Apunte - UNA APROXIMACION A EVOLUCION HISTORICA DEL TRABAJO

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UNA APROXIMACION A EVOLUCION HISTORICA DEL TRABAJO

Las siguientes líneas tratan de proyectar una breve visión histórica del trabajo. Esta perspectiva permite
explicar la génesis del significado del trabajo. El trabajo, tal como hoy lo conocemos, no es un hecho
natural; tanto su contenido como el papel que ha jugado en las vidas de los seres humanos no ha sido
siempre el mismo, sino que se ha modificado a lo largo de la historia.

1. Línea de tiempo:

2. Los modos de producción


Un modo de producción es la forma histórica en que los seres humanos se organizan para trabajar, es decir,
para producir los bienes y servicios necesarios para satisfacer sus necesidades. Los modos de producción
más importantes que se han desarrollado históricamente son:
 Comunidad primitiva.
 Esclavismo.
 Feudalismo.
 Capitalismo.
 Socialismo.
1) Comunidad primitiva:
La comunidad primitiva es precisamente la primera forma en que los seres humanos se
organizaron para satisfacer sus necesidades. Surgió con el ser humano mismo y se prolongó
durante miles de años. El hombre fue nómada al principio porque dependía directamente de lo
que la naturaleza le proporcionaba; se dedicaba a la recolección de frutos y a la caza y la pesca.
Al no existir la propiedad privada de los medios de producción tampoco existían las clases
sociales y, por tanto, las relaciones sociales de producción de la comunidad primitiva son
relaciones comunitarias, de cooperación y ayuda mutua, relaciones armónicas; es decir, no existe
la explotación del hombre por el hombre. Y dicha explotación no existe porque se produce solo lo
necesario para satisfacer las necesidades de la sociedad; es una sociedad de autoconsumo (todo
lo que lo produce lo consume), de autosubsistencia.
Los instrumentos de producción iban desde la simple piedra en estado natural (Edad de Piedra):
luego tallada y pulida; posteriormente utilizaron los metales (Edad de los Metales): cobre, bronce y
hierro, hasta llegar a elaborar hachas, arcos, cuchillos y otros instrumentos.
La mujer desempeñaba un papel importante en esta sociedad, ya que era la encargada de la
distribución de la producción, lo que le dio importancia tanto económica como política. Esto
originó el Matriarcado, característica decisiva y fundamental en los asuntos de la sociedad.

2) Esclavismo (o modo de producción antiguo):


El esclavismo es el modo de producción en que aparece y se desarrolla la propiedad privada de
los medios de producción, incluyendo al esclavo. Con ello aparecieron también dos clases
sociales fundamentales y antagónicas: los esclavistas, que eran los dueños de los medios de
producción, y los esclavos, que no eran propietarios de los medios de producción ni poseían
libertad.
La existencia de esclavos que se dedicaban a las labores productivas propiamente dichas permitía
la existencia de ciertas clases que cultivaban la filosofía, la astronomía, las matemáticas y otras
ciencias, por lo que el florecimiento cultural de esta época fue muy vasto. El comercio se desarrolló
ampliamente en el esclavismo, surgiendo un grupo de personas que se dedicaría a esta actividad:
los mercaderes. Asimismo, apareció y se desarrolló la moneda lo que facilitó el intercambio de
productos.
Muchas culturas se desarrollan bajo el modo de producción esclavista (como la egipcia,
la babilónica y la fenicia); aunque, sin lugar a dudas, las más importantes fueron las griegas y la
romana debido a todos sus aportes culturales a la humanidad.

3) Feudalismo:
El feudalismo es el régimen característico de la edad media, que dio origen al capitalismo. Se
compone de dos instituciones fundamentales:
* El feudo.
* La servidumbre.
El feudo era una superficie más o menos grande de tierra perteneciente hereditariamente a un
señor (señor feudal) a cambio de servicios militares prestados al rey o a jefes militares de alta
jerarquía.
La servidumbre fue la forma en que se asumieron las relaciones sociales de producción durante
el feudalismo. Esta es basada en la existencia de dos clases sociales fundamentales y antagónicas:
A) Los señores feudales: dueños de los principales medios de producción.
B) Los siervos (campesinos): solo eran dueños de sus instrumentos de labranza y tenían que pagar
una renta al señor feudal.
La servidumbre era una relación diferente al esclavismo; si bien el siervo no era completamente
libre, tampoco era un esclavo. Más que pertenecerle al señor feudal, el siervo estaba sujeto a la
tierra. La servidumbre implicaba una relación de explotación basada en la propiedad privada de
los medios de producción. La forma en que asumía la explotación en el feudalismo era la "renta"
de la tierra, que se daba en tres formas:
*En especie.
*En trabajo.
*En dinero.
Otras características importantes del feudalismo son:
Era un sistema neutral, cerrado.
Se producía para satisfacer las necesidades del feudo.
Era una economía rural, cuya actividad principal era la agricultura.
En la ciudad también existe división y jerarquía social: los artesanos deben pertenecer a
corporaciones, y dentro de ellas la jerarquía básica es: artesanos, oficiales y aprendices.

