Teorias Psicologia

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Teorias:

Sigmund Freud: desarrollo psicosexual Freud (1953, 1964a, 1964b) creía que las
personas nacen con pulsiones biológicas que deben redirigirse para hacer posible que vivan
dentro de una sociedad. Al hacerles a sus pacientes preguntas diseñadas para evocar recuerdos
sepultados por largo tiempo, Freud llegó a la conclusión de que los orígenes de las alteraciones
emocionales provenían de las experiencias traumáticas reprimidas de la temprana infancia.
Freud propuso tres instancias hipotéticas de la personalidad —el ello, el yo y el súper yo— que
se desarrollan al inicio de la vida. Los recién nacidos están gobernados por el ello, la sede de las
pulsiones instintivas inconscientes, que busca la gratificación inmediata bajo el principio del
placer. Cuando hay una demora en la gratificación, como en el caso en que los lactantes tienen
que esperar antes de que se les alimente, empiezan a verse como separados del mundo exterior.
El súper yo, que se desarrolla alrededor de los cinco o seis años de edad, contiene la conciencia;
incorpora los “deberías” y los “no deberías” socialmente aprobados dentro del sistema de
valores del niño. El súper yo es demandante en extremo; si sus demandas no se satisfacen, es
posible que el niño se sienta culpable o ansioso. El yo, en sí mismo consciente, se desarrolla de
manera gradual a partir del primer año de vida aproximadamente y opera bajo el principio de la
realidad. La meta del yo es encontrar maneras razonablemente realistas de gratificar al ello, y
que también sean aceptables para el súper yo. Freud propuso que la personalidad se forma a
partir de los conflictos inconscientes entre los impulsos innatos del ello y las exigencias de la
vida civilizada. Estos conflictos suceden dentro de una secuencia invariable de cinco etapas de
desarrollo psicosexual basadas en la maduración (cuadro 2-2), en las que el placer cambia de
una zona del cuerpo a otra —de la boca al ano y, después, a los genitales—. Durante cada una
de estas etapas, cambia la conducta que representa la fuente principal de gratificación (o
frustración); así, se pasa de la alimentación a la eliminación y, después, a la actividad sexual.
Freud consideraba que las primeras tres etapas —aquellas dentro de los primeros cinco o seis
años de edad— eran esenciales para el desarrollo de la personalidad. Sugirió que si los niños
recibían gratificación de más o de menos durante cualquiera de estas etapas, se encontraban en
riesgo de fijación —un estancamiento del desarrollo que puede afectar a la personalidad
adulta—. Los bebés cuyas necesidades no se satisfacen durante la etapa oral, cuando la
alimentación es la fuente principal de placer, pueden convertirse en mordedores de uñas o
desarrollar personalidades críticas “mordaces”. Una persona que, durante su primera infancia,
recibió un entrenamiento de esfínteres demasiado estricto puede fijarse en la etapa anal. Es
posible que este tipo de persona sea obsesivamente limpia, rígidamente aferrada a horarios o
rutinas, o bien ser rebeldemente desordenada.
Según Freud, un suceso clave del desarrollo psicosexual tiene lugar durante la etapa
fálica de la segunda infancia, misma que se centra en los genitales. Los niños descubren las
diferencias físicas entre hombres y mujeres. Los niños desarrollan un deseo sexual por sus
madres y presentan impulsos agresivos hacia sus padres, a quienes temen y consideran como
rivales a un mismo tiempo. Freud llamó complejo de Edipo a este suceso. Las niñas, según Freud,
experimentan envidia del pene, el deseo reprimido por poseer un pene y el poder que
representa. A la larga, los niños resuelven su ansiedad en cuanto a estos sentimientos mediante
la identificación con el progenitor del mismo sexo y pasan a la etapa de latencia de la tercera
infancia, un periodo de relativa calma emocional y de exploración intelectual y social. Redirigen
sus energías sexuales hacia otros intereses, tales como trabajo escolar, desarrollo de
habilidades, relaciones y pasatiempos. La etapa genital, la final, dura hasta la adultez. Los
