La Protohistoria Pedro Guirao

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Libro: La Protohistoria (Tapa)

(Contratapa)
LA PROTOHISTORIA
Por Pedro Guirao

¿Hubieron otras historias,


desconocidas del hombre
moderno, que pudieran estar
entroncadas con los mitos y las
leyendas de la Antigüedad?
Naturalmente, paleontólogos y
antropólogos nos aseguran que el
hombre hollaba el suelo de
nuestro planeta en el pleistoceno
inferior, o sea hace dos millones
de años.
Los más atrevidos historiadores
nos han hablado de una
"primhistoria", anterior a la
prehistoria, deducida parcialmente
de los hallazgos arqueológicos
que aún se yerguen en distintos
lugares de La Tierra. Sumer, Catal
Hüyuk, Jericó, Glozel,
Stonehenge o Egipto, sin ir mucho
más lejos, nos sugieren
civilizaciones antiguas, cuyo nivel
de cultura y conocimientos no
dejan de ser sorprendentes. Y es
estudiando todo ese material
cuando alguien pensó en que, en
vez de ser pueblos que avanzaban hacia el progreso, más bien parecían restos aislados,
desconectados o supervivientes de civilizaciones anteriores más sabias y florecientes, ¡como
si se hubiera producido una interrupción en la continuidad, y se hubiera salido de una época
de oscuridad, que se inició hace unos 12.000 años!
"La protohistoria" persigue la finalidad de demostrar que, efectivamente, hubieron
civilizaciones técnicas, no superiores a la nuestra, pero sí distintas. y utiliza un
procedimiento hasta ahora poco estudiado, como es la geometría de Hermes, o Hermética,
exponiendo los principios más elementales de esta primera ciencia del hombre, aunque
supone, por la tradición, que estos conocimientos nos habían sido revelados por seres que
vinieron de otros mundos.
Partiendo del relato de Platón sobre la Atlántida, la impresionante obra de las Pirámides
de Gizeh, anteriores al Diluvio, y de una geometría olvidada, aunque no ya enteramente
inútil, "La Protohistoria" se remonta a un pasado que puede tener, incluso, más de cien
millones de años, o muchísimos más!, y haberse originado en algún planeta, incluso, que ni
siquiera exista.
"La Protohistoria" revela aspectos de la geometría hermética tan sorprendentes, como que
sirvieron para construir las Pirámides de Egipto.

La Protohistoria
PEDRO GUIRAO
EDICIONES TOPELA.
Cerdeña, 536
BARCELONA - 24

© Pedro Guirao Hernández, 1978


Printed in Spain
Dep. Leg.: B. 13.753-1978
ISBN: 84-7387-101-4
Portada y Compaginación: Josep M.a Caselles
Composición portada: Francois Grandi
Imprime: Ciac. Mata, 32. Barcelona.

Dedicatoria:
A los Hermanos de la Luz, a las fraternidades del Amor y la Verdad, a los que aman
la razón y la justicia y a los que viven en la esperanza y la fe en el futuro... A todos
los hombres de este planeta, con el afecto de
Pedro Guirao
INDICE página

Prólogo ............................................................... 003


Capítulo I El punto y el circulo ....................... 005
“ II El círculo y el triángulo .................... 012
“ III ¿Quién fue Heres-Toth? .................. 024
“ IV La palabra y la sabiduría ................ 031
“ V ¿Procedemos de otros mundos? ....... 040
“ VI La geometría piramidal ................. 046
“ VII Cosmogonía y "cloning" ............... 058
“ VIII La geometría invisible ................. 064
“ IX ¿Tharsis o Tartessos? ..................... 073
“ X Geometría prehistórica ................... 083
“ XI El cuadro mágico ........................... 087
“ XII América incógnita ........................ 093
“ XIII La prueba irrefutable .................... 100
“ XIV El círculo y la cruz ....................... 106
“ XV Especulación... del suelo ............... 114
“ XVI ¿Enoch o Hermes- Toth? ............. 121
“ XVII El símbolo geométrico ................ 128
PROLOGO

Queremos empezar aclarando, sin lugar a dudas, lo que entendemos por Geometría
Hermética y que, como su nombre indica, se relaciona con Hermes-Toth o Taautos, también
Mercurio y otros nombres más, perdidos en la nebulosa de los tiempos pretéritos. Los
nombres con que los antiguos conocieron a este supuesto dios pueden ser tantos como
lenguas o dialectos se hablaran en la más remota Antigüedad, no sólo en regiones
determinadas de nuestro planeta, como pudiera ser la cuenca del Mediterráneo, sino también
en lugares y países que ni siquiera existen, destruidos por cataclismos geológicos, guerras o
plagas.
El mundo en que vivimos no siempre tuvo la configuración geológica que hoy
conocemos, ni podemos esperar a que se conserve por siempre como es ahora. Los planetas,
como todo lo que nace en el Universo, se transforman durante el transcurso de su vida y
acaban por morir. Ese destino inexorable es igual para un insecto, una planta, un animal, un
hombre, una roca o un mundo. Del mismo modo, el tiempo que transcurre desde el
nacimiento a la muerte es absolutamente desigual para todos.
Aunque digamos que el promedio de vida del hombre actual es de setenta años, con eso
no aclaramos la duda de si los años tuvieron siempre la misma cantidad de 365 días, o si
estos días eran más largos o más cortos que ahora, porque el tiempo por el que nos regimos
está en función de las vueltas que La Tierra da sobre sí misma y de las que da alrededor del
Sol, de su mayor velocidad o lentitud o de muchos otros factores que los sabios no han
tenido en cuenta.
Porque, ¿estamos seguros de que nuestro planeta ha mantenido siempre idéntica distancia
al astro rey y su velocidad es constante, como de 29,8 Km/s? ¿O acaso sabemos cómo y
cuándo se formó La Tierra?
Ni siquiera sabemos si en épocas pasadas, gracias a las míticas fuentes de la eterna
juventud, o a remedios o elixires cuya fórmula se haya perdido, los hombres vivían
ochocientos o mil años, como los personajes bíblicos, desde Set a Noé, sin omitir a
Matusalén, que vivió novecientos sesenta y nueve años. Aunque tampoco debemos
preocupamos mucho de estas cuestiones, ya que su relativismo es notorio y mil años de una
existencia letárgica, insípida o semi hibernal no pueden ser comparados con unos pocos de
intensa actividad, de estudios, acción, emoción o pasión.
Una teoría cosmológica mantiene que el Universo en que vivimos, del que somos una
insignificante partícula, es algo así como un inmenso globo hinchable en expansión y que
luego se neutralizará para iniciar la contracción; o sea que se dilata y se contrae en latidos o
pulsaciones que duran ochenta mil millones de años. Los divulgadores de esa teoría, entre
los que debemos mencionar a E.P. Hubble, Kuiper, V. Kundt, Weizsäcker, Hoyle, Robert H.
Dicke, y muchos más que omitimos por no ser esto una guía de "vips" de la Astronomía,
mantienen que la última explosión de materia y energía se produjo hace unos trece mil
millones de años - días más o menos!- y ahora nos encontramos en período de expansión,
faltándonos, por tanto, unos 67.000.000.000 años para el siguiente "latido". Durmamos,
pues, tranquilos por ese lado.
Ahora bien, los mismos sabios nos aseguran que nuestra querida Tierra posee una
antigüedad de poco más de cuatro mil quinientos millones de años y se formó gracias a los
subproductos de la formación del Sol, cuyos anillos y remolinos de partículas y polvo
cósmico nos dieron este bello planeta azul que nos alberga.
Podríamos haber dicho "que nos ha dado la vida", de no ser que nuestro concepto
biogenético difiere bastante de lo comúnmente aceptado por la Ciencia, ya que, como
trataremos de demostrar más adelante, tenemos motivos racionales suficientes para creer
que, aunque la vida humana pudo originarse aquí, poco más o menos como hoy la
conocemos, el "soplo" espiritual o la manipulación psíquica que nos dio la inteligencia, nos
llegó del exterior.
Tocaremos, por tanto, el origen extraterrestre de la inteligencia humana dentro del
contexto inherente al realismo fantástico, del que somos fervientes defensores, pero también
dentro de un realismo geométrico y hermético tan demostrable como las hirientes púas del
rosal al que tratamos de arrebatar sus rosas; y esas púas han de herir vanidades, han de hacer
rechinar los dientes o morderse los puños a los que quisieran ver ocultas y olvidadas
nuestras fórmulas.
La Geometría Hermética que vamos a presentar aquí puede arrancar ronchas dolorosas en
las conciencias de quienes, guiados por las anteojeras puestas al ser desasnados, han creído
a pies juntos, ciegamente, dogmáticamente, todo cuanto les han dicho y que han aceptado
sin hacer preguntas.
Sabemos que el Mensaje del pasado, las obras arqueológicas más reveladoras, como
podría ser la Gran Pirámide, supuestamente llamada de Keops, o de Jufui, o Hrw-Jnum-
Jufu, o Sufis, o Chemmis, y que nosotros llamamos de Hermes-Toth, todavía existe, lo
podemos ver y tocar, y está diciendo al mundo: "!Nadie ha podido destruirme! ¡Todavía se
puede leer en mí, no con palabras, ni con símbolos o jeroglíficos de dudosa interpretación,
sino en un lenguaje tan claro como el que hablan los astros, los planetas y las galaxias! ¡Soy
la voz de la Ciencia más antigua del Universo! ¡Yo me expreso en la lengua inextinguible
del cosmos, en cuyo ámbito nacen, viven, se mueven y mueren los mundos, cuyas
trayectorias son líneas geométricas inmutables! ".
¿No nos creen? ¿Escribimos exaltados por la fantasía o el prejuicio? ¿Estamos
fanatizados por nuestros propios desvaríos y elucubraciones? ¿Nos ciega la soberbia, la
pasión o la locura? ¿Debíamos haber nacido en tiempos de Nicolás Copérnico, de Kepler o
Galileo para ir con nuestros huesos a una pira inquisitorial, por herejes, como ocurrió con
Giordano Bruno? ¿Estamos obligados al respetuoso silencio, a fin de no alterar el reposo
eterno de los que vivieron y murieron creyendo haber morado en un planeta en forma de
baldosa y en cuyos lados se caían a los abismos las naves que se aventuraban en tales "non
plus ultras"?
Y una última pregunta: ¿estamos obligados a silenciar lo que hemos descubierto con
nuestro propio esfuerzo, durante muchos días de estudios geométricos, sin más ayuda que
una regla y un compás, para que los presuntos sabios, egiptólogos, piramidólogos,
empoltronados muchos de ellos en bien remunerados sitiales de la cátedra, puedan seguir
manteniendo insensateces como las que el paupérrimo Faraón Keops, 4.700 años a. de J.C.,
con ayuda de cien mil esclavos -¡versión de Heródoto!- se hiciera construir un templo
funerario en el que reposar sus huesos, cuando aquella supuesta tumba estaba construida
muchos miles de años antes de que Keops naciera de madre?
¡Demonios de pregunta; creíamos que no se acababa nunca!
Por medio de la Geometría Hermética vamos a demostrar:
Que hubieron civilizaciones técnicas superiores a la nuestra actual;
que las leyendas y los mitos de los pueblos antiguos están basados en hechos reales;
que hubieron hombres, supuestamente considerados como "dioses" o semidioses,
llegados del espacio exterior, y que tuvieron trato carnal con las mujeres aborígenes, a las
que les hicieron hijos;
que existió un Paraíso Terrenal, morada de aquellos dioses, y que sus enviados se
extendieron por toda la tierra conocida de entonces, enseñando a los hombres a cultivar
cosechas, a construir edificios, a fabricar herramientas y armas y... ¡predicaron la verdad, el
amor y la fraternidad entre los hombres!
¡Y que existieron lugares como la tierra de Mu, la Atlántida, muy anteriores a la
civilización minoica, y que las fechas dadas por los arqueólogos a las civilizaciones mayas,
olmecas, incas, etc., son falsas y mucho más antiguos sus vestigios de lo que se nos quiere
hacer creer!
Todo esto y mucho más vamos a demostrar palpablemente por medio de la Geometría
Hermética, casi sin números, ni medidas arbitrarias, porque la auténtica geometría, mucho
más antigua que el hombre, no necesita medidas para su demostración.
Los matemáticos no pueden dividir exactamente 10 entre 3 (3,3333..).
Nosotros, en cambio, una línea cualquiera sí podemos dividirla en tres partes
exactamente iguales. ¿Nos creen ahora?

"De Misor nació Taautos, quien descubriera la


escritura y fuera el primero en formar letras.
Los egipcios le llamaron Tbor, los alejandrinos
Tutb y los griegos Hermes. "

Filón de Biblos.

CAPITULO I

EL PUNTO Y EL CIRCULO

No existe en el Universo ningún astro o planeta que sea o haya sido cuadrado, triangular,
romboideo o rectangular. Es más, la línea recta no existe en ninguna parte, tanto en el cielo
como en la Tierra.
Acéptese esto como exacto y cierto o déjese este libro antes de continuar. Aquí pueden
leer los ciegos, aunque sea al tacto; los sordos y mudos, aunque sea por señas; los crédulos y
los incrédulos, aunque sean escépticos, y todos los que estén vivos y deseen saber.
Incluso pueden leer los que adoran a otros dioses, porque la Verdad es de todos, como lo
es la Luz, mas no así las sombras. Los que moran en la oscuridad, sin querer ver los colores,
no pueden leer nuestras palabras... Les está prohibido por sus negras conciencias!
Sabed, os decimos, y os lo vamos a demostrar, que el punto tampoco existe. Digamos, sin
embargo, que necesitamos un Punto Cero para poder construir el arquetipo de nuestra
geometría, y que ese punto cero se encuentra en cualquier lugar de una línea recta hipotética
que habremos de trazar con una regla.
Ignoramos, por otra parte, cuándo el primer ser, ya fuese aquí o en otro mundo, hace un
millón o cien mil millones de años, se hizo las reflexiones que nosotros nos hacemos ahora.
¿Se mueven los astros en línea recta? ¿Existe, aunque sólo sea hipotéticamente, dicha línea?
Prestemos atención, aunque sea dentro de la pequeña escala de nuestro Sistema Solar.
Los planetas giran en tomo al Sol siguiendo líneas orbitales elípticas, o sea, grandes curvas
concéntricas. y así sabemos que se comportan los restantes mundos, ya sea trazando líneas
parabólicas o hiperbólicas, que son curvas también, pero abiertas y mucho más amplias, de
radios inmensos.
No existe excepción, salvo... Bueno, a pequeña escala, en nuestro reducido mundo, un
tallo puede crecer recto o un curso de agua puede seguir un cauce rectilíneo. Incluso, la
erosión puede desgastar una roca y dejar su superficie plana y lisa, como si el hombre la
hubiese pulido. Pero esto es accidental y siempre a pequeña escala.
El hombre, no obstante, lleva en su mente la obsesión volitiva de dominar a la naturaleza.
Ya sea porque le fue mandado por su Creador o porque germinó él mismo esta idea, el caso
es que casi desde su origen, cuando empezó a razonar y comprender, su idea fue la de llegar
a convertirse en dios o, al menos, en semidiós. ¡Y todavía no ha renunciado a tan arcana
ambición, ni renunciará mientras sea hombre, porque si tal hiciera se convertiría, según
cree, en animal!
El hombre, racionalmente hablando, está dispuesto a todo con tal de ascender en la escala
social; pero no hará absolutamente nada para renunciar a los logros obtenidos. Si tal cosa
hiciera es que se ha vuelto loco y, por tanto, es ajeno a su voluntad.
Sea esto verdad o no, nosotros estamos dispuestos a mantenerlo como un axioma. Somos
hombres y sabemos cómo piensan la mayoría de los hombres, aunque no sabemos cómo
piensan los gatos o los leones.
Hemos estado sobre la fina arena de una gran playa y hemos visto las líneas curvas que
las olas han dibujado en ella. Instintivamente, hemos sentido deseos de dibujar nosotros
también. El dedo índice o la punta de un palo, caña o piedra afilada, nos ha servido para
hacer una línea que hemos dado en llamar recta. En realidad, no es más que una sucesión de
puntos... Miles de pequeños espacios trazados uno a continuación de otros, exactamente
igual a lo que hace la punta de un lápiz afilado sobre un papel blanco.
A eso hemos llamado Línea Recta. Se lo llamaron así Euclides, el matemático griego que
fundó la famosa Escuela de Alejandría, allá por el siglo IV antes de J.C., lo mismo que hizo
Pitágoras, el filósofo de Samos, el discípulo de Anaximandro y Ferécides, que fundó otra no
menos famosa escuela en Crotona, allá por el año 530, donde, además, se enseñaba la
metempsícosis o sea la reencarnación de los espíritus. Y, precisamente por estas cosas, y no
por otras, se persiguió a Pitágoras y se le hizo morir, se supone que en Metaponto, en medio
de las llamadas y de algunos de sus discípulos, aunque todavía se diga, como demostró él,
que "En todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los
cuadrados de los catetos."!
Y si los que pretendieron ahogar en llamas la doctrina pitagórica, así como sus
continuadores, no se hubieran cuidado sistemáticamente de destruir la prueba más evidente
de que el sabio de Samos aprendió estas y otras cosas entre los sacerdotes egipcios, ahora
podríamos demostrar palpablemente a muchos de ustedes que esa misma proporción
geométrica que conocemos ahora como el Teorema de Pitágoras se halla en los cuadrados
de las tres grandes pirámides de Gizeh, llamadas de Keops, Kefrén y Micerinos, porque la
Gran Pirámide de Keops, con sus supuestos doscientos treinta metros de lado, está en
relación con los lados de la de Kefrén y Micerinos (supuestos 215 y 108,5 metros de lado,
respectivamente). Mejor dicho, estaba, porque la devastadora acción de los hombres impide
ahora demostrar esta verdad universal).
(¿Creemos captar algunas sonrisas conmiserativas e indulgentes entre algunos escépticos
lectores? Sí, eso parece. No importa, no nos molestamos.)
En Abu Sir existen aún tres pirámides. Una se llama de Neferirkare, y tiene 110 metros
de lado; otra se llama de Niuserre y tiene 82 metros de lado; la tercera, conocida con el
nombre de Pirámide de Sahure, sólo tiene 76 metros de lado.
Veamos lo que ocurre si les aplicamos el Teorema de Pitágoras:
Neferirkare: 111 x 111 = 12.321
Niuserre: 82 x 82 = 6.724
Sahure: 76 x 76 = 5.776
6.724 + 5.776 = 12.500.
Y la diferencia con el cuadrado de la Pirámide de Neferirkare bien podemos atribuirla a
error de medición, mínimo por cierto, o a desgaste producido por los agentes de la
naturaleza. ¿Y por qué no también a ligero error de cálculo?
Aunque nos hayamos apartado un poco de la línea recta, sabemos perfectamente que los
primeros geómetras trazaron todo tipo de figuras antes de averiguar que el radio de una
circunferencia dividía el círculo cerrado en seis partes exactamente iguales.
No queremos hacemos muy fuertes a este respecto. Ignoramos si esta verdad geométrica
la descubrió el hombre que trazaba rayas sobre la arena de una playa o, como dicen algunos
libros antiguos y sagrados, fue Akibeel, el "elohim" que bajó del cielo, confundido entre los
ángeles negros o "caídos", quien la enseñó a los hombres.
Y no debemos insistir en ello, puesto que tenemos otras versiones menos "bíblicas",
aparte de que el Libro de Enoch está considerado como apócrifo por la Iglesia católica, y
que, si no han sido aceptadas tampoco, al menos existen fisuras suficientes para que se filtre
un rayo de luz. Esta información procede de Platón.
Aquí nos vemos obligados a ejecutar eso que los anglosajones llaman el "bystand" y que
viene a significar algo así como "mantenerse a la expectativa". De Platón y de su relato de la
Atlántida se ha hablado tanto ya que nos parece exagerado. A Solón de Atenas y al
sacerdote de Sais, en las obras de "Critias" y "Timeo", se les ha conferido excesiva
representatividad y no hay nada que confirme o corrobore estos hechos. ¡Lo dijo Platón y
punto final, como si el filósofo y discípulo de Sócrates fuese un dios infalible de la corte
olímpica! y no debemos olvidar que es muy difícil averiguar ahora si todas las obras que se
le atribuyen fueron escritas por él, ya que algunas de ellas, especialmente las de su tercera
época, han sido consideradas como apócrifas, o sea, que las escribió otro u otros y las firmó
con su nombre. y piénsese que entre estas obras puestas en entredicho, están el "Timeo" y el
"Critias", entre "Parménides", "Cratilo", "El Sofista", "Filebo", "El Político", "Las Leyes",
"Fedro" y los últimos libros de "La República".
No obstante, como el tiempo es la mejor panacea balsámica y ya que de retórica también
se vive, en la actualidad, todo catalogado y clasificado, los eruditos helenistas consideran
que todo es auténtico y se lo atribuyen a Platón, aunque algo lo hubiera escrito San Agustín.
¿Que más da?
A nosotros nos basta con saber que Platón aprendió de Sócrates y éste aprendió de
Pitágoras. Y sabemos, además, que la geometría fue antes que la Aritmética, o, dicho de
otro modo, que la Geometría es una Verdad que ha sido demostrada por medio de la
matemática.
Los griegos, como otros muchos pueblos de la antigüedad, estudiaron el cielo, ya fuese
desde el punto de vista astronómico o astrológico, que, para el caso, es lo mismo. Y se nos
ha dicho que Pitágoras viajó a Egipto, a la Galia, donde conversó con los sacerdotes druidas,
y hasta que estuvo en Mesopotamia, la región en donde había predicado Zoroastro.
Sin embargo, los griegos no fueron el pueblo más antiguo, aunque haya sido su literatura
la que más haya influido sobre nuestra cultura. De Grecia, como de Italia o de España, hay
que creer siempre la mitad de lo que nos cuenten y aún así, esa mitad hemos de aceptarla
mezclada con fantasía, ensoñación, exageración o distorsión. ¿Cómo vamos a escribir la
historia basándonos en leyendas y mitos?
Pero vayamos con Platón, quien nos dijo en "Critias":
"Han transcurrido en total nueve mil años desde que estalló la guerra, según se dice, entre
los pueblos que habitaban más allá de las Columnas de Hércules y los que habitaban al
interior de las mismas. Esta guerra es lo que hemos de referir ahora desde su comienzo a su
fin. De la parte de acá, como hemos dicho, esta ciudad era la que tenía la hegemonía y ella
fue la que sostuvo la guerra desde su comienzo a su terminación. Por otra parte, el mando de
la guerra estaba en manos de los reyes de la Atlántida. Esta isla, como ya hemos dicho, era
entonces mayor que la Libia y el Asia juntas. Hoy en día, sumergida ya por los temblores de
tierra, no queda de ella más que un fondo limoso infranqueable, difícil obstáculo para los
navegantes que hacen sus singladuras desde aquí hacia el gran mar."
Y más adelante, Platón describe el otro aspecto de la cuestión:
"En el transcurso de esos nueve mil años, hubo numerosos diluvios...
En el transcurso de un período tan largo y en medio de esos accidentes, la tierra que se
deslizaba desde los lugares elevados no dejaba, como en otras partes, sedimentos notables,
sino que rodando siempre, acababa por desaparecer en el abismo. Y tal como podemos
advertir en las pequeñas islas, nuestra tierra ha venido a ser, en comparación con lo que
fuera entonces, como el esqueleto de un cuerpo descarnado por la enfermedad."
A muchos investigadores les ha parecido esta parte del relato como la descripción de algo
"que se dice", "que se comenta" y que sólo tiene de sorprendente su exactitud a la verdad,
porque, a excepción de los fenicios o cananeos, nadie se aventuraba en aquellos tiempos
más allá de las Columnas de Hércules, o sea del Estrecho de Gibraltar. Y si ya en tiempos
de Platón se decían tales cosas, ¿qué habríamos de decir ahora, con tanto cabo atado, con
otros informes, con los relatos bíblicos, el descubrimiento de las ruinas de Troya y la
singular homogeneidad de las pirámides descubiertas en muchos lugares del mundo, incluso
en Francia?
Por si todo esto no fuera suficiente, bajo las aguas del Atlántico, en las proximidades de
Bimini, se han realizado descubrimientos arqueológicos submarinos, de origen muy antiguo,
que viene a confirmar la existencia de la Atlántida.
Ahora bien, cuando tratemos de establecer geométricamente que fueron los sabios de
Atlántida los que establecieron una colonia en "la Libia", muchísimo antes de que el faraón
Menes hubiera desviado las aguas del Nilo en las cercanías de Jartum, y que en la meseta
pétrea de Gizeh, por razones que luego enumeraremos, unas incomprensibles y otras
comprensibles y de mucho peso, se levantaron tres pirámides pétreas, similares a la que se
alzaba en el centro de Poseidonis, a modo de Templos de Iniciación, el lector paciente
comprenderá de modo claro y cabal por qué estamos dando tantos rodeos y atando tanto
cabo suelto, a fin de que no se escape ningún dato importante de los muchos que hemos ido
recopilando en nuestra larga y meticulosa labor ordenadora.
Por eso hemos de volver con Platón, para que nos acabe de informar acerca de algo que
después nos será útil para nuestra tesis. Y aquí sí que rogamos el máximo de atención,
puesto que el mito y la historia andan entremezclados y de sabios es saber separar lo sutil de
lo grosero, y la verdad de la mentira.
"Según se ha dicho ya anteriormente -sigue diciendo Platón- al hablar de cómo los dioses
habían recurrido a echar a suertes la tierra entre ellos, ellos dividieron toda la tierra en
partes, mayores en unas partes, menores en otras. Y ellos instituyeron allí, en su propio
honor, cultos y sacrificios. Según esto, Poseidón, habiendo recibido como heredad la isla
Atlántida, instaló en cierto lugar de dicha isla los hijos que había engendrado él de una
mujer mortal."
¿Hemos de asociar esto con el Génesis bíblico, cuando nos dice: "Aconteció que cuando
comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que
viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí
mujeres, escogiendo entre todas", como una leyenda ancestral que recogieron para sí tanto
griegos como hebreos, aunque también nos dice el Génesis que habían gigantes en la tierra
por aquellos tiempos?
¿Se trata de leyendas locales que fueron haciéndose universales, por lo del "se dice, se
comenta", o era el relato oral, transmitido de padres a hijos desde tiempos inmemoriales,
que sirvió tanto a Moisés como a Platón?
Este último continúa en "Critias":
"Cerca del mar, pero a la altura del centro de toda la isla, había una llanura, la más bella
según se dice de todas las llanuras y la más fértil. -¿Le faltó a Platón decir que en aquel
Edén habían cuatro ríos: el Pisón, el Gihón, el Hidekel y el Eufrates; que en la tierra de
Havila había oro, bedelio y ónice, y que en el centro había una montaña piramidal, O dicho
de otro modo un árbol cuyo fruto permitía conocer el bien y el mal?- y cercana a la llanura,
distante de su centro como una cincuentena de estadios, había una montaña que tenía en
todas sus partes una altura mediana. En esta montaña habitaba entonces un hombre de los
que en aquel país habían nacido originariamente de la tierra. Se llamaba Evenor y vivía con
una mujer, Leucippa. Tuvieron una hija única. Clito. La muchacha tenía ya la edad nubil
cuando murieron sus padres. Poseidón la deseó y se unió a ella. -( ¡Y esto pese a ser un dios
llegado de ¿del 0limpo"...) Entonces el dios fortificó y aisló circularmente la altura en que
ella vivía. Con este fin, hizo recintos de mar y de tierra, grandes y pequeños, unos en tomo a
los otros. Hizo dos de tierra, tres de mar y por así decir los redondeó, comenzando por el
centro de la isla, del que esos recintos distaban en todas partes una distancia igual."
Bien hasta aquí. Ahora, queremos recordarles un libro de Gilbert Pillot, leído hace seis
años, al ser editado por Plaza & Janés, en 1971, que nos dejó perplejos. Nos referimos a "El
código secreto de la Odisea". Según Pillot, Homero -cuya existencia real ha llegado a
ponerse en dudarlo que hizo en la "Odisea" fue escribir un mensaje esotérico y hermético, a
lo que tan aficionados eran los "escribas" de su tiempo, donde pretendía únicamente instruir
a sus compatriotas en ciertos secretos náuticos que no debían conocer sus enemigos.
Una impresión semejante nos ha causado asimismo las repetidas lecturas que hemos
hecho del Apocalipsis de San Juan, de El Cantar de los Cantares, de Salomón, y de otras
obras universales en donde, obsesionados por nuestra criptomanía, siempre creemos ver
mensajes ocultos.
De todo esto hablaremos más adelante con amplitud y cuidado. Ahora, queremos centrar
nuestra atención, y la del paciente lector, en los círculos de Poseidón, al que suponemos un
dios con grandes conocimientos geométricos. y nos llama la atención el número de recintos:
dos de tierra y tres de mar. Lo normal hubiera sido, ya que trataba de proteger la "altura" en
que vivía Clito, o sea un lugar terrestre, que hubiera hecho un recinto de agua, otro de tierra,
otro de agua y, luego un cuarto de tierra. El último, según Platón, fue de agua. Pero como
esto lo hizo en una isla, debió existir un sexto círculo terrestre, que bien pudo ser natural, y
en donde no intervino Poseidón, y luego el mar abierto.
Siete círculos, ¿no? Acerca del SIETE hablaremos también ampliamente más adelante.
Limitémonos ahora al cinco, de por sí un número altamente simbólico, y recordemos, de
nuevo, que los recintos distaban del centro de la isla, en todas partes, una distancia igual.
Naturalmente, hemos seguido con un compás las "instrucciones" de Platón, como las han
seguido otros estudiosos del hermetismo geométrico, y el resultado ha sido algo parecido a
un laberinto espiral, semejante a los que se han encontrado en los Altiplanos del Perú, así
como en la región de Nazca, que siempre se ha interpretado como un símbolo... y nada más.
No debía ser fácil llegar hasta donde Poseidón tenía a Clito, una mujer terrestre que
engendró una nutrida familia. Platón nos sigue diciendo:
"Allí engendró y educó él cinco generaciones de hijos varones y mellizos. -(¿Curioso,
no? ¿Qué dicen a esto los ginecólogos?)-. Dividió toda la isla Atlántida en diez partes. Al
primogénito de los dos más viejos le asignó la morada de su madre y la parcela de tierra de
su contorno, que era la más extensa y la mejor. Lo estableció en calidad de rey sobre todos
los demás. A éstos los hizo príncipes vasallos de aquél y a cada uno de ellos le dio autoridad
sobre un gran número de hombres y sobre un extenso territorio. Les impuso nombres a
todos; el más viejo, el rey, recibió el nombre que sirvió para designar la isla entera y el mar
llamado Atlántico, ya que el nombre del primer rey que reinó entonces fue Atlas."
Atlas es un nombre de cinco letras, como Clito. Poseidón tuvo cinco generaciones de
hijos varones y mellizos. O sea, diez hijos.
Y podemos asegurar que nuestro aborigen primitivo, trazando líneas sobre la arena de la
playa, debió pasar muchísimo tiempo reflexionando sobre las propiedades del número
cinco. La Biblia, que también encierra su mensaje esotérico, empieza diciéndonos que Dios
hizo la Creación en siete días. ¡No se alarmen, ya hemos superado todo eso! y lo decimos
así de claro porque los ciclos también se nos antojan círculos.
Vamos a suponer ahora, por ejemplo, que Poseidón no fuera un dios, sino un hombre que
llegó a Atlántida procedente de otro lugar de La Tierra, de un mundo mucho más antiguo,
como Gondwana, o Mu, o de alguna civilización que hubiera existido en el Pacífico, en el
desierto de Gobi, en China o en Siberia. Supongámoslo únicamente, que nada nos cuesta.
Un hombre con conocimientos como los suyos pronto se vería rodeado de atlantes
semisalvajes, a los que enseñaría su ciencia geométrica. y si educó a sus hijos en su antigua
cultura. lógico es suponer que las tribus surgidas de estos príncipes se extendieran hacia la
Libia, o sea, hacia Egipto... ¡Y hasta debemos suponer que aplicaran las propiedades
geométricas del cinco a sus construcciones!
Nosotros hemos dividido un círculo en cinco partes y hemos logrado un pentágono. Pero
nosotros poseemos unos conocimientos geométricos mucho mayores que los adquiridos por
Platón de los pitagóricos. Y hemos tratado, por todos los medios, de relacionar
geométricamente el dos, el tres, el cuatro y el cinco. (El gran salto lo daremos al llegar al
seis).
Obsérvese la cruz "svástica" de la figura (1). Un esoterista como Schwaller de Lubiez,
nos dice en "Le temple de l'homme", algo que puede desconcertar a cualquiera menos a
nosotros: "El primer Número es Tres; el segundo es cuatro; el tercero es cinco; son los
valores primeros de los lados del triángulo rectángulo sagrado y, por tanto, de aplicación a
innumerables consecuencias".
Y es cierto. Pitágoras aprendió muy bien esta relación:
El cuadrado del Tres, más el cuadrado del Cuatro, es igual al cuadrado del Cinco.

3 x 3 = 9; 4 x 4 = 16; 5 x 5 = 25
9 + 16 = 25

¿Y no es curioso, amén de altamente singular, que un aborigen, trazando rayas sobre la


arena, llegase a esta esotérica conclusión? ¿De qué podría servirle?
Esto podría ser una prueba de que Hermes-Toth, Akibeel, Poseidón, Quetzalcoatl,
Kukulkán, Viracocha, Lug, Thor o Taautos -que todos estos nombres pudo tener o bien ser
distintas personas-, bajó del "cielo" y enseñó geometría a los hombres.
¿No? Seguiremos con ello. ¡No hemos hecho más que empezar!.

Fig. l. "El primer número es Tres; el segundo es Cuatro; el tercero es Cinco; son los
valores primeros de los lados del triángulo rectángulo sagrado y, por tanto, de
aplicación a innumerables consecuencias" (Schwaller de Lubiez, en "Le temple de
l'homme", París, 1968.)
"La solución aritmética de la cuadratura del círculo
es imposible; esto es lo que se nos enseña.
La solución geométrica es posible y hace mucho
tiempo que fue descubierta. Esto es lo que se nos
oculta! ".
Paul Poësson, "El testamento de Noé".(l)

(1) Publicado por "Editions Robert Laffont", 1972, y traducido en castellano por Plaza
& Janés, S.A., Editores (Julio 1974). N. del A.

CAPITULO II

EL CIRCULO Y EL TRIANGULO

La protohistoria puede esperar todavía un poco más para ser aireada bajo nuestro
fantástico concepto; antes, creemos necesario hablar de lo que ha motivado esta obra, o sea
de la Geometría Hermética.
Creemos que cuanto vamos a decir aquí pillará un tanto desprevenido a muchos de
nuestros lectores, cuyo fuerte no sea, precisamente la geometría. Pero nada de cuanto
expongamos aquí, aunque creemos que llegó de otro mundo, es difícil de realizar. Por el
contrario, es más sencillo de lo que parece.
No obstante, la demostración exige que el lector se provea de una regla y un compás.
Procúrese que la regla sea recta y que el compás tenga puntas muy finas. No se requiere en
absoluto que la regla esté numerada; tampoco que utilicemos papel cuadriculado. En los
tiempos en que se hicieron estos ejercicios, los Geómetras carecían de las ventajas del
reticulado mecánico y las líneas que trazaban eran puras.
Piénsese, por ejemplo, que cuando se dibujaron los planos de la Gran Pirámide de Keops,
o del Templo del Sol, en Teotmuacán, pongamos por caso, los geómetras disponían ya de
compases de puntas de gran precisión aunque no podamos asegurar si eran de acero, bronce
o de madera. De lo que sí estamos seguros, como vamos a demostrar cumplidamente, es que
poseían unos conocimientos geométricos extraordinarios... ¡y simples!.
Tomaremos como ejemplo la Fig. 2. En ella vemos un círculo y dos triángulos, uno
sombreado. Esto, que parece una señal de tráfico, es, por decirlo lisa y llanamente, el primer
paso que debió dar el hombre para conquistar las más altas cimas del Conocimiento.
Fig. 2. El triángulo inscrito en el círculo. Principio de la Geometría Hermética.

Nuestros alumnos de E.G.B. saben que el radio de una circunferencia divide a ésta en seis
partes iguales. Y 6 : 2 = 3. ¿Elemental, no? Es obvio que en un círculo podemos inscribir
dos triángulos equiláteros, o sea, de lados iguales. Por medio de una línea horizontal y otra
perpendicular (Figs. 3 y 4) podemos circunscribir también un cuadrado.
Sin embargo, la Geometría Hermética trata, esencialmente, de las relaciones del Círculo
celeste con todos los polígonos terrestres y su representación máxima está, precisamente, en
los dos triángulos entrelazados y de lados iguales, porque han sido trazados dentro del.
círculo!
En Geometría Hermética siempre se opera partiendo de un Punto Cero, desde el que
trazamos un círculo. Y debemos recordar que este círculo tendrá todos sus puntos
equidistantes del centro. Para que no haya confusiones, aclararemos que Círculo y
circunferencia es lo mismo.
El Hexágrama, o estrella mágica de seis puntas, se ha llamado también Sello de Salomón,
y se obtiene por medio del círculo. Obsérvese bien la Fig. 2 y recuérdese que: todo parte de
un círculo.
Nosotros operamos del modo siguiente: trazamos una línea recta, lo más fina posible,
para lo cual afilamos bien el lápiz. Luego, elegimos un centro y marcamos un punto con un
punzón afilado, que también puede ser la punta del compás. Incluso, utilizamos un cristal de
aumento para que el punto se halle exactamente sobre la línea.
Luego, desde el Punto Cero trazamos el círculo, del tamaño que nos convenga. Jamás
tomamos medidas, porque todas las figuras que obtengamos estarán en proporción al
círculo.
En la Fig. 3 hemos trazado el círculo sobre la línea y nos encontramos con dos nuevos
puntos, D y C, que son exactamente los que dividen la circunferencia en dos partes. Si desde
D y C, con el mismo radio -ya que el compás no lo hemos movido para nada- trazamos dos
semicírculos, nos encontramos con la división del círculo en seis partes iguales:
Fig. 3. El círculo trazado desde el Punto Cero (O). El radio OC divide la
circunferencia en seis partes exactamente iguales. La línea AB, perpendicular a
OC, divide la circunferencia en siete partes iguales. ¡Préstese mucha atención a
esto!

Rogamos que se compruebe meticulosamente esto, con ayuda del compás de puntas,
porque cualquier error que se cometa a partir de ahora irá ampliándose a medida que la tarea
se haga mayor.
Compruébese desde el centro O y cada uno de los segmentos, y cuando se tenga la
certeza de que la división del seis es perfecta, hágase la Triangulación o Hexágrama (Fig.
2). Señálense con el punzón los puntos de intercesión y obsérvese la Fig. 3, donde aparece
una línea AB, de la que luego nos ocuparemos más ampliamente. Es uno de los lados del
triángulo y su centro mismo es igual a la línea recta que divide el círculo en SIETE partes
iguales.
Pues bien, el punto B y el D (Fig. 4) nos van a servir para hallar otra línea muy
importante en Geometría Hermética: la perpendicular CD, que es otro diámetro del circulo,
igual que XY.

Fig.4. Modo de obtener una perpendicular (CD) a XY. Se divide la circunferencia en


seis partes y se trazan semicírculos desde D y B. Repitiendo esta operación sobre
ambos diámetros se dividen éstos en cuatro partes iguales. Es el origen del
cuadrado mágico de 16 casillas.
Si tomamos el compás y trazamos semicírculos desde D y B, no hacemos más que hallar
puntos simétricos por encima y por debajo de XY. Es como se hace habitualmente. Pero
aquí hemos de insistir en que la precisión de trazado sea máxima, o mejor dicho, exacta.
Comprobemos con el compás de puntas que las líneas CY, YD, DX y XC son exactas y ya
habremos obtenido un cuadrado interior y circunscrito.
Suponemos que muchos de nuestros lectores saben cómo trazar un pentágono, para lo
cual existen varias fórmulas. La más frecuente en la actualidad es obtener el perímetro de la
circunferencia (3,1416 multiplicado por el diámetro y dividir este resultado por cinco). Pero
eso no es Geometría Hermética, ni nos soluciona el problema con toda exactitud, porque el
número "pi" tiene muchos decimales, aparte de ser un número transcendente.

Fig. 5. Modo de trazar un pentágono, a partir del triángulo inscrito en el círculo. AB


es mayor que el radio; y BC es mayor que AB e igual a la circunferencia dividida
entre cinco.

Fíjense en la Fig. 5. Tenemos un círculo y un triángulo. Abrimos el compás y tomamos la


medida AB (punteada). Trazamos un semicírculo desde A hasta BC. Volvemos a abrir otro
poco el compás y tomamos la distancia BC. ¡Y precisamente esta abertura de compás es la
quinta parte del perímetro de la circunferencia! Hagan la prueba y realicen la Fig.6.
Sabemos que, en la Edad Media, y suponemos que mucho tiempo antes, cuando los
griegos estudiaban en Alejandría, estas cuestiones geométricas eran como un pasatiempo de
la élite filosófica. Durante siglos, astrólogos, alquimistas, matemáticos, filósofos, etc.,
dedicaron gran parte de su "tiempo a trazar líneas sobre papeles o pergaminos. Entonces era
un "hobby" muy difundido el solucionar problemas de Geometría y los aficionados solían
reunirse, discutir y comentar sus hallazgos, o bien se guardaban celosamente sus
descubrimientos. En otras palabras. buscar significados en las líneas era algo así como
solucionar crucigramas. No debe extrañar a nadie que en la Edad Media surgiera el Arte
Gótico, cuya geometría era, y sigue siendo, una de las más bellas y armoniosas de todas las
culturas humanas.
Fig.6. El Pentágono o estrella mágica de cinco puntas, llamada Pentagrama.

En nuestros tiempos, con el auge de los deportes, y especialmente el fútbol, nadie se


asombra de que salgan auténticos malabaristas del balompié. Por la misma razón, cuando
había tanta afición a la geometría, se destacaron auténticos genios. Y por mencionar a
alguien que cultivó estas artes, recurramos a la Biblia, la cual dice:
"Yo, pues, te he enviado un hombre hábil y entendido, Hiram-abi, hijo de una mujer de
las hijas de Dan, mas su padre fue de Tiro, el cual sabe trabajar en oro, plata, bronce y
hierro, en piedra y en madera, en púrpura y en azul, en lino y en carmesí; asimismo sabe
esculpir toda clase de figuras, y sacar toda forma de diseño que se le pida.,," (2 Crónicas, 1,
14).
Más antiguo es, sin embargo, el diseño de la Gran Pirámide, y más complicado también,
como veremos al tratar de la Geometría Hermética en la gran obra de Hermes-Toth.
Aún podríamos ahondar muchísimo más en las excelencias geométricas, sin ocultar
nuestro ardiente deseo de propugnar la vuelta a las aficiones de antaño, ¡aunque ahora de
modo más abierto y progresista!, y por ello trataremos de orientar al lector por el camino
fácil y sencillo de una geometría que hace tiempo se distanció de la oficial o escolástica.
Observen, por ejemplo, la Fig. 7. tomemos cuatro dibujos geométricos. En ellos, como
siempre, jugamos con el círculo, del cual podemos obtener un cuadrado perfecto, sin ayuda
de escuadras ni cartabones. Sólo el compás y la regla. Uniendo puntos y trazando
semicírculos no solo obtenemos un cuadro, sino una cruz, lo que demuestra que ésta es el
símbolo celeste del círculo, como han mantenido los esoteristas y hermetistas de todos los
tiempos, incluyendo a masones, rosacrucianos y celtas. En la Fig. 8 podemos observar las
líneas esenciales de una cruz celta, cuyo simbolismo es altamente geométrico y basado en el
círculo y el cuadrado (o cruz).
Fig. 7. La geometría Hermética revela cómo se obtiene el cuadrado, partiendo del
circulo y demuestra que la cruz es un símbolo circular y celeste (¡No hay nada
nuevo bajo el sol!

Fig. 8. Cruz celta, cuyo simbolismo es puramente geométrico y basado en el círculo y la


cruz (el cuatro).

La Cruz Celta de Gisors (Fig. 9), también es una prueba de cuanto exponemos. Hay
quien ha llegado a suponer que los celtas eran descendientes de los atlantes y que se
instalaron en Europa occidental antes o a raíz del hundimiento de su isla-continente. El
"observatorio astronómico" de Stonehenge, en Salisbury (Inglaterra) también se supone que
fue erigido 2.600 años antes de J.C., por los astrólogos celtas que heredaron los
conocimientos geométricos y celestes de Poseidón y Atlas.
En la Fig. 10 exponemos cuáles son los principios fundamentales de la Geometría
Hermética. De un círculo y una cruz (las coordenadas de la geometría clásica, u ordenada y
abscisa) obtenemos los puntos primarios de la división del círculo en seis partes, con lo que
podemos inscribir un triángulo equilátero o isósceles (esto quiere decir de dos lados
iguales). Pero, ¡mucho cuidado en confundir un triángulo equilátero con un isósceles, ya que
no es lo mismo! Y remarcamos esto porque dentro del círculo vamos a inscribir más
adelante diversos tipos de triángulos. Por ello, recordemos: el triángulo equilátero es el que
tiene los tres lados iguales y el isósceles el que sólo tiene dos lados iguales.

Fig. 9. Cruz celta de Gisors (Francia), de una extraordinaria antigüedad, y, por


supuesto, anterior a la dominación romana.

Este tipo de triángulo, el isósceles, nos servirá después para las Cuadraciones o
Cuadraturas que nos demostrarán la Cuadratura del Círculo. El equilátero es más simple y
sólo lo utilizaremos para la división de la circunferencia.
El lector que haya decidido prácticar con nosotros, pronto se dará cuenta de estas
diferencias. Y el que no lo haga, lo verá claramente en las figuras adjuntas, ya que esto es
un tratado sumamente elemental de Geometría Hermética.
En la Fig. 10 hemos inscrito un cuadrado en un círculo y a éste en otro cuadro que es la
mitad mayor que el anterior. Para demostrar que el cuadro interior es la mitad que el
exterior sólo hemos de fijamos en las dos diagonales y en las ordenadas, ¡las cuales nos
dividen el círculo en ocho partes iguales!
Aunque parezca de Perogrullo, si tomamos cuatro baldosas de cualquier pavimento,
siempre y cuando sean cuadradas, apreciaremos una serie de líneas, dos de ellas formando
una cruz y en ángulos rectos con las baldosas, y otras dos, imaginarias, que son las
diagonales. Este simbolismo geométrico lo hallamos en la bandera británica, de origen
céltico, y en la bandera nacionalista vasca.
No crean que esas líneas están así dispuestas por capricho y obedeciendo al antojo de
quien la concibió. No es ningún capricho y expresan un arcano y remoto simbolismo
hermético, ya que en la antigüedad estas cosas tenían mucha más importancia de la que les
damos ahora y, especialmente, porque el significado se ha olvidado... ¡aunque no para
todos!
Fig. 10. Principios fundamentales de Geometría Hermética. Las variaciones sobre el
mismo tema son infinitas.

Después iremos viendo estos símbolos y comprobaremos la gran importancia que tienen
y la influencia que han ejercido, y todavía ejercen, en nuestras vidas.
Nos consta que, en la actualidad, los arquitectos, además de obedecer a leyes
geométricas, cuando diseñan los planos de sus construcciones, cuidan de la estética y de
otros muchos factores que harán que un edificio sea sólido y bello, o funcional, económico,
resistente, etc. Pues en la antigüedad, cuando el arquitecto-geómetra diseñaba el plano de
una construcción, tenía en cuenta otras leyes o condicionamientos más sutiles, a una de las
cuales se le ha dado el nombre de Número de Oro o medida aúrea.

Fig. 11. Polígonos inscritos en el círculo (3, 4, 5 y 6 lados).

Se ha dicho que este Número de Oro estaba basado en el pentágono, aunque otros
estudiosos han afirmado que era el heptágono. En realidad, la medida aúrea puede obtenerse
de muchos modos, pero todos han de estar relacionados con el círculo.
Se puede apreciar que en las grandes pirámides de la antigüedad, no aparece nada
circular. Y, sin embargo, las pirámides no pueden hacerse si no trazamos antes un círculo.
El cuadrado, por muy perfecto que sea, sólo puede trazarse por medio de círculos.
Cualquiera podrá decimos que no necesita compás para hacer un cuadrado y eso no es
cierto. Las escuadras que se emplean en la actualidad han sido graduadas en ángulos rectos
y la suma de cuatro de estos ángulos de 90º son 360º, o sea, los mismos que tiene la
circunferencia.

