18 Exegesis y Proclamacion AT
18 Exegesis y Proclamacion AT
18 Exegesis y Proclamacion AT
Por lo anterior podemos decir que la vigencia del Antiguo Testamento para la
predicación contemporánea no solo se autentica por lo que Dios mismo dice de su
palabra, sino también porque el efecto visible que produce se convierte en experiencia
concreta en la vida de quienes afirman vivir por esa Palabra.. Se podría decir: «Cristo me
ama, yo lo sé, porque la Biblia me lo dice»; pero aún más fuerte la afirmación sería:
«Cristo me ama, yo lo sé, porque en mi experiencia he visto que el testimonio de la Biblia
acerca del amor de Cristo es fidedigno».
constataría que la iglesia continua considerando que esa primera parte del canon bíblico
no ha quedado relegada al pasado histórico del pueblo de Israel, sino que, como Palabra
de Dios, tiene mucho que decirnos hoy, tiene mucho para impactar nuestras vidas y
transformarlas; ¡no ha sido superada!; ¡no ha sido desplazada! Dietrich Bohoeffer, en una
carta a su cuñado, dice lo siguiente: «Toda la Biblia desea ser por tanto la palabra en que
Dios quiere dejarse encontrar por nosotros. Ningún lugar que nos sea agradable o
aceptable a priori, sino un lugar que desde cualquier punto de vista nos resulta extraño,
que nos es absolutamente repelente. Pero precisamente es el lugar que Dios ha escogido
para salir a nuestro encuentro.»1
En segundo lugar, es comunitaria porque Dios, por medio de su Espíritu Santo nos
inspira y dirige en el estudio de su Palabra al encuentro y proclamación de la verdad.
Aquel que inspiró a los santos escritores para que la Palabra de Dios hoy exista en forma
impresa, es el mismo que hoy nos inspira para una interpretación sana y «evangélica» del
texto sagrado.
lenguaje humano debe incluir al mismo tiempo un enunciado y una respuesta. Debe ser
un círculo en que la comunicación fluya del que habla a quien le escucha, y viceversa. . .
La Sagrada Escritura y su utilización pastoral exigen una participación muy activa de
parte de la persona que vaya a beneficiarse de ellas.»7 En Jesús tenemos el ejemplo de
alguien que adoptaba no uno sino varios estilos de exposición. Adoptaba los estilos,
según las necesidades de se auditorio: en las sinagogas habló como lo hacían los «rabíes»
de aquella época; ante el grueso del pueblo y sus discípulos presentó el mensaje tomando
ejemplos de la vida real; dialogaba con la gente junto al mar, en casas, en el camino,
cerca del Templo; hacía preguntas y respondía a preguntas; pero siempre enfocaba su
enseñanza y charlas en las necesidades concretas de la gente con la que interactuaba.8
Por otro lado, existen libros y artículos que presentan las formas particulares en
que un pasaje concreto ha sido leído o explicado desde una perspectiva especial
(feminista, negra, indígena, infantil, etc.). Realizando este ejercicio, el exegeta puede
ayudarse a sí mismo a superar sus «miopías» y «puntos ciegos». Puede, sobre todo,
descubrir que el texto que tiene enfrente para ser proclamado es la palabra de Dios fresca,
viva y contemporánea para sí mismo y para todos y cada uno a quienes va dirigido el
mensaje.
Para lograrse lo anterior, debe considerarse, en primer lugar, que Dios ha decidido
7
Wijngaards, John N. M. Comunicar la palabra de Dios: predicación y catequesis
bíblicas (Estella: Editorial Verbo Divino, 1988), pp. 49-50.
8
Wijngaardas, pp. 54-59.
9
Orlando Costas (Editor), Predicación evangélica y teología hispana (San Diego:
Publicaciones de las Américas, 1982), pp. 7-8.
6
que su palabra sea comunicada al ser humano por la mediación de la palabra humana.