impulsos sexuales reprimidos durante la latencia ahora resurgen para dirigirse por vías
socialmente aprobadas, que Freud definió como relaciones heterosexuales con personas fuera
de la familia de origen. La teoría de Freud realizó contribuciones históricas e inspiró una
generación completa de seguidores, algunos de los cuales llevaron a la teoría psicoanalítica hacia
direcciones nuevas. De manera extensa, algunas de las ideas de Freud, tales como sus nociones
acerca del complejo de Edipo y de la envidia del pene, se consideran obsoletas en la actualidad.
Otras, como los conceptos del ello y el súper yo, no pueden comprobarse de manera empírica.
Aunque Freud abrió nuestros ojos a la importancia de los impulsos sexuales tempranos, muchos
psicoanalistas actuales rechazan su estrecho énfasis en las pulsiones sexuales y agresivas a
exclusión de otros motivos. No obstante, muchos de sus temas centrales han sobrevivido al paso
del tiempo (Westen, 1998, p. 334). Freud nos hizo percatarnos de la importancia de los
pensamientos, sentimientos y motivaciones inconscientes; de la ambivalencia de las respuestas
emocionales, en especial nuestras respuestas ante nuestros padres; del papel de las
representaciones mentales del sí mismo y de los demás en el establecimiento de las relaciones
íntimas, y de la vía del desarrollo normal de un estado inmaduro y dependiente a uno maduro e
interdependiente. En todas estas maneras, Freud ha dejado una marca indeleble en el
psicoanálisis y en la psicología del desarrollo (Westen, 1998). Es necesario que recordemos que
la teoría de Freud surgió de su lugar en la historia y en la sociedad. Freud no basó sus teorías
acerca del desarrollo normal en una población de niños promedio, sino en una clientela de
adultos de clase media, principalmente mujeres, bajo terapia. Su concentración en las
influencias de los impulsos sexuales y de la experiencia temprana no tomó en cuenta influencias
diferentes, y posteriores, sobre la personalidad, incluyendo las influencias de la sociedad y de la
cultura, que enfatizan muchos de los herederos de la tradición freudiana, como Erik Erikson.
Erik Erikson: desarrollo psicosocial Erik Erikson (1902-1994), psicoanalista nacido en
Alemania y originalmente perteneciente al círculo de Freud en Viena, modificó y amplió la teoría
freudiana al enfatizar la influencia de la sociedad sobre la personalidad en desarrollo. Erikson
fue pionero de la perspectiva del ciclo vital. Mientras que Freud sostenía que las experiencias
infantiles tempranas moldeaban la personalidad de manera permanente, Erikson mantenía que
el desarrollo del yo era vitalicio. La teoría del desarrollo psicosocial de Erikson (1950, 1982;
Erikson, Erikson y Kivnick, 1986) abarca ocho etapas a lo largo del ciclo vital (véase cuadro 2-2)
que discutiremos en los capítulos correspondientes. Cada etapa implica lo que Erikson
originalmente llamó una “crisis” de personalidad —un tema psicosocial principal que es de
particular trascendencia durante ese momento, pero que sigue representando un papel
importante a cierto grado durante el resto de la vida—.* Estos temas, que emergen de acuerdo
con un cronograma madurativo, deben resolverse de manera satisfactoria para el sano
desarrollo del yo. Cada etapa requiere que se equilibre un rasgo positivo con su negativo
correspondiente. Aun cuando debería predominar la calidad positiva, también se necesita cierto
grado de la negativa. Por ejemplo, el tema crítico de la lactancia es confianza básica versus
desconfianza básica. Las personas necesitan confiar en el mundo y en las personas dentro del
mismo, pero también necesitan aprender algo de desconfianza para protegerse a sí mismos del
peligro. El resultado exitoso de cada etapa es el desarrollo de una “virtud” o fortaleza particular;
en la primera etapa, la virtud es la esperanza. La teoría de Erikson es importante debido a su
énfasis en las influencias sociales y culturales, así como en el desarrollo más allá de la
adolescencia. Tal vez se le conoce más por su concepto de crisis de identidad, ya que ha
ingresado en el lenguaje popular y ha generado una cantidad considerable de investigación.