3. El hombre, ¿máquina productiva?

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL, UN PUNTO DE QUIEBRE


A partir de la Revolución Industrial el trabajo fue revalorizado. La clase burguesa que impulsó
ese proceso estaba muy motivada económicamente y vio en el desarrollo de la industrial, el comercio
y las actividades agrícolas (que se organizaron con criterios capitalistas y utilizando máquinas) la
posibilidad de enriquecerse y aumentar su poder y prestigio social. “El tiempo es oro”, una frase que
evidenciaba la perspectiva de la clase social que a partir de entonces se constituía en hegemónica en
los países industrializados. La otra clase emergente de este proceso, la de los obreros industriales,
sufriría las consecuencias de la filosofía de sus patrones.
Ya sabemos el impacto que tuvo sobre la vida popular el surgimiento de las fábricas: en Inglaterra la
mayoría de los trabajadores eran de origen rural y el traslado a las ciudades industriales alteró
radicalmente su forma de vida. Los cambios más bruscos fueron las extensas jornadas de trabajo,
llevadas a cabo en talleres que eran deficientes desde el punto de vista de la higiene y la seguridad
laboral. De esta persona, personas acostumbradas a la vida al aire libre y a un trabajo estacional como
el agrícola, que al margen de sus exigencias les ofrecía largos períodos de descanso (o al menos, de
cambio de tareas), sufrieron mucho la disciplina impuesta en las fábricas.
Otro cambio dramático fue la incorporación de las mujeres y los niños al trabajo fabril. Aunque ambos
siempre habían colaborado en los trabajos, la industria les impuso condiciones y tratos que no eran
habituales en las labores familiares. Por esos motivos, la reglamentación del trabajo infantil y
femenino, y el acortamiento de las jornadas de trabajo se constituyeron en reclamos centrales del
naciente movimiento obrero.
Como sabemos, el 1° de Mayo, que todos los años se conmemora en todo el mundo como Día
Internacional de los trabajadores, está vinculado dramáticamente con los reclamos de las 8 horas de
trabajo.

DEL TRABAJO “DE SOL A SOL” A LA LIMITACIÓN DE LA JORNADA DE


TRABAJO

En los comienzos de la industria moderna los obreros trabajaban de “sol a sol”, es decir,
mientras la luz solar permitiera el desarrollo de sus actividades. En consecuencia, la duración
de la jornada de trabajo variaba en verano e invierno: exageradamente extensa en la época
estival, se acortaba bastante durante los meses más fríos. Posteriormente, la difusión de la
iluminación artificial de los talleres permitió el trabajo nocturno, que durante mucho tiempo
fue vivido como otra agresión fisiológica a los trabajadores.
Terminadas sus largas jornadas, los obreros caían agotados, para volver a reanudar al día siguiente
sus rutinarias actividades. Para ellos, el tiempo libre no existía y “ocio” era una palabra sin sentido.
La fatiga resultante de un trabajo tan agotador aumentaba los riesgos de accidentes de trabajo,
agravado por las malas condiciones de los talleres y de las máquinas, que carecían de elementos
protectores para evitarlos.
Es comprensible entonces que, ante las extensas jornadas de trabajo, no compensadas por un
descanso reparador, el naciente movimiento obrero, hiciera de la reducción del horario de trabajo,
uno de los reclamos centrales.
Durante décadas se sucedieron las huelgas, movilizaciones y petitorios a las autoridades
solicitando una jornada más corta: primero se pidieron diez horas, luego ocho horas diarias. A fines
del siglo XIX los trabajadores de Europa, Estados Unidos y los países de América Latina que
contaban con algún desarrollo industrial, concretaron una demanda: “las tres ocho”:
ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y 8 horas libres. Los socialistas y anarquistas, que
impulsaban esta lucha, pensaban que parte del tiempo libre podía ser aprovechado por los
trabajadores para formarse ideológicamente y aumentar su conciencia política. Con este propósito,
los militantes de ambas corrientes, promovieron la fundación de bibliotecas, escuelas libres (es
decir, al margen de las estatales), universidades obreras, mutuales y cooperativas. También
pusieron en circulación una gran cantidad de diarios y revistas, además de publicar libros y folletos
con propósitos esclarecedores. Durante mucho tiempo, el pedido de la jornada de trabajo de ocho
horas de trabajo fue el centro de los reclamos de los trabajadores de todo el mundo.
En 1889, al celebrarse el primer centenario de la Revolución Francesa, se realizó en París el congreso
fundacional de la II Internacional, que entre otras cosas, dispuso lo siguiente:
“Se organizará una gran manifestación internacional, en fecha fija, de manera que en todos los países y en
todas las ciudades a la vez, el mismo día, los trabajadores exijan a los poderes públicos la reducción legal de
la jornada de trabajo a ocho horas y la aplicación de los demás resoluciones del Congreso Internacional de
París”.
Ese congreso también dispuso establecer el 1° de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores, en
homenaje a los mártires de Chicago, los trabajadores que fueron ejecutados unos pocos años antes por
luchar por la reducción de la jornada laboral. Un dato interesante: un año más tarde, el 1° de Mayo de 1890,
por primera vez se conmemoró esa fecha en Buenos Aires, en un acto organizado por las organizaciones
obreras que existían en ese momento en nuestra capital.
Obtener la jornada de ocho horas diarias no fue fácil: persecuciones, despidos, listas negras que circulaban
entre los patrones, muertos, heridos, detenidos y deportados. Ese fue el precio que debió pagarse para
obtener esa conquista, mundialmente difundida en las décadas de 1930 y 1940.
De esa manera el movimiento obrero logró una conquista histórica. Aparentemente, los trabajadores
habían alcanzado su derecho al ocio; quedaban atrás la fatiga, el embrutecimiento, el alcoholismo,
resultado de jornadas agotadoras. Posteriormente, se agregaron nuevas conquistas: el descanso dominical,
el sábado inglés (ese día se trabaja sólo cuatro horas, por la mañana); bastante más adelante todavía, las
vacaciones y distintos tipos de licencias pagas (por enfermedad del trabajador o familiares a cargo, por
casamiento, por nacimiento de hijo, por fallecimiento de algún familiar directo y por estudio). También se
consiguió el pago de horas extras, cuando se trabajaba más de las horas diarias legalmente establecidas o
en días feriados.

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