La Expulsión de Los Jesuitas

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La expulsión de los jesuitas en 1767

El 27 de febrero de 1767, el rey de España Carlos III, firmó el decreto por medio
del cual ordenaba la expulsión de los jesuitas de todos sus dominios del mundo.

La provincia de Sonora no podía ser la excepción y la decisión también afectó


enormemente a nuestro estado.
" El peor enemigo de una orden religiosa es otra orden religiosa"
Julio Montané Martí
El decreto fue recibido en la Nueva España por el virrey Marqués Carlos Francisco
de Croix en mayo de ese mismo año. El gobernador de las Provincias de Sonora
y Sinaloa, Juan Claudio de Pineda, se enteró hasta el mes de Julio.

Poco más de cincuenta misioneros jesuitas fueron concentrados en Guaymas


hasta mayo de 1768, fueron embarcados para San Blas, Nayarit, pasaron luego a
Veracruz, para de ahí trasladarlos a Europa, donde vivieron prácticamente como
prisioneros.

A juicio de los colonos y funcionarios españoles, las misiones jesuitas eran un


impedimento para el desarrollo económico y debían retirarse los misioneros y que
el clero secular tomara su lugar.

Los jesuitas, desde su llegada, habían proclamado con intransigencia, la


necesidad de construir una sociedad paralela a la de los colonos, es decir, sin
supeditación a ellos, sin intervención de éstos, ni de su sistema administrativo.

El enfrentamiento fue permanente: los colonos necesitaban la mano de obra de los


naturales de estas tierras; y los misioneros tenían un férreo control de esa mano
de obra, porque consideraban que al no proporcionar las misiones, la mano de
obra indígena a los colonos, la evangelización podía calar más hondo, y su
proyecto social que excluía el sometimiento por la fuerza, ser más exitoso.

A raíz de la expulsión de los jesuitas, los terrenos agrícolas y ganaderos de las


misiones que eran propiedad comunal de los indígenas, empezaron a caer en
Manos de los blancos y mestizos.
Un año después, éstos ya tenían explotaciones agropecuarias en el Río San
Miguel, donde había más de 100 familias en los predios de Dolores, San Javier,
Los Ángeles, Cerro Pelón, Tierras Nuevas y El Alamito.
Otras 300 familias estaban en el Río Sonora y 550 más en el río Oposura
(Moctezuma). En el Arroyo Cedros, afluente del Río Mayo, estaban las haciendas
de San Salvador y San Rafael de los Cedros, con gran vecindario de familias y en
el Quiriego y Tepahue, había muchos ranchos criadores de ganado vacuno,
equino y caprino.
El nacimiento de la Compañía de Jesús

La Compañía de Jesús nació entre 1538 y 1541, en un momento histórico en el


que se estaba produciendo una profunda renovación de la espiritualidad. Entre las
órdenes religiosas se estaba asentando el movimiento de la observancia. El
protestantismo avanzaba por Europa. El erasmismo, considerado heterodoxo, era
perseguido. Y las autoridades católicas consideraban cada vez más necesaria la
convocatoria de un Concilio general.

La Compañía apareció gracias a la iniciativa de Ignacio López de Loyola. Un


personaje extraño, controvertido, difícil de clasificar, que podemos situar
ideológicamente entre las inquietudes renacentistas y los rasgos propios de
épocas anteriores.
Tras su estadía en Alcalá, el guipuzcoano viajó a París,
ciudad en la que permaneció entre 1528 y 1535. Se matriculó en la Sorbona y en
ella se convirtió en un declarado papista. Durante este período acabó de perfilar lo
que iba a ser la Compañía de Jesús. Conoció, entre otros, a Pedro Fabro,
Francisco Javier, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Bobadilla y Rodríguez,
hombres que se constituirían en los futuros pilares de la Compañía. Este grupo,
lejos de interesarse por la lucha contra el protestantismo, se movió en un ambiente
original, con la idea de promover una cruzada hacia Oriente, para convertir a los
infieles (proyecto en el que podemos apreciar el germen de la voluntad
evangelizadora misional que mostraría la Compañía). Movidos por este ideal, el 15
de agosto de 1534 los arriba citados se reunieron en Mont-Maître e hicieron votos
de pobreza y castidad, y decidieron ir a Tierra Santa. No obstante, el proyecto
fracasó y entonces decidieron marchar a Roma donde se pusieron al servicio del
papa. Allí, viendo el inmenso trabajo que ofrecía la reforma de la Iglesia, surgió la
idea de transformar el grupo de amigos en una orden religiosa dedicada al
apostolado.

