Hematopoyesis 1de5
Hematopoyesis 1de5
Hematopoyesis 1de5
Origen Embriológico
Composición
Desde el punto de vista histológico, la médula ósea está por dos zonas
bien diferenciadas, uno es el estroma mieloide y el otro es el parénquima
mieloide, la terminación mieloide se debe a que en la médula ósea van a
producirse células sanguíneas a partir de las células madres multipotentes
mieloides que darán origen a: glóbulos rojos o eritrocitos, monocitos, plaquetas,
glóbulos blancos o linfocito.
Esternón.
Clavícula.
Pelvis.
Cráneo.
Vértebras.
Costillas.
Los dos tipos de medula osea, pueden transformarse entre si,según las
necesidades. En los recién nacido y en los niños pequeños toda la medula
osea es roja, pero apartir de los 5-6 años se empieza a transformar en medula
amarilla en los extremos de los huesos largos. Esta transformación continua
hasta que en la edad adulta solo se encuentra medula osea roja en el
esqueleto axial.
Stem-cell
Las células madre son células que se encuentran en todos los organismos
multicelulares y que tienen la capacidad de dividirse (a través de la mitosis) y
diferenciarse en diversos tipos de células especializadas, además de autor
renovarse para producir más células madre. En los mamíferos, existen diversos
tipos de células madre que se pueden clasificar teniendo en cuenta su
potencia, es decir, el número de diferentes tipos celulares en los que puede
diferenciarse. En los organismos adultos, las células madre, actúan en la
regeneración o reparación de los tejidos del organismo.
Generalidades
Las células madre embrionarias son aquellas que forman parte de la masa
celular interna de un embrión de 4-5 días de edad. Éstas son pluripotentes lo
cual significa que pueden dar origen a las tres capas germinales: ectodermo,
mesodermo y endodermo.
Son aquellas que sólo pueden generar células de su misma capa o linaje de
origen embrionario (por ejemplo: una célula madre mesenquimal de médula
ósea, al tener naturaleza mesodérmica, dará origen a células de esa capa
como miocitos, adipocitos u osteocitos, entre otras)
Los histólogos del siglo XIX y principios del XX clasificaban las células de la
sangre en dos categorías o linajes según su supuesto lugar de origen: de la
médula ósea, o de los órganos linfoides (ganglios linfáticos, bazo o timo).
Con algunas correcciones pues no se considera válida la suposición de un
origen dual de las células sanguíneas y se entiende actualmente que todas
tienen un origen único y común en la médula ósea, tal clasificación sigue
vigente:
• Estirpe mieloide: comprende a los eritrocitos, plaquetas, leucocitos
granulares (neutrófilos, basófilos y eosinófilos) y monocitos-macrófagos. El
desarrollo de tales elementos se conoce como mielopoyesis y parte de una
célula madre precursora común.
• Estirpe linfoide: comprende únicamente a los linfocitos, que pueden ser de
dos tipos: linfocitos B y linfocitos T El desarrollo de estas células se denomina
linfopoyesis
Los eritrocitos normales, son discos bicóncavos que tienen un diámetro medio
de unos 7,8 um y un espesor de 2,5 um en su punto más grueso y de 1 mm o
menos en el centro. El volumen medio del eritrocito es de 90-95 mm3. Las
formas de los eritrocitos pueden cambiar mucho a medida que las células son
exprimidas a través de los capilares. En realidad, el eritrocito es una «bolsa»
que puede deformarse casi de cualquier forma. Además, debido a que la célula
normal tiene un gran exceso de membrana para la cantidad de material que
tiene dentro, la deformación no estira mucho la membrana y, en consecuencia,
no rompe la célula, como les ocurriría a otras muchas. Concentración de
eritrocitos en la sangre. En los varones sanos, el número medio de eritrocitos
por milímetro cúbico es de 5.200.000 (±300.000); en las mujeres es de
4.700.000 (±300.000).
Eritropoyetina
Incluso así, los sistemas metabólicos de los eritrocitos viejos son cada vez
menos activos y más frágiles, probablemente porque sus procesos vitales se
desgastan. Una vez que la membrana del eritrocito se hace frágil, la célula se
rompe durante el paso a través de algunos puntos rígidos de la circulación.
