Wafi Salih Discipula de Jung Libro de Cuentos
Wafi Salih Discipula de Jung Libro de Cuentos
Wafi Salih Discipula de Jung Libro de Cuentos
DISCÍPULADE JUNG
aTomas Rodríguez Sancho
y Sol Linares infinitos en el corazón.
Wafi Salih (Valera, 1966) es una escritora y amiga muy querida por este
del haiku en títulos como “Huésped del alba. Poesía reunida” (2006) y “Vigilia de
solidaria con el Otro que es “El Dios de las Dunas” (2005), memorial del cordero
(Volker Slöendorff, 1981) y “Vals con Bashir” (Ari Folman, 2008). En este caso, el
El Grupo Editorial Negro sobre Blanco nos presenta hoy su primer volumen de
referido a la edificación del Ars Poética muy suya: Sin desvincular la poesía de la
trabajo mismo del habla. El inicio y el cierre del libro no sólo simula una serpiente
inocuo y obseso: “no me atrevía a confesarle que todos los días su figura
caminaba por mis ojos, abiertos para ella, como dos escaleras infinitas” [Alter ego].
¿Hay una intención solapada por educar sentimentalmente al macho? Quién sabe,
con el Otro, como ella misma bien lo pondera. Incluso, no evade la contundencia
del chiste cruel entre mujeres como indagación en la oralidad que manifiesta un
alma escindida víctima de sí: “La amiga de una amiga mía, contaba: Mi marido me
abandonó por una mujer joven y fuerte, él, de mal carácter y achacoso, no era un
mal hombre, por eso siempre la bendigo, yo no podría con tanto”. En “Arquetipo”
perseguido –indigente y paciente psiquiátrico- que hostigado como el niño del pelo
configuración del clima emocional que chicotea y acaricia al punto el cogote del
valga nuestro terco cariño, la estupenda red de araña que es la novela “La canción
Salih nos ofrece cuerpos vitalísimos como “El lenguaje de los pájaros” y “Metáfora
y sus hablillas con el lirismo libertario rematado en el aforismo final, “El lenguaje
de los pájaros son los jeroglíficos que dibujan con sus alas en el aire”; mientras
que en el segundo, el poema en prosa excede el formato escrito para crear una
puesta en escena que raya la magia objetual que revisita al padre descocado de
Bruno Schulz o la lengua amarillista del Barón Münchhausen. Qué les parece
entonces este texto confesional que mixtura la poesía, el habla loca y la historia
de los alambres. Nada puede romper el hechizo de un ser triste, escrito con tinta”.
El ejercicio, además de su musicalidad vecina al be bop de Charlie Parker [por
supuesto, el gato de Cortázar mediante], connota un ars poético en prosa que nos
también a los torturadores inclementes. Nos insta a releer con pasión rebelde al
experiencia estética gratificante. Este llamado es a bailar por la vida con Wafi y
del Bar “La Lisa”, entendí que los grados académicos y la jalea de mango, no eran
suficientes, para complacer el apetito reptil que da al traste con la idea de que
somos seres almados. Las leyes del mercado eran claras, la edad, las canas, el
cansancio de los ojos por acumular años y esperas. Son ruinas que aun arden,
caminos truncos, que alguna vez fueron senderos con flores y son ahora maleza
testificaba que ya todo había cambiado, abajo, como una cortina vieja, quedaban
primeros años de derecho. El agua era para ese entonces viva en ella, unos
pececitos rojos comían las migas de pan sobrante, no esta pestilencia, mortecina,
Juana de Arco el segundo sexo, resiste. Augusto, su gato Siamés, castrado para
despidiéndola, ella voltea desde la otra acera, para mirarlo antes de perderse en el
tumulto. No estoy muy informado sobre el tema feminista [sé que alrededor de él,
gira su vida]. Ella encarna el ideal que esboza. Decía en una entrevista en un
programa del Ministerio de Educación trasmitido por TV, Educa: Anna Karénina es
una novela edulcorada, María de Jorge Isaac, también lo es, pésimas referencias
dan sus personajes, a los jóvenes que pretendemos educar, en valores sociales
equitativos.
El lavaplatos cedió ante los rigores del tiempo, y la gotera un tic, tic, tic
Agatta Jeckis, quien murió cuando guardias nacionales atacaron a tiros una
de Managua en el año de 1728, para protestar contra la primitiva ley que prohibió
Hace juego con los zapatos de raso negro, y la sonrisa forzada que amerita
ese evento.
la Lolita está bastante difuso, sin embargo, se deduce que quiso expresar su
recuperados.
El hijo que nunca nació, las pastillas para dormir, la hipoteca del
sindicato no sólo debe proteger a las mujeres embarazadas, las que aún no lo
opresor.
Soy de los que piensan que nada es gratuito, que el azar mueve la
existencia, el destino es ángel conductor de lo que nos pasa, por eso creo que,
aquellos escasos 1,50 metros, saliendo a las 8.30 ataviada con botas de soldado y
sueltos, con una piel blanca en donde muchas veces, dibujaron mis labios sobre el
cristal de la ventana un océano de besos y peces, para ella, entendí, que era ella,
Ella, era Aquiles sobre el pavimento de unas calles que se alargaban hasta
avanzando por la avenida 26. Día a día la espiaba, compraba los periódicos para
conocerla, coleccioné revistas, videos de las feministas, bueno, de Wafi que era el
Hace cuatro meses tuve la oportunidad de hablarle: a las ocho menos diez
mastodonte de hierro se negó a sucumbir ante las delicadas manos de Wafi, crucé
la calle, metí la llave por la parte interior de la reja, y empuje el pedazo de llave
partida, con una navaja que llevo siempre en el bolsillo, la cerradura gruñó y llamé,
dio las gracias, con la familiaridad de quienes se conocen desde siempre. Para
a confesarle que todos los días su figura camina en mis ojos, abiertos para ella,
Una brisa sopla entre las ruinas de esta ciudad. A la marcha de la escuela
acciones son inútiles, las decisiones vienen del alto gobierno. Los estudiantes,
Estuve varios días inconsciente, entre los sopores de la fiebre. Al despertar, mis
brazos amoratados soportaban unas agujas, que servían para pasar los
de oxígeno, aunque lo que más me atormentaba era la sed alimentada por el dolor
celebré mil vidas, sin necesidad de articular una palabra, pues mis palabras no
centro. El informe psiquiátrico que ella certificó, explicaba que era un trauma que
toda prisa, pasó por mi costado, sin voltear, con la frialdad de una desconocida.
EL LENGUAJE DE LOS PÁJAROS
dándole vueltas en la cabeza, algo ansiosa por la espera, mis ojos repasaban el
salón.Lo había logrado, Minerva Santos, concedió una entrevista, ella que tantos
años se ocultó, que no volvió a publicar, tan aislada, tan escondida para todos, y
tan mía, repasaba cada una de sus líneas en mi cabeza, ella tan anacoreta,
desinterés por lo que pudieran ver o decir de ella. Estaba ahí, frente a mí,
mueve su interés.
Mi rostro sin dudas, le recordó las ganas de vivir de otros tiempos, con la
importante. Para ellos ése es un trabajo, algo tienen que decir, de eso viven.