Fig. 12. Esta "sinfonía" en blanco y negro da idea de la infinidad de variantes de la


Geometría Hermética. En color estas variedades serían maravillosas.

En la Fig. 10 vemos un ejemplo de lo que decimos. El círculo ha sido dividido en doce


partes iguales (3 x 4 = 12) por repetición del triángulo equilátero durante cuatro veces.
De esta suerte, podemos afirmar que en Geometría Hermética repetimos sobre los cuatro
lados de un cuadrado -para lo cual aconsejamos ir invirtiendo el papel y repetir en cada lado
lo que hemos hecho en el primero- los trazos de la figura que buscamos. Siempre se hace
primero con lápiz, lo que nos da una sobredosis de líneas, muchas de las cuales eliminamos
después al pasar a tinta china el dibujo.
También nos consta que estos dibujos lineales, llamados también de geometría artística,
sirvieron en la antigüedad de entretenimiento, porque, al ir pintando de negro unos
recuadros y dejando otros en blanco, se hicieron auténticas obras de arte. Las Figs. 11, 12,
13 y 14 son una muestra de ello.
En la Fig. 15 hemos inscrito varios polígonos regulares dentro de un círculo. Podemos
ver el triángulo, el cuadrado, el pentágono y el hexágono. Si cuidamos de que todos estos
polígonos tengan un punto común, como es el punto A superior, la serie de figuras que nos
resulta es amplísima.
En realidad, en Geometría Hermética se admite que las líneas, en todas sus posiciones y
longitudes, son infinitas. Esto es un axioma matemático que no puede ser demostrado.

Fig. 13. Aplicaciones con el círculo y el cuadrado.


Uno de los aspectos más interesantes y transcendentales de la Geometría Hermética se
refiere particularmente a los cuadrados. Y nosotros decimos que un cuadrado es un polígono
de cuatro lados iguales y de ángulos iguales, ¡precisamente de 90º grados cada uno!
Y aquí hemos de confesar que esta definición es relativamente moderna e impuesta por la
necesidad. En realidad, el cuadrado, como la línea recta o el punto, no existe; es sólo una
invención del Hombre, o, si mucho nos apuran, de la Mente del hombre. En el cosmos no
existe nada cuadrado, ni recto.
Y, sin embargo, ya hemos visto que, trazando círculos y semicírculos, nos aparece una
figura geométrica con todo el aspecto de un cuadro (Fig. 7).
El cuadrado es una figura hermética importantísima y por ello posee su equivalencia en el
círculo, como no podía ser de otro modo. Si tomamos una línea recta de equis longitud y la
dividimos en cuatro partes iguales, podemos formar un cuadrado. Esta misma línea, de
idéntica longitud, dándole forma circular, será una circunferencia, a condición de que todos
sus puntos equidisten del Punto Cero o centro.
La cosa está clara. En geometría clásica hallamos la longitud de la circunferencia
multiplicando el diámetro por "pi" (3,1416) o sea, que tres diámetros y ese uno, cuatro, uno,
seis de fracciones es igual a la longitud de la circunferencia.
Pero hemos de tener en cuenta de que el número "pi" ha sido hallado hace muy poco
tiempo y tras numerosos cálculos y mediciones de aproximación. ¿Qué ocurría en la
Antigüedad, cuando no operaban con números hasta desconocían el número "pi"?
Sencillamente, que no lo necesitaban para nada.
Hay un ejemplo clarísimo. Tomen una cuerda y anúdenla. Siguiendo su longitud desde el
nudo, volveremos a éste en cuanto hayamos recorrido su perímetro. Si esta cuerda anudada
la colocamos formando un círculo, tendremos una idea bastante clara de una circunferencia.
Pero si la misma cuerda y con el mismo nudo la colocamos formando un cuadro, ¡la
longitud no habrá variado! Tendremos distinta figura, pero idéntica longitud.

Fig. 14. Variaciones del "septenario". Con el círculo dividido en siete partes se
pueden obtener dibujos de gran belleza "mágica".

Pues bien, esto fue lo que planteó, no sabemos si en Alejandría o en Crotona, el famoso
problema de la Cuadratura del Círculo, que luego se complicó al pretenderse hallar también,
además de idéntica longitud de perímetro, idéntica superficie.
Y la cosa tiene una lógica aplastante, como nos demuestra la cuerda tomada como
ejemplo. El área comprendida dentro de la cuerda anudada, sea la figura que sea, siempre
será la misma; y la longitud de la cuerda, también.

Fig. 15. Polígonos inscritos en el círculo: triángulo, cuadrado, pentágono y hexágono.


También se puede inscribir un número infinito de polígonos.

Esto es tan evidente que no necesita demostración. Pero los matemáticos han pretendido
demostrarlo y no lo han conseguido. Por eso se ha dicho que la solución al problema de la
Cuadratura del Círculo es imposible.
Nosotros también lo hemos intentado, ¡naturalmente! y tampoco lo hemos logrado. Los
números y las fórmulas nos dan, para un círculo dado, dos cuadrados distintos... ¡cuando
sólo nos debía dar uno!
Sin embargo, por Geometría Hermética, en donde no intervienen los números, podemos
hallar tantas cuadraturas como se nos antojen, ya que sobre un círculo cualquiera podemos
situar tantos cuadrados como nos plazca. Lo malo está en que para demostrar esto hay que
recurrir luego a una regla graduada, porque si no es imposible convencer a nadie, y entonces
es cuando hallamos un cuadrado de perímetro aproximado al del círculo y otro cuadrado de
superficie también aproximada a la del círculo.
Resumiendo, hemos de especificar que las líneas curvas son de naturaleza cósmica o
celeste y las rectas son puramente terrestres, de escala local. Algo así como si sumásemos
peras y manzanas y quisiéramos saber cuántas peras tenemos.
Como esta cuestión va a ser muy traída y llevada a partir de ahora, convendría que, quien
lo ignore, se fije bien en las fórmulas geométricas clásicas para conocer la superficie y la
longitud de una circunferencia.
Así, el área de la circunferencia es igual a "pi" r2 o lo que es igual a 3,1416 multiplicado
por el cuadrado del radio; o bien 0,7854 multiplicado por el cuadrado del diámetro.
La longitud de una circunferencia se obtiene multiplicando el diámetro por "pi" (2 "pi" r)
ó 6,2832 multiplicado por el radio.
¿Comprendido?
Pues nosotros vamos a tropezamos con la Cuadratura geométrica del círculo muchas
veces, como en las Figs. 16 y 17, Y no le vamos a dar la más mínima importancia, puesto
que ya empezamos a contemplar estas cuestiones con mentalidad distinta, o sea de
geómetras herméticos.
Fig. 16. División del cuadro en 16 y 25. Los triángulos azy, bxw, cvu y dst señalan la
división de 16 casillas. Los circulitos coincidentes sobre el círculo inscrito señalan los
ocho puntos de la Cuadratura. El cuadro resultante tiene idéntica superficie que la
circunferencia. Pese al aparente "embrollo", los triángulos con vértices en a, b, c y d
son una repetición exacta sobre los cuatro lados.

Todo lo que hemos dicho acerca de la Cuadratura del Círculo está representado en los
dos cuadrados de línea contínua que aparecen en la Fig. 17. Las líneas punteadas son trazos
que nos han servido para establecer los puntos (circulitos) de coincidencia.
Claro está que nosotros no hemos hallado estos puntos de coincidencia por casualidad, ni
mucho menos. Aquí sí que hemos dejado horas, días y meses, utilizando papeles
milimetrados, cálculos hechos con toda exactitud, y una verdadera montaña de papel blanco.
Sabemos que hay otros procedimientos más sencillos, y uno de ellos es ,el que se encuentra
en la simbólica Cruz de Malta, que nos da una cuadratura exacta del perímetro -y de lo cual
les hablaremos cuando toquemos la división del círculo en siete partes-, pero nosotros
hemos llegado a través de la cuadriculación mágica, empezando por el Cuadro de 25
casillas.

Fig. 17. Demostración de la Cuadratura Geométrica del Círculo


Area) Cuadrado exterior (línea continua), igual a superficie círculo.
Longt.) Cuadrado interior ( " " ), igual a longitud de la circunferencia.
("Gran Maestre Pierre")
Y esto de la cuadriculación habremos de tocarlo en otro capítulo. Piénsese que para hacer
un cuadrado y dividirlo en partes iguales, sólo necesitamos una escuadra y una regla
graduada. Pero, ¿y cuándo se carecía de esto?
Y la Geometría Hermética puede dividir exactamente cualquier cuadrado en tantas partes
iguales, o desiguales, como se quiera. Y esto que es algo parecido a brujería resulta en la
práctica mucho más sencillo de lo que parece. Por ello estamos convencidos de que la
geometría nos llegó del cielo, o sea que nos la trajo alguien de otro planeta y nos la enseñó
como él la había aprendido. No exageramos; las deducciones que se pueden extraer, viendo
cómo el círculo nos lleva, paso a paso, a unas divisiones exactas y establecidas por leyes
inmutables, nos indican que el Conocimiento de Hermes-Toth era muy superior al que
nosotros hubiéramos podido adquirir partiendo únicamente de trazar líneas sobre la arena
fina de una playa.
Y si no nos creen, a las pruebas nos remitimos...

"He caminado sobre estos rayos tuyos como si tuviese


una rampa bajo los pies por la que subir hacia mi
madre, el viviente Ureo, en presencia de Ra. "
Esgrafiado 508 de los Textos de las Piramides

CAPITULO III
,
¿QUIEN FUE HERMES-TOTH?

No tenemos duda alguna acerca de que Gastón Maspero (1846-1916) fue un egiptólogo
de campanillas ni de que sus descubrimientos arqueológicos aportaron un gran caudal al
conocimiento de las antiguas dinastías egipcias, como son los textos litúrgicos descubiertos
y descifrados por él (publicados en 1880-1881).
Los Textos de las Pirámides, de G. Maspero, completados posteriormente por los
descubiertos por el suizo G. Jequier, así como los Textos de los Sarcófagos, y El Libro de
los Muertos, junto al Libro del Día y el Libro de la Noche, etc. etc., nos han dado una visión
bastante amplia de lo que era Egipto, cómo eran sus gentes, qué hicieron y cómo pensaban,
desde Menes, fundador de la Primera Dinastía (5.619 años antes de J.C.) hasta el fin del
período sotíaco de Menofres, con Diocleciano, 284 años después de nuestra era.
Existe un caudaloso Nilo, válganos el símil, de literatura de todos los tiempos, acerca de
tema tan antiguo como apasionante, y, aunque hemos leído muchísimo, de antes y de ahora,
no lo hemos leído todo, ni existe nadie capaz de hacerlo. No obstante, en la búsqueda
imposible del origen del extraño dios, demiurgo o divinidad solar que ahora conocemos
como Hermes-Toth, tan estrechamente relacionado con el origen de la Geometría
Hermética, por todas partes hallamos señales y pruebas de la gran sabiduría de Hermes-
Toth, "dios de la Ciencia, inventor de la escritura, visir y escriba de Ultratumba y geómetra
inimitable", a quien se simbolizaba unas veces como ibis y otras como mandril, tal vez
tratando de sugerir su espíritu meditabundo.
En "Mitología Universal", Juan B. Bergua, nos explica:
"Otro, y no el de menor importancia de los demiurgos (era) Toth, al que el pueblo
llamaba "Señor de las palabras divinas", y los teólogos "Lengua de Atum" (o Atón), era
considerado como el inventor del lenguaje hablado y de la escritura. Así como de fórmulas
mágicas que dominaban hasta a los propios dioses. Toth era la inteligencia divina y el Verbo
divino, y, por consiguiente, el Verbo encarnado. Y, como dios de la Luna, el regulador del
tiempo. El, pues, hacía reinar el orden en el Universo. En su calidad de contador de los
dioses, era el dios de los escribas. Como "Grande de la Magia", reinaba sobre los magos. A
causa de todas estas atribuciones, su culto gozó de particular favor entre los egipcios, lo que
le valió el sobrevivir a otras divinidades. En la Época Baja se transformó en un dios
cósmico universal, venerado con el nombre de "Hermes Trismegisto" (tres veces santo o
grande). Como archivero de los dioses, era por ello mismo el patrón de la historia y él era
quien anotaba cuidadosamente la sucesión de los soberanos escribiendo, en las hojas del
árbol sagrado de Heliópolis, el nombre del futuro faraón que la reina acababa de concebir de
su unión con el amo del cielo; escribía asimismo sobre largos brotes de palmera los felices
años de reinado que la divinidad concedía a los reyes. Los textos le dan frecuentemente
como compañera a Maat, la diosa de la Verdad y de la Justicia, pero en ningún templo se les
encuentra juntos. En cambio, se le conocen dos esposas: Seshet y Nahmauit (la que arranca
el mal). Con la primera había tenido a Hornub; con la segunda, a Nefer Hor. Toth era
representado con cabeza de ibis coronada por una luna llena. Su fiesta principal, según
Plutarco, se celebra el 19 del mes de Toth, a principios de año, algunos días después del
plenilunio. Otras veces se le daba la forma de un cinocéfalo."
Tot, Thot, Thoth, Toth, Toyt, Taautos, o el Hermes de los griegos (llamado también
Mercurio por los romanos), que por todos estos nombres se le conoce, se supone que fue un
"gigante" nacido de "ángel" y de mujer terrestre. Así, al menos nos lo dice Francois
Ribadeau Dumas en "Historia de la Magia": "Aquellos gigantes, nacidos de ángeles y de las
mujeres más bellas de la Creación, fueron superhombres: tales como Hermes, Osiris, Orfeo
y los demás grandes magos de la Antigüedad".
¿Hemos de tomar esto al pie de la letra? Por supuesto que no, pero sí tratar de hurgar, al
menos, en la protohistoria, e ir más allá, si fuese posible, a fin de establecer, como pretende
Robert Charroux, "si los hombres nacieron antes que los dioses".
¡Delicada y problemática cuestión, sin duda alguna! Hay quien ha supuesto, y no sin
fundamento, que primero nacieron los hombres, cuyos actos más relevantes fueron
conservados oralmente por sus descendientes, de donde nacerían los mitos y las leyendas,
como todavía se habla de Alejandro Magno, Gengis Khan o Julio César, y luego surgieron
los "dioses", que no fueron otra cosa que héroes o personajes relevantes, tipo Hércules,
Atlas, Viracocha, Quetzalcoatl, o el mismo Toth. Pero, ¿por qué no suponer que estos
demiurgos eran extraterrestres o bien iniciados por extraterrestres?
No es así, ni mucho menos, cómo se ha escrito hasta ahora la Historia, ni creemos que la
especulación y la fantasía sea el modo más idóneo de hacerlo. Las pruebas que tenemos
sobre la existencia de nuestro mítico y misterioso personaje son insustanciales,
inconsistentes y dispersas; muchos pueblos hablan de él, pero suponemos que por razones
de vecindad, como pudieran ser egipcios, fenicios, griegos o hebreos, quienes aceptarían,
con escasas variaciones, la legitimidad de Toth desde... ¿digamos seis, ocho o diez mil años
antes de J.C.? Pero, ¿y mucho antes? ¿Qué era el Próximo Oriente hace doce, catorce o
dieciséis mil años antes de J.C.?
¿Comprenden ahora cuál es el terreno que estamos hollando?
Vayamos algo más allá, como a unos 45 o 48 millones de años, / cuando según Robert,
C. Radclife, del "National Geographic News" de Washington, hombres y animales se
paseaban entre Europa y América, "sobre un puente de tierra seca, tendido sobre el
Atlántico".
Robert M. West, profesor de Geología del Museo Público de Milwaukee (Wiscosin) y la
doctora Mary R. Dawson, profesora de paleontología del Museo Carnegie de Historia
Natural de Pittsburg, conjuntamente, han hallado fragmentos óseos de animales en la costa
canadiense de Ellesmere, situada al norte del Círculo Polar Ártico.
"Hemos hallado animales primitivos, como el tapir, tanto en Montana y Wyoming, como
en unas canteras próximas a París (Francia). También los hemos encontrado en la isla de
Ellesmere, en Islandia y Spitzbergen. Eso confirma nuestra teoría de que existía una fauna
común en Europa occidental y los Estados Unidos y demuestra la emigración animal en el
período cenozoico."
A estas declaraciones del doctor Robert M. West podríamos preguntar: ¿Pensaba ya el
hombre en aquellos tiempos? ¿Era La Tierra un planeta de escasa vida inteligente?
¿Llegaron nuestros antepasados, los "dioses", vieron el panorama que aquí reinaba y se
volvieron a marchar para retornar más tarde?
¿Qué es lo que realmente estaba ocurriendo en alguna región del planeta?
Hemos planteado así estas preguntas por una razón que tratamos de analizar con todo
detalle, aunque para ello sea necesario dejar de momento, a Hermes-Toth, para trasladamos
al Monte Wilson, donde estuvo trabajando Edwin Powell Hubble (1889-1953) quien
estableció la teoría de la expansión del Universo.
Pero... ¡Ah, el realismo fantástico afirma y mantiene que no estamos solos en el cosmos!
Y si nos equivocamos, todo cuanto hemos expuesto aquí y en otras obras, será mentira.
Si observan la Fig. 18, verán que, con mayor o menor acierto, hemos representado, de
perfil y de frente, nuestra galaxia, llamada Vía Láctea, que es una entre las cien mil millones
de galaxias que componen el cosmos, y en ella podrán ver el lugar que ocupa nuestro
Sistema Solar, que es un reducido grupo de planetas girando en derredor del Sol, ¡otro de
los cien mil millones de astros que componen, a su vez, la Vía Láctea!

Fig. 18. La Vía Láctea sólo es una entre 100.000.000.000 (cien mil millones de
galaxias). Es un disco espiral, que gira en el espacio, y está compuesta por millones
de estrellas; su diámetro es de cien mil años-luz. El Sol se halla a 33.000 años-luz
del núcleo.

Sin embargo, a pesar de lo que digan astrónomos y astro físicos, no lo sabemos todo, ni
mucho menos, respecto al Universo, ni respecto a nuestra Vía Láctea ¡Y mucho menos
respecto a nuestro Sistema Solar!
Por ejemplo, los astrofísicos soviéticos de Moscú, Leningrado, Yakutsk y Rostow, según
estudios y cálculos realizados por separado, han llegado a la sorprendente deducción de que
el planeta Júpiter no es tal planeta, sino un sol en proceso de nacimiento como ha informado
la agencia "Tass".
Esta información está apoyada en el hecho de que Júpiter aumenta de tamaño y que sus
reservas de deuterio nuclear se expanden, por lo que, según cálculos, alcanzará la masa y la
brillantez del Sol dentro de tres mil millones de años.
Hasta ahora se había creído que Júpiter era una estrella en extinción y hermana menor del
Sol. La Agencia "Tass" ha dicho textualmente:
"La irradiación de Júpiter se debe a una reacción termonuclear interna que, lejos de
disminuir, se encuentra en estado de ignición.
"La temperatura en el centro del planeta alcanza probablemente los 300.000 grados de la
escala de Kelvin y sigue aumentando. Razonando sobre el contenido medio de deuterio en
planetas y cuerpos pesados, los científicos han deducido que las reservas de carburante
nuclear en Júpiter, lejos de haberse agotado, están, por el contrario, en estado de ignición.
La masa del planeta crece constantemente gracias a la captura de cometas, meteoros y
partículas gruesas de polvo de lluvia espacial."
¡Y, como resultado de este singular proceso de formación, en la Vía Láctea surgirá un
nuevo sistema solar doble: el nuestro!
Sabemos muy bien que el Universo es un fabuloso conglomerado de materia y energía
que se encuentra en continuo proceso de transformación, que vive, late, palpita, muere y
renace; sabemos que la vida de los planetas posee un ciclo muchísimo más dilatado de
duración que la vida humana, y sabemos que los setenta u ochenta años de promedio de
nuestra efímera existencia no es absolutamente nada comparado con la vida de un mundo
como La Tierra, pongamos por caso. Pero, como cualquiera de nosotros, también el planeta
que suponemos cuna de la Humanidad tuvo un origen y habrá de tener un fin, ya sea de diez
mil o cincuenta mil millones de años. ¿Qué importancia puede tener eso?
Como en nuestra galaxia hay cientos de miles de planetas semejantes al nuestro, y el
cálculo nos hace suponer que hubieron otros tantos o más y que, de no cambiar las cosas,
nacerán nuevos planetas y surgirán nuevos soles, la buena lógica nos hace deducir que sería
altamente improbable que la vida, más o menos como nosotros la conocemos en la
actualidad, se hubiera dado únicamente en La Tierra.
Es más, estamos por asegurar que la vida se ha dado en muchos lugares, antes y después,
aunque no haya sido, precisamente tal y como nosotros la conocemos. El ambiente ha hecho
que esa vida crezca y se desarrolle., o bien que se extinga. Nosotros somos la mejor prueba
del crecimiento y el desarrollo humanos.
Pero nadie puede responder a la pregunta de si la vida se originó aquí o nos llegó de
afuera, del mismo modo cómo nosotros hemos podido enviar gérmenes al cosmos, ya sea
arrojando pequeños o grandes pedruscos de nuestro suelo, infectados de virus y bacterias. al
hacer explosión alguno de los volcanes de la antigüedad. y enviarlos al vacío interestelar.
Se ha demostrado que esto es posible. Los cohetes de la NASA han impulsado al espacio
a naves espaciales y astronautas del mismo modo que lo hizo el volcán Krakatoa
(lndonesia), en 1883, causando al mismo tiempo, la nada despreciable cantidad de 37.000
muertos. Nadie sabe si los fragmentos de la isla desaparecida volvieron a caer sobre La
Tierra o cayeron sobre algún distante planeta, o bien si todavía van errantes por el espacio.
Pero lo que sí sabemos es que, anualmente, caen sobre nuestro mundo algunos miles de
fragmentos minerales cuyo origen desconocemos, y algunos son de bastante consideración.
Pero no es sólo eso; hay algo más. Astronautas de la NASA han viajado hasta La Luna
varias veces. Naves espaciales terrestres de la "Operación Apolo" han viajado hasta la
Blanca Selene, se han posado en ella, han investigado su suelo y luego han regresado,
gracias a lo cual, hoy disponemos de fragmentos lunares que están siendo investigados en
numerosos laboratorios geológicos.
Y si el hombre ha logrado realizar tal proeza, ¿qué impide que otros hombres hayan
hecho lo mismo desde otros planetas? Todo parece indicar que los "ovnis" son naves
espaciales, tripuladas o no, procedentes de mundos remotos. ¿Por qué no? ¿Hiere eso acaso
nuestro orgullo terrícola? ¿Y si nuestros antepasados, como afirman ciertos mitos y
leyendas, llegaron aquí a través del espacio?
¡De eso, precisamente, estamos hablando!
¿Por qué no podría ser Dios el Jefe de algún mundo, cuyos cosmonautas llegasen algunos
cientos de miles de años atrás, ya con todo su bagaje de conocimientos y la apropiada
evolución biológica, y el "recuerdo inconsciente" de esa ascendencia, o bien la "grabación
psíquica" del subconsciente sea lo que estamos tratando de "re-ligar" entre el ; aquí y el
"más allá"?
Hasta hace poco, se creía que el hombre ha evolucionado desde el primate u "homo
erectus" hasta el "homo sapiens" y no debemos olvidar que todo ello, esbozado con la mejor
intención clasificadora, no ha contribuido a clarificar la verdad de nuestro origen. Teorías,
tanto religiosas como filosóficas y antropológicas, han habido varias, pero no dejan de ser
teorías, cuya demostración irrefutable aún no se ha llevado a efecto. Las declaraciones
teológicas del Antiguo Testamento son cada día menos convincentes y más bien parecen
algo así como la copia o transcripción de otros génesis más antiguos, todo lo cual tiende a
desconcertar más que a orientar.
Y por si fuese poco, a las leyendas se han unido toda clase de teologías y cosmogénesis,
entre las que se hace impreciso descubrir influencias de pueblos o culturas que si bien la
historia afirma que estuvieron desconectados, pruebas recientes, como hallazgos
arqueológicos o paleontológicos, desmienten, confunden, desorientan y hasta contradicen.
Ahora sabemos, por Edwin Powell Rubble y otros, que el argumento de las "insalvables
distancias cósmicas" es algo así como la fútil excusa del mal pagador. Con medios
adecuados -¡Y piénsese que los nuestros actuales todavía no son suficientes!- se puede
viajar de un planeta a otro y, si mucho nos apuran, de un lado a otro de la Galaxia que,
siendo espiral y estando en continuo movimiento desde hace quince mil millones de años,
en algún momento pudo tener cerca de nosotros a otro mundo con seres dispuestos y
preparados para dar el "salto al espacio",
¿ Vale esto o insistimos?
Vale, Volvamos con Hermes-Toth.
Fuese hijo de "dioses" y mujer terrestre, "ángel caído", astronauta o el hombre de nuestro
ejemplo que trazaba líneas sobre la fina arena de una playa, de Hermes -Toth nos ha llegado
la "versión" de un individuo muy sabio. (¿Cuál será la versión que llegará de Albert Einstein
a los pobladores de nuestro mundo en el siglo cien o quinientos? ¿Se dirá "que fue un
"dios", un genio o un simple mortal? Lo ignoramos. Puede que ni siquiera se hable de él,
especialmente si la humanidad ha sufrido trastornos catastróficos, si nuestros descendientes
se han exterminado y sólo han sobrevivido unos cuantos, y no precisamente los más
idóneos, o si las cosas no ocurren como suponemos. ¡Y todo eso que bien puede suceder, es
posible que haya sido realidad en tiempos pretéritos, y hablemos del futuro de igual modo
que del pasado!)
Insistimos que, con los datos que poseemos, se hace harto difícil hacer una biografía de
Hermes-Toth. Ni siquiera sabemos si fue un funcionario de Atlántida llegado a la cuenca del
Nilo juntamente con Osiris e Isis, o si lo llevaban ya en el recuerdo los que se instalaron en
Egipto y empezaron a construir pirámides y templos rematados con figuras de Esfinges.
Filón de Biblos escribió algo así: "Pero los criptólogos más recientes han destruido todo
vestigio de los sucesos acaecidos desde el origen de las cosas, inventando ficciones en las
fábulas, combinándolas de forma que se conjuntaran con los movimientos del Universo".
¿Han estado los hombres destruyendo sistemáticamente las pruebas que podían
relacionamos con nuestro origen extraterrestre? ¿Acaso porque llegaron otros seres,
procedentes de mundos distintos y trataron de hacemos creer en su verdad y no en la que
nos habían transmitido los "dioses" anteriores?
Eso es, precisamente, lo que a escala terrestre o local ha estado sucediendo desde tiempos
inmemoriales, sin necesidad de recurrir a individuos llegados del cosmos. Los que invadían
una región, atacando desde el otro lado de las montañas, trataban de imponer a los vencidos
sus costumbres, leyes y religión. Los griegos impusieron a Zeus a los persas. Los templos
de Apolo sustituyeron en Canaan a Baa1 y Moloch. Los descendientes de Abraham, que
adoraban a Jehová, hubieron de acatar los dictados de Amón durante su cautiverio en
Egipto, hasta que Moisés inició el Éxodo. Y no hace falta decir que los romanos impusieron
a los celtas sus dioses, que eran una copia de los helenos.
Por si esto no fuese bastante, la Iglesia católica y románica inculcó a los aztecas e incas el
cristianismo y llevó la evangelización a todas partes del mundo contemporáneo; en unos
lugares se evangelizó con la palabra y la cruz, pero en otros se hizo con la punta de la
espada.
¿ Y las religiones anteriores? Como no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo
resista, el cambio que no se efectúa de modo brusco, se lleva a cabo de modo paulatino. El
tiempo es el mejor aliado para toda transformación.
A nosotros nos consta que a los pueblos les ocurre igual que a todas las cosas o seres.
Nacen, crecen y mueren. Ningún imperio ha durado eternamente. Es un ciclo inmutable,
irreversible e inapelable. Si en la más remota antigüedad hubo un imperio capaz de construir
grandes edificios de piedra, tanto en América como en África, Europa y Asia, de él sólo
quedan vestigios irreconocibles. En primer lugar, los vencedores abatieron sus estatuas y
templos, borraron todo lo que pudieron de su recuerdo, a fin de que perdurase sólo el suyo
propio, ya que, siendo los vencedores, habían sido más grandes que los vencidos.
Y, por lo visto, algunos templos, edificios o construcciones, no pudieron ser destruidos,
bien porque ocurriera algo que acabase al mismo tiempo con "tirios y troyanos" o porque no
se supiera lo que aquello significaba. Pero nosotros creemos, a juzgar por lo que estamos
averiguando ahora, que las grandes pirámides de Gizeh – ¡o de Hermes-Toth, como
insistimos en quererlas llamar! -son el símbolo de unos antepasados nuestros que llegaron...
¡de otro planeta!
Ahondemos en esta cuestión.
Robert Charroux, en "El Libro de los Dueños del Mundo", transcribe parte de la "Historia
fenicia", recopilada por Eusebio de Cesarea, donde Filón de Biblos nos menciona al
extraordinario Sanchoniaton, quien vivió en tiempos de Semíramis, unos veinte siglos antes
de J.C. ¡Curiosa "tacada a tres bandas"! -Sanchoniaton-Filón-Eusebio- que, aunque
interpretada de muy diversos modos y en distintas épocas, parece dejar claro que hubieron
"serpientes voladoras" provistas de hélices. Y la cuestión, creemos, estriba en que no
vengamos ahora nosotros a complicar más las cosas. Por ello, nos limitaremos a transcribir
la genealogía de Toth, que viene a quedar así:
"Un viento sombrío, o hálito de aire, que se enamoró de si mismo, con lo que surgió el
deseo.
" Así se crearon todas las cosas.
"De esa cohabitación surgió Mot, que se puede interpretar como "residuo" o como
"putrefacción" de la mezcla acuosa. Ello ha sido el germen de la creación.
"Así nacieron animales desprovistos de sensibilidad. Y de estos nacieron otros animales
racionales, llamados Zofasemin, que significa "los que miran al cielo".
"Mot tenía forma de huevo y se hizo luminoso, creando el Sol, la Luna y las estrellas.
"Después, sin que nadie aclare cómo, aparecieron animales macho y hembras.
"Nacen luego el viento Noto y el Bóreas, deidades.
"Del viento Kolpia y de su mujer Baau, nacieron los mortales Aeón y Protogona, que
fueron padres de Genos y Genea, los primeros habitantes de Fenicia.
"Se adoró al Sol, como dios y dueño del cielo y se le llamó Beelsamen, que es el Zeus de
los griegos.
"De Genos, hijo de Aeón y de Protogona, nacieron Phos, Pyr y Phlox (luz, fuego y
llama).
"Sanchoniaton hace constar que a los hombres se les llamaba entonces por el nombre de
su madre, ya que las mujeres, por aquel tiempo, se entregaban sin pudor al primero que
llegaba... (¡Como si hubiera prisa en reproducirse, después de algún desastre natural o
guerra aniquiladora!)
"Luego, Hypsurianos (que significa la altura celeste) habitó Tiro e inventó las cabañas de
junco, de caña y de papiro.
"Hypsurianos disputó con su hermano Usus, el inventor de las prendas de vestir hechas
de pieles.
"Hubo un temporal de lluvias y vientos; se produjo fuego en el bosque y se incendió.
Usus tomó un tronco de árbol, lo despojó de ramas y se hizo una embarcación.
"Pasaron los siglos y nacieron Agreus y Alieus, inventores de la pesca y la caza. Luego,
apareció Crisor, que se consagró a los discursos. Hefesto. (Vulcano) descubrió el anzuelo, el
cebo, la caña de pescar y la balsa. Como fue el primer navegante se le llamó Zeus Michius.
"Luego -y aquí vamos a transcribir al pie de la letra- dice que de dicha raza surgieron dos
jóvenes, llamados respectivamente Tecnites, artesano y al otro, terrestre, Autóctono
(Nombre éste que menciona también Platón como uno de los gemelos de Poseidón y
hermano de Mneseas)."
Pero hagamos un inciso, como hace Robert Charroux, porque esto de que Autóctono sea
terrestre parece indicar que el otro no lo es y su origen podía ser celeste. Mas recordemos
que los aviones procedentes de Nueva York, cuando aterrizan en Europa, "bajan del cielo".
¿Nos comprenden? Aquí no queremos favorecer a nadie y sí mantener la tesis de que,
mientras nosotros gozamos de una alta tecnología, existan rincones en nuestro mundo actual
donde se vive en el mas absoluto primitivismo.
Y, para concluir: "Luego llegaron otros, Agros, Agrueros o Agrotes que fueron muy
venerados en Fenicia. Estos procrearon a Amunón y Magón, que trazaron los burgos y las
majadas, y de los que nacieron Misor y Sydye, que quiere decir libre y justo.
"De Misor nació Taautos (Hermes-Toth), quien descubriera la escritura y fuera el
primero en formar letras."
Y nosotros vamos a demostrar en el capítulo siguiente que la escritura fenicia, de la cual
derivó la griega, tuvo su origen en principios geométricos relacionados con el círculo, el
triángulo y el cuadrado. Y no se olvide que un triángulo es la mitad de un cuadrado.
Vamos a ocupamos de esas cosas trascendentales.

..iOh, tú, realizador de círculos y conductor de


las dos tierras, timón del Oeste
Cap. CXLIII de
"El Libro de los muertos".

CAPITULO IV

LA PALABRA Y LA SABIDURÍA

Si alguna vez nos dicen los parafísicos que los mundos se mueven gracias al influjo
psicotrónico emanado de los seres vivientes... ¡Y de los que han vivido antes que nosotros!,
puede que lleguemos a creérnoslo.
Sabemos lo poco que sabemos e ignoramos lo mucho que ignoramos. Esto, obviamente,
ya no sorprende a nadie. Si lo supiéramos todo, seríamos dioses; y puede que alguna vez lo
hayamos sabido, y hasta que conservemos alguna especie de "recuerdo" inconsciente o
subconsciente.
Sin embargo, hay cosas que se han olvidado, otras que se han ocultado y muchas que se
han falseado. El tiempo, unas veces adicto y otras adverso, nos ha puesto en la alternativa de
volver a caminos mal elegidos, para emprender nuevas rutas, distintas aventuras,
experiencias nuevas, y con ello, el flujo y el reflujo de la historia del hombre, ¡hayamos
vivido una o varias veces!, nos sitúa en lugares que nos resultan vagamente familiares, por
haberlos soñado o visto en realidad, y nos hace ver cosas que creíamos olvidadas o
ignoradas.
La Geometría Hermética no se escapa a esta impresión. Recordamos casi con claridad
todo cuanto aprendimos en la escuela siendo niños: cuadrados, círculos, triángulos. Todo es
claramente familiar. Incluso las letras que utilizamos para escribir nuestros dictados o que
copiamos de los libros de estudio, están moldeadas geométricamente.
¿Cómo se hicieron las letras? ¿Quién las hizo? ¿Cómo empezó la escritura? ¿Qué fue
primero, el fonema o el signo? ¿Se habló y luego se escribió? ¿Se empezó por el símbolo?
Vayamos por puntos y recurramos primero a las enseñanzas recibidas. Los libros de texto
nos dicen que la primera escritura fue la ideográfica, surgida allá por el año 3.500 antes de
J.C., con lo que ya empezamos por no estar de acuerdo, debido a que le suponemos, como
mínimo, algunos cientos de miles de años más.
Esta forma de expresión se realizó en tablillas de barro, secado al sol, en piedras, papiros
y pergaminos. Y se nos sigue diciendo que más tarde, la escritura evolucionó, volviéndose
simbólica o jeroglífico, con lo que tampoco estamos de acuerdo, porque nadie ha
demostrado cuál forma fue antes. Además, ¿qué diferencia hay entre un jeroglífico egipcio,
pongamos por caso, y una ideografía?
Nos damos cuenta del quebradizo terreno sobre el que nos movemos, precisamente por
no olvidar los grabados preincaicos o mayas, los signos cuneiformes, tanto fenicios como
sánscritos, que se han hallado por todas partes del mundo, y hasta en lugares donde, según
la Historia, no debían estar; ni olvidamos los hallazgos de Glozel, ni los signos de Piedra
Pintada (Brasil), o los de Karanovo (Bulgaria).
En "L'Univers de l' Art" (París, 1967), se dice: "Invención de la escritura. Si tomamos la
idea de primera civilización que se asocia al estudio de Sumer, comprobamos que la
herencia capital, de la que se ha beneficiado toda la humanidad, es la invención del lenguaje
escrito.
"La escritura, prólogo de lo que llamamos civilización, apareció, ante todo, como un
dibujo que representaba ciertos objetos; pero este sistema comporta límites en la expresión
del pensamiento. Entonces la escritura se hace más abstracta y permite la representación
figurada de la idea."
Naturalmente, si Dios no hizo al hombre a su imagen y semejanza, y le dio el habla en el
primer instante, sino que le facultó para poner nombre a las cosas, ¡Y, al mismo tiempo,
hizo otros hombres, con otros conceptos del nombre sustantivo!, todo cuanto nos digan las
enciclopedias carece de valor para nosotros.
Más bien nos inclinamos a creer que hubo un origen y una escuela primaria, como nos
recuerda Charles Berlitz en "The Mistery of Atlantis" (Nueva York, 1971), al decir que
"padre" se pronuncia "aita" en vascuence, "taita" en quechúa, "ata" en turco, "tata" en
náhuatl, "tatay" en tagalo, "tata" en maltés, "tad" en galés y "tata" en romano, fidjiano,
sinalés y samoano.
Y la lógica más abyecta -¡léase así mismo!- nos hace suponer que primero se aprendió la
palabra, de labios de los gruñidos de la madre que nos destetó, y, mucho más tarde,
aprendimos a escribir. ¡Bueno esto es un decir, porque la verdad es que todavía no sabemos!
Imaginen las complicaciones que han habido desde que Sanchoniaton, por ejemplo, estudió
en las tablillas cuneiformes fenicias, Filón de Biblos escribió en cananeo y Eusebio de
Cesarea lo transcribió todo en un latín que... ¡ya, ya, cójame esa interpretación por el rabo,
aparte las manipulaciones mencionadas en el Antiguo Testamento, como las ruedas de
fuego de Ezequiel, los "elohim" que acompañaban a Jehová o las extrañas trompetas con
que se derrumbaron las murallas de Jericó.
¿Verdad que estos conceptos contraculturales y contestatarios hacen que nos
preguntemos, sin prejuicios, qué fue lo que ocurrió en Babel con lo de los lenguajes?
Sabemos, por otra parte, que existen sabios tratando de codificar el lenguaje rudimentario
de algunos animales; sabemos que, a su modo, hay especies que poseen su propio lenguaje:
monos, delfines, perros, caballos, vacas... ¿Para qué continuar?
Al hombre hay que aceptarle un primitivo estado de andrógino, primate o "pitecántropo",
donde emplease gruñidos o sonidos guturales, antes de recibir ayuda extraterrestre o bien
sufriera la mutación que le llevó al estado de "erectus" u "homo sapiens". La evolución del
hombre, por tanto, debe considerarse en ambos casos como natural. "Esto es fruta, eso es
pecado, aquello es bueno, lo otro, malo". Así de simple.
En cuanto al modo de expresar los conceptos más abstractos, hemos de admitir que debió
utilizar fórmulas muy simples o bien hábitos ancestrales, como dibujar una flecha y un
ciervo para representar la caza, una figura humana para significar a un hombre y un palo y
una copa frondosa para representar a un árbol.
Todo hace suponer que el dibujo fue el primitivo medio de expresión del hombre. Un
pez, un sol, la luna, un niño, el agua, etc. ¿Y así cuantos siglos?
El enorme e insalvable vacío que este período pudo representar hasta que encontramos
esos signos sin sentido aparente que surgen por doquier pudo ser mucho o poco. No lo
sabemos. Pero sí sabemos que los hombres se comunicaban entre sí, aunque fuese dentro de
la misma tribu, y que existía un nomadismo incesante, debido a la inquietud del hombre.
Pudo florecer, por tanto, no una, sino varias civilizaciones. Pudieron establecer un
lenguaje escrito o esgrafiado que luego se perdiera, al desaparecer pueblos enteros, aunque
no total o bruscamente. Y esto, que no podemos probar, naturalmente, pero que está en la
línea de la evolución natural, de la emigración, del gregarismo o comunidad, y de tantos
otros factores, bien puede explicar por qué "tata" significa lo mismo en distintos lugares del
mundo.
Dejamos, sin embargo, para más concienzudos investigadores cuál pudo ser la evolución
del lenguaje de los pueblos primitivos y situémonos en el momento en que los fenicios, con
un lenguaje escrito que posiblemente heredaron de sus antepasados, los hombres de piel
rojiza de Centroamérica o tal vez de la Atlántida, empezaron a influir entre las tribus
nómadas del Próximo Oriente, los judíos por el sur, los egipcios en África del Norte y los
griegos al norte.
Recuérdese que esa región que hoy conocemos como el Líbano estaba en la zona de
influencia de Egipto, Mesopotamia, Asiría, Capadocia, Macedonia, Tracia, etc. Y piénsese
que esa historia común pudo haberse iniciado hace 9.000 años antes de J.C., poco después
del supuesto hundimiento de la Atlántida.
Esto, naturalmente, no es más que una hipótesis. Pero, vayamos con la Geometría
Hermética; remontémonos a los orígenes antediluvianos, retrocedamos a los tiempos en que
se construían enormes pirámides. Más adelante nos daremos cuenta del porqué de todo esto.
Ahora, echen una ojeada a la Fig. 19, donde vemos un alfabeto fenicio y otro griego; uno
de cinco o seis mil años de antigüedad y otro de algunos milenios menos. La escritura
fenicia fue primero cuneiforme y luego se "suavizó", pudiéndose escribir sobre papiro,
corteza de árbol o pergamino. La escritura griega, mucho más reciente, tiene un aire
geométrico en casi todos sus rasgos que nos hace meditar.
Y meditamos. Los griegos empezaron a ser algo en el Mediterráneo cuando los "rojos"
fenicios o caananeos les ilustraron. Tengamos presente que en el Antilíbano, cerca de
Damasco, se encuentra el lugar llamado Baalbeck, que fue un antiguo templo de Baal. Allí,
los griegos erigieron templos a sus dioses y Baal quedó relegado al olvido por el derecho de
conquista.
Sin embargo, estudiando el alfabeto fenicio vemos rasgos que, aunque siguiendo las
incisiones de los punzones -y después el de los pinceles-, se adivinan rasgos geométricos
que luego vemos repetidos en la escritura griega y en la hebrea. Por si esto no fuese
bastante, las letras "alfa", "beta", "gamma", "delta", etc. del fenicio, griego, árabe, hebreo,
arameo, esenio, etc. (lenguas de las regiones bíblicas) todas significan lo mismo.
"Aleph" significaba buey en aquellas regiones, como "beth" significaba casa y "nun",
"naha" o "naja" quería decir serpiente. Esto es en lo concerniente al sonido o fonema, lo que
hizo suponer cómo evolucionó la forma de expresión.
Y, sin embargo, nosotros hemos encontrado lo que podríamos llamar la etimología de la
escritura, precisamente dentro de un cuadro llamado mágico y que es un compendio de
Geometría Hermética. ¿De dónde sacar, si no, la forma ideal de expresión gráfica, si salta a
la vista, ciega, por así decir, al verla surgir en las formas geométricas elementales?

Fig. 19. Comparación alfabéticas de inspiración geométrica.


Antes hemos dicho que el cuadrado es una invención del hombre, bien sea éste de aquí o
haya llegado del "cielo". Nosotros insistiremos siempre en que los conocimientos llegaron
de "arriba", y ahora vamos a exponer un argumento racional de peso.
Háganos un cuadrado, por favor. Pero... ¡que sea perfectamente cuadrado! ¿Cómo lo
haría? Le remitimos a las Figs. 7 y 10, donde se explicó todo esto. En la Fig. 16 mostramos
un "amasijo" de líneas donde con la mejor buena voluntad del mundo queremos enseñarles
cómo se divide un cuadro en partes iguales.

Fig. 20. ¿Extrajeron los griegos su alfabeto de las líneas resultantes de la triangulación
del cuadrado? Obsérvese el exacto trazado de "tau", "my", "ny", "xi" o "pi".

Creemos haberles invitado al aperitivo con la demostración de la famosa Cuadratura del


Círculo -de la que seguiremos hablando más adelante-, en la Fig. 17. Pues, bien, en la Fig.
20, basándonos en el mismo principio cuadrático, hemos señalado algunas de las letras
esenciales que componen el alfabeto griego. Están remarcadas, aunque no todas, y no hace
falta ser un lince para comprender que de los fenicios a los griegos se produjeron cambios
importantes y la geometría quedó mucho más perfilada.
La letra "ene", que corresponde a la casilla n.º 13, o sea al centro del cuadro, la hemos
perfilado puesto que allí se concentran varias letras, como son la Z (Z = N), la svástica, el
teorema de Pitágoras, (Fig. 1) Y el Alfa y la Omega, o sea el principio y el fin, que todo el
mundo identifica como el triángulo y el círculo con base cuadrática, como si su simbolismo
quisiera expresar que el Principio está en la Tierra (el triángulo, la pirámide, etc.) y el Fin en
el Cielo (el círculo, las estrellas, Dios o la célula primordial).
Aclaremos algo, aunque sea a costa de cambiar fugazmente de tema. Los piramidólogos,
entre ellos André Pochan, nos han explicado que en la entrada de la Gran Pirámide de
Keops (o de Toth) hay una inscripción enigmática, llamada el Tetragrama, (Fig. 21) y que
nosotros interpretamos como el símbolo geométrico de Toth por superposición de figuras
que podemos decir "estilizadas". El entramado que resulta de superponer un triángulo, un
círculo, tres rectas horizontales y tres verticales, dentro de un ovoide, es altamente
significativo y "herméticamente" geométrico (Fig. 22).
¡Y nosotros sabemos muy bien que la Geometría Hermética es la ciencia que superpone
todas las líneas en el interior de un círculo!
Cuatro símbolos y tres rasgos esenciales. El siete está detrás, o dentro; no hay duda. En
la Pirámide de Hermes- Toth se encuentra el símbolo mágico del siete. Magia era sabiduría
en la antigüedad. Un lenguaje popular y simple de otro esotérico, parabólico, hermético,
mágico, separaba a los hombres.

Fig. 21. El Tetragrarna que se encuentra en la entrada de la Gran Pirámide de Keops,


sobre el signo del "Horizonte". La imperfección de su trazado nos remite a la Fig.
22.

¡Y la iniciación iba paralela con la sabiduría! En cierto modo, los tiempos no han
cambiado y, en el fondo, los seres seguimos siendo igual, o muy parecidos.
Por estas consideraciones, nuestra interpretación del Tetragrama es de que se trata de una
especie de muestra de iniciación geométrica, o símbolo de Gran Maestro, como sólo podía
ser Hermes-Toth.
Fíjense bien en los cuatro "grafismos". Primero un triángulo, que parece una pata de oca;
luego viene un círculo en forma de estadio o campo de deportes; a continuación, tres líneas:
la superior y la inferior, iguales, mientras que la del centro es algo más corta; y cierra el
Tetragrama una figura ovalada con dos líneas verticales internas.
Se trata, todo ello, de una muestra de las figuras geométricas más difíciles de realizar,
puesto que se combinan rectas y curvas. Y trazar esas figuras, que no es fácil para los más
avezados geómetras de la actualidad, debía ser, en la antigüedad, mucho más difícil que
ahora. Hagan la prueba sobre un papel blanco, sin milimetrar, como hemos hecho nosotros
en la Fig. 21. Con la mejor buena voluntad, nos ha salido algo así como un churro.

Fig. 22. Aquí tenemos las líneas esenciales que figuran en el Tetragrama. Obsérvese
la superposición de líneas que aparecen en la Fig. 22 bis sobre una cuadriculación
de Geometría Hermética. ¿Verdad que ha ganado sobre la Fig. 21?
Y, sin embargo, en la Fig. 22 bis, recurriendo al "cuadriculado" de la Geometría
Hermética, con las líneas bases para un trazado simétrico, la cosa ofrece un aspecto distinto,
ya que contamos con numerosos puntos de referencia sobre los que apoyar una de las puntas
del compás. ¿Nos comprenden? ¿Se dan cuenta del porqué, corriendo el tiempo, era
necesario implantar el papel reticulado o cuadriculado, como el que utilizan ahora nuestros
delineantes?

