Bronquiolitis Word
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• Disnea espiratoria.
Las infecciones por VRS afectan al 75% de los lactantes en su primer año de vida, con un pico
de máxima incidencia entre los 2 y los 3 meses de edad. Aproximadamente el 2-3% de los
niños con una primoinfección por VRS en los primeros 12 meses de vida requiere
hospitalización y el 2-6% de ellos ingreso en Cuidados Intensivos. La mortalidad en niños
previamente sanos, hospitalizados por bronquiolitis, es muy baja en los países industrializados
(0- 1,5%), donde el acceso a la ventilación mecánica y a los cuidados intensivos es fácil. Sin
embargo, dada su elevada frecuencia, cada año fallecen en el mundo 66.000-199.000 niños
debido a infecciones por VRS, siendo la segunda causa de muerte tras la malaria en niños entre
1 y 12 meses.
2.2. Rinovirus El rinovirus, clásicamente asociado con el catarro común en adultos y niños,
es reconocido en la actualidad como el segundo virus más frecuente en la bronquiolitis
del lactante. Los rinovirus humanos constituyen un género incluido en una gran familia
denominada Picornaviridae, que es la fuente más común de infecciones virales
humanas. Las variaciones en las proteínas de la cápside del rinovirus dan lugar a más
de 100 serotipos distintos. Hasta hace unos años los rinovirus se clasificaban
filogenéticamente en dos especies, A y el B hasta que en 2009 se identificó una
tercera, la C, de la que ya se han descrito más de 50 serotipos. La circulación típica del
rinovirus a lo largo de todo el año, con un pico de máxima incidencia en primavera y
otoño, se refleja en la identificación de rinovirus en casi el 80% de las bronquiolitis
diagnosticadas en los meses de septiembre y octubre. Los tres grupos de rinovirus
descritos, A, B y C, han sido identificados en niños con bronquiolitis, aunque los tipos A
y C parecen asociarse con mayor gravedad clínica que el grupo B. Otros factores de
riesgo para desarrollar manifestaciones clínicas más graves son: contraer la infección
en los meses de invierno y tener antecedentes maternos de atopia. Los niños que
sufren bronquiolitis por rinovirus, en comparación con los infectados por 2.2.
Rinovirus El rinovirus, clásicamente asociado con el catarro común en adultos y niños,
es reconocido en la actualidad como el segundo virus más frecuente en la bronquiolitis
del lactante. Los rinovirus humanos constituyen un género incluido en una gran familia
denominada Picornaviridae, que es la fuente más común de infecciones virales
humanas. Las variaciones en las proteínas de la cápside del rinovirus dan lugar a más
de 100 serotipos distintos.
4. CLÍNICA Tras un breve periodo de incubación, el cuadro clínico se inicia con síntomas de vías
respiratorias altas como rinorrea, estornudos y tos, con o sin fiebre, habitualmente no muy
elevada. En un periodo de 1 a 4 días, la tos se hace más persistente, apareciendo irritabilidad,
rechazo de la alimentación, taquipnea, disnea espiratoria, auscultación con sibilancias y/o
crepitantes y dificultad respiratoria. La tos es el síntoma predominante. Suele ser seca, en
accesos, paroxística, pero no suele cursar con el “gallo” inspiratorio típico de la tosferina, con
la que es necesario hacer el diagnóstico diferencial. La dificultad respiratoria de intensidad
creciente alcanza su máxima expresividad en 24-48 horas, momento en el que se producen la
mayoría de los ingresos hospitalarios, para después mejorar gradualmente. La apnea puede ser
el síntoma más llamativo en los pacientes menores de un mes. Afortunadamente la mayoría
son formas leves y los síntomas desaparecen en menos de una semana, aunque la tos, que es
el último síntoma en desaparecer, puede persistir hasta 3-4 semanas. En la exploración física
se aprecian los signos de aumento del trabajo respiratorio, taquipnea, uso de los músculos
accesorios, aleteo, retracciones. En la auscultación se aprecia hipoventilación con estertores
crepitantes, sibilancias espiratorias e inspiratorias y espiración alargada.