Muchos de los eritrocitos se autodestruyen en el bazo, donde son exprimidos a
través de la pulpa roja esplénica. Allí, los espacios entre las trabéculas
estructurales de la pulpa roja, a través de los cuales debe pasar la mayoría de
los eritrocitos, tienen sólo un diámetro de 3um, comparados con los 8 um del
eritrocito. Cuando se extirpa el bazo, el número de eritrocitos anormales viejos
que circula en la sangre aumenta considerablemente.
Leucocitos: Los glóbulos blancos (conocidos así ya que éste es el color que presentan
ante el microscopio, no contiene pigmentos) o leucocitos consisten en un conjunto de
células sanguíneas, los cuales destacan por ser los efectores celulares de la respuesta
inmunitaria de nuestro organismo. Es decir, intervienen y participan de forma muy activa en
la defensa del organismo contra agentes infecciosos (antígenos) o sustancias extrañas. , son
transportados en la sangre a diferentes partes del organismo
donde son necesarios. El valor real de los leucocitos es que
la mayoría de ellos se transportan específicamente a zonas de
infección e inflamación intensas, lo que constituye una defensa
rápida y potente frente a los microorganismos infecciosos.El ser
humano adulto tiene unos 7.000 leucocitos por microlitro.
Características
Macrófagos
Los macrófagos son unas células del sistema inmunitario, que se localizan en los
tejidos procedentes de la emigración desde la sangre a partir de un tipo de leucocito
llamado monocito.
La palabra macrófago procede del griego y significa gran comedor (macros +
phagein).
Son células mono nucleadas que se caracterizan por su capacidad de fagocitar y
degradar material particulado. Se originan a partir de células de la médula ósea que
dan origen a los monocitos de la sangre los que luego migran desde el lumen de los
capilares sanguíneos al tejido conjuntivo donde terminan su diferenciación
Función de los macrófagos
Su alta capacidad fagocítica les permite cumplir un rol importante en la eliminación de
microorganismos, tejidos dañados y contaminantes particulados. Su capacidad de
secretar diversos factores y su participación en la respuesta inmune como células
presentadoras de antígeno.
Función
Los linfocitos son un tipo de glóbulos blancos de la sangre que tienen un papel
muy importante en la defensa inmunitaria del organismo contra la agresión por agentes
microbianos externos. Se producen en la médula ósea y circulan por la sangre y los
vasos linfáticos. Hay varios tipos de linfocitos pero hay dos que son los más
importantes.
Linfocitos T:
Los linfocitos T derivan de células pluripotenciales de la médula ósea y sufren la
reorganización de sus genes en un microambiente especializado, para producir
moléculas receptoras únicas en cada célula. Estas células migran desde etapas muy
tempranas hacia el timo, donde se lleva a cabo su maduración,
A grandes rasgos, los linfocitos T (por "Timo "ya que completan su maduración
en el timo) son responsables de la llamada inmunidad celular mediante la destrucción
de células que se sabe que están infectadas.
Linfocitos B
Los linfocitos B son producidos a lo largo de la vida en el ser humano, y su producción
disminuye conforme aumenta la edad. Morfológicamente muy similares a los linfocitos
T, los linfocitos B se distinguen por la presencia en su superficie de moléculas de
inmunoglobulinas (anticuerpos), que constituyen los receptores antígeno-específicos de
estas células. Como resultado de la activación, estas células se diferencian hacia
células plasmáticas que poseen características morfológicas muy particulares y cuya
función principal es la producción y secreción de inmunoglobulinas.
Antígenos eritrocitarios
Sistema Rh
Junto al sistema del tipo sanguíneo O-A-B, el sistema del tipo sanguíneo Rh
también es importante cuando se hace una transfusión de sangre. La principal
diferencia entre el sistema O-A-B y el sistema Rh es la siguiente: en el sistema
O-A-B, las aglutininas responsables de producir las reacciones transfusionales
aparecen de manera espontánea, mientras que en el sistema Rh, las
aglutininas casi nunca aparecen de forma espontánea. Así, primero hay que
exponer a la persona de forma muy intensa a un antígeno Rh, por ejemplo a
través de una transfusión de sangre que contenga el antígeno Rh, antes de que
las aglutininas causen una reacción transfusional significativa.
