Anna Goldin fue la última mujer ejecutada por brujería en Europa en 1782. Fue acusada después de que la hija de 8 años de la familia para la que trabajaba comenzó a manifestar síntomas de posesión diabólica y la acusó directamente. Se encontraron agujas y virutas de metal en la comida y leche de las hijas. Aunque Anna no pudo explicar esto, fue condenada por envenenamiento debido a la presión pública en contra de acusarla de brujería.
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Anna Goldin fue la última mujer ejecutada por brujería en Europa en 1782. Fue acusada después de que la hija de 8 años de la familia para la que trabajaba comenzó a manifestar síntomas de posesión diabólica y la acusó directamente. Se encontraron agujas y virutas de metal en la comida y leche de las hijas. Aunque Anna no pudo explicar esto, fue condenada por envenenamiento debido a la presión pública en contra de acusarla de brujería.
Anna Goldin fue la última mujer ejecutada por brujería en Europa en 1782. Fue acusada después de que la hija de 8 años de la familia para la que trabajaba comenzó a manifestar síntomas de posesión diabólica y la acusó directamente. Se encontraron agujas y virutas de metal en la comida y leche de las hijas. Aunque Anna no pudo explicar esto, fue condenada por envenenamiento debido a la presión pública en contra de acusarla de brujería.
Anna Goldin fue la última mujer ejecutada por brujería en Europa en 1782. Fue acusada después de que la hija de 8 años de la familia para la que trabajaba comenzó a manifestar síntomas de posesión diabólica y la acusó directamente. Se encontraron agujas y virutas de metal en la comida y leche de las hijas. Aunque Anna no pudo explicar esto, fue condenada por envenenamiento debido a la presión pública en contra de acusarla de brujería.
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ANNA GOLDIN
LA ULTMA BRUJA EJECUTADA
Anna Goldin (1734- 1782) fue una mujer signada por la tragedia y esos raros privilegios que los historiadores les asignaban a las personas cuya muerte coincide con el final de una era. En este caso su, “privilegio” fue haber sido la última mujer ejecutada por el cargo de brujería en Europa. El hecho ocurrió el 18 de junio de 1782. Anna Goldin nació en el seno de una familia pobre de sennwald, Suiza, en 1734. Ya en su adolescencia mantuvo una relación tormentosa (y clandestina) con Jakob Rhodurner y de un médico de apellido Zwicky. Ambos hombres estaban casados, lo cual no impidió que Anna quedase embarazada tres veces, y que dos de ellos murieran a pocas semanas de nacer. Después de estas terribles experiencias Anna logro entrar al servicio de la familia del médico Johann Jacob Tschudi (1747-1800) para ocuparse de sus cinco hijas. Las cosas anduvieron bien durante un tiempo, hasta que Anna-Miggeli, de ocho años, comenzó a manifestar ciertos desarreglos gástricos que coincidían con los síntomas de posesión diabólica. La niña acuso directamente a Anna Goldin. Los testimonios recogidos en la corte aseguran que se encontraron agujas diminutas en la leche de la pequeña, así como pequeñas virutas de metal en el pan de las otras hijas del doctor Tschudi. Anna Goldin fue expulsada de la casa en medio de los más encendidos reproches. Se dice que cuando puso un pie sobre el umbral las cinco hijas del doctor se arrojaron al suelo entre convulsiones. Anna-Miggeli fue la más perjudicada por la supuesta magia de Anna. Diariamente expulsaba por la boca nueve agujas ensangrentadas, cifra que fue corroborada por el notario local. Anna Goldin fue arrestada bajo la acusación de magia negra. El 21 de febrero de 1782 fue enviada a Glaris para ser sometida a una tortura, un procedimiento que normalmente acelera toda clase de confesiones, reales o ilusorias. En este caso, lo que se pretendía era ejecutar un castigo ejemplar, y para ello era necesario que el crimen excediera las penas previstas contra la brujería. En definitiva, lo que se intento fue que Anna confesara haber realizado un pacto con el diablo. Por aquel entonces, los procesos judiciales en contra de la brujería transitaban caminos inversos a los de nuestra justicia, donde se presume que todo acusado es inocente hasta que se demuestra todo lo contrario. Anna Goldin debía demostrar su inocencia, y no al revés; algo imposible de realizar si tenemos en cuenta el peso del abrumador y convincente testimonio de la hija de Tschudi, que impresiono fuertemente a los jueces. Anna Goldin no podía explicar la presencia de esos cuerpos extraños que la pequeña Anna-Miggeli vomitaba con rigurosa periodicidad; razón por la cual el proceso fue rápido. Convincentemente, la salud de la pequeña mejoro cuando el juicio declinaba, lo cual fue tomado como un síntoma de que la bruja, sometida al rigor de la ley, ya no tenía influencia sobre ella. La opinión pública se manifestó vivamente en contra de los jueces del tribunal de Glaris, y de todo el proceso general. Las autoridades, puestas en aprietos por la prensa, debieron omitir la palabra “bruja” por la para evitar la censura de la sociedad. Finalmente Anna Goldin fue juzgada como culpable del cargo de envenenamiento.