Dialnet ElCapitalismoComoPoderLaPoliticaComoNegocio 968206
Dialnet ElCapitalismoComoPoderLaPoliticaComoNegocio 968206
Dialnet ElCapitalismoComoPoderLaPoliticaComoNegocio 968206
SUMARIO
INTRODUCCIÓN
(1) La primera versión de este artículo fue presentada como Comunicación en las VII
Jomadas de Transición Económica organizadas en la Universidad de Valencia en el Departa-
mento de Economía Aplicada (8-9 de mayo de 2003).
245
Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)
Núm. 124. Abril-Junio 2004
EDUARD TARNAWSKI
De la evolución a la selección
246
El. CAPITALISMO COMO PODER, LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
(2) «La admisión a la clase ociosa se consigue mediante el ejercicio de las aptitudes pe-
cuniarias —aptitudes adquisitivas y no aptitudes útiles—. Hay, por tanto, una continua criba
selectiva del material humano que constituye la clase ociosa y esa selección se hace sobre la
base de la aptitud para las empresas pecuniarias» (Veblen, 1963, 252).
(3) «La institución de la clase ociosa produce efectos no sólo sobre la estructura social,
sino también sobre el carácter de cada uno de los miembros de la sociedad. En cuanto una de-
terminada proclividad o punto de vista ha conseguido ser aceptado como patrón o norma de
vida autoritario, reaccionará sobre el carácter de los miembros de la sociedad que lo han acepta-
do como norma. Moldeará en cierta medida sus hábitos mentales y ejercerá una vigilancia se-
lectiva sobre el desarrollo de las aptitudes e inclinaciones de los hombres. Este efecto se produ-
ce, en parte, por una adaptación coactiva, educativa, de los hábitos de todos los individuos y, en
parte por una eliminación selectiva de los individuos y linajes no aptos. El material humano que
no se presta a los métodos de vida impuesta por el esquema general aceptado sufre, en mayor o
menor proporción, una eliminación así como una represión» (Veblen, 1963, 218).
(4) «En el régimen de emulación los miembros de una comunidad industrial moderna
son rivales y cada uno de ellos consigue mejor su ventaja individual e inmediata si, gracias a
una carencia excepcional de escrúpulos, puede superar y dañar a sus semejantes cuando tiene
oportunidad de hacerlo» (Veblen, 1963, 234).
(5) JOHN D. ROCKERFELLER Jr. escribía: «El crecimiento de un gran negocio no es más
que una forma de la supervivencia de los más aptos... Sólo sacrificando a los capullos tempra-
247
EDUARD TARNAWSK1
nos que crecen a su alrededor se consigue la rosa llamada American Beauty, con un esplendor
y una fragancia que regocija a quien la contempla. Esto no es ninguna mala tendencia dentro
del mundo de los negocios. Se trata simplemente de la acción de las leyes de la naturaleza y
de Dios» (cito según Singer, 1999, 22).
248
EL CAPITALISMO COMO PODER, LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
(6) «La influencia de la clase ociosa no se ejerce de modo decidido en pro o en contra de
la rehabilitación de esta naturaleza humana porto-antropoide. Por lo que hace a las posibilida-
des de supervivencia de los individuos dotados de una cantidad excepcionalmente grande de
249
EDUARD TARNAWSKI
esos rasgos primitivos, la posición protegida que ocupa es clase favorece a sus miembros de
modo directo al retirarse de la lucha pecuniaria; pero, indirectamente, debido a los cánones de
derroche ostensible de cosas y a los esfuerzos propios de la clase ociosa, la institución de tal
clase disminuye las posibilidades de supervivencia de los individuos de este tipo en el cuerpo
general de la población. Las exigencias de derroche impuestas por el decoro absorben la ener-
gía sobrante de la población en una competencia valorativa y no dejan margen para ninguna
expresión de la vida que no tenga carácter valorativo» (Veblen, 1963, 368).
(7) «Para ganar y conservar la estima de los hombres no basta con poseer riqueza y po-
der. La riqueza o el poder tienen que ser puestos de manifiesto, porque la estima sólo se otor-
ga ante su evidencia. Ya la demostración de la riqueza no sirve sólo para impresionar a los de-
más con la propia importancia y mantener vivo y alerta su sentimiento de esa importancia,
sino que su utilidad es apenas menor para construir y mantener la complacencia en uno mis-
mo» (Veblen, 1963, 44-45).