Antígenos Rh: personas “Rh positivas” y “Rh negativas”
Existen seis tipos frecuentes de antígenos Rh, cada uno llamado factor Rh
Estos tipos se designan C, D, E, c, d y e. Una persona que tiene un antígeno C
no tiene el antígeno c, pero una persona que carece del antígeno C siempre
tiene el antígeno c. Lo mismo puede aplicarse también a los antígenos D-d y E-
e. Además, debido a la manera en que se heredan estos factores, cada
persona tiene uno de estos tres pares de antígenos.
El antígeno del tipo D es muy prevalente en la población y es
considerablemente más antigénico que los otros antígenos Rh Cualquiera que
tenga este tipo de antígeno se dice que es Rh positivo, si una persona no tiene
un antígeno del tipo D se dice que es Rh negativa. Pero hay que señalar que
incluso en las personas Rh negativas, algunos de los otros antígenos Rh
pueden causar reacciones transfusionales, aunque las reacciones sean
generalmente mucho más leves.
Aproximadamente el 85% de las personas de raza blanca es Rh positiva y el
15%, Rh negativa. En los estadounidenses de raza negra, el porcentaje de Rh
positivos es aproximadamente 95%, mientras que en los africanos de raza
negra es prácticamente 100%.
Respuesta inmunitaria al Rh
Formación de aglutininas anti-Rh: Cuando se inyectan eritrocitos que contienen
el factor Rh a una persona cuya sangre no contiene el factor Rh (es decir, en
una persona Rh negativa) aparecen las aglutininas anti-Rh lentamente, y se
alcanza una concentración máxima de aglutininas 2-4 meses después. Esta
respuesta inmunitaria alcanza un grado de extensión mayor en unas personas
que en otras. Con múltiples exposiciones al factor Rh, una persona Rh negativa
finalmente llega a “sensibilizarse” con más fuerza al factor Rh
Características de las reacciones transfusionales Rh
Si una persona Rh negativa no se ha expuesto nunca antes a la sangre Rh
positiva, la transfusión de sangre Rh positiva en esta persona probablemente
no provocará una reacción inmediata. Pero pueden aparecer anticuerpos anti-
Rh en cantidades suficientes durante las siguientes 2 a 4 semanas como para
aglutinar las células transfundidas que aún están circulando por la sangre.
Estas células son después hemolizadas mediante el sistema macrofágico
tisular. Así se produce una reacción transfusional retardada, aunque sea
generalmente leve. En transfusiones posteriores de sangre Rh positiva a la
misma persona, que ya está inmunizada frente al factor Rh, la reacción
transfusional aumenta más y puede ser inmediata y tan grave como una
reacción transfusional causada por un mal emparejamiento de la sangre
respecto a los tipos A o B.
Incompatibilidad feto- materna
El factor Rh tiene una importancia especial cuando las madres Rh negativas
dan a luz niños Rh positivos. Dado que la sangre materna y la sangre fetal
normalmente se mantiene separadas a ambos lados de la placenta, la madre
Rh negativa no suele resultar expuesta a los antígenos Rh del feto durante el
embarazo. Sin embargo, en el momento del parto, se puede producir un grado
variable de exposición, y el sistema inmunitario de la madre se puede
sensibilizar y producir anticuerpos contra el antígeno Rh Pero esto no sucede
siempre, porque la exposición puede ser mínima y porque las madres Rh
negativas varían en su sensibilidad al factor Rh. Si la mujer produce
anticuerpos contra el factor Rh, estos anticuerpos podrían atravesar la placenta
en embarazos ulteriores y provocar hemólisis de los glóbulos rojos Rh positivos
del feto. Por lo tanto, el niño podría nacer anémico, una situación denominada
eritoblastósis fetal o enfermedad hemolítica del recién nacido.
