Notas - Jesús y Los Espíritus - Esther Miquel Pericas

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JESÚS Y LOS ESPÍRITUS.

APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A LA
PRÁCTICA EXORCISTA DE JESÚS. ESTHER MIQUEL PERICÁS. EDICIONES
SIGUEME, 2009.

Relevancia y actualidad del estudio de la posesión y la práctica exorcista: El Nuevo


Testamento en particular y la literatura cristiana primitiva en general contienen numerosas
referencias al fenómeno de la posesión por espíritus y a la práctica exorcista. Aunque en
algunos textos se cuestione la autenticidad de ciertos casos de posesión o la honradez de
ciertos exorcistas, en ninguno se pone en duda la existencia de espíritus, capaces de poseer
a las personas, ni de individuos capaces de exorcizarlos. Espíritus, posesos y exorcistas
forman parte de la realidad cultural en la que vivieron Jesús y los autores de la literatura
cristiana primitiva.1

En ese mundo, los síntomas de la posesión espiritual pueden ser tan fácilmente reconocibles
como en el nuestro lo son los de una infección gripal. En ninguno de los dos casos resulta
fácil tener una percepción directa del agente implicado el espíritu poseedor o el virus, pero
el conocimiento social compartido permite que, en la mayoría de los casos, incluso los no
expertos puedan identificarlo.2

No obstante, en ambos casos la gente corriente se considera capaz de reconocer la presencia


de la entidad invasora sin necesidad de recurrir a los expertos. El conocimiento social
compartido proporciona criterios prácticos para ello: tos, fiebre y garganta irritada en el
caso del virus de la gripe; ciertos tipos de comportamiento descontrolado en el de los
espíritus poseedores.3

Una lectura, incluso superficial, del conjunto de documentos antiguos que tratan sobre
Jesús sugiere con fuerza que el fenómeno de la posesión tuvo un papel central tanto en el
movimiento por el creado como en los orígenes del cristianismo. Al hombre occidental del
siglo XXI le resulta muy difícil dar sentido a esta clase de fenómenos y valorar
adecuadamente la relevancia social, política y religiosa que parece haber tenido en las
culturas mediterráneas del siglo I.4

Con demasiada frecuencia el cristianismo occidental se enfrenta a estos fenómenos


culturales como si fueran a manifestaciones idolátricas o aberrantes de la ignorancia

1
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 9.
2
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 9.
3
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 10.
4
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 10.
humana, sin detenerse por un momento a pensar que el propio Jesús vivió plenamente
inmerso en ellos.5

El contacto creciente entre la cultura occidental moderna y las numerosas culturas en las
que la creencia en espíritus poseedores sigue vigente está suscitando entre los biblistas un
interés nuevo por la práctica exorcista de Jesús.6

En lo sucesivo diremos que un individuo está poseído por un espíritu cuando se dan las dos
siguientes condiciones: 1) El individuo manifiesta una incapacidad total o parcial para
controlar acciones, omisiones o actitudes de las que su entorno social le considera
normalmente responsable; 2) el entorno social atribuye esa falta de control a la acción de un
espíritu. El espíritu posee a la persona de forma análoga a como un señor posee o domina la
voluntad de su esclavo.7

Correlativamente, hay procedimientos exorcistas que supuestamente consisten en alejar o


ahuyentar al espíritu poseedor, y otros en que se trata de desatar a la víctima. Los ritos o
amuletos apotropaicos deben considerarse exorcismos preventivos, puesto que tienen la
función de impedir que los espíritus se acerquen a las personas.8

Este sentido general del verbo exorcizar y sus derivados también queda justificado por las
fuentes literarias del entorno de Jesús especialmente por los evangelios. En estos escritos, la
acción sobre el espíritu poseedor por medio de la cual se elimina la coacción que éste ejerce
sobre la persona poseída se expresa normalmente mediante los verbos ekbálló, que significa
«echar fuera» o «expulsar», y apóllumi, que significa «destruir». La acción sobre la víctima
suele expresarse con los verbos «desatar» (lúó) o «liberar» (apolúó).9

Hasta el siglo II de nuestra era el verbo «exorcizar» no adquiere el sentido técnico de


«expulsar espíritus». En épocas anteriores significa simplemente «conjurar», es decir,
«conminar a alguien a hacer o decir algo en presencia de un dios o espíritu poderoso»
(Mt.26:63).10

Así pues, entiendo que estos relatos dramáticos reflejan prácticas exorcistas específicas
utilizadas en aquellos casos particularmente graves en los que el espíritu ha suplantado

5
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 11.
6
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 12.
7
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 14.
8
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 15.
9
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 15.
10
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, pp. 15-16.
totalmente la voluntad del poseso, pero no deben ser considerados como el único modelo de
exorcismo reconocido en el entorno sociocultural de Jesús.11

Mi objetivo general es mostrar que, en la sociedad judeopalestina del siglo I d.C., esta
práctica tenía sentido, y que dicho sentido contextual sirve para dilucidar; al menos de
forma parcial, el papel que la posesión espiritual y los exorcismos parecen haber tenido en
los orígenes del movimiento de Jesús.12

La práctica de exorcizar a los posesos, es decir, a los poseídos, era coherente y normal en la
cultura del entorno social de Jesús.