Jamás escribí para la crítica, es un destino muy pobre, un signo de muerte, para
quienes pretendemos descifrar la vida. Escribí ese libro para usted, para este
que han empleado para definir mis reflexiones. Léalo, si lo encuentra estará bien.
mis notas.
infinita, ¿me entiende?, sea testigo de cada acto de su vida. Sí, testigo, muchos
metamorfosis de su ánimo.
de todas las mañanas, pero esta vez sintió la convexidad dura, punzante, como
los nombres, es que hay tan pocas cosas importantes que nada resulta digno de
cada intento.
Cada recurso del lenguaje, pasaba desapercibido, por un mundo que vivía
poeta, acariciaba su corbata blanca, con la punta roja caída más abajo del
corbata traída de Italia, por ella, exclusiva, exclusivísima, porque la tocaron sus
carpetas, él leyendo uno tras otro, intentando encontrar algo similar a Sonia
hermosa, la que hiciese del escrito un himno, un traje, una fiesta en el dolor.
brillantes, enrojecidos por la sangre, apenas cubierta por la débil capa de dermis,
reflejaban una edad avanzada. Pómulos de una edad multiplicada, por los años de
desvelo.
difícil, lo que hay que develar. Cada palabra, que estructura el cuerpo del
olvidar que son esquelas mortuorias. Una, dos o tres palabras atractivas, graves,
hermoso; ya frente al archivo introduce la llave, abre otro tiempo, cuatro o cinco
carpetas con papeles manuscritos amarillos, va revisando hoja por hoja, los
académicos, infartados, artistas, políticos, viudas etc. Después de esto los revisa
libro de los 100 obituarios más famosos, pero no encuentra, algo, digno de ella.
tenían la luz al final, más bien, eran un infinito extendido en el infinito. Dos óvalos
De nada valió entregarse, todo era un vano inmenso, un vano del tamaño
cajón del fondo, el que tenía bajo llave, el sobre dirigido al jefe del periódico: Su
propio obituario, que ahora regalaría a Sonia, como última muestra de ese amor
que ella esquivó, por convencionalismos sociales. Ahí estaba, para ella: el escrito
perfecto, la gran palabra, la frase absoluta, original, ella, que vivió en cada uno de
“La esencia del pájaro no está en el vuelo, esto reduce el ser del pájaro a
majestuosamente tallada, una figura altiva, pero esto a la vez, marca distintiva que
niega la posibilidad de ver a todos los pájaros iguales. Cada biotipo abre las aspas
esa es una verdad absolutamente falsa. ¿Es que acaso hallan parecido entre la
altura alcanzada por el cóndor y la estatura del vuelo de un colibrí?, ¿no varían
entre el planeo perfecto del halcón y la torpeza de una lechuza ante el alba? La
esencia del pájaro se adquiere en el vientre, igual, la esencia del poeta, porque un
instante con el viento, pues allí su esencia en cada intento; eso lo hace unísono,
cabeza para sentir, la brisa, agitó los brazos como si fueran alas, y sembró de
diferencias el aire.
OTRA HISTORIA
amor en las entrañas.La cama 214, con la estatuilla del redentor sobre la
“Adelante, entre, no se quede en la puerta como una pendeja, pase que los
viernes de dolores los trescientos sesenta y cinco días del año, idénticos como la
letanía de un rosario. Ese rosario que todas las noches, vacío de Dios como ella,
refunfuñaba, dejando caer a mis pies la culpa de su soledad: “Carajo, desde que la
estoy llamando, rezando para que venga, pareciera estarle haciendo un favor a
murmuraban sus historias aturdidos por cinco siglos de traición, desandando, para
debían la paz.
que no se acurruca en el bojotico de ropa acá en mis pies, así como el gatito,
cuando me fui a la escuela y luego lloró conmigo, como si yo no supiera que fue
usted, usted, usted… Pero no se lo decía, hablaba con ella en el pensamiento.
“Aquí le tengo su lugar a mi lado, junto a los libros, llenos de esas historias de
mentiras que me la han distraído toda la vida”. Pero no me dejaba convencer por
para disculparla, su carácter no era permeable a los cambios del tiempo o los
escenarios, tampoco estaba poseído por ningún demonio de esos que saltan de
las hojas de los libros. Veía mi agonía como en un espejo, al mirarla, a mí también
siempre la quise, usted era mi favorita, aunque nunca se lo decía, sabe, esas
un zarpazo.
salió del coma”, un río de paz, inundó mis coyunturas. Al salir del hospital, iré a la
librería y buscaré nuevos cuentos, seguiré siendo, mujer, entre las páginas.
SED DE AMOR
Arrojó anzuelos y carnadas, al cabo de tres horas sintió que tiraban con
fuerza, espejismo reflejado en las gotas de sudor que bajaban lentamente desde
caña, como si nuevamente las ráfagas de viento tejieran una corona de sal.
de aquel primer día, cuando los rayos del sol lo quemaban. Se acostumbró tanto a
ello, que se quedó tres semanas sobre los muslos del agua. Porque era la
como una marioneta, Estela veía algo más en Alfonso que sus movimientos
mediocres resultados. Aunque hay que admitir que las voces son maravillosas. ¡El
La lluvia cae como pájaros solos, sobre las calles de la ciudad atestada de
carros, comida rápida y vagabundos.Estela fue parte del elenco de esa ópera,
“Esta pasión corva mi espalda, este deber asedia mis días”. Todos en
desenlaces.
levantados, y el paso de gallineta culeca por las calles que trazo para ellas.
Cada kilo de verduras, o cochino, era un suspiro, un largo suspiro como los de
ella, cuando se quedaba mirando la puerta de la calle, por donde un día salió, y en
asoma ya tu calva, pobre alma sin centro, mil veces inútil, jamás fundaste algo, a
pesar de todo lo que te di por herencia, la nulidad copula en tus sesos. No sé qué
hacer, estoy cansado, te veo, escamas el aire, con tu olor pestilente a calamidad.
Treinta años, sin comprender que la pintura es asunto de hombres, que no solo se
alimenté con la misma leche, sin lujos y sin desacuerdos entre ustedes. ¿Por qué
dormía, contaba las vueltas que daba en la cama, la veía tocarse los senos, bajar
las manos, meterlas entre los muslos, moverse, gemir, luego quedarse tranquila,
consolé, hice de la paleta su cuerpo, los matices sus pasos, y toda ella el universo
encerrado en la tela.
sí mismo, le decía: quise ser otro, pero no pude, los colores seducían mi retina,
me bailaban como mujeres desnudas, ellas sirenas me cantaban la luz en los ojos.
Pero nada lograba, sílabas ladinas se derramaban de su boca creando una ruleta
de sermones. Veía cómo las raíces estrangulaban las paredes, así me sentía,
poco menos, me inventaba historias donde alguien tocaba la puerta para hablarme
de ti.La típica escena de una película de amor: Una vez en el mercado, entre
mis manos, pretendo atrapar la esperanza entre los dedos. Todavía camino, miro
los árboles del parque, y en voz alta hablo de mis pensamientos, a eso de ti, que
como un huérfano.
de los milagros, te coloqué en el altar de los santos, junto a las estampitas de yeso
los alambres. Nada puede romper el hechizo de un ser triste, escrito con tinta.
