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Gregoria Apaza

Gregoria Apaza fue una heroína y revolucionaria aimara que lideró junto a su hermano Túpac Katari y su cuñada Bartolina Sisa una de las mayores rebeliones contra el Imperio español en el Alto Perú en el siglo XVIII. Nacida en Ayo Ayo, estuvo casada y tuvo un hijo, pero también se involucró sentimentalmente con Andrés Túpac Amaru durante la rebelión. Jugó un papel clave en la organización de los campamentos rebeldes y en dirigir a los guerreros en el campo

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Gregoria Apaza

Gregoria Apaza fue una heroína y revolucionaria aimara que lideró junto a su hermano Túpac Katari y su cuñada Bartolina Sisa una de las mayores rebeliones contra el Imperio español en el Alto Perú en el siglo XVIII. Nacida en Ayo Ayo, estuvo casada y tuvo un hijo, pero también se involucró sentimentalmente con Andrés Túpac Amaru durante la rebelión. Jugó un papel clave en la organización de los campamentos rebeldes y en dirigir a los guerreros en el campo

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GREGORIA APAZA

Gregoria Apaza Nina (Ayo Ayo, provincia de Sica Sica, c. 1751 - La Paz, 6 de septiembre de 1782)
fue una heroína y revolucionaria indígena aimara que lideró, junto a su hermano Túpac Katari
(Julián Apaza) y su cuñada Bartolina Sisa, una de las rebeliones más extensas contra el Imperio
español en el Alto Perú.

Hija de Nicolás y Marcela , estuvo casada con Alejandro Pañuni, sacristán del lugar, de quien tuvo
un hijo , también estuvo vinculada sentimentalmente a Andrés Túpac Amaru, sobrino de Túpac
Amaru II, quien se les uniría durante el segundo cerco a la ciudad española de La Paz en 1781; con
éste, Gregoria lideró el asalto y toma de Sorata.

Fue torturada y ejecutada el 6 de septiembre de 1782 en La Paz, junto a Bartolina Sisa.

Natural de Ayoayo, parroquia a cuarenta y cinco kilómetros de La Paz, hermana de Tupac Catari
(Julián Apaza), se unió en matrimonio con Alejandro Pañuni, sacristán de dicho pueblo. Estallada la
rebelión, su hermano Julián la llevó consigo y con su marido al Alto de La Paz, donde había
establecido su campamento, como centro de operaciones para dominar desde las alturas la ciudad
cercada; se propuso hacer de este lugar una especie de corte, acompañado de sus parientes y
jefes aimaras, haciéndose reconocer como virrey y a Bartolina Sisa, su esposa, como virreina.

Durante un mes permaneció allí Gregoria, a quien le fueron encargadas funciones de


administración, en el acopio y distribución de víveres y en el resguardo de los caudales y platería
obtenidos en los asaltos a pueblos y haciendas de las comarcas altiplánicas y próximas al lago
Titicaca. Demostró entonces sus cualidades de mando, su personalidad fuerte y su voluntad
combativa. Bartolina y Gregoria poseían caracteres y dotes semejantes, particularmente en la
capacidad de reclutar gente y capitanear huestes, si bien aquélla parece más inclinada a las
labores femeninas, como las de tejedora, hilandera, lavandera, oficios que desempeñó antes de la
insurrección, en la que supo ponerse a la altura de su misión, como colaboradora principal de su
marido; Gregoria, más independiente, actuó separadamente de su cónyuge, quien partió a
Azángaro, en las proximidades de Puno, con el único hijo que tuvieron para dejarlo al cuidado de
una pariente. A la llegada de una partida quechua en apoyo de los sitiadores, en la que figuraban
importantes “coroneles” o cabecillas de la familia Amaru, se estableció en Pampajasi, en otra
altura escogida para el ataque a la ciudad; Gregoria marchó a ese sitio, iniciando una relación
amorosa con Andrés Tupac Amaru, que contaba sólo dieciocho años, siendo ella diez años mayor
que él. Gregoria tuvo la habilidad de servir como mediadora entre los campamentos —el quechua
y el aimara— contribuyendo a superar los roces que se habían producido entre ambos núcleos
sitiadores. La pareja salió desde allí comandando la expedición que continuó el asedio a la
localidad de Sorata hasta lograr su destrucción mediante la estratagema de formar una represa
con el caudal de un río cercano, haciéndola reventar a fin de que el torrente se precipitase sobre la
población, cuyos defensores sobrevivientes, al rendirse, fueron exterminados por la decisión
implacable de Andrés y Gregoria.
Son escasas las referencias documentales sobre Gregoria anteriores a la rebelión, proviniendo la
información que se posee sobre ella principalmente de sus confesiones obtenidas en los juicios
instaurados por el oidor Francisco T. Díez de Medina en La Paz tras la liberación de la ciudad al
llegar las tropas enviadas desde Buenos Aires al mando de José de Reseguín, el 24 de octubre de
1781. Otra importante fuente de información procede de las cartas intercambiadas entre Andrés y
Gregoria, incautadas en Peñas por el ejército auxiliar de Reseguín. Tanto las confesiones como las
cartas se conservan en el Archivo Histórico de La Paz, el cual pudo ser formado en 1971 por el
historiador Alberto Crespo Rodas, quien salvó los manuscritos, que se hallaban depositados en un
sótano del Palacio de Justicia, cuando estaban a punto de ser vendidos a una fábrica de cartones.
De ahí la escasez de referencias sobre Bartolina en textos históricos publicados antes de esa fecha.

