Monografico Certeau
Monografico Certeau
Monografico Certeau
Índice/Summary
Número 17, 2015/1
Estudios Culturales
LUCE GIARD, Cómo y por qué estudiamos la vida cotidiana con Michel de
Certeau · Why and how we study the everyday life with Michel de
Certeau
FRANCISCO BELLOSILLO, El primer Certeau · The first Certeau
MANUELA ÁGUEDA GARCÍA-GARRIDO, Michel de Certeau, predicador. El
fondo de los archivos de la provincia jesuita de Francia · Michel de
Certeau, the preacher. The archives of the French Jesuit province
HARRY O. MAIER, Un paseo por la ciudad con Michel de Certeau y San
Pablo · A Walk with Michel de Certeau and Saint Paul in the City
JOHANNES SIAPKAS, Ontología del Otro: Reflexiones sobre la filosofía de
Michel de Certeau · An Ontology of the Other: Reflections on Michel de
Certeau's Philosophy
PIERLUIGI CERVELLI, Alteración del lenguaje y reinvención del sentido: la
semiótica de Michel de Certeau · Disordering language and reinventing
meaning: Michel de Certeau semiotics
JUAN D. GONZÁLEZ-SANZ, La antropología del creer de Michel de Certeau:
antecedentes · The background of Michel de Certeau´s anthropology of
belief
PAOLA DI CORI, ¿Qué es un lugar? La topología espiritual de Michel de
Certeau · What is the significance of a place? The spiritual topology of
Michel de Certeau
JOÃO RODOLFO MUNHOZ OHARA, La Historia como Heterología:
implicaciones y apropiaciones del concepto de historia de Michel de
Certeau · History as a Heterology: implications and apropiations of
Michel de Certeau´s concept of history
FRANÇOIS DOSSE, Michel de Certeau y el archivo · Michel de Certeau and
the archive
DIANA NAPOLI, “Palabras congeladas” o la historiografía puesta a prueba
por la mística. De “la ciencia experimental” al delirio de Schreber ·
“Frozen Words” or the historiography tested by the mysticism. From
“experimental science” to the delirium of Schreber
JEAN-DANIEL CAUSSE, El cuerpo y la experiencia mística. Análisis a la luz
de Jacques Lacan y de Michel de Certeau · The body and the mystical
experience. An analysis based in Jacques Lacan and Michel de Certeau
Luce Giard
1 M. DE CERTEAU, ‘Preface to the English translation’ en The Practice of Everyday Life,
University of California Press, Berkeley, 1984, p. IX [disponible en castellano, La
invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer, trad. de Alejandro Pescador, Universidad
Iberoamericana, México, 1996. En adelante IC seguido de número de página].
2 M. DE CERTEAU, La Prise de parole et autres écrits politiques, ed. de Luce Giard, Seuil,
4 Traducción modificada.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
1978 hasta 1984, año en el que fue finalmente aceptado en la EHESS (École des hautes
études en sciences sociales, París).
3 M. DE CERTEAU, La Fable mystique. I. XVIe-XVIIe siècle, Gallimard, París, 1987
(1982) (en adelante FM) [disponible en castellano, La fábula mística, trad. de Laia
Colell, Siruela, Madrid, 2006].
4 M. DE CERTEAU, L'Écriture de l'histoire, Gallimard, París, 2002 (1975) (en adelante
16 de noviembre del 2011, consultado el 19 de marzo del 2015. URL:
http://ccrh.revues.org/3533; DOI: 10.4000/ccrh.3533. Los dos primeros capítulos de F.
DOSSE, Michel de Certeau. Le marcheur blessé, La Découverte, París, 2002 (en
adelante MB) [disponible en castellano, Michel de Certeau. El caminante herido, trad.
de Claudia Mascarúa, Universidad Iberoamericana, México, 2003] también
proporcionan informaciones interesantes relativas al Certeau de ese período.
6 Andres Freijomil llama al Certeau de las grandes obras el Certeau “clásico”.
7 Véase L. GIARD, ‘Cherchant Dieu’, en M. DE CERTEAU, La faiblesse de croire, ed. de
Luce Giard, Seuil, París, 2003 (1987), (en adelante FC), p. 10 [disponible en castellano,
La debilidad de creer, trad. de Víctor Goldstein, Katz, Madrid, 2006].
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Francisco Bellosillo. El “primer” Certeau, entre continuidades y transformaciones 15
De acuerdo con la nueva orientación conciliar, la Iglesia debía
abrirse hacia la sociedad que, por primera vez, era descrita de manera
positiva. La manera en que un intelectual jesuita como Certeau
interpretaba esa necesaria apertura hacia la sociedad era la de abrir los
espacios de reflexión propiamente cristiana al campo de las ciencias
sociales. Sin embargo, su proyecto de orientar la revista jesuita Christus
en este sentido no fue aceptado. Hasta entonces, Certeau había publicado
la mayor parte de sus artículos en esa revista, llegando a formar parte del
comité de redacción. A partir de 1967 Certeau abandona la redacción de
Christus, que la Compañía de Jesús entiende que ha de mantener como
revista de espiritualidad, y pasa a colaborar más asiduamente con la
también revista jesuita Études, de corte más generalista.
Otra novedad es que en esa misma época y gracias a su
colaboración con distintas revistas jesuitas y a la red de universidades
jesuitas en América Latina, Certeau puede seguir de cerca la evolución
política de esa región. El interés de Certeau por América Latina residía en
que ese continente le parecía un laboratorio para observar la relación
entre la religión y la sociedad contemporánea. Se trataba de sociedades
mayoritariamente católicas, con más miembros de órdenes religiosas que
de sacerdotes diocesanos, en las que la Iglesia parecía debatirse entre una
opción conservadora o una opción por los pobres. En plena Guerra Fría
los Estados Unidos propiciaron la instauración de dictaduras militares en
todo el continente, contexto en el que se fragua la teología de la
liberación, por la que muchos religiosos, no solo jesuitas, perdieron la
vida, y que fue más tarde condenada por Juan Pablo II. Certeau siempre
estuvo del lado de la justicia social.
En esos años convulsos, las diferencias de estilo y de interés entre
Certeau y la teología académica del momento hicieron que fracasara su
candidatura a la obtención del grado de doctor en teología en 1971 (MB
361-367). Certeau publicó el documento principal de su dossier de
candidatura en una revista no religiosa. Su artículo se llamaba ‘La ruptura
instauradora’. 8 Poco más tarde publicó también en otra editorial no
religiosa El estallido del cristianismo, en el que desarrollaba aún más sus
ideas.9
Podríamos pensar que la actitud crítica de Certeau es simplemente
una excepción personal. Sin embargo se inserta en una tradición: los
jesuitas franceses tenían fama de profesar un espíritu crítico con la
sociedad y con la Iglesia. Otros jesuitas de la generación anterior a
Certeau, como Henri de Lubac y Jean Daniélou, debieron ser
amonestados por privilegiar el estudio del cristianismo histórico a través
los Padres de la Iglesia en vez de limitarse a propagar el neotomismo
8 M. DE CERTEAU, ‘La rupture instauratrice ou le christianisme dans la culture
contemporaine’, Esprit, junio de 1971, pp. 1177-1214, retomado como capítulo 7 de FC.
9 M. DE CERTEAU Y J.-M. DOMENACH, Le christianisme éclaté, Seuil, París, 1974
10 H. DE LUBAC, Catholicisme. Les aspects sociaux du dogme, Ouvres complètes VII,
Cerf, París, 2009 (1938) [disponible en castellano, H. DE LUBAC, Catolicismo: Aspectos
sociales del dogma, trad. de Juan Costa, Encuentro, Madrid, 1988].
11 M. DE CERTEAU, L'Étranger ou l'union dans la différence, Seuil, París, 2005 (1969)
13 M. DE CERTEAU, ‘Ce que Freud fait de l'histoire. À propos de Une névrose
démoniaque au XVIIe siècle’, Annales ESC, 25 (1970), pp. 654-667, artículo que más
tarde se transformará en el capítulo 8 de EH.
14 M. DE CERTEAU, ‘Faire de l’histoire. Problèmes de méthodes et problèmes de sens’,
Henri de Lubac, edición de Michel de Certeau, Desclée de Brouwer, París, 1965 ; y del
mismo autor, ‘Le Christ dans l'univers’, Christus, 11 (1964/43), pp. 393-403. Texto
editado por Certeau.
21 Desde M. DE CERTEAU, ‘L'expérience spirituelle, connaissance vécue dans l'Église’,
Pax (Lyon), 19/99 (mayo de 1956), pp. 1-17. Retomado, con adiciones inéditas, en
Recherches de science religieuse, 76/2 (1988), pp. 187-211. Particularmente pp. 196-197.
22 Entre otros, un estudio de Certeau sobre la relación pedagógica es publicado en tres
partes en tres revistas jesuitas en estos años. La primera, ‘L'école chrétienne dans la
pastorale de l'Église’, Inter-Collèges (octubre de 1965), pp. 19-34. La segunda,
‘Ouverture sociale et renouveau missionnaire de l'école chrétienne’, Christus, 48
(octubre de 1965), pp. 554-571. Y la tercera, ‘L'unification culturelle et religieuse’,
Pédagogie, éducation et culture, 2 (febrero de 1966), pp. 127-142.
23 Por ejemplo en M. DE CERTEAU, ‘Développement économique et justice sociale. Un
24 M. DE CERTEAU, La Prise de parole et autres écrits politiques, ed. de Luce Giard,
Seuil, París, 1994 (1968) [disponible en castellano, La toma de la palabra y otros
escritos políticos, trad. de Alejandro Pescador, Universidad Iberoamericana, México,
1995].
25 El artículo aparece en dos partes. La primera es M. DE CERTEAU, ‘Parole et langage.
la obra colectiva J. LE GOFF Y P. NORA (EDS)., Faire de l'histoire, 3 vol., Gallimard, París,
1974. La contribución de Certeau a esta obra dará lugar al capítulo 2 de EH.
29 M. DE CERTEAU, ‘Faire de l’histoire. Problèmes de méthodes et problèmes de sens’, pp.
515-520.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Francisco Bellosillo. El “primer” Certeau, entre continuidades y transformaciones 22
30 M. DE CERTEAU, ‘Faire de l’histoire. Problèmes de méthodes et problèmes de sens’, p.
515.
incorregible” en una carta que le envía en febrero de 1984 para reclamarle no sin cierto
tono amenazante las obras de Surin. El padre Paul Duclos, en una carta del 30 de
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Manuela Águeda García-Garrido. Michel de Certeau, predicador 24
A partir de la presentación y análisis de los fondos conservados en
los archivos de la provincia jesuita de Francia, nos acercaremos a una
faceta apenas conocida de Michel de Certeau, la del predicador apostólico.
Para empezar, hay algún peligro en dejar suponer que el lenguaje natural
del mundo obrero es totalmente irreligioso o ateo (y de la misma manera, dejar
creer que es, en toda regla, marxista). […] Sin duda alguna, no es oportuno
aislar el caso del mundo obrero […] y si además nos referimos a un medio
sociológico cuya influencia evangélica, por muy difusa que sea, no está
históricamente ausente, terminamos comprobando que, junto a elementos
típicamente profanos e irreligiosos, hay en el lenguaje obrero contemporáneo
gran cantidad de elementos con matices religiosos (a menudo, hiperreligiosos,
en el caso de los comunistas).7
Ese lenguaje natural que Michel de Certeau quiso descifrar entre los
obreros parisinos no merecía una reflexión teológica para los censores de
la revista. Se trataba fundamentalmente de un error metodológico
asociado a su afán por introducir la palabra revelada en otro lenguaje
inmediato y perecedero. 8 Lo que parecía válido para la meditación
apostólica o la reflexión del retiro espiritual, no podía serlo para explicar
el universo obrero hic et hunc. Se formulaba así una crítica de peso que no
debía, en ningún caso, arredrar su espíritu de combate teológico en el
espacio social, cuanto menos en el tiempo dedicado al extenuante
ministerio cuaresmal.
5 Asociación fundada por la Compañía de Jesús en 1903 con la función de responder a
los problemas sociales de su tiempo, teniendo en cuenta las relaciones entre cultura,
justicia y fe cristiana.
