Futurismo - Vanguardia de Las Vanguardias

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Universidad Nacional de Colombia

Sede Bogotá
Facultad de Artes
Escuela de Diseño Gráfico
Historia del Diseño III: De las artes a los medios
Prof. Erick Naranjo

Futurismo: vanguardia de las


vanguardias
A inicios del siglo XX se gestaban movimientos que buscaban liberar las artes
de las formas tradicionales de expresarse.
Estos movimientos recibieron el apelativo de vanguardia en relación a la
posición militar en una batalla, estando en el frente luchando y abriendo el camino
para que avance el resto de soldados.
Así mismo, estos movimientos lograron romper la mentalidad de la época y
sentar las bases de una estética radical, experimental y novedosa.
El primero en aparecer durante el siglo fue el cubismo, surgido en Francia,
buscaba representar la multiplicidad de vistas posibles de una escena en un solo
artefacto mediante cubos como figura absoluta.
Este movimiento era hermético y exclusivo, creando una simbología y un
eclecticismo que se expresa analíticamente mediante la descomposición en figuras
primitivas y geometrizadas.
Debido a lo novedoso de esta solución visual el cubismo se convirtió en el
germen de decenas de variantes y movimientos que buscaban exponer junto a los
grandes del movimiento, como Braque, Gris o Picasso.
De manera simultánea, en el periódico ​L’Figaro ​un poeta italiano, nacido en
Egipto, lanzó un furioso manifiesto en la primera página, que incluía una advertencia
de los editores por lo incendiario de su contenido. El 9 de febrero de 1909 Tommaso
Filippo Marinetti comenzó la primer gran campaña publicitaria de la época moderna,
una campaña que duraría más de tres décadas y que culminaría con su
fallecimiento en 1944.
El Manifiesto Futurista proclama los preceptos de una nueva sensibilidad
mediante la pasión por los avances científicos y tecnológicos, los nuevos materiales
producto de la industria, la glorificación de la máquina y la guerra, la síntesis de la
materia debido a la velocidad y un ansia de iconoclasmo que llegará a proponer
destruir los museos, las bibliotecas, las academias.
Esta proclama estaba llena de furia y rechazo, sobre todo respecto las
tendencias artísticas precedentes, en lo que los futuristas catalogan como
feminismo: una visión del mundo percibida desde la sensibilidad y las emociones,
con la delicadeza, la melancolía, el derrotismo y la nostalgia de un pasado mejor
irrecuperable.
Esta noción correspondía con el espíritu romántico que imperaba en el siglo
XIX y que se extendió a las corrientes realistas tanto en literatura como en el resto
de artes. Lo que conlleva a otro punto de conflicto en el pensamiento futurista: el
rechazo al germanismo cultural que se expandía por europa.
Todo esto culmina en una exaltación a características catalogadas como
viriles, por ejemplo las ciencias, la guerra, la velocidad, el flujo dinámico, el bullicio o
la agresividad. En consideración a esta forma de catalogar la realidad, podemos
notar que más que una referencia a la sexualidad está ligada a una dicotomía entre
pasividad-actividad. Los futuristas despreciaban la hipersexualización de la época
pasada, catalogando como cursis y anticuado el desnudo en pintura y el adulterio en
literatura, siendo estos temas tan comunes que contenían poco o nada de valor
artístico ni mucho menos nada de sublime.
La pasividad está enmarcada además en la figura de los ​antiquistas,
individuos sujetos a los valores del pasado, en un continuo proceso de digestión de
las mismas obras de hacía siglos. Sobre todo en el contexto de la península itálica,
donde el resentimiento de una gloria románica perseguía a una incipiente nación
con la idea de no estar a la altura de otras potencias europeas del momento. ¿No
recuerda este sentimiento al que se generó durante el periodo de guerra entre los
movimientos de factos? Efectivamente, sería esta una serie de anticipos de lo que
sería uno de los datos que más afectan la historia de esta vanguardia.
En general, los futuristas querían destruir el mundo y volverlo a construir. Y
esto, por supuesto, conllevaba a inmiscuirse en cada uno de los aspectos de la vida,
por mínimo que fuera.