(8) El método de Veblen de describir las transformaciones del capitalismo observando
los cambios de moda los resume muy bien Vicente Verdú. Éste recoge el nombre bo-bos acu-
ñado por el influyente comentarista David Brooks (2000). El nombre es la fusión entre las ca-
racterísticas de los que se llamarían bo-hemians y los bo-urgeois. El bo-bo sucede, a la altura
de 2000, a la tribu de los yuppies de los años ochenta. Conservan de los yuppies su afán por el
consumo caro, su estatus y su visibilidad en los medios de moda, pero poseen a la vez gustos
contraculturales importados de los años sesenta. «Los bo-bos se forman con gentes cultiva-
das, licenciados con másters, ejecutivos con antropología, profesionales de varios idiomas y
amplio conocimiento internacional dentro de la nueva sociedad de la información. Sus nota-
bles recursos económicos se corresponden con una sólida formación superior y una privile-
giada información global. Son la nueva élite del mundo y demuestran en sus elecciones de
vida y sus consumos el patrimonio personal de una experiencia mistificada. Los bo-bos no
gastarán, por ejemplo, grandes sumas en bienes de ostentación para impactar a sus pares. La
ostentación directa se ha convertido, entre ellos, en una señal de mal gusto y de peor educa-
ción. Los gastos aparatosos se legitiman sólo por su condición de "necesidad". Será así una
muestra de grosero despilfarro invertir grandes sumas en aparatos de alta fidelidad, pero se
250
EL CAPITALISMO COMO PODER, LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
miembros de la clase ociosa del s. xix tenían el hábito de llevar bastón (9).
Hoy en día, el teléfono móvil que no sueltan de la mano muchos rusos ejerce
esa misma función que el bastón, de proyección del estatus real y del estatus
deseable (Lavelle, 2003).
Instinto e instituciones
justificará en cambio la compra de un superfrigorífico de los que ahora se venden, por varios
millones, en Estados Unidos; será aceptable pagar una fortuna por un 4 x 4 de la gama máxi-
ma, pero no es pertinente pasearse con un deportivo. Incluso los deportivos, cuando se mane-
jan, se definen hoy como sport utility vehicle, denotando que la "utilidad" debe incorporarse
siempre al sentido de la compra. Y la simplicidad. Las cosas, obedeciendo a la consigna de no
parecer exhibicionistas, deben presentar un diseño sencillo, simple, de apariencia elemental.
Otra cosa es que esa simplicidad en unos zapatos de Prada se traduzca en un coste de 100.000
pesetas» (El País, 22 de junio de 2000).
(9) «Tomado simplemente como rasgo de la vida moderna, el hábito de llevar bastón
puede parecer, todo lo más, un detalle trivial; pero el uso tiene algún significado para el punto
de que tratamos. Las clases en las que más predomina este hábito —las clases con las que está
asociado el bastón en la imaginación popular— son la clase ociosa propiamente dicha, los de-
portistas y los delincuentes de la clase inferior. Podría acaso añadirse a ellos los hombres ocu-
pados en las tareas pecuniarias. (...) El bastón tiene la finalidad de demostrar que las manos de
su portador se emplean para una finalidad distinta del esfuerzo útil y, por ende, tiene utilidad
como demostración del ocio de quien lo lleva. Pero es también un arma y satisface por ello
una necesidad sentida por el hombre bárbaro. El manejo de un medio ofensivo tan primitivo y
tangible es muy agradable para cualquiera que esté dotado, aunque sólo sea en un grado mo-
derado, de ferocidad» (Veblen, 1963, 271).
251
EDUARD TARNAWSKI
manship and the State of the Industrial Arts. En ella la categoría instinto,
caída en desuso en el campo de la Psicología, pasa a ser central. De eso ya
hablaba en su obra anterior Teoría de la clase ociosa cuando mencionaba a
unos individuos que tienen suficiente experiencia y en cuyo temperamento
destacan los hábitos mentales propios de los hombres depredadores. Son
precisamente ellos los que pueden salir ganando en la economía capitalis-
ta (10). A las tareas pecuniarias pueden dedicarse sólo los que destacan por
tener y cultivar aptitudes depredadoras.
El capitalismo, en la teoría de Veblen, tiene su origen en el instinto (11).