EL EXORCISMO Y SU SIGNIFICADO EN CUANTO AL REINO: Según la tradición


evangélica, fue el propio Jesús quien transmitió esta capacidad a sus discípulos y la asoció
de forma estrecha a la proclamación de la llegada del reinado de Dios (Mc.3:15; 6:7;
Lc.10:17). Por tanto, gran parte de la información que poseemos acerca de la praxis
exorcista de Jesús y todo cuanto es posible deducir acerca del sentido y la función que esa
praxis tuvo en el contexto de su ministerio se puede seguramente aplicar al conjunto de su
movimiento.13

De acuerdo con estas evaluaciones, la praxis exorcista de Jesús aparece como uno de los
datos más probablemente históricos entre los transmitidos por los evangelios. A pesar de
ello, la exégesis crítica actual no ha logrado integrar estos testimonios en el contexto global
del ministerio de Jesús de una forma plenamente satisfactoria.14

La fama de Jesús como exorcista confirmada por todas las fuentes antiguas, no se
compagina bien con el reducido papel que la mayoría de los exegetas críticos atribuyen a
esta práctica de Jesús en el contexto de su ministerio. Aunque casi todos los estudiosos
reconocen la relación que los propios evangelios establecen entre la expulsión de demonios
y la llegada del reinado de Dios la tendencia interpretativa predominante reduce la
relevancia de los exorcismos a la función de anticipar de forma simbólica la victoria
definitiva de Dios sobre el mal.15

La investigación actual sobre el Jesús histórico reconoce de forma casi unánime que la
praxis exorcista es una de las actividades atribuidas por los evangelios a Jesús que tiene

11
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 16.
12
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, pp. 16-17.
13
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 17.
14
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 18.
15
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 18.
más probabilidad de ser histórica. La razón de este casi total acuerdo es que dicho dato
evangélico cumple dos de los criterios de plausibilidad histórica más sólidos: el del
testimonio múltiple y el de incomodidad. El primero de estos criterios afirma que la
probabilidad de que un informe sobre un personaje o acontecimiento antiguo sea histórico
aumenta con el número de testimonios independientes que lo corroboran. El segundo
criterio, valido de forma general en el ámbito de la sociología de grupos, afirma que ningún
grupo o movimiento inventa tradiciones irrelevantes o incomodas para la promoción de su
propio programa. Por lo tanto, si en algún caso conserva y transmite tradiciones de este
tipo es porque las venera como auténticas o porque, siendo de conocimiento público tiene
necesidad de justificarlas.16

Ahora bien, una reconstrucción histórica seria de un personaje del pasado no puede
limitarse a exponer la fiabilidad de la transmisión de los testimonios. Debe también mostrar
que los datos interpretados que utiliza son verosímiles y plausibles en el contexto
sociocultural de dicho personaje. Esta exigencia de la historiografía moderna no presupone
en modo alguno que los individuos carezcan de rasgos propios o no puedan llevar a cabo
acto o proyectos innovadores. Significa únicamente que el individuo humano está siempre
enraizado en el mundo que le ha tocado vivir y que el historiador sólo puede entenderlo
sobre el trasfondo de ese mundo.17

La antropología cultural es una ciencia que intenta dilucidar las relaciones existentes entre
las condiciones ecológicas, económicas y sociales de los grupos humanos, y los valores,
conocimientos prácticos y creencias que orientan sus formas de vida.18

MUNDOS CULTURALES DONDE LA POSESIÓN ES POSIBLE.

La posesión por espíritus es un fenómeno cultural… esto implica que sólo es reconocible y
significativa, [es decir], sólo es posible, en el marco de ciertas culturas. Si deseamos, pues,
captar lo que la posesión por espíritus significa para los grupos humanos que creen en ella,
deberemos adoptar la perspectiva de la antropología cultural.19

16
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 20.
17
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, p. 20.
18
MIQUEL, Esther. Jesús y los espíritus. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús.
Salamanca (España): Ediciones sígueme, 2009, pp. 22-23.
19
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 29.
¿QUÉ ES CULTURA?: Cultura es aquella parte o dimensión de la experiencia acumulada
de un grupo humano que se origina en su interacción creativa con el entorno vital y es
compartida por todos sus miembros.20

La cultura de un grupo humano es el conjunto de conocimientos teóricos y prácticos


compartidos que permiten a sus miembros interactuar de forma coherente entre sí y con el
entorno. Incluye conocimientos acerca de cómo es el mundo, qué elementos, estructura y
dinamismo posee, cómo funcionan las entidades o las partes que lo componen y cómo
puede el hombre interaccionar con ellas y transformarlas. También incorpora
conocimientos acerca de la situación del ser humano y/o del grupo en ese mundo, de los
distintos tipos de personas y de las posibles formas de relación interpersonal.21