Debe también tomarse en cuenta que la palabra divina que se proclama, pretende hacerse
escuchar en el mismo lugar y momento en que «otras» palabras y voces quieren hacerse
escuchar: palabras humanas y palabras seudo divinas. ¿Cómo escuchar la palabra de Dios
libre de las interferencias de otras palabras y voces? He allí el planteamiento que nos
ofrece Génesis tres: ¿La voz de quién escuchará el humano, la de Dios, la de la serpiente,
la de otro ser humano? El Salmo uno nos presenta una respuesta concreta; y el Salmo
119 remacha esa respuesta en cada uno de sus 176 versículos. ¿Cómo puedo yo estar
seguro que la palabra que proclamo en nombre Dios es realmente palabra de Dios y no
simplemente palabra mía o de «otro»?
¿Cuántas veces hemos usado una noticia de la prensa como material ilustrativo de
un sermón, sin percatarnos de que la noticia no es reflejo de la realidad que pretende
comunicar, sino una interpretación tendenciosa de ella? En nuestra sociedad, los poderes
que controlan la economía y la política, también controlan los medios de comunicación
masiva. Ellos comunican no lo que sucede en la realidad, sino lo que ellos quieren que la
realidad sea. En ese sentido, la noticia se convierte en realidad y la realidad se
desconoce, se distorsiona y se destruye. Dice Moltmann:
12
Esperanza y planificación del futuro, pp. 163-164.
13
Walter Brueggemann, Finally Comes the Poet (Minneapolis: Fortress Press, 1989), p. ix.
8
En este punto, tenemos que ayudarnos de Karl Barth para entender qué significa
que Dios nos hable hoy:
Quien se atreve a predicar o proferir la palabra de Dios, tiene que estar seguro y
convencido de que esa misma palabra lo ha engendrado y de que él camina en ella por los
senderos del amor y de la justicia. Para quien se dice hijo de Dios, esa palabra que lo ha
engendrado también lo convoca y lo envía. Por el hecho de ser engendrado y
conformado por la palabra, el siervo de Dios que la proclama queda automáticamente
investido de la autoridad divina; el yo de Dios viene a ser su «yo» humano.
Karl Barth, Church Dogmatics: The Doctrine of the Word of God-2 (Edinburgh: T. & T.
14
sin compromisos; o, como dice Bruggemann, «no seremos la comunidad que deseamos
ser, si nuestras prioridades comunicativas se centran en la tecnología utilitaria y en los
valores manipulados y conformados [por el y para el status quo].»15 No debemos caer en
la trampa de convertirnos en voces del sistema; ¡somos profetas de Dios. La predicación
verdaderamente bíblica y evangélica debe definirse así: El lenguaje del texto bíblico es
profético: anticipa y convoca una realidad que se encuentra más allá de los
convencionalismos del cotidiano y previsible mundo nuestro. Este mensaje es profético
porque es poético, y tiene el poder de hacer añicos la realidad predicible y cómodamente
establecida. Tiene el poder de evocar nuevas posibilidades en medio de la comunidad de
fe. Tiene el poder de crear un mundo que trasciende a este ya desgastado y del cual nos
hemos acostumbrado demasiado.16
En la misma Biblia se nos presenta ese fenómeno que Walter Brueggemann llama
«imaginación histórica». Esa tensión entre el pasado histórico del pueblo y la apertura
hacia nuevos y frescos símbolos a partir de aquella experiencia histórica.18 El hombre
bíblico no es un espectador pasivo del evento histórico; lo narra y lo relee desde
adentro. Es participante de él. Va al evento y se introduce en él. En ese acto, el
participante bíblico no solo recibe, sino también da, y en esa acción reactualiza el evento
y lo carga de nuevos significados, no intentados originalmente. La fe bíblica, entonces,
consiste siempre en hacer nuestra una historia vivida previamente por otros.19
caso, la cristiana-- de tal modo que ella es «arrastrada.» a la línea establecida por la
Palabra divina. En esa acción, la comunidad es recreada y remodelada para vivir como
vocero de Dios en su propia situación histórica. La comunidad de fe, así recreada, toma
esa Palabra y la confiesa, involucrando en su proclamación el mensaje del pasado y los
nuevos significados surgidos de la experiencia histórica de esa misma comunidad. Es
decir, el texto bíblico no solo funciona como objeto de estudio, sino que en la dinámica
hermenéutica, el texto mismo se convierte en sujeto cuestionador y avasallador. En el
trabajo interpretativo tiene que llegar el momento en el que quien empezó abriendo el
texto y abordándolo, ahora es «abierto» por el texto y desafiado y llamado a
«conversión». Es aquí donde, de acuerdo a la enseñanza reformada, Sagrada Escritura y
Espíritu Santo se dan de la mano. Solo así la palabra deja de ser «letra muerta» para
convertirse en poder vivificante.