Hemostasia
El término hemostasia significa prevención de la pérdida de sangre. Siempre
que se corta o se rompe un vaso, se llega a la hemostasia por varios
mecanismos: 1) el espasmo vascular; 2) la formación de un tapón de
plaquetas; 3) la formación de un coágulo sanguíneo como resultado de la
coagulación sanguínea, y 4) la proliferación final de tejido fibroso en el coágulo
sanguíneo para cerrar el agujero en el vaso de manera permanente.
Espasmo vascular: Inmediatamente después de que se haya cortado o
roto un vaso sanguíneo, el estímulo del traumatismo de la pared del
vaso hace que el músculo liso de la pared se contraiga; esto reduce
instantáneamente el flujo de sangre del vaso roto. La contracción es el
resultado de: 1) un espasmo miógeno local; 2) los factores autacoides
locales procedentes de los tejidos traumatizados y de las plaquetas
sanguíneas, y 3) los reflejos nerviosos. Los reflejos nerviosos se inician
a partir de impulsos nerviosos de dolor u otros impulsos sensoriales que
se originan en los vasos con traumatismos o en tejidos cercanos. Pero
probablemente se produce aún una mayor vasoconstricción por la
contracción miógena local de los vasos sanguíneos iniciada por el daño
directo de la pared vascular. Y, en los vasos más pequeños, las
plaquetas son las responsables de la mayor parte de la
vasoconstricción, porque liberan una sustancia vasoconstrictora, el
tromboxano A2. Cuanto más gravemente se ha traumatizado un vaso,
mayor es el grado de espasmo vascular. El espasmo puede durar
muchos minutos o incluso horas, y durante este tiempo pueden tener
lugar los procesos del taponamiento plaquetario y de la coagulación
sanguínea.
Formación del tapón plaquetario: Si el corte en el vaso sanguíneo es
muy pequeño (de hecho aparecen muchos agujeros vasculares muy
pequeños por todo el cuerpo al día) suele sellarse con un tapón
plaquetario, en vez de con un coágulo sanguíneo. Para comprender
esto, es necesario destacar que las plaquetas tienen muchas de las
características funcionales de las células completas, aunque no tienen
núcleos ni pueden reproducirse. En su citoplasma hay factores activos
del tipo: 1) moléculas de actina y de miosina, que son proteínas
contráctiles similares a las que se encuentran en las células musculares,
y además hay otra proteína contráctil, la tromboastenina, que puede
contraer las plaquetas; 2) restos de retículo endoplásmico y de aparato
de Golgi quesintetizan varias enzimas y especialmente almacenan
cantidades grandes de iones calcio; 3) las mitocondrias y los sistemas
enzimáticos que tienen la capacidad de formar trifosfato de adenosina
(ATP) y difosfato de adenosina (ADP); 4) sistemas enzimáticos que
sintetizan prostaglandinas, que son hormonas locales que causan
muchas reacciones vasculares y en otros tejidos locales; 5) una
importante proteína llamada factor estabilizador de fibrina, que
expondremos más tarde en relación con la coagulación sanguínea, y 6)
un factor de crecimiento que hace que las células endoteliales
vasculares, las células musculares vasculares lisas y los fibroblastos se
multipliquen y crezcan, lo que provoca el crecimiento celular que
finalmente ayuda a reparar las paredes vasculares dañadas.
La membrana celular de las plaquetas también es importante. En su
superficie hay una capa de glucoproteínas que evita su adherencia al
endotelio normal y provoca sin embargo la adherencia a las zonas
dañadas de la pared vascular, especialmente a las células endoteliales
lesionadas e incluso más al colágeno expuesto en la profundidad de la
pared vascular. Además, la membrana de las plaquetas contiene
cantidades grandes de fosfolípidos que activan múltiples fases en el
proceso de coagulación de la sangre.
Por tanto, la plaqueta es una estructura activa. Tiene una semivida en la
sangre de 8 a 12 días, por lo que después de varias semanas acaba su
proceso funcional. Después se eliminan de la circulación principalmente
por el sistema de los macrófagos tisulares. Más de la mitad de las
plaquetas las eliminan los macrófagos del bazo, donde la sangre
atraviesa un enrejado de trabéculas densas.