REESCRITURA
Antonio León Yépez no era como nosotros, lo afirmo yo que lo conocí como
si fuera un pedazo de mi piel. Como alguien dijo en sus exequias, no era ni malo,
intuición, vampiro literario, vivió de la tinta de los otros, así era. Pero su penitencia
por vivir al estilo de León, aparte de ser un calvario, un presidio, quitando todo
hallaremos una naturaleza sin ritmo, propia de los derrotados, creo por ello, me
igualé a él, cosa de la que ahora estoy arrepentida, pero eso tampoco tiene
verdades más evidentes, cuestionando cada paso, con tal severidad que se
para él. Sin embargo, quedará gravitando su palabra, semejando los cometas,
apareciendo de vez en cuando con la fuerza de los látigos para gritar con sólidos
León Yépez era un hombre inteligente, hizo creer a todos que era un
confesor, relojes que ya no le daban la hora; maniatada había vencido todos los
tiempos, se había hecho tiempo, espacio, pájaro con ojos de gato, envuelta en los
punto del horizonte que él no lograba descifrar. Jamás la oyó blasfemar, a decir
confesión, diría que era un ángel el que hablaba por su boca. Ese ser de alma
malestar inexplicable.
Por primera vez sentía que el péndulo de la justicia escapaba de las manos
imagen lo había perturbado estos últimos años, al fin lo dejaría en paz, su talante
El Cardenal Briceño, sin perturbar, con voz de teólogo, al tribunal: “hasta los
estante, pájaros recordándolo, uno por cada año que lleva ausente.
Primer año: una golondrina con las alas pintadas de luna. Segundo año:
años, migando las horas con alpiste, para los pájaros del solar, fija, en un punto,
entre las amapolas, igual a esa tinaja debajo del alero del corredor, envejecida por
deja que la aguja hile para ella otro destino. No todas tenían la oportunidad de
por el horizonte que atrapa su ventana: para el quinto será un colibrí, con un Cristo
pintado en el cuello.
JUNTO AL COTOPERÍ
respirar, como si el aire fuese un peso, una carga insoportable que le impedía
Un día se irá, y entonces en los nidos de los tordos habrá pichones, los
Pienso que el viejo Toribio no tuvo culpa de nada, creo que en realidad no
escuela de medicina, la que siempre iba con vestidos anchos de tela hindú, la que
le salió al paso en el cruce de caminos y no pudo concretar las ideas, dos años
bebiéndose su eternidad.
Se lo llevó como pellejo en las uñas, entre sus garras de buitre le fue
por ella, convertido en enfermedad, en esa enfermedad que dejan los adioses,
encerrada en una botella, y van quebrando en cada sorbo los días en astillas de
amargura.
esos días en el monte, cuando decíamos que era una metáfora de cómo morirá el
botas militares. Mutilábamos sin contemplación sus cuerpos. Una vez, le di con un
del imperialismo.
Una vaina que llamaban revolución, se puso de moda, una fiebre, una
juventud, era la opción de vida más digna. Muchos nos casamos con eso, con eso,
con la idea de un mundo más justo. La mayoría activó, hizo su papel, representó
con cierta pasión una asignación transitoria, aseguro que, a la mayoría, se le pasó
mujeres. Hasta ella, admitió que yo era el responsable de la célula. Luego cada
fueron a juicio, cada cual se incorporó a la sociedad. Hoy son jueces, profesores
Los que creyeron, los otros, o están locos o se suicidaron. Y yo que soy un protón
libre, me puse a hablar con mi alma: Mija, como todos nos acusaron, no quedade
otra, hagamos lo del Cristo, y los hacemos sentir culpables, de no buscar otra
No llevo marcados los días que llevo encerrado, corté el tiempo con dos
que marcha ciego en una curva de instantes sin sentido, que corre sin saber a
Doctor, qué carajo me interesa que nadie recuerde quién soy, o peor, que
se tejan sobre mi persona, cargos, que me ponen ante la opinión pública como un
No tuve palabras para decir nada. Di varias vueltas por la ciudad, tenían
inserto en el mundo, tan cómodo con todo, que algo de asco empezó a treparse al
su voz sonó como una letanía: Doctor, usted fue el último que conversó con
penal. No se puede ser justo en una sociedad injusta, defender la ley vacía de
estar sin él, los dientes rechinaban, silbaba las vocales, eran lagartos de agua que
Nada logré, un total desperdicio, una máquina de excrecencias, eso soy. Su mea
culpa, quebró mis puntos cardinales, sin eje ni sonrisa, saboreé cada lágrima.
Sin él, extranjera en mi propia vida. Miro por la ventanilla la sombra de otros
días, que aún no resultan ajenos, y la sonrisa de mi madre, quebrada, toda ella,
palabras en mi cerebro, intermitentes como las luces, de una farmacia. Ahora los
ordenados y el informe clínico, que todas las pastillas son prescritas por un
tomodos píldoras de la caja morada, escruto a las mujeres que entran, me percato
caja blanca y verde trae de vuelta el olor de mi madre, esa fragancia a durazno
que me arropa cuando entro en pánico. Ella, que idéntica a la pared de una casa
en ruinas, cayó.
aparentemente todo está igual, dispuesto de tal forma, que pareciera inevitable
como un vaso de leche, de la boca de un niño, un lugar fuera del tiempo. El taxista
insiste ¡su dirección!, ella mantendrá agarrado del mutismo su destino, sellada,
habla el idioma de todos sus clientes. Ella sabe que cada uno se hace un Dios que
Llueve a ratos, superpuestas las gotitas como bailarinas con las piernas
cruzadas, el sol bosteza en la nuca, igual que todos los domingos, llueva o no
llueva. El sábado es otra cosa, es tibio, como un beso de la maestra Adelfa. Mi tío
es juez. Hace tres días sentenció con lugar el petitorio de la emisora que relevó de
primera actriz, todos saben que es un drama pasional, entre travestis. El juez dijo
que estaba bien el despido, se impone la ley sobre la justicia, y asunto resuelto. A
mi juicio esa mujer con su paso de diva es tan pestilente como un inodoro de
carretera, inventó todo ese asunto para que botaran al maquillista. Pero al juez le
gusta, y contra las morbosidades del pensamiento nadie puede. El sujeto es sobre
quien recae la acción verbal, la gramática es tan disociada como la ley, pienso
mientras repaso mis lecciones para el examen del viernes. A la profesora Marín le
poquito a poquito las piernas para que le vea el oscuro laberinto. Me recuerda a
Soy virgen, las excrecencias de otros, u otras, me dan asco, ysolo pensar
en los reflectores del color de la piel de la primera actriz, sobre el cuero de los
zapatos del actor principal. Ella prefiere unos de dos tonos como de pierrot. Él se
ecologista, esa que también me mira con hambre. En el vestidor unos gramitos de
polvo le devuelven la alegría a Ginett. Se puso intensa con el asunto del futbolista
antoje, luego lo devuelvo, y soy la más cotizada de la Disco cada sábado. David
insiste en vociferar que el argumento del viaje a la Meca como eje de la trama es
vuelve a ir al baño por más felicidad, lleva un vestido suelto que le dibuja el
contorno de las nalgas, Constantino la mira sin lujuria, más bien con la frialdad de
elemental demuestra mi intolerancia por las florituras del texto, eso contribuye a la
maltrato. Por eso, para la conferencia: “La mujer ante el poder”. En esos cuarenta
incertidumbre. De vez en cuando conversaba con sus amigas, pero ya todos los
primer trago de café, sin dejar de pensar que la idea de quitarse algunos años, en
desea tener una cita”. Habló del aviso a Augusto, que rezongaba cansado como
ella.
otra nota.
