Ensayo El Anti-Edipo Deleuze y Guattari
Ensayo El Anti-Edipo Deleuze y Guattari
Ensayo El Anti-Edipo Deleuze y Guattari
Capitalismo y esquizofrenia
Deleuze y Guattari
Capítulo I Máquinas deseantes
Dicen que las personas no cuerdas son más felices, más relajadas, sin
preocupaciones, hacen lo que quieren cuando quieren sin importar que piensen los
demás, si lo que hace esta bien o mal o si va en contra de las leyes.
Viven en su propio mundo, crean su propia realidad, la dibujan y si nadie la
entiende mejor para ellos porque saben que nunca entenderán lo que es vivir de
verdad.
Pero ¿por qué los menospreciamos?, ¿acaso deseamos ser como ellos, ser
libres, ser auténticos y dejar una marca perdurable en el tiempo, ser recordados por
ser diferentes? Vicent Van Gogh es un claro ejemplo de romper las reglas y ser un
esquizofrénico por excelencia.
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Gillies Deleuze, filósofo francés contemporáneo (1925-1995) y Félix
Guattari (1930-1992) psicoanalista y filósofo francés cuya obra “El anti-edipo.
Capitalismo y esquizofrenia” escribieron en conjunto es una analogía y crítica no
sólo a la psicología, en especial al psicoanálisis, sino también a la sociedad, es
decir, cómo nos hemos convertido en máquinas en cadena que trabajan para los
demás en lugar de satisfacer nuestras verdaderas intenciones; máquinas que
estamos sujetas a un sistema capitalista cuya intensión de éste es crear nuestro
destino.
Van Gogh nunca supo que es lo que quería durante la mayor parte de su
vida, todo fue impuesto por su familia, especialmente su padre, pero ¿por qué? ¿en
qué momento se dio cuenta que no era lo que deseaba?, ¿en qué momento decidió
ser un cuerpo sin órganos, en ser un esquizofrénico?
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Pero ¿puede una máquina deseante pasar a ser un esquizofrénico? Si;
¿cómo? Cuando deje de cumplir los deseos de los demás. Retomando la vida de
Van Gogh, él decidió dejar de ser una máquina deseante a pasar a ser un
esquizofrénico, desde muy joven se dio cuenta de su amor por la pintura, pero nunca
supo que esa era su anhelo hasta que vio que hacer lo que su padre le imponía no
le satisfacía y a pesar de eso empezó a hacer lo que quería a los 32 años lo hizo
con pasión y sin satisfacer a nadie más que a él mismo.
Tal vez es lo que todos debemos hacer, ser esquizofrénicos, ser auténticos,
ser felices, ir sonriendo como locos por las calles pero haciendo lo que nos gusta;
Van Gogh murió feliz, murió pintando y esquizofrénico, pero al menos es recordado
y tal vez eso es lo que odiamos de los artistas, que al revelarse por hacer lo que
quieren dejan una marca hermosa que odiamos y amamos porque en el fondo
sabemos que queremos ser cómo ellos, libres y felices.
Así como Deleuz el esquizofrénico es el ser ideal porque cumple sus propios
deseos, para mí los artistas son mi ideal.
Muchos nos hemos dado cuenta muy tarde de lo que en verdad deseamos
es ser artistas: pintores, bailarines, músicos, escritores… y nos lamentamos de lo
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que pudimos ser, de la hermosa marca que pudimos dejar, de lo felices que pudimos
ser, de lo maravilloso que pudimos estar satisfechos con nuestro trabajo.
¿Qué haríamos nosotros sin los esquizofrénicos? ¿sin su arte perfecto? Los
artistas le dan sentido a nuestro mundo triste, depresivo y egoísta, ellos pueden
convertir el alma más oscura y desolada en la más hermosa y con sentimientos
puros; si bien es cierto que no todos entendemos a los esquizofrénicos si nos
sentimos conmovidos por alguno de ellos, tocan nuestra alma.
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Para concluir, si todos nos volviéramos esquizofrénicos la humanidad sería
muy diferente a lo que es ahora, sin tantas personas llenando su vacío con la
tecnología, sin personas consumidoras de ropa, accesorios o cosas inservibles, una
sociedad sin egoísmo, sin odio, sin rencor.
“El arte es para consolar aquellos que están rotos por la vida”