Grabado Japones
Grabado Japones
Grabado Japones
La cultura japonesa tiene un carácter semiaislacionista, es algo muy propio, aunque las ideas, por lo general,
llegaron del exterior, de culturas superiores, como la coreana o la china.
Las realizaciones japonesas parten del carácter que imprimen las condiciones de vida en las islas, donde
siempre se vive bajo la amenaza de los terremotos, los corrimientos de tierras, los tifones, los maremotos y el
fuego. Esto ha provocado en el espíritu japonés una veneración a las fuerzas de la Naturaleza que se
manifestará en el sintoísmo y más tarde en el zen. También se asimiló en Japón el budismo, aunque ello
provocó inicialmente un periodo de cruentas luchas pues muchos veían en esta nueva religión el fin del
sintoísmo. Pronto se vio que no era así, que no interfería con los rituales sintoístas.
La introducción del budismo fue un hecho de capital importancia en Japón pues supuso la introducción desde
China de la escritura, desconocida hasta entonces en este país. Al mismo tiempo que la filosofía, llegaron las
formas artísticas que comporta la celebración de los rituales budistas, que también vinieron desde China, una
cultura muy refinada y muy superior por entonces, siglo VI, a la japonesa. Se inicia así un periodo de gran
florecimiento del arte pues se edifican templos, se erigen estatuas y se necesitan un sinfín de complementos
para realizar el culto.
La cultura japonesa vive por tanto en este periodo bajo una dependencia absoluta de la cultura china, que poco
a poco va reinterpretando y nacionalizando, hasta el siglo XII, momento en el que ya se puede hablar de una
cultura propia.
Sin embargo no es hasta el siglo X cuando se desarrolla el Hiragana, un silabario adaptado a los sonidos
japoneses y por tanto una caligrafía propia. Hasta ese momento se utilizaba la caligrafía china.
Durante el siglo XIII China, bajo la dominación de los mongoles, intenta invadir Japón en dos ocasiones.
Estos intentos de invasión de las islas provocaron una militarización de la sociedad y suponen el ascenso de la
clase guerrera: los samurais. Se producen luchas entre los clanes de samurais , creando una situación de
inseguridad que hace que la población civil se instale alrededor de las fortalezas de los señores, buscando su
protección potenciándose así el desarrollo de las ciudades.
Durante este siglo se difunden por Japón las enseñanzas de la secta budista Zen, que propugnaba una nueva
vía hacia la iluminación, alejada de dogmas y folclores rituales, centrada en la contemplación como único
medio para conseguir el estadio nihilista. Esta filosofía no conoce dios ni culto, ni se puede transmitir con
palabras, sólo sugerir mediante símbolos que conducen a ese estado. De ahí deriva la unidad entre
contemplación, intuición, poesía y estética, que se manifestará en la ceremonia del té (Chanoyu), el arreglo
floral (Ikebana), la arquería (Kendo), el teatro No, los Haikurus (poemas de diecisiete sílabas), la caligrafía y
la pintura.
El Bushido, código moral de los samurais, tendrá muchas concomitancias con esta filosofía, por lo que los
samurais lo apoyaran y favorecerán la construcción de templos por todo el país. Templos que serán
construidos y decorados impregnados por esta filosofía, y, por lo tanto, alejados de todo manierismo y
decorativismo, con un sentido conceptual y sobrio que no ha sido asimilado por occidente hasta la segunda
mitad del siglo XX.
1
Las luchas civiles continúan hasta el siglo XVI en que se inicia un nuevo orden, prevaleciendo una alianza
entre tres clanes que logran la reunificación del país imponiendo un rígido control del poder central mediante
el establecimiento de un sistema burocrático muy rígido que controlaba casi todos los aspectos de la vida. Este
periodo se conoce como la época MOMOYAMA, en la que la capital estaba en Kyoto. En esta época tuvieron
lugar los primeros contactos con occidentales (1542), lo que tuvo consecuencias rápidamente, pues
conocieron las armas de fuego y esto hizo que los shogunes empezaran construir fortalezas de piedra y no de
madera como se hacía hasta entonces.
La escuela KANO y la escuela TOSA serán las que decorarán los castillos feudales del periodo
MOMOYAMA, caracterizándose por un estilo decorativo y colorista y por la representación de escenas de la
historia japonesa.
En los primeros años del sigo XVII la capital se traslada a Edo, la actual Tokio, con motivo del nombramiento
de un nuevo SHOGUN (generalísimo) Tokuawa Ieasu, con lo que se inicia el periodo EDO. Bajo su mandato
se prohibe todo contacto con el exterior, se expulsa los extranjeros, se prohibe el cristianismo e incluso se
llegó prohibir la vuelta a Japón de los ciudadanos japoneses que se encontraban en el extranjero.