La naturaleza instintiva del capitalismo explica el papel que han conseguido
los juristas en este sistema. Veblen se fijaba especialmente en el instinto de
agresividad tan propio de los abogados (12). Por eso digo que probablemen-
te le habría llamado la atención que el semanal norteamericano Time titulara
en 1998 uno de "sus reportajes de Moscú: «Nos veremos enjuicio. Los hom-
bres de negocios gángsters están aprendiendo a usar un elemento vital pro-
pio de los abogados de las grandes corporaciones» (Time, 9 de febrero de
1998, pág. 49). Efectivamente los abogados, muy despreciados a lo largo de
la historia rusa, han proliferado de forma espectacular en la década de los
noventa. Entre 1991 y 1998 han entrado en la profesión unas 15 mil perso-
nas. Muchos no tienen preparación suficiente. La legislación vigente no es-
pecifica estrictamente qué requisitos han de tener los candidatos. Pero lo
(10) «En la medida en que el proceso competitivo de adquisición y tenencia modela los
hábitos mentales de los hombres y en la medida en que sus funciones económicas están com-
prendidas dentro del ámbito de la propiedad de riqueza concebida en términos de valor en
cambio y de su administración y financiamiento mediante la permutación de sus valores, su
experiencia de la vida económica favorece la supervivencia y acentuación del temperamento
y hábitos mentales depredadores» (Veblen, 1963, 235).
(11) «Para Veblen, la economía monetaria era "institucional", no un requisito natural de
la humanidad. Empleaba el término "institución" en un sentido amplio y original, como méto-
do de acción a que se había llegado por habituamiento y convicción y en el que en general se
estaba de acuerdo. La mayoría de los economistas "ortodoxos" habrían estado de acuerdo con
esto, pero suponían que las "instituciones", en la aceptación ordinaria de la palabra, surgieron
en respuesta a las necesidades de los hombres, y representaban el estado hasta el cual el hom-
bre había progresado en su lucha con la naturaleza. Veblen criticaba esa opinión acusándola
de hacer caso omiso de que la institución se había convertido en fin en lugar de ser un medio»
(Dorfman, 1959, 497).
(12) «La profesión jurídica no implica la tenencia de mucha propiedad; pero como el
trabajo del abogado no tiene ningún tinte de utilidad, salvo para fines de competencia, tiene
un grado elevado en el esquema convencional. El abogado se ocupa exclusivamente de los
detalles del fraude depredador, tanto por lo que se refiere a conseguir cómo frustrar el éxito
de las argucias, y el triunfo en lá profesión se acepta, en consecuencia, como signo de grandes
dotes de esa astucia bárbara que ha suscitado siempre entre los hombres respeto y temor»
(Veblen, 1963, 237).
252
EL CAPITALISMO COMO PODER, LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
(13) En una obra monumental como la de Robins (2000) que recoge docenas de estudios
no aparece ninguna pista vebeliana.
253
EDUARD TARNAWSKI
ses sociales, capitalistas y proletarios —como pensaba Marx—, sino dos ti-
pos de hombres. Veblen hablaba de los que trabajan en la industria y los que
viven del dinero. A los primeros se les pide que sean diligentes, eficaces y
cooperativos. A los segundos que sean agresivos. El hecho de que a pesar de
esto disfruten de una reputación mucho mayor que la de los dedicados a las
tareas industriales, tiene su origen en que su labor se relaciona con la propie-
dad a gran escala (Veblen, 1963, 236-237). Los hombres dedicados a las ta-
reas pecuniarias no están atados permanentemente a ninguna industria.
Cambian constantemente de interés y gracias a esto pueden salir ganando
tanto si las empresas sufren pérdidas como si tienen beneficios (Dorfman,
1959, 498).
Si Veblen tiene razón, no hay que buscar en la vida económica unas
trenas. La vida económica será la arena donde los individuos luchan por el
poder. En consecuencia, será posible una Teoría política en la que no haya
sitio para las clases, las naciones, o los Estados. Ni siquiera habrá compasión
por los individuos que se dejan reprimir o influenciar (Hodgson, 1998,189).