Fig. 22 bis. El Tetragrama esculpido sobre el "Signo del Horizonte", en la Gran


Pirámide, es un símbolo de gran maestría o iniciación geométrica. Tal vez sea el
anagrama de Hermes-Toth y expresa una gran sabiduría.

Y otra pregunta: ¿Sabían estos profesionales que en la antigüedad se cuadriculaba el


pergamino o el papiro, tal y como nos enseña la Geometría Hermética, para hallar la
perfección geométrica de los trabajos arquitectónicos?
Examinemos la Fig. 23. Nos hallamos ante lo que, sin eufemismos, podemos llamar el
estudio geométrico de un Gran Maestro. No esperamos que muchos lectores puedan
penetrar en el amasijo de líneas que aparecen aquí, relacionadas todas con el círculo que ha
servido para trazarlas. Y, sin embargo, de ese círculo han surgido cinco cuadrados distintos,
cuyos valores numéricos son 16, 14, 20 y 18 (salvando, naturalmente, las mínimas
diferencias de medición).
Explicamos esto para recordar una vez más que la línea recta no existe, sino que la hemos
inventado nosotros imaginando una sucesión de puntos -¡que tampoco existen!-Esto ya nos
lo dijo Euclides, pero nosotros nos hemos obstinado en creer que la línea trazada por el lápiz
sobre el papel era lo más aproximado a una recta. Y si todo ello ha servido, hasta la fecha,
para trazar los planos de nuestras construcciones arquitectónicas, podemos seguir
creyéndolo. A escala cósmica, por supuesto, estas líneas no servirán de nada.
Fig. 23. Estudio de Gran Maestro Geómetra. Los cuadrados a, b, c y d, y e, f, g y h
son iguales a la superficie y el perímetro de la circunferencia dada.
Numéricamente, sus valores son: 16, 14, 20 y 18.

El punto que nosotros señalamos como el lugar en donde se inicia el círculo, o el lugar en
donde se cruzan dos líneas, tampoco existe. Aceptamos que la afilada punta del compás es
de 0,000001, cuando en realidad ese inexistente punto debería ser Cero.
Por esta causa, cuando señalamos los puntos, cometemos errores de milésimas, o
millonésimas, si nos apuran, que en el desarrollo ulterior de la figura se puede convertir en
milímetros, centímetros y... ¡hasta en metros, si de un edificio se trata!
No hemos de desesperar si por error óptico situamos un punto fuera de su justo centro.
¡Cuántas veces hemos perdido horas enteras desarrollando un complicado cálculo
geométrico y nos hemos encontrado que, por culpa de una insignificante desviación del
punto, nos ha salido algo que nada tenía que ver con lo que buscábamos!
A esto se han referido siempre los Iniciados cuando decían lo cuidadosos que hemos de
ser al separar lo fino de lo grueso y lo grosero de lo sutil. Es una expresión alquímica, pero
estrechamente vinculada a la geometría, a la astrología y a la astronomía, ya que en el
fondo, todo pertenece a la misma esencia científica de la observación, el estudio y la
sabiduría.
Hecha esta salvedad, rogamos se fijen de nuevo en la Fig. 16, donde, por medio de la
triangulación cuadrática (¡Recuerden, de paso, que un triángulo es la mitad de un
cuadrado!), hemos hecho la división de un cuadrado en 16 y 25 casillas respectivamente.
Estos "cuadritos" son geométricamente exactos, lo que quiere decir que, aunque nos
hayamos equivocado, por eso de la imperfección de los instrumentos -compás, regla, lápiz,
etc.-, teóricamente son perfectos.
Hemos de insistir en que para comprender bien todo esto, lo ideal es tomar papel, lápiz,
un compás y una regla, y empezar a trazar líneas rectas y curvas. La cosa, que parece
complicada a primera vista, no lo es tanto cuando nos damos cuenta de que el círculo es
uno, la horizontal y la perpendicular son dos, y los triángulos que se entrelazan son cuatro, y
lo que hacemos es repetir en cada lado del cuadrado las mismas líneas.
Vamos a enseñarles una división cuadrática "difícil": un cuadro dividido en 49 casillas (7
x 7 = 49). Háganlo, siguiendo nuestras indicaciones y consultando el dibujo de la Fig. 24.
En primer lugar, tracemos el círculo, los semicírculos y la línea horizontal y vertical
(ordenadas). Luego, es imprescindible trazar también las diagonales ac y bd. Los puntos a,
b, c y d, exactamente sobre la línea del círculo, nos señalan cuatro líneas que trazamos: ab,
bc, cd y da. Esas cuatro líneas nos dejan una zona bien delimitada y clara. Se trata de un
cuadrado inscrito en el interior del círculo, como ya teníamos otro exterior al círculo. Pues
bien, por los cuatro lados, esa "franja" es, exactamente, la séptima parte del cuadrado
exterior.

Fig. 24. División del cuadrado en 49 (7 x 7) casillas. El hermetismo es aquí tan


evidente que aparece en la intersección de las diagonales con el círculo (puntos: a,
b, c y d). Los demás puntos de coincidencia se deducen fácilmente.

¿No es sorprendente esto? ¿Por qué es así? ¡Ah! ¿Quién puede explicar los axiomas?
Trazando puntos sobre estas líneas, justamente donde se cruzan con los cuatro triángulos,
obtenemos otra franja en cruz, en el centro del cuadro, que también es la séptima parte de la
longitud total del cuadrado. Las cuatro líneas que nos falta se ven entonces fácilmente en los
puntos de intersección 1, 2, 3 y 4.
Ahora, meditemos. ¿Quién hizo que esto fuera así? El hombre que trazaba líneas sobre la
arena de la playa por supuesto que no. Y nosotros creemos que el concierto de la Creación
tuvo muy en cuenta estas cosas.
¡Parece increíble, pero... ahí lo tienen!
"Ensipazianna reinó 28.800 años...
"Enmeduranna reinó 21.000 años.
"En Shurappak, Ubar-Tutu reinó 18.600 años
como rey.
"Total, cinco ciudades, ocho reyes reinaron
241.200 años.
"Entonces, el Diluvio barrió la Tierra "
("Leyenda Babilónica del Diluvio";
traducida por el Museo Británico).

CAPITULO V

¿PROCEDEMOS DE OTROS MUNDOS?

Los negros de Madagascar creen en un dios supremo llamado Ndriananabari, al que se


opone un genio perverso llamado Angatch, que trata, por todos los medios, de hacer
desdichados a los hombres y a sus almas, a las que llaman "razanes", y que son
intermediarios entre Dios y los hombres.
La antiquísima historia se ha divulgado -¿cómo no? con el nombre de leyenda, y en ella
se explica cómo apareció el hombre sobre la Tierra y cuál es el auténtico significado de la
muerte.
Esta "leyenda" es así:
Hace muchísimo tiempo, más del que nadie puede tener consciencia, Ndriananabari
envió a La Tierra a su hijo Ataokoloinona, a fin de explorarla y le informase de las
posibilidades de crear en ella seres vivientes.
Para un atento observador analítico no pasará por alto el hecho elemental de que algo así
fue lo que hizo la NASA en el Proyecto "Apolo", al enviar astronautas a La Luna, o como
han hecho los responsables del Proyecto "Vikingo" con respecto al planeta Marte. La
leyenda de los aborígenes de Madagascar no nos dice cómo llegó Ataokoloinona a la Tierra.
Hemos de suponer, por tanto, que llegó como tantos otros "dioses"... ¡volando! (¿O no
fueron volando Armstrong, Aldrin y Collins a la Luna?)
Aunque se nos acuse de tratar de anticipamos al tiempo, dando por hecho lo que muchos
no aceptan de que el hombre pueda aclimatarse a mundos o lugares inhóspitos u hostiles, la
verdad es que jamás hemos afirmado que ello sea posible. Pero hay que reconocer que
nunca creímos a nadie capaz de vivir bajo el agua o sobrevivir en el espacio exterior, y todo
esto ha sucedido.
Nuestro planeta pudo ser, hace millones de años, tan árido, inhóspito y hostil como se
dice que son ahora Mercurio, Venus, La Luna o Marte. y remarcamos el "se dice" porque,
aunque el hombre está hecho para respirar oxígeno al aire libre, ha hallado el medio para
llevarse este elemento debajo de las aguas, lo cual no impide que haga lo mismo en
cualquier mundo sin aire y de elevadas temperaturas. Con equipos adecuados, podemos
resistir el calor, el frío y hasta la falta de oxígeno. ¡Y si no, al tiempo!
Pues bien, Atakoloinona descendió a La Tierra y se encontró con un excesivo calor. Para
librarse de él y disfrutar de un poco de frescor, se introdujo en una cueva y ya no volvió a
salir. Nadie ignora que ciertas grutas gozan de privilegio de mantener una temperatura ideal
durante todas las épocas del año: fresco en verano y caliente en invierno.
Ndriananahari empezó a inquietarse por la tardanza de su hijo y, para averiguar qué le
había ocurrido a Atakoloinona, envió a sus siervos, los hombres, a buscarle.
Cuando los hombres llegaron a La Tierra se extendieron por todas partes, buscando al
hijo de su dios, pero no lo hallaron. Al fin, cansados de buscar, decidieron enviar a algunos
de ellos para informar a Dios de la inutilidad de su búsqueda, así como requerir de él nuevas
instrucciones.
Sin embargo, ocurrió que los emisarios no volvieron.
¿Cómo regresaron a su mundo estos emisarios, ya que la "leyenda" no nos dice cómo
llegaron los hombres a La Tierra? La cosa es muy simple: los emisarios son los muertos.
Nos encontramos en Madagascar hace, pongamos por caso, unos millones de años.
Hemos buscado al hijo de Dios, Atakoloinona, por todas partes, sin éxito. Tal vez lo hemos
hecho durante varias generaciones, siglos inclusive; y nada. El mago, hechicero, jefe
religioso, sumo sacerdote o "fetiche", como se le quiera llamar, reúne a sus seguidores y les
habla seriamente:
"-Atakoloinona sigue sin aparecer. Ya no sé el tiempo que llevamos buscándole. ¿Qué
podemos hacer? Lo mejor sería avisar a Dios de la inutilidad de nuestra gestión. Y como
sabemos que los muertos vuelven con los "razanes" o sea las almas de nuestros antepasados,
hemos de realizar sacrificios entre nosotros para comunicamos con Ndriananahari y que El
nos comunique su voluntad."
Es lógico suponer que esta solución sería aceptada, se eligiría a unos cuantos "emisarios"
y se les daría muerte. Sus almas "volarían" al cielo, a los dominios de Ndriananahari, e
informarían de lo ocurrido.
¡Pero Dios jamás ha revelado cuál es su deseo!
Los "emisarios" siguen muriendo. Millones de seres "llegan" y "se van" de nuestro
mundo, haciéndonos creer que "nacen" y "mueren" aquí, sin que nada salga de este mundo
esférico nuestro, y mucho menos que se comunique con el exterior. Y esto, que se ha creído
durante siglos como el mayor misterio de la Vida y la Muerte, confundiéndolo siempre con
mitos, leyendas, historias, supersticiones e ignorancias, ha sido lo que ha mantenido
encendido el fuego de la religión.
Hay quien cree que sólo somos animales pensantes y quien supone que hemos llegado a
este "deplorable nivel" después de haber sido dioses e intervenido en la Creación. Otros, ni
en favor ni en contra, " dicen que hemos venido a este mundo, después de haber sido
entidades psíquicas en otros mundos, y que nuestro ciclo evolutivo de entidades cósmicas
no ha concluido aún, que evolucionaremos, volviendo a diferentes cuerpos y a distintas
vidas, hasta conseguir la perfección necesaria para ser espíritus superiores.
Y no falta quien prefiere no creer nada, dedicarse al trabajo, a vegetar, ir tirando como
sea, y al final, “Dios dirá!, lo que no deja de ser una postura cómoda, indolente, insípida y
estéril.
¿Y qué opinamos nosotros?, se preguntará más de un lector, no sin lógica, puesto que si
hemos dedicado nuestro tiempo al estudio de estas cosas, y nos encontramos, para bien o
para mal, escribiendo un libro que habla de nuestro origen, bien podemos tener una opinión.
¿No es así?
Naturalmente que sí. Y el lector, más o menos, ya sabe cómo pensamos. Pero si alguien.
no ha caído aún en la cuenta, vamos a decírselo sin rodeos.
Creemos que nuestro planeta se formó, por desprendimiento de una gran masa gaseosa,
procedente del Sol, hace unos cinco mil millones de años. Si son más o menos, eso poco
importa. El ambiente fue primero ígneo, gaseoso, y luego, por enfriamiento, se fue
condensando y licuando o solidificando. Aquí no podemos ser lo precisos que son los
cosmólogos o cosmogenéticos, porque estos matices fisicoquímicos no nos van a solucionar
el problema de nuestras dudas.
Sabemos, y lo hemos expuesto ya, que en estos momentos hay millones de planetas
"naciendo" y "muriendo" simultáneamente. El Universo está en continua transformación,
accionado por inmensas masas de energía, y nosotros continuamos "vegetando" en La
Tierra como si nada ocurriera.
Cuando el planeta se enfrió, antes o después, nos llegaron gérmenes biogenéticos de
alguna parte. Pensar que la vida sólo se produjo aquí, por generación espontánea o por
combinación de aminoácidos en el "caldo de cultivo" primigenio, a lo que se añadieron
descargas eléctricas, rayos ultravioletas, cósmicos, roetgen, gamma o bioenergías aún por
descubrir, y que de los aminoácidos primitivos se formaron las primeras células, es tan
utópico como creer que estamos solos en la ingente masa de estrellas, soles y planetas que
forman, han formado o formarán todo el Cosmos, que no puede tener principio, ni tampoco
puede tener fin, ¡aunque se transmute todo, y corriendo los millones de milenios, existan
planetas transparentes, cuadrados o formen todos un bloque único y cúbico, cosa que no
creemos en absoluto!
El hombre, por tanto, ya fuese igual, parecido o completamente distinto de como es
ahora, tuvo que existir muchísimo tiempo antes de que existiera nuestro planeta Tierra.
El hombre posee un espíritu inmortal y, por tanto, creemos que es eterno y forma parte de
la Entidad Suprema que rige el cosmos. Incluso, cabe la posibilidad de que la
metempsícosis, de la que ya en la antigüedad nos hablaron los gnósticos, los druidas, los
sacerdotes egipcios, Pitágoras, Buda y muchos otros, sea una realidad y, por las razones que
sean, esos espíritus vuelven a la Tierra, reencarnan en nuevos cuerpos e, inconscientemente,
prosiguen la tarea que dejaron inacabada en su existencia anterior. Con esto, naturalmente,
no queremos decir que Hipólito León Rivail hubiera sido el sacerdote celta Allan Kardec, y
mucho menos que el famoso embajador extraterrestre en La Tierra, como dice ser, el
italiano Eugenio Siragusa, hubiera sido la reencarnación de Giodano Bruno, la de José
Balsamo, el misterioso Conde de Cagliostro, y que hace más de 12.000 años hubiera vivido
en Azlante (Atlántida), dado que, siendo cosas éstas que no se pueden demostrar, fácil es
que cada uno de estos y otros personajes digan lo que quieran, ya sea verdad o mentira. En
realidad, creemos que esto importa bien poco; lo importante es lo que hacen esos hombres.
Si su labor es buena, sea verdad o no lo que dicen, hemos de aceptarla; pero si, por medio de
engaños, fraudes y mentiras, llevan a cabo una mala labor, debemos rechazarla.
Aquí podríamos decir, de paso, que tanto Moisés como Cristo, realizaron una tarea
benéfica para el pueblo israelí, pero perjudicial para egipcios y romanos, respectivamente. Y
añadir, aunque sólo sea de religión, que el concepto del Bien y del Mal es tan dispar como
interpretaciones se puedan dar a lo malo y lo bueno, lo feo y lo bello, lo grande y lo
pequeño, etc., etc.
Qué duda cabe de que Cristo fue maravilloso para los cristianos. Pero, ¿no despertó la
conciencia adormecida del pueblo israelí y con ello creó una doctrina que, con el tiempo,
acabaría con los dioses romanos? ¿Y no hizo Moisés algo que desagradó al Faraón, puesto
que, después de conceder la libertad a los hebreos, ordenó perseguirlos y ocurrió aquello de
las aguas del Mar Rojo?
Es obvio que si existe Dios, cosa que no dudamos, aunque no sea para nosotros un señor
venerable, con barba, patriarcal y "hecho a imagen y semejanza" nuestra (por aquello de que
A es igual a C, si C y B son iguales y A y B también lo son) y que nos dio el libre albedrío
para "hacer y deshacer" con nosotros mismos, no está bien que se meta en nuestras vidas y
pretenda orientar nuestros pasos por el camino que conduce hacia él, ya que esto sería una
intromisión o interferencia notable.
El hombre debería saber sin lugar a dudas cuál es su cometido en la vida y su destino en
la muerte. Sabido esto, sin retóricas, confusiones, dudosas interpretaciones, cuestiones de fe
o de moral, que cada cual elija su propio camino hacia el bien o el mal y allá se las arregle
con su conciencia.
Pero, evidentemente, no se trata de eso, ni mucho menos, y lo que estamos ventilando
con nuestra presencia en este mundo es mucho más complicado. Hay gentes que nacen,
viven y mueren sin saber para qué han nacido. Incluso, los que dicen estar convencidos de
saberlo, en su fuero interno, creemos, tienen dudas suficientes como para quedarse afónicos
totalmente si los mentirosos se quedaran mudos.
¿Nos comprenden?
Y si los extraterrestres, de los que Eugenio Siragusa dice ser embajador, nó aspiran a
interferir en nuestras rencillas o discusiones, lo mejor que podían hacer era quedarse en sus
mundos, gozando de su avanzada tecnología, ¡que no debe ser poca, ya que sus "ovnis"
parecen ser máquinas extraordinarias! Porque, veamos, ¿dicen que temen un enfrentamiento
entre soviéticos y norteamericanos, y que alguien, perdida la serenidad, se lance a un
holocausto atómico?
¡Por favor, queridos señores! Si nosotros tuviéramos medios suficientes para poder
penetrar en dimensiones ajenas a las físicas, si pudiéramos viajar a velocidades lumínicas, si
pudiéramos transmitir nuestras ondas mentales y hacer que los hombres recibieran esos
"mensajes" telepáticos y, si mucho nos apuran, dejar sin electricidad a buena parte de los
Estados Unidos... ¡bueno, seguro que contaríamos con medios idóneos para impedir que
soviéticos y norteamericanos llegasen a destruir el mundo con sus proyectiles nucleares!
Pero, ¡cuidado, no nos interpreten mal! Por el simple hecho de que la doctrina de
Eugenio Siragusa, ¡y la de muchos otros!, predica el bien y el entendimiento entre los
hombres, van a renunciar los capitalistas de Occidente a sus beneficios y van a repartir éstos
con los obreros de sus fábricas, creemos que esto no lo veremos nunca, puesto que sabemos
de hombres que son capaces de morir antes de renunciar a sus privilegios... ¡Y tan humanos
son unos como otros!
Las religiones han mantenido que los hombres son hermanos, pero ninguna ha dicho que
todos debemos ser ricos o pobres. Lo que sí han dicho es que tengamos paciencia, que
nuestros infortunios son temporales, y que a mayor sufrimiento en La Tierra, mayor gracia a
los ojos de Dios. Y esto, sin ánimo de ofender a nadie, siempre nos ha parecido un poco
sarcástico, aunque se aparte bastante de la cuestión que estamos estudiando.
El hombre tiene un destino y es el de buscar el mayor grado de conocimiento, para servir
a una causa de finalidad cósmica. A este respecto, hemos de tener muy en cuenta las
palabras que los psicólogos Marvin Karlins y Lewis Andrews expresan en su obra
"Biorrealimentación":
"El hombre no es sólo un reloj encerrado dentro de sí mismo, sino que es parte de un
aparato de relojería mucho más grande, llamado Universo."
Y, por otra parte, Platón nos cuenta estas palabras de Sócrates poco antes de tomar la
cicuta: "Acude a mi mente una antigua doctrina, según la cual, las almas de los hombres
van, después de la muerte, de éste a otro mundo, y vuelven a éste para nacer de los
muertos".
Hemos leído por ahí que los mayas tenían dos calendarios, uno popular, casi exactamente
como el nuestro, de 365, y otro ritual, conocido con el nombre de Tzolkín, que está
compuesto de trece meses de veinte días, lo que equivale a 260 días solares.
Y la pregunta que se hacen los que estudian estas cosas es la misma que nos hacemos
nosotros. ¿Para qué puede servir un calendario que no puede emplearse para medir el
tiempo?
Alan y Sally Landsburg, en "Conexión con el espacio exterior" (Plaza & Janés, 1976) nos
dicen: "El calendario Tzolkín de los mayas marcaba probablemente el trayecto anual de un
planeta distinto a la Tierra alrededor de un astro que no era nuestro Sol".
Y este es el núcleo de la cuestión que nos ocupa. ¿Vinieron nuestros antepasados de otro
mundo? ¿Nacimos aquí, evolucionando a través de siglos, sufriendo mutaciones, hasta
llegar a ser lo que somos, o, de "australopopitecos" o "pitecántropos", por intervención
extraterrestre, nos convertimos en "homos sapiens"?
Planteadas así las cosas, la cuestión no ofrece dudas. Creemos que, en un millón de años,
sin más ayuda que la nuestra, no sólo estaríamos defendiéndonos a mordiscos de otros
animales de la selva, sino que, posiblemente, ante el acoso de enemigos mucho más
preparados para la vida salvaje, nuestra especie se habría extinguido, Por tanto, hay que
admitir que la inteligencia, de la que tan orgullosos estamos -¡es un irónico decir!-, nos ha
servido para libramos de la extinción y para encumbramos como reyes de la creación,
aunque no hubiéramos puesto nada de nuestra parte.
Es forzoso reconocer, por tanto, que poseer una inteligencia como la nuestra nos ha
servido de mucho, dado que aún continuamos "vivos y coleando" y nos consta que muchas
especies que habitaron el planeta ya se han extinguido, tal vez porque nos fueran funestas y
debíamos acabar con ellas.
Por eso precisamente, y no por otra razón, estamos seguros de que, a menos de ocurrir
una catástrofe universal, de la que no se salve ni el apuntador, el hombre seguirá saltando de
planeta en planeta, obedeciendo a una ley de supervivencia inherente a él, hasta que.
Bueno, éso no lo podemos decir, ni saber. Pero ya sabemos y hemos dicho bastante.
Parece ser que el módulo situado en órbita alrededor del planeta Marte por el cohete que
transportó el Proyecto Vikingo, envió a Houston una serie de fotografías, de las que nada
nos ha dicho nuestro compatriota Juan Oró, en las que, según el Profesor Jiménez del Oso,
han aparecido arquitecturas piramidales sobre la superficie del planeta rojo. Pirámides y un
monumento muy parecido a la Esfinge de Gizeh.
Ahora, bien; nosotros ignoramos si esto es verdad o no, o si es fruto de la más aventajada
especulación, puesto que en estas cuestiones de la divulgación científica, arqueológica o
tecnológica se han mezclado ya intereses extraordinarios, como si se tratase de ver quien la
dice más gorda o de vender más libros que nadie. Por lo mismo, hemos de aceptar siempre
con reservas algunas informaciones ufológicas, ávidas de notoriedad para sus divulgadores,
con el único fin de protagonismo u otros inconfesables móviles.
Y también Charles Berlitz nos ha dicho que en el fondo del Atlántico ha descubierto una
gran pirámide, en donde se supone que debió estar el continente sumergido de la Atlántida.
Nosotros, naturalmente, sólo sabemos que existen pirámides en Egipto, en
Centroamérica, y en algunos lugares más, cuyos vestigios están tan deteriorados que hace
falta muy buena voluntad e imaginación para adivinar que se trata de una pirámide.
¡Ah, pero, aquí, a nuestro lado, sobre unos paquetes de cuartillas, tenemos la pirámide
experimental, con la que han obsequiado a sus lectores Max Toth y Greg Nielsen, autores de
"Pyramid Power", que se ha publicado en España con el título de "El Poder mágico de las
pirámides"!
Se trata de una pirámide de cartulina roja, de unos nueve o diez centímetros de altura, por
catorce de base, y, aunque no sea una reproducción exacta de la pirámide de Keops, sí que
nos ha dejado bastante perplejos y pensativos, porque esa pirámide de papel, posee,
efectivamente, un "extraño poder mágico".
Suponemos a muchos de nuestros lectores al corriente de esa obra, de esa pirámide y de
ese "poder mágico", ya que en ella se reitera gran parte de lo que ya hemos comentado en
otras obras nuestras y que, a nuestra vez, hemos sabido por informaciones extranjeras. Pero,
por si alguien lo ignora, diremos que, desde hace varios meses, estamos afeitándonos con
una hoja que colocamos en el interior de la pirámide de cartulina roja, orientada, según
instrucciones, en el eje Norte-Sur. Y el descubridor del "fenómeno", el checoeslovaco Karl
Drbal, lleva afeitándose diez años con una misma hoja, que coloca periódicamente en su
pirámide. Esto, aparte de causar un grave quebranto a los fabricantes de hojas de afeitar, en
caso de que llegue a extenderse por el mundo, es algo que nos debe inducir a reflexión.
¡Y reflexionamos!
¿Qué hace "regenerarse" el filo de una hoja de afeitar que, antes, suponíamos desgastada
por el uso? ¿Qué hace que algunos cuerpos se "momifiquen" dentro de la pirámide, cuando
en otros lugares se descomponen? ¿Por qué la pirámide ha de estar orientada en el eje
Norte-Sur, siguiendo las corrientes del campo magnético terrestre? ¿Sabían estas cosas los
que construyeron las pirámides o las hemos descubierto nosotros ahora, como
"descubrimos" América después de haberse olvidado la Humanidad de ella?
Aceptamos que esta reflexión es un interrogante continuo, pero, ya que no podemos
responder a muchas cuestiones, lo mejor que podemos hacer es formular preguntas. Así
puede traslucirse la verdad de que quienes construyeron esas famosas obras, supieran
perfectamente lo que estaban haciendo, y tuvieran consciencia de que el ultramagnetismo
que incide en la Cámara Real (de iniciación), una vez desviado por el "prisma pétreo",
sirviera para establecer contacto con conciencias superiores, o, dicho de otro modo, como
hacen los parapsicólogos, para comunicarse con el Más Allá y conocer cosas que sólo los
Iniciados, o Inteligencias Superiores, pueden conocer.
¿No es fácil admitir que las pirámides bien construidas fueran templos en donde, con la
ayuda de los rayos cósmicos que nos llegan del cielo, se pudiera adquirir una
superconciencia, si ya se estaba suficientemente preparado para ello?
De todas formas, esas obras fueron hechas por seres que sabían de "magia" -por llamarlo
de algún modo- mucho más que nosotros. Y la magia de las propiedades electromagnéticas
de los rayos cósmicos, si no estamos equivocados, se llama actualmente electrónica. Por
tanto, si en la antigüedad se conocían fenómenos que ahora se desconocen, es debido a que
los sabios de entonces heredaron unos conocimientos de sus antepasados, los "dioses-
extraterrestres", o la humanidad, en vez de ir progresando, lo que hace es retroceder, o
fluctuar, subiendo y bajando en la escala de conocimientos científicos, y pudimos haber
sabido en otro tiempo más de lo que sabemos ahora.
Empero, creemos que el Conocimiento nos llegó de afuera.

"Aquellos para los que se talló el granito rosa,


para los que se construyeron las cámaras de la
Pirámide, que realizaron hermosos
monumentos, los constructores que se
convirtieron en dioses, tienen las mesas de
ofrendas vacías..."

"Diálogo de un egipcio con su espíritu" (Moret,


"El Nilo").

CAPITULO VI

LA GEOMETRIA PIRAMIDAL

Al estudiar la historia del Antiguo Egipto, nos enteramos de que los reyes o faraones
heredaban el cargo a la muerte de sus padres o hermanos, mientras que el puesto de Sumo
Sacerdote había que ganárselo paso a paso, peldaño a peldaño, y a base de demostrar ser
más sabio que los demás aspirantes.
Beknekon, Sumo Sacerdote del siglo XII a. de J.C., inició su carrera como "web", a los
diecisiete años, y no fue nombrado autoridad máxima del Templo de Amón, en Tebas, hasta
los sesenta, título que le confirió el Faraón Ramsés II, y que él ostentó aún durante
veintisiete años.
¿Imaginan la poderosa "magia" que debía poseer Beknekon para llegar a ser casi tan
poderoso como el propio faraón? ¿Imaginan lo que debió estudiar en los viejos papiros, en
las ciencias ocultas, lo que significa, que eran tratados a los que no podía llegar cualquiera?
No podemos por menos que maravillamos del profundo saber de estos hombres, que,
dicho sea de paso, no lo podían saber todo, por expresa condición humana, pero a los que se
respetaba y adoraba como si fueran dioses.
Pero, ¿conocían aquellos sacerdotes los secretos de las radiaciones electromagnéticas?
Esto es importante, como vamos a ver en seguida. Sabemos que el Sistema Planetario, del
que La Tierra forma parte, está sometido a una interacción electromagnética y radioactiva
que afecta a la vida orgánica. y sabemos, además que las partículas de radiación
electromagnética se mueven en trayectorias espirales a lo largo de la línea de campo
magnética.
Magnetismo por una parte y esoterismo por otra. Atiendan a lo que dijo Manly P. Hall en
"The Secret Teachings of all Ages" (Los Angeles, California, 1969):
"La Cámara Real era... la puerta entre el mundo material y las esferas trascendentales de
la Naturaleza... Por eso, en cierto sentido, la Gran Pirámide puede compararse a una puerta
por donde los antiguos sacerdotes sólo dejaban pasar a los pocos elegidos, para que
pudieran alcanzar la plenitud individual."
Y, sin embargo, el explorador africano, Paul Brunton, que logró permiso de las
autoridades de El Cairo, para pernoctar dentro de la Cámara Real, de la Gran Pirámide de
Keops, estuvo a punto de volverse loco tras permanecer una noche encerrado en aquel sitio,
como nos cuenta en su obra "El Egipto Secreto", de la que queremos extraer unas líneas.
Paul Brunton dice que primero sintió pánico y estuvo a punto de renunciar a su
experimento. Pero luego se esfumó la atmósfera negativa y percibió la presencia etérea de
dos sacerdotes, uno de los cuales le dijo:
"Has de saber, hijo mío, que este antiguo santuario contiene el testimonio perdido de las
primeras razas de la humanidad, así como de la Alianza que pactaron con el Creador por
mediación del primero de sus grandes profetas -refiriéndose evidentemente a Moisés-. Y has
de saber también que desde los más antiguos tiempos, algunos hombres elegidos han sido
traídos aquí para conocer esa alianza, a fin de que mantuvieran vivo el Gran Secreto tras
regresar entre los suyos. Tú volverás con el mensaje de que, si los hombres olvidan a su
Creador y miran con odio a su prójimo como hicieron los príncipes de Atlántida, en cuyo
tiempo se construyó esta pirámide, serán abatidos por el peso de su propia iniquidad, lo
mismo que ocurrió con el pueblo de Atlántida, destruido para siempre."
Nosotros no somos los únicos en extender el velo de la duda sobre la "visión" de Paul
Brunton, sin que por ello dejemos de creerlo, ya que estamos convencidos de que las
pirámides de la antigüedad ni fueron construidas para embellecer el paisaje, ni para servir
de sepulcro a determinado faraón. Ocurrió, sin embargo, que cuando los reyes de Egipto
vieron aquellas moles de piedra, intuyendo o sabiendo que fueron construidas por "dioses",
quisieron imitarlas. Ni más ni menos que lo ocurrido en la Isla de Pascua con los "moais".
Esto es lo que nos preocupa desde hace bastante tiempo. ¿Quién construyó las primeras
obras megalíticas y por qué?
Supongamos que nadie bajó del cielo y no nos enseñó los secretos máximos. Esta es la
teoría más acorde con la ciencia oficial. El hombre evolucionó, se le despertó el ingenio y se
hizo sabio, ¡porque muy sabio había de ser quien trazara los planos de la Pirámide de
Keops, ya que ahora sabemos que su estructura está relacionada con el electromagnetismo!
Nos pasamos la mano por la cara y tratamos de recordar el tiempo que llevamos
afeitándonos con la misma hoja de acero, cuyo filo "regeneramos" con la pirámide de
cartulina roja. Es sintomático. Antes, utilizábamos una máquina vibratoria, la cual
desechamos cuando nos dimos cuenta de que nos era más útil la hoja de afeitar.
¿Sabía todo esto el hombre, el terrícola, que diseñó la pirámide? De ser así, hay que
admitir que la ciencia alcanzó cimas que nosotros todavía no hemos alcanzado, puesto que,
además, los Vedas nos dicen que hace muchos siglos, las "vimanas" surcaban el cielo. Y si
su técnica era cosa de hombres, habremos de admitir, que, fuese por guerras o cataclismos,
la humanidad volvió a caer muy bajo.
Fig. 25. El triángulo equilátero circunscrito es el origen de la Geometría Hermética,
de donde se ha de partir siempre para poder alcanzar las más altas cimas del
Conocimiento. Esto fue lo que enseñó Hermes-Toth. Obsérvese que los puntos a, b,
c y d forman el cuadrado. Y en el centro o coinciden 4 triángulos rectángulos.

Por eso insistimos tanto en la intervención divina o extraterrestre respecto a la evolución


del hombre en La Tierra. y como lo que vamos a exponer respecto a la Geometría
Hermética no es una casualidad, sino una verdad innegable, se hace preciso admitir uno de
ambos supuestos: o alcanzó la humanidad un alto nivel científico y técnico por sí sola, o
bien recibió ayuda exterior. Pero hacemos hincapié en que tenemos sobrados motivos para
creer que nuestros antepasados recibieron ayuda.
Veamos qué nos dice la Geometría Hermética acerca de las pirámides.
Iniciaremos este aspecto de la temática, fijando primero nuestra atención en la Fig. 25,
donde hemos circunscrito cuatro triángulos equiláteros. Por otra parte, C.M. Boland, en
"They all discovered America" (Nueva York, 1961) nos asegura que en el siglo I,
seguidores de Cristo, hebreos o fenicios, llegaron a América y dejaron en Howe unas
incisiones en la roca, que el autor califica como monogramas de Cristo, y que no es otra
cosa que cuatro triángulos entrelazados.
Este mismo monograma nos lo presenta Jean-Michel Angebert en "Las Ciudades
Mágicas" (Plaza & Janés, 1976, pág. 105) y se encuentra en el plano del Templo de
Salomón. ¿Comprenden ahora por donde discurren nuestros sigilosos pasos?
Si dividimos la circunferencia en seis partes, subdividiendo cada una de estas partes,
obtendremos una estrella de doce puntas o un polígono de doce lados.
Esta geometría es elemental, pero necesaria para afirmar y mantener que si dividimos la
circunferencia en siete partes iguales, como hemos hecho en la Fig. 26, lo que obtenemos es
un polígono o estrella de siete lados o puntas. Y si de esta estrella trazamos líneas que vayan
del punto Uno al punto Tres, del Tres al Seis y del Seis al Uno, el triángulo que nos aparece,
isósceles, tiene los mismos ángulos que la Pirámide de Keops: 51º 51' + 51º 51' + 76º 18',
como corresponde a la base y al vértice.
Obsérvese que si dividimos una circunferencia entre siete, como el número de grados son
360 : 7 = 51º 42'; en cambio, si dividimos 364 entre 7, obtenemos 52, que es un número
exacto.
Tampoco pasemos por alto que el Año Solar es ahora de 365 días, ni de que el círculo
tiene 360 grados. Y esto fue lo que nos hizo pensar en si hubo un tiempo -¡precisamente
cuando se construyeron las primeras pirámides, en que la Tierra giraba alrededor del Sol en
360 días! -en que se estableció el sistema sexagesimal que es de origen astronómico... ¡Y
nos revela que La Tierra, o se separa cada vez más del Sol, o enlentece su marcha!
Si dividimos 365 entre 7, obtenemos 52,14. Es fácil deducir que el número siete posee
una importacia capital, esotérica, religiosa, geométrica, científica, etc. Del número siete, si
echamos mano a la cábala, a la Biblia o a los libros de esoterismo, podíamos estar hablando
meses enteros.

Fig. 26. Geometría hermética y piramidal. Aquí se recurre a la división del círculo en
siete partes iguales; los puntos 1, 3 y 6 forman el plano de una de las caras de la
Gran Pirámide.

Pero aquí hablamos de geometría y es sorprendente, sin duda, que al dividir el círculo en
siete partes nos aparezcan las líneas fundamentales de la Gran Pirámide. Esto, por supuesto,
no es nada nuevo. Ya hubieron egiptólogos que se dieron cuenta, y hasta puede que se
hicieran cálculos geométricos, como hemos hecho nosotros, y se averiguasen más cosas.
Pero si así hicieron, tuvieron la poca delicadeza de callárselo y ocultarlo.
Nosotros no pensamos igual y vamos a revelar todo cuanto hemos descubierto, ignorando
si hacemos un bien o un mal, pero estamos convencidos de que la verdad tiene que salir a la
luz, ya que es más importante que todos los intereses privados de unos y otros.
La Fig. 26 es el primer paso.
La Fig. 27, con todo su simbolismo hermético, mítico y legendario, podría ser el
segundo. Obsérvese el resultado geométrico obtenido y que podría interpretarse como el Sol
(el círculo exterior), donde se inscriben siete planetas, además de La Tierra y La Luna, en su
centro. Pero si nos fijamos bien, observaremos que la pirámide sólo es una cara. La hemos
señalado con trazo grueso. ¡Pero las otras tres caras también están, intercaladas en la estrella
de siete puntas!
Esto no es casual, ni mucho menos. Y demuestra que así se originó el plano simbólico de
la Gran Pirámide.
GEOMETRIA HERMETICA DE LA GRAN PlRAMWE DE KEOPS

Fig. 27. Simbolismo de Las Pléyades, o siete hijas de Atlante y Pléyone, convertido
en simbiología planetaria. El Sol, la Tierra y la Luna y los siete planetas de la
antigüedad: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. (¿Se
conocían ya estos dos últimos o falta alguno, como Faetón o lo, que pudieron
colisionar, desintegrándose y formando el cinturón de asteroides?

Y vayamos más allá, hacia dominios en donde sólo hemos llegado nosotros, o, al menos,
ignoramos si otros lo han hecho. Observen la Fig. 28, la cual les vamos a explicar con todo
detenimiento.

Fig. 28. El lector familiarizado ya con las líneas fundamentales de la Geometría


Hermética verá: l. cuadro de 16 casillas (división del círculo en 6 y 7 partes); 2.
Cuadratura del Círculo y Cruz de Malta, y 3. Líneas maestras del plano de la Gran
Pirámide de Hermes-Toth, cuyos ángulos de la Galería Ascendente y Seringa
coinciden con los de la triangulación del Hexagrama hermético o de Salomón.

Tenemos un círculo primordial, de cuyos semicírculos, partiendo de los puntos a, b, c y d,


hemos trazado un cuadrado. Por medio de la división de la circunferencia en seis partes,
hemos logrado un cuadrado de 16 casillas y luego hemos efectuado la triangulación
hermética (triángulo isósceles punteados).
Inmediatamente, hemos ido aún más lejos. Por meqio de la división del círculo en siete
partes (Véase, como complemento, la Fig. 29, donde mostramos la doble cuadratura
geométrica del círculo, en una de sus diversas expresiones) hemos trazado una clásica Cruz
de Malta, que se obtiene con la abertura de compás en Circunferencia dividida entre siete y
trazando semicírculos desde los puntos a, b, c y d. El cuadrado de la Cruz de Malta, ya
hemos dicho, es equivalente a la longitud de la Circunferencia... ¡Y esto tampoco es casual,
ni lo inventó el hombre primitivo que trazaba rayas sobre la arena fina de una playa!

Fig. 29. Demostración geométrica de la doble cuadratura del círculo: superficie y


longitud de la circunferencia. El triángulo ABC nos da en sus catetos las divisiones
exactas que hemos de trazar desde 1, 2, 3 y 4. Uniendo los puntos de coincidencia
sobre el círculo, obtenemos las dos cuadraturas. Es exacto, salvo en las décimas del
trazado imperfecto.

Hemos supuesto que estas verdades geométricas fueron descubiertas por los monjes
soldados de la Orden del Temple de Jerusalén, que estuvieron muchos años conviviendo con
los geómetras árabes, y al deshacerse la fraternidad Templaria, pasó el secreto a la Soberana
Orden de Malta. Y decimos "secreto" sin estar muy seguros de si sus honorables miembros
conocen el simbolismo que encierra su famosa cruz. (Suponemos que sí y pedimos perdón
por divulgar el secreto. Pero jamás hemos hecho juramento de silencio y obediencia. Esto lo
hemos averiguado sin más ayuda que la inspiración).
Los triángulos que forman los cuatro lados de la susodicha cruz, tienen los mismos
ángulos que la Pirámide de Keops, la cual surge del heptágono, superponiéndose a la
anterior figura. Y esto lo hemos hecho deliberadamente, para mayor comprensión del
esoterismo que encierra la Geometría Hermética, o mejor dicho, encerraba, porque ahora
todos podemos jugar con el compás y la regla y tal vez surgan a la luz mayores
revelaciones.
Ahora bien. Si a este heptágono le superponemos el Hexágrama hermético, vemos que
sus líneas, no sólo coinciden con las líneas exteriores de la Pirámide de Keops, sino que
forman una correspondencia con las líneas de las galerías interiores de la antiquísima obra
megalítica. Y esto es lo que nos ha dejado perplejos. Encontramos demasiados puntos de
pura coincidencia para no deducir que la antiquísima y maravillosa construcción fue trazada
de acuerdo con estos planos.
Estas coincidencias son: ahí se encuentra resuelto el desconcertante problema, irresoluble
por definición matemática, de la Cuadratura del Círculo, y la Cruz de Malta es una prueba
de ello. El Sello de Salomón y el Monograma de Cristo. El Cuadro "mágico" de 16 casillas,
con el cual suponen algunos esoteristas que se roturó y trazó la ciudad de Roma. Las líneas
de la pirámide, los ángulos de la Galería de los Antepasados, de la "seringa" y el pasillo del
"serdab" o Cámara de la Reina.
Mas luego sabemos que la pirámide recoge el fluido electromagnético y, si no sirve para
ponerse en contacto con el Más Allá, sí sabemos que regenera las hojas de afeitar, que
"momifica" la materia orgánica y, más que nada, que se trata de una construcción
enigmática, cuya finalidad y origen todavía no ha sido descubierta.
Por muchas partes, desde los escritos de Platón hasta las visiones de Edgar Cayce, hemos
sabido que en la Atlántida existió una raza de hombres, cuya cultura se extendió hacia el
Este y el Oeste, hasta que, no sabemos muy bien por qué causa, ya fuese que impactó sobre
La Tierra un enorme aerolito, se produjese una desglaciación y subieran las aguas de los
mares, o, sencillamente, que se hundiera el continente de Poseidonis, aquella raza
desapareció. Pero las leyendas, las comunicaciones paranormales, incluso la interpretación
de textos egipcios muy antiguos, nos hacen creer que la influencia de los descendientes de
Atlas y Poseidón no se perdió del todo, porque existen numerosas razones para creer que
hace muchos siglos, los atlantes se instalaron en Egipto y eligieron una meseta en las
cercanías de Gizeh, para dejar constancia en piedra de los grandiosos conocimientos que
poseían.
Naturalmente, estos conocimientos eran de diversos tipos y no únicamente geométricos.
Debían conocer algún sistema para elevar enormes bloques de piedra a más de cien metros
de altura, ¡Y no precisamente por medio de rodillos, sobre rampas de tierra! ¿Nos
entienden?
Está, por otra parte, la cuestión de que aquel lugar, precisamente; separa la mitad de la
tierra, y coinciden, casi, el paralelo 30° con el meridiano 30°, aunque haya quien diga que
esto no es exactamente así y otros aseguren que sí y que la deriva de los continentes ha
modificado levemente esa ideal situación geográfica. De todos modos, la orientación de las
caras de la Pirámide de Keops, con muy ligeras variaciones en el eje Norte-Sur hablan muy
alto de los conocimientos geográficos de quienes la hicieron construir.
Y ya no queremos entrar, por haberlo tratado en otra obra anterior también nuestra, en las
teorías de Davidson, Barbarin, Lagrange, Aldersmith y el Abate Moreaux, entre otros,
quienes aseguran que, sabiendo leer en mensaje en piedra de la Gran Pirámide,
conoceremos el futuro de la Humanidad.
De la Gran Pirámide de Keops se puede escribir aún tanto como hay escrito y no se
agotaría el tema.
Pero algo nos conturba. Si un vidente que curó a miles de personas con el extraordinario
poder de su mente, en 1923, predijo que para estas fechas, concretamente dijo para 1978, se
encontraría un gran tesoro en la Esfinge, y otro, hace más de cuatrocientos años, dijo
aproximadamente lo mismo -nos estamos refiriendo a Edgar Cayce y Michel de
Mostradamus-, y que la Humanidad conocería el secreto de nuestros antepasados, ¿por qué
no puede ser cierto?
¿Qué estuvo buscando en la pirámide de Kefrén el profesor Luis W. Alvarez, por medio
de la detección de rayos cósmicos? Parece ser, si no estamos mal informados, que buscaba
galerías o pasadizos secretos. Y lo que encontró fue un galimatías que, según noticias,
todavía tiene revueltas a las ordenadoras electrónicas, porque los rayos cósmicos que
inciden en las pirámides no se comportan como cabía esperar de ellos.
Y conste que al Profesor Alvarez le fue concedido el Premio Nobel en 1968, lo que
demuestra que no es un cualquiera en el campo de la Física.
Nosotros también hemos pensado en Edgar Cayce, y en otros "adivinos" y nos hemos
parado a pensar en si la Gran Pirámide de Keops no tendrá aún algún secreto por descubrir.
Sabemos que desde hace siglos, se está tratando de penetrar en su secreto, si es que lo tiene.
Pero no es fácil levantar todas las piedras que se ensamblan allí, en número de dos millones
y medio, y menos romper los muros de sus cámaras para hallar nuevas galerías. Con ello no
se lograría más que deteriorar sus piedras y galerías, aún más de lo que ya están, y no
estamos seguros de hallar nada.

DOBLE TRAZADO PIRAMIDAL


GEOMETRIA HERMETICA

Fig. 30. Plano hipotético -¡Y posible!- de la Gran Pirámide de Hermes-Toth, según los
principios de la Geometría Hermética. El simbolismo del septenario es evidente. En
negro, galerías no descubiertas. ¿Puede ser éste el enigma de la Gran Pirámide?
En cambio, las preguntas que continuamente nos hacemos sobre el particular nos han
llevado a planteamos las cosas sobre un concepto binario o dual, que podemos llamar de
electrón y protón, de macho y hembra, o de "Ying" y "Yang", por aquel concepto simplista
de que, para encender una bombilla es preciso electricidad, y todos sabemos que ésta
discurre de forma positiva y negativa.
Cualquier máquina eléctrica funciona con dos fases. La energía que contiene el Universo
está en continuo movimiento de tracción y repulsión y, por si no fuese bastante con lo
dicho, añadiremos que la Ley de Acción y Reacción también es universal, y está vinculada a
lo que aquí tratamos de exponer, aunque sea dando un sigiloso rodeo.
Si dejamos volar libremente nuestra fantasía y suponemos que la Pirámide de Keops fue
un centro de iniciación isíaca (De lsis), y que, como afirma Paul Brunton y otros, allí se
pueden captar fluidos electromagnéticos, psinergéticos o psicotrónicos, capaces de
transportamos, aunque sólo sea psíquicamente, a dimensiones desconocidas -¡y rogamos no
vean ustedes en esto al autor de ciencia ficción que hay en nosotros, porque aquella etapa ya
la hemos superado!-, ¿por qué no podemos suponer que, para que se produzca este
fenómeno parafísico, puede haber algo así como una corriente contraria y desconocida,
capaz de provocar esa "reacción"?

Fig. 31. La Geometría Hermética fue utilizada para el plano de la Gran Pirámide de
Hermes (Keops).