Las investigaciones realizadas a partir de entonces han permitido seguir la trayectoria de Gregoria
Apaza en el transcurso de la sublevación. Después de lo ocurrido en Sorata, Andrés marchó a
Azángaro y Gregoria al campamento de Pampajasi junto con su hermano Tupac Catari. Entre
tanto, Ignacio Flores, el jefe de la fuerza realista enviada desde Chuquisaca, que había roto el
cerco de La Paz pocos meses antes, abandona la plaza retornando a la sede de la Audiencia, lo que
da motivo a que el asedio se reanude con el apoyo de las huestes quechuas de los Amaru.
Gregoria está de nuevo en el asedio, colaborando con unos y otros, quechuas y aimaras,
manteniendo con Andrés una apasionada correspondencia. La angustiosa situación de La Paz
quedará resuelta con el avance del ejército de Reseguín. Tupac Catari cae en poder de los
vencedores en las cercanías de Achacachi, siendo trasladado al pueblo de Peñas, donde se
procede rápidamente a su enjuiciamiento y a su ignominiosa ejecución por descuartizamiento.
Gregoria es llevada desde el mismo sitio, junto con otros cautivos, a La Paz, donde permanece
encarcelada desde diciembre de 1781 hasta agosto de 1782. Allí se encuentra también Bartolina,
uniéndose ambas en el sacrificio a que son condenadas después de largos y penosos
interrogatorios, de los que queda el testimonio de sus confesiones, impresionante documento que
muestra el comportamiento valeroso de una y otra, primero en la lucha y luego en la prisión. El 6
de septiembre se ejecuta en la plaza de Armas la sentencia de muerte en la horca de las dos
heroínas del levantamiento, en medio de un ritual execrable por su rigor y crueldad, a la vista de
los sobrevivientes del encarnizado asedio que sufrió la ciudad.

Gregoria Apaza nació en Ayo Ayo, Bolivia, hija de Nicolás Apaza y Marcela Nina. Fue una
revolucionaria aymara que junto a su hermano Tupac Katari (Julián Apaza) y su cuñada Bartolina
Sisa, lideró una de las más importantes rebeliones indígenas contra el dominio español en el Alto
Perú.

Estuvo casada con Alejandro Pañuni -desapareció en batalla- y tenía un hijo. Durante 109 días -
entre el 13 de marzo y el 30 de junio de 1781-, el levantamiento indígena encabezado por su
hermano puso sitio a la ciudad de La Paz, lapso en el que muchos de los sitiados fallecieron por
hambre y enfrentamientos con los indígenas

Gregoria era la generala de Tupac Katari, administraba los bienes de los saqueos, organizaba los
campamentos y dirigía a los guerreros en el campo de batalla. El sitio debió levantarse con la
llegada de tropas españolas.
Un segundo sitio se produce el 15 de agosto. Para ese entonces había llegado Andrés Tupac
Amaru, sobrino de José Gabriel Condorcanqui, líder de la rebelión Inca en Perú, para apoyar a los
rebeldes.

En poco tiempo, el joven quechua y Gregoria, diez años mayor que él, eran inseparables en la
lucha y en la vida. Valle de Siles 2 escribió: "La pasión amorosa que les envolvió fue tan notoria,
tan espontánea y abierta que no pudo pasar inadvertida para nadie. De ahí que todos los
declarantes en los juicios (a los insurrectos, después de aplacada la rebelión) les señalen como
amantes y que ella misma termine por reconocerlo (...)"

Cuando el cerco a La Paz parecía consolidado, Tupac Katari encargó a su hermana la conquista del
valle paceño de Sorata que logró tras cruentas batallas lideradas por ella y Andrés.

Mientras Tupac Katari controlaba La Paz, Gregoria y Andrés avanzaban por el Altiplano para
encontrarse con las tropas peruanas de Tupac Amaru que ya habían cruzado el lago. En plena
gloria de septiembre de 1781, una carta de su tío obligó a Andrés a viajar a Azángano. Esa fue la
despedida definitiva.

El 17 de octubre, las tropas españolas lograron levantar el cerco indígena a La Paz y apresan a
Tupac Katari. Gregoria armó su ejército en Sorata y viajó a La Paz para ayudar a su hermano; pero
tras una cruenta batalla fue también apresada.

Mujer independiente y apasionada, llegó a ser llamada "reina" por los suyos. De sus confesiones,
al ser apresada, se sabe que no sabía leer ni escribir, aunque debió hablar castellano, se la
interrogó con ayuda de un intérprete de la lengua aymara.

Compartió prisión con su cuñada y fue ejecutada junto a ella el 5 de septiembre de 1782 en la
Plaza de Armas de La Paz, hoy Plaza Murillo.

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