Patogenia: BRONQUIOLITIS
Es probable que el estrechamiento de las vías respiratorias se deba a la necrosis del epitelio
bronquiolar inducida por el virus, la hipersecreción de moco y la infiltración por células
redondas y el edema de la submucosa circundante. Estas modificaciones causan una
obstrucción bronquiolar por moco con la consiguiente hiperinsuflación o colapso del tejido
pulmonar distal. En la neumonía intersticial, la infiltración es más generalizada y el
desprendimiento epitelial se puede extender a los bronquios y alveolos. En pacientes mayores,
la hiperreactividad del músculo liso puede contribuir al estrechamiento de la vía respiratoria,
pero las vías respiratorias de lactantes de corta edad no suelen tener un alto grado de
hiperreactividad reversible de su musculatura lisa durante la infección por VRS. Varios hechos
sugieren que diversos elementos de la respuesta del huésped pueden causar inflamación y
contribuir a la lesión tisular. La respuesta inmunitaria que se precisa para eliminar las células
infectadas por el virus supone una espada de doble filo, ya que reduce la carga viral a expensas
de la muerte de la célula huésped, proceso en el que se libera un gran número de factores
solubles, como citocinas, quimiocinas y leucotrienos, y las modificaciones de esta respuesta
pueden predisponer a algunas personas a una enfermedad más grave. También hay evidencias
de que varios factores genéticos pueden predisponer a formas de bronquiolitis más graves
Los niños que recibieron una vacuna del VRS inactivada mediante formol por vía parenteral en
la década de 1960 tuvieron una bronquiolitis más grave y más frecuente tras la exposición al
tipo salvaje de VRS que los controles homólogos de la misma edad. Varios niños murieron
durante la infección por VRS adquirida de forma natural tras la vacunación. Esta complicación
ha frenado los progresos en la investigación de la vacuna contra el VRS, debido a nuestras
lagunas en la comprensión del mecanismo y a las reticencias a probar nuevas vacunas
experimentales que podrían inducir el mismo tipo de respuesta. Algunos estudios han
identificado la presencia de VRS y ARN viral de metapneumovirus humano en las secreciones
de las vías respiratorias en un porcentaje elevado de lactantes que requieren cuidados
intensivos y ventilación mecánica. Puede que la coinfección se asocie a una enfermedad más
grave; los resultados positivos del análisis mediante reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
deben interpretarse con cuidado, porque esta positividad puede persistir durante períodos
prolongados tras la infección, incluso cuando el virus ya no es detectable
MANIFESTACIONES CLÍNICAS Por lo general, el primer signo de infección por VRS en lactantes
es la rinorrea. La tos puede aparecer al mismo tiempo, pero es más frecuente tras un intervalo
de 1-3 días, momento en el que también puede haber estornudos y febrícula. Poco después de
la tos, los niños con bronquiolitis presentan sibilancias audibles. Si la enfermedad es leve, los
síntomas quizá no progresen más allá de esta fase. La auscultación suele revelar crepitantes
difusos inspiratorios finos y sibilancias espiratorias. La rinorrea suele persistir durante toda la
enfermedad, con fiebre intermitente. Las radiografías de tórax a menudo son normales en esta
fase. Si la enfermedad progresa, la tos y las sibilancias aumentan y aparece disnea, con
incremento de la frecuencia respiratoria, retracciones intercostales y subcostales,
hiperexpansión del tórax, inquietud y cianosis periférica. La cianosis central, la taquipnea con
más de 70 respiraciones por minuto, la apatía y las crisis de apnea son signos de enfermedad
grave y potencialmente mortal. En esta fase, el tórax puede mostrar una hiperexpansión
significativa, con una auscultación casi silente por el poco intercambio de aire. Las radiografías
de tórax de los lactantes hospitalizados con bronquiolitis por VRS son normales en alrededor
del 30% de los casos; en el 70% se aprecia hiperexpansión torácica, engrosamiento
peribronquial e infiltrados intersticiales. La consolidación segmentaria o lobular es infrecuente,
al igual que el derrame pleural. En algunos lactantes el curso de la enfermedad puede
parecerse al de la neumonía, con un pródromo de rinorrea y tos, seguidas de disnea
dificultad para alimentarse y apatía, con sibilancias e hiperexpansión mínimas. Aunque el
diagnóstico clínico es de neumonía, a menudo existen sibilancias intermitentes y la radiografía
de tórax puede mostrar atrapamiento de aire. La fiebre es un signo inconstante en la infección
por VRS. En los lactantes de escasa edad, sobre todo en los prematuros, la respiración
periódica y los episodios de apnea han sido signos por desgracia comunes, incluso en los casos
de bronquiolitis relativamente leve. La apnea no se debe necesariamente a agotamiento
respiratorio, sino que más bien parece ser consecuencia de alteraciones del control central de
la respiración. Estas infecciones en huéspedes con inmunodepresión profunda pueden ser
graves a cualquier edad. La mortalidad relacionada con neumonía por VRS en las primeras
semanas después de un trasplante de células madre hematopoyéticas o de órganos sólidos es
elevada tanto en niños como en adultos. La infección por VRS no parece grave en los pacientes
VIH positivos con un control razonable de su enfermedad de base, aunque pueden excretar el
virus durante períodos prolongados.