El conocimiento cultural puede incluir propiedades, o elementos que no son objeto directo
de la experiencia humana, pero cuya existencia se induce a partir de los efectos que
supuestamente producen en esa experiencia.22

Así, por ejemplo, nuestra moderna cultura científica acepta la existencia de unas entidades
a las que denominamos «partículas elementales» que nadie puede ver o tocar, pero que
sirven para explicar fenómenos medibles o directamente observables. De manera análoga,
muchas culturas tradicionales aceptan la existencia de entidades espirituales o sensibles
cuya presencia supuestamente resulta reconocible gracias a los efectos que de forma
sistemática u ocasional producen sobre el mundo de los hombres. Los presupuestos
criterios mediante los cuales un grupo humano interpreta determinadas experiencias como
efecto de entidades no directamente experimentables forman también parte de su
conocimiento cultural. Así, aquellos grupos humanos que creen en la existencia de espíritus
capaces de poseer a las personas identifican ciertos tipos de conducta como efectos
inequívocos de posesión.23

Los conocimientos culturales pasan de una generación a otra gracias a la socialización


primaria de los nuevos miembros del grupo. De esta forma, se va creando un cuerpo
creciente de conocimientos al que denominamos «tradición cultural», que acompaña y
configura la vida del grupo a través del tiempo… Por una parte, cada individuo y cada
generación asimilan de forma creativa los conocimientos que les transmiten sus mayores,
seleccionando, completando y adaptando sus contenidos de acuerdo con sus propias
circunstancias… El conocimiento que no es frecuentemente corroborado por el
comportamiento cotidiano de un número suficiente de individuos cae en el descrédito o en
el olvido y deja de ser tradición cultural.24

20
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 29.
21
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 30.
22
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 30.
23
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 31.
24
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 31.
Lo normal es que la tradición cultural de cualquier grupo humano suficientemente longevo
se organice antes o después en un sistema de creencias, prácticas y valores al que la
sociología del conocimiento se refiere como «visión del mundo»… En otras palabras, una
visión del mundo integra todo el conocimiento común compartido, establece conexiones
coherentes entre sus elementos y lo completa con los presupuestos necesarios para que
forme un sistema capaz de dar sentido a todas las experiencias concebibles por el grupo y
de orientar a las personas en todas las circunstancias posibles de su vida. La creencia en
seres espirituales capaces de actuar coactivamente sobre los individuos forma parte de las
visiones del mundo de los grupos humanos donde se da el fenómeno de la posesión, por lo
que hemos de esperar encontrarla coherentemente integrada tanto en el conjunto de sus
conocimientos cosmológicos y técnicos como en el de su praxis política y moral.25

Evidentemente, las visiones del mundo nunca son totalmente completas… las tradiciones
culturales crecen y se modifican, de ahí que las visiones del mundo que las integran no
puedan por menos que cambiar. No obstante, lo más habitual es que lo nuevo se incorpore a
la visión del mundo vigente, respetando las líneas básicas de su organización global y
buscando mantener su coherencia interna.26

Aunque la creencia en espíritus capaces de interaccionar con los seres humanos suele
pertenecer al núcleo cosmológico más estable de aquellas visiones del mundo en las que
está integrada, las identidades, los poderes y las funciones de los espíritus relevantes para el
grupo varían con mucha mayor facilidad… las manifestaciones concretas de la creencia en
la posesión espiritual suelen reflejar con considerable detalle los conflictos de intereses las
crisis menores de la vida social.27

MUNDOS CULTURALES CON ESPÍRITUS: Decimos que la posesión por espíritus es


un fenómeno cultural porque depende esencialmente de interpretación que el grupo humano
donde se produce da a ciertos contenidos de la experiencia. En un grupo que no cree en la
existencia de espíritus poseedores no puede haber posesiones. Es posible que algunos de
sus miembros exhiban conductas parecidas a las que otros grupos atribuyen a la posesión,
pero en ningún caso serán interpretadas de acuerdo con esta categoría. Por su parte, las
culturas que creen en la existencia de espíritus poseedores identifican como una señal
inequívoca de posesión ciertos estados en los que el sujeto parece haber perdido o tener
limitado el control sobre las acciones de las que la sociedad le considera normalmente

25
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 32.
26
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 32.
27
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 33.
responsable. Los tipos de estados, acciones o conductas asociados de esta manera a la
posesión espiritual dependen también de la cultura.28

La posesión es una variedad de una clase mucho más amplia de fenómenos culturales que
presuponen la existencia de espíritus capaces de interaccionar con el mundo humano. Estos
espíritus pueden ser concebidos de formas muy diversas según las diferentes culturas,
aunque en todos los casos actúan como sustancias vivas, sutiles, fluidas y moldeables que
sólo son perceptibles de forma indirecta a través de sus efectos sobre el mundo sensible.29

