La Hija Del Oidor. Rodríguez Galván
La Hija Del Oidor. Rodríguez Galván
La Hija Del Oidor. Rodríguez Galván
(Méjico.-1809:
Siendo virei el arzobispo Lizana.)
Himenea.
l.
EL PORDIOSERO.
Eres , morena ,
mas bella que el lucero
de noche buena.
ja. ¡Qué funestas consecuencia~ acarrea C'!l'a t:onocerle; i a la vuelta realizaron el plan qlllJ
abyeccion en que tenian i tienen algunos bár. habían formado de antemano.
baros hombres a Sll8 hijas, i esa tiranía en que Juanita llegó á su casa espantada: contó que
ferozes las hunden. Juanita se vió sola, aban. habían asaltado a su padre tres ladrones, i que
donada en d mundo: no hubo quien la di. estaba en grave peligro su vida. Los que en ella
rigiera una mirada de compasion, no halló en estaban se alarmaron al instante; salieron va.
quien apoyarse, no encontró un corazon a quien rios a socorrer al oidor, i en medio de esta confu.
entregar el suyo. La sucedió lo que a un her. sion el mendigo, o el licenciado Verdad, se fué
moso libro que su dueño tiene guardado en un a ocultar allá en el aposento de la imprudente
riquísimo estante, i que por no maltratarle no jóven.
lo saca a la luz, no reflexionaudo el insens:i.to IV.
que a mas de inutilizarle, lo abandona a la vo.
!untad de destrozadores insectos. LA GANZUA,
Juanita perdió su virtud i coa ella la frlizi-
dad de toda su vida. Comenzó a estar triste; Las dos de la mañana habian dado, y Jua.
se fué ·marchitando su belleza, como la flor a !<J. nita estaba sentada en su aposento. con sus
entrada del otoño, como la planta ajada por la "randes i ardientes ojos negros clavados en tier.
huella del caminante. ~u, escuchando lo que Ja decia Verdad; el cual
El oidor lo notó: sospechó que su hija esta. estaba en pié i fija la vista sobre ella.
ha enamorada; pero no se figuró su desgracia: -Eres mi esposa, si no ya ante los altares
si la hubiera imaginado siquiera, habria mata. y por medio de un sacerdote, por consentí.
do indudablemente a J uanita. Tomó tocl;is sus miflnto mutuo i por un juramento hecho ante
precauciones: estas suspendieron las visitas el" Dios. V as a ser madre de un hijo que lo es mio,
V crdad, pero no las cortaron. J uanita escribió i me perteneces tú tambien. • • • Resuélvete.
asu amante que iba poniéndose en estado de no -No •••• No •••• No •••-.
poder disimular delante de su padre; i concerta- -¡.Quieres acaso, continuó el jóven, que te
ro:1 los jóvenes el medio que habian de tomar abandone á la ira de tu padre? Tú no puedes
para volver a verse. Juanita pidió a su padre ya permanecer aquí un solo instante.
que la llevase una noche al coliseo, que jamas -Es verdad, es verdad, dijo J uanita con voz
babia visto, para gozar de las gracias del céle. débil i temblorosa, no puedo permanecer aquí,
bre andaluz Luciano Cortes, que cntónces lla. estoi deshonrada, manchada con una· nota fea,
maba la atencion de los mejicanos, segun d tes- horrible •••. ¡Ah! •••• V oi a ser para siempre
timonio de muchos que tuvieron la fortunn de infolrn: lo só; pero tambien sé que un crímen
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nos conduce a otros crímenes: yo he cometidO -t17-
el primero, no quiero cometer los demas. El rostro del jóven tomó un asp<'cto terrible:
-Creí en otro tiempo que me amabas. sus ojos fijos e11 una parte, pareci1rn haber per-
-¡Ah! ¡Dios mio! ¡Dios mio! ¿l tú lo du- dido el movirruento natural; siu embargo, m; a
das'! •••• Yo te amo, te adoro, te idolatro, eres lágrima de ternura rodó, casi asu pesar, por su
mi Dios; sí, tú lo sabes, lo S•tbes bien. Si no te m •jilla. Juarnta temblaba: qu eria hablar; pero
amara, ¿seria yo tan desdichada? las palabra s morian en sus labios como el suspi .
