La Historia, Mito y Leyenda

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LA HISTORIA

El relato histórico es la narración en prosa de hechos pasados de los pueblos, con una base
histórica. En este existe un contenido literario, que se basa en la recopilación de la memoria
colectiva de los grupos humanos, transmitida de generación en generación por medio de las
palabras, es decir, de forma oral. Esta narración mezcla la fantasía con las visiones que sobre
ellos tienen las comunidades y los individuos que los vivieron. Por esta razón, se puede
considerar a este tipo de textos, también una narración literaria. Estos relatos recogen hechos
reales, por lo que no son solamente literarios, sino también históricos.

En el relato histórico se recrean los hechos guardando fidelidad con los tiempos y lugares donde
sucedieron. Aunque el autor se respalda en documentos y fuentes históricos, puede poner a los
personajes de su relato a contar la historia desde su propia experiencia.

Por ejemplo: La batalla por la independencia de Ecuador fue protagonizada por hombres y
mujeres reales, ocurrida en lugares específicos y en fechas precisas. El autor puede narrar, en
un relato histórico, esos hechos. Para hacerlo con estilo literario, puede crear un personaje, por
ejemplo un niño, que estuviera presente en ese momento y que cuente cómo sucedieron las
cosas desde su experiencia. Podría este niño narrar cómo su papá fue uno de los que
participaron en dicha batalla. El autor deberá cuidar la fidelidad de la realidad histórica, pero la
relatará como si fuera un cuento.

LA LEYENDA

Las leyendas son narraciones, casi siempre de origen oral, basadas en algún hecho real que se
ha recreado muchísimas veces y han sido enriquecidas con la fantasía y la imaginación
populares, alejándose cada vez más de su origen.

Su punto de partida son personajes tan comunes que le confieren un aire de realismo y que
actúan en lugares y momentos determinados. Esta característica la diferencia del cuento
popular, ya que éste último transcurre en una época y lugar imprecisos, con personajes que, en
la mayoría de los casos, son figuras arquetípicas.

Una leyenda, por estar ligada a un elemento histórico, requiere de espacios, objetos y personas
que le den verosimilitud; y se preocupa de integrar estos elementos históricos al mundo de la
comunidad en la cual se origina.

Los mitos y leyendas suelen evocarse de forma conjunta, porque provienen de la tradición oral.
Sin embargo, es posible establecer una diferenciación entre ambos. El mito describe claramente
una historia en relación con lo religioso. Posee referentes a la fuerza creacional; se refiere al
nacimiento, vida y acciones de los dioses que dieron origen al mundo y que fueron objeto de
culto.

En cambio, la leyenda es menos ambiciosa. Explica las características de los lugares, de las
plantas o fenómenos sociales y de la naturaleza, que resultan enigmáticos a los habitantes de
una comunidad, a través de objetos o personajes fantásticos.

Por medio de las leyendas, también se puede documentar la identidad de las diferentes culturas
que conviven en un país, pues expresan su cosmovisión, y transmiten saberes, actitudes,
costumbres y estilos de vida. Pero siempre relacionando la realidad con la fantasía; el
conocimiento tradicional, con la creación estética y ética de cada pueblo.
Algunas de estas leyendas populares, han sido recogidas por un autor determinado quien ha
cuidado, al escribirlas, de darles un giro estético, un estilo y un ritmo propios. Estas son las
leyendas literarias.

MITO

Se deriva del griego mythos (“cuento”), un mito refiere a un relato de hechos maravillosos cuyos
protagonistas son personajes sobrenaturales (dioses, monstruos) o extraordinarios (héroes).
Se dice que los mitos forman parte del sistema religioso de una cultura, que los considera como
historias verdaderas. Tienen la función de otorgar un respaldo narrativo a las creencias centrales
de una comunidad.

El antropólogo Claude Lévi-Strauss agrega que todo mito cumple con tres atributos: trata de una
pregunta existencial, está constituido por contrarios irreconciliables y proporciona la
reconciliación de esos polos para poner fin a la angustia.
En su origen, el mito es un relato oral. Con el correr del tiempo, sus detalles van variando de
acuerdo a la transmisión del conocimiento de generación en generación. Una vez que las
sociedades desarrollaron la escritura, el mito fue reelaborado en forma literaria, con lo que
extendió sus versiones y variantes.

Cuando, en la antigüedad, las explicaciones científicas comenzaron a competir con las míticas,
el término mito adquirió un contexto peyorativo, que comenzó a utilizarse como sinónimo de
una creencia extendida pero falsa o de una patraña.

Por otra parte, el concepto de mito también suele utilizarse para referirse a personajes o hechos
históricos, como un adjetivo. Por ejemplo: “Juan Manuel Fangio es una figura mítica del
automovilismo”.

Los estudiosos han distinguido distintas clases de mitos, como los cosmogónicos (que intentan
explicar la creación del mundo), los teogónicos (se refieren al origen de los dioses), los
antropogónicos (sobre la aparición del ser humano) y los fundacionales (nacimiento de las
ciudades), entre otros.

Ejemplo:
MITOS DE LA SEMANA SANTA

En esta semana de meditación les traemos los mitos más comunes.

Comenzaremos por los más clásicos como:

No subir a un árbol porque se corre el riesgo de convertirse en mono.

No se pueden utilizar clavos porque Jesús fue crucificado de pies y manos con ellos.

Tampoco bañarse porque se puede transformar en pez.

Los bebés que nazcan el Viernes Santo pueden traer el anticristo.

No cortar un tallo de papaya la mañana de Viernes Santo, sin haber hablado antes con alguien,
pues del tallo comenzaría a gotear sangre.
No hay que tener relaciones sexuales pues la pareja puede quedar unida físicamente, sin
posibilidades de separarse.

Si se corta el cabello ese día, crecerá bello el resto del año.

Vestirse de negro, caminar despacio y no gritar para no faltarle el respeto a Dios.

Si algún hijo le levanta la mano a sus padres en un intento de agresión, se le puede caer el brazo
o convertirse en mula.

El Viernes Santo a las tres de la tarde (hora en que murió Cristo) no salir, ni siquiera asomarse a
la calle.

No se debe cazar porque el daño se te puede ‘devolver’. No cortar nada, porque se estaría
cortando el cuerpo de Cristo.

Si un hijo le saca la lengua a sus padres, la lengua se le puede convertir en lengua de serpiente.

Por último, sólo se puede escuchar música sacra y no se puede bailar, decir groserías, coser,
planchar, ni tomar alcohol.

No vestirse de rojo porque sería identificarse con el diablo

Las creencias mencionadas forman parte de una larga lista relacionada con Semana Santa, que
en un pasado no muy lejano llegaban a provocar temores en la gente.

No acatar estas creencias significaba no respetar a Jesús, por no haber guardado duelo por su
muerte, al derivar la mente a cosas ajenas a su sufrimiento, lo cual merecía castigo divino. Ahora,
prácticamente sólo los abuelos se acuerdan de estos mitos.

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