Informe Bomba
Informe Bomba
Informe Bomba
La bomba es un elemento explosivo que cuenta con un mecanismo que permite definir en qué
momento se producirá un estallido.
Atómico, por su parte, es un adjetivo que califica a aquello vinculado con los átomos: las partículas
compuestas por un núcleo que está rodeado de electrones y que no pueden dividirse a través de
procedimientos químicos.
La bomba atómica se trata de una bomba particular que libera de forma súbita una enorme cantidad
de energía a partir de la fisión de átomos de plutonio o uranio o de la fusión de isótopos de
hidrógeno.
Se encuentra entre las denominadas armas de destrucción masiva y produce una distintiva nube con
forma de hongo cuando es detonada a poca altitud sobre la superficie.
Una de las primeras bombas atómicas fue desarrollada por Estados Unidos durante la Segunda
Guerra Mundial, gracias al Proyecto Manhattan, y es el único país que ha hecho uso de ella en
combate.
Muchas veces hemos visto en el cine o en la televisión las imágenes sobrecogedoras de un ensayo
nuclear sobre la superficie terrestre en que poco a poco se forma y asciende el característico hongo
de polvo y humo. Hemos oído decir que el poder destructor de cada bomba nuclear es 1 000 000 de
veces mayor que el poder destructivo de un explosivo químico, como serían la dinamita o el TNT.
Podríamos, con todo derecho entonces, imaginarnos que una bomba nuclear ha de ser
inmensamente voluminosa y pesada. Y la realidad es todo lo contrario: el combustible explosivo de
una bomba de fisión tiene una masa alrededor de los 10 kilogramos y es del tamaño de una pelota
de béisbol. ¿Cómo es posible que algo así de pequeño tenga tanto poder? ¿De qué manera se puede
esconder dentro de una pelota de béisbol toda la energía que hemos visto liberarse y transformarse
en luz, calor y polvo transportado a las alturas?
La respuesta a esta pregunta es simple. La materia está compuesta de unidades llamadas átomos que
tienen en su centro un núcleo capaz de liberar, bajo ciertas condiciones, una cierta cantidad de
energía. La energía que cada núcleo puede liberar es pequeñísima comparada con las energías que
conocemos en nuestra vida diaria
La materia está compuesta de unidades llamadas átomos que tienen en su centro un núcleo capaz
de liberar, bajo ciertas condiciones, una cierta cantidad de energía.
La energía que cada núcleo de uranio libera cuando explota una bomba proviene de su rompimiento
(fisión) en núcleos más livianos. Por este motivo, a las bombas nucleares que utilizan como material
combustible núcleos de elementos pesados se las llama bombas de fisión (también se las conoce
como bombas atómicas o bombas A).
La explosión produce instantáneamente una temperatura de millones de grados y una presión de
varios miles de atmósferas, originando una barrera de calor y de presión –onda de choque- que
avanza como una pared que destruye todo obstáculo que se presente.
FISIÓN NUCLEAR
LA REACCIÓN EN CADENA
Bombardeando con neutrones el núcleo del uranio 235, éste explota y se parte en dos núcleos de
buen tamaño, liberando algunos neutrones secundarios que, a su vez, fisionan a otros tantos nuevos
núcleos y así sucesivamente, originándose una reacción en cadena.
Mucha gente tiene en la cabeza que la radiactividad produce cáncer, pero quizá no tantos saben que
también la cura. Desde finales de los 60, han sido utilizados en todo el mundo lo que se conoce como
bisturís de rayos gamma. Estas máquinas emplean la capacidad de esos rayos, compuestos por
fotones ultraenergéticos, para destruir los tejidos vivos. Igual que las personas expuestas a radiación
pueden tener cáncer porque estos rayos deterioran sus células, la aplicación de este mecanismo de
forma enfocada sobre los tejidos dañinos acaba por destruirlos de manera selectiva.
El origen de esos rayos es el cobalto 60, un elemento radiactivo que emite fotones de forma continua.
Esta característica hace que deba permanecer siempre aislado y su manejo sea peligroso. Por eso, en
la actualidad esa fuente de radiación se está sustituyendo por aceleradores de partículas que pueden
emitir radiactividad solo cuando se necesite.
