Administración de Justicia en Roma
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Nociones básicas
El proceso consiste en una sucesión de actos jurídicos que se inicia con la acción y
finaliza con la sentencia. Con la acción el actor o demandante inicia una serie de
trámites con los que persigue obtener justicia mediante una sentencia favorable.
El proceso civil está regulado por la Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000 de 7 de Enero
que se caracteriza por las notas de publicidad, audiencia contradictoria, concentración
de actos, inmediación, oralidad, y predominio de la actividad de las partes en el
llamado principio dispositivo. Todos estos principios tienen su origen en el proceso
romano.
El estudio del proceso romano tiene interés por las siguientes razones:
En el proceso romano existen los dos sistemas que han influido en la historia
posterior: el de los juicios privados designados por jueces particulares en la fase apud
iudicem, y el de los juicios públicos ante los jueces funcionarios que determínana los
plazos, deciden las citaciones y admiten o rechazan las pruebas.
Actio y actiones
Todas las acciones son o civiles o Pretorias. Las primeras proceden del antiguo ius
civile, las segundas provienen del poder jurisdiccional del Pretor y comprenden tres
categorías:
Acciones ficticias o con ficción: son aquéllas en las que el Pretor ordena al juez que
juzgue, fingiendo un hecho o Derecho que no existe o se da por inexistente aunque
verdaderamente exista. De este recurso sólo dispone el magistrado o Pretor, en virtud
de su imperium y lo utiliza para conseguir soluciones justas que de otra forma no
podían ser alcanzadas. Cuando el Pretor extiende las acciones civiles a casos que no
pueden ser comprendidos en ellas, también utiliza la ficción, pero en esta hipótesis las
acciones Pretorias reciben el nombre de acciones útiles.
Acciones in factum: fueron creadas por el Pretor para reprimir conductas dolosas.
Parte de estas acciones fueron decretadas caso a caso, por el Pretor, otras dieron
lugar a una acción civil ex fide bona, cuyos ejemplos típicos son la acción de depósito
y la gestión de negocios, que como muchas fueron incluidas en el edicto perpetuo.
Las primeras sirven para reclamar cualquier cosa (res); la acción se debe ejercitar
contra la persona que detente la cosa. A esta clase pertenece la reivindicatoria o la
actio conffesora.
Las segundas (in personam) sirven para demandar al deudor; debe ser ejercitada
única y exclusivamente contra la persona del deudor.
El Pretor ordena al juez que juzgue en términos de equidad. Los de Derecho estricto
son aquéllos en los que el juez debe atenerse rigurosamente a la fórmula.
Son las derivadas de actos ilícitos. Las penales pueden ser civiles o Pretorias y tienen
los siguientes caracteres:
Cumulatividad: si son varios los autores, deben pagar cada uno la pena entera.
Noxalidad: Cuando el delito ha sido cometido por una persona sometida a potestad.
El paterfamilias o dominus puede liberarse de su responsabilidad entregando el cuerpo
del hijo o del esclavo.
Las acciones penales van dirigidas a conseguir una poena consistente en una suma
de dinero en concepto de resarcimiento, pero a diferencia de las acciones civiles, se
da por valor doble, triple o cuádruple del daño. Por este motivo, el que dispone de
acción civil y de acción penal ejercita preferentemente la última.
Las acciones temporales son las que deben ser ejercitadas dentro de un plazo. Las
Pretorias suelen tener el plazo de un año para que puedan ser interpuestas, mientras
que las perpetuas no tienen plazo para su ejercicio. En el año 424, el Emperador
Teodosio II estableció la prescripción de todas las acciones perpetuas, en caso de que
no hubiesen sido ejercitadas, dentro de un plazo de treinta años.
Addico (addicere), comprende los actos que atribuyen derechos constitutivos a favor
de una de las partes que actúan en el proceso.
El Pretor peregrino se crea en el año 242 a.C, probablemente por la lex Plaetoria de
iurisdictione para ejercer la jurisdicción entre peregrinos o entre ciudadanos romanos y
peregrinos.
Distinta de la iurisdictio del Pretor es la iudicatio del juez. Iudex es la persona que
decide y emite la sentencia (iudicatum). Su actuación comienza en la fase apud
iudicem en los juicios privados del ordo iudiciorum privatorum.
Las partes
También se llaman actor y reus, respectivamente. Puede suceder que las partes que
acuden a un proceso no tengan intereses contrapuestos; por ejemplo, en las acciones
divisorias (actio familiae erciscundae communi dividundo y finium regundorum),
mediante las cuales sólo se pretende la división del patrimonio familiar.