Fue entonces cuando, recurriendo a la Geometría Hermética, hicimos el Doble Trazado


Piramidal, como podrán apreciar en la Fig. 30. Nada más sencillo que repetir, sobre la cara
opuesta a la que está situada la entrada de la Pirámide, una supuesta entrada "negativa", ¡por
la que puedan salir los espíritus que han penetrado por la cara Norte!
¿Comprenden lo que queremos decir? Nuestro plano es hipotético, y absurdo, si lo
prefieren. En aquel lado sur nadie ha encontrado entrada o salida de ninguna clase,
sencillamente, porque no existe. Y, sin embargo, sería extraordinario que existiera, que se
pudiera "atravesar" la piedra, rompiendo de algún modo la cohesión molecular de los
átomos, y permitiendo, al menos, el paso de ese algo intangible, etéreo o fluídico que los
orientalistas han dado en llamar el "cuerpo astral".
En otras palabras. ¿No podría ser la pirámide el camino de tránsito ir entre nuestra
dimensión y otra? Cualquiera de nosotros podríamos penetrar en la Cámara Real, tendemos
sobre el sarcófago de piedra roja que hay allí, recibir la influencia de los fluidos cósmicos
que se concentran en aquel lugar, ¡y vernos conducidos hacia la "salida" que comunica con
el Más Allá, a través de la inexistente galería! Naturalmente, seguiríamos unidos a nuestro
cuerpo por medio del cordón radiante o "Cordón de Plata", como nos dijo T. Lobsang
Rampa en "El Tercer Ojo".

Fig. 32. Doble cuadratura del círculo: superficie y longitud de perímetro. Los puntos
GO y OB, del triángulo de Pitágoras, dan las distancias del compás sobre los
puntos A, B, C, D. La hipotenusa GB es igual al radio. GO = circunferencia
dividida entre siete y OB es igual a un cuarto del diámetro. Las diferencias
numéricas son ínfimas y, en especial, defectos de construcción. La proporción del
triángulo es 3 + 4 + 5.
3 x 3 = 9; 4 x 4 = 16; 5 x 5 = 25. 9 + 16 = 25.

Fig. 33. La Cuadratura del Círculo, por la triangulación hermética, empleada en el


plano de la Gran Pirámide de Hermes (Keops).
Pero, esas otras galerías podían existir en realidad y no haber sido descubiertas aún. La
Geometría Hermética nos deja, por vez primera, con un plano a medio confeccionar, con
líneas sin utilidad, sin simetría, sin correspondencia, como si en el átomo pudiera actuar
tranquilamente el neutrón sin el electrón, o a una reacción no se opusiera una acción.
Una pirámide, en la antigüedad, tenía que ser algo útil, como puede que lo vuelva a ser en
un próximo futuro, según los autores de "El poder mágico de las pirámides", quienes
aseguran que dentro de ellas aumentan nuestras facultades "PES" y "PK" (percepción
extrasensorial y telequinesia). Y si como Upton Sinclair supuso que nuestra mente era un
radio receptor-transmisor, cuyas ondas no sabemos sintonizar, por medio del refuerzo
electromagnético que el campo de fuerza espiral nos proporciona, ¿por qué no podríamos
comunicamos con nuestros antepasados?
No es fortuito que los antiguos egipcios tuvieran una gran devoción por sus muertos, ya
que creían en la reencarnación, como creían muchos pueblos de la antigüedad y, en especial,
los africanos y asiáticos.

Fig. 34., Una de la infinidad de variantes de la Cruz de Malta. El aire moderno de


estas líneas no impide que su origen sea más antiguo que el hombre.

En las creencias ancestrales de muchísimos pueblos negros todavía se admite que los
espíritus de los antepasados se posesionan de los seres vivientes que los invocan en las
ceremonias religiosas, y les ayudan en sus infortunios. Tal es la esencia del "vudú" haitiano,
la "macumba" brasileña y otros ritos, de un origen muy anterior a Europa y a su nacimiento.
O sea que nuestra hipotética "salida" de este planeta pudo ser hallada de ese modo
paranormal por los que vinieron a buscar al desaparecido príncipe Atakoloinona. Pero todo
esto no deja de ser otra cosa que jugar a póquer sin dinero y sin naipes, o bañarse sin agua,
porque no creemos que llegue a simple especulación.
En cambio, la Geometría Hermética, como tratamos de expresar en las Figs. 31, 32 y 33,
revela que la construcción de las Pirámides de Gizeh era posible, primero sobre el papiro, la
tablilla o el pergamino, y luego, con mayor o menor variación, sobre el terreno. en piedra y
con todo lo que su construcción llevaba consigo.
Fig. 35. Cuatro lados de la Pirámide de Hermes-Toth entrelazados. La figura parece
indicar que las caras externas no son rectas. (Teoría del relámpago de André
Pochan.)

No es posible concebir la construcción de un edificio tan enorme como la Pirámide de


Hermes-Toth sin haber trazado primero un plano, donde sólo bastaba seguir un modelo, sin
más medida que el tendal, y sin necesidad de ningún complicado cálculo matemático.
Recuérdese que la Geometría Hermética, no necesita números. Todos los dibujos y
planos que aparecen aquí han sido hechos sin reglas de medición, a propio intento, y sólo
hemos recurrido a las Matemáticas para efectuar, a modo de curiosidad, algunas
comprobaciones. La Cuadratura del Círculo, si no es con números y regla, no es posible
demostrarla. Y, con todo, es una demostración limitada o aproximada, aunque estemos
seguros de que la exactitud geométrica sea indiscutible.
En las Figs. 34, 35 y 36, queremos ofrecer al lector una muestra de las variadísimas
posibilidades tanto geométricas como esotéricas y herméticas, de la división del siete sobre
el círculo.
Si esta ciencia geométrica olvidada sirvió para construir templos, ciudades y una
arquitectura extraordinaria, ¿qué no se podría hacer ahora con un mayor conocimiento
matemático y técnico?
Pero, seguiremos hablando de esto. No hemos terminado, ni mucho menos. En realidad,
casi no hemos empezado...

Fig. 36. No es fácil adivinar en esta extraña figura un círculo dividido en siete partes.
Y, sin embargo, es el resultado de un planteamiento de Geometría Hermética.
"Para ti el cielo ha reforzado los rayos del sol, a
fin de que puedas elevarte hasta llegar ante la
mirada de Ra "

Esgrafiado 523 de "El libro de


las Pirámides".

CAPITULO VII

COSMOGONIA Y "CLONING"

Sobre "la maravillosa colina de las edades primitivas", dice una antiquísima leyenda
egipcia, surgieron serpientes y ranas en número de ocho. Antes, en el caos inicial, sólo
reinaba el agua y el barro.
"En el principio creó Dios los cielos y la Tierra"
(Génesis, 1)
Apareció también un huevo de pájaro, el huevo cósmico, que debió descender del cielo, y
cuyo simbolismo identifican algunos soñadores como una nave voladora, de las muchas que
se ven en el cielo. "Huevo" luminoso, capaz de disipar las tinieblas.
Nos remitimos ahora a la Academia Internacional para la Investigación del Sánscrito, con
sede en Maisur (India), una de cuyas traducciones modernas reproducimos fragmentada:
"Un aparato que se mueve por fuerza interior, como un ave, ya sea en tierra, en el agua o en
el aire, se llama "vimana"... El misterio de dejar silenciosos los aparatos voladores... El
misterio de hacer invisibles los aparatos voladores".
"Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y
el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas."
(Génesis, 1,2)
Los egipcios, además, dicen que del huevo inicial salió un ganso, especie de sol, que
disipó las tinieblas de aquel mundo oscuro y absorbió la humedad volando sobre el océano
primitivo.
Pero otra tradición asegura que cierto día apareció una vaca nadando sobre las cenagosas
olas, y que llevaba sobre su lomo al niño-dios solar.
¡Tradiciones, leyendas, mitos, creencias, dimes y diretes! ¿Por qué ha de ser así?
Sencillamente, porque los hombres no pueden decir nada más, porque no saben nada más,
porque la tradición ha sido confundida y modificada a través de los siglos, y ni siquiera
podemos saber si estas leyendas cosmogónicas son locales o universales, o si el mito del
"huevo" se inició después de algún diluvio, de los muchos que debieron ocurrir, ya que en
diversas regiones del planeta se recogen mitos parecidos, lo cual no significa que ocurrieran
en una misma época.
En nuestros días, que contamos con rápidos medios de comunicación y casi instantáneos
de información, sabemos lo que acontece en América o Asia en el instante mismo de
producirse. En la antigüedad, Europa ni siquiera sabía que existía América, o se había
olvidado.
El Génesis bíblico ha sido universalmente difundido gracias al cristianismo, que ha sido
la palanca motriz de la civilización durante los últimos dos mil años, pero en él sólo
apreciamos el desconcertante período de los famosos "días" de la Creación, lo que a una
mente racionalista no le aclara nada, y nosotros queremos la claridad que nadie nos puede
dar. No por ello vamos a denunciar a la búsqueda propuesta y utilizaremos todos los medios
que sean necesarios para conseguirlo.
Las antiguas mitologías sabemos que encierran "algo", aunque estén enrevesadas y
confundidas. La Física, la Química, la Biología, la Geometría, la Astronomía, etc., etc., no
son ciencias que hayan dicho la última palabra, ¡ni mucho menos!, y pasarán siglos para que
el hombre con esas ciencias y otras que aún no se han empezado a estudiar, pueda saber
cómo se formó el mundo, ya que interesa sobremanera saber quiénes fueron nuestros
progenitores, cómo nacimos y cómo nos desarrollamos.
Veamos la más importante de las leyendas egipcias antes de hablar de células, genética y
biología, para después relacionar todo esto, por incongruente que parezca, con la Geometría
Hermética, ya que en este mundo extraño nuestro, nada está desvinculado de lo esencial,
que es la materia y la energía, las cuales, sin duda, son una misma cosa.
Hemos visto, pues, que sobre "la maravillosa colina de las edades primitivas", los
antiguos egipcios sitúan cuatro parejas de animales divinos, ranas hembras y serpientes
machos, cuyos nombres son Nun y Naunet, simbolizando el caos acuático; Kut y Kauket,
que simbolizan las tinieblas; Huh y Huhet, que son la inmensidad y, por último, Amón y
Amaunet, que representa lo desconocido.
Por otra parte, en Heliópolis, se creía que el dios del sol, en vez de haber surgido de un
ganso y despegar del fango limoso lanzando graznidos, nació de sí mismo y se llamaba
Atum.
Atum surgió "del agua primitiva", antes de que naciera el cielo y la Tierra. ¿No sugiere
esto algo así como una época en donde la tierra estuviera peremnemente cubierta de nubes y
el suelo cubierto de agua? ¿Y no tenemos derecho a pensar que antes pudo originarse un
"diluvio", o un cambio climatológico, o una desgiaciación, o una subida de las aguas, en la
que pereciera la escasa humanidad de entonces?
Atum podía ser un superviviente, como pudo serIo Viracocha, Enlil, Poseidón, etc. Y la
leyenda dice que se posó sobre una piedra, llamada "benben", situada en donde con el
tiempo nacería Heliópolis.
Al verse solo, Atum decidió rodearse de compañeros. Y de su boca surgieron el dios Shu
y la diosa Tefnet. Aparecen también la diosa celeste Nut y el dios de la tierra,. Geb, hijos
ambos de Shu, el cual los separó, simbolizando así la separación del cielo y la tierra, entre
los que se interpone el aire, cuyo dios, es Shu.
Y vamos a concluir, ya que esto no es un tratado mitológico, diciendo que Geb (La
Tierra), en donde crecen las plantas y viven los animales y los hombres, se concibe también
como un gran disco, rodeado de un enorme océano, llamado "el gran círculo", que se
hallaba dividido en dos partes: una es el desierto, el "país rojo", donde los pueblos no
egipcios han de vivir su miserable existencia; la otra es la fértil "tierra negra", regada por el
caudaloso Nilo.
Del cielo y la tierra, o sea de Nut y Geb, nacieron Osiris, Isis, Seth y Neftis, considerados
dioses y que nosotros, a fuerza de imparciales, hemos de aceptarlo, aunque nos parezcan
semidioses o terrícolas.
Ahora, supongamos que estos "dioses" no fueran tales, sino seres humanos supervivientes
de un cataclismo. Hombres y mujeres de una raza superior, pueblo o nación de avanzada
cultura, fuese de Mu, la Atlántica o cualquier otra región, de la que sólo hubieran vivido
unos pocos.
La sabiduría de aquellos supervivientes, comparada con la de otros posibles aborígenes,
podría ser tanta como la que hay entre un universitario de Stanford o Yale y un zulú
sudafricano o un papú novoguineano. Un caso análogo pudo producirse entre Poseidón y los
aborígenes de Atlántida, padres de Clito.
¿Y por qué no suponer que estos "dioses" bajaron del cielo verdaderamente, procedentes
de otro planeta, a bordo de naves espaciales? Hay mucha gente dispuesta a creerlo, y aunque
la primera versión, del origen terrestre de los "dioses" sea válida, la otra no lo es menos.
Sin embargo, recuerden que la mitología egipcia nos menciona "el gran círculo" oceánico
que rodea el disco terrestre. Y esto, para quienes no se han movido de la superficie de
nuestro planeta, es demasiado saber y demasiado decir, aunque proceda de una leyenda.
Parece ser de buen tono llamar "cloning" a lo que Gregorio Mendel inició con el nombre
de Ley de la Herencia Genética, aunque, a decir verdad, la "clonización" sea algo más
sofisticado, complejo o revolucionario dentro del campo de la Biogénesis. (¡Seguimos
hablando del antiquísimo Egipto aunque no lo parezca! Luego veremos que los faraones y
reyes de la antigüedad tenían que saber de genética tanto o más que el monje agustino de
Heinzendorf).
¿Cómo ha llegado a ser tan complicado todo? Sabemos que fue el doctor Frederick
Steward, de la Universidad de Cornell, quien trató de convertir una célula de zanahoria en
una zanahoria entera. La cosa parece muy simple, pero no lo es, ya que una célula no es, ni
mucho menos, una semilla.
Sin embargo, lo que en un principio no fue más que un sueño utópico, gracias a la
paciencia del científico, el doctor Frederick Steward logró "alimentar" su célula, hacerla
dividirse, crecer, multiplicarse, y crear un racimo del que pronto se diferenciaron los tallos,
las hojas y la raíz de una auténtica zanahoria.
Esta innovación genética es, sin duda, un sensacional avance biológico y permite
acariciar la atrevidísima teoría de que con una célula humana se pueda reproducir un
hombre. ¿O no? ¿Y por qué no?
¿Acaso porque un hombre no es un guisante o una zanahoria?
El Profesor Elof Carlsson, de la Universidad de California, es el que nos ha facilitado
esta increíble idea; está convencido de que extrayendo genes a un muerto se puede crear un
hombre nuevo, exactamente igual y hasta que piense como él. ¿No sería esto la solución al
problema de la muerte? Nos morimos, interviene el Profesor Carlsson y nos reconstruye tan
lindamente... ¡aunque no sabemos si de modo tan perfecto que incluye en nuestro organismo
la causa del fallecimiento!
¿Peregrina idea, verdad?
Todo esto se relaciona con los trabajos del doctor Frederick Steward y los del biólogo
germano Erwing Santo, del que Philipp Vandenberg nos cuenta en "La maldición de los
Faraones":
"Lo que se movía bajo la lente del microscopio... muchos científicos lo calificaron de
nimiedad. Aquello nada tenía de milagro, desde luego. Por su microscopio, Erwin Santo
veía formarse células de un modo hasta entonces desconocido. Estaba brotando una nueva
vida."
La cosa no era para menos. En una especie de bacteria, nuestro sabio investigador había
vertido una solución nutritiva compuesta de ínfimas cantidades de litio. Y, al cabo de
dieciséis horas, en el caldo de nutrición, a elevada temperatura, empezaron a hacerse
reconocibles las células que antes carecían de núcleo, y ahora tenían éste y también plasma.
"Desde hace unos cincuenta años -sigue diciendo Philipp Vandenberg-, los biólogos
vienen observando que, después de la muerte de las células - lo cual en el hombre supone la
muerte clínica- subsisten, en el mundo animal y también en el vegetal, unos pequeños
elementos celulares... El parecido de estos elementos celulares con las bacterias es
sorprendente, aunque no se trata de bacterias totalmente desarrolladas, sino de organismos
vivientes no identificados."
Los biólogos, que cada día forman una legión más numerosa, nos están abriendo puertas
que, a fuerza de sinceros, ignoramos si conducen al futuro o nos remontan al misterioso
origen de la Vida, cosa que debió producirse hace bastantes millones de años... ¡Y no
creemos que fuese, precisamente, aquí en La Tierra!
Sabemos que los egipcios de la antigüedad creían en que el hombre sigue viviendo
después de la muerte, y que ésta no era el fin. Suponían que una persona estaba compuesta
de dos elementos esenciales, o sea, el cuerpo o "zet", por una parte, y el espíritu, por otro.
Pero éste, a su vez, se dividía en tres esencias diferentes: el "ka", el "ba" y el "aj".
El "ka", según la mística egipcia de los albores, es lo que el hombre tiene de divino, es el
"mana" universal. El "ba" es sencillamente lo que llamamos el alma inmortal y personifica
al ser como entidad cósmica. Por último, el "aj" es algo así como el aura o la potencia
receptora y emisora de cierto tipo de ondas que nos mantienen sutil e inconscientemente en
contacto con los demás, tanto presentes como ausentes, vivos o difuntos.
Hay acérrimos parasicólogos que van más lejos en estas apreciaciones y aseguran que
esta potencia emisora-receptora nos pone también en contacto con los seres del futuro o con
el tiempo que "todavía no ha llegado". Nosotros nos resistimos a creerlo, porque, con
mentalidad un tanto cartesiana, "a priori", se nos hace espinoso el creer que alguien puede
conocer a sus hijos antes de que éstos hayan nacido. No obstante, a la luz del conocimiento
irracional, y en terrenos donde sólo hacemos que bracear a tientas, no estamos muy seguros
al afirmar que ello es imposible.
¡Ah, pero eso es otro asunto!
En esencia, suponemos que el Hombre, como agente transformador de materia en
energía, tanto física como psíquica, es algo así como el motor de un automóvil, que produce
fuerza motriz para sí y para la función que ha sido creado, o sea la de arrastrar consigo,
además de su armadura metálica, su tara, pasajeros y mercancías. Nosotros, que somos un
complicadísimo y armónico conjunto de células, creamos energía para poder vivir y, al
mismo tiempo, para que viva "algo" más. O dicho de otro modo, las fuerzas psíquicas que
emanan de nosotros, como el sobrante de la energía vital creada, pueden servir para crear la
estabilidad y equilibrio necesario en el mundo material y supuestamente inerte que nos sirve
de asiento. Es decir, La Tierra nos da cobijo, apoyo, seguridad, techo, alimentos, etc., etc., y
nosotros, por medio del fluido conjunto, le facilitamos la energía, llámese psicotrónica,
electromagnética o como se quiera, para que se mantenga "colgada" en el espacio. En
realidad, el planeta, a gran escala, es la nave espacial en la que viajamos todos y la inercia
que la impulsa en su eterno vagar en tomo al Sol es muy posible que se la facilitemos
nosotros, conjuntamente con plantas y animales, de suerte que el Sol, por ley universal de
atracción y repulsión, nos devuelve en calor lo que nosotros le enviamos en... ¿Psinergía?
Naturalmente, somos conscientes de que esta disgregación no puede llevamos a ninguna
parte, ya que nos hemos situado más allá del principio puramente especulativo, y
comprendemos que sólo hay dos caminos para dilucidar el problema: avanzando paso a
paso hacia el futuro, como hacen los biólogos y los otros investigadores, o retroceder hacia
el pasado, en busca de huellas reveladoras, como hacemos nosotros, puesto que suponemos,
y no sin fundamento, que en el remoto ayer puede estar la clave del misterio que tratamos de
solucionar o desentrañar.
Las antiguas cosmogonías de Anaximandro, Heráclito, Parménides, Anaxágoras,
Demócrito, etc., bajo distintos aspectos, no hicieron más que planteamos el problema del
origen de nuestro mundo, sin damos la solución. Pero, aunque alguien nos la hubiera dado,
nadie le habría creído y la discusión continuaría como si tal cosa. No es fácil admitir la
simplicidad de los antiguos mitos, como por ejemplo, que Ra, la Luz o el Sol, naciera del
matrimonio entre el Cielo y La Tierra.
"Geb, el padre Tierra, y Nut, la madre Cielo, engendran todas las noches a Ra, quien nace
cada mañana con la aurora."
¿Y mucho antes, cuando el hombre, los animales y las plantas no existían? ¿Dónde estaba
La Tierra? ¿Se desprendió del seno de Ra, tras una convulsión de éste, surgiendo en forma
de enorme masa incandescente y radioactiva, para girar sobre sí misma durante miles de
años, enfriarse paulatinamente y luego, de su seno alquímico, decantar los enzimas y
aminoácidos que crearían las primeras bacterias de vida primigenia?
¡Ah, por ahí andan, empecinados, esos extraños biólogos que llaman "cloning" a lo que
Gregorio Mendel, en el huerto de un convento austríaco, a mediados del pasado siglo, llamó
herencia genética, tratando de unir el pasado con el futuro!
El doctor Willard Gaylin, presidente del "lnstitute of Ethics and Life Sciences", según
Alan y Sally Landsburg, en "Conexión con el espacio exterior" (op. cit.) dijo: "Para una
mentalidad científica, el salto de una simple célula a una zanahoria producida asexualmente
es mayor que el de esta zanahoria al hombre, producido de la misma manera".
Y, ciertamente, hay un enorme abismo entre una célula vegetal y una célula animal. Pero
los autores que acabamos de mencionar nos aseguran que fue el profesor John Gurdon, de la
Universidad de Oxford, en Inglaterra, quien tendió un puente sobre ese abismo
aparentemente insalvable, al inventar una técnica para la reproducción asexual de ranas.
¿Ranas, larvas, renacuajos, anfibios? ¿Qué nos recuerda esto?
Recomendamos aquí al paciente y benévolo lector, con quien hemos estado, un poco,
jugando al ratón y al gato, en el bien entendido que nosotros somos el ratón, que vuelva al
principio de este capítulo y repase la antiquísima leyenda egipcia de "la maravillosa colina
de las edades primitivas", donde surgieron ranas y serpientes del agua y el barro.
Sabemos que nos tildarán de ratones excesivamente imaginativos, pero pensamos en un
oscuro estudiante, llamado Miller, que reprodujo en el "caldo de cultivo" supuestamente
primitivo, a base de descargas eléctricas, los aminoácidos esenciales para la formación del
ADN y demostró que, en condiciones óptimas, la naturaleza podía, por sí sola, crear los
primeros gérmenes biológicos. Lo demás, con ayuda del tiempo, se desarrollaría solo. ¿O
no?
Este es, precisamente, el quid de la cuestión. ¿Surgió primero la ameba monocelular, sin
ayuda exterior, y luego se reprodujo, uniéndose a otra ameba, mutándose y diversificándose,
hasta dar tantas variedades como conocemos, de géneros y especies distintas, tanto en
plantas como animales? ¿O nos llegó de afuera?
Suponemos, humildemente, que cuando se formó nuestro planeta, el Universo ya estaba
estructurado. Y, suponiendo más, hasta nos resulta fácil creer que ha existido siempre y que
no hace otra cosa que transformarse, muriendo aquí un planeta, sol o galaxia, y naciendo
otra en lugar distinto, por aquella ley de la conservación de la materia. Fred Hoyle definió
este principio universal diciendo algo así como que el agua que se escapa por el agujero de
desagüe de una bañera va manteniendo llena ésta con la que fluye del grifo.
Pero referente al Macrocosmos no queremos insistir, y mucho menos reiterar de nuevo
aquello que alguien escribió en el Eclesiastés de que "no hay nada nuevo bajo el sol".
Queremos remarcar que el hombre, en su primera fase germinativa, es como un renacuajo,
llamado espermatozoo cuya cabeza se compone de la masa cromática y está recubierta por
el acrosoma; el cuerpo o parte media contiene los centrosomas y el filamento espiral de las
mitocondrias y la parte posterior o cola es un flagelo serpentiforme que utiliza para
desplazarse.
¡Cielos Santo, no somos nada! y olvidamos decir que estos renacuajos, que se producen a
millares, fallecen en su mayor parte, sin haber llegado a cumplir la función para la que
fueron creados, o sea, la de dar vida a un ser humano.
¡Pasmoso, sin duda alguna! ¿Fue esto siempre así? ¿Hemos de quedamos impasibles ante
el hecho asombroso de que un niño, en el Uruguay, o en la China, que para el caso es lo
mismo, diga a su madre que ya no quiere más teta, contando sólo cincuenta días de vida?
¿Verdad que los doctores Frederick Steward, John Gurdon y la doctora Janice Brothers
merecen todo nuestro apoyo y aliento, a fin de que sepamos de una vez quiénes somos y
cómo hemos venido a esta extraña vida?
Sigamos con el condenado asunto del "cloning" para concluir, debiendo advertir que a
esta técnica se le llama ahora del transplante nuclear que parece tender hacia la hibridación,
ya que se prescinde del óvulo femenino.
Las células asexuales sólo tienen la mitad del complemento genético. Pero de una sola
célula corporal completa se puede obtener todo el plan genético del individuo que facilitó el
núcleo celular.
La doctora Janice Brothers, de la Universidad de Indiana, una joven y bella mujer, de
cabellos negros y ojos fascinantes, está trabajando con los transplantes nucleares de la
salamandra o "axlotals", como ella los ha bautizado, evocando el nombre del dios azteca
Xlotal, Señor de la Muerte y la Resurrección, ya que la ciencia no está reñida con la
mitología y mucho menos con la poesía. Hay muchos más científicos que se ocupan de estas
apasionantes cuestiones, y pronto habrán muchos más, hasta que llegue el momento en que,
aunando esfuerzos, podamos ver convertido en realidad el sueño utópico de Aldous Huxley
y los seres humanos puedan ser fabricados según las necesidades de la especie.
Pues bien, ¿es posible, cosmogónicamente hablando, que antes de formarse nuestro
mundo, ya sea por técnicas de "cloning" o biogenéticas, en otros mundos se hubiese
preparado el germen, la rana, el renacuajo o el virus que corriendo el tiempo, se depositaría
en el caldo de cultivo de nuestro embarrado planeta, para que seamos ahora lo que somos?
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra", hemos leído y repetido al iniciar este
capítulo. ¿De la nada?, insistimos en preguntar. La Tierra es vida, se mueve, gira, surca el
cosmos, avanza, tiene un destino, un principio y un fin. ¿Y nosotros, acaso somos distintos,
siendo parte de ella, viviendo, naciendo y muriendo aquí?
Por extraño que parezca, el Antiguo Testamento también está plagado de geometría, y la
mayor parte de ella es Hermética. La propia vida, su origen y misterios, está ligada a la
Geometría Universal, Principio Inmutable y Supremo del Todo; el hombre no es más que
una molécula perdida en esa maraña geométrica del Universo, en donde se entremezclan las
líneas de infinidad de ciencias que se condensan en una sola y que son ramas de la Sabiduría
Espiritual. La materia es otra cosa.

"Cierra los ojos y esfuérzate en captar la


brillante luz que vendrá de las alturas.
Intenta controlarla lanzando la mente
hacia el lumínico haz que se transferirá a
tu cerebro mediante evolución y
entendímiento.

Uri Geller, "Mi fantástica vida"

CAPITULO VIII

LA GEOMETRIA INVISIBLE

Un íntimo amigo, a quien consultamos todas nuestras cuitas, nos preguntó, no hace
mucho, al vemos trabajar en el contenido de este libro:
"-Pero, dime la verdad... ¿Para qué sirve, en el siglo XX, la Geometría Hermética?"
Honestamente, confesamos que, de principio, nos quedamos bastante desconcertados.
¡Vaya con la tal pregunta! Sí, ¿para qué puede servir todo esto?
Tenemos a nuestro alrededor infinidad de apuntes, notas, gráficos, dibujos de todas
formas y tamaños y sabemos que, desde el momento de iniciar este estudio hemos
consumido más horas de las que nos es factible confesar, por temor a que nos tilden de
psicópatas. Hemos recurrido hasta a la calculadora electrónica, al cálculo algebraico, al
diferencial, al infinitesimal y hasta al integral, aparte de algún cálculo más, no clasificado
aún, que, junto al trigonométrico y al logarítmico, podría haber servido para dejamos calvos
y hasta sin cejas.
¡Y no encontramos la réplica adecuada para contestar a nuestro amigo! Se nos ocurrió
balbucear:
"- ¡Hemos solucionado el problema de la cuadratura geométrica del círculo...!
Nuestro amigo, que ha compartido con nosotros parte de esas experiencias, con la más
aviesa de las sonrisas, nos replicó:
"-Suponiendo que eso sea cierto ¡que no lo es, porque el susodicho problema es
"insoluble" -suponemos que quiso decir irresoluble- y transcentente!, insisto en lo mismo:
¿para qué sirve saber algo que, con una aproximación de milésimas, ya se sabía por medios
aritméticos?"
Esta conversación se prolongó durante varias horas; se ha extendido aún a través de
varios meses, convirtiéndose, a veces en polémica acalorada y otras en reflexión intensa.
Ahora, sin embargo, nuestro amigo, aunque continúa en sus trece de que la Geometría
Hermética no viene a solucionar nada -¡cosa que nosotros estamos en total desacuerdo!-, las
discusiones han tomado otro cariz, porque nadie puede negar, ni siquiera nuestro amigo, que
la Geometría Hermética sí tuvo utilidad en el pasado, como la habría de tener cuando
Occidente se enfrentó a Oriente en las cálidas tierras palestinas, allá por el Siglo XII, a
causa de lo cual surgiría en Europa, primero el arte gótico y posteriormente el
Renacimiento.
Aquí podemos decir formalmente que la geometría, sea plana, esférica, espacial o
multidimensional, ha existido siempre. Podemos añadir que antes incluso de que existiera el
hombre, ya sea terrícola o alienígena, visible o invisible, las líneas llenaban el universo y las
había en todos los sentidos, largas y cortas, reales o aparentes, curvas o sinuosas,
pseudorrectas y quebradas, aunque sólo fueran sucesiones de puntos, encadenamientos
corpusculares, atómicos o sub atómicos. Y, para terminar, añadiremos que si existían las
líneas, ya que habían móviles que seguían estas líneas u órbitas, también habían figuras
geométricas.
¡Y, de todas ellas, la más perfecta es el círculo!
Recordamos con alborozo cuando nuestro recalcitrante amigo nos reveló su sagacidad al
decimos:
"- ¡El círculo no existe! ¡Todas las órbitas son elípticas!
Este fue nuestro gran triunfo. Y nos apresuramos a barrer hacia dentro, replicando:
"- ¡Naturalmente! Y, precisamente por eso, la Geometría Hermética es la hipótesis de
trabajo que permitió levantar la arquitectura de la Antigüedad, ¡que no fue moco de pavo!,
hasta que la Aritmética, basada en la exactitud geométrica, permitió sustituir la línea por el
número."
En realidad, queridos amigos, en aquella ocasión no lo dijimos todo. Pero sí lo estamos
haciendo ahora, de forma más tranquila y reposada, sin interferencias ni réplicas, borrando
de nuestros papeles todo lo que consideramos inútil, y dejando, sea bueno o malo, porque
esto es cuestión de criterios, lo que consideramos más idóneo para expresar nuestro personal
punto de vista.

Fig. 37. División del Cuadro en cien partes iguales. Obsérvense los focos o puntos de
coincidencia. Esta operación requiere un meticuloso cuidado.

Ahora sabemos muy bien que la Geometría Hermética es una ciencia armónica,
matemática, exacta, simétrica, infinita, etc., pero que su mejor definición podría ser la de
geometría invisible, si esto fuese posible, puesto que hay más estructura tras lo que se ve,
ocultas en el concierto de esas líneas que se entrecruzan, que en los gráficos o planos del
dibujo.
Si contemplan un cuadro de Leonardo da Vinci, por ejemplo, admirarán la composición
del tema y la armonía del conjunto, porque tras él, sin que salga a la superficie, el genial
artista bocetó unas líneas maestras, una estructura geométrica equilibrada, que luego ocultó
bajo la pintura.
El arquitecto que traza el plano de un edificio suntuoso utiliza infinidad de líneas que
luego no se ven en el edificio por ninguna parte. Es el mismo caso de la Gran Pirámide;
nadie verá allí una sola línea curva, ni un círculo, si exceptuamos la inscripción del
Tetragrama, al que ya hicimos referencia. Y, sin embargo, la megalítica obra fue concebida
por medio del círculo.
Esto es lo que pretendemos decir. En la Geometría Hermética existen más líneas
invisibles que visibles. Y para muestra basta un botón. Obsérvese la Fig. 37, que es un
cuadro cualquiera al que hemos efectuado una división en cien partes. Lo mismo podríamos
hacer en mil partes, o en cien millones de partes, si dispusiéramos de tiempo y medios. y
esto, sin aumentar el tamaño del cuadro de referencia, cuyo original tiene sólo 14
centímetros de lado. Por ello, si les presentamos un cuadro enteramente pintado de negro,
podemos suponer que en él se han superpuesto todas las líneas que imaginar se pueda. Si
pintamos en blanco sobre negro, como si fuese un negativo fotográfico, no hacemos más
que extraer líneas a la luz y que la negrura mantenía ocultas.
Depende sólo de la imaginación de cada uno llegar a intuir, porque no podemos decir
calcular, cuántas líneas se pueden extraer del cuadro negro y qué figuras podemos construir.
A partir de aquí se establece la diferencia entre la línea irregular del dibujo artístico, al que
incluso podemos colorear para obtener un cuadro, y el dibujo geométrico que ha de ser
trazado con regla y compás, a menos que se posea un extraordinario pulso y sea uno capaz
de trazar una línea recta sin apoyarse en nada.

Fig. 38. División del círculo en partes geornétricas iguales,


a b= 2 1 h =7
e d= 3 b i = 8
c b= 4 h j = 9
f g= 5 h k = 10
o b= 6 m d = 11
d f = 12
Nosotros, apoyándonos en una regla, hemos trazado todas las figuras que aparecen en
esta obra -salvo excepciones obvias- y podemos asegurarles formalmente que todas, sin
excepción, han sido trazadas en el interior de uno o de varios círculos.
Dijimos, y lo repetimos ahora una vez más, que sólo tres figuras de la geometría clásica o
euclidiana intervienen en la Geometría Hermética. Son el círculo, el triángulo y el cuadrado.
Pero en la repetición de estas tres figuras, en la diversidad de posiciones, en la increíble
gama de polígonos que se pueden obtener del triángulo, el cuadrado y el círculo (3, 4 y 5,
por expresarlo en números), está justamente el infinito Geométrico de la Forma.
En la Fig. 38, a modo de ejemplo, aparece un círculo dividido hasta en doce partes. Esto
quiere decir que, sin necesidad de recurrir a "pi" para la división de la circunferencia, es
posible dividir exactamente, y en partes iguales, el círculo del tamaño que sea, porque esas
proporciones son constantes. AB es el diámetro, que nos divide la circunferencia en dos
partes. ED la divide en tres partes; CB, en cuatro; FG, en cinco; OB, o sea el radio, la divide
en seis partes...
Y aquí, precisamente, fue donde empezó todo. ¿Por qué el radio de una circunferencia,
que es una línea recta, divide a una línea curva y cerrada en seis partes iguales?
Esta aviesa pregunta es mucho más difícil de contestar que la de la utilidad de la
Geometría Hermética que nos hiciera nuestro amigo. Y no es, aunque lo parezca, de
Perogrullo, ni mucho menos; puesto que esa línea curva y cerrada, si la pudiéramos
enderezar y convertirla en recta no tendría exactamente seis veces el radio!
¿Nos han comprendido?
Hemos supuesto, por suponer algo, que en algún momento, cuando el hombre o el ser que
trazó el primer círculo -¡y no fue, precisamente, Alexander Solschenitzin!- contempló el
instrumento o compás con que había realizado su obra, se debió preguntar "¿Qué he
hecho?". Seguramente, el círculo previo se lo había sugerido el Sol, la Luna o cualquier
astro o planeta que viera, de regular tamaño, aparentemente suspendido en el cielo. No
queremos decir que fuese aquí, en La Tierra, o en otro mundo cualquiera; tampoco podemos
asegurar cuándo.
Pero suponemos que, hecho el círculo, la curiosidad le induciría a trazar nuevos círculos,
tal y como hicimos nosotros mismos, siendo niños, al iniciar los primeros pasos en
geometría, con el compás escolar que nos compró nuestra madre, recomendándonos aquello
de "!Ten mucho cuidado con esto, hijo mío!", como si fuera, ¡Y de hecho lo es!, un
instrumento sagrado.
Si aceptamos que el "homo sapiens" se elevó por sí mismo, separándose de la animalidad
en un momento determinado de su evolución, ya fuese por mutación o porque así había
quedado registrado en sus genes al ser creado, ¡ya que no rechazamos la teoría del hombre
programado!, hemos de admitir que el inconsciente actuó de modo magistral y seguro al
hacer ver a nuestros antepasados algo que no era factible ver en la misma naturaleza, salvo
en las aparentes figuras del cielo.
El Sol, ese círculo mágico y fascinante, debió ejercer, forzosamente, una singular
atracción; la Luna, ídem. Y el hombre, a fuerza de mirar al cielo, asoció la idea del círculo a
la divinidad.
Tratar de imitar a Dios ha sido el mayor estímulo del hombre; superarse a sí mismo, en la
búsqueda de explicación a todo, ha sido, no sólo un concepto filosófico, sino también el
motor que nos ha impulsado hacia el progreso.
Fíg. 39. Esto no es un símbolo solar, como se ha pretendido ver, sino el principio
mismo del conocimiento geométrico. De aquí se lanzó el hombre a elucubraciones
religiosas, porque el Conocimiento y la Iniciación siempre se asoció con la
Geometría, Primera Ciencia del Saber Supremo, y con la cual salió el hombre de su
animalidad originaria.

¿Por qué no había de comprobar el hombre primitivo cuántas líneas "mágicas" estaban
contenidas en el círculo sagrado del cielo? Por ello, se hizo preciso construir instrumentos
de precisión. Un compás de madera pudo servir al principio; incluso de piedra, si nos
apuran. Y, a falta de papel o pergamino, se trazaron líneas sobre la pizarra, el barro blando y
hasta sobre el granito. Lástima que sólo hayamos descubierto rústicas muestras de aquel
incipiente arte. Sin embargo, se trata de algo que podemos reproducir casi con toda
exactitud, porque ha quedado reflejado en las antiguas construcciones, en sus poblados, en
dólmenes, menhires y cromlechs, y hasta en esas obras inquietantes, como la Gran Pirámide
de Hermes-Toth (Keops).

Fig. 40. En el cuadro macrocósmico del Universo coinciden infinidad de líneas y


puntos, en un alucinante enrevesamiento, lo que da origen a todas las geometrías.
Este cuadro sólo es un tímido ejemplo.
Reflexionemos al respecto. La línea geométrica más elemental es la recta. Una recta
horizontal y otra vertical forman una cruz. Este símbolo es el más antiguo que se conoce. Y
si a una cruz le doblamos una parte hacia la izquierda o la derecha (dextrógiro o levógiro)
nos encontramos con la famosa svástica y nos sugiere un cuadro sin cerrar.
Recuérdese que la Cruz Gamada o svástica expresa los valores primeros del triángulo
rectángulo sagrado, comúnmente llamado Teorema de Pitágoras. Cuando el hombre del
paleolítico llegó a esta conclusión, su cerebro, mente o intelecto dio el mayor salto de
gigante de toda la historia de la Humanidad.
¡Pero, insistimos, esto pudo haberse producido hace mucho más tiempo del que
suponemos, y no precisamente en nuestro planeta! Nada nos extrañaría que, miles de
millones de años, en cualquier mundo ya desaparecido del cosmos, convertido en polvo y
luego vuelto a unir sus moléculas en diferentes mundos, se hubiera descubierto que el radio
de una circunferencia divide el perímetro de ésta en seis partes "geométricamente" iguales.

Fig. 41. Geometría ornamental de la estrella de doce puntas.

Después vino todo lo demás. Otro círculo, otras líneas rectas, el cuadrado, el triángulo,
que es la mitad de un cuadrado, partido éste en diagonal, etc. Elementos simples, a nuestro
juicio; tan simples que hasta un niño puede trazarlos. Sin embargo, descubrir líneas
inexistentes en estas tres figuras geométricas elementales es una ciencia arcana e
inextinguible, o sea que se inició con el hombre y terminará con él.
Fíjense en la Fig. 39. Aquí vemos un círculo y una cruz. Sobre los puntos de coincidencia
del círculo en la cruz, hemos trazado nuevos círculos. ¿Quién no ha hecho este dibujo al
estrenar su primer compás, en la edad escolar? y hasta nos hemos cansado de hacer círculos,
buscando puntos de coincidencia. Hoy sabemos, gracias a la Física y a la Química que las
estructuras moleculares de la materia están encadenadas más o menos así. Existe una
correlación estructural en todo lo creado, cuyo mejor ejemplo lo hallamos en la composición
geométrica de una colmena o en el encadenamiento de las células.
Por otro lado, astronómicamente hablando, los mundos están encadenados por las fuerzas
de la gravitación universal de un modo elocuentemente geométrico, como demostraron
Kepler y Newton. O sea que el hombre, al trazar figuras geométricas relacionadas con el
círculo, lo que hacía era imitar a la Naturaleza o buscar el camino que conduce al cielo, o
sea, hacia Dios.
Fig. 42. Triangulación sobre un círculo "invisible" dividido en tres, cuatro, cinco, seis
y siete partes.

En la Fig. 40, los círculos concéntricos dentro de un cuadrado dividido en triángulos, por
medio de diagonales y líneas perpendiculares, nos ofrecen un esquema de Geometría
Hermética altamente significativo. La infinidad de cuadros que surgen, así como el enorme
número de puntos de coincidencia entre líneas curvas y rectas, nos da una pálida idea de la
magnitud geométrica del Universo.
Las Figs. 41, 42 y 43 son también un exiguo ejemplo de la aplicación del cuadrado y el
círculo, armónicamente conjuntado, para obtener nuevas líneas y formas en el panorama
infinito de la Geometría Hermética. Las líneas invisibles, o sea las que hemos rechazado,
borrándolas, para quedamos con la muestra, semejan esas estructuras metálicas levantadas
por los constructores de edificios, que luego retiran cuando están tenninados éstos.
La Geometría Hermética, pues, radica más en lo que desaparece que en lo que
permanece. Y la -Gran Pirámide de Hermes- Toth es su máximo exponente.

Fig. 43. Cuadriculación de un círculo. El "entintado" en negro o a diversos colores


permite una gama infinita de resultados.

Cuando el hombre descubrió leyes geométricas de utilidad práctica, tales como el


Teorema de Pitágoras, atribuido a este sabio de la Antigüedad, pero muy anterior al
nacimiento de Grecia, el concepto matemático empezó a germinar en su mente.
Obsérvese la Fig. 44 y véase un cuadro dividido en dieciséis partes geométricamente
iguales. (No decimos exactamente iguales, porque en geometría todo depende de la
perfección y cuidado del operador). Ahora podemos damos cuenta de que los dieciséis
cuadros son también ocho rectángulos, y que las diagonales de éstos cortan las líneas
opuestas en puntos geométricamente determinados.
La cosa que puede parecemos simple y elemental, hace siglos condujo a los geómetras a
conclusiones topográficas y a intuiciones trigonométricas de muy difícil especialización en
nuestros tiempos, Pero, con un simple cuadro, de lados conocidos, el geómetra antiguo
podía hacer mediciones de terrenos con casi tanta exactitud como los agrimensores actuales.
Observen. Supongan a Eratóstenes efectuando mediciones entre Assuán y Alejandría,
unos doscientos años antes de J.C. Imagínenlo provisto de un cuadrado que en nuestro
ejemplo está situado en la parte inferior izquierda de la Fig. 44. Se le identifica como el
cuadro AOZV. y supongamos que los lados de este cuadrado miden 10 codos egipcios. Si el
cuadrado grande, DHYV es dieciséis veces mayor que el cuadrado pequeño, la distancia
VD, o línea recta que forma un lado del cuadrado grande, será de 40 codos.

Fig. 44. Un antiquísimo sistema, empleado por Eratóstenes (s. II a. de J.C.) para
mediciones de grandes distancias. Conocido el cuadrado aozv, se puede determinar
la distancia dv. Desde y también se pueden determinar las distancias a v, a, b, c, d,
e, f, g y h.

Pero hay más. Sobre el cuadrado conocido, AOZV, un observador situado en Z, por la
simple comprobación del lugar por donde la línea oblicua que parte de Z se cruza con la
línea AO, puede saber qué distancia hay desde V hasta B, hasta C y hasta D. De aquí al
cálculo trigonométrico no hay mayor distancia que desde el huevo a la gallina y prueba que
la Geometría Hermética fue el principio de nuestra Aritmética actual.
En la Fig. 45 hemos ido más lejos aún, para que el diablo no se burle de nuestra
ignorancia. Hemos trazado un círculo, un cuadro exterior al círculo y otro interior. Luego,
por medio de triángulos isósceles, en la más pura línea de Hiram-abi, el fenicio, hemos
buscado proporciones piramidales -o triangulares-, partiendo de una desviación de los
triángulos. Ahí se encuentra lo que se dio en llamar el Monograma de Cristo, que también
fue utilizado en la construcción del Templo de Salomón y, por supuesto, sirvió de base para
la construcción de pirámides. Si alguno de nuestros lectores pretende hallar la "piedra
filosofal" de la Geometría Hermética, ahí tiene la oportunidad de quemarse las cejas
desarrollando esta "ecuación" geométrica hasta sus últimas consecuencias. Nosotros no nos
sentimos capaces de ir más allá, habida cuenta que hemos borrado casi cien veces más
líneas de las que aparecen en el insignificante boceto.
Creemos, por tanto, llegado el momento de hacer un resumen de cuanto llevamos
expuesto, por aquello de que antes de pasar al verdadero enrevesamiento de la cuestión se
hace necesario clarificar conceptos.
Empezamos este capítulo diciendo lo que opinaba un entrañable amigo, quien, para más
señas, es ingeniero industrial. Y aunque estamos en desacuerdo con él, no deja de tener algo
de razón. ¿Para qué sirve algo que, por otros medios, aunque sean más complicados,
resuelven todos nuestros problemas matemáticos y geométricos?

Fig. 45. Utilizando dos "Monogramas de Cristo" -entre las líneas punteadas-, hemos
intentado la Triangulación Piramidal. Este ha sido el resultado... ¡decepcionante!

Pero, ¿a quién puede servir la Historia, si es cosa que no volverá a repetirse? Y todavía
más. Si el mundo sufriera un cataclismo, de los muchos que se suponen ha sufrido, y
sobrevivieran muy escasos individuos, ¿por dónde se empezaría a reconstruir nuestro
planeta?
Hemos leído que Albert Einstein, el genial matemático, se equivocaba frecuentemente al
hacer la suma de los gastos domésticos, pese a que su cerebro logró desarrollar cálculos
dificilísimos y solucionar problemas en los que trabajó durante años. De todas formas, muy
pocos hombres han podido seguir los razonamientos de Einstein y comprenderlos con
exactitud; otros, la mayoría, los aceptaron "de facto", sin más.
La Geometría Hermética, sencillamente, nos permitiría reconstruir todo el entramado de
las demás geometrías, incluyendo la Aritmética, aunque en el mundo sólo hubiera
sobrevivido la pareja más ignorante. Y, partiendo de ello, permitiría reconstruir todas las
demás ciencias, incluyendo la Física... ¡O, al menos, eso nos parece!
El hombre se diferencia de los animales, ¡creemos!, por su capacidad de reflexión y
raciocinio. Analizamos, ordenamos, estudiamos, comprendemos. De todo esto surgen
axiomas, postulados y corolarios. Si lográsemos matematizar la filosofía y establecer
valores numerarios a los conceptos, del mismo modo que las estadísticas pretenden sentar el
precedente de una irrealidad aparente por medio de cómputos, que son, por supuesto,
inexactos y relativos, podríamos dar a Dios el valor numérico de Infinito y todo lo demás,
en escala decreciente, hasta situar al hombre en su término exacto y numérico, muy por
debajo del Infinito, lógicamente, y hasta valorar a los hombres por sus conocimientos o
sabiduría, de suerte que un individuo con el número 10.000.000, lógicamente poseería un
valor superior al que tuviera el número 9.999.999.
Pero esto es una utopía. Jamás llegaremos a perfeccionamos tanto, aunque,
aparentemente, llevemos el camino de la perfección.
Y, por otra parte, el hecho de haber empezado toda nuestra estructura social, política y
religiosa, partiendo de un círculo, descubierto en el cielo al percibir el primer atisbo de
inteligencia, y haberlo sabido mezclar con dos líneas rectas imaginarias, habla muy alto de
la capacidad intuitiva o intelectiva del hombre.
No es, por tanto, una bagatela eso de las líneas elementales. El hombre ha progresado
tanto en su avance hacia el Fin, que nos tememos éste aparezca de un momento a otro, en el
recodo más inesperado de nuestras discrepancias políticas o sociales. Los arsenales
termonucleares nos penniten suponer que, al más mínimo error o desvarío, el hombre puede
volver a la época cavemaria, con el consiguiente Punto Cero hacia una nueva civilización de
las muchas que suponemos han discurrido por nuestro planeta, ya que pruebas tenemos de
ello en suficiente abundancia como para no desechar las enseñanzas que puedan damos,
aunque sólo sean restos pétreos que sólo pudieron ser erigidos con una Geometría como la
que aquí estamos presentando, olvidada, desechada, desprestigiada, incompleta, torpe y
vacilante... ¡pero que sirvió para estructurar incluso nuestros viajes espaciales y levantó
catedrales como las de Reims, Chartres, Burgos o Santiago de Compostela!
La Geometría Hennética está en todo eso y en muchos sitios más.

