La Vida Humana Se Inicia Con Concepción
La Vida Humana Se Inicia Con Concepción
La Vida Humana Se Inicia Con Concepción
El
Código y las principales normas legales consideran en el mismo sentido que el
inicio de la vida y, desde ya, su protección jurídica empieza en dicho momentum.
Así tenemos, la Constitución Política (art.2, inc.1), la Ley de política nacional
de población (inc. 1 del art. IV), la Ley General de salud (art. III del Título
preliminar). Por su parte, el Código de los Niños y Adolescentes es más
detallista y hace dicha mención en sus normas preliminares (art. I).
Una de las figuras menos comunes pero, también más controvertidas que se han
presentado al respecto es el caso en el cual la mujer fallece o queda en estado
de coma durante el periodo de gestación y el concebido se mantiene con vida, A
pesar de ser un suceso poco común, ha causado mucho revuelo legal y
mediático cuando se ha presentado.
El Derecho peruano reconoce la personalidad jurídica del embrión como ser humano en sentido
pleno y protege la vida desde la fecundación hasta la muerte natural. Es sujeto de derechos
desde su concepción. Por lo tanto tenemos normas protectoras de la vida humana y de la
persona física.
La Constitución peruana en los dos primeros artículos plantea la defensa de la persona humana
y el respeto de su dignidad como el FIN SUPREMO DE LA SOCIEDAD Y DEL ESTADO. Toda persona
tiene derecho a la VIDA, a su identidad, a su integridad moral, psíquica y física y a su libre
desarrollo y bienestar. EL CONCEBIDO ES SUJETO DE DERECHO EN TODO CUANTO LE FAVORECE.
El art. 1 de la Constitución peruana establece que “la persona es el fin supremo de la sociedad y
el Estado”. En su art. 2º prescribe: “El concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le
favorece”. Si conjugamos lo señalado en la Constitución y en el Código civil, lo coherente es
conceder como lo más importante, la protección a la posibilidad de seguir viviendo, y como algo
accesorio la posibilidad, por ejemplo, de adquirir una herencia, una donación u otra ventaja
patrimonial1, condicionada a que nazca vivo. Todos somos conscientes de los problemas más
importantes que plantean los avances científicos en relación con el inicio de la vida humana.
Se denomina embrión al ser humano desde el momento de la fecundación, esto es, desde el
momento de la unión del óvulo y el espermatozoide hasta los primeros meses de vida. Se trata
de un individuo de la especie humana distinto y dinámicamente autónomo respecto de la madre
cuyo desarrollo es un proceso continuo ordenado por tres principios: la coordinación de acuerdo
a la información contenida en el genoma, la continuidad y la gradualidad. En este punto existe
un amplio acuerdo en la doctrina científica, aunque algunos autores apoyándose en los datos
que nos dan las ciencias biológicas niegan la condición individual del cigoto.
El Código de los Niños y de los Adolescentes, promulgado el 7 de agosto del 2000, precisa en el
art. I del Título Preliminar, que : “Se considera niño a todo ser humano desde su concepción
hasta cumplir los 12 años de edad y adolescentes desde los 12 hasta cumplir los 18 años de
edad. Si existiera duda acerca de la edad de una persona, se le considerará niño o adolescente
mientras no se pruebe lo contrario”.
Continúa en el art. 1: “El niño y el adolescente tienen derecho a la vida desde el momento de la
concepción. El presente Código garantiza la vida del concebido, protegiéndolo de experimentos
o manipulaciones genéticas contrarias a su integridad y a su desarrollo físico o mental”. Queda
clara la protección al concebido, que le da una especial consideración en cuanto señala que se
es niño desde el momento de la concepción
La Ley General de Salud (ley 268462) del día 20 de julio de 1997, establece principios que guían
las políticas en materia de salud y regula que toda persona tiene derecho a la protección de su
salud, siendo éste derecho a la salud irrenunciable. Establece que el concebido es sujeto de
derecho en el campo de la salud.
El Estado no puede imponer a ningún profesional la realización del aborto porque en nuestro
ordenamiento jurídico la vida del nasciturus es un bien, no sólo constitucionalmente protegido,
sino que encarna un valor central del ordenamiento constitucional. Por ello se propugna la
eliminación de toda práctica abortiva, eugenésica, eutanásica o que manipule la vida humana.
La reforma actual se inspira en los postulados ideológicos del feminismo radical o de género, y
tiene como objetivo ideológico inculcar la idea de que abortar es un tema de salud, ajeno a la
vida del hijo, de forma que su restricción recortaría derechos de ciudadanía.
El acto médico se dirige a prevenir la enfermedad o a curarla. Pero el embarazo no será nunca
de por sí una enfermedad, aunque pueda conllevar complicaciones de salud, ser inesperado o
incluso fruto de la violencia. Por eso, abortar no es nunca curar es siempre MATAR.
El contenido nuclear y permanente del Derecho civil, es por lo tanto, la persona en sí misma y
en sus relaciones familiares y patrimoniales. Por ello, debemos abogar por el respeto a las
personas como fines en sí mismas y jamás como medios, o cosas utilizables en beneficio de algo
o de alguien. Y éste es el valor permanente del Derecho civil: la defensa de la persona como ser
de fines, entendida como ser humano.
