La Protohistoria Pedro Guirao
La Protohistoria Pedro Guirao
La Protohistoria Pedro Guirao
(Contratapa)
LA PROTOHISTORIA
Por Pedro Guirao
La Protohistoria
PEDRO GUIRAO
EDICIONES TOPELA.
Cerdeña, 536
BARCELONA - 24
Dedicatoria:
A los Hermanos de la Luz, a las fraternidades del Amor y la Verdad, a los que aman
la razón y la justicia y a los que viven en la esperanza y la fe en el futuro... A todos
los hombres de este planeta, con el afecto de
Pedro Guirao
INDICE página
Queremos empezar aclarando, sin lugar a dudas, lo que entendemos por Geometría
Hermética y que, como su nombre indica, se relaciona con Hermes-Toth o Taautos, también
Mercurio y otros nombres más, perdidos en la nebulosa de los tiempos pretéritos. Los
nombres con que los antiguos conocieron a este supuesto dios pueden ser tantos como
lenguas o dialectos se hablaran en la más remota Antigüedad, no sólo en regiones
determinadas de nuestro planeta, como pudiera ser la cuenca del Mediterráneo, sino también
en lugares y países que ni siquiera existen, destruidos por cataclismos geológicos, guerras o
plagas.
El mundo en que vivimos no siempre tuvo la configuración geológica que hoy
conocemos, ni podemos esperar a que se conserve por siempre como es ahora. Los planetas,
como todo lo que nace en el Universo, se transforman durante el transcurso de su vida y
acaban por morir. Ese destino inexorable es igual para un insecto, una planta, un animal, un
hombre, una roca o un mundo. Del mismo modo, el tiempo que transcurre desde el
nacimiento a la muerte es absolutamente desigual para todos.
Aunque digamos que el promedio de vida del hombre actual es de setenta años, con eso
no aclaramos la duda de si los años tuvieron siempre la misma cantidad de 365 días, o si
estos días eran más largos o más cortos que ahora, porque el tiempo por el que nos regimos
está en función de las vueltas que La Tierra da sobre sí misma y de las que da alrededor del
Sol, de su mayor velocidad o lentitud o de muchos otros factores que los sabios no han
tenido en cuenta.
Porque, ¿estamos seguros de que nuestro planeta ha mantenido siempre idéntica distancia
al astro rey y su velocidad es constante, como de 29,8 Km/s? ¿O acaso sabemos cómo y
cuándo se formó La Tierra?
Ni siquiera sabemos si en épocas pasadas, gracias a las míticas fuentes de la eterna
juventud, o a remedios o elixires cuya fórmula se haya perdido, los hombres vivían
ochocientos o mil años, como los personajes bíblicos, desde Set a Noé, sin omitir a
Matusalén, que vivió novecientos sesenta y nueve años. Aunque tampoco debemos
preocupamos mucho de estas cuestiones, ya que su relativismo es notorio y mil años de una
existencia letárgica, insípida o semi hibernal no pueden ser comparados con unos pocos de
intensa actividad, de estudios, acción, emoción o pasión.
Una teoría cosmológica mantiene que el Universo en que vivimos, del que somos una
insignificante partícula, es algo así como un inmenso globo hinchable en expansión y que
luego se neutralizará para iniciar la contracción; o sea que se dilata y se contrae en latidos o
pulsaciones que duran ochenta mil millones de años. Los divulgadores de esa teoría, entre
los que debemos mencionar a E.P. Hubble, Kuiper, V. Kundt, Weizsäcker, Hoyle, Robert H.
Dicke, y muchos más que omitimos por no ser esto una guía de "vips" de la Astronomía,
mantienen que la última explosión de materia y energía se produjo hace unos trece mil
millones de años - días más o menos!- y ahora nos encontramos en período de expansión,
faltándonos, por tanto, unos 67.000.000.000 años para el siguiente "latido". Durmamos,
pues, tranquilos por ese lado.
Ahora bien, los mismos sabios nos aseguran que nuestra querida Tierra posee una
antigüedad de poco más de cuatro mil quinientos millones de años y se formó gracias a los
subproductos de la formación del Sol, cuyos anillos y remolinos de partículas y polvo
cósmico nos dieron este bello planeta azul que nos alberga.
Podríamos haber dicho "que nos ha dado la vida", de no ser que nuestro concepto
biogenético difiere bastante de lo comúnmente aceptado por la Ciencia, ya que, como
trataremos de demostrar más adelante, tenemos motivos racionales suficientes para creer
que, aunque la vida humana pudo originarse aquí, poco más o menos como hoy la
conocemos, el "soplo" espiritual o la manipulación psíquica que nos dio la inteligencia, nos
llegó del exterior.
Tocaremos, por tanto, el origen extraterrestre de la inteligencia humana dentro del
contexto inherente al realismo fantástico, del que somos fervientes defensores, pero también
dentro de un realismo geométrico y hermético tan demostrable como las hirientes púas del
rosal al que tratamos de arrebatar sus rosas; y esas púas han de herir vanidades, han de hacer
rechinar los dientes o morderse los puños a los que quisieran ver ocultas y olvidadas
nuestras fórmulas.
La Geometría Hermética que vamos a presentar aquí puede arrancar ronchas dolorosas en
las conciencias de quienes, guiados por las anteojeras puestas al ser desasnados, han creído
a pies juntos, ciegamente, dogmáticamente, todo cuanto les han dicho y que han aceptado
sin hacer preguntas.
Sabemos que el Mensaje del pasado, las obras arqueológicas más reveladoras, como
podría ser la Gran Pirámide, supuestamente llamada de Keops, o de Jufui, o Hrw-Jnum-
Jufu, o Sufis, o Chemmis, y que nosotros llamamos de Hermes-Toth, todavía existe, lo
podemos ver y tocar, y está diciendo al mundo: "!Nadie ha podido destruirme! ¡Todavía se
puede leer en mí, no con palabras, ni con símbolos o jeroglíficos de dudosa interpretación,
sino en un lenguaje tan claro como el que hablan los astros, los planetas y las galaxias! ¡Soy
la voz de la Ciencia más antigua del Universo! ¡Yo me expreso en la lengua inextinguible
del cosmos, en cuyo ámbito nacen, viven, se mueven y mueren los mundos, cuyas
trayectorias son líneas geométricas inmutables! ".
¿No nos creen? ¿Escribimos exaltados por la fantasía o el prejuicio? ¿Estamos
fanatizados por nuestros propios desvaríos y elucubraciones? ¿Nos ciega la soberbia, la
pasión o la locura? ¿Debíamos haber nacido en tiempos de Nicolás Copérnico, de Kepler o
Galileo para ir con nuestros huesos a una pira inquisitorial, por herejes, como ocurrió con
Giordano Bruno? ¿Estamos obligados al respetuoso silencio, a fin de no alterar el reposo
eterno de los que vivieron y murieron creyendo haber morado en un planeta en forma de
baldosa y en cuyos lados se caían a los abismos las naves que se aventuraban en tales "non
plus ultras"?
Y una última pregunta: ¿estamos obligados a silenciar lo que hemos descubierto con
nuestro propio esfuerzo, durante muchos días de estudios geométricos, sin más ayuda que
una regla y un compás, para que los presuntos sabios, egiptólogos, piramidólogos,
empoltronados muchos de ellos en bien remunerados sitiales de la cátedra, puedan seguir
manteniendo insensateces como las que el paupérrimo Faraón Keops, 4.700 años a. de J.C.,
con ayuda de cien mil esclavos -¡versión de Heródoto!- se hiciera construir un templo
funerario en el que reposar sus huesos, cuando aquella supuesta tumba estaba construida
muchos miles de años antes de que Keops naciera de madre?
¡Demonios de pregunta; creíamos que no se acababa nunca!
Por medio de la Geometría Hermética vamos a demostrar:
Que hubieron civilizaciones técnicas superiores a la nuestra actual;
que las leyendas y los mitos de los pueblos antiguos están basados en hechos reales;
que hubieron hombres, supuestamente considerados como "dioses" o semidioses,
llegados del espacio exterior, y que tuvieron trato carnal con las mujeres aborígenes, a las
que les hicieron hijos;
que existió un Paraíso Terrenal, morada de aquellos dioses, y que sus enviados se
extendieron por toda la tierra conocida de entonces, enseñando a los hombres a cultivar
cosechas, a construir edificios, a fabricar herramientas y armas y... ¡predicaron la verdad, el
amor y la fraternidad entre los hombres!
¡Y que existieron lugares como la tierra de Mu, la Atlántida, muy anteriores a la
civilización minoica, y que las fechas dadas por los arqueólogos a las civilizaciones mayas,
olmecas, incas, etc., son falsas y mucho más antiguos sus vestigios de lo que se nos quiere
hacer creer!
Todo esto y mucho más vamos a demostrar palpablemente por medio de la Geometría
Hermética, casi sin números, ni medidas arbitrarias, porque la auténtica geometría, mucho
más antigua que el hombre, no necesita medidas para su demostración.
Los matemáticos no pueden dividir exactamente 10 entre 3 (3,3333..).
Nosotros, en cambio, una línea cualquiera sí podemos dividirla en tres partes
exactamente iguales. ¿Nos creen ahora?
Filón de Biblos.
CAPITULO I
EL PUNTO Y EL CIRCULO
No existe en el Universo ningún astro o planeta que sea o haya sido cuadrado, triangular,
romboideo o rectangular. Es más, la línea recta no existe en ninguna parte, tanto en el cielo
como en la Tierra.
Acéptese esto como exacto y cierto o déjese este libro antes de continuar. Aquí pueden
leer los ciegos, aunque sea al tacto; los sordos y mudos, aunque sea por señas; los crédulos y
los incrédulos, aunque sean escépticos, y todos los que estén vivos y deseen saber.
Incluso pueden leer los que adoran a otros dioses, porque la Verdad es de todos, como lo
es la Luz, mas no así las sombras. Los que moran en la oscuridad, sin querer ver los colores,
no pueden leer nuestras palabras... Les está prohibido por sus negras conciencias!
Sabed, os decimos, y os lo vamos a demostrar, que el punto tampoco existe. Digamos, sin
embargo, que necesitamos un Punto Cero para poder construir el arquetipo de nuestra
geometría, y que ese punto cero se encuentra en cualquier lugar de una línea recta hipotética
que habremos de trazar con una regla.
Ignoramos, por otra parte, cuándo el primer ser, ya fuese aquí o en otro mundo, hace un
millón o cien mil millones de años, se hizo las reflexiones que nosotros nos hacemos ahora.
¿Se mueven los astros en línea recta? ¿Existe, aunque sólo sea hipotéticamente, dicha línea?
Prestemos atención, aunque sea dentro de la pequeña escala de nuestro Sistema Solar.
Los planetas giran en tomo al Sol siguiendo líneas orbitales elípticas, o sea, grandes curvas
concéntricas. y así sabemos que se comportan los restantes mundos, ya sea trazando líneas
parabólicas o hiperbólicas, que son curvas también, pero abiertas y mucho más amplias, de
radios inmensos.
No existe excepción, salvo... Bueno, a pequeña escala, en nuestro reducido mundo, un
tallo puede crecer recto o un curso de agua puede seguir un cauce rectilíneo. Incluso, la
erosión puede desgastar una roca y dejar su superficie plana y lisa, como si el hombre la
hubiese pulido. Pero esto es accidental y siempre a pequeña escala.
El hombre, no obstante, lleva en su mente la obsesión volitiva de dominar a la naturaleza.
Ya sea porque le fue mandado por su Creador o porque germinó él mismo esta idea, el caso
es que casi desde su origen, cuando empezó a razonar y comprender, su idea fue la de llegar
a convertirse en dios o, al menos, en semidiós. ¡Y todavía no ha renunciado a tan arcana
ambición, ni renunciará mientras sea hombre, porque si tal hiciera se convertiría, según
cree, en animal!
El hombre, racionalmente hablando, está dispuesto a todo con tal de ascender en la escala
social; pero no hará absolutamente nada para renunciar a los logros obtenidos. Si tal cosa
hiciera es que se ha vuelto loco y, por tanto, es ajeno a su voluntad.
Sea esto verdad o no, nosotros estamos dispuestos a mantenerlo como un axioma. Somos
hombres y sabemos cómo piensan la mayoría de los hombres, aunque no sabemos cómo
piensan los gatos o los leones.
Hemos estado sobre la fina arena de una gran playa y hemos visto las líneas curvas que
las olas han dibujado en ella. Instintivamente, hemos sentido deseos de dibujar nosotros
también. El dedo índice o la punta de un palo, caña o piedra afilada, nos ha servido para
hacer una línea que hemos dado en llamar recta. En realidad, no es más que una sucesión de
puntos... Miles de pequeños espacios trazados uno a continuación de otros, exactamente
igual a lo que hace la punta de un lápiz afilado sobre un papel blanco.
A eso hemos llamado Línea Recta. Se lo llamaron así Euclides, el matemático griego que
fundó la famosa Escuela de Alejandría, allá por el siglo IV antes de J.C., lo mismo que hizo
Pitágoras, el filósofo de Samos, el discípulo de Anaximandro y Ferécides, que fundó otra no
menos famosa escuela en Crotona, allá por el año 530, donde, además, se enseñaba la
metempsícosis o sea la reencarnación de los espíritus. Y, precisamente por estas cosas, y no
por otras, se persiguió a Pitágoras y se le hizo morir, se supone que en Metaponto, en medio
de las llamadas y de algunos de sus discípulos, aunque todavía se diga, como demostró él,
que "En todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los
cuadrados de los catetos."!
Y si los que pretendieron ahogar en llamas la doctrina pitagórica, así como sus
continuadores, no se hubieran cuidado sistemáticamente de destruir la prueba más evidente
de que el sabio de Samos aprendió estas y otras cosas entre los sacerdotes egipcios, ahora
podríamos demostrar palpablemente a muchos de ustedes que esa misma proporción
geométrica que conocemos ahora como el Teorema de Pitágoras se halla en los cuadrados
de las tres grandes pirámides de Gizeh, llamadas de Keops, Kefrén y Micerinos, porque la
Gran Pirámide de Keops, con sus supuestos doscientos treinta metros de lado, está en
relación con los lados de la de Kefrén y Micerinos (supuestos 215 y 108,5 metros de lado,
respectivamente). Mejor dicho, estaba, porque la devastadora acción de los hombres impide
ahora demostrar esta verdad universal).
(¿Creemos captar algunas sonrisas conmiserativas e indulgentes entre algunos escépticos
lectores? Sí, eso parece. No importa, no nos molestamos.)
En Abu Sir existen aún tres pirámides. Una se llama de Neferirkare, y tiene 110 metros
de lado; otra se llama de Niuserre y tiene 82 metros de lado; la tercera, conocida con el
nombre de Pirámide de Sahure, sólo tiene 76 metros de lado.
Veamos lo que ocurre si les aplicamos el Teorema de Pitágoras:
Neferirkare: 111 x 111 = 12.321
Niuserre: 82 x 82 = 6.724
Sahure: 76 x 76 = 5.776
6.724 + 5.776 = 12.500.
Y la diferencia con el cuadrado de la Pirámide de Neferirkare bien podemos atribuirla a
error de medición, mínimo por cierto, o a desgaste producido por los agentes de la
naturaleza. ¿Y por qué no también a ligero error de cálculo?
Aunque nos hayamos apartado un poco de la línea recta, sabemos perfectamente que los
primeros geómetras trazaron todo tipo de figuras antes de averiguar que el radio de una
circunferencia dividía el círculo cerrado en seis partes exactamente iguales.
No queremos hacemos muy fuertes a este respecto. Ignoramos si esta verdad geométrica
la descubrió el hombre que trazaba rayas sobre la arena de una playa o, como dicen algunos
libros antiguos y sagrados, fue Akibeel, el "elohim" que bajó del cielo, confundido entre los
ángeles negros o "caídos", quien la enseñó a los hombres.
Y no debemos insistir en ello, puesto que tenemos otras versiones menos "bíblicas",
aparte de que el Libro de Enoch está considerado como apócrifo por la Iglesia católica, y
que, si no han sido aceptadas tampoco, al menos existen fisuras suficientes para que se filtre
un rayo de luz. Esta información procede de Platón.
Aquí nos vemos obligados a ejecutar eso que los anglosajones llaman el "bystand" y que
viene a significar algo así como "mantenerse a la expectativa". De Platón y de su relato de la
Atlántida se ha hablado tanto ya que nos parece exagerado. A Solón de Atenas y al
sacerdote de Sais, en las obras de "Critias" y "Timeo", se les ha conferido excesiva
representatividad y no hay nada que confirme o corrobore estos hechos. ¡Lo dijo Platón y
punto final, como si el filósofo y discípulo de Sócrates fuese un dios infalible de la corte
olímpica! y no debemos olvidar que es muy difícil averiguar ahora si todas las obras que se
le atribuyen fueron escritas por él, ya que algunas de ellas, especialmente las de su tercera
época, han sido consideradas como apócrifas, o sea, que las escribió otro u otros y las firmó
con su nombre. y piénsese que entre estas obras puestas en entredicho, están el "Timeo" y el
"Critias", entre "Parménides", "Cratilo", "El Sofista", "Filebo", "El Político", "Las Leyes",
"Fedro" y los últimos libros de "La República".
No obstante, como el tiempo es la mejor panacea balsámica y ya que de retórica también
se vive, en la actualidad, todo catalogado y clasificado, los eruditos helenistas consideran
que todo es auténtico y se lo atribuyen a Platón, aunque algo lo hubiera escrito San Agustín.
¿Que más da?
A nosotros nos basta con saber que Platón aprendió de Sócrates y éste aprendió de
Pitágoras. Y sabemos, además, que la geometría fue antes que la Aritmética, o, dicho de
otro modo, que la Geometría es una Verdad que ha sido demostrada por medio de la
matemática.
Los griegos, como otros muchos pueblos de la antigüedad, estudiaron el cielo, ya fuese
desde el punto de vista astronómico o astrológico, que, para el caso, es lo mismo. Y se nos
ha dicho que Pitágoras viajó a Egipto, a la Galia, donde conversó con los sacerdotes druidas,
y hasta que estuvo en Mesopotamia, la región en donde había predicado Zoroastro.
Sin embargo, los griegos no fueron el pueblo más antiguo, aunque haya sido su literatura
la que más haya influido sobre nuestra cultura. De Grecia, como de Italia o de España, hay
que creer siempre la mitad de lo que nos cuenten y aún así, esa mitad hemos de aceptarla
mezclada con fantasía, ensoñación, exageración o distorsión. ¿Cómo vamos a escribir la
historia basándonos en leyendas y mitos?
Pero vayamos con Platón, quien nos dijo en "Critias":
"Han transcurrido en total nueve mil años desde que estalló la guerra, según se dice, entre
los pueblos que habitaban más allá de las Columnas de Hércules y los que habitaban al
interior de las mismas. Esta guerra es lo que hemos de referir ahora desde su comienzo a su
fin. De la parte de acá, como hemos dicho, esta ciudad era la que tenía la hegemonía y ella
fue la que sostuvo la guerra desde su comienzo a su terminación. Por otra parte, el mando de
la guerra estaba en manos de los reyes de la Atlántida. Esta isla, como ya hemos dicho, era
entonces mayor que la Libia y el Asia juntas. Hoy en día, sumergida ya por los temblores de
tierra, no queda de ella más que un fondo limoso infranqueable, difícil obstáculo para los
navegantes que hacen sus singladuras desde aquí hacia el gran mar."
Y más adelante, Platón describe el otro aspecto de la cuestión:
"En el transcurso de esos nueve mil años, hubo numerosos diluvios...
En el transcurso de un período tan largo y en medio de esos accidentes, la tierra que se
deslizaba desde los lugares elevados no dejaba, como en otras partes, sedimentos notables,
sino que rodando siempre, acababa por desaparecer en el abismo. Y tal como podemos
advertir en las pequeñas islas, nuestra tierra ha venido a ser, en comparación con lo que
fuera entonces, como el esqueleto de un cuerpo descarnado por la enfermedad."
A muchos investigadores les ha parecido esta parte del relato como la descripción de algo
"que se dice", "que se comenta" y que sólo tiene de sorprendente su exactitud a la verdad,
porque, a excepción de los fenicios o cananeos, nadie se aventuraba en aquellos tiempos
más allá de las Columnas de Hércules, o sea del Estrecho de Gibraltar. Y si ya en tiempos
de Platón se decían tales cosas, ¿qué habríamos de decir ahora, con tanto cabo atado, con
otros informes, con los relatos bíblicos, el descubrimiento de las ruinas de Troya y la
singular homogeneidad de las pirámides descubiertas en muchos lugares del mundo, incluso
en Francia?
Por si todo esto no fuera suficiente, bajo las aguas del Atlántico, en las proximidades de
Bimini, se han realizado descubrimientos arqueológicos submarinos, de origen muy antiguo,
que viene a confirmar la existencia de la Atlántida.
Ahora bien, cuando tratemos de establecer geométricamente que fueron los sabios de
Atlántida los que establecieron una colonia en "la Libia", muchísimo antes de que el faraón
Menes hubiera desviado las aguas del Nilo en las cercanías de Jartum, y que en la meseta
pétrea de Gizeh, por razones que luego enumeraremos, unas incomprensibles y otras
comprensibles y de mucho peso, se levantaron tres pirámides pétreas, similares a la que se
alzaba en el centro de Poseidonis, a modo de Templos de Iniciación, el lector paciente
comprenderá de modo claro y cabal por qué estamos dando tantos rodeos y atando tanto
cabo suelto, a fin de que no se escape ningún dato importante de los muchos que hemos ido
recopilando en nuestra larga y meticulosa labor ordenadora.
Por eso hemos de volver con Platón, para que nos acabe de informar acerca de algo que
después nos será útil para nuestra tesis. Y aquí sí que rogamos el máximo de atención,
puesto que el mito y la historia andan entremezclados y de sabios es saber separar lo sutil de
lo grosero, y la verdad de la mentira.
"Según se ha dicho ya anteriormente -sigue diciendo Platón- al hablar de cómo los dioses
habían recurrido a echar a suertes la tierra entre ellos, ellos dividieron toda la tierra en
partes, mayores en unas partes, menores en otras. Y ellos instituyeron allí, en su propio
honor, cultos y sacrificios. Según esto, Poseidón, habiendo recibido como heredad la isla
Atlántida, instaló en cierto lugar de dicha isla los hijos que había engendrado él de una
mujer mortal."
¿Hemos de asociar esto con el Génesis bíblico, cuando nos dice: "Aconteció que cuando
comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que
viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí
mujeres, escogiendo entre todas", como una leyenda ancestral que recogieron para sí tanto
griegos como hebreos, aunque también nos dice el Génesis que habían gigantes en la tierra
por aquellos tiempos?
¿Se trata de leyendas locales que fueron haciéndose universales, por lo del "se dice, se
comenta", o era el relato oral, transmitido de padres a hijos desde tiempos inmemoriales,
que sirvió tanto a Moisés como a Platón?
Este último continúa en "Critias":
"Cerca del mar, pero a la altura del centro de toda la isla, había una llanura, la más bella
según se dice de todas las llanuras y la más fértil. -¿Le faltó a Platón decir que en aquel
Edén habían cuatro ríos: el Pisón, el Gihón, el Hidekel y el Eufrates; que en la tierra de
Havila había oro, bedelio y ónice, y que en el centro había una montaña piramidal, O dicho
de otro modo un árbol cuyo fruto permitía conocer el bien y el mal?- y cercana a la llanura,
distante de su centro como una cincuentena de estadios, había una montaña que tenía en
todas sus partes una altura mediana. En esta montaña habitaba entonces un hombre de los
que en aquel país habían nacido originariamente de la tierra. Se llamaba Evenor y vivía con
una mujer, Leucippa. Tuvieron una hija única. Clito. La muchacha tenía ya la edad nubil
cuando murieron sus padres. Poseidón la deseó y se unió a ella. -( ¡Y esto pese a ser un dios
llegado de ¿del 0limpo"...) Entonces el dios fortificó y aisló circularmente la altura en que
ella vivía. Con este fin, hizo recintos de mar y de tierra, grandes y pequeños, unos en tomo a
los otros. Hizo dos de tierra, tres de mar y por así decir los redondeó, comenzando por el
centro de la isla, del que esos recintos distaban en todas partes una distancia igual."
Bien hasta aquí. Ahora, queremos recordarles un libro de Gilbert Pillot, leído hace seis
años, al ser editado por Plaza & Janés, en 1971, que nos dejó perplejos. Nos referimos a "El
código secreto de la Odisea". Según Pillot, Homero -cuya existencia real ha llegado a
ponerse en dudarlo que hizo en la "Odisea" fue escribir un mensaje esotérico y hermético, a
lo que tan aficionados eran los "escribas" de su tiempo, donde pretendía únicamente instruir
a sus compatriotas en ciertos secretos náuticos que no debían conocer sus enemigos.
Una impresión semejante nos ha causado asimismo las repetidas lecturas que hemos
hecho del Apocalipsis de San Juan, de El Cantar de los Cantares, de Salomón, y de otras
obras universales en donde, obsesionados por nuestra criptomanía, siempre creemos ver
mensajes ocultos.
De todo esto hablaremos más adelante con amplitud y cuidado. Ahora, queremos centrar
nuestra atención, y la del paciente lector, en los círculos de Poseidón, al que suponemos un
dios con grandes conocimientos geométricos. y nos llama la atención el número de recintos:
dos de tierra y tres de mar. Lo normal hubiera sido, ya que trataba de proteger la "altura" en
que vivía Clito, o sea un lugar terrestre, que hubiera hecho un recinto de agua, otro de tierra,
otro de agua y, luego un cuarto de tierra. El último, según Platón, fue de agua. Pero como
esto lo hizo en una isla, debió existir un sexto círculo terrestre, que bien pudo ser natural, y
en donde no intervino Poseidón, y luego el mar abierto.
Siete círculos, ¿no? Acerca del SIETE hablaremos también ampliamente más adelante.
Limitémonos ahora al cinco, de por sí un número altamente simbólico, y recordemos, de
nuevo, que los recintos distaban del centro de la isla, en todas partes, una distancia igual.
Naturalmente, hemos seguido con un compás las "instrucciones" de Platón, como las han
seguido otros estudiosos del hermetismo geométrico, y el resultado ha sido algo parecido a
un laberinto espiral, semejante a los que se han encontrado en los Altiplanos del Perú, así
como en la región de Nazca, que siempre se ha interpretado como un símbolo... y nada más.
No debía ser fácil llegar hasta donde Poseidón tenía a Clito, una mujer terrestre que
engendró una nutrida familia. Platón nos sigue diciendo:
"Allí engendró y educó él cinco generaciones de hijos varones y mellizos. -(¿Curioso,
no? ¿Qué dicen a esto los ginecólogos?)-. Dividió toda la isla Atlántida en diez partes. Al
primogénito de los dos más viejos le asignó la morada de su madre y la parcela de tierra de
su contorno, que era la más extensa y la mejor. Lo estableció en calidad de rey sobre todos
los demás. A éstos los hizo príncipes vasallos de aquél y a cada uno de ellos le dio autoridad
sobre un gran número de hombres y sobre un extenso territorio. Les impuso nombres a
todos; el más viejo, el rey, recibió el nombre que sirvió para designar la isla entera y el mar
llamado Atlántico, ya que el nombre del primer rey que reinó entonces fue Atlas."
Atlas es un nombre de cinco letras, como Clito. Poseidón tuvo cinco generaciones de
hijos varones y mellizos. O sea, diez hijos.
Y podemos asegurar que nuestro aborigen primitivo, trazando líneas sobre la arena de la
playa, debió pasar muchísimo tiempo reflexionando sobre las propiedades del número
cinco. La Biblia, que también encierra su mensaje esotérico, empieza diciéndonos que Dios
hizo la Creación en siete días. ¡No se alarmen, ya hemos superado todo eso! y lo decimos
así de claro porque los ciclos también se nos antojan círculos.
Vamos a suponer ahora, por ejemplo, que Poseidón no fuera un dios, sino un hombre que
llegó a Atlántida procedente de otro lugar de La Tierra, de un mundo mucho más antiguo,
como Gondwana, o Mu, o de alguna civilización que hubiera existido en el Pacífico, en el
desierto de Gobi, en China o en Siberia. Supongámoslo únicamente, que nada nos cuesta.