“María, deseo verte: Café Teruel, a las 4 pm, quiero estar contigo el día de
tu cumpleaños”. Faltaban 6 días. Ninguna de sus amigas apareció por esos días,
para comentarle, agotaba cada hora imaginando al ser que se llamaba Alfonso.
interior negra, sugerente, la blusa insinuante sobre los pechos, aun animosos, una
falda ajustada, con una abertura discreta, fragancia de jazmín, corrector de ojeras,
preferencias, eso sí, la limonada la sustituimos por un jugo de papaya, para evitar
una velita y una tarjeta con unas letras como moscas dando saltitos sobre el papel
inmensa felicidad por tu cumpleaños, y me disculpo, por no tener el valor “para ir”.
una mezquina bruja, que se burla de ella. Se recompone, se siente fofa, y ridícula,
sentada en la alfombra.
ciberespacio.
FLOR RESURRECTA
Cuando vio por primera vez a la nueva cajera su extravío lingüístico tomó la
las aves, ella era tan honda en él, tanto que en una ocasión dijo que la amaba
desde todas las vidas, que la siguió en todas las reencarnaciones, sin titubear,
perversiones del sol entre sus pecas. En alguna parte, vedada a los ojos, la
Dios en los sueños. Faltan pocos días para que el ruido del aparato de calefacción
se torne otra vez innecesario, ocho días, ninguna eternidad es más larga que ocho
días.
preparatoria.
Veinte años tirados al cesto de la basura. Alguna vez tuve una buena
vez más a mí. Si escribiera lo que dice hacer, podría ser la autora de una
bambú dobladas tantas veces en su empeño por adular, ahora semejan el arco del
en los apagadores, placas, poemas de pésima factura, fotos con celebridades del
circo literario.
prácticos para escribir un poema sin la palabra: recuerdo, hojas que recogen una
facultad de opinar por todo y de todo, publicados en periódicos, uno a uno, para
luego conformar un libro, por la solicitud de los más prestigiosos editores, que
rostro.
renunciado a toda esa farsa que era mi existencia, que mi prioridad era encontrar
Un año y siete meses llevaba en aquel retiro, sin excesos, sin libros,
del agua, poco escribí, sentía quelas palabras estaban en cuarentena. Sin
abusos, los ojos, sus ojos eran la celada, los oídos un gran ducto despertándole el
dormir entrelazado a ella, de tal forma que inventaba cada noche artificios para
una fusión imposible, quería respirarla, tomar de ella a través de su calor, la
Hace dos años leí su tesis, publicada por una prestigiosa editorial
extranjera, ahora es una experta en mí, una especialista de una obra sin mayores
redes sociales que es la verdadera autora de “La tierra de los olvidados”. Ellos: los
dónde vamos? 37 años antes había ocurrido igual, pero entonces era su abuelo
quien sentía las piedras en su garganta arremolinadas desde el plexo solar hasta
su lengua. Y era Santiago de Chile, La Habana, y luego otra ciudad y otra ciudad,
revolucionarias; y la ancha avenida del porvenir abierta con sus fauces afiladas
su padre, cavilando sobre la lista de los ausentes, seguro que, de aquella lista de
Luego de una pausa, vuelve a sujetar su mano, como quien detiene una
erupción volcánica, intuye que algo se ordenó en la jaula de su pecho, sin edad,
lugar o tiempo. Seguirá buscando una clave, señal, dato, cualquier guiño o
ademán de la suerte, que lo conduzcan a ella, mientras traduce los instantes,
En una de las mansiones más ostentosas de la calle 12, ahí, cautiva, sin
tener nada contagioso, sin lesiones que le impidan moverse, negada a levantarse
elucubraciones sin fundamento.La señorita Hortensia tiene doce años que no sale
Una gota roja, tras otra gota roja, una cadena de puntos que llegaban hasta
que rodeaba la cama, las sábanas, las toallas, el frasco de colonia sin tapa, el
boca cerrada, tieso, con los ojos abiertos, los dedos estirados como varas.
jugar, mudarnos a este edificio fatigado, no me parece una buena idea, Vicente.
―El psicólogo les aconsejó tener otro hijo, los niños que crecen sin
sepulcral.En el púlpito, el cura absolviéndolo sin saber cuáles eran sus pecados.
Camino al cementero el cortejo dispersándose, cuatro personas lo acompañaron,
nuestro cuarto.
En el sector norte del cementerio municipal el ataúd bajando por las sogas,
la tapa de concreto, la cruz con el nombre: Antonio Pífano nació, 1930, murió el
18-01-85, Q.E.P.D. Sin flores, ni lágrimas. Del apartamento sacaron sus cosas,
mujer joven y fuerte, él, de mal carácter y achacoso, no era un mal hombre, por
En los corredores de una casa en penumbras, bajo un cielo sin pájaros que
para siempre. Arrastró rocas de palabras que formaron un dique indestructible que
la protege de inundarse.
Ella, un efímero rasgo en las alas del día, desechó la risa, la sepultó en una
una sombra.
ERIDU
Él mostraba un morral con la soga, me sugería que eso era un solo dolor,
apenas unos minutos, y agonizaría toda intensidad. Anda, despósate con este
instante, sabes que todo es igual a nada, hasta esa maldita manía de escribir
por este valle de lágrimas. Sigue su monólogo volteando para todas partes,
cabeza. Serena como una virgen renacentista, coloca al niño contra su pecho, su
suavemente con el aliento de los Dioses del aire. En espera del hombre que sin
a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una hondura que
normalmente está reservada para las personas más íntimas, las que aceleran
No todo el mundo está preparado para percatarse de estos oasis del pensamiento.
mañana.
POST GRADUADO
a: Cesar Escalona
una década se fue por el caño. Quiero caminar, olvidar, convencerme, que esto no
me sucedió a mí.
que, aunque curera, me ha agradecido el gesto; una revista del New York Times
Dirá que llegó tarde porque se extravió una muestra sumamente importante,
por dejar a su familia, o alguna añoranza por el terruño, había fijado con hierro sus
objetivos: no regresar, quería ser bióloga, y lo logró. Por el contrario, mi vida era
Un animal hambriento, era Maribel, engullía con avaricia las horas. Por eso
mis ojos.
mundo. Ella pendiendo de las estructuras lógicas, la exactitud, la técnica, toda ella
Repasa con lentitud sus muslos blancos y firmes, la desnuda con hambre,
los senos redondos y duros, se revelan para él, su código deja de ser secreto,
coco, que le regalo, cada mañana. Los afilados dientes trozan el aire, turban los
silencio.
