Revolución Científica
Revolución Científica
Revolución Científica
Por otro lado, una historia de la Revolución Científica construida desde la perspectiva
de la vida cotidiana otorgaría un papel central a la expansión geográfica de Europa.
Para la mayoría de las personas que vivían en el siglo XVI la verdadera revolución
científica no fue la revelación de una nueva disposición de los cielos, sino el
descubrimiento de nuevos mundos en la tierra. La vida cotidiana fue transformada por
los descubrimientos geográficos ibéricos de los siglos XV y XVI.
Cultivos del Nuevo Mundo como el maíz y la patata se adaptaron rápidamente a los
duros climas europeos y produjeron más calorías por acre que los cultivos del Viejo
Mundo. Los alimentos americanos fueron el recurso crítico que permitió el aumento de
la población, la riqueza y el poder que afianzó el ascenso de Europa para el dominio
del mundo durante los siglos XVIII y XIX.
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Iberia en la vanguardia
Gracias a la imprenta los descubrimientos ibéricos fueron noticia por toda Europa,
generando un animado discurso público. Uno de los primeros libros que describen la
naturaleza del Nuevo Mundo fue la Historia medicinal de las cosas que se traen de
nuestras indias Occidentales, publicado en 1567, del médico de Sevilla Nicolás
Monardes. Aunque Monardes nunca pisó América, como residente de Sevilla, el centro
peninsular del imperio español, estaba muy bien situado para aprender acerca de las
plantas americanas de los viajeros que regresaban del Nuevo Mundo.
Acosta sostuvo que la filosofía natural tuvo que aceptar las maravillas del Nuevo
Mundo, por lo que nunca más serían maravillas. Demoliendo la brecha epistemológica
entre el Nuevo Mundo y Europa, mantuvo un argumento convincente en el que la
naturaleza americana es parte de una naturaleza universal y donde los americanos
son parte de la raza humana.
La fascinación de Europa por la geografía y la historia natural del Nuevo Mundo dio
lugar a una nueva idea de lo que es la ciencia: una cacería de los secretos de la
naturaleza. La búsqueda de secretos en regiones desconocidas de la naturaleza es un
tema que aparece en la literatura renacentista con regularidad. (…) En una historia de
la Revolución Científica escrita desde la perspectiva de la cultura cotidiana la imagen
de la ciencia como una cacería ocuparía el centro de la escena.
Gran parte de lo que le interesaba a los filósofos naturales era igualmente importante
para los comerciantes, los consumidores y los administradores coloniales. La nueva
filosofía no era sólo comprar y vender, sino que los comerciantes y los científicos
estaban de acuerdo en la importancia del viaje, el encanto de la novedad y en ver las
cosas de nuevo. Entender la idea de descubrimiento científico requerirá
necesariamente escuchar los ritmos de la vida cotidiana que palpitaban en los
ruidosos espacios donde se compran y venden mercancías.
La vida cotidiana y la vida intelectual apenas estaban apartadas. Los humanistas y los
filósofos eran también consumidores y estaban atentos a los intercambios comerciales
y los descubrimientos geográficos como los comerciantes. (…) Si tuviéramos que
juzgar por los libros de texto, la influencia de Ptolomeo en el Renacimiento tuvo lugar a
través de su gran tratado astronómico Almagesto. (…) Sin embargo, si se mira desde
la perspectiva del Renacimiento aflora un panorama diferente. La mayoría de los
intelectuales conocían a Ptolomeo como geógrafo y no como astrónomo; las ediciones
de su Geographia superaron con creces a las del Almagesto. Este hecho bastante
aleccionador sugiere que, de alguna manera, hemos obtenido una imagen equivocada
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de la Revolución Científica. Medido por su impacto en la vida cotidiana, el
descubrimiento del Nuevo Mundo superó el diseño de un nuevo cosmos.
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¿Qué le debemos a España? Preguntó Masson con una voz llena de sarcasmo y
desprecio. En dos siglos, en cuatro, o incluso en diez, ¿qué ha hecho España por
Europa? El problema con este tipo de preguntas es que arbitrariamente privilegian
algunas características de la ciencia moderna sobre otras. Los historiadores
generalmente asumen que la Revolución Científica es lo que todo el mundo debería
haber tenido; no cualquier revolución científica, sino sólo aquella descrita por el
estándar, la narrativa del norte de Europa.
(…) ¿Cómo podemos explicar el largo silencio de la comunidad histórica sobre el lugar
que ocupó la Península Ibérica en la Revolución Científica? España y Portugal han
sido omitidos en casi todos los recientes libros de texto en inglés sobre la historia de la
Revolución Científica, incluido el de Steven Shapin. Afortunadamente, esta situación
está cambiando y el cambio está obligado a producir una nueva versión de la
Revolución Científica. ¿Es válido un relato sobre la Revolución Científica los orígenes
de la modernidad que omita a la Península Ibérica? Para las vidas de los europeos y
americanos de la temprana edad moderna había poca diferencia entre si el Sol estaba
o no en el centro del universo o si el mundo estaba conformado de átomos. Por otro
lado, los paisajes, los estilos de vida, las modas, las visiones del mundo y los hábitos
alimenticios en cuatro continentes, desde América hasta Asia, fueron transformados
por los descubrimientos científicos de la Península Ibérica.