20
Carlos Mesters, Flor sin defensa. Una explicación de la Biblia a partir del
pueblo
(Bogotá: CLAR, 1987), pp. 39-40.
11
Por otro lado, no cabe duda que, en muchos de los casos, tanto el predicador
(expositor bíblico) como la congregación (comunidad de fe) necesitan librarse de sus
temores y barreras que les impiden acercarse al Antiguo Testamento como palabra de
Dios. La primera barrera que se debe vencer es la idea generalizada de que todo lo que
pasó antes de Jesús es realmente innecesario. En la mente de la gente está la certeza de
que si Jesús es la revelación plena de Dios, por qué preocuparse de todo lo anterior. Otra
de las barreras es la creencia de que la mayoría de lo que está en el Antiguo Testamento
Testament Theology (Edited by Robert L. Hubbard, Jr. and others, Dallas: Word
Publishing, 1992), pp. 47-61, presenta varias sugerencias al respecto.
13
mujer samaritana con Jesús (Jn 4); o colocar juntos la historia de Rahab (Jos 2)
con la de la mujer samaritana (Jn 4). En el caso del pareo de Éxodo 3 con Juan 4,
los puntos de contacto son: la cotidianidad con la que tanto Moisés y la mujer
samaritana inician su día, pero terminan encontrándose en un día sublime de
encuentro con la divinidad: el uno se convierte en liberador de su pueblo; la otra,
en proclamadora del mensaje de salvación a sus paisanos. Ambos eran unos «don
nadie», incapaces de realizar la vocación divina por sus medios humanos, pero al
ser investidos por el «Yo» magnificente de Dios, realizan su obra con todo el
poder y gloria divinas. En el pareo de Josué 2 con Juan 4, se resalta la situación
de marginalidad de la mujer: Rahab era prostituta; vivía en los límites de la ciudad
de lo ricos y gobernantes, protegida por los muros, y el exterior desprotegido de
los campesinos y obreros; era mujer; era extranjera (lo que en esa época era más
estigma que virtud). La samaritana también tenía tres rezones de peso para ser
marginada en la sociedad: era mujer (los rabinos no debían hablar en público con
mujeres); era samaritana (su realidad racial y de extranjera la descalificaba del
buen trato con los judíos; para estos ser samaritano era peor que ser perro en esa
sociedad); vivía al margen de la ley (había tenido muchos maridos, y el que tenía
no era su marido). Pero en el encuentro con el Dios liberador y con Jesucristo, lo
que la sociedad humana considera indigno y marginal se convierte en persona
digna, en alguien útil para ser instrumento del Reino, en canal de bendición para
otros.
esperanzas de otros seres humanos. Un acercamiento así nos invita a volver a vivir las
historias de la Biblia en toda su riqueza; la experiencias de otros ya no quedan
«almacenadas» en el diván, sino que son nuestras, las vivimos hoy.
texto para este particular momento que me/nos toca vivir? ¿Qué desafíos
concretos y actuales nos presenta?
Transforming Bible Study (Nashville: Abingdon Press, 1980), pp. 128-152. Véase
27
El texto en su contexto
que no puede decir; por ello, la selección de un pasaje para estudiar desde una perspectiva
particular (infantil, de género, etc.) solo se logra después de mucha lectura e
investigación del texto bíblico.