Estación del metro Cluny-La Sorbonne con la firma de Ignacio de Loyola y otros 52
ilustres antiguos alumnos de la Universidad de París

Aunque en 1538 ya eran conocidos con la denominación de Compañía de


Jesús, la institucionalización de la nueva orden no se produjo hasta dos años
después, cuando Paulo III la aprobó por medio de la bula Regimini militantes
ecclesias. Sus constituciones la dotaron de un grado de modernidad que la
diferenciaba claramente del resto de las órdenes de la época. Desde un primer
momento destacó por su carácter plenamente renacentista. La Compañía se
caracterizó especialmente por su obediencia absoluta al papa. Asimismo, adaptó
el sentido monástico a la necesidad de movilidad del apostolado en un mundo en
constante cambio. Y comenzó a definirse por una serie de factores, entre los que
podemos resaltar el respeto individualizado; la sustitución del oficio cultual por la
oración mental; la exigencia entre los miembros de un cierto nivel cultural (punto
cuya importancia creció cuando San Ignacio acogió el ministerio de la enseñanza
como una de la labores principales de la Compañía). En un principio, la Compañía
no poseía un ministerio específico, lo que daba a sus miembros mayor libertad,
siempre teniendo en cuenta el arraigo que en ellos tenía el principio de obediencia.
Por ello, los jesuitas podían dedicarse a cualquier tipo de apostolado, siempre que
fuera a mayor gloria de Dios. También les distinguió el carácter misionero al
servicio del papa, al que se ligaban -los que lo desearan mediante un especial 4º
voto-.

La Orden se estableció con una jerarquía: un general de la orden, con carácter


vitalicio, elegido por una congregación general, considerada como el supremo
órgano legislativo; procuradores en cada provincia; consejeros nacionales -
también electos por la Congregación- con la misión de ayudar a los generales
provinciales. Los demás cargos los designaban dichos generales o prepósitos
provinciales.

La Orden se dividía asimismo en una serie de grados. Los novicios aspiraban


al sacerdocio y se dividían en dos grupos según la edad o sus conocimientos. Los
novicios llamados escolares eran los que se iniciaban en los estudios de gramática
latina (que duraban generalmente unos dos años). Después hacían los votos
simples y perpetuos (castidad y pobreza). Tras profesarlos, entraban en la fase de
juniorado, en la que se dedicaban durante tres o más años a los estudios clásicos
(Artes y Teología). Tras esta etapa venía su ordenación sacerdotal. Y por último,
pasaban el período de 3ª probación, de modo que, obligándose a cumplir dos
nuevos votos, se convertían en profesos, aceptando todas las responsabilidades
de la orden, con todas las obligaciones y los derechos. A los profesos se les
reservaban los cargos de profesores en los colegios.

Los miembros de la Compañía que no asumían todas las responsabilidades, ni


profesaban los cuatro votos -solía faltarles el 4º voto, de obediencia al papa-,
disfrutando de mayores libertades, eran denominados coadjutores espirituales, y
se ocupaban de cargos de menor importancia. Había también coadjutores legos,
dedicados a tareas menos cualificadas, «viles», manuales.

La espiritualidad de la Compañía se basó en el abandono activo, la obediencia


al superior y, en última instancia, al papa, y la mortificación del egoísmo y el
orgullo. Los ejercicios ignacianos fueron utilizados por otras órdenes y han
seguido practicándose hasta nuestros días.
Desde el punto de vista económico, la orden estaba obligada a una pobreza
estricta. Sólo las casas de estudio y las de formación de jóvenes podían tener
rentas propias. Los profesos renunciaban a cualquier riqueza, y también a
cualquier prelacía o cargo eclesiástico.