"Más abajo aún, apareció un piso de cristal


fundido, que no se parece a nada, salvo al
suelo dejado en el desierto de Nuevo México
por las explosiones que inauguraron nuestra
actual era atómica. "

Charles Berlitz,
"El Triángulo de las Bennudas" (Pág. 268).

CAPITULO IX

¿THARSIS O TARTESSOS?

Existen lugares en nuestro planeta que están sufriendo, lenta y paulatinamente,


modificaciones geológicas, lo que no constituye secreto para nadie. Pero, mientras que en
unos lugares la tierra se hunde, dejando sitio al mar, en otros es el suelo el que emerge de
las aguas, poniendo al descubierto tierras que han permanecido sumergidas durante siglos o
tal vez siempre.
Estos fenómenos geológicos, llamados epirogénicos, nos penniten apreciar, como ocurre
en la Península Escandinava, que el suelo se eleva a razón de un centímetro por año,
mientras que de todos es conocido el esfuerzo de los holandeses, construyendo diques, a fin
de contener las aguas del mar, donde el suelo se está hundiendo progresivamente.
La corteza terrestre, que es el asentamiento donde habita el hombre, está, por tanto, en
continua transfonnación. y ello hace suponer, como ya señalamos al principio de esta obra,
que en la antigüedad existió una gran isla o continente, muy próxima a Europa, situada en
algún punto del Atlántico, que los clásicos llamaron la Atlántida.
Volvemos de nuevo con este tema -que no agotamos ni mucho menos, ni ello sería
posible- debido al enfoque arqueológico que pretendemos plantear en este capítulo,
vinculado especialísimamente con el Sudoeste de la Península Ibérica, sometida durante
milenios a una lentísima retirada de las aguas, como se ha podido comprobar por
excavaciones efectuadas en la ciudad de Huelva (Onuba).
El Plano 5, de la obra "Huelva; Prehistoria y Antigüedad" (Editora Nacional, 1974),
publicado con motivo del XIII Congreso Arqueológico Nacional, en colaboración con
prestigiosos arqueólogos, nos ofrece un plano de la ciudad, cortado por una línea continua,
que pone al descubierto hasta donde llegaban las aguas en un pasado remoto, casi al borde
mismo de los cabezos de La Esperanza, El Castillo o San Pedro, el de El Conqueiro y las
necrópolis de La Joya.
Esto, sin lugar a dudas, es una prueba de la lenta, pero continua, retirada de las aguas
atlánticas, lo que explicaría también el acentuado "ensanchamiento" del Estrecho de
Gibraltar, la desaparición de la franja de tierra supuestamente llamada "ruta de Hércules" -
por hundimiento o cataclismo geológico- y, a causa de ello, la desaparición confundido con
las aguas del Atlántico, del supuesto Lago Tritón, todo ello relacionado con la leyenda del
Jardín de las Hespérides, el mito de los bueyes de Gerión, las "manzanas de oro" o naranjas
que Hércules robó, en conmplicidad con Atlas, y todo lo que no podemos, honestamente,
hacer pasar como cierto por el tamiz de la Historia.
La Mitología nos cuenta que el dios Cronos devoró a sus propios hijos, pero su
compañera, Gea (La Tierra) sustituyó a sus hijos recién nacidos por piedras. No engañado
por esta argucia, Cronos devoró también las piedras, dejando sólo con vida a Zeus, Poseidón
y Carón.
También se nos contó que Poseidón recibió los dominios del mar, Zeus los de la Tierra o
Carón el de los infiernos o algún lugar subterráneo, que algunos han interpretado como el
fabuloso reino de Agartha. Mas como de estos reinos de la Fábula no tenemos más que
vagas hipótesis, atengámonos a lo positivo, que es La Tierra y el Mar, en el bien entendido
que el mar contiene también grandes y pequeñas islas.
La Mitología sigue diciendo que Hércules fue hijo de Zeus y que Poseidón tuvo por hijos
a Atlas y Anteo, entre otros. Posteriormente, no sabemos ya si en un sentido mitológico o
histórico, los hijos de Zeus hicieron la guerra a los de Poseidón, y esta guerra, fragmentada
por la mutilación sectaria, ¡suponemos!, es la que nos contó Platón, extraída del relato que
hizo a Solón cierto sacerdote de Sais, y que nos ha llegado por dos fragmentos contenidos
en el "Timeo" y en el "Critias", aunque, en honor a la verdad, esto no presupone que sea
cierto.
Ahora bien. Existen algunos pasajes del Antiguo Testamente que, sin pretender ser tan
antiguo como lo expuesto por el sacerdote egipcio, que se calcula como acaecido hace unos
dos mil años, nos llevan ante un dilema arqueológico importante, debatido pero no aclarado,
especialmente ante la perspectiva de las nuevas investigaciones.
Nos estamos refiriendo, como es lógico, al enigma de Tharsis, o el fabuloso Eldorado, de
donde traían el oro las naves del Rey Salomón, y que muchos investigadores han situado en
las proximidades de la actual Huelva, al Sudoeste de España.
No podemos, sin embargo, al iniciar esta parte de nuestro estudio, omitir el nombre del
magistral poeta Jacinto Verdaguer, quien, inspirado, sin duda, por la invisible conciencia
omnipresente de quienes perecieron en la hecatombe antediluviana, supo expresar con
estremecedoras palabras lo que únicamente dioses o espíritus podían haberle comunicado a
través del tiempo y el espacio.

"Veus eixa mar que abraca de poI a pol la terra?


"En altre temps d'alegres Hespérides fou hort;
"encara el Teide gita bocins de sa desferra,
"tot braolant, com monstre que vetlla un camp de mort.

"Aquí els titans lluitaven, allá ciutats florien;


"pertot cántic de verges i música d'ocells;
"ara en palaus de marbre les toques s'hi congrien
"i d'algues se vesteixen les prades deIs anyells. "

(¿Ves esa mar que ciñe la tierra en un abrazo?


En otro tiempo fue de estériles el huerto
y todavía el Teide vomita su regazo, bramando
como un monstruo que vela un campo muerto.

Titanes peleaban, ciudades florecían


cánticos virginales y músicas ligeras,
ahora en sus palacios unas focas se crían
y se llena de algas el verdor de las eras.)

"L 'A tlantida", de Jacinto Verdaguer, mayo de 1877.


(Traducción castellana de Guillermo Díaz-Plaja)

Humanamente hablando, es imposible admitir la inexistencia de la AtIántida después de


haber leído este maravilloso poema, ya que el hombre siempre ha tenido conciencia, intuida
más que conocida, de su origen en la paradisíaca isla-continente que engulleron las aguas
atIánticas. Y del recuerdo subconsciente, heredado en el aire, las voces de los muertos o de
la mente universal que nos envuelve y nos ilumina a todos, extrajo Verdaguer la más bella
obra que se haya escrito sobre el continente desaparecido.
Para los racionalistas, sin embargo, un poema no significa nada. Se han cerrado en un
recalcitrante cartesianismo y sólo admiten la irrefutable demostración de la prueba
incuestionable, el vestigio imperecedero o la huella testimonio del "Pienso, luego existo",
como si tantas huellas como existen, entre ellas las Pirámides de Gizeh, no fueran un
testimonio irrefutable de la grandeza de un pasado.
Pero nosotros no creemos tampoco en la ciencia de los intransigentes, ni queremos
aceptar que los constructores de Teotihuacan o Machu-Pichu nada tuvieran que ver con los
constructores de pirámides del antiguo Egipto, cuyas dos culturas estuvieron unidas por un
puente Atlántico.
¿Qué otros vestigios quedan todavía, del antiguo esplendor de la impresionante cultura
occidental, iniciada por Poseidón? En verdad, hay muchos, y el enigma de Tharsis o
Tartessos, de aclararse, podría hablar tan alto como el Partenón o el Coliseo hablan de las
culturas griegas y romanas.
¿Por dónde empezar? La Biblia nos habla particularmente de Tarsis, en donde el Rey
Salomón tenía una flota de naves que, cada tres años, le traían oro, plata, marfil, monos y
pavos reales. Esto aparece en el Libro de los Reyes (10,22), en las Crónicas (9,21) y hasta
en Jonás (1,3).
Nos hallamos, por tanto, ante un caso de "arqueología literaria", en cierto modo similar a
Troya, hasta que la fe inextinguible de Heinrich Schliemann hizo real lo que hasta entonces
sólo había aparecido sobre el papel. Esto es lo que la Arqueología llama un problema
histórico y no arqueológico, pese a que tomase cuerpo consistente gracias a un ferviente
hispanista alemán, el Profesor Adolfo Schulten, de la Universidad de Erlangen.
Y la cosa viene de muy antiguo, según Schulten, cuya erudición clásica es francamente
abrumadora y ante el que nuestros argumentos resultan pálidos y desvaídos, de no ser que
entre las investigaciones del erudito de Erlangen hasta nuestros días han transcurrido más de
setenta años y los ríos de la historia arqueológica han sufrido notables modificaciones.
No es un secreto que de los errores de antaño, corregidos y aumentados por el tiempo,
han surgido polémiéas tremendas, como la promovida por Eratóstenes, cuya labor como
geógrafo, al utilizar los datos de la biblioteca de Alejandría, fue desastrosa. Pero nos
sorprende que Adolfo Schulten se apoyase, precisamente, en Eratóstenes, Estrabón,
Heródoto, Avieno, Piteas y otros. Y si hubiéramos hecho caso a los clásicos, incluyendo a
Ptolomeos, la Tierra seguiría siendo centro del Universo.
Pero como se ha esgrimido frecuentemente la erudición de Adolfo Schulten, nosotros
hemos recurrido a su obra "Hispania" (Barcelona, 1920) para buscar el origen del enredo
entre Tharsis, Tarsis, Tartessos y el "Tarschisch" que aparece en la página 70, mencionando
a Ezequiel y a Polibio, por lo que nos parece que en la traducción del nombre se encuentra
la raíz del confusionismo. ¡Vamos, que lo creemos así, y seguimos!
En la página 74, refiriéndose al cobre, A. Schulten dice: "El cobre español es
mencionado, además de los pasajes generales, por Plinio, Diodoro y Estrabón. Explotación
minera neolítica del cobre, que llega hasta el segundo milenio, se ha comprobado en la
provincia de Oviedo, además en la de Almería, y en Huelva, en Río Tinto. El cobre de
Tartessos lo menciona Escimno (164. -Pausanias, 19,2); se refiere a las minas de Río Tinto,
que muestran señales de una explotación antiquísima".
Ahora bien, nos consta que el Profesor Adolfo Schulten estuvo en Huelva a principios de
siglo, efectuando investigaciones de todo tipo, especialmente filológico, pero de escasa
relevancia arqueológica. Pero el "mito" no se inició con él, sino que los antecedentes se
remontan a los tiempos del jesuita sevillano, Juan de Pineda (1557-1637), quien, Biblia en
mano, asume el riesgo de identificar a Tharsis y localizar su emplazamiento en la Península
Ibérica.
Son Juan Pedro Garrido y Elena M.a Orta, en un magnífico y poco comprometedor
trabajo, publicado en "Huelva: Prehistoria y Antigüedad", quienes nos exponen el problema
de Tartessos, basado en su interpretación arqueológica, mencionando en los antecedentes a
Rodrigo Caro, que situaba Tartessos en Sanlúcar de Barrameda, a Cea Bermúdez, etc., hasta
llegar a la traducción de "Ora Marítima", de Avieno, realizada por A. Blázquez y, en
especial, a "Hispania", de Adolfo Schulten, quien fue refutado por Anselmo Arenas.
Pasan así J. P. Garrido y Elena M.a Orta, tras exponer sucintamente los trabajos de
Chocomeli, Martín de la Torre, César Pemán y F. Wattemberg -éste último situando el
emplazamiento de Tartessos en la isla de Saltés, y relacionándola con Sheria y la Atlántida-,
a señalar que los testimonios arqueológicos niegan entidad real a Tartessos, "que para
muchos, no es más que un mito formado de manera análoga a 1os surgidos en relación con
el descubrimiento y conquista de América". Lo cual viene a significar, si no nos
equivocamos, que el tema sería preciso encuadrarlo dentro de la incomprensible Leyenda
Negra, de no ser por que hay hechos que los autores que comentamos omiten, y no creemos
que sea por ignorancia, como tampoco pudo ser esa la causa de que Adolfo Schulten
ignorase la existencia, al norte de Alosno, próximo: Río Orogue, de unos cerros, al sur de la
Sierra de Andévalo y al nordete de la Sierra del Granado, de una importante región minera,
antigua como el tiempo, de donde en la antigüedad se extraía oro, plata, cobre, hierro,
plomo, etc., y que lleva en la actualidad, no sabemos por que causa, el nombre de Tharsis.
Piénsese, además, que el Río Orogue es un afluente del Río Odiel cuyas aguas proceden
de la Sierra de Aracena, famosa ésta por su Gruta de las Maravillas, y riegan los riscos y
tajos en donde se asientan la famosas Minas de Río Tinto, que es, como su nombre indica,
otro afluente del Río Odiel.
¡Vaya con Tharsis, qué cerca lo teníamos y nadie nos hablaba de ello! ¿Acaso porque su
emplazamiento se había olvidado con el tiempo tras la dominación romana y árabe, y a la
compañía encargada de su explotación en la actualidad no le agrada la publicidad?
Qué duda cabe que las cosas no son tan simples como aparentemente pretendemos
exponerlas. Una explotación minera a "cielo abierto" como personalmente hemos
comprobado en Tharsis, ha de dejar huella de su antigüedad especialmente en los vertidos
de escoria, lo que dan una idea de cuánto tiempo puede llevar el yacimiento en explotación.
Y sin ser expertos, que no lo somos, ni haber ahondado profundamente el la cuestión, a
simple vista se deduce que en Tharsis hay tanta o más antigüedad que en Río Tinto, aunque
la importancia actual de la explociación sea muy inferior. Tharsis no es más que un poblado
de cuatro casas, como quien dice, sin historia ni antecedentes, salvo el nombre -¡que alguien
ha podido sacarse de la manga, para venir a complica más aún las cosas!-, pero en cuyo
entorno se respira el sudor de los esclavos de más de veinte mil años, así como su origen
auténtico ha podido quedar enterrado bajo el aluvión de los detritus minerales, y el cuyos
alrededores deberían buscarse vestigios arqueológicos, ya que como en ningún otro sitio del
sudoeste de la Península Ibérica, hemo "venteado" mejor el aliento de la protohistoria que
nos ocupa.
Imaginamos el caudaloso cauce del Río Odiel, en la antigüedad, antes de que los fenicios
instalasen allí sus colinas, arrastrando pepitas de oro entre sus arenas. Y hasta imaginamos a
los navegantes mediterráneos remontando su cauce, hasta más allá de Gibraleón, ya que se
supone navegable en la antigüedad, tanto hacia Río Tinto, como hacia Río Orogue, para
luego, a pie, remontar las ahora abruptas colinas, tanto al oeste como al este, en busca de las
fuentes aúreas. Y de sus hallazgos fabulosos hablarían muy alto los cronistas griegos,
romanos, ya que no los fenicios, cuyas huellas son visibles aún en aquella región, porque,
evidentemente, recorrían las aguas del Atlántico mucho antes de lo que suponen los
historiadores más de vanguardia.
¿Recuerdan lo que escribió Platón sobre el reparto de las lejanas tierras de la Atlántida, a
Gadiros, el hermano gemelo de Atlas, hijo de Poseidón? Decía así: "Su hermano mellizo (de
Atlas) nacido luego de él, obtuvo en heredad la parte extrema de la isla, por la parte de las
columnas de Hércules, frente a la región llamada hoy Gadírica, según este lugar; se llamaba
en griego Eumelos, y en la lengua del país, Gadiros". Pero otras versiones dan el nombre de
Anteo, que bien pudo ser un hijo de Gadiros, y así aparece en la Mitología, por lo que
Andalucía deriva de Anteo.
Heródoto de Helicamaso (500-424 a. de J.C.), llamado por otra parte "Padre de la
Historia", también nos menciona a Tartessos: "Los primeros griegos que realizaron largos
viajes estaban familiarizados con Iberia y con una ciudad llamada Tartessos, más allá de las
Columnas de Hércules, a la vuelta de la cual los primeros comerciantes obtuvieron un
beneficio mayor que el conseguido por griego alguno antes".
Pero volvamos con Adolfo Schulten, quien nos habla de los turdetanos, calificándolos de
"tartesios", diciendo: "Los turdetanos (tartesios) aprendieron a explotar desde muy antiguo
los tesoros de plata y de cobre de Sierra Morena, los cuales atrajeron primero a los
comerciantes micénicos, luego a los fenicios y por fin a los griegos, con lo cual resultó un
activo comercio y una temprana civilización del S. Hacia 600 a. de J.C. florecía el imperio
del rey Argantonio en Tartessos, la capital situada junto a la desembocadura del Betis".
Y nosotros preguntamos: ¿Qué pruebas obtuvo Schulten del lugar en donde estuvo
emplazado Tartessos? ¿Acaso se inspiró en los comentarios de Estrabón? ¿No demuestran
las excavaciones efectuadas en Huelva que las aguas del Atlántico ocupaban, en el siglo X
a. de J.C., entre el pleamar y el bajamar, puntos más elevados que en nuestros días? ¿Qué
podía haber en las tierras bajas, en las marismas de Sanlúcar de Barrameda, que debían estar
peremnemente cubiertas por el mar?
Nadie ignora cuál es el movimiento de las corrientes marinas, especialmente las que,
desprendiéndose de las cálidas aguas del Gulf Stream y haciéndose templadas, se deslizan
frente a las costas de Portugal y forman un río marítimo que penetra en el Mediterráneo,
ayudando a renovar sus aguas casi estancadas. Esta corriente choca, desde hace siglos, en
las costas del Golfo de Cádiz, en cuyo litoral existen infinidad de marismas, dunas y ese
misteriosos y desconocido parque natural, llamado el Coto Doñana, donde muchos han
supuesto que podrían encontrarse los restos de Tartessos, o bien parte de la cultura que los
descendientes de Poseidón y Anteo establecieron en Gadiros.
Sin embargo, todo esto es un contrasentido. Esas tierras, hace 30 siglos debieron estar
cubiertas por las aguas. El Betis (Guadalquivir) desembocaría al mar cerca de Hispalis
(Sevilla). No es posible, por tanto, suponer que las actuales marismas de Aznalcázar, o el
Lago Santana o Valdetojo, fueran el asentamiento de la cultura turdetana, a menos... ¡A
menos que, mucho tiempo antes, como hace 12.000 años, Calpe y Abila (Gibraltar y Ceuta)
se comunicaran por tierra firme!
¿Se dan cuenta de dónde queremos ir a parar? La epirogenia nos ha podido jugar una
aviesa pasada. El tiempo, que en nada contribuye a formalizar nuestras teorías, pudo
colaborar, 1.0 en la separación de Africa y Europa, abismo que se hace mayor a medida que
se retiran las aguas del Estrecho, y 2.0 más antiguamente, a elevar la tierra, dando
posibilidad a que la Atlántida fuese una realidad, a que hubiera existido el Lago Tritón y a
que el Istmo de Gibraltar se convirtiera posteriormente en Estrecho.
Sólo así encajaría el rompecabezas y Tartessos, mucho antes de lo que suponen los
historiadores clásicos, hubiera podido estar en algún lugar, del fondo marino de la Bahía de
Cádiz, en el Golfo del mismo nombre -¡más amplia posibilidad!- o en las proximidades de
Huelva.
Nosotros, sin embargo, seguimos pensando en que alguien debería realizar excavaciones
en el Coto Doñana, lugar estratégico-histórico, que, por razones no muy comprensibles, tal
vez por influencias de La Rábida, que no puede acceder al resurgimiento de lejanos y
extraños dioses, podían ocultar vestigios demasiado comprometedores.
¿Qué pretende proteger ICONA en Doñana? ¿El lugar de tránsito de las aves migratorias
y unos millares de patos que sirven de esparcimiento cinegético a los "importantes" de
Madrid?
Nosotros siempre hemos estado de parte de los ecologistas y nos parece muy altruista el
empeño de conservar el Parque Natural lejos de la codicia de los especuladores del suelo.
Pero no basta el extremo de aislar la zona hasta con alambradas, impedir el trazado de
carreteras por la costa en la región de Arenas Gordas y sabotear todo intento de unir Cádiz
con Huelva por la costa.
Queremos significar, especialmente para los que hayan leído la obra "Huelva: Prehistoria
y Antigüedad", que en el plano 6, al estudiar la orfebrería desenterrada en el S. de España,
se aprecia un número mayor e importante de hallazgos arqueológicos, precisamente cuando
más al sudoeste se excava. Huelva, Niebla, Río Tinto, Lebrija, Carmona, Cádiz, etc., son
focos de antigüedad, lo cual parece reflejarse en el Museo Arqueológico de Huelva que, de
reciente creación, ya muestra utensilios metálicos -no sabemos si bien o mal clasificados-
como para dejamos, sumamente perplejos.
Sabemos también que no hace muchos años, una expedición arqueológica submarina,
patrocinada por una universidad norteamericana, trató de realizar inmersiones en aguas del
Golfo de Cádiz. Parece ser que el jefe de dicha expedición, una arqueólogo francesa, sabía
lo que andaba buscando, ¡y hasta que encontró algo! Pero las autoridades de Marina
prohibieron la continuidad de las exploraciones, pretextando, desde Madrid, no sabemos qué
razones de orden técnico. (¿Se movió algún obispo o fueron los continuadores rabidenses
del Descubrimiento americano, que suponemos los que más saben de estas cosas y otras, los
que influyeron para que el suelo siga conservando sus secretos?)
De todas formas, ni la Dama de Elche nos parece arte ibérico, ni la orfebrería
"orientalizante" de Huelva pudo haber tenido su origen en Grecia, sino en alguna región
desaparecida y situada al Oeste de Portugal, ¡porque nos consta que Cristóbal Colón sabía
muy bien que la tierra no era plana y que, siguiendo la ruta del Sol, había un mundo muy
definido! y en Palos de la Frontera lo sabían también los rabidenses.

"Una vez administrada justicia, grababan sus


juicios, al despuntar el día, sobre una tablilla de
oro, que consagraban, junto con sus vestiduras,
para que sirviese de documento
conmemorativo..."
"Critias" (La Atlántida), de Platón.

CAPITULO X

GEOMETRIA PREHISTORICA
Quinientos años antes de Jesucristo, los cartagineses establecieron la anchura del
Estrecho de Gibraltar, según el coronel Braghine, ("L’Enigme de I’ Atlantide" Ed. Peyot,
1939) en alrededor de una milla, o sea en 1.609 metros.
Eutón lo calculó, tres siglos antes de J.C., en cuatro millas.
Tito Livio, en el siglo 1, le atribuye una anchura de siete millas. Y en nuestros días, los
navegantes que cruzan el estrecho saben muy bien que la anchura es de quince millas.
A este respecto, nuestro admirado Louis Charpentier, autor francés que, como nosotros
vive preocupado por la antigüedad, escribió en una obra sin desperdicio, titulada "Los
Gigantes y el Misterio de los orígenes" (plaza & Janés, 1971), algo que necesitamos
transcribir aquí para exponer nuestra propia tesis, complementaria a la suya.
"Sea como fuere -escribió Louis Charpentier-, el cataclismo debió ser espantoso..., y la
Ciencia moderna, que no cree en la Atlántida, pero sí en el cataclismo, ha tratado de
explicarlo."
El autor francés, y por eso lo aludimos, trató de resumir, por medio de la precesión de los
equinocios, que cada trece mil años, alternativamente, se produce un período frío en el
hemisferio norte y otro en el hemisferio sur.
"La Tierra -sigue diciendo-, en su movimiento de traslación alrededor del Sol, describe
una elipse, uno de cuyos focos es el Sol mismo. A consecuencia de la precesión de los
equinocios, la Tierra no vuelve cada año al punto exacto en que se encontraba el año
anterior.
"Se infiere de ello que, alternativamente, el Polo Norte y el Polo Sur se encuentran en el
punto más alejado del Sol en el solsticio de invierno, y de aquí el recrudecimiento del frío.
"Así, durante unos trece mil años, el polo Norte será mas frío que el polo Sur, y durante
los trece mil años siguientes, el polo Sur será el más frío."
La cosa parece bastante clara y explica el llamado Gran ciclo de veintiséis mil años, que
tiene una primavera, un verano, un otoño y un invierno -¡todos ellos de 6.250 años,
aproximadamente!-, y nos coloca en la incómoda situación de analizar que, hace 12.500
años, también aproximadamente, se produjo el cataclismo de la Atlántida, al que nos
estamos refiriendo.
¿Estamos entrando ya en el segundo período primaveral del Gran Año, y la climatología
está cambiando debido al ciclo inmutable, con lo que muchas de las profecías para el final
del Siglo XX se podrían convertir en algo tan apocalíptico como lo que ocasionó el
hundimiento de la Atlántida, hace 12.500 años?
Según Platón, "cuando los dioses purifican la Tierra, sumergiéndola bajo las aguas
mediante un diluvio, sólo los boyeros y pastores están al abrigo en sus montañas", con lo
cual, sobreviven los menos instruidos. "De modo que, constantemente, volvéis a la infancia,
e ignoráis lo que ocurrió antes, entre vosotros o en los demás países".
El Sacerdote de Sais, según Platón, al que se lo había explicado Solón, sabía todo esto
por haberlo aprendido en los escritos sagrados que se conservaban en su templo. Egipto,
pues, se había librado de las inundaciones, o, en su defecto -ya que no fue así-, lograron
conservar los documentos antiquísimos. Ello prueba que los primeros pobladores del Valle
del Nilo, ya fuese como funcionarios de Atlántida o colonos establecidos allí, en los
confines de "la Libia", hablan heredado de la civilización atlantídea los conocimientos
geométricos que les permitían levantar sus gigantescas construcciones megalíticas.
Pero con esto del saber o conocimiento ocurre como casi con todo, que una cosa es
aprenderlo directamente y otra muy distinta es aprenderlo de oídas, o por fragmentos,
tomando un retazo de aquí y otro de allá, hasta que, corriendo el tiempo, se obtiene la suma
total del Conocimiento perdido.
Si aceptamos que en una civilización anterior se logró en arquitectura lo que todavía no
hemos logrado nosotros, es debido a que hubieron seres especialmente predispuestos para
ello, con facultades físicas y " psíquicas suficientemente desarrolladas como para, ¡no
sabemos cómo!, levantar pirámides de casi ciento cincuenta metros de altura y desafiar así a
los más violentos terremotos y las más devastadoras inundaciones.
Pero aún hay más. Empezamos a damos cuenta, ya en los albores de un período
inquietante, de que aquellas pirámides tenían alguna relación con las corrientes
electromagnéticas que rodean nuestro planeta, y nos estamos refiriendo al famoso cinturón
Van Allen, recientemente descubierto, pero que todo hace suponer que los sabios de la
antigüedad conocían muy bien. Lo sabemos. Cientos de miles de personas están
comprobando en todo el mundo que el "poder mágico de las Pirámides" no es una
entelequia, sino que poseen poder psíquico, terapéutico, regeneran los metales, conservan
los alimentos, incrementan el vigor sexual y momifican la materia orgánica.
¿Es casual, por otra parte, que las pirámides estén orientadas todas, tanto en México
como en Egipto, en una perfecta línea Norte-Sur?
¿Es casual, también, que el invisible meridiano que pasa sobre la Gran Pirámide divida el
delta del Nilo, el Océano Pacífico y los continentes en dos partes iguales?
Fue Max Von Eyth, en "Matemáticas y naturaleza en la pirámide de Keops" (Berlín,
1908), quien dijo, casi setenta años antes que nosotros, que "La grandiosa obra es la
solución en piedra de la cuadratura del círculo".
Y se demuestra, dividiendo la longitud del perímetro de la base de la pirámide de Keops
por el doble de su altura, cuyo resultado es... 3,1416, o sea, "pi"!
Claro está que Max Von Eyth ha recurrido a malabarismos matemáticos, como buen
contable, para "cuadrar" sus cuentas, y ha redondeado las cifras a su manera, dando a la
Pirámide una altura de 148,208 metros y a los lados de la base una longitud de 232,805, de
donde resulta el número "pi".
André Pochan, a quien hemos estudiado a fondo, reduce la altura a 146,563, sobre el
zócalo y a 147,088, sobre la roca, mientras que el perímetro lo establece en 921,012, de lo
que resulta que "pi" tiene un valor de 3,1420.
Ahora bien, ¿tiene esto mucha importancia, si la Gran Pirámide fuese sólo eso, y no un
monumento hecho por ignorantes artesanos, canteros que desconocían a Euclides, a
Pitágoras y a Papus?
Creemos que, desde Napoleón Bonaparte, cuando dijo a sus tropas la barbaridad de siglos
que les contemplaban, hasta nuestros días, ha sido tanta la tierra echada sobre la obra de
Hermes-Toth, y tantas las visiones que se han pretendido contemplar allí, sin omitir a
quienes han pretendido ver la historia futura de los pueblos del mundo, medida en codos
sagrados o piramidales en toda su geometría, que lo más evidente se nos ha pasado por alto.
¡Y lo que nadie ha visto, o no han querido ver, por simple, es el gran conocimiento
geométrico que se necesita para poder construir semejante edificio!
Hay que remontarse a la escuela pitagórica de Crotona, habida cuenta de que entonces se
iniciaban los balbuceos de nuestras actuales ciencias exactas, tras diez milenios de
oscuridad y sombras, durante los cuales las pirámides estaban recibiendo efluvios cósmicos,
para comprender lo mucho que aprendieron los sabios de Alejandría de aquellas
construcciones, y cuya ciencia nos ha servido para levantar toda nuestra arquitectura.
Fig. 46. Según Paul Poesson, aquí nace el esquema de la cuadratura. Planteamiento
incorrecto y confuso, porque el pentágono no interviene para nada en la cuadratura.

Fig. 47. Esquema de proporcionalidad de los cuadrados. ¿Descubren el Teorema de


Pitágoras en los tres cuadrados sombreados? Aquí hay mucho que investigar.

En Egipto se alzan infinidad de pirámides, todas ellas en la margen occidental del Nilo.
Hay también construcciones que hacen palidecer de envidia a nuestros más preclaros
arquitectos, pues si grandioso es el monumento a los Caídos, próximo al Escorial, los
vestigios de los Templos de Luxor, Abu-Simbel o Karnak empequeñecen la obra de
Cuelgamuros.
Paul Poësson, a quien siempre habremos de agradecer que nos abriera los ojos en la
cuestión de la cuadratura geométrica del círculo, porque nosotros confundíamos la nata con
la harina, escribió en "El testamento de Noé" (op. cit.) algo que nos hizo soltar la carcajada.
Según él, todos los egiptólogos del mundo consideran más antigua la pirámide de Sakkara
que las de Gizeh. Sin embargo, el manual-guía del museo de El Cairo, que ha sido redactado
por personal técnico altamente cualificado, dice todo lo contrario.
En la Fig. 46, ¡y a propósito!, reproducimos casi fielmente, un trabajo de Paul Poësson,
donde, por medio del pentágono, se nos pretende hacer creer que está oculto el secreto de la
cuadratura del círculo. Y no pretendemos quitar mérito alguno a Poësson, pero nuestras
fórmulas, anterionnente expuestas, son más directas, aunque parezcan más complicadas.
Nosotros, como él, hemos pasado muchas noches en vela trazando líneas, midiendo
rectas, círculos, triángulos y cuadros. La Fig. 47 es una muestra, no de nuestros éxitos, sino
de nuestros fracasos. Pero no nos sentimos obligados a ocultarlo. Por el contrario, hecho el
planteamiento, preferimos publicarlo, junto con todo lo demás, por si alguien recoge el
guante y decide pasámoslo por la cara - ¡cosa que agradeceremos muchísimo, sin rencor!-
ya que no aspiramos ni mucho menos a haber alcanzado la perfección.

Fig. 48. El famoso "Cuadro Mágico" de 25 casillas revela aquí uno de los máximos
secretos del hermetismo geométrico, apto para Iniciados. Y, por supuesto, encierra
el secreto de Hermes-Toth (Tautos, en fenicio) y el origen de la Cruz Griega. Sólo
el círculo y la doble Estrella de David permite la división del cuadrado en 25
partes.

FIG. 1 (49).

R O T A S
O P E R A
T E N E T
A R E P O
S A T O R
Pero, sin abandonar definitivamente a Paul Poësson, a Louis Charpentier, a Jean-Michel
Angebert, ni a Gérard de Sède, con todos los que nos sentimos deudores, por la luz que nos
han facilitado, queremos ahora presentar aquí un trabajo de Geometría Hermética que, en
cierto modo, podríamos relacionar con la Cuadratura o Geometría Templaria, que, a su vez,
se relaciona con la geometría egipcia o piramidal.
Fíjense en la Fig. 48, que es un cuadrado, supuestamente mágico, de 25 casillas,
construido con las mismas líneas herméticas (punteadas) que nos llevan a la cuadratura
geométrica del círculo. Creemos que fue en las ruinas de Pompeya donde se encontró un
cuadrado semejante. Pero observen que nosotros le hemos colocado dos círculos, el
auténtico y el que pasa por los ocho puntos de la cruz ENE-Ene.
Ahora bien, este cuadro, según Jean-Michel Angebert, en "Las ciudades mágicas" (Plaza
& Janés, 1976) se empleaba en el ritual mágico de fundación de una ciudad, ya que su
traducción significa: "El obrero con su arado dirige los trabajos" y también "simboliza el
poder oculto, el sentido del secreto".
Y según Paul Poësson: "¿Quién no conoce el célebre cuadrado mágico compuesto por 25
casillas en las que se hallan situadas ocho letras de nuestro alfabeto?" A-E-O, o sea, tres
vocales que evocan la figura geométrica básica, es decir, el triángulo equilátero. Y después,
como para darnos la razón, cinco consonantes N-P-R-S- T, representando la idea del cinco,
es decir el pentágono, clave de la cuadratura. ¡Es posible!
No, no es posible, afirmamos nosotros. El pentágono ni puede ni interviene en la
Cuadratura Geométrica, por muchos malabarismos que se hagan, aunque sí puede intervenir
el Heptágono para la cuadratura del perímetro de un cuadrado y un círculo.
Y Gérard de Sede, en "Los templarios están entre nosotros", también recurre a
prestidigitaciones esotéricas para definir el famoso cuadrado. Pero como esta obra la
tenemos en francés -¡Y además prestada!-, no podemos hacer el debido comentario, como
merece la inexpresividad del texto.
Sin embargo, hay otro autor y otro dato. Erich von Däniken, en "El Mensaje de los
Dioses" (Ed. Martínez Roca, 1976, pág. 159), reproduce un fragmento de cerámica que,
según él, corresponde al Museo Crespi, de Cuenca (Ecuador), donde podemos apreciar un
cuadrado de 25 casillas, en torno al cual hay diversos dibujos indios... ¡Y cada casilla
contiene distintos signos de lo que parece una escritura jeroglífica y cuneiforme!
Esta escritura está relacionada con otros caracteres hallados en la región y que se semejan
a los que Juan Moriez afirma haber encontrado en el interior de unas antiquísimas galerías
de la región ecuatoriana, y de lo que ya nos habló el polémico autor suizo en "El oro de los
dioses".
Sea como sea, suponemos que los ceramistas indios que dibujaron el cuadro debieron
copiarlo, como algo mágico, por los signos, y ahí quedó.
Nosotros, en la doble combinación de TAATOO, creemos ver el nombre fenicio de
Hermes-Toth (Taautos o Taatoo), que fue el primer geómetra de la historia, aunque,
evidentemente, la latinización ha causado destrozos en la etimología del nombre, ya que no
en la geometría del símbolo. Y vemos algo mucho más importante, ya que este cuadro fue,
precisamente, el que despertó en nosotros la pasión, casi patológica, por lo que hemos dado
en llamar la Geometría Hermética.
No importa mucho su auténtico significado, cierto. Pero en nuestra mente obró su magia
poderosa y la muestra es el libro que ahora tienen ustedes en sus manos, plagado
posiblemente de errores, pero también conteniendo algo que, estamos segurísimos, no se ha
incubado sólo en nosotros, ¡sino que nos ha llegado de otro tiempo, de otro lugar, con un
mensaje misterioso y esotérico!
Vimos veinticinco casillas exactamente iguales y pensamos: ¿Cómo podían trazar en la
antigüedad este tipo de cuadros sin ayuda de los números? Si nosotros dividimos una recta
en cinco fragmentos, podemos dividir un cuadro en veinticinco partes. Es obvio. A nadie se
le ocurrirá en nuestros días, después de haber pasado por el tamiz selectivo de nuestras
escuelas, recurrir a cuatro triángulos y buscar los puntos de concidencia de un círculo para
dividir un cuadrado en 25 partes. No.
Y pensamos, además, ¿cómo hacían antiguamente los cuadrados, para que fueran
perfectos? ¿Cómo se construyó la primera escuadra? ¿Qué fue primero, el compás o la
regla?
Las preguntas se sucedieron una tras otra, se acumularon, se desbordaron, se convirtieron
en montaña, y hubimos de recurrir a expertos, o, en su defecto, a individuos con título
universitario, que debían poseer nociones más profundas sobre la cuestión. Nada. Nadie
había perdido el tiempo en hurgar en la geometría olvidada. No servía para nada. Ya no es
útil. Hay otras fórmulas más evolucionadas, más precisas, más matemáticas.
Esto nos inquietó. ¿Cómo era posible que se hubiera perdido un conocimiento que, sin
lugar a dudas, vertió sobre Europa una era de máximo esplendor, creó el arte gótico, aunque
antes había servido para el románico, el mudéjar y, más lejos aún, para construir Karnak,
Luxor, la Gran Pirámide, la cultura minoica y, sin duda, la Atlántida,. Teotihuacan y la
legendaria Madre Patria de Mu?
Aquel no fue, sin duda, un momento estelar para nosotros. De no haber pretendido
penetrar en el secreto del cuadro mágico, habríamos ganado tiempo y dinero, tranquilidad y
reposo, otra cultura, otros conocimientos y, posiblemente, habríamos tenido más
esparcimiento y diversión. Pero la magia del cuadro nos embrujó y ya hace casi dos años
que arrastramos la penitencia, de la que pensamos libramos al concluir esta obra, D.m.
Porque no fue sólo un cuadro, sino cientos de ellos, triángulos, círculos, planteamientos
esotéricos, líneas visibles e invisibles, conceptos perdidos, olvidados o archivados en los
más recónditos recodos del subconsciente, que posiblemente nos han sido transmitidos por
los genes desde Dios sabe qué número de generaciones, porque no admitimos que en
nosotros haya reencarnado algún geómetra de la antigüedad, ¿o sí?, los que nos han estado
obsesionando continuamente dirigiendo nuestro lápiz y nuestro "Rotring", sobre una regla
de acero, hasta dejar esbozado todo el planteamiento de una geometría que, según nuestro
bien intencionado amigo, no sirve absolutamente para nada.
¿Nos comprenden?
El SATOR-AREPO-TENET-OPERA-ROTAS lo hemos visto hasta en sueños.
Nos parecieron veinticinco pequeños monstruos sardónicos que se burlaban de nosotros
con risas estrepitosas, sacándonos sus lenguas bífidas y verdosas y bailoteando sus ocelos
saltones y provistos de miríadas de puntitos luminosos. Veinticinco cuadritos que se
convertían en altísimos Himalayas, inalcanzables, con una letra "ene" realizando una
zarabanda giroscópica, en la que tanto parecía una svástica, como una letra zeta o un
pequeño cuadrado central rotatorio, sugerente, único y fatal. ¡El punto central ENE, símbolo
hermético de la cruz, del cuadro y el círculo! ¡Dios mío! ¿Qué era todo aquello?
Siglos de historia no escrita en libro alguno desfilaron por nuestra mente. Creímos ver el
hundimiento, en el centro del Pacífico, de una tierra donde se adoraba al Sol en templos que
carecían de techo.
¡lncluso llegamos a presentir el hundimiento catastrófico de nuestra propia cultura y
civilización, a la vez que parecía develarse el secreto esotérico que encierra el cuadro
mágico!
Alucinante, obsesivo, perturbador, dramático... Asociamos el pasado y el futuro, saltando
sobre un presente irreal, como un soplo o un segundo espacial que se esfuma y diluye a cada
instante que transcurre.
¿Cuál era el secreto misterioso que alguien, hace muchos siglos, trató de encerrar en un
cuadro de 25 casillas que tiene dimensión propia en el tiempo y, posiblemente, en la
inmensidad del espacio?
¿Acaso es el mensaje, el "ex Libris" de un Mago llegado del cosmos y que quiso poner a
prueba nuestra capacidad intelectual, retándonos a buscar en ello algo que sólo tuvo
significado para él? No, esto era inadmisible. ¿El secreto geométrico de la cuadratura del
círculo? Tal vez.
Primero se nos ocurrió que el susodicho cuadro podría ser algo así como una cuadrícula
mnemotécnica, relacionada con los Pontífices, o constructores de puentes prerrománicos,
quienes la utilizaban como tabla o guía en sus planos, los cuales, podían llegar a ser
enrevesados y complicados al coincidir en ellos las infinitas líneas que sirven en Geometría
Hermética para obtener un resultado armónico en sus construcciones. Todavía lo creemos,
pero no estamos seguros.
Nuestros arquitectos actuales simplifican muchísimo el trabajo de sus planos utilizando
papel pautado o cuadriculado. Las siglas que emplean los geómetras para delimitar los
segmentos, bien podían ser las letras mágicas ROTAS-OPERA-TENET. Todo ello ha
evolucionado muchísimo, debido al uso y a las práctica. No obstante; la explicación no
acababa de satisfacemos. ¿Había algo más? ¿Hay algo más?
Fue por esta causa que tratamos de comunicar nuestros trabajos a otras personas, en la
creencia de que el equipo, o el "cuatro ojos ven más que dos", podía servimos para aclarar
conceptos.
Y esta fue la causa de que escribiéramos a nuestro buen amigo José T. Ramírez y
Barberó, de Zamora, a quien dimos la lata con nuestras cuitas, explicándole al mismo
tiempo que estábamos escribiendo "El Libro de la Sabiduría", donde hablábamos de algunas
de estas cuestiones, todavía embrionarias. Por cierto, el editor Juan Fernández Mateu,
habida cuenta de que nuestra producción literaria había sido abundante, nos exigió utilizar
un seudónimo para "El Libro de la Sabiduría", y utilizamos el de Gran Maestre Pierre, lo
que nos sirvió, asimismo, para publicar algunos trabajos en la Revista KARMA- 7,
hablando de Geometría Hermética.
No pueden existir equívocos, como tampoco esperamos que surjan a causa de otro libro,
"La Verdad sobre los Templarios", también nuestro, y que publicamos con el seudónimo de
Walt G. Dovan, por la misma razón antes señalada. Parece ser que no es conveniente, ni
comercial, escribir ocho libros en un año, ya que puede molestar a los que no son capaces de
escribir sólo uno.
De todas formas, en éste llevamos ya muchos meses trabajando y bien que lo sentimos,
especialmente a la hora de buscar dinero para hacer hervir el puchero y comprar galletitas
para los niños. Pero esa es otra cuestión.
A consecuencia de la carta que dirigimos a José T. Ramírez y Barberó, éste se apresuró a
contestamos en forma tan elogiosa y espontánea, dándonos su versión del famoso cuadro
mágico, la cual, aunque en desacuerdo con nuestra teoría, es una opinión tan respetable y
digna como cualquier otra. Por ello, haciendo uso del "post scriptum" que nos añadió en su
carta, que dice: "Si no se publica en KARMA, puedes usarlo como tuyo (la idea), pues ya
sabes que yo en esto, como en los 'ovnis', no tengo miras crematísticas, al revés, es un
verdadero 'hobby' ", queremos incluir su trabajo en esta obra, como complemento, por
aquello de que la verdad puede estar en cualquier parte, dando así a "Dios lo que es de Dios,
y al César lo que es del César. (¿Te parece bien, amigo Ramírez? Gracias. No hay de qué. A
ti.).
Utilizando la Geometría Hermética hemos reproducido los tres cuadros del trabajo de
José T. Ramírez y Barberó, hemos borrado las líneas cuadráticas, y su texto, junto con
algunos párrafos interesantes de su carta, pasamos a incluirlos en el capítulo siguiente.
Juzguen ustedes mismos...

"ROTAS, pero también: TAROS, el


indescifrable juego iniciático."

Louis Charpentier, en "El


misterio de Compostela".

