San Francisco

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LECTURA 1

CONTEXTO ORIGINAL DEL FRANCISCANISMO


Tomado de: LEÓN ALVAREZ, José Guillermo. La vivencia de la minoridad según San Francisco. 1997

Francisco de Asís es un personaje en la historia de la humanidad que aun hoy nos sigue cuestionando, porque asumió
como hombre libre una experiencia espiritual profunda que ha marcado la vida de muchos hombres y mujeres, de la
Iglesia y del mundo desde hace más de ochocientos años.

El tiempo de Francisco de Asís está constituido por una serie de acontecimientos que marcarán de manera definitiva la
sociedad feudal donde se desarrolla la experiencia religiosa y social del santo de Asís. Por esto, para comprender de
manera objetiva el contexto original de la vivencia evangélica de Francisco y sus seguidores se hace necesario conocer,
aunque de manera somera la realidad y circunstancias de su entorno. Al respecto, el franciscanista Aurelio Laita dice:

Francisco, como hijo de su tiempo, no nace por generación espontánea, sino que es heredero de una larga
tradición dentro de las tendencias y movimientos renovadores, que constituían el ambiente y el alma del
pueblo, como patrimonio y exigencia del tiempo, de la Iglesia y de la sociedad. Pero esta influencia no se
opone a la originalidad de San Francisco y de su obra: no hace más que encuadrarla en el tiempo y en la
sociedad en que vive.1

Desde el siglo XII aparece en Europa un movimiento de espiritualidad que recoge el tema tradicional de la “vida
apostólica”, que fijando sus ojos en el Jesús histórico y en la vivencia del discipulado, quieren vivir la pobreza y la
predicación itinerante.

Efectivamente para comprender la importancia del movimiento franciscano, tenemos que remontarnos a un
movimiento espiritual que tiene su punto de partida hacia el año 1000. Este movimiento, lento en los comienzos,
acelerado en la época de la reforma gregoriana, llega a ser incontrolable a partir de la segunda mitad del siglo XII.

Ya en el siglo XIII se verá desarrollado al máximo este caudal de espiritualidad del cual forman parte los movimientos
pauperísticos y comunitarios heréticos de reforma. 2 Francisco forma parte del gran periodo constructivo del siglo XIII: el
de las catedrales, de las sumas teológicas, del afianzamiento de los municipios, etc. 3

Dentro del momento histórico en el cual se realiza el paso de una sociedad a otra; Francisco vivió su tiempo, y se vio
afectado por los cambios de su época. No podríamos comprender su experiencia sin tener en cuenta estas
circunstancias.

Francisco de Asís vivió una experiencia espiritual única y la expresó de una manera radical en su comportamiento
concreto. Se le unieron compañeros y, cada uno a su manera, vivieron juntos una aventura común. Así nació un
movimiento, retoño espiritual a la vez que realidad social, y se extendió a otros, hombres y mujeres

1
1. A. LAITA: Tendencias y movimientos renovadores en la Actualidad y Edad Media, En Selecciones de Franciscanismo. No. 25-26
1980; p. 53.
22.
A: LAITA. Op.cit., p. 45.
3. Comenta Lazaro Iriarte al respecto: “Al alborear el siglo XIII comenzaba a resquebrajarse la unidad del Imperio germánico y
entraba en crisis la contextura feudal de la sociedad. En Italia y en las zonas de Europa abiertas al trafico marítimo hacia su aparición
una nueva fuerza que se debatía contra esas instituciones medievales: el común. Lo constituía la nueva clase social de artesanos y
comerciantes, con su nueva dinámica ciudadana de tendencias democráticas, con su nueva economía monetaria, con su movilidad
opuesta a la estabilidad terrateniente y, también, con sus nuevos planteamientos éticos y sus nuevas exigencias religiosas. Más allá de
los Alpes despertaban las nuevas nacionalidades de aspiraciones incompatibles con la unidad de la civitas christiana. El choque entre
el pontificado y el imperio, exponentes máximos de aquella unidad, daría a la misma el golpe de gracia en el siglo XIII”. En: “Historia
Franciscana”. Valencia: Editorial Asís, 1979; p.43.