Creo que ella advirtió que lo sabía, pues sus mejillas se colorearon y unas
abrieron para entrar en los míos, asaltándonos uno al otro en la mirada como
insistencia: aquí estoy, fui, pero jamás me ausenté, una y otra vez. Yo nadaba
Mi Romeo,
Mi Julieta,
Y yo muero más
―Te conozco
― ¿A quién?
―A ti
Cruza por mi mente, aquella chica que conocí en el metro, bueno que vi en el
conoce a nadie, todo el mundo está en lo suyo, todo el mundo, orbitando sobre su
propia soledad. Aburrida, con todo y los cien mil libros que ha leído, tan aburrida,
tanto que provoca sueño oírla, aburrida como una clase de historia
―No jodan, hoy no haremos ninguna toma. Renuncio a hoy, nos vemos el
mismo médico de mi mamá, una vez nos cruzamos y se hizo la que no nos vio,
parecer sana, en este mundo donde lo raro es no ser un poco loco. Su espíritu
obsesivo la pone a mover los ojos como desquiciada, supervisa hasta las pelusitas
que suelta Frida, la gatita que actúa de mascota de la coprotagonista. Una vez la
escuché decir que se hizo escenógrafa con Martin Chopeen, ni idea de quién es
ese tipo, pero debe ser importante con ese nombre, mi mamá siempre dice eso, la
gente es como se llama. Mi mamá lee las cartas del Tarot. Tu destino no está en
este lugar, este no es tu sitio hija, repite, y repite, en cada lectura. Tatiana nunca
―Toma uno.
Romeo: ―Júrote, amada mía, por los rayos de la luna que platean la copa
de los árboles…
Julieta: ―No hagas ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu
―Toma dos.
noche oír tales promesas que parecen violentas y demasiado rápidas. Son como
el rayo que se extingue, apenas aparece. Aléjate ahora: quizá cuando vuelvas
haya llegado a abrirse, animado por las brisas del estío, el capullo de esta flor.
helado, en el Ruso Café, luego nos fuimos a la discoteca “Galaxia”. Allí nos
sentamos en lo más obscuro, pero de todas maneras nos vio Ernesto, el siguió
molestando a Matilde, discutieron, me fui al baño, para evitar las escenas, siempre
Qué final, parece un helado de pollo con chocolate, absurdo, tan absurdo
Este poquito de cielo blanco me convence, que vivo los cinco minutos de la
mis pies.
CARTA A MI MADRE
“Agarren a ese loco”, creí que era conmigo, entonces corrí sintiéndome
tapias. “Agárrenlo”, corría más rápido, con corazón sonando como un tambor,
paso, pero estaban muy bien entramados, encontré una lata y me empiné, logré
saltar, me lastimé las manos, y el resto del cuerpo, con las piedras y los arbustos
No puede ser, tener que decir “No sé nada” así como empezar a repetir por
repetir, sin querer andar por allí de vagabundo, haciendo un lugar en el otro, en el
nombre del extraño. Así me dicen que diga, así lo digo, me acomodo, callando,
gana, que pongan en esos papeles del carajo la edad que quieran, si me cortan el
pelo, que me lo corten, Total, No me interesa probar nada, es mejor así, sin dar
referencias, ni una, tal vez logre al fin huir de mí mismo. Ojalá, después de esto,
asaltaban la pregunta: ¿Por qué corro?, pero ya era tarde. Aquellas linternas
encontraron: ¡Se metió en la tanquilla!, ahora sí, no se escapa, ese loco, ese loco
de mierda.
los pisaba y corría. Ellos seguramente me habían visto entrar, pues también
El aire era escaso, poco para tanta gente, el calor se iba haciendo infierno,
correr un poco más, a lo mejor pasa como en las películas y esa alcantarilla
desfigurándome la cara.
Vuelve la mujer que hace las preguntas, junto al señor de bigote que
entiende, o es sordo y no escucha, pero algo tiene que ser. Callado me decía,
todo sale de la nada, hasta sus batas blancas, pero no soltaba una sola palabra.
miro al lado derecho y hay una claridad que no es de linterna, voy allá, llego, es
planta, por fin tengo lugares para esconderme, metido detrás del panel de
trasformadores, no respiro, temo ser oído. Ellos gritan: por aquí debe estar,
donde ni yo me encuentre.
comido, creo que puede ser él, con tantas raspaduras en la cara y en el cuerpo,
lugar. Acá, tengo un espacio para mi silencio, para descubrir quién soy.
La celda trece es pequeña, ventilada, con vista a la calle, en ella tengo una
cama dura, sin más muebles, porque según ellos soy peligroso. Aun no sé qué me
del autobús.
una letanía en mi cabeza, un gurú; enseña una forma de vida. Y la otra voz, la
y el retrato que pintó para mí Néstor Davoin, junto al televisor de plasma última
antropóloga forense.
que veo cada noche, mientras miro mis brazos, con esos punticos marrones, que
disimulo con maquillaje. Fue una lluvia de garrapatas, sí, de garrapatas que se
carrusel de palabras.
REINA DE SABA
que da con el “Suiza Café”, siempre está sentada una mujer, de unos cuarenta y
dos años, no es extraña a ningún transeúnte pues pienso que todos la toman
como un elemento más del paisaje urbano, pero no es así, ella tiene su historia y
la narra a quien se ocupe en llevarle café con leche hirviendo y una torta de
chocolate.
canoso y harapiento de la esquina del “Suiza Café”, pastel en mano, tres, cuatro
mordiscos de perro callejero, luego, una pausa, un giro del carácter, refinó sus
apuntando el cielo con el índice derecho: Soy la Reina de todo esto, pero ustedes
Juana de Arco, con la pasión de quien la historia la ha vivido, para terminar con un
leve suspiro: pobre niña, nació fuera de su tiempo. ¿Quién era? Ahora mi
Incorporé su merienda a mi rutina. Al salir del trabajo iba a oír la historia del
mundo sentada en una acera, Zarinas, Cacicas Indígenas, Santa Teresa de Jesús,
o esposa de Napoleón. Cada dato lo consulté en diccionarios y libros de historia,
todo era verídico, fechas, personajes, situaciones, una dimensión infinita ese ser
depredadora con gente que marcha por inercia, que habla sola, mientras llega al
Un suspiro cruza este pueblo sombrío, su eco abraza las paredes de las
alguna vez.
SOR JUANA
Te odié, la primera vez que te vi, te odié. Subía las escaleras cansada de la
vida, iba a llenar unas planillas para una beca interna de la universidad, y la
migraña compañera fiel hacía de las suyas, mi cabeza era el lugar de encuentro,
de una silla de dentista y una jauría de lobos histéricos, y tu detrás de mí, a todo
pulmón: “Me gusta cuando callas porque estás como ausente, y mi voz no te toca
Alcanzar el tercer piso, sin voltear, fue una tarea de Titanes. Frente a su
saber, que no aguanto el dolor de cabeza. Enmudeciste, ella como impulsada por
algunas bromas, ella con una mueca me dijo, eso lo mandan así.