A la muerte de San Ignacio, en 1556, los miembros de la Compañía ya


ascendían a más de un millar, y sus casas, más de cien, se repartían por doce
provincias. En 1615, el número de jesuitas alcanzó la cifra de 13.000, y había
establecimientos en Francia, Portugal, Flandes, Polonia, Italia, España y América.
La Compañía se desarrollaba con gran rapidez.

Causas de la expulsión
El éxito de los jesuitas en la educación, su supuesta riqueza y su independencia
de las autoridades eclesiásticas, y los privilegios que solo ellos tenían, pronto
despertó la envidia de las demás ordenes religiosas como los dominicos, y los
franciscanos. Estas envidias tuvieron su mayor fuerza con el éxito obtenido por los
jesuitas en su labor misional en China.
Los dominicos los acusaron de permitir herejías en el culto, a lo que se unieron los
capuchinos y los franciscanos de la India. Los grandes pensadores y escritores
regalistas de la época, también consideraban que los jesuitas eran un obstáculo
para la realización de sus fines.
En 1766 en Madrid y algunas otras ciudades españolas, se produjeron disturbios
populares originadas por la carestía de productos de primera necesidad y por
ciertas disposiciones dictadas por el Marqués de Esquilache, ministro del rey
Carlos III, mismos que trajeron como consecuencia la caída del ministro. Pedro
Rodríguez Campomanes nombrado procurador , llega a la conclusión de que la
responsabilidad de los amotinamientos está en los jesuitas, quienes ; según el,
intentan sojuzgar al trono.
Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda, Presidente del Consejo de
Castilla, llega a las siguientes conclusiones: Los jesuitas han monopolizado el
cargo de confesores del rey, que en el pasado han defendido la legitimidad del
regicidio, que habían tratado de constituir un estado teocrático en Paraguay, no
sometido a la autoridad del rey, que tenían acumulada una gran riqueza, que se
negaban a pagar el diezmo por sus tierras, que tenían varias imprentas que
podrían haber sido utilizadas para la impresión de literatura sediciosa y su
oposición a la beatificación de Palafox, una figura entrañable del padre Eleta,
confesor del rey.
Con todas las conclusiones anteriores solo faltaba a los enemigos de los jesuitas,
armar la intriga necesario para que el soberano tomara la decisión de su
expulsión.
La expulsión de los jesuitas marcó un parteaguas en la historia regional de
Sonora. El trabajo realizado por ellos en todos los sentidos, marcó el rumbo
político, económico y social del noroeste de México. Su sustitución por otros
religiosos y la aplicación de otras políticas oficiales, iniciaron un nuevo período de
cambios radicales en la forma de vida de los sonorenses.
Las autoridades borbónicas pudieron entonces llevar a cabo sus reformas., Los
grupos de colonos pudieron al fin llevar a cabo los cambios a favor de sus interese
sin que hubiera nadie que se opusiera, dando origen así a las oligarquías locales.
Después de los jesuitas, la vida ya no sería igual.

Obras de los Jesuitas:

Las misiones fundadas por los jesuitas:


... Sigan bailando en el lodo, hijos míos, que faltan muchos adobes para terminar
el almacén1, y ustedes apuren el paso de los bueyes y arreglen el camino para
poder bajar las carretas con la cantera; nosotros seguiremos atizando los hornos
ladrilleros para poder empezar la bóveda ...2
.
EL PADRE NUESTRO Y EL AVE MARÍA EN LA LENGUA COCHIMÍ DE SAN
FRANCISCO DE BORJA, SANTA GERTRUDIS Y SANTA MARÍA.
CAHAI APA, AMBEING MIA, MIMBANG-AJUA VAL VUIT-MAHA: AMET
MIDIDUVAIJUA CUCUEM:
JEMMUJUA, AMABANG VIHI MIENG, AME TENANG LUVIHIM. THE-VAP YICUE
TIMIEI: DIGUA, I
BAN-ANANG GNA CAHITTEVICHIP NUHIGUA AVIUVEHAM, VI CHIP IYEGUA
GNACAVIUVEM:
CASSETASUANG MAMENIT-GNAKUM, GOANG TEVISIÉE GNA CAVIGNAHA.
Amén.3
SANTA MARÍA GOUYIBAHAM, DIOS LA KAEMBOGOOSSO IBAHA MUZUI,
DIOSLA BENTGUO DEAYI,
UAHIÑIJUA GUIDEMUG JUAE HI BUHUHMU MO KOEMIMBI MAMI IBAHA,
GUIGI MUISSA
JESUSJUA KAEAOMI IBAHA LUHU SANTA MARÍA DIOS CHI DIOS HMU
PENNAYU NUI
AMBINYINJUA PAGA U DUGU GAIM, ANNA HUAHMU, GUHI NUIHIA DEHUAE
UDAAHI. Amén.
Las misiones: saqueo e intemperie contra restauración
Las construcciones que levantaron los jesuitas causan gran impresión en el
visitante, ya sea por
haberse levantado en los sitios más desolados, como Santa Gertrudis, San
Francisco de Borja y San
Misiones establecidas en la península de Baja California por jesuitas,
franciscanos y dominicos.