- Mecanismo del tapón plaquetario: La reparación con plaquetas de las
brechas vasculares se basa en varias funciones importantes de las
propias plaquetas. Cuando entran en contacto con la superficie vascular
dañada, especialmente con las fibras de colágeno de la pared vascular,
las plaquetas cambian inmediatamente sus características de manera
drástica. Empiezan a hincharse; adoptan formas irregulares con
numerosos seudópodos radiantes que sobresalen de sus superficies;
sus proteínas contráctiles se contraen fuertemente y liberan los múltiples
factores activos de sus gránulos; se vuelven tan pegajosos que se
adhieren al colágeno en el tejido y a una proteína llamada factor de von
Willebrand que se filtra en el tejido traumatizado desde el plasma;
segrega cantidades grandes de ADP, y sus enzimas forman el
tromboxano A2. El ADP y el tromboxano actúan sucesivamente en las
plaquetas cercanas para activarlas también, y la adhesividad de estas
plaquetas adicionales hace que se adhieran a las plaquetas activadas
originalmente.
Por tanto, en el lugar de cualquier desgarro del vaso, la pared vascular
dañada activa sucesivamente un mayor número de plaquetas que atraen
hacia ellas cada vez más plaquetas adicionales, formando así un tapón
plaquetario. Al principio es un tapón bastante laxo, pero bloquea
generalmente la pérdida de sangre si la brecha vascular es pequeña.
Después, durante el proceso subsiguiente de coagulación sanguínea, se
forman hebras de fibrina. Estas se unen firmemente a las plaquetas,
construyendo así un tapón inflexible.
Coagulación sanguínea en el vaso roto: El tercer mecanismo de la
hemostasia es la formación del coágulo sanguíneo. El coágulo empieza
a aparecer en 15 a 20 s si el traumatismo de la pared vascular ha sido
grave y en 1 a 2 min si el traumatismo ha sido menor. Las sustancias
activadoras de la pared vascular traumatizada, de las plaquetas y de las
proteínas sanguíneas que se adhieren a la pared vascular traumatizada
inician el proceso de la coagulación.
En los 3-6 min siguientes a la rotura de un vaso, si la brecha no es muy
grande, toda la brecha o el extremo roto del vaso se rellenan con un
coágulo. Entre 20 min y 1 h después, el coágulo se retrae; esto cierra el
vaso todavía más. Las plaquetas también desempeñan una función
importante en esta retracción del coágulo.
- Organización fibrosa o disolución del coágulo sanguíneo: Una vez que
se ha formado el coágulo sanguíneo, puede suceder una de estas dos
cosas: 1) pueden invadirlo los fibroblastos, que después formarán tejido
conjuntivo por todo el coágulo, o 2) puede disolverse. La evolución
habitual de un coágulo que se forma en un agujero pequeño de una
pared vascular es la invasión de los fibroblastos, empezando pocas
horas después de que se formara el coágulo (lo que promueve al
menos parcialmente el factor de crecimiento que segregaron las
plaquetas). Esto continúa hasta la organización completa del coágulo en
tejido fibroso en aproximadamente 1 a 2 semanas.
A la inversa, cuando pasa sangre a los tejidos y aparecen coágulos allí
donde no eran necesarios, se activan sustancias especiales que hay
dentro del coágulo. Estas funcionan como enzimas que disuelven el
coágulo.
Mecanismo de coagulación de la sangre
En la sangre y en los tejidos se han encontrado más de 50 sustancias
importantes que causan o afectan a la coagulación sanguínea: unas que
estimulan la coagulación, llamadas procoagulantes, y otras que inhiben la
coagulación, llamadas anticoagulantes. El que la sangre se coagule o no
depende del equilibrio entre estos dos grupos de sustancias. En el torrente
sanguíneo predominan generalmente los anticoagulantes, por lo que la sangre
no se coagula mientras está en circulación en los vasos sanguíneos. Pero
cuando se rompe un vaso, se “activan” los procoagulantes de la zona del tejido
dañado y anulan a los anticoagulantes, y así aparece el coágulo.