El concepto de persona que utiliza nuestro Código civil hace una separación entre “existencia
legal” de la persona y existencia natural: la primera comenzará con el nacimiento y la segunda
con la concepción. Una interpretación sistemática del Código civil, y del texto recogido en la
Constitución, junto con las leyes que acabamos de mencionar, nos lleva a afirmar que el
nasciturus, el que está por nacer, es considerado un ser humano y, por ello, una persona con
derecho a la vida, no con un simple interés o bien jurídico.
Si quisiéramos resumir nuestros resultados sobre el tema propuesto en las páginas anteriores,
esto es quizá lo que podríamos decir:
a) Nuestro Código civil, la Constitución peruana y otras leyes, con marcado acento
personalista, deben conducir a afirmar y proteger el derecho a la vida del concebido en
nuestro Derecho. El Derecho civil debe mantener su orientación humanística en cuanto
a la protección jurídica de la persona, desde el momento de la concepción, hasta su fin
natural. No existen seres humanos que no sean personas. Ser persona no es una
cualidad accidental del ser humano. Conviene seguir reflexionando sobre la unicidad del
cuerpo humano, sobre la irrepetibilidad del individuo, sobre la insustituibilidad real de
los seres.
b) Tanto a los profesionales de la salud como a los juristas, nos atañe la defensa del ser
humano desde el mismo momento de la concepción. A todos nos corresponde evitar
que se continúe legalizando prácticas que atenten contra la vida, y que convierten al
embrión humano en el esclavo de los tiempos modernos: que deje de ser considerado
como un daño, un agresor y un enemigo para la madre.
c) Es obvio, que sea como fuere la forma y el modo como una criatura humana llegue a la
vida, cada embrión vivo es un ser humano con el carácter personal propio y específico
de todos los individuos de la especie humana. Es el concebido el que tiene derecho a
tener unos padres, no los padres a tener un hijo como un bien. El hijo es un don y no un
derecho.
d) Todo hombre nazca sano o con malformaciones- no es un cuerpo a secas, es siempre
un cuerpo humano, y por ser un cuerpo humano hace referencia directa a la persona, al
titular de la vida de ese organismo.
e) El origen de cada uno de los hombres no se reduce al mero proceso de reproducción
sino que implica un querer de Dios que hace que cada vida humana sea algo sagrado.
f) No es lícita la producción de embriones humanos para investigación y experimentación.
No es lícita la utilización de embriones humanos, todavía vivos como material biológico
abastecedor de órganos y tejido para trasplantar. También es ilícito el descarte de
embriones, es ilícita la crio conservación de embriones humanos. Con la reproducción
asistida se favorecen los intereses económicos de muchas clínicas dedicadas a este
negocio, que consideran al embrión como un objeto de propiedad.
Los derechos fundamentales son aquellos derechos que pertenecen a todo ser humano
por el simple hecho de existir como un miembro más de la familia humana. Son
preexistentes a las leyes escritas y vigentes en los Estados [ley positiva], en las cuales
deberían ser reconocidos y garantizados. Cuando la ley los reconoce de manera
expresa reciben el nombre de derechos humanos aunque por lo regular, en el habla
común y bajo algunos planteamientos teóricos, se les trata como sinónimos.
¿Es el derecho el que determina la identidad del embrión? La respuesta es: no. Al
derecho no le corresponde determinar quién debe ser considerado ser humano o
persona. La identidad biológica del embrión -en cuanto ser vivo de la especie humana-
corresponde a las biociencias [biología, embriología, ciencia del desarrollo humano,
genética…]. Por otro lado, la identidad personal del embrión –el embrión considerado
como persona humana-, corresponde a la antropología filosófica, a la ontología y a la
ética [ramas de la filosofía]. Al derecho le toca reconocer la dimensión jurídica de todo
ser humano, en virtud de la cual -por el simple hecho de ser personas-, se nos puede
identificar como sujetos de derechos humanos en todo momento y lugar.
Mientras se trate de un ser humano, siempre saltarán a la vista todas aquellas necesidades
que son de interés prioritario satisfacer, como lo es la salud y la alimentación. De aquí que
podamos desglosar otros dos derechos fundamentales:
7 – Derecho a la no-discriminación.
Ni la enfermedad, el sexo ni mucho menos la apariencia física del embrión justifican de modo
alguno cualquier trato discriminatorio que menoscabe su integridad corporal. El embrión
humano tiene la misma dignidad que aquél ser humano nacido y adulto, por lo cual la ley debe
conferirle un trato igual -o incluso preferente- por tratarse de una vida humana en un estado
de vulnerabilidad notable.
Ningún ser humano merece ser tratado como objeto, cosa manipulable o mercancía a la
venta, pues por su propia naturaleza no es un medio sino un fin en sí mismo. En cuanto al
embrión, toda intervención médico-científica para ser considerada terapéutica debe
desembocar en un beneficio en su salud o calidad de vida; en caso contrario debe ser
considerada ilícita y prohibirse por todos los medios posibles.