes en que todos los herederos que la constituyen son propietarios de todos y de
cada uno de los bienes que forman la herencia indivisa y cuya duración se prolonga
por razones de conveniencia.
mayor, se debe entender que hasta por los cuatro años el pacto sería perfectamente
lícito y solo por el exceso habría objeto ilícito (Somarriva UNDURRAGA, p. 78) por lo
que el acto devendría en nulo y cualquier heredero estaría en disposición de solicitar
la partición con éxito.
Cabe resaltar así mismo que nuestra normativa jurídica tampoco se refiere a la
capacidad necesaria para celebrar el pacto de indivisión, por el que sin duda cabría
preguntarnos si sus representantes legales cuentan con suficientes facultades para
celebrar este pacto. Considerando que en buena cuenta se trata de un caso de
postergación de la partición, entonces resultará de aplicación el artículo 991º del C.C.
que señala que puede diferirse o suspenderse la partición por acuerdo unánime
de los copropietarios, y agrega que si hubiese copropietarios incapaces, se requerirá
autorización judicial, observándose las reglas previstas en el artículo 987º C.C. que
rotula, ante la existencia de incapaces la partición convencional debe someterse a
aprobación judicial, acompañando a la solicitud tasación de los bienes por tercero,
con firma legalizada notarialmente, así como el documento que contenga el convenio
particional, firmado por todos los interesados y sus representantes legales.
Patrimonio familiar
Éste solo termina con la extinción del mismo, la cual conforme al artículo 499º C.C.,
es declarada por el juez cuando todos los beneficiarios dejan de ser tales, cuando,
sin autorización del juez, los beneficiarios dejan de habitar en la vivienda o de
trabajar el predio durante un año continuo, cuando, habiendo necesidad o mediado
causa grave, el juez, a pedido de los beneficiarios, lo declara extinguido y cuando
el inmueble fuera expropiado y transcurrido un año no se hubiere constituido o
promovido la constitución de un nuevo patrimonio familiar.
El artículo 857º del C.C., señala que la partición se diferirá respecto de todos los
bienes o de parte de ellos, por acuerdo de todos los herederos o por resolución
judicial y por un plazo no mayor de dos años cuando la ejecución inmediata pueda
ocasionar notable perjuicio al patrimonio hereditario, o si es preciso para asegurar el
pago de deudas o legados
El artículo 856º del C.C., señala que la partición que comprende los derechos de un
heredero concebido será suspendida hasta su nacimiento; y en el intervalo, la madre
disfruta de la correspondiente herencia en cuanto tenga necesidad de alimentos.
Consideramos que lo prescrito en el art. 848º del C.C., debería interpretarse como
aplicable tanto para el caso de la indivisión que impone el testador como para aquella
que es convenida por los herederos; en consecuencia, resulta evidente que luego de
la muerte del causante, la indivisión se presume para todos los efectos salvo que se
haya verificado la partición; por tanto, carece de sentido que se deba de proteger a
los terceros mediante la inscripción en registros públicos de una situación que debe
ser presumida por ley. En tal sentido de hecho existirán, contra lo previsto por la
norma, muchas situaciones de indivisión que no obstante no encontrarse inscritas
serán perfectamente oponibles a terceros.
En el art 854 del C.C., se señala que los acreedores tendrán derecho a solicitar la
partición judicial de la herencia; caso en el que se podría oponer el pacto de
indivisión, siempre que éste se encuentre inscrito. Este derecho de solicitar la
partición, es independiente del derecho que tiene el acreedor a recibir el pago de la
deuda hereditaria oportunamente. Como explica Holgado Valer, la deuda hereditaria
se halla garantizada con los bienes dejados por el testador o causante, mientras
subsistan los estados de indivisión testamentaria extrajudicial o judicial debidamente
establecidos, en consecuencia solo una vez que se hayan pagado esas deudas, es
posible la partición de tales bienes, pero si la operación particional se ha realizado
sin estar pagadas las deudas hereditarias, todos los herederos asumen también
la responsabilidad de tal pago, en la misma proporción que les correspondió la
herencia. (Holgado, 1985, pp. 235-236).
Del art. 849º C.C., Lohmann señala que la redacción no es correcta al afirmar que se
pagará su porción a los herederos que no acepten la indivisión, pues lo que se ha
debido indicar es que se pagará a quienes no deseen continuar con el estado de
indivisión. Objeción que consideramos correcta si nos ubicamos en una perspectiva
de continuidad de una situación de indivisión que ya se venía dando y que va a
continuar en el tiempo a través de un pacto; sin embargo, creemos que, si se
considera el término aceptación que usa el artículo, como referido a la no
aceptación de la oferta realizada por los demás herederos para efectos de pactar
la indivisión, entonces la redacción podría entenderse como correcta.
En el contexto del artículo 850º del C.C., que prescribe la partición judicial antes
del vencimiento del plazo de la indivisión, consideramos como un inconveniente la
utilización de término "circunstancias graves" puesto que se trata de un concepto que
deberá ser evaluado por el juez en atención a sus propios criterios subjetivos en cada
caso Al respecto la doctrina interpreta que "circunstancias graves" debe entenderse
desde un punto de vista objetivo como un hecho ajeno al sujeto peticionante y que
implique un cambio de circunstancias de naturaleza tal que se haga impostergable
la partición. En nuestro punto de vista el referido cambio de circunstancias implica
que no se tratará de un cambio de opinión del peticionante, sino de un cambio de
circunstancias externas que requieren que él acceda a la partición y reciba lo que le
corresponde en virtud de la misma; entonces su petición no necesariamente deberá
llevar a la partición total cuando los demás coherederos pudieren pagarle su porción,
en cuyo caso se verificará una suerte de partición parcial, pero los demás
coherederos en la medida de lo posible, podrían continuar con la indivisión.
La doctrina reconoce hasta tres grupos de actos que los administradores pueden
realizar:
Actos conservatorios: Que comprenden todos los actos destinados a proteger los
bienes de la masa hereditaria, como son todos los actos que realiza el heredero y
que no implican aceptación; se comprende entre estos actos aquellos referidos a la
continuación del giro comercial a fin de evitar perjuicio, la recolección de frutos, la
venta de la producción, el cobro de las deudas, el pago de reparaciones urgentes,
los servicios de vigilancia, etc.
La indivisión se extingue en un solo acto que es la partición, que causa la pérdida del
carácter abstracto de la comunidad patrimonial, elemento esencial del cual se
compone; muy por el contrario, el régimen de copropiedad se extingue parcialmente
en razón de que con cada partición no se hace más que materializar el supuesto
base de la copropiedad; esto es, otorgar un derecho concreto respecto a un bien
singular.
Buenos Aires.
Valencia Zea, A. (1977). Derecho Civil: Sucesiones. t.6. Bogotá: Editorial Temis.