Un hombre con conocimientos como los suyos pronto se vería rodeado de atlantes
semisalvajes, a los que enseñaría su ciencia geométrica. y si educó a sus hijos en su antigua
cultura. lógico es suponer que las tribus surgidas de estos príncipes se extendieran hacia la
Libia, o sea, hacia Egipto... ¡Y hasta debemos suponer que aplicaran las propiedades
geométricas del cinco a sus construcciones!
Nosotros hemos dividido un círculo en cinco partes y hemos logrado un pentágono. Pero
nosotros poseemos unos conocimientos geométricos mucho mayores que los adquiridos por
Platón de los pitagóricos. Y hemos tratado, por todos los medios, de relacionar
geométricamente el dos, el tres, el cuatro y el cinco. (El gran salto lo daremos al llegar al
seis).
Obsérvese la cruz "svástica" de la figura (1). Un esoterista como Schwaller de Lubiez,
nos dice en "Le temple de l'homme", algo que puede desconcertar a cualquiera menos a
nosotros: "El primer Número es Tres; el segundo es cuatro; el tercero es cinco; son los
valores primeros de los lados del triángulo rectángulo sagrado y, por tanto, de aplicación a
innumerables consecuencias".
Y es cierto. Pitágoras aprendió muy bien esta relación:
El cuadrado del Tres, más el cuadrado del Cuatro, es igual al cuadrado del Cinco.
3 x 3 = 9; 4 x 4 = 16; 5 x 5 = 25
9 + 16 = 25
Fig. l. "El primer número es Tres; el segundo es Cuatro; el tercero es Cinco; son los
valores primeros de los lados del triángulo rectángulo sagrado y, por tanto, de
aplicación a innumerables consecuencias" (Schwaller de Lubiez, en "Le temple de
l'homme", París, 1968.)
"La solución aritmética de la cuadratura del círculo
es imposible; esto es lo que se nos enseña.
La solución geométrica es posible y hace mucho
tiempo que fue descubierta. Esto es lo que se nos
oculta! ".
Paul Poësson, "El testamento de Noé".(l)
(1) Publicado por "Editions Robert Laffont", 1972, y traducido en castellano por Plaza
& Janés, S.A., Editores (Julio 1974). N. del A.
CAPITULO II
EL CIRCULO Y EL TRIANGULO
La protohistoria puede esperar todavía un poco más para ser aireada bajo nuestro
fantástico concepto; antes, creemos necesario hablar de lo que ha motivado esta obra, o sea
de la Geometría Hermética.
Creemos que cuanto vamos a decir aquí pillará un tanto desprevenido a muchos de
nuestros lectores, cuyo fuerte no sea, precisamente la geometría. Pero nada de cuanto
expongamos aquí, aunque creemos que llegó de otro mundo, es difícil de realizar. Por el
contrario, es más sencillo de lo que parece.
No obstante, la demostración exige que el lector se provea de una regla y un compás.
Procúrese que la regla sea recta y que el compás tenga puntas muy finas. No se requiere en
absoluto que la regla esté numerada; tampoco que utilicemos papel cuadriculado. En los
tiempos en que se hicieron estos ejercicios, los Geómetras carecían de las ventajas del
reticulado mecánico y las líneas que trazaban eran puras.
Piénsese, por ejemplo, que cuando se dibujaron los planos de la Gran Pirámide de Keops,
o del Templo del Sol, en Teotmuacán, pongamos por caso, los geómetras disponían ya de
compases de puntas de gran precisión aunque no podamos asegurar si eran de acero, bronce
o de madera. De lo que sí estamos seguros, como vamos a demostrar cumplidamente, es que
poseían unos conocimientos geométricos extraordinarios... ¡y simples!.
Tomaremos como ejemplo la Fig. 2. En ella vemos un círculo y dos triángulos, uno
sombreado. Esto, que parece una señal de tráfico, es, por decirlo lisa y llanamente, el primer
paso que debió dar el hombre para conquistar las más altas cimas del Conocimiento.
Fig. 2. El triángulo inscrito en el círculo. Principio de la Geometría Hermética.
Nuestros alumnos de E.G.B. saben que el radio de una circunferencia divide a ésta en seis
partes iguales. Y 6 : 2 = 3. ¿Elemental, no? Es obvio que en un círculo podemos inscribir
dos triángulos equiláteros, o sea, de lados iguales. Por medio de una línea horizontal y otra
perpendicular (Figs. 3 y 4) podemos circunscribir también un cuadrado.
Sin embargo, la Geometría Hermética trata, esencialmente, de las relaciones del Círculo
celeste con todos los polígonos terrestres y su representación máxima está, precisamente, en
los dos triángulos entrelazados y de lados iguales, porque han sido trazados dentro del.
círculo!
En Geometría Hermética siempre se opera partiendo de un Punto Cero, desde el que
trazamos un círculo. Y debemos recordar que este círculo tendrá todos sus puntos
equidistantes del centro. Para que no haya confusiones, aclararemos que Círculo y
circunferencia es lo mismo.
El Hexágrama, o estrella mágica de seis puntas, se ha llamado también Sello de Salomón,
y se obtiene por medio del círculo. Obsérvese bien la Fig. 2 y recuérdese que: todo parte de
un círculo.
Nosotros operamos del modo siguiente: trazamos una línea recta, lo más fina posible,
para lo cual afilamos bien el lápiz. Luego, elegimos un centro y marcamos un punto con un
punzón afilado, que también puede ser la punta del compás. Incluso, utilizamos un cristal de
aumento para que el punto se halle exactamente sobre la línea.
Luego, desde el Punto Cero trazamos el círculo, del tamaño que nos convenga. Jamás
tomamos medidas, porque todas las figuras que obtengamos estarán en proporción al
círculo.
En la Fig. 3 hemos trazado el círculo sobre la línea y nos encontramos con dos nuevos
puntos, D y C, que son exactamente los que dividen la circunferencia en dos partes. Si desde
D y C, con el mismo radio -ya que el compás no lo hemos movido para nada- trazamos dos
semicírculos, nos encontramos con la división del círculo en seis partes iguales:
Fig. 3. El círculo trazado desde el Punto Cero (O). El radio OC divide la
circunferencia en seis partes exactamente iguales. La línea AB, perpendicular a
OC, divide la circunferencia en siete partes iguales. ¡Préstese mucha atención a
esto!
Rogamos que se compruebe meticulosamente esto, con ayuda del compás de puntas,
porque cualquier error que se cometa a partir de ahora irá ampliándose a medida que la tarea
se haga mayor.
Compruébese desde el centro O y cada uno de los segmentos, y cuando se tenga la
certeza de que la división del seis es perfecta, hágase la Triangulación o Hexágrama (Fig.
2). Señálense con el punzón los puntos de intercesión y obsérvese la Fig. 3, donde aparece
una línea AB, de la que luego nos ocuparemos más ampliamente. Es uno de los lados del
triángulo y su centro mismo es igual a la línea recta que divide el círculo en SIETE partes
iguales.
Pues bien, el punto B y el D (Fig. 4) nos van a servir para hallar otra línea muy
importante en Geometría Hermética: la perpendicular CD, que es otro diámetro del circulo,
igual que XY.
La Cruz Celta de Gisors (Fig. 9), también es una prueba de cuanto exponemos. Hay
quien ha llegado a suponer que los celtas eran descendientes de los atlantes y que se
instalaron en Europa occidental antes o a raíz del hundimiento de su isla-continente. El
"observatorio astronómico" de Stonehenge, en Salisbury (Inglaterra) también se supone que
fue erigido 2.600 años antes de J.C., por los astrólogos celtas que heredaron los
conocimientos geométricos y celestes de Poseidón y Atlas.
En la Fig. 10 exponemos cuáles son los principios fundamentales de la Geometría
Hermética. De un círculo y una cruz (las coordenadas de la geometría clásica, u ordenada y
abscisa) obtenemos los puntos primarios de la división del círculo en seis partes, con lo que
podemos inscribir un triángulo equilátero o isósceles (esto quiere decir de dos lados
iguales). Pero, ¡mucho cuidado en confundir un triángulo equilátero con un isósceles, ya que
no es lo mismo! Y remarcamos esto porque dentro del círculo vamos a inscribir más
adelante diversos tipos de triángulos. Por ello, recordemos: el triángulo equilátero es el que
tiene los tres lados iguales y el isósceles el que sólo tiene dos lados iguales.
Este tipo de triángulo, el isósceles, nos servirá después para las Cuadraciones o
Cuadraturas que nos demostrarán la Cuadratura del Círculo. El equilátero es más simple y
sólo lo utilizaremos para la división de la circunferencia.
El lector que haya decidido prácticar con nosotros, pronto se dará cuenta de estas
diferencias. Y el que no lo haga, lo verá claramente en las figuras adjuntas, ya que esto es
un tratado sumamente elemental de Geometría Hermética.
En la Fig. 10 hemos inscrito un cuadrado en un círculo y a éste en otro cuadro que es la
mitad mayor que el anterior. Para demostrar que el cuadro interior es la mitad que el
exterior sólo hemos de fijamos en las dos diagonales y en las ordenadas, ¡las cuales nos
dividen el círculo en ocho partes iguales!
Aunque parezca de Perogrullo, si tomamos cuatro baldosas de cualquier pavimento,
siempre y cuando sean cuadradas, apreciaremos una serie de líneas, dos de ellas formando
una cruz y en ángulos rectos con las baldosas, y otras dos, imaginarias, que son las
diagonales. Este simbolismo geométrico lo hallamos en la bandera británica, de origen
céltico, y en la bandera nacionalista vasca.
No crean que esas líneas están así dispuestas por capricho y obedeciendo al antojo de
quien la concibió. No es ningún capricho y expresan un arcano y remoto simbolismo
hermético, ya que en la antigüedad estas cosas tenían mucha más importancia de la que les
damos ahora y, especialmente, porque el significado se ha olvidado... ¡aunque no para
todos!
Fig. 10. Principios fundamentales de Geometría Hermética. Las variaciones sobre el
mismo tema son infinitas.
Después iremos viendo estos símbolos y comprobaremos la gran importancia que tienen
y la influencia que han ejercido, y todavía ejercen, en nuestras vidas.
Nos consta que, en la actualidad, los arquitectos, además de obedecer a leyes
geométricas, cuando diseñan los planos de sus construcciones, cuidan de la estética y de
otros muchos factores que harán que un edificio sea sólido y bello, o funcional, económico,
resistente, etc. Pues en la antigüedad, cuando el arquitecto-geómetra diseñaba el plano de
una construcción, tenía en cuenta otras leyes o condicionamientos más sutiles, a una de las
cuales se le ha dado el nombre de Número de Oro o medida aúrea.
Se ha dicho que este Número de Oro estaba basado en el pentágono, aunque otros
estudiosos han afirmado que era el heptágono. En realidad, la medida aúrea puede obtenerse
de muchos modos, pero todos han de estar relacionados con el círculo.
Se puede apreciar que en las grandes pirámides de la antigüedad, no aparece nada
circular. Y, sin embargo, las pirámides no pueden hacerse si no trazamos antes un círculo.
El cuadrado, por muy perfecto que sea, sólo puede trazarse por medio de círculos.
Cualquiera podrá decimos que no necesita compás para hacer un cuadrado y eso no es
cierto. Las escuadras que se emplean en la actualidad han sido graduadas en ángulos rectos
y la suma de cuatro de estos ángulos de 90º son 360º, o sea, los mismos que tiene la
circunferencia.
Fig. 14. Variaciones del "septenario". Con el círculo dividido en siete partes se
pueden obtener dibujos de gran belleza "mágica".
Pues bien, esto fue lo que planteó, no sabemos si en Alejandría o en Crotona, el famoso
problema de la Cuadratura del Círculo, que luego se complicó al pretenderse hallar también,
además de idéntica longitud de perímetro, idéntica superficie.
Y la cosa tiene una lógica aplastante, como nos demuestra la cuerda tomada como
ejemplo. El área comprendida dentro de la cuerda anudada, sea la figura que sea, siempre
será la misma; y la longitud de la cuerda, también.
Esto es tan evidente que no necesita demostración. Pero los matemáticos han pretendido
demostrarlo y no lo han conseguido. Por eso se ha dicho que la solución al problema de la
Cuadratura del Círculo es imposible.
Nosotros también lo hemos intentado, ¡naturalmente! y tampoco lo hemos logrado. Los
números y las fórmulas nos dan, para un círculo dado, dos cuadrados distintos... ¡cuando
sólo nos debía dar uno!
Sin embargo, por Geometría Hermética, en donde no intervienen los números, podemos
hallar tantas cuadraturas como se nos antojen, ya que sobre un círculo cualquiera podemos
situar tantos cuadrados como nos plazca. Lo malo está en que para demostrar esto hay que
recurrir luego a una regla graduada, porque si no es imposible convencer a nadie, y entonces
es cuando hallamos un cuadrado de perímetro aproximado al del círculo y otro cuadrado de
superficie también aproximada a la del círculo.
Resumiendo, hemos de especificar que las líneas curvas son de naturaleza cósmica o
celeste y las rectas son puramente terrestres, de escala local. Algo así como si sumásemos
peras y manzanas y quisiéramos saber cuántas peras tenemos.
Como esta cuestión va a ser muy traída y llevada a partir de ahora, convendría que, quien
lo ignore, se fije bien en las fórmulas geométricas clásicas para conocer la superficie y la
longitud de una circunferencia.
Así, el área de la circunferencia es igual a "pi" r2 o lo que es igual a 3,1416 multiplicado
por el cuadrado del radio; o bien 0,7854 multiplicado por el cuadrado del diámetro.
La longitud de una circunferencia se obtiene multiplicando el diámetro por "pi" (2 "pi" r)
ó 6,2832 multiplicado por el radio.
¿Comprendido?
Pues nosotros vamos a tropezamos con la Cuadratura geométrica del círculo muchas
veces, como en las Figs. 16 y 17, Y no le vamos a dar la más mínima importancia, puesto
que ya empezamos a contemplar estas cuestiones con mentalidad distinta, o sea de
geómetras herméticos.
Fig. 16. División del cuadro en 16 y 25. Los triángulos azy, bxw, cvu y dst señalan la
división de 16 casillas. Los circulitos coincidentes sobre el círculo inscrito señalan los
ocho puntos de la Cuadratura. El cuadro resultante tiene idéntica superficie que la
circunferencia. Pese al aparente "embrollo", los triángulos con vértices en a, b, c y d
son una repetición exacta sobre los cuatro lados.
Todo lo que hemos dicho acerca de la Cuadratura del Círculo está representado en los
dos cuadrados de línea contínua que aparecen en la Fig. 17. Las líneas punteadas son trazos
que nos han servido para establecer los puntos (circulitos) de coincidencia.
Claro está que nosotros no hemos hallado estos puntos de coincidencia por casualidad, ni
mucho menos. Aquí sí que hemos dejado horas, días y meses, utilizando papeles
milimetrados, cálculos hechos con toda exactitud, y una verdadera montaña de papel blanco.
Sabemos que hay otros procedimientos más sencillos, y uno de ellos es ,el que se encuentra
en la simbólica Cruz de Malta, que nos da una cuadratura exacta del perímetro -y de lo cual
les hablaremos cuando toquemos la división del círculo en siete partes-, pero nosotros
hemos llegado a través de la cuadriculación mágica, empezando por el Cuadro de 25
casillas.
CAPITULO III
,
¿QUIEN FUE HERMES-TOTH?
No tenemos duda alguna acerca de que Gastón Maspero (1846-1916) fue un egiptólogo
de campanillas ni de que sus descubrimientos arqueológicos aportaron un gran caudal al
conocimiento de las antiguas dinastías egipcias, como son los textos litúrgicos descubiertos
y descifrados por él (publicados en 1880-1881).
Los Textos de las Pirámides, de G. Maspero, completados posteriormente por los
descubiertos por el suizo G. Jequier, así como los Textos de los Sarcófagos, y El Libro de
los Muertos, junto al Libro del Día y el Libro de la Noche, etc. etc., nos han dado una visión
bastante amplia de lo que era Egipto, cómo eran sus gentes, qué hicieron y cómo pensaban,
desde Menes, fundador de la Primera Dinastía (5.619 años antes de J.C.) hasta el fin del
período sotíaco de Menofres, con Diocleciano, 284 años después de nuestra era.
Existe un caudaloso Nilo, válganos el símil, de literatura de todos los tiempos, acerca de
tema tan antiguo como apasionante, y, aunque hemos leído muchísimo, de antes y de ahora,
no lo hemos leído todo, ni existe nadie capaz de hacerlo. No obstante, en la búsqueda
imposible del origen del extraño dios, demiurgo o divinidad solar que ahora conocemos
como Hermes-Toth, tan estrechamente relacionado con el origen de la Geometría
Hermética, por todas partes hallamos señales y pruebas de la gran sabiduría de Hermes-
Toth, "dios de la Ciencia, inventor de la escritura, visir y escriba de Ultratumba y geómetra
inimitable", a quien se simbolizaba unas veces como ibis y otras como mandril, tal vez
tratando de sugerir su espíritu meditabundo.
En "Mitología Universal", Juan B. Bergua, nos explica:
"Otro, y no el de menor importancia de los demiurgos (era) Toth, al que el pueblo
llamaba "Señor de las palabras divinas", y los teólogos "Lengua de Atum" (o Atón), era
considerado como el inventor del lenguaje hablado y de la escritura. Así como de fórmulas
mágicas que dominaban hasta a los propios dioses. Toth era la inteligencia divina y el Verbo
divino, y, por consiguiente, el Verbo encarnado. Y, como dios de la Luna, el regulador del
tiempo. El, pues, hacía reinar el orden en el Universo. En su calidad de contador de los
dioses, era el dios de los escribas. Como "Grande de la Magia", reinaba sobre los magos. A
causa de todas estas atribuciones, su culto gozó de particular favor entre los egipcios, lo que
le valió el sobrevivir a otras divinidades. En la Época Baja se transformó en un dios
cósmico universal, venerado con el nombre de "Hermes Trismegisto" (tres veces santo o
grande). Como archivero de los dioses, era por ello mismo el patrón de la historia y él era
quien anotaba cuidadosamente la sucesión de los soberanos escribiendo, en las hojas del
árbol sagrado de Heliópolis, el nombre del futuro faraón que la reina acababa de concebir de
su unión con el amo del cielo; escribía asimismo sobre largos brotes de palmera los felices
años de reinado que la divinidad concedía a los reyes. Los textos le dan frecuentemente
como compañera a Maat, la diosa de la Verdad y de la Justicia, pero en ningún templo se les
encuentra juntos. En cambio, se le conocen dos esposas: Seshet y Nahmauit (la que arranca
el mal). Con la primera había tenido a Hornub; con la segunda, a Nefer Hor. Toth era
representado con cabeza de ibis coronada por una luna llena. Su fiesta principal, según
Plutarco, se celebra el 19 del mes de Toth, a principios de año, algunos días después del
plenilunio. Otras veces se le daba la forma de un cinocéfalo."
Tot, Thot, Thoth, Toth, Toyt, Taautos, o el Hermes de los griegos (llamado también
Mercurio por los romanos), que por todos estos nombres se le conoce, se supone que fue un
"gigante" nacido de "ángel" y de mujer terrestre. Así, al menos nos lo dice Francois
Ribadeau Dumas en "Historia de la Magia": "Aquellos gigantes, nacidos de ángeles y de las
mujeres más bellas de la Creación, fueron superhombres: tales como Hermes, Osiris, Orfeo
y los demás grandes magos de la Antigüedad".
¿Hemos de tomar esto al pie de la letra? Por supuesto que no, pero sí tratar de hurgar, al
menos, en la protohistoria, e ir más allá, si fuese posible, a fin de establecer, como pretende
Robert Charroux, "si los hombres nacieron antes que los dioses".
¡Delicada y problemática cuestión, sin duda alguna! Hay quien ha supuesto, y no sin
fundamento, que primero nacieron los hombres, cuyos actos más relevantes fueron
conservados oralmente por sus descendientes, de donde nacerían los mitos y las leyendas,
como todavía se habla de Alejandro Magno, Gengis Khan o Julio César, y luego surgieron
los "dioses", que no fueron otra cosa que héroes o personajes relevantes, tipo Hércules,
Atlas, Viracocha, Quetzalcoatl, o el mismo Toth. Pero, ¿por qué no suponer que estos
demiurgos eran extraterrestres o bien iniciados por extraterrestres?
No es así, ni mucho menos, cómo se ha escrito hasta ahora la Historia, ni creemos que la
especulación y la fantasía sea el modo más idóneo de hacerlo. Las pruebas que tenemos
sobre la existencia de nuestro mítico y misterioso personaje son insustanciales,
inconsistentes y dispersas; muchos pueblos hablan de él, pero suponemos que por razones
de vecindad, como pudieran ser egipcios, fenicios, griegos o hebreos, quienes aceptarían,
con escasas variaciones, la legitimidad de Toth desde... ¿digamos seis, ocho o diez mil años
antes de J.C.? Pero, ¿y mucho antes? ¿Qué era el Próximo Oriente hace doce, catorce o
dieciséis mil años antes de J.C.?
¿Comprenden ahora cuál es el terreno que estamos hollando?
Vayamos algo más allá, como a unos 45 o 48 millones de años, / cuando según Robert,
C. Radclife, del "National Geographic News" de Washington, hombres y animales se
paseaban entre Europa y América, "sobre un puente de tierra seca, tendido sobre el
Atlántico".
Robert M. West, profesor de Geología del Museo Público de Milwaukee (Wiscosin) y la
doctora Mary R. Dawson, profesora de paleontología del Museo Carnegie de Historia
Natural de Pittsburg, conjuntamente, han hallado fragmentos óseos de animales en la costa
canadiense de Ellesmere, situada al norte del Círculo Polar Ártico.
"Hemos hallado animales primitivos, como el tapir, tanto en Montana y Wyoming, como
en unas canteras próximas a París (Francia). También los hemos encontrado en la isla de
Ellesmere, en Islandia y Spitzbergen. Eso confirma nuestra teoría de que existía una fauna
común en Europa occidental y los Estados Unidos y demuestra la emigración animal en el
período cenozoico."
A estas declaraciones del doctor Robert M. West podríamos preguntar: ¿Pensaba ya el
hombre en aquellos tiempos? ¿Era La Tierra un planeta de escasa vida inteligente?
¿Llegaron nuestros antepasados, los "dioses", vieron el panorama que aquí reinaba y se
volvieron a marchar para retornar más tarde?
¿Qué es lo que realmente estaba ocurriendo en alguna región del planeta?
Hemos planteado así estas preguntas por una razón que tratamos de analizar con todo
detalle, aunque para ello sea necesario dejar de momento, a Hermes-Toth, para trasladamos
al Monte Wilson, donde estuvo trabajando Edwin Powell Hubble (1889-1953) quien
estableció la teoría de la expansión del Universo.
Pero... ¡Ah, el realismo fantástico afirma y mantiene que no estamos solos en el cosmos!
Y si nos equivocamos, todo cuanto hemos expuesto aquí y en otras obras, será mentira.
Si observan la Fig. 18, verán que, con mayor o menor acierto, hemos representado, de
perfil y de frente, nuestra galaxia, llamada Vía Láctea, que es una entre las cien mil millones
de galaxias que componen el cosmos, y en ella podrán ver el lugar que ocupa nuestro
Sistema Solar, que es un reducido grupo de planetas girando en derredor del Sol, ¡otro de
los cien mil millones de astros que componen, a su vez, la Vía Láctea!
Fig. 18. La Vía Láctea sólo es una entre 100.000.000.000 (cien mil millones de
galaxias). Es un disco espiral, que gira en el espacio, y está compuesta por millones
de estrellas; su diámetro es de cien mil años-luz. El Sol se halla a 33.000 años-luz
del núcleo.
Sin embargo, a pesar de lo que digan astrónomos y astro físicos, no lo sabemos todo, ni
mucho menos, respecto al Universo, ni respecto a nuestra Vía Láctea ¡Y mucho menos
respecto a nuestro Sistema Solar!
Por ejemplo, los astrofísicos soviéticos de Moscú, Leningrado, Yakutsk y Rostow, según
estudios y cálculos realizados por separado, han llegado a la sorprendente deducción de que
el planeta Júpiter no es tal planeta, sino un sol en proceso de nacimiento como ha informado
la agencia "Tass".
Esta información está apoyada en el hecho de que Júpiter aumenta de tamaño y que sus
reservas de deuterio nuclear se expanden, por lo que, según cálculos, alcanzará la masa y la
brillantez del Sol dentro de tres mil millones de años.
Hasta ahora se había creído que Júpiter era una estrella en extinción y hermana menor del
Sol. La Agencia "Tass" ha dicho textualmente:
"La irradiación de Júpiter se debe a una reacción termonuclear interna que, lejos de
disminuir, se encuentra en estado de ignición.
"La temperatura en el centro del planeta alcanza probablemente los 300.000 grados de la
escala de Kelvin y sigue aumentando. Razonando sobre el contenido medio de deuterio en
planetas y cuerpos pesados, los científicos han deducido que las reservas de carburante
nuclear en Júpiter, lejos de haberse agotado, están, por el contrario, en estado de ignición.
La masa del planeta crece constantemente gracias a la captura de cometas, meteoros y
partículas gruesas de polvo de lluvia espacial."
¡Y, como resultado de este singular proceso de formación, en la Vía Láctea surgirá un
nuevo sistema solar doble: el nuestro!
Sabemos muy bien que el Universo es un fabuloso conglomerado de materia y energía
que se encuentra en continuo proceso de transformación, que vive, late, palpita, muere y
renace; sabemos que la vida de los planetas posee un ciclo muchísimo más dilatado de
duración que la vida humana, y sabemos que los setenta u ochenta años de promedio de
nuestra efímera existencia no es absolutamente nada comparado con la vida de un mundo
como La Tierra, pongamos por caso. Pero, como cualquiera de nosotros, también el planeta
que suponemos cuna de la Humanidad tuvo un origen y habrá de tener un fin, ya sea de diez
mil o cincuenta mil millones de años. ¿Qué importancia puede tener eso?
Como en nuestra galaxia hay cientos de miles de planetas semejantes al nuestro, y el
cálculo nos hace suponer que hubieron otros tantos o más y que, de no cambiar las cosas,
nacerán nuevos planetas y surgirán nuevos soles, la buena lógica nos hace deducir que sería
altamente improbable que la vida, más o menos como nosotros la conocemos en la
actualidad, se hubiera dado únicamente en La Tierra.
Es más, estamos por asegurar que la vida se ha dado en muchos lugares, antes y después,
aunque no haya sido, precisamente tal y como nosotros la conocemos. El ambiente ha hecho
que esa vida crezca y se desarrolle., o bien que se extinga. Nosotros somos la mejor prueba
del crecimiento y el desarrollo humanos.
Pero nadie puede responder a la pregunta de si la vida se originó aquí o nos llegó de
afuera, del mismo modo cómo nosotros hemos podido enviar gérmenes al cosmos, ya sea
arrojando pequeños o grandes pedruscos de nuestro suelo, infectados de virus y bacterias. al
hacer explosión alguno de los volcanes de la antigüedad. y enviarlos al vacío interestelar.
Se ha demostrado que esto es posible. Los cohetes de la NASA han impulsado al espacio
a naves espaciales y astronautas del mismo modo que lo hizo el volcán Krakatoa
(lndonesia), en 1883, causando al mismo tiempo, la nada despreciable cantidad de 37.000
muertos. Nadie sabe si los fragmentos de la isla desaparecida volvieron a caer sobre La
Tierra o cayeron sobre algún distante planeta, o bien si todavía van errantes por el espacio.
Pero lo que sí sabemos es que, anualmente, caen sobre nuestro mundo algunos miles de
fragmentos minerales cuyo origen desconocemos, y algunos son de bastante consideración.
Pero no es sólo eso; hay algo más. Astronautas de la NASA han viajado hasta La Luna
varias veces. Naves espaciales terrestres de la "Operación Apolo" han viajado hasta la
Blanca Selene, se han posado en ella, han investigado su suelo y luego han regresado,
gracias a lo cual, hoy disponemos de fragmentos lunares que están siendo investigados en
numerosos laboratorios geológicos.