Veblen no hubiera acatado jamás el dogma de que la política tiene la fun-
ción de responder a las demandas de la economía. Tal afirmación —diría Ve-
blen— es propia de una ciencia preevolucionista. Y él, a lo largo de su vida,
permaneció fiel a su temprana tesis de que en la política, como en cualquier
parte del mundo humano, no rigen las leyes de la Física sino los deseos de
poder de los hombres reales. Si los políticos no están para vigilar que se
cumplan las supuestas leyes del equilibrio o el ideal del bien común, es por-
que en la política no rige la ley de la gravedad. La política es un negocio. Y
en cualquier negocio, el objetivo es obtener el máximo beneficio. Esto es po-
sible sólo a costa del otro.
Para un evolucionista, la política nunca puede ser entendida como un
juego, será siempre sinónimo de lucha en la que, para que uno gane, el otro
tiene que perder. Por este motivo no tiene ningún sentido enfrentarse a la co-
rrupción, como sentencia en The Theory of Business Enterprise (14). Y tam-
poco cabe en su teoría la figura del homo economicus. Donde un neoclásico
(14) «Las modernas (civilizadas) instituciones se basan, en gran parte, en los principios
del negocio. Éste es el significado, aplicado a la situación moderna, de las expresiones actua-
les sobre la Interpretación Económica de la Historia, o de la Teoría Materialista de la Historia.
Debido a este hábito establecido de ver todas las coyunturas de la vida desde el punto de vista
del negocio, en términos de ganancias y pérdidas, la dirección de los asuntos de la comunidad
en su conjunto cae con el consentimiento de todos en las manos de la gente de negocios y se
rige por consideraciones empresariales. De ahí que la política moderna sea negocio, incluso al
margen de la siniestra aplicación de la expresión a lo que por envidiosa se llama corrupción
política. Es así tanto en la política exterior como en la política interior. La legislación, la vigi-
lancia policial, la administración de la justicia, el servicio militar y diplomático, todos ellos
254
EL CAPITALISMO COMO PODER. LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
tratan principalmente de relaciones de negocio, intereses pecuniarios, y tienen poco más que
una influencia incidental en otras esferas de la vida humana» (Veblen, 1965, 268-269).
255
EDUARD TARNAWSKI
de los militares rusos. Ignoran quizá que fueron precisamente los jefes de la
industria armamentista y los altos mandos del Ejército rojo los más aptos
para convertirse en capitalistas. Olvidan también que la humillante retirada
de las tropas soviéticas de Alemania se convirtió en una gran oportunidad
para la gigantesca operación de venta de material bélico. La industria militar
possoviética era la que estaba mejor preparada para asumir las reglas de la
economía capitalista (Sánchez-Andrés, 1995; 1998). Este papel de locomo-
tora del capitalismo que desempeñaron los militares rusos no es ninguna ex-
cepción, lo tuvieron también los militares chinos y vietnamitas, emulando a
los japoneses tras su derrota en el frente en la segunda guerra mundial.
Volviendo a Veblen, mi opinión es que éste sería más radical que Dow-
ning. No sólo reconocería el papel primordial de los militares en general en
la puesta en marcha del capitalismo, sino que no se sorprendería de la asom-
brosa capacidad de los militares rusos actuales para organizar el negocio
fraudulento (La Vanguardia, 7 de octubre 1999). Bien decía Veblen que los
tiempos de paz son favorables a la actividad pecuniaria. En los tiempos de
paz los hombres con aptitudes depredadoras están totalmente absorbidos por
las instituciones económicas y no se dedican a menesteres más arcaicos
como son la captura violenta, sino a las prácticas comprendidas en la deno-
minación de fraude. Los individuos que no pueden satisfacer su instinto
agresivo en la lucha en el frente encuentran la posibilidad de satisfacerlo en
las tareas del fraude. La ausencia de guerras, pues, no elimina el instinto de
lucha. La actividad depredadora no disminuye, sólo se transforma y aparece
en una versión del espíritu marcial, que es el fraude corporativo (15).
Recordemos una vez más que Veblen identifica a la clase ociosa por su
dedicación a las tareas pecuniarias, que son la política, la eclesiástica y la
militar (Veblen, 1963, 236). No sólo equipara el sacerdocio a las tareas mili-
tares, sino que considera a ambas esenciales para el capitalismo (Veblen,
1963,10). Dice que nada retrata mejor el capitalismo que el papel primordial
que desempeñan los militares y sacerdotes en la vida real de la sociedad nor-
teamericana. Un siglo después, las dos profesiones, según las encuestas, si-
guen siendo las que más confianza merecen de los norteamericanos. De for-
ma análoga, en la Rusia capitalista la institución militar no sólo mantiene su
prestigio sino que es la que mejor se ha situado en el reparto de poder. El
nombre del teniente coronel de la reserva Putin, no es un falso logotipo de la
(15) «Bajo el sistema pacífico moderno, una vida de adquisición favorece, sobre todo,
los hábitos y aptitudes depredadoras que pueden desarrollarse pacíficamente. Es decir, las ta-
reas pecuniarias permiten perfeccionarse en la línea general de prácticas comprendidas bajo
la denominación de fraude y no en las que corresponden al método más arcaico de captura
violenta» (Veblen, 1963, 235).