No es, en efecto, infrecuente constatar que los espíritus exhiben caracteres y


comportamientos muy parecidos a los de los seres vivos del entorno. En este punto es
preciso tener en cuenta que las culturas precientíficas suelen atribuir vida a muchas
sustancias, cuerpos o aspectos de la naturaleza que nosotros consideramos inertes, como
por ejemplo el mar, el agua corriente, el fuego, las vetas de minerales, el viento, los
volcanes, las estrellas... incluso el universo entero en su unidad. No resulta, pues,
sorprendente que los espíritus del bosque, de los manantiales o de ciertos animales salvajes
se cuenten a menudo entre las entidades espirituales conocidas por los pueblos cazadores y
recolectores.30

Generalmente los espíritus más importantes y poderosos son personales es decir, espíritus
que se comportan de acuerdo con el repertorio de impulsos y motivaciones propio de los
seres humanos. Algunos de ellos son almas de personas muertas (héroes, santos,
antepasados, individuos que han muerto prematuramente o que no han recibido los ritos
fúnebres adecuados, etc.); otros, las formas espirituales bajo las que los seres divinos,
angélicos o demoníacos aparecen cuando interaccionan con el mundo de los hombres.31

NOTA DE PIE DE PAGINA: Entre las tradiciones cultuales en las que más visiblemente
se manifiesta la variedad de caracteres que pueden presentar los espíritus se encuentran los
cultos de raíces africanas surgidos en América por influjo de la población negra
esclavizada.32

Se da además por descontando que los espíritus tienen gustos y necesidades que
normalmente procuran satisfacer utilizando todos los medios a su alcance, y entre esos
medios están incluidas las personas que voluntaria o involuntariamente puedan cruzarse en

28
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 33.
29
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 34.
30
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, pp. 34-35.
31
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 35.
32
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 35.
su camino. Interesa, por tanto, a los seres humanos tener conocimientos fiables acerca de
los caracteres y comportamientos típicos de las diferentes clases de espíritus, a fin de saber
cómo evitar los contactos espirituales perjudiciales y cómo propiciar los beneficiosos.33

MANIPULACIÓN DE LOS ESPÍRITUS A TRAVÉS DE CONJUROS MÁGICOS:


Una persona con los conocimientos prácticos adecuados puede controlar en gran medida la
acción de estos espíritus de forma análoga a como un campesino controla la fuerza de sus
bueyes. Estas prácticas, calificadas con mucha frecuencia de «magia» por arqueólogos e
historiadores, estaban ampliamente extendidas en las sociedades antiguas y no eran en
absoluto ajenas al mundo cultural hebreo. Sabemos, en efecto, que entre las naciones
vecinas de Israel así como en muchos sectores de su propia población era frecuente el uso
de amuletos supuestamente capaces de impedir la aproximación de espíritus malignos.34

Es importante, sin embargo, tener en cuenta que el exclusivismo cultual (monolatría)


exigido por Yhwh a Israel no niega, si no que, por el contrario, presupone la existencia de
otros dioses y otros espíritus. Entre los textos bíblicos que más claramente mencionan a
otros dioses junto a Yhwh cabe destacar Dt.32:8ss.; Sal.82:1 y Sal.89:6-9.35

La relación entre un espíritu central y el grupo humano al que protege reproduce, en el


ámbito del trato entre hombres y espíritus, la relación social de patronazgo entre un
personaje poderoso y un grupo cliente. Como ocurre en todas las relaciones voluntarias
asimétricas, la parte superior (patrón) otorga de forma privilegiada a la parte inferior
(cliente) algunas de las ventajas que controla. A cambio, el cliente tiene la obligación moral
de honrar públicamente a su patrón y darle un apoyo incondicional.36

El compromiso de un espíritu central con el bien de su grupo cliente le convierten guardián


y legitimador suprahumano de los valores y criterios de comportamiento correcto que
cohesionan y estabilizan la vida social. Su papel de protector le obliga a defender al grupo,
no solo frente a sus enemigos externos, sino también frente a los internos, es decir, frente a
aquellos de sus miembros que desprecian, rechazan o contravienen aspectos fundamentales
de la moral grupal.37

En algunas circunstancias excepcionales los espíritus centrales pueden permitirse castigar al


grupo entero. Los castigos colectivos más habituales se manifiestan en forma de sequías,

33
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 36.
34
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 37.
35
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 39.
36
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 39.
37
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 40.
hambrunas, pestes, plagas, terremotos, agresiones militares... Cuando el grupo sufre este
tipo de catástrofes, sus miembros no pueden por menos que preguntarse cuáles han sido las
razones que han provocado el castigo.38