Y si el hombre ha logrado realizar tal proeza, ¿qué impide que otros hombres hayan
hecho lo mismo desde otros planetas? Todo parece indicar que los "ovnis" son naves
espaciales, tripuladas o no, procedentes de mundos remotos. ¿Por qué no? ¿Hiere eso acaso
nuestro orgullo terrícola? ¿Y si nuestros antepasados, como afirman ciertos mitos y
leyendas, llegaron aquí a través del espacio?
¡De eso, precisamente, estamos hablando!
¿Por qué no podría ser Dios el Jefe de algún mundo, cuyos cosmonautas llegasen algunos
cientos de miles de años atrás, ya con todo su bagaje de conocimientos y la apropiada
evolución biológica, y el "recuerdo inconsciente" de esa ascendencia, o bien la "grabación
psíquica" del subconsciente sea lo que estamos tratando de "re-ligar" entre el ; aquí y el
"más allá"?
Hasta hace poco, se creía que el hombre ha evolucionado desde el primate u "homo
erectus" hasta el "homo sapiens" y no debemos olvidar que todo ello, esbozado con la mejor
intención clasificadora, no ha contribuido a clarificar la verdad de nuestro origen. Teorías,
tanto religiosas como filosóficas y antropológicas, han habido varias, pero no dejan de ser
teorías, cuya demostración irrefutable aún no se ha llevado a efecto. Las declaraciones
teológicas del Antiguo Testamento son cada día menos convincentes y más bien parecen
algo así como la copia o transcripción de otros génesis más antiguos, todo lo cual tiende a
desconcertar más que a orientar.
Y por si fuese poco, a las leyendas se han unido toda clase de teologías y cosmogénesis,
entre las que se hace impreciso descubrir influencias de pueblos o culturas que si bien la
historia afirma que estuvieron desconectados, pruebas recientes, como hallazgos
arqueológicos o paleontológicos, desmienten, confunden, desorientan y hasta contradicen.
Ahora sabemos, por Edwin Powell Rubble y otros, que el argumento de las "insalvables
distancias cósmicas" es algo así como la fútil excusa del mal pagador. Con medios
adecuados -¡Y piénsese que los nuestros actuales todavía no son suficientes!- se puede
viajar de un planeta a otro y, si mucho nos apuran, de un lado a otro de la Galaxia que,
siendo espiral y estando en continuo movimiento desde hace quince mil millones de años,
en algún momento pudo tener cerca de nosotros a otro mundo con seres dispuestos y
preparados para dar el "salto al espacio",
¿ Vale esto o insistimos?
Vale, Volvamos con Hermes-Toth.
Fuese hijo de "dioses" y mujer terrestre, "ángel caído", astronauta o el hombre de nuestro
ejemplo que trazaba líneas sobre la fina arena de una playa, de Hermes -Toth nos ha llegado
la "versión" de un individuo muy sabio. (¿Cuál será la versión que llegará de Albert Einstein
a los pobladores de nuestro mundo en el siglo cien o quinientos? ¿Se dirá "que fue un
"dios", un genio o un simple mortal? Lo ignoramos. Puede que ni siquiera se hable de él,
especialmente si la humanidad ha sufrido trastornos catastróficos, si nuestros descendientes
se han exterminado y sólo han sobrevivido unos cuantos, y no precisamente los más
idóneos, o si las cosas no ocurren como suponemos. ¡Y todo eso que bien puede suceder, es
posible que haya sido realidad en tiempos pretéritos, y hablemos del futuro de igual modo
que del pasado!)
Insistimos que, con los datos que poseemos, se hace harto difícil hacer una biografía de
Hermes-Toth. Ni siquiera sabemos si fue un funcionario de Atlántida llegado a la cuenca del
Nilo juntamente con Osiris e Isis, o si lo llevaban ya en el recuerdo los que se instalaron en
Egipto y empezaron a construir pirámides y templos rematados con figuras de Esfinges.
Filón de Biblos escribió algo así: "Pero los criptólogos más recientes han destruido todo
vestigio de los sucesos acaecidos desde el origen de las cosas, inventando ficciones en las
fábulas, combinándolas de forma que se conjuntaran con los movimientos del Universo".
¿Han estado los hombres destruyendo sistemáticamente las pruebas que podían
relacionamos con nuestro origen extraterrestre? ¿Acaso porque llegaron otros seres,
procedentes de mundos distintos y trataron de hacemos creer en su verdad y no en la que
nos habían transmitido los "dioses" anteriores?
Eso es, precisamente, lo que a escala terrestre o local ha estado sucediendo desde tiempos
inmemoriales, sin necesidad de recurrir a individuos llegados del cosmos. Los que invadían
una región, atacando desde el otro lado de las montañas, trataban de imponer a los vencidos
sus costumbres, leyes y religión. Los griegos impusieron a Zeus a los persas. Los templos
de Apolo sustituyeron en Canaan a Baa1 y Moloch. Los descendientes de Abraham, que
adoraban a Jehová, hubieron de acatar los dictados de Amón durante su cautiverio en
Egipto, hasta que Moisés inició el Éxodo. Y no hace falta decir que los romanos impusieron
a los celtas sus dioses, que eran una copia de los helenos.
Por si esto no fuese bastante, la Iglesia católica y románica inculcó a los aztecas e incas el
cristianismo y llevó la evangelización a todas partes del mundo contemporáneo; en unos
lugares se evangelizó con la palabra y la cruz, pero en otros se hizo con la punta de la
espada.
¿ Y las religiones anteriores? Como no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo
resista, el cambio que no se efectúa de modo brusco, se lleva a cabo de modo paulatino. El
tiempo es el mejor aliado para toda transformación.
A nosotros nos consta que a los pueblos les ocurre igual que a todas las cosas o seres.
Nacen, crecen y mueren. Ningún imperio ha durado eternamente. Es un ciclo inmutable,
irreversible e inapelable. Si en la más remota antigüedad hubo un imperio capaz de construir
grandes edificios de piedra, tanto en América como en África, Europa y Asia, de él sólo
quedan vestigios irreconocibles. En primer lugar, los vencedores abatieron sus estatuas y
templos, borraron todo lo que pudieron de su recuerdo, a fin de que perdurase sólo el suyo
propio, ya que, siendo los vencedores, habían sido más grandes que los vencidos.
Y, por lo visto, algunos templos, edificios o construcciones, no pudieron ser destruidos,
bien porque ocurriera algo que acabase al mismo tiempo con "tirios y troyanos" o porque no
se supiera lo que aquello significaba. Pero nosotros creemos, a juzgar por lo que estamos
averiguando ahora, que las grandes pirámides de Gizeh – ¡o de Hermes-Toth, como
insistimos en quererlas llamar! -son el símbolo de unos antepasados nuestros que llegaron...
¡de otro planeta!
Ahondemos en esta cuestión.
Robert Charroux, en "El Libro de los Dueños del Mundo", transcribe parte de la "Historia
fenicia", recopilada por Eusebio de Cesarea, donde Filón de Biblos nos menciona al
extraordinario Sanchoniaton, quien vivió en tiempos de Semíramis, unos veinte siglos antes
de J.C. ¡Curiosa "tacada a tres bandas"! -Sanchoniaton-Filón-Eusebio- que, aunque
interpretada de muy diversos modos y en distintas épocas, parece dejar claro que hubieron
"serpientes voladoras" provistas de hélices. Y la cuestión, creemos, estriba en que no
vengamos ahora nosotros a complicar más las cosas. Por ello, nos limitaremos a transcribir
la genealogía de Toth, que viene a quedar así:
"Un viento sombrío, o hálito de aire, que se enamoró de si mismo, con lo que surgió el
deseo.
" Así se crearon todas las cosas.
"De esa cohabitación surgió Mot, que se puede interpretar como "residuo" o como
"putrefacción" de la mezcla acuosa. Ello ha sido el germen de la creación.
"Así nacieron animales desprovistos de sensibilidad. Y de estos nacieron otros animales
racionales, llamados Zofasemin, que significa "los que miran al cielo".
"Mot tenía forma de huevo y se hizo luminoso, creando el Sol, la Luna y las estrellas.
"Después, sin que nadie aclare cómo, aparecieron animales macho y hembras.
"Nacen luego el viento Noto y el Bóreas, deidades.
"Del viento Kolpia y de su mujer Baau, nacieron los mortales Aeón y Protogona, que
fueron padres de Genos y Genea, los primeros habitantes de Fenicia.
"Se adoró al Sol, como dios y dueño del cielo y se le llamó Beelsamen, que es el Zeus de
los griegos.
"De Genos, hijo de Aeón y de Protogona, nacieron Phos, Pyr y Phlox (luz, fuego y
llama).
"Sanchoniaton hace constar que a los hombres se les llamaba entonces por el nombre de
su madre, ya que las mujeres, por aquel tiempo, se entregaban sin pudor al primero que
llegaba... (¡Como si hubiera prisa en reproducirse, después de algún desastre natural o
guerra aniquiladora!)
"Luego, Hypsurianos (que significa la altura celeste) habitó Tiro e inventó las cabañas de
junco, de caña y de papiro.
"Hypsurianos disputó con su hermano Usus, el inventor de las prendas de vestir hechas
de pieles.
"Hubo un temporal de lluvias y vientos; se produjo fuego en el bosque y se incendió.
Usus tomó un tronco de árbol, lo despojó de ramas y se hizo una embarcación.
"Pasaron los siglos y nacieron Agreus y Alieus, inventores de la pesca y la caza. Luego,
apareció Crisor, que se consagró a los discursos. Hefesto. (Vulcano) descubrió el anzuelo, el
cebo, la caña de pescar y la balsa. Como fue el primer navegante se le llamó Zeus Michius.
"Luego -y aquí vamos a transcribir al pie de la letra- dice que de dicha raza surgieron dos
jóvenes, llamados respectivamente Tecnites, artesano y al otro, terrestre, Autóctono
(Nombre éste que menciona también Platón como uno de los gemelos de Poseidón y
hermano de Mneseas)."
Pero hagamos un inciso, como hace Robert Charroux, porque esto de que Autóctono sea
terrestre parece indicar que el otro no lo es y su origen podía ser celeste. Mas recordemos
que los aviones procedentes de Nueva York, cuando aterrizan en Europa, "bajan del cielo".
¿Nos comprenden? Aquí no queremos favorecer a nadie y sí mantener la tesis de que,
mientras nosotros gozamos de una alta tecnología, existan rincones en nuestro mundo actual
donde se vive en el mas absoluto primitivismo.
Y, para concluir: "Luego llegaron otros, Agros, Agrueros o Agrotes que fueron muy
venerados en Fenicia. Estos procrearon a Amunón y Magón, que trazaron los burgos y las
majadas, y de los que nacieron Misor y Sydye, que quiere decir libre y justo.
"De Misor nació Taautos (Hermes-Toth), quien descubriera la escritura y fuera el
primero en formar letras."
Y nosotros vamos a demostrar en el capítulo siguiente que la escritura fenicia, de la cual
derivó la griega, tuvo su origen en principios geométricos relacionados con el círculo, el
triángulo y el cuadrado. Y no se olvide que un triángulo es la mitad de un cuadrado.
Vamos a ocupamos de esas cosas trascendentales.
CAPITULO IV
LA PALABRA Y LA SABIDURÍA
Si alguna vez nos dicen los parafísicos que los mundos se mueven gracias al influjo
psicotrónico emanado de los seres vivientes... ¡Y de los que han vivido antes que nosotros!,
puede que lleguemos a creérnoslo.
Sabemos lo poco que sabemos e ignoramos lo mucho que ignoramos. Esto, obviamente,
ya no sorprende a nadie. Si lo supiéramos todo, seríamos dioses; y puede que alguna vez lo
hayamos sabido, y hasta que conservemos alguna especie de "recuerdo" inconsciente o
subconsciente.
Sin embargo, hay cosas que se han olvidado, otras que se han ocultado y muchas que se
han falseado. El tiempo, unas veces adicto y otras adverso, nos ha puesto en la alternativa de
volver a caminos mal elegidos, para emprender nuevas rutas, distintas aventuras,
experiencias nuevas, y con ello, el flujo y el reflujo de la historia del hombre, ¡hayamos
vivido una o varias veces!, nos sitúa en lugares que nos resultan vagamente familiares, por
haberlos soñado o visto en realidad, y nos hace ver cosas que creíamos olvidadas o
ignoradas.
La Geometría Hermética no se escapa a esta impresión. Recordamos casi con claridad
todo cuanto aprendimos en la escuela siendo niños: cuadrados, círculos, triángulos. Todo es
claramente familiar. Incluso las letras que utilizamos para escribir nuestros dictados o que
copiamos de los libros de estudio, están moldeadas geométricamente.
¿Cómo se hicieron las letras? ¿Quién las hizo? ¿Cómo empezó la escritura? ¿Qué fue
primero, el fonema o el signo? ¿Se habló y luego se escribió? ¿Se empezó por el símbolo?
Vayamos por puntos y recurramos primero a las enseñanzas recibidas. Los libros de texto
nos dicen que la primera escritura fue la ideográfica, surgida allá por el año 3.500 antes de
J.C., con lo que ya empezamos por no estar de acuerdo, debido a que le suponemos, como
mínimo, algunos cientos de miles de años más.
Esta forma de expresión se realizó en tablillas de barro, secado al sol, en piedras, papiros
y pergaminos. Y se nos sigue diciendo que más tarde, la escritura evolucionó, volviéndose
simbólica o jeroglífico, con lo que tampoco estamos de acuerdo, porque nadie ha
demostrado cuál forma fue antes. Además, ¿qué diferencia hay entre un jeroglífico egipcio,
pongamos por caso, y una ideografía?
Nos damos cuenta del quebradizo terreno sobre el que nos movemos, precisamente por
no olvidar los grabados preincaicos o mayas, los signos cuneiformes, tanto fenicios como
sánscritos, que se han hallado por todas partes del mundo, y hasta en lugares donde, según
la Historia, no debían estar; ni olvidamos los hallazgos de Glozel, ni los signos de Piedra
Pintada (Brasil), o los de Karanovo (Bulgaria).
En "L'Univers de l' Art" (París, 1967), se dice: "Invención de la escritura. Si tomamos la
idea de primera civilización que se asocia al estudio de Sumer, comprobamos que la
herencia capital, de la que se ha beneficiado toda la humanidad, es la invención del lenguaje
escrito.
"La escritura, prólogo de lo que llamamos civilización, apareció, ante todo, como un
dibujo que representaba ciertos objetos; pero este sistema comporta límites en la expresión
del pensamiento. Entonces la escritura se hace más abstracta y permite la representación
figurada de la idea."
Naturalmente, si Dios no hizo al hombre a su imagen y semejanza, y le dio el habla en el
primer instante, sino que le facultó para poner nombre a las cosas, ¡Y, al mismo tiempo,
hizo otros hombres, con otros conceptos del nombre sustantivo!, todo cuanto nos digan las
enciclopedias carece de valor para nosotros.
Más bien nos inclinamos a creer que hubo un origen y una escuela primaria, como nos
recuerda Charles Berlitz en "The Mistery of Atlantis" (Nueva York, 1971), al decir que
"padre" se pronuncia "aita" en vascuence, "taita" en quechúa, "ata" en turco, "tata" en
náhuatl, "tatay" en tagalo, "tata" en maltés, "tad" en galés y "tata" en romano, fidjiano,
sinalés y samoano.
Y la lógica más abyecta -¡léase así mismo!- nos hace suponer que primero se aprendió la
palabra, de labios de los gruñidos de la madre que nos destetó, y, mucho más tarde,
aprendimos a escribir. ¡Bueno esto es un decir, porque la verdad es que todavía no sabemos!
Imaginen las complicaciones que han habido desde que Sanchoniaton, por ejemplo, estudió
en las tablillas cuneiformes fenicias, Filón de Biblos escribió en cananeo y Eusebio de
Cesarea lo transcribió todo en un latín que... ¡ya, ya, cójame esa interpretación por el rabo,
aparte las manipulaciones mencionadas en el Antiguo Testamento, como las ruedas de
fuego de Ezequiel, los "elohim" que acompañaban a Jehová o las extrañas trompetas con
que se derrumbaron las murallas de Jericó.
¿Verdad que estos conceptos contraculturales y contestatarios hacen que nos
preguntemos, sin prejuicios, qué fue lo que ocurrió en Babel con lo de los lenguajes?
Sabemos, por otra parte, que existen sabios tratando de codificar el lenguaje rudimentario
de algunos animales; sabemos que, a su modo, hay especies que poseen su propio lenguaje:
monos, delfines, perros, caballos, vacas... ¿Para qué continuar?
Al hombre hay que aceptarle un primitivo estado de andrógino, primate o "pitecántropo",
donde emplease gruñidos o sonidos guturales, antes de recibir ayuda extraterrestre o bien
sufriera la mutación que le llevó al estado de "erectus" u "homo sapiens". La evolución del
hombre, por tanto, debe considerarse en ambos casos como natural. "Esto es fruta, eso es
pecado, aquello es bueno, lo otro, malo". Así de simple.
En cuanto al modo de expresar los conceptos más abstractos, hemos de admitir que debió
utilizar fórmulas muy simples o bien hábitos ancestrales, como dibujar una flecha y un
ciervo para representar la caza, una figura humana para significar a un hombre y un palo y
una copa frondosa para representar a un árbol.
Todo hace suponer que el dibujo fue el primitivo medio de expresión del hombre. Un
pez, un sol, la luna, un niño, el agua, etc. ¿Y así cuantos siglos?
El enorme e insalvable vacío que este período pudo representar hasta que encontramos
esos signos sin sentido aparente que surgen por doquier pudo ser mucho o poco. No lo
sabemos. Pero sí sabemos que los hombres se comunicaban entre sí, aunque fuese dentro de
la misma tribu, y que existía un nomadismo incesante, debido a la inquietud del hombre.
Pudo florecer, por tanto, no una, sino varias civilizaciones. Pudieron establecer un
lenguaje escrito o esgrafiado que luego se perdiera, al desaparecer pueblos enteros, aunque
no total o bruscamente. Y esto, que no podemos probar, naturalmente, pero que está en la
línea de la evolución natural, de la emigración, del gregarismo o comunidad, y de tantos
otros factores, bien puede explicar por qué "tata" significa lo mismo en distintos lugares del
mundo.
Dejamos, sin embargo, para más concienzudos investigadores cuál pudo ser la evolución
del lenguaje de los pueblos primitivos y situémonos en el momento en que los fenicios, con
un lenguaje escrito que posiblemente heredaron de sus antepasados, los hombres de piel
rojiza de Centroamérica o tal vez de la Atlántida, empezaron a influir entre las tribus
nómadas del Próximo Oriente, los judíos por el sur, los egipcios en África del Norte y los
griegos al norte.
Recuérdese que esa región que hoy conocemos como el Líbano estaba en la zona de
influencia de Egipto, Mesopotamia, Asiría, Capadocia, Macedonia, Tracia, etc. Y piénsese
que esa historia común pudo haberse iniciado hace 9.000 años antes de J.C., poco después
del supuesto hundimiento de la Atlántida.
Esto, naturalmente, no es más que una hipótesis. Pero, vayamos con la Geometría
Hermética; remontémonos a los orígenes antediluvianos, retrocedamos a los tiempos en que
se construían enormes pirámides. Más adelante nos daremos cuenta del porqué de todo esto.
Ahora, echen una ojeada a la Fig. 19, donde vemos un alfabeto fenicio y otro griego; uno
de cinco o seis mil años de antigüedad y otro de algunos milenios menos. La escritura
fenicia fue primero cuneiforme y luego se "suavizó", pudiéndose escribir sobre papiro,
corteza de árbol o pergamino. La escritura griega, mucho más reciente, tiene un aire
geométrico en casi todos sus rasgos que nos hace meditar.
Y meditamos. Los griegos empezaron a ser algo en el Mediterráneo cuando los "rojos"
fenicios o caananeos les ilustraron. Tengamos presente que en el Antilíbano, cerca de
Damasco, se encuentra el lugar llamado Baalbeck, que fue un antiguo templo de Baal. Allí,
los griegos erigieron templos a sus dioses y Baal quedó relegado al olvido por el derecho de
conquista.
Sin embargo, estudiando el alfabeto fenicio vemos rasgos que, aunque siguiendo las
incisiones de los punzones -y después el de los pinceles-, se adivinan rasgos geométricos
que luego vemos repetidos en la escritura griega y en la hebrea. Por si esto no fuese
bastante, las letras "alfa", "beta", "gamma", "delta", etc. del fenicio, griego, árabe, hebreo,
arameo, esenio, etc. (lenguas de las regiones bíblicas) todas significan lo mismo.
"Aleph" significaba buey en aquellas regiones, como "beth" significaba casa y "nun",
"naha" o "naja" quería decir serpiente. Esto es en lo concerniente al sonido o fonema, lo que
hizo suponer cómo evolucionó la forma de expresión.
Y, sin embargo, nosotros hemos encontrado lo que podríamos llamar la etimología de la
escritura, precisamente dentro de un cuadro llamado mágico y que es un compendio de
Geometría Hermética. ¿De dónde sacar, si no, la forma ideal de expresión gráfica, si salta a
la vista, ciega, por así decir, al verla surgir en las formas geométricas elementales?
Fig. 20. ¿Extrajeron los griegos su alfabeto de las líneas resultantes de la triangulación
del cuadrado? Obsérvese el exacto trazado de "tau", "my", "ny", "xi" o "pi".
¡Y la iniciación iba paralela con la sabiduría! En cierto modo, los tiempos no han
cambiado y, en el fondo, los seres seguimos siendo igual, o muy parecidos.
Por estas consideraciones, nuestra interpretación del Tetragrama es de que se trata de una
especie de muestra de iniciación geométrica, o símbolo de Gran Maestro, como sólo podía
ser Hermes-Toth.
Fíjense bien en los cuatro "grafismos". Primero un triángulo, que parece una pata de oca;
luego viene un círculo en forma de estadio o campo de deportes; a continuación, tres líneas:
la superior y la inferior, iguales, mientras que la del centro es algo más corta; y cierra el
Tetragrama una figura ovalada con dos líneas verticales internas.
Se trata, todo ello, de una muestra de las figuras geométricas más difíciles de realizar,
puesto que se combinan rectas y curvas. Y trazar esas figuras, que no es fácil para los más
avezados geómetras de la actualidad, debía ser, en la antigüedad, mucho más difícil que
ahora. Hagan la prueba sobre un papel blanco, sin milimetrar, como hemos hecho nosotros
en la Fig. 21. Con la mejor buena voluntad, nos ha salido algo así como un churro.
Fig. 22. Aquí tenemos las líneas esenciales que figuran en el Tetragrama. Obsérvese
la superposición de líneas que aparecen en la Fig. 22 bis sobre una cuadriculación
de Geometría Hermética. ¿Verdad que ha ganado sobre la Fig. 21?
Y, sin embargo, en la Fig. 22 bis, recurriendo al "cuadriculado" de la Geometría
Hermética, con las líneas bases para un trazado simétrico, la cosa ofrece un aspecto distinto,
ya que contamos con numerosos puntos de referencia sobre los que apoyar una de las puntas
del compás. ¿Nos comprenden? ¿Se dan cuenta del porqué, corriendo el tiempo, era
necesario implantar el papel reticulado o cuadriculado, como el que utilizan ahora nuestros
delineantes?
El punto que nosotros señalamos como el lugar en donde se inicia el círculo, o el lugar en
donde se cruzan dos líneas, tampoco existe. Aceptamos que la afilada punta del compás es
de 0,000001, cuando en realidad ese inexistente punto debería ser Cero.
Por esta causa, cuando señalamos los puntos, cometemos errores de milésimas, o
millonésimas, si nos apuran, que en el desarrollo ulterior de la figura se puede convertir en
milímetros, centímetros y... ¡hasta en metros, si de un edificio se trata!
No hemos de desesperar si por error óptico situamos un punto fuera de su justo centro.
¡Cuántas veces hemos perdido horas enteras desarrollando un complicado cálculo
geométrico y nos hemos encontrado que, por culpa de una insignificante desviación del
punto, nos ha salido algo que nada tenía que ver con lo que buscábamos!
A esto se han referido siempre los Iniciados cuando decían lo cuidadosos que hemos de
ser al separar lo fino de lo grueso y lo grosero de lo sutil. Es una expresión alquímica, pero
estrechamente vinculada a la geometría, a la astrología y a la astronomía, ya que en el
fondo, todo pertenece a la misma esencia científica de la observación, el estudio y la
sabiduría.
Hecha esta salvedad, rogamos se fijen de nuevo en la Fig. 16, donde, por medio de la
triangulación cuadrática (¡Recuerden, de paso, que un triángulo es la mitad de un
cuadrado!), hemos hecho la división de un cuadrado en 16 y 25 casillas respectivamente.
Estos "cuadritos" son geométricamente exactos, lo que quiere decir que, aunque nos
hayamos equivocado, por eso de la imperfección de los instrumentos -compás, regla, lápiz,
etc.-, teóricamente son perfectos.
Hemos de insistir en que para comprender bien todo esto, lo ideal es tomar papel, lápiz,
un compás y una regla, y empezar a trazar líneas rectas y curvas. La cosa, que parece
complicada a primera vista, no lo es tanto cuando nos damos cuenta de que el círculo es
uno, la horizontal y la perpendicular son dos, y los triángulos que se entrelazan son cuatro, y
lo que hacemos es repetir en cada lado del cuadrado las mismas líneas.
Vamos a enseñarles una división cuadrática "difícil": un cuadro dividido en 49 casillas (7
x 7 = 49). Háganlo, siguiendo nuestras indicaciones y consultando el dibujo de la Fig. 24.
En primer lugar, tracemos el círculo, los semicírculos y la línea horizontal y vertical
(ordenadas). Luego, es imprescindible trazar también las diagonales ac y bd. Los puntos a,
b, c y d, exactamente sobre la línea del círculo, nos señalan cuatro líneas que trazamos: ab,
bc, cd y da. Esas cuatro líneas nos dejan una zona bien delimitada y clara. Se trata de un
cuadrado inscrito en el interior del círculo, como ya teníamos otro exterior al círculo. Pues
bien, por los cuatro lados, esa "franja" es, exactamente, la séptima parte del cuadrado
exterior.
¿No es sorprendente esto? ¿Por qué es así? ¡Ah! ¿Quién puede explicar los axiomas?
Trazando puntos sobre estas líneas, justamente donde se cruzan con los cuatro triángulos,
obtenemos otra franja en cruz, en el centro del cuadro, que también es la séptima parte de la
longitud total del cuadrado. Las cuatro líneas que nos falta se ven entonces fácilmente en los
puntos de intersección 1, 2, 3 y 4.
Ahora, meditemos. ¿Quién hizo que esto fuera así? El hombre que trazaba líneas sobre la
arena de la playa por supuesto que no. Y nosotros creemos que el concierto de la Creación
tuvo muy en cuenta estas cosas.
¡Parece increíble, pero... ahí lo tienen!
"Ensipazianna reinó 28.800 años...
"Enmeduranna reinó 21.000 años.
"En Shurappak, Ubar-Tutu reinó 18.600 años
como rey.
"Total, cinco ciudades, ocho reyes reinaron
241.200 años.
"Entonces, el Diluvio barrió la Tierra "
("Leyenda Babilónica del Diluvio";
traducida por el Museo Británico).
CAPITULO V
CAPITULO VI
LA GEOMETRIA PIRAMIDAL
Al estudiar la historia del Antiguo Egipto, nos enteramos de que los reyes o faraones
heredaban el cargo a la muerte de sus padres o hermanos, mientras que el puesto de Sumo
Sacerdote había que ganárselo paso a paso, peldaño a peldaño, y a base de demostrar ser
más sabio que los demás aspirantes.
Beknekon, Sumo Sacerdote del siglo XII a. de J.C., inició su carrera como "web", a los
diecisiete años, y no fue nombrado autoridad máxima del Templo de Amón, en Tebas, hasta
los sesenta, título que le confirió el Faraón Ramsés II, y que él ostentó aún durante
veintisiete años.
¿Imaginan la poderosa "magia" que debía poseer Beknekon para llegar a ser casi tan
poderoso como el propio faraón? ¿Imaginan lo que debió estudiar en los viejos papiros, en
las ciencias ocultas, lo que significa, que eran tratados a los que no podía llegar cualquiera?