Me percaté de la media luna que delineaba tus pupilas mientras bebí a grandes
Aun hoy no sé el nombre de las pastillas, pero me hicieron llorar, tuve que
Era otra la que lloraba, la que estaba del otro lado de la imagen, del espejo
respondí, tomé las planillas, las habías llenado todas, un trabajo impecable.
abrazo de quien sin tocarte da con su sola presencia, la seguridad del hogar.
Sor Juana, eso no te lo van a dar, a menos que seas amante del rector o
¿Tú no te acuestas con ninguno de los payasos, Sor Juana? Apreté las
planillas contra mi pecho, y sin decir palabra, salí de la oficina, y tu detrás de mí.
Cruzamos la calle, y entramos al patio de una casa donde servían menú, para
estudiantes.
agua, con desgano. Pagaste cuando fui al baño. Insististe en ello, acepté para
desagradó. Subí a clases, y todos al saludarme decían Sor Juana, en ese pueblo
mi bolso roto me preocupaba más que eso. Y pasó lo esperado, toda la ropa
esos momentos.
esa conmoción, que producen los espacios vacíos y las tardes andinas, regrese a
mi casa.
momento, pero las coincidencias con nuestra vida, dejaban predecir el desenlace.
MADRE
alguna de las cafeterías que la rodean. Era todo a prisa, como a control remoto,
creo que por ello, te propuso ir a Europa, con la lentitud de sus fantasmas, atada
por el esqueleto del partido, que amenazaba con inventar la primera internacional,
para entonar las consignas encalladas en las utopías de Tomas Moro, del rebelde
Etiopía. Intentaste fundar un reino desde tu vientre, pero una Amazona no basta.
MELTIN POT
Sobre la ceja derecha una cicatriz deletrea todos los golpes, atraviesa el
suspensivos.
fundamentos.
traición de sus santos, que tanto me asquea, Dios no está en ellos, ni en los
un piano de cola, como si fuese una película muda, él moviendo la cabeza girando
como un tíovivo, las teclas en las manos enjutas, tapiz de viejas perversiones.
vida, con la mujer de Alfonzo, amén del escándalo y las risas de los compañeros
a las clases de ballet del instituto donde una tía bailarina me llevaba de niña.
convenció, con promesas de amor eterno. Quienes tienen el corazón roto, creen
En sus ojos húmedos, ella no vio lo que ocurriría cinco años más tarde,
Además, su sangre guardaba una suerte de leucemia que le hirvió con más
fuerza, cuando ella ya no creía en él, eran demasiadas mentiras amontonadas que
hacían un infierno la vida en común; los gritos de un malestar físico que, aún hoy,
no sabe si era fingido, detonaba una callada rabia, que trepaba como serpiente las
En la comisaría, el vaso que Dolores horas antes había llenado con agua
eso siempre me causaba angustia; lo juro. Entré y lo vi tirado, creí que estaba
borracho.
pésame, mucho menos a responder a un policía que a cada rato le decía que sin
edad.
De ellas Diana es la más joven, la que ríe, imita un gesto, alarga la boca, se
Intuye que su rostro será borrado sin atenuantes al instante de salir del estudio,
la parte este del cuarto piso, en el local 4-63, el atelier en donde trabaja como
diseñadora. Abre la puerta. Nota que ninguna otra chica ha llegado, ninguna
evidencia de quien había traído la caja de tela que esperaba. Desarma el paquete,
los labios morados, el sudor mojándole hasta los huesos, ahogándose, trata de
les tomó horas antes; se siente atada al resto para siempre y eso le dibuja una
En el autobús, camino a la oficina, 7:30 A.M. Cada uno carga silencio y odia
la jornada.
decir?—
contar mi vida de autor, yo que pensaba que no tenía vida, me la inventé; saqué
Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó
a conocer el hielo”.
que cantaba mi padre, cada vez que llegaba borracho, golpeándose con todo y
No diré a nadie, nadie tiene que saber lo patética que fue mi vida. El niño
que temblaba debajo de las cobijas y ahogaba el llanto, y hoy la culpa, por nunca
mentiras.
Queda poco tiempo para llegar a la oficina, no gano nada recordando cosas
que ya nada tienen que ver conmigo. Empezaré a leer lápiz en mano:
Sin la facilidad de escribir, cercado por la ajenidad de la ficción, la primera
persona del singular, era ella. Más allá del desgano del nihilismo, ella. Texto hecho
cuerpo.
que sin importancia, ahí éramos iguales en eso de no terminar nada, de no ansiar
nada, ni esperar, ni reparar en nada; carne para atisbar el mundo, eso éramos.
que nos organizan la existencia. A veces basta una pésima canción de despecho:
“El preso número 9, era un hombre muy cabal, al ver a su mujer en brazos de su
rival, la mató, y a un amigo desleal”. Sentir que algo nos regresa al cuerpo. Sí, eso
pasa. Es buena una esquina con un pedazo de muro sobresaliente para sentarnos
expulsados, que hemos caído en el “no lugar”. Que es normal, casi necesario el
Toda ella parecía decirme: Tardaste en darte cuenta de la tribulación que eres.
novela. Hay que acumular horas de trabajo para asegurar experiencia. A los 26
escribir, ni cumplir sus sueños de escritor. Los clientes piensan que aún eres una
legales.
A las siete y treinta no hay desolación. Las paradas están llenas de sin
la silla de la oficina.
Al fin la Torre “David”, el elevador, piso nueve, oficina del Doctor Merton. La
secretaria mira el reloj, ocho y diez. Si, diez minutos tarde. Pero ella es un perro y
te ladra, toma nota, lleva el registro de tú vida. Amable, ahora te ofrece café;
La oficina que comparto con el Júnior de Merton tiene escasos doce metros
puede ser la piedra angular para sacudir las lágrimas trágicas y graves del
— No sigas. Para qué quieres mis horas, si todo se te hizo tarde, en mil
cambios idénticos: ¿Qué quieres? dime: ¿que siga esperando? ¿Hasta cuándo?
buscándote por dentro. Todo fue una excusa. Yo misma fui una excusa, una rotura
que tropezaba tratando de asirte de algo, y al final resultó que me sentí bastón
— Pero mujer, solamente pido un poco del tiempo que nos queda.
Todas las noches era lo mismo: el tipo del apartamento de al lado con su
mujer. Una máquina de hacer quejas, ¡Dios Santo! Ya hasta se me había olvidado
que uso este bastón lo que hago es arreglar relojes, con la vaga ilusión de poder
devolver con ellos el tiempo al momento aquel en que una mujer calentaba mi
cama. Tal vez peleando conmigo igual que lo hace la vecina desconocida. Ellos no
saben lo que tienen. Ellos se tienen el uno al otro; en cambio yo tengo que
la que espera. Así, tirada, con la piel pisando las puntitas secas de la alfalfa.
¿despidiéndose?
te llevó a ti. Mi ojo izquierdo casi cerrado por un guiño involuntario completa junto
pasos.