Otra reacción típica de las sociedades preindustriales ante desgracias colectivas es la


llamada «caza de brujas», consistente en buscar a los culpables entre personas marginales o
incómodas de las que los defensores del statu quo desean desembarazarse. A estas personas
se las suele acusar de cometer en secreto actos perversos que habrían contaminado
moralmente a todo el grupo y serían, por tanto, la causa del castigo grupal enviado por los
espíritus centrales. La extirpación de los acusados sirve, supuestamente, para que el grupo
se congracie con sus espíritus protectores.39

Estudios Históricos y etnográficos indican que una de las configuraciones más frecuentes
de la relación patrón cliente entre espíritus centrales y grupos humanos es el culto a los
antepasados. Los espíritus de los antepasados muertos protegen y aseguran la prosperidad
de sus sucesores, quienes a cambio les honran con ofrendas y ritos periódicos en santuarios
locales o en sus propias tumbas. Dichos espíritu, velan por el mantenimiento de las
costumbres tradicionales de la familia o del clan, castigando con enfermedades y desgracias
a quienes las transgreden o ignoran. Esta configuración se halla muy arraigada en casi todas
las culturas africanas actuales10, y parece ser el origen de muchos de los cultos ofrecidos
por las antiguas ciudades-estado mesopotámicas a los antepasados deificados de las
dinastías reales.40

POSESIONES POSITIVAS: La posesión es una interpretación cultural de ciertos estados


o conductas personales que, siendo incoherentes con lo que la sociedad espera del sujeto en
la vida cotidiana, se atribuyen a la acción ejercida sobre él por algún espíritu.41

Entre las posesiones positivas más claras están las posesiones por espíritus centrales en
contextos de culto. A través de ellas los espíritus patrones se hacen presentes en medio del
.grupo cliente asegurándole su cercanía y protección. Dependiendo de las culturas y de los
contextos rituales, la posesión puede afectar a cualquier participante, estar reservada a un
sector de iniciados o ser privilegio exclusivo del celebrante.42

38
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 40.
39
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, pp. 41-42.
40
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 42.
41
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 46.
42
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 47.
En algunos casos, los participantes poseídos se convierten en médium a través de los cuales
habla o actúa el espíritu; en otros, entran en trance., tienen visiones o profieren los típicos
sonidos articulados que los historiadores de la religión denominan genéricamente
«glosolalia». En la literatura bíblica encontramos ejemplos de esta clase de fenómenos
entre los grupos de profetas que rodean a Samuel (1 Sam.9:5-13). Los ejemplos
neotestamentarios más claros los constituyen la posesión colectiva por el Espíritu Santo, el
día de Pentecostés, descrita en el libro de los Hechos (2:1-13), y las referencias de Pablo a
los fenómenos carismáticos que parecen haberse manifestado de forma habitual en las
celebraciones comunitarias de varias iglesias (I Cor.12-14; Gál.4:6).43

DOLENCIA CULTURAL: Esta se define como el malestar o el sufrimiento originado en


la adaptación deficiente o insatisfactoria del sujeto a su entorno sociocultural. La dolencia
cultural puede estar asociada a un dolor físico y/o a una disfunción orgánica, pero también
puede darse de forma independiente… La depresión no endógena, es decir, aquella que no
tiene un origen fisiológico, es una dolencia propia de nuestra cultura que la psiquiatría
relaciona normalmente con tensiones y problemas en las relaciones sociales.44

Un ejemplo más cercano de la inextricable asociación entre cierto tipo de dolencias y la


interpretación cultural de la situación vivida por el enfermo es la tristeza profunda que
muchas veces aqueja a miembros de órdenes cristianas contemplativas cuando no
consiguen mantener una relación satisfactoria con Dios en la oración. Este tipo de tristeza
es una enfermedad cultural del cristianismo que puede tener repercusiones negativas en la
salud física del sujeto y en la vida de su comunidad. Para lograr la cura completa no basta
con restablecer la armonía corporal y/o las relaciones fraternas. Es necesario, que el sujeto
vuelva a sentirse unido a Dios o se convenza de que puede permanecer unido a Él
únicamente por el amor y la fe, sin sentir ningún tipo de goce espiritual. En cualquier caso
el tratamiento sólo existe y sólo es eficaz dentro del mundo sociocultural específico donde
nace y se identifica la dolencia… Por eso podemos decir que la mayor parte de las
dolencias atribuidas a posesiones negativas y tratadas exitosamente mediante exorcismos
parecen ser dolencias culturales.45

LA MORAL, LA POLÍTICA Y LOS ESPÍRITUS.