Teoría de etapas cognitivas de Jean Piaget Lo que entendemos acerca de la manera en


que los niños piensan se debe en gran medida al trabajo del teórico suizo Jean Piaget (1896-
1980). La teoría de etapas cognitivas de Piaget fue antecesora de la actual “revolución cognitiva”
con su énfasis sobre los procesos mentales. Piaget, biólogo y filósofo de profesión, percibía al
desarrollo de manera organísmica; es decir, como producto de los esfuerzos de los niños por
comprender su mundo y actuar sobre él. Como joven estudiante en París, Piaget se dispuso a
estandarizar las pruebas que Alfred Binet había desarrollado para evaluar la inteligencia de los
niños escolares franceses. A Piaget le intrigaron las respuestas incorrectas de los niños, donde
encontró pistas relacionadas con sus procesos de pensamiento. El método clínico de Piaget
combinaba la observación con interrogatorios flexibles. A fin de averiguar la manera en que
pensaban los niños, Piaget hacía un seguimiento de sus respuestas con más preguntas y diseñó
tareas para comprobar sus conclusiones tentativas. De esta manera, descubrió que el niño típico
de cuatro años de edad cree que las monedas o las flores son más numerosas cuando se
disponen en línea que cuando se apilan o agrupan. A partir de sus observaciones con sus propios
hijos y con otros niños, Piaget creó una amplia teoría del desarrollo cognitivo. Piaget sugirió que
el desarrollo cognitivo se inicia a partir de una capacidad innata para adaptarse al ambiente. Al
buscar el pezón, tocar un guijarro o explorar los límites de una habitación, los niños pequeños
desarrollan una imagen más precisa de sus alrededores y una mayor competencia para
enfrentarse a ellos. Piaget describió que el desarrollo cognitivo sucede en cuatro etapas
cualitativamente distintas (enlistadas en el cuadro 2-2 y discutidas en detalle en capítulos
posteriores), que representan patrones universales de desarrollo. Durante cada etapa, la mente
del niño desarrolla una nueva forma de operar. Desde la lactancia hasta la adolescencia, las
operaciones mentales evolucionan desde un aprendizaje que se basa en la actividad sensorial y
motora sencilla hasta el pensamiento lógico, abstracto. Este crecimiento cognitivo ocurre a
partir de tres procesos interrelacionados: organización, adaptación y equilibración. Organización
es la tendencia a crear estructuras cognitivas cada vez más complejas, que incluyen sistemas de
conocimiento o maneras de pensar que incorporan un mayor número de imágenes cada vez más
precisas de la realidad. Estas estructuras, llamadas esquemas, son patrones organizados de
conducta que la persona utiliza para pensar y actuar ante una situación. A medida que los niños
adquieren más información, sus esquemas se vuelven cada vez más complejos. Por ejemplo,
examinemos la conducta de chupeteo. Un lactante recién nacido tiene un esquema autoeficacia
Sentido de la propia capacidad para dominar desafíos y alcanzar metas. El psicólogo suizo Jean
Piaget estudió el desarrollo cognitivo de los niños mediante la observación y la plática con sus
propios hijos y con otros pequeños. organización Término de Piaget para la creación de sistemas
de conocimiento. esquemas Término de Piaget para los patrones organizados de pensamiento
y conducta utilizados en situaciones particulares. perspectiva cognitiva Punto de vista para el
cual los procesos de pensamiento se consideran esenciales para el desarrollo. teoría de etapas
cognitivas Teoría de Piaget que plantea que el desarrollo cognitivo infantil avanza en una serie
de cuatro etapas que involucran tipos cualitativamente distintos de operaciones mentales. 02
CHAPTER 2.indd 36 12/1/08 9:25:13 PM Capítulo 2 El mundo de los niños: ¿cómo lo
descubrimos? 37 sencillo de chupeteo, pero pronto desarrolla esquemas variados para mamar
del pecho, un biberón o su pulgar. Adaptación es la manera en que los niños manejan la
información nueva de acuerdo con lo que ya saben. La adaptación implica dos pasos: 1)
asimilación, que es tomar la información nueva e incorporarla dentro de las estructuras
cognitivas existentes, y 2) acomodación, que implica modificar las estructuras cognitivas propias
para incluir la información nueva. Equilibración —el esfuerzo constante para encontrar un
balance estable o equilibrio— dicta el cambio de asimilación a acomodación. Cuando los niños
no pueden manejar experiencias novedosas dentro de sus estructuras cognitivas existentes,
experimentan un incómodo estado de desequilibrio. Y mediante la organización de nuevos
patrones mentales que integran la experiencia nueva, restauran el equilibrio. De nuevo,
examinemos la conducta de mamar. Una bebé a la que alimentan con pecho o por medio de un
biberón que empieza a chupetear del pico de una taza con pajilla está mostrando asimilación;
utiliza un esquema viejo para manejar una situación nueva. Cuando la lactante descubre que
mamar de la taza requiere hacer movimientos, con la boca y la lengua, diferentes de los que
había hecho para mamar de un pecho o biberón, se acomoda por medio de la modificación del
esquema antiguo. Es decir, adapta su esquema original de chupeteo para lidiar con una nueva
experiencia: la taza. Así, la asimilación y la acomodación trabajan en conjunto para producir un
equilibrio. A lo largo de la vida, la búsqueda del equilibrio es la fuerza impulsora detrás del
crecimiento cognitivo. Las observaciones de Piaget han arrojado una gran cantidad de
información y algunos discernimientos sorprendentes. ¿Quién, por ejemplo, hubiera pensado
que la mayoría de los niños menores de siete años no se dan cuenta de que una bola de plastilina
a la que se le ha dado forma alargada o cilíndrica, ante sus ojos, sigue conteniendo la misma
cantidad de plastilina? ¿O que un lactante podría pensar que una persona que está fuera del
alcance de su vista ya no existe? Piaget nos ha mostrado que las mentes de los niños no son
mentes adultas en miniatura. Asimismo, saber la forma en que los niños piensan hace más fácil
que sus padres y maestros los comprendan y les enseñen. No obstante, Piaget parece haber
subestimado gravemente las capacidades de los lactantes y los niños pequeños. Algunos
psicólogos contemporáneos cuestionan sus etapas discretas y, en lugar de esto, señalan la
evidencia que indica que el desarrollo cognitivo es más gradual y continuo. Además,
investigaciones posteriores han desafiado la idea de Piaget relativa a que el pensamiento se
desarrolla en una sola progresión universal que conduce al pensamiento formal. Contrario a
esto, los procesos cognitivos infantiles parecen estar muy ligados con contenidos específicos
(aquello acerca de lo que piensan los niños), así como al contexto de un problema y a los tipos
de información e ideas que la cultura juzga como importantes

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