El dios Apolo, conocido por su impaciencia, envió a su sirviente el cuervo a buscar agua para calmar su sed. Sin embargo, el cuervo se distrajo con una espiga madura y tardó demasiado en regresar, por lo que Apolo lo condenó a sufrir sed durante todo el verano como castigo por su tardanza.
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El dios Apolo, conocido por su impaciencia, envió a su sirviente el cuervo a buscar agua para calmar su sed. Sin embargo, el cuervo se distrajo con una espiga madura y tardó demasiado en regresar, por lo que Apolo lo condenó a sufrir sed durante todo el verano como castigo por su tardanza.
El dios Apolo, conocido por su impaciencia, envió a su sirviente el cuervo a buscar agua para calmar su sed. Sin embargo, el cuervo se distrajo con una espiga madura y tardó demasiado en regresar, por lo que Apolo lo condenó a sufrir sed durante todo el verano como castigo por su tardanza.
El dios Apolo, conocido por su impaciencia, envió a su sirviente el cuervo a buscar agua para calmar su sed. Sin embargo, el cuervo se distrajo con una espiga madura y tardó demasiado en regresar, por lo que Apolo lo condenó a sufrir sed durante todo el verano como castigo por su tardanza.
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El cuervo y la sed
Cuenta la tradición que el dios Apolo era
un dios muy impaciente al que le gustaba ser servido con rapidez y eficacia. No perdonaba a aquellos que vagueaban o que dudaban un minuto su quehacer. Un día de primavera, Apolo envió al cuervo que le hacía las funciones de sirviente en busca de agua con la que poder calmar la terrible sed que padecía aquel día por el calor repentino. – No tardes- Advirtió Apolo al cuervo. Tras aquellas breves palabras el cuervo partió en busca de agua. Durante el camino, una gran espiga verde surgió ante el cuervo frenándole la marcha: – ¡Qué espiga tan tentadora! Pero esperaré a que madure para que sea aún más sabrosa- Se dijo el pájaro. De este modo, el cuervo se olvidó de su cometido y tardó mucho tiempo en volver y en cumplir la tarea que le había encomendado Apolo, el dios impaciente. Y tras su acción, fue condenado a padecer sed durante todo el estío.