El Juez Y Las Partes: Definiendo Roles
El Juez Y Las Partes: Definiendo Roles
Uno de los aspectos más interesantes resulta ser la re-definición de los roles del
Juez y de las partes en sintonía con el nuevo modelo procesal predominantemente
oral. Se ha hablado a partir del texto de la propia Ley, sobre el rol protagónico del
Juez en este proceso; sin embargo, por otro lado, también se ha mencionado que
las partes son las que tendrían el rol principal por la necesidad de expresar su
versión de los hechos que sustentan sus pretensiones, a saber, su teoría del caso,
limitando la oficiosidad del Juez en este punto.
La Ley 29497 impone al Juez una función de cautelar que en las audiencias se
observen determinadas reglas de conducta que implican respeto al órgano
jurisdiccional, a la persona del Juez y a todas las personas presentes en las
audiencias; asimismo, impone a las partes un comportamiento de colaboración
con el Juez en la labor de impartir justicia, desprendiéndose de ello también la
facultad del Juez de sancionar todo comportamiento contrario, esto es, cuando las
partes aleguen hechos falsos, ofrezcan medios probatorios inexistentes, obstruyan
o generen dilaciones o suspensiones del proceso, asi como cuando desobedezcan
las órdenes del Juez.
Así las cosas, tenemos que si bien las partes deberán elaborar cuidadosamente
su teoría del caso, así como ofrecer y actuar en litigación oral las pruebas que
acrediten los hechos que alegan, corresponde al Juez a partir de las herramientas
que le brindan las partes, la re-construcción de una realidad que debe ser cercana
a la teoría de una de ellas, teniendo cuidado de un correcto empleo de las cargas
procesales porque a menudo el Juez, en su afán de llegar a la verdad, abusa de la
prueba de oficio, lo que podría generar un mensaje negativo hacia las partes, en el
sentido de no ser diligente en su defensa en el proceso porque el Juez, con su
oficiosidad, completará cualquier “descuido” u “olvido” de las partes. Considero
que cada sujeto del proceso debe asumir su rol con la debida diligencia, como
asumir también las consecuencias negativas de su comportamiento. Otra
consecuencia del uso exagerado de la prueba de oficio lo constituye el hecho de
que ella generaría la suspensión de la audiencia y su reprogramación para otra
fecha, ocasionando con eso la dilación innecesaria del trámite del proceso, el cual
está estructurado para que el Juez esté en condiciones de dictar sentencia al
finalizar la actuación probatoria en la Audiencia. Las consecuencias son graves:
Como ejemplo, según informe de la ETTI Laboral, en el Distrito Judicial de La
Libertad, entre los años 2016 y 2017 las reprogramaciones de audiencias por
diversos motivos constituyen aproximadamente el 40% de la carga procesal, es
decir, si se concluyeran las audiencias en el mismo día en que se iniciaron, la
carga procesal disminuiría en casi la mitad en cuanto a calendarización de
audiencias. Esto significa que, de todas las audiencias programadas en los
Juzgados, el 40% o más son reprogramaciones o continuación de las iniciadas en
fecha anterior. Urge entonces, establecer mecanismos para una mejor gestión del
proceso, sobre todo, disminuir los tiempos y hacer más eficiente la actuación
probatoria, de manera que sirva al Juez para alcanzar convicción de los hechos en
controversia.
Finalmente, hay que precisar que, en virtud del principio de veracidad, el proceso
dirigido por el Juez, siempre estará orientado a la búsqueda de la verdad, sea la
verdad real si optamos por la teoría cognocitiva o sea la verdad como probabilidad
si optamos por la teoría persuasiva. En ambos casos, corresponde a las partes el
aporte de hechos y pruebas a partir de los cuales el Juez alcanzará convicción
acerca de esa verdad expresada por la parte. Decir que el Juez debe asumir la
prueba de oficio como excepcional no es renunciar a la verdad, sino poner cada
cosa en su lugar, redefinir los roles implica reivindicar para el Juez su verdadero
papel de Juzgador que declara el derecho para una de las partes. Significa que las
partes deban hacer su trabajo en la defensa de cada una de sus posiciones y
pretensiones, que obtengan la prueba y la aporten al proceso, que faciliten la labor
del Juez litigando con buena fe, con transparencia y como colaboradores en la
búsqueda de la verdad. Este, por su lado, cuidar de no sucumbir a las tentaciones
formalistas o escriturarias, privilegiando el fondo sobre la forma e interpretando los
presupuestos procesales en sentido favorable a la continuación del proceso y a
hacer efectiva la tutela jurisdiccional. Parafraseando a JORDI NIEVA:
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