1
De manera sintética, y siguiendo a Aurelio Laita, en su exposición acerca de los movimientos renovadores, diremos que
sus ideas-fuerza renovadoras fueron:

1. Vuelta a los orígenes, es decir modelar de nuevo las instituciones según la “vita apostólica” y no solo por parte de
las formas religiosas existentes, sino también por parte de muchos cristianos con aspiraciones más radicales, que
dieron lugar a los movimientos pauperísticos y comunitarios.
2. La vida comunitaria, como criterio de renovación y reforma, establecida en diversos grados según fueran monjes,
clérigos o seglares.
3. La pobreza vivida a imitación de los apóstoles y también a imitación de la primitiva comunidad cristiana de
Jerusalén.
4. El Evangelismo. Sed de conocer los textos bíblicos en su literalidad, el amor a la pobreza, el estilo de vida
comunitaria, la libertad de la predicación, la contestación del mundo que pasa y de su vanidad. El estilo de vida es
aquí más importante que la doctrina.
5. La contestación. Ante una Iglesia aliada con el poder, poderosa, próspera y segura de sí misma, y ante un clero que
no correspondía al ideal de “vita apostolica”, era la contestación y la critica que, comenzando por los predicadores
ambulantes, se hará más tarde un movimiento popular más general y más organizado.

Los movimientos renovadores, que bajo el lema de la comunidad y la pobreza protagonizaron aquel tiempo interesante
de la Iglesia y de la sociedad medieval, a su vez se distinguen históricamente entre “movimientos comunitarios y
movimientos pauperísticos.”4

a)  Movimientos comunitarios


La patria milanesa
Nace como partido reformista de la Iglesia aliada con el emperador y viciada en sus miembros. Eran todos “pequeñas”
gentes, socialmente despreciables, exaltaban la pobreza y humildad por Cristo. Querían la renovación de la vida
cristiana por la movilización de los fieles (especialmente los laicos) en torno a una tarea contestataria en la Iglesia,
implicando un compromiso político.

Las comunas rurales de Alemania e Italia


Entendida como “fraternitas” o “consortia”. Pronunciaban votos que los consagraban a la vida común, a la pobreza
individual y colectiva y a la obediencia. En el siglo XII se las clasifica en la categoría intermedia entre el monje y el laico, y
reciben el nombre de “penitentes”. Poseen todo en común, las decisiones se toman colegialmente y eligen al ministro.

Los Valdenses
Los valdenses 5 fueron fundados por Vaudés, popularmente Pedro Valdo, convertido en el año 1173 cuando era un rico
comerciante en Lyón. Lo vende todo, emprende una vida itinerante, se siente obligado a predicar, aunque es laico, hace
discípulos y forma con ellos una “sociedad” en la cual se confiesan unos a otros sus faltas. Al principio no tenían
intención de atacar la doctrina o las instituciones de la Iglesia. Se presentaban como una especie de “penitentes
católicos”. Era un movimiento de protesta contra el mal ejemplo de los prelados y la negligencia de los clérigos en leer
el evangelio al pueblo, contra la Iglesia esclavizada al poder temporal, contra los sacramentos distribuidos por un
ministro indigno, contra cualquier juramento, contra el derecho de matar o derramar sangre en las guerras.

b) Movimientos pauperísticos
Estos movimientos hacen descansar su “vita apostolica” en la pobreza, indicando nuevas formas que comprendían no
sólo la austeridad de vida de los individuos, sino también la de todo el grupo, la de la comunidad, que como tal no
poseía ni quería poseer nada.

4
A, LAITA: Op. Cit; p.47.
5
“ Dice Thadeé Matura los más importantes movimientos laicos - y, de hecho, contemporáneos de Francisco - son los Valdenses y los
Humillados. Los primeros, separados pronto de la gran Iglesia, practican una pobreza radical: abandono de los bienes, ir con los píes
descalzos, llevar una sola túnica y predicación itinerante laica. Los Humillados, más sedentarios viven en comunidad y trabajan con
sus manos -cosa que no hacen los Valdenses, que viven de su predicación-. Los dos grupos tropiezan rápidamente con la oposición del
clero y se radicalizan en su crítica de la jerarquía y en su rechazo de los sacramentos que administra. Ellos lo que pretenden es vivir la
verdadera vida apostólica, inspirada más en el discurso de la misión (Mt 10,5-13) que en los sumarios de los Hechos (Hc 2,42-47;
4,32-35). En: El proyecto evangélico de Francisco de asís hoy, p.65.

2
Predicadores ambulantes
Estos tenían un carácter contestatario y pronto se convirtieron en líderes de un movimiento popular contra el clero y la
Iglesia rica. El más radical, Arnoldo de Brescia, fue un reformador religioso.