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BARRERA OSORIO, ANTONIO. Experiencia y empirismo en el siglo XVI: reportes
y cosas del Nuevo Mundo
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Al mismo tiempo, y aun anterior a estas actividades iniciadas por la gente común
(pilotos, navegantes, empresarios, o historiadores naturales) y apropiadas por la
Corona, empresarios particulares interesados en explotar la naturaleza americana
habían y continuaban enviando informes a la Corona sobre, por ejemplo, plantas
medicinales y tinturas. Estos informes basados en la experiencia personal se
convirtieron en los fundamentos del conocimiento.
Este es un aspecto importante del argumento de este artículo: las prácticas empíricas
que se discuten aquí aparecen, primero, entre la gente común (gente que no
perteneció al orden de la nobleza) y, después, la Corona apropia esas actividades.
Así, los reportes aparecen entre mercaderes y explotadores en primera instancia y,
una vez entendida la utilidad de esos reportes, la Corona empieza a pedir a otros
mercaderes, exploradores, navegantes y oficiales que envíen reportes.
Villasante llegó a ser amigo del gobernador Don Diego de Colón y, más tarde, obtuvo
una licencia suya para explotar el bálsamo y otros medicamentos en la isla.
El primer intento por hacer mapas y por catalogar los recursos naturales de América
vino de la gente en tierra o en altamar que vio la necesidad de este tipo de
información. Por ejemplo, la iniciativa de establecer una oficina cartográfica en la Casa
de la Contratación vino de los pilotos Juan Díaz Solís, Vicente Yañez Pinzón y
Américo Vespucio; la iniciativa de enseñar el uso de instrumentos y cartas de
navegación comenzó con Alonso de Chaves y Fernando Colón.
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1. Tomar la altitud o la elevación de los lugares donde iba
2. Determinar la desviación de la brújula en relación con el polo norte.
3. Observar los eclipses de 1584
4. Investigar e informar sobre las fechas y horas de las mareas altas y bajas en
las costas y mares donde iba.
Conclusiones
El cuestionario de 1577 y las expediciones del Dr. Hernández y Jaime Juan fueron el
resultado de los métodos empíricos desarrollados en todo el Nuevo Mundo a lo largo
de la primera mitad del siglo XVI e institucionalizados en 1508 en la Casa de la
Contratación y en el Consejo de Indias en 1570. Desde la propuesta de Fernández de
Oviedo de hacer una expedición para buscar información sobre historia natural hasta
la expedición médica de Hernández en 1570 y la expedición cosmográfica de Jaime
Juan en 1583, las expediciones se convirtieron en una herramienta más en el
programa patrocinado por el Estado para recopilar la información empírica sobre el
Nuevo Mundo.
La iniciativa para recopilar información empírica para la comprensión del Nuevo Mundo
vino de la gente común que viajaba o vivía en América y que se convirtieron en
agentes de la expansión comercial e imperial de la época.
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NIETO OLARTE, MAURICIO. Ciencia, imperio, modernidad y eurocentrismo: el
mundo atlántico del siglo xvi y la comprensión del Nuevo Mundo.
John Elliot en su libro Imperios del Mundo Atlántico sugiere que la dominación de
América por parte de Europa debe ser explicada en tres niveles distintos y
complementarios: la toma de posesión simbólica, la ocupación material y la población
o repoblación de tierras.
Todos estos elementos se conectan entre sí y tienen una directa relación con la
construcción de un orden mundial eurocéntrico. Arif Dirlik señala que el verdadero
poder de una mirada eurocéntrica no está en la exclusión de “los otros”, sino por el
contrario en su inclusión, en la inscripción del mundo entero dentro de un orden y un
único sistema.
Antonio Barrera y Jorge Cañizares Esguerra comparten una preocupación que merece
la atención: la exploración ibérica del atlántico no ha tenido, para los historiadores de
la ciencia de habla inglesa, la importancia que merece. Sus argumentos nos permiten
concluir que la influencia del mundo atlántico y de los viajes de exploración al Nuevo
Mundo fue definitiva sobre el desarrollo de la ciencia europea, y que la historia de la
ciencia moderna no puede limitarse a la Revolución copernicana ni al logro de ciertas
mentes geniales del norte de Europa occidental. (…) El estudio de procesos culturales
más mundanos como el desarrollo de la imprenta moderna y la conformación de
grandes imperios políticos y comerciales parecen ofrecer explicaciones históricas más
ricas sobre el origen del mundo moderno.
Las naves españolas y portuguesas que cruzaron el Atlántico en los siglos XV y XVI
tardaron mucho más de lo previsto en alcanzar su inicial objetivo de llegar a la India,
pero en el intento se encontraron con un mundo nuevo, con una naturaleza exuberante
y desconocida.