Luis Gonzaga, o por su solidez y belleza, como las de San Francisco Javier, San
Ignacio y Nuestra
Señora de Loreto.
Muchas de las misiones jesuitas han sido afectadas severamente por la acción de
la lluvia y el
viento de siglos, otras, casi todas, han sido saqueadas por vándalos y “turistas”, y
una de ellas, la de
Comondú, fue derruida en 1930, según la tradición, por órdenes del gobernador
general Juan
Domínguez para aprovechar sus piedras en la construcción de una escuela,
aunque las verdaderas
motivaciones del militar debieron haber sido otras, ya que las piedras de todo tipo
y tamaño forman,
en kilómetros cuadrados, parte de las laderas que rodeaban a la misión. En
relación con el saqueo
del que fueron objeto las misiones de Baja California, se transcribe a continuación
parte de la carta
que, el 5 de agosto de 1940, envió el Teniente Bruce A. de Borbón Condé, de la
Harding Military
Academy en Glendora, California, al Coronel Rodolfo Sánchez Taboada,
Gobernador del Territorio
Norte de Baja California, denunciando uno de los múltiples robos que se hicieron a
las misiones.
Excmo. Sr. Gobernador: Ignoro si el Gobierno al digno cargo de V.E. haya dado
permiso a un
grupo de ciudadanos mexicanos y americanos para llevarse de la ex misión de
San Francisco de
Borja en la Delegación de Ensenada la biblioteca antigua, objetos de culto, y hasta
la campana
misional....debo avisarle a V.E. que los dichos objetos, que yo considero propiedad
del gobierno,
han sido llevados a Ensenada con el objeto de trasladarse oportunamente a
Estados Unidos y de
venderse en este país, como se ha hecho ya con uno de los mencionados libros
raros, el cual se
vendió en remate en Nueva York en más de quinientos pesos
oro....afortunadamente supe el nombre
del comerciante en Ensenada que encabezó la expedición...4
Actualmente el INAH, algunas instituciones particulares5 y la iglesia, se han
echado a cuestas la
tarea de conservar y restaurar lo que queda de ese magnífico legado que los
discípulos de Loyola
dejaron a la posteridad, incluyendo las misiones que los dominicos terminaron de
edificar con
cantera en Santa Gertrudis y San Francisco de Borja, que inicialmente fueron
hechas de adobe, así
como San Ignacio, concluida por fray Crisóstomo Gómez.
La relación que sigue después del recuadro se refiere a las misiones que fundaron
los jesuitas en
Baja California, incluyendo algunas que funcionaron por muy poco tiempo, otras
que nunca se
terminaron, así como varias que se abandonaron por diversas causas antes de
que procediera la
secularización dictada por el gobierno muchos años después. Los datos que se
dan, ocasionalmente
se repiten y amplían en el capítulo siguiente.
LAS PRIMERAS ÓRDENES RELIGIOSAS EN LA NUEVA ESPAÑA
Aunque con Hernán Cortés vinieron algunos sacerdotes para atender las
necesidades religiosas de la
tropa, y en 1522 Carlos V mandó a la Nueva España a tres franciscanos, entre los
que se encontraba
fray Pedro de Mura, conocido después como fray Pedro de Gante, fue hasta el 13
de mayo de 1524
cuando llegó a Veracruz un grupo de 13 franciscanos procedentes de Sanlúcar de
Barrameda, los
cuales se dirigieron a la ciudad de México para iniciar, al igual que las demás
órdenes religiosas que
arribaron después, una labor evangelizadora, educativa, y en defensa de los indios
contra las
crueldades de los encomenderos. En 1526 llegaron, por la misma ruta que los
anteriores, 11
dominicos que se alojaron provisionalmente en la casa que ya tenían los
franciscanos, y dos años
después arribaron otros 24 predicadores6, lo que favoreció el desarrollo de esta
orden. En 1533
llegaron a la Nueva España 7 religiosos agustinos, quienes se hospedaron
inicialmente en el
convento de Santo Domingo, y poco después, en una casa prestada en la calle de
Tacuba; para 1536
Las misiones fundadas por los jesuitas
135
Dibujo de la antigua misión de Loreto.
arribaron 17 más, y al poco tiempo se extendieron por todo Michoacán. El 9 de
septiembre de 1572
desembarcaron en Veracruz los 12 primeros jesuitas, designados por el general
de la orden que
entonces era Francisco de Borja y de Aragón, quien en 1671 sería proclamado
santo. Tiempo
después, los discípulos de Loyola realizaron durante 70 años una extraordinaria
labor en la lejana
provincia de California, la cual fue interrumpida por la expulsión decretada en su
contra por Carlos
III, que se hizo efectiva el 3 de febrero de 1768.
1. SAN BRUNO (1683-1685)
Dotada por Alonso Fernández de la Torre, fue fundada en 1683 por los padres
Eusebio Francisco
Kino, Matías Goñi y Juan Bautista Copart, a unos 20 Km. al norte de Loreto,
cuando acompañaron
al almirante Isidro Atondo y Antillón en su expedición a California; no es
considerada por los
historiadores como una misión propiamente dicha, pero su importancia y acciones
como tal deben
mencionarse, considerando que fue aquí donde el padre Copart tuvo las
experiencias necesarias para
escribir el catecismo en cochimí, lo que después fue de un gran valor para el
padre Salvatierra
cuando por primera vez llegó a estas tierras; se permaneció en el lugar por más de
2 años, y los
misioneros llegaron a tener 400 catecúmenos; además, Kino logró establecer la
primera ruta hacia el
Océano Pacífico atravesando la Sierra de la Giganta, todo lo cual es mérito
suficiente para que su
nombre se registre como el primer establecimiento misional, aunque su duración
haya sido breve, al
ser abandonado el 8 de mayo de 1685.
2. NUESTRA SEÑORA DE LORETO. (1697-1829)
Dotada por Juan Caballero y Ocio, se fundó el 25 de octubre de 1697 por el padre
Juan María de
Salvatierra, en la Bahía de San Dionisio, frente a la parte norte de Isla del Carmen,
en un lugar que
los nativos llamaban Conchó o Conunchó, teniendo al oeste a la Sierra de la
Giganta, al mismo
tiempo que se levantaba la fortificación del presidio7, casi en la playa, a dos tiros
de arcabuz de
Las misiones fundadas por los jesuitas
136
donde se empezaba a erigir la misión. La construcción de piedra se comenzó en
1699 o 1700 y se
concluyó en 1752; en 1828 fue dañada por una tormenta, y en 1877 la torre se
derrumbó a causa de
un terremoto. Ya cuando los franciscanos se hicieron cargo de ésta y las demás
misiones jesuitas, al
hacerse efectivo en la península el decreto de expulsión de la Compañía de Jesús
en 1768, se
notaba una disminución en la población de este lugar, de acuerdo con lo que
expresó fray Francisco
Palou en carta dirigida al superior de su orden, fray Rafael Verger, y que se
transcribe parcialmente:

...En la visita que hizo el señor visitador hallando la misión tan despoblada de
indios, que sólo se
contaron diez y nueve familias de casados, mandó se aumentase el número hasta
completar cien
familias, trayendo veinte y cinco de San Xavier, y las demás de las otras misiones
al norte. Puse en
ejecución (en parte) dicho decreto, trayendo luego las veinte y cinco de San
Xavier, y suspendí el
traer las demás, porque no hay con qué mantenerlas..8.La decadencia, pues, se
iniciaba en la propia
capital de las California.