Aún me queda vida para empezar volviendo a ser en ti. Confieso mi ser de
hombre incongruente, pero eso no niega que cambié. No soy el mismo de todos
vueltas, y vueltas, y vueltas, hasta que miro todos mis relojes. En ellos la siete de
la noche es detenida.
que se palpa con las manos entre los muslos. Los pliegues suaves de lo que un
lejano día fue el gusto hirviendo, el embrujado aroma de tus conjugadas acciones.
Ahora vives sin hechizo, oliendo a sótano. Me abandonaste, seguiste sin mí, pero
—No puedes devastarte por cada hombre que pasa por tu vida y no cumple
maestra de primaria, redondita. Así nos enseñó la maestra Estela con el método
palmer.
El precio del barril del petróleo ha bajado, nunca antes había fluctuado tan
reiteradamente sueño con puentes que se rompen, no dejo que eso me detenga.
Me apego a las reglas del mercado internacional, las normas establecidas, son
El sol del verano, las ganas de no estar, el aire húmedo oloroso a chimenea
despedirse.
vida no es una línea que comienza cuando nacemos y termina al morir. Miles de
una edificación, haciéndome ajeno a todo. Aunque los patios son amplios, el
pequeño bosque no produce los efectos que esperaban los diseñadores. También
ese reducido espacio natural es parte del claustro, junto a los pasillos iluminados,
con las habitaciones frescas, todo el confort procurado, armoniza con las
Cada mañana, junto a Esteban subo a la azotea. Allí, él imagina entre las
torres de vigilia, burlando a los centinelas, una mujer con senos de ninfa. El sexo
sin cubrir y sus manos llamándolo como una sirena en altamar. Y él, marinero
prevenido, tapa sus oídos para que el embrujo de su canto no lo lleve. Esteban
los pasillos en un estallido cósmico recrea historias, con el calor que emanan los
brazos de su amante.
Después de los aullidos todos duermen menos yo, que trato de interpretar
contagiosa, pues un hombre que ladra a las sobras de los días, esperando el
mi miedo.
vemos los hijos machos de las ramas. Una a una, sin más compañía que el
impulso vital de los pájaros. Manuel suple la carencia imaginando que es uno,
pero uno muy especial, el que tiene en su garganta todos los sonidos. La mañana
los internos del lugar. Intentando encontrar una explicación. Yo los escucho,
convertidos en nostalgia.
demasiado violenta según los doctos para estar inserta en la sociedad. Ella va
toca, y sus manos danzan secretamente para mí. Imagino un caballo sin bridas,
cuando siento sus crines sobre mi pecho, oigo su respiración fuerte, me divierto
con sus relinchos, ella toma mis pies, con sus manos negras y galopa las aguas,
Por esto no salgo de la habitación, pues como ellos no logran explicar lo que
En los asientos traseros del bus va un tipo que conocí hace bastante
pantalón de lino con rayas verticales, tenis blancos, el cabello casi al rape, sus
labios y nariz con aire europeo, sin un acento que lo vincule a ninguna parte y la
que oculta algo grande pues mira mucho hacia atrás mientras camina. Como
temiendo ser reconocido. Debe ser casado, pues al pasar por el automercado su
mirada se detuvo frente al parador de las ofertas. Presumo tiene cincuenta y dos
que ocupaba todo el parabrisas del bus. Sentía que hacía lo mismo que yo, una
bordes del ojo derecho tiene escrita su profesión: Micólogo, investigador de algún
pasa buena parte del día observando hongos, bacterias, pequeños seres que
habitan los portaobjetos. El guiño del ojo izquierdo, pone punto final a mis dudas.
fresa, el olor pegajoso embebía el aire. Yo estaba un tanto molesto igual que el
hombre que me miraba. A él le desagradaba eso que decía ser música y el olor
los pasajeros se fueron ubicando. Fui directo a la barra del bar, me senté. Unos
algunos tragos.
enfrente, pensé que era el hombre de los dientes amarillos, que como yo, debería
tener sueño.
Dormí dos o tres horas, la corneta del bus me despertó. Me vestí deprisa,
corrí a abordarlo. Estando sentado tuve la sensación de haber olvidado algo, volví
Entendió tarde que no todos los ríos tienen el poder de purificar las junturas
sí.
No tuvo valor para decir nada. Antes de salir dejó una fotografía en la barra
Ocho minutos después del sol extinguirse, enterado estará el planeta que
que no existen, que son polvo estelar navegando en un carrusel de infinito, sin
— Vale está bien…. Sócrates Espinoza tenías que llamarte. Leeré pues
para ti.
“Como letanía un caballo recorre la calle. Todos duermen. Una mujer limpia
herraduras camina sobre las tejas, claramente se escucha el acero de una espada
silencio sobre las tejas. Por debajo de la puerta se cuela el invierno, la mujer se
cubre con la piel de un búfalo porque no logra calentarse con los maderos
encendidos de la chimenea....”
“El pan que está sobre la mesa está mohoso. Desde que vigila el
— ahora si… hasta aquí lo llevo escrito ¿Lo ves, Socrates? Este es el
tantos que zapatean por doquier, y esta mujer cae en cuenta que eran las once y
cuarto del día anterior. Claro indicio de locura, siempre y cuando no se trate del
personaje?
— ¿pero no se trata del tiempo narrativo? ¿Me estás diciendo que el tiempo
— ¿el pan?
— ¡SOCRATES ESPINOZA!
impone tanto un horario. Que hasta te quedan minutos suficientes para escribir de
Ella se sintió inconforme cuando lo observó partir hacia las escaleras. Echó
sido plantado en sus resoluciones. En el fondo del manuscrito una mujer que veía
ahora?
resoluciones judiciales.
estoy muerta…
ASALTO AL TREN
Con las olas del mar lamiendo mi espalda, desfilan por mi pensamiento mis
haciéndome una idea cada vez más clara de la situación legal de este pueblo. Yo
complejo el trabajo de los que asumen los cargos. Usualmente esto lo hace el
equipo, cosa que me deja en más desventaja. A nadie puedo pedir información de
la gestión anterior. Ocupada, sin tiempo para nada que no sea su ejercicio legal, la
doctora Mijares, vivía desde sus expedientes. Toda una carrera sorteando los
frente a mí, de más o menos 20 años, una muchacha delgadita como un jinete me
Quisiera que reconsidere su caso. A la fiscal que ocupaba su cargo, se lo pedí día
a día durante tres años, cuatro meses, y catorce días que estuvo como fiscal, y no
fue posible atendiera mi petición. Por favor, no haga lo mismo, véalo. Trate de
conversar con él y si considera justo déjelo salir. Su condena ya fue cumplida, si
ese mismo día le iría a ver. En el transcurso de la mañana indagué sobre Andrés
sin contundencia alguna, ningún crimen que ya no haya sido abolido por la ley de
Amnistía, o prescrito. Pero lo que capturó mi atención fue el juicio: constaba solo
de una página con la confesión que impedía continuar: “Soy culpable de cada uno
de los cargos”. Más abajo la sentencia borrosa, sin dígitos legibles, como si el
llegué al fin a la oficina del director. Nos presentamos y fui directo al grano. Él me
Era un hombre de más o menos 1.65 centímetros, con dos pájaros muertos
escuchó con atención. Hice un resumen del expediente, los débiles argumentos
que sostenían la nefasta sentencia. Una hora más tarde, como si estuviera
pregunté:
— no.