-Si es cierto lo que dices, sígueme; va. ro reprimido de un desdichado que 110 quie ro
monos de aquí, vamonos de este ¡rnis, de este manifestar SJS penas: tellia anudada la gargau.
país de maldicion. Tú no sabes lo que soi, no ta, 1 su corazon era el juguete de su alma ator-
sabes lo que he sido •••• Juanita, tú eres el m.,ntada, como lo es el navio de las olas em-
ángel qu e me ha sacado del inmenso mar de Lral'Ocidas de l oceano.
los crímenes, tú eres la qu e ha iutrod ucido en -¡Oh! csclamó despues de algunos instanl!'s
mi alma el honor, la virtud •••• Si me aban. de silencio, yo estoi engañada, misPrabkmeute
donarses, tu perdicion :;eria inevitable i b mia engañada . , • • Tú 110 eres lo que creí, lo que
tambien: a tí te mataría el desprecio de los hom. estaba tan acostumbrada a ercer., •• ¿Quiéu
bres, i a mí •••• eres? ¿quiér1 eres? por piedad!
-¿Qué? -Un pmscripto.
-El cad .. lso. -;I tu nombre?
-¡Gran Dios! esclamó lajóven l e vantánd(~- -Verdad: ya lo rnbr>s.
se precipitadamente: ¿i serias tan bárbaro de ir -¡,Couque es cierto? dijo Juanita, mostran-
a ponerte en manos de tus eucmigos? . 'tl? su satisfüccion i su alegria, ¿conque es
-No; pero seguiría la ruta que el destrno cierto? iAlt! yo soi muí feliz, mucho: 110 sé co-
me señaló. Yo he nacido entre la virtud, sí, mo podria es¡. ltcartc el placer que me causa lo
mis padres fueron un modelo de honradez y du que acabas de decir. l'o tP.mblaba, temblaba
nobleza de alma. ¡Miserable de mí, tambien hai i con razon: con esas palabras tan terribles
flores olorosas i bellas que dan veneno por fru- qu e proforias, cualqui era habría crcido que eras
to! .••• Yo no tengo la culpa de lo que soi: mi algun malvado, alguno de esos hombrci:. que
corazon se ha estremecido siempre de mis ac. derraman a torrentes la sangre de sus semejan-
ciones; pero mi suerte, mi suerte fatal me ha tes; de esos hombres, malditos eternamente por
conducido .••• Yo no culpo al cielo •••• yo el cielo, i ante los cuales caería yo muerta si
culpo a ese signo abominable en que nacemos los viera una vez. Tú me defenderás siempre
los desgraciados. contra ello!': ¿no es verdad?
-Sí, dijo el jóven cou voz dcbilitnrla y sin
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levantar los ojos.-Juanita, prosiguió despues oidor, i él, viendo que no tiene la cosa remedio,
de un momento de silencio, Juanita, es preciso cederá i nos llamará. Ya entónces todo habrá
partir: conmigo serás feliz: yo te lo prometo. variado en Méjico, y me podré presentar en pú-
-¡Feliz i léjos ~e mi padre! ¡de mi padre blico sin riesgo alguno.
que me ama tanto! il seré capaz de abandonar.. -1 andarémos en coche juntos, i todos nos
Je? No, no, imposible. El me trata mal, me tie .. tendrán envidia, i dirán los que nos vean: ,,Aque-
ne encerrada, me riñe con aspereza; pero es ,,lla es la hija del oidor don Fulano, i aquel es
mi padre, i lo debo respetar. Si vieras lo que ,,el señor Verdad, que fué apremlido en union
me decia mi pobre madre al tiempo de nu>rir, ,,del virei lturrigarai, i que logró escapa1se de
i me lo decia de una manera tan dulce •••• ,,la prision, i se casó con esa señorita. Pa<lc-
,,No abandones jamas a tu padre, .ni le des ,,cieron mucho los pobrecillos; pero al fin Dws
,,ningun pesar:_ el dia que lo desobcrlezcas, se- ,,se apiadó de ellos, i los hizo l}lizes."
,,rás infeliz, infeliz para toda tu vida. Quiére- El jóven arrojó un dilatado suspiro.
,,lo , mucho, mucho, como si fuera yo mis- -¿Por qué suspiras? preguntó Juanita.