256
EL CAPITALISMO COMO PODER, LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
Rusia actual, sino una realidad social palpable. Según datos de un columnis-
ta alemán, los oficiales rusos de la reserva ocupan el 70 por 100 de los pues-
tos en la administración regional, y en la administración central la cifra al-
canza a una tercera parte. En el conjunto de los más altos puestos de la élite
gubernamental los militares representan una cuarta parte (Frankfurter AlIge-
meine Zeitung, de 27 de agosto 2003, pág. 1).
Oligarcas
(16) Por ejemplo, véase la reseña publicada en The New York Times el día 13 de octubre
de 2000, con el título «A Tycoon's Meteoric Rise After Russia's Collapse». Su autor Richard
Bernstein hablaba del libro de Paul Klebnikov Godfather ofthe Kremlin: Boris Berezovsky
and the Looting of Russia.
(17) «La institución de una clase ociosa se encuentra en su máximo desarrollo en los es-
tadios superiores de la cultura bárbara; por ejemplo, en la Europa feudal o el Japón feudal.
(...) Las ocupaciones de esa clase están diversificadas con arreglo a las subdivisiones en que
se fracciona, pero todas tienen la característica común de no ser industriales. Esas ocupacio-
nes no industriales de las clases altas pueden ser comprendidas, en términos generales, bajo
los epígrafes de gobierno, guerra, prácticas religiosas y deportes» (Veblen, 1963, 10-11)..
257
EDUARD TARNAWSKJ
(18) Pilar Bonet en un retrato de la figura del oligarca Abramovich ofrece jugosos deta-
lles de esta relación como la historia contada por Borís Niemtosov, quien le confundió con un
camarero cuando le vio por primera vez preparando pinchos para Tatiana y su futuro marido
Valentín Ymáshev {El País, 17 de noviembre de 2003, pág. 63).
258
EL CAPITALISMO COMO PODER. LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
259
EDUARD TARNAWSKI
(19) El tema interesó al mismo J. Edgar Hoover, director de la policía secreta federal.
Éste elaboró un informe y lo pasó directamente a un joven doctorando, Joseph Dorfman, que
estaba a punto de iniciar la famosa biografía de Veblen (Bradley, 1997).
(20) «El Bolchevismo representa una amenaza para la propiedad absentista; y a la luz de
260
EL CAPITALISMO COMO PODER, LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
que les trae la riqueza. Bell calculó correctamente su ataque. Lo dirigió con-
tra los potenciales seguidores de Veblen, entre los cuales estaba entonces
Robert McNamara, el Secretario de Defensa del gobierno de Kennedy (Bell,
1973, 357). No andaba descaminado. Sabía que Veblen era no sólo un segui-
dor ('e Saint Simón sino también alguien muy afín a las ideas del segundo
presidente de Estados Unidos, John Adams, quien tanto temía la llegada del
capitalismo a América.
Quizá hubo alguien más perverso dentro de la clase ociosa que fuese más
lejos y llegase a otra conclusión: para acabar con el Veblen de The Engineers
and the Price System y con las ideas de tecnócratas norteamericanos tan ilus-
tres como Frederic Winslow Taylor, Henry Ford y John Dewey, hay que rati-
ficar la validez de la lógica del derroche. Estoy insinuando que quizá la caí-
da del sistema bolchevique en Rusia en 1990 tendría que interpretarse como
una venganza contra Veblen. ¿Por qué —si no— se le encargó el desfile de
la victoria sobre los bolcheviques no a un general norteamericano sino a De-
nis Tito, un representante de la clase ociosa? Este capitalista californiano
emprendió en 2001, por puro deseo de derroche ostentoso, un viaje al cos-
mos, precisamente a bordo de un cohete ruso Soyuz. Lo importante de este
episodio —diría yo— no es que el billete le costase 20 millones de dólares,
sino que la fecha de embarque en la estación Mir fue el 30 de abril, víspera
de 1 de mayo. Ese día la clase ociosa se tomó la revancha.