Este aislacionismo se debía al miedo que la clase dominante tenía a que las nuevas formas de pensamiento que
traían los occidentales amenazasen la estabilidad social y los privilegios de que gozaban. Los Tokugawa
adoptaron el confucionismo como base ideológica, con lo que la estructura social tiene una rígida
jerarquización, en cuya cúspide se encontraba, teóricamente, el emperador, aunque el poder absoluto lo
ejercían los Tokugawa. Sin embargo, en este periodo se inicia una cultura eminentemente urbana en la que el
peso de las religiones, aunque está todavía presente, se diluye ante otros factores económicos y sociales.
En este periodo las escuelas TOSA y CANO se siguen desarrollando al servicio de la aristocracia,
convirtiéndose en un arte decorativista y oficial sin nada nuevo que aportar. Como reacción a este
academicismo y en consonancia con el florecimiento de una clase media formada por artesanos y
comerciantes, surgen diferentes escuelas alejadas de la rigidez cortesana, que tendrá gran éxito, y que
significarán el triunfo de la cultura urbana y de la que sería su máxima expresión: los grabados UKIYO−E.
El periodo EDO se extenderá hasta 1868, año en el que se produce la restauración del poder imperial con la
reforma MEIJI, que supuso el paso a una monarquía parlamentaria y el fin del aislamiento.
La apertura de Japón permitió el inicio de la influencia de la estética japonesa en Europa que afectó a todos
los campos de la artesanía y el diseño, impulso nuevas tendencias constructivas e irrumpió como una
revelación en la pintura moderna, influyendo de forma muy evidente en pintores como Edouard Manet, Edgar
Degás, Van Gogh, Paul Gauguin, Henri Toulouse−Lautrec, etcétera
En Japón, la apertura trajo consigo el que se importaran todo tipo de bienes culturales occidentales. La
fotografía y las técnicas de impresión occidentales se adoptaron con entusiasmo, lo que llevaría al ocaso del
arte del UKIYO−E.
EL GRABADO
Aunque las técnicas de la impresión xilográfica ya se conocían en Japón desde el siglo VIII, imprimiéndose
con esta técnica sutras budistas, o reproducciones de deidades budistas, esta técnica se perfeccionó en el siglo
XV unida a la publicación de textos y libros.
Al principio de la era EDO, la tipografía sólo se desarrollaba en Kioto y Osaka, pero pronto se inició su
desarrollo en la nueva capital, Edo (Tokio) pues el rápido aumento de la población hizo que hubiese una gran
demanda de libros. En lugar de enviar los libros, se mandaban las planchas, creándose talleres donde se hacía
las copias. Pronto, con la llegada de artesanos y escultores a la ciudad, se fueron elaborando planchas de
2
impresión en Edo siendo los mismos libreros importantes de Kioto y Osaka los que establecieron talleres,
contratando dibujantes, xilógrafos y grabadores.
La mayoría de las xilografías de entonces eran obra de artistas poco conocidos y se usaban en la impresión de
sencillos libros de entretenimiento y material didáctico. Las láminas de tinta eran monocromas
(SUMIZURI−E) y más adelante se iluminaron, primero con rojo bermellón, verde y amarillo (BENIZURI−E)
introduciéndose la policromía (NISHIKI−E) en el siglo XVIII.
Los libros ilustrados se hicieron muy populares y fueron apareciendo libros sobre las costumbres y las fiestas
con estampas de artistas famosos. Especialmente grande era la demanda de libros con escenas sobre el barrio
del placer y sus cortesanas, y sobre el teatro y los actores del KABUKI, eran los llamados EHON (libros
ilustrados).
Al principio las ilustraciones no iban firmadas, aunque se trataba de grabados de calidad, de ahí que podamos
suponer que algunas de ellas fueron obra de Moronobu y otros artistas que más adelante serían reconocidos
como importantísimos maestros de la xilografía. Ya en el último tercio del siglo XVI se podían encontrar
estampas sueltas.
Por lo general, el artista trazaba la línea o la mancha con el pincel de tinta sobre un fino papel traslúcido.
Tenía que guiar el pincel con una seguridad tal que le permitiera trazar contornos exactos, tanto en las
pinceladas crecientes como decrecientes, así como finísimas líneas y manchas uniformes. La hoja se pegaba
después con el dibujo hacia abajo sobre una plancha de madera de cerezo o de boj, de forma que el dibujo
invertido quedara visiblemente fijado sobre la superficie de madera. El grabador se hacía cargo de la tarea
siguiente. Utilizando el buril, vaciaba las superficies negras cortando con extrema precisión a lo largo de los
contornos del dibujo. Las superficies que debían quedar en blanco o recibir después otra impresión en color,
se profundizaban con la gubia en el taco de madera. Después se tiraba una prueba de la matriz en la que el
artista indicaba los colores para las siguientes planchas. Se llegaban a cortar hasta diez planchas para los
grabados en color.