CAPITULO XI

EL CUADRO MAGICO

"Zamora, 11-1-77. Sr. D. Pedro Guirao. -Querido amigo: Haciendo un pequeño


paréntesis en el mucho trabajo que sobre mí pesa, contesto a tu 'sabrosísima' carta de 4 de
éste.
"Ante todo, mi más cordial enhorabuena por esa producción literaria tan fecunda que
apuntas...
"De los Templarios, como supondrás, sé casi tanto como tú mismo. ¡Esto es un
eufemismo, claro! (Te podría hablar desde Antonio Pérez de Soto, 'Resumen histórico de la
fundación. Instituto y progreso de la Orden y extinción de la misma', editado en Madrid en
1757, hasta el 'Enigma de los Templarios', de Peralta-Vignati) y considero que son uno de
los enigmas apasionantes que merecen un estudio rigurosamente histórico y, por ende,
desapasionado.
"Geométricamente hablando, la cuadratura (del círculo) es imposible; esto es, a partir de
cálculos empíricos, auxiliados únicamente por procedimientos puramente geométricos, regla
sin graduar y compás. No obstante, se pueden lograr aproximaciones tan afinadas como
desees (Para 'pi', que debería escribirse 'py', se han llegado a encontrar más de mil
decimales). De todas formas, bien sabe Dios que no seré yo quien eche por tierra tus teorías,
por lo demás muy ingeniosas y no desprovistas de cierto grado de sensatez. De todas
formas, si te interesas por estos apasionantes temas, para un futuro libro, puedes meterte con
otros problemas, aparentemente resueltos por la Gran Tradición, como son la Duplicación
del Cubo (es decir, cuál debe ser el lado de un cubo de volumen doble que un cubo
determinado, en este caso el altar de Zeus de Delos) y la Trisección del ángulo (es decir,
construir un ángulo igual al tercio de otro ángulo dado). En el primero de los dos problemas,
te encuentras ante la imposibilidad geométrica de construir (obtener) la raíz cúbica de 2, y
en el segundo, el coseno de 40 grados. Igual que el 'pi' de la cuadratura, claro."
Aquí nos vemos obligados a efectuar un inciso en la carta de nuestro amigo, que como se
ve está estrechamente relacionada con el tema que nos ocupa y no ha sido elegida al azar,
entre nuestra numerosa correspondencia, para aclarar al que nos siga y se halle turbado o
confuso, que Ramírez, aún sin darse cuenta, está mezclando la aritmética con la geometría,
cosa que nosotros no pretendemos hacer, ni mucho menos, pase lo que pase y salga el Sol
por Antequera o por donde quiera. Y aunque, en ciertos momentos, más por curiosidad que
por otra causa, hayamos recurrido también a los números, la Geometría Hermética
prescinde rotundamente de ellos y no los necesita para demostrar sus verdades.
Los números empleados, por ejemplo, en las mediciones de la Gran Pirámide de Hermes-
Toth, son cosa de los piramidólogos actuales, y no de sus constructores. Para hablar de
Matemáticas no habríamos escrito este libro, porque, con toda honestidad, ni es nuestro
fuerte ni obtuvimos jamas notas sobresalientes en nuestros estudios aritméticos.
Y, si mucho nos apuran, hasta podríamos decir que si la cuadratura aritmética del círculo
es irresoluble, más lo atribuimos a la imperfección de los números, ciencia ligeramente
inexacta y complicada, que a la geometría, ciencia exacta y perfecta, como lo demuestra la
maravillosa armonía cósmica.
Y aclarado esto, o al menos, intentado, proseguimos con la carta de nuestro amigo
Ramírez, quien sigue:
"Como verás, hay tema para todo, y es una pena que estemos tan separados porque
podríamos hablar de todas estas cosas, o incluso escribir un libro juntos. (Esto es
precisamente, amigo mío, lo que estamos haciendo ahora. De lo crematístico, ya
hablaremos.)
"La verdad es que a mí siempre me ha gustado escribir. Pero nunca he tenido tiempo. Si
vieses cómo ando yo también, darías un valor muy grande a mis cartas.
(Suprimimos un párrafo, que trata de otro asunto y seguimos).
"Por mi parte, me permito la libertad de enviarte un minúsculo trabajo que, a lo mejor,
publico en KARMA-7, y que pergueñé ayer, después de recibir tu carta, con lo del famoso
SATOR-AREPO. No sé si será correcto, pero cabalísticamente es irreprochable, y hasta
ahora, que yo sepa, nadie ha enfocado el tema de esta manera. Como te digo, por lo menos
es original y no está "trucado". Ya me darás tu autorizadísima opinión de Gran Maestre.
"Hasta la próxima, recibe un abrazo de tu amigo

José T. Ramírez y Barberó (rubricado)

"P.S.: Si no se publica en KARMA, puedes usarlo como tuyo (la idea), pues ya sabes que
yo en esto, como en los 'ovnis' -¡olvidábamos decir que el capitán Ramírez es un notable y
conocido ufólogo, cuyos trabajos publicados especialmente en 'STENDEK' nos llevaron a
confundirlo con un teniente de la Guardia Civil, error nuestro, por las prisas, y que nos valió
el honor de conocerle y mantener una interesante correspondencia-, no tengo miras
crematísticas, al revés, es un verdadero 'hobby'. "

Hasta aquí, la carta de nuestro amigo, a la que respondimos en su día adecuadamente. Sin
embargo, en todos estos meses, desde enero a agosto, no hemos visto aparecer su trabajo en
la revista KARMA, a la que estamos suscritos, aunque" como dijimos, han aparecido
algunas cosas nuestras de Geometría Hermética. Por ello, al llegar a la cuestión del
cuadrado mágico, recordamos el trabajo de nuestro amigo Ramírez. Lo hemos desarchivado,
desempolvado, releído y... ¡lo creemos digno de figurar en esta obra, abundando con su
teoría todo lo que nosotros ya hemos expuesto, que no es moco de pavo!
Y ahí va, para que no quede inédito, sea real o no, lo que alquien ha pensado, madurado y
escrito, ya que esto nos duele tanto como malograr una vida inútilmente, por lo que pudiera
dar de sí en determinadas circunstancias.
Honor, con honor se paga, creemos que dijo alguien. Y si no se dijo, lo decimos nosotros
y en paz.

Interpretación kabalística del cuadro


hennético SATOR-AREPO
Por JOSE- T. RAMIREZ Y BARBERO

Mucho se ha escrito sobre el cuadrado hermético SATOR-AREP. Su origen es


verdaderamente incierto, pese a encontrarse en no pocos edificios españoles, la mayoría de
ellos de carácter religioso. Según profesor italiano Panzza, esta vieja e indescifrable fórmula
tendría un sentido similar al que en la Escritura se desprende de la parábola del viento y del
movimiento de la rueda que gira eternamente adelante y atrás. Como el viento y la rueda,
esta inscripción (Ver figura 1) (49 sería la representación gráfica de la Eternidad y del
Infinito, es decir, de Dios.
Hace ahora 37 años, este cuadro hennético, verdadero cuadro mágico, literal de quinto
orden, fue encontrado grabado en un fragmento I columna en las ruinas de Pompeya, lo que
prueba inequívocamente que ya era conocido en el año 79 después de Cristo.
Según algunos, se trata de un signo secreto de los cristianos de aquel tiempo, pues el
mensaje central TENET, que puede leerse en todos los sentidos, forma una cruz.
Según otros, constituye un intento, más o menos válido, de encontrar una solución
geométrica a la cuadratura del círculo, realizado por Orden del Temple de los siglos XII y
XIII, por el significado altamen iniciático que implica el cuadrado mágico o tablero de
ajedrez templario de 25 casillas, origen sin duda, del alfabeto griego.
Para el gran hermetista español contemporáneo, y particular amigo, Gran Maestre Pierre,
ROTAS-OPERA-TENET no es sino una clave mnemotécnica que utilizaron los Maestros
constructores de catedrales de Edad Media, para no perderse en la simetría agobiante de los
planos de la construcción.
Bien es verdad que ésta no es la única inscripción misteriosa que nos ha legado la Gran
Tradición. En Pravia (Asturias) se halla una iglesia llamada de San Salvador, en la que fue
enterrado, en 783, el príncipe asturiano Silo, supuesto hermano de Aurelio. Pues bien, en la
piedra sepulcral de la tumba, se halla, en forma de cuadrilátero, esta inscrición: "SILO
PRINCEPS FECIT" (El príncipe Silo-me-construyó) que puede leerse a partir de la S
central de 45.760 modos diferentes.
No menos famoso, y conocido de todos, es el triángulo esotérico formado por la palabra
ABRACADABRA, en el que partiendo de una A, para terminar en otra A, puede leerse la
misteriosa fórmula tuitiva (que guarda y defiende) de 1.024 formas diferentes.
Pero volvamos, después de hechas estas disquisiciones, al cuadro SATOR-AREPO que
nos ocupa: Exotéricamente considerado, presenta las siguientes características notables:
(Nos vemos obligados a mediar, al llegar a este punto, porque el uso que José- T.
Ramírez y Barberó hace del adjetivo "exotérico" podría llevar a confusión a muchos
lectores, y no es así. La filología nos dice que exotérico es el término apuesto a esotérico. Y
el diccionario nos aclara que en la escuela de Pifágoras se llamaban esotéricos, a los
discípulos plenamente iniciados en la doctrina del filósofo y exotéricos a los principiantes.
Platón y Aristóteles utilizaron sendos términos a las doctrinas, en lo referente a
procedimientos expositivos. Son, pues, esotéricos los argumentos más oscuros y los
exotéricos los más sencillos y claros y, por extensión, los más accesibles para el público.
¿Queda la cosa clara? Nuestro amigo Ramírez, por si las dudas, sabe perfectamente por
donde se anda.)
Y sigue:
1. La vertical principal es igual a la horizontal principal, y ambas capicúas, alternando
consonantes y vocales.
2. La diagonal principal contiene sólo consonantes simétricas. Sus paralelas van
alternando vocales únicas y consonantes únicas, todas ellas simétricas.
3. Con la diagonal secundaria y sus paralelas ocurre lo mismo.
4. Solamente hay tres vocales diferentes (A-E-O) y cinco consonantes igualmente
diferentes (N-R-P-S-T).
Para el estudio hermético o esotérico del cuadro, independientemente de lo que a primera
vista sugieren ya esas tres vocales (triángulo equilátero místico) y esas cinco consonantes
(pentágono regular místico), nos serviremos de la Kábala y, concretamente, de su primera
llave, la GEMATRIA, también llamada Kábala matemática, geométrica o aritmética.
(Empleando las otras llaves o claves kabalísticas, NOTARIKON o TEMURA, se
obtendrán, sin ningún género de dudas, explicaciones asombrosas, pero, en atención a la
brevedad de este trabajo, dejamos al lector que investigue por su cuenta y se atenga a los
resultados).
Para ello, sustituimos las letras del cuadro en cuestión por sus valores numéricos dados
por la Kábala a las letras del alfabeto sagrado hebreo, de acuerdo con la siguiente
equivalencia:
R = 200
O = 70
B = 9 y 400
A=1
S = 60 y 300
P = 80
E = 5 y 70
N = 50

Y de esta forma operativa, obtenemos los cuadros numéricos A y B (Ver Fig. 1) (49).
Veamos primero el cuadrado kabalístico A: Sumando horizontal y verticalmente sus
valores, y operando según las leyes de la GEMATRIA, obtenemos las series siguientes:

340 ... 3 + 4 + 0 = 7
356... 3 + 5 + 6 = 14. 1 + 4 = 5.
78... 7 + 8 = 15. 1 + 5 = 6.

De las que se obtienen los números 5, 6 y 7.


En el Cuadrado A, el número clave es el 6, que corresponde a la vertical y horizontal
principal, TENET.
Veamos a continuación el cuadrado kabalístico B: Operando de idéntica forma que en el
caso anterior, obtenemos las series siguientes:

971... 9 + 7 + 1 = 17 . 1 + 7 = 8.
421... 4 + 2 + 1 = 7.
990 ... 9 + 9 + 0 = 18. 1 + 8 = 9.

De las que se obtienen los números 7, 8 y 9.


En el cuadrado B, el número clave es el 9, que corresponde a la vertical y horizontal
principal TENET.
PRIMERA CONSECUENCIA: De las series de los cuadrados A (5,6 y 7) y B (7,8 y 9)
únicamente se repite el siete (7), número hermético y kabalístico por excelencia y, además,
este número constituye la solución de continuidad de las dos series. Los dos cuadrados
numéricos, por lo tanto, están unidos por el número siete, son una misma esencia mística
por la SAETA, por el manar, por la difusión luminosa e incandescente. Representan en esta
unión el Principio de la Causa Final, la Luz Astral, la espada reluciente del Querubín, el
Septenario Sagrado, signo de la Realeza, del Triunfo y del Sacerdocio.
Señala la tendencia, el esfuerzo dirigido a un fin determinado, la Refracción Lumínica o
Indicación Suprema.
Los cuadrados hermanados por el siete representan kabalísticamente el poder mágico de
toda su fuerza, los siete días de la Creación, los siete sonidos musicales, los siete colores del
Arco Iris, etc., despertando, por otra parte, en el hombre la aptitud para el ejercicio de las
siete virtudes.
Jeroglíficamente, simbolizan el ojo humano, constituyendo, por tanto, el signo de la Luz,
representado por el más profundo e incomprensible Misterio.
Pero sigamos investigando. El cuadrado A, cuyo número clave es el 6, está definido por
la serie 5,6 y 7.
O sea 5 + 6 + 7 = 18. 1 + 8 = 9.
Obtenemos, pues, para el cuadrado A, la clave 6 y el número 9.
El cuadrado B, cuya clave es 9, está definido por la serie 7,8 y 9.
O sea 7 + 8 + 9 = 2.4. 2 + 4 = 6.
Obtenemos, pues, para el cuadrado B, la clave 9 y el número 6.
SEGUNDA CONSECUENCIA: Los cuadrados A y B tienen por clave y número
idénticos valores, pero cambiados.
Ahora bien, ¿qué relación existe entre estos dos valores encontrados, 6 y 9, que se repiten
insistentemente?
No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta que ambos cuadrados místicos, definidos
por los números en cuestión (¡y que el 6 y el 9 son idénticos también, pero invertido el uno,
con respecto al otro, como gemelos, uno cabeza abajo y otro cabeza arriba!), están
relacionados únicamente por el NUMERO TRES, máximo común divisor de ambos.
Y entramos aquí en el verdadero meollo de la cuestión, en el verdadero significado
kabalistico del cuadro SATOR-AREPO, definido únicamente, como acabamos de ver, por
el número TRES, que nos legó la Gran Tradición Hermética como precioso mensaje. Evoca
la tercera letra "ghimel" del alfabeto sagrado kabalístico. Significa plenitud, esplendor y
organismo en función. Encarna la función dinámica de la vida. Es el fruto inmediato de la
unión del "aleph" y el "beth", representando a la unidad y a la multiplicidad. Alude a la
forma, ya que ningún cuerpo existe sin tres dimensiones.
Tiene su correspondiente en el planeta Júpiter, la nota musical si, el color púrpura y el
azul eléctrico, el elemento alquímico fusión de los ingredientes y rige el poder de ideación
de la mente humana.
Es el Verbo, la Palabra, el Temario, la fecundidad, la generación en tres mundos
diferentes. En la cosmogonía del Tarot, tiene su equivalente en el tercer Arcano: La
Emperatriz.
El místico TRES, mensaje kabalístico de SATOR-AREPO, es fundamento de la
constitución del Universo: el Temario goza de prestigio Universal, la Tríada y la Trinidad
rigen el Mundo.
Según el esoterista Eliphas Leví, es el Fin y la Expresión del Amor porque es el lazo
misterioso que une lo activo con lo pasivo, el hombre con la mujer, el falo y la vulva, el
matrimonio alquímico, el Macromundo y el Micromundo.
Es el fruto del Padre y la Madre, pero sin ser ninguno de ellos. Contiene el Pasado, el
Presente y el Futuro, y es Criterio, Conocimiento e Inteligencia.
Es comprensión, manifestación, modelación, expresión y capacidad emotiva, despertando
en el hombre aptitud para identificarse con lo Oculto y lo Manifestado.
En predicción, promete ideación, producción, abundancia de bienes materiales y
espirituales.
Su interpretación jeroglífica es la siguiente: La garganta y todo lo hueco. Denota toda
clase de orificios, aberturas, canales y todo linaje de cosas cóncavas y profundas.
Expresa la envoltura orgánica y sirve para determinar toda idea derivada del organismo
corporal y sus acciones.
Por fin, para la Kábala, es una de las siete letras dobles y alude al tercer "sefirá": Biná
(La Inteligencia)."

J.T. Ramírez y Barberó Zamora, enero, 1977.

¿Qué podemos añadir nosotros a este raudal de conocimiento cabalístico, aparte de que
muchos de estos aspectos del cuadrado mágico los desconocíamos?
Sin embargo, no es con la Cábala como queríamos exponer nuestra tesis que, como
vimos en la carta que inicia este capítulo, J. T. Ramírez no está de acuerdo con nuestra
teoría, lo que no es óbice para que se respeten todas las opiniones.
Nosotros hemos argumentado nuestro trabajo con conocimiento arqueológicos y
geométricos. Los dibujos que apoyamos al texto son expresivos y repetibles, no es humo, ni
alquimia, sino algo que se puede reproducir, ampliar, discutir, refutar o rechazar... ¡Pero que
nadie puede negar!
A lo sumo, esperamos que nos digan lo que nuestro amigo: ¡que no sirve para nada! O, lo
que es peor, que de puro sabido, se ha olvidado. Pero también nos gustaría que así fuese,
porque ello demostraría que hemos rescatado del olvido algo que ni siquiera nosotros
sabíamos.
Y conocer lo que pudo haber sido, ¿no es fascinante?

..¿Por qué estos ídolos son tan


parecidos a los de los sarcófagos de
los faraones? ",

Simone Waisbard.
"Tiahuanaco".

CAPITULO XII

AMERICA INCOGNITA

Nos conmueve profundamente el denodado esfuerzo de los responsables en arqueología


por mantener a un nivel científico bastante prioritario las grandezas impresionantes de la
cultura preincaica. Tiahuanaco, por ejemplo, empieza a ser considerado ya como la
legendaria Baalbeck sudamericana, pero ha costado Dios y ayuda que esto sea así, porque,
hasta hace muy poco, todo cuanto de antiguo existía en el mal llamado Nuevo Mundo, no
eran más que "piedras".
Sin embargo, el Lago Titicaca, el más alto del mundo, encierra un inquietante misterio,
tanto en su seno como en la meseta que lo circunda, que es tanto más una especie de reto
para las ciencias arqueológicas, como un enigma, creemos, de mayores proporciones que el
Egipto antiguo, ya que éste, gracias a la proximidad con Europa, ha podido ser investigado
más exhaustivamente que aquél.
Afortunadamente, gracias a los modernos medios de comunicación, América está ahora
más cerca de lo que estaba El Cairo de París en el siglo pasado y son legión los
investigadores, tanto nativos como foráneos, que deambulan por los altos riscos andinos,
extrayendo, lenta pero incansablemente, las reliquias del pasado y descubriendo una historia
que los primeros conquistadores españoles no llegaron a comprender muy bien, cegados
como estaban, unos por la fe en Cristo y en la evangelización, y otros por el fascinante brillo
del oro.
La historia de los descubrimientos andinos también se repite, como en Egipto, y surgen
por todas partes discrepancias, versiones "sui generis", interpretaciones más o menos
tendenciosas, politizadas o arbitrarias, que no ofrecen un panorama diáfano hacia la cumbre
donde pudiera estar la verdad. Muchas cosas se tratan de ocultar y otras sirven a doctrinas y
teorías más o menos personalistas.
A pesar de todo, y dejando a un lado la polémica de los eruditos y filólogos, que tratan de
hallar el significado de los nombres, recurriendo a raíces arcaicas y rebuscadísimas,
queremos fijamos en las piedras de Tiahuanaco y, muy especialmente, en su enigmática
geometría.
Los "Titanes geométricos", como los llama Simone Waisbard, la autora de "Tiahuanaco"
(Ed. R. Laffont, París, 1975), son "enormes, abandonados, dominadores y obsesionantés".
"La historia de estos titanes angulosos -sigue diciendo la autora que comentamos-,
austeros y ascéticos, se ha extraviado en el camino de los siglos. Su arte refinado, ignorado
por sus lejanos parientes desheredados de la isla de Pascua, es testimonio de una
civilización superior, llegada de forma misteriosa y desaparecida igualmente. ¿Cuántos
cientos o miles de años transcurrieron antes de que Tiahuanaco alcanzara un grado tal de
cultura, un arte lítico tan evolucionado?".
"Cientos de millones de años! ", afirma el Dr: Javier Cabrera Darquea, de Ica (perú), y
aporta como prueba su colección de piedras grabadas o gliptolitos -de los que ya nos
ocupamos J. J. Benítez, nuestro formidable ufólogo nacional, y nosotros en sendas obras de
título casi idéntico-, a la que, dicho sea de paso, no se le ha dado la importancia que
realmente tiene y tal vez sea debido a que, en nuestro desconcertante mundo, lo que se sale
de los cauces normales y oficiales, se considera como fantástico.
En realidad, los gliptolitos del Dr. Cabrera Darquea sufrieron persecución de silencio
porque, sencillos guijarros cincelados no podían expresar lo que expresa, pongamos por
caso, la Puerta del Sol, en Kalasasaya.
En teoría, las piedras grabadas de Ica son la escritura ideográfica de unos hombres,
supuestos supervivientes de una fabulosa civilización, como los pastores o boyeros de que
nos habló Platón, que recordaron algo, o lo habían oído decir, y recurrieron a la magia de
grabarlo en las piedras, para que se conservase el recuerdo o, como invocación, para que
volvieran aquellos tiempos idos.
(Aconsejamos la lectura de "Existió otra humaanidad",. de J.J. Benítez (Plaza & Janés,
1975), así como la obra del propio Javier Caberra Darquea, "Las piedras grabadas de Ica"
(Intisol Editores, de Lima), porque, pese a la "conjura oficial", son temas que deben ser
estudiados y conocidos muy a fondo. Y, una vez desbrozados de ciertas puerilidades
chocantes, aceptar la verdad de su enseñanza, ¡que no es poca!)
Nosotros, desde que estudiamos al inefable James Churchward, tenemos la absoluta
seguridad de que hubo un territorio situado en parte de Asia y del Pacífico, cuyo núcleo
central desapareció bajo las aguas muchos miles de años atrás, de donde debió partir una
cultura que inundó Centroamérica, pasó luego al Sur, influyó, posiblemente, en el también
desaparecido continente Atlántico, con ramificaciones, tal vez desde Atlas o desde el
Himalaya o el desierto de Gobi, hacia Egipto, y de todo lo cual, o bien de parte de todo ello,
hablan las piedras de Ica, así como hablan los "moais" de la Isla de Pascua y las
construcciones mayas e incas, culturas ambas que se estudian por separado, pero que
debieron tener el vínculo común, salvando años o tal vez siglos, de pertenecer al mismo
origen.
No es aventurado suponer todo esto, habida cuenta de que nuestro mundo, que antes nos
parecía tan inmenso, es poco más que un pañuelo y sus comunicaciones, en la antigüedad,
pudieron ser más perfectas de lo que son ahora, aunque haya mucha gente que se resiste a
creerlo.
Pero volvamos con la geometría de Tiahuanaco, que es a lo que ibamos, no sin antes citar
al cronista Cieza de León, que intervino en la conquista española del Imperio Inca, quien, al
estudiar los Anales de Tahuantinsuyo, obtuvo de su guía aymará esta singular explicación:
"Tiahuanaco fue edificado antes del diluvio, en una sola noche, por gigantes desconocidos."
¿Y por qué no? La figura de gigantes o titanes nos resulta ya excesivamente familiar, en
especial si tomamos las Sagradas Escrituras al pie de la letra, como suelen hacer algunos
notorios sectarios de la religión mosaica.
En honor a la verdad, los que han efectuado un trabajo más serio en aquella elevadísima
región del Lago Titicaca, a caballo entre Bolivia y Perú, son los componentes del Centro de
Investigaciones Arqueológicas de Tiahuanaco (CIAT), dirigidos por Carlos Ponce Sanginés
e Ibarra Grasso, de Bolivia.
Hasta el momento, las excavaciones han revelado la existencia de hasta cinco
civilizaciones superpuestas que yacen enterradas entre esqueletos de toxodontes y
mamíferos angulados de especies antediluvianas.
Simone Waisbard, de quien recabamos frecuentes datos, nos dice:
"El estudio de las estratificaciones revela que largos siglos de esplendor fueron a veces
cortados por períodos repentinos de decadencia (¡como ha ocurrido siempre en este
desconcertante mundo nuestro, sin que nada haya cambiado con los siglos!), después
gozaron de renacimientos espectaculares, exactamente como las civilizaciones refinadas que
se desarrollaron en América Central y en México, y tan anónimas como las ruinas de
Uxmal, de Palenque, de Mitla, de Copán, de Chichén-Itzá y otras muchas ya descubiertas o
que reposan todavía bajo el océano verde de las selvas tropicales..."
Y añade otro dato que nos resistimos a pasar por alto, porque coloca el dedo exactamente
en la llaga abierta de las fechas, imposible de determinar, ni con la mejor voluntad del
mundo, porque aquí sí que se revela claramente el encono de los intereses de unos yy
otros... ¡Y no hablemos otra vez de las interpretaciones radioisotópicas, porque ello es el
desmadre padre!
"El problema de las fechas -añade Simone Waisbard- es sobre todo más confuso, porque
desde la conquista, los misioneros enredaron definitivamente una pista que los incas ya
habían complicado previamente."
Y en otro párrafo ulterior, sobre las depredaciones, dice que, según el padre Cobo, "se
han extraído de Tiahuanaco las piedras necesarias para edificar la iglesia católica del pueblo
indígena, cercana al centro arqueológico".
La cosa no tiene comentario. Sabemos que en El Cairo hay muchos edificios que fueron
construidos con piedras traídas de Gizeh, de los templos que rodeaban las Pirámides, y esto
no era considerado como una barbarie en otros tiempos, como no lo es ahora para quienes
predican la demolición de todo lo antiguo, en aras a la creación de un mundo nuevo y mejor,
a lo que no nos oponemos si fuera cierto. Pero el mundo nuevo no puede ser mejor que el
antiguo; en todo caso será diferente, pero no mejor, ya que es imposible. Nada hay mejor ni
peor para quienes lo contemplan con ojos distintos y criterios diferentes.
¡Vaya, nos salimos del tiesto! Disculpen, a veces...
Francis de la Porte, conde de Castelnau (1812-1880), que viajó por los lugares más
inhóspitos de Sudamérica y escribió una obra titulada "Expédition dans les parties centrales
de l'Amérique du Sud", nos cuenta haber escuchado de los nativos el maravilloso secreto
que poseían algunos individuos, de poder ablandar las rocas de granito por medio de
misteriosos jugos vegetales.
Esto por un lado. Por otro, como casi siempre ocurre en todas las grandes construcciones
megalíticas del mundo, las piedras con que se supone fueron construidas las estatuas u
obras, no se encuentran en las inmediaciones donde aparecen éstas. ¿Extraño, no? Hay
siempre otro tipo de piedras, pero las que llaman la atención proceden de lugares distintos y
lejanos, a veces.
¿No podían ser construcciones de barro o tierra, que luego endurecían y "petrificaban"
por algún procedimiento desconocido, del que, obviamente, no debemos descartar el fuego?
¿Por qué hemos de seguir emperrados en que aquellas obras se hicieran con martillo y
cincel, a lo Miguel Angel, como si no pudieran existir otros procedimientos más sencillos y
cuya "técnica" se haya perdido?
Vamos a confesarles algo: nosotros jamás hemos estado en Perú, aunque nos hubiera
gustado ir, pese al instintivo temor que nos inspiran las grandes alturas, donde parece ser
que se respira mal, o, en su defecto, no igual que en los llanos. y es que nos fascina de modo
extraordinario lo que hemos visto en libros y filmaciones, como si intuyéramos que allí
estuvo el "ombligo del mundo".
Es tanto lo que hemos leído acerca del Perú milenario que tenemos algo así como un
empacho de datos, no todos fidedignos, confusos muchos y discrepantes otros, que, en
verdad, estamos algo aturdidos. No es fácil, por ello, ahora que tratamos de realizar un
estudio de la geometría hermética en la arquitectura precolombina, establecer paralelismos
entre Egipto, pongamos por caso, y Tiahuanaco.
Lo que ahora intentamos es nuevo y difícil, máxime con los datos tan controvertidos de
que disponemos. Pese a ello, hemos querido intentarlo y, en primer lugar, hemos elegido
uno de los vestigios más famosos de aquellos elevados lugares. Nos referimos a la
enigmática Puerta del Sol, en el supuesto templo de Kalasasaya, exponente máximo de las
ruinas de Tiahuanaco.
Nos hallamos ante una construcción megalítica que, a decir verdad, nada tiene de
extraordinaria, salvo el bajorrelieve de su parte superior. Es un bloque monolítico, lo que
quiere decir de una sola pieza, de andesita volcánica, cuyo colosalismo queda reducido a
cuatro metros de anchura, por tres de altura, y con un peso aproximado de doce toneladas. O
dicho de otro modo, esta piedra, comparada con las "baldosas" de Baalbeck, es poco más
que un guijarro. ¿Dónde está, pues, el colosalismo? ¿En las piedras que faltan para
completar lo que aquel portal pudiera significar? ¿Y por doce metros cuadrados de fachada
tanto alboroto?
Suponemos a muchos arqueólogos tan ávidos de notoriedad que los dedos les pueden
parecer huéspedes a la hora de cantar la grandiosa gesta de sus, casi siempre, erróneas
investigaciones.
Doce toneladas de piedra, en un solo bloque, a las que no han faltado exaltados que le
atribuyen nada menos que 300.000 años de antigüedad. ¡Vamos, por favor!
Pero dejemos la piedra y vayamos con el supuesto calendario venusino, que según el
soviético Kazantsev, y otros, como Horbiger, Jikov, y el no menos soñador Posnansky, se
encuentra representado en la franja pétrea superior, de uno por cuatro metros, y que,
verdaderamente, es digno de estudio.
Aquí hemos aplicado nosotros las líneas de la Geometría Hermética y el resultado ha sido
nulo, no porque estemos "verdes" aún en los planteamientos, sino porque tenemos la
impresión de que el plano que sirvió para la construcción del megalito no utilizó las leyes de
la Geometría Hermética, es decir, no se fundó en el principio del círculo, el cuadrado y los
triángulos, como si el diseñador hubiera sido un geómetra intuitivo.
Esto puede significar que el Horernheb o Hiram-Abi de Kalasasaya era más aritmético
que geómetra, como luego veremos por los supuestos "ángeles", o que su instinto era menos
celestial y más prosaico. Aunque nos inclinamos por creer que la Puerta del Sol no es tan
antigua como se supone, ya que por su estado de conservación, así, a groso modo, puede
tener dos mil años, a lo sumo.
Deducimos que, por alguna razón, los incas trataron de restaurar Tiahuanaco e hicieron la
Puerta del Sol con un bloque de piedra -¡que bien pudo ser tierra granítica amasada!- y
desde su frontis expresaron un concepto trinitario y matemático, que debió ser el resultado
de algún cálculo elemental sobre las peculiaridades místicas del Número Tres, lo que podría
coincidir con la leyenda de que Viracocha,el barbudo blanco de la túnica, bien pudo ser un
cristiano, llegado a Perú en el Siglo I, a predicar la palabra del Mesías, ya que no se
descarta, y existen numerosas pruebas, de que antes y después de iniciarse nuestra era, las
costas americanas fueron visitadas por barcos fenicios.
Admitimos honestamente que no nos basamos en nada sólido al exponer esta tesis. Pero,
¿qué argumentos aporta Arthur Posnansky, el autor de "Tiahuanaco, la cuna del hombre
americano", para decir que la Puerta del Sol es la obra de venusinos alados que llegaron a
La Tierra hace cinco millones de años? Si nos dijeran esto de las Pirámides de Gizeh,
cerraríamos el pico taimadamente, como lo hemos hecho en diferentes ocasiones, en
especial con ciertas estatuas de la isla de Pascua. Pero, sin descartar que ello sea posible, y
de hecho lo hemos defendido con frecuencia, insistimos en que la Puerta del Sol, aún sin
haberla visto, no tiene las características de otras construcciones verdaderamente colosales.
En el centro superior de la Puerta del Sol, está el "enano gigante" que parece llevar una
máscara de puma y una diadema de plumas a la cabeza, aunque hay quien haya creído ver
rayos solares, serpientes o una simple corona con los atributos de Hijo del Sol. Otros han
dicho de él que se trata del Dios de la Lluvia y hasta que es Kon Tiki anunciando el fm del
mundo, porque de sus ojos parecen desprenderse lágrimas.
No hemos visto en el relieve del "enano gigante" nada relacionado con la Geometría
Hermética, aunque nos queda por estudiar el friso geométrico y ortogonal de la base de la
cartela. Pero sí hemos apreciado tres rostros inscritos en este friso, precisamente debajo de
la patética figura del dios. Tres extrañas cariátides, con tres puntos hundidos, que
representan o parecen los ojos y la boca.
Tres son también las líneas de "ángeles" que llevan en las manos un atributo similar al
del dios, que en éste son dobles. y estos "ángeles", adoradores, o mensajeros, son
exactamente cuarenta y ocho, repartidos en seis filas de a ocho, tres a cada lado del dios.
En estos cuarenta y ocho "angeles" han creído ver algunos investigadores el símbolo del
supuesto calendario venusino, que nosotros no vemos por ninguna parte, por mucha
imaginación que se le eche al asunto, y no es que nos falte.
¿Son días estos "mensajeros" del tiempo? ¿Semanas? ¿Meses?
¿Años? Los hemos contado y son cuarenta y ocho. Tres filas de ocho a la izquierda y tres
filas de ocho a la derecha. La fila del centro son ligeramente distintos a los de arriba y abajo.
Estos son iguales todos, como reproducidos por un molde.
Hemos tratado de hacer varias combinaciones de números sin mayor resultado que
obtener series cuyo común divisor es el tres, y la suma total siempre nos da 300. ¿No es la
Santísima Trinidad Una y Trina a la vez? ¿No sabemos que la Tríada es una entidad
mística? ¿No hay esoterismo hermético en el Número Tres?
¿Y qué más? Si todo esto estuviera complementado por un principio geométrico-
hermético, aceptaríamos la posibilidad de que hubiese intervenido una inteligencia superior,
un Gran Iniciado o Adepto, pero en la Puerta del Sol no hemos visto nada de esto. Sólo un
bloque de doce toneladas y una puerta de dos metros de altura por no sabemos cuánto de
anchura, donde, si fuera uno, cabría admitir cierta relación herméca, como en el plano del
Templo de Salomón. ¿O es que allí había una puerta que expresaba el principio hermético?
Nadie nos ha hablado de ella, pero dudamos que de haber existido fuese distinta al conjun
arquitectónico y simple de la obra.
Y, sin embargo, la Puerta del Sol no lo es todo en Tiahuanaco, donde se amontonan los
vestigios arqueológicos con tal profusión que hasta el fondo del Lago Titicaca han sido
halladas murallas pétreas de impresionante antigüedad.
Está, por un lado, en lugar donde se alzó en otro tiempo la ingente pirámide de Akapana,
cuya base es superior a la de Keops, en Gizeh. Se pueden ver restos del Templete del Gran
Idolo y las estelas 7, 8 y 9 que formaron parte del conjunto de Kalasasaya. Luego están los
vestigios del Palacio de Putuni y los de Laka-Kollu, Kheri-Kala y el Panteón. Y de todo
ello, Arnold Toynbee habría de decir que "es un monumento que sobrepasa a todos los de
las edades de la historia andina".
Bernabé Cobo, en "Historia del Nuevo Mundo" (1653), escribió:
"La primera vez que visité estos edificios, se desenterró un bloque tallado tan grande, que
me lo enseñaron. Lo medí. Era de veinte pies de largo por quince de ancho. Estaba tan
pulido y liso que no se hubie podido hacer mejor. Al hablar y discutir acerca de ello con el
cura de Tiahuanaco, me dijo que al encargar que cavaran un estanque de adorno en el patio
de su casa para recibir al primer prelado que iba a venir Chuquiabo, se descubrieron, a
escasa profundidad, algunas piedras como esa, magníficamente talladas."
¿Y qué ha sido de todas esas piezas? se preguntarán muchos. Nos dice Simone Waisbard
que muchos bloques primorosamente cincelad están en la actualidad sirviendo de cimientos
en las cabañas de tierra apisonada de las gentes humildes de la región. "Por todas partes -
dice textualmente-, se ven como dinteles de las puertas de las cabañas indias de techo de
paja, losas artísticamente esculpidas".
Se sabe, asimismo, que a partir de 1635 se establecieron grandes haciendas en los
alrededores del Lago Titicaca y las construccion levantadas se nutrieron de las piedras
esculpidas más bellas para ornamentar los nuevos edificios.
Pero a la devastación natural del tiempo y al saqueo de los indígen y colonizadores de la
zona, hay que añadir otra plaga, mucho más dañina aún, como es la de los buscadores de
tesoros, que destruyer los lugares más llamativos e importantes, en su afanosa y codiciciosa
búsqueda, sin importarles en absoluto el daño que causaban.
El primer "encomendero" de Tiahuanaco, el capitán Juan de Vargas según cuenta
Bernabé Cobo, se había casi arruinado a consecuencias la conquista y vivía en Madrid muy
pobremente. El "diablo", según dice, se le apareció una noche y le preguntó cómo podía
estar tan pobre teniendo la encomienza más rica del Perú. El "encomendero" se apresuró a
regresar a Tiahuasaco y se puso a realizar excavaciones, descubriendo un gran tesoro, entre
lo que destacaba una gran cabeza humana de oro macizo, con cara semejante a la de los
ídolos de piedra. Desgraciadamente, el capitán Juan de Vargas no pudo disfrutar de su
fortuna porque murió aquella misma noche.
Otro individuo, un minero vasco llamado Oyaldeburu, tratando de buscar un tesoro,
revolvió casi todas las piedras de la pirámide de Akapana. Luego, la historia continúa. El
ferrocarril de Guaqui contribuyó la depredación. Se habla incluso de voladuras con dinamita
y de ejecicios de tiro de soldados bolivianos sobre el "fresco" de la Puerta (Sol, así como en
la losa del Tumbo de Huari Willca.
De la antigua metrópoli, llamada la "Baalbeck sudamericana" no quedan más que algunos
vestigios desolados, pero que, sin embargo hablan muy alto de las civilizaciones que se
forjaron allí, tal vez antes de que la cordillera andina se hubiera elevado a tan considerable
altura, (debido, sin duda, al formidable empuje orogénico, porque el Lago Titicaca conserva
aún vestigios salobres en sus aguas para hacemos supor que sus 8.300 kilómetros cuadrados
pudieron formar parte antaño, antes de algún violento cataclismo, del seno del Océano
Pacífico.
Y nosotros suponemos, por el breve estudio de la Puerta del Sol, así como otras
construcciones andinas, que sus antiguos pobladores procedían de mundos o regiones
terrestres, que, muy anteriormente, en los albores del tiempo, pudieron tener contacto con
las antiguas culturas occidentales, pero de modo muy aislado y esporádico.
Pero no es eso sólo. También el "calendario astronómico" descubierto por el comandante
Péri, cuando pilotaba un helicóptero, en las inmediaciones de Nazca, que se puede
considerar como el monumento pitórico más grande de La Tierra, carece del sentido
iniciático y hermético de la geometría que aquí tratamos, y no por ello carece de
espectacularidad y grandiosidad.
Sabemos por los trabajos realizados durante muchos años en Nazca de la arqueólogo
alemana, María Reiche, que allí se entrecruzan la mayor cantidad de líneas rectas y curvas
que imaginarse pueda nadie, y lo más sorprendente es que sólo pueden ser observadas desde
el aire.
Nosotros hemos visto muchas de las fotografías que María Reiche tomó, izada en la
plataforma de una escalera prestada por la Compañía Telefónica de Lima, y, tras diversos
estudios, nada nos hace suponer que el hermetismo de nuestra geometría tenga allí su
representación, lo que no deja de ser, hasta cierto punto, desconcertante.
Claro que en Nazca se plantea un inquietante problema. ¿Cómo se dibujaron las grandes
figuras del calendario astronómico, según unos, y el cosmódromo espacial, según otros, si
desde el suelo es prácticamente imposible verlas? ¿Desde el aire? ¿Aviones o globos en el
pasado?
¿Comprenden por qué es candente el tema, así como desconcertante? En aquellas
latitudes suelen verse más "ovnis" que en cualquier parte del mundo, pero... Bueno, es otra
cuestión -¡que bien pudiera ser la misma, sin alardes imaginativos!- que no está relacionada
ni con la arqueología, y mucho menos con la geometría hermética, la cual, dicho sea de
paso, sí hemos podido descubrir en muchísimos monumentos antiguos de Centroamérica,
tanto en Teotihuacán, como en Uxmal, Chichén-Itzá, Palenque y en los numerosos templos
piramidales de mayas y aztecas, tal vez porque tuvieran contacto más directo con la
Atlántida, de donde debió surgir, hacia Occidente, el esoterismo hermético que da esa
armonía y belleza a las construcciones que nos son habituales.
Sin embargo, el hecho de que en Perú no las hayamos visto no significa que no hayan
existido. Nada de eso. Allí hubieron demasiados seísmos y volcanes en erupción... ¡y
demasiadas guerras tribales!

" La Razón es mucho más grande que nuestros


pequeños razonamientos y sabe admitir un
hecho, aunque el mismo parezca inconcebible
para la Ciencia de hoy en día ".