CONCLUSIÓN
los acontecimientos en la Rusia soviética, se hizo evidente sistemáticamente que sólo la defi-
nitiva supresión del Bolchevismo y de todas sus obras, a cualquier coste, el mundo podría ser
seguro para la democracia y para los derechos de propiedad, en los que se basa el orden políti-
co y civil existente. Por tanto, la primera preocupación de los guardianes del orden existente
resultó ser erradicar el Bolchevismo a cualquier precio y sin respetar el Derecho internacio-
nal» (Veblen, 1920).
261
EDUARD TARNAWSKJ
BIBLIOGRAFÍA
262
EL CAPITALISMO COMO PODKR, LA POLÍTICA COMO NEGOCIO
263
EDUARD TARNAWSKI
ROBINS, DEREK (ed.): Pierre Bourdieu, vol. 1-4, Sage, London, 2000.
ROBSON, ARTHUR J.: «The Biological Basis of Economic Behavior», Journal ofEco-
nomic Literature, 29, March, 2001, 11-33.
ROSE, NICOLÁS: «The Politics of Life Itself», Theory, Culture and Society, 18 (6),
2001, 1-30.
SAMUELS, WARREN J. (ed.): TheLeisure Class and Sovereignty: The Centenary ofThe
Founding of Institutional Economics, Routledge, New York, 1998.
SÁNCHEZ-ANDRÉS, ANTONIO and MARCH-POQUET, JOSÉ M.: «The Construction of Mar-
ket Institutions in Russia: A View from the Institutionalism of Polanyi», Journal
of Economic Issues, 36 (3), 2002, 707-722.
SCHRÓDER, HANS-HENNING: «Eltsin and the Oligarchs: The Role of Financial Groups
in Russian Politics between 1993 and July 1998», Europe-Asia Studies, 51 (6),
1999, 957-988.
SCHULZE, HOLGER: Neo-Institutionalismus. Ein analytisches Instrument zur
Erklarung gesellschaftiicher Transformationsprozess, Arbeitspapiere des Be-
reichs Politik und Gesellschaft. Heft 4, Osteuropa-Institut der Freien Universitát
Berlin, Berlin, 1997, www.oei.fu-berlin.de.
SHELLEY, LOUISE I.: «Post-soviet Organized Crime and the Rule of Law», John Mars-
hal Law Review, 28, Summer, 1995, 827-845.
SINGER, PETER: Una izquierda darwiniana. Política, evolución y cooperación, Críti-
ca, Barcelona, 1999.
VEBLEN, THORSTEIN: «Some Neglected Points in the Theory of Socialism», Annals of
American Academy ofPolitical and Social Science, 2, Nov. 1891, 345-362, o en
The Place of Science in Modern Civilisation and Other Essays, 387-408, en:
http://de.geocities.com/veblenite/txt/neglect.txt.
— «John Maynard Keynes. The Economic Consequences of the Peace», Political
Science Quarterly, 35, 1920, 467-472, http://de.geocities.com/veblenite/txt/rkey-
nes.txt.
— Teoría de la clase ociosa, Fondo de Cultura Económica, México, 1963 [1899].
— The Theory of Business Enterprise, Augustus M. Kelley, New York, 1965 [ 1904].
— The Engineers and the Pnce System, Augustus M. Kelley, New York, 1965
[1921].
VERCUEIL, JULIEN: «Les approches évolutionnistes et institutionalistes sont-elles com-
plémentaires? La transition córame mise á l'épreuve», Contribution au colloque
Institutionnalismes et évolutionnismes: confrontations autour de perspectives
empiríques, Lyon, 2-3 décembre 2002, ISH, http://www.ish-lyon.cnrs.fr/labo/
walras/Objets/New/Colloqueinst/1 lVERCUEIL.pdf.
WALKER, DONALD A.: «Thorstein Veblen's Economic System», Economic Inquiry,
15, April 1977, 213-237.
WITT, URLICH: «Commentary», en ÑAU, HEINO O., SCHEFOLD, BERTRAM (ed.): The His-
toricity of Economics. Continuities and Discontinuities ofHistorical Thought in
19th and 20th Century Economics, Springer, Berlin, 2002, 130-138.
264