Los artistas japoneses se formaban en escuelas que dependían de talleres dirigidos por un maestro.
Las escuelas basaban sus enseñanzas en las copias de modelos que consideraban que concentraban con gran
exactitud la experiencia pictórica de siglos. Su fin no era que los alumnos consiguieran la imitación externa de
los estereotipos, sino que captasen el sentimiento que anima la pincelada, cuyo movimiento debía coincidir
con el modelo. Se enseña que la mirada no sólo debe comprobar la forma de las líneas, si no que con el mismo
cuidado debe comprobar los espacios intermedios. Las líneas se trazan de una sola vez; el alumno tiene que
dominar la técnica hasta conseguir que el trazo sea correcto al primer intento, ya que no es posible corregir un
dibujo a tinta china.
Respecto a la xilografía del UKIYO−E, aunque hubo varias escuelas muestran una imagen unitaria, por la
amplitud de temas que tocan y por las técnicas empleadas pues las innovaciones van siendo adoptadas por
todos los artistas y talleres.
Los UKIYO−E se caracterizan por la temática que introducen, que pretende mostrar el mundo que fluye el
mundo fugaz y efímero, la vida cotidiana, figuras femeninas, escenas eróticas, hechos históricos, espectáculos,
fiestas paisajes, etcétera. La gran difusión está directamente relacionada con la venta fácil de estas obras que
tenían una gran demanda entre la clase media ya que tanto se vendían en libros y carpetas como en hojas
sueltas.
3
Puesto que fueron muchísimos los artistas que publicaron láminas de UKIYO−E, sólo vamos a referirnos a
algunos de ellos especialmente conocidos y reconocidos como grandes maestros de este género:
4
carrera.
• HOKUSAI: Katsushika Hokusai. 1760−1849, trabajó de 1779 a 1849. Nació en las afueras de Edo.
Es uno de los grandes maestros de la cromoxilogarfía japonesa. Comenzó a pintar a la edad de seis
años. A los dieciocho años entra como aprendiz en el taller del maestro de ikuyo−e Shunshô. En 1779
se publicaron sus primeros trabajos retratos de actores bajo el nombre de Shunro. En los años
siguientes aprendió con distintos pintores y estudió la pintura europea. Hacia 1805 comenzó a estudiar
la pintura china y el arte de la ilustración ocupándose sobe todo de la ilustración de novelas. A partir
de 1814 comenzó a editar libros de dibujos, los manga, reproduciendo en quince carpetas de estilo
realista, la vida y la actividad del pueblo, la vida cotidiana, escenas mitológicas, animales, plantas y
paisajes. Las series más famosas son 36 vistas del Fuji y la obra en tres volúmenes 100 vistas del Fuji.
Están consideradas como las obras cumbre de la pintura paisajística japonesa y la cima de la carrera
del artista. Su obra abarca unas 30.000 estampas, así como ilustraciones para unos 500 libros.
Contribuyó a dar una nueva magnitud a la pintura del ukiyo−e y convirtió el paisaje, así como la
pintura de flores y pájaros, en un género autónomo y reconocido. La influencia de Hokusai se debe a
su audacia en la combinación de los colores, las perspectivas y los detalles, así como la naturalidad de
la representación que a veces presenta un realismo drástico.
• HIROSHIGE: Utagawa Hiroshige. 1797−1858, trabajó de 1818 a 1858. Fue el último gran maestro
del ukiyo−e. A los catorce años ingresa en la escuela de Toyohiro, maestro de ukiyo−e. A la muerte
de Toyohiro, en 1828, se hace cargo del taller y adopta su nombre como Toyohiro II. Firmó su
primera publicación, una ilustración de un libro en 1818. Estudió también el estilo Kanô. Hasta 1830
se ocupa, como su predecesor, de las representaciones figurativas, realiza estampas de muchachas,
actores y guerreros. Tras la muerte de Toyohiro pasa a los estudios del paisaje y la naturaleza. No
alcanzaría a fama hasta 1833/34 con las 53 estaciones del Tokaido, la gran vía imperial que unía Edo
con Kioto. Sus paisajes presentan un colorido que reproduce el ambiente de la naturaleza a distintas
horas del día y durante las estaciones del año, con lluvia, nieve, viento, en la oscuridad de la noche o
en el crepúsculo vespertino. Tiene también delicadas láminas de flores y pájaros. Su obra comprende
más de 5.400 xilografías. Influyó también en el arte occidental, sobre todo en los impresionistas que
pudieron contemplar sus grabados en las exposiciones universales parisinas de 1855, 1867 y 1878.
Vicent van Gogh adquirió varias estampas suyas.
BIBLIOGRAFÍA