Tal actitud guió a los artistas a ser ellos mismos la obra de arte, a que cada
acción estuviera sustentada bajo los preceptos del arte y hayase manera de
sincretizar la vida cotidiana y la estética futurista. En tal acto de proto performance
se generó una producción continua de percepciones, a veces simuladas a veces
incitadas, por ejemplo al disfrazar y maquillar a uno de sus miembros como anciano
mientras los otros lo insultan y lo atacan por sus ideas anticuadas, esto con el ánimo
de crear una reacción y un estado mental inusual en el resto de individuos del
entorno.
Marinetti se encargó de mantener el movimiento en boga, publicando
manifiestos en todos los diarios de europa de manera simultánea, viajando a las
grandes ciudades y dando conferencias donde sus ideas llegaron a todos los que en
años posteriores consolidarían el resto de movimientos de vanguardia. Con una
herencia en la billetera que le permitió vivir cómodamente y sustentar sus
publicaciones y las de sus colegas, Marinetti se encargó de publicitar su movimiento
y no dudó en utilizar todas las estrategias posibles para hacerlo: desde empapelar
Milán de folletos desde un aeroplano hasta patrocinar grandes fiestas donde lo
inesperado era el plato fuerte: declamaciones repletas de onomatopeyas,
experimentos fotográficos, peleas, música experimental, licor y toda clase de
diversiones.
Y aunque sus discursos fueran explosivos y radicales, esto era solo parte de
la polémica que buscaban a manera de publicidad añadida. Los futuristas retomaron
esa pasión por la calle, por la ciudad nocturna y la vida del burlesque, de una
manera embelesada por la descomposición de las partículas de la materia y la
acción del movimiento en la percepción, la suplantación o sustitución de los
elementos, la superposición, la entropía y la destrucción de la normatividad.
Sintetizaron sus principios en el concepto del ruido: la simultaneidad de
múltiples estados de la mente, la construcción del pensamiento mediante los
sentidos y su representación por medio de la sinestesia y la superposición de
imágenes, tanto visuales como mentales. Esto conlleva al uso del collage como
solución pictórica, y a la utilización de la fotocomposición como medio de impresión
en la gráfica, un avance técnico que permitió la manipulación al extremo de la
tipografía, iniciando una experimentación nunca antes vista, rompiendo las normas
de composición en caja y en ángulos de 90°, para mutar en composiciones
totalmente libres con ángulos diversos y disonancia entre los elementos que se
convierten en imágenes en mayor medida que en texto. Marinetti las denominaba
tablas parolibres y eran poemas donde se usaban signos tipográficos, sonidos
(incluso se creó una onomalingüa, un lenguaje compuesto por onomatopeyas),
verso libre y una falta total de guía en la lectura, estando hechos para ser
declamados suponían una interacción mayor del lector al obligarlo a interpretar la
propia tipografía y a manipular el formato para otorgarle sentido a la obra y a su vez
ser capaz de reinterpretarla. El dadaísmo lleva consigo muchos de los conceptos del
diseño futurista, pero con una ideología distinta, más nihilista e irónica que la
nacionalista y proactiva del primer futurismo.
Con la proliferación de las máquinas entre los aburguesados de europa, el
ser humano no necesitaba representar más a los ángeles o a los centauros,
símbolos del arte de pretexto religioso y clásico mitológico, puesto que el mismo ser
humano se ha convertido en estos al estar en un avión o en una motocicleta,
respectivamente, y su dominio sobre el mundo solo ha comenzado. Su afición por
las industrias y la tecnología marca su inclinación por alabar los beneficios del
capitalismo y las dinámicas que este ha creado en la sociedad. Sus productos
buscaban tanto ser efímeros como ser destruidos por las generaciones posteriores
para que consolidaran sobre las ruinas del pasado una nueva mentalidad y una
visión renovada. Con esto el futurismo se autoproclamaba como pioneros o
conquistadores abriendo el camino a un cambio en la sensibilidad de las gentes. Y
ciertamente lo lograron, siendo que el término futurista se ha seguido reformulando
y utilizando aún hoy, cumpliendo con la profecía de ser desechado para dar paso a
otros.