Las partes podían actuar en el proceso representadas por otras personas: el cognitor o
el procurator. El primero sustituye realmente a la persona del demandante a su favor,
es la legitimación activa; ser demandado por haber perturbado un Derecho real o no
cumplir como deudor se considera legitimación pasiva. En Derecho justinianeo la
distinción de ambas figuras quedó eliminada, y solamente subsistió la figura del último.
Caracteres generales
El procedimiento se entiende como una sucesión de actos jurídicos, que se inicia con
el ejercicio de la acción y conduce a la sentencia.
En los pueblos primitivos las contiendas se dirimían haciendo uso de la violencia. Más
tarde, en una segunda etapa, las creencias mágico-religiosas imponen una violencia
sometida a ciertos ritos y ceremonias en los duelos u ordalías.
Solemnidad verbal.
Las legis actiones solamente sirven para ejercitar acciones del antiguo ius civile.
Actio legis sacramento in rem, que servía para reivindicar una cosa propia
Acción de Ley por petición de juez o arbitro (Legis actio per iudicis arbitrive
postulationem)
Aparece mencionada en las XII Tablas para reclamar deudas nacidas de una sponsio
y estipulación, y para pedir la división de la herencia (mediante el ejercicio de la actio
familiae erciscundae). Una Ley Licinia del 210 a.C la admitió para el ejercicio de la
acción de división de la cosa común (actio communi dividundo).
Es la más moderna de las legis actiones. Esta acción concurrió con la legis actio
sacramento in personam y con la acción de Ley por petición de juez.
Fue establecida:
Por una lex Silia (siglo III a.C.) para reclamar deudas ciertas de dinero (certa
pecunia).
Por una lex Calpurnia (de mediados del siglo II a.C.) para reclamar cualquier otra
cosa cierta (alia certa res).
Sólo podía ser ejercitada pasados treinta días, a partir del pronunciamiento de la
sentencia.
El demandante tenía que solicitar del magistrado in iure la entrega del deudor para
llevárselo a su casa preso, si es que no presentaba un fiador, un vindex.
Las XII Tablas y una exposición de Aulo Gelio refieren que el ejecutante podía tener al
condenado, o confessus, preso en su casa, durante sesenta días, y encadenado. El
peso de las cadenas no podía exceder de quince libras; debía suministrarle alimentos,
al menos una libra diaria de harina, si el prisionero no se alimentaba con sus recursos.
Durante estos sesenta días debía llevarlo en tres días sucesivos de mercado al
comitium y proclamar en público la existencia de la deuda y la cantidad a que ésta
ascendía. Si nadie había pagado la deuda, transcurridos los sesenta días, el
ejecutante podía venderlo como esclavo (trans Tiberim, es decir, en el extranjero) o
darle muerte.
La Iex Poetelia Papiria, del 326 a.C., abolió la prisión por deudas, incluso en el caso de
ejecución de sentencia. La Iex de la colonia Genetiva Julia, del año 44 a.C, regula
todavía en el capítulo 61 la posibilidad de llevar a prisión al deudor.
La legis actio per pignoris fue establecida para ciertos casos por las costumbres, para
otros por la Ley. Consiste en el apoderamiento de algunos bienes del deudor, sin
necesidad de una previa condena, y constituye un procedimiento ejecutivo.
Los casos en que puede ser utilizada esta legis actio especial tienen un marcado
origen sacral y público, que se remonta a la XII Tablas.
contra el que habiendo comprado una res para sacrificarla a los dioses no pagó el
precio.
contra el que no paga el alquiler de una caballería, siempre que tal alquiler se
hubiese destinado a un sacrificio a los dioses.
Por las costumbres dice Gayo se estableció la toma de prenda para los casos
militares:
El soldado que no recibía sus haberes podía tomar en prenda un objeto del que
tenía que pagarle; el dinero de los haberes se llamaba "metal militar" (aes militare).
El soldado podia tomar en prenda un objeto del que tenía que pagarle para comprar
el caballo, dinero que se llamaba "metal equestre" (aes equestre).
Cuando al soldado no se le pagaba el dinero para comprar el forraje del caballo, que
se llamaba "metal de forraje" (aes hordearium).
Los factores prácticos que pueden considerarse como antecedentes del agere per
formulas, comienzan a influir a partir de la creación de la pretura peregrina, hacia el
año 242 a.C.
A medida que Roma fue convirtiéndose en el centro mercantil y cultural del mundo
mediterráneo, los negocios con los extranjeros se multiplicaron.
Desde finales del siglo III a.C. los recuperatores decidían ya los litigios entre los
ciudadanos de dos estados diferentes, recurriendo al arbitraje. En este procedimiento
se encuentran los gérmenes del proceso clásico.
Los ciudadanos se veían atraídos por el nuevo procedimiento, más simple y menos
arriesgado, y el mismo Pretor urbano tendía a imitar a su colega peregrino, mediante
la práctica de los arbitio, honoraria.