6 AJV: Caja 1. Correspondencia de los padres Jean-Yves Calvez, Paul Feller, Philippe
9 M. DE CERTEAU, La Fable mystique. I. XVIe-XVIIe siècle, Gallimard, París, 1987
(1982) p. 320 [disponible en castellano, La fábula mística, trad. de Laia Colell, Siruela,
Madrid, 2006].
10 F. DOSSE, Michel de Certeau. El caminante herido, trad. de Claudia Mascarúa,
J.-J. SURIN, Questions sur l’amour de Dieu (1664), publicada en 1813 por La Sausse
bajo el título Le prédicateur de l’amour de Dieu.
17 AJV: Sermón a san Ignacio, 31 de julio de 1965.
18 AJV: Sermón a san Ignacio, 31 de julio de 1965.
19 P. ARRUPE, La Iglesia de hoy y del futuro, Ediciones Mensajero, Bilbao-Santander,
1982.
20 AJV: Sermón del tercer domingo de Cuaresma, 20 de marzo de 1960.
21 “El secreto de poseer la caridad, ¿a qué te refieres con eso? ¿Reduces la esencia de la
94.
23 AJV: Sermón de Pentecostés, pronunciado en Laval, el 24 de mayo de 1953.
CERTEAU, La Prise de parole et autres écrits politiques, ed. de Luce Giard, Seuil, París,
1994 (1968), p. 51 [disponible en castellano, La toma de la palabra y otros escritos
políticos, trad. de Alejandro Pescador, Universidad Iberoamericana, México, 1995].
26 AJV: Sermón de Pentecostés, pronunciado en Laval, el 24 de mayo de 1953.
27 AJV: Sermón para el tercer domingo de Cuaresma, 20 de marzo de 1960.
Seguro que os han dicho que vuestras donaciones, sumadas a otras, han
permitido este año distribuir 2.000 millones de víveres en Argelia, alojar a
50.000 peregrinos en Lourdes, recibir a 4.000 norteafricanos en el centro
Myriam, organizar y desarrollar en Annecy un hogar para jóvenes trabajadoras y
en Malaucène, una residencia para ancianos, acoger a miles de personas en los
centros de acogida de toda Francia y repartir centenares de toneladas de carbón,
además de otras tantas de ropa, a los que sin esto, habrían padecido o muerto de
frío.28
idealización de san Ignacio, al que denomina político, cruzado, Lenin del siglo XVI,
conquistador o descubridor de América. AJV: Sermón a san Ignacio, del 31 de julio de
1966. Véase también M. DE CERTEAU, L’Écriture de l’histoire, Gallimard, París, 1975, p.
161.
32 AJV: Sermón del lunes de resurrección, s.d.
33 P. ROYANNAIS, ‛Michel de Certeau: l’anthropologie du croire et la théologie de la
34 ‘Presbiterorum Ordinis’ en Documentos completos del Concilio Vaticano II,
Mensajero, Bilbao, 1987, p. 268.
35 AJV: Sermón para tercer domingo de cuaresma, 20 de marzo de 1960.
36 “Iniciado en el pensamiento obrero del universo y de la caridad, José puede
Hermanos míos,
Hermanos míos,
Buscad por todas partes en el mapamundi. No hay país donde no se
celebre hoy la resurrección de Cristo. En todos sitios, entre los hombres
más perdidos de la tierra en el corazón de África, en las capitales
comunistas, en Alaska, como en los infelices altiplanos de Brasil, en los
kibutz israelíes como aquí, los cristianos celebran al Resucitado. La Iglesia
viva manifiesta por doquier la presencia del que está Vivo hoy, como ayer
y mañana: “El señor ha resucitado”, así es el inmenso grito de los
hombres –voz de la Iglesia y en ella, voz de Cristo. [4 renglones tachados]
La resurrección es para los hombres un hecho de experiencia, a la vez que
el objeto de su fe. Pedro ya lo dijo en la mañana de Pentecostés: “Dios ha
resucitado a Jesús; todos somos testigos”.
¿Hay que entender que los primeros apóstoles asistieron a la
resurrección? No. Ni ellos ni nadie podían estar allí presentes para ver a
Jesús salir de entre los muertos. El misterio sigue escondido en la noche y
en el secreto de Dios, porque se aferra a la eternidad del Padre con su
Hijo; se escapa a la mirada humana. En cambio, cuando los discípulos se
encuentran con su maestro sienten en el resucitado un poder huidizo.
Jesús no se presenta ante ellos como un simple hombre que regresara a la
vida, sino como un ser resplandeciente de una existencia nueva y
superior: “¿Es él de verdad?”, dicen. Sin embargo, “ya no es como antes”.
Sigue siendo su compañero pero pertenece ahora a otro mundo. Es el
amigo de ayer pero hace visible al mundo su vida divina. A pesar de todo,
los apóstoles solo lo comprenderán cuando haya cambiado algo en un
momento de su vida. Después de Pentecostés, cuando les llega su turno,
participan en el Espíritu de resurrección. Son los mismos pero no son
como antes: la fuerza del resucitado endureció su fe; el poder de la
caridad les incita a hablar, a esparcir este Espíritu de amor fraterno y a
recorrer el mundo para anunciar la buena nueva. Nada los detendrá, ni
las persecuciones, ni el desaliento, ni los obstáculos, incluso si aún los
1 Los estudiosos dividen las trece cartas que forman el corpus de cartas de San Pablo en
el Nuevo Testamento en: cartas admitidas cuya autoría paulina no se cuestiona
(Romanos, 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses, Filemón), cartas
discutidas, acerca de cuyo origen los exégetas siguen debatiendo (Efesios, Colosenses, 2
Tesalonicenses), y cartas bajo pseudónimo, que se cree con mayor certeza que no
fueron escritas por San Pablo (1 y 2 Timoteo, Tito). Mi ensayo se centra en el corpus
admitido. Para un estudio ampliado de los mismos temas, véase H. MAIER, Picturing
Paul in Empire: Imperial Image, Text and Persuasion in Colossians, Ephesians and
the Pastoral Epistles, Bloomsbury T&T Clark, Londres, 2013.
2 M. DE CERTEAU, ‘Comme une goutte d’eau dans la mer’, en M. DE CERTEAU Y J.-M.
Edimburgo, 1998.
8 G. WARD, ‘Michel de Certeau’s “Spiritual Spaces”’, New Blackfriars 79 (1998/932), pp.
414-460 en la p. 434.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Harry O. Maier. Un paseo por la Ciudad con Michel de Certeau y San Pablo 40
las prácticas de élite de gobierno, San Pablo se abre un espacio que él
llama “el cuerpo de Cristo” (Rom. 12, 4-8; 1 Cor. 12, 12-31). El motivo del
cuerpo es instructivo, porque Pablo toma el término del ámbito de los
ideales cívicos, en el que el cuerpo político se había convertido en un
tropo consolidado para la época en que el apóstol escribía. Este motivo
sufre una revisión fundamental que convierte el espacio de la ciudad en
nuevas prácticas de la iglesia como terreno de disidencia. En el pasaje en
el que exhorta a los corintios cristianos faccionalistas a desistir de la
competencia entre sí sobre dones espirituales, aprovecha el motivo
político del cuerpo para representar a los creyentes corintios como el
cuerpo de Cristo (1 Cor. 12, 12-26). Siguiendo el modo en que los retóricos
de la época empleaban la comparación, pide a sus seguidores que
imaginen un cuerpo en el que cada parte necesita a las otras, pero
trastocando las expectativas normales con el argumento de que es el
miembro menos ensalzado el que recibe la mayor atención: “los
miembros del cuerpo que se consideran más débiles son indispensables, y
a los que consideramos menos nobles los rodeamos de más honor. Las
partes indecentes las tratamos con mayor decencia [...] Dios organizó el
cuerpo dando más honor a lo que carece de él” (1 Cor. 12.23-24).
En un mundo donde el capital simbólico se gana por medio del
honor, San Pablo invierte la ecuación de modo que los despreciados y los
débiles reciben el más alto estatus. Para el apóstol, no hay iglesia sin el
otro y aquí, en 1 Cor. 12, el vecino menos apreciado es aquel a quien él
más favorece. De acuerdo con Certeau “espacio es el efecto producido por
las operaciones que lo orientan, lo circunstancian, lo temporalizan y lo
llevan a funcionar como una unidad polivalente de programas
conflictuales o de proximidades contractuales […] el espacio es un lugar
practicado […]” (IC 129).
Una “unidad polivalente de programas discordantes” representa
para Certeau la iglesia como el espacio donde los miembros no viven
ajenos a los otros.9 Esto, como señala Jeremy Ahearne es una articulación
de creencias en el sentido anatómico de articulaciones conectadas entre sí
en una unidad diversa.10 El espacio que el cuerpo de Cristo abre es, en el
sentido de Certeau, el espacio ausente de la resurrección, que el Espíritu
llena, a la espera del regreso de Cristo, en un mundo que ya está pasando
pero que aún persiste y se vive en compañía de otros. Las tácticas
paulinas representan una nueva espacialidad con prácticas de la vida
cotidiana que aprovechan estrategias recibidas y las reconfiguran para
expresar una ruptura y una nueva forma de ocupar el mundo: ya no —
como si no— perteneciendo los unos a los otros.
9 M. DE CERTEAU, La faiblesse de croire, ed. de L. Giard, Seuil, París, 1987, pp. 112-13
[disponible en castellano, La debilidad de creer, trad. de Víctor Goldstein, Katz, Madrid,
2006. En adelante DC]. Para un estudio de su eclesiología en este sentido, J. AHEARNE,
‘The Shattering of Christianity and the Articulation of Belief’, New Blackfriars 77
(1996/909), pp. 493-503, en las pp. 497-499.
10 J. AHEARNE, ‘The Shattering of Christianity and the Articulation of Belief’, pp. 500-
502.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Harry O. Maier. Un paseo por la Ciudad con Michel de Certeau y San Pablo 41
El Nombre que instituye esta serie designa a la vez (y solo) los diferentes
elementos que deja surgir tras él y todo aquello que lo refiere a su otro en un
movimiento de escuchar y seguir al Padre. Jesús es el factor desconocido que
desaparece de esta relación ‘llamada-conversión’ a la que se refiere. Él mismo
entra en esta relación que plantea unos términos indeterminados: es un sí (2
Cor. 1, 19), una respuesta relativa al Innombrable que llama, y es el
continuamente ‘convertido’ hijo del Padre inaccesible que le dice ‘ven’.11
142-145.
15 F.C. BAUERSCHMIDT, ‘The Abrahamic Voyage: Michel de Certeau and Theology’,
Pero pienso que a nosotros los apóstoles Dios nos ha exhibido los
últimos, como condenados a muerte [...] Nosotros por el Mesías somo locos,
vosotros por el Mesías prudentes; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros
estimados, nosotros despreciados [...] Somos la basura [perikatharmata] del
mundo, el desecho [peripsēma] de todos hasta ahora (1 Cor. 4, 9-13).
17 E. SANDERS, Paul and Palestinian Judaism, Fortress Press, Londres y Philadelphia,
1973, pp. 447-473; A. SCHWEIZER, The Mysticism of Paul the Apostle, trad. de W.
Montgomery, John Hopkins University Press, Baltimore, 19982, pp. 101-160.
18 Déraison en el original.
19 M. DE CERTEAU, The Mystic Fable. Vol. 1. The Sixteenth and Seventeenth Centuries,
ya no está aquí. ‘Se lo han llevado’ […] No por dejar de ser el viviente,
permite este ‘muerto’ reposar a la ciudad que se erige sin él. Asedia nuestros
lugares. No cabe duda de que una teología del fantasma sería capaz de analizar
cómo resurge en una escena diferente de aquella de la que desapareció. Sería la
teoría de un nuevo estado (FM 11).
7.
24 M. DE CERTEAU Y M. BRENNER, ‘Mysticism’, p. 24.
1 Este trabajo ha podido realizarse gracias a una beca de The Birgit an Gad Rausing
Foundation for Research in the Humanities.
2 Aun cuando sus relaciones con la Iglesia Católica y los Jesuitas parecen reflejarse en
su teoría cultural; véase N. ZEMON DAVIS, ‘The Quest of Michel de Certeau’, The New
York Review of Books 55/8 (2008).