Entre los grupos humanos preindustriales la creencia en una realidad trascendente poblada
por espíritus tiene importantes repercusiones sobre la salud de muchos de sus miembros y,
por tanto, sobre la vida cotidiana individual. Los efectos de creer en la acción de los

43
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 48.
44
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 50.
45
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 51.
espíritus sobre las personas se extienden, sin embargo, mucho más allá del estrecho círculo
personal.46

En las sociedades tradicionales [antiguas, de los contemporáneos de Jesús], la inmensa


mayoría de la gente cree sinceramente en la existencia de seres espirituales capaces de
poseer a las personas, y se vale de este presupuesto cognitivo para interpretar numerosos
aspectos de su experiencia. En el conjunto de la población subordinada al antiguo dominio
de Roma, este presupuesto era patrimonio común de todas las tradiciones culturales y de
todos los niveles sociales. Sólo un número reducido de personas, pertenecientes casi
siempre a círculos intelectuales muy minoritarios (cínicos, epicúreos), lo consideraba con
escepticismo o lo rechazaba.47

LA POSESIÓN COMO PUENTE DE COMUNICACIÓN CON EL ENTORNO


SOCIAL: La posesión se distingue de otras formas de contacto con el mundo espiritual por
el énfasis que la comprensión cultural del fenómeno pone en la ausencia o limitación de la
responsabilidad moral atribuible al poseso. La persona poseída actúa total o parcialmente
sometida a la voluntad del espíritu que la posee; es el medio o instrumento elegido por
dicho espíritu para interactuar con el mundo de los hombres. Consecuentemente, no puede
ser juzgada con los mismos criterios morales que operan en la vida cotidiana de su entorno
social. Este entorno tiene derecho a evaluar el grado de implicación o connivencia que el
poseso haya podido tener en las circunstancias que han desembocado en su actual estado de
posesión, pero debe tener en cuenta sobre todo el carácter y el poder del espíritu que en el
presente lo posee.48

Todos los grupos humanos que creen en la posesión espiritual reconocen la posibilidad de
casos fingidos. Sin embargo, los criterios culturales utilizados para valorar las
manifestaciones concretas del fenómeno no exigen la identificación de todos los casos
beneficiosos para el poseso como casos fingidos, puesto que es de conocimiento común que
los espíritus pueden aliarse con personas, sectores sociales o grupos de interés y promover
sus causas a través de posesiones. Así pues, un siervo oprimido que en un supuesto estado
de posesión se comporta agresiva o descaradamente con su señor podría estar fingiendo,
pero también es posible que esté actuando bajo el impulso de un espíritu que se ha
solidarizado con su situación y le ha impulsado a rebelarse contra su opresor.49

46
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 83.
47
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, pp. 83-84.
48
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 86.
49
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 86.
Por otra parte, ese mismo tipo de visión cultural del mundo permite dar razón de muchos
casos en los que el sujeto poseído controla total o parcialmente su estado y actúa en
connivencia con el espíritu que le posee. Los ejemplos más claros y relevantes de esta
situación son precisamente los estados de posesión controlada a los que voluntariamente
acceden los expertos en espíritus. Pero también existen casos ambiguos en los cuales las
víctimas de posesiones reiteradas consiguen familiarizarse con el espíritu que les acosa y
aprenden a influir, aunque sólo sea parcialmente, sobre su forma de actuar. Esto les permite
utilizar en beneficio propio, algunos de los efectos colaterales de las posesiones que
padecen.50

En el entorno social de Jesús hubo muchas personas que le consideraron poseído de


forma ocasional o permanente por algún ser espiritual. Los testimonios más claros los
encontramos en las acusaciones de que Jesús está poseído por un demonio o un espíritu
maligno (Jn.7:20; 8:48; 10:19-21), el cual en alguna ocasión recibe el nombre de Belcebú
(Mt.10:25b y Mc.3:22a).51

Según algunos estudiosos, «Belcebú» sería un nombre compuesto o inventado por los
propios enemigos de Jesús para designar al demonio que supuestamente le posee y/o le
concede poderes extraordinarios; otros creen que designa a un dios pagano concreto.52

La explicación más convincente del origen de este nombre es, a mi entender, la ofrecida por
las investigaciones de Penny y Wise, quienes han identificado en el manuscrito 4Q560 de
Qumrán lo que parece ser la versión original hebrea del nombre griego Beelzeboul. Este
manuscrito reproduce una fórmula mágica cuya finalidad es proteger a sus usuarios frente a
la agresión de ciertos espíritus malignos. El nombre en cuestión sería a su vez la
transcripción hebrea de un antiguo término acádico que, en el contexto de la magia
exorcista acádica, significa «el enemigo». Dado que la fórmula no presenta ningún rasgo
que la vincule con la ideología sectaria de Qumrán, podemos concluir que se trata de una
fórmula importada, procedente de la tradición exorcista mesopotámica. Lo más probable es
que en el contexto de la práctica exorcista judía del tiempo de Jesús, el término «Belcebú»
fuera entendido y utilizado como nombre propio de algún demonio o espíritu poderoso.53

Mc.3:22a, sirve al mismo tiempo como conclusión del episodio anterior, en el que los
parientes de Jesús quieren llevárselo porque dicen que está fuera de sí (3: 20ss.), y como
parte de la acusación con la que se inicia la controversia de Mc.3:22-30. Según los escribas,