Una Ley Ebucia, aproximadamente del año 130 a.C, introdujo el procedimiento
formulario, aunque circunscrito exclusivamente a las reclamaciones que podían
tramitarse por condictio. Para las restantes del ius civile entre ciudadanos romanos,
seguía vigente el procedimiento de las legis actionis al menos, en la forma de ficción
de que había tenido lugar una legis actio.
Dos leyes Julias de juicios públicos y privados, promulgadas por Augusto en el año
17 a.C. La Ley Julia de juicios privados (lex lulia iudiciorum privatorum) reconoció la
legalidad del procedimiento formulario para toda clase de reclamaciones, y las legis
actiones quedaron abolidas. También confiere al juicio formulario el carácter de
iudicium legitimum.
En resumen:
La Ley Ebucia legitima las fórmulas de la condictio, que eran las más utilizadas.
A partir de la Ley Ebucia, el Pretor crea nuevas fórmulas, o bien como arbitrio
honoraria, o bien mediante ficciones a imitación de las acciones de Ley.
Las leyes Julias abolieron las acciones de la Ley y legitimaron los antiguos arbitrio
honoraria, con lo que el procedimiento formulario queda definitivamente implantado.
La in ius vocatio debía realizarse siempre fuera de los casos expresados. Sin
embargo, podía suceder que el llamado se ocultase, con objeto de eludir la citación.
En el siglo II a.C. el Pretor y la jurisprudencia arbitran medios contra esta ocultación.
Estos medios son:
Presentes ya las partes ante el Pretor, el demandante solicita del mismo la concesión
de la acción: editio y postulado actionis. El magistrado verifica la capacidad de los
litigantes y de su legitimación activa y pasiva, así como de su propia competencia.
Pero antes de la postulatio, el demandante puede interrogar al demandado acerca de
alguna circunstancia que podría modificar la petición de su acción e incluso excluirla.
Son las interragationes in iure.
la entrega de la cosa en las acciones reales, por una addictio del magistrado;
Características:
En primer lugar, la fórmula es un acto de las partes. Resume las dos declaraciones
de las partes; se ponen juntas en un documento, en el que se funden sin
complementarse.
En segundo lugar, es una instrucción del magistrado dirigida al juez. Es orden del
magistrado que fija la función del juez.
En tercer lugar, existen dos actos del Pretor conexos a la fórmula, sin la que ésta no
podría darse: son el iudicium dare y el iudicare iubere. Estos dos actos sancionan y
dan eficacia práctica a la fórmula. Con el iudicium dare la fórmula encuentra su
reconocimiento y efectos, y con el mandato de juzgar (iussum iudicandi) su definitiva
sanción en cuanto se envía al juez con orden de aplicarla.
En cuanto a las partes de la fórmula se diferencian las partes ordinarias, que son
aquéllas que normalmente se encuentran en las fórmulas, y las extraordinarias o
accesorias, que son las que pueden agregarse a cualquier clase de fórmula.
Partes ordinarias:
Las cosas objeto del litigio no pueden ser vendidas. El que vende una cosa, una res
litigiosa, obra con dolo malo y el comprador estaría asistido por una excepción.
Las dos partes deben estar presentes ante el juez y seguir actuando.
En esta fase tienen lugar los debates, siempre orales de los abogados, cuya misión
principal consiste en la exposición pormenorizada de los medios de prueba que
puedan aducir sus defendidos. Las pruebas pueden consistir en:
Testigos.
En la época clásica comienzan a existir los documentos oficiales: en Egipto había una
especie de registro inmobiliario, y a partir de Augusto el registro de nacimientos exigía
la declaración de los mismos, dentro de los treinta días de haberse producido. El que
se negaba a aportar un documento podía ser obligado a hacerlo mediante la
concesión de la actio ad exhibendum al adversario.
El juez valora libremente los medios de prueba aportados por las partes.
La sentencia
La sentencia es la verdad para las partes, puesto que libremente se han sometido a
la decisión del juez (res iudicata pro veritate habetur).
Ejecución de la sentencia
Los litigantes vienen obligados a cumplir la sentencia. Debe ser cumplida aun en
contra de la voluntad del demandado y condenado. La ejecución de la sentencia es
personal; en principio se puede ejercitar la actio iudicati, tanto si se trata de sentencias
recaídas en virtud de una actio in personam o del ejercicio de una actio in rem.
La actio iudicati es concedida por el Pretor contra el condenado; el demandante debía
solicitarla en el término de treinta días.
El decreto del Pretor se publicaba con el fin de poner en conocimiento de los posibles
acreedores del ejecutado la ejecución patrimonial a que estaba sometido.