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Johannes Siapkas. Ontología del Otro 49
BUCHANAN (ED.), Michel de Certeau-in the Plural. The South Atlantic Quarterly 100/2
(2001), p. 547.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Johannes Siapkas. Ontología del Otro 51
10 IC LII-LIII. La construcción del significado a través del uso es uno de los argumentos
favoritos en los estudios culturales. Certeau ha sido ampliamente adoptado en este
campo académico, véase J. FISKE, Understanding popular culture, Routledge, Boston,
1989 y ‘Cultural Studies and the culture of everyday life’ en L. GROSSBERG, C. NELSON Y
P. TREICHLER (EDS.), Cultural Studies, Routledge, Londres, 1992, pp. 154-173; M.
MORRIS, ‘Banality in cultural studies’, Discourse 10/2 (1988), pp. 3-29, ‘On the beach’
en L. GROSSBERG, C. NELSON Y P. TREICHLER (EDS.), Cultural Studies, pp. 450-478 y
‘Metamorphoses at Sydney Tower’ en E. CARTER, J. DONALD Y J. SQUIRES (EDS.), Space
and Place: Theories of Identity and Location, Lawrence & Wishart, Londres, 1993, pp.
397-406.
11 Véase J. AHEARNE, Michel de Certeau: Interpretation and its Other, Stanford
University Press, Cambridge, 1995, pp. 162-163 [En adelante IO]; K. GELDOF, ‘The
Dialectic of Modernity and Beyond: Adorno, Foucault, Certeau and Greenblatt in
Comparison’ en J. PIETERS (ED.), Critical Self-Fashioning: Stephen Greenblatt and the
New Historicism, Peter Lang, Nueva York, 1999, p. 198.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Johannes Siapkas. Ontología del Otro 52
mientras que no puede explicar las nociones tácticas del pasado —las
prácticas cotidianas. Certeau se proponía incluir las tácticas del pasado.
Hay una oscilación en la filosofía de la historia de Certeau entre una
crítica de la historiografía normativa y un ideal por el que lucha por medio
de su historiografía. La historiografía, en su versión táctica heterológica,
se esfuerza por representar lo que falta en el presente. El Otro está
ontológicamente incorporado en la historiografía: “la alteridad no surge a
pesar de, sino gracias a la teoría.”20
más bien similitudes que diferencias epistemológicas entre The Practice of Everyday
Life y The Writing of History de M. de Certeau. Considero que la fractura entre
positivismo normativo y heterología es más acertada.
22 En francés (réel) en el original.
23 Sigo aquí a IO 59-62. Véase también W. WEYMANS, ‘Michel de Certeau and the Limits
58.
28 Véase LAMPETER ARCHAELOGY WORKSHOP, ‘Relativism, objectivity and the politics of
the past’, Archaeological Dialogues 4 (1997), pp. 164-198, para una aclaración clásica
de las diferencias entre relativismo científico y moral.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Johannes Siapkas. Ontología del Otro 56
Berkeley, 1982, pp. 6-7, lo resume en su famosa metáfora de las bolas de billar.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Johannes Siapkas. Ontología del Otro 58
and ideological state apparatuses, Verso, Londres, 2014 (1970); S. ZIZEK, The sublime
object of ideology, Verso, Londres, 1989.
37 J. SIAPKAS, ‘Neo-empirical mixtures’ en C. HILLERDAL Y J. SIAPKAS (EDS.), Debating
Archaeological Empiricism – The Ambiguity of Material Evidence, Routledge, Nueva
York, 2015, pp. 166-180.
38 A. J. M. HENARE, M. HOLBRAAD Y S. WASTELL, ‘Introduction: Thinking through things’
(1990), el cual no se considera como un caso a partir del cual poner en evidencia un
modelo sintagmático y paradigmático del cuento, sino como un ejemplo de golpe de
mano y una muestra de tácticas registradas en un universo cultural.
4 Véase M. DE CERTEAU, L’invenzione del quotidiano, Edizioni Lavoro, Roma, 2012 (en
CERTEAU, La Possession de Loudun, Gallimard, París, 2005 (1970) (en adelante PL)
[disponible en castellano, La posesión de Loudun, Universidad Iberoamericana,
México, 2012] fue llevado a cabo por Certeau con la colaboración de Greimas y de
Benveniste (véase P. DI CORI, ‘Porte girevoli’).
8 El Centro, hoy CISS y con dirección de Paolo Fabbri, fue fundado en 1967 por Paolo
10 Véase F. DE SAUSSURE, Cours de linguistique générale, Payot, Lausana, 1916; L.
HJELMSLEV, Prolegomena to a Theory of Language, University of Wisconsin, Madison,
1961; C. S. PEIRCE, Opere, Bompiani, Milán, 2003. Los dos primeros autores son
fundamentales en la visión lingüístico-estructural que considera la lengua como una
totalidad que determina el valor de los propios elementos, pensados como diferencias
que constituyen los signos lingüísticos. Peirce, por el contrario, es un epistemólogo que
no otorga ningún valor particular a los signos lingüísticos frente a otros tipos de signos:
su objetivo, de hecho, es clasificar los tipos de signos en base a unos procedimientos
lógicos –inferencias– a través de los cuales se pasa de un signo a otro. Greimas
construye su teoría a partir de las reflexiones de los dos primeros autores, mientras que
Umberto Eco lo hace a partir –principal, aunque no exclusivamente– de Peirce. Otra
importante teoría semiótica es la elaborada por J. M. Lotman, la semiótica de la
cultura, considerada también dentro del ámbito de los Estudios Culturales como una
rica fuente de inspiración y de temas de investigación que considera la cultura como un
sistema de lenguajes volcados en la construcción de la alteridad. Lotman se inspira en
Saussure, pero sobre todo en el lingüista, y estudioso de la poética, R. Jakobson. Véase
P. CERVELLI, ‘Spazio urbano e identità culturale. Note sul pensiero di J. M. Lotman’, en
I. TANI (ED.), Paesaggi Metropolitani, Quodlibet, Macerata, 2014; y, con una visión
más general, J.M. LOTMAN, La semiosfera. L’asimmetria e il dialogo nelle strutture
pensanti, Marsilio, Venecia, 1985.
11 Véase P. CERVELLI, ‘Un corpo sempre sfuggente. Lo spazio delle pratiche fra Michel de
como “mundo natural”– como el otro macrolenguaje que junto a las lenguas naturales
estructura la experiencia humana en cuanto universo significante, sin estar
subordinado a él. Escribe Greimas: “Incluso admitiendo el carácter privilegiado de la
semiótica de las lenguas naturales, debemos postular la existencia y la posibilidad de
una semiótica del mundo natural y concebir la relación entre los signos y los sistemas
lingüísticos (‘naturales’), por un lado, y los signos y los sistemas de significación del
mundo natural, por otro, no tanto como una referencia de lo simbólico a lo natural, de
lo variable a lo invariable, sino por el contrario como una retícula de correlaciones
entre dos niveles de realidad significante”, A. J. GREIMAS, Du sens, Éditions du Seuil,
París, 1970, p. 52.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Pierluigi Cervelli. Alteración del lenguaje y reinvención del sentido 63
13Véase A. J. GREIMAS, Du sens II, Éditions du Seuil, París, 1983.
14Véase M. DE CERTEAU, La scrittura della storia, Jaca Book, Milán, 2006 (en adelante
SS) [disponible en castellano, La escritura de la historia, trad. de J. López Moctezuma,
Universidad Iberoamericana, México, 2006].
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Pierluigi Cervelli. Alteración del lenguaje y reinvención del sentido 64
Certeau subraya el hecho de estar marcado por algo que con la misma
facilidad penetra y se desvanece, el olor, reduciéndolo de este modo al
interior del propio código en el que ya no habrá salida.
La condición de posibilidad de la acción de los exorcistas se
colocaba, de hecho, en la posibilidad de obligar a la poseída a responder a
sus preguntas con el lenguaje que ellos mismos habían establecido.15
El lenguaje de los exorcistas es, en este sentido, un lenguaje
clasificatorio muy particular: capaz, antes que nada, de diferenciar, por
un lado, a las obsesas, a aquellas a quienes el diablo se les aparece para
atormentarlas; y por otro, a las poseídas cuyo cuerpo −y cuyos órganos−
el diablo gobierna sin que estas lo noten o lo recuerden. El lenguaje de los
exorcistas −o, mejor, su léxico particular− cumple además la función de
fijar lo invisible y lo misterioso: da a las “fuerzas nocturnas” una “etiqueta
verbal” (PL 81).
Se trata, pues, de una nomenclatura que permite pasar del proceso
−la posesión− a sus actores −los demonios− fijando la evanescencia móvil
de la posesión en la presencia constante de personajes recurrentes.
La codificación −dar un nombre a un fenómeno de forma que se le
pueda reconducir a esencias preexistentes al discurso y a la realización en
un acto− tiene como objetivo, por tanto, situar a las poseídas en una
retícula que predispone los espacios que estas deberán necesariamente
ocupar.
La clave de la legitimación de esta inserción radica en la capacidad
de entender las señales.
La poseída −hasta que el exorcismo tenga lugar− debe dar, de
hecho, el nombre de los demonios que la habitan y debe hablar las
lenguas que se le pidan como prueba de la posesión.
Certeau documenta las respuestas dadas por las poseídas a los
inquisidores, las cuales parecen vagas, ambiguas y pobrísimas: no se
podrá entresacar ningún discurso, sino tan solo unas pocas palabras
proferidas en lenguas desconocidas (uno de los signos de la posesión). Lo
que emerge claramente de todo ello es el mecanismo de interpretación
−forzado y paroxístico− que los inquisidores ponen en juego: cuando a la
poseída se le pide que hable en latín y esta responde con una palabra
incomprensible, de repente esa palabra se decodifica y entiende como la
unión de dos palabras hebreas de significados contradictorios (PL 87). La
poseída habla, por tanto, muchas más lenguas, pero solo porque los
exorcistas saben interpretarlas.
¿Cómo poner en duda un código estructurado de este modo? Las
poseídas −afirma Certeau− tienen poca capacidad de resistencia. Certeau
explicita que el código no puede ser falsificado porque es completamente
tautológico: gira continua y únicamente sobre sí mismo, y la
nomenclatura demonológica es la proyección sobre un huidizo fenómeno
de un “esquema sobre la superficie de los fenómenos”, que, como el
exorcismo, tiene “como finalidad entresacar de la ‘mezcla’ que le
15 A este tema se dedica completamente el tercer capítulo de PL.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Pierluigi Cervelli. Alteración del lenguaje y reinvención del sentido 65
Sanz). Véase P. RICOEUR, La métaphore vive, Seuil, París, 1975, en concreto el cap. 7.
La relación entre lo poético y lo metafórico, y entre la metáfora y el discurso, constituye
un tema de investigación complejo y relevante en los estudios certeaunianos, todavía
pendientes de investigación, en particular por lo que respecta a la capacidad de
invención de la “metáfora narrativa”, es decir, la parábola, un cuento que metaforiza
otro sin hacer corresponder sus propios elementos término a término (de lo contrario,
se trataría de una alegoría), según palabras de P. Fabbri (1998). Se trata del tipo de
discurso que hizo acercarse a Certeau a la semiótica por primera vez (véase F. DOSSE,
Michel de Certeau. El caminante herido).
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Pierluigi Cervelli. Alteración del lenguaje y reinvención del sentido 67
las nominaciones que pretende fijar. De igual modo, los términos que
indican el número y la difusión –panoplia, pulular, proliferantes−
representan las figuras de la dispersión y de la multiplicidad.17 Certeau
propone superar esta dificultad definitoria a través de una articulación
formal de las prácticas, y es en esta elección donde se vuelve evidente su
afinidad con el método semiótico de Greimas.
La “semiótica de la manipulación” de Greimas, tal y como la define
Certeau, está de hecho abiertamente marcada como elemento de la “triple
referencia” lingüística (además de Greimas, la teoría de los juegos del
lenguaje de Wittgenstein y la teoría lingüística de la enunciación de
Benveniste) a través de la cual el estudioso se propone investigar en el
interior de las prácticas una sintaxis operacional gracias a la cual ni estas
se vean reducidas a un simple hacer, ni su propia concreción empírica se
vea anulada en un consideración puramente abstracta.