La tecnología nuclear, además de servir para tratar enfermedades, se ha convertido en una valiosa
herramienta de diagnóstico. Un ejemplo son las tomografías por emisión de positrones (PET, de sus
siglas en inglés). Este sistema permite reconstruir imágenes de lo que está sucediendo en el interior
del organismo. Para conseguirlo, se introduce en el paciente un radio fármaco de vida muy corta para
evitar los daños de la radiación. Después, el sistema detecta los rayos gamma emitidos por el
paciente.
En las inmediaciones de la Tierra, donde orbitan los satélites que empleamos para las comunicaciones
o para predecir el tiempo, los paneles solares son la principal fuente de energía. La sonda Rosetta,
que ahora mismo está estudiando el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, es capaz de funcionar a
800 millones de kilómetros del Sol, pero para eso necesita dos gigantescos paneles solares, de 14
metros cada uno, con los que exprimir hasta el último fotón de la escasa energía solar disponible.
Más allá, para explorar los gigantes gaseosos como Júpiter o Saturno o tratar de llegar a la frontera
del Sistema Solar, es necesaria la energía nuclear. La propulsión atómica, producida con los
generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG, por sus siglas en inglés), es el sistema más eficaz
para llegar donde el Sol es demasiado débil para los paneles fotovoltaicos.
Esta tecnología, que convierte en energía el calor que produce al desintegrarse el plutonio-238,
mantuvo a las pioneras sondas Viking explorando durante años en Marte. La sonda Galileo, con un
sistema de alimentación similar, revolucionó nuestro conocimiento sobre Júpiter y sus lunas y Cassini
lleva ya 10 años redescubriendo Saturno y sus lunas, fotografiando los geyseres de Encelado o
analizando el océano subterráneo que se oculta bajo la superficie del satélite Europa.
El caso más extremo de la potencia de la energía nuclear para la exploración espacial son las sondas
Voyager. Lanzadas en 1977, han alcanzado ya la frontera del Sistema Solar y siguen enviando señales
como los emisarios humanos más alejados de la Tierra.
El uso civil fundamental de la tecnología atómica llegó casi una década después de su empleo como
arma. En 1954, en la Unión Soviética, se puso en marcha el primer reactor nuclear que alimentó la
red eléctrica. Hoy, pese a que solo 31 países tienen centrales nucleares, algo más del 12% de la
electricidad mundial se produce en este tipo de instalaciones.
Para reducir los riesgos de la inversión que supone perforar un pozo de petróleo, antes de hacerlo se
introduce una fuente de neutrones o de rayos gamma en el interior del pozo para conocer sus
características geológicas. Además, se emplea un detector de radiación para recoger la información
emitida por la fuente y sus interacciones con el entorno. El análisis por activación neutrónica, por
ejemplo, es capaz de analizar la presencia de más de 40 elementos, proporcionando información
fundamental para evaluar el valor de un pozo.
BOMBA EN HIROSHIMA
EL BOMBARDEO DE HIROSHIMA
Little Boy fue el nombre con el que bautizaron los americanos a la bomba lanzada en Hiroshima. La
bomba de uranio-235 de 4.400 kilogramos de peso, 3 metros de longitud, 75 centímetros de
diámetro y una potencia explosiva de 16 kilotones, 1600 toneladas de dinamita.
Dr. En física J. Robert Oppenheimer, conocido coloquialmente como "el padre de la bomba atómica"
y director científico del proyecto Manhattan
Las personas que se encontraban cerca de su epicentro morirían a causa de las quemaduras y lesiones
mortales.
Si las personas sobreviviesen a los peligros inmediatos o a la exposición a la radiación, se enfrentarían
con mayores riesgos de contraer ciertos tipos de cáncer, como leucemia y cáncer de tiroides
BIBLIOGRAFIA
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/bombardeos-hiroshima-
nagasaki-wwii_10590/31#slide-30
https://www.icrc.org/es/doc/assets/files/2013/4132-1-nuclear-weapons-human-health-2013.pdf