Mecanismo general. El taponamiento tiene lugar en tres etapas
esenciales: 1) en respuesta a la rotura del vaso o una lesión de la propia
sangre, tiene lugar una cascada compleja de reacciones químicas en la
sangre que afecta a más de una docena de factores de la coagulación
sanguínea. El resultado neto es la formación de un complejo de
sustancias activadas llamadas en grupo activador de la protrombina; 2)
el activador de la protrombina cataliza la conversión de protrombina en
trombina, y 3) la trombina actúa como una enzima para convertir el
fibrinógeno en fibras de fibrina que atrapan en su red plaquetas, células
sanguíneas y plasma para formar el coágulo.
Conversión de la protrombina en trombina: Primero se forma el activador
de la protrombina como resultado de la rotura de un vaso sanguíneo o
de su lesión por sustancias especiales presentes en la sangre. Segundo,
el activador de la protrombina, en presencia de cantidades suficientes de
Ca2+ iónico, convierte la protrombina en trombina .Tercero, la trombina
polimeriza las moléculas de fibrinógeno en fibras de fibrina en otros 10 a
15 s.
Las plaquetas desempeñan también una función importante en la
conversión de la protrombina en trombina, porque gran parte de la
protrombina se une a los receptores de la protrombina en las plaquetas
que ya se han unido al tejido dañado.
Protrombina y trombina. La protrombina es una proteína del plasma, una
a globulina, con un peso molecular de 68.700. En el plasma normal se
presenta en una concentración de aproximadamente 15 mg/dl. Es una
proteína inestable que puede desdoblarse fácilmente en compuestos
más pequeños, uno de los cuales es la trombina, que tiene un peso
molecular de 33.700, casi exactamente la mitad que la protrombina.
La protrombina se forma continuamente en el hígado, y el cuerpo la usa
constantemente para la coagulación sanguínea. El hígado necesita la
vitamina K para la activación normal de la protrombina, así como para la
formación de otros factores de la coagulación.
Conversión del fibrinógeno en fibrina:
formación del coágulo
Fibrinógeno. El fibrinógeno es una proteína de peso molecular alto (PM =
340.000) que está en el plasma en cantidades de 100 a 700 mg/dl. El
fibrinógeno se forma en el hígado. Debido a su gran tamaño molecular, se filtra
normalmente poco fibrinógeno desde los vasos sanguíneos a los líquidos
intersticiales, y dado que el fibrinógeno es uno de los factores esenciales en el
proceso de coagulación, los líquidos intersticiales normalmente no se coagulan.
Pero cuando la permeabilidad de los capilares aumenta de forma patológica, el
fibrinógeno se filtra entonces a los líquidos tisulares en cantidades suficientes
para permitir la coagulación de estos líquidos de la misma forma que pueden
coagular el plasma y la sangre completa.
Acción de la trombina sobre el fibrinógeno para formar la fibrina. La
trombina es una enzima proteica con pocas capacidades proteolíticas.
Actúa sobre el fibrinógeno para eliminar cuatro péptidos de peso
molecular bajo de cada molécula de fibrinógeno, formando una molécula
de monómero de fibrina que tiene la capacidad automática de
polimerizarse con otras moléculas de monómero de fibrina para formar
las fibras de fibrina. Por tanto, algunas moléculas de monómero de
fibrina se polimerizan en segundos en fibras de fibrina grandes que
constituyen el retículo del coágulo sanguíneo.
Coágulo sanguíneo. El coágulo se compone de una red de fibras de
fibrina que va en todas direcciones atrapando células sanguíneas,
plaquetas y plasma. Las fibras de fibrina se adhieren además a las
superficies dañadas de los vasos sanguíneos; por tanto, el coágulo
sanguíneo se hace adherente a cualquier brecha vascular y de ese
modo impide pérdidas de sangre mayores.
Retracción del coágulo: suero. Unos minutos después de que se haya
formado el coágulo, empieza a contraerse y por lo general exprime la
mayor parte del líquido del coágulo en 20 a 60 min. El líquido exprimido
se llama suero porque se han eliminado todo el fibrinógeno y la mayoría
de los demás factores de la coagulación; de esta manera se diferencia el
suero del plasma. El suero no puede coagular porque le faltan estos
factores. Las plaquetas son necesarias para que el coágulo se retraiga.