En el relato sobre Noemí y su nuera Rut, encontramos varios elementos que hacen
de esta historia, algo digno de contar y estudiar. El autor es en verdad un excelente
literato y, por supuesto, un gran maestro y comunicador. Empecemos con el
establecimiento del escenario –elemento clave de la trama:
1 Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en
la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de
Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. 2 El nombre de aquel varón era
Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran
Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los
campos de Moab, y se quedaron allí.
3 Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, 4
los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa,
y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. 5 Y murieron
también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada
de sus dos hijos y de su marido.
Estos primeros cinco versículos del libro nos proveen elementos claves para el desarrollo
del argumento de la obra (lo que está en negrita nos parece de vital importancia):
• Moab:
– Moab fue un reino altamente organizado, con actividades agrícolas y
pastorales prósperas, edificios de gran esplendor, cerámica característica, y
poderosas fortificaciones compuestas de pequeñas fortalezas ubicadas
estratégicamente en sus fronteras.
– Nación que, de acuerdo con la historia de los Jueces, había oprimido a los
israelitas por dieciocho años (Jue 3.12-14).
– En los profetas se mencionan y con frecuencia se pronuncia juicio divino
sobre ellos (véase Is. 15–16; 25.10; Jer. 9.26; 25.21; 27.3; Ez. 25.8–11;
Am. 2.1–3; Sof. 2.8–11).
• Situación de la mujer:
En la sociedad en la que Noemí vivió, en aquellas tierras del Mediterráneo
oriental en pleno siglo XII antes de Cristo, ser mujer ya era en sí un grave
problema y, peor aún si era viuda y sin hijos, y en tierra extraña. Es decir, vivía
totalmente desamparada; prácticamente condenada a muerte.
Noemí tiene dos nombres, Dulce y Amarga, porque dos serán sus papeles en la
historia: al principio vive en aparente «dulzura» (véase Rut 1.21), pero en realidad su
vida en el capítulo uno es de «amargura». Solo a partir del protagonismo de la «amiga»,
la «amarga» recobrará su verdadero nombre, Noemí, «la Dulce», en los capítulos 2—4.
A la «amiga» también se sumarán dos nombres, el del nuevo «hombre» en su vida, Booz,
que le dará le «fortaleza» --y así revertirá la «debilidad» del primer marido-- que
necesitará para lograr los elementos que completarán la historia: el hijo (Obed =
«siervo») que cuidará de la abuela e introducirá a Rut, y por supuesto a Noemí en la línea
genealógica del Mesías.
Realidad y apariencia
Al tomar nota de los nombres propios y con la ayuda del contexto histórico y
social, podemos empezar a entender el binomio realidad-apariencia. ¿Cuál es lo aparente
en el contexto geográfico al que pertenece Noemí?: «Belén» que es el lugar por
antonomasia del «pan», no tiene ese ingrediente que lo define como «Casa-del-pan».
¿Qué es lo aparente en el caso del esposo de Noemí?: se llama «mi-Dios-es-el-rey», pero
de nada le sirve tal apelativo. Carece de lo básico para mantenerse y mantener a su
familia. Su «dios» y su «fe» quedan atrapados en el nombre nada más. Otro elemento
que obliga a definir el «apoyo» con el que cuenta Noemí como aparente es el de sus tres
hombres. Como se ve por el contexto histórico y social, era prácticamente imposible para
una mujer sobrevivir sin el respaldo masculino. Pero el autor no esconde para nada el
hecho de que Noemí jamás tendría éxito con sus «tres hombres»: el esposo por ser un
«don nadie» a pesar del nombre—para el Dios de Israel no era ninguna ganga que ese
hombre llevara tal nombre—, y a los dos hijos sus nombres los delatan: «enfermizo» y
«debilucho».
En el caso del nombre de las mujeres, llama la atención el hecho de que tanto
Noemí como Rut tienen un nombre correspondiente «en negativo». La «Dulce» se
autodenomina, «Amarga». Rut («Amiga») encuentra en el nombre de su cuñada la
contraparte: «Orfa», «la que da la espalda».