No podemos por menos que maravillamos del profundo saber de estos hombres, que,
dicho sea de paso, no lo podían saber todo, por expresa condición humana, pero a los que se
respetaba y adoraba como si fueran dioses.
Pero, ¿conocían aquellos sacerdotes los secretos de las radiaciones electromagnéticas?
Esto es importante, como vamos a ver en seguida. Sabemos que el Sistema Planetario, del
que La Tierra forma parte, está sometido a una interacción electromagnética y radioactiva
que afecta a la vida orgánica. y sabemos, además que las partículas de radiación
electromagnética se mueven en trayectorias espirales a lo largo de la línea de campo
magnética.
Magnetismo por una parte y esoterismo por otra. Atiendan a lo que dijo Manly P. Hall en
"The Secret Teachings of all Ages" (Los Angeles, California, 1969):
"La Cámara Real era... la puerta entre el mundo material y las esferas trascendentales de
la Naturaleza... Por eso, en cierto sentido, la Gran Pirámide puede compararse a una puerta
por donde los antiguos sacerdotes sólo dejaban pasar a los pocos elegidos, para que
pudieran alcanzar la plenitud individual."
Y, sin embargo, el explorador africano, Paul Brunton, que logró permiso de las
autoridades de El Cairo, para pernoctar dentro de la Cámara Real, de la Gran Pirámide de
Keops, estuvo a punto de volverse loco tras permanecer una noche encerrado en aquel sitio,
como nos cuenta en su obra "El Egipto Secreto", de la que queremos extraer unas líneas.
Paul Brunton dice que primero sintió pánico y estuvo a punto de renunciar a su
experimento. Pero luego se esfumó la atmósfera negativa y percibió la presencia etérea de
dos sacerdotes, uno de los cuales le dijo:
"Has de saber, hijo mío, que este antiguo santuario contiene el testimonio perdido de las
primeras razas de la humanidad, así como de la Alianza que pactaron con el Creador por
mediación del primero de sus grandes profetas -refiriéndose evidentemente a Moisés-. Y has
de saber también que desde los más antiguos tiempos, algunos hombres elegidos han sido
traídos aquí para conocer esa alianza, a fin de que mantuvieran vivo el Gran Secreto tras
regresar entre los suyos. Tú volverás con el mensaje de que, si los hombres olvidan a su
Creador y miran con odio a su prójimo como hicieron los príncipes de Atlántida, en cuyo
tiempo se construyó esta pirámide, serán abatidos por el peso de su propia iniquidad, lo
mismo que ocurrió con el pueblo de Atlántida, destruido para siempre."
Nosotros no somos los únicos en extender el velo de la duda sobre la "visión" de Paul
Brunton, sin que por ello dejemos de creerlo, ya que estamos convencidos de que las
pirámides de la antigüedad ni fueron construidas para embellecer el paisaje, ni para servir
de sepulcro a determinado faraón. Ocurrió, sin embargo, que cuando los reyes de Egipto
vieron aquellas moles de piedra, intuyendo o sabiendo que fueron construidas por "dioses",
quisieron imitarlas. Ni más ni menos que lo ocurrido en la Isla de Pascua con los "moais".
Esto es lo que nos preocupa desde hace bastante tiempo. ¿Quién construyó las primeras
obras megalíticas y por qué?
Supongamos que nadie bajó del cielo y no nos enseñó los secretos máximos. Esta es la
teoría más acorde con la ciencia oficial. El hombre evolucionó, se le despertó el ingenio y se
hizo sabio, ¡porque muy sabio había de ser quien trazara los planos de la Pirámide de
Keops, ya que ahora sabemos que su estructura está relacionada con el electromagnetismo!
Nos pasamos la mano por la cara y tratamos de recordar el tiempo que llevamos
afeitándonos con la misma hoja de acero, cuyo filo "regeneramos" con la pirámide de
cartulina roja. Es sintomático. Antes, utilizábamos una máquina vibratoria, la cual
desechamos cuando nos dimos cuenta de que nos era más útil la hoja de afeitar.
¿Sabía todo esto el hombre, el terrícola, que diseñó la pirámide? De ser así, hay que
admitir que la ciencia alcanzó cimas que nosotros todavía no hemos alcanzado, puesto que,
además, los Vedas nos dicen que hace muchos siglos, las "vimanas" surcaban el cielo. Y si
su técnica era cosa de hombres, habremos de admitir, que, fuese por guerras o cataclismos,
la humanidad volvió a caer muy bajo.
Fig. 25. El triángulo equilátero circunscrito es el origen de la Geometría Hermética,
de donde se ha de partir siempre para poder alcanzar las más altas cimas del
Conocimiento. Esto fue lo que enseñó Hermes-Toth. Obsérvese que los puntos a, b,
c y d forman el cuadrado. Y en el centro o coinciden 4 triángulos rectángulos.
Fig. 26. Geometría hermética y piramidal. Aquí se recurre a la división del círculo en
siete partes iguales; los puntos 1, 3 y 6 forman el plano de una de las caras de la
Gran Pirámide.
Pero aquí hablamos de geometría y es sorprendente, sin duda, que al dividir el círculo en
siete partes nos aparezcan las líneas fundamentales de la Gran Pirámide. Esto, por supuesto,
no es nada nuevo. Ya hubieron egiptólogos que se dieron cuenta, y hasta puede que se
hicieran cálculos geométricos, como hemos hecho nosotros, y se averiguasen más cosas.
Pero si así hicieron, tuvieron la poca delicadeza de callárselo y ocultarlo.
Nosotros no pensamos igual y vamos a revelar todo cuanto hemos descubierto, ignorando
si hacemos un bien o un mal, pero estamos convencidos de que la verdad tiene que salir a la
luz, ya que es más importante que todos los intereses privados de unos y otros.
La Fig. 26 es el primer paso.
La Fig. 27, con todo su simbolismo hermético, mítico y legendario, podría ser el
segundo. Obsérvese el resultado geométrico obtenido y que podría interpretarse como el Sol
(el círculo exterior), donde se inscriben siete planetas, además de La Tierra y La Luna, en su
centro. Pero si nos fijamos bien, observaremos que la pirámide sólo es una cara. La hemos
señalado con trazo grueso. ¡Pero las otras tres caras también están, intercaladas en la estrella
de siete puntas!
Esto no es casual, ni mucho menos. Y demuestra que así se originó el plano simbólico de
la Gran Pirámide.
GEOMETRIA HERMETICA DE LA GRAN PlRAMWE DE KEOPS
Fig. 27. Simbolismo de Las Pléyades, o siete hijas de Atlante y Pléyone, convertido
en simbiología planetaria. El Sol, la Tierra y la Luna y los siete planetas de la
antigüedad: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. (¿Se
conocían ya estos dos últimos o falta alguno, como Faetón o lo, que pudieron
colisionar, desintegrándose y formando el cinturón de asteroides?
Y vayamos más allá, hacia dominios en donde sólo hemos llegado nosotros, o, al menos,
ignoramos si otros lo han hecho. Observen la Fig. 28, la cual les vamos a explicar con todo
detenimiento.
Hemos supuesto que estas verdades geométricas fueron descubiertas por los monjes
soldados de la Orden del Temple de Jerusalén, que estuvieron muchos años conviviendo con
los geómetras árabes, y al deshacerse la fraternidad Templaria, pasó el secreto a la Soberana
Orden de Malta. Y decimos "secreto" sin estar muy seguros de si sus honorables miembros
conocen el simbolismo que encierra su famosa cruz. (Suponemos que sí y pedimos perdón
por divulgar el secreto. Pero jamás hemos hecho juramento de silencio y obediencia. Esto lo
hemos averiguado sin más ayuda que la inspiración).
Los triángulos que forman los cuatro lados de la susodicha cruz, tienen los mismos
ángulos que la Pirámide de Keops, la cual surge del heptágono, superponiéndose a la
anterior figura. Y esto lo hemos hecho deliberadamente, para mayor comprensión del
esoterismo que encierra la Geometría Hermética, o mejor dicho, encerraba, porque ahora
todos podemos jugar con el compás y la regla y tal vez surgan a la luz mayores
revelaciones.
Ahora bien. Si a este heptágono le superponemos el Hexágrama hermético, vemos que
sus líneas, no sólo coinciden con las líneas exteriores de la Pirámide de Keops, sino que
forman una correspondencia con las líneas de las galerías interiores de la antiquísima obra
megalítica. Y esto es lo que nos ha dejado perplejos. Encontramos demasiados puntos de
pura coincidencia para no deducir que la antiquísima y maravillosa construcción fue trazada
de acuerdo con estos planos.
Estas coincidencias son: ahí se encuentra resuelto el desconcertante problema, irresoluble
por definición matemática, de la Cuadratura del Círculo, y la Cruz de Malta es una prueba
de ello. El Sello de Salomón y el Monograma de Cristo. El Cuadro "mágico" de 16 casillas,
con el cual suponen algunos esoteristas que se roturó y trazó la ciudad de Roma. Las líneas
de la pirámide, los ángulos de la Galería de los Antepasados, de la "seringa" y el pasillo del
"serdab" o Cámara de la Reina.
Mas luego sabemos que la pirámide recoge el fluido electromagnético y, si no sirve para
ponerse en contacto con el Más Allá, sí sabemos que regenera las hojas de afeitar, que
"momifica" la materia orgánica y, más que nada, que se trata de una construcción
enigmática, cuya finalidad y origen todavía no ha sido descubierta.
Por muchas partes, desde los escritos de Platón hasta las visiones de Edgar Cayce, hemos
sabido que en la Atlántida existió una raza de hombres, cuya cultura se extendió hacia el
Este y el Oeste, hasta que, no sabemos muy bien por qué causa, ya fuese que impactó sobre
La Tierra un enorme aerolito, se produjese una desglaciación y subieran las aguas de los
mares, o, sencillamente, que se hundiera el continente de Poseidonis, aquella raza
desapareció. Pero las leyendas, las comunicaciones paranormales, incluso la interpretación
de textos egipcios muy antiguos, nos hacen creer que la influencia de los descendientes de
Atlas y Poseidón no se perdió del todo, porque existen numerosas razones para creer que
hace muchos siglos, los atlantes se instalaron en Egipto y eligieron una meseta en las
cercanías de Gizeh, para dejar constancia en piedra de los grandiosos conocimientos que
poseían.
Naturalmente, estos conocimientos eran de diversos tipos y no únicamente geométricos.
Debían conocer algún sistema para elevar enormes bloques de piedra a más de cien metros
de altura, ¡Y no precisamente por medio de rodillos, sobre rampas de tierra! ¿Nos
entienden?
Está, por otra parte, la cuestión de que aquel lugar, precisamente; separa la mitad de la
tierra, y coinciden, casi, el paralelo 30° con el meridiano 30°, aunque haya quien diga que
esto no es exactamente así y otros aseguren que sí y que la deriva de los continentes ha
modificado levemente esa ideal situación geográfica. De todos modos, la orientación de las
caras de la Pirámide de Keops, con muy ligeras variaciones en el eje Norte-Sur hablan muy
alto de los conocimientos geográficos de quienes la hicieron construir.
Y ya no queremos entrar, por haberlo tratado en otra obra anterior también nuestra, en las
teorías de Davidson, Barbarin, Lagrange, Aldersmith y el Abate Moreaux, entre otros,
quienes aseguran que, sabiendo leer en mensaje en piedra de la Gran Pirámide,
conoceremos el futuro de la Humanidad.
De la Gran Pirámide de Keops se puede escribir aún tanto como hay escrito y no se
agotaría el tema.
Pero algo nos conturba. Si un vidente que curó a miles de personas con el extraordinario
poder de su mente, en 1923, predijo que para estas fechas, concretamente dijo para 1978, se
encontraría un gran tesoro en la Esfinge, y otro, hace más de cuatrocientos años, dijo
aproximadamente lo mismo -nos estamos refiriendo a Edgar Cayce y Michel de
Mostradamus-, y que la Humanidad conocería el secreto de nuestros antepasados, ¿por qué
no puede ser cierto?
¿Qué estuvo buscando en la pirámide de Kefrén el profesor Luis W. Alvarez, por medio
de la detección de rayos cósmicos? Parece ser, si no estamos mal informados, que buscaba
galerías o pasadizos secretos. Y lo que encontró fue un galimatías que, según noticias,
todavía tiene revueltas a las ordenadoras electrónicas, porque los rayos cósmicos que
inciden en las pirámides no se comportan como cabía esperar de ellos.
Y conste que al Profesor Alvarez le fue concedido el Premio Nobel en 1968, lo que
demuestra que no es un cualquiera en el campo de la Física.
Nosotros también hemos pensado en Edgar Cayce, y en otros "adivinos" y nos hemos
parado a pensar en si la Gran Pirámide de Keops no tendrá aún algún secreto por descubrir.
Sabemos que desde hace siglos, se está tratando de penetrar en su secreto, si es que lo tiene.
Pero no es fácil levantar todas las piedras que se ensamblan allí, en número de dos millones
y medio, y menos romper los muros de sus cámaras para hallar nuevas galerías. Con ello no
se lograría más que deteriorar sus piedras y galerías, aún más de lo que ya están, y no
estamos seguros de hallar nada.
Fig. 30. Plano hipotético -¡Y posible!- de la Gran Pirámide de Hermes-Toth, según los
principios de la Geometría Hermética. El simbolismo del septenario es evidente. En
negro, galerías no descubiertas. ¿Puede ser éste el enigma de la Gran Pirámide?
En cambio, las preguntas que continuamente nos hacemos sobre el particular nos han
llevado a planteamos las cosas sobre un concepto binario o dual, que podemos llamar de
electrón y protón, de macho y hembra, o de "Ying" y "Yang", por aquel concepto simplista
de que, para encender una bombilla es preciso electricidad, y todos sabemos que ésta
discurre de forma positiva y negativa.
Cualquier máquina eléctrica funciona con dos fases. La energía que contiene el Universo
está en continuo movimiento de tracción y repulsión y, por si no fuese bastante con lo
dicho, añadiremos que la Ley de Acción y Reacción también es universal, y está vinculada a
lo que aquí tratamos de exponer, aunque sea dando un sigiloso rodeo.
Si dejamos volar libremente nuestra fantasía y suponemos que la Pirámide de Keops fue
un centro de iniciación isíaca (De lsis), y que, como afirma Paul Brunton y otros, allí se
pueden captar fluidos electromagnéticos, psinergéticos o psicotrónicos, capaces de
transportamos, aunque sólo sea psíquicamente, a dimensiones desconocidas -¡y rogamos no
vean ustedes en esto al autor de ciencia ficción que hay en nosotros, porque aquella etapa ya
la hemos superado!-, ¿por qué no podemos suponer que, para que se produzca este
fenómeno parafísico, puede haber algo así como una corriente contraria y desconocida,
capaz de provocar esa "reacción"?
Fig. 31. La Geometría Hermética fue utilizada para el plano de la Gran Pirámide de
Hermes (Keops).
Fig. 32. Doble cuadratura del círculo: superficie y longitud de perímetro. Los puntos
GO y OB, del triángulo de Pitágoras, dan las distancias del compás sobre los
puntos A, B, C, D. La hipotenusa GB es igual al radio. GO = circunferencia
dividida entre siete y OB es igual a un cuarto del diámetro. Las diferencias
numéricas son ínfimas y, en especial, defectos de construcción. La proporción del
triángulo es 3 + 4 + 5.
3 x 3 = 9; 4 x 4 = 16; 5 x 5 = 25. 9 + 16 = 25.
En las creencias ancestrales de muchísimos pueblos negros todavía se admite que los
espíritus de los antepasados se posesionan de los seres vivientes que los invocan en las
ceremonias religiosas, y les ayudan en sus infortunios. Tal es la esencia del "vudú" haitiano,
la "macumba" brasileña y otros ritos, de un origen muy anterior a Europa y a su nacimiento.
O sea que nuestra hipotética "salida" de este planeta pudo ser hallada de ese modo
paranormal por los que vinieron a buscar al desaparecido príncipe Atakoloinona. Pero todo
esto no deja de ser otra cosa que jugar a póquer sin dinero y sin naipes, o bañarse sin agua,
porque no creemos que llegue a simple especulación.
En cambio, la Geometría Hermética, como tratamos de expresar en las Figs. 31, 32 y 33,
revela que la construcción de las Pirámides de Gizeh era posible, primero sobre el papiro, la
tablilla o el pergamino, y luego, con mayor o menor variación, sobre el terreno. en piedra y
con todo lo que su construcción llevaba consigo.
Fig. 35. Cuatro lados de la Pirámide de Hermes-Toth entrelazados. La figura parece
indicar que las caras externas no son rectas. (Teoría del relámpago de André
Pochan.)
Fig. 36. No es fácil adivinar en esta extraña figura un círculo dividido en siete partes.
Y, sin embargo, es el resultado de un planteamiento de Geometría Hermética.
"Para ti el cielo ha reforzado los rayos del sol, a
fin de que puedas elevarte hasta llegar ante la
mirada de Ra "
CAPITULO VII
COSMOGONIA Y "CLONING"
Sobre "la maravillosa colina de las edades primitivas", dice una antiquísima leyenda
egipcia, surgieron serpientes y ranas en número de ocho. Antes, en el caos inicial, sólo
reinaba el agua y el barro.
"En el principio creó Dios los cielos y la Tierra"
(Génesis, 1)
Apareció también un huevo de pájaro, el huevo cósmico, que debió descender del cielo, y
cuyo simbolismo identifican algunos soñadores como una nave voladora, de las muchas que
se ven en el cielo. "Huevo" luminoso, capaz de disipar las tinieblas.
Nos remitimos ahora a la Academia Internacional para la Investigación del Sánscrito, con
sede en Maisur (India), una de cuyas traducciones modernas reproducimos fragmentada:
"Un aparato que se mueve por fuerza interior, como un ave, ya sea en tierra, en el agua o en
el aire, se llama "vimana"... El misterio de dejar silenciosos los aparatos voladores... El
misterio de hacer invisibles los aparatos voladores".
"Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y
el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas."
(Génesis, 1,2)
Los egipcios, además, dicen que del huevo inicial salió un ganso, especie de sol, que
disipó las tinieblas de aquel mundo oscuro y absorbió la humedad volando sobre el océano
primitivo.
Pero otra tradición asegura que cierto día apareció una vaca nadando sobre las cenagosas
olas, y que llevaba sobre su lomo al niño-dios solar.
¡Tradiciones, leyendas, mitos, creencias, dimes y diretes! ¿Por qué ha de ser así?
Sencillamente, porque los hombres no pueden decir nada más, porque no saben nada más,
porque la tradición ha sido confundida y modificada a través de los siglos, y ni siquiera
podemos saber si estas leyendas cosmogónicas son locales o universales, o si el mito del
"huevo" se inició después de algún diluvio, de los muchos que debieron ocurrir, ya que en
diversas regiones del planeta se recogen mitos parecidos, lo cual no significa que ocurrieran
en una misma época.
En nuestros días, que contamos con rápidos medios de comunicación y casi instantáneos
de información, sabemos lo que acontece en América o Asia en el instante mismo de
producirse. En la antigüedad, Europa ni siquiera sabía que existía América, o se había
olvidado.
El Génesis bíblico ha sido universalmente difundido gracias al cristianismo, que ha sido
la palanca motriz de la civilización durante los últimos dos mil años, pero en él sólo
apreciamos el desconcertante período de los famosos "días" de la Creación, lo que a una
mente racionalista no le aclara nada, y nosotros queremos la claridad que nadie nos puede
dar. No por ello vamos a denunciar a la búsqueda propuesta y utilizaremos todos los medios
que sean necesarios para conseguirlo.
Las antiguas mitologías sabemos que encierran "algo", aunque estén enrevesadas y
confundidas. La Física, la Química, la Biología, la Geometría, la Astronomía, etc., etc., no
son ciencias que hayan dicho la última palabra, ¡ni mucho menos!, y pasarán siglos para que
el hombre con esas ciencias y otras que aún no se han empezado a estudiar, pueda saber
cómo se formó el mundo, ya que interesa sobremanera saber quiénes fueron nuestros
progenitores, cómo nacimos y cómo nos desarrollamos.
Veamos la más importante de las leyendas egipcias antes de hablar de células, genética y
biología, para después relacionar todo esto, por incongruente que parezca, con la Geometría
Hermética, ya que en este mundo extraño nuestro, nada está desvinculado de lo esencial,
que es la materia y la energía, las cuales, sin duda, son una misma cosa.
Hemos visto, pues, que sobre "la maravillosa colina de las edades primitivas", los
antiguos egipcios sitúan cuatro parejas de animales divinos, ranas hembras y serpientes
machos, cuyos nombres son Nun y Naunet, simbolizando el caos acuático; Kut y Kauket,
que simbolizan las tinieblas; Huh y Huhet, que son la inmensidad y, por último, Amón y
Amaunet, que representa lo desconocido.
Por otra parte, en Heliópolis, se creía que el dios del sol, en vez de haber surgido de un
ganso y despegar del fango limoso lanzando graznidos, nació de sí mismo y se llamaba
Atum.
Atum surgió "del agua primitiva", antes de que naciera el cielo y la Tierra. ¿No sugiere
esto algo así como una época en donde la tierra estuviera peremnemente cubierta de nubes y
el suelo cubierto de agua? ¿Y no tenemos derecho a pensar que antes pudo originarse un
"diluvio", o un cambio climatológico, o una desgiaciación, o una subida de las aguas, en la
que pereciera la escasa humanidad de entonces?
Atum podía ser un superviviente, como pudo serIo Viracocha, Enlil, Poseidón, etc. Y la
leyenda dice que se posó sobre una piedra, llamada "benben", situada en donde con el
tiempo nacería Heliópolis.
Al verse solo, Atum decidió rodearse de compañeros. Y de su boca surgieron el dios Shu
y la diosa Tefnet. Aparecen también la diosa celeste Nut y el dios de la tierra,. Geb, hijos
ambos de Shu, el cual los separó, simbolizando así la separación del cielo y la tierra, entre
los que se interpone el aire, cuyo dios, es Shu.
Y vamos a concluir, ya que esto no es un tratado mitológico, diciendo que Geb (La
Tierra), en donde crecen las plantas y viven los animales y los hombres, se concibe también
como un gran disco, rodeado de un enorme océano, llamado "el gran círculo", que se
hallaba dividido en dos partes: una es el desierto, el "país rojo", donde los pueblos no
egipcios han de vivir su miserable existencia; la otra es la fértil "tierra negra", regada por el
caudaloso Nilo.
Del cielo y la tierra, o sea de Nut y Geb, nacieron Osiris, Isis, Seth y Neftis, considerados
dioses y que nosotros, a fuerza de imparciales, hemos de aceptarlo, aunque nos parezcan
semidioses o terrícolas.
Ahora, supongamos que estos "dioses" no fueran tales, sino seres humanos supervivientes
de un cataclismo. Hombres y mujeres de una raza superior, pueblo o nación de avanzada
cultura, fuese de Mu, la Atlántica o cualquier otra región, de la que sólo hubieran vivido
unos pocos.
La sabiduría de aquellos supervivientes, comparada con la de otros posibles aborígenes,
podría ser tanta como la que hay entre un universitario de Stanford o Yale y un zulú
sudafricano o un papú novoguineano. Un caso análogo pudo producirse entre Poseidón y los
aborígenes de Atlántida, padres de Clito.
¿Y por qué no suponer que estos "dioses" bajaron del cielo verdaderamente, procedentes
de otro planeta, a bordo de naves espaciales? Hay mucha gente dispuesta a creerlo, y aunque
la primera versión, del origen terrestre de los "dioses" sea válida, la otra no lo es menos.
Sin embargo, recuerden que la mitología egipcia nos menciona "el gran círculo" oceánico
que rodea el disco terrestre. Y esto, para quienes no se han movido de la superficie de
nuestro planeta, es demasiado saber y demasiado decir, aunque proceda de una leyenda.
Parece ser de buen tono llamar "cloning" a lo que Gregorio Mendel inició con el nombre
de Ley de la Herencia Genética, aunque, a decir verdad, la "clonización" sea algo más
sofisticado, complejo o revolucionario dentro del campo de la Biogénesis. (¡Seguimos
hablando del antiquísimo Egipto aunque no lo parezca! Luego veremos que los faraones y
reyes de la antigüedad tenían que saber de genética tanto o más que el monje agustino de
Heinzendorf).
¿Cómo ha llegado a ser tan complicado todo? Sabemos que fue el doctor Frederick
Steward, de la Universidad de Cornell, quien trató de convertir una célula de zanahoria en
una zanahoria entera. La cosa parece muy simple, pero no lo es, ya que una célula no es, ni
mucho menos, una semilla.
Sin embargo, lo que en un principio no fue más que un sueño utópico, gracias a la
paciencia del científico, el doctor Frederick Steward logró "alimentar" su célula, hacerla
dividirse, crecer, multiplicarse, y crear un racimo del que pronto se diferenciaron los tallos,
las hojas y la raíz de una auténtica zanahoria.
Esta innovación genética es, sin duda, un sensacional avance biológico y permite
acariciar la atrevidísima teoría de que con una célula humana se pueda reproducir un
hombre. ¿O no? ¿Y por qué no?
¿Acaso porque un hombre no es un guisante o una zanahoria?
El Profesor Elof Carlsson, de la Universidad de California, es el que nos ha facilitado
esta increíble idea; está convencido de que extrayendo genes a un muerto se puede crear un
hombre nuevo, exactamente igual y hasta que piense como él. ¿No sería esto la solución al
problema de la muerte? Nos morimos, interviene el Profesor Carlsson y nos reconstruye tan
lindamente... ¡aunque no sabemos si de modo tan perfecto que incluye en nuestro organismo
la causa del fallecimiento!
¿Peregrina idea, verdad?
Todo esto se relaciona con los trabajos del doctor Frederick Steward y los del biólogo
germano Erwing Santo, del que Philipp Vandenberg nos cuenta en "La maldición de los
Faraones":
"Lo que se movía bajo la lente del microscopio... muchos científicos lo calificaron de
nimiedad. Aquello nada tenía de milagro, desde luego. Por su microscopio, Erwin Santo
veía formarse células de un modo hasta entonces desconocido. Estaba brotando una nueva
vida."
La cosa no era para menos. En una especie de bacteria, nuestro sabio investigador había
vertido una solución nutritiva compuesta de ínfimas cantidades de litio. Y, al cabo de
dieciséis horas, en el caldo de nutrición, a elevada temperatura, empezaron a hacerse
reconocibles las células que antes carecían de núcleo, y ahora tenían éste y también plasma.
"Desde hace unos cincuenta años -sigue diciendo Philipp Vandenberg-, los biólogos
vienen observando que, después de la muerte de las células - lo cual en el hombre supone la
muerte clínica- subsisten, en el mundo animal y también en el vegetal, unos pequeños
elementos celulares... El parecido de estos elementos celulares con las bacterias es
sorprendente, aunque no se trata de bacterias totalmente desarrolladas, sino de organismos
vivientes no identificados."
Los biólogos, que cada día forman una legión más numerosa, nos están abriendo puertas
que, a fuerza de sinceros, ignoramos si conducen al futuro o nos remontan al misterioso
origen de la Vida, cosa que debió producirse hace bastantes millones de años... ¡Y no
creemos que fuese, precisamente, aquí en La Tierra!
Sabemos que los egipcios de la antigüedad creían en que el hombre sigue viviendo
después de la muerte, y que ésta no era el fin. Suponían que una persona estaba compuesta
de dos elementos esenciales, o sea, el cuerpo o "zet", por una parte, y el espíritu, por otro.
Pero éste, a su vez, se dividía en tres esencias diferentes: el "ka", el "ba" y el "aj".
El "ka", según la mística egipcia de los albores, es lo que el hombre tiene de divino, es el
"mana" universal. El "ba" es sencillamente lo que llamamos el alma inmortal y personifica
al ser como entidad cósmica. Por último, el "aj" es algo así como el aura o la potencia
receptora y emisora de cierto tipo de ondas que nos mantienen sutil e inconscientemente en
contacto con los demás, tanto presentes como ausentes, vivos o difuntos.