Al igual que, efectivamente, Greimas se proponía aportar una
descripción formal y sintáctica de la narración, de igual modo Certeau se
propone reconstruir la formalidad de las prácticas, aclarando que los
cuentos son espacios de articulación formal de un “análisis de las tácticas
[…] sobre la base de unidades elementales que no son significados o seres,
sino acciones relativas a situaciones conflictivas” (IQ 56) y lanzando,
incluso hoy, una pregunta esencial: ¿cómo no pensar que “en lugar de ser
un residuo eliminable, o incluso que hay que eliminar, del discurso, por el
contrario la narratividad desarrolla en él una función necesaria, y que una
teoría del cuento está indisolublemente unida a una teoría de las
prácticas, como una condición suya al igual que una producción?” (IQ
126).
¿Cómo se concreta, sin embargo, la transformación de las
prácticas? Se podría identificar un ejemplo considerando el modo con que
Certeau analiza el “escamoteo” (IQ 57). Los trabajadores usan los
instrumentos de la fábrica para ensamblar materiales desechados y
realizar sus propias creaciones (Certeau subraya que no se trata del robo
de objetos –se usa lo que se ha tirado a la basura− sino de tiempo, pues
son horas que se pierden según las reglas de la producción en serie).
Interpretando el escamoteo como una serie de movimientos de acción, se
pone en evidencia cómo la serie de operaciones puestas en juego no crea
un segundo nivel de reglas, sino que más bien le da la vuelta a una
organización de las relaciones constituyendo una especie de universo
cerrado, un “lugar propio”, (el sistema organizativo de la fábrica). En
torno al objeto producido no se mueven ya un productor, un capitalista y
un consumidor, sino un creador y el destinatario de su creación; del
mismo modo se transforma el tiempo, en el momento en que a la
repetición de la producción en serie le sucede el acto momentáneo de
17Según ha afirmado P. Di Cori (‘Porte girevoli’), el texto mismo sigue este recorrido, y
no se deja clasificar ni dentro de una disciplina en concreto, ya que la sobrepasa, ni
dentro de una simple definición del propio objeto, a pesar de la importancia del
término invención. Desde este punto de vista no es un texto que haya que aprender,
sino, en palabras de Di Cori, que “tal vez se deba sobre todo ‘practicar’”.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Pierluigi Cervelli. Alteración del lenguaje y reinvención del sentido 68
Juan D. González-Sanz
DOSSE, Historia del estructuralismo. I y II, trad. de Mª del Mar Linares, Akal, Madrid,
2004; Michel de Certeau. El caminante herido, trad. de Claudia Mascarua, Universidad
Iberoamericana, México, 2003; Paul Ricoeur, Michel de Certeau. L´Histoire entre le
dire et le faire, Èditions de L`Herne, París, 2006; D. ROBEY (ED.), Introducción al
estructuralismo, trad. de Paloma Varela, Alianza, Madrid, 1976. Puede verse también
J.D. GONZÁLEZ-SANZ, Explorar el día a día. Análisis de las prácticas sociales en “La
invención de lo cotidiano” de Michel de Certeau, Nexofía. Libros electrónicos de La
Torre del Virrey, Valencia, 2010, pp. 46-69.
7 Ver ‘Histoire et structure’, dedicado intensamente a esta cuestión, en M. de CERTEAU,
8 M. DE CERTEAU, Le lieu de l'autre. Histoire religieuse et mystique, ed. de Luce Giard,
Gallimard/Seuil, París, 2005 [disponible en castellano, El lugar del otro. Historia
religiosa y mística, trad. de Víctor Goldstein, Katz, Madrid, 2007, p. 116. En adelante
LO].
9 El debate en torno a la acertada o desacertada clasificación de Foucault como
“estructuralista” no puede ser abierto aquí. Es suficiente con señalar que Certeau sí que
le considera partícipe de esta corriente. Veánse M. DE CERTEAU, L'Étranger ou l'union
dans la différence, Seuil, París, 2005 (1969), pp. 101 s.; La Prise de parole et autres
écrits politiques, ed. de Luce Giard, Seuil, París, 1994 (1968), p. 82 [disponible en
castellano, La toma de la palabra y otros escritos políticos, trad. de Alejandro
Pescador, Universidad Iberoamericana, México, 1995]; HP 157 ss. Según cuenta Giard
“Certeau tenía tanta amistad como admiración” por Foucault, L. GIARD, ‘Un chemin
non tracé’ (HP 11-50, 47), aunque también marcara distancias con su pesimismo (DC
13).
10 Discontinuidad, episteme, arqueología (DC 111); G. VIGARELLO, ‘Histories de corps.
Entretien avec Michel de Certeau’, Esprit, febrero (1982), pp. 179-185, p. 182; L. GIARD,
‘Le travail de voyager au pays des vivants et de morts’, Esprit, febrero (1976), pp. 375-
380, p. 375.
11 M. DE CERTEAU, ‘Introduction’, p. 39.
por extraño que parezca, el hombre –cuyo conocimiento es considerado por los
ingenuos como la más vieja búsqueda desde Sócrates— es indudablemente sólo
un desgarrón en el orden de las cosas, en todo caso una configuración trazada
por la nueva disposición que ha tomado recientemente en el saber. De ahí nacen
todas las quimeras de los nuevos humanismos, todas las facilidades de una
‘antropología’, entendida como reflexión general, medio positiva, medio
filosófica, sobre el hombre. Sin embargo, reconforta y tranquiliza el pensar que
el hombre es sólo una invención reciente, una figura que no tiene ni dos siglos,
un simple pliegue en nuestro saber y que desaparecerá en cuanto éste encuentre
una forma nueva.15
12 M. FOUCAULT, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Buenos Aires,
trad. de Aurelio Garzón del Camino, 200534. Obra que, según indica L. Giard, Certeau
“consideraba como el mejor libro de Foucault” (HP XXXIV).
13 M. DE CERTEAU, L'Invention du quotidien. 1. Arts de faire. Gallimard, París, 1990
16 Véase A. MENDIOLA, ‘Hacia una antropología histórica de las creencias’, p. 42.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Juan D. González-Sanz. La antropología del creer de Michel de Certeau 75
17 P. WATTÉ, ‘Antropología teológica y hamartiología en el siglo XX’ en H. VORGLIMLER Y
R. B. GUTCH, La teología en el siglo XX, vol. III, trad. de Manuel Jiménez Redondo,
BAC, Madrid, 1974, pp. 47-63, p. 49.
18 P. WATTÉ, ‘Antropología teológica y hamartiología en el siglo XX’, p. 47.
19 Entre los católicos que tomaron en serio este giro puede citarse, por poner solo un
edición refundida por J. B. Metz, trad. de Alejandro Esteban Lator Ros, Herder,
Barcelona, 2009. Esta edición fue publicada por primera vez en 1963 (la primera
edición del original data de 1941). La obra de Rahner es de tal amplitud y complejidad
que no tendría sentido intentar aquí un abordaje más intenso de su pensamiento. Baste
con situar, en el marco de la obra citada, sus posiciones sobre antropología teológica
como vía de pensamiento que podía haber seguido Michel de Certeau.
22 P. WATTÉ, ‘Antropología teológica y hamartiología en el siglo XX’, p. 47.
23 Una buena síntesis de la oposición que existe, por otra parte, entre antropología
en A. PEGO, ‘La ausencia como categoría teológica. Michel de Certeau, bajo el signo de
la ruptura’, Revista Catalana de Teología 38/2 (2013), pp. 463-485.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Juan D. González-Sanz. La antropología del creer de Michel de Certeau 77
25 E. GILSON, El espíritu de la filosofía medieval, trad. de Ricardo Anaya, RIALP,
Madrid, 2004; La unidad de la experiencia filosófica, trad. de Carlos A. Baliñas, RIALP,
Madrid, 2004.
26 El cierto tono “apologético” que está presente en estos escritos no anula su valor, M.
30M. DE CERTEAU, La Prise de parole, p. 243.
31C. DOMÍNGUEZ MORANO, ‘Ciencia, ilusión y creencia: pensar la fe desde el
psiconanálisis’, Revista Portuguesa de Filosofia, 59/2 (2003), pp. 431-453, p. 432.
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Juan D. González-Sanz. La antropología del creer de Michel de Certeau 80
38L. GIARD, “Un style particulier d´historien” en LO 9-24, 9.
39M. BLOCH, Los reyes taumaturgos, trad. de Marcos Lara y Juan Carlos Rodríguez
Aguilar, FCE, México DF, 2006.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Juan D. González-Sanz. La antropología del creer de Michel de Certeau 83
40 J. LE GOFF, ‘Prólogo’ en M. BLOCH, Los reyes taumaturgos, pp. 11-57, p. 24.
41 J. LE GOFF, ‘Prólogo’, p. 52.
42 M. DE CERTEAU, L´Écriture de l´histoire, p. 58 n. 41.
43 F. DOSSE, La historia en migajas. De “Annales” a la “nueva historia”, trad. de
47 W. JAMES, ‘La voluntad de creer’, p. 136. Así describía James su propio intento de dar
razones para sustentar la racionalidad de la creencia, en esta famosa conferencia
pronunciada en las universidades de Yale y Brown, que sería publicada por primera vez
en 1897.
48 L. GIARD, ‘Introducir a una lectura de Michel de Certeau’ en C. RICO DE SOTELO
Paola di Cori
reflexión crítica anglófona de los años 80, para después ser ampliamente
utilizado en el resto del mundo. Y además, ¿cómo no hacer referencia a
estas citas a los siglos pasados en el análisis contemporáneo que se nos
ofrece en el capítulo IX (‘Relatos de espacio’) de La invención de lo
cotidiano?3 Un párrafo inicial, con el título de ‘Espacios’ y ‘lugares’ nos
provee de una serie de fórmulas lapidarias sobre todo lo citado
anteriormente: un lugar implica “una indicación de estabilidad”; “el
espacio es un cruce de entidades móviles”; “el espacio es un lugar
practicado”.
La insistencia sobre las peculiares características de los lugares,
sean éstas de carácter institucional y geográfico-urbanístico, estén en el
centro de meditaciones de carácter religioso, o sean expresiones de
cesuras psíquicas, tiene en Certeau el sentido de convertir en
problemática cada pretensión de construir una verdad, de hacer emerger
una objetividad del saber sobre la cual construir fundamentos
universales. Por el contrario, el objetivo principal de la actividad
cognoscitiva de la historia y de las prácticas sociales, tanto en las épocas
pasadas como en la contemporaneidad, es el de razonar sobre el tiempo
en la medida en que es imposible identificarlo con un lugar. Para
comenzar se configura el cuestionamiento del sujeto del saber, “que es en
sí juego de la diferencia, historicidad de la no-identidad de sí mismo.”4
La convivencia ambivalente de autorización y prohibición —clave
de cada operación disciplinar e institucional— había sido por otra parte
afirmada con gran claridad en L’operazione storica, un texto publicado en
italiano en 1973 que anticipa La escritura de la historia. Certeau escribe
en él sobre una “doble función del lugar”, la de permitir y prohibir al
mismo tiempo.5 Momento de determinación y de partida, como también
de concienciación de las limitaciones dentro de las que existir y situarse,
el lugar representa simultáneamente la apertura hacia posibilidades
inesperadas y el cierre debido a la intervención de nuevas prohibiciones.
La distinción entre lugar y espacio atribuye al primero
características ordenadas e inalterables, mientras que el segundo no tiene
“ni la univocidad ni la estabilidad de algo circunscrito”; se presenta como
“un cruce de entidades móviles”, en pocas palabras: “es un lugar
practicado”. Dentro de este teatro de posibilidades ilimitadas, todos y
cada uno pueden contribuir al nacimiento de un “pulular creativo”, motor
de aquella pluralidad cultural que es la barrera indispensable contra
cualquier tentación autoritaria.
3 M. DE CERTEAU, L’invenzione del quotidiano, Lavoro, 2010 [disponible en castellano,
La invención de lo cotidiano. 1. Artes de hacer, trad. de Alejandro Pescador,
Universidad Iberoamericana, México, 1996].