Por tanto, si el coágulo no se retrae es que el número de plaquetas en la
sangre circulante puede ser bajo.
Retroalimentación positiva de la formación del coágulo: Una vez que ha
empezado a desarrollarse el coágulo sanguíneo, se extiende
generalmente en pocos minutos a la sangre circundante. Es decir, el
propio coágulo inicia una retroalimentación positiva para promover más
la coagulación. Una de las causas más importantes de esto es el hecho
de que la acción proteolítica de la trombina le permite actuar sobre otros
muchos factores de coagulación sanguínea además del fibrinógeno. Por
ejemplo, la trombina tiene un efecto proteolítico directo en la misma
protrombina, que tiende a convertirla en más trombina y actúa sobre
algunos factores de la coagulación sanguínea responsables de la
formación del activador de la protrombina. Una vez que se ha formado
una cantidad crítica de trombina, se crea una retroalimentación positiva
que provoca aún más coagulación sanguínea y se forma más y más
trombina; así, continúa creciendo el coágulo sanguíneo hasta que deja
de perderse sangre.
Inicio de la coagulación: formación del activador de la protrombina
Ahora que hemos expuesto el propio proceso de coagulación, debemos
dirigirnos a mecanismos más complejos que inician en primer lugar la
coagulación. Estos mecanismos entran en juego mediante: 1) un
traumatismo en la pared vascular y los tejidos adyacentes; 2) un
traumatismo de la sangre, o 3) un contacto de la sangre con las células
endoteliales dañadas o con el colágeno y otros elementos del tejido
situados fuera del vaso sanguíneo. En cada caso, esto conduce a la
formación del activador de la protrombina, que después convierte la
protrombina en trombina y favorece todas las fases siguientes de la
coagulación. Se considera que el activador de la protrombina se forma
generalmente de dos maneras, aunque en realidad las dos maneras
interactúan constantemente entre sí: 1) mediante la vía extrínseca que
empieza con el traumatismo de la pared vascular y de los tejidos
circundantes, y 2) mediante la vía intrínseca que empieza en la propia
sangre. En ambas vías, una serie de proteínas plasmáticas diferentes,
llamadas factores de la coagulación sanguínea, desempeñan la función
principal. La mayoría de estas proteínas son formas inactivas de
enzimas proteolíticas. Cuando se convierten en formas activas, sus
acciones enzimáticas causan las sucesivas reacciones en cascada del
proceso de la coagulación.
- Vía extrínseca de inicio de la coagulación: La vía extrínseca para iniciar
la formación del activador de la protrombina empieza con un
traumatismo de la pared vascular o de los tejidos extravasculares que
entran en contacto con la sangre.
1. Liberación del factor tisular. El tejido traumatizado libera un complejo
de varios factores llamado factor tisular o tromboplastina tisular. Este
factor se compone por lo general de fosfolípidos procedentes de las
membranas del tejido más un complejo lipoproteico que funciona
principalmente como una enzima proteolítica.
2. Activación del factor X: participación del factor VII y del factor tisular.
Este complejo lipoproteico del factor tisular forma complejos con el factor
VII y, en presencia de los iones calcio, ejerce una acción enzimática
sobre el factor X para formar el factor X activado (Xa).
3. Efecto de Xa sobre la formación del activador de la
protrombina:participación del factor V. El factor X activado se combina
inmediatamente con los fosfolípidos tisulares que son parte de los
factores tisulares o con fosfolípidos adicionales liberados por las
plaquetas y también con el factor V para formar el complejo llamado
activador de la protrombina. En unos pocos segundos, en presencia de
iones calcio (Ca++), esto divide la protrombina para formar la trombina, y
tiene lugar el proceso de coagulación como se explicó antes. Al
principio, el factor V presente en el complejo activador de la protrombina
está inactivo, pero una vez que empieza la coagulación y empieza a
formarse la trombina, la acción proteolítica de la trombina activa al factor
V. Este se vuelve entonces un
acelerador fuerte adicional de la activación de la protrombina. Así, en el
complejo activador de la protrombina final, el factor X activado es la proteasa
real que escinde la protrombina para formar la trombina; el factor V activado
acelera mucho esta actividad de proteasa, y los fosfolípidos de la plaqueta
actúan como un vehículo que acelera más el proceso.