Hay acérrimos parasicólogos que van más lejos en estas apreciaciones y aseguran que
esta potencia emisora-receptora nos pone también en contacto con los seres del futuro o con
el tiempo que "todavía no ha llegado". Nosotros nos resistimos a creerlo, porque, con
mentalidad un tanto cartesiana, "a priori", se nos hace espinoso el creer que alguien puede
conocer a sus hijos antes de que éstos hayan nacido. No obstante, a la luz del conocimiento
irracional, y en terrenos donde sólo hacemos que bracear a tientas, no estamos muy seguros
al afirmar que ello es imposible.
¡Ah, pero eso es otro asunto!
En esencia, suponemos que el Hombre, como agente transformador de materia en
energía, tanto física como psíquica, es algo así como el motor de un automóvil, que produce
fuerza motriz para sí y para la función que ha sido creado, o sea la de arrastrar consigo,
además de su armadura metálica, su tara, pasajeros y mercancías. Nosotros, que somos un
complicadísimo y armónico conjunto de células, creamos energía para poder vivir y, al
mismo tiempo, para que viva "algo" más. O dicho de otro modo, las fuerzas psíquicas que
emanan de nosotros, como el sobrante de la energía vital creada, pueden servir para crear la
estabilidad y equilibrio necesario en el mundo material y supuestamente inerte que nos sirve
de asiento. Es decir, La Tierra nos da cobijo, apoyo, seguridad, techo, alimentos, etc., etc., y
nosotros, por medio del fluido conjunto, le facilitamos la energía, llámese psicotrónica,
electromagnética o como se quiera, para que se mantenga "colgada" en el espacio. En
realidad, el planeta, a gran escala, es la nave espacial en la que viajamos todos y la inercia
que la impulsa en su eterno vagar en tomo al Sol es muy posible que se la facilitemos
nosotros, conjuntamente con plantas y animales, de suerte que el Sol, por ley universal de
atracción y repulsión, nos devuelve en calor lo que nosotros le enviamos en... ¿Psinergía?
Naturalmente, somos conscientes de que esta disgregación no puede llevamos a ninguna
parte, ya que nos hemos situado más allá del principio puramente especulativo, y
comprendemos que sólo hay dos caminos para dilucidar el problema: avanzando paso a
paso hacia el futuro, como hacen los biólogos y los otros investigadores, o retroceder hacia
el pasado, en busca de huellas reveladoras, como hacemos nosotros, puesto que suponemos,
y no sin fundamento, que en el remoto ayer puede estar la clave del misterio que tratamos de
solucionar o desentrañar.
Las antiguas cosmogonías de Anaximandro, Heráclito, Parménides, Anaxágoras,
Demócrito, etc., bajo distintos aspectos, no hicieron más que planteamos el problema del
origen de nuestro mundo, sin damos la solución. Pero, aunque alguien nos la hubiera dado,
nadie le habría creído y la discusión continuaría como si tal cosa. No es fácil admitir la
simplicidad de los antiguos mitos, como por ejemplo, que Ra, la Luz o el Sol, naciera del
matrimonio entre el Cielo y La Tierra.
"Geb, el padre Tierra, y Nut, la madre Cielo, engendran todas las noches a Ra, quien nace
cada mañana con la aurora."
¿Y mucho antes, cuando el hombre, los animales y las plantas no existían? ¿Dónde estaba
La Tierra? ¿Se desprendió del seno de Ra, tras una convulsión de éste, surgiendo en forma
de enorme masa incandescente y radioactiva, para girar sobre sí misma durante miles de
años, enfriarse paulatinamente y luego, de su seno alquímico, decantar los enzimas y
aminoácidos que crearían las primeras bacterias de vida primigenia?
¡Ah, por ahí andan, empecinados, esos extraños biólogos que llaman "cloning" a lo que
Gregorio Mendel, en el huerto de un convento austríaco, a mediados del pasado siglo, llamó
herencia genética, tratando de unir el pasado con el futuro!
El doctor Willard Gaylin, presidente del "lnstitute of Ethics and Life Sciences", según
Alan y Sally Landsburg, en "Conexión con el espacio exterior" (op. cit.) dijo: "Para una
mentalidad científica, el salto de una simple célula a una zanahoria producida asexualmente
es mayor que el de esta zanahoria al hombre, producido de la misma manera".
Y, ciertamente, hay un enorme abismo entre una célula vegetal y una célula animal. Pero
los autores que acabamos de mencionar nos aseguran que fue el profesor John Gurdon, de la
Universidad de Oxford, en Inglaterra, quien tendió un puente sobre ese abismo
aparentemente insalvable, al inventar una técnica para la reproducción asexual de ranas.
¿Ranas, larvas, renacuajos, anfibios? ¿Qué nos recuerda esto?
Recomendamos aquí al paciente y benévolo lector, con quien hemos estado, un poco,
jugando al ratón y al gato, en el bien entendido que nosotros somos el ratón, que vuelva al
principio de este capítulo y repase la antiquísima leyenda egipcia de "la maravillosa colina
de las edades primitivas", donde surgieron ranas y serpientes del agua y el barro.
Sabemos que nos tildarán de ratones excesivamente imaginativos, pero pensamos en un
oscuro estudiante, llamado Miller, que reprodujo en el "caldo de cultivo" supuestamente
primitivo, a base de descargas eléctricas, los aminoácidos esenciales para la formación del
ADN y demostró que, en condiciones óptimas, la naturaleza podía, por sí sola, crear los
primeros gérmenes biológicos. Lo demás, con ayuda del tiempo, se desarrollaría solo. ¿O
no?
Este es, precisamente, el quid de la cuestión. ¿Surgió primero la ameba monocelular, sin
ayuda exterior, y luego se reprodujo, uniéndose a otra ameba, mutándose y diversificándose,
hasta dar tantas variedades como conocemos, de géneros y especies distintas, tanto en
plantas como animales? ¿O nos llegó de afuera?
Suponemos, humildemente, que cuando se formó nuestro planeta, el Universo ya estaba
estructurado. Y, suponiendo más, hasta nos resulta fácil creer que ha existido siempre y que
no hace otra cosa que transformarse, muriendo aquí un planeta, sol o galaxia, y naciendo
otra en lugar distinto, por aquella ley de la conservación de la materia. Fred Hoyle definió
este principio universal diciendo algo así como que el agua que se escapa por el agujero de
desagüe de una bañera va manteniendo llena ésta con la que fluye del grifo.
Pero referente al Macrocosmos no queremos insistir, y mucho menos reiterar de nuevo
aquello que alguien escribió en el Eclesiastés de que "no hay nada nuevo bajo el sol".
Queremos remarcar que el hombre, en su primera fase germinativa, es como un renacuajo,
llamado espermatozoo cuya cabeza se compone de la masa cromática y está recubierta por
el acrosoma; el cuerpo o parte media contiene los centrosomas y el filamento espiral de las
mitocondrias y la parte posterior o cola es un flagelo serpentiforme que utiliza para
desplazarse.
¡Cielos Santo, no somos nada! y olvidamos decir que estos renacuajos, que se producen a
millares, fallecen en su mayor parte, sin haber llegado a cumplir la función para la que
fueron creados, o sea, la de dar vida a un ser humano.
¡Pasmoso, sin duda alguna! ¿Fue esto siempre así? ¿Hemos de quedamos impasibles ante
el hecho asombroso de que un niño, en el Uruguay, o en la China, que para el caso es lo
mismo, diga a su madre que ya no quiere más teta, contando sólo cincuenta días de vida?
¿Verdad que los doctores Frederick Steward, John Gurdon y la doctora Janice Brothers
merecen todo nuestro apoyo y aliento, a fin de que sepamos de una vez quiénes somos y
cómo hemos venido a esta extraña vida?
Sigamos con el condenado asunto del "cloning" para concluir, debiendo advertir que a
esta técnica se le llama ahora del transplante nuclear que parece tender hacia la hibridación,
ya que se prescinde del óvulo femenino.
Las células asexuales sólo tienen la mitad del complemento genético. Pero de una sola
célula corporal completa se puede obtener todo el plan genético del individuo que facilitó el
núcleo celular.
La doctora Janice Brothers, de la Universidad de Indiana, una joven y bella mujer, de
cabellos negros y ojos fascinantes, está trabajando con los transplantes nucleares de la
salamandra o "axlotals", como ella los ha bautizado, evocando el nombre del dios azteca
Xlotal, Señor de la Muerte y la Resurrección, ya que la ciencia no está reñida con la
mitología y mucho menos con la poesía. Hay muchos más científicos que se ocupan de estas
apasionantes cuestiones, y pronto habrán muchos más, hasta que llegue el momento en que,
aunando esfuerzos, podamos ver convertido en realidad el sueño utópico de Aldous Huxley
y los seres humanos puedan ser fabricados según las necesidades de la especie.
Pues bien, ¿es posible, cosmogónicamente hablando, que antes de formarse nuestro
mundo, ya sea por técnicas de "cloning" o biogenéticas, en otros mundos se hubiese
preparado el germen, la rana, el renacuajo o el virus que corriendo el tiempo, se depositaría
en el caldo de cultivo de nuestro embarrado planeta, para que seamos ahora lo que somos?
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra", hemos leído y repetido al iniciar este
capítulo. ¿De la nada?, insistimos en preguntar. La Tierra es vida, se mueve, gira, surca el
cosmos, avanza, tiene un destino, un principio y un fin. ¿Y nosotros, acaso somos distintos,
siendo parte de ella, viviendo, naciendo y muriendo aquí?
Por extraño que parezca, el Antiguo Testamento también está plagado de geometría, y la
mayor parte de ella es Hermética. La propia vida, su origen y misterios, está ligada a la
Geometría Universal, Principio Inmutable y Supremo del Todo; el hombre no es más que
una molécula perdida en esa maraña geométrica del Universo, en donde se entremezclan las
líneas de infinidad de ciencias que se condensan en una sola y que son ramas de la Sabiduría
Espiritual. La materia es otra cosa.
CAPITULO VIII
LA GEOMETRIA INVISIBLE
Un íntimo amigo, a quien consultamos todas nuestras cuitas, nos preguntó, no hace
mucho, al vemos trabajar en el contenido de este libro:
"-Pero, dime la verdad... ¿Para qué sirve, en el siglo XX, la Geometría Hermética?"
Honestamente, confesamos que, de principio, nos quedamos bastante desconcertados.
¡Vaya con la tal pregunta! Sí, ¿para qué puede servir todo esto?
Tenemos a nuestro alrededor infinidad de apuntes, notas, gráficos, dibujos de todas
formas y tamaños y sabemos que, desde el momento de iniciar este estudio hemos
consumido más horas de las que nos es factible confesar, por temor a que nos tilden de
psicópatas. Hemos recurrido hasta a la calculadora electrónica, al cálculo algebraico, al
diferencial, al infinitesimal y hasta al integral, aparte de algún cálculo más, no clasificado
aún, que, junto al trigonométrico y al logarítmico, podría haber servido para dejamos calvos
y hasta sin cejas.
¡Y no encontramos la réplica adecuada para contestar a nuestro amigo! Se nos ocurrió
balbucear:
"- ¡Hemos solucionado el problema de la cuadratura geométrica del círculo...!
Nuestro amigo, que ha compartido con nosotros parte de esas experiencias, con la más
aviesa de las sonrisas, nos replicó:
"-Suponiendo que eso sea cierto ¡que no lo es, porque el susodicho problema es
"insoluble" -suponemos que quiso decir irresoluble- y transcentente!, insisto en lo mismo:
¿para qué sirve saber algo que, con una aproximación de milésimas, ya se sabía por medios
aritméticos?"
Esta conversación se prolongó durante varias horas; se ha extendido aún a través de
varios meses, convirtiéndose, a veces en polémica acalorada y otras en reflexión intensa.
Ahora, sin embargo, nuestro amigo, aunque continúa en sus trece de que la Geometría
Hermética no viene a solucionar nada -¡cosa que nosotros estamos en total desacuerdo!-, las
discusiones han tomado otro cariz, porque nadie puede negar, ni siquiera nuestro amigo, que
la Geometría Hermética sí tuvo utilidad en el pasado, como la habría de tener cuando
Occidente se enfrentó a Oriente en las cálidas tierras palestinas, allá por el Siglo XII, a
causa de lo cual surgiría en Europa, primero el arte gótico y posteriormente el
Renacimiento.
Aquí podemos decir formalmente que la geometría, sea plana, esférica, espacial o
multidimensional, ha existido siempre. Podemos añadir que antes incluso de que existiera el
hombre, ya sea terrícola o alienígena, visible o invisible, las líneas llenaban el universo y las
había en todos los sentidos, largas y cortas, reales o aparentes, curvas o sinuosas,
pseudorrectas y quebradas, aunque sólo fueran sucesiones de puntos, encadenamientos
corpusculares, atómicos o sub atómicos. Y, para terminar, añadiremos que si existían las
líneas, ya que habían móviles que seguían estas líneas u órbitas, también habían figuras
geométricas.
¡Y, de todas ellas, la más perfecta es el círculo!
Recordamos con alborozo cuando nuestro recalcitrante amigo nos reveló su sagacidad al
decimos:
"- ¡El círculo no existe! ¡Todas las órbitas son elípticas!
Este fue nuestro gran triunfo. Y nos apresuramos a barrer hacia dentro, replicando:
"- ¡Naturalmente! Y, precisamente por eso, la Geometría Hermética es la hipótesis de
trabajo que permitió levantar la arquitectura de la Antigüedad, ¡que no fue moco de pavo!,
hasta que la Aritmética, basada en la exactitud geométrica, permitió sustituir la línea por el
número."
En realidad, queridos amigos, en aquella ocasión no lo dijimos todo. Pero sí lo estamos
haciendo ahora, de forma más tranquila y reposada, sin interferencias ni réplicas, borrando
de nuestros papeles todo lo que consideramos inútil, y dejando, sea bueno o malo, porque
esto es cuestión de criterios, lo que consideramos más idóneo para expresar nuestro personal
punto de vista.
Fig. 37. División del Cuadro en cien partes iguales. Obsérvense los focos o puntos de
coincidencia. Esta operación requiere un meticuloso cuidado.
Ahora sabemos muy bien que la Geometría Hermética es una ciencia armónica,
matemática, exacta, simétrica, infinita, etc., pero que su mejor definición podría ser la de
geometría invisible, si esto fuese posible, puesto que hay más estructura tras lo que se ve,
ocultas en el concierto de esas líneas que se entrecruzan, que en los gráficos o planos del
dibujo.
Si contemplan un cuadro de Leonardo da Vinci, por ejemplo, admirarán la composición
del tema y la armonía del conjunto, porque tras él, sin que salga a la superficie, el genial
artista bocetó unas líneas maestras, una estructura geométrica equilibrada, que luego ocultó
bajo la pintura.
El arquitecto que traza el plano de un edificio suntuoso utiliza infinidad de líneas que
luego no se ven en el edificio por ninguna parte. Es el mismo caso de la Gran Pirámide;
nadie verá allí una sola línea curva, ni un círculo, si exceptuamos la inscripción del
Tetragrama, al que ya hicimos referencia. Y, sin embargo, la megalítica obra fue concebida
por medio del círculo.
Esto es lo que pretendemos decir. En la Geometría Hermética existen más líneas
invisibles que visibles. Y para muestra basta un botón. Obsérvese la Fig. 37, que es un
cuadro cualquiera al que hemos efectuado una división en cien partes. Lo mismo podríamos
hacer en mil partes, o en cien millones de partes, si dispusiéramos de tiempo y medios. y
esto, sin aumentar el tamaño del cuadro de referencia, cuyo original tiene sólo 14
centímetros de lado. Por ello, si les presentamos un cuadro enteramente pintado de negro,
podemos suponer que en él se han superpuesto todas las líneas que imaginar se pueda. Si
pintamos en blanco sobre negro, como si fuese un negativo fotográfico, no hacemos más
que extraer líneas a la luz y que la negrura mantenía ocultas.
Depende sólo de la imaginación de cada uno llegar a intuir, porque no podemos decir
calcular, cuántas líneas se pueden extraer del cuadro negro y qué figuras podemos construir.
A partir de aquí se establece la diferencia entre la línea irregular del dibujo artístico, al que
incluso podemos colorear para obtener un cuadro, y el dibujo geométrico que ha de ser
trazado con regla y compás, a menos que se posea un extraordinario pulso y sea uno capaz
de trazar una línea recta sin apoyarse en nada.
¿Por qué no había de comprobar el hombre primitivo cuántas líneas "mágicas" estaban
contenidas en el círculo sagrado del cielo? Por ello, se hizo preciso construir instrumentos
de precisión. Un compás de madera pudo servir al principio; incluso de piedra, si nos
apuran. Y, a falta de papel o pergamino, se trazaron líneas sobre la pizarra, el barro blando y
hasta sobre el granito. Lástima que sólo hayamos descubierto rústicas muestras de aquel
incipiente arte. Sin embargo, se trata de algo que podemos reproducir casi con toda
exactitud, porque ha quedado reflejado en las antiguas construcciones, en sus poblados, en
dólmenes, menhires y cromlechs, y hasta en esas obras inquietantes, como la Gran Pirámide
de Hermes-Toth (Keops).
Después vino todo lo demás. Otro círculo, otras líneas rectas, el cuadrado, el triángulo,
que es la mitad de un cuadrado, partido éste en diagonal, etc. Elementos simples, a nuestro
juicio; tan simples que hasta un niño puede trazarlos. Sin embargo, descubrir líneas
inexistentes en estas tres figuras geométricas elementales es una ciencia arcana e
inextinguible, o sea que se inició con el hombre y terminará con él.
Fíjense en la Fig. 39. Aquí vemos un círculo y una cruz. Sobre los puntos de coincidencia
del círculo en la cruz, hemos trazado nuevos círculos. ¿Quién no ha hecho este dibujo al
estrenar su primer compás, en la edad escolar? y hasta nos hemos cansado de hacer círculos,
buscando puntos de coincidencia. Hoy sabemos, gracias a la Física y a la Química que las
estructuras moleculares de la materia están encadenadas más o menos así. Existe una
correlación estructural en todo lo creado, cuyo mejor ejemplo lo hallamos en la composición
geométrica de una colmena o en el encadenamiento de las células.
Por otro lado, astronómicamente hablando, los mundos están encadenados por las fuerzas
de la gravitación universal de un modo elocuentemente geométrico, como demostraron
Kepler y Newton. O sea que el hombre, al trazar figuras geométricas relacionadas con el
círculo, lo que hacía era imitar a la Naturaleza o buscar el camino que conduce al cielo, o
sea, hacia Dios.
Fig. 42. Triangulación sobre un círculo "invisible" dividido en tres, cuatro, cinco, seis
y siete partes.
En la Fig. 40, los círculos concéntricos dentro de un cuadrado dividido en triángulos, por
medio de diagonales y líneas perpendiculares, nos ofrecen un esquema de Geometría
Hermética altamente significativo. La infinidad de cuadros que surgen, así como el enorme
número de puntos de coincidencia entre líneas curvas y rectas, nos da una pálida idea de la
magnitud geométrica del Universo.
Las Figs. 41, 42 y 43 son también un exiguo ejemplo de la aplicación del cuadrado y el
círculo, armónicamente conjuntado, para obtener nuevas líneas y formas en el panorama
infinito de la Geometría Hermética. Las líneas invisibles, o sea las que hemos rechazado,
borrándolas, para quedamos con la muestra, semejan esas estructuras metálicas levantadas
por los constructores de edificios, que luego retiran cuando están tenninados éstos.
La Geometría Hermética, pues, radica más en lo que desaparece que en lo que
permanece. Y la -Gran Pirámide de Hermes- Toth es su máximo exponente.
Fig. 44. Un antiquísimo sistema, empleado por Eratóstenes (s. II a. de J.C.) para
mediciones de grandes distancias. Conocido el cuadrado aozv, se puede determinar
la distancia dv. Desde y también se pueden determinar las distancias a v, a, b, c, d,
e, f, g y h.
Pero hay más. Sobre el cuadrado conocido, AOZV, un observador situado en Z, por la
simple comprobación del lugar por donde la línea oblicua que parte de Z se cruza con la
línea AO, puede saber qué distancia hay desde V hasta B, hasta C y hasta D. De aquí al
cálculo trigonométrico no hay mayor distancia que desde el huevo a la gallina y prueba que
la Geometría Hermética fue el principio de nuestra Aritmética actual.
En la Fig. 45 hemos ido más lejos aún, para que el diablo no se burle de nuestra
ignorancia. Hemos trazado un círculo, un cuadro exterior al círculo y otro interior. Luego,
por medio de triángulos isósceles, en la más pura línea de Hiram-abi, el fenicio, hemos
buscado proporciones piramidales -o triangulares-, partiendo de una desviación de los
triángulos. Ahí se encuentra lo que se dio en llamar el Monograma de Cristo, que también
fue utilizado en la construcción del Templo de Salomón y, por supuesto, sirvió de base para
la construcción de pirámides. Si alguno de nuestros lectores pretende hallar la "piedra
filosofal" de la Geometría Hermética, ahí tiene la oportunidad de quemarse las cejas
desarrollando esta "ecuación" geométrica hasta sus últimas consecuencias. Nosotros no nos
sentimos capaces de ir más allá, habida cuenta que hemos borrado casi cien veces más
líneas de las que aparecen en el insignificante boceto.
Creemos, por tanto, llegado el momento de hacer un resumen de cuanto llevamos
expuesto, por aquello de que antes de pasar al verdadero enrevesamiento de la cuestión se
hace necesario clarificar conceptos.
Empezamos este capítulo diciendo lo que opinaba un entrañable amigo, quien, para más
señas, es ingeniero industrial. Y aunque estamos en desacuerdo con él, no deja de tener algo
de razón. ¿Para qué sirve algo que, por otros medios, aunque sean más complicados,
resuelven todos nuestros problemas matemáticos y geométricos?
Fig. 45. Utilizando dos "Monogramas de Cristo" -entre las líneas punteadas-, hemos
intentado la Triangulación Piramidal. Este ha sido el resultado... ¡decepcionante!
Pero, ¿a quién puede servir la Historia, si es cosa que no volverá a repetirse? Y todavía
más. Si el mundo sufriera un cataclismo, de los muchos que se suponen ha sufrido, y
sobrevivieran muy escasos individuos, ¿por dónde se empezaría a reconstruir nuestro
planeta?
Hemos leído que Albert Einstein, el genial matemático, se equivocaba frecuentemente al
hacer la suma de los gastos domésticos, pese a que su cerebro logró desarrollar cálculos
dificilísimos y solucionar problemas en los que trabajó durante años. De todas formas, muy
pocos hombres han podido seguir los razonamientos de Einstein y comprenderlos con
exactitud; otros, la mayoría, los aceptaron "de facto", sin más.
La Geometría Hermética, sencillamente, nos permitiría reconstruir todo el entramado de
las demás geometrías, incluyendo la Aritmética, aunque en el mundo sólo hubiera
sobrevivido la pareja más ignorante. Y, partiendo de ello, permitiría reconstruir todas las
demás ciencias, incluyendo la Física... ¡O, al menos, eso nos parece!
El hombre se diferencia de los animales, ¡creemos!, por su capacidad de reflexión y
raciocinio. Analizamos, ordenamos, estudiamos, comprendemos. De todo esto surgen
axiomas, postulados y corolarios. Si lográsemos matematizar la filosofía y establecer
valores numerarios a los conceptos, del mismo modo que las estadísticas pretenden sentar el
precedente de una irrealidad aparente por medio de cómputos, que son, por supuesto,
inexactos y relativos, podríamos dar a Dios el valor numérico de Infinito y todo lo demás,
en escala decreciente, hasta situar al hombre en su término exacto y numérico, muy por
debajo del Infinito, lógicamente, y hasta valorar a los hombres por sus conocimientos o
sabiduría, de suerte que un individuo con el número 10.000.000, lógicamente poseería un
valor superior al que tuviera el número 9.999.999.
Pero esto es una utopía. Jamás llegaremos a perfeccionamos tanto, aunque,
aparentemente, llevemos el camino de la perfección.
Y, por otra parte, el hecho de haber empezado toda nuestra estructura social, política y
religiosa, partiendo de un círculo, descubierto en el cielo al percibir el primer atisbo de
inteligencia, y haberlo sabido mezclar con dos líneas rectas imaginarias, habla muy alto de
la capacidad intuitiva o intelectiva del hombre.
No es, por tanto, una bagatela eso de las líneas elementales. El hombre ha progresado
tanto en su avance hacia el Fin, que nos tememos éste aparezca de un momento a otro, en el
recodo más inesperado de nuestras discrepancias políticas o sociales. Los arsenales
termonucleares nos penniten suponer que, al más mínimo error o desvarío, el hombre puede
volver a la época cavemaria, con el consiguiente Punto Cero hacia una nueva civilización de
las muchas que suponemos han discurrido por nuestro planeta, ya que pruebas tenemos de
ello en suficiente abundancia como para no desechar las enseñanzas que puedan damos,
aunque sólo sean restos pétreos que sólo pudieron ser erigidos con una Geometría como la
que aquí estamos presentando, olvidada, desechada, desprestigiada, incompleta, torpe y
vacilante... ¡pero que sirvió para estructurar incluso nuestros viajes espaciales y levantó
catedrales como las de Reims, Chartres, Burgos o Santiago de Compostela!
La Geometría Hennética está en todo eso y en muchos sitios más.
Charles Berlitz,
"El Triángulo de las Bennudas" (Pág. 268).
CAPITULO IX
¿THARSIS O TARTESSOS?
CAPITULO X
GEOMETRIA PREHISTORICA
Quinientos años antes de Jesucristo, los cartagineses establecieron la anchura del
Estrecho de Gibraltar, según el coronel Braghine, ("L’Enigme de I’ Atlantide" Ed. Peyot,
1939) en alrededor de una milla, o sea en 1.609 metros.
Eutón lo calculó, tres siglos antes de J.C., en cuatro millas.
Tito Livio, en el siglo 1, le atribuye una anchura de siete millas. Y en nuestros días, los
navegantes que cruzan el estrecho saben muy bien que la anchura es de quince millas.
A este respecto, nuestro admirado Louis Charpentier, autor francés que, como nosotros
vive preocupado por la antigüedad, escribió en una obra sin desperdicio, titulada "Los
Gigantes y el Misterio de los orígenes" (plaza & Janés, 1971), algo que necesitamos
transcribir aquí para exponer nuestra propia tesis, complementaria a la suya.
"Sea como fuere -escribió Louis Charpentier-, el cataclismo debió ser espantoso..., y la
Ciencia moderna, que no cree en la Atlántida, pero sí en el cataclismo, ha tratado de
explicarlo."
El autor francés, y por eso lo aludimos, trató de resumir, por medio de la precesión de los
equinocios, que cada trece mil años, alternativamente, se produce un período frío en el
hemisferio norte y otro en el hemisferio sur.
"La Tierra -sigue diciendo-, en su movimiento de traslación alrededor del Sol, describe
una elipse, uno de cuyos focos es el Sol mismo. A consecuencia de la precesión de los
equinocios, la Tierra no vuelve cada año al punto exacto en que se encontraba el año
anterior.
"Se infiere de ello que, alternativamente, el Polo Norte y el Polo Sur se encuentran en el
punto más alejado del Sol en el solsticio de invierno, y de aquí el recrudecimiento del frío.
"Así, durante unos trece mil años, el polo Norte será mas frío que el polo Sur, y durante
los trece mil años siguientes, el polo Sur será el más frío."
La cosa parece bastante clara y explica el llamado Gran ciclo de veintiséis mil años, que
tiene una primavera, un verano, un otoño y un invierno -¡todos ellos de 6.250 años,
aproximadamente!-, y nos coloca en la incómoda situación de analizar que, hace 12.500
años, también aproximadamente, se produjo el cataclismo de la Atlántida, al que nos
estamos refiriendo.
¿Estamos entrando ya en el segundo período primaveral del Gran Año, y la climatología
está cambiando debido al ciclo inmutable, con lo que muchas de las profecías para el final
del Siglo XX se podrían convertir en algo tan apocalíptico como lo que ocasionó el
hundimiento de la Atlántida, hace 12.500 años?
Según Platón, "cuando los dioses purifican la Tierra, sumergiéndola bajo las aguas
mediante un diluvio, sólo los boyeros y pastores están al abrigo en sus montañas", con lo
cual, sobreviven los menos instruidos. "De modo que, constantemente, volvéis a la infancia,
e ignoráis lo que ocurrió antes, entre vosotros o en los demás países".