4 M. DE CERTEAU, ‘La storia: scienza e finzione’, en M. DE CERTEAU, Storia e psicanalisi,
[…] brusca intuición que altera (sin que aún se sepa bien cómo) la
organización de una vida y el tipo de relaciones que se tiene con los otros. Se
produce una brecha. Una irrupción abre un abismo. El paisaje, de golpe, se
transforma, dejándonos estupefactos. Eso es, esto es un lugar. En la experiencia
individual como en la historia hay momentos que llevan a decir: ‘Dios está allí’.11
CERTEAU, Mai senza l’altro, Oiqajon, Torino, 1993. ‘Apologia della differenza’ (1968),
en M. DE CERTEAU, Mai senza l’altro, pp. 79-112, en particular las pp. 102-105.
11 M. DE CERTEAU, ‘L’esperienza spirituale’, en M. DE CERTEAU, Mai senza l’altro, pp.
12 R. BARTHES, Sade, Fourier, Loyola. La scrittura dell’eccesso, Einaudi, Torino, 1973
(1969) (en adelante SFL).
13 G. DIDI-HUBERMAN, Beato Angelico, Figure del dissimile, Abscondita, Milán, 20142
193 y siguientes (la cita está en la p. 199, cursivas del autor) [disponible en castellano,
La debilidad de creer, trad. de Víctor Goldstein, Katz, Madrid, 2006]. Confróntese
acerca de este punto con M. CIFALI, ‘Psychanalyse et écriture de l’histoire’, Espaces
Temps, 80-81 (2002), pp. 147-155, p. 149.
16 O. MONGIN, ‘Une figure singulière de la pensé’, en C. DELACROIX, F. DOSSE, P. GARCIA
Seuil, París, 1994 (1968) (en adelante PP) [disponible en castellano, La toma de la
palabra y otros escritos políticos, trad. de Alejandro Pescador, Universidad
Iberoamericana, México, 1995].
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Paola di Cori. ¿Qué es un lugar? La topología espiritual de Michel de Certeau 94
Internacional (Loyola, 15-19 Septiembre 1997), Mensajero, Bilbao, 1998, pp. 299-338,
en particular las pp. 308 y siguientes. Véase A. M. ERBA, L’umanesimo spirituale.
L’Enchiridion di Erasmo da Rotterdam, Studium, Roma, 1994, que incluye el texto de
Erasmo.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Paola di Cori. ¿Qué es un lugar? La topología espiritual de Michel de Certeau 99
El gran libro de F. YATES, The Art of Memory (The University of Chicago Press,
27
pp. 213-220. En especial: “Las mujeres han servido como una categoría fundacional
para todo lo que es anti historia, o sea, un pasado supuestamente escrito en términos
‘mitológicos’ o ‘imaginados’, o, en el lenguaje actual, identitarios. Más recientemente,
gays, gente de color, pueblos poscoloniales y otras categorías de Otros se unieron a las
filas de los que promueven una historia no universal, mitológica, fantasiosa. Desde
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
João Rodolfo Munhoz Ohara. La Historia como heterología 105
Desde este punto de vista, todas las ‘voces silenciadas’ que debemos
respetar y apoyar no necesariamente pertenecen a la producción del
conocimiento histórico. Sus narrativas históricas pueden ser elementos
importantes para la construcción o para la reconstrucción de una identidad
colectiva o de una memoria particular, pero ellas no necesariamente son
conformes a los criterios de un conocimiento ‘objetivo’ (y tal vez no lo
necesiten).15
20 B. SMITH, The Gender of History, Harvard University Press, Cambridge (US), 2000;
J. W. SCOTT, ‘Back to Basics’, History and Theory, 49 (2010/1), pp. 147-152.
21 D. WOOLF, A Global History of History, Cambridge University Press, Cambridge
singularidad occidental.”
30 Entiendo “producción de discursos verdaderos” en el sentido empleado por Michel
8J. ROUGERIE, Le procès des communards, Julliard (Archives), París, 1964.
9P. GOUBERT Y M. DENIS, 1789. Les Français ont la parole, Julliard (Archives), París,
1964.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
François Dosse. Michel de Certeau y el archivo 111
‘verificable’ porque nunca es posible saber quién es poseído por quien [...]
El historiador mismo caería en una ilusión si creyera haberse
desembarazado de esta extrañeza interna a la historia colocándola en
alguna parte” (PL 327). Al contrario de la manera de proceder que
consiste en enclaustrar un fenómeno para retirarle su parte inquietante,
escindiéndolo así de su parte de alteridad para asignarle un lugar estable
y reconocible, el historiador debe dejar libre curso al surgir del
acontecimiento con su fuerza de sacudida: “Por ahí, lo que llega se
convierte en acontecimiento. Tiene sus propias reglas, que alteran la
distribución existente” (PL 39).
En este trabajo sobre Loudun, Certeau pone en escena aquel a
quien había consagrado lo esencial de su trabajo de erudición, Jean-
Joseph Surin que es mucho más que un personaje histórico para él, sino,
como ya hemos recordado, su doble, su sombra. Este “d´Artagnan de la
mística” sueña con una aventura espiritual en la que pudiera consagrarse
“a cuerpo perdido”. Es al mismo tiempo un “genio herido” (PL 286) que
llega a Loudun con el encargo de exorcizar a la priora del convento de las
ursulinas, Jeanne des Anges. Tan pronto como llega al lugar, invierte la
relación entre exorcista y poseída privilegiando la escucha del decir de la
poseída para caminar hasta el extremo con ella, renunciando a toda
directividad: “No le dice jamás directamente: Haz esto. Más bien la
dispone a hacer ella misma las propuestas” (PL 294). El padre Surin se
sitúa de entrada en el interior de la posesión a partir de un viaje hacia el
otro, hasta el punto de dejarse desposeer por él hasta el borde de la
locura: “En este mano a mano que no lo es, él enferma; se exalta; se agota;
tan pronto se mueve en la lógica de la redención, que quiere que el médico
tome a la enferma para curarla; simpatiza con el mal de la histérica y se
priva de los medios para resistirlo” (PL 298). A este ritmo, el estado de la
priora, Jeanne des Anges, mejora a la vez que aumenta la degradación del
estado del padre jesuita, que se verá afectado de parálisis y afasia por un
periodo de veinte años.
En esta crisis de Loudun, Certeau reencuentra a Jeanne des Anges,
de cuyo retrato ya había trazado a raíz de la publicación de la
Correspondencia de Surin en 1966.12 De los problemas de Loudun, es
Jeanne des Anges quien sale victoriosa y a partir de ellos, ya famosa, va a
hacer una carrera acorde con las dimensiones de la repercusión del caso.
Hela ahí milagrosamente curada, llevada de pueblo en pueblo como una
heroína vuelta de la muerte y habiendo vencido al demonio. Su familia
había decidido enviar al convento a esta niña, nacida en 1605, para
ocultar una “desgracia” física. Más tarde, un pretendiente la corteja, pero
debe marcharse con las manos vacías, ya que la madre tiene otros planes
para su hija. En 1622, entra en las Ursulinas de Poitiers y en 1627, cuando
12M. DE CERTEAU, ‘Appendice II: Jeanne des Anges’ (en adelante JA) en J.-J. SURIN,
Correspondance, texto editado, presentado y anotado por Michel de Certeau, prefacio
de Julien Green, Desclée de Brouwer, París, 1966, pp. 1721-1748; reimpreso en S.
JEANNE DES ANGES, Autobiographie, seguido de M. DE CERTEAU, ‘Jeanne des Anges’,
Jérôme Millon, Grenoble, 1985, pp. 337-379.
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
François Dosse. Michel de Certeau y el archivo 115
Problèmes et méthodes d’histoire des religions. Mélanges publiés par la Section des
Sciences religieuses à l’occasion du centenaire de l’École Pratique des Hautes Études,
PUF, París, 1968, pp. 251-260; reimpreso en J. LE BRUN Y J. LESAULNIER (EDS.), Études
d’histoire et de littérature religieuses, Klincksieck, París, 1997, p. 26.
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20 R. KANTERS, Vie du Père Surin, Les Cahiers de la Pipe en Ecume, París, 1942, p. 102.
21 Michel de Certeau recupera la genealogía en ‘Les oeuvres de J.-J. Surin. Histoire des
textes’, Revue d'ascétique et de mystique, 160 (1964, 4, tome XL), pp. 443-476 y 161
(1965, 1, tome XLI), pp. 55-78.
22 L. MICHEL Y F. CAVALLERA (EDS.), Lettres spirituelles du P. Jean-Joseph Surin, t. 1
27 M. DE CERTEAU, ‘Introduction’ en GS 7-61, 22.
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28J.-J. SURIN, Correspondance, texto editado, presentado y anotado por Michel de
Certeau, prefacio de Julien Green, Desclée de Brouwer, París, 1966.
Diana Napoli
1 L. GIARD, ‘Introduction’, en L. GIARD, H. MARTIN Y J. REVEL, Histoire, mystique et
politique: Michel de Certeau, J. Millon, Grenoble, 1991, p. 5.
2 Como observó Walter Benjamin, hay cuestiones que solo pueden ser afrontadas
4 B. P. FAVRE, Mémorial, traducido y comentado por Michel de Certeau, Desclée de
Brouwer, París, 2006 (1960).
5 M. de Certeau editó dos obras suyas: J.-J. SURIN, Correspondance, texto editado,
(‘Escrituras freudianas), en la que Certeau analiza dos textos de Freud, el caso clínico
del pintor austríaco Haitzmann, que vivió en el s. XVII y el último libro del padre del
psicoanálisis, Moisés y la religión monoteísta, publicado en Londres en 1939.
14 Se trata de uno de las aportaciones esenciales del Moisés freudiano. Véase, para un
[el historiador de los místicos], llamado como ellos a decir lo otro, redobla su
experiencia al estudiarla: un ejercicio de ausencia define a la vez la operación
por la que produce su texto y aquella que construyó el de ellos. Estructura en
espejo: como Narciso, el actor historiador observa a su doble, que hace
inaprensible la agitación de otro elemento. Busca a un desaparecido que
buscaba a un desaparecido que a su vez… (FM 20).
Fábula significa defender “un secreto que no [se] posee” (FM 22).
una poetica della lingua, Olschki, Florencia, 1989, p. 147 (en adelante PA).
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meum, el cuerpo ausente como la obsesión de Occidente (J. L. NANCY, Corpus, Métailié,
París, 2000).
20 Y, prosigue Certeau, dejando de ser un significado, Dios se transforma en “signo
aplicable a toda fuerza que problematiza el orden de nuestras razones, al resorte que
reconduce más allá de sus fronteras nuestras concepciones y nuestras experiencias” (M.
DE CERTEAU, ‘Folie du nom et mystique du sujet: Surin’ en J. KRISTEVA, Folle verité,
Seuil, París, 1979, p. 284).
21 Certeau juega con el significado del término propre que en francés, además de
Das Ding que es el Das Ding de los religiosos y los místicos, en el momento en que no
podemos situarlo bajo la garantía del Padre”, J. Lacan citado por J. LE BRUN, Le pur
amour de Platon à Lacan, p. 314). Das Ding es objeto de un primer goce mítico, de una
satisfacción plena e imposible, de un objeto perdido cuya pérdida deja una huella en el
aparato psíquico del sujeto.
38 Jouissance en el original.
39 Manque-à-être en el original.
grito, extravío o éxtasis, revuelta o fuga de lo que del cuerpo escapa a la ley de lo
nombrado. Tal vez toda la experiencia que no es grito de júbilo ni de dolor sea
recopilada por la institución. Toda la experiencia que no es desplazada o
deshecha por este éxtasis resulta captada por el ‘amor del censor’, reunida y
utilizada por el discurso de la ley. La experiencia se canaliza y se instrumenta.
Se escribe por medio del sistema social. Asimismo, habría que buscar del lado
de los gritos lo que no es ‘rehecho’ por el orden de la utilidad escrituraria (IC
162).
46 M. DE CERTEAU, La fable mystique. II, p. 27.
47 Enjeux en el original.
48 M. DE CERTEAU, ‘Corps torturés, paroles capturées’ (en adelante CT) en L. GIARD
(DIR.), Michel de Certeau, Cahiers pour un temps. Centre Georges Pompidou, París,
1987, p. 61. Certeau se refiere a la práctica de la tortura, aunque él mismo establece más
adelante un paralelismo entre el cuerpo del torturado y el cuerpo del místico.
