Ensayo Dulcinea

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Orozco Arreola Pedro

Grupo: 1753

Primer parcial

25/09/2019

Ensayo Dulcinea Encantada de Angelina Muñiz – Huberman

“Trasposición Mental”

Desde el título mismo del libro, apunta como línea conductora, su rasgo diversificado
y fusionado a la vez. La palabra encantada en todas las significaciones: porque es
ingeniosa, porque está paralizada por un lapsus de inconciencia y necesita
desencantarse.

El libro está dividido en siete partes denominadas sellos, porque hacen referencia a
los siete sellos del Apocalipsis. Hay un trabajo importante de intertextualidad que se
encuentra a nivel de textos aludidos o citados directamente y que son parte de un
nuevo contexto.

La Guerra Civil Española, el exilio español en México, la muerte, el trauma que


provoca la guerra, los recuerdos, la confusión de realidad y fantasía y la personalidad
desdoblada. Todo aquello que genera ruptura, en particular las que no se buscan,
sino se imponen, son parte fundamental para comprender la epistemología de la obra.

Es a partir de ellos que la historia puedo evolucionar, pues es el reflejo de las


sensaciones, emociones y la manera misma en la que la autora lo vivió auspiciada
por la literatura como un medio de escape y conocimiento de otra realidad. Esta
situación lleva a reflexiones coincidentes entre los exiliados españoles; pero se
destaca tres de todas, el papel del lenguaje, la duplicidad de identidades, la búsqueda
de la soledad y el silencio.

Dulcinea es una y todas a la vez, en una estructura de obra en metadiégesis, la cual


son historias que se entrelazan con otras, empleando a un narrador que adquiere
distintas voces lingüísticas según cómo se desarrolle, con monólogos interiores que
representan el yo y el tú, y la tercera persona con las proyecciones mentales.

1
Ésta funciona por momentos como narradora omnisciente que toma distancia de sí y
describe el viaje, se pone en contacto con el mundo exterior e introduce las historias que
se cuentan. En su mente se desarrolla el proceso de creación de dos novelas cuyos
protagonistas llevan los mismos nombres de la narradora y del conductor, Dulcinea y
Amadís, los cuales tienen como referencia los personajes literarios del Siglo de Oro, pero
corresponden a tiempos y espacios diferentes en cada relato: uno de ellos está situado
en la Europa medieval y el otro en México en el siglo XIX.

“Será un libro mental. El primero que se compone. Un libro interno, en constante quehacer.
Un libro que se repite o retoma por cualquier parte. Que se reforma y que nunca es igual. Que
existe y no existe. Que vivirá en ella y que será tan largo como su vida. Que si llegara a
publicarse duraría años su lectura, y no se sabría cuál era la versión definitiva.”1

Los tres relatos, se desarrollan simultáneamente, el recurso del espacio en blanco, que
siempre es mayor cuando se cambia de historia, sirve de orientación visual porque facilita
el seguimiento de las tres historias. Hay interrupciones frecuentes en las ideas porque
una palabra cualquiera da lugar al desarrollo de otra o de otras ideas; así está
representado en el texto el fluir de la conciencia de Dulcinea.

En voz del personaje principal, Dulcinea en el periférico, comienza con la necesidad de


que a partir del silencio genere un procedimiento para la creación, eliminar la posibilidad
de transmisión, con énfasis en dos de sus premisas, el de la comunicación y el de la
herencia. Transforma la memoria en la recreación de sus propios recuerdos pero, al
mismo tiempo una negativa de compartirlos por medio de la palabra, se confunde en
otras figuras, imaginadas y reales, para hallar sus propios relatos, su verdadera memoria.
Hay una urgencia por destruir la palabra y a cambio, hallar la no palabra, poner en crisis
el pensamiento abstracto y la racionalidad; que no sea ésta la que descifre al mundo
porque lo verdadero no puede estar sujeto a ella.