Pasa algo interesante con «Dios». El dios que dice servir y adorar Noemí no se
difiere mucho del dios al que Orfa regresa a servir y adorar. ¿De qué valían las palabras
de ánimo que Noemí les daba a Rut y Orfa citadas en los versículos 8-9?: Andad, volveos
cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis
hecho con los muertos y conmigo. 9 Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una
en casa de su marido. Su dolor, su falta de esperanza y las palabras con las que califica a
20
“su dios” (amargura tengo yo. . . pues la mano de Jehová ha salido contra mí [1.13]. No
me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el
Todopoderoso. 21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por
qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso
me ha afligido? [1:20-21]) negaba la «aparente» fe con la que animaba a las nueras. Será
Rut, la extranjera, «pagana» y mujer, la que «devolverá» la «realidad» de la presencia y
autenticidad del Dios verdadero en quien Rut si tenía fe, a pesar de que «Yavé» no era su
dios originalmente. El poema de los versículos 16-17 es por demás elocuente:
Rut no regresaría a Moab, porque el dios de ese país no tenía nada que ofrecerle a
Rut. Pero a la vez, Rut se presta a darle tremenda lección de fe a su suegra. Pues el Dios
de Israel, Yavé, en el que Noemí pretende creer pero en quien de verdad no cree, sino a
quien más bien tiene por enemigo, es el Dios en el que Rut cree y está dispuesta a apostar
el «destino» de su vida en él.
que el libro de Proverbios califica así: hay amigos que valen más que un hermano
(18.24b, TLA); El amigo siempre es amigo, y en los tiempos difíciles es más que un
hermano (17.17, TLA). La historia que se escribiría en los capítulos 2—4 iba a
demostrar que «las apariencias» engañan, y que cuando la fe en Dios pasa por los
«cánones» y «moldes» de la sociedad y cultura general esa fe se distorsiona, y deforma
nuestra manera de entender a Dios y a los otros. Si la cultura «enseña» que la respuesta a
las necesidades está en «este o aquel» o en «esto o aquello», entonces «dios» tiene que
pasar por ese tamiz. Jamás se «piensa» que Dios tiene unos sistemas de «valores» tan
radicalmente distintos a los de la sociedad imperante, y que, de acuerdo con el testimonio
bíblico, muy a menudo nos sorprende con «instrumentos» no «compatibles» con los
cánones y las expectativas del mundo actual.
Lecciones de la vida
Bendito sea Dios que hoy te ha dado un nieto para que cuide de ti.
Dios quiera que cuando el niño crezca llegue ser muy famoso en todo
Israel. Él te hará muy feliz, y te cuidará en tu vejez, porque es el hijo de
tu nuera Rut. Ella vale más que siete hijos, porque te ama mucho y ha
sido buena contigo (Rut 4.14-15, TLA).
Recursos bibliográficos
Exégesis
Díaz Castrillón, Clara María. Leer el texto, vivir la Palabra: Manual de iniciación a la
lectura estructural de la Biblia. Estella: Editorial Verbo Divino, 1988. 246 pp.
El acercamiento de este libro y sus ejemplos son excelentes para una tarea
exegética con miras a la actualización y la proclamación.
Fee, Gordon y Stuart, Douglas. La lectura eficaz de la Biblia: Guía para la comprensión
de la Biblia. Miami: Editorial Vida, 1985. 224 pp. Este manual es de gran
utilidad por el énfasis en los géneros literarios. Cada capítulo ofrece consejos
de cómo acercarse exegéticamente a los textos desde su género y forma
literarias.
López. Ediberto. Para que comprendiesen las Escrituras: Introducción a los métodos
exegéticos. San Juan: Seminario Evangélico de Puerto Rico, 2003. Esta obra
ofrece los principales métodos exegéticos practicados el día de hoy, así como
de las diferentes perspectivas desde donde se hace la relectura del texto
bíblico.
Marguerat, Daniel y otros. En torno a los relatos bíblicos. Cuadernos Bíblicos # 127.
Estella: Editorial Verbo Divino, 2005.
Marguerat, Daniel y Bourquin, Yvan. Cómo leer los relatos bíblicos: Iniciación al
23
Sánchez Cetina, Edesio (Editor de este número). Boletín Teológico (FTL), vol 27 num.