Rémy Chauvin

CAPITULO XIII

LA PRUEBA IRREFUTABLE

Muchas veces, y sin un auténtico conocimiento de causa, por "haber leído, oído o
intuido", hemos menciondo los ya famosos mapas de Piri Reis, autentificando bastante a la
ligera, que se trata de una prueba irrefutable de la existencia de civilizaciones superiores
anterior a la nuestra.
Estábamos convencidos, sin embargo, de que la fuente o el origen de tales "pruebas" era
auténtico, ya que, con tal argumento dejamos sin habla a más de un recalcitrante "adversario
dialéctico" de la oposición.
No obstante, a medida que avanzamos en nuestra insaciable búsqueda de lo ignoto, nos
encontramos con el hecho desalentador de que muchos de nuestros argumentos deben
quedarse arrumbados en la cuneta, por inservibles, desfasados, anticuados o carentes de
consistencia.
Y decimos esto, sin entretenemos mucho en especificar lo que hemos ido desechando,
para revalorizar más, si cabe, los mapas que ahora volvemos a traer a colación, o sea los del
Almirante turco Piri Reis, que empiezan a tener un valor "protohistórico" mucho mayor que
cuando fueron estudiados en la década de los años 50 por Arlington H. Mallery y Mr. I.
Walters, del Servicio Hidrográfico de la U.S. Navy.
Ahora hemos tenido ocasión de leer los trabajos que sobre estos mapas fantásticos y otros
realizó el Profesor Charles H. Hapgood, de la Universidad de New Hampshire, publicado
con el nombre de "Maps of the ancien Sea Kings", y, aunque nos consta que la temática ha
sido ya ampliamente divulgada, hemos hallado facetas nuevas, importantes e
incontrovertibles, lo que determina claramente que, en la antigüedad,
1.0 existieron unos geógrafos con técnicas similares o superiores a las nuestras actuales, y
2.0 que la Atlántida existió, tal y como aparece en dichos mapas.
Nunca habíamos hecho excesiva fuerza en los argumentos "arqueológicos" de los
mencionados portulanos, porque, a decir verdad, la " Antilia" que en el Mapa de Piri Reis
aparece entre Sudamérica y Africa no "encajaba" en el general concepto atlantídeo, que
suponen la tierra de Poseidón al oeste de las Columnas de Hércules, y los restos del
desaparecido continente eran las islas de Cabo Verde y no las Afortunadas, o sea las Islas
Canarias.
Tampoco se dio la importancia que merecía al Mapa del padre Kircher (Siglo XVII), en
el que se decía "Lugar donde se hallaba la isla de la Atlántida, ahora sumergida en el mar",
porque, entre otras cosas disparatadas, Africa y España aparecen en el lugar correspondiente
a América y ésta se halla en donde están aquéllas, ¡como si al mapa se le hubiera dado la
vuelta, y el Norte fuese el Sur!
Nadie duda ya de que el misterio quedó resuelto gracias al Profesor Charles H. Hapgood
y a su equipo, después de haber cambiado impresiones con Arlington H. Mallery, que fue el
primero en estudiar los mapas hallados en el Museo Topkapi, por Malil Edhem, en 1929.
La historia, que ya es sobradamente conocida, parte del año 1513, cuando Piri Reis
confeccionó el mapa, copiando de otros mapas más antiguos, y lo hizo con tanta exactitud, a
veces, que desconcertó a los investigadores. En otras partes, sin embargo, Piri Reis cometió
errores de bulto, que también fueron descubiertos por Hapgood, comparándolos con otros
portulanos, como el de Dulcert, así como estudió al gran especialista Nordenskjold y, ¿cómo
no? , al famoso geógrafo de Alejandría, Eratóstenes.
La tarea de Hapgood no fue, ciertamente, fácil. Duró años de intensa investigación,
meticuloso cálculo y comprobaciones infinitas, como sólo un concienzudo norteamericano
podía hacer, Pero su trabajo no puede ser más revelador y definitivo: alguien, en una remota
antigüedad, era capaz de realizar mapas geográficos utilizando nada menos que la
trigonometría esférica.
El propio Charles H. Hapgood escribió a este respecto: "Este mapa es una prueba de la
existencia, en tiempos muy remotos, de una civilización mundial en la cual los cartógrafos
trazan sus mapas del mundo con el mismo nivel de tecnología que nosotros".
La historia de la investigación de Charles H. Hapgood es el símbolo de la obstinación
incansable de quien, creyéndose en posesión de la verdad, pugna, lucha y se debate para
lograr su demostración irrefutable y que no superviva la más mínima duda. Necesitaríamos,
no obstante, repetir paso por paso todos los movimientos y actos de Hapgood para llegar a
esta demostración, y ésa no es tarea nuestra, primero porque ya lo hizo él en el libro que
hemos comentado y segundo que necesitaríamos varios años y un libro mayor que éste.
Pero la investigación se ha realizado en New Hampshire y los resultados los podemos
exponer aquí de modo extractado, reduciéndolo todo a una simple frase categórica y
definitiva: Hace muchos años, tres, cinco o veinte mil años antes de Jesucristo, ¡ya que no
ha sido posible precisar exactamente cuándo!, hubieron unos navegantes o geógrafos que
trazaron mapas muy precisos de nuestro mundo.
Si nos centramos particularmente al detalle de la Antártida, que aparece diferente en el
mapa de Piri Reis a como la han situado nuestros geógrafos contemporáneos, se ha podido
demostrar, ¡también de modo irrefutable! que los antiguos cartógrafos conocieron aquellas
tierras cuando estaban desprovistas de la masa de hielo que ahora las cubre. Y esto podría, y
de hecho nos lleva a considerar que los mapas se trazaron antes de la última glaciación,
supuestamente ocurrida hace más de diez mil años. Pero nos meteríamos en un atolladero
sin salida y daríamos pie a interminables discusiones que nos apartarían del meollo de la
cuestión, y no es ese nuestro propósito.
Aquí sólo queremos remarcar un hecho sobresaliente: muchísimo antes de los grandes
descubrimientos geográficos de Cristóbal Colón, Magallanes, Vasco de Gama, los vikingos,
antes que los fenicios o los griegos surcaran los mares, ¡antes incluso de lo que
consideramos como prehistoria!, hubieron hombres que surcaban los mares por todos sus
confines.
Esto es lo que Charles H. Hapgood considera como cierto, incuestionable y auténtico. Y
de aquí hemos de partir, habida cuenta de que, ante los hechos irrecusables y fehacientes,
sólo nos queda la aceptación e iniciar una revisión de la Historia, aunque a muchos
conservadores o racionalistas les parezca un sacrilegio.
Mucho hemos hablado, en hipótesis casi siempre, de las posibles civilizaciones técnicas
superiores. Hemos visto, aquí y allá, pruebas innegables de que hubieron hombres, seres
humanos, que construyeron edificios impresionantes. Se nos ha dicho que Catal Hüyuk, en
la actual Turquía, tiene más de 10.000 años, como también se nos dijo, no hace mucho, que
Sumer fue creada hace 7.000 años, y los hay que están empecinados en que las Pirámides de
Gizeh se construyeron 2.700 años antes de J.C. (aunque otros han dilatado algo más las
fechas, remontándolas a 4.800 años antes de J.C.).
Nosotros suponemos que el hombre se hizo "civilizado", no en una fecha determinada,
sino cuando se despertó su conciencia sedentaria y renunció al nomadismo de recolector de
frutos y cazador de animales, ya porque viese así un modo de superar las dificultades de su
azarosa y cruel existencia, o porque alguien le aconsejó establecerse, cultivar la tierra,
domesticar el ganado y construirse un techo. En aquel instante, que bien pudo ser un
período de bastantes miles de años, el hombre salió de la animalidad migratoria y se
transformó en "civilizado", ya que "ciudad" y "civilización" tienen la misma raíz, y el
término más reciente es el vocablo latino "civis", aunque otros filólogos van más allá y
relacionan "ciudad" con la palabra griega "keitai", que significa estar acostado.
Existen, además, enconadas dialécticas y controversias que persiguen la finalidad de
demostrar que determinadas regiones son más antiguas que otras, buscando, sin quizás, que
se reconozcan los méritos de determinados sitios de ser la cuna de la civilización, como si
esto fuera un galardón o un trofeo que todos quieren exhibir.
La Arqueología que era una ciencia retribuida por los Museos de la especialidad, trató de
hallar pruebas "irrefutables" de que este o aquel esforzado y sufrido buscador de vestigios
antiguos había encontrado el "habitat" más remoto. Ello daba gran prestigio al Museo
patrocinador y, de rebote, atesoraban fortunas gracias al taquillaje de los visitantes, ya que
merece más la pena visitar el Museo del Louvre que el de Villa- no-sé-qué, donde sólo se
exhibe un dudoso capitel romano que puede ser imitación.
Pero en la pugna sobre los pueblos primitivos, su antigüedad, origen y hasta tránsito del
pitecántropo en "homo sapiens", se ha creado otra ciencia, la Paleontología, que ha dejado
en mantillas, en cuanto a contar el pasado, no en años histórico-arqueológicos, sino en
épocas arqueológicas de concepto geológico. Y así, los paleontólogos, por el lugar y aspecto
geológico del terreno, han llamado a sus hallazgos como precámbrico, paleozoico,
mesozoico, cenozoico o pleistocénico, a lo que los esforzados arqueólogos no podían llegar.
Y por estas causas, los líderes de las ciencias Antro-paleontológicas, en sus simposiums,
congresos y asambleas, se han puesto de acuerdo en situar el origen de todo lo antiguo,
basándose en esta clasificación:
En el Precámbrico o era más primitiva, se creó la Tierra. De esto hace la friolera de
4..500 millones de años.. Hace 4.000 millones se formó el mar primitivo, donde empezó a
crearse la vida en forma de algas unicelulares y bacterias. Tres mil millones de años
después, o sea hace mil millones de años, surgen, nadie explica muy bien cómo, los
primeros animales que respiran oxígeno.
Llegamos así al período Paleozoico, que va desde los 1.000 hasta los 400 millones de
años, y es cuando se desarrollan todos esos organismos multicelulares, peces, anfibios,
reptiles, insectos, etc.
En el Mesozoico, aparecen los dinosaurios y las aves. Luego, sin explicación lógica,
aparecen los mamíferos. y llegamos al Cenozoico, o sea hace unos 80 millones de años,
donde surgen los prosimios o primates primitivos, que se desarrollan saltando entre las
ramas de los árboles.
Como se puede apreciar a simple vista, los sabios del estudio de la más remota
antigüedad, no se quebraron mucho la cabeza en las eras precámbricas, paleozoicas,
mesozoicas o cenozoicas, porque allí había campo más que suficiente para contar los años
por millones o por miles de millones. La Ciencia hizo un estudio lógico y lo apoyó en
teorías más o menos rebuscadas, de tipo geológico.
Pero la discusión surge cuando paleontólogo! y arqueólogos se encuentran en eras
posteriores, como en el Pleistoceno inferior, al que los arqueólogos llaman Paleolítico
inferior, o sea el "período más antiguo de la Edad de Piedra Antigua". ¿Nos siguen aún o
empiezan a sentirse aturdidos?
Aquí empieza la Historia, con mayúscula. Hay quien afirma que esto sucedió hace dos
millones de años y fue en Africa donde los primeros "homínidos" -¡que ni siquiera son
hombres como nosotros!- crearon sus primeras herramientas de piedra.
Desde que se formó La Tierra, sin discusión de ninguna especie, hasta ese Paleolítico-
Pleistoceno inferior, habían transcurrido 4.498 millones de años que debieron ser de una paz
idilica, paradisíaca, bucólica o "celestial". Con la primera herramienta, un hacha de silex,
¡para atacar!, se armó la guerra.
¡Guerra que todavía continúa, aunque se haya vuelto más sofisticada, sutil y mortífera!
La Ciencia nos dice que hace 800 millones de años surgió la primera célula. Hace sólo
800 mil años, el hombre aprendió a controlar el fuego y 80 mil años antes de J.C., a juzgar
por vestigios funerarios, se supone que el hombre empezó a creer en la supervivencia del
alma. Luego, los acontecimientos se precipitan. Hace 250 mil años surge en Europa el
Hombre de Neanderthal y 210 mil años después, el de Cro-Magnon.
Por ahora, Catal Hüyuk, con 10.000 años de antigüedad, parece ser la población más
antigua actualmente rescatada del subsuelo prehistórico por el infatigable, misterioso y
enigmático James Mellaart, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres, que
goza fama de ser una especie de zahorí arqueológico, y que la emprendió, en 1957, con una
meseta en Anatolia, donde halló una "civilización perdida", con dos niveles distintos y
separados por un considerable período de tiempo. Hacia el 7.000 antes de J.C., de una
primitiva aldea agrícola, y un segundo período, de hacia 5.700 años antes de J.C., donde la
primitiva aldea había alcanzado un mayor desarrollo.
¿Y en el resto del mundo? ¿Y en el fondo de los mares, que cubren las tres cuartas partes
de La Tierra, y que si mucha parte de nuestro suelo estuvo otrora cubierto por las aguas
lógico es suponer que mucho lecho submarino pudo estar al aire libre? Catal Hüyuk, Jericó,
Sumer, Babilonia, Acad, Biblos, Troya, etc., en el Viejo Mundo, y Tiahuanaco, Machu-
Pichu, Chichén-Itzá, Uxmal, Palenque, Teotihuacan, etc. en el Nuevo mundo, prueban sólo
una cosa: sea cierto o no que esas poblaciones cobijaron al hombre en las fechas que
suponen los arqueólogos, la verdad es que no fueron las únicas, ¡aunque sí lo sean las que
hemos encontrado!, y confirman que, de seguirse buscando, aparecerán muchas más,
anteriores y posteriores a las halladas, y se dilatará el período prehistórico hasta fechas
todavía no admitidas.
Parece existir como una barrera periódica que se sitúa en los 12.000 años. ¿Se han fijado?
Por antiguas que sean las poblaciones o "habitat" descubiertos, nadie las remonta a más de
esa fecha crítica, como si en aquella época se hubiera detenido el retroceso del tiempo, ¡O
hubiese acaecido algo capaz de borrar todo vestigio anterior!
Los Mapas de Piri Reis, cuyo origen se supone muy anterior, son restos "recompuestos"
de ese pasado ignoto situado más allá de la barrera de los 12.000 años. ¡Y las Pirámides dé
Gizeh también han sobrevivido al obstáculo cíclico, pese a quien se obstina en darle 4.800
años antes de J.C.!
Ahora bien, son muchos los autores clásicos, las leyendas, mitos, escrituras sagradas,
incluyendo el Génesis, que hablan de un Diluvio Universal y que pudo tener lugar allá por
los tiempos que nosotros situamos en 10.500 antes de J.C., como si entonces hubiera
ocurrido algo catastrófico y de una gran magnitud que sacudiera el suelo, elevase las aguas,
hundiera continentes enteros y hasta elevase el Himalaya y los Andes a las alturas en que
ahora se encuentran. ¿O no?
Es por todo lo expuesto hasta ahora que consideramos los Mapas de Piri Reis como la
prueba "irrefutable" de la existencia de una civilización técnica superior... O, en su defecto,
que hubo alguien, en alguna parte de nuestro mundo, que sabía tanto como nosotros
sabemos ahora de geografía.
Y la otra prueba irrefutable, en base a lo cual fundamentamos nuestra tesis, es que, por
idéntica razón, también hubo alguien que sabía de geometría tanto o más de lo que nosotros
sabemos, aunque no descartamos en absoluto que ahora haya alguien que sepa todavía más
de lo que la Ciencia oficial está dispuesta a reconocer, porque una cosa es lo que se enseña
en colegios y universidades y otra muy distinta es lo que algunos hombres saben y que sólo
divulgan dentro de una élite muy reducida, como si el saber mucho fuese un especialísimo
secreto de estado.
Y no hablamos a humo de pajas.
Ya apuntamos, al iniciar esta obra, que los años pudieron tener en otro tiempo menos días
que ahora. Señalamos que pudo haber un tiempo en que nuestro planeta giraba en tomo al
Sol en 360 días y que de ahí, al aplicar el movimiento astronómico de La Tierra a la ciencia
geométrica-astrológica, la circunferencia, que es el principal símbolo de la Geometría, se
dividiera en 360 grados.
Examinemos la cuestión, cuya simpleza es notoria.
Parece ser que fue Fidón de Argos, VII siglos antes de J.C. quien introdujo el calendario
de 365 días, al comienzo del período llamado por los griegos Historikon. Antes, y de
acuerdo con los persas, existía el calendario de 360 días.
¿Imaginan a los persas de aquellos tiempos, mucho antes de Beroso, y tal vez de
Zoroastro, contemplando en sus tablillas el punto cero (La Tierra) y la elíptica solar, que
ellos imaginaban circular?
Es igual que hacemos nosotros cuando tenemos delante un papel, donde hemos trazado
un círculo con ayuda del compás. ¿Giraba La Tierra en tomo al Sol o era éste el que giraba
en torno a La Tierra? Pese a los subterfugios dialécticos de los ptolomeicos y a los sinuosos
propósitos de San Agustín de Hipona, los persas sabían muy bien que era La Tierra la que
giraba alrededor del Sol y se habían explicado los equinocios y solsticios, por lo cual
dividieron la circunferencia en cuatro partes, ira que las estaciones son la mayor evidencia
de esta traslación, ahora también irrefutable!
El círculo y la cruz daría qué pensar a los astrólogos persas. Sabemos que la inteligencia
estaba ya muy desarrollada cuando aquellos filósofos establecieron la doctrina gnóstica.
Pero, por si no fuese esto prueba suficiente, ahí tenemos a la Arqueología que,
indirectamente, nos está facilitando datos de sobras para apoyar nuestros asertos.
Para bien o para mal, un científico ruso, nacido en Vitebsk,en 1895, y que colaboró con
Albert Einstein en la publicación "Scripta Universitatis", escribió un libro titulado "mundos
en colisión", donde sustenta la teoría de que el planeta Venus se "incrustó" en la órbita que
hoy ocupa, no sin causar un gran tastorno a nuestro planeta.
La catástrofe, sin embargo, la sitúa Velikovsky allá por el siglo VII antes de J.C., y no
coincide, pues, con las fechas de Platón sobre el hundimiento de la Atlántida, aunque...
¡Vaya usted a saber dónde está la fecha exacta!
Velikovsky asegura que las catástrofes producidas por Venus, que antes era un enorme
cometa, tal vez procedente de Júpiter, hicieron desviarse a Marte y que el "intruso" llegó a
rozar incluso a nuestro mundo.
Añade el sabio ruso que los acercamientos entre Venus y La Tierra se repitieron en varias
ocasiones y en uno de ellos la Tierra invirtió completamente su eje polar, de suerte que el
Sol salió por occidente y se ocultó por oriente... ¡Y hasta el año, que entonces tenía 360
días, pasó a tener 365 días y 1/4!
¿Verdad que se hace difícil creer a Velikovsky?
Y, sin embargo, de ser cierto lo que él explicó, encajarían muchos misterios del pasado
que ahora andan por ahí, manga con hombro, desconcertando á tirios y troyanos y sirviendo
de pretexto para que todos los que apetecen del "maná" histórico, metan su cuchara en el río
revuelto de los mitos, las leyendas, las tablillas sumerias, el Génesis, el Popol Vuh y hasta
en los libros védicos que ya empiezan a traducirse en nuestras lenguas, ¡por si fuese
pequeño el embrollo!
Desconcierta el pensar que, después de Ptolomeo y el geocentrismo, razón y causa de
tanta persecución medieval, en el año 1900, unos pescadores de esponjas del Dodecaneso,
extrajeran una máquina de bronce de un lugar submarino próximo a la isla de Antikythera, y
que en 1955, De Solla Price pudiera dictaminar que se trataba de un instrumento
astronómico, similar a un astrolabio, por el que se podían seguir los movimientos de los
planetas y del Sol.
Sin querer ahondar mucho en esta cuestión, que echa un barril de agua fría sobre muchos
conceptos ridículos de nuestra historia más reciente, diremos que se comprobó
perfectamente su procedencia, por haber sido hallado en una galera que se hundió alrededor
del año 80, antes de J.C. y se trata de un aparato de bronce, con ruedas dentadas,
ingeniosamente dispuesto y construido, lo que revela claramente la técnica metalúrgica de
aquel tiempo y, muy especialmente, el conocimiento geométrico que se requería para las
transmisiones de las ruedas dentadas, alguna de las cuales había sido reparada y soldada
previamente.
El "aparatejo" parece ser que indicaba los signos del zodíaco, los meses del año, los
desplazamientos del Sol, las salidas y las puestas de las constelaciones, así como se ha
deducido que podían conocer incluso las fases de la Luna.
Los días del año, a lo que parece, eran ya 365. ¿Decepcionante, verdad?
¿Por qué, pues, seguimos utilizando el Sistema Sexagesimal, y no el decimal, que nos
facilitaría el cálculo? ¿Se han detenido a pensar en esto? ¿No podría tener la circunferencia
cuatrocientos grados, por ejemplo? ¿Un ángulo recto de 100°? ¿La mitad de la
circunferencia 200°, en vez de 180°?
Si queremos saber la vida de La Tierra, ¡Y eso podría ser motivo de nuestra existencia!,
mientras tengamos uso de razón habremos de contar los días por cada vuelta que dé La
Tierra sobre sí misma y los años por cada vuelta que demos alrededor del Sol. Y si
perdiéramos esta noción del tiempo, nuestra cultura sufriría un cambio trascendental y
definitivo. Estamos seguros de que sólo iremos cambiando paulatinamente, sin alteraciones
ni sobresaltos, poco a poco...

"La Gran Pirámide de Keops fue


construida por una raza de no egipcios,
bajo las órdenes directas de Dios. »

John Taylor, 1850.

CAPITULO XIV

EL CÍRCULO Y LA CRUZ

La Geometría Hermética, base fundamental de esta obra, nos remite siempre al incógnito
y remoto origen de todo lo existente en este mundo que nos ha servido de cobijo durante
tantos siglos, aunque haya sido en condiciones precarias, desconcertantes y dramáticas, más
por nuestra consustancial condición humana que por la causa real de nuestra presencia aquí.
Queremos hacer hincapié en lo que nosotros consideramos como Vida, en el nacer de
padres semejantes a nosotros y en la continuidad de la especie que nosotros transmitimos a
nuestros hijos. Esto es primordial. Nadie quiere pensar en que nacer y morir sólo significa
tránsito, y mucho menos razonar en que todo no empezó con nosotros, ni acabará cuando
finalice nuestra existencia particular.
Para nacer sólo se necesita una madre, que nos ha gestado y un piso sólido para apoyar
los pies. Luego, necesitamos alimento para subsistir, crecer, comprender, ver, estudiar,
trabajar...
El hombre, para subsistir, que es su innato destino, ha recurrido a la antropofagia o
canibalismo. El hombre, en su origen, fue como una bestia acuciada de apetitos, que mató y
fue muerto en una inextinguible pugna por la supervivencia que todavía no ha concluido,
pese a la pátina de cultura y humanidad con que nos hemos cubierto, y que puede borrarse
en cuando las circunstancias lo exijan. En condiciones adversas adecuadas, en la
desesperación, en el máximo de enajenación obligada por el instinto de conservación, el
hombre matará a sus semejantes, ¡o a sus propios hijos!, con tal de cumplir el destino al que
le impulsan las circunstancias o sus incomprensibles actos motrices.
Si suponemos que en un próximo futuro, a consecuencias de una catástrofe apocalíptica a
escala mundial, guerra atómica, plaga secular o cualquier otro cataclismo imprevisto, la
Humanidad llega al borde de su aniquilamiento, como suponemos que ocurrió en el pasado,
las condiciones en las que habrán de desenvolverse los supervivientes habrán de ser
inhumanas. El hombre, en tales casos, puede llegar a convertirse en mucho más fiero que las
bestias irracionales.
Naturalmente, suponemos que la razón más apremiante es la de supervivencia, tanto
propia como de especie. Por encima de todo, como obedeciendo el mandato supremo de la
Vida, el hombre tiene que perpetuarse.
¿Por qué primero buscamos la continuidad en nuestra estirpe, la línea ininterrumpida
entre padres e hijos, y luego la continuidad tribal, regional, nacional y de especie?
Sencillamente, porque nos fue impuesto. No hay otra causa. La Naturaleza o la Razón
que gobierna por encima de todos nosotros, el Ordenador Cósmico, o Dios, como prefieran,
tiene establecidas, las cosas de este modo desde siempre.
En la vida es preciso morir. Nacer, existir y desaparecer. No hay alternativa. Y, sin
embargo, ante estos hechos incuestionables, el hombre se ha rebelado, aferrándose a un
concepto de supervivencia espiritual o anímica que tiene su razón de ser en una
prolongación de nosotros mismos hacia el Más Allá, donde suponemos situadas las
Dimensiones Desconocidas.
En su pugna por la supervivencia, el Hombre ha creído descubrir fundamentos
espirituales de una gran trascendencia filosófica, aunque antes se llamaba mágica. Y no
vamos a repetir aquí cómo se ha desarrollado esta filosofía religiosa, desde los tiempos más
antiguos, porque lo consideramos de sobras conocido.
De lo que queremos hablar, ahora que entramos en la recta final de nuestra exposición
teórica, es del Principio Elemental Geométrico, en donde radica, a nuestro modesto juicio,
la esencia misma del mayor concepto filosófico del hombre.
Fue Michel Gauquelin quien, en "Los relojes cósmicos" (Plaza & Janés, 1970) nos
demostró, convenciéndonos plenamente de lo que hasta entonces habíamos creído con
reservas, que los planetas ejercen influencia sobre nosotros. Pero estamos persuadidos de
que, si no un hombre, sí toda la especie humana, puede, a su vez, ejercer una acción
recíproca sobre los planetas, ya que no hay efecto sin causa.
Nosotros estamos llegando a un punto de nuestra evolución natural, en el que podemos
ejercer algo más que una influencia recíproca sobre los mundos de nuestro entorno y, hasta
si nos apuran, podemos causar trastornos vitales o devastadores a los planetas que nos
rodean. ¿Se imaginan lo que pueden hacer los misiles termonucleares de soviéticos y
norteamericanos lanzados sobre la superficie de La Luna, Venus o Marte, mundos estos que
están ya, prácticamente, al alcance de nuestros proyectiles?
Aunque hayamos epigrafiado este capítulo con esa extraña cita de John Taylor, nosotros
no creemos que ello sea cierto. No somos absolutamente ateos, ni prosaicos, ya que
buscamos infatigablemente la verdad y ésta la podemos encontrar cuando menos la
esperemos, al doblar la siguiente esquina.
No suponemos al Buen Dios rigiendo los destinos del Cosmos, como un benévolo
patriarca, tras haber permitido que nos acometiéramos unos a otros a dentelladas. Mas bien,
suponemos que no estamos solos en el Universo, y que otras razas, de evolución distinta a la
nuestra, tal vez más antiguas, influyeron en nosotros en un pasado remoto. Es sólo una
hipótesis.
Esas razas pudieron moldeamos, orientamos, aconsejamos, como obedeciendo, a su vez,
a un ancestral mandato de la esencia misma de la Vida. Y como ya casi estamos en
condiciones de ir a influir en la evolución de otros mundos, conviene reflexionar
profundamente sobre ? lo que somos y de dónde venimos.
La Geometría Hermética, si la sabemos interpretar adecuadamente, nos facilita una
respuesta bastante precisa sobre los problemas que nos acucian. Sabemos que sirvió de base,
en el pasado, para establecer el fundamento estructural y aritmético de las arcanas ciencias
"mágicas", fue la Idea Primordial, que expresamos con el símil del hombre primitivo
trazando rayas sobre la arena fina de una playa, hasta sentirse penetrado de la idea abstracta,
que bien pudo concebir él solo, o recibir de alguien por medios inconscientes o telepáticos,
aunque esto resulte vagamente fantástico.
Aclaremos un poco estos puntos con un ejemplo. Acabamos de leer, en un trabajo de
nuestro admirado amigo Antonio Ribera, publicado en la revista "Paraciencia", que un
"ovni" de forma ovoide aterrizó en una base militar USA, y en su interior viajaban dos
humanoides "vivos", que fueron apresados y conducidos a una base de laa USAF.
Sigue diciendo Antonio Ribera, que esta noticia se la había dado Ray Stanford, director
del Proyecto "Starlight", con sede en Austin (Texas) a quien se lo había dicho un alto oficial
de los Servicios de Inteligencia del Ejército, con el ruego de no revelar su nombre.
El "ovni" parece ser que fue desmantelado y sus componentes enviados al arsenal de la
RAND Corporation, al Arsenal de Redstone, al Jet Propulsión Laboratory, de Pasadena, y a
otros centros de estudio, a fin de ser investigados y analizados. Sin embargo, el resultado de
estas investigaciones ha sido negativo. Se ignora la suerte que hayan podido correr los
tripulantes del "ovni", que se suponen en poder de biólogos norteamericanos. Pero lo más
importante es que, a este respecto, se espera una próxima declaración del Presidente Carter.
Nosotros sabemos muy bien que toda la fenomenología "Ufo" u "Ovni", iniciada a partir
de la terminación de la II Guerra Mundial, obedece a un programa hábilmente estudiado,
para concienciar a la Humanidad ante un posible contacto con seres procedentes de mundos
exteriores, de cuya existencia hemos tenido noticias desde los tiempos más remotos,
¡porque, nosotros mismos llegamos de otros mundos hace cientos de miles de años!
Créannos porque tenemos motivos suficientes para afirmarlo y lo que ahora nos parece
un problema nuevo es algo tan antiguo como el Sol, y que estamos cansados de leerlo hasta
en la Biblia.
Hemos expuesto que el hombre, con tal de sobrevivir, es capaz de todo, incluso de
alimentarse con las proteínas de sus semejantes. El fin justifica todos los medios. ¡Y es
capaz, además, de emigrar de sumundo, cuando considere que éste se ha vuelto estéril, para
afincarse en otro, donde las condiciones ambientales le permitan continuar su evolución y
desarrollo!
Pero no debemos olvidar que los mundos también están sujetos a los ciclos de
nacimiento, desarrollo y muerte, y que, de mundos aniquilados y destruidos nacerán otros
mundos nuevos, donde el hombre podrá hallar cobijo para otro ciclo de su etapa, aunque él
también se vea modificado, deformado, cambiado por el medio ambiente, al que habrá de
adaptarse o sucumbir.
Nosotros presuponemos que en el Universo existen infinidad de mundos, como el
nuestro, que cumplen la finalidad de albergar a razas que, tal vez antes de haberse formado
el Sistema Solar, tuvieron contacto con nosotros. Y presuponemos también que, al
extinguirse la posibilidad de albergue en nuestro mundo actual, nos iremos, o se irán
nuestros descendientes, sean muchos o pocos, en busca de nuevos planetás habitables.
Esto no es fantasía, sino una perentoria necesidad, ya que si no lo hiciéramos, si nos
dejamos vencer por la Naturaleza, desapareceríamos como raza, y eso está por encima de
nosotros.
Ahora bien. Calculando con generosidad y amplitud de miras, de no ocurrir algo que nos
vuelva al pasado, que extermine casi a toda la raza humana y los supervivientes puedan
acomodarse en una mayor superficie, notablemente regenerada, al paso que vamos, dentro
de un siglo este planeta no podrá albergar, en condiciones óptimas, a la masa enorme de
seres humanos que para entonces nos moveremos (¡se moverán, queremos decir!) sobre La
Tierra.
Y los seres que observan nuestro desarrollo desde el espacio exterior, lo saben
perfectamente. Es por ello que se dejan ver con mayor asiduidad, creando el clima
apropiado para los inevitables contactos que se han de producir, tanto para su seguridad
como para la nuestra, si es que esto les importa.
Desde que el hombre salió de la animalidad, cuando ello fuese, dirigido, como parece que
fue revelado, o espontáneamente, por sí mismo, las otras razas comprendieron que, algún
día, se habría de establecer el contacto. La fecha está próxima. Puede ser que sea antes de
acabar el presente siglo, ya que el siguiente habrá de ser de búsqueda por el cosmos del
nuevo planeta-habitáculo, a donde se habrá de ir, bien renunciando a todo lo que ha
significado para nosotros La Tierra, o bien, con una doctrina social nueva, donde los
hombres opten por morir, si es preciso, antes de alimentarse de la envoltura proteínica ajena.
Pero eso, vulgarmente hablando, son otros "Lópezes".
Y pensamos que más de uno estará esperando la prueba irrefutable de nuestros asertos
por medio de la Geometría Hermética, ¿no es así?
Pues bien, a eso vamos. Es inútil tratar de enseñar geometría a un simio, aunque, por
pruebas realizadas en laboratorios biológicos se ha podido comprobar que el poder de
raciocinio de ciertos animales es sorprendente.
Para un mono, dos líneas cruzadas no significa nada. Podrá retener la imagen del dibujo,
y hasta repetirla, pero no puede penetrar en el razonamiento a que nos llevan las líneas, si
estudiamos sus longitudes, formas, ángulos y todo lo demás.
Por otra parte, sabemos que estamos inmersos en un universo de tres dimensiones. Todo
cuanto nos rodea, lo que vemos, tocamos, analizamos, posee una forma, un volumen, es
ancho, alto, largo. Pueden existir dimensiones mayores, pero son abstracciones puras, como
lo es la segunda y la primera dimensión.
Si un punto se mueve en cualquier dirección, crea una línea, que es la primera dimensión.
Si la línea se mueve, crea una superficie, que es la segunda dimensión. Y si la superficie se
mueve, crea un volumen, que es la tercera dimensión, o sea la nuestra, el lugar en que nos
encontramos.
Además, si nuestros exploradores espaciales de la NASA, pongamos por caso,
encuentran mundos habitables, habrán de ser también tridimensionales, ya que, de lo
contrario, ni los verán siquiera. Y si existen, como no nos sirven de nada, es como si no
existieran. En un orden físico y práctico, nosotros, tal y como somos en la actualidad, y
como parece que hemos sido hasta ahora, necesitamos un universo tridimensional para
desenvolvemos.
¿Y cómo expresar este universo sobre un papel, pizarra o tablilla, que sólo posee dos
dimensiones, para poder estudiar sus recónditos secretos?
Es obvio que el hombre ha descubierto formas convencionales de lograr su propósito. El
dibujo, la perspectiva, las sombras, las proyecciones, el cálculo, la matemática, etc. Y todo
ello ha sido fruto de su mente. ¿O no fue así?
Situémonos en un momento determinado de nuestra evolución. ¿Hubiéramos, sin ayuda
externa, llegado a comprender que únicamente el círculo podía llevamos a construir un
cuadrado perfecto? Nos resistimos a creerlo, y no por lo que sabemos ahora, sino por lo que
ignorábamos entonces.
Hermes-Toth, Akibeel, Isis, Viracocha, Buda, Cristo o quien quieran, hubo de intervenir
en algún momento, como hacen los biólogos con los simios en los laboratorios, tratando de
desentrañar el misterio del Conocimiento.
Es imposible que un animal primitivo, sin ayuda de nadie, pueda, empezando de la nada,
lograr desentrañar todo cuanto ha desentrañado el Hombre en el devenir de su historia. Es
imposible que en unos cientos de miles de años, desde la animalidad en que vivían los tipos
del Neanderthal o el Cró-Magnon, hayamos podido construir lo que hemos construido o
descubrir lo que hemos descubierto. Y los secretos del átomo son una prueba de ello, habida
cuenta de que nadie ha podido ver aún una partícula atómica.
¡Y todo ha sido posible gracias a un círculo y una cruz! ¿No es fantástico? Fantástico, sí,
y, al mismo tiempo, lógico.

Fig. 50. Este debería ser el símbolo de la Geometría Hermética, ya que el Círculo y la
Cruz son el exponente máximo de su antiquísima esencia iniciática.

Ese es el símbolo "mágico" de nuestra cultura. Lo fue en el pasado, lo recogieron los


magos y sacerdotes, que conservaron el precepto revelado, y lo han ido transmitiendo, de
generación en generación, permitiendo así que infinidad de hombres, conectados con la
Mente Universal, aportasen su grano de arena al Conocimiento Supremo, para poder, en su
día, compartir la Cena Eucarística con las demás razas superiores del Cosmos, hacia lo cual
vamos, aún sin saberlo, desde que el hombre empezó a tener conciencia de sí mismo.
¿Y todo empezó con un punto, una línea, un círculo y una cruz? ¿Por qué no decir mejor
que empezó con la primera piedra arrojadiza, la flecha, el hacha de sílex o el venablo?
Porque no es cierto. En ese período de su evolución, cuando luchaba por sobrevivir en la
selva, el hombre no poseía aún raciocinio abstracto. No era más que un animal superior,
cuyo instinto estaba más desarrollado que ahora y era capaz de atinar con un pedrusco en la
cabeza de un venado lanzado a la carrera. Incluso puede que sus facultades fisiológicas
tuvieran otras características, viera mucho más que ahora, pudiera escuchar sonidos más
distantes, y hasta que su olfato estuviese más desarrollado.
Pero hasta que no empezó a medir, a contar, a trazar dibujos, no dejó de ser quien era
para convertirse en lo que es ahora.
Nosotros mantenemos que el hombre fue enseñado, del mismo modo que se enseña a los
niños en las escuelas, haciéndoles "recordar" lo que llevan aprendido en el subconsciente o
lo que les han transmitido los genes hereditarios, y que les fue "revelado".
La Geometría Hermética la conocieron los hombres del pasado, la utilizaron para
construir su arquitectura piramidal, sus templos y sus mansiones. Luego, por cataclismos,
guerras, diásporas o simplemente por haber caído en desuso, la ciencia antigua se olvidó del
consciente del hombre, pero quedó grabada en el "recuerdo" subconsciente, que es de donde
la hemos extraído nosotros, buceando en nuestra mente.
Es por esta razón elemental que a todos los que contemplan las figuras de la Geometría
Hermética les resulta tan increíblemente familiar y tan conocida; aunque no se emplee como
instrumento de trabajo.
Obsérvese, por ejemplo, la Fig. 50, que podríamos considerar como el símbolo de la
Geometría Hermética. De esta figura al símbolo de los Rosacruz no hay más que un paso.
Y, sin embargo, fíjense que, tras ella aparecen las líneas maestras de la estructura hermética.

Fig. 51. Geometría Hermética de las cruces. La de Malta, con cuatro brazos.

Fig.52. Geometría Hermética de las cruces. Una “híbrida” maltesa de cinco brazos.
Fig. 53. Geometría Hermética. Esta cruz de Malta posee seis brazos.

Tampoco se enseña ya que el modo de realizar un cuadro, geométricamente perfecto, es


por medio del compás. Dos cartabones triangulares sirven mucho mejor, según parece, para
trazar no solo un cuadrado, sino cualquier figura.
Las modas, usos y costumbres de los tiempos, marcan las pautas y los estilos que siguen
los hombres. Hubo un tiempo en que éstos, queriendo hallar la relación geométrica entre el
cielo y la tierra, la emprendieron sistemáticamente con el círculo y la cruz, cribando
materialmente todos los ángulos del tema y realizando cruces de todo tipo, que luego
exhibían en sus estandartes.
Las Figs. 51, 52 y 53 son una muestra de lo que en Geometría Hermética, utilizando el
cuadrado, el pentágono y el hexágono, se puede obtener. El ejemplo está aquí muy
simplificado y hemos tenido especial cuidado de no suprimir el entramado que ha servido de
base a sus líneas esenciales.
Las cruces han sido símbolos religiosos antes y después de Cristo. En realidad, no son
más que simples estructuras geométricas, como demostramos en el planteamiento
geométrico y numerario de la syástica o cruz gamada, donde el secreto, celosamente
guardado por los hermetistas, es el principio del teorema llamado de Pitágoras, tan esencial
para la geometría euclidiana o aplicada.
Y para hacer mayor hincapié en nuestros argumentos, recurrimos al ejemplo que nos
ofrecen las alineaciones de piedras que nos presenta el famoso "cromlech" de Crucuno, en
el Morbihan.
Un investigador sagaz y penetrante, como es el francés Ferdinand Niel, en "Dolmens et
Menhirs", ha señalado que "entre los lados del monumento y una de sus diagonales existe la
misma reciprocidad que entre los números 3, 4 y 5".
Y Pierre Carnac, en "La Historia empieza en Bimini" (Plaza & Janés, 1975) nos dice
textualmente: "Los egipcios conocían perfectamente el triángulo rectángulo de Pitágoras,
cuyos símbolos y representaciones se encuentran proporcionalmente en sus edificios,
empezando por la Gran Pirámide".
No, no es casual. Entre el cielo y la tierra hay muchas cosas que todavía no
comprendemos muy bien. Evolucionamos, estamos lanzados a una carrera ciega, donde el
rugido de los motores no deja oír los latidos de los corazones de los caballos que durante
tantos siglos nos sirvieron de medio de locomoción. Creemos que con la aviación y la
astronáutica lo hemos conseguido todo, o que casi estamos a punto de conseguirlo, y no es
así. ¡Sin aquellos vientos no habrían sido posible estas tempestades!
Fig. 54. Sinfonía de semicírculos. Esta composición ha sido realizada exclusivamente
con círculos.

Véase la Fig. 55. Hace siglos que, con instrumentos rudimentarios, según suponemos, se
trazaban círculos y se buscaba, por medio de rectas, la relación que había entre la línea
curva y la recta. Era elemental empezar siempre por el círculo central; se buscaban los
puntos de coincidencia y se trazaban nuevas líneas. ¿Qué se buscaba? Sencillamente, hallar
todo cuanto hemos conseguido ya y todo lo que aún nos falta por hallar, que suponemos
muchísimo más que lo conseguido.
Sin embargo, del mago o astrólogo, como se les llamaba entonces, hasta el ingeniero, el
arquitecto o simple delineante de nuestros días, hay una marcadísima y notable diferencia.
Los hombres que pasaban días, meses y años desarrollando una figura geométrica sentaron
las bases para que los técnicos de hoy, con una simple fórmula, solucionen un problema que
otros emplearon años en resolver. Pero éstos, sin aquéllos, nada habrían conseguido, porque
el esfuerzo de la Humanidad empezó hace muchos siglos, con un atisbo de pensamiento, tal
vez.
El círculo celeste no pudo haberse trazado, si no nos fue revelado, más que por siglos de
continua ininterrumpida observación del movimiento de los planetas, y para ello era preciso
el concurso de muchos astrólogos y geómetras.

Fig. 55. Cuatro círculos, cuatro triángulos... ¿Una figura alegórica? No, variaciones
sobre un mismo tema.
Que ahora se les olvide, se les desprestigie hasta el extremo de recusar hasta sus
nombres, cambiándolos por astrónomos y matemáticos, nos parece desleal, oprobioso,
ingrato y vergonzoso.
Sin Hermes-Toth, o Taautos, tal vez Pitágoras no habría sido lo que fue y Werner von
Braun habría sido un campesino o un artesano, ni siquiera alemán... ¡Y Albert Einstein, ni
siquiera haber sido judío!

"Mi nombre es Ozymandias, Rey de Reyes:


¡Mira mis obras, oh Poderoso, y desespera!
Percy B. Shelley.

CAPITULO XV

ESPECULACION... DEL SUELO

Antes de iniciar este capítulo, reiteraremos, una vez más, por si las dudas, que no somos
expertos en nada, que sabemos un poco de todo, recogido aquí y allá, en nuestra azarosa
existencia, pero que no estamos dispuestos a mantener nuestros trece ni siquiera en si
vivimos o estamos en este mundo como "difuntos" de otra existencia mejor.
Por ignorar, tenemos una vaga idea de lo que es agrimensura, estudiamos trigonometría,
¡pero no se nos ha olvidado, porque jamás se presentó la ocasión de utilizarla!, y volvemos a
insistir en que las matemáticas no han sido, ni son, nuestro plato fuerte.
Esto, que puede considerarse como un inconveniente para tratar de hurgar en los secretos
de la Geometría Hermética, no es así, y perdónesenos nuestra audacia, porque entendemos,
y estamos tratando de demostrarlo, que las matemáticas nada tienen que ver con la
Geometría Hermética, la cual se inició y se practicó antes de que existieran los números y
sus aplicaciones, base de nuestra actual y confundida civilización y cultura.
Sin embargo, más poetas que filósofos, nos hemos aventurado en una ciencia olvidada
con el espíritu alegre y desenfadado de quien tiene en el juego las mejores cartas, gracias a
lo cual esperamos salir airosos de la partida.
Y hemos hecho este pórtico aclaratorio, porque ahora vamos a sustentar una teoría
altamente especulativa que, a modo de vieja nave llena de grietas y fisuras, puede hacernos
naufragar al primer vaivén de las olas, dejándonos indefensos e inermes.
Hay que ser, como mínimo, sincero para presentarse ante la gente y decir que se tiene
algo, no nuevo, sino distinto. Y sinceridad no nos falta, aunque no sea suficiente... ¡y lo
sabemos!
Todo esto viene a cuento porque la propiedad del suelo, por si lo ignoran, es más antigua
que la misma geometría, digamos, aplicada. Ya en el selva; el primate delimitó su territorio,
tratando de convencer a sus adversarios de que aquel terreno le pertenecía. ¡Y hasta es fácil
deducir que el primate luchó por conservar su "propiedad"!
Los naturalistas nos dicen que en el reino animal esto es muy frecuente y, entre
individuos de la misma especie, se respetan las demarcaciones hasta que llega un individuo
que se cree más fuerte. Aquí tampoco podemos insistir mucho al respecto, pero deducimos
que es así.
Imaginamos que después de salir de la animalidad, si es que esto sucedió realmente, el
hombre se enfrentó al problema de delimitar su territorio.
"!Esto es mío!"
¿Imaginan cuantas guerras, sangre derramada, intrigas, emboscadas, luchas, fratricidas o
no, enconos, resentimientos, odios y rencores, por no encontrar más comparaciones, debió
costar a la humanidad, desde sus albores hasta la fecha, esa deleznable frase? ¡El hombre
enfrentado con el hombre por la posesión de algo, bien sea una cueva, una morada lacustre,
una presa, un fruto o una charca de agua!
-¿Por qué es tuya? -¡Yo la vi primero!
-¡Aquí he vivido siempre! ¡Lo heredé de mi padre!
-Es mía... porque sí!.
Es obvio que argumentos no han faltado jamás para discutir el derecho a la propiedad. Y
también se hace obvio suponer que no siempre las discusiones debían acabar forzosamente
en lucha.
-¡Está bien! La repartimos y la mitad para cada uno.
Esta fórmula flexible de reparto debió ser un gran triunfo para el hombre primitivo,
porque demostraba su capacidad de entendimiento, su cordura y raciocinio, así como su
inteligencia.
La inteligencia es, según los más ilustres filósofos, lo que nos diferencia de los animales.
Por tanto, una vez apuradas las amenazas y hasta las luchas, el hombre procedió
"inteligentemente" a repartirse el territorio. Puede, sin embargo, que hubiera un
"inteligente" mediador y fuese éste el que sugiriese la partición en litigio, con lo que
daríamos entrada en la sociedad al famoso abogado, cuya función tan altos favores ha hecho
a la Humanidad.
"Mediar" significa "partir", o sea hallar una solución intermedia a la discusión, "Ni para
ti, ni para mí; para los dos", ¿O debemos añadir para los tres, ya que no podemos dejar a un
lado los buenos oficios del mediador?
Bromas aparte, ¿se imaginan el problema que se plantearon los primeros propietarios,
pongamos de terreno, al tener que delimitar sus campos?
Sencillamente, ninguno, Se tomaban unos hitos, y si no los había, se colocaban piedras de
demarcación y asunto concluido, "Desde aquí hasta allí, es mío; lo otro, es tuyo", ¿Fácil,
no?
¿Y no sería esa la explicación a muchos menhires o piedras erguidas de la antigüedad,
que eran hitos o señales para delimitar las demarcaciones?
Hemos visto a nuestros modernos agrimensores, provistos de teodolito y barra, pintada en
rojo y blanco, marcar hitos que luego señalaban con una estaca clavada en el suelo, No hay
nada más seguro como triangular un terreno, medirlo y saber los acres o hectáreas que tiene.
Se extiende un certificado de medición, que se une a la escritura de propiedad, y ese terreno
queda en posesión de tal o cual terrateniente.
Pero, ¿y antiguamente, no sabemos exactamente cuándo, cómo se medía un terreno, si
por no tener, no tenían ni números, ni metros, ni teodolitos, ni sabían hacer un triángulo o
un cuadrado?
¡Vaya, difícil y arduo problema!
Pues no lo crean, Aunque entre los primeros propietarios no existía el sistema métrico
decimal, sí tenían algo muy útil para medidas relativas: el pie o la mano (que luego se
convirtió en codo).
Puede que algún irónico nos diga que la zancada también pudo utilizarse para medir, y no
lo dudamos, Para delimitar una demarcación se hace preciso que ambas partes acepten la
medida, bien sea codo, palmo, pie, vara o los nudos de una cuerda. No importa. La medida
patrón, como es el metro en la actualidad, es arbitraria, Han habido tantas y de tan diversa
longitud que es imposible saber cuál fue la primera. Supongamos, por tanto, que se utilizó el
pie, que es como una tercera parte del metro (0,305 metros, exactamente).
Ya tenemos una región agrícola y unos hombres que han delimitado sus terrenos.
Ahora, empecemos a especular, Satmet, por ejemplo, debe a su vecino Guht una jarra de
trigo, o le ha pedido una cabra. Como no se la puede devolver, ¡Por sus cosas!, le ofrece una
parcela de su terreno. Y Guht acepta. El terreno de Satmet disminuye así y el de Guht
aumenta.
-Te daré toda esta tierra.
-De acuerdo -acepta Guht-. Voy a desplazar el hito.
Es justo. La piedra o piedras que señala la antigua demarcación ha de ser desplazada. El
trueque se ha efectuado de conformidad entre ambos vecinos.
Pero, ¿y cuando no hay conformidad y sí astucia o mala fe? ¿Y si Satmet accede a retirar
el hito y luego, en ausencia de su vecino, lo vuelve a colocar donde estaba? ¡Ah!
Se hace evidente que la tierra tiene que ser marcada... ¡Y medida!
En la Fig. 56 hemos puesto un ejemplo práctico de lo que, aún no podría ser llamada
Geometría Hermética, sino geometria a secas, a fin de cuadricular un terreno, que
previamente hemos delimitado sobre un mapa (sombreado) y que; como en el ejemplo, lo
llamamos la propiedad de Satmet.
Ignoramos, y por eso estamos especulando, cuándo y dónde se inició esta forma de
medición geométrica, que no difiere en mucho de la que emplean nuestros agrimensores en
la actualidad. Pero de todo esto vamos a extraer aleccionadoras consecuencias y reveladores
principios.
Imaginamos a Guht, hipotéticamente, tratando de averiguar cuánto terreno tiene en su
poder, después del trueque, bien porque desee cambiarlo por cabras o porque desee
repartirlo equitativamente entre sus tres o cuatro hijos.
Si dispone de un tendal, medirá su terreno, de hito en hito, recurrirá a palitos, piedras o
rayitas y establecerá una numeración o su equivalente. Examinando cada palmo de terreno,
sea rectangular o irregular, acabará por sabér cuántos palmos o pies tiene la superficie que le
pertenece. Esto es elemental para un ser racional. Paso a paso, o palmo a palmo, haciendo
rayitas sobre un guijarro, podemos establecer una cantidad de palmos o pasos. Si contamos
con los dedos de la mano, cada dedo puede ser un palmo, y así sucesivamente.
Guht, sin darse cuenta, estaba convirtiendo la geometría en aritmética. Marcó nuevos
hitos, dividió su terreno y se lo dejó a sus hijos en partes aproximadamente iguales. ¿No es
posible? ¡Naturalmente que sí, y con tiempo habría podido hasta medir toda la superficie de
la Tierra!
No obstante, hay otros procedinlientos más prácticos para medir el terreno y el más
antiguo, a nuestro modesto entender, es el de la cuadriculación. Tomamos la "medida",
repetimos sobre una línea recta tantas veces como la "medida" entre en la recta y sumamos.
Trazamos otra recta perpendicular a la anterior, volvemos a contar cuantas veces entra la
"medida" en ella, sumando repetidas veces la "medida", y obtendremos la superficie del
cuadrado o rectángulo que buscamos.
Como los terrenos no siempre son cuadrados, la triangulación -ya que un triángulo es la
mitad de un cuadrado- nos puede servir para hilar más fino.
Ya tenemos, por tanto la "medida" local, aceptada por la comunidad, y un concepto
geometrico con el que vamos a seguir especulando, puesto que el suelo, poco a poco, va
adquiriendo mayor valor, y más si se se encuentra en las inmediaciones de una gran urbe.
¿Nos comprenden?
Si se fijan en la Fig. 56, verán la forma irregular del terreno propiedad de Satmet, que,
para mayor "inri" posee un camino que lo cruza hasta el río, y que no le pertenece, por ser
de la comunidad. Satmet ha buscado a un geómetra para que le diga cuántos "codos" tiene
su terreno.

Fig. 56. Geometría Hermética aplicada a la Agrimensura. Sobre un cuadrado de 64


casillas ABRACADABRACADABRACA equivale a 20 casillas. Si cada casilla
tiene 100 codos, la propiedad de Satmet tendra 2.000 codos.

El geómetra ha tomado medidas y ha dibujado un mapa en donde el terreno de Satmet


aparece con bastante precisión, como si hubiera sido observado a vista de pájaro. Como ha
seguido fielmente las líneas de los" hitos, los ángulos coinciden.
Después, el geómetra ha buscado el centro del terreno, sobre la tablilla, el pápiro o donde
haya trazado su plano. Ha sacado un compás y ha buscado el círculo, de suerte que un punto
de la circunferencia coincida con uno de los vértices del terreno, o sea, el que está
justamente colindando con el río. Obsérvese que la circunferencia pasa holgadamente fuera
de los demás vértices o hitos del terreno.
Con el círculo así trazado, el geómetra sólo tiene, pues, que medir el radio AO y luego
cuadricular, sobre el papel, todo el círculo. En el ejemplo la cuadriculación es muy simple.
Por medio de los semicírculos ha obtenido el cuadrado y la división de éste en 16 casillas.
Una subdivisión, partiendo todos los cuadros por la mitad, lo ha convertido en un cuadrado
de 64 casillas (como un tablero de ajedrez).
Después, ¡Y esto es lo que nosotros aportamos, ¿cómo no?, a modo especulativo! ha
marcado con signos "mágicos" los cuadros comprendidos dentro del terreno de Satmet, en el
bien entendido que ha sido más meticuloso que nosotros y ha compensado geométricamente
todas las irregularidades del terreno, incluyendo el camino, que no pertenece a Satmet, hasta
obtener veinte cuadritos completos, de los sesenta y cuatro que hay en su cuadratura. Para
no confundirse en las mediciones de los cuadritos que pertenecen a Satmet, repetimos, los
ha marcado con signos mágicos. Luego, los ha contado.
Y, como sabiendo el lado de un cuadrito, sabe su superficie, el geómetra ha dicho a
Satmet, al acabar su trabajo:
-Tu propiedad tiene dos mil codos. Si la quieres vender, sé de un hombre que te dará dos
denarios por codo, o sea cuatro mil denarios.
¡Satmet se habría hinchado como un pavo real, porque tener cuatro mil denarios era tanto
como ser un hombre rico! Pero no vendió su terreno, lo conservó hasta que le ofrecieron
cuatro denarios por codo. Entonces, vendió la mitad y obtuvo lo mismo que le había
ofrecido el geómetra, reservándose la mitad de la tierra. ¡Ah, Satmet, qué sagaz fuiste!
Metáforas aparte, a más de un lector le habrá sorprendido ver los "signos mágicos"
formando una abracadabrante palabra, en torno a la cual se han urdido sobrecogedoras
fábulas. Y, sin que estemos absolutamente seguros del porqué lo hemos hecho, se nos
ocurrió, hace ya algún tiempo, cuando empezábamos con esto de la Geometría Hennética
que, efectivamete, cuando la trigonometría ni se había soñado, pero sí intuido, ya habian
hombres que medían terrenos por el mundo.

Fig. 57. Cuadrados superpuestos y variaciones en blanco y negro.

Aquellos geómetras utilizaban procedimientos medievales, muy en la línea del ejemplo


de la Fig. 56, pero se reservaban el secreto de su trabajo, dándole un aire misterioso y
mágico, para lo que el ABRACADABRA, al que podían añadírsele tantas letras como fuera
preciso, a fin de llenar los triángulos o cuadros del terreno en medición, era una simple
clave mnemotécnica que desconcertaba al campesino o al terrateniente -un campesino más
rico, pero campesino al fin-, haciéndole creer que su ciencia era muy complicada y, por
tanto, la medición valía más que otra medición menos "abracadabrante".
¡Tretas del oficio que hasta permitían vender parcelas de cielo al incauto que estuviera
dispuesto a pagar por ellas!
Debemos remitir al lector al principio de este capítulo, donde aclaramos el propósito que
nos guía, e insitimos en que esto es una pura teoría y la Fig. 56, un ejemplo. Ignoramos si
todo ello fue exactamente así, se le parece un poco o nada tiene que ver con la realidad. De
todos modos, con esa demostración especulativa estamos dispuestos a realizar la medición
de cualquier terreno, ¡de no muy dilatadas dimensiones!, y estamos convencidos de no errar
en muchos metros.

Fig. 58. Dibujo hexagonal.