,,ma: él se queda en mi lugar: no le hagas lo -Porque el tiempo pasa, va a llegar el día,
,,que no querrias hacerme á mí." 1 llego llora- i con él nuestra separacion eterna. si no te re-
ba, así corno yo, lloraba mucho i me echaba su suelves a partir al instatlte. Un coche !JOS es-
bendicion •••• Feliz tú, madre mia, que tiem- pera en la calle col).tigua: no tenemos mas que
po ha gozas de la gloria infinita del Criador. llegar a él i partir. Vamos.
-Pero si al cabo hemos de volver: volve- Al mismo tiempo la tomó ele un brazo, diri.
rémos, sí, y t\1 nos llamará i nos a~razará lue- giéndola hácia la puerta.
go que se haya pasado su cólera. -iPero quién nos abre? ¿Ignoras que. de al-
-iI nos bendecirá, y nos dirá hijos mios, y gun tiempo á esta parto mi padre mismo cierra
vivirémos cm1 él7 el zaguan i guarda la llave?
-No lo dudes. -Lo sé, i por eso traigo otra. Mírála, con-
- i l dilatará mucho tiempo? tinuó mostrándosela.
-Un año. -No, no; esta no sirve, dijo Juanita exami-
-¡Un año! nándpla: no es así la que tiene papá •••• ¡Jesus!
-Un ano se pasa como quiera, <lijo el jó- ¡qué llave tan rara! Esta no le viene a la cer-
ven con cierto aire de serenidad i de confian- mdura del zaguan.
za; un año a mas tardar: puede ser ántes; el -Sí le viene:¡le viene a todas las cerraduras:
cielo se compadecerá de nosotros, i: nos volve- es una ganzúa.
rá la dielta que tanto ansiamos. Yo escribiré al -¡Una ganzúa! ¡Dios mio! ¡una ganzúa! Tó-
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-90- i no pudiendo conciliar el sueño, se levantó
mala; no la quiero tener, tómala. ¡Qué ho_rror! desesperado para salir al corredor a •ec1bir el
ese es instrum1?nto de ladrones. lCómo tienes fresco. Sintió que bajaban la escalera: se puso
eso en tu poder? ¿La sabes manejar? a observar, i conoció que alguno se dirigia al
-Sí, es cosa muí fácil, respondió ei amante. zaguan. Al momento fué a tomar sus armas, i
No temas nada: es como cualquiera otra lla- a despertar a sus criados: mientras que estos
ve. Por una fortuna la conseguí. Si ha servido se levantaban, él bajó solo i sorprendió a los
para cometer algunos crímenes, ahora servirá fugitivos. El jóven al ver el bulto que se acer-
para hacer la feliz~dad de ~os esposo~. V amos caba, i que no podia reconocer por la oscuri-
de aquí, Juanita mm, el tiempo se pierde; da. dad, tapó la boca a Juanita . que iba a arrojar
me una prueba de tu am~r: síguem~. . un grito de espanto, la empujó hácia un escon-
Las tres dió el reloj de una 1gles1a cer- ce donde no la podían ver sin acercarse, i se
cana. precipitó sobre el oidor poniéndole U'l puñal
-Oye, oye las tres, continuó el jóv~n con en el pecho.
voz apresurada. Un instante despues, quizá se- -La muerte por una sola palabra que pro.
rá tarde. fieras.
-¡Si vieras como tiemblo! ••• -¡Madre mia, Y luego con la mayor velocidad le quitó
perdon! ¡Oh! ¡madre mia! ¡madre _mia! si m_e la espada que el oidor no pudo poner en uso,
puedes ver desde la morada ¡le los JUStos, cui- sacó un cordel que llevaba en el sombrero, i
da de tu desgraciada hija! •••• comenzó silenciosamente a atarle los brazos.
Y cayendo de rodillas, se puso a orar. El El oidor hubiera pedido socorro, pero conoció
jóven abrió la puerta, tomó á su amante en los que era aventurar su vida sin nececidad, pues.
brazos i la sacó funa del aposento. to que sus criados no debian dilatar; en efecto,
--'"·Dios mio! esclamaba Juanita con apaga- estos se presentaron trayendo luzes i diferen.
da voz,1
tuya es m1• alma; s1• me suce de a1guna tes armas.
desgracia, ampárame. -¡Es el mendigo de los diablos! esclamó
Bajaron rápidamente la escal~ra, !legaroa el oidor al reconocer a su antagonista. ¡Aten.
al zaguan: el jóven con una veloz1~ad 1 destre- lo! ¡desármenlo!
za estraordinaria, comenzó a abnr la puerta. Antes de que él diera estas órdenes, ya es.