Aunque por lo general la actitud de los futuristas, aunque pesada, es bastante


positiva. Demasiado positiva. Sus posturas pecaban en inocencia o subestimaban
los problemas inherentes a sus ideas, lo cual quedó demostrado rápidamente
cuando estalló la primera guerra mundial, en la que se enlistan al ejército la mayoría
de los miembros para que al final de la misma se retiraran unos cuantos, otros
reformularon sus planteamientos y dos de ellos no regresaran, Boccioni -gran pintor
que trajo los preceptos del divisionismo de Seignac y firmó los manifiestos “de la
pintura futurista” y “técnico de la pintura futurista” junto a otros tantos- y Sant-Elia
-arquitecto que legó las ideas de una ciudad-taller hecha por módulos que cambie
según la voluntad de sus habitantes y de cáscaras-edificios en cuyo interior se
movieran verticalmente por ascensores y estructuras móviles, en el Manifiesto de la
arquitectura futurista.
La guerra cambió toda la situación y confirmó las concepciones de
inferioridad italiana respecto a otras potencias que poseían colonias, mejores
armamentos y tecnología, además de una cultura vigorosa y cambiante. Todo esto
condujo a que Marinetti se lanzara a la política con el partido Fascista que lideraba
un amigo suyo, Mussolini. Muchos miembros futuristas ya formaban parte de las
filas del partido, pero las posturas de este fluctuaban acorde a los intereses de
Mussolini para aumentar el poder y la influencia de las factio, las células de control
conformadas por los fascistas, lo cual desincentiva a muchos de ellos y los hace
alejarse. Los preceptos futuristas fueron pilares para la expansión de este régimen,
pero prontamente se desecharon del ámbito cultural y luego incluso perseguidos y
censurados cuando las actitudes conservadoras, monárquicas y decimonónicas
tomaran control del partido, pero eso no impidió que usaran las maneras y las
formas del futurismo, como el acto performático, las frases impactantes y cortas
convertidas en eslóganes, el culto a la maquinaria y la guerra y su inmiscusión en
los asuntos cotidianos de los ciudadanos, son muestra de la vil apropiación que las
instituciones del poder realizan con las ideas que le son peligrosas hasta
convertirlas en algo suyo.
Los futuristas poseían bases ideológicas heterogéneas, pero de tendencia
liberal, el anarquismo y el nacionalismo eran las constantes, y esto los llevaba a
estar en contra de lo establecido, entre otras cosas de las academias que
controlaban los procesos artísticos y eran hostiles al cambio. Aún así, Marinetti no
dudó en aceptar el más alto puesto académico en Italia, y muchos de los artistas
futuristas trabajaron al auspicio del ​il’Duce.
Este rumbo tomado por la figura principal del Futurismo y el final de la
segunda guerra sepultaron al movimiento en un estigma de crueldad, arcaísmo y
violencia propio de uno de los regímenes del eje. Las historias y enciclopedias
tienden a ponderar de mejor manera otros movimientos menos implicados o de
entrada víctimas de las guerras y de los movimientos nazi y fascista, siendo una
mancha que ha opacado una gran cantidad de aportes a las artes tanto a las
aplicadas como a las bellas, puesto que fueron referentes para la estética que se
expandió a lo largo de los países desarrollados y que aún hoy en día aplica para la
sociedad globalizada, pero que son dejados de lado o no se les reconoce dentro de
los cánones actuales, especialmente en latinoamérica, donde los archivos son poco
accesibles y se ha establecido otros movimientos como fundamentos para la
enseñanza.

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