éramos culpables. Pero que había dos formas de proceder ante la culpa: el
varones. Así de cuerpo entero, sin buscar perdón ni concederlo. Luego agregó que
no pagaba ninguna deuda social, ni violación a ley alguna, ni delito, ni crimen; que
todos eran argucias, piezas de museo, discurso, ganas de revisar un mundo que
comprensión.
—Yo me aparté del mundo. Esta fue mi forma de decir que no estaba
inserto en la sociedad. Que el asalto al tren El Encanto fue un fracaso, una derrota
que me diera celda aparte para poder escribir. Ella concedió mi petición, pero a
verme, nunca vino. Tal vez verme le movía el pasado, algún dejo de
artesanalmente:
Salí con un manojo de papeles. Mis planes de hacer justicia con la ley
tiró el reloj al piso, lo golpeó con los pies hasta romper las agujas, cosa incorrecta
para un empresario.
doble vida.
confundía con el canto de los gallos en la piscina del club Paraíso, Alfonzo Tellez,
hora, daba vueltas en el agua como el segundero de su reloj. Ese “Rolex” ganado
Zacarías, con las gotas de ácido líquido haciéndole polvo de vidrio los ojos,
se quedó callado. No tan callado como, Eva, o el fanático que detonó la caja en el
Marcos es el menor, será médico, Carlos abogado, con la gracia del señor,
Elías soldado o religioso, si así lo dispone el cielo. Eva sin tiempo, entre las
esquirlas del pensamiento, en el olor dulzón que llega del patio de los jazmines.
esto fue antes de mudarse Era ella, destino desgastado, ahora en el viento,
sombra interior, minando las paredes. Estaba llena de silencios, y eso se llevó.
envolveré en sus brazos Eso para que se asegure, que, no llevando nada, cargó
Un buitre blanco cuyo planeo delataba las ruinas de cada aldea vencida,
veía en los ojos de mi padre. Erguido como un lunes, bajo los innumerables toldos
que cobija el sol, expuestos como heridas sobre la luz, ahí estaba él, detrás de
compartido entre signos y pasos leves de alguien quecamina. Se detiene, ante los
legajos de los folios sin numerar, las más viejas, cuya grumosa textura da la
Jacinto Salas, que en cuarenta y cinco años de transitar aquel ámbito había
historia.
veinte años sin restaurar. Por eso el gobierno municipal me contrató para diseñar
más funcional el viejo edificio. Así conocí al señor Jacinto, atendía solamente
grietas, era como un soldado de guerra mostrando sus heridas, cada quicio,
ventana, baldosa del piso. No pudo darme detalle del techo, me confesó que
percató de la mesa de espejo en la que acostumbro mostrar mis planos para que
la luz logre mostrar con nitidez casi fosforescente cada línea. Un impulso de mi
mano hizo volar los planos, él frunció el ceño, colocó la mano en la parte izquierda
sentada como una taza de café olvidada sobre la mesa, con un aura de
El tío Eduardo el menor de sus hijos, le preguntó si no había más nada, que
vio inclinarse sobre el montón de cartas, escondidas en los libros, que ya ardían
en la gran fogata. Primero las rompió en trocitos, y las apilo, luego hizo un hueco
con sus propias manos, entrego a la tierra su ofrenda de sepulturero. Las coloco al
fondo, rodeándolas de piedritas, y roció sobre ellas, alcohol, Era más un rito de
estirpe.
Ella seguía ahí, ingrávida, quizá atraída por otro fuego; el de Orlando, que
no fue capaz de cumplir el juramento hecho desde la niñez, de nunca dejarla sola.
ceniza, en hediondez.
BESTIAS DE LA NOCHE
Un cuerpo amable, pan duro con café tibio, bolero o tango, servían de
bastón a ese león sin garras. Así era él, atrapado en un cementerio de papeles.
El día que se fue, caminó sin mirar atrás. Recogió pocos libros, una
chaqueta que heredó de su abuelo árabe, dos mudas de ropa interior, un pantalón
y su bufanda de lana.
los dolientes, creaban una nube idéntica a la monocromía del bucare desnudo
enjutas, errabundas.
Cuando los gallos, entre las ramas de los cujíes, anunciaban las primeras
leído el poema “Beduino”, la presencia del amor se percibe con sabor a desdicha,
a abandono. Noto que el predominio de las cosas frágiles pareciera querer decir,
es: palabra, textura, forma, pero no amor— En tanto uno imagine el mundo desde
ajeno. Es necesaria la reelaboración del “Cosmos” espiritual, del ser humano, una
Caballero: ¿Noserá que cuando leyó “Beduino” una parte de usted estaba
quebrada? Cuidado que las palabras son tramposas y a veces son anzuelos,
celadas, capricho. Haga un espacio para su propio amor, tengo la sensación que
Llegó al periódico, su alegría era evidente, había logrado una entrevista con
transacción laboral.
aletargaban al grado de no escuchar la voz del editor que sacudió su hombro con
El cielo entero una túnica negra, como la de ella. Los destellos del fuego le
trajeron de golpe sus ojos beduinos, en ese humo espeso que ahora lo envolvía la
BEDUINO
En tu piel
el sol
lleva el paso
a ningún
lugar
Caminante
en el futuro
de una página
Como el pájaro
que ha perdido
el canto
En los desiertos
helados
del alma”
INDICE
HOLOGRAMA 7
ALTER EGO 8
DISCÍPULA DE JUNG 12
TODO PARA TI 17
OTRA HISTORIA 21
SED DE AMOR 23
NICHOS EN EL AIRE 24
APOSTOLADO 25
ARGIMIRO 27
POETA 28
REESCRITURA 29
HEREJE 31
REY DE BASTOS 32
JUNTO AL COTOPERÍ 33
LA CABEZA DE LA MAPANARE 35
ARQUETIPO 38
FE MENOR 43
AUGUSTO 44
FLOR RESURRECTA 47
AUTOAYUDA 48
ANAHATA 52
CLAUSTRO 55
PUNTOS SUSPENSIVOS 56
ENTRE MUJERES 58
ERIDU 60
POST GRADUADO 62
APRENDIZ 64
LUNA LUNA 66
ÚLTIMA ESCENA 70
CARTA A MI MADRE 71
MALDICIONES GENERACIONALES 74
DECISIONES 76
REINA DE SABA 77
DESTERRADOS 79
SOR JUANA 80
MADRE 83
MELTIN POT 84
ROMEO 85
CULPABLE 86
CENTRO COMERCIAL 88
EL DESVELO DE CARLOS 94
PREMONICIONES 96
RETROVISOR 102
IDENTICOS 105
ROLEX 114
INMIGRANTE 116
ACTO DE FE 117
ANCESTROS 119
DESAGRAVIO 121
LA ENTREVISTA 122
Wafi Salih es venezolana de origen libanés. Nació en Valera, Estado Trujillo, en
libro Caligrafía del aire fue publicado en España en 3 idiomas árabe, francés, y
infantil Cielos descalzos siendo el libro más vendido en 2008 en el ámbito infantil.