50
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 87.
51
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 140.
52
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 140.
53
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, pp. 140-141.
la razón de que Jesús parece fuera de sí es que está poseído, y la causa por la que tiene
poder para hacer exorcismos reside en que actúa con la ayuda del jefe de los demonios.54

Existen, pues, dos o tres tradiciones independientes que atribuyen a gentes del entorno de
Jesús la opinión de que estaba poseído por un demonio o espíritu maligno. La plausibilidad
histórica de esta opinión negativa acerca de Jesús es muy grande, puesto que… además de
estar múltiplemente atestiguada cumple el criterio de incomodidad.55

Jesús realizó exorcismos y fue un exorcista famoso. Los testimonios que avalan esta
afirmación son los relatos de exorcismos narrados en los evangelios sinópticos, la
controversia de Belcebú -en la que los mismos oponentes de Jesús reconocen su poder para
hacer exorcismos-, el mensaje del Jesús lucano a Herodes confirmando su intención de
seguir haciendo exorcismos (Lc.13:31-33) y los papiros mágicos que invocan a Jesús como
espíritu poderoso.56

No tenemos ningún indicio de que la literatura cristiana primitiva posterior creara nuevos
relatos de exorcismos para atribuírselos a Jesús; los nuevos exorcismos que describe están
siempre protagonizados por discípulos o seguidores postpascuales. Esta falta de interés del
cristianismo primitivo por inventar nuevos exorcismos de Jesús apoya la hipótesis de que
ninguno de los cinco relatos sinópticos ha sido creado a partir de otro. Ciertamente, la
multiplicidad e independencia de este conjunto no avala la historicidad de ningún relato
particular, pero sí la de la práctica exorcista de Jesús en general. Dicho con otras palabras,
la existencia de estos relatos sería difícilmente explicable si Jesús no hubiera practicado el
arte de expulsar demonios.57

Las invocaciones a Jesús halladas en algunos papiros mágicos no son sólo literariamente
independientes de todos los demás testimonios, sino que además parecen haber sido
transmitidos en unos medios sociales y con unos propósitos totalmente diferentes a los de la
literatura cristiana primitiva. La explicación más plausible de su existencia consiste en que
la fama de Jesús como experto controlador de espíritus sobrepasó los límites de su entorno
social y de su patria, y motivó que fuera elevado a la categoría de espíritu poderoso tras su
muerte.58

54
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 141.
55
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 142.
56
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 143.
57
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 144.
58
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 145.
Jesús vinculó la práctica exorcista a la propagación de su mensaje y de su proyecto, a los
que la tradición sinóptica identifica con el anuncio y la llegada del reinado de Dios. Este
dato se encuentra avalado por la controversia de Belcebú en la versión del documento Q (Q
11, 14-15.17-20), las escenas de la elección de los Doce y de su envío en Marcos (3:13-19;
6:6b-13), la del envío de los Doce en Mateo (10:5-15) y la del retorno de los setenta y dos
en el material propio de Lucas (10:17-18).59

Según Marcos, Jesús elige a los Doce para que estén con él y para enviarlos a predicar, y
les da poder para expulsar a los demonios. Cuando efectivamente les envía, ellos se van
predicando la conversión, expulsando demonios y sanando enfermos. En este contexto, la
conversión parece referirse a la adopción de un estilo de vida acorde con la espera activa de
la llegada del reinado de Dios (Mc1:14-15).60

El dominio sobre los espíritus impuros fue un rasgo relevante del movimiento suscitado por
Jesús.61

JESÚS FUE ACUSADO DE PRÁCTICAR EXORCISMOS EN ALIANZA CON UN


DEMONIO PODEROSO: La acusación de hacer exorcismos de acuerdo con Belcebú/el
jefe de los demonios aparece, como ya hemos indicado, en tres textos evangélicos
diferentes (Mc.3:22-30; Mt.12:22-32; Lc.11:14-23). Esta acusación es más grave, si cabe,
que la anterior, pues sugiere que Jesús actúa en alianza con un espíritu del que sólo se
puede esperar maldad y oposición a la voluntad divina. En el contexto del monoteísmo
judío, que prohíbe cualquier forma de trato positivo con seres espirituales distintos de
Yhwh, es equivalente a la doble acusación de practicar la brujería y la idolatría. Su
gravedad prueba su historicidad, pues resulta impensable que fuera inventada por los
partidarios de Jesús o por la tradición cristiana posterior.62

HAY UNA TEORIA QUE DICE QUE JESÚS UTILIZÓ EL PODER DE BELCEBU
PARA EXORCIZAR: Algunos autores han señalado con razón que, en el contexto de la
controversia, este argumento acepta de forma implícita la tesis de los acusadores. Jesús
acepta estar utilizando el poder del jefe de los demonios para expulsar a los demonios, pues
es esto lo que le permite suscribir la premisa de que, en sus exorcismos, Satanás se está
enfrentando con su propia familia o clientela. Dicho con otras palabras, Jesús concede que