58 (1995). 88 pp. Todo este número está dedicado a la exégesis y la
hermenéutica. La primera parte presenta modelos de exégesis para ambos
testamentos. La segunda parte presenta temas hermenéuticos. Todo el
material ofrece buena ayuda para la exégesis y la proclamación.
Sánchez Cetina, Edesio (editor). Descubre la Biblia. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas,
2005-2006. Obra en tres volúmenes. El primer volumen se centra en el
estudio de la Biblia como obra literaria. En la parte más extensa del volumen,
la segunda parte, el lector encontrará el análisis de los principales géneros
literarios de la Biblia, así como una introducción a la literatura bíblica en
general. El segundo volumen se divide en tres partes: la formación de la
Biblia (texto y canon), los diferentes contextos y las ciencias auxiliares que
los estudian (arqueología, geografía, historia, sociología, antropología cultural
y filología) y su interpretación (exégesis y proclamación, hermenéutica y
teología bíblica). El tercer volumen habla de la lingüística y la traducción, y
de la historia y experiencia de traducción de la Biblia en todo el mundo.
Tosaus Abadía, José Pedro. La Biblia como literatura. Estella: Editorial Verbo Divino,
1996. 285 pp. Un excelente manual para comprender la Biblia como obra
literaria.
Homilética
Barth, Karl. La proclamación del evangelio. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1969. 103
pp. Un pequeño libro en el que el famoso teólogo alemán nos ofrece sus
24
Brueggemann, Walter. Finally Comes the Poet: Daring Speech for Proclamation.
Minneapolis: Fortress Press, 1989. 165 pp. Este es el único libro en inglés
que cito en esta lista de recursos bibliográficos, porque me parece clave tanto
para la teoría como para la práctica de la predicación.
Perry, Lloyd M. Predicación bíblica para el mundo actual. Miami: Editorial Vida, 1989.
25
171 pp. El libro presenta los varios temas relacionados con la predicación
bíblica y la comunicación del evangelio hoy.
Actualización
_____________ Flor sin defensa: Una explicación de la Biblia a partir del pueblo.
Bogotá: Confederación latinoamericana de religiosas (CLAR), 1987. 225 pp.
El título del libro ya nos indica qué esperar de este excelente material.
Salas, Antonio. La Biblia hoy: temas introductorios. Madrid: Ediciones Paulinas, 1992.
159 pp. El capítulo 7 es el que nos interesa en esta sección: «El Antiguo
Testamento: aplicaciones para el creyente de hoy» (pp. 121-136).
bíblicas. Estella: Editorial Verbo Divino, 1988. 224 pp. Excelente libro para
todo aquel que desee familiarizarse y entrar en el mundo de la proclamación
contemporánea de las Sagradas Escrituras. La primera parte trata de la teoría
sobre el tema; la segunda, de las técnicas de presentación.
Boff,, Leonardo. Brasas bajo las cenizas: historias anticotidianas del mundo y de Dios.
México: Ediciones Dabar, 1997. 107 pp. El lector se sorprenderá al encontrar
profundos pensamientos teológicos en esta serie de relatos de la vida
cotidiana. Las historias que aquí se presentan son excelentes ayudas para la
actualización del mensaje bíblico.
Pagán, Samuel. Púlpito, teología y esperanza. Miami: Editorial Caribe, 1988. 146 pp.
Varios de los sermones en este libro se basan en textos del Antiguo
Testamento. El autor hace uso de la literatura hispanoamericana, de su propia
poesía y de la vida de grandes personajes de la actualidad.
Rad, Gerhard von. Sermones. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1975. 195 pp. La mayor
cantidad de sermones en este libro son tomados del Antiguo Testamento.
Sáenz Uranga, José Ramón. Pequeñas sorpresas bíblicas: leyendas del buenazo de Yavé.
Madrid: Ediciones Paulinas, 1988. 195 pp. El autor presenta trece
exposiciones bíblicas en forma de cuentos o novelas cortas.