SAN JUAN BAUTISTA , SAN JUAN DE LONDÓ o LONDÓ DE SAN JUAN


BAUTISTA
(1699-1745)
Fue fundada por el padre Salvatierra en el lugar llamado San Isidro, durante la
primavera de 1699, unos kilómetros al norte de Loreto10, casi quince años
después de que el lugar
fuera visitado por el padre Kino. La misión nunca fue terminada , en la
práctica siempre fue una visita de Loreto, y se abandonó en 1745.

SAN FRANCISCO JAVIER O SAN JAVIER VIGGÉ BIAUNDÓ (1699-1817).


Dotada por Juan Caballero y Ocio con 10 000 pesos, fue fundada a principios de
octubre de 1699 a
unos 35 kilómetros al suroeste de Loreto, entre palmeras, a orillas del arroyo
Viggé Biaundó11 por
los padres Francisco María Píccolo y Juan María de Salvatierra. Desde el 10 de
marzo de 1699
había ido Píccolo a ese lugar a cristianizar gentiles, en octubre se construyó la
capilla y el 1º de
noviembre la dedicó el padre Salvatierra. La misión fue momentáneamente
abandonada por los
ataques de los indios, pero el padre Juan de Ugarte la restableció en 1701 y fue él
quien inició la
construcción de piedra, se terminó en 1758 o 1757 por el padre Miguel del
Barco12 y dejó de
funcionar en 1817.
Los árboles frutales como higueras, viñas y olivares, así como el frijol, el trigo y el
maíz
fueron introducidos a la región por Ugarte14. Al relevo de los jesuitas por
los franciscanos la misión pasó al cargo de fray Francisco Palou, en
cuya época casi todo su ganado se encontraba alzado, y en la misión
sólo habían seis vacas con sus crías, dieciséis cargadas, ocho toros y
seis pares de bueyes para el arado; lo más probable es que la reducción del
número de
cabezas de ganado se debió a la plaga de langosta que acababa de
afectar los campos, devorando prácticamente todos los pastizales.

Conclusión.
Los jesuitas buscaban la evangelización de los pueblos indígenas, y a su vez
protegerlos de los conquistadores que sólo quieren adueñarse de las tierras, y
tomar a los indígenas como esclavos, sin tener en cuenta, que aunque tuvieran
una vida y costumbres diferentes tenían derecho a gozar de la libertad con la que
nacieron y a hacerlo en el pueblo que los vio crecer.
La expulsión se llevo a cabo en el año de 1767, fue una operación rápida, secreta
y eficaz. Los jesuitas eran conscientes del acoso que venían sufriendo pero no
tuvieron noticia alguna de la medida que Carlos III se disponía a tomar hasta el
momento mismo de su aplicación, fue raro que no se informaran de esto ni con un
rumor rondando por el pueblo. Aunque a lo largo del año el gobierno realizó una
Pesquisa reservadísima entre gran parte de los obispos españoles, no hubo
filtraciones al respecto de su contenido. Tampoco tuvieron ninguna noticia del
decreto de expulsión. Los jesuitas españoles, sobre todo los más cultos, al dejar
de existir la Compañía se trasladaron a Roma y en la Ciudad Eterna encontraron
trabajo como empleados de los obispos o como preceptores de los hijos de los
miembros de la nobleza

Bibliografia.

http://www.monografias.com/trabajos27/jesuitas-sonora/jesuitas-
sonora.shtml#fuentes

http://www.cervantesvirtual.com/bib_tematica/jesuitas/bibliografia/obras_historia.sh
tml

http://sepiensa.org.mx/contenidos/h_mexicanas/colonia/jesuitas_nuevaespa/jesuit
as_1.html

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