Hay que destacar especialmente el efecto de retroalimentación positiva de la
trombina, que actúa mediante el factor V para acelerar todo el proceso una vez
que empieza.
- Vía intrínseca de inicio de la coagulación: El segundo mecanismo para
iniciar la formación del activador de la protrombina, y por tanto para
iniciar la coagulación, empieza con el traumatismo de la sangre o la
exposición de la sangre al colágeno a partir de una pared vascular
sanguínea traumatizada. Después el proceso continúa con la serie de
reacciones en cascada.
1. El traumatismo sanguíneo produce 1) la activación del factor XII y 2)
la liberación de los fosfolípidos plaquetarios. El traumatismo sanguíneo o
la exposición de la sangre al colágeno de la pared vascular altera dos
factores de la coagulación importantes en la sangre: el factor XII y las
plaquetas. Cuando se altera el factor XII, por entrar en contacto con el
colágeno o con una superficie humedecible como un cristal, adquiere
una configuración molecular nueva que lo convierte en una enzima
proteolítica llamada “factor XII activado”. Simultáneamente, el trauma
sanguíneo daña también las plaquetas debido a la adherencia al
colágeno o a una superficie humedecible (o por otro tipo de trastorno), y
esto libera los fosfolípidos plaquetarios que contienen la lipoproteína
llamada factor plaquetario 3, que también participa en las siguientes
reacciones de la coagulación.
2. Activación del factor XI. El factor XII activado actúa sobre el factor XI
activándolo, lo que constituye el segundo paso de la vía intrínseca. Esta
reacción requiere también cininógeno de APM (alto peso molecular) y se
acelera con precalicreína.
3. Activación del factor IX mediante el factor XI activado. El factor XI
activado actúa después sobre el factor IX para activarlo.
4. Activación del factor X: función del factor VIII. El factor IX activado
actuando junto al factor VIII, los fosfolípidos plaquetarios y el factor 3 de
las plaquetas traumatizadas activa al factor X. Está claro que cuando el
factor VIII o las plaquetas escasean, este paso es deficiente. El factor
VIII es el que falta en una persona que tiene la hemofilia clásica, y por
esta razón se llama factor antihemofílico. Las plaquetas son el factor de
coagulación que falta en la enfermedad hemorrágica llamada
trombocitopenia.
5. Acción del factor X activado para formar el activador de la
protrombina: función del factor V. Este paso en la vía intrínseca es el
mismo que el último paso en la vía extrínseca. Es decir, el factor X
activado se combina con el factor V y la plaqueta o los fosfolípidos del
tejido para formar el complejo llamado activador de la protrombina. El
activador de la protrombina inicia a su vez en algunos segundos la
división de la protrombina para formar la trombina, poniendo de ese
modo en funcionamiento el proceso final de la coagulación, como se
describió antes.
Absorción
Por el contrario, las partículas de ferritina son tan pequeñas y están tan
dispersas que solo se puedenver en el citoplasma celular mediante microscopia
electrónica. Cuando la cantidad de hierro en el plasma se reduce mucho, parte
del hierro de la reserva de laferritina se libera fácilmente y se transporta en
forma de transferrina en el plasma hasta las zonas delorganismo donde se
necesita. Una característica única de la molécula de transferrina es que se
unefuertemente a receptores presentes en las membranas celulares de los
eritroblastos en la médula ósea.Después, junto a su hierro unido, los
eritroblastos lo ingieren mediante endocitosis.
Cuando los eritrocitos han acabado su ciclo vital de unos 120 días y son
destruidos, la hemoglobina liberada de las células es ingerida por las células
monocitomacrofágicas. Allí se liberael hierro y se almacena sobre todo en la
reserva de ferritina para usarla cuando sea necesario para laformación de
hemoglobina nueva.
Absorción
Distribución
Eliminación
Absorción
Transporte