El Sacerdote de Sais, según Platón, al que se lo había explicado Solón, sabía todo esto
por haberlo aprendido en los escritos sagrados que se conservaban en su templo. Egipto,
pues, se había librado de las inundaciones, o, en su defecto -ya que no fue así-, lograron
conservar los documentos antiquísimos. Ello prueba que los primeros pobladores del Valle
del Nilo, ya fuese como funcionarios de Atlántida o colonos establecidos allí, en los
confines de "la Libia", hablan heredado de la civilización atlantídea los conocimientos
geométricos que les permitían levantar sus gigantescas construcciones megalíticas.
Pero con esto del saber o conocimiento ocurre como casi con todo, que una cosa es
aprenderlo directamente y otra muy distinta es aprenderlo de oídas, o por fragmentos,
tomando un retazo de aquí y otro de allá, hasta que, corriendo el tiempo, se obtiene la suma
total del Conocimiento perdido.
Si aceptamos que en una civilización anterior se logró en arquitectura lo que todavía no
hemos logrado nosotros, es debido a que hubieron seres especialmente predispuestos para
ello, con facultades físicas y " psíquicas suficientemente desarrolladas como para, ¡no
sabemos cómo!, levantar pirámides de casi ciento cincuenta metros de altura y desafiar así a
los más violentos terremotos y las más devastadoras inundaciones.
Pero aún hay más. Empezamos a damos cuenta, ya en los albores de un período
inquietante, de que aquellas pirámides tenían alguna relación con las corrientes
electromagnéticas que rodean nuestro planeta, y nos estamos refiriendo al famoso cinturón
Van Allen, recientemente descubierto, pero que todo hace suponer que los sabios de la
antigüedad conocían muy bien. Lo sabemos. Cientos de miles de personas están
comprobando en todo el mundo que el "poder mágico de las Pirámides" no es una
entelequia, sino que poseen poder psíquico, terapéutico, regeneran los metales, conservan
los alimentos, incrementan el vigor sexual y momifican la materia orgánica.
¿Es casual, por otra parte, que las pirámides estén orientadas todas, tanto en México
como en Egipto, en una perfecta línea Norte-Sur?
¿Es casual, también, que el invisible meridiano que pasa sobre la Gran Pirámide divida el
delta del Nilo, el Océano Pacífico y los continentes en dos partes iguales?
Fue Max Von Eyth, en "Matemáticas y naturaleza en la pirámide de Keops" (Berlín,
1908), quien dijo, casi setenta años antes que nosotros, que "La grandiosa obra es la
solución en piedra de la cuadratura del círculo".
Y se demuestra, dividiendo la longitud del perímetro de la base de la pirámide de Keops
por el doble de su altura, cuyo resultado es... 3,1416, o sea, "pi"!
Claro está que Max Von Eyth ha recurrido a malabarismos matemáticos, como buen
contable, para "cuadrar" sus cuentas, y ha redondeado las cifras a su manera, dando a la
Pirámide una altura de 148,208 metros y a los lados de la base una longitud de 232,805, de
donde resulta el número "pi".
André Pochan, a quien hemos estudiado a fondo, reduce la altura a 146,563, sobre el
zócalo y a 147,088, sobre la roca, mientras que el perímetro lo establece en 921,012, de lo
que resulta que "pi" tiene un valor de 3,1420.
Ahora bien, ¿tiene esto mucha importancia, si la Gran Pirámide fuese sólo eso, y no un
monumento hecho por ignorantes artesanos, canteros que desconocían a Euclides, a
Pitágoras y a Papus?
Creemos que, desde Napoleón Bonaparte, cuando dijo a sus tropas la barbaridad de siglos
que les contemplaban, hasta nuestros días, ha sido tanta la tierra echada sobre la obra de
Hermes-Toth, y tantas las visiones que se han pretendido contemplar allí, sin omitir a
quienes han pretendido ver la historia futura de los pueblos del mundo, medida en codos
sagrados o piramidales en toda su geometría, que lo más evidente se nos ha pasado por alto.
¡Y lo que nadie ha visto, o no han querido ver, por simple, es el gran conocimiento
geométrico que se necesita para poder construir semejante edificio!
Hay que remontarse a la escuela pitagórica de Crotona, habida cuenta de que entonces se
iniciaban los balbuceos de nuestras actuales ciencias exactas, tras diez milenios de
oscuridad y sombras, durante los cuales las pirámides estaban recibiendo efluvios cósmicos,
para comprender lo mucho que aprendieron los sabios de Alejandría de aquellas
construcciones, y cuya ciencia nos ha servido para levantar toda nuestra arquitectura.
Fig. 46. Según Paul Poesson, aquí nace el esquema de la cuadratura. Planteamiento
incorrecto y confuso, porque el pentágono no interviene para nada en la cuadratura.
En Egipto se alzan infinidad de pirámides, todas ellas en la margen occidental del Nilo.
Hay también construcciones que hacen palidecer de envidia a nuestros más preclaros
arquitectos, pues si grandioso es el monumento a los Caídos, próximo al Escorial, los
vestigios de los Templos de Luxor, Abu-Simbel o Karnak empequeñecen la obra de
Cuelgamuros.
Paul Poësson, a quien siempre habremos de agradecer que nos abriera los ojos en la
cuestión de la cuadratura geométrica del círculo, porque nosotros confundíamos la nata con
la harina, escribió en "El testamento de Noé" (op. cit.) algo que nos hizo soltar la carcajada.
Según él, todos los egiptólogos del mundo consideran más antigua la pirámide de Sakkara
que las de Gizeh. Sin embargo, el manual-guía del museo de El Cairo, que ha sido redactado
por personal técnico altamente cualificado, dice todo lo contrario.
En la Fig. 46, ¡y a propósito!, reproducimos casi fielmente, un trabajo de Paul Poësson,
donde, por medio del pentágono, se nos pretende hacer creer que está oculto el secreto de la
cuadratura del círculo. Y no pretendemos quitar mérito alguno a Poësson, pero nuestras
fórmulas, anterionnente expuestas, son más directas, aunque parezcan más complicadas.
Nosotros, como él, hemos pasado muchas noches en vela trazando líneas, midiendo
rectas, círculos, triángulos y cuadros. La Fig. 47 es una muestra, no de nuestros éxitos, sino
de nuestros fracasos. Pero no nos sentimos obligados a ocultarlo. Por el contrario, hecho el
planteamiento, preferimos publicarlo, junto con todo lo demás, por si alguien recoge el
guante y decide pasámoslo por la cara - ¡cosa que agradeceremos muchísimo, sin rencor!-
ya que no aspiramos ni mucho menos a haber alcanzado la perfección.
Fig. 48. El famoso "Cuadro Mágico" de 25 casillas revela aquí uno de los máximos
secretos del hermetismo geométrico, apto para Iniciados. Y, por supuesto, encierra
el secreto de Hermes-Toth (Tautos, en fenicio) y el origen de la Cruz Griega. Sólo
el círculo y la doble Estrella de David permite la división del cuadrado en 25
partes.
FIG. 1 (49).
R O T A S
O P E R A
T E N E T
A R E P O
S A T O R
Pero, sin abandonar definitivamente a Paul Poësson, a Louis Charpentier, a Jean-Michel
Angebert, ni a Gérard de Sède, con todos los que nos sentimos deudores, por la luz que nos
han facilitado, queremos ahora presentar aquí un trabajo de Geometría Hermética que, en
cierto modo, podríamos relacionar con la Cuadratura o Geometría Templaria, que, a su vez,
se relaciona con la geometría egipcia o piramidal.
Fíjense en la Fig. 48, que es un cuadrado, supuestamente mágico, de 25 casillas,
construido con las mismas líneas herméticas (punteadas) que nos llevan a la cuadratura
geométrica del círculo. Creemos que fue en las ruinas de Pompeya donde se encontró un
cuadrado semejante. Pero observen que nosotros le hemos colocado dos círculos, el
auténtico y el que pasa por los ocho puntos de la cruz ENE-Ene.
Ahora bien, este cuadro, según Jean-Michel Angebert, en "Las ciudades mágicas" (Plaza
& Janés, 1976) se empleaba en el ritual mágico de fundación de una ciudad, ya que su
traducción significa: "El obrero con su arado dirige los trabajos" y también "simboliza el
poder oculto, el sentido del secreto".
Y según Paul Poësson: "¿Quién no conoce el célebre cuadrado mágico compuesto por 25
casillas en las que se hallan situadas ocho letras de nuestro alfabeto?" A-E-O, o sea, tres
vocales que evocan la figura geométrica básica, es decir, el triángulo equilátero. Y después,
como para darnos la razón, cinco consonantes N-P-R-S- T, representando la idea del cinco,
es decir el pentágono, clave de la cuadratura. ¡Es posible!
No, no es posible, afirmamos nosotros. El pentágono ni puede ni interviene en la
Cuadratura Geométrica, por muchos malabarismos que se hagan, aunque sí puede intervenir
el Heptágono para la cuadratura del perímetro de un cuadrado y un círculo.
Y Gérard de Sede, en "Los templarios están entre nosotros", también recurre a
prestidigitaciones esotéricas para definir el famoso cuadrado. Pero como esta obra la
tenemos en francés -¡Y además prestada!-, no podemos hacer el debido comentario, como
merece la inexpresividad del texto.
Sin embargo, hay otro autor y otro dato. Erich von Däniken, en "El Mensaje de los
Dioses" (Ed. Martínez Roca, 1976, pág. 159), reproduce un fragmento de cerámica que,
según él, corresponde al Museo Crespi, de Cuenca (Ecuador), donde podemos apreciar un
cuadrado de 25 casillas, en torno al cual hay diversos dibujos indios... ¡Y cada casilla
contiene distintos signos de lo que parece una escritura jeroglífica y cuneiforme!
Esta escritura está relacionada con otros caracteres hallados en la región y que se semejan
a los que Juan Moriez afirma haber encontrado en el interior de unas antiquísimas galerías
de la región ecuatoriana, y de lo que ya nos habló el polémico autor suizo en "El oro de los
dioses".
Sea como sea, suponemos que los ceramistas indios que dibujaron el cuadro debieron
copiarlo, como algo mágico, por los signos, y ahí quedó.
Nosotros, en la doble combinación de TAATOO, creemos ver el nombre fenicio de
Hermes-Toth (Taautos o Taatoo), que fue el primer geómetra de la historia, aunque,
evidentemente, la latinización ha causado destrozos en la etimología del nombre, ya que no
en la geometría del símbolo. Y vemos algo mucho más importante, ya que este cuadro fue,
precisamente, el que despertó en nosotros la pasión, casi patológica, por lo que hemos dado
en llamar la Geometría Hermética.
No importa mucho su auténtico significado, cierto. Pero en nuestra mente obró su magia
poderosa y la muestra es el libro que ahora tienen ustedes en sus manos, plagado
posiblemente de errores, pero también conteniendo algo que, estamos segurísimos, no se ha
incubado sólo en nosotros, ¡sino que nos ha llegado de otro tiempo, de otro lugar, con un
mensaje misterioso y esotérico!
Vimos veinticinco casillas exactamente iguales y pensamos: ¿Cómo podían trazar en la
antigüedad este tipo de cuadros sin ayuda de los números? Si nosotros dividimos una recta
en cinco fragmentos, podemos dividir un cuadro en veinticinco partes. Es obvio. A nadie se
le ocurrirá en nuestros días, después de haber pasado por el tamiz selectivo de nuestras
escuelas, recurrir a cuatro triángulos y buscar los puntos de concidencia de un círculo para
dividir un cuadrado en 25 partes. No.
Y pensamos, además, ¿cómo hacían antiguamente los cuadrados, para que fueran
perfectos? ¿Cómo se construyó la primera escuadra? ¿Qué fue primero, el compás o la
regla?
Las preguntas se sucedieron una tras otra, se acumularon, se desbordaron, se convirtieron
en montaña, y hubimos de recurrir a expertos, o, en su defecto, a individuos con título
universitario, que debían poseer nociones más profundas sobre la cuestión. Nada. Nadie
había perdido el tiempo en hurgar en la geometría olvidada. No servía para nada. Ya no es
útil. Hay otras fórmulas más evolucionadas, más precisas, más matemáticas.
Esto nos inquietó. ¿Cómo era posible que se hubiera perdido un conocimiento que, sin
lugar a dudas, vertió sobre Europa una era de máximo esplendor, creó el arte gótico, aunque
antes había servido para el románico, el mudéjar y, más lejos aún, para construir Karnak,
Luxor, la Gran Pirámide, la cultura minoica y, sin duda, la Atlántida,. Teotihuacan y la
legendaria Madre Patria de Mu?
Aquel no fue, sin duda, un momento estelar para nosotros. De no haber pretendido
penetrar en el secreto del cuadro mágico, habríamos ganado tiempo y dinero, tranquilidad y
reposo, otra cultura, otros conocimientos y, posiblemente, habríamos tenido más
esparcimiento y diversión. Pero la magia del cuadro nos embrujó y ya hace casi dos años
que arrastramos la penitencia, de la que pensamos libramos al concluir esta obra, D.m.
Porque no fue sólo un cuadro, sino cientos de ellos, triángulos, círculos, planteamientos
esotéricos, líneas visibles e invisibles, conceptos perdidos, olvidados o archivados en los
más recónditos recodos del subconsciente, que posiblemente nos han sido transmitidos por
los genes desde Dios sabe qué número de generaciones, porque no admitimos que en
nosotros haya reencarnado algún geómetra de la antigüedad, ¿o sí?, los que nos han estado
obsesionando continuamente dirigiendo nuestro lápiz y nuestro "Rotring", sobre una regla
de acero, hasta dejar esbozado todo el planteamiento de una geometría que, según nuestro
bien intencionado amigo, no sirve absolutamente para nada.
¿Nos comprenden?
El SATOR-AREPO-TENET-OPERA-ROTAS lo hemos visto hasta en sueños.
Nos parecieron veinticinco pequeños monstruos sardónicos que se burlaban de nosotros
con risas estrepitosas, sacándonos sus lenguas bífidas y verdosas y bailoteando sus ocelos
saltones y provistos de miríadas de puntitos luminosos. Veinticinco cuadritos que se
convertían en altísimos Himalayas, inalcanzables, con una letra "ene" realizando una
zarabanda giroscópica, en la que tanto parecía una svástica, como una letra zeta o un
pequeño cuadrado central rotatorio, sugerente, único y fatal. ¡El punto central ENE, símbolo
hermético de la cruz, del cuadro y el círculo! ¡Dios mío! ¿Qué era todo aquello?
Siglos de historia no escrita en libro alguno desfilaron por nuestra mente. Creímos ver el
hundimiento, en el centro del Pacífico, de una tierra donde se adoraba al Sol en templos que
carecían de techo.
¡lncluso llegamos a presentir el hundimiento catastrófico de nuestra propia cultura y
civilización, a la vez que parecía develarse el secreto esotérico que encierra el cuadro
mágico!
Alucinante, obsesivo, perturbador, dramático... Asociamos el pasado y el futuro, saltando
sobre un presente irreal, como un soplo o un segundo espacial que se esfuma y diluye a cada
instante que transcurre.
¿Cuál era el secreto misterioso que alguien, hace muchos siglos, trató de encerrar en un
cuadro de 25 casillas que tiene dimensión propia en el tiempo y, posiblemente, en la
inmensidad del espacio?
¿Acaso es el mensaje, el "ex Libris" de un Mago llegado del cosmos y que quiso poner a
prueba nuestra capacidad intelectual, retándonos a buscar en ello algo que sólo tuvo
significado para él? No, esto era inadmisible. ¿El secreto geométrico de la cuadratura del
círculo? Tal vez.
Primero se nos ocurrió que el susodicho cuadro podría ser algo así como una cuadrícula
mnemotécnica, relacionada con los Pontífices, o constructores de puentes prerrománicos,
quienes la utilizaban como tabla o guía en sus planos, los cuales, podían llegar a ser
enrevesados y complicados al coincidir en ellos las infinitas líneas que sirven en Geometría
Hermética para obtener un resultado armónico en sus construcciones. Todavía lo creemos,
pero no estamos seguros.
Nuestros arquitectos actuales simplifican muchísimo el trabajo de sus planos utilizando
papel pautado o cuadriculado. Las siglas que emplean los geómetras para delimitar los
segmentos, bien podían ser las letras mágicas ROTAS-OPERA-TENET. Todo ello ha
evolucionado muchísimo, debido al uso y a las práctica. No obstante; la explicación no
acababa de satisfacemos. ¿Había algo más? ¿Hay algo más?
Fue por esta causa que tratamos de comunicar nuestros trabajos a otras personas, en la
creencia de que el equipo, o el "cuatro ojos ven más que dos", podía servimos para aclarar
conceptos.
Y esta fue la causa de que escribiéramos a nuestro buen amigo José T. Ramírez y
Barberó, de Zamora, a quien dimos la lata con nuestras cuitas, explicándole al mismo
tiempo que estábamos escribiendo "El Libro de la Sabiduría", donde hablábamos de algunas
de estas cuestiones, todavía embrionarias. Por cierto, el editor Juan Fernández Mateu,
habida cuenta de que nuestra producción literaria había sido abundante, nos exigió utilizar
un seudónimo para "El Libro de la Sabiduría", y utilizamos el de Gran Maestre Pierre, lo
que nos sirvió, asimismo, para publicar algunos trabajos en la Revista KARMA- 7,
hablando de Geometría Hermética.
No pueden existir equívocos, como tampoco esperamos que surjan a causa de otro libro,
"La Verdad sobre los Templarios", también nuestro, y que publicamos con el seudónimo de
Walt G. Dovan, por la misma razón antes señalada. Parece ser que no es conveniente, ni
comercial, escribir ocho libros en un año, ya que puede molestar a los que no son capaces de
escribir sólo uno.
De todas formas, en éste llevamos ya muchos meses trabajando y bien que lo sentimos,
especialmente a la hora de buscar dinero para hacer hervir el puchero y comprar galletitas
para los niños. Pero esa es otra cuestión.
A consecuencia de la carta que dirigimos a José T. Ramírez y Barberó, éste se apresuró a
contestamos en forma tan elogiosa y espontánea, dándonos su versión del famoso cuadro
mágico, la cual, aunque en desacuerdo con nuestra teoría, es una opinión tan respetable y
digna como cualquier otra. Por ello, haciendo uso del "post scriptum" que nos añadió en su
carta, que dice: "Si no se publica en KARMA, puedes usarlo como tuyo (la idea), pues ya
sabes que yo en esto, como en los 'ovnis', no tengo miras crematísticas, al revés, es un
verdadero 'hobby' ", queremos incluir su trabajo en esta obra, como complemento, por
aquello de que la verdad puede estar en cualquier parte, dando así a "Dios lo que es de Dios,
y al César lo que es del César. (¿Te parece bien, amigo Ramírez? Gracias. No hay de qué. A
ti.).
Utilizando la Geometría Hermética hemos reproducido los tres cuadros del trabajo de
José T. Ramírez y Barberó, hemos borrado las líneas cuadráticas, y su texto, junto con
algunos párrafos interesantes de su carta, pasamos a incluirlos en el capítulo siguiente.
Juzguen ustedes mismos...
CAPITULO XI
EL CUADRO MAGICO
"P.S.: Si no se publica en KARMA, puedes usarlo como tuyo (la idea), pues ya sabes que
yo en esto, como en los 'ovnis' -¡olvidábamos decir que el capitán Ramírez es un notable y
conocido ufólogo, cuyos trabajos publicados especialmente en 'STENDEK' nos llevaron a
confundirlo con un teniente de la Guardia Civil, error nuestro, por las prisas, y que nos valió
el honor de conocerle y mantener una interesante correspondencia-, no tengo miras
crematísticas, al revés, es un verdadero 'hobby'. "
Hasta aquí, la carta de nuestro amigo, a la que respondimos en su día adecuadamente. Sin
embargo, en todos estos meses, desde enero a agosto, no hemos visto aparecer su trabajo en
la revista KARMA, a la que estamos suscritos, aunque" como dijimos, han aparecido
algunas cosas nuestras de Geometría Hermética. Por ello, al llegar a la cuestión del
cuadrado mágico, recordamos el trabajo de nuestro amigo Ramírez. Lo hemos desarchivado,
desempolvado, releído y... ¡lo creemos digno de figurar en esta obra, abundando con su
teoría todo lo que nosotros ya hemos expuesto, que no es moco de pavo!
Y ahí va, para que no quede inédito, sea real o no, lo que alquien ha pensado, madurado y
escrito, ya que esto nos duele tanto como malograr una vida inútilmente, por lo que pudiera
dar de sí en determinadas circunstancias.
Honor, con honor se paga, creemos que dijo alguien. Y si no se dijo, lo decimos nosotros
y en paz.
Y de esta forma operativa, obtenemos los cuadros numéricos A y B (Ver Fig. 1) (49).
Veamos primero el cuadrado kabalístico A: Sumando horizontal y verticalmente sus
valores, y operando según las leyes de la GEMATRIA, obtenemos las series siguientes:
340 ... 3 + 4 + 0 = 7
356... 3 + 5 + 6 = 14. 1 + 4 = 5.
78... 7 + 8 = 15. 1 + 5 = 6.
971... 9 + 7 + 1 = 17 . 1 + 7 = 8.
421... 4 + 2 + 1 = 7.
990 ... 9 + 9 + 0 = 18. 1 + 8 = 9.
¿Qué podemos añadir nosotros a este raudal de conocimiento cabalístico, aparte de que
muchos de estos aspectos del cuadrado mágico los desconocíamos?
Sin embargo, no es con la Cábala como queríamos exponer nuestra tesis que, como
vimos en la carta que inicia este capítulo, J. T. Ramírez no está de acuerdo con nuestra
teoría, lo que no es óbice para que se respeten todas las opiniones.
Nosotros hemos argumentado nuestro trabajo con conocimiento arqueológicos y
geométricos. Los dibujos que apoyamos al texto son expresivos y repetibles, no es humo, ni
alquimia, sino algo que se puede reproducir, ampliar, discutir, refutar o rechazar... ¡Pero que
nadie puede negar!
A lo sumo, esperamos que nos digan lo que nuestro amigo: ¡que no sirve para nada! O, lo
que es peor, que de puro sabido, se ha olvidado. Pero también nos gustaría que así fuese,
porque ello demostraría que hemos rescatado del olvido algo que ni siquiera nosotros
sabíamos.
Y conocer lo que pudo haber sido, ¿no es fascinante?
Simone Waisbard.
"Tiahuanaco".
CAPITULO XII
AMERICA INCOGNITA
Rémy Chauvin
CAPITULO XIII
LA PRUEBA IRREFUTABLE
Muchas veces, y sin un auténtico conocimiento de causa, por "haber leído, oído o
intuido", hemos menciondo los ya famosos mapas de Piri Reis, autentificando bastante a la
ligera, que se trata de una prueba irrefutable de la existencia de civilizaciones superiores
anterior a la nuestra.
Estábamos convencidos, sin embargo, de que la fuente o el origen de tales "pruebas" era
auténtico, ya que, con tal argumento dejamos sin habla a más de un recalcitrante "adversario
dialéctico" de la oposición.
No obstante, a medida que avanzamos en nuestra insaciable búsqueda de lo ignoto, nos
encontramos con el hecho desalentador de que muchos de nuestros argumentos deben
quedarse arrumbados en la cuneta, por inservibles, desfasados, anticuados o carentes de
consistencia.
Y decimos esto, sin entretenemos mucho en especificar lo que hemos ido desechando,
para revalorizar más, si cabe, los mapas que ahora volvemos a traer a colación, o sea los del
Almirante turco Piri Reis, que empiezan a tener un valor "protohistórico" mucho mayor que
cuando fueron estudiados en la década de los años 50 por Arlington H. Mallery y Mr. I.
Walters, del Servicio Hidrográfico de la U.S. Navy.
Ahora hemos tenido ocasión de leer los trabajos que sobre estos mapas fantásticos y otros
realizó el Profesor Charles H. Hapgood, de la Universidad de New Hampshire, publicado
con el nombre de "Maps of the ancien Sea Kings", y, aunque nos consta que la temática ha
sido ya ampliamente divulgada, hemos hallado facetas nuevas, importantes e
incontrovertibles, lo que determina claramente que, en la antigüedad,
1.0 existieron unos geógrafos con técnicas similares o superiores a las nuestras actuales, y
2.0 que la Atlántida existió, tal y como aparece en dichos mapas.
Nunca habíamos hecho excesiva fuerza en los argumentos "arqueológicos" de los
mencionados portulanos, porque, a decir verdad, la " Antilia" que en el Mapa de Piri Reis
aparece entre Sudamérica y Africa no "encajaba" en el general concepto atlantídeo, que
suponen la tierra de Poseidón al oeste de las Columnas de Hércules, y los restos del
desaparecido continente eran las islas de Cabo Verde y no las Afortunadas, o sea las Islas
Canarias.
Tampoco se dio la importancia que merecía al Mapa del padre Kircher (Siglo XVII), en
el que se decía "Lugar donde se hallaba la isla de la Atlántida, ahora sumergida en el mar",
porque, entre otras cosas disparatadas, Africa y España aparecen en el lugar correspondiente
a América y ésta se halla en donde están aquéllas, ¡como si al mapa se le hubiera dado la
vuelta, y el Norte fuese el Sur!
Nadie duda ya de que el misterio quedó resuelto gracias al Profesor Charles H. Hapgood
y a su equipo, después de haber cambiado impresiones con Arlington H. Mallery, que fue el
primero en estudiar los mapas hallados en el Museo Topkapi, por Malil Edhem, en 1929.
La historia, que ya es sobradamente conocida, parte del año 1513, cuando Piri Reis
confeccionó el mapa, copiando de otros mapas más antiguos, y lo hizo con tanta exactitud, a
veces, que desconcertó a los investigadores. En otras partes, sin embargo, Piri Reis cometió
errores de bulto, que también fueron descubiertos por Hapgood, comparándolos con otros
portulanos, como el de Dulcert, así como estudió al gran especialista Nordenskjold y, ¿cómo
no? , al famoso geógrafo de Alejandría, Eratóstenes.
La tarea de Hapgood no fue, ciertamente, fácil. Duró años de intensa investigación,
meticuloso cálculo y comprobaciones infinitas, como sólo un concienzudo norteamericano
podía hacer, Pero su trabajo no puede ser más revelador y definitivo: alguien, en una remota
antigüedad, era capaz de realizar mapas geográficos utilizando nada menos que la
trigonometría esférica.
El propio Charles H. Hapgood escribió a este respecto: "Este mapa es una prueba de la
existencia, en tiempos muy remotos, de una civilización mundial en la cual los cartógrafos
trazan sus mapas del mundo con el mismo nivel de tecnología que nosotros".
La historia de la investigación de Charles H. Hapgood es el símbolo de la obstinación
incansable de quien, creyéndose en posesión de la verdad, pugna, lucha y se debate para
lograr su demostración irrefutable y que no superviva la más mínima duda. Necesitaríamos,
no obstante, repetir paso por paso todos los movimientos y actos de Hapgood para llegar a
esta demostración, y ésa no es tarea nuestra, primero porque ya lo hizo él en el libro que
hemos comentado y segundo que necesitaríamos varios años y un libro mayor que éste.
Pero la investigación se ha realizado en New Hampshire y los resultados los podemos
exponer aquí de modo extractado, reduciéndolo todo a una simple frase categórica y
definitiva: Hace muchos años, tres, cinco o veinte mil años antes de Jesucristo, ¡ya que no
ha sido posible precisar exactamente cuándo!, hubieron unos navegantes o geógrafos que
trazaron mapas muy precisos de nuestro mundo.
Si nos centramos particularmente al detalle de la Antártida, que aparece diferente en el
mapa de Piri Reis a como la han situado nuestros geógrafos contemporáneos, se ha podido
demostrar, ¡también de modo irrefutable! que los antiguos cartógrafos conocieron aquellas
tierras cuando estaban desprovistas de la masa de hielo que ahora las cubre. Y esto podría, y
de hecho nos lleva a considerar que los mapas se trazaron antes de la última glaciación,
supuestamente ocurrida hace más de diez mil años. Pero nos meteríamos en un atolladero
sin salida y daríamos pie a interminables discusiones que nos apartarían del meollo de la
cuestión, y no es ese nuestro propósito.