59
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 145.
60
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 145.
61
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 147.
62
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 149.
utiliza el poder de Satanás para expulsar demonios, pero argumenta que tal forma de actuar
no es sino una estrategia para conseguir que Satanás se autodestruya.63

NOTA AL PIE DE PAGINA: La posibilidad de que Jesús utilizara esta estrategia ha sido
defendida por J. J. Rousseau, Jesús an Exorcisl ofa Kind, en E. Lovering (ed.),SBL 1993
Semminar Papers, Atlanta 1993, 129-153, espec. 130. P. Sellew, Beekebul in Mark 3, 106,
también apoya esta interpretación.64

El procedimiento de dominar o controlar a un espíritu poderoso para obligarle a agredir a


otros espíritus inferiores a él parece haber sido relativamente común entre los antiguos
expertos en espíritus. Evidentemente, cuanto más poderoso sea el espíritu dominado, tanto
más amplia y efectiva será la capacidad exorcista del experto. Así pues, si Jesús domina
sobre el jefe de los demonios, puede valerse de él para controlar a la totalidad de los
espíritus malignos. En el contexto de esta práctica, el espíritu dominado ayuda en efecto al
exorcista, pero su alianza con él no es libre, sino forzada. En muchos casos, el poder con
que el exorcista fuerza esta alianza proviene de sus verdaderos aliados espirituales, es decir,
de aquellos con los que mantiene un vínculo voluntario positivo. El Testamento de
Salomón describe exactamente este tipo de situación. Con la ayuda de un anillo mágico
recibido de Dios y del arcángel Uriel, Salomón obtiene poder sobre el jefe de los
demonios y le obliga a llevar atados ante él a todos los demás espíritus impuros (Test.
Salomón 1:1-3, 6).65

REFERENTE AL “DEDO DE DIOS” (LC.11:20): Por otra parte, hay razones para
pensar que no se trata de una creación postpascual unida secundariamente a la acusación.
En efecto, la expresión «dedo de Dios» que aparece en esta respuesta aparece también en
una invocación dirigida al dios Cronos grabada en un óstracon egipcio de la época romana.
Dicha invocación conjura por el dedo de Dios para impedir que una determinada persona se
comunique con otra. El contenido indica que estamos ante la fórmula de un ritual no oficial,
perteneciente a la categoría de lo que las autoridades calificarían como magia.66

CONCLUSIÓN: La actividad exorcista de Jesús despertó muchos recelos en su entorno


y que sus enemigos se sirvieron repetidamente de las ambigüedades inherentes a esta
práctica para sugerir que estaba positivamente aliado con demonios poderosos. La
historicidad de este tipo de acusación está fuera de toda duda, y es muy probable que Jesús
se viera obligado a defenderse de ella en más de una ocasión. Sus seguidores transmitieron

63
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 156.
64
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 156-157.
65
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 157.
66
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 160.
los tipos de defensa que consideraron más útiles o contundentes. De entre las defensas que
han llegado hasta nosotros, aquella que reivindica a Dios como la fuente del poder exorcista
de Jesús e interpreta su lucha exitosa contra los espíritus impuros como manifestación de la
llegada del reinado de Dios tiene muchas probabilidades de ser histórica.67

EL PAPEL CENTRAL DE LA PRAXIS EXORCISTA DE JESÚS EN EL


CONTEXTO DE SU MINISTERIO. PROPUESTA INTERPRETATIVA.

Aunque la elaboración teológica y literaria de estos relatos resulta evidente, no debemos


pensar que todos los elementos míticos y todas las referencias a manifestaciones físicas de
lo trascendente que contienen son creaciones literarias.68

Jesús fue un experto en espíritus. Su capacidad para acceder de forma controlada al


mundo espiritual se fundamenta en su relación intima con un Espíritu que él identifica
como el espíritu del Dios de Israel.69

Jesús fue un terapeuta religioso amoral. De acuerdo con la información que poseemos,
nunca declaró a un paciente culpable de su propia dolencia ni buscó brujos sospechosos de
haber provocado el mal.70

A pesar de la distancia temporal y cultural que nos separa de Jesús, su modo de tratar la
dolencia y de entender la salud tiene implicaciones políticas éticas y religiosas que
todavía hoy resultan significativas.71

Aproximarse al doliente sin querer culparle de su estado presupone y refuerza la conciencia


de que todos los seres humanos somos vulnerables a los ataques del mal, tenga éste la
forma que tenga: espíritu caprichoso, virus maligno, accidente desafortunado... Esta actitud
no solo facilita la sanación del paciente, sino que además orienta el esfuerzo de los grupos
que participan de esta actividad terapéutica hacia la corrección de las condiciones sociales
que obstaculizan la recuperación duradera dalos enfermos.72

67
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 162.
68
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 163.
69
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 163.
70
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 166.
71
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 177.
72
MIQUEL, Esther. Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús. Salamanca (España):
Ediciones Sígueme, 2009, p. 177.

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