Los Cátaros
Los cátaros aparecen en Colonia, organizaron la iglesia de los pobres, de los perfectos, con jerarquía propia. Se puede
decir que el movimiento laical de aquellos tiempos encuentra su culminación en los cátaros. Contestan a toda la iglesia
con este argumento: una Iglesia rica no puede ser la Iglesia de los Apóstoles. La de ellos es verdadera porque es pobre.
A los cátaros se les unieron los patarinos en Italia, los bogomillos en los Balcanes, los albigenses en Francia. Con
organización propia aparecen los humillados, los pobres de Lyón, etc. 6

Los rasgos y características de todos estos movimientos de la Edad Media, comprendidos en la “vita apostolica”, son los
siguientes
1. El evangelio, vivido radicalmente;
2. Una exaltación pronunciada de la pobreza material y espiritual;
3. La vida común, en régimen de comunidad;
4. La predicación itinerante, incluso de los laicos;
5. La práctica del trabajo manual y la mendicidad;
6. La reclamación a los ricos de los “bienes de los pobres”, porque los bienes tienen una función social;
7. La contestación a la Iglesia y a la sociedad.

Estos movimientos religiosos, en cuanto movimiento social, estaban muy fuertemente comprometidos a
nivel social y aun político, y consiguientemente se manifestaban públicamente como grupos de carácter
combativo (la mayoría de ellos al menos). Estaban contra todo el que y todo lo que tuviese que ver con el
lujo, el dinero y la superioridad social. Es en este sentido en el que la mayoría de estos movimientos
religiosos era, al mismo tiempo, una especie de revolución social, una lucha por la emancipación de
aquellos que no tenían un puesto en la sociedad, ni derecho alguno la mayor parte de ellos. Y puesto que,
en todas partes, el clero y la nobleza eran los ricos y los “notables”, contra ellos se dirigían principalmente
las impugnaciones de los movimientos religiosos. 7

Es precisamente en este mundo concreto donde se desenvuelve Francisco, en este mundo crece y toma partido a través
de acontecimientos que le llevan a manifestar la opción que él asumirá para su vida en adelante. Hombre de su tiempo,
Francisco es un hombre que conoce muy de cerca los acontecimientos de su época. Pero Francisco no contesta nunca,
no critica a nadie, no condena nada. Simplemente vive de otro modo, actúa de otro modo, él no introduce nada nuevo.
Ni siquiera por su búsqueda de la pobreza en particular, por lo que es más conocido es idea suya, ya vimos que fue un
movimiento social y eclesial surgido casi un siglo antes que apareciera Francisco. 8

Respecto a Francisco, no se puede hablar de un intento de resolver los problemas de la cristiandad en crisis de su época,
es necesario ver en primer lugar, cual fue la razón de su conversión, es decir aquello que lo motivo a hacer una opción
especifica dentro de la sociedad humana y eclesiástica del siglo XIII en Asís. Así podremos analizar hasta donde influyó
en el ámbito social y eclesial la “forma de vida religiosa” asumida por Francisco y por sus primeros hermanos. 9
6
ESSER, K. Francisco de Asís y los cátaros de su tiempo. En: Selecciones de Franciscanismo. No.13-14 . 1976; p. 145-172.
7
ROGGEN, H. ¿Hizo Francisco una opción de clase?. En Selecciones de Franciscanismo. No. 9. 1974; p. 288.
8
Plantea Carlos Valderrama, a propósito del libro de Leonardo Boff, San Francisco de Asís: Ternura y vigor. Que San Francisco
aparece en la historia en el momento en que se hunde el mundo feudal y surge una nueva clase social, la burguesía, fundada en el
comercio y las corporaciones profesionales. Esa circunstancia sirve para caracterizar dos tipos de cristianismo: el de corte feudal; que
es agrario, y el de corte burgués, que es urbano. El sistema feudal se caracteriza por el modo de producción servil. Está el señor dueño
del feudo, y el siervo que depende de él, trabajando para el sustento de aquel y para su propio sustento...Cada uno ocupa su lugar, el
maior y el minor, y así se forja el ordo piramidal, estable e inmutable. Dios es invocado como el garante de ese orden...El orden
terrestre corresponde al orden celeste, y así produce una armonía cósmica. El símbolo real de esta unidad cultural se concretiza en la
vida monástica: vive en la tierra y de la tierra, y el principio de agregación reside en el voto de obediencia al abad y de vasallaje al
monasterio. El cristiano de corte feudal será netamente agrario”; San Francisco de Asís: una lectura desde los pobres. En:
Franciscanum. USB. Bogotá. N.75. 1983; p. 330.
9
Dice W. Van Dijk, que el Franciscanismo es un movimiento de pensamiento y acción en la sociedad y en la Iglesia, aparecido a
principios del siglo XIII bajo la forma de tres institutos religiosos. El Franciscanismo, contestación permanente en la Iglesia. En:

3
Selecciones de Franciscanismo. No.3. 1972; p. 31.

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