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sea ‘dislocado’. El texto debe confesar su deuda respecto a la tortura hasta no ser más
que la traza de una simple palabra, frágil comienzo que no es más que un simulacro,
persistencia de un no en el interior mismo del sistema corporal de la obediencia”. Se
trata de un documento que el historiador no puede “citar, ni hacer aparecer en su teatro
como testigo. El historiador no puede escribir sobre el papel lo que la historia escribe
sobre el cuerpo. En las fronteras donde se desvanece una competencia histórica, yo
querría al menos asumir la tarea, ya política, de leer sobre los cuerpos la confesión de
un sistema” (CT 64).
51 M. DE CERTEAU, Histoire et psychanalyse entre science et fiction, Gallimard, París,
54 S. FREUD, Casi clinici, 6. Il Presidente Schreber, Bollati Boringhieri, Milán, 1986.
Freud analizó este caso, por sugerencia de Jung, a partir del texto de las Memorie, a
pesar de que no llegaron a conocerse nunca.
55 Recordemos que el padre de Schreber era un notable pedagogo, inventor de aparatos
coercitivos para disciplinar a los niños, que les forzaban a estar sentados mientras
dormían. Los primeros en experimentar sus “máquinas” fueron precisamente sus dos
hijos, Daniel Paul y el primogénito, que se quitó la vida en su juventud. Sus prácticas
tuvieron, sin embargo, un considerable éxito, ya que, como señala Calasso, todavía en
1958 estaban en activo las Asociaciones Schreber contando con numerosos inscritos (R.
CALASSO, L’impuro folle, Adelphi, Milán, 1974).
56 Los métodos de cura del doctor Fleschig eran considerablemente radicales. Propone,
por ejemplo, en casos extremos proceder a la extirpación de los genitales para curar
determinadas psicosis.
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formalizada por el trabajo de Otto Weininger, Geschlecht und Charakter. Por otro lado,
Santner hace ver (sobre la estela de las reflexiones de S.L. GILMAN, Freud, Race and
Gender, Princeton University Press, Princeton, 1995) cómo este aspecto ligado al
antisemitismo en la paranoia de Schreber es totalmente silenciado por Freud.
61 Este término puede significar, además, “puta”.
asustado y, sin embargo, dado que el efecto de esta visión fue beneficiosa,
se somete, obedeciendo al nombre y transformándose en Luder. Luder
representa la descomposición del sujeto que deja de estar inscrito en el
entramado de lo simbólico y precisamente en el cuerpo institucional de
cuyo secreto Schreber se hace, a su vez, cuerpo. Encarna en su propia
locura la putrefacción que permite a la Institución escenificar el teatro de
su propia omnipotencia (HP 131).
El juez conoce el secreto de esta “vileza” y lo manifiesta. Si bien es
cierto que en su caso se da un “retorno de lo real”, esto solo significa que
lo real del poder, su fundamento imposible surge sin la “cobertura”
simbólica que garantiza y autoriza el discurso de “verdad” de la
institución.62 A través de la locura de Schreber, Certeau encuentra el
fundamento escondido del poder cuya expresión más típica se da en la
tortura: lejos de ser una práctica “extravagante”, lejana en el tiempo y en
el espacio, se transforma en el principio mismo del ejercicio del derecho y
de la autoridad (CT 61). Schreber lo sabe y lo manifiesta, sin filtros y sin
resquicios, consciente de que no queda otra. Lo que apunta, por ejemplo,
a una diferencia en el místico o en el torturado que resiste, que no
confiesa— y las pocas páginas que Certeau consagra a este tema son de las
más emocionantes. Estos últimos, también cara a cara con el
insignificante fundamento del poder, saben qué hay del “otro”, 63 al
contrario que Schreber que no encuentra la fisura entre lo real y lo
simbólico, otro espacio, y que sucumbe al secreto de la Institución
intentando desmantelarlo, un secreto que, escribe Certeau citando a
Freud, permite a la Institución constituirse “silenciando el crimen que se
conoce” (HP 138).
El silencio del secreto que ostenta Schreber con su cuerpo
transformado en Luder, reclama lo que, para el filósofo Jaques Derrida,
es lo indecible en el origen de cada institución que posea, practicándola, la
“fuerza de ley”, por tomar el título de un texto suyo;64 una “fuerza”, una
autoridad que remite a un origen místico, como escribe el autor
retomando un comentario del filósofo Pascal sobre una observación
acerca de Montaigne.65 Mística en la medida en que en la institución
“justa”, cuyo discurso se entiende como verdadero y como objeto de
creencia, se da una suerte de operación performativa, un “hacer la ley”
que es el resultado de una violencia interpretativa, ni justa ni injusta. Y es
que no se da un fundamento pre-existente que permita contradecir o
invalidar tal acto de violencia; no hay un discurso de la meta-justicia que
dé cuenta de la performatividad instituyente de aquello que tiene fuerza
de ley. Derrida no subraya tanto una oposición entre naturaleza y
62 La función significante pertenece claramente a cada institución que asegura así un
lenguaje de sentido, de derecho y de “verdad”, que garantiza el discurso que puede ser
asumido como “verdadero”. La institución científica asume in primis este objetivo.
63 El místico busca una plenitud, como escribíamos, en el campo del ser; el torturado
resiste en nombre de los compañeros que continúan luchando y que no han confesado.
64 J. DERRIDA, Force de loi. Le fondement mystique de l’autorité, Galilée, París, 2005.
65 J. DERRIDA, Force de loi, pp. 29 y ss.
Jean-Daniel Causse1
La cuestión del cuerpo se sitúa en el corazón de la experiencia
mística, al menos en el caso de la mística cristiana que convocaré en esta
ocasión. La mística tiene una relación muy particular con el cuerpo. En su
gran tradición, la mística representa una forma singular de hacer del
cuerpo el lugar de un enigma. Ésta sitúa al cuerpo en una relación de
extrañeza consigo mismo, marcando, a su manera, el lugar central del
Otro en uno mismo. He aquí lo que interesa al campo del psicoanálisis: el
cuerpo que es lo más íntimo —aquello que tenemos de propio— se
convierte de pronto en extranjero para nosotros. Esto lo hace objeto de
una “expropriación” en el sentido en que lo propio se encuentra
desalojado de su lugar habitual. Él es lo íntimo dentro de lo más íntimo y,
al mismo tiempo, ocupa el hábitat de ese Otro que se encuentra en
exterioridad consigo mismo. La mística hace así del cuerpo el lugar del
Otro. Es por ello que la experiencia mística se vuelve ejemplo de lo que
Lacan denomina “extimidad”, que puede comprenderse en este contexto
como situar fuera de sí lo más íntimo de uno mismo, o como haciendo —
en un punto de pura exterioridad— del interior un exterior. 2 Que el
cuerpo sea el extranjero por excelencia no queda sin relación con Das
Unheimliche, publicado por Freud en 1919, y que Marie Bonaparte había
traducido bajo el título de L’inquiétante étrangété y que en una nueva
traducción, debida a Olivier Mannoni, se propone cambiar por
L´inquiétant familier. 3 El término alemán Unheimlich, de difícil
traducción para la lengua francesa, designa lo que está en el hogar
(Heimlich) en el seno de la casa, o dicho de otra manera, la interioridad;
pero tomado a la inversa al introducir, en alemán, el prefijo “Un”. Se tiene
la idea central de una cosa que es íntima, pero algo íntimo caracterizado
1 La versión original francesa de este trabajo fue publicada en Cahiers d´études du
religieux. Recherches interdisciplinaires 13 (2014). Agradecemos a la dirección de la
revista su amable permiso para reproducir aquí la traducción al castellano.
2 “Esta distribución, su límite íntimo, es lo que condiciona lo que en su tiempo, y con
más palabras, seguro, y más ilustraciones que no puedo realizar en este momento,
designé como la vacuola, ese tabú central, que constituye, en suma, lo que nos es más
próximo, a pesar de resultarnos exterior. Haría falta construir la palabra extimidad
para designar aquello de lo que se trata”, J. LACAN, Le Séminaire XVI. D’un Autre à
l’autre (1968-1969), Seuil, París, 2006, p. 224 En un sentido diferente al de Lacan, el
concepto de extimidad aparece ya en 1923 bajo la pluma del crítico literario A.
THIBAUDET, ‘Lettres et journaux’, en Réflexions sur la littérature, Gallimard, París,
2007, p. 800.
3 Véase S. FREUD, L’inquiétante étrangeté et autres essais, Folio, París, 1985;
por aquello que no se reconoce y que parece ser algo que no es. La mística
es pues una experiencia del cuerpo, si se recuerda que experiri, en latín,
significa ir hacia el exterior, efectuar una travesía, pasar a través, hacer la
prueba de algo y, en definitiva, hacer del cuerpo el lugar de aquello que se
encuentra en el “exterior”, que se expone, que va hacia lo desconocido.4
Para abordar, desde el punto de vista del psicoanálisis, la cuestión
del cuerpo místico, me referiré a los dos autores ya anunciados en el título
de este escrito: por una parte, a Lacan, del cual se sabe que tiene un gran
interés por la mística, por el goce místico más concretamente, y también
por el cuerpo que se encuentra puesto en escena por el discurso místico.
Lacan encuentra en el discurso místico una iluminación para comprender
los elementos constitutivos de la teoría analítica. A diferencia de Freud,
Lacan piensa que hace falta tomar en serio el discurso místico porque nos
enseña, particularmente porque habla de lo que es imposible de decir. La
mística es una experiencia radical de aquello que falta al lenguaje y que
hace hablar, es decir lo que Lacan denomina como lo “real”. Si Lacan
evoca frecuentemente ciertas figuras de la mística es sobre todo al final de
sus lecciones, en particular entre los años 1974-1975 con el Seminario XX.
Encore, donde se encuentra un verdadero trabajo de conceptualización.5
Por otro lado, Michel de Certeau hará aquí su aparición más relevante.
Acordémonos de que Certeau es historiador, filósofo, miembro de la
orden de los Jesuitas a la que se mantendrá siempre fiel, a pesar de que
vaya evolucionando en sus márgenes. 6 Sin ser psicoanalista, Certeau
mantiene con el campo freudiano una relación continua. La influencia del
psicoanálisis es permanente en su obra historiográfica y fue, de hecho, co-
fundador en 1964, con Lacan, de la Escuela Freudiana de París, a la cual
quedará ligado hasta su disolución. A diferencia de Lacan, Certeau es un
verdadero especialista de la mística cristiana. 7 Se le puede incluso
considerar, ante todo, como un historiador de la mística, a la cual
consagró numerosos trabajos, en particular la obra clave que es el primer
volumen de La fábula mística, publicado en 1982.8 Murió antes de poder
publicar el segundo tomo que ya había previsto.9 En diferentes textos,
4 Véase sobre este punto J.-L. NANCY, Corpus, Métailié, París, 2006, pp. 127-128.
5 J. LACAN, Le Séminaire XX. Encore, Seuil, París, 1975.
6 Sobre la vida y la obra de M. de Certeau, véase J. AHEARNE, Michel de Certeau:
La fable mystique. II. XVIe et XVIIe siècle, Gallimard, París, 2013. Sobre esta obra
véase la entrevista con L. GIARD Y J.L. SCHLEGEL, ‘Michel de Certeau, la mystique et
l’écriture’, Esprit, agosto-septiembre (2013), pp. 155-168.
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místicos— al singular –la mística— es señalado por Certeau como un giro esencial, que
él mismo sitúa entre el final del siglo XVI y el principio del XVII. Este giro hace que la
mística marque una época de transición entre la época medieval (adosada a un cuerpo
místico) y la época moderna, que estaba en marcha. La mística se convierte así en el
margen de un tiempo que se laiciza y que lleva la marca de la ciencia moderna.
12 Véase S. FREUD, Le président Schreber, PUF, París, 2004 (1911).
13 Véase aquí, por ejemplo, la discusión de Freud con Romain Rolland a propósito del
Se nos dice por ejemplo, –escribe Lacan— que Ángela de Foligno bebía
con gran delicia el agua con la cual acababa de lavarle los pies a ciertos leprosos,
y os lo indico con detalle –había una piel que llegó a pararse en su garganta— o
se nos cuenta que la bienaventurada María Alacoque comía, con no menos
ganancia de efusiones espirituales, los excrementos de un enfermo.15
221.