“Una vez que se deja de hablar ya nada importa. Sólo el silencio es impredecible. El
silencio es la imaginación desatada. Cuando no oyes nada, todo lo sacas de ti. Ritmos
de palabras te inundan”.2

1
Muñiz - Huberman, Angelina. Dulcinea Encantada, México. (1992). Tusquets. p.17
2
Muñiz – Huberman, op.cit. p. 39
2
La consciencia tiene contenidos, pero aunque pueda tener una enorme variedad de
información no puede tener muchos al mismo tiempo. La consciencia no es un fenómeno
pasivo como respuesta a estímulos, sino un proceso activo de interpretación y
construcción de datos externos y de la memoria relacionándolos entre sí.

No desea revelar sus recuerdos, más bien busca reconocerlos, pensarlos, desde el
interior. Así, la primera condición restrictiva para ello es delimitar una frontera en la que
se defienda el espacio íntimo.

“Cuando decidí no hablar, tuve que ejercitar mi memoria. Todo tengo que guardarlo
dentro, para hablar conmigo misma, y para contarme mis novelas. Que tampoco
escribo. Pero que van saliendo adelante”.3

Se encuentra en una constante lucha en la que ni siquiera es capaz de controlar los


recuerdos, una lucha continua por no volver y el deseo imperioso por permanecer en el
presente. Con añoranza de lo que pudo ser, al disfrutar y sufrir en el mismo momento,
el tener todo y perderlo en cualquier momento.

La realidad supuesta de lo que vemos en nuestras mentes racionales no es más que una
capa más de las que rodean a los misterios más profundos, los que permanecen en la
oscuridad y que se esconden en el interior. Esto implica su desplazamiento hacia una
interioridad, porque sólo en la renuncia del afuera donde todo acto obedece a la
practicidad cotidiana y el habla se esfuma en la inmediatez, se puede encontrar la verdad
configurada en la creación de sus novelas mentales.

Todas sus vivencias que son parte del repertorio de su libro mental significaban libertad,
al evidenciar formas de comprender el mundo a la luz de su mentalidad y determinar la
manera de pensar y la relación de estos elementos que hacen posible su conocimiento.

Dulcinea debe ir al encuentro de sus recuerdos, debe leerlos, creer en ellos y a partir de
entonces, producirlos. La creación de una herencia literaria va más allá de únicamente
trasladarse a la escritura. Ésta entabla una conexión con el espacio interior; su
reformulación en la memoria, permanece y se objetiva en el recuerdo, esa tierra lejana a
la que debe volver en compañía de Amadís para comprobar su efectividad.

3
Muñiz – Huberman, op.cit. p. 40
3
En su mente reinan el caos y el desorden; (apocalipsis, búsqueda de la identidad,
muerte y represión) la confusión funciona porque sólo en el delirio se pueden destruir
los monstruos de la razón. De ahí la pluralidad del personaje y su desdoblamiento en
múltiples narradores cuya finalidad es anular la sucesión y más bien, ocurrir en la
simultaneidad, circunstancia de complicada concreción en los límites del papel.

Las tres protagonistas pasan de la oscuridad a la luz: Dulcinea del periférico descubre
dónde se encuentran unidos el origen y el fin; Dulcinea medieval y Amadís conocen
su historia y Dulcinea del siglo XIX, se ha encontrado con Amadís, con quien tiene
una relación extraña e incierta, pues ella en realidad no llega a estar segura de la
existencia de él porque se le aparece y desaparece continuamente.

La novela y particularmente Dulcinea, se expresan con imágenes, en una prosa


poética que se efectúa mediante la descripción y se vincula más con la mirada que
con la voz. En cuanto a la poética, se establece a partir de la obra de variaciones
sobre un mismo motivo, combinaciones con los mismos hilos ante el espejo cultural,
social y político.

Ese procedimiento retórico le permite relacionar historias distintas y darle veracidad


a algunos recuerdos.

"Se parte del libro y se regresa al libro”. 4

En el espacio que genera esta circularidad, se producen todo tipo de relaciones con
él y por lo tanto, con todo lo que representa.

Las influencias y las determinaciones históricas y de historia literaria que hacen


legible la obra, son la representación del exilio y la presencia simultánea en dos
culturas: una de la puerta hacia dentro de la casa y la otra hacia la calle; en dos
espacios: España y México y en dos niveles de conocimiento: uno real y otro literario,
crean un viaje retrospectivo a través de su historia personal y lo proyectan
literariamente.

4
Muñiz – Huberman, op.cit. p. 78
4

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