Aquí sólo queremos remarcar un hecho sobresaliente: muchísimo antes de los grandes
descubrimientos geográficos de Cristóbal Colón, Magallanes, Vasco de Gama, los vikingos,
antes que los fenicios o los griegos surcaran los mares, ¡antes incluso de lo que
consideramos como prehistoria!, hubieron hombres que surcaban los mares por todos sus
confines.
Esto es lo que Charles H. Hapgood considera como cierto, incuestionable y auténtico. Y
de aquí hemos de partir, habida cuenta de que, ante los hechos irrecusables y fehacientes,
sólo nos queda la aceptación e iniciar una revisión de la Historia, aunque a muchos
conservadores o racionalistas les parezca un sacrilegio.
Mucho hemos hablado, en hipótesis casi siempre, de las posibles civilizaciones técnicas
superiores. Hemos visto, aquí y allá, pruebas innegables de que hubieron hombres, seres
humanos, que construyeron edificios impresionantes. Se nos ha dicho que Catal Hüyuk, en
la actual Turquía, tiene más de 10.000 años, como también se nos dijo, no hace mucho, que
Sumer fue creada hace 7.000 años, y los hay que están empecinados en que las Pirámides de
Gizeh se construyeron 2.700 años antes de J.C. (aunque otros han dilatado algo más las
fechas, remontándolas a 4.800 años antes de J.C.).
Nosotros suponemos que el hombre se hizo "civilizado", no en una fecha determinada,
sino cuando se despertó su conciencia sedentaria y renunció al nomadismo de recolector de
frutos y cazador de animales, ya porque viese así un modo de superar las dificultades de su
azarosa y cruel existencia, o porque alguien le aconsejó establecerse, cultivar la tierra,
domesticar el ganado y construirse un techo. En aquel instante, que bien pudo ser un
período de bastantes miles de años, el hombre salió de la animalidad migratoria y se
transformó en "civilizado", ya que "ciudad" y "civilización" tienen la misma raíz, y el
término más reciente es el vocablo latino "civis", aunque otros filólogos van más allá y
relacionan "ciudad" con la palabra griega "keitai", que significa estar acostado.
Existen, además, enconadas dialécticas y controversias que persiguen la finalidad de
demostrar que determinadas regiones son más antiguas que otras, buscando, sin quizás, que
se reconozcan los méritos de determinados sitios de ser la cuna de la civilización, como si
esto fuera un galardón o un trofeo que todos quieren exhibir.
La Arqueología que era una ciencia retribuida por los Museos de la especialidad, trató de
hallar pruebas "irrefutables" de que este o aquel esforzado y sufrido buscador de vestigios
antiguos había encontrado el "habitat" más remoto. Ello daba gran prestigio al Museo
patrocinador y, de rebote, atesoraban fortunas gracias al taquillaje de los visitantes, ya que
merece más la pena visitar el Museo del Louvre que el de Villa- no-sé-qué, donde sólo se
exhibe un dudoso capitel romano que puede ser imitación.
Pero en la pugna sobre los pueblos primitivos, su antigüedad, origen y hasta tránsito del
pitecántropo en "homo sapiens", se ha creado otra ciencia, la Paleontología, que ha dejado
en mantillas, en cuanto a contar el pasado, no en años histórico-arqueológicos, sino en
épocas arqueológicas de concepto geológico. Y así, los paleontólogos, por el lugar y aspecto
geológico del terreno, han llamado a sus hallazgos como precámbrico, paleozoico,
mesozoico, cenozoico o pleistocénico, a lo que los esforzados arqueólogos no podían llegar.
Y por estas causas, los líderes de las ciencias Antro-paleontológicas, en sus simposiums,
congresos y asambleas, se han puesto de acuerdo en situar el origen de todo lo antiguo,
basándose en esta clasificación:
En el Precámbrico o era más primitiva, se creó la Tierra. De esto hace la friolera de
4..500 millones de años.. Hace 4.000 millones se formó el mar primitivo, donde empezó a
crearse la vida en forma de algas unicelulares y bacterias. Tres mil millones de años
después, o sea hace mil millones de años, surgen, nadie explica muy bien cómo, los
primeros animales que respiran oxígeno.
Llegamos así al período Paleozoico, que va desde los 1.000 hasta los 400 millones de
años, y es cuando se desarrollan todos esos organismos multicelulares, peces, anfibios,
reptiles, insectos, etc.
En el Mesozoico, aparecen los dinosaurios y las aves. Luego, sin explicación lógica,
aparecen los mamíferos. y llegamos al Cenozoico, o sea hace unos 80 millones de años,
donde surgen los prosimios o primates primitivos, que se desarrollan saltando entre las
ramas de los árboles.
Como se puede apreciar a simple vista, los sabios del estudio de la más remota
antigüedad, no se quebraron mucho la cabeza en las eras precámbricas, paleozoicas,
mesozoicas o cenozoicas, porque allí había campo más que suficiente para contar los años
por millones o por miles de millones. La Ciencia hizo un estudio lógico y lo apoyó en
teorías más o menos rebuscadas, de tipo geológico.
Pero la discusión surge cuando paleontólogo! y arqueólogos se encuentran en eras
posteriores, como en el Pleistoceno inferior, al que los arqueólogos llaman Paleolítico
inferior, o sea el "período más antiguo de la Edad de Piedra Antigua". ¿Nos siguen aún o
empiezan a sentirse aturdidos?
Aquí empieza la Historia, con mayúscula. Hay quien afirma que esto sucedió hace dos
millones de años y fue en Africa donde los primeros "homínidos" -¡que ni siquiera son
hombres como nosotros!- crearon sus primeras herramientas de piedra.
Desde que se formó La Tierra, sin discusión de ninguna especie, hasta ese Paleolítico-
Pleistoceno inferior, habían transcurrido 4.498 millones de años que debieron ser de una paz
idilica, paradisíaca, bucólica o "celestial". Con la primera herramienta, un hacha de silex,
¡para atacar!, se armó la guerra.
¡Guerra que todavía continúa, aunque se haya vuelto más sofisticada, sutil y mortífera!
La Ciencia nos dice que hace 800 millones de años surgió la primera célula. Hace sólo
800 mil años, el hombre aprendió a controlar el fuego y 80 mil años antes de J.C., a juzgar
por vestigios funerarios, se supone que el hombre empezó a creer en la supervivencia del
alma. Luego, los acontecimientos se precipitan. Hace 250 mil años surge en Europa el
Hombre de Neanderthal y 210 mil años después, el de Cro-Magnon.
Por ahora, Catal Hüyuk, con 10.000 años de antigüedad, parece ser la población más
antigua actualmente rescatada del subsuelo prehistórico por el infatigable, misterioso y
enigmático James Mellaart, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres, que
goza fama de ser una especie de zahorí arqueológico, y que la emprendió, en 1957, con una
meseta en Anatolia, donde halló una "civilización perdida", con dos niveles distintos y
separados por un considerable período de tiempo. Hacia el 7.000 antes de J.C., de una
primitiva aldea agrícola, y un segundo período, de hacia 5.700 años antes de J.C., donde la
primitiva aldea había alcanzado un mayor desarrollo.
¿Y en el resto del mundo? ¿Y en el fondo de los mares, que cubren las tres cuartas partes
de La Tierra, y que si mucha parte de nuestro suelo estuvo otrora cubierto por las aguas
lógico es suponer que mucho lecho submarino pudo estar al aire libre? Catal Hüyuk, Jericó,
Sumer, Babilonia, Acad, Biblos, Troya, etc., en el Viejo Mundo, y Tiahuanaco, Machu-
Pichu, Chichén-Itzá, Uxmal, Palenque, Teotihuacan, etc. en el Nuevo mundo, prueban sólo
una cosa: sea cierto o no que esas poblaciones cobijaron al hombre en las fechas que
suponen los arqueólogos, la verdad es que no fueron las únicas, ¡aunque sí lo sean las que
hemos encontrado!, y confirman que, de seguirse buscando, aparecerán muchas más,
anteriores y posteriores a las halladas, y se dilatará el período prehistórico hasta fechas
todavía no admitidas.
Parece existir como una barrera periódica que se sitúa en los 12.000 años. ¿Se han fijado?
Por antiguas que sean las poblaciones o "habitat" descubiertos, nadie las remonta a más de
esa fecha crítica, como si en aquella época se hubiera detenido el retroceso del tiempo, ¡O
hubiese acaecido algo capaz de borrar todo vestigio anterior!
Los Mapas de Piri Reis, cuyo origen se supone muy anterior, son restos "recompuestos"
de ese pasado ignoto situado más allá de la barrera de los 12.000 años. ¡Y las Pirámides dé
Gizeh también han sobrevivido al obstáculo cíclico, pese a quien se obstina en darle 4.800
años antes de J.C.!
Ahora bien, son muchos los autores clásicos, las leyendas, mitos, escrituras sagradas,
incluyendo el Génesis, que hablan de un Diluvio Universal y que pudo tener lugar allá por
los tiempos que nosotros situamos en 10.500 antes de J.C., como si entonces hubiera
ocurrido algo catastrófico y de una gran magnitud que sacudiera el suelo, elevase las aguas,
hundiera continentes enteros y hasta elevase el Himalaya y los Andes a las alturas en que
ahora se encuentran. ¿O no?
Es por todo lo expuesto hasta ahora que consideramos los Mapas de Piri Reis como la
prueba "irrefutable" de la existencia de una civilización técnica superior... O, en su defecto,
que hubo alguien, en alguna parte de nuestro mundo, que sabía tanto como nosotros
sabemos ahora de geografía.
Y la otra prueba irrefutable, en base a lo cual fundamentamos nuestra tesis, es que, por
idéntica razón, también hubo alguien que sabía de geometría tanto o más de lo que nosotros
sabemos, aunque no descartamos en absoluto que ahora haya alguien que sepa todavía más
de lo que la Ciencia oficial está dispuesta a reconocer, porque una cosa es lo que se enseña
en colegios y universidades y otra muy distinta es lo que algunos hombres saben y que sólo
divulgan dentro de una élite muy reducida, como si el saber mucho fuese un especialísimo
secreto de estado.
Y no hablamos a humo de pajas.
Ya apuntamos, al iniciar esta obra, que los años pudieron tener en otro tiempo menos días
que ahora. Señalamos que pudo haber un tiempo en que nuestro planeta giraba en tomo al
Sol en 360 días y que de ahí, al aplicar el movimiento astronómico de La Tierra a la ciencia
geométrica-astrológica, la circunferencia, que es el principal símbolo de la Geometría, se
dividiera en 360 grados.
Examinemos la cuestión, cuya simpleza es notoria.
Parece ser que fue Fidón de Argos, VII siglos antes de J.C. quien introdujo el calendario
de 365 días, al comienzo del período llamado por los griegos Historikon. Antes, y de
acuerdo con los persas, existía el calendario de 360 días.
¿Imaginan a los persas de aquellos tiempos, mucho antes de Beroso, y tal vez de
Zoroastro, contemplando en sus tablillas el punto cero (La Tierra) y la elíptica solar, que
ellos imaginaban circular?
Es igual que hacemos nosotros cuando tenemos delante un papel, donde hemos trazado
un círculo con ayuda del compás. ¿Giraba La Tierra en tomo al Sol o era éste el que giraba
en torno a La Tierra? Pese a los subterfugios dialécticos de los ptolomeicos y a los sinuosos
propósitos de San Agustín de Hipona, los persas sabían muy bien que era La Tierra la que
giraba alrededor del Sol y se habían explicado los equinocios y solsticios, por lo cual
dividieron la circunferencia en cuatro partes, ira que las estaciones son la mayor evidencia
de esta traslación, ahora también irrefutable!
El círculo y la cruz daría qué pensar a los astrólogos persas. Sabemos que la inteligencia
estaba ya muy desarrollada cuando aquellos filósofos establecieron la doctrina gnóstica.
Pero, por si no fuese esto prueba suficiente, ahí tenemos a la Arqueología que,
indirectamente, nos está facilitando datos de sobras para apoyar nuestros asertos.
Para bien o para mal, un científico ruso, nacido en Vitebsk,en 1895, y que colaboró con
Albert Einstein en la publicación "Scripta Universitatis", escribió un libro titulado "mundos
en colisión", donde sustenta la teoría de que el planeta Venus se "incrustó" en la órbita que
hoy ocupa, no sin causar un gran tastorno a nuestro planeta.
La catástrofe, sin embargo, la sitúa Velikovsky allá por el siglo VII antes de J.C., y no
coincide, pues, con las fechas de Platón sobre el hundimiento de la Atlántida, aunque...
¡Vaya usted a saber dónde está la fecha exacta!
Velikovsky asegura que las catástrofes producidas por Venus, que antes era un enorme
cometa, tal vez procedente de Júpiter, hicieron desviarse a Marte y que el "intruso" llegó a
rozar incluso a nuestro mundo.
Añade el sabio ruso que los acercamientos entre Venus y La Tierra se repitieron en varias
ocasiones y en uno de ellos la Tierra invirtió completamente su eje polar, de suerte que el
Sol salió por occidente y se ocultó por oriente... ¡Y hasta el año, que entonces tenía 360
días, pasó a tener 365 días y 1/4!
¿Verdad que se hace difícil creer a Velikovsky?
Y, sin embargo, de ser cierto lo que él explicó, encajarían muchos misterios del pasado
que ahora andan por ahí, manga con hombro, desconcertando á tirios y troyanos y sirviendo
de pretexto para que todos los que apetecen del "maná" histórico, metan su cuchara en el río
revuelto de los mitos, las leyendas, las tablillas sumerias, el Génesis, el Popol Vuh y hasta
en los libros védicos que ya empiezan a traducirse en nuestras lenguas, ¡por si fuese
pequeño el embrollo!
Desconcierta el pensar que, después de Ptolomeo y el geocentrismo, razón y causa de
tanta persecución medieval, en el año 1900, unos pescadores de esponjas del Dodecaneso,
extrajeran una máquina de bronce de un lugar submarino próximo a la isla de Antikythera, y
que en 1955, De Solla Price pudiera dictaminar que se trataba de un instrumento
astronómico, similar a un astrolabio, por el que se podían seguir los movimientos de los
planetas y del Sol.
Sin querer ahondar mucho en esta cuestión, que echa un barril de agua fría sobre muchos
conceptos ridículos de nuestra historia más reciente, diremos que se comprobó
perfectamente su procedencia, por haber sido hallado en una galera que se hundió alrededor
del año 80, antes de J.C. y se trata de un aparato de bronce, con ruedas dentadas,
ingeniosamente dispuesto y construido, lo que revela claramente la técnica metalúrgica de
aquel tiempo y, muy especialmente, el conocimiento geométrico que se requería para las
transmisiones de las ruedas dentadas, alguna de las cuales había sido reparada y soldada
previamente.
El "aparatejo" parece ser que indicaba los signos del zodíaco, los meses del año, los
desplazamientos del Sol, las salidas y las puestas de las constelaciones, así como se ha
deducido que podían conocer incluso las fases de la Luna.
Los días del año, a lo que parece, eran ya 365. ¿Decepcionante, verdad?
¿Por qué, pues, seguimos utilizando el Sistema Sexagesimal, y no el decimal, que nos
facilitaría el cálculo? ¿Se han detenido a pensar en esto? ¿No podría tener la circunferencia
cuatrocientos grados, por ejemplo? ¿Un ángulo recto de 100°? ¿La mitad de la
circunferencia 200°, en vez de 180°?
Si queremos saber la vida de La Tierra, ¡Y eso podría ser motivo de nuestra existencia!,
mientras tengamos uso de razón habremos de contar los días por cada vuelta que dé La
Tierra sobre sí misma y los años por cada vuelta que demos alrededor del Sol. Y si
perdiéramos esta noción del tiempo, nuestra cultura sufriría un cambio trascendental y
definitivo. Estamos seguros de que sólo iremos cambiando paulatinamente, sin alteraciones
ni sobresaltos, poco a poco...
CAPITULO XIV
EL CÍRCULO Y LA CRUZ
La Geometría Hermética, base fundamental de esta obra, nos remite siempre al incógnito
y remoto origen de todo lo existente en este mundo que nos ha servido de cobijo durante
tantos siglos, aunque haya sido en condiciones precarias, desconcertantes y dramáticas, más
por nuestra consustancial condición humana que por la causa real de nuestra presencia aquí.
Queremos hacer hincapié en lo que nosotros consideramos como Vida, en el nacer de
padres semejantes a nosotros y en la continuidad de la especie que nosotros transmitimos a
nuestros hijos. Esto es primordial. Nadie quiere pensar en que nacer y morir sólo significa
tránsito, y mucho menos razonar en que todo no empezó con nosotros, ni acabará cuando
finalice nuestra existencia particular.
Para nacer sólo se necesita una madre, que nos ha gestado y un piso sólido para apoyar
los pies. Luego, necesitamos alimento para subsistir, crecer, comprender, ver, estudiar,
trabajar...
El hombre, para subsistir, que es su innato destino, ha recurrido a la antropofagia o
canibalismo. El hombre, en su origen, fue como una bestia acuciada de apetitos, que mató y
fue muerto en una inextinguible pugna por la supervivencia que todavía no ha concluido,
pese a la pátina de cultura y humanidad con que nos hemos cubierto, y que puede borrarse
en cuando las circunstancias lo exijan. En condiciones adversas adecuadas, en la
desesperación, en el máximo de enajenación obligada por el instinto de conservación, el
hombre matará a sus semejantes, ¡o a sus propios hijos!, con tal de cumplir el destino al que
le impulsan las circunstancias o sus incomprensibles actos motrices.
Si suponemos que en un próximo futuro, a consecuencias de una catástrofe apocalíptica a
escala mundial, guerra atómica, plaga secular o cualquier otro cataclismo imprevisto, la
Humanidad llega al borde de su aniquilamiento, como suponemos que ocurrió en el pasado,
las condiciones en las que habrán de desenvolverse los supervivientes habrán de ser
inhumanas. El hombre, en tales casos, puede llegar a convertirse en mucho más fiero que las
bestias irracionales.
Naturalmente, suponemos que la razón más apremiante es la de supervivencia, tanto
propia como de especie. Por encima de todo, como obedeciendo el mandato supremo de la
Vida, el hombre tiene que perpetuarse.
¿Por qué primero buscamos la continuidad en nuestra estirpe, la línea ininterrumpida
entre padres e hijos, y luego la continuidad tribal, regional, nacional y de especie?
Sencillamente, porque nos fue impuesto. No hay otra causa. La Naturaleza o la Razón
que gobierna por encima de todos nosotros, el Ordenador Cósmico, o Dios, como prefieran,
tiene establecidas, las cosas de este modo desde siempre.
En la vida es preciso morir. Nacer, existir y desaparecer. No hay alternativa. Y, sin
embargo, ante estos hechos incuestionables, el hombre se ha rebelado, aferrándose a un
concepto de supervivencia espiritual o anímica que tiene su razón de ser en una
prolongación de nosotros mismos hacia el Más Allá, donde suponemos situadas las
Dimensiones Desconocidas.
En su pugna por la supervivencia, el Hombre ha creído descubrir fundamentos
espirituales de una gran trascendencia filosófica, aunque antes se llamaba mágica. Y no
vamos a repetir aquí cómo se ha desarrollado esta filosofía religiosa, desde los tiempos más
antiguos, porque lo consideramos de sobras conocido.
De lo que queremos hablar, ahora que entramos en la recta final de nuestra exposición
teórica, es del Principio Elemental Geométrico, en donde radica, a nuestro modesto juicio,
la esencia misma del mayor concepto filosófico del hombre.
Fue Michel Gauquelin quien, en "Los relojes cósmicos" (Plaza & Janés, 1970) nos
demostró, convenciéndonos plenamente de lo que hasta entonces habíamos creído con
reservas, que los planetas ejercen influencia sobre nosotros. Pero estamos persuadidos de
que, si no un hombre, sí toda la especie humana, puede, a su vez, ejercer una acción
recíproca sobre los planetas, ya que no hay efecto sin causa.
Nosotros estamos llegando a un punto de nuestra evolución natural, en el que podemos
ejercer algo más que una influencia recíproca sobre los mundos de nuestro entorno y, hasta
si nos apuran, podemos causar trastornos vitales o devastadores a los planetas que nos
rodean. ¿Se imaginan lo que pueden hacer los misiles termonucleares de soviéticos y
norteamericanos lanzados sobre la superficie de La Luna, Venus o Marte, mundos estos que
están ya, prácticamente, al alcance de nuestros proyectiles?
Aunque hayamos epigrafiado este capítulo con esa extraña cita de John Taylor, nosotros
no creemos que ello sea cierto. No somos absolutamente ateos, ni prosaicos, ya que
buscamos infatigablemente la verdad y ésta la podemos encontrar cuando menos la
esperemos, al doblar la siguiente esquina.
No suponemos al Buen Dios rigiendo los destinos del Cosmos, como un benévolo
patriarca, tras haber permitido que nos acometiéramos unos a otros a dentelladas. Mas bien,
suponemos que no estamos solos en el Universo, y que otras razas, de evolución distinta a la
nuestra, tal vez más antiguas, influyeron en nosotros en un pasado remoto. Es sólo una
hipótesis.
Esas razas pudieron moldeamos, orientamos, aconsejamos, como obedeciendo, a su vez,
a un ancestral mandato de la esencia misma de la Vida. Y como ya casi estamos en
condiciones de ir a influir en la evolución de otros mundos, conviene reflexionar
profundamente sobre ? lo que somos y de dónde venimos.
La Geometría Hermética, si la sabemos interpretar adecuadamente, nos facilita una
respuesta bastante precisa sobre los problemas que nos acucian. Sabemos que sirvió de base,
en el pasado, para establecer el fundamento estructural y aritmético de las arcanas ciencias
"mágicas", fue la Idea Primordial, que expresamos con el símil del hombre primitivo
trazando rayas sobre la arena fina de una playa, hasta sentirse penetrado de la idea abstracta,
que bien pudo concebir él solo, o recibir de alguien por medios inconscientes o telepáticos,
aunque esto resulte vagamente fantástico.
Aclaremos un poco estos puntos con un ejemplo. Acabamos de leer, en un trabajo de
nuestro admirado amigo Antonio Ribera, publicado en la revista "Paraciencia", que un
"ovni" de forma ovoide aterrizó en una base militar USA, y en su interior viajaban dos
humanoides "vivos", que fueron apresados y conducidos a una base de laa USAF.
Sigue diciendo Antonio Ribera, que esta noticia se la había dado Ray Stanford, director
del Proyecto "Starlight", con sede en Austin (Texas) a quien se lo había dicho un alto oficial
de los Servicios de Inteligencia del Ejército, con el ruego de no revelar su nombre.
El "ovni" parece ser que fue desmantelado y sus componentes enviados al arsenal de la
RAND Corporation, al Arsenal de Redstone, al Jet Propulsión Laboratory, de Pasadena, y a
otros centros de estudio, a fin de ser investigados y analizados. Sin embargo, el resultado de
estas investigaciones ha sido negativo. Se ignora la suerte que hayan podido correr los
tripulantes del "ovni", que se suponen en poder de biólogos norteamericanos. Pero lo más
importante es que, a este respecto, se espera una próxima declaración del Presidente Carter.
Nosotros sabemos muy bien que toda la fenomenología "Ufo" u "Ovni", iniciada a partir
de la terminación de la II Guerra Mundial, obedece a un programa hábilmente estudiado,
para concienciar a la Humanidad ante un posible contacto con seres procedentes de mundos
exteriores, de cuya existencia hemos tenido noticias desde los tiempos más remotos,
¡porque, nosotros mismos llegamos de otros mundos hace cientos de miles de años!
Créannos porque tenemos motivos suficientes para afirmarlo y lo que ahora nos parece
un problema nuevo es algo tan antiguo como el Sol, y que estamos cansados de leerlo hasta
en la Biblia.
Hemos expuesto que el hombre, con tal de sobrevivir, es capaz de todo, incluso de
alimentarse con las proteínas de sus semejantes. El fin justifica todos los medios. ¡Y es
capaz, además, de emigrar de sumundo, cuando considere que éste se ha vuelto estéril, para
afincarse en otro, donde las condiciones ambientales le permitan continuar su evolución y
desarrollo!
Pero no debemos olvidar que los mundos también están sujetos a los ciclos de
nacimiento, desarrollo y muerte, y que, de mundos aniquilados y destruidos nacerán otros
mundos nuevos, donde el hombre podrá hallar cobijo para otro ciclo de su etapa, aunque él
también se vea modificado, deformado, cambiado por el medio ambiente, al que habrá de
adaptarse o sucumbir.
Nosotros presuponemos que en el Universo existen infinidad de mundos, como el
nuestro, que cumplen la finalidad de albergar a razas que, tal vez antes de haberse formado
el Sistema Solar, tuvieron contacto con nosotros. Y presuponemos también que, al
extinguirse la posibilidad de albergue en nuestro mundo actual, nos iremos, o se irán
nuestros descendientes, sean muchos o pocos, en busca de nuevos planetás habitables.
Esto no es fantasía, sino una perentoria necesidad, ya que si no lo hiciéramos, si nos
dejamos vencer por la Naturaleza, desapareceríamos como raza, y eso está por encima de
nosotros.
Ahora bien. Calculando con generosidad y amplitud de miras, de no ocurrir algo que nos
vuelva al pasado, que extermine casi a toda la raza humana y los supervivientes puedan
acomodarse en una mayor superficie, notablemente regenerada, al paso que vamos, dentro
de un siglo este planeta no podrá albergar, en condiciones óptimas, a la masa enorme de
seres humanos que para entonces nos moveremos (¡se moverán, queremos decir!) sobre La
Tierra.
Y los seres que observan nuestro desarrollo desde el espacio exterior, lo saben
perfectamente. Es por ello que se dejan ver con mayor asiduidad, creando el clima
apropiado para los inevitables contactos que se han de producir, tanto para su seguridad
como para la nuestra, si es que esto les importa.
Desde que el hombre salió de la animalidad, cuando ello fuese, dirigido, como parece que
fue revelado, o espontáneamente, por sí mismo, las otras razas comprendieron que, algún
día, se habría de establecer el contacto. La fecha está próxima. Puede ser que sea antes de
acabar el presente siglo, ya que el siguiente habrá de ser de búsqueda por el cosmos del
nuevo planeta-habitáculo, a donde se habrá de ir, bien renunciando a todo lo que ha
significado para nosotros La Tierra, o bien, con una doctrina social nueva, donde los
hombres opten por morir, si es preciso, antes de alimentarse de la envoltura proteínica ajena.
Pero eso, vulgarmente hablando, son otros "Lópezes".
Y pensamos que más de uno estará esperando la prueba irrefutable de nuestros asertos
por medio de la Geometría Hermética, ¿no es así?
Pues bien, a eso vamos. Es inútil tratar de enseñar geometría a un simio, aunque, por
pruebas realizadas en laboratorios biológicos se ha podido comprobar que el poder de
raciocinio de ciertos animales es sorprendente.
Para un mono, dos líneas cruzadas no significa nada. Podrá retener la imagen del dibujo,
y hasta repetirla, pero no puede penetrar en el razonamiento a que nos llevan las líneas, si
estudiamos sus longitudes, formas, ángulos y todo lo demás.
Por otra parte, sabemos que estamos inmersos en un universo de tres dimensiones. Todo
cuanto nos rodea, lo que vemos, tocamos, analizamos, posee una forma, un volumen, es
ancho, alto, largo. Pueden existir dimensiones mayores, pero son abstracciones puras, como
lo es la segunda y la primera dimensión.
Si un punto se mueve en cualquier dirección, crea una línea, que es la primera dimensión.
Si la línea se mueve, crea una superficie, que es la segunda dimensión. Y si la superficie se
mueve, crea un volumen, que es la tercera dimensión, o sea la nuestra, el lugar en que nos
encontramos.
Además, si nuestros exploradores espaciales de la NASA, pongamos por caso,
encuentran mundos habitables, habrán de ser también tridimensionales, ya que, de lo
contrario, ni los verán siquiera. Y si existen, como no nos sirven de nada, es como si no
existieran. En un orden físico y práctico, nosotros, tal y como somos en la actualidad, y
como parece que hemos sido hasta ahora, necesitamos un universo tridimensional para
desenvolvemos.