16 Véanse los análisis de Raymond Lemieux en ‘Les mendiants de l’existence’, en R.
LEMIEUX (ED.), Folie, mystique et poésie, Gifric, Québec, 1988, pp. 21-39.
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Jean-Daniel Causse. El cuerpo y la experiencia mística 143
también, deshechas. He aquí aquello que debe caer, aquello que debe
perderse, y que es todo aquello a lo que se otorgaba valor, crédito y
sentido. La mística es un dispositivo radical de empobrecimiento.
Representa un movimiento de desposesión voluntaria de lo que
constituye en la mundanidad los atributos imaginarios del ser, es decir,
un cierto número de propiedades, de cualidades, de señales que sirven
siempre para darse una representación o figura de sí. Esto lo traduce el
cuerpo místico y lo pone en escena del mismo modo en que atraviesa al
sujeto la experiencia del psicoanálisis. Desde esta perspectiva, Certeau
anota que considerar esta parte como un desecho tendrá siempre por
efecto el escandalizar u horrorizar el espacio social o cultural, ya que es
justamente aquello que será tomado por lo contrario a lo que debería
honrarse. Y así, escribe: “Esta teatralización corporal es intolerable para
los comentadores bien-pensantes y es siempre denegada por los
intérpretes ‘humanistas’” (HP 110). La mística es una prueba de despojo
de sí, pero lo es también para dar otro estatus a la pérdida y a la falta. Ya
que, ante esta plaza vacante, aparece aquello que no tenemos, lo que está
ausente y es imposible de asimilar. Cuando perece aquello que creíamos
ser o tener, se abre otra relación con la falta y el deseo. No se trata
simplemente de hacer caer los artificios del yo; se trata igualmente de
componer un cuerpo a partir de aquello que le falta al ser, es decir, de
hacer de esa ausencia aquello que engendra el cuerpo viviente, deseante y
productivo.
Certeau subraya que este engendramiento del cuerpo es, en
realidad, constitutivo del cristianismo primitivo. De hecho, la tumba vacía
figura simbólicamente la pérdida de un cuerpo, su desaparición, su
ausencia. El “Él no está aquí” que proclama el ángel a aquellos que vienen
a buscar el cuerpo de Cristo la mañana de Pascua manifiesta que hay un
duelo por hacer, una falta por asumir, y una historia colectiva por escribir.
El cristianismo se instituye –escribe Certeau— sobre la pérdida de un
cuerpo: pérdida del cuerpo de Jesús, duplicada por la pérdida del ‘cuerpo’ de
Israel, de una ‘nación’ y de su genealogía— […] En la tradición cristiana, una
privación inicial del cuerpo no cesa de generar instituciones y discursos que son
los efectos y los sustitutos de esta ausencia: cuerpos eclesiásticos, cuerpos
doctrinales, etc. ¿Cómo ‘hacer cuerpo’ a partir de la palabra? (FM 88).
17Véanse a este respecto mis anotaciones acerca del cuerpo y de la encarnación en J.-D.
CAUSSE Y E. CUVILLIER, Traversée du christianisme. Exégèse, anthropologie,
psychanalyse, Bayard, París, 2013.
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21 Véase T. DE ÁVILA, Œuvres complètes, IV, Cerf, París, 1982.
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Patrick Royannais
1 El Centre de recherche en histoire européenne comparée (CRHEC) (Centro de
investigación en historia europea comparada) organizó el 23 de mayo de 2014 una
jornada de estudios ante la publicación de M. DE CERTEAU, La Fable mystique. XVIe-
XVIIe siècle. II, ed. de Luce Giard, Gallimard, París, 2013 (en adelante FM2 seguido de
número de página). Isabelle Poutrin ofreció en esta ocasión una conferencia que llevaba
como título Michel de Certeau, lector de Teresa de Ávila. Desgraciadamente, no he
tenido acceso a este trabajo. Remito pues a SANTA TERESA DE JESÚS, Obras completas,
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2012. El Camino de perfección ofrece dos
familias de manuscritos bastante diferentes incluso en la numeración de los capítulos;
en esta ocasión precisaré si se trata de la versión del Escorial (1566) o la de Valladolid
(1570).
2 J.-J. SURIN, Guide spirituel pour la perfection, texto editado y presentado por Michel
Michel de Certeau, Cahiers pour un temps. Centre Georges Pompidou, París, 1987,
pp. 168-178.
4 M. DE CERTEAU, La fábula mística, trad. de Laia Colell, Siruela, Madrid, 2006 (1982),
pp. 187-199 (en adelante FM1). Según la bibliografía establecida por L. Giard en L.
GIARD (ED.), Le voyage mystique, Michel de Certeau, RSR/Cerf, París, 1988, p. 226,
estas páginas no habían sido todavía publicadas. El esbozo dejado para el segundo
volumen anunciaba ‘L’invention autobiographique: Thérèse de Jésus’, texto ausente de
la edición finalmente publicada, ya que nunca fue redactado. Véase FM2 12-13 y F.
DOSSE, Michel de Certeau. Le marcheur blessé, La Découverte, París, 2002, p. 559
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Patrick Royannais. Leer a Teresa de Jesús con Michel de Certeau 148
[disponible en castellano, Michel de Certeau. El caminante herido, trad. de Claudia
Mascarúa, Universidad Iberoamericana, México, 2003].
5 Las primeras líneas de FM2 han sido comentadas con asiduidad: “Este libro se
presenta en nombre de una incompetencia” y relacionadas con las últimas (véase infra
nota 72) y con M. DE CERTEAU, ‘Extase blanche’, en M. DE CERTEAU, La Faiblesse de
croire, ed. de Luce Giard, Seuil, París, 1987, pp. 313-316 [disponible en castellano, La
debilidad de creer, trad. de Víctor Goldstein, Katz, Madrid, 2006. En adelante DC]. El
estudio de la mística en Certeau pasa también por su propia búsqueda de lo ausente.
6 “La relatividad histórica no implica el relativismo. La historia no es el historicismo”
(DC 130).
que diagnostica la neurología moderna acompaña ciertamente a este alma que busca
una fusión con el Objeto imaginario con toda la impetuosidad de su psico-soma.”, J.
KRISTEVA, Teresa. Amor mío. Santa Teresa de Ávila, trad. de Antonio Rodríguez, Paso
de Barca, Barcelona, 2015 (2008), p. 89.
11 M. DE CERTEAU, ‘Mystique’, p. 324.
12 Desplazamiento semántico del adjetivo místico (escondido, santo, espiritual,
imposibles de reunir bajo una misma descripción, tal y como las percibe
una mirada occidental y moderna, es decir, aquella propia de una
sociedad que se descristianiza. La mística existe cuando la vida de fe está
relegada a una esfera todavía más reducida, más cuestionada, en la
sociedad y la vida de cada individuo. Poco a poco, Europa abandona una
cultura “primitiva” donde la lectura del gran libro de la naturaleza ya no
habla de Dios sino del mundo y del hombre,14 hombre que es al mismo
tiempo aquél que explora con ayuda de la racionalidad objetiva, que
fabrica sus objetos, incluso en teología. El mythos es el lenguaje de
aquellos que se alejan del logos.
La fábula mística se inaugura con una identificación de las
estrategias que permiten articular una palabra en nombre de Dios,
cuando este último ya no se encuentra disponible en este mundo y los
sabios han confiscado el discurso sobre Él.15 El decir prima sobre lo dicho
y toma toda clase de formas, orales, literarias, somáticas, geográficas,
angélicas. Aquel al que se busca no será conocido más que a través de las
marcas que deja su ausencia (DC 296).16 “Los ‘verdaderos’ místicos son
particularmente escépticos y críticos frente a aquello que quiere pasar por
presencia. Ellos defienden la inaccesibilidad a la que se enfrentan” (FM1
15). Leer a Teresa con Certeau, es localizar esas marcas de lo ausente en
ella y sus propias estrategias para hablar de Dios y para escucharlo. La
ausencia no es aquí lo contrario de la presencia, sino el espacio abierto
para una búsqueda y un deseo, según la lógica de la ruptura instauradora:
Os conviene que yo me vaya.17 Como ella no resultará engañada por sus
astucias, tampoco nosotros debemos ser engañados por lo que ella afirma,
ni por la distancia cultural que la hace todavía más extraña, incluso
extranjera.
Más que un apofatismo, una teología negativa, el lenguaje místico
habla de la imposibilidad radical de toda palabra sobre Dios, necesaria sin
sobrenatural, etc.) y sustantivación (FM1 23-26).
13 Concepto clave que se encuentra abundantemente en Teresa de Ávila y que acompaña
esta nueva ciencia de Dios, según la experiencia, como la ciencia moderna, lejos de las
ciencias teoréticas, que buscan las causas pero que no tienen (todavía) su lugar dentro
de la teología (véase C. GEFFRÉ, ‘Le non-lieu de la théologie chez Michel de Certeau’, en
C. GEFFRÉ (ED.), Michel de Certeau et la différence chrétienne, Cerf, París, 1991, pp.
159-180, con un gran número de referencias de Certeau al no-lugar, comenzando por
FC, p. 308. Véase P. GISEL, ‘Lire Michel de Certeau en théologien’, RTP, 136 (2004/IV),
pp. 406-408. El a posteriori de la experiencia es explicado por la propia Teresa en El
castillo interior o Las Moradas, V, 1, 10 (en adelante M).
14 Véase M. DE CERTEAU, ‘La mystique d’un temps : Thérèse d’Avila’, en DC 54-56.
15 Los alumbrados del siglo XVI español ilustran la reacción frente a la confiscación del
saber sobre la fe por los clérigos, los cuales no pueden más que acosarlos para hacerlos
callar. Los confesores censores de La Vida han querido que Teresa no pueda, en ningún
caso, ser acusada de iluminismo.
16 Véase Libro de la Vida, 4, 7 (en adelante V).
17 Jn 16, 7, citado en M VI, 7, 14. Ver también V 37, 7. Sobre la ausencia se puede
consultar J. LE BRUN, ‘La mystique et ses histoires’, RTP, 136 (2004/IV), pp. 314-317:
“La ausencia que hace escribir y de la que la escritura hace surgir de imprevisto, por así
decirlo, la realidad fundadora”.
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Patrick Royannais. Leer a Teresa de Jesús con Michel de Certeau 151
¿Hay pugna entre dos autoridades, una que ‘manda’ (el doctor
Velázquez, confesor de Teresa, y/o el padre Jerónimo Gracián, su consejero) y
otra que empuja a escribir (la ficción, que ‘se ofrece’)? Para Teresa no hay
contradicción. El ‘mandato’ autoriza al autor, mientras que la ‘ficción’ permite el
discurso; una viene de los clérigos, mientras que la otra se dirige a las
‘hermanas’ (FM1 190).
18 “Como muchas veces acaece con decir: ‘hay peligros’, ‘hulana por aquí se perdió’, ‘el
otro se engañó’, ‘el otro que rezava cayó’, ‘dañan la virtud’, ‘no es para mujeres, que les
vienen ilusiones’, ‘mijor será que hilen’, ‘no han menester esas delicadeces’, ‘basta el
Paternóster y Avemaría’.”, El camino de perfección, Esc, 35, 2 (en adelante C); M I, 2,6-
7; IV, 1, 5; VI, 4, 9. Este tipo de temáticas vuelven sin cesar, pero no sin ironía.
19 “Sin tan escuras de entender estas cosas interiores, que a quien tan poco sabe como
yo, forzado havrá de decir muchas cosas superfluas y aun desatinadas, para decir
algunas que acierte. Es menester tenga paciencia quien lo leyere, pues yo la tengo para
escrivir lo que no sé, que cierto algunas veces tomo el papel como una cosa bova, que ni
sé qué decir ni cómo comenzar.” M I, 2, 7. Ver también M III, 1, 5.
20 Véase M VII, 2, 3.11, C Esc, 48, 2: “hacer esta fición para dar a entender”.
21 Confianza en la razón: Las Fundaciones, VI, 22 (en adelante F). La ciencia es
condición de posibilidad de la libertad, C Esc, 39, 8; 40, 1. “Es gran cosa letras”, V 13, 16.