.Al instante mismo se oyeron algunos pasos, i taban ejecutadas. El jóven, como el oidor, ha •
un momento despues apareció el oidor. bia sido sorprPndido, i conoció que no tenia
Se había acostado pensando siempre en el mas recurso que ceder; arrojó a los piés de es-
mendigo que lo había perseguido aquella noche, te Sil puñal i <lemas armas.
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-¿Qué quieres aquí? ¡,qué has venido a ha. -;-i~ué haces aquí? ¿qué estas haciendo aquí?
¡,que vienes a hacer aquí?
ccr7 gritaba d oidor enfurecido.
-Soi un ludron público i lrn venido a robar -Lo diré de una vez, si señor: es mi aman.
tu .carn, respondió el jóven con voz firme. te, m~ ha venido a ver: es el licenciado Verdad
-¡,Por dóude entraste? que tienen todos por muerto, i que ••••
-Por esa puerta. -Que ha muerto efectivamente, gritó el oi -
dor con apagada voz. Desnuden el rostro a ese
-No pudo ser. i nfame.
-Sí pudo ser cuando se ala rmaron todot>
Los criados obedecieron.
los de la casa para ~oco rr erte.
-Ve vd., papá; es ••••
-¿Dónde están tus cómplices?
-No tengo niuguno : he venido solo. -;El Brujo! ¡asesino ele profesion! esclamó
el oidor.
-¡lmposiblc!-Que se registro la casa:
-Es i11útil: mis compañeros están aluer<t Eljóven pretendia ocultar el rostro.
esperándome. Tal vez los entrega ré; pero qut . -No p uede. ser; ¡oh! no, no puede ser, ele.
cia J uan~ta casi sofocada, i cayen<lo de rodillas
me saquen de aquí al mom~nto.
ante el oidor, de cuyos piés se abrazaba. ·Dios
-A la cárcel por esta noche.
mio! Dios mio! ¡esto no puede ser! •••• !....Es
-Bien. mi amante, es mi esposo, es el padre del niño
-Mañana a la horca. que tengo en las entrañas., •• !
-Bien. -¡Maldita sea mi suerte! gritaba el oidor,
-A los infiernos. llegando en él la desesperacion i el furor a su
-Que sea pronto. c?lmo. ¡Es cierto, ies cierto lo que dices? Es
-Llévenle a Ja Acordada .de mi parte, dijo cierto?
el oidor a sus criados. -Soi madre i él es mi esposo. ¡Perdon, pa-
-No, no, por piedad, gritó Juanita i se
prernntó ante el oidor asombrado. No es un dre, m10.! perdon: por mi querida. madre que nos
esta mirando desde el cielo; por la santísima
Jadron, no; es un hombre honrado, yo respon- madre do J esucristo, perdon.
do de él, yo le conozco bien. Quítenle esas bar-
El oidor no oía, no veía: la tierra volaba ba.
bas son postizas; verán un jóven muy hermoso,
jo de sus pies; sus ojos se revolvían en sus ór-
que' no es capaz de hacer mal a nadie, a J'.!adie.
bitas como queriendo saltar: su labio inferior
El oidor la babia estado escuchando sm te-
era pr~sa de sus encarnizados clientes: la espu-
ner aliento para pronunciar una sola palabr~: ma salia de su boca, cual si fuese 1111 asoleado
al fin mirando a su hija con la saña de un ti-
coree:!, o un can rabioso: sus manos rasgaban
gre que ve escapar su presa, gritaba:
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sus vestidos, i mecian sus nevadas canas con
inaudita furia: era un hombre sin conocimien-
to; la fiebre lo devoraba, estaba poseido.
Arrebató velozmente el puñal del preso que
estaba tirado en el suelo, i sin dar tiempo a que
sus criados absortos le detuvieran, agarró de
lils cabellos a su hija, que permanecia a sus
pies, i clavándole en el seno repetidas veze~ el
agudo estoque. g1itaba lleno de Pncono:
-¡Muere con tu detestable hijo! Yo te mal.
digo! ¡yo te maldigo! ¡El infierno :ie abre ya
para recibirte!!!
No'Oiembre 27 de 1836.-I. R. G.