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El encuentro de los europeos con la incógnita naturaleza americana implicó nuevos
retos para la ciencia europea. Los exploradores, cartógrafos y naturalistas del siglo
XVI debieron nombrar y describir lo desconocido, poner en un lenguaje familiar el
extraño mundo natural. La gradual incorporación de una nueva parte del globo dentro
de la cartografía clásica, detalladas descripciones de animales, plantas y culturas
haciendo uso de referentes domésticos, el uso de nombres cristianos y familiares y en
general la producción de textos y de imágenes fueron las estrategias principales en la
tarea de domar lo salvaje.
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opiniones o fábulas es el punto de partida para una clara demarcación, diferenciación
y afirmación de un conocimiento más racional y legítimo; pero también, aunque parece
paradójico, porque dichos conocimientos nativos descritos como irracionales suelen
ser incorporados como parte de las más eruditas tradiciones europeas. (…) Estos
saberes, al ser expuestos en otro lenguaje, bajo códigos familiares para los europeos
letrados, se transforman en conocimientos legítimos y, por lo tanto, son susceptibles
de ser presentados como descubrimientos y posesiones europeas.
Es absurdo suponer que los viajeros recorrieron las selvas americanas probando
plantas y adivinando sus posibles usos; por el contrario, el único método de conocer,
por ejemplo, sobre virtudes medicinales o alimenticias de las plantas, animales,
venenos o curas, era aprender de la experiencia nativa.
Otro personaje destacado que impulsó un proyecto para traducir de manera integral
los conocimientos de los indígenas mexicanos del siglo XVI, fue Fray Bernardino de
Sahagún. Sahagún consolidó un taller en el que artistas nativos realizaron una colosal
colección de imágenes en las que plasmaron sus conocimientos. Posteriormente,
Sahagún se dedicó a transcribir el material, generando un texto bilingüe que
presentaba tanto en español como en nahualt los conocimientos indígenas sobre la
geografía, el comercio, la religión, la política.
La visión que tuvieron los primeros exploradores del Nuevo Mundo está determinada
por las tradiciones antiguas y medievales en historia natural. (…) En tratados antiguos
de Aristóteles, Dioscórides, Plinio podemos encontrar descripciones de plantas y
animales comunes para el mundo cristiano, pero también criaturas extrañas como
hombres caníbales, gigantes, cíclopes, sirenas, amazonas y hombres con cabeza de
perro, o serpientes de dos cabezas. Para Colón y quienes lo siguieron en la
exploración del Nuevo Mundo, estos “seres fantásticos” eran tan reales como otros
animales exóticos, tales como el rinoceronte o la jirafa.
No sólo las obras clásicas en historia natural o geografía se vieron cuestionadas por
los hallazgos de los viajeros ibéricos en el Atlántico del siglo XVI. De manera similar y
aun más preocupante para el mundo cristiano, las Sagradas Escrituras y los credos
del cristianismo son incapaces de explicar el origen y el sentido de buena parte de la
creación. Los autores clásicos, la erudición del humanismo, la teología, el arte, y la
literatura debieron hacerle frente a una realidad nueva sobre la cual las grandes
fuentes de autoridad guardaban silencio.
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El resultado de este reto fue la construcción de una nueva historia natural, de una
autoridad distinta que permitiera incorporar y explicar ese nuevo mundo como parte
del universo cristiano.
A pesar de su singularidad, este Nuevo Mundo y todas sus criaturas, por extrañas y
espantosas que parezcan, debían ser también parte de la obra de un Dios generoso
cuyo poder es ilimitado. Así, lo desconocido y monstruoso debe ser transformado en
criaturas de Dios al servicio del hombre y en productos útiles para el imperio, muestras
del infinito poder, sabiduría y bondad del creador. (…) Incluso los más aterradores de
los animales, parecen tener justificación dentro del plan antropocéntrico de la creación.
Para los escritores cristianos el siglo XVI y para los cronistas de la corona española,
su descripción de la naturaleza tiene un doble propósito, dos tareas simultáneas e
inseparables: mostrar de manera ordenada e inteligible el conjunto de las posesiones
del imperio y celebrar la grandeza del creador.
Una de las más habituales y arraigadas ideas para explicar la historia del mundo
atlántico del siglo XVI es la noción de “descubrimiento”. “Descubrir” supone una proeza
o logro individual en el cual alguien, en un momento específico, ve o encuentra algo
que nadie había visto antes; supone además que el objeto descubierto existía como
tal, en sí mismo, antes e independientemente de su descubridor. Dicha noción de
descubrimiento ha sido central en la construcción de la idea de ciencia moderna, la
cual ha su vez ha sido fundamental en la consolidación de Europa occidental como
centro y motor de la historia del mundo moderno. Es entonces común suponer que la
historia de la ciencia moderna y, por lo tanto, el éxito de la expansión del mundo
europeo y la conquista del hombre sobre la naturaleza se puede reducir a una serie de
descubrimientos cruciales y hazañas individuales. Afirmaciones como “Cristobal Colón
descubrió América en octubre de 1492” y “Vasco Nuñez de Balboa descubrió el
Océano Pacífico, son frecuentes y de aceptación general”.
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puede entenderse como una fecha en la cual se produce el descubrimiento de
América y de Europa.
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