22 V 5,3 o M V, 1, 8; VI, 8, 8-9, etc. Sobre el contrasentido común a este propósito, se
diamante o perla oriental, árbol de vida, que es también Dios mismo (FM1 196 y, por
ejemplo, M I, 1, 1; 1, 2, 1; VI, 10, 3) y el gusano, paloma, palomilla, mariposa (M VI, 11,
1).
25 M III, 1, es típico (véase ver los § 1, 3, 5, 7, 9) de estas imposibilidades, ya
sobrepasadas, como si éstas fueran el resorte de la escritura, lo que las reactiva, como la
imposibilidad de la oración es lo que siempre la pone de nuevo en movimiento (§ 6-7).
Véase también M IV, 1, 10.
26 Por ejemplo Carta 2, 14, BAC 2, 21. Ella teoriza incluso esta no-relectura. Carta 177,
III. EL DISCURSO DEL OTRO. Lo que Teresa escribe es el discurso del otro, el
ausente de la historia, el gran ausente del asunto. Y ella misma nunca
está segura de no encontrarse en una ilusión. Sin embargo, sabe. Sabe sin
saber, y no sabiendo, “le encanta no entender”.
“Lo que define [a la mística] en Occidente, es el descubrimiento de
un Otro como inevitable o esencial” (LA 331). “Hay del Otro, pero no hay
nada que esperar de él sino el deseo que se instaura por estar privado de
él.”30 Este vocabulario analítico es nuestro mito, que reemplaza a los
ángeles y los demonios de Teresa, al igual que a todos sus éxtasis.
“Deseava vivir –que bien entendía que no vivía– sino que peleava
con una sombra de muerte– y no havia quien me diese vida, y no la pudia
yo tomar” (V 8, 12). Se trata nada menos que de nombrar aquello que nos
hace andar, lo que jamás palpamos salvo quizás en la evidencia de que no
vivimos. Todas las definiciones del objeto del deseo son sospechosas,
incluso cuando decimos Dios. Estar listos a disminuir el deseo, a
impedirlo a fin de llegar a la meta, a fin así de imaginar gozar mientras se
deja la carencia abierta. Mientras Teresa no lo admita, se encuentra
mortalmente enferma. Tan sólo puede llegar a ser curada renunciando a
“llegar a la plenitud de la Presencia divina de una manera objetivante, es
decir, sin ninguna atención a las bases antropológicas, o a las condiciones
de receptividad, en el ser humano, de la experiencia de relación con
Dios.”31
El deseo es deseo del Otro, aquello que no tengo y que no puedo
poseer,32 solo recibir; pese a ser ofrecido, permanecerá siempre fuera de
propiedad y de posesión; así, aunque dado, el Otro se ausenta y esta
ausencia reactiva el deseo. Es por ello que el amor es el esquema –erótica
28 Por ejemplo M VI, 4, 2. Aquí haría falta incluso reír, “Vos reiréis sin duda
escuchándome hablar así y os parecerá extravagante lo que os digo.”
29 Sobre la elección del concepto de fable por Certeau, además de FM1 21-22, ver M. DE
33 D. VASSE, L’autre du désir et le Dieu de la foi, Lire aujourd’hui Thérèse d’Avila, Seuil,
París, 1991, p. 138, copia Exclamations XV y subraya todos los casos del deseo: Las
“grandes penalidades del deseo de mi Dios”. Ver también, por ejemplo, V 29, 14: “luego,
el gozar”; V 18, 1: “Acá no hay sentir, sino gozar sin entender lo que se goza. Entiéndese
que se goza un bien, adonde juntos se encierran todos los bienes, mas no se
comprehende este bien”.
34 J. KRISTEVA, Teresa. Amor mío, p. 215.
35 Esta idea viene avanzada desde 1977 (LA 147) y retomada en FM1 261, 269, donde las
que un otro. Ahí aparece una abertura para las ‘locuras’ o más bien los desvaríos
(desatinos), dice Teresa de Ávila”, M. DE CERTEAU, ‘Le corps folié, Mystique et folie aux
XVIe et XVIIe siècles’, en A. VERDIGLIONE (DIR.), La folie dans la psychanalyse, Payot,
París, 1977, p. 194. Véase M V, 1, 5.
43 M VI, 9, 11 ; Véase M V, 1, 5, etc.
44 Ver por ejemplo C Val, 36, 6 ; M I, 1, 2 ; I, 2, 13, IV, 2, 5, Las Exclamaciones del alma
a Dios, 17, 5, etc. Si Teresa insiste tanto sobre su nulidad (V 18, 4; 40, 1), no es porque
lo fuera, ni por su falsa humildad, cumbre del orgullo, sino simplemente para señalar la
gratuidad del don de Dios (por ejemplo, V 14, 9). Las privaciones y los esfuerzos no son
nada (C Esc, 56, 3), o son simplemente ilusiones que engañan, tentaciones del demonio
(C Esc, 67, 5). Hay así una extraña proximidad con Lutero, aunque no le gustaría a
Teresa.
45 M. DE GOEDT, Le Christ de Thérèse de Jésus, Desclée de Brouwer, París, 1993,
pp. 169-171. El autor establece como, a partir de 1562-1565, Teresa es más consciente,
en su oración, del movimiento trinitario en la vida del creyente. Es la “santa humanidad”
que la conduce hasta ahí. Ver V 38, 17 y R 54.
46 Teresa anota en 1562 que está más dispuesta a amar a los pobres (R 2, 6).
47 La expresión es de Teresa (entre decenas de otras: M I, 2, 12; VII, 9, 2-5).
Cruz, Teresa de Ávila, por ejemplo, los más grandes místicos, lo repiten;
no es lo extraordinario lo que caracteriza a la experiencia mística, ni
tampoco su conformidad a una ortodoxia, sino la relación que mantiene
cada uno de esos momentos con otros, como una palabra con otras
palabras, en un simbolismo del sentido” (LA 358).48
Lo que recomienda Teresa a sus hermanas es simplemente mirar a
Dios (C Esc, 42, 3), tratar de amistad (V 8, 5).49 No obstante, no hay que
dejarse engañar por estas expresiones, como si nos encontrásemos en la
inmediatez. La fábula continúa haciendo hablar. La oración es tanto
plegaria como palabra; “remite al ‘acto de habla’ (el speech-act de J. R.
Searle) y a una función ‘ilocutiva’ (J. L. Austin): el Espíritu es ‘el que
habla’, dice Juan de la Cruz; es el locutor, o ‘lo que habla’” (FM1 158).50 Al
no considerar la oración como acto de palabra, no sólo el orante asiduo,
sino también el historiador y el teólogo científicos, caen en plena
mitología.51 Al ser persuadidos de lo contrario se sitúan directamente en
la mentira, demoniaca. “A esta ausencia del Verbo, se opone una
convicción: debe hablar” (FM1 159).52 Es un acto de fe de Teresa, un acto
de su voluntad. “Yo lo quiero”. Es el espacio del deseo.53
por ejemplo: T. ALVAREZ, Introduction aux œuvres de Thérèse d’Avila, Cerf, París,
2012, p. 60: “La expresión ‘entretenerse con Dios’ no es del orden de la metáfora sino
de lo real”; afirmación tan definitiva que no está demostrada.
52 Las páginas 158-176 son aquí centrales. Leemos en p. 190 sobre Teresa: “La fuerza de
54 Es sobre Labadie que Certeau escribe: “[…] su texto es su camino. Escribe con sus
pies, es decir geográficamente, una historia cuyas publicaciones, sin embargo,
múltiples y voluminosas, no constituyen sino la puntuación, fragmentos y jalones”
(FM1 286). O incluso al final del ensayo: “Es místico aquel o aquella que no puede
parar de caminar y que, con la certidumbre de lo que le falta, sabe, de cada lugar y de
cada objeto, que no es eso, que uno no puede residir aquí ni contentarse con esto. El
deseo crea un exceso. Excede, pasa y pierde los lugares. Hace ir más lejos, a otra parte.
No habita en ningún lugar” (FM1 294).
55 La palabra se encuentra por ejemplo en DC 219, en el contexto de la ausencia de
soma”.
61 “El hombre exterior (es decir, ‘el cuerpo’, ya que podría encontrarse a algunas simples
65Teresa “no propone ningún método de oración ni en este libro [las Moradas] ni en
sus otros escritos”, T. ALVAREZ, Introduction, p. 62. En numerosas ocasiones Teresa
impide, explícitamente o a través de contradicciones, una progresión de morada en
morada, Véase M VI, 4, 4; VI, 5, 1; VII, 3, 10.
Cahiers pour un temps. Centre Georges Pompidou, París, 1987, pp. 191-205.
3 Véase M. DE CERTEAU Y M. CIFALI, ‘Entretien, mystique et psychanalyse’, Espace
4 Véase G. PETITDEMANGE, ‘Michel de Certeau et le langage des mystiques’, Études,
365/4 (1986), p. 383.
5 Véase L. GIARD Y J.-L. SCHLEGEL, ‘Michel de Certeau, la mystique et l’écriture’, Esprit,
adelante MY).
8 Véase J. LE BRUN, ‘La mystique et ses histoires’, Revue de théologie et de philosophie,
Tal es la figura del deseo. Ese deseo que, evidentemente, está vinculado a
la larga historia del Único cuyo origen y avatares, bajo su forma monoteísta,
tanto intrigaban a Freud. Uno falta y todo falta. Este nuevo comienzo conlleva
una serie de errancias y persecuciones. Estamos enfermos de la ausencia porque
estamos enfermos del único (FM 11).
9 Véase J. LE BRUN, ‘La mystique et ses histoires’, p. 312.
10Véase M. DE CERTEAU, ‘Écritures’ (en adelante EC) en L. GIARD (ED.), Michel de
Certeau, pp. 13-16.
adelante AL).
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Mohammed Chaouki Zine. Jacques Derrida y Michel de Certeau 168
115; y en la misma página escribe: “existe esa palabra, en ocasiones sin palabra, que
La torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales ISSN 1885-7353 Nº 17 2015/1
Mohammed Chaouki Zine. Jacques Derrida y Michel de Certeau 170
pero el sí del que habla Derrida y al que Certeau hace alusión es del orden
de lo inaudible, de lo inefable:
Key words:
Resumen Aunque rara vez aparecen referencias a las cartas de San Pablo
en los escritos de Certeau, su obra ilumina las enseñanzas del apóstol de
varias maneras. Este ensayo aplica la noción de tácticas y estrategias de
Certeau a la expresión política de la identidad religiosa en el Imperio
Romano de San Pablo y explora la formulación de Certeau como "creencia
débil” y “fábula” de la representación que hace San Pablo de la identidad
social entre sus seguidores. Finalmente se ocupa del estudio del
misticismo por parte de Certeau para examinar la descripción de San
Pablo de su viaje hasta el tercer cielo.
Abstract The author examines the relations between the notion of the
Other, historiography and relational ontology and Certeau’s particular
vision about them. In his work, Certeau attempts to understand the
Other and to incorporate it into historiographical discourses through the
employment of different concepts —strategy, tactics, heterology— that
are analyzed in this paper as fundamental elements in Certeau's
thinking in this field.
Abstract This article aims to reflect about the links between the
concepts, notions, ideas of power and language in two of Michel de
Certeau's important works: The Possession at Loudun and The practice
of everyday life. I suggest that there is a strong theoretical continuity
from the first to the second book, even if their subjects are completely
different, but with an important change. In the case of demonic
possession in fact the possessed couldn't modify the way in which
doctors, exorcists and judges examine and classify them; in contrast,
The practice of everyday life represent exactly a way of escaping from
controls and definitions that constitute the power of “organizing
discourses”. Reflecting about this theoretical change I consider all the
moments and ways in which in these two works Certeau used the
semiotic theory elaborated by A. J. Greimas as a methodological tool.
Abstract In this article the author intends to show how, through the
study of mysticism, Certeau goes beyond the interests and problems of
religious history. Analyzing (following Lacan’s teaching) the mystical
modus loquendi, Certeau offers a radical reflection on the writing of
history and a portrait of modernity and of the modern subject in relation
to power; a subject essentially, constitutively divided, between the
Institution (the guardian of the true discourse) that authorizes him and
his attempt to sabotage the Institution itself.