Plácenos, al mismo tiempo, insertar...las Figs. 57, 58 y 59, que, aunque no tengan
absolutamente nada que ver con lo que hemos expuesto en este capítulo, sí les ayudará a
formarse una idea todavía más clara de la que tengan ya, acerca de la utilidad "práctica" de
la Geometría Hermética. Lo malo de todo ello es que la geometría plana o euclidiana ya ha
recurrido a la hermética en innumerables ocasiones -¡sin consultar con nadie!- y la ha
utilizado como si fuera propia, tanto en arquitectura, como en mecánica, ornamentación o
agrimensura, despreciando lo que, por ignorancia o por falta de profundidad, no ha
considerado útil a su trabajo.
Así fue, precisamente, cómo se fue perdiendo la esencia ancestral de la Geometría
Hermética, que salía del claustro o la bóveda del astrólogo y "mago" para ir aportando su
colaboración a otras ciencias y trabajos, lo que nos ha llevado, con el tiempo, a olvidar su
origen milenario y a creer que todo ha surgido del Renacimiento o poco más allá, cuando la
verdad es que mucho antes de construirse las pirámides de Egipto ya se utilizaba esta
geometría, se construían pueblos y ciudades y se delimitaban los territorios con líneas
geométricas invisibles.
Esto no es una panacea, ni un elixir maravilloso capaz de curar todos los males. Pero sí es
el fiel reflejo de la evolución constante de la inteligencia del hombre, que nos sitúa en la
alternativa de tener que aceptar, o bien que la descubrió el hombre, paso a paso, línea a
línea, y a través de muchísimos siglos, pudiendo haberse perdido y recuperado después, o
bien que nos fue revelada por inteligencias superiores.
Y sin el propósito de hacer excesiva presión para que se crea, nosotros estamos
convencidos de que la Geometría Hermética es más antigua que el planeta que actualmente
nos alberga. Hay una poderosa razón cosmológica que nos induce a creerlo así.
Bien es cierto que el hombre puede ser más antiguo de lo que suponemos y su
inteligencia haber alcanzado cimas insospechadas, para caer posterioremente en el
abandono, la apatía y la ignorancia, sin que se perdiese del todo el conocimiento adquirido
anteriormente por otras generaciones. Es posible que así fuera. Pero es un mundo demasiado
inmenso el que nos revela la G .H., demasiado vinculado al cosmos y a los astros que giran,
van, vienen, nacen, mueren, para que nosotros podamos admitir el que estemos solos en la
inmensidad del universo y que esa maravilla estructural de las líneas lo hayamos
descubierto nosotros sólo con mirar al cielo.
Y otro argumento. Supongamos que no estamos solos, que hay razas extraterrestres que
influyen, directa o telepáticamente, en nosotros y nos han transmitido sus conocimientos.

Fig. 59. Complemento. División del círculo en 28 partes (4 x 7 = 28).

¿Cuántas razas? ¿Sólo una, varias, muchas?


He aquí una pregunta inquietante. ¿Creen los chinos que sólo hay chinos en el mundo,
encerrados dentro de la Gran Muralla? (¿Dónde diablos hemos leído nosotros esta frase?
¿Nos la habrán transmitido los extraterrestres? ¿Los de Ummo, los de Adamski, los de
Duncan Lunan o los de Siragusa?)
Sigamos con la Geometría Hermética (G.H., que queda más yanqui) y permítasenos decir
que en más de una ocasión, tal vez por influencia platónica, se nos ha ocurrido pensar si
todo esto no nos habrá sido "transmitido", para que sea divulgado, por esa facilidad que
tenemos para "decir cosas".
Digamos, de paso, que también hemos pensado en que los hombres podemos formar
parte de una especie de inmensa colectividad mental, y que, de un modo u otro, estamos
todos conectados a una Gran Mente común, de la que todos podemos extraer "recuerdos" o
pensamientos, habidos o por haber, que sean afines a todos y que a nosotros nos parezcan
propios y exclusivos.
¿Por qué no? Es algo sumamente parapsicológico y que no es la primera vez que se nos
ha ocurrido, ni los únicos en "pensarlo". En la cabeza, dentro del cráneo, sólidamente
protegido, tenemos un cerebro que es un verdadero enigma y en donde suponemos el origen
de nuestras ideas, aunque bien podía ser una especie de ordenador, emisor o receptor, que,
de un modo u otro, nos comunique con otros individuos, ya sean de aquí o de fuera.
Todo esto viene, sutilmente llevado con astucia, para cerrar este capítulo que,
irónicamente, hemos llamado "Especulación... del suelo", a fin de poder presentar la
Geometría Hermética como algo práctico en el pasado. Pero ignoramos si fue así, porque
nuestros registros "akásicos" no están muy afinados. Puede que se nos "haya ordenado"
hacerlo, que se nos "haya ocurrido" a nosotros, que todo no sea más que una falacia, que
hayamos perdido lastimosamente el tiempo y que no hayamos dado ni siquiera una en el
clavo. Pero lo que es evidente a todas luces es que lo hemos escrito, que está aquí, para bien
o para mal, y esto no es una entelequia, sino una realidad.
Por favor, ¡no nos pregunten más!.
Dijimos que no somos expertos en nada, que tenemos una vaga idea de lo que es
agrimensura y que la trigonometría y los logaritmos que aprendimos hace muchos años se
nos han desvanecido de la mente -¡o de la memoria!-, amén de que las matemáticas nos
producen jaqueca.
Es recurriendo a los libros, ¡que no todos son tan doctos como se supone!, cómo sabemos
que en la Antigüedad, en Asiria, Persia y Egipto, así como en la América maya e inca, se
realizaban mediciones de terrenos por medio de aparatos arbitrarios y empíricos, porque la
verdadera ciencia de la Agrimensura, derivada de las Matemáticas, data del siglo XV,
cuando se inició la triangulación y que luego se perfeccionaría con la Trigonometría y la
utilización del teodolito.
Nosotros, que no nos consideramos reencarnados por algún antiguo geómetra, tipo Allan
Kardec, pensamos que todo lo que exponemos pudo haber sido así, y no que haya sido así.
Esto debe quedar bien claro, y lo remarcamos vigorosamente por si no lo hemos hecho
antes.
La G.H. no es nueva, ni mucho menos. Todos la conocen, aunque hayan creído que era
simple geometría. Los hombres que, forzados por la necesidad, recurren a complicados
dibujos para realizar sus obras, estan comportándose como geómetras herméticos, ya que es
imposible saber dónde acaba lo conocido y empieza lo desconocido, especialmente en un
campo tan inmenso como es el de las líneas, que la más larga, si Einstein no iba
desencaminado, daba la vuelta al Universo y regresaba a su punto de partida, siendo recta y
no curva.
¿Comprenden bien esto?
Sinceramente, nosotros, no. Pero, ¿qué importa eso? Sonriamos, aquí no se acaba todo;
hay mucho más por delante. La G.H. no ha hecho más que empezar... ¡aunque lleve
existiendo toda la eternidad y sus líneas ocupen prácticamente todo el infinito!
Sigamos trazando figuras... ¡No las acabaremos jamás!

"No deberíamos empequeñecer el Universo para


acomodarlo a los límites de nuestras facultades
perceptivas, como ha venido haciendo hasta
ahora el hombre."
Sir Francis Bacon (1561-1626).

CAPITULO XVI

¿ENOCH O HERMES- TOTH?


El "Libro de Enoch", considerado como apócrifo por la Iglesia católica, había sido
admitido como de inspiración divina por la iglesia primitiva, hasta el concilio de Nicea del
año 325, fecha en que el Papa Urbano I, aconsejado por los padres del Cristianismo, ordenó
rechazarlo e incluirlo en el Indice, recusando así un libro del Antiguo Testamento que se
empieza a considerar ahora como fuente de inspiración para Moisés en la redacción del
Génesis.
Nos encontramos, por tanto, ante una obra "perseguida", inquietante, sorprendente y, bajo
nuestro punto de vista, sugestivamente reveladora, ya que su texto, contemplado bajo el
prisma actual, reduce el concepto de Jehová al de un simple jefe de una expedición
extraterrestre que llegó, hace muchos siglos, a nuestro planeta. Pero esto no es todo. Nos
cuenta lo que el Génesis dejó de contar, confundiendo hechos y personajes, porque "el
pueblo fiel, elegido del Señor, no debía saber más de lo que convenía a sus dirigentes".
"El Libro de Enoch" era conturbador, perturbador e inquietante. Su lectura daba que
pensar, aclaraba dudas y dejaba a los primitivos teólogos y exégetas en una postura
ciertamente incómoda, reduciéndolos a lo absurdo, o poco menos. Por ello, se decidió su
desaparición y se aregló la Biblia como se pudo, aunque no se eliminó el nombre de Enoch
del Antiguo Testamento por las razones que luego expondremos.
En realidad, hubieron tres Enoch o Enós en la Biblia. El primero se menciona en el
Génesis, 4,17. como el hijo mayor de Caín:
"Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y
llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. Y a Enoc le nació Irad, e Irad
engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec."
Tenemos, pués, el primer Enoc o Enoch, hijo de Caín y Padre de Irad.
El segundo, que aparece con el nombre de Enós, fue pariente próximo del anterior, por
ser hijo de Set, el tercer hijo de Adán y Eva.
"Ya Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres
comenzaron a invocar el nombre de Jehová." (Génesis, 4,26).
El tercero, y en quien recaen nuestras miradas escudriñadoras, por creerlo el autor del
libro apócrifo que comentamos, fue hijo de Jared y padre, a su vez, de Matusalén, que fue
padre de un segundo Lamec, el autor de los días de Noé.
Prestemos atención a esta genealogía puesto que presenta singulares características,
especialmente, por la larga vida de todos aquellos varones, cuyo promedio estaba en los
ochocientos años. Matusalén, por ejemplo, vivió 969 años; Jered, padre de Enoch, vivió 962
años, y Lamec vivió 777 años.
Es significativo que los descendientes de Adán y Eva, quienes habían probado el fruto
del árbol del Bien y del Mal, vivieran tantísimos años. ¿No pudo aquí haberse cambiado el
texto sagrado, ya que el propio Jehová hace referencia a otro árbol, el de la vida, que podía
hacer eternos a los hombres?
Lo que sí nos consta es que el Rashi de Troyes, sabio exégeta de la Edad Media, daba a
los "Elohim", plural de extranjeros, la característica de acompañantes de Jehová y "tomaron
mujeres de las hijas del hombre", por lo que no debían ser espíritus o asexuados.
Es, por otra parte, el susodicho Lamec quien nos hace pensar si el autor del Génesis, libro
escrito supuestamente por Moisés muchos años después de Enoch, no estaría confundido en
la primitiva genealogía, ya que Metusael, padre del primer Lamec, se parece
extraordinariamente al Matusalén que engendró al segundo Lamec.
Y veamos lo que nos cuenta la Biblia en Génesis 5,18 y siguientes:
"Y Vivió Jared ciento sesenta y dos años y engendró a Enoch.
"Y vivió Jared, después que engendró a Enoch, ochocientos años, y engendró hijos e
hijas.
"Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió.
"Vivió Enoch sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén.
"Y caminó Enoch con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y
engendró hijos e hijas.
"Y fueron todos los días de Enoch trescientos sesenta y cinco años. "Caminó, pues,
Enoch con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios."
Resumiendo, Enoch no murió como los demás ascendientes o descendientes, ¡sino que se
lo lleyó Dios consigo, en vida, cuando contaba sólo 365 años, mientras que su padre vivía
más de novecientos años, y su hijo, Matusalén, es considerado el hombre más anciano de la
historia!
Y recordemos, asimismo el Génesis 3,22: "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es
como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue la mano y
tome también el árbol de la vida, y coma y viva para siempre". Por el Pecado Original,
Jehová expulsó a Adán y Eva del Edén, a fm de preservar el árbol de la vida o la fuente de
la eterna juventud.
Enoch, descendiente de Adán en séptima generación, habría de merecer favor de Dios y
gozar del privilegio de ser llevado en vida al cielo, hecho que tuvo lugar en Achuzan,
porque allí eligió Matusalén un altar en recuerdo al rapto de Enoch. Como Elías, Enoch tuvo
el privilegio de eludir la muerte, ya que fue al Más Allá "dentro del cuerpo que recibió en su
nacimiento".
El Antiguo Testamento, además, menciona textos más antiguos que el Génesis, como el
"Libro del Justo" y el "Libro de las Guerras del Eterno", como se afirma en los Números,
21, 14 y 27, con lo que el Pentateuco no es el primer libro del pueblo de Israel.
Ahora bien, Enoch en hebreo se escribe Hanoc y significa "iniciador". Y hay más: Joseph
Karst, Profesor de la Universidad de Estrasburgo, relaciona a Enoch o Hanoc con el profeta
Edris. que se supone originario de Armenia o de la Alta Mesopotamia. Aunque tampoco ha
faltado quien haya asociado a Enoch con Oen u Oes, de lo que se ha llegado a deducir que
bien pudiera ser Oannes, el dios-pez de la cultura babilónica, habida cuenta de que todo se
refiere casi a la misma región.
Y, por otra parte, el dios egipcio Horus se llamaba Onnos y sus características eran muy
similares a las del Oannes mesopotámico, por lo que nada tendría de extraño que con
nombres distintos, pero similares, todos los relatos estuvieran refiriéndose a una misma
persona, o sea, a Hanoc, el iniciador, y el que se fue en vida con Dios, ya que ciertos
escritos rabínicos dicen que en el reino de los ángeles se le conoció como Miguel, "príncipe
celeste, encargado del registro de los méritos y pecados de los israelitas".
Existen cristianos en Oriente que lo relacionan también con el Hermes Trismegisto o
Hermes-Toth de los egipcios. Y aquí es donde queríamos llegar, para significar que, aunque
de distintas fuentes, diversos orígenes, con nombres diferentes, aunque similares,
muchísimos años antes de Moisés, hubo un profeta que escribió un libro por instigación
divina, el cual dividió en cinco partes principales, y que llamó:
1.0 La caída de los ángeles y la asunción de Enoch, en el que se habla de la llegada de los
"elohim", el descenso de éstos sobre Aradis, lugar próximo al monte Armón, y la cópula que
hicieron doscientos de ellos con las hermosas hijas de los hombres.
2.0 El libro de las parábolas, que explica las tribulaciones de los hombres, así como la de
los "ángeles caídos" y todo lo que de ello se derivó.
3.0 El libro del cambio de las luminarias en el cielo es el que explica, mucho más
profusamente que el Génesis, cómo se creó el mundo, las estrellas y todo lo que en el relato
de Moisés queda reducido a unas incomprensibles líneas.
4.0 El libro de los sueños narra la historia del mundo y la del pueblo de Israel desde sus
orígenes, y
5.0 El libro de la exhortación y la maldición, donde se señala el castigo que recibirán los
pecadores, así como la recompensa de los justos en el Juicio Final, cuando llegue "el Señor
al frente de sus ejércitos" para juzgar los actos de los hombres.
Es J. Bonsirven, en "La Bible apocryphe, en marge de I' Ancien Testament" (Fayard,
1953) quien nos da los datos del texto eslavo, o "Libro de los secretos de Enoch", y que
explica cuando los "seres luminosos" se aparecieron a Enoch para llevárselo fuera de la
Tierra.
Estos seres luminosos, o Veladores, que también podemos llamar nosotros "espíritus
guías", según la versión de Anne Marie Dinkel, que nos da Vintila Horia en "Encuesta
detrás de lo visible" (Plaza & Janés, 1975), o lo que cuenta el Dr. Raymond A. Moody, en
"Vida después de la vida" (Pág. 72), de Edaf, Madrid, 1977, al mencionar a los seres
luminosos que aparecen ante los que han sido considerados como clínicamente muertos, son
los que ahora debemos considerar con criterio actual y bajo un nuevo prisma, al examinar la
obra apócrifa o "perseguida" de "El libro de Enoch", en donde se dice:
"Entonces se me aparecieron dos hombres muy grandes, como nunca he visto en La
Tierra. Sus semblantes brillaban como el Sol, sus ojos eran como antorchas ardientes, de su
boca salía fuego y sus vestidos eran plumas de aspecto variado.
"Enoch se asustó, pero sus visitantes lo tranquilizaron, diciéndole: "Ten valor" Enoch; en
verdad, nada has de temer. El Señor eterno nos ha enviado a ti. Y he aquí que hoy vendrás
con nosotros al cielo. Da instrucciones a tus hijos para tu ausencia."
Cuenta Enoch que fue conducido al séptimo cielo y que fue un viaje real y no imaginario,
acompañado por seres de carne y hueso y no espíritus o figuras místicas, haciendo tangible
y tridimensional, material y físico, lo que otros textos sagrados han tratado de hacemos ver
como visión, sueño o simple relato de inspiración divina, con lo que todo esto lleva de
confuso y esotérico.
Pero hay más rastros de Enoch en las Sagradas Escrituras, lo que nos hace dudar del
criterio expresado por los primeros padres de la Iglesia al incluir en el Indice "El Libro de
Enoch". Por ejemplo, en La Epístola Universal de San Judas Apóstol, después de hablar de
las falsas doctrinas y los falsos maestros, dice, en el versículo 14: "De éstos también
profetizó Enoch, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas
docenas de millares para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos de
todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los
pecadores impíos han hablado contra él."
Ahora bien, cuando el Concilio de Nicea calificó de apócrifo "El Libro de Enoch", todos
los ejemplares que existían en aquel siglo de gracia fueron arrojados a la hoguera. Esto ha
ocurrido siempre. Y de Enoch no habríamos tenido más que las citas respetadas en la Biblia,
de no haber sido por una versión eslava, conservada en Oriente, y por los tres ejemplares en
lengua copta que el inglés James Bruce halló en Abisinia en 1769, uno de los cuales ha
servido para la traducción que publicó en francés Letouzey et Ané, en París, 1906, obra de
Francois Martin.
Parece ser que James Bruce regaló un ejemplar a la Biblioteca de la Universidad de
Oxford, otro se los obsequió a Luis XV, de donde se obtendría la traducción francesa, y el
tercer ejemplar lo conservó él mismo.
Y veamos, para concluir nuestra exposición, un fragmento del libro que estamos tratando,
porque después habremos de mantener cómo aprendió el hombre los "secretos de los
signos", ¡ya que aquí sólo pretendemos demostrar el origen de la Geometría Hermética!
"En aquellos días, en que los hijos de los hombres se multiplicaron, ocurrió que les
nacieron hijas, bellas y deseables.
"Y cuando los ángeles, las criaturas celestes, las hubieron contemplado, se enamoraron
de ellas, y se dijeron mutuamente: 'Escojamos esposa en la raza de los hombres, y
tendremos hijos con ellas'."
¿No aprecian cierto paralelismo entre este párrafo de "El Libro de Enoch" y el relato de
Platón en torno a la Atlántida, cuando Poseidón eligió como esposa a Clito, la hija de
Evenor y Leucippa?
El relato de Enoch sigue diciendo:
"En número de doscientos bajaron, pues, sobre Aradis, lugar situado cerca del monte
Armón.
"He aquí los nombres de sus jefes: Samyaza, el principal de entre ellos, Urakabarameel,
Akibeel, Tamiel, Ramuel, Danel, Azkeel, Saraknya1, Asael, Amers, Batraal, Anane,
Zavebe, Samsavael, Ertael, Turel, Yomiael, Arazeal. Tales fueron los jefes de los doscientos
ángeles: y todos estaban con ellos.
"Y cada uno de ellos escogió a una mujer; se acercaron a ellas, y con ellas cohabitaron; y
les enseñaron la magia, las hechicerías y las propiedades de las raíces de los árboles.
"Y aquellas mujeres concibieron; y parieron gigantes, cuya talla era de trescientos
codos."
"Devoraban todo lo que podían producir los trabajos de los hombres y fue imposible
alimentarlos.
"Azayel enseñó a los hombres a hacer espadas y cuchillos, escudos, corazas y espejos; les
enseñó la fabricación de brazaletes y de adornos, el uso de la pintura, el arte de pintarse las
cejas, de emplear las piedras preciosas y toda especie de tintes, de modo que el mundo se
corrompió.
"Creció la impiedad; se multiplicó la fornicación; las criaturas transgredieron y
corrompieron todas sus vías.
"Amazarak enseñó todos los sortilegios, todas las hechicerías y las propiedades de las
raíces.
" Amers enseñó el arte de resolver los sortilegios.
"Barkayal enseñó el arte de observar las estrellas.
"Akibel enseñó los signos y los caracteres mágicos.
"Tamiel enseñó la ciencia de los astros."
Podríamos continuar largo tiempo narrando la "osadía" de los impuros que pervirtieron a
los ignorantes "hombres", pero es suficiente para dejar bien claro cómo llegaron ciertas
"ciencias" a conocimiento de los hombres!
Ya dijimos que Poseidón construyó una ciudad, templos y edificios, gracias a los
conocimientos que trajo consigo de la Morada de los Dioses, como nos contó Platón, cuya
obra inacabada nos sugiere el destino que debió sufrir, a semejanza de "El Libro de Enoch",
porque, seguramente, explicaría cosas que nosotros no debíamos saber.
Todo esto es lamentable, pero real. A los dirigentes religiosos de siglos atrás no les
agradaba la idea de que se supiera algo que, necesariamente debía tenerse oculto. Tal vez
por eso mismo se destruyó el mensaje que cubrían las vertientes inclinadas de la Gran
Pirámide, que debió ser un libro en piedra y testimonio de los conocimientos llegados del
cielo.
Los pueblos primitivos, indudablemente, no estaban preparados para comprender que
existieran otros planetas habitados y que en ellos hubieran seres, de antropomorfismo
análogo al nuestro, pero de cultura distinta y conocimientos técnicos y científicos
superiores. Es lógico suponer que en el enfrentamiento de ambas razas, la nuestra llevase las
de perder y quedase relegada a la de siervos o esclavos. Quizá no era este el plan de Jehová,
cuyas altísimas miras debían contamplar la dignificación, educación y preparación de los
aborígenes.
No queremos insistir en que los "ángeles" fuesen precisamente humanos, pero sí que eran
de carne y hueso, sexuados y capaces de engendrar hijos a las mujeres de los hombres. Esto
no lo niega nadie. Tampoco se niega que bajasen del cielo, o sea que llegaron a bordo de
algo que podía viajar por el espacio, como nos cuentan Ezequiel, Elías y Enoch.
Nosotros decimos aún más: el Ojo de Horus, tal y como estaba representado, debía ser
forzosamente una nave lenticular. Los egipcios la representaron en su forma más simple, o
sea, como un ojo, que sirve, al mismo tiempo, para observar y "volar alto".
Y no olvidemos, por otra parte, que para elevar enormes bloques de piedra a ciento
cincuenta metros de altura, lo más idóneo sería un objeto volante, a modo de helicóptero,
por audaz, atrevido o disparatado que esto pueda parecer a los que se obstinan en seguir
creyendo en las doctrinas de quienes hicieron desaparecer todo testimonio que no estuviese
de acuerdo con sus dogmas.
Ha sido tal la conjura establecida para silenciar todo el cúmulo de hechos aparentemente
sobrenaturales, que ya hasta dudamos del verdadero sentido de la magia, lo sobrenatural o la
simple superstición, aunque, sin dudar, esta confusión fue creada deliberadamente.
Nosotros no podemos afirmar de modo tajante que el fenómeno "ovni" sea una realidad,
pese al gran número de testigos oculares que parecen existir, no de ahora, sino a través de
todos los tiempos. Y hasta comprendemos que en tanto tráfago de opiniones la gente no
sepa a qué carta quedarse, porque en el terreno religioso ocurre lo mismo. Pero tenemos la
impresión de que todos estos fenómenos están, de algún modo, relacionados entre sí.
¿Y por qué tanta confusión? ¿No sería más fácil explicar la verdad, si es que alguien la
conoce?
Esto, precisamente, es el "quid" de la cuestión: todos creen conocer la verdad y cada
hombre da una versión distinta de la misma. ¿No es desconsolador?
Nosotros creemos que no somos la primera, ni la única, raza del Universo; pensamos que
hubieron seres, en ciclos o eones anteriores al nuestro, que se paseaban por el cosmos como
ya empiezan a realizar los astronautas de la NASA, con máquinas provistas de poderosos
medios de traslación, y que algunos debieron descubrir nuestra tierra hace algunos cientos
de siglos. Lo que ocurrió lo ignoramos, pero todo parece indicar que los extraterrestres se
rebelaron contra su jefe y se mezclaron con los habitantes primitivos, teniendo hijos con las
hijas de los hombres. Aquellos "elohim" eran humanos o humanoides, como mínimo. Lo
que ocurrió después es el eterno problema de los criterios entre buenos y malos, la dualidad
de Zoroastro, la gnosis, el "lo mío es mejor que lo tuyo" y las disensiones, de todo lo cual
todavía no nos hemos librado, ¡porque, seguramente, ése es el aciago destino del hombre, o
la prueba por la que hemos de pasar durante nuestras vidas!
La História, indudablemente, ha de partir de un principio. Lo malo es que cada vez
estamos más distantes de aquel remoto principio y nadie sabe, a ciencia cierta, qué fue lo
que ocurrió, por muchos retazos sueltos que hayan quedado. No conocemos nuestro
verdadero origen. Ni sabemos de dónde venimos, ni a dónde vamos. Pero, ¿no podemos
imaginar, por ejemplo, que hace veinte o treinta mil años, llegó una gran nave espacial a
nuestro Sistema Solar, y que esta civilización, desde su órbita planetaria, pudo influir en
nuestro desarrollo, del mismo modo que norteamericanos y soviéticos influyen en la
actualidad sobre los países subdesarrollados?
Aquí es donde nos vemos precisados a concluir nuestra hipótesis, porque sabemos muy
bien que si pusiéramos a votación universal el sí y el no de los que creen en la influencia
alienígena y nuestra evolución natural, nos encontraríamos con dos grandes grupos opuestos
y antagónicos. Esta es una constante filosófica y causa evidente del progreso que ignoramos
dónde acabará. En el erróneo supuesto que todos pensásemos del mismo modo, como si
estuvieramos conectados a una conciencia común o mente colectiva, en lo que abunda C.G.
Jung, creemos que aún viviríamos en la jungla, unidos los hombres de la tribu por espíritu
de supervivencia, respetando sólo al macho más fuerte o al más audaz y temerario, o nos
habríamos extinguido.
Y no es así. Existen opiniones diversas. Cada individualidad trata de demostrar que sus
ideas, teorías o principios, son los mejores. Y eso, aunque parezca otra cosa, es un motor de
progreso.
¡O al menos, así nos lo parece!
Jehová debió tener sus adictos y sus detractores. La experiencia que realizó en el Edén
con Adán y Eva fue un fracaso. Su desilusión no le llevó, sin embargo, a dejamos a nuestra
suerte, sino que, posteriormente, obligado por sus promesas al pueblo elegido, intervino en
diversas ocasiones, igual que debieron hacer los "ángeles caídos" o sus descendientes,
extendidos ya sobre la faz de La Tierra, confundidos dioses, semidioses, hombres y
gigantes, tanto en Oriente como en América, Asia y Oceanía, porque vestigios de grandes
civilizaciones antediluvianas están apareciendo por todas partes, lo que demuestra que, en el
pasado, sin los conocimientos de la Ciencia actual, se podían hacer cosas, templos,
pirámides o túneles impresionantes, basándose en una geometría esotérica que el hombre no
podía haber desarrollado por sí solo.
Esto es lo que nos atrevemos a mantener.

"El profesor Agrest afirma que Sodoma y


Gomorra fueron destruidas por una explosión
nuclear y que la ciclópea terraza de Baalbeck,
en el Líbano, era una pista de aterrizaje."

W. Raymond Drake,
"Las civilizaciones perdidas."
CAPITULO XVII

EL SÍMBOLO GEOMETRICO

Dentro de lo que se ha dado en llamar la simbología esotérica, hemos encontrado la


expresión oriental del doble Ying-Yang, en donde se revela geométricamente la dualidad
cosmogónica que ha dado origen al Todo, y que se representa por un simple círculo, como
dos planetas con estela que se estuvieran aproximando, en atracción y repulsión mutua, o
como fuerzas positivas y negativas de energía creadora.
Nosotros, dando por sobradamente conocida la figura, la hemos representado en la Fig.
60 un tanto más complicada, más hermética o alquímica, introduciendo el símbolo de la
Materia: tierra, agua, aire y fuego.
Esto no es más que un problema simple de Geometría Hermética, o una cuadriculación,
de donde hemos hecho desaparecer las líneas rectas, inexistentes en el Cielo, ¡pero que,
evidentemente, forman parte de un todo primordial!
Aquí vamos a tratar de los símbolos o signos secretos, cuya interpretación ha dado
materia y pábulo a las más insólitas y disparatadas teorías, sin tenerse en cuenta que, detrás
de cada figura, existe un entramado invisible (borrado "ex profeso") que sirvió de base a la
creación que estudiamos.
Repetimos una vez más. En Geometría Hermética no aparecen nunca las líneas primarias
que sirvieron para realizar el trazado definitivo, ¡porque se sobreentiende que el círculo y
los triángulos entrelazados y formando cuadro existen en el trasfondo, de lo contrario, no
sería G.H.
Los símbolos ausentes han de ser tenidos muy en cuenta y se pueden apreciar siempre en
la simetría de la forma; como el símbolo presente y visible deja de ser un símbolo para
convertirse en la realidad tangible. Tal es el caso de la Gran Pirámide de Keops o de
Hermes-Toth que representa el triángulo, vista al nivel del suelo, y un cuadrado, vista desde
el cielo. El símbolo ausente de esta obra megalítica es, por supuesto, el círculo y los siete
radios sagrados que nos expresan un conocimiento supremo, antiquísimo, por no decir
eterno, ya que esto parece exageración entre mortales, y que sin los cuales la magna obra no
sería más que una vulgar chapuza.

DOBLE YIN y YANG DE LA VIDA

Fig. 60. Símbolo geométrico-hermético de la Materia: Tierra (línea horizontal), Agua


(línea ausente o blanca), Aire (línea vertical) y Fuego (cuadriculado).
Hemos afirmado anteriormente que el judeocristianismo se ha apropiado de todo cuanto
existía antes de que existiera incluso el pueblo supuestamente elegido, y su simbología no es
más que un sincretismo en donde se han aunado conceptos anteriores, esotéricos o no,
conservados aquí y allá, en el devenir de la historia del hombre, como lo demuestra el
símbolo de la cruz, que ya hemos demostrado cumplidamente cuál es su origen y que surge
de la división del círculo en cuatro partes iguales.
No vamos a mantener ahora que la geometría sea también religión, pero sí diremos que la
religión se formó en el estudio de los conceptos geométricos y cosmogónicos, o bien es la
consecuencia del mensaje que seres superiores trataron de transmitir a nuestros primeros
padres, válgasenos la expresión de padres.
Si admitimos que la geometría nos fue revelada, al mismo tiempo que se nos entregaba el
instrumento para trazar el primer círculo, todo lo demás se nos daba por añadidura. En
nuestras manos estaban los medios para analizar las líneas y sus consecuencias y desarrollar
una doctrina técnica que nos elevaría del principio irracional, como así parece ser que
ocurrió.
Claro está que nadie nace enseñado y que es preciso una disciplina que, por medio del
análisis, nos conduzca a la síntesis o al origen que, en nuestro caso, representa el círculo.
¿Se nos comprende, nos estamos "enredando" o volvemos a las fórmulas simples?
Creemos que unos cuantos ejemplos" gráficos expresarían mejor lo que estamos tratando de
decir. Antes, sin embargo, recordemos que antes del cristianismo monoteísta hubo un
período politeísta, de dioses griegos, pero, mucho antes, celtas, egipcios o lemúridos y
atlantes creyeron en un solo Dios.

Fig. 61. Otro aspecto de la Geometría Hermética o invisible. La cruz en cinco


círculos. Las líneas de la triangulación hermética han desaparecido en parte.

Y esto de las creencias teológicas está estrechamente vinculado a los símbolos


geométricos, como pretenden demostrar los teósofos seguidores de H.P. Blavatsky, al
hablamos del primer libro escrito por el hombre, el llamado "Diagrama Cosmogónico de la
Tierra de Mu", que, según James Churchward, cuenta con 35.000 años, y cuyo símbolo es
un círculo rodeado de una corona de doce signos, conteniendo dos triángulos equiláteros
entrelazados.
Se cree, también, que existió una ciudad, llamada de Y s, sepultada por las aguas al
mismo tiempo que la Atlántida, donde se rendía culto a Isis. Y nosotros diríamos que todo
ello aconteció muchos siglos antes de que la humanidad se rehiciera, después del fabuloso
cataclismo, e iniciara su período prehistórico en la época que hemos dado en llamar el
neolítico.
Si atamos cabos veremos que son nueve o diez mil años antes de J.C. cuando aparecen
los primeros vestigios arqueológicos, si descontamos el período rupestre, donde las
condiciones climatológicas obligaron al hombre a refugiarse en cavernas. ¿Y antes? ¿Y
unos miles de años atrás?
El Sacerdote de Sais, según Platón, había dicho a Solón:
"Vosotros sólo recordáis un diluvio terrestre, pero ha habido muchos otros anteriormente;
lo ignoráis porque, durante muchas generaciones, los supervivientes murieron sin ser
capaces de expresarse por escrito."
¡Y porque los mensajes en piedra que nos dejaron, con una geometría simbólica, no ha
querido reconocerse como perteneciente al período paleolítico!
Los "dioses" amordazaron a la doliente humanidad de antaño. A los del Olimpo les
sucedieron grandes espíritus reencarnativos y las mordazas se hicieron más rígidas. Se hubo
de regar los campos con sangre, aunque Tales de Mileto, Anaxágoras y otros sabios de la
antigüedad ya enseñaban que La Luna reflejaba la luz del Sol y que la Tierra no era el
centro del Sistema Solar. Pero, después de haber arrebatado a los libros sagrados lo que más
convino, habiéndose deshecho de muchos de los que no ha quedado el menor rastro, se dijo
que Ptolomeo y su geocentrismo eran la verdad.
Ahora, después del hallazgo de las tablillas cuneiformes que narran la Epopeya del
Gilgamesh, nos encontramos con el hecho revelador y contradictorio de que el Génesis no
fue más que un plagio, y que la historia de Noé es la misma de Utanapishti. Pero, al mismo
tiempo, de América nos llega otra traducción del Popol Vuh y de la India, de libros que
jamás habían sido traducidos, surgen héroes y leyendas que nos hablan de cosas
estraordinarias.
Se ha intentado, ¿cómo no?, establecer la fecha de la catástrofe que asoló buena parte de
la humanidad y algunos se han fijado muy particularmente en el llamado calendario de
Manetón, quien, según Eusebio de Cesarea, sitúa 5.813 años antes del faraón Menes, que
fue el primer rey de la primera dinastía. Hecho el cálculo, como Menes vivió entre 5.619 - y
5.557, antes de J.C., tal catástrofe debió tener lugar hace unos 11.435 años, lo cual se
aproxima bastante a la fecha que nos dio Platón.
En definitiva, la humanidad sufrió uno o varios cataclismos, pero se rehizo y algo tuvo
continuidad. El hombre trató de "religar" con Dios y recurrió a los símbolos herméticos que
reconoció en las obras supervivientes a la gran catástrofe. Su análisis le llevó a reconstruir
una geometría que luego sería euclidiana, pitagórica o esférica, pero que, en sus primeros
balbuceos iniciáticos se basó en la cruz extraída del círculo celeste.
Obsérvese la Fig. 60. Recuérdese, de paso, que la sabiduría se refugió siempre, tanto en
la Edad Media como en el más remoto pasado, en los templos y santuarios, donde los sabios
astrólogos, ascetas o sacerdotes, buscaban afanosamente el origen y la verdad.
Fig. 62. Líneas en la infinidad de variantes de la figura anterior.

Fig. 63. El cuadro de 16 casillas, evidentemente más antiguo que el de 25, ofrece
infinidad de posibilidades.

La Cruz era el mayor símbolo geométrico de todos los tiempos, porque está en el origen
mismo de las figuras celestes. Es el punto central del que parten las cuatro líneas que cruzan
el cielo. En la Fig. 61 hemos representado la cruz por medio de cinco círculos, uno central y
otros cuatro que repiten ese símbolo árabe que se ha encontrado por doquier y que se ha
interpretado como un pentágono. Si siguiéramos las líneas geométricas veríamos la
triangulación cuadrática y el cuadrado de nueve casillas (3 x 3 = 9).
En la Fig. 62 los cinco círculos están, formando cruz, dentro de otro círculo. Y la
reticulación rectangular que obtenemos nos podría llevar, de proponérnoslo, hasta el
mismísimo plano original del Templo de Salomón, que parece ser fue trazado de acuerdo
con el Santo Grial o Tabla de la Ley, contenida en el Arca de la Alianza, que el Rey David
legó a su hijo. Aunque otros aseguren que el Templo fue trazado de acuerdo con el plano de
Hiram-Abi, el fenicio.
Dijimos que del círculo dividido en seis partes, de donde surge el Hexagrama o Estrella
de Salomón, se obtiene el cuadro de 16 casillas. En realidad, uniendo cuatro baldosas o
cuadrados, obtenemos esta división geométrica simple, de donde podemos obtener tantas
variantes como veces podamos multiplicar 16 por todos los demás números, lo que es,
prácticamente, infinito. Una prueba aparece en la Fig. 63.
Sin embargo, en la Fig. 64 hemos ido mucho más allá, porque aquí hemos dividido el
círculo en siete partes y luego nos hemos entretenido en hallar una sucesión de líneas
relacionadas con el cuatro, o sea, jugando con una cuadratura geometricohermética. Incluso
hemos obtenido efectos ópticos debido a la distorsión aparente de las líneas rectas. ¡Pero el
círculo ha sido cuidadosamente eliminado!
Esta parte de la geometría simbólica la hallamos tanto en las antiguas construcciones
griegas, fenicias. Romanas, etruscas, micénicas o dóricas, o sea culturas postdiluvianas.
como en la misma pirámide de Keops, considerada por nosotros como antediluviana, lo que
prueba que existió un nexo o lazo de contacto, aunque hubieran transcurrido cinco mil años,
o más, y demuestra que hay verdades inamovibles. Los lugares considerados como
sagrados, y que primero sirvieron para adorar a dioses supuestamente paganos, se utilizarían
después, por los sacerdotes de las nuevas religiones, para perpetuar el culto. Porque,
evidentemente, ninguna religión sustitutiva rompe definitivamente con la anterior. Y la cruz,
que surgió antes del diluvio, se conserva por su significado hermético y no porque fuese el
símbolo adoptado por Cristo, ya que, por si lo ignoran, la cruz de los ajusticiados por Roma
no era tal cruz, sino el símbolo de "tau" (T).

Fig. 64. Efecto Óptico de distorsión de líneas, partiendo de una "cuadratura"


geometricohermética. El círculo, eliminado, ha señalado la división del siete.

Las antiguas catedrales se alzan donde antes existió un lugar de culto pagano,
especialmente donde ofrendaron los druidas. Y las celebraciones paganas, relacionadas con
el culto astrológico, han sido transformadas en celebraciones cristianas, como la Navidad o
San Juan, que son cambios astronómicos solsticiales y equinociales.
Cambiemos, pese a todo, de temática, porque cuanto estamos exponiendo más parece un
reproche que un testimonio, y eso es tanto como apartarse del sendero que seguimos, ya
bastante árido de por sí, para que lo compliquemos aún más, saliéndonos de madre.
Queremos señalar que la Geometría Hermética ofrece prespectivas inestimables para los
delineantes y grafistas modernos, dado que, utilizando el entrecruzamiento de las líneas
primordiales de la cuadratura, la infinidad de facetas que se ofrecen, para quien sepa
"cribar" y escarbar entre las líneas, son prácticamente todas. ¡Y aquí no hay azar! Podemos
elegir los ángulos, formas, figuras o líneas que más se adapten a lo que pretendemos hacer.
Sólo hay que mirar atentamente y elegir.
Fig, 65. El cuadro dividido en 9 y 16 casillas. Apréciese la doble armonía del
entrecruzamiento triangular. Hay grafistas que utilizan estos recursos sin conocer
sus infinitas posibilidades.

Fíjense en la Fig. 65. Aquí partimos de un cuadrado dividido en 9 y 16 casillas. La


"trama" central, geométricamente pura, nos da variantes de diversos ángulos en torno a una
estrella de cuatro puntas. ¿Recuerdan la Rosa de los Vientos? Y la anchura de las líneas son
estrictamente proporcionales.

Fig, 66. Proporciones herméticas de la elipse, sobre la división del círculo en ocho
partes.

En la Fig. 66 damos las proporciones herméticas de la elipse, a base de dividir un círculo


cualquiera en ocho partes. Y como variante del mismo tema obtenemos, a modo de ejemplo,
la Fig. 67, cuyo sombreado nos recuerda la geometría medieval, época en donde se
desarrolló extraordinariamente este estudio y sus aplicaciones góticas.
Estamos a punto de "cerrar el círculo", porque intuimos-que, entre texto y gráficos, nos
hemos "pasao" un poco; y tan malo es pasarse como no llegar.
Nos quedan muchísimos dibujos sobre la mesa y nos resistimos a dejarlos inéditos, no
porque signifiquen mucho o aporten algo nuevo a lo ya expuesto, sino porque son algo así
como la Lección final de reflexión a esta obra que hemos titulado "La protohistoria" y,
dicho sea de paso, no es más que una infinitésima parte de lo que hay por decir.

Fig. 67. Variante gótica del círculo y el cuadrado, de amplísima utilización en la Edad
Media.

No obstante, el lector avisado se habrá dado cuenta de que no hemos querido hacer un
tratado serio de Geometría Hermética, sino que, fieles a nuestro sentido realista -¡fantástico
o no! -hemos introducido esta geometría en una temática protohistórica o
"arqueogeométrica". Se comprende fácilmente que esta geometría está descrita con muy
pocas palabras, ya que es experimental, a base de consumir papel y puntas de lápiz, trazando
figuras y más figuras y buscando aspectos inéditos a las líneas. No se requiere, por tanto, un
texto muy extenso. Pero nuestra geometría, como dijimos, se la atribuimos a Hermes-Toth,
y aquí es donde debía entrelazarse la Historia de la "otra" Historia, porque siempre hemos
mantenido que una cosa es lo que nos han contado y otra muy distinta lo que en verdad
debió ocurrir.
Nosotros hemos tratado ya, en obras anteriores, tanto con nuestro nombre como con
seudónimos, esas temáticas sugerentes de culturas, civilizaciones y mundos desaparecidos.
Aquí, tratando de no repetimos, hemos continuado aportando datos distintos, ya que no
podían ser nuevos -¡Considerando que ni siquiera Erich von Daniken es capaz ya de hallar
"cosas" nuevas!- y ampliando el trasfondo de la Geometría Hermética, pensando más en el
benévolo lector que en nosotros mismos.

Fig. 68. Esta Cruz de Malta ha sido obtenida por división del círculo en doce partes, o
sea, el doble Hexagrama.
Fig. 69. Un "septenario" geometricohermético obtenido por la división del círculo en
siete partes.

Y este es el resultado. Las Figs. 68 y 69 son parte de las que nos resistimos a dejar
inéditas. En cambio las Figs. 70 y 71 (así como las 72 y 73), son las Lecciones de Repaso,
en cuyo pie está la explicación que consideramos suficiente. A menor número de palabras,
mayor comprensión.

Fig. 70. ¿Podría Ud. hallar la figura y las línea que han sido empleadas para trazar
esta figura geometricohermética?

En cuanto a las Figs. 74 y 75 no queremos hacer ningún comentario.


Y ya vamos a concluir. Pero nos falta decir lo más importante.
No hemos dicho todavía la verdad de la Geometría Hermética; lo hemos reservado para
el final, como en las mejores obras de suspenso. Dejamos constancia o dijimos que la idea
de desentrañar los secretos de la geometría olvidada se nos ocurrió cuando escribíamos
sobre Los Templarios.
Pues bien. Ahora podemos decir, naturalmente a quien quiera creernos, que esta idea nos
llegó de afuera, nos fue transmitida, no sabemos desde donde ni por quién. Se nos dirigió
mental o telepáticamente y se guió nuestra mano -¡tanto en el error como en el acierto!-
cuando trazábamos las líneas que ahora reproducimos.
Fig. 71, Respuesta a la Fig. 70. División del C. en 4. 3/4 partes divididas entre 7
(Distancia AB) y luego unir los siete puntos entre sí. Luego se sombrean los
triángulos elegidos.

Fig. 72, Para componer este sencillo cuadro, ha sido necesario desarrollar toda la
"trama" del boceto siguiente (Fig. 73), que puede servir para infinidad de otros
gráficos distintos.

¿Verdad que a muchos les cuesta creer esto? ¿Verdad que parece un truco para causar
mayor efecto y dejar perplejos a los pusilánimes? No lo crean. Estamos seguros de que
muchas personas que figuran en la Historia con nombres relevantes, como Isaac Newton,
Copérnico, Calileo, Sir Francis Bacon, y muchísimos más, recibieron mensajes
extrasensoriales que les permitieron llevar a cabo sus peculiarísimas misiones.
Puede, y esto no lo dudamos, que en nuestra tesis existan muchos errores y que cuando se
cribe debidamente la G.H., salgan a la luz errores de bulto que a nosotros nos han pasado
por alto. Estamos seguros que esos errores son fruto de nuestra particular ignorancia, al
pretender introducir ideas que no nos llegaban de afuera, como sí así estuviese ocurriendo.
¿Nos comprenden?
Nadie puede saber cuándo está siendo "dirigido" y cuándo no. Pero sí estamos seguros de
que, influidos o no, vengan las ideas del consciente o del subconsciente, siempre hemos
sabido que alguien guiaba nuestros pensamientos. Y de esto nos dimos cuenta cuando
escribíamos "Mundo sobrenatural", en donde quedó expresado.
No sabemos cuanto tiempo durará lo que Sócrates llamó "deimon", y los poetas conocen
como Musa. Incluso ignoramos si todo está extraído de la conciencia colectiva, en cuya
suprema fuente bebemos todos, pero podemos asegurar que, a veces, mientras escribimos o
dibujamos figuras geométricas, nos sentimos como ausentes, como hipnotizados o flotando
en una inexplicable proyección astral, ajenos al tiempo y a la realidad, de la que hemos
salido con auténtico sobresalto cuando se nos ha llamado por cualquier motivo.

Fig. 73. Boceto necesario para la composición del cuadro de la Fig. 72. La Geometría
hermética es aquí evidente.

Fig. 74. El trazado negro de esta cruz nos revela las líneas herméticas desaparecidas.

No es cierto eso de cerrar los ojos y escribir sin saber lo que se escribe, porque
continuamente hemos de estar consultando libros, nombres, fechas o datos para mayor
seriedad. Repasamos obras que hemos leído tiempo atrás o recientemente. Sin embargo, en
el momento de exponer las ideas en el papel, ese extraño "alter ego" parece manifestarse de
forma tangible, como si estuviera detrás nuestro, inclinado sobre el hombro y musitando las
palabras que hemos de formar con las teclas de la máquina eléctrica.
No esperamos que nos crean los escépticos. Somos lo suficientemente razonables para no
creer "aún" en estas cosas calificadas como sobrenaturales. Y, sin embargo, nosotros, que
prácticamente no sabíamos dibujar, hemos realizado gráficos que no resultan del todo
desagradables y algunos son hasta embrolladamente complicados. ¡Y todo con medios
insignificantes: un mal compás, una pluma de tinta china, un lápiz y una regla, en cuyos
números no hemos mirado nunca!
Esto es lo que queríamos decir para concluir.
Ignoramos, por otra parte, si esto aporta algo nuevo al conocimiento que nosotros hemos
considerado perdido, o si, por el contrario, es una tomadura de pelo de la que nosotros
hemos sido la primera víctima
-¡No se nos va de la cabeza que existen espíritus burlones flotando por ahí, que han
podido gastamos una broma!-. De todos modos, víctimas o victoriosos, estamos culminando
una tarea que nos ha llevado, entre unas cosas y otras, sus buenos dos años, aunque
hayamos utilizado conceptos en las otras obras anteriores nuestras. Y es en esta última
donde hemos expuesto nuestro mejor criterio y nuestra mayor "inspiración".
Ya nada más.

Fig. 75. Las líneas en negro: celestes. Las líneas en gris: terrestres.

Si hemos contribuido a esclarecer algo que sea útil a los hombres, de ahora o del mañana,
nos sentiremos muy satisfechos, aunque sólo sea una leve vida, un concepto o una línea,
iporque nunca podemos estar seguros, ni nosotros ni nadie, de que un dibujo, el peor o más
feo, pueda servir de inspiración a otros y que de ellos se derive algo verdaderamente grande
para la humanidad de la que formamos parte!
La caída de una manzana inspiró a Newton la Teoría de la Gravitación Universal.
¿Y si la Geometría Hermética lleva al hombre a descubrir cuál es su verdadero origen?
¿No es éste el principio agnóstico más buscado de todos los tiempos?"
¿No trató Pitágoras de transmitimos todo lo que él averiguó en sus viajes por la Galia,
Mesopotamia y Egipto?
¿Y no son los símbolos geométricos mensajes del pasado, escritos en piedra, en forma o
en ideas?
Nosotros no podemos responder a estas preguntas... ¡por ahora! Tal vez, algún día, lo
hagamos si nos sigue acompañando la inspiración. Mientras tanto... ¡Gracias de todo
corazón!
Pedro Guirao, enero 1978.

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