¿Y cómo expresar este universo sobre un papel, pizarra o tablilla, que sólo posee dos
dimensiones, para poder estudiar sus recónditos secretos?
Es obvio que el hombre ha descubierto formas convencionales de lograr su propósito. El
dibujo, la perspectiva, las sombras, las proyecciones, el cálculo, la matemática, etc. Y todo
ello ha sido fruto de su mente. ¿O no fue así?
Situémonos en un momento determinado de nuestra evolución. ¿Hubiéramos, sin ayuda
externa, llegado a comprender que únicamente el círculo podía llevamos a construir un
cuadrado perfecto? Nos resistimos a creerlo, y no por lo que sabemos ahora, sino por lo que
ignorábamos entonces.
Hermes-Toth, Akibeel, Isis, Viracocha, Buda, Cristo o quien quieran, hubo de intervenir
en algún momento, como hacen los biólogos con los simios en los laboratorios, tratando de
desentrañar el misterio del Conocimiento.
Es imposible que un animal primitivo, sin ayuda de nadie, pueda, empezando de la nada,
lograr desentrañar todo cuanto ha desentrañado el Hombre en el devenir de su historia. Es
imposible que en unos cientos de miles de años, desde la animalidad en que vivían los tipos
del Neanderthal o el Cró-Magnon, hayamos podido construir lo que hemos construido o
descubrir lo que hemos descubierto. Y los secretos del átomo son una prueba de ello, habida
cuenta de que nadie ha podido ver aún una partícula atómica.
¡Y todo ha sido posible gracias a un círculo y una cruz! ¿No es fantástico? Fantástico, sí,
y, al mismo tiempo, lógico.
Fig. 50. Este debería ser el símbolo de la Geometría Hermética, ya que el Círculo y la
Cruz son el exponente máximo de su antiquísima esencia iniciática.
Fig. 51. Geometría Hermética de las cruces. La de Malta, con cuatro brazos.
Fig.52. Geometría Hermética de las cruces. Una “híbrida” maltesa de cinco brazos.
Fig. 53. Geometría Hermética. Esta cruz de Malta posee seis brazos.
Véase la Fig. 55. Hace siglos que, con instrumentos rudimentarios, según suponemos, se
trazaban círculos y se buscaba, por medio de rectas, la relación que había entre la línea
curva y la recta. Era elemental empezar siempre por el círculo central; se buscaban los
puntos de coincidencia y se trazaban nuevas líneas. ¿Qué se buscaba? Sencillamente, hallar
todo cuanto hemos conseguido ya y todo lo que aún nos falta por hallar, que suponemos
muchísimo más que lo conseguido.
Sin embargo, del mago o astrólogo, como se les llamaba entonces, hasta el ingeniero, el
arquitecto o simple delineante de nuestros días, hay una marcadísima y notable diferencia.
Los hombres que pasaban días, meses y años desarrollando una figura geométrica sentaron
las bases para que los técnicos de hoy, con una simple fórmula, solucionen un problema que
otros emplearon años en resolver. Pero éstos, sin aquéllos, nada habrían conseguido, porque
el esfuerzo de la Humanidad empezó hace muchos siglos, con un atisbo de pensamiento, tal
vez.
El círculo celeste no pudo haberse trazado, si no nos fue revelado, más que por siglos de
continua ininterrumpida observación del movimiento de los planetas, y para ello era preciso
el concurso de muchos astrólogos y geómetras.
Fig. 55. Cuatro círculos, cuatro triángulos... ¿Una figura alegórica? No, variaciones
sobre un mismo tema.
Que ahora se les olvide, se les desprestigie hasta el extremo de recusar hasta sus
nombres, cambiándolos por astrónomos y matemáticos, nos parece desleal, oprobioso,
ingrato y vergonzoso.
Sin Hermes-Toth, o Taautos, tal vez Pitágoras no habría sido lo que fue y Werner von
Braun habría sido un campesino o un artesano, ni siquiera alemán... ¡Y Albert Einstein, ni
siquiera haber sido judío!
CAPITULO XV
Antes de iniciar este capítulo, reiteraremos, una vez más, por si las dudas, que no somos
expertos en nada, que sabemos un poco de todo, recogido aquí y allá, en nuestra azarosa
existencia, pero que no estamos dispuestos a mantener nuestros trece ni siquiera en si
vivimos o estamos en este mundo como "difuntos" de otra existencia mejor.
Por ignorar, tenemos una vaga idea de lo que es agrimensura, estudiamos trigonometría,
¡pero no se nos ha olvidado, porque jamás se presentó la ocasión de utilizarla!, y volvemos a
insistir en que las matemáticas no han sido, ni son, nuestro plato fuerte.
Esto, que puede considerarse como un inconveniente para tratar de hurgar en los secretos
de la Geometría Hermética, no es así, y perdónesenos nuestra audacia, porque entendemos,
y estamos tratando de demostrarlo, que las matemáticas nada tienen que ver con la
Geometría Hermética, la cual se inició y se practicó antes de que existieran los números y
sus aplicaciones, base de nuestra actual y confundida civilización y cultura.
Sin embargo, más poetas que filósofos, nos hemos aventurado en una ciencia olvidada
con el espíritu alegre y desenfadado de quien tiene en el juego las mejores cartas, gracias a
lo cual esperamos salir airosos de la partida.
Y hemos hecho este pórtico aclaratorio, porque ahora vamos a sustentar una teoría
altamente especulativa que, a modo de vieja nave llena de grietas y fisuras, puede hacernos
naufragar al primer vaivén de las olas, dejándonos indefensos e inermes.
Hay que ser, como mínimo, sincero para presentarse ante la gente y decir que se tiene
algo, no nuevo, sino distinto. Y sinceridad no nos falta, aunque no sea suficiente... ¡y lo
sabemos!
Todo esto viene a cuento porque la propiedad del suelo, por si lo ignoran, es más antigua
que la misma geometría, digamos, aplicada. Ya en el selva; el primate delimitó su territorio,
tratando de convencer a sus adversarios de que aquel terreno le pertenecía. ¡Y hasta es fácil
deducir que el primate luchó por conservar su "propiedad"!
Los naturalistas nos dicen que en el reino animal esto es muy frecuente y, entre
individuos de la misma especie, se respetan las demarcaciones hasta que llega un individuo
que se cree más fuerte. Aquí tampoco podemos insistir mucho al respecto, pero deducimos
que es así.
Imaginamos que después de salir de la animalidad, si es que esto sucedió realmente, el
hombre se enfrentó al problema de delimitar su territorio.
"!Esto es mío!"
¿Imaginan cuantas guerras, sangre derramada, intrigas, emboscadas, luchas, fratricidas o
no, enconos, resentimientos, odios y rencores, por no encontrar más comparaciones, debió
costar a la humanidad, desde sus albores hasta la fecha, esa deleznable frase? ¡El hombre
enfrentado con el hombre por la posesión de algo, bien sea una cueva, una morada lacustre,
una presa, un fruto o una charca de agua!
-¿Por qué es tuya? -¡Yo la vi primero!
-¡Aquí he vivido siempre! ¡Lo heredé de mi padre!
-Es mía... porque sí!.
Es obvio que argumentos no han faltado jamás para discutir el derecho a la propiedad. Y
también se hace obvio suponer que no siempre las discusiones debían acabar forzosamente
en lucha.
-¡Está bien! La repartimos y la mitad para cada uno.
Esta fórmula flexible de reparto debió ser un gran triunfo para el hombre primitivo,
porque demostraba su capacidad de entendimiento, su cordura y raciocinio, así como su
inteligencia.
La inteligencia es, según los más ilustres filósofos, lo que nos diferencia de los animales.
Por tanto, una vez apuradas las amenazas y hasta las luchas, el hombre procedió
"inteligentemente" a repartirse el territorio. Puede, sin embargo, que hubiera un
"inteligente" mediador y fuese éste el que sugiriese la partición en litigio, con lo que
daríamos entrada en la sociedad al famoso abogado, cuya función tan altos favores ha hecho
a la Humanidad.
"Mediar" significa "partir", o sea hallar una solución intermedia a la discusión, "Ni para
ti, ni para mí; para los dos", ¿O debemos añadir para los tres, ya que no podemos dejar a un
lado los buenos oficios del mediador?
Bromas aparte, ¿se imaginan el problema que se plantearon los primeros propietarios,
pongamos de terreno, al tener que delimitar sus campos?
Sencillamente, ninguno, Se tomaban unos hitos, y si no los había, se colocaban piedras de
demarcación y asunto concluido, "Desde aquí hasta allí, es mío; lo otro, es tuyo", ¿Fácil,
no?
¿Y no sería esa la explicación a muchos menhires o piedras erguidas de la antigüedad,
que eran hitos o señales para delimitar las demarcaciones?
Hemos visto a nuestros modernos agrimensores, provistos de teodolito y barra, pintada en
rojo y blanco, marcar hitos que luego señalaban con una estaca clavada en el suelo, No hay
nada más seguro como triangular un terreno, medirlo y saber los acres o hectáreas que tiene.
Se extiende un certificado de medición, que se une a la escritura de propiedad, y ese terreno
queda en posesión de tal o cual terrateniente.
Pero, ¿y antiguamente, no sabemos exactamente cuándo, cómo se medía un terreno, si
por no tener, no tenían ni números, ni metros, ni teodolitos, ni sabían hacer un triángulo o
un cuadrado?
¡Vaya, difícil y arduo problema!
Pues no lo crean, Aunque entre los primeros propietarios no existía el sistema métrico
decimal, sí tenían algo muy útil para medidas relativas: el pie o la mano (que luego se
convirtió en codo).
Puede que algún irónico nos diga que la zancada también pudo utilizarse para medir, y no
lo dudamos, Para delimitar una demarcación se hace preciso que ambas partes acepten la
medida, bien sea codo, palmo, pie, vara o los nudos de una cuerda. No importa. La medida
patrón, como es el metro en la actualidad, es arbitraria, Han habido tantas y de tan diversa
longitud que es imposible saber cuál fue la primera. Supongamos, por tanto, que se utilizó el
pie, que es como una tercera parte del metro (0,305 metros, exactamente).
Ya tenemos una región agrícola y unos hombres que han delimitado sus terrenos.
Ahora, empecemos a especular, Satmet, por ejemplo, debe a su vecino Guht una jarra de
trigo, o le ha pedido una cabra. Como no se la puede devolver, ¡Por sus cosas!, le ofrece una
parcela de su terreno. Y Guht acepta. El terreno de Satmet disminuye así y el de Guht
aumenta.
-Te daré toda esta tierra.
-De acuerdo -acepta Guht-. Voy a desplazar el hito.
Es justo. La piedra o piedras que señala la antigua demarcación ha de ser desplazada. El
trueque se ha efectuado de conformidad entre ambos vecinos.
Pero, ¿y cuando no hay conformidad y sí astucia o mala fe? ¿Y si Satmet accede a retirar
el hito y luego, en ausencia de su vecino, lo vuelve a colocar donde estaba? ¡Ah!
Se hace evidente que la tierra tiene que ser marcada... ¡Y medida!
En la Fig. 56 hemos puesto un ejemplo práctico de lo que, aún no podría ser llamada
Geometría Hermética, sino geometria a secas, a fin de cuadricular un terreno, que
previamente hemos delimitado sobre un mapa (sombreado) y que; como en el ejemplo, lo
llamamos la propiedad de Satmet.
Ignoramos, y por eso estamos especulando, cuándo y dónde se inició esta forma de
medición geométrica, que no difiere en mucho de la que emplean nuestros agrimensores en
la actualidad. Pero de todo esto vamos a extraer aleccionadoras consecuencias y reveladores
principios.
Imaginamos a Guht, hipotéticamente, tratando de averiguar cuánto terreno tiene en su
poder, después del trueque, bien porque desee cambiarlo por cabras o porque desee
repartirlo equitativamente entre sus tres o cuatro hijos.
Si dispone de un tendal, medirá su terreno, de hito en hito, recurrirá a palitos, piedras o
rayitas y establecerá una numeración o su equivalente. Examinando cada palmo de terreno,
sea rectangular o irregular, acabará por sabér cuántos palmos o pies tiene la superficie que le
pertenece. Esto es elemental para un ser racional. Paso a paso, o palmo a palmo, haciendo
rayitas sobre un guijarro, podemos establecer una cantidad de palmos o pasos. Si contamos
con los dedos de la mano, cada dedo puede ser un palmo, y así sucesivamente.
Guht, sin darse cuenta, estaba convirtiendo la geometría en aritmética. Marcó nuevos
hitos, dividió su terreno y se lo dejó a sus hijos en partes aproximadamente iguales. ¿No es
posible? ¡Naturalmente que sí, y con tiempo habría podido hasta medir toda la superficie de
la Tierra!
No obstante, hay otros procedinlientos más prácticos para medir el terreno y el más
antiguo, a nuestro modesto entender, es el de la cuadriculación. Tomamos la "medida",
repetimos sobre una línea recta tantas veces como la "medida" entre en la recta y sumamos.
Trazamos otra recta perpendicular a la anterior, volvemos a contar cuantas veces entra la
"medida" en ella, sumando repetidas veces la "medida", y obtendremos la superficie del
cuadrado o rectángulo que buscamos.
Como los terrenos no siempre son cuadrados, la triangulación -ya que un triángulo es la
mitad de un cuadrado- nos puede servir para hilar más fino.
Ya tenemos, por tanto la "medida" local, aceptada por la comunidad, y un concepto
geometrico con el que vamos a seguir especulando, puesto que el suelo, poco a poco, va
adquiriendo mayor valor, y más si se se encuentra en las inmediaciones de una gran urbe.
¿Nos comprenden?
Si se fijan en la Fig. 56, verán la forma irregular del terreno propiedad de Satmet, que,
para mayor "inri" posee un camino que lo cruza hasta el río, y que no le pertenece, por ser
de la comunidad. Satmet ha buscado a un geómetra para que le diga cuántos "codos" tiene
su terreno.
Plácenos, al mismo tiempo, insertar...las Figs. 57, 58 y 59, que, aunque no tengan
absolutamente nada que ver con lo que hemos expuesto en este capítulo, sí les ayudará a
formarse una idea todavía más clara de la que tengan ya, acerca de la utilidad "práctica" de
la Geometría Hermética. Lo malo de todo ello es que la geometría plana o euclidiana ya ha
recurrido a la hermética en innumerables ocasiones -¡sin consultar con nadie!- y la ha
utilizado como si fuera propia, tanto en arquitectura, como en mecánica, ornamentación o
agrimensura, despreciando lo que, por ignorancia o por falta de profundidad, no ha
considerado útil a su trabajo.
Así fue, precisamente, cómo se fue perdiendo la esencia ancestral de la Geometría
Hermética, que salía del claustro o la bóveda del astrólogo y "mago" para ir aportando su
colaboración a otras ciencias y trabajos, lo que nos ha llevado, con el tiempo, a olvidar su
origen milenario y a creer que todo ha surgido del Renacimiento o poco más allá, cuando la
verdad es que mucho antes de construirse las pirámides de Egipto ya se utilizaba esta
geometría, se construían pueblos y ciudades y se delimitaban los territorios con líneas
geométricas invisibles.
Esto no es una panacea, ni un elixir maravilloso capaz de curar todos los males. Pero sí es
el fiel reflejo de la evolución constante de la inteligencia del hombre, que nos sitúa en la
alternativa de tener que aceptar, o bien que la descubrió el hombre, paso a paso, línea a
línea, y a través de muchísimos siglos, pudiendo haberse perdido y recuperado después, o
bien que nos fue revelada por inteligencias superiores.
Y sin el propósito de hacer excesiva presión para que se crea, nosotros estamos
convencidos de que la Geometría Hermética es más antigua que el planeta que actualmente
nos alberga. Hay una poderosa razón cosmológica que nos induce a creerlo así.
Bien es cierto que el hombre puede ser más antiguo de lo que suponemos y su
inteligencia haber alcanzado cimas insospechadas, para caer posterioremente en el
abandono, la apatía y la ignorancia, sin que se perdiese del todo el conocimiento adquirido
anteriormente por otras generaciones. Es posible que así fuera. Pero es un mundo demasiado
inmenso el que nos revela la G .H., demasiado vinculado al cosmos y a los astros que giran,
van, vienen, nacen, mueren, para que nosotros podamos admitir el que estemos solos en la
inmensidad del universo y que esa maravilla estructural de las líneas lo hayamos
descubierto nosotros sólo con mirar al cielo.
Y otro argumento. Supongamos que no estamos solos, que hay razas extraterrestres que
influyen, directa o telepáticamente, en nosotros y nos han transmitido sus conocimientos.
CAPITULO XVI
W. Raymond Drake,
"Las civilizaciones perdidas."
CAPITULO XVII
EL SÍMBOLO GEOMETRICO
Fig. 63. El cuadro de 16 casillas, evidentemente más antiguo que el de 25, ofrece
infinidad de posibilidades.
La Cruz era el mayor símbolo geométrico de todos los tiempos, porque está en el origen
mismo de las figuras celestes. Es el punto central del que parten las cuatro líneas que cruzan
el cielo. En la Fig. 61 hemos representado la cruz por medio de cinco círculos, uno central y
otros cuatro que repiten ese símbolo árabe que se ha encontrado por doquier y que se ha
interpretado como un pentágono. Si siguiéramos las líneas geométricas veríamos la
triangulación cuadrática y el cuadrado de nueve casillas (3 x 3 = 9).
En la Fig. 62 los cinco círculos están, formando cruz, dentro de otro círculo. Y la
reticulación rectangular que obtenemos nos podría llevar, de proponérnoslo, hasta el
mismísimo plano original del Templo de Salomón, que parece ser fue trazado de acuerdo
con el Santo Grial o Tabla de la Ley, contenida en el Arca de la Alianza, que el Rey David
legó a su hijo. Aunque otros aseguren que el Templo fue trazado de acuerdo con el plano de
Hiram-Abi, el fenicio.
Dijimos que del círculo dividido en seis partes, de donde surge el Hexagrama o Estrella
de Salomón, se obtiene el cuadro de 16 casillas. En realidad, uniendo cuatro baldosas o
cuadrados, obtenemos esta división geométrica simple, de donde podemos obtener tantas
variantes como veces podamos multiplicar 16 por todos los demás números, lo que es,
prácticamente, infinito. Una prueba aparece en la Fig. 63.
Sin embargo, en la Fig. 64 hemos ido mucho más allá, porque aquí hemos dividido el
círculo en siete partes y luego nos hemos entretenido en hallar una sucesión de líneas
relacionadas con el cuatro, o sea, jugando con una cuadratura geometricohermética. Incluso
hemos obtenido efectos ópticos debido a la distorsión aparente de las líneas rectas. ¡Pero el
círculo ha sido cuidadosamente eliminado!
Esta parte de la geometría simbólica la hallamos tanto en las antiguas construcciones
griegas, fenicias. Romanas, etruscas, micénicas o dóricas, o sea culturas postdiluvianas.
como en la misma pirámide de Keops, considerada por nosotros como antediluviana, lo que
prueba que existió un nexo o lazo de contacto, aunque hubieran transcurrido cinco mil años,
o más, y demuestra que hay verdades inamovibles. Los lugares considerados como
sagrados, y que primero sirvieron para adorar a dioses supuestamente paganos, se utilizarían
después, por los sacerdotes de las nuevas religiones, para perpetuar el culto. Porque,
evidentemente, ninguna religión sustitutiva rompe definitivamente con la anterior. Y la cruz,
que surgió antes del diluvio, se conserva por su significado hermético y no porque fuese el
símbolo adoptado por Cristo, ya que, por si lo ignoran, la cruz de los ajusticiados por Roma
no era tal cruz, sino el símbolo de "tau" (T).
Las antiguas catedrales se alzan donde antes existió un lugar de culto pagano,
especialmente donde ofrendaron los druidas. Y las celebraciones paganas, relacionadas con
el culto astrológico, han sido transformadas en celebraciones cristianas, como la Navidad o
San Juan, que son cambios astronómicos solsticiales y equinociales.
Cambiemos, pese a todo, de temática, porque cuanto estamos exponiendo más parece un
reproche que un testimonio, y eso es tanto como apartarse del sendero que seguimos, ya
bastante árido de por sí, para que lo compliquemos aún más, saliéndonos de madre.
Queremos señalar que la Geometría Hermética ofrece prespectivas inestimables para los
delineantes y grafistas modernos, dado que, utilizando el entrecruzamiento de las líneas
primordiales de la cuadratura, la infinidad de facetas que se ofrecen, para quien sepa
"cribar" y escarbar entre las líneas, son prácticamente todas. ¡Y aquí no hay azar! Podemos
elegir los ángulos, formas, figuras o líneas que más se adapten a lo que pretendemos hacer.
Sólo hay que mirar atentamente y elegir.
Fig, 65. El cuadro dividido en 9 y 16 casillas. Apréciese la doble armonía del
entrecruzamiento triangular. Hay grafistas que utilizan estos recursos sin conocer
sus infinitas posibilidades.
Fig, 66. Proporciones herméticas de la elipse, sobre la división del círculo en ocho
partes.
Fig. 67. Variante gótica del círculo y el cuadrado, de amplísima utilización en la Edad
Media.
No obstante, el lector avisado se habrá dado cuenta de que no hemos querido hacer un
tratado serio de Geometría Hermética, sino que, fieles a nuestro sentido realista -¡fantástico
o no! -hemos introducido esta geometría en una temática protohistórica o
"arqueogeométrica". Se comprende fácilmente que esta geometría está descrita con muy
pocas palabras, ya que es experimental, a base de consumir papel y puntas de lápiz, trazando
figuras y más figuras y buscando aspectos inéditos a las líneas. No se requiere, por tanto, un
texto muy extenso. Pero nuestra geometría, como dijimos, se la atribuimos a Hermes-Toth,
y aquí es donde debía entrelazarse la Historia de la "otra" Historia, porque siempre hemos
mantenido que una cosa es lo que nos han contado y otra muy distinta lo que en verdad
debió ocurrir.
Nosotros hemos tratado ya, en obras anteriores, tanto con nuestro nombre como con
seudónimos, esas temáticas sugerentes de culturas, civilizaciones y mundos desaparecidos.
Aquí, tratando de no repetimos, hemos continuado aportando datos distintos, ya que no
podían ser nuevos -¡Considerando que ni siquiera Erich von Daniken es capaz ya de hallar
"cosas" nuevas!- y ampliando el trasfondo de la Geometría Hermética, pensando más en el
benévolo lector que en nosotros mismos.
Fig. 68. Esta Cruz de Malta ha sido obtenida por división del círculo en doce partes, o
sea, el doble Hexagrama.
Fig. 69. Un "septenario" geometricohermético obtenido por la división del círculo en
siete partes.
Y este es el resultado. Las Figs. 68 y 69 son parte de las que nos resistimos a dejar
inéditas. En cambio las Figs. 70 y 71 (así como las 72 y 73), son las Lecciones de Repaso,
en cuyo pie está la explicación que consideramos suficiente. A menor número de palabras,
mayor comprensión.
Fig. 70. ¿Podría Ud. hallar la figura y las línea que han sido empleadas para trazar
esta figura geometricohermética?
Fig. 72, Para componer este sencillo cuadro, ha sido necesario desarrollar toda la
"trama" del boceto siguiente (Fig. 73), que puede servir para infinidad de otros
gráficos distintos.
¿Verdad que a muchos les cuesta creer esto? ¿Verdad que parece un truco para causar
mayor efecto y dejar perplejos a los pusilánimes? No lo crean. Estamos seguros de que
muchas personas que figuran en la Historia con nombres relevantes, como Isaac Newton,
Copérnico, Calileo, Sir Francis Bacon, y muchísimos más, recibieron mensajes
extrasensoriales que les permitieron llevar a cabo sus peculiarísimas misiones.
Puede, y esto no lo dudamos, que en nuestra tesis existan muchos errores y que cuando se
cribe debidamente la G.H., salgan a la luz errores de bulto que a nosotros nos han pasado
por alto. Estamos seguros que esos errores son fruto de nuestra particular ignorancia, al
pretender introducir ideas que no nos llegaban de afuera, como sí así estuviese ocurriendo.
¿Nos comprenden?
Nadie puede saber cuándo está siendo "dirigido" y cuándo no. Pero sí estamos seguros de
que, influidos o no, vengan las ideas del consciente o del subconsciente, siempre hemos
sabido que alguien guiaba nuestros pensamientos. Y de esto nos dimos cuenta cuando
escribíamos "Mundo sobrenatural", en donde quedó expresado.
No sabemos cuanto tiempo durará lo que Sócrates llamó "deimon", y los poetas conocen
como Musa. Incluso ignoramos si todo está extraído de la conciencia colectiva, en cuya
suprema fuente bebemos todos, pero podemos asegurar que, a veces, mientras escribimos o
dibujamos figuras geométricas, nos sentimos como ausentes, como hipnotizados o flotando
en una inexplicable proyección astral, ajenos al tiempo y a la realidad, de la que hemos
salido con auténtico sobresalto cuando se nos ha llamado por cualquier motivo.
Fig. 73. Boceto necesario para la composición del cuadro de la Fig. 72. La Geometría
hermética es aquí evidente.
Fig. 74. El trazado negro de esta cruz nos revela las líneas herméticas desaparecidas.
No es cierto eso de cerrar los ojos y escribir sin saber lo que se escribe, porque
continuamente hemos de estar consultando libros, nombres, fechas o datos para mayor
seriedad. Repasamos obras que hemos leído tiempo atrás o recientemente. Sin embargo, en
el momento de exponer las ideas en el papel, ese extraño "alter ego" parece manifestarse de
forma tangible, como si estuviera detrás nuestro, inclinado sobre el hombro y musitando las
palabras que hemos de formar con las teclas de la máquina eléctrica.
No esperamos que nos crean los escépticos. Somos lo suficientemente razonables para no
creer "aún" en estas cosas calificadas como sobrenaturales. Y, sin embargo, nosotros, que
prácticamente no sabíamos dibujar, hemos realizado gráficos que no resultan del todo
desagradables y algunos son hasta embrolladamente complicados. ¡Y todo con medios
insignificantes: un mal compás, una pluma de tinta china, un lápiz y una regla, en cuyos
números no hemos mirado nunca!
Esto es lo que queríamos decir para concluir.
Ignoramos, por otra parte, si esto aporta algo nuevo al conocimiento que nosotros hemos
considerado perdido, o si, por el contrario, es una tomadura de pelo de la que nosotros
hemos sido la primera víctima
-¡No se nos va de la cabeza que existen espíritus burlones flotando por ahí, que han
podido gastamos una broma!-. De todos modos, víctimas o victoriosos, estamos culminando
una tarea que nos ha llevado, entre unas cosas y otras, sus buenos dos años, aunque
hayamos utilizado conceptos en las otras obras anteriores nuestras. Y es en esta última
donde hemos expuesto nuestro mejor criterio y nuestra mayor "inspiración".
Ya nada más.
Fig. 75. Las líneas en negro: celestes. Las líneas en gris: terrestres.
Si hemos contribuido a esclarecer algo que sea útil a los hombres, de ahora o del mañana,
nos sentiremos muy satisfechos, aunque sólo sea una leve vida, un concepto o una línea,
iporque nunca podemos estar seguros, ni nosotros ni nadie, de que un dibujo, el peor o más
feo, pueda servir de inspiración a otros y que de ellos se derive algo verdaderamente grande
para la humanidad de la que formamos parte!
La caída de una manzana inspiró a Newton la Teoría de la Gravitación Universal.
¿Y si la Geometría Hermética lleva al hombre a descubrir cuál es su verdadero origen?
¿No es éste el principio agnóstico más buscado de todos los tiempos?"
¿No trató Pitágoras de transmitimos todo lo que él averiguó en sus viajes por la Galia,
Mesopotamia y Egipto?
¿Y no son los símbolos geométricos mensajes del pasado, escritos en piedra, en forma o
en ideas?
Nosotros no podemos responder a estas preguntas... ¡por ahora! Tal vez, algún día, lo
hagamos si nos sigue acompañando la inspiración. Mientras tanto... ¡Gracias de todo
